domingo, 14 de abril de 2013
GANA MADURO GANA LATINOAMERICA
Venezuela: gana Maduro, gana Latinoamérica
Por Eduardo Anguita
eanguita@miradasalsur.com
A la muerte de Néstor Kirchner, la intelectualidad nucleada en la Fundación Libertad y el antiperonismo vernáculo –propalados por los grandes medios– apostaban al decaimiento del proceso de cambio en la Argentina. Nada de eso sucedió; sin embargo, repitieron el mismo discurso a la muerte de Hugo Chávez. Esta noche, cuando se conozcan los resultados de la elección, esas mismas usinas tendrán que intoxicar a los sectores medios de los países de la región con otras fórmulas. El 7 de octubre pasado, Chávez le ganó a Henrique Capriles por 11 puntos; las encuestas le dan hoy a Maduro un margen igual o superior. El proceso iniciado en Venezuela cuando Chávez asumió por primera vez la presidencia en 1999 se extendió como un gran río de esperanza por Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Paraguay. En este último país, la derecha frustró el proceso con un golpe blando. Sin embargo, quedó aislada tanto política como comercialmente por la fortaleza de los procesos populares y democráticos del continente. No hay que buscar en Nicolás Maduro a un estratega ni a un gran orador. Lo que está maduro en Latinoamérica es la participación y la creciente organización política y social.
Opositores dispersos en campaña
Esta noche, cuando Jorge Lanata presente su nuevo ciclo por Canal 13, ya van a estar los primeros cómputos de las elecciones venezolanas. En efecto, PPT arranca a las 22 y el cierre de las urnas será a las 18 horas de Venezuela (19.30 en la Argentina) y al rato empezarán a conocerse no solo los sondeos de bocas de urna sino los primeros cómputos. Esta vez, Lanata no podrá meter la pata como lo hizo en la última elección del pasado 7 de octubre cuando Hugo Chávez derrotó a Henrique Capriles por el 11%. Esa vez, Lanata, desde Caracas, advirtió que los primeros sondeos daban ¡ganador a Capriles! Esta noche, los analistas serios irán confirmando lo que todos los estudios de opinión brindan: Nicolás Maduro al menos mantendrá el caudal obtenido por Chávez y, probablemente, supere esa diferencia. Nadie podrá atribuirlo a la oratoria ni al carisma personal. Es evidente que el socialismo bolivariano es una contundente realidad latinoamericana y que se explica más por la reducción de la pobreza en Venezuela que por la verborragia de un líder. Según los estudios de la Cepal, el ciclo iniciado en 1999, cuando Chávez asumió por primera vez la Presidencia, tenía a más del 40% de los venezolanos bajo la línea de la pobreza. Ahora, son 7% los venezolanos pobres. El nuevo siglo coincidió con cambios de rumbo en muchos países de la región. Lula en 2002 y Néstor Kirchner en 2003 daban cuenta de que algo nuevo se daba en la vida política y social de esta región. Los opositores a Chávez ensayaron varios caminos: el golpe del 11 de abril de 2002, grotesco, terminó aplastado por la movilización popular hacia el Palacio de Miraflores, derrotando una fórmula del Departamento de Estado norteamericano que ya no tenía el reflejo automático de décadas anteriores. Luego, el antichavismo ensayó el autismo en algunos comicios, no presentándose a elecciones legislativas, intentando vaciar de legitimidad al Parlamento. También fracasaron. Finalmente, la figura de Capriles intentó mostrar una maduración porque los sectores medios venezolanos también se cansaron de la antipolítica sin sentido que profesaban los enemigos del socialismo del siglo XXI. Ahora, salvo los trasnochados o los golpistas, la oposición deberá esperar seis años más para intentar modificar el rumbo.
Sin duda, PPT y su conductor, tendrán otra agenda. Ya lo anunciaron: el programa se internará en el corazón de las tinieblas K. Lanata, como si fuera un Joseph Conrad del subdesarrollo, hablará de “la ruta del dinero” de la familia de la Presidenta. La novela de Lanata explorará la vulnerabilidad de la moral K y tendrá muchas fotos de Kalafate. Con esa medicina, una buena parte de la sociedad argentina digerirá una nueva dosis que confirme que “en este país no se puede vivir”. El problema que Lanata no podrá explicar es que no hay muchas otras naciones de la región que tengan paradigmas a la medida del propio conductor, que plantó sus inversiones en la zona más paqueta de Maldonado-Punta del Este-José Ignacio. Es decir, la única parte del Uruguay que maneja la mayor plata sucia de los millonarios argentinos que, precisamente, manejan plata sucia y evadida en las costas orientales. Quienes miran PPT no son precisamente los que van a Punta y saben a través de qué bancos y financieras pueden llegar a comprar un terreno al lado del periodista estrella.
Sin embargo, sería una ridiculez pensar que el problema es Lanata. Porque sería reproducir el esquema de bestializar una figura conocida y seductora para evitar qué proceso expresa esa figura. En el caso de Lanata, claramente, es la expresión mediática más inteligente de un proceso social disperso que no pudo expresarse como representación política formal. Un porcentaje importante de los argentinos se identifican, al menos emocionalmente, con que todos los males de estas tierras se expresan por culpa del Gobierno. No pueden declararse contrarios a la democracia y, en consecuencia, no pueden explicar por qué el kirchnerismo tiene un sostenido respaldo electoral y tampoco pueden explicar por qué los sectores opositores no pueden mostrarse como alternativas.
Esta semana comenzará un nuevo intento de soslayar la importancia de las elecciones. Lo harán varios sectores sin mostrar propuestas o formas de organización estables. Los ruralistas que añoran la pelea contra la 125 se lanzaron una vez más con declaraciones impotentes pero no inocentes. En efecto, durante una reunión que se llevó a cabo en la Sociedad Rural de Santa Fe, Daniel Stechinna hizo uso de la palabra para decir, ante un público entusiasta, que “los productores están dispuestos a que este gobierno..., o esta porquería que está gobernando, se vaya a patadas. ¿Nos vamos a ir nosotros del país? No, se van a tener que ir ellos. Si es por las buenas o por las malas no sé, eso van tener que programarlo las entidades, pero esto se tiene que terminar...”. Los patoteros de la Mesa de Enlace podrían llamar a quien asumió la cara visible del golpe de 2002 en Venezuela, el empresario Pedro Carmona, para que les haga un libreto un poco más moderado. Hasta Carmona era más medido con sus palabras. En ese sentido, no cabe duda de que la convocatoria para el próximo cacerolazo del jueves 18 alerta contra el odio y las malas palabras.
El último trimestre de 2012 mostró con claridad el fracaso de los intentos de castigar al Gobierno con convocatorias grandilocuentes y amenazadoras. El tono de los dirigentes sindicales opositores, particularmente Hugo Moyano y Pablo Micheli, estaba sobredimensionado para la escasa adhesión que lograron con los paros y movilizaciones. Y, de más está decir, lo que se vivió en materia de solidaridad durante las inundaciones en la Ciudad de Buenos Aires, mostró que la militancia –desde Cáritas hasta La Cámpora– se muestra con su identidad política y que eso no espanta a nadie. Está tan naturalizado como ir en el tren con la camiseta del club de los amores de cada uno.
Más allá de los problemas reales de la economía y la política (que a juicio de este cronista no son pocos), el clima político de la Argentina en estas últimas semanas tuvo mucha menos dosis de adrenalina que de buen trato. La elección de un Papa argentino actuó como un baño de paz, al menos declamatoria, en los medios de comunicación y en la dirigencia política, tanto oficialista como opositora. Después, la tragedia de las inundaciones, sin dejar de lado la precariedad o improvisación de las acciones de gobierno, encontraron a una militancia solidaria que pensó más en las víctimas que en los errores de gobierno.
Si hay un tema que actúa de catalizador para esta semana (quizás a destiempo, pero sobre esto hablarán los hechos y no las presunciones de este cronista) es el tratamiento parlamentario de la reforma –parcial– de la Justicia. Es posible que el kirchnerismo ponga demasiado énfasis en una agenda política que no es de la vida cotidiana de los sectores populares. En la mayoría de los hogares y en la mayoría de los ámbitos militantes no se sabe qué pasa con los precios ni cómo o por qué se toman una serie de medidas que se dan a conocer sin saber dónde apuntan ni a qué planes responden. En materia económica hay anuncios oficiales con pocas explicaciones. Sí hay muchas explicaciones para algo que no entiende casi nadie y que refiere a un organismo menor del organigrama del poder como es el Consejo de la Magistratura y un instituto menor de la Justicia como las medidas cautelares. Pero el Gobierno y buena parte de la sociedad han visto cómo, desde diciembre de 2009, aprovechando esos asuntos menores, el Parlamento se ve jaqueado por decisiones aisladas de jueces y confirma que algunos tribunales de alzada (cámaras federales o la Cámara de Casación) juegan a las escondidas. Sectores de la Justicia y sectores de los medios, con mucho poder real, intentarán liderar una protesta como si fueran víctimas de un gobierno autoritario. En realidad, se pueden expresar sin limitaciones de ninguna índole. En realidad, muchas decisiones judiciales impiden que los mecanismos constitucionales funcionen. En realidad, los proyectos de ley del Ejecutivo y el debate en el Parlamento son las vías para hacer los cambios en paz y armonía. Llama la atención (o no, para los más conspiradores) que la mayoría de los legisladores opositores crean que no debatir estos temas o no concurrir a las Cámaras son medidas que les traerán simpatías en la sociedad. Más bien, la argumentación y la defensa de las propias posiciones es lo único que puede servir para que el soberano (el pueblo) se forme su propia idea. Y si estos proyectos se convertirán en leyes, como todo indica, se debe a que las elecciones desde hace una década fueron consolidando una primera minoría que, cada tanto, es mayoría. Y por eso logra tener los votos necesarios.
Una última consideración a este respecto. Ser, de modo circunstancial, primera minoría o mayoría en la vida institucional no avala el sectarismo ni la soberbia. Al contrario, cuanta más responsabilidad se tiene en el plano institucional, es mejor ser prudente en el plano discursivo y abierto con expresiones de menor peso o caudal político. Entre otras cosas, porque las instituciones democráticas –al menos las que tenemos en la Argentina– no siempre pueden domar a los grupos de mayor poderío económico.
Entre otras cosas porque no todas las decisiones del kirchnerismo en estos años hayan sido encaminadas a terminar con los privilegios. Tenemos una cultura democrática. No tenemos ni una sociedad ni una dirigencia política que estén pidiendo a gritos que se profundice este modelo o que se implemente otro que pueda acabar con todos los males que tiene la Argentina. Estamos en el gran desafío de convivir en una cultura política respetuosa y, al mismo tiempo, terminar con los privilegios, irrespetuosos hasta lo más inmoral, que mantienen a buena parte de la sociedad en la pobreza.
Elecciones en Venezuela
Por José Fortique. Rebelión
internacional@miradasalsur.com
Hasta las 20.30, hora argentina, 18,8 millones de mayores de 18 años, incluidos cien mil residentes en el exterior, votarán por presidente en la jornada electoral. Maduro lleva una ventaja de 11 puntos sobre Capriles.
Dos modelos y la clave de la gobernabilidad.
Los actores políticos que redoblaron su marcha electoral en Venezuela concluyeron la campaña el jueves 11 de abril, a la espera de concurrir hoy a las urnas. Son ocho los candidatos presidenciales en el ruedo, pero el debate se centra en dos: Nicolás Maduro y Henrique Capriles. Una reedición cercana de aquel 7 de octubre de 2012, cuando Hugo Chávez se impuso por una amplia mayoría en veintiuno de los veintitrés estados y el Distrito Capital. La brecha superó al millón y medio de votos sobre Capriles.
La sensible pérdida de Chávez abrió espacio para la especulación sobre el cuadro interno del chavismo. Desde algunos nudos mediáticos especializados en la táctica del rumor se intentó ventilar supuestos choques entre Maduro y Diosdado Cabello, pero esas presunciones se echaron por tierra durante el funeral de Estado y, luego, durante la campaña electoral, en la cual la izquierda se presentó con una unidad monolítica. La maquinaria política del chavismo se activó a lo largo del país; en cambio, la oposición se mostró desmovilizada y agotada por dos sucesivas derrotas, con un Capriles maltrecho por sus conexiones aliadas y por una imagen que no logra ser contrapeso al testamento político de Chávez.
Dos modelos se enfrentan en Venezuela. Por un lado, la propuesta de Chávez, en desarrollo hace más de una década, de construir un orden internacional multipolar, mantener la soberanía absoluta sobre los recursos naturales y repartir de modo equitativo la riqueza mediante la refundación del Estado: un enfoque sobre lo humano al que se llamó “socialismo del siglo XXI”. La otra cara de esta contienda son los sectores empresariales transnacionales que ven la posibilidad de retornar al control de los fecundos yacimientos petroleros, el empresariado importador nacional que durante décadas se reprodujo gracias al usufructo de los recursos de la renta petrolera y los partidos políticos tradicionales derrotados luego de cuarenta años de control hegemónico del país.
En estas elecciones de hoy, Nicolás Maduro parte como claro favorito en todos los escenarios democráticos posibles. La pregunta clave es cuál será la brecha entre ambos candidatos. En cualquier país de Occidente, una diferencia porcentual de un dígito no supone una crisis política interna, ya que el modelo de liderazgo se basa en tecnócratas o burócratas de la política y lo que prima es el sostenimiento del establishment de la clase dirigente, por lo cual la racionalidad consensual no permite la ruptura del orden creado. En cambio, esto no se aplica a Venezuela, donde la paz política sólo se logró garantizar con la contundencia electoral de los triunfos del chavismo.
Para Chávez, el problema nunca fue ganar, sino obtener esos márgenes que garantizaran una mayoría categórica que evitase la ingobernabilidad con que amenazaba el golpismo opositor, que ya en 2002 planteó escenarios de quiebre institucional. Esa agenda oculta es una carta que permanece bajo la manga de los sectores más radicales de la oposición, capaces de desconocer el ordenamiento constitucional venezolano para avivar un sentimiento de fraude entre sus seguidores. Esta estrategia ya se ensayó en varios países, bajo la tesis de una presunta espontaneidad de “movimientos ciudadanos”, cuya culminación en la violencia apunta a derrocar gobiernos legítimamente acreditados.
Las claves que se identifican en el discurso del candidato de la oposición hacen sonar las alarmas, en particular si se las suma a algunas irregularidades de grupos paramilitares que se estarían moviendo en la región. El escenario electoral de 2012 movilizó al 80% del electorado, una cifra importante que permitió garantizar la continuidad del chavismo sin inconvenientes de gobernabilidad. Para un sector de la oposición, el problema consiste en que una nueva derrota supone técnicamente su desaparición del mapa político, a la vez que inicia un ciclo de nueva hegemonía que se completaría con las elecciones municipales. Aun en el escenario más favorable para la oposición, se prevé una abstención de su militancia, que no cree en la posibilidad real del triunfo electoral e impide así el aumento de caudal de votantes. Las cartas están echadas para los comicios de hoy.
Un análisis geoestratégico
Por Raúl Zibechi. Analista del semanario uruguayo Brecha. Publicado en Diagonal
internacional@miradasalsur.com
El mejor homenaje que le podemos hacer a nuestro comandante Chávez es profundizar las relaciones estratégicas con nuestra amada China”, dijo Maduro horas después del funeral del ex presidente bolivariano. Es que China es el mayor acreedor de Venezuela hasta 2020.
Entre 2008 y 2012, China invirtió 36.000 millones de dólares a cambio de petróleo, lo que supone una cifra mayor a la invertida en Venezuela por la suma de todos los demás países latinos. Se trata de una alianza estratégica de mutua conveniencia, lubricada por el petróleo, que permite a Venezuela no depender en exclusiva del mercado estadounidense y a China diversificar una de las importaciones estratégicas para su economía.
Aun siendo importante, no es ése el principal anclaje del futuro gobierno venezolano hacia la integración regional. Es cierto que un triunfo del opositor Henrique Capriles generaría problemas en los ritmos de la integración regional, pero en modo alguno sería el desastre anunciado. Y no tanto por la alianza con China, sino sobre todo por la estratégica alianza con Brasil, un vecino que se juega la vida –y su papel de potencia global– con la estabilidad de sus aliados.
Frontera caliente. Muchos consideran que sin Venezuela la política de integración regional de Brasil, que busca consolidar a la región como un polo de poder global, hubiera caminado mucho más lentamente. Es bueno recordar que, desde 2005, Caracas y Brasilia firmaron una alianza estratégica que se fue consolidando con acuerdos de integración de las regiones sur de Venezuela y norte de Brasil, a través de una densificación de las vías de comunicación terrestre, fluvial y aérea, de la integración energética y del establecimiento de cadenas productivas complementarias. De los 800 millones de dólares que intercambiaban en 2003 se pasó a 5 mil millones en 2011.
Entre 2007 y 2010, se celebraron encuentros presidenciales trimestrales para profundizar acuerdos y diseñar estrategias, se instaló en Caracas el Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (IPEA) para contribuir a la formulación de proyectos de integración y formar cuadros en planificación, la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) y la Caixa Económica Federal. Una de las decisiones más importantes fue la sustitución del eje Escudo Guayanés por el eje Amazonia-Orinoco dentro de la IIRSA, para implementar proyectos de “desarrollo integral” binacionales.
Cuando asistió al funeral de Chávez, la presidenta Dilma Rousseff adelantó que Brasil estaba dispuesto a apoyar a su aliado luego de las elecciones en tres aspectos que considera las mayores amenazas que enfrentará Nicolás Maduro: el desabastecimiento por la dependencia de las importaciones de alimentos, la violencia fomentada por la corrupción policial y las distorsiones que provoca una economía dependiente de las exportaciones de petróleo. Brasil ya traspasó a Venezuela su experiencia para afrontar el déficit de vivienda con el programa Mi Casa, Mi Vida, y ahora puede reproducir en Caracas el modelo de las Unidades de Policía Pacificadora en las favelas.
Incluso en el seno de la administración de Barack Obama estiman que “el papel de Brasil es esencial en la delicada transición política” que vive Venezuela, ya que por sus cuantiosas inversiones y los elevados volúmenes comerciales bilaterales “es un interlocutor privilegiado con las autoridades actuales y las futuras”. Lo que no dice la diplomacia estadounidense, pero se desprende del papel jugado por Brasil en el ingreso de Venezuela al Mercosur, es que su influencia es una de las cartas que juegan quienes pretenden estirar el legado de Chávez.
Pero hay un dato mayor que no debe ser olvidado y es la necesidad de ambos países de fortalecer el control de la región sur de Venezuela y norte de Brasil, donde se encuentran enormes yacimientos de minerales estratégicos. En el estado brasileño de Roraima, fronterizo con Venezuela, están las mayores reservas de oro, niobio y estaño del mundo, además de importantes yacimientos de torio, cobalto molibdeno, diamantes y titanio, según el Inventario Mineral del Escudo Geológico de Roraima, realizado por el Ministerio de Minas y Energía en 2003.
Pero lo más importante es que esa región alberga los mayores yacimientos de uranio del mundo, compartidos por Brasil, Venezuela y la Guayana Esequiba, zona en disputa desde 1966 entre Venezuela y la República Cooperativa de Guayana, ex Guayana británica. Una alianza estratégica de semejante porte no puede ser desvanecida por un resultado electoral porque, nos guste o no, los intereses geopolíticos siempre tuvieron mayor peso –histórico, económico y político– que las papeletas en las urnas.
Información útil
Por Redacción
internacional@miradasalsur.com
Los datos de una jornada.
* El ganador de los comicios gobernará un período de seis años de 2013-2019. No hay segunda vuelta.
* Los centros de votación abrirán a las 6 de la mañana (hora local) y cerrarán a las 6 de la tarde. La votación se podría extender más allá de ese horario en las mesas en las que existan aún electores por sufragar.
* El conteo de los votos se hará íntegramente de forma automática. El primer boletín con resultados será emitido cuando la tendencia sea irreversible. Se esperan resultados oficiales alrededor de las 22.30 (hora local, medianoche de Argentina).
* Las leyes venezolanas prohíben la difusión de encuestas en boca de urna antes del primer boletín oficial.
* Padrón electoral: unos 18,8 millones de personas mayores de 18 años están habilitadas para para votar, incluidos 100.495 venezolanos residentes en el exterior.
* Número de mesas electorales: 39.322 mesas receptoras de votos en 13.810 centros de votación. El proceso será automatizado. Se utilizarán máquinas de votación que son activadas por un dispositivo lector de huellas digitales para evitar que algún elector sufrague más de una vez.
* Seguridad: unos 125.000 militares estarán a cargo de la seguridad y la logística en el proceso.
La derecha apuesta a la desestabilización y EE.UU. la financia
Por Álvaro Verzi Rangel. Periodista
internacional@miradasalsur.com
En un clima tenso, pleno de alertas ante posibles sabotajes, intentos de desconocimiento del triunfo electoral del candidato chavista Nicolás Maduro por parte de la oposición, y un plan donde participan mercenarios salvadoreños y funcionarios estadounidenses diseñado para desestabilizar el país, transcurrieron los últimos días de la campaña presidencial venezolana.
Durante las últimas semanas se registró una serie de acciones violentas llevadas a cabo por grupos de “estudiantes” opositores, las que según fuentes de inteligencia, son pagadas directamente por funcionarios de la embajada estadounidense al coordinador de esas actividades, Gabriel “Gaby” Arellano, empleado de la estatal Universidad de los Andes.
Se denunció que Arellano utilizó los vehículos de esa casa de altos estudios para evitar su detención y requisa por parte de las autoridades, mientras otros dirigentes opositores se encargaron de la distribución de los recursos y de la logística de las acciones. Cada joven “estudiante” que participó en los actos de violencia y depredación recibió dos mil bolívares (más de 300 dólares al cambio oficial).
Las investigaciones apuntan a la funcionaria estadounidense Sharon Vanderbeele, oficial de la estación de la central norteamericana de Inteligencia CIA en Caracas, bajo la fachada de la Oficina de Asuntos Regionales (ORA), cargo que ejerce desde 2011. Vanderbeele sustituyó a Michel Roberts en la tarea de asesoramiento y financiamiento a la oposición venezolana por parte de la CIA, que no es la única entidad estadounidense que apoya económica y logísticamente al antichavismo.
Entre sabotajes, asesinatos y mercenarios. La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, advirtió que en el país se activaron los sectores antidemocráticos que no creen en el proceso electoral “en un intento de imponer su agenda al país” y señaló que se han observado “elementos, situaciones, mensajes, que intentan lesionar el proceso electoral y, por ende, la democracia”.
Especificó que el CNE se percató de eventos violentos y declaraciones de voceros políticos contra instituciones y personas: “La agenda reticente de la antipolítica vuelve a presentarse con su acostumbrada resistencia a la paz.”
A su vez, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, indicó que el objetivo que se plantea la derecha venezolana ante una inminente derrota es desconocer los resultados electorales de hoy domingo.
Cabello mostró pruebas que involucran a Armando Briquet, integrante del comando del candidato antichavista Henrique Capriles Radonski, quien envió un correo electrónico a Guillermo Salas, miembro de la organización Esdata “que ha entorpecido la labor del CNE durante mucho tiempo”.
El mensaje que envía textualmente Briquet es el siguiente: “Recibido, pero necesitamos todo lo expuesto en Washington para revisión del comando, es necesario todo documento expuesto internacionalmente, si el camino que se decidiera fuese el desconocimiento de resultados.”
Mientras, el ministro del Interior Néstor Reverol difundió la foto de un hombre sujetando un arma larga, que habría sido identificado como Julio Alberto Cornejo Quintanilla, y formaría parte de los grupos de mercenarios, provenientes de El Salvador, que ingresaron al país con el objetivo de ejecutar homicidios en serie y atentados. Reveló que estos grupos están financiados por el narcotráfico, vinculados con los terroristas Luis Posada Carriles y Francisco Chávez Abarca, este último capturado en 2010 cuando pretendía entrar a Venezuela.
Los mercenarios ingresaron a Venezuela en dos grupos: el primero, liderado por el coronel de la Fuerza Armada de El Salvador, David Koch Arana, quien actúa como jefe operativo, y bajo la dirección del diputado y represor salvadoreño Roberto D’Aubuisson. El segundo grupo está dirigido por Guillermo Acuña, relacionado con el envío de mercenarios y terroristas, entre ellos Chávez Abarca y el ex contraalmirante salvadoreño Marco Antonio Palacios Luna.
Reverol también dio a conocer dos audios sobre conversaciones entre Koch Arana y D’Aubuisson suministrados a los órganos de inteligencia del Estado, grabados el 23 y 25 de marzo, en los que hablan sobre las operaciones diseñadas para desestabilizar el país.
“El principal legado chavista es el resurgimiento ideológico”
Por Lucía Berbeo. Sur en América latina
internacional@miradasalsur.com
Entrevista. Aníbal Garzón Baeza. Analista político. Una charla con el editor de la página española Kaos en la Red ante el proceso electoral que se desarrollará hoy en Venezuela. Los números de Maduro y Capriles. Un balance de los posibles escenarios al día siguiente de las urnas.
Con el fin de conocer su apreciación sobre el legado del comandante Hugo Chávez Frías, así como el panorama que se vislumbra en los comicios para elegir al sucesor del líder de la Revolución Bolivariana, se entrevistó al catalán Aníbal Garzón Baeza, quien realizó un balance sobre los escenarios del país sudamericano.
–¿Cuál es el legado que dejó Hugo Chávez?
–Más allá de las mejoras materiales que insertó principalmente en un sector de la población venezolana, las clases populares, con políticas públicas como salud, educación y vivienda, hay que destacar que el principal legado es el resurgimiento ideológico, y con ello pragmático de dos doctrinas: reconstruir el proyecto de la identidad latinoamericana bolivariana que tanto ha destrozado el imperialismo y renacer a la izquierda revolucionaria internacional. Con la Revolución Bolivariana liderada por Chávez ser revolucionario volvió a su peldaño inicial: ser un orgullo.
–¿Considera que Venezuela seguirá los ideales que dejó Chávez o cree que con su muerte partirán con él?
–Chávez tuvo un reconocimiento tanto internacional como nacional, y espero que su legado sea ejercido por las nuevas generaciones para seguir avanzando en el Proceso Revolucionario. El líder venezolano tuvo una cercanía profunda con las masas sociales de Venezuela y Latinoamérica, sin ninguna pugna interna con otros líderes nacionales, y ese amor mutuo y de confianza sigue vigente, pero lo que sí podría suceder es que a pesar de seguir Venezuela con la imagen de Chávez, padre de la nueva Constitución, se genere una desviación latente de su obra socialista bolivariana, como en los países asiáticos. Maduro tiene por delante un proceso histórico muy complicado, que es institucionalizar el proceso socialista venezolano y seguir ganando espacios frente a las clases capitalistas. Y lo complejo no está en las esferas dialécticas y visibles entre la izquierda y la derecha, sino dentro de la misma izquierda donde muchos oportunistas, sin aclarar nombres, podrán intentar romper con el socialismo desde adentro.
–¿Por qué considera que el ex mandatario venezolano siempre fue demonizado?
–Si Chávez fue demonizado por las principales corporaciones mediáticas internacionales, que están controladas en el 80% por grandes empresas privadas, es porque algo estuvo haciendo bien contra el capitalismo neoliberal que defienden tanto estas mismas empresas, un modelo que produce millones de empobrecidos y una economía no sostenible con el medio ambiente y, en resultado, con el futuro de la humanidad. Por lo tanto, si estos medios pertenecen a una elite empresarial internacional que defiende el modelo capitalista por sus intereses clasistas es evidente que no hablen bien de Chávez. Es una pugna que consiste entre hegemonía y contra hegemonía. En resumen, cualquier persona que esté contra el capitalismo podrá tener sus diferencias con el chavismo, pero de lo que si debe estar atento es del enmascaramiento que producen estos medios, y no sólo en el caso de Venezuela, sino de lo que hablen los medios sobre cualquier país del llamado Eje del Mal, Irán, República Democrática de Corea, Siria, o Cuba. Por lo tanto debemos corroborar o poner en duda con varias fuentes, que hoy es posible con Internet, si lo que dicen es veraz.
–¿Cuál era el miedo que le tenían la derecha nacional e internacional?
–El miedo de la derecha nacional e internacional era que Chávez despertara el empoderamiento y unión de las clases oprimidas, y no sólo en Venezuela sino también en otros países. Estas clases han pasado de ser excluidas y olvidadas a ser parte de la historia, y esta historia es que las instituciones políticas y económicas no sean de las clases adineradas, que políticamente se sitúan en la derecha, sino que empiecen a participar los desfavorecidos. Dar educación e inserción en las instituciones participativas para que las clases explotadas puedan llevar el timón de un proceso histórico en Venezuela es un ejemplo para que estas clases reclamen lo mismo en sus países. Por lo tanto, el supuesto fantasma del empoderamiento de estas clases en Venezuela que dicen no al proyecto neoliberal de la derecha internacional viene a ser replicado en muchos países, algo que afecta a los intereses de las burguesías. Chávez llenaba calles de oprimidos no sólo en Venezuela sino en el país que fuera, su proyecto estaba siendo legítimo a nivel internacional y era contrario al modelo capitalista. Ese era el principal miedo de las clases adineradas, la elevación de conciencia revolucionaria a nivel internacional.
–Algunos internacionalistas consideran que Venezuela está dividida. ¿Qué dice al respecto?
–Venezuela desde mi punto de vista no está dividida sino más unida que nunca. Muchos analistas de la derecha constantemente replican que la sociedad venezolana está desunida culpabilizando el proyecto que inició Chávez en 1999 con la nueva Constitución bolivariana. Yo creo que la culpa no es del proyecto sino que la causa es del espíritu antidemocrático de la derecha y la burguesía venezolana e internacional que en lugar de participar en un proyecto democrático pluralista que tanto ha promulgado, con mucha falacia, Europa al ser el origen, y con ello la comunidad internacional, actualmente no lo defiendan al saber que pierde la derecha mediante plebiscitos. La derecha es la más antidemocrática al buscar mecanismos de boicot totalmente ilegítimos, como el golpe de Estado de 2002, con participación de los medios de comunicación privados como Radio Caracas Televisión (RCTV), o el paro petrolero liderado por la patronal Fedecámaras entre finales de 2002 e inicios de 2003, entre otros. Chávez colaboró desde su llegada al poder en la realización de 15 plebiscitos en total, desde referéndums, elecciones presidenciales, parlamentarias, locales, etcétera, y su formación política ganó casi todos democráticamente e incluso aceptó la única derrota que tuvo, el referéndum constitucional de 2007. En definitiva, ese carácter antidemocrático de la derecha no provoca una desunión en el país sino justamente lo contrario, una mayor unión en las clases desfavorecidas, la base central de una sociedad, ya que es la mayoría, que conjuntamente se unieron contra el golpe de Estado o el boicot de PDVSA, y han participado electoralmente, cuando no lo hacían en la IV República, para dar apoyo a un candidato que les escuchaba.
–¿Están dadas las condiciones para que el mandatario encargado, Nicolás Maduro, gane hoy las elecciones?
–Totalmente. Según los últimos datos de la firma privada Barclays, Maduro ganaría con el 49,2% y el opositor Henrique Capriles alcanzaría el 34,8%, y además el mismo estudio confirmó que el 65% piensa que Maduro ganará las elecciones. Más allá de pronósticos cuantitativos, y presentando un análisis político más subjetivo, Maduro durante los tres meses de ausencia de Chávez, desde su salida a Cuba el 9 de diciembre para su cuarta intervención hasta su fallecimiento el 5 de marzo, inició un papel de liderazgo. Maduro hizo presencia en las fábricas, en las escuelas, en las comunidades y en la institución donde hay más gente, los medios de comunicación. Maduro empezó a realizar acciones donde el pueblo pensaba que eran insustituibles de Chávez, como discursear de manera férrea y con guión improvisado para hacer ver que las ideas están en el fondo de la persona y no en una preparación previa que puede estar contaminada de demagogia. Además, pudo romper con esos prejuicios con los que atacaba la prensa de derecha sobre su rivalidad con Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional. Pero sobre todo Maduro también mantiene un factor importante que es muy seguido en América latina, la legitimidad de su biografía. Igual que Chávez era reconocido como un militar de clase baja, que se alistó para poder estudiar, Maduro también es etiquetado positivamente como el conductor de autobuses que fue, un trabajador que conoce la realidad de las clases oprimidas. En definitiva, los votantes chavistas han reconocido que Maduro ha sido durante mucho tiempo el brazo derecho de Chávez y su voto de confianza va para que el proyecto chavista continúe con él, por eso no creo que reduzca el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) el número de votos que obtuvo en las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre. Y la derecha continuará con los mismos, los votantes antichavistas ahora antimaduristas y en síntesis antisocialistas.
–Algunos especialistas del mundo manifestaron que no hay forma de que Maduro herede el carisma de Chávez...
–Hay que conocer las habilidades de cada persona y las estrategias que se deben utilizar. Como decía Marx en su famosa cita “de cada cual según sus habilidades…”. Yo creo que Maduro puede conseguir y mantener mucho carisma, ya que tiene virtudes, pero pongamos que finalmente no consigue el carisma de Chávez, que es difícil ponerse a su altura. Chávez posiblemente ha tenido un fondo con cierto personalismo y eso ha generado en el camino de la revolución una relación muy directa entre él y el pueblo, no entre un gobierno y el pueblo. Como las personas no somos inmortales pero las revoluciones siguen su camino, para institucionalizar más la revolución y saber que es un camino abierto para las nuevas generaciones es necesario que Maduro inserte una nueva relación, eliminando a seres individuales por encima de instituciones colectivas, es decir, que la vanguardia de la revolución no se vea como a personas con carisma sino a toda una institución colectiva, el gobierno y sus dirigentes del partido político (cuadros) y el pueblo (masa). Eso sí, nunca perder el toque de democracia interna y participativa para evitar la creación de un modelo burocrático, fenómeno que tanto afectó a los países socialistas del Bloque del Este como causa de su extinción política.
–¿Cree que Capriles está ya gastado como político?
–No, más allá de su derrota en las elecciones de octubre. Lo que sucede es que la derecha de la Mesa de la Unidad, a pesar de tener un cierto elevado número de votantes, es la que está desgastada con sus conflictos internos y no tiene posibilidad de generar otro liderazgo. Por eso vuelven a apostar por Capriles. Yo creo que la derecha está concienciada sobre que estas elecciones las va a perder, por ello su proyecto no es a corto plazo sino a medio plazo. Hipotéticamente con Maduro como nuevo presidente, para no predecir fenómenos sociales, la derecha realizará un trabajo férreo de desestabilización del gobierno durante los próximos años para desmantelar el nuevo liderazgo antes de que se institucionalice y finalmente romper con la Revolución Bolivariana. Incluso pongo sobre la mesa que la derecha presentará posiblemente un nuevo referéndum revocatorio a mitad del mandato de Maduro para intentar que no finalice su cargo con sus promesas políticas para generar así una mayor desestabilización en Venezuela.
14/04/13 Miradas al Sur
GB
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