viernes, 1 de mayo de 2020

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CORONAVIRUS

La economía española sufre una contracción histórica: el PIB se desplomó un 5,2% en el primer trimestre

La crisis destada por la pandemia del coronavirus provocó ya en el primer trimestre una histórica contracción de la economía: el Producto Interior Bruto (PIB) se desplomó un 5,2% en los tres primeros meses en comparación con la evolución del último trimestre del año pasado. "Esta tasa es 5,6 puntos inferior a la registrada en el cuarto trimestre", explica el Instituto Nacional de Estadística (INE) en los datos de Contabilidad Nacional Trimestral que hoy ha publicado.

Si se observa en términos interanuales, esto es, comprando la actual situación con la de el mismo periodo de 2019, la caída es igualmente significativa: "La variación interanual del PIB se sitúa en el 4,1%, frente al 1,8% del trimestre precedente", añade Estadística.

La caída es la más elevada en la serie histórica del INE y es necesario acudir hasta el periodo de la posguerra civil para encontrar datos similares. Sin embargo, el tamaño actual de la economía es incomparable con el que presentaba en aquellos momentos y si se acude a crisis más recientes, concretamente a la de 2008, los números registrados en la llamada gran recesión palidecen ante los que hoy se han conocido.


A ello hay que sumar que el periodo analizado está afectado sólo en sus últimos días, ya que el confinamiento decretado por el Gobierno comenzó en la segunda mitad de marzo. Pero esos días han sido suficientes para provocar un auténtico colapso en la economía española que sin duda dejará cifras incluso peores en los próximos meses. El Gobierno debe hacer público hoy mismo sus estimaciones de crecimiento -o más bien, de decrecimiento- como parte del plan presupuestario que tiene que remitir a Bruselas, pero el Banco de España ya adelantó que la caída del PIB incluso al 13% en el peor de los escenarios y que la tasa de desempleo se irá, con gran probabilidad, por encima del 20%.

Buena parte de la caída del primer trimestre se explica por el hundimiento de la demanda interna y, en especial, el gasto por parte de las familias que se desplomó un 7,5%. Pero los retrocesos también son notables en inversión, construcción o exportaciones y el empleo, en términos de horas trabajadas, cayó un 5% respecto el trimestre anterior. Y por sectores, tal como señalan desde el Consejo General de Economistas, "ha sido el de las Actividades artísticas, recreativas y otros servicios el que mas ha sufrido, con una variación de -10,7%, siguiéndole comercio, transporte y hostelería con el -9,7% y construcción con el -8,6%". Se mire dónde se mire, se observan casi sin excepción cifras históricamente negativas.


A pesar de la magnitud de la caída, el Gobierno considera que el dato es "normal" dado el "parón sin precedentes al que se ha sometido a la economía". Así lo ha asegurado el ministro de Transportes y Movilidad, José Luis Ábalos, quien en declaraciones recogidas por Europa Press ha señalado que es necesario un pacto para acometer un plan de reconstrucción que evite mayores caídas.

"Sabíamos perfectamente que tendría costes económicos elevados porque no se había sometido nunca a la economía española a un parón de estas características", ha apuntado."Es normal que el freno que se ha puesto a la actividad económica para combatir el coronavirus tuviera esas consecuencias. Por eso es necesario pactar un plan de reconstrucción de la economía española, para tratar de evitar caídas mayores", ha añadido Ábalos.
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Centro de Economía Política Argentina
Hay tres ingredientes que coinciden en buena parte del mundo para enfrentar la crisis económica que desató la pandemia de coronavirus. Un dato fundamental: qué espalda tiene cada Estado para tratar de evitar el golpe.

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Voluminosos paquetes fiscales, garantías de créditos y reducciones de tasas parecen ser los tres ingredientes de la receta global para hacer frente a la crisis que se avecina como consecuencia de la pandemia de coronavirus y que descansa en la inyección de recursos estatales en distintas partes del planeta.

Argentina, Brasil, México, Estados Unidos, Italia, Francia, Alemania, España, Reino Unido, China, Corea del Sur y Japón: así se compone el panel de países analizados en este informe, con el objetivo de cubrir políticas económicas de distinta índole aplicadas en América, Europa y Asia. Como característica común de estos casos, se observa que los gobiernos “improvisan” el combate a la pandemia con medidas donde invariablemente el Estado es el último garante.
El tamaño de los paquetes fiscales

Los paquetes fiscales representan, en gran parte de los países analizados, entre 1 punto y 2 puntos del PBI (Argentina 1%, Brasil 3,5%, México 0,7%, Reino Unido 2,1%, Francia 2%, Italia 1,4%, España 0,7%, Corea del Sur 0,8%).


En estados con saldo fiscal positivo el margen para la inyección de recursos es mayor, mientras que en otros la emisión monetaria es la herramienta a mano, y re-legitimada en este contexto.

Las tres excepciones, donde se registran enormes inyecciones fiscales que ascienden a dos dígitos del producto, son Estados Unidos -cuyo paquete podría ascender a 10% del producto en caso de aprobarse en el Congreso-, la principal economía europea, Alemania -con un importante 14,5%- y Japón, con casi 20% del producto (19,5%) de inyección fiscal. Los dos dígitos en cada uno de estos casos también dicen otra cosa: la magnitud de la crisis que provoca el COVID-19 es tan grande, que aquellos que pueden hacer keynesianismo de guerra, lo hacen sin dudarlo.


Amén de estas diferencias entre quienes pueden más y quienes pueden menos, es evidente que la extensión en el mundo de las medidas de aislamiento requerirá del aporte extraordinario de organismos multilaterales de crédito, fundamentalmente en aquellas economías más débiles. Ante la ausencia de coordinación global para hacer frente al Covid-19, el rol de sostén de estos organismos aparece como medida urgente en esta crisis.

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Entrevista
Chomsky: “Esta pandemia nos puede llevar a estados altamente autoritarios y represivos”

El lingüista estadounidense dice que “estamos ante otra falla del neoliberalismo” y que los gobiernos son parte del problema. Llama “bufones sociópatas” a quienes gestionan con Trump y asegura que “el único país que demostró un internacionalismo genuino es Cuba”.



Para el filósofo y lingüista Noam Chomsky, la primera gran lección de la actual pandemia es que estamos ante "otro fallo masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo", que en el caso de Estados Unidos está agravado por la naturaleza de los "bufones sociópatas que manejan el Gobierno" liderado por Donald Trump.

Desde su casa de Tucson (Arizona) y lejos de su despacho en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), desde el que cambió para siempre el campo de la lingüística, Chomsky repasa en una entrevista las consecuencias de un virus que deja claro que los gobiernos están siendo "el problema y no la solución".

–¿Qué lecciones positivas podemos extraer de la pandemia?

–La primera lección es que estamos ante otro fallo masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo. Si no aprendemos eso, la próxima vez que pase algo parecido va a ser peor. Es obvio después de lo que ocurrió tras la epidemia del SARS en 2003. Los científicos sabían que vendrían otras pandemias, probablemente de la variedad del coronavirus. Hubiese sido posible prepararse en aquel punto y abordarlo como se hace con la gripe. Pero no se hizo.

Las farmacéuticas tenían recursos y son súper ricas, pero no lo hacen porque los mercados dicen que no hay beneficios en prepararse para una catástrofe a la vuelta de la esquina. Y luego viene el martillo neoliberal. Los gobiernos no pueden hacer nada. Están siendo el problema y no la solución.

Estados Unidos es una catástrofe por el juego que se traen en Washington. Saben cómo culpar a todo el mundo excepto a ellos mismos, a pesar de que son los responsables. Somos ahora el epicentro, en un país que es tan disfuncional que ni siquiera puede proveer de información sobre la infección a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Los científicos sabían que vendrían otras pandemias, probablemente de la variedad del coronavirus. Hubiese sido posible prepararse en aquel punto y abordarlo como se hace con la gripe. Pero no se hizo”.

–¿Qué opina de la gestión de la administración Trump?

–La manera en la que esto se ha desarrollado es surrealista. En febrero la pandemia estaba ya haciendo estragos, todo el mundo en Estados Unidos lo reconocía. Justo en febrero, Trump presenta unos presupuestos que merece la pena mirar: recortes en el Centro de Prevención y Control de Enfermedades y en otras partes relacionadas con la salud. Hizo recortes en medio de una pandemia e incrementó la financiación de las industrias de energía fósil, el gasto militar, el famoso muro.

Todo eso te dice algo de la naturaleza de los bufones sociópatas que manejan el Gobierno y que el país está sufriendo. Ahora buscan desesperadamente culpar a alguien. Culpan a China, a la OMS y lo que han hecho con la OMS es realmente criminal. ¿Dejar de financiarla? ¿Qué significa eso? La OMS trabaja en todo el mundo, principalmente en países pobres, con temas relacionados con la diarrea, la maternidad. ¿Entonces qué están diciendo? Matemos a un montón de gente en el sur porque quizás eso nos ayude con nuestras perspectivas electorales. Eso es un mundo de sociópatas.


"Los bufones sociópatas que manejan el Gobierno ahora buscan desesperadamente culpar a alguien, China, la OMS", define Chomsky.

–Trump empezó negando la crisis, dijo incluso que era un tema demócrata. ¿Puede ser esta la primera vez que a Trump lo han vencido los hechos?

–A Trump hay que concederle un mérito: es probablemente el hombre más seguro de sí mismo que ha existido nunca. Es capaz de sostener un cartel que dice 'los amo, soy su salvador, confíen en mí porque trabajo día y noche para ustedes' y con la otra mano apuñalarte en la espalda. Es así cómo se relaciona con sus votantes, que lo adoran independientemente de lo que haga. Y recibe ayuda por un fenómeno mediático conformado por Fox News, Rush Limbaugh, Breitbart que son los únicos medios que miran los republicanos.

Si Trump dice un día es solo una gripe, olvídense de ella, ellos dirán que sí, que es una gripe y que hay que olvidarse. Si al día siguiente dice que es una pandemia terrible y que él fue el primero en darse cuenta, lo gritarán al unísono y dirán que es la mejor persona de la historia.

A la vez, él mismo mira Fox News por las mañanas y decide qué se supone que tiene que decir. Es un fenómeno asombroso. Rupert Murdoch, Limbaugh y los sociópatas de la Casa Blanca están llevando el país a la destrucción.

–¿Puede esta pandemia cambiar la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza?

–Eso depende de la gente joven. Depende de cómo la población mundial reaccione. Esto nos podría llevar a estados altamente autoritarios y represivos que expandan el manual neoliberal incluso más que ahora. Recuerde que la clase capitalista no cede. Piden más financiación para los combustibles fósiles, destruyen las regulaciones que ofrecen algo de protección… En medio de la pandemia en EE.UU. se han eliminado normas que restringían la emisión de mercurio y otros contaminantes… Eso significa matar a más niños estadounidenses, destruir el medio ambiente. No paran. Y si no hay contrafuerzas, es el mundo que nos quedará.

–¿Cómo queda el mapa de poder en términos geopolíticos después de la pandemia?

–Lo que está pasando a nivel internacional es bastante chocante. Está eso que llaman la Unión Europea. Escuchamos la palabra unión. Mire a Alemania, que está gestionando la crisis muy bien. En Italia la crisis es aguda. ¿Están recibiendo ayuda de Alemania? Afortunadamente están recibiendo ayuda, pero de una "superpotencia" como Cuba, que está mandado médicos. O China, que envía material y ayuda. Pero no reciben asistencia de los países ricos de la Unión Europea. Eso dice algo.

El único país que ha demostrado un internacionalismo genuino ha sido Cuba, que ha estado siempre bajo estrangulación económica por parte de EE.UU. y por algún milagro han sobrevivido para seguir mostrándole al mundo lo que es el internacionalismo. Pero esto no lo podés decir en EE.UU. porque lo que tenés que hacer es culparlos de violaciones de los derechos humanos. De hecho, las peores violaciones de derechos humanos tienen lugar al sudeste de Cuba, en un lugar llamado Guantánamo que Estados Unidos tomó a punta de pistola y se niega a devolver.

Una persona educada y obediente se supone que tiene que culpar a China, invocar el peligro amarillo y decir que los chinos vienen a destruirnos, nosotros somos maravillosos.

“El único país que ha demostrado un internacionalismo genuino ha sido Cuba, que ha estado siempre bajo estrangulación económica por parte de EE.UU. y por algún milagro han sobrevivido para seguir mostrándole al mundo lo que es el internacionalismo”.

Hay una llamada al internacionalismo progresista con la coalición que empezó Bernie Sanders en Estados Unidos o Varoufakis en Europa. Traen elementos progresistas para contrarrestar el movimiento reaccionario que se forjó desde la Casa Blanca de la mano de estados brutales de Oriente Medio, Israel o con gente como Orban o Salvini, cuyo disfrute en la vida es asegurarse de que la gente que huye desesperadamente de África se ahoga en el Mediterráneo.

Ponés todo ese "reaccionarismo" internacional en un lado y la pregunta es ¿serán contrarrestados? Y solo veo esperanza en lo que ha construido Bernie Sanders.

–Que perdió.

–Se dice comúnmente que la campaña de Sanders fue un fracaso. Pero eso es un error total. Ha sido un enorme éxito. Sanders ha conseguido cambiar el ámbito de la discusión y la política y cosas muy importantes que no se podían mencionar hace un par de años ahora están en el centro de discusión, como el Green New Deal, esencial para la supervivencia.

No lo han financiado los ricos, no ha tenido apoyo de los medios. El aparato del partido tuvo que manipular para evitar que ganase la nominación. De la misma manera que en Reino Unido el ala derecha del Partido Laborista ha destruido a Corbyn, que estaba democratizando el partido en una manera que no podían soportar.

Estaban dispuestos hasta a perder las elecciones. Hemos visto mucho de eso en EE.UU., pero el movimiento permanece. Es popular. Está creciendo, son nuevos... Hay movimientos comparables en Europa, pueden marcar la diferencia.

–¿Qué cree que pasará con la globalización tal y como la conocemos?

–No hay nada malo con la globalización. Está bien ir de viaje a España, por ejemplo. La pregunta es qué forma de globalización. La que se ha desarrollado ha sido bajo el neoliberalismo. Es la que han diseñado. Ha enriquecido a los más ricos y existe un enorme poder en manos de corporaciones y monopolios. También ha llevado a una forma muy frágil de economía, basada en un modelo de negocio de la eficiencia, haciendo las cosas al menor costo posible. Ese razonamiento te lleva a que los hospitales no tengan ciertas cosas porque no son eficientes, por ejemplo.

Ahora el frágil sistema construido está colapsando porque no puede lidiar con algo que salió mal. Cuando diseñás un sistema frágil y centralizás la manufacturación y la producción solo en un lugar como China, mirá Apple, tiene enormes beneficios, de los que pocos se quedan en China o en Taiwán. La mayor parte de su negocio va a parar a donde probablemente han puesto una oficina del tamaño de mi estudio, en Irlanda, para pagar pocos impuestos en un paraíso fiscal.

“Lo que dicen los críticos en la izquierda es que Estados Unidos es una sociedad tan atrasada que no se puede poner a la altura del resto del mundo”.

¿Cómo es que pueden esconder dinero en paraísos fiscales? ¿Es eso parte de la ley natural? No. De hecho en Estados Unidos, hasta Reagan, era algo ilegal. Igual que las compraventas de acciones. ¿Eran necesarias? Lo legalizó Reagan.

Todo fue diseñado, son decisiones que tienen consecuencias que hemos visto a lo largo de los años y una de las razones por las que encontrás lo que se mal llamó populismo. Mucha gente estaba enfadada, resentida y odiaba al gobierno de forma justificada. Eso ha sido un terreno fértil para demagogos que podían decir 'soy tu salvador y los inmigrantes esto y lo otro'.

–¿Cree que, tras la pandemia, Estados Unidos estará más cerca de una sanidad universal y gratuita?

–Es muy interesante ver esa discusión. Los programas de Sanders, por ejemplo, sanidad universal, tasas universitarias gratuitas, lo critican en todo el espectro ideológico. Las críticas más interesantes vienen de la izquierda. Los columnistas más liberales del New York Times, CNN y todos ellos dicen que son buenas ideas, pero no para los estadounidenses.

La sanidad universal está en todas partes. En toda Europa de una forma u otra. En países pobres como BrasilMéxico ¿Y la educación universitaria gratuita? En todas partes Finlandia, Alemania, México en todos lados. Así que lo que dicen los críticos en la izquierda es que Estados Unidos es una sociedad tan atrasada que no se puede poner a la altura del resto del mundo. Y te dice bastante de la naturaleza, la cultura y de la sociedad.


Releer La comunidad organizada – Por Roque Farrán

Partiendo de una relectura de La comunidad organizada, texto clásico que Perón presentó en el congreso de filosofía del 49, Roque Farrán propone ejercitar una disciplina del comentario, reponiendo citas textuales del escrito que habla por sí mismo. Esta propuesta se inscribe en una serie de meditaciones y lecturas previas que viene proponiendo para suscitar una reflexión ético-política de nuestro presente.


Por Roque Farrán*

(para La Tecl@ Eñe)



He estado releyendo La comunidad organizada (texto clásico que Perón presentó en el congreso de filosofía del 49) porque considero que hay allí indicios claves para pensar las tensiones de nuestra coyuntura. Sobre todo me llamó la atención el esfuerzo denodado que hace Perón por presentar una perspectiva político-filosófica integral que no responda a la dicotomía individuo/colectivo, porque entiende que lo uno y lo otro son irreductibles y constituyen los dos polos anudados de una sociedad sana y potente; donde también cumple un papel nodal la dimensión afectiva que orienta los procesos de organización: la alegría y el amor. Sin dudas es más que pertinente este enfoque integrador en una época tan dura como en la que interviene Perón, apenas finalizada la segunda guerra mundial, donde se presentaban dos modelos hegemónicos contrapuestos: la ideología de individualismo norteamericano que denegaba su pertenencia a una trama social solidaria en pos de la competencia generalizada (el self made man), por un lado, y el colectivismo soviético que anulaba cualquier diferencia en función de la lógica estatal, por el otro. Perón trata de trazar allí una tercera vía o tercera posición que anude de manera virtuosa la individualidad y la colectividad, donde la dimensión afectiva que aumenta la potencia de obrar resulta orientadora de los procesos mismos de organización. Necesitamos rescatar ese gesto materialista para pensarnos en nuestro arduo presente.

Quisiera abocarme aquí tan solo a ejercitar una somera disciplina del comentario, reponiendo las citas textuales, porque el escrito habla por sí mismo y es elocuente al respecto. Esta propuesta se inscribe en una serie de meditaciones y lecturas previas que vengo proponiendo[1] para suscitar una reflexión ético-política sosegada de nuestro presente, más que por una reivindicación en clave militante o motivada por un goce puramente archivístico. En ese sentido, tampoco habrá conclusión edificante o ilustrativa, sino simplemente el detenerse a considerar estas palabras y la insinuación de conceptos nodales de nuestra tradición de pensamiento.

La primera cita que quiero traer a colación, en este sentido, es de cuño claramente spinoziano. Escribe Perón: “Difundir la virtud inherente a la justicia y alcanzar el placer, no sobre el disfrute privado del bienestar, sino por la difusión de ese disfrute, abriendo sus posibilidades a sectores cada vez mayores de la humanidad: he aquí el camino” (Cap. XI, p. 126). Esta idea es en extremo potente y define una orientación clara respecto a la economía afectiva que ha de marcar al peronismo en sus mejores momentos. Recordemos la cita de Spinoza donde expone de manera contundente esta concepción de la felicidad y la sabiduría; escribe en el Tratado teológico político: “La verdadera felicidad y beatitud de cada individuo consiste exclusivamente en la fruición del bien y no en la gloria de ser uno solo, con exclusión de los demás, el que goza del mismo. Pues quien se considera más feliz, porque solo a él le va bien y no tanto a los demás o porque es más feliz y más afortunado que ellos, desconoce la verdadera felicidad y beatitud; ya que la alegría que con ello experimenta, si no es puramente infantil, no se deriva más que de la envidia o del mal corazón. Por ejemplo, la verdadera felicidad o beatitud del hombre consiste únicamente en la sabiduría y en el conocimiento de la verdad y no, en absoluto, en ser más sabio que los demás o en que éstos carezcan del verdadero conocimiento; puesto que esto no aumenta en nada su sabiduría, es decir, su felicidad. De ahí que, quien disfruta de eso, disfruta del mal del otro y, por consiguiente, es envidioso y malo, y no ha conocido la verdadera sabiduría ni la tranquilidad de la vida verdadera” (142-3).

La verdadera felicidad y sabiduría no se puede dar por privación o exclusión de los otros, al contrario, es generosa y expansiva: quiere para los otros los mismos bienes y disfrutes. Luego aparece en el texto de Perón esta alusión más bien hegeliana de realización del yo en el nosotros y viceversa, que va a insistir hasta el final, reivindicando el papel del individuo en la comunidad: “La humanidad necesita fe en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente para entrever que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en su función colectiva” (Cap. XIII, p. 129). De este modo, se hace necesario encontrar o inventar cómo se produce esa reafirmación del individuo, lejos de cualquier lógica sacrificial. En esto Perón también resulta esclarecedor respecto a las místicas militantes, pues no se trata para él de suprimir al individuo bajo el “Estado Mito” (Estado de excepción), sino de encontrar el modo en que aquél pueda aportar al conjunto del que forma parte: “Que el individuo acepte pacíficamente su eliminación, como un sacrificio en aras de la comunidad, no redunda en beneficio de ésta. Una suma de ceros es cero siempre; una jerarquización estructurada sobre la abdicación personal, es productiva sólo para aquellas formas de vida en que se producen asociados el materialismo más intolerante, la deificación del Estado, el Estado Mito, o una secreta e inconfesada vocación al despotismo.”

Continúa entonces remarcando cómo se da este proceso de integración virtuosa que produce una “comunidad saludable”, acentuando el movimiento “desde abajo” y no por mera “imposición”: “Lo que caracteriza a las comunidades sanas y vigorosas es el grado de sus individualidades y el sentido con que se disponen a engendrar en lo colectivo. A este sentido de comunidad se llega desde abajo, no desde arriba; se alcanza por el equilibrio, no por la imposición. Su diferencia es que así como una comunidad saludable, formada por el ascenso de las individualidades conscientes, posee hondas razones de supervivencia, las otras llevan en sí el estigma de la provisionalidad, no son formas naturales de la evolución, sino paréntesis cuyo valor histórico es, justamente, su cancelación” (Cap. XVII, p. 140).

Lógicamente, el paso subsiguiente es mostrar cómo se anudan la orientación afectiva señalada al principio, la alegría y la potencia de actuar, junto a la realización virtuosa del yo en el bien general: “Si hay algo que ilumine nuestros pensamientos, que haga perseverar en nuestra alma la alegría de vivir y de actuar, es nuestra fe en los valores individuales como base de redención y, al mismo tiempo, nuestra confianza de que no está lejano el día en que sea una persuasión vital el principio filosófico de que la plena realización del “yo”, el cumplimiento de sus fines más sustantivos, se halla en el bien general” (Cap. XVIII, p. 142.). Es justo en este punto delicado donde se agudiza la crítica al Estado homogeneizador que anula las individualidades y las “insectifica” (sic), reivindicando entonces la libertad, la responsabilidad y nuevamente la alegría de ser en común: “Ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados, a menos que a modo de dolorosa solución el ideal se concentre en el mecanismo omnipotente del Estado. Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa.”

Continúa luego invocando cierta “armonía” (palabra que suena algo antipática para nuestros oídos políticos acostumbrados al disenso), para dar consistencia a la libertad como “suma de libertades” y no como mera limitación; en ese sentido, liga otra vez la justicia con la alegría y la realización del sí mismo: “La sociedad tendrá que ser una armonía en la que no se produzca disonancia ninguna, ni predominio de la materia ni estado de fantasía. En esa armonía que preside la norma puede hablarse de un colectivismo logrado por la superación, por la cultura, por el equilibrio. En tal régimen no es la libertad una palabra vacía, porque viene determinada su incondición por la suma de libertades y por el estado ético y la moral. // La justicia no es un término insinuador de violencia, sino una persuasión general; y existe entonces un régimen de alegría, porque donde lo democrático puede robustecerse en la comprensión universal de la libertad y el bien generales, es donde, con precisión, puede el individuo realizarse a sí mismo, y hallar de un modo pleno su euforia espiritual y la justificación de su existencia” (Cap. XXI, p. 156-157).

La idea spinoziana en la cual la libertad se produce al componer con otras libertades y aumentar así la potencia de obrar, y no por la restricción temerosa que inspira al pensamiento hobbesiano, se puede leer claramente en el entusiasmo de estas líneas que inspiraron a Perón.

Pero, sobre todo, el último párrafo del texto resulta ejemplar por cómo anuda allí los conceptos filosóficos mencionados, por eso vale citarlo in extenso: “En los cataclismos la pupila del hombre ha vuelto a ver a Dios y, de reflejo, ha vuelto a divisarse a sí mismo. No debemos predicar y realizar un evangelio de justicia y de progreso, es preciso que fundemos su verificación en la superación individual como premisa de la superación colectiva. Los rencores y los odios que hoy soplan en el mundo, desatados entre los pueblos y entre los hermanos, son el resultado lógico, no de un itinerario cósmico de carácter fatal, sino de una larga prédica contra el amor. Ese amor que procede del conocimiento de sí mismo e, inmediatamente, de la comprensión y la aceptación de los motivos ajenos. // Lo que nuestra filosofía intenta restablecer al emplear el término armonía es, cabalmente, el sentido de plenitud de la existencia. Al principio hegeliano de realización del yo en el nosotros, apuntamos la necesidad de que ese “nosotros” se realice y perfeccione por el yo. // Nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a ser conocimiento, busca ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo, presente, indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. La náusea está desterrada de este mundo, que podrá parecer ideal, pero que es en nosotros un convencimiento de cosa realizable. Esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo pueda realizarse y realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre con la noble convicción de Spinoza: “Sentimos, experimentamos que somos eternos”.” (Juan D. Perón, Cap. XX, p. 159)



Hay que terminar la guerra civil del peronismo, por Mario Firmenich (h.)

Mario Javier Firmenich (h.) reflexiona sobre las consecuencias que ha tenido sobre el desarrollo nacional la pelea interna del peronismo.



“Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea”

Ante el actual contexto global, la pandemia nos muestra una crisis humanitaria autoinflingida, enésimo capítulo de la crisis civilizatoria neoliberal. En Argentina, el peronismo unido, es condición necesaria para reconstruir la Nación. Hacia el fin de las guerras civiles, dentro y fuera del campo popular.

Cuando conocí a mi viejo, allá por el año 82 del siglo xx, uno de los primeros recuerdos que tengo de ese tiempo es la enseñanza del “versito” del Martín Fierro. En términos concretos, cuando mi hermana y yo peleábamos, nuestro “castigo” consistía en repetir de memoria y al unísono aquel “versito”. Con los años, utilicé la misma estrategia con mis propios hijos y entendí que cuando algo se transmite en, al menos, tres generaciones, se naturaliza como sentido común.

En una muestra de inteligencia global, China haciendo un ejercicio diplomático de poder blando, envió a la Argentina ayuda humanitaria frente a la pandemia del Covid 19. En cada una de las cajas con dicha ayuda, pegó el versito del Martín Fierro. Esta política exterior de ayuda humanitaria fue ejercida también por Rusia e incluso por Cuba en todos aquellos países que estaban siendo superados en la capacidad logística de hacer frente a la pandemia. Contrastando con la inexistente estrategia exterior común de los países centrales del Occidente capitalista. Es más, en muchos estados federales (Estados Unidos, Brasil), ni siquiera la estrategia interior ha sido común, socavando el poder ejecutivo de los Presidentes de dichos estados frente a la crisis.

Haciendo un poco de historia, los que rondamos la cuarentena (en años), somos parte de una generación que nos hicimos a la política desde las experiencias previas de la generación de nuestros viejos. Actuamos políticamente en un mundo occidental y “cristiano”, culturalmente neoliberal. Nos tocó, durante nuestra adolescencia, ser testigos del derrumbe paradigmático que nos vio crecer desde niños, el mundo bipolar de posguerra.

Hemos asistido a la naturalización filosófica de “la muerte de las ideologías”: comunismos euroasiáticos y asiáticos –estatismos soviéticos y maoístas-, social democracia europea –estados de bienestar- y tercera posición de países periféricos del otrora “tercer mundo” -nacionalismos soberanistas populares-. La hegemonía cultural del neoliberalismo ha hecho de los intereses egoístas del individuo una práctica filosófica que se extiende a la política, la economía y las costumbres sociales.

Sin disputa ideológica, la política pasó de ser el ámbito institucional propio para instrumentar los cambios sociales, a ser una herramienta más del mercado, en la cual la maximización del beneficio individual de las prerrogativas del poder, prima por sobre la construcción del “bien común”. El rol del Estado en la economía se demonizó y la política dejó de ser el árbitro natural en la puja distributiva entre los diferentes sectores de la sociedad.

Los intereses trasnacionales de las grandes corporaciones económicas construyeron el mundo en que vivimos. La maximización privada de los beneficios, la “supervivencia del más apto” y la apropiación de la renta tecnológica por parte de dichas corporaciones, promovieron una sociedad en la cual el hedonismo individual pasó a ser la razón de ser de la cultura dominante.

La globalización ha avanzado a un ritmo frenético. La mediatización tecnológica de las relaciones humanas se masificó y los medios de comunicación naturalizaron el pensamiento único neoliberal. De ese modo, “la realidad” dejó de ser “la única verdad”, para que la “tele realidad” y la “realidad líquida” construyan la “posverdad”.

En la era de la “posverdad” y la “realidad líquida” la espiritualidad pasa de ser un valor esencial del individuo como parte de un todo a una práctica superficial individual - hedonista que propicia el “sálvese quien pueda” cultural por sobre la “salvación colectiva”.

El altruismo deja de ser un valor colectivo deseable y el “nosotros” pasa a excluir a los otros. A los que no son como los “míos”. La exclusión social se transforma en discriminación en sentido negativo.

La experiencia política de nuestros viejos se ha enmarcado en el final de la guerra fría en un país periférico del occidente cristiano (Latinoamérica, Argentina). Lo más valioso filosóficamente de aquéllas experiencias ha sido y sigue siendo el peronismo.

El peronismo es una ideología basada en claros principios filosóficos propios del social cristianismo: el justicialismo fraternalista, enmarcado en el nacionalismo soberanista de finales de la segunda posguerra mundial del siglo XX, se transforma en la principal fuerza política popular de la Argentina.

Cuando se inicia la experiencia política de nuestros viejos, hace cincuenta años, el peronismo llevaba proscripto quince años. Las juventudes del nacionalismo soberanista popular se hacen revolucionarias y antimperialistas. Nacen las guerrillas peronistas. Montoneros.

El final de la guerra fría utiliza las guerras civiles en el Tercer Mundo como una herramienta de dominación y el peronismo no es ajeno a esta estrategia imperialista. El virus de la lucha fratricida dentro del movimiento se inoculó y se expandió.

La guerra civil peronista

La guerra dentro del peronismo fue parte de una estrategia de demonización de las luchas sociales encaradas desde el poder político real. Este luego avanzó hacia el aniquilamiento de la militancia que formaba parte de las organizaciones populares que encabezaron aquellas luchas.

Los actores políticos de aquéllos años, tenían un claro sesgo etario, que en muchos casos tenía un correlato ideológico definido. En general, la juventud representaba a la tendencia revolucionaria del peronismo y la generación intermedia era más propia del peronismo conservador u ortodoxo.

La lógica movimientista del peronismo ha sido siempre un enorme desafío para la cohesión interna de las estructuras propias que surgen del reparto del poder. Por eso, el rol que debe jugar el líder del movimiento es fundamental. El General Perón era un equilibrista del poder, dentro de su movimiento y fuera. A nivel nacional e internacional. La tercera posición siempre fue reflejo de esta realidad.

El equilibrio necesario para sostener una tercera posición en un mundo en guerra geopolítica requiere necesariamente una estrategia de Unidad Nacional. La única manera de hacer viable dicha estrategia es la cohesión interna del peronismo.

A partir de la desaparición física del líder, el Plan Cóndor “opera” sobre la cohesión interna del peronismo, ideologizando la disputa del poder y provocando a través de la Triple A, el inicio de la estrategia de aniquilación a la militancia de la Tendencia Revolucionaria. La respuesta montonera frente a dicha estrategia fue la vuelta a la clandestinidad de la Conducción Nacional y el retorno a la lucha armada.

La estrategia imperialista norteamericana de las guerras civiles en las periferias, en la Argentina llega a su expresión máxima con la última dictadura militar. La institución históricamente definida para defender la soberanía nacional es cooptada ideológicamente e instrumentalizada para imponer un modelo: mercantilizar los recursos naturales y naturalizar el “homo economicus” capitalista neoliberal, individualista e hiperconsumista. Al servicio de la producción de bienes y servicios que maximizan los beneficios de las grande corporaciones trasnacionales.

La supremacía de la lógica financiera se impone en las relaciones de poder y la subordinación forzosa al nuevo orden neoliberal predetermina una vuelta a la institucionalidad democrática de la mano de la dependencia presupuestaria pública estructural, a través del endeudamiento externo. El cinismo sistémico de “estatizar” los quebrantos privados, al tiempo que se “privatizan” los sectores económicos estratégicos, constituyen la tragedia social que ha caracterizado a los últimos cuarenta y cinco años.

Esto define una tendencia de empobrecimiento estructural que nos ha llevado a convivir con realidades inaceptables para la enorme mayoría de la población. Un tercio de argentinas y argentinos sufre la indignidad de no poder alimentarse, vestirse o habitar en viviendas y/o barrios en condiciones humanamente aceptables. Mientras, la producción agroalimentaria, los recursos naturales estratégicos y las grandes superficies de tierra habitable es lo que, en términos per cápita, nos sobra.

Argentina está transitando un cambio de generación política trascendente en términos históricos. La generación de los 70 tiene el desafío de transformar el aprendizaje de sus experiencias en un legado que los trascienda. Todos los que hacemos política sabemos que desde la imposición violenta del neoliberalismo, la injusticia social en la Argentina es una realidad estructural.

Desandar el camino de la injusticia social estructural argentina implica iniciar un proceso de cambio de paradigma que nos permita avanzar entre las diferentes generaciones políticas hacia un nuevo sistema de valores.

Sin solidaridad y grandeza patriótica, no nos será posible integrar a la generación de nuestros hijos e hijas, en un proyecto de Nación, socialmente justo, políticamente libre, económicamente soberano, ecológicamente sostenible y espiritualmente íntegro.

La pandemia del Covid 19 es el contexto que nos muestra la debilidad institucional del neoliberalismo y el final del versito del Martín Fierro que el gobierno chino no incluyó en las cajas de ayuda humanitaria es: “… si entre ellos se pelean, los devoran los de ajuera”.

Tras la tragedia socio sanitaria y económica que, a nivel mundial dejará la pandemia, en la Argentina estaremos ante la oportunidad histórica (y obligación moral) de garantizar la unidad peronista, plantear un gobierno de Unidad Nacional y reconstruir un proyecto de Nación. Nadie se salva solo, ni en Argentina ni en el mundo.

*Militante. Profesor de Historia Económica y Social de Facultad de Ciencias Económica de la Universidad Nacional de Córdoba.

HAY VIDA (?) DESPUÉS DEL LOUVRE.

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