martes, 3 de diciembre de 2019

EL PAÍS LAWFARECRISTINA KIRCHNER 16 de octubre de 2018 Opinión

Qué es el lawfare, el término que utilizó Cristina Kirchner en su declaración
Imagen: EFE
La expresión "lawfare" se popularizó hace unos años: “golpe blando”, “golpe institucional” o “golpe parlamentario”. De este modo se definía el desplazamiento irregular de un presidente sin recurrir a los militares, a la manera del golpe de Estado tradicional, y a menudo sin siquiera apelar a métodos violentos. La evidente autocontradicción del concepto –¿cómo puede ser “institucional” un “golpe”? ¿qué es un “golpe suave” sino una caricia?– revelaba el desconcierto que produce lo nuevo. Frente a lo desconocido, el lenguaje político avanza a tientas y choca contra nuevos oxímoron, el último de los cuales es lawfare, curiosa mezcla de ley y de guerra, de derecho y de conflicto. 
Aparecido por primera vez en un artículo publicado en 2001 por el militar estadounidense Charles Dunlap acerca de la manipulación del derecho internacional en contextos bélicos, el concepto de lawfare comenzó a ser utilizado para definir una distorsión en los usos de la justicia hacia el interior de diferentes países. Al tratarse de una idea nueva, más un argumento de lucha política que una verdadera categoría académica, su definición es brumosa. Como sostiene Geraldo Carreiro de Barros Filho (por motivos obvios los desarrollos más elaborados se encuentran en Brasil), el lawfare refiere a la utilización de los jueces como herramienta de persecución política a través de la creación de “maxiprocesos” que involucran un alto nivel de espectacularización, por ejemplo mediante la transmisión en vivo de las detenciones, y por lo tanto exigen una relación fluida entre el Poder Judicial y los medios de comunicación.
Estos procesos suelen recurrir a tipos penales abiertos (“asociación ilícita” en Argentina, “organización criminal” en Brasil) que permiten englobar en una misma causa imputados con diferentes conductas delictuales y distintos niveles de responsabilidad. Como es habitual que las acusaciones se basen en crímenes contra la administración pública difíciles de probar, en donde el “cuerpo del delito” a menudo resulta inhallable, el Poder Judicial suele apelar a recursos procesales controvertidos como la “delación premiada” (“imputado colaborador” en Argentina). Estas figuras flexibilizan las garantías de los acusados y, en combinación con el uso abusivo de la prisión preventiva, le otorgan a los magistrados un amplio margen de discrecionalidad, dando forma a una especie de “justicia penal negociada”. En muchos casos las confesiones se obtienen bajo evidente coerción.
El efecto de las causas es político antes que judicial. Más que el resultado final del juicio, que puede incluso terminar con el sobreseimiento del acusado, lo que importa es el impacto que produce conforme va avanzando. En cierto modo, el lawfare es una vuelta de rosca más a una tendencia conocida, la judicialización de la política, que en América Latina se inició con el ciclo de recuperación democrática de los 80, cuando el Poder Judicial comenzó ampliar su esfera de intervención hasta abarcar cada vez más aspectos de la vida pública: si en un comienzo el fenómeno fue percibido como una forma de evitar un retorno a los autoritarismos del pasado, hoy opera como una “vía rápida” para impedir la restauración populista, con la corrupción como gran argumento de legitimación.
Con las obvias diferencias y matices, se suele argumentar que el lawfare explica las acusaciones recientes contra ex presidentes latinoamericanos como Rafael Correa, con pedido de captura internacional en una causa bastante insólita por el secuestro de un adversario político en Colombia; Cristina Kirchner, en las causas que investiga Claudio Bonadio, y por supuesto Lula, detenido por orden del juez Sergio Moro, que pese a la falta de pruebas lo condenó a doce años de prisión por la supuesta compra del famoso triplex de Guarujá.
La idea de lawfare merece una puesta en cuestión: no para desmentirla, porque es el intento de describir algo que está ocurriendo, sino para calibrar mejor su uso y evitar su aplicación indiscriminada a cualquier contexto. 
El primer aspecto que vale la pena discutir es el nivel de coordinación. Aunque hay una coincidencia de objetivos entre los tres actores que protagonizan el lawfare, es decir el poder político y económico, los jueces y los medios, parece lejos de la sintonía perfecta que describen quienes lo denuncian, que a menudo presentan las cosas como si todo se negociara en un grupo de Whatsapp. Cada actor tiene sus propios objetivos, que pueden converger de manera más o menos permanente pero también ir mostrando contradicciones, puntos ciegos, resultados inesperados.
En el caso de Brasil, por ejemplo, el Lava Jato apuntaba en un comienzo a los funcionarios del PT, en el marco del acelerado proceso de pérdida de popularidad del gobierno de Dilma Rousseff y sustentado por supuesto en la realidad de un sistema de corrupción que efectivamente existía. Surgida inicialmente como una forma de profundizar el desgaste de la gestión petista y evitar su posible continuidad en la figura de Lula, la causa sin embargo se fue abriendo hasta abarcar a buena parte de la clase política y empresarial brasilera. Al día de hoy hay 123 políticos y empresarios ¡condenados!, incluyendo a Eduardo Cunha, arquitecto del impeachment a Dilma, castigado con nada menos que 24 años de prisión, e incluyendo también al empresario más importante del país, Marcelo Odebrecht, que estuvo dos años detenido con prisión preventiva. 
Pero además, en una causa paralela, el presidente Michel Temer fue grabado en secreto por el dueño de la compañía JBS pidiéndole que pague una coima y que resuelva el tema con uno de sus asesores, que luego fue filmando recibiendo un maletín con el dinero. Si Temer no está preso es por su habilidad para sostener la coalición de apoyo legislativo más que por una protección judicial especial: fue la Cámara de Diputados, no la justicia, quien lo salvó. Por último, y para enmarañar aún más las cosas, recordemos que la grabación fue difundida por la cadena O Globo, principal expresión mediática del establishment, que además pidió su renuncia.
Lo que quiero señalar es que, aunque por la celeridad diferencial con la que avanzó la causa y la endeblez de las pruebas en su contra el target principal del Lava Jato siempre fue Lula, que en tanto última chance del retorno del populismo concentra el odio de buena parte de las elites brasileras, la impresión es que, al menos ciertos momentos, la justicia se autonomizó del resto de los actores que alentaron el proceso y produjo resultados que fueron más allá de lo esperado. Un funcionario macrista lo sintetizó con estas palabras: “Hay dos aliados que son aliados pero a los que no controlamos: los jueces federales y Carrió”.
El segundo aspecto que es necesario discutir es el sesgo ideológico. Quienes denuncian el lawfare dan por hecho que se trata de una herramienta de las elites para atacar a los partidos y líderes populares, un arma exclusiva de la derecha contra la izquierda. Sin embargo, es fácil comprobar que políticos conservadores también fueron víctimas de operaciones de este tipo: Pedro Pablo Kuczynski renunció a la presidencia de Perú para evitar el impeachment impulsado por el fujimorismo luego de que la Fiscalía de Estado abriera una causa en su contra por supuestos pagos de Odebrecht a dos consultoras de las que era socio cuando se desempeñaba como ministro (Kuczynski dice que en ese momento trabajaba en el sector privado). La difusión de un video convenientemente editado en el que diputados oficialistas negociaban con un representante opositor su voto de rechazo al juicio político a cambio de obras públicas terminó de definir las cosas: el acuerdo era oscuro pero no ilegal, y de todos modos Kuczynski tuvo que renunciar. 
Otro ejemplo. Otto Pérez Molina, ex general golpista de ultraderecha elegido presidente de Guatemala, renunció a su cargo tras ser acusado de montar un sistema de corrupción en la aduana denominado La Línea, que también incluyó una amplia difusión de escuchas telefónicas, detenciones transmitidas en vivo y un rol protagónico de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, un organismo independiente de apoyo a la Fiscalía creado mediante un convenio entre Naciones Unidas y el Estado guatemalteco. Pérez Molina denunció una aplicación selectiva de la justicia penal por parte de… la izquierda. 
Pero si hay un lugar de América Latina en donde la justicia opera como una herramienta del gobierno ese lugar es Venezuela. Igual que Lula, el líder opositor Henrique Capriles está impedido de presentarse a cargos públicos tras ser inhabilitado por quince años por supuestas irregularidades durante su paso por la gobernación de Miranda. El general Raúl Isaías Baduel, ex ministro de Defensa de Hugo Chávez, fue condenado a ocho años de prisión por supuestos delitos corrupción luego de su salto a la oposición. No hace falta ser Mario Vargas Llosa para admitir que la persecución judicial de opositores es más frecuente en Venezuela que en ningún otro país de la región.
Sin equiparar los casos, pues cada uno exige un análisis particular, cabe preguntarse hasta qué punto el lawfare es un invento de la derecha contra la izquierda o si se trata de una herramienta utilizable también contra gobiernos conservadores débiles (como el de Kuczynski) o por gobiernos populares de tendencia autoritaria (como el de Venezuela). Es decir, si el pretendido sesgo anti-izquierdista se verifica en la práctica o si se trata de una herramienta que no distingue ideologías.
El tercer aspecto a considerar es la influencia de Estados Unidos, al que se le atribuye el manejo del joystick de los procesos. ¿Hasta dónde llega realmente? En primer lugar, es cierto que algunas modificaciones en los códigos penales y ciertas innovaciones procesales tienen un evidente origen norteamericano, como las negociaciones de arreglos extra-judiciales entre fiscales y acusados a cambio de una reducción de las penas o la utilización de la “trampa legal”, que permite tentar a un funcionario público a cometer un delito para verificar su honestidad, como sucedió con Temer. También es verdad que, como señala el sociólogo Sebastián Pereyra, la construcción de la corrupción como un problema social es resultado en buena medida del trabajo de una serie de organizaciones con sede en Estados Unidos, como Transparencia Internacional, que han desarrollado recomendaciones y prácticas que exportan al resto del mundo. Y también es cierto, por último, que diferentes agencias del gobierno norteamericano suelen invitar a jueces y fiscales latinoamericanos a cursos y seminarios de formación. La pregunta es si estos indicios son suficientes, si con esto alcanza para ver detrás de cada proceso la mano invisible del imperio o si se trata de una inspiración de tipo más general. 
En rigor, la experiencia a partir de la cual se construyeron los procesos judiciales latinoamericanos es el Mani Pulite italiano, la megacausa comandada por el fiscal Antonio Di Pietro que pulverizó el sistema político italiano y creó la condiciones para el ascenso de Silvio Berlusconi, y sobre la cual el juez Moro había escrito un elogioso artículo académico antes de iniciar su Lava Jato. 
Rebobinemos antes de concluir. El lawfare no es un invento afiebrado de intelectuales populistas sino el intento de describir algo que efectivamente está sucediendo. Sin embargo, es necesario afinar el concepto para evitar que su generalización lo termine condenado al olvido. Las palabras son como los políticos: requieren un mínimo de credibilidad para seguir operando; si la pierden, se banalizan, se quedan sin fuerzas y se apagan. Porque además hay otro riesgo sobre el que es necesario llamar la atención: que la denuncia del lawfare derive en una minimización política –o la negación lisa y llana– de los delitos cometidos durante el ciclo de gobiernos populares en América Latina. ¿Por qué la izquierda debería cederle gentilmente a la derecha la bandera de la transparencia? ¿En qué errores incurrieron los gobiernos progresistas para que el discurso anti-corrupción sea convincentemente agitado por un ex militar de ultraderecha brasilero, un banquero ecuatoriano o un heredero de la patria contratista argentino? 
La lucha contra la corrupción no es una manía de liberales que quieren destruir el Estado ni una trampa de los medios hegemónicos ni un arma del imperio. Sus consecuencias tampoco: el argumento de que los procesos producen resultados no queridos, que el efecto del Lava Jato es el ascenso de Jair Bolsonaro o que el Mani Pulite desembocó en Berlusconi, resulta éticamente reprochable y políticamente improductivo. Sucede que, como señala Pablo Stefanoni, la transparencia es hoy una demanda policlasista, una respuesta al “republicanismo desde abajo” que se ha ido arraigando en América Latina y que también puede ser capitalizado por la izquierda, como demuestra la exitosa campaña honestista de Andrés Manuel López Obrador en México. 
En suma, la construcción de una nueva ética pública es tanto un imperativo ético como una demanda social: es algo que hay que hacer porque sí y porque la sociedad lo está pidiendo.
* Director de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur.

La declaración que no te dejaron ver ni escuchar.

CFK DIXIT.

1. "No sé cómo tuve tiempo de gobernar este país si fui jefa de cuatro asociaciones ilícitas".
2. ”Este tribunal seguramente tiene la condena escrita. No me interesa. A mí me absolvió la historia”.
3. "Había que condenar a un gobierno, el de Néstor Kirchner, que desendeudó el país. Había que traer de vuelta al FMI y para traer el Fondo había que convencer que el que los desendeudó era un chorro y vino a saquear el país".
4. "No soy amiga de Lázaro Báez y nunca lo fui".
5. “El hecho de que una persona sea amigo y tenga empresas no es delito. Si no, cómo lo llamarían al amigo del alma del presidente que se quedó con las empresas energéticas que saquearon los bolsillos de los argentinos”.
6. "El que ejecuta el presupuesto es el jefe de Gabinete, no el Presidente o Presidenta de la Nación. Si es así, van a tener que citar al Presidente de la República, que fue jefe de Gabinete de 2003 a 2008".
7. “Siempre pasan estas cosas en la Argentina contra los peronistas. En el pasado y en estos cuatro años. Ahora, si no sos peronista pero sos multimillonario se presume honesto”
8. "Nunca vi que le allanaran la casa a De la Rua o Sturzenegger para ver qué había pasado con el megacanje. Siempre le digo a Florencia: 'Imagínate si Perón y Evita hubieran tenido hijos”. Es el único consuelo que puedo darle después de todo lo que le han hecho'.
9. Denunció la que sufrieron sus hijos tan sólo por “cometer el delito terrible de ser los hijos de Néstor y Cristina Kirchner”.
10. "El gobierno que se va tenía una mesa judicial donde decidía todo. Hasta decidía quién iba preso, quién no iba preso, qué empresario había que apretar para sacarle la empresa. Todo este plan fue ideado para una feroz e inédita persecución”.
11. "El gobierno utilizó la Oficina Anticorrupción y la UIF para impulsar las causas judiciales".
12. “Irurzun te escucha e Irurzun te mete preso. Esa sería la fórmula de Comodoro Py”.
13. "Siempre asistí a las indagatorias. No fue la misma actitud de todos los de este edificio que después de acusar a medio mundo tardó ocho meses, nueves meses, para ser indagado de cosas gravísimas”.
14. CFK dijo que la negativa a transmitir su declaración obligatoria es "una clase práctica del lawfare en la Argentina llevado a cabo por este tribunal".
15. Tras finalizar su exposición la expresidenta se levantó y fue interrumpida para preguntarle si pensaba responder preguntas. "¿Preguntas? Preguntas van a tener que responder ustedes, no yo", concluyó.

EL PAÍS CRISTINA KIRCHNERCOMODORO PY 03 de diciembre de 2019 Las incongruencias de la acusación por la obra pública

La causa armada contra Cristina Kirchner, punto por punto
El expediente sobre las obras viales en Santa Cruz corrobora los argumentos de CFK, con acusaciones que llegan a lo insólito. 
La lectura del expediente sobre las obras viales en Santa Cruz le da toda la razón a Cristina Fernández de Kirchner : una causa armada, un ejemplo de la lawfare , la utilización de la justicia contra los dirigentes populares.
1.- Mauricio Macri asumió el 10 de diciembre de 2015, pero no nombró director de Vialidad hasta el 15 de enero de 2016. El entonces ex candidato a intendente de General Sarmiento, Javier Iguacel, furioso anti-K, asumió ese día. El 16 de enero, o sea al día siguiente de asumir, ordenó una auditoría. ¿En los 24 distritos del país? No, en uno solo. Santa Cruz. El objetivo estaba claro: ir contra la ex presidenta.
2.- Una acusación inicial fue que a Santa Cruz se le adjudicaron 81 obras en rutas. Según los fiscales, demasiado, 14.000 millones de pesos, comparado con Córdoba que recibió obras viales por 10.000 millones. Pero eso fue votado en el Congreso Nacional, en la ley de presupuesto: fue una decisión política. Es que Santa Cruz tiene el 10 por ciento de la superficie argentina, con pocos habitantes y tenía un considerable atraso en rutas. Aún así, no recibió una parte desproporcionada: el 11 por ciento de la obra vial nacional.
3.- La Auditoría de Vialidad, realizada por el macrismo con dos ingenieros y un contador, designados los tres por el gobierno entrante, dejó algunas cosas clarísimas. Ni Lázaro Báez ni ningún empresario cobraron obras que no se hayan hecho; las obras estaban bien hechas, incluso mejor de lo que señalaba el pliego. La auditoría sostuvo que la diferencia entre lo pagado y lo hecho fue de 0,1 por ciento, lo habitual en todos los distritos. O sea, aquellas acusaciones que se difundieron por todos los medios de que se pagaron obras que no se hicieron o que hubo obras que no se terminaron, naufragaron en forma total y no son ni siquiera hoy materia de acusación.
4.- Las demoras registradas no se debieron a razones atribuibles a las constructoras --estableció la auditoría-- sino que, como en todo el país, aparecían caños petroleros o de gas, o cables eléctricos o telefónicos que había que correr y eso llevaba un tiempo. O circunstancias climáticas que impidieron trabajar o terrenos que los municipios no habían expropiado. La auditoría consignó que es lo que sucede en la mayoría de las obras del país.
5.- Otra imputación neurálgica fue que empresas en las que Lázaro Báez era accionista se adjudicaron 51 de las 81 obras. Esto es algo que se repite en numerosas provincias: empresas que tienen el personal (miles de trabajadores), la maquinaria adecuada y ganan la mayor parte de las licitaciones porque juegan de locales: no tienen que trasladar ni la gente ni las máquinas. Y menos todavía a 1.800 kilómetros como sucede con Santa Cruz, con trabajos en condiciones climáticas muy difíciles.
6.- Las 51 obras fueron motivo de licitaciones en las que participaron otras empresas --algunas de las más grandes del país-- que no radicaron denuncias por irregularidades en esos concursos. No se puede argumentar cartelización porque, justamente, Lázaro Báez era un adversario de la Cámara de la Construcción. Además, el santacruceño casi no ganó ninguna licitación fuera de su provincia y, para colmo, perdió la licitación más importante de Santa Cruz: la de las dos represas Condor Cliff y Barrancosa (Cepernic y Kirchner), la obra más importante financiada por China fuera de China.
7.- A lo largo de tres años, los jueces y fiscales se negaron a hacer una pericia para evaluar lo único que quedaba pendiente: la existencia o no de sobreprecios. Finalmente el tribunal ordenó un estudio, pero de sólo cinco obras, porque no había capacidad para analizar las 51 obras cuestionadas. Esto ya demuestra la desesperación por condenar, porque alguno de los imputados no tuvieron nada que ver con esas cinco obras y entonces van a resolver si son culpables o inocentes teniendo como parámetro obras en las que no participaron o que ni siquiera se construyeron cuando eran funcionarios. Para redondear la jugada, los jueces nombraron como perito oficial al ingeniero Eloy Bona, quien registraba tweets groseros contra CFK. La defensa, a cargo de Alberto Beraldi, recusó al perito, pero el tribunal sostuvo que los tweets no eran suficientes para apartar al profesional.
8.- Hay un episodio de importancia, relatado por CFK en su declaración: el asombroso cambio de fiscales. En agosto de 2016, Eduardo Taiano recibe la causa y ordena que se hagan informes de todas las obras y de todas las empresas. Su objetivo era razonable: comparar lo realizado en Santa Cruz con el resto del país. Sin embargo, ante el mismo juez Ercolini. se presenta Javier Iguacel con otro escrito sosteniendo que la causa era conexa con una anterior. Con esa manipulación, el magistrado dispone el cambio de fiscales: entran Germán Pollicita e Ignacio Mahiques, este último de una familia vinculada con el macrismo. En apenas una semana se produjo un giro siniestro: de un fiscal que se disponía a investigar, se pasó a dos fiscales que en nada más que siete días pidieron la indagatoria de más de 30 personas, entre ellas CFK.
9.- Un dato de importancia, también relatado por la ex presidenta en su declaración, es que hubo una causa anterior por las obras viales de Santa Cruz. La recibió Ercolini en 2011, pero el magistrado se declaró incompetente porque las licitaciones, adjudicaciones, el control de las obras se hicieron en Santa Cruz. Por lo tanto mandó el expediente a Río Gallegos, con el visto bueno del fiscal general Germán Moldes. En Río Gallegos la justicia terminó sobreseyendo a los imputados. Ante la denuncia de Iguacel, en cambio, Ercolini se declaró competente y no aceptó que ya la justicia se había pronunciado. La cuestión está en la Corte Suprema que sigue sin resolver.
10.- Aún así, una parte de la pericia se firmó de manera unánime: se dictaminó que no hubo sobreprecios en las redeterminaciones ni en los rediseños de las obras. Se habla de redeterminación cuando hay inflación y el valor de la obra debe actualizarse. Se realiza aplicando un decreto de la época de Eduardo Duhalde, o sea que se aplican índices que tienen que ver con los precios de la construcción. Tampoco hubo sobreprecios cuando, por ejemplo, se encontró un obstáculo y hubo que rediseñar el trazado. Esta también era una gran bandera de los denunciadores que hablaban de que se pagaron valores siderales con los cambios. La realidad es que los rediseños y las redeterminaciones fueron mucho menores a las realizadas en las obras del macrismo en estos cuatro años.
11.- Lo que queda como disputa en el juicio es la existencia o no de sobreprecios iniciales de las obras. El argumento debería caerse en sí mismo porque hubo licitaciones y cada empresa podía ofertar. Sin embargo, cuando los tres peritos tenían un acuerdo para firmar de manera unánime, apareció Bona con su propio dictamen sosteniendo que hubo sobreprecios en los pliegos originales. El perito oficial puso sobre la mesa, de manera sorpresiva, la oferta que se hizo por tres tramos de la ruta 3, una vez que le quitaron la obra a las empresas de Lázaro Báez. Los tres tramos fueron adjudicados a CPC, la empresa de Cristóbal López y Fabián De Sousa, que ya hostigada por el nuevo gobierno, decidió hacer una oferta fuerte, por debajo del precio de la licitación, para quedarse con la obra. Pero lo asombroso fue lo que ocurrió después: CPC tuvo la obra ocho meses y perdió 100 millones de pesos. La consecuencia fue que la abandonó, se la devolvió al estado. Y está abandonada hasta ahora, deteriorándose. Pese a esos elementos, quieren tomar la oferta de CPC como parámetro. Es otro ingrediente del lawfare. Esta será la polémica central que aún queda.
12.- Desde el punto de vista estrictamente judicial, hay que tener en cuenta que las obras se votaron en el Congreso y luego se licitaron y adjudicaron en Santa Cruz. El control también fue provincial y los certificados de obra, con los cuales se fue cobrando, igualmente tenían firma de los funcionarios santacruceños. El estado nacional financiaba, pero la ejecución era provincial. Había un control nacional principalmente a raíz de denuncias o de controversias y en ocasiones por muestreo. Todo esto demuestra que un presidente tiene una cantidad enorme de instancias y de firmas que se sitúan entre una obra y un presidente. Desde ya toda la estructura provincial, desde los inspectores, secretarios y ministros, hasta el gobernador. Y luego la estructura nacional, también de inspectores, secretarios, ministros y hasta el jefe de Gabinete que es quien ejecuta el presupuesto y redirecciona fondos cuando es necesario. O sea que ningún presidente está en contacto directo con una obra. Lo que exhibe la lawfare en esta causa es que ningún gobernador de Santa Cruz ni ningún jefe de Gabinete fue imputado. El objetivo era la ex presidenta y adjudicarle a la mandataria ser la cabeza de una asociación ilícita. No pueden exhibir ni una firma ni una orden sobre las obras, porque nada de eso existe. Entonces emparentan la asociación ilícita con el gobierno, porque a falta de pruebas, lo único posible es condenar a la totalidad de un gobierno y de esa manera intentar tapar el desastre que produjo la administración Macri en la mayoría de la población. 

EL MUNDO BOLIVIAGOLPE EN BOLIVIAEVO MORALES 03 de diciembre de 2019 · Actualizado hace 26 min Torturas, desapariciones forzadas y abusos sexuales graves

Torturas, desapariciones forzadas y abusos sexuales graves
El informe de la Delegación Argentina sobre la situación de los derechos humanos en Bolivia
El relevamiento realizado por los dirigentes sociales argentinos consigna que las masacres de Sacaba y de Senkata fueron los casos más graves de violación a los derechos humanos cometidos por el gobierno de facto boliviano. El trabajo recoge testimonios víctimas y testigos de la violencia de quienes derrocaron a Evo Morales.
Imagen: Jorge Larrosa
La Delegación Argentina de Solidaridad con el Pueblo de Bolivia presentó las conclusiones preliminares del informe sobre la situación de los derechos humanos tras el golpe de estado que se instauró en Bolivia tras la renuncia forzada del presidente Evo Morales. Según lo que pudo constatar esta comisión -formada por referentes de organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos- hubo casos de torturas, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, violaciones y otros delitos contra la integridad física, psíquica y sexual de las víctimas.
Entre los enumerados por la Delegación, los casos más graves de violación a los derechos humanos se perpetraron en la masacre de Sacaba, en Cochabamba, donde murieron seis personas. Según el informe, allí hubo también “centenares de heridos y detenciones arbitrarias tras el accionar de las Fuerzas Armadas”. También en la masacre de Senkata, en la ciudad de El Alto, en donde hubo nueve muertos, “personas desaparecidas, centenares de heridos y detenciones arbitrarias”.
Con respecto a la denuncia por desapariciones forzadas, el informe de la Delegación sostiene que existen numerosos casos de personas que se suponen detenidas en dependencias estatales “pero cuyos familiares no han podido contactarlas y sobre quienes el gobierno de facto no ha facilitado información respecto de su paradero”.
“Esta delegación logró constatar situaciones de tortura en espacios públicos y dependencias estatales. Asimismo, constatamos diversos casos de violaciones y abusos sexuales graves propiciados por integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad”, sostiene el informe. Las conclusiones fueron documentadas a través de testimonios ya sea con víctimas o testigos.
Los integrantes de la Delegación fueron atacados cuando llegaron al aeropuerto de Santa Cruz, en Bolivia, por simpatizantes del gobierno de facto. También fueron demorados por la Policía y luego amenazados por el ministro de Gobierno, Arturo Murillo, quien dijo que había “extranjeros que están llegando al país a tratar de incendiar el país”. A los integrantes de Delegación les advirtió que “anden con cuidado” porque “los estamos mirando, los estamos siguiendo”.

El texto completo del informe

Por medio de la presente, los integrantes de la Delegación Argentina en Solidaridad con Bolivia ofrecen a la opinión pública internacional las conclusiones preliminares de nuestra misión de observación sobre la situación de derechos humanos, sociales, políticos y culturales que atraviesa el pueblo boliviano.
Es dable destacar que la delegación estuvo compuesta por un equipo multidisciplinario de destacados profesionales y dirigentes de movimientos sociales que realizaron visitas, entrevistas y reuniones con víctimas de violaciones a los derechos humanos, perseguidos políticos y otros actores relevantes para la cabal comprensión de la crítica situación que se vive en el Estado Plurinacional de Bolivia.
En concreto, se tomaron testimonios de un centenar de personas en una locación segura de la localidad de El Alto, se visitaron domicilios particulares de otras víctimas, se visitaron personas hospitalizadas y se realizaron reuniones en distintos puntos de La Paz con actores de la política y los movimientos sociales urbanos, campesinos e indígenas. La Delegación no pudo realizar la totalidad de las actividades programadas por las amenazas explícitas del Ministro de Gobierno (de facto) Arturo Murillo y el accionar de grupos de choque civiles.
Tras realizar un análisis preliminar de la información recabada, esta delegación afirma que:
1. Marco político y social: golpe de estado y gobierno de facto
1. El Estado Plurinacional de Bolivia sufrió un golpe de estado pergeñado por grupos denominados cívicos, sectores empresarios, personal policial y altos mandos de las Fuerzas Armadas con el objetivo de derrocar al Presidente Evo Morales e instaurar un gobierno de facto. Dicho golpe tuvo el apoyo explícito de gobiernos extranjeros como el de Donald Trump quien felicitó a las Fuerzas Armadas del país por su accionar disruptivo del orden constitucional. Tenemos, asimismo, testimonios sobre múltiples contactos de funcionarios extranjeros con actores clave del golpe, particular con Fernando Camacho.
2. Los actores promotores del golpe coordinaron acciones a fin de provocar una situación de terror en la sociedad y desestabilización del gobierno constitucional con mandato hasta el 22 de enero. Las agresiones físicas y psicológicas tuvieron por objetivo quebrar el frente político-social gobernante para consumar primero y consolidar después el golpe de estado. Este proceso se profundizó tras las cuestionadas elecciones del 20 de octubre y se detonó completamente a partir de un “comunicado preliminar” de la OEA. Dicho comunicado radicalizó las posiciones golpistas, amplificando la confrontación en un momento de alta convulsión social. El mencionado comunicado no estaba previsto en el Acuerdo suscripto entre la OEA y el Estado Plurinacional. Este hecho sumado a las irresponsables declaraciones del Señor Luis Almagro nos lleva a concluir que existió una clara intencionalidad política, ajena al espíritu de la auditoría electoral. Es dable destacar, al día de la fecha no se ha publicado el informe final sobre la auditoría.
3. Esta Delegación corroboró que existió un accionar coordinado dirigido particularmente contra la dirigencia de los movimientos sociales agrupados en el llamado Pacto de Unidad y la Central Obrera Boliviana. Contamos con amplia documentación sobre múltiples coacciones sobre dirigentes y familiares para que adoptaran posiciones contrarias a su voluntad por temor a perder su vida y libertad. Como resultado de esta estrategia de amedrentamiento, los actores del golpe lograron parcialmente su objetivo de dividir la resistencia social frente al proceso golpista, primero, y el gobierno de facto, después.
4. La renuncia de Evo Morales, Álvaro García Linera, Adriana Salvatierra y otros funcionarios y gobernadores de distintos niveles de gobierno, fueron consecuencia directa de la presión ejercida por el alto mando de las Fuerzas Armadas. Asimismo, las múltiples amenazas contra los gobernantes, las humillaciones públicas, las agresiones físicas y los ataques a viviendas de familiares fueron factores coadyuvantes. Las sedes de los medios de comunicación públicos y comunitarios fueron tomados por grupos golpistas.
Con todo, es dable destacar que en ningún caso se cumplieron los procedimientos legales para dar a dichas renuncias por válidas, lo que las convierte en actos jurídicos inexistentes.
5. Pese a ello, el Gobierno de facto realizó una maniobra sin el más mínimo viso de legalidad para intentar legitimar nuevas autoridades. De este modo, la ciudadana boliviana Janine Áñez se autoproclamó presidente del Senado, primero, y presidente del Estado Plurinacional, después, en sesiones parlamentarias que no cumplieron los requisitos formales ni sustanciales para tal propósito. El acto de colocación de la banda presidencial por parte del Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Williams Kalimán, es elocuente al respecto.
6. A partir de ese momento, el gobierno de facto adoptó una política de claros tintes dictatoriales y represivos contra las autoridades depuestas, los dirigentes políticos y sociales afines al gobierno constitucional y el conjunto de los sectores más vulnerables de la población, en particular la perteneciente a los pueblos originarios. Asimismo, comienzan a vislumbrarse una expansión de las prácticas autoritarias contra sectores de otros espacios políticos y sociales. En este contexto, se han producido graves violaciones a los derechos humanos que ya tienen carácter sistemático y por tanto constituyen delitos de lesa humanidad.
2. Violaciones a los Derechos Humanos
Hemos constatado que el sistema represivo montado por el gobierno de facto ha causado decenas de muertos, centenares de detenciones arbitrarias, millares de heridos, innumerables casos de apremios y torturas, violaciones y otros delitos contra la integridad física, psíquica y sexual de las víctimas que son hombres, mujeres, niños, ancianos e integrantes de colectivos vulnerables.
Esta delegación logró constatar la existencia de las siguientes situaciones:
Masacres perpetradas contra población civil:
Sacaba (Cochabamba) con al menos seis muertos, centenares de heridos y detenciones arbitrarias tras el accionar de las Fuerzas Armadas.
Senkata (Ciudad del Alto) con al menos nueve muertos, personas desaparecidas, centenares de heridos y detenciones arbitrarias, consecuencia del accionar de las Fuerzas Armadas.
Desaparición forzada de personas
Esta delegación logró constatar situaciones de desapariciones forzadas de personas a lo que se suma una cantidad importante de personas que se suponen detenidas en dependencias estatales pero cuyos familiares no han podido contactarlas y sobre quienes el gobierno de facto no ha facilitado información respecto de su paradero.
Torturas, violaciones y delitos sexuales
Esta delegación logró constatar situaciones de tortura en espacios públicos y dependencias estatales. Asimismo, constatamos diversos casos de violaciones y abusos sexuales graves propiciados por integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad.
Recibimos testimonios sobre estos delitos, en algunos casos de parte de las propias víctimas y en otros casos de parte de otros testigos. El miedo está instalado y los sucesos son muy recientes, lo que inhibe las acciones de denuncia por parte de la población.
Ataques contra gobernantes, legisladores, funcionarios y sus familiares
Esta delegación logró constatar una cantidad significativa de ataques contra funcionarios públicos y sus familiares por parte de grupos de choque con métodos de amedrentamiento que incluyeron la destrucción de viviendas particulares, incendios, destrucción de viviendas de familiares, humillación pública y linchamientos. Las situaciones relevadas indican la habilitación de “zonas liberadas” para la actuación de grupos parapoliciales. Destacan los relatos que actuó como principal grupo de choque la Unión Juvenil Cruceñista.
Persecución selectiva de dirigentes de movimientos sociales
Esta delegación logró constatar la irrupción y destrucción de casas particulares, particularmente en la zona del Alto y Chapare, realizadas por Fuerzas Armadas, con el objeto de capturar a diversos dirigentes sociales, sindicales, indígenas y campesinos. Además de la persecución, todos estos grupos han visto afectados sus derechos más elementales.
Confección de listas negras de dirigentes políticos y sociales y negación del derecho a la defensa
Diversos testigos han relatado la existencia de listas negras. Esta situación es coincidente con las declaraciones públicas del ministro Murillo quien dijera: “Hay senadores y senadoras, diputados y diputadas, no todos, unos cuantos, que voy a empezar a publicar sus nombres, que están haciendo subversión (...). A partir de lunes voy a ordenar, ya tengo listas que los mismos dirigentes de varias zonas me están pasando, los van a empezar a detener con órdenes fiscales”.
Asimismo, hemos constatado que numerosos militantes y dirigentes políticos, así como funcionarios del gobierno derrocado, que se encuentran detenidos, carecen de toda garantía procesal. En particular, se les ha negado el derecho a la defensa tanto particular como pública. En ese sentido, los defensores públicos han manifestado su temor a asumir dichas defensas.
Represión de manifestaciones públicas
Se constataron diversos casos de represión por parte de las fuerzas de seguridad y las Fuerzas Armadas con uso absolutamente desproporcionado de violencia. Los relatos y evidencias recogidas describen el uso indiscriminado de armas de fuego, gases lacrimógenos, disparos desde helicópteros, ráfagas de disparos desde vehículos militares y golpizas a manifestantes dispersados por la fuerza. Miles de personas fueron encarceladas en forma arbitraria y criminalizadas a partir de procedimientos policiales fraguados, y procesados por sedición y terrorismo.
Restricción manifiesta de la libertad de prensa
La delegación ha tomado contacto con periodistas de medios locales quienes han referido haber sido víctimas de hostigamientos, amenazas y restricciones a la necesaria libertad para ejercer su profesión. La prensa internacional también ha sido víctima de hostigamientos y acoso. Especial gravedad reviste para esta delegación el caso del periodista argentino Sebastián Moro.
Promoción del racismo y los discursos de odio
Hemos constatado la utilización de discursos racistas y de odio, por parte de representantes del gobierno de facto, para descalificar a dirigentes opositores y de movimientos sociales. Se han verificado prácticas discriminatorias y estigmatizadoras sobre las víctimas de la represión. Son significativas, además, otras formas de violencia simbólica, por ejemplo, la destrucción de emblemas de los pueblos originarios como la bandera wiphala.
Negación de salvoconductos para perseguidos políticos con pedidos de refugio aceptados por los países de recepción
Hemos verificado que en diversas embajadas y delegaciones consulares se encuentran personas perseguidas por el gobierno de facto a quienes se les han negado las garantías necesarias para poder salir del país.
Inacción y encubrimiento del poder judicial
El poder judicial se encuentra sometido al gobierno de facto. Víctimas y familiares fueron coaccionados para cambiar sus declaraciones, incluso en los hospitales como condición para poder ser atendidos. Hemos constatado una situación de impedimento absoluto del acceso a la justicia.
Para esta Delegación fue imposible reunirse con funcionarios del poder judicial, la acusación pública o la defensa pública, a pesar de los reiterados requerimientos realizados.
Hostigamiento policial y parapolicial a delegaciones internacionales de derechos humanos, incluyendo operaciones de espionaje y escuchas ilegales
Esta delegación pudo constatar, en su propia experiencia, el hostigamiento que han padecido diversos grupos de derechos humanos. En particular, nuestra delegación fue retenida en el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, donde fue separada del resto de los pasajeros y sometida un interrogatorio en un lugar aislado, con presencia policial y militar, en una práctica totalmente inusual respecto de los controles migratorios habituales. Algunas integrantes de la delegación fueron sometidas una exhaustiva requisa para la que se les exigió desvestirse. Luego de que se nos permitiera continuar hacia nuestra conexión a La Paz, fuimos abordados por un grupo de aproximadamente doce personas vestidas de civil, en un pasillo del aeropuerto que se encontraba curiosamente desierto en el que solo estaban presentes miembros de las fuerzas de seguridad que dejaron actuar a este grupo. Estas personas nos agredieron verbal y físicamente y nos amenazaron.
Al día siguiente, el Ministro de Gobierno Arturo Murillo, al referirse a los hechos acontecidos la noche anterior, dijo lo siguiente: “Recomendamos a aquellos extranjeros que están llegando al país, hechos las mansas palomitas, a tratar de incendiar el país, que anden con cuidado, los estamos mirando, los estamos siguiendo, estamos viendo lo que están haciendo”. “En el primer paso en falso que den tratando de hacer terrorismo y sedición, se la verán con los policías. La policía está atenta y tiene la orden para no permitir que se dañe el país, no hay tolerancia con terrorismo, sedición y movimientos armados”.
Por la tarde, un grupo de Delegación que había ido a visitar a una senadora en huelga de hambre en la Asamblea Nacional, fueron víctimas de acoso y hostigamiento por parte de grupos de choque allí los estaban esperando.
En todo momento, durante nuestra visita a Bolivia, hemos sido vigilados, seguidos y espiados en todas las actividades que realizamos.
Cabe destacar que las fuerzas armadas y policiales contaron con un manto de impunidad para su accionar represivo a raíz de la sanción del Decreto Supremo 4078 y la circular del General de Brigada Luis Salazar Escobar que permite establecer “zonas militares”. Estos y otros elementos, sumado a declaraciones públicas de altos funcionarios, no deja duda alguna para establecer la naturaleza sistemática de estas violaciones a los derechos humanos y crímenes de estado, por lo que esta Delegación considera que encuadran en la categoría de crímenes de lesa humanidad.
Hacemos un llamamiento a los organismos internacionales de protección de los derechos humanos y a toda la comunidad internacional para que se comprometan con la tutela de los derechos humanos, civiles, políticos, sociales y culturales que se encuentran amenazados por el actual estado de cosas y que han sido sistemáticamente violados por el gobierno de facto.
Frente a esta situación, la apertura de un proceso electoral en los próximos ciento veinte días, que implique la recuperación de la plena vigencia de la democracia y el estado de derecho en el Estado Plurinacional de Bolivia, solo será posible en la medida en que se garanticen los derechos que hoy son sistemáticamente vulnerados. En particular, hemos recibido denuncias sobre persecuciones a militantes políticos, sociales y sindicales quienes refieren hostigamientos y la imposibilidad absoluta de ejercer su derecho de reunión y toda actividad necesaria para la participación en dicho proceso. Para ello será indispensable la participación de observadores externos e independientes que monitoreen todas las instancias del proceso electoral.
La Delegación redactará y dará a conocer, en los próximos días, un informe completo detallando cada uno de los casos relevados en el marco de la nuestra visita.
Agustin Lecchi / Agustín Mingorance / Alicia Montoya / Aníbal Rubén Mosquera / Carlos Alfredo Juárez Centeno / Carlos Zaidman / Carolina Palacio / Cristina Vera Livitsanos / Daniel Catalano / Diego Morales / Federico Fagioli / Fernando Rey / Gabriela Carpineti / Gustavo Palmieri / Ignacio Andrés / Ismael Jalil / Iván Wrobel / Juan Grabois / Juan Martín Hissa / Juan Monteverde / Juana Marisa Llanos / Leonardo Pérez Esquivel / Lisandro Ulises Arijon / Luis Arias / Manuel Alejandro Rivero / Marcos Norberto Novo / Marianela Navarro / Mario Andrés López / Martín Miguel Ferrari / Mauricio César Rojas Garrido / Natalia Zaracho / Pablo Garciarena / Pablo Pimentel / Roberto Carlés / Samanta Jimena Delgado / Sandra Carreño / Sergio Job / Sergio Smietniansky / Simeón Darian Casimiro / Victoria Freire