sábado, 9 de noviembre de 2019

EL MUNDO 09 de noviembre de 2019 Opinión ¿Qué va a hacer Lula en libertad?


Desde Río de Janeiro

A partir del momento en que optó por acatar la orientación de sus abogados y pedir su inmediata liberación, Lula da Silva abrió espacio para otra duda que abarca a todo el mundo político brasileño: ¿cuál será su conducta desde el momento en que salió de la celda de la Policía Federal en Curitiba, donde pasó los últimos 580 días?
Hasta ahora, eran dos las expectativas: la primera, que Lula se dirigiera al centro, buscando apoyo para intentar un muy remoto frente opositor; la segunda: que pasase a comandar una estrecha campaña de denuncias contra el gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, concentrando fuego en programas económicos que destrozan al país.
La posibilidad de que Lula abriese espacio para una especie de inflexión rumbo al centro fue ampliamente discutida por dirigentes del PT. La conclusión a la que se llegó es que sería un riesgo innecesario, una vez que difícilmente el partido recuperaría el espacio perdido junto a la opinión pública, ahogada por denuncias de corrupción amontonadas por los medios hegemónicos de comunicación más que por divergencias ideológicas con la leyenda del ex presidente.
El mismo Lula nunca vio con buenos ojos esa hipótesis. A los interlocutores que lo visitaron en su celda, reiteró siempre la decisión de, una vez recuperada la libertad, fortalecer la oposición a ese gobierno ultraderechista y principalmente señalar los daños sociales provocados por medidas económicas implantadas desde el golpe que destituyó a la ex presidenta Dilma Rousseff.
No se trataría, en todo caso, de entrar en combate abierto con el actual presidente, pues para eso sería necesario bajar al nivel de las groserías ilimitadas disparadas día sí y el otro también por Bolsonaro. Además, una confrontación frontal con el ultraderechista podría servir para reunir alrededor de él un sentimiento antipetista ya bastante diseminado a partir de la campaña llevada a cabo por los grandes medios de comunicación.
La opción sería más bien apuntar a cada acto de su gobierno y señalar las consecuencias, destacando el desempleo y el número de brasileños que volvieron a una situación de pobreza extrema y miseria. También ser tendrá en cuenta la caída de la popularidad personal de Bolsonaro (que pese a todo sigue situándose en alrededor de 30 por ciento del electorado) y la subida de los que reprueban su gobierno (42 por ciento).
Además, se espera que Lula reavive sus “caravanas”, recorriendo el país con énfasis inicial en su nordeste natal.
En cada pronunciamiento en los actos públicos que ocurrirán durante las “caravanas”, la idea es que Lula trace comparaciones entre el cuadro nacional actual y el que existía bajo los gobiernos del PTHay 12 millones de desempleados, otros 26 millones de subempleados o con empleos precarios, 13 millones de miserables, es decir, el cuadro es exactamente el revés de los tiempos de Lula.
Además, programas como Mi Casa, mi vida, de viviendas populares, o Ciencias sin Fronteras, de concesión de becas en el exterior, o Pro-uni, de financiación con tasas de interés irrisorias para matrículas universitarias, todos desarmados primero (y apenas parcialmente) por Michel Temer, y luego diezmados por Bolsonaro, serán rememorados.
Lo que Lula anunció en su primer pronunciamiento dirigido a los integrantes de la “Vigilia Lula Livre”, un campamiento que desde la detención del ex presidente todas las mañanas gritaba “Buenos días, presidente Lula”, y se despedía con un “Buenas noches, presidente Lula” ya dio las señales del tono que adoptará: denuncias contundentes sobre lo que ocurre en el país.
Un Lula en estado puro está de regreso a las calles. Con eso, empezó más que un cambio radical, un vuelco radical en el escenario político de Brasil. 

EL PAÍS 09 de noviembre de 2019 · Actualizado hace 6 hs "El triunfo de Alberto es como si yo hubiera ganado" El mensaje de Lula al Grupo de Puebla


El ex presidente brasileño en el video que se mostró en Buenos Aires. 
El ex presidente brasileño en el video que se mostró en Buenos Aires.  
Imagen: Captura de pantalla
Luis Inácio Lula Da Silva mandó un mensaje al Grupo de Puebla, en un video que grabó horas después de haber quedado libre. Felicitó a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner por su victoria y adelantó que recorrerá Brasil luego de sus 580 días de encarcelamiento. "El triunfo de Alberto fue como si yo hubiera ganado", afirmó.
El líder del PT recordó que pasó "momentos maravillosos" con Cristina, a quien definió como "gran compañera" y que con el nuevo presidente y su vice comparten la idea de la integración latinoamericana. "Estoy libre y con muchas ganas de luchar. Tengo el sueño de construir una gran América latina, con mejor distribución", añadió.
"Estoy en la lucha, con ganas de recorrer Brasil y luchar contra el lado podrido de la justicia y la política", señaló, al tiempo que denunció que "la derecha no acepta que un pueblo pobre se revele contra las injusticias sociales".

EL PAÍS 09 de noviembre de 2019 Panorama político: El lawfare en Brasil y Argentina Lula libre: Un poco de Justicia

Cómo se usa la justicia con fines políticos en América latina. El papel de Sergio Moro en Brasil y del macrismo en Argentina. La corrupción de la justicia en la ofensiva contra los partidos populares de la región.
Cuando murió su hermano, Lula no pudo asistir al entierro porque estaba preso. “El travieso solamente quería pasear”, se burló Januario Paludo, uno de los fiscales del tribunal que lo juzgó. Cuando murió su nieto de siete años, le dieron permiso para asistir al velorio. “Uf, prepárense para una nueva novela de ida al velorio”, “en medio del carnaval”, ironizaron otros dos. “Estrategia para humanizarse, como si fuera posible en su caso”, intervino el jefe de los fiscales, Deltan Dallagnol. Ahora resulta que esa detención de más de un año y medio fue inconstitucional.
El sitio de noticias The Intercept publicó el intercambio de mensajes entre los fiscales y el juez Sergio Moro. Queda claro que el magistrado tenía una inquina personal con el ex presidente y buscaba perjudicarlo. Moro no pudo reunir prueba y el fallo se basó en su ”íntima convicción”, una fórmula polémica si el juez no observa ecuanimidad absoluta.
En Argentina fue condenado Amado Boudou en un juicio donde no se probó lo que se acusaba. El ex vicepresidente de Cristina Kirchner fue el que arrebató el negociado de las jubilaciones privadas a grandes grupos económicos, que nunca se lo perdonaron.
La estafa de las jubilaciones privadas que cobran comisiones millonarias y después devuelven menos de la mínima a los jubilados es uno de los reclamos más sentidos de las protestas chilenas. Boudou evitó el desastre que hubiera condenado a millones de jubilados, pero se ganó enemigos poderosos.
De repente quedó en el foco de una campaña de denuncias mediáticas que rápidamente se transformaron en causas judiciales. En algunas fue sobreseído, en otra fue condenado por la venta de un auto de los años '90. Y en la causa más importante, fue condenado por el juez Ariel Lijo sin que las pruebas aportadas certificaran las acusaciones.
Si un juez condena a un ex presidente a doce años de prisión solamente por datos circunstanciales y por su “íntima convicción”, por lo menos tendría que mostrarse imparcial hasta la exageración. No fue el caso de Moro. Los mensajes que publicó Intercept evidenciaron la forma irregular como manejó la investigación con los fiscales y su abierta animosidad contra Lula.
Su sentencia a 12 años de cárcel impidió que Lula fuera candidato en las elecciones presidenciales. Y de esa manera abrió camino al triunfo del energúmeno Jair Bolsonaro. En agradecimiento, Bolsonaro nombró a este ambicioso juez de provincia como su ministro de Justicia. La aceptación de Moro tiñó aún más su sentencia contra Lula como política y no judicial.
En 2016, el Tribunal Superior de Justicia discutió sobre lo mismo que ahora y decidió lo contrario, es decir, que podían permanecer detenidos los acusados sin sentencia en firme. Casi tres años después, con un Sergio Moro en declive, igual que Bolsonaro, la decisión es la opuesta. El tema no cambió. Lo que cambió fue el contexto político.
En el caso de Boudou, el Tribunal que confirmó la condena lo metió a la cárcel sin esperar que se definiera Casación, que hubiera sido lo usual. Cuando la periodista de Página/12, Irina Hauser, preguntó la razón, la respuesta fue “los tiempos cambiaron”.
El abuso de las prisiones preventivas o cuando el acusado todavía no tiene condena en firme se convirtió en moneda corriente en los últimos años en América Latina. Bajo el paraguas de consejos y sugerencias del Departamento de Justicia de Estados Unidos estos temas se debatieron en numerosas reuniones con jueces y fiscales latinoamericanos pero siempre referidos a casos de terrorismo, lavado o narcotráfico. Oh casualidad, nunca se aplicó para estos casos, sino como herramienta de persecución a dirigentes populares que no fueron dóciles a las políticas norteamericanas.
Aunque el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Brasil argumentó con la Constitución, la discusión no pasó por ahí, sino que fue un debate político. Hay cinco mil detenidos que estarían afectados por esta decisión. Pero la discusión fue sobre Lula o el Lava Jato. Hubo magistrados que consideran que el ex presidente merece un juicio justo que no tuvo. Otros jueces temen que el Lava Jato caiga sobre sus cabezas si liberan a Lula.
Son temas políticos, no judiciales. Porque la guerra contra los gobiernos populares del continente corrompió a la justicia o a un sector de cada Poder Judicial para convertirlo en instrumento político. El daño ha sido profundo. El término que se usa para agrupar estos métodos de corrupción judicial es lawfare, en el idioma de quienes lo concibieron.
Mauricio Macri perdió las elecciones y, qué casualidad, el fiscal Carlos Stornelli, que andaba por la vida con la prepotencia y la impunidad de un Intocable, anunció que después de ignorar olímpicamente siete citaciones del juzgado, concurrirá a declarar ante el juez Alejo Ramos Padilla.
Macri protegió a Stornelli y presionó a Ramos Padilla. En pleno conflicto con el fiscal, al mejor estilo mafioso, Macri lo exhibió a su costado en un acto oficial y ordenó al Procurador interino, Eduardo Casal, que hiciera la vista gorda. Se había convertido prácticamente en un prófugo, pero gracias a la protección presidencial, Stornelli pudo burlar a la Justicia.
Ahora, el fiscal estrella del macrismo dijo que había esperado a terminar la causa de los cuadernos para presentarse. Fue la excusa, lo real es que sin la protección mafiosa presidencial, Stornelli está obligado a comparecer ante Ramos Padilla. Y es muy probable que quede imputado, al borde del juicio político.
Cambian los tiempos, cambian las sentencias. Argentina tiene alrededor de 30 presos políticos. Y una doctrina Irurzun por la cual los ex funcionarios del gobierno kirchnerista perdieron sus garantías constitucionales y el derecho a ser considerados inocentes hasta que se demuestre lo contrario. No todos los argentinos son iguales ante la ley. Según esta doctrina, a los ex funcionarios kirchneristas se los puede detener solamente con acusarlos.
Los radicales, con el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, a la cabeza, arrasaron con la independencia del Poder Judicial de esa provincia para poder encarcelar a Milagro Sala. El presidente electo, Alberto Fernández, fue claro: tuvo diferencias políticas con la dirigente social presa, pero el proceso de copamiento de la Corte provincial y los tribunales que la juzgaron fue vergonzoso.
Esta ola de corrupción de la Justicia se hizo en nombre de la República, cuyo pilar fundamental es la independencia de poderes. Es el mismo razonamiento de los militares que instalaban dictaduras para defender la democracia. No es casual que muchos de los integrantes del gobierno macrista hayan sido conocidos defensores de los genocidas y las dictaduras, negacionistas o voceros de la teoría de los dos demonios.
Esta semana, el gobierno de Macri recibió un pedido de informes del relator de Naciones Unidas para la independencia de los jueces, el peruano Diego García Sayán.
La inquisitoria de García Sayán, hace un prolijo listado que va desde las presiones para desplazar a la ex Procuradora Alejandra Gils Carbó, hasta las maniobras contra jueces que emitieron fallos contrarios al interés del gobierno, como el pedido de juicio político al juez Alejo Ramos Padilla, o la ofensiva contra los jueces Jorge Ballestero y Eduardo Farah.
La libertad de Lula es un acto de Justicia, como será la libertad de los presos políticos en Argentina que han sido juzgados de manera irregular y sin que sean respetados sus derechos.

EL PAÍS 09 de noviembre de 2019 · Actualizado hace 4 hs El presidente electo planteó que “no es una utopía vivir en un continente igualitario" Alberto Fernández en el encuentro del Grupo de Puebla: “Cumplí y gané, Lula”

Ante dirigentes políticos de toda América Latina Fernández definió su agenda de integración y lucha contra la desigualdad. Clima de alegría con la V peronista y la L de Lula libre. 
Imagen: Joaquín Salguero
Una V y una L marcaron el tono del Grupo de Puebla reunido en Buenos Aires todo este fin de semana. El ex jefe de gabinete brasileño Aloizio Mercadante hizo llorar a dirigentes de toda América Latina cuando dibujó en el aire las dos letras con sus manos y dijo “Perón vuelve y Lula libre”. La V y la L resumen la victoria de Alberto Fernández en la Argentina y el regreso de Lula a las calles de Brasil y, como él mismo prometió en un saludo por video, a las de todo el continente. “Cuando lo vi en la cárcel, Lula me dio una sola orden”, dijo Alberto. “Tenés que ganar.” Y remató: “Cumplí y gané, Lula”.
El eje Argentina-Brasil como vertebrador de Sudamérica fue el gran tema de la apertura en el Grupo de Puebla que integran líderes latinoamericanos, entre ellos el propio AF, y coordina el chileno Marco Enríquez-Ominami..

Con Hebe Bonafini en primera fila, el presidente electo contó que cuando fue a visitar a Lula a la cárcel algunos le preguntaron si esa movida era conveniente. “Nunca debemos especular ni dudar en ser solidarios con quien está padeciendo injustamente”, dijo. Nombró al ex canciller de Lula Celso Amorim, presente allí y antes en el presidio durante la visita a Lula, para tener un testigo del pedido que le hizo Lula al final del encuentro La hora ya estaba cumplida y los guardias se acercaban. “Vocé tem que ganhar na Argentina”, repitió Alberto en buen portugués recordando la orden del ex presidente 2003-2010.
Justo antes de su intervención los asistentes vieron en pantalla el saludo en video grabado por Lula. Un tipo feliz en remera clarita decía que no importa si Pelé es mejor que Maradona y viceversa y felicitaba “a Alberto y a Cristina, gran compañera con la que vivimos extraordinarios momentos”. El mensaje seguía de este modo: “Estoy libre y con mucha voluntad de luchar. Mi objetivo en la vida es construir una gran Latinoamérica. Estoy dispuesto a viajar por América Latina, donde Fernández puede ser un ejemplo”. Señaló que “la elite latinoamericana es muy conservadora y no acepta el ascenso de los pobres”, pero dijo que cuando gobernaron él, Néstor Kirchner, Dilma Rousseff, CFK, Fernando Lugo, Tabaré Vázquez, Pepe Mujica y Hugo Chávez”.
En su breve discurso un Fernández que lucía más descansado --sonriente, cómodo en el saco oscuro y la camisa clara sin corbata-- fundamentó la existencia del Grupo de Puebla, que integran varios ex presidentes y presidentas como el colombiano Ernesto Samper y Rousseff, en la coincidencia de ideas y en la combinación de relaciones personales y políticas. “Aprendí de mi amigo Alberto Iribarne que la mejor política surge de los mejores vínculos personales”, dijo, y ya que estaba dejó establecido el nombre del ex ministro de Justicia, que vuelve a sonar para un puesto importante en el nuevo gobierno.
Dijo Alberto que se había retrasado porque tuvo una hora de charla con el presidente francés Emanuel Macron. “Una charla espléndida”, definió. “Hablamos de Lula, de Venezuela, de Chile y de los problemas del continente. Sentí que me entendía. Le dije por ejemplo que en Bolivia una clase dominante no se resigna a perder el poder a manos de un presidente boliviano que se parece a los bolivianos.”

Agenda

AF no sonó a candidato en campaña (ya no lo es desde el 27 de octubre) y sus palabras parecieron marcar la agenda futura del Estado argentino:
*Incorporó la relación con México, donde acaba de estar de visita, en un lugar destacado. “Andrés Manuel López Obrador es el primer presidente mexicano en muchas décadas que vuelca su mirada hacia América Latina”, dijo.
*Puso un toque de esperanza. “Hace cuatro años estábamos muy agobiados, viendo cómo las instituciones se demacraban”, narró.
*Sin mencionar la palabra técnica “lawfare”, sobre el uso del aparato judicial para la persecución política, porque no suele usar jerga que no se entienda, dijo que “lo que ocurre en la Justicia brasileña no es muy distinto de lo que pasa en la Justicia argentina, o en la de Ecuador, que metió preso al vicepresidente Jorge Glass”.
*Reinstaló el valor de la democracia como punto de partida. “Los que estamos aquí somos hijos de la democracia. Respetamos el pensamiento del otro. Así vamos a construir la sociedad igualitaria”.
*Retomó a Dilma, que antes había mencionado cifras de concentración de la renta, y dijo que “en Chile el 1 por ciento por ciento de la población se apropia del 30 por ciento del ingreso”.
*Colocó a Chile como problema propio. “Estoy dispuesto a ayudar a que Chile recupere la paz pero la solución no la tengo yo. Supongo que volveré a hablar con el presidente (Sebastián) Piñera, con quien ya tuve una muy buena charla.”
*Subrayó la importancia de la relación entre los dos países grandes de Sudamérica. “Con Lula libre soplan otros vientos en Brasil. La unidad entre Brasil y la Argentina es indisoluble. Es el eje de la unidad de América del Sur. Es el 70 por ciento del producto sudamericano.”
*Elevó la desigualdad como un gran problema a resolver. “Nadie que se diga progresista, socialista, peronista o comunista, puede vivir tranquilo con la desigualdad. Raúl Alfonsín decía que nunca debíamos dejar de lado la ética de la solidaridad.”

Perón

La mesa de apertura estuvo integrada por Enríquez-Ominami como maestro de ceremonias, Rousseff, AF, Samper y Mercadante.
Fue Mercadante el que estableció un puente entre el pasado y el presente y entre los temas urgentes a resolver y la construcción política.
Sobre lo que pasa en el Brasil de Jair Bolsonaro contó que comenzó a militar bajo la dictadura (Mercadante nació en 1954 y Brasil tuvo régimen militar de 1964 a 1985) y apuntó que “hoy mis hijos y mis nietos están viviendo algo parecido”. El precepto es que “el que gana gobierna y el que pierde va a la oposición”, pero en Brasil los perdedores van a la cárcel. Por eso, “lo más más importante es retomar la soberanía del voto” como ocurrió en la Argentina, “un soplo de esperanza democrática”.
Describió un país donde “13 millones de brasileños viven con menos de dos dólares por día” y otros millones no tienen ingreso alguno. Historió que con Lula, asumido el primer día de 2003, “afrontamos la carga de la deuda pública, combatimos el hambre, pusimos en marcha el plan Bolsa Familia (dicho sea de paso, equivalente y antecedente de la Asignación Universal por Hijo) y aumentamos el salario mínimo”. Se enorgulleció Mercadante de que “pusimos la cuestión de la pobreza por encima de todo pero nunca tuvimos fuerza en el parlamento para lograr que los ricos pagaran los impuestos correspondientes”.
El ex senador y ex jefe de gabinete de Rousseff fue el que instaló por primera vez en los últimos meses en público un tema clave: el de la coexistencia entre la solidaridad argentina con Brasil y la pelea para que el Mercosur no desaparezca.
“En Brasil hay gente que quiere salir del Mercosur”, dijo en lo que sonó como una referencia al superministro ultraliberal Paulo Guedes. “No tienen en cuenta que en Europa hubo dos guerras y que fue eso lo que creó las bases de la integración europea”. Agregó Mercadante: “No queremos que nuestras diferencias inconciliables con Bolsonaro, que defendió al torturador de Dilma cuando aprobó su juicio político, impidan la integración entre Brasil y la Argentina”.
Llorando, Mercadante dijo que está con Lula hace 45 años. “Hace política como Gardel cantaba tangos. Con intuición y compromiso con el pueblo. Los verdaderos compañeros no están en la victoria sino en estos momentos, cuando alguien vive en 15 metros cuadrados como Lula en el presidio de Curitiba. Alberto empezó su campaña diciendo ‘Lula Libre’. El día de la victoria la militancia peronista gritaba lo mismo. No lo vamos a olvidar. Antes los peronistas decían ‘Perón vuelve’. Ahora es ‘Lula libre’ y ‘Vuelve Lula’.”

Desigualdad

El ex presidente colombiano Ernesto Samper, que abrió el acto, distinguió entre dos tipos de integración, la meramente comercial y la regional. Dio como ejemplo Unasur, de la que fue secretario ejecutivo, “cuando no discutíamos sobre ideología aunque cada presidente tenía la suya sino sobre problemas concretos como la conectividad y la integración física”.
Dilma, la presidenta reelecta en 2014 y derrocada por un golpe en 2016, condenó en su discurso el bloqueo a Cuba, bendecido por Bolsonaro, y dijo que “para el Grupo de Puebla está en primer plano la cuestión de la desigualdad, que es la cuestión del siglo en un Brasil en el que el 56 por ciento del ingreso nacional lo tiene el 10 por ciento de la población”.
Dijo estar “feliz porque Lula salió de la prisión y ahora, andando por Brasil, puede liderar la construcción del regreso a la democracia y la paz”.
Y reflexionó sobre la Argentina: “La victoria electoral de Alberto Fernández revierte la ola conservadora que nos atacaba”.
martin.granovsky@pagina12.com.ar
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EL MUNDO 09 de noviembre de 2019 · Actualizado hace 1 hora El discurso tras la liberación

Desde la sede del sindicato metalúrgico en San Bernardo do Campo, el expresidente Lula Da Silva adelantó que pedirá en la Justicia "que se anulen todos los procesos" en su contra porque "hay argumentos suficientes" para probar la falta de objetividad del exjuez Sergio Moro. "Precisaba probar la mentira", subrayó.
Imagen: EFE
El expresidente Brasileño Lula Da Silva volvió a hablar desde el sindicato de metalúrgicos de San Bernardo do Campo, pero esta vez en libertad. “Necesito probar que el juez Moro no era un juez sino un canalla. Decidí quedarme cerca de las fieras para probar mi inocencia”, subrayó desde el escenario, luego de agredecer el apoyo del pueblo brasileño, junto al excandidato del PT Fernando Haddad, la presidenta del PT Gleisi Hoffman, su novia y otros dirigentes políticos que lo acompañaron durante los 580 días preso. 
El líder del PT explicó que aquel 7 de abril de 2018 optó por ir a la cárcel tras ser condenado "injustamente" en vez de elegir el exilio, porque precisaba "probar la mentira" en su contra. En este punto relacionó también la victoria electoral de Jair Bolsonaro con su encarcelamiento, el que le impidió competir en los comicios, a pesar de ser el candidato con mayor proyección en las urnas. 
El expresidente Brasileño Lula Da Silva volvió a hablar desde el sindicato de metalúrgicos de San Bernardo do Campo, pero esta vez en libertad. “Necesito probar que el juez Moro no era un juez sino un canalla. Decidí quedarme cerca de las fieras para probar mi inocencia”, subrayó desde el escenario, luego de agredecer el apoyo del pueblo brasileño, junto al excandidato del PT Fernando Haddad, la presidenta del PT Gleisi Hoffman, su novia y otros dirigentes políticos que lo acompañaron durante los 580 días preso. 
El líder del PT explicó que aquel 7 de abril de 2018 optó por ir a la cárcel tras ser condenado "injustamente" en vez de elegir el exilio, porque precisaba "probar la mentira" en su contra. En este punto relacionó también la victoria electoral de Jair Bolsonaro con su encarcelamiento, el que le impidió competir en los comicios, a pesar de ser el candidato con mayor proyección en las urnas. 
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“Ayer falló en su discurso Bolsonaro, confesó que perdía las elecciones si yo competía”, destacó desde el sindicato que vio nacer su carrera política y ratificó: “Bolsonaro le debe su campaña a Moro y a las fake-news contra Haddad”. Por el contrario, Lula resaltó que él está “libre como un pájaro”. “Yo duermo con la conciencia tranquila. Dudo que sea el caso de Moro y de Bolsonaro”, lanzó. 
Mientras sus seguidores coreaban “Olé olé olé Lula Lula”, el exmandatario confirmó que iniciará los trámites legales con sus abogados para limpiar su nombre. “Lo que queremos ahora es que se anulen todos los procesos contra mi porque ahora hay argumentos suficientes para probar que Moro es mentiroso, que (el fiscal Dental) Dallagnol es mentiroso”, reforzó. 
Luego se refirió epecíficamente a lo que significa haber recuperado la libertad. "Leí muchas cosas, se preguntaban si yo saldría con odio de la cárcel, radicalizado, con odio. Yo quiero construir con alegría, como cuando gobernamos. No tengo empleo y mi vida está bloqueada. Tengo más coraje por luchar que nunca, para recuperar el orgullo de ser brasileños", aseguró

Sobre la presencia de Bolsonaro en el Palacio de Planalto

Un extenso pasaje de su discurso se lo dedicó a condenar el modelo de país que está implementando el ultraderechista Jair Bolsonaro, al referirse a la “locura” de su gobierno. En las últimas horas, el actual presidente lo llamó "canalla" y pidió que no se le diera tanto crédito a su excarcelamiento porque Lula "está cargado de culpas". 
“Este país es de más de 203 millones de habitantes y la gente no puede permitir que los militares acaben con este país que nosostros construimos, que era respetado por el mundo entero y ahora está siendo destruido”, manifestó al recordar los años del gobierno del PT, que achicaron las brechas de desigualdad en el país. 
El exmandatario prometió que “la violencia va a caer”. “Contra la distribución de odio de Bolsonaro, vamos a distribuir libros”, afirmó, al resaltar que Brasil “no se merece el gobierno que tiene, uno que cuenta mentira todo el día”. 
En ese sentido, hizo énfasis en las denuncias que rodean al ultraderechista, particularmente sobre su relación con el asesinato de la exconcejal y militante lgbt Marielle Franco. "Tiene que haber una pericia para saber quién mató a esa guerrera, la gran edil de las mujeres, Marielle. Bolsonaro debe decir dónde está Queiroz también y cómo hizo su patrimonio de 17 casas. A mí me dan vuelta y no se me cae una moneda. Qué expliquen cómo tienen tanta plata", reclamó.
El líder del PT volvió a agradecer el acompañamiento de sus seguidores y resaltó que hubo algo que los que orquestaron su encarcelamiento no tuvieron en cuenta. “Ellos no entienden que un pueblo como ustedes no depende de una persona, sino de un colectivo”, resaltó, para enfatizar con más fuerza y provocando la ovación de todo el público presente: “tengo la certeza de que en 2022 la llamada izquierda a la que Bolsonaro le tiene tanto miedo va a derrotar a la derecha”
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