sábado, 30 de agosto de 2014

› LA ASOCIACION INTERNACIONAL DE MERCADO DE CAPITALES REFORMULO LAS PAUTAS DE REESTRUCTURACION Reglas nuevas después del zafarrancho de Griesa

 Por Cristian Carrillo
Los principales bancos del mundo propusieron una serie de modificaciones para que en los canjes futuros se respete a las mayorías, a partir de que el acuerdo sea vinculante a todos los acreedores. La Asociación Internacional de Mercado de Capitales (ICMA, por sus siglas en inglés) dispuso nuevas pautas de reestructuración con el objetivo de evitar que, como sucedió en el caso argentino, un grupo minoritario de acreedores haga fracasar la operación. Los cambios implican el uso de Cláusulas de Acción Colectiva (CAC) y de una interpretación “correcta” de la pari passu. El grado de adhesión para que gatille la CAC deberá ser del 75 por ciento, nivel que el canje argentino cumple de manera holgada, aunque –aclararon– estos cambios no tendrán efecto retroactivo. El documento elaborado por el equipo técnico del organismo que nuclea a más de 450 bancos e inversores en 52 países, con sede central en Suiza, sostiene que “la interpretación de la cláusula pari passu (igualdad de trato entre acreedores) que realizó la Justicia estadounidense conlleva una considerable incertidumbre para las futuras reestructuraciones”.
El gobierno argentino había alertado en distintas oportunidades sobre la falta de un mecanismo de quiebras, similar al que existe para estos eventos entre privados. La reestructuración de 2005 –que se relanzó en el 2010– permitió un nivel de adhesión de 92,4 por ciento del universo de tenedores alcanzados por el default de 2001. La falta de una arquitectura legal que permita que este tipo de arreglos se haga extensivo a todos los acreedores es lo que abrió la puerta para que fondos especulativos accionaran judicialmente para conseguir un trato preferencial. Es así que un grupo de fondos buitre, que representan el 1,6 por ciento de la emisión de títulos públicos defaulteados, consiguió un fallo favorable para que les paguen hasta el ciento por ciento del valor nominal de sus tenencias, mientras traban el pago de deuda reestructurada.
“Los riesgos potencialmente adversos a nivel mundial del cese de pagos y la restructuración de la deuda argentina demuestran la importancia de disponer de términos contractuales claros y sin ambigüedades en los bonos soberanos”, explicó el abogado asesor del ICMA, Leland Goss. Según los documentos publicados en su página web, se dispusieron nuevos términos para las Cláusulas de Acción Colectiva y pari passu, que determinarán qué cambios aceptados por una mayoría de tenedores de bonos vinculen legalmente a todos. “Estas nuevas reglas ofrecen una solución práctica al problema del bloqueo de las minorías”, aseguró el organismo con sede también en los centros financieros de Londres, París y Hong Kong. El número de miembros en la asociación incluye emisores primarios, intermediarios del mercado secundario, gestores de activos, inversores y a proveedores de infraestructura.
El éxito de los buitres se sustenta en realizar distintas presentaciones hasta obtener fallos que les confieran derechos sobre países en crisis. Este accionar es posible por la falta de un mecanismo internacional que arbitre en los problemas de insolvencia soberana. En 2001 –en plena crisis argentina–, la entonces economista jefe del Fondo Monetario, Anne Krueger, introdujo una propuesta para establecer nuevas reglas en la materia, que el lobby financiero logró que se abandonara. El argumento fue que se trataba de un problema de índole privada entre deudores y acreedores. Las modificaciones del ICMA son una primera solución privada para este tipo de inequidades.
Los bonos que nacieron con los canjes además no contaban con la Cláusula de Acción Colectiva, que hubiese dejado sin margen de maniobra a estos fondos especulativos. Por el contrario, al igual que la mayoría de los bonos de países de la región, se adaptó al esquema legal de Nueva York, el cual plantea que el emisor debe obtener el consentimiento de todos y cada uno de los acreedores para reestructurar su deuda original. Las nuevas cláusulas se incluyeron en el Handbook ICMA, el manual rector del mercado europeo, que establece recomendaciones y directrices en relación con deudas soberanas, cuya aplicación no es obligatoria. Este nuevo esquema debería ser adoptado y las cláusulas podrán incluirse en los términos y condiciones de los futuros bonos que se emitan. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional debería publicar un documento en relación con ambas cláusulas (CAC y pari passu), luego de someterlas a discusión de su junta directiva.
Este tipo de cláusulas permiten a los bonistas llamar a asamblea y nombrar a un representante que negocie con los deudores. Las resoluciones que surjan de esa asamblea y sean respaldadas por la mayoría, establecida en 75 por ciento, serán de cumplimiento obligatorio para todos los tenedores. El esquema mantiene el mínimo de 25 por ciento de los tenedores de una serie de bonos para solicitar la aceleración de pagos en caso de incumplimiento del cronograma de pagos de vencimientos de deuda performing. En una nota accesoria, señala que la cláusula pari passu, en el caso de una quiebra, implica que todos los acreedores deben ser tratados igual. Sin embargo, aclara que eso significa que todos tendrán la misma categoría, “sin preferencia entre ellos”. Además, señala que el emisor (el soberano) no tendrá una obligación de pago igual o a prorrata en cualquier momento como condición de pago para otros acreedores. Los bonistas con deuda argentina están siendo impedidos de cobrar sus servicios por una orden del juez Griesa, el cual considera que el país debe pagarles a los tenedores de bonos reestructurados sólo si al mismo tiempo les paga a los buitres.
PAGINA 12

viernes, 29 de agosto de 2014

Pavarotti & Friends Celine Dion My Heart Will Go On





Buen viernes por la noche

GB

a tontas y a ciegas

El que hace este ruido
en el final de la cadencia,
merece una fusilación.
¿Que vértigo le arrancó la cara
en estos parajes? Un árbol
tiende su sombra
sobre raspaduras del digo.
Diluvian penas muertas
al instante después de cantar.
Cambalachean ángeles en
los espectáculos del odio.
No compres pan en estas tiendas,
oh cansino revire
del alma que se mira. Perezca
la paz silenciosa del cisne.
Se quema todo, menos
la verdad libre de si misma
en cada miedo, dios.

JUAN GELMAN

VIGILIAS.

En los alrededores de esta
noche despierta pasa un tren
con un solo pasajero, mi infancia.
La sordera de los viejos clarines
la desafina. Es plata
que el tiempo puso negra y en sus
mutilaciones pasa un tren
con un solo pasajero, mi infancia.
Hay que habitar este aliento cortado,
¿Quien prepara esos cruces
y esas cruces en un cuerpo que
calla en en la noche y quiere
ser su criatura? La fatiga
clava clavos en la palabra no.
Es grave la ceguera de
ser haber sido.

JUAN GELMAN.

Mecánicos Por Osvaldo Soriano

Por Osvaldo Soriano

Mi padre era muy malo al volante. No le gustaba que se lo dijera y no sé si ahora, en la serenidad del sepulcro, sabrá aceptarlo. En la ruta ponía las ruedas tan cerca de los bordes del pavimento que un día, indefectiblemente, tenía que volcar. Sucedió una tarde de 1963 cuando iba de Buenos Aires a Tandil en un Renault Gordini que fue el único coche que pudo tener en su vida. Lo había comprado a crédito y lo cuidaba tanto que estaba siempre reluciente y del motor salían arrullos de palomas. Me lo prestaba para que fuera al bosque con mi novia y creo que nunca se lo agradecí. A esa edad creemos que el mundo sólo tiene obligaciones con nosotros. Y yo presumía de manejar bien, de entender de motores, cajas, distribuidores y diferenciales porque había pasado por el Industrial de Neuquén.
Antes de que me fuera al servicio militar me preguntó qué haría al regresar. Ni él ni yo servíamos para tener un buen empleo y le preocupaba que la plata que yo traía viniera del fútbol, que consideraba vulgar. A mi padre le gustaba la ópera aunque creo que nunca conoció el Teatro Colón. Venía de una lejana juventud antifascista que en 1930 le había tirado piedras a los esbirros del dictador Uriburu, y conservaba un costado romántico. Cuando le dije que quería seguir jugando al fútbol, lo tomó como un mal chiste. Me aconsejó que en la conscripción hiciera valer mi diploma de experto en motores para pasarla mejor. Siempre se equivocaba: fue como centro-delantero que evité las humillaciones en el regimiento. Cualquiera arregla un motor pero poca gente sabe acercarse al arco. La ambición de mi padre era que yo conociera bien los motores viejos para después inventar otros nuevos. Igual que Roberto Arlt, siempre andaba dibujando planos y haciendo cálculos. Una tarde en que me prestó el Gordini para ir al bosque me anunció que al día siguiente, aprovechando sus vacaciones, lo íbamos a desarmar por completo para poder armarlo de nuevo.
Yo no le hice caso pero él se tomó el asunto en serio. En el fondo de la casa tenía un taller lleno de extrañas herramientas que iba comprando a medida que lo visitaban los viajantes de Buenos Aires. Como no podía pagarlas, los tipos entraban de prepo al taller, se llevaban las que tenía a medio pagar y de paso le dejaban otras nuevas para tenerlo siempre endeudado. Había algunas muy estrambóticas, llenas de engranajes, sinfines, manómetros y relojes, que nadie sabía para qué servían.
A la madrugada dejé el coche en el garaje y me tiré en la cama dispuesto a dormir todo el día. Pero a las seis mi viejo ya estaba de pie y vino a golpear a la puerta de mi pieza. Mi madre no me permitía fumar y el entrenador tampoco, así que cuando me ofrecía el paquete yo sonreía y lo seguía por el pasillo poniéndome los pantalones. Caminaba delante de mí, medio maltrecho, y lo sorprendía que yo pudiera saltar un metro para peinar la pelota que bajaba del techo y meterla por la claraboya del taller.
—Sos un cabeza hueca —me decía.
Se reía con Buster Keaton y leía La Prensa, que le prestaba un vecino. Tal vez había envejecido antes de tiempo o quizá se enamoró de una mujer intocable en uno de esos pueblos perdidos por donde nos había arrastrado. Nunca lo sabré. Mi madre ha perdido la memoria y apenas si recuerda el día en que lo conoció, ya de grande, en las barrancas de Mar del Plata.
Me miró y dijo: "Vamos a desarmar el coche. Después, cuando lo volvamos a armar, no nos tiene que sobrar ni una arandela, así aprendes". Era un día feriado, sin fútbol ni cine. Hacía un calor terrible y a mediodía el cura del barrio se presentó a comer gratis y a ver televisión. Pero antes de que llegara el cura mi padre me pidió que eligiera por dónde empezar. Parecía un cirujano en calzoncillos. Sudaba a mares por la piel de un blanco lechoso que yo detestaba. Al agacharse para aflojar las ruedas del Gordini se le abría el calzoncillo y las bolsas rugosas bajaban hasta el suelo grasiento. Puso tacos de madera bajo los ejes y empezó a sacar tornillos y tuercas, bujes y rulemanes, grampas y resortes. A mí me daba bronca porque creía que nunca más iba a poder llevar a mi novia al otro lado del río y entre los árboles.
Igual ataqué el motor con una caja de llaves inglesas, francesas y suecas. A mediodía, cuando el cura asomó la cabeza en el taller, ya teníamos medio coche desarmado. Los dos estábamos negros de aceite y habíamos perdido por completo el control de la operación. Mi padre había desmontado todo el tren delantero, la tapa del baúl, el parabrisas, y asomaba la cabeza por abajo del tablero de instrumentos. Atrás, yo había sacado válvulas y culatas y trataba de arrancar el maldito cigüeñal. De vez en cuando mi viejo gritaba "¡Carajo, qué mal trabajan los franceses!" y arrojaba el velocímetro sobre la mesa mientras arrancaba con furia el cable del cebador. El cura nos miraba perplejo con un vaso de vino en una mano y la botella en la otra y de pronto le preguntó a mi padre cuántas cuotas llevaba pagadas. Ahí se hizo un silencio y el otro casi se pierde los tallarines gratis:
—Doce —le contestó de mal humor mi viejo, que era devoto de cristos y apóstoles—. Y con la ayuda de Dios todavía tengo que pagar otras veinticuatro.
Tardamos tres días para convertir al Gordini en miles y miles de piezas diminutas y tontas desparramadas sobre la mesada y el piso. La carcasa era tan liviana que la sacamos al patio para lavarla con la manguera. La segunda tarde mi madre nos desconoció de tan sucios que estábamos y nos prohibió entrar a la casa. Dormíamos en el garaje, sobre unas bolsas, y allí nos traía de comer. Vivíamos en trance, convencidos de que un técnico diplomado en el Otto Krause y un futuro conscripto de la Patria no podían dejarse derrotar por las astucias de un ingeniero francés. Fue entonces cuando mi padre decidió comprimir el motor y aligerar la dirección para que el coche cumpliera una performance digna de su genio. Hizo un diseño en la pared y me preguntó, desafiante, si todavía pensaba que el fútbol era más atrayente que la mecánica. Yo no me acordaba cuál pieza concordaba con otra ni qué gancho entraba en qué agujero y una noche mi padre salió a buscar al cura para que con un responso lo ayudara a rehacer el embrague. Al fin, una mañana de fines de febrero el coche quedó de nuevo en pie, erguido y lustroso, más limpio que el día en que salió de la fábrica. Lo único que faltaba era la radio que el cura nos había robado en el momento del recogimiento y la oración.
Le pusimos aceite nuevo, agua fresca, grasa de aviación y un bidón de nafta de noventa octanos. Hacía tiempo que mi padre había perdido los calzoncillos y se cubría las vergüenzas con los restos de un mantel. Mi novia me había abandonado por los rumores que corrían en la cuadra y mi madre tuvo que lavarnos a los dos con una estopa embebida en querosene. En el suelo brillaba, redonda y solitaria, una inquietante arandela de bronce, pero igual el coche arrancó al primer impulso de llave. Mi padre estaba convencido de haberme dado una lección para toda la vida. Adujo que la arandela se había caído de una caja de herramientas y la pateó con desdén mientras se paseaba alrededor del Gordini, orgulloso como una gallo de riña. Después me guiñó un ojo, subió al coche y arrancó hacia la ruta. A la noche lo encontré en el hospital de Cañuelas, con un hombro enyesado y moretones por todas partes.
—Anda —me dijo—. Preséntate al regimiento como mecánico, que te salvas de los bailes y las guardias.
Ese año hice más de veinte goles sin tirar un solo penal. Por las noches leía a Ítalo Calvino mientras escribía los primeros cuentos. Mi viejo sabía aceptar sus errores y cuando publiqué mi primera novela, y me fue bien, se convenció de que en realidad su futuro estaba en la literatura. Enseguida escribió un cuento de suspenso titulado La luz mala, que inventó de cabo a rabo. Como Kafka, murió inédito y desconocido de los críticos. Por fortuna para él su único enemigo, grande y verdadero, había sido Perón.

(De Cuentos de los años felices)

Lanata, el pícaro gordito Por Carlos Barragán

Tendré que ser reiterativo. Lo he escuchado y he leído al pícaro gordito afirmar que quienes hacemos 678 somos ratas, mierda, chorros, mercenarios, forros, gusanos, cerdos, y también que nos cagaría a trompadas. Lo escuché llamarlo “Goebbels” a Diego Gvirtz, “Ramero” a Javier Romero, lo escuché diciendo que en la AFIP la plata se las gastan en putas y en merca. Lo escuché insultando a otra gente con nombre y apellido, lo escuché diciendo en general que en el gobierno son todos unos hijos de puta. Y cada vez que lo veo al pícaro gordito está con su logo identificatorio que es una mano haciendo fuck-you, un insulto. Para que quede claro, lo que él eligió como signo para que lo represente es sencillamente un insulto. Un gesto que en la televisión del país que inventó lo del dedito lo consideran lo suficientemente agresivo como para taparlo –pixelarlo- cuando alguien lo hace. El pícaro gordito no podría utilizar su logo en la teve norteamericana, o lo veríamos siempre borroso.

Ahora el pícaro gordito dice que se puso filosófico. No le alcanzó con sus verdades recontrachequeadas con las cuales denuncia al gobierno y a cualquiera que sea lo suficientemente corrupto como para apoyarlo (porque en su prédica este gobierno es un delito, por lo tanto quien lo apoya es su cómplice). Así es como después de denunciar funcionarios también ensucia a músicos, artistas, intelectuales y periodistas. El pícaro gordito en realidad no denuncia, sino que ejerce la persecución política. Pero bien, ahora dice que se puso filosófico y dice buscar –y tener- La Verdad. Y entonces se ha metido con la intimidad de Flor de la V que no casualmente es una persona que ha expresado su simpatía con el gobierno. El gordito es pícaro, de ninguna manera se hubiera molestado en “develar” ninguna cuestión ontológica sobre cualquiera que comparta su propia postura política. Porque todo lo que él hace está calculado y pensado para que sea un golpe más contra el gobierno. Este último truco –el de ser un pícaro filósofo- generó indignación en varias personas que salieron a defender a la persona atacada pícaramente por el pícaro pensador de Clarín. Una de ellas fue Darío Grandinetti quien recomendó algo así como “dejemos de darle entidad a este pelotudo”. Quizá un buen consejo, aunque uno nunca sabe qué hacer en esos casos. Pero el insultador serial, y más que eso: el tipo que adoptó un insulto como marca que lo identifica, dice que no le gusta que lo insulten y que entonces le va a hacer juicio a Grandinetti mientras lo acusa sordamente de corrupto “espero que la plata que juntó con el Gobierno le sirva para pagar abogados ahora". Es que el gordito es pícaro y no pierde oportunidad de perseguir a nadie. Él es el autor de la idea de que todos los que estamos a favor de lo que él está en contra somos delincuentes, y que en algún momento deberemos pagar por eso. El gordito es malo y persigue. Así mandó a insultar a los hijos de unos camaristas que lo habían hecho enojar. Propuso que los compañeros de escuela de esos pibes los insulten por ser hijos de sus padres y repitió sus apellidos para que las agresiones estuvieran bien dirigidas. Pero el gordito además de malo es huidizo porque después mintió y aseguró que no había mandado a acosar a los chicos. Aunque a él no le guste, hay que saber que el gordito instiga el acoso escolar a menores y después lo niega. Qué pícaro.

Otra de las personas que salió en defensa de la persona atacada fue Estela de Carlotto, a quien el gordito le aconseja no creerse moralmente superior a nadie, y a quien acusa (porque él no pierde oportunidad) de apoyar a Milani quien según el recontrachequeador hizo desaparecer a dos personas. Y esperemos que algún fiscal lo llame pronto para que aporte las pruebas del caso. No debemos olvidar que el señor fuck-you hace justo un año recontrachequó que el Banco Nacional de Datos Genéticos era la nueva víctima del gobierno K que lo iba a intervenir para vaya a saber qué iniquidades. Es que el gordi, además de recomendarle a Estela que no se crea San Martín (sic), dispara sobre todo lo que le huela a kirchnerismo. Y en este caso tiene razón: los esfuerzos por encontrar nuevos nietos secuestrados es pura “culpa” de los K.

Hasta acá, nada muy nuevo bajo el sol para los niños de Clarín. Lo que sí me parece digno de atención es el desafío que hace el pícaro gordito a las leyes, a las normas, a la legalidad vigente. El viejo prestidigitador y digitador, ahora va por su pase a la clandestinidad. Como los organismos oficiales que defienden la dignidad de las personas le exigieron que se retracte de su ofensivo ataque, el pícaro gordito resiste. Aquí algunas de las frases de este payador perseguido: “… lo que el Afsca me quiere obligar a hacer… a pedir disculpas, a hacer un curso contra la discriminación, o a dedicar espacio al tema”. Tres opciones que no parece tan graves para reparar un agravio horrible. Pero, el gordito es pícaro y recontrachequea su recontraconvicción y dice “ustedes no me van a ver diciendo que Flor de la V es mujer, no va a pasar, ¿por qué? Porque no lo es. Es un travesti.” (sic) He aquí una parte de su planteo, que la libertad de expresar la convicción del pícaro está por encima de la ley que protege la integridad de una persona. Y sigue en el centro de su universo diciendo “Si quieren que dedique espacio al tema, lo voy a hacer. (…) Pero sabén que, voy a hacer más evidente la censura. (…) Quieren estar 4 horas en radio Mitre? (…) ¿Quieren este mes entero en radio Mitre?, vengan.” Sí, vengan y conviértanme en vuestra víctima, pide el pícaro gordito. “Hagan clases públicas de kirchnerismo, lo que quieran.” (sic) Sí, haganmé cosas feas! No hay que ser sagaz para ver que todo esto no es más que otra trampa que el pícaro le tiende al gobierno. El monstruoso kirchnerismo lo quiere doblegar, pero el gordito es indomable y no hay ley ni derechos humanos que tuerzan su voluntad libertaria. “Quiero que la gente sepa que me están obligando a eso.” (sic) No lo obliguen a respetar leyes, ni normas, ni derechos de otras personas. ¡Liberen a Jorge! “Así van a quedar más en evidencia ustedes y su autoritarismo. Hagan un decreto y prohíbanme. Flor de la V es un travesti, señores.” (sic) Aúlla el pícaro gordito como un Emile Zola que después del Yo Acuso denuncia con valentía “¡Es un travesti!” (sic) Qué coraje admirable el del pícaro. “Y todo el aparato represivo del Estado no va a hacer que yo diga lo contrario.” (sí, sic) Confirmado: es Emile Zolá denunciando, y es Nelson Mandela luchando contra el apartheid de los que no quieren respetar ninguna ley. Ay, pícaro gordito, qué pícaro eres. Qué valentía y cuánta integridad personal se necesita para señalar quién es un travesti y quién no lo es. Siendo él tan pequeño y desvalido, desde la proa del buque insignia de la pobre corporación que representa a todo el poder corporativo, y a pesar de esa insignificancia ser tan gigante en su entrega para enfrentar él solito y desvalido frente a todo el maligno aparato represor de este Estado que lo censura. Ofrecer su libertad, su alma y su cuerpo para ser censurado, prohibido, acallado. “¡Encarcelád al pícaro gordito!” gritan las hordas kirchneristas blandiendo sus antorchas y sus choripanes. Y en la noche se escucha el salvaje bramido camporista “¡A las mazmorras con el valiente gordito irreductible!”, mientras él no abandona su entereza y con heroísmo los enfrenta con el dedo mayor erguido repitiendo su grito de guerra “¡Es un travesti, bárbaros!”

Pero hay algo en esta historia que no es tan ridículo. Y es el hecho de que así como Clarín puso a funcionar todos los brazos del pulpo para evitar cumplir con la ley, hoy su principal vocero cumple con ese mismo papel –el de víctima de la legalidad del Estado- aunque en este caso sea bajo el disfraz del héroe solitario contra “el sistema opresor”. Y es evidente que aplicarle la ley al pícaro gordito sería convertirlo en una víctima, ya no del aparato represivo del Estado –como él lo llama en un grito desgarrado- sino sencillamente del gobierno. Por eso, como el payaso no puede ser tomado en serio por sus payasadas, es que el pícaro gordito debe seguir siendo libre para hacer todos los días las morisquetas que más diviertan a su público. Los que tenemos que aprender somos nosotros, porque quizá Grandinetti tenga razón.

Diario Registrado

¿Cómo se forman los niños y jóvenes en Israel? Por José Steinsleger Parte I

Parte I

Los palestinos nunca son presentados como seres humanos normales. No hay siquiera una fotografía de un palestino que muestre el rostro: siempre enmascarados

Cuando en 2000 el partido Likud (extrema derecha) llegó al Ministerio de Educación, los niños, adolescentes y jóvenes de Israel empezaron a recibir, progresivamente, una formación altamente distorsionada y militarizada. Gobernaba entonces el primer ministro y criminal de guerra Ariel Sharon, y el ministro Limor Lifnat quedó a cargo de la revisión a fondo de todos los planes de educación y de enseñanza.

Siete años después, la gestión de las instituciones educativas de Israel estaba en manos de funcionarios militares. Motti Saji, titular del programa Tsafta, reconoció que en lugar de formar profesores calificados, el propósito apuntaba a encontrar dirigentes militares con habilidades especiales.

Simultáneamente, varios investigadores y pedagogos de las universidades de Tel Aviv y Haifa se volcaban a investigar los nuevos contenidos didácticos de los libros de texto. En 'Una cara fea en el espejo', por ejemplo, el profesor Adir Cohen analizó exhaustivamente mil 700 libros publicados después de 1967, tras la guerra de expansión que los medios occidentales (y textos israelíes) llaman Guerra de los seis días (1966). El estudio arrojó resultados radicalmente opuestos a la tolerancia predicada en los cientos de museos que Israel tiene montados en distintas capitales y ciudades del mundo (México entre ellas).

En 520 libros, Cohen descubrió descripciones humillantes y negativas de los palestinos. Desglosados, 66 por ciento de los textos se referían a los árabes como violentos, malvados (52), mentirosos (37), codiciosos (31), falsos (28), traidores (27 por ciento). Asimismo, en 86 libros, el profesor encontró que se describe a los árabes como homicidas (21 veces), sanguinarios (21), animales viciosos (17), belicistas (17), asesinos (13), creyentes de mitos (9), joroba de camello (dos veces).

Otro capítulo del estudio se basó en los resultados de cinco preguntas del tipo ¿cómo reconoces a un árabe y te relacionas con ellos?, realizadas a un grupo de niños en una escuela primaria de Haifa (cuarto a sexto grado). Pues bien: 70 por ciento describió al árabe como asesino, secuestrador, criminal, terrorista, 80 dijo que veía a los árabes como sucios y con cara aterradora, y 90 por ciento afirmó que los palestinos no tenían derecho alguno sobre la tierra de Israel o Palestina.

Para la profesora de la Universidad de Tel Aviv Nurit Peled-Elhanan (premio Sajarov para la Libertad de la Conciencia, Parlamento Europeo, 2001) “…las construcciones del mundo hechas a partir de los libros de estudio, por tratarse de las primeras a sedimentarse en la mente de los niños, son muy difíciles de ser erradicadas.

“Los palestinos –añade– nunca son presentados como seres humanos normales. No hay en este material siquiera una fotografía de un palestino que muestre el rostro. Tan sólo podemos verlos enmascarados o en situaciones que representen amenazas para los judíos.”

Los programas distorsivos resultan más obligatorios en los colegios palestinos de Jerusalén este. El director de la oficina de Educación, Sameer Jibril, instó a las familias palestinas con niños en edad escolar a estar atentas y conscientes, pues al menos en cinco escuelas palestinas se les están cambiando por la fuerza los materiales por los programas israelíes.

La ilegal municipalidad de Jerusalén –observó Jibril– ofreció aumentar los salarios de los maestros y directores palestinos que acepten poner en práctica los programas israelíes en sus escuelas. La propuesta añadiría unos 2 mil shekels (550 dólares) de subsidio por alumno matriculado. Los materiales muestran mapas modificados en los que Israel incluye la ribera occidental con los nombres de Judea y Samaria, además de Gaza y el Golán sirio ocupado.

En materia de historia, los programas hacen hincapié en el estudio de la destrucción del templo de Salomón en la vieja ciudad de Jerusalén, remarcando que la ciudad les pertenece como capital judía de Israel, omitiendo, de paso, que por esa época Palestina y Jerusalén estaban bajo la ocupación romana-hebrea, el templo fue demolido por los romanos, y nunca existió un Estado de Israel antes de 1948.

De su lado, la profesora Nurit Peld-Elhanan denunció la circulación de supuestos libros de texto escolares palestinos en los que se diaboliza a los judíos. Pero estos materiales, asegura, son impresos en el llamado Centro de Vigilancia sobre el impacto de la Paz (sic) de Efrat, colonia ilegal de Cisjordania situada al sur de Jerusalén, administrada por rabinos judíos de extrema derecha.

En 2013, los falsos programas fueron presentados en el Congreso de Estados Unidos. Para lavar la afrenta, el Congreso entregó medio millón de dólares por cada uno, y Hillary Clinton contrató al director del Centro de Vigilancia, Yohanan Manor, como consejero personal.


Parte II

Desde su más tierna infancia, los niños del enclave neocolonial llamado "Israel" descubren que son los "elegidos de Dios" y que este privilegio suscita la envidia, el odio antisemita y la persecución de "los otros", de los "goyim" (no judíos). Aprende que estos "goyims" son meras almas animales encarnadas en cuerpos humanos, y que la "tierra prometida" fue robada por "ladrones paganos".

Sigrid Lehman, académica israelí, dice: “Nosotros, los judíos, estamos predispuestos a recibir a un árabe como "goyim"; como europeos los percibimos como un enemigo asiático, y como socialistas los percibimos como representantes del peor tipo de retraso”.

El profesor Daniel Bar-Tal (Universidad de Tel Aviv) estudió 124 libros de texto de primaria, secundaria y de enseñanza superior de gramática, literatura hebrea, historia, geografía y educación ciudadana. Bar-Tal reconoce que los libros que en la actualidad utiliza el sistema escolar israelí contienen una denigración menos directa de los "árabes", pero siguen empleando estereotipos negativos.

En hebreo y en árabe, los textos de primaria son racistas y crueles, en tanto los de secundaria incluyen "matices". Secciones que, por ejemplo, muestran pláticas entre estudiantes "árabes" (así llaman a los palestinos), elogiando el desarrollo sionista de las antiguas ciudades palestinas, con el esplendor de las actuales urbes israelíes. Los judíos son presentados como industriosos, valientes, decididos, y los "árabes" como incapaces, apáticos, improductivos, fatalistas, poco cultos, etcétera.

Los libros destinados a cerca de un millón de "árabes israelíes" (quinta parte de la población) están en árabe. Pero han sido escritos y publicados por el Ministerio de Educación sionista, donde los palestinos no tienen influencia o acceso. “Los palestinos –agre­ga Bar-Tal– desempeñan menos de uno por ciento de los trabajos en el ministerio, sin contar a los profesores. No tienen cargos de responsabilidad, y no hay palestinos incorporados en la preparación del currículo en lengua árabe…”

El sistema de educación sionista glorifica el poder militar y la guerra como un estilo de vida. Las escuelas organizan visitas a las bases militares donde los niños y jóvenes se familiarizan con todo tipo de armas, se trepan a los tanques Merkava para tomarse fotografías con soldados y familiares, y asisten a entrenamientos con munición real.

Como tareas escolares, los niños escriben cartas y tarjetas de felicitación a los soldados, dándoles las gracias por matar a los enemigos del "pueblo elegido de Dios". A su vez, generales, oficiales y soldados visitan regularmente las escuelas para dar conferencias sobre la "guerra", el "invicto" ejército israelí y las atrocidades de las violaciones a los derechos humanos, para que los alumnos se vuelvan insensibles.

En las colonias ilegales de Cis­jordania y Jerusalén este, el sistema resulta más desquiciante aún, pues la "educación" se desenvuelve en una atmósfera de terrorismo puro. Allí, los niños y adolescentes aprenden que el servicio militar es el más importante deber religioso al que aspira cada israelí, y en las escuelas se describe a los criminales de guerra como "santos".

Financiadas por el Tsahal ("Fuer­zas de Defensa", sic) y administradas por rabinos, el extremismo religioso y militar en instituciones como Yshovotl Hahsadir, los rabinos Eli Elbaz de Jerusalén este, o Eliaqhu Reskin, de la colonia Efrat (cerca de Belén), se mofan de los intentos de diálogo interconfesional entre rabinos y sacerdotes cristianos.

Un estudio de la Universidad de Bar-Ilan, en la colonia de Ramat Gan, reveló que 99 por ciento de los alumnos y 90 por ciento de los religiosos ortodoxos ignorarían las leyes laicas israelíes y seguirían los decretos de sus rabinos en caso de que éstos contradijeran las leyes laicas (Hertzlia Center, 2006).

Jamal Atamneh, coordinador del Comité de Eduación Árabe de Haifa, observa que cuando los libros de texto tratan asuntos como paz y coexistencia, “…es para enseñarnos cómo llevarse bien con los judíos”. Por otro lado, añade, “…no existen universidades en lengua árabe. La Universidad de Haifa ha mantenido un porcentaje de 20 por ciento de estudiantes árabes, cuando la población palestina en el norte ha crecido a más de 50 por ciento (desde 1948)”.

Atamneh sostiene: “…Nunca se conceden becas importantes a ningún árabe: no hay dormitorios para árabes ni trabajos relacionados con la facultad o programas de ayuda financiera. Los israelíes justifican esta discriminación legal con el hecho de que los árabes no sirven en el ejército”.

Hace unos años, el joven estudiante Daniel Banvolegyi contó que un chico se había enfadado con él por algo que había leído o discutido en la escuela, y que le dieron ganas de "matar al primer árabe que viera". De sus compañeros de clase, Daniel dijo: "se mueren de ganas de entrar en combate y matar árabes".

* Texto elaborado con los escritos del catedrático palestino Elías Akleh y la periodista Maureen Meehan (traducción de Beatris Morales Bastos, Rebelión, 20/7 y 20/11/07), Suahil Hani Daher Akel (ex embajador de Palestina en Argentina) y Nurit Peled-Elhanan (Universidad de Tel Aviv), premio Sajarov por la libertad de conciencia (Parlamento Europeo, 2001), y autora de Palestine in israeli school books: ideology and propaganda in education (2012)

La Jornada, México