miércoles, 26 de febrero de 2014

DENIS DE MORAES ANALIZA LOS SISTEMAS MEDIATICOS HEGEMONICOS Y EXPLORA SUS POSIBLES CONTRAPODERES “Internet no es suficiente para reducir el monopolio”

En Medios, poder y contrapoder, el investigador brasileño reúne ensayos propios con otros de Ignacio Ramonet y Pascual Serrano. El trabajo pone en cuestión la configuración actual de los sistemas mediáticos en América latina. Aquí, De Moraes explica cómo se mantiene la colonización neoliberal en los grandes medios y cuáles son las estrategias posibles para limitar los monopolios. Las leyes de comunicación, Internet y las redes de comunicación alternativa.

Por Natalia Aruguete

El profesor de la Universidad Federal Fluminense Denis de Moraes se reunió con Página/12 en ocasión de la reciente publicación de Medios, poder y contrapoder (Biblos). En la charla, el investigador brasileño desplegó los ejes de un trabajo en el que confluyen ensayos de su autoría con otros de los investigadores Ignacio Ramonet y Pascual Serrano. Todos estos escritos están atravesados por un denominador común: poner en cuestión la configuración actual del sistema mediático –objeto de una fuerte concentración en manos de un puñado de “megagrupos y dinastías familiares”– y, como contrapartida, reconocer la emergencia de mutaciones comunicacionales a partir de la llegada de Internet con efectos significativos en las prácticas periodísticas en red con sentido contrahegemónico, enfrentadas a lógicas dominantes que atraviesan el plano ideológico, cultural y económico.

–Usted menciona una penetración del discurso neoliberal en el sistema mediático, ¿cómo se vislumbra ese discurso en la narración noticiosa?

–Me parece necesario hacer una distinción sobre el neoliberalismo contemporáneo. Por un lado, el neoliberalismo no para de exhibir rotundos fracasos en los países en los que actualmente continúa vigente, o en los que ya no está vigente por causa de crisis sucesivas. Por otra parte, el neoliberalismo permanece actuante, vigoroso, incisivo, en el plano ideológico y cultural. Esta distinción es importante porque hubo una época, los años ’80 y ’90, en la que ambas partes eran exitosas. El triunfo del neoliberalismo era a la vez ideológico, cultural y económico. Hoy en día, está en crisis desde el punto de vista económico, sobre todo en América latina y del Sur, donde se manifiesta de manera más fuerte sólo en tres países del Pacífico. Aunque por suerte, a partir del día 14 de marzo de 2014, en Chile habrá un cambio importante para debilitar la Alianza del Pacífico. Desde el punto de vista ideológico-cultural, lamentablemente las ideas de celebración de la vida para el mercado siguen siendo hegemónicas.

–¿A qué se debe?

–A la potencia de las máquinas mediáticas, que se benefician mucho del proceso de digitalización, de tecnologización de la vida y que aumentan, además, su potencia de irradiación en las sociedades contemporáneas.

–¿En qué las beneficia la digitalización?

–Las beneficia porque hay una expansión exponencial de los productos y servicios de entretenimiento culturales y de información con las nuevas plataformas o multiplataformas integradas, como las llaman los neoliberales. Hay una explosión de nuevos productos, servicios y canales digitales. Esta formidable expansión digital está permitiendo una ampliación de la plusvalía de los grandes grupos monopólicos mediáticos, en la medida en que los mismos productos están siendo producidos y distribuidos en varios canales y medios en todos los continentes con un costo bajo. Por otra parte, la variedad de contenidos se multiplica exponencialmente en estas multiplataformas digitales, por lo que la oferta de contenidos cubre un horizonte amplio y diversificado de necesidades y aspiraciones de audiencias, en todas partes y al mismo tiempo.

–¿Qué características tiene la visión de la realidad social que instala esta lógica de distribución de contenidos?

–Esos contenidos están todos matizados por visiones de mundo, por concepciones, por puntos de vista y medidas de valor muy semejantes que consagran la economía de mercado, la rentabilidad, el lucro y los mantras de la era digital de manera obsesiva y neurótica. Entonces, hay una variedad enorme de contenidos en circulación social en todas partes, pero las orientaciones, las interpretaciones que presiden la elaboración y la divulgación de esos contenidos, son muy parecidas. Hay una prevalencia desmesurada de valores como individualismo, competencia, éxito..., todo parece estar vinculado a la necesidad de triunfo, de victoria y a una disputa por ganar posiciones en la sociedad, que son difundidas por las máquinas mediáticas globales.

–Según se plantea en el libro, el avance de la digitalización permite consolidar el discurso hegemónico y la desterritorialización pero, al mismo tiempo, es considerado una suerte de amenaza, de resquicio para un discurso “contrahegemónico”. ¿Cómo compatibilizar estas dos visiones?

–Eso tiene que ver con el título del libro, Medios, poder y contrapoder. Creo que este diagnóstico común de los tres autores tiene que ver, por un lado, con la explosión digital y, por otro, con el momento de crisis que vive el llamado cuarto poder: la prensa. Es muy interesante observar el escenario contemporáneo de los medios monopólicos.

–¿Por qué?

–Porque de un lado se ve esta posibilidad casi infinita de rentabilidad, de multiplicación de contenidos, canales y medios, de buscar siempre más lucro al menor costo posible. Simultáneamente, las grandes empresas enfrentan un momento de crisis, que tiene –a nuestro juicio– dos puntos clave: la pérdida de credibilidad de los medios de información en la opinión pública en grados e intensidades diferentes en función de cada contexto histórico y social. Esta pérdida tiene que ver con los procesos de control de la información, de la opinión y con una percepción cada vez más generalizada en amplios sectores sociales de que los medios son agentes políticos e ideológicos que tratan, casi todo el tiempo, de elegir e interpretar la realidad social de acuerdo con sus intereses propios y con sus intereses económicos y financieros.

–¿Por qué cree que se produce esta crisis?

–Tiene que ver con el segundo punto clave al que me referí antes. Nosotros compartimos la idea de que el cuarto poder ya no es el cuarto poder, porque se imbricó de tal manera con los poderes económicos y políticos que no tiene más la posibilidad de ser un contrapeso, una especie de fiscalía de los abusos o errores de los otros poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Los vínculos económicos y políticos de los grandes medios con el bloque hegemónico en la sociedad debilitaron su proceso de evaluación más racional y sensato de los otros tres poderes, por lo que hay una pérdida de credibilidad producto de los procesos de manipulación y mistificación de control casi absoluto de los contenidos que son difundidos. Por otra parte, porque los medios no son más esa especie de poder que tenía la capacidad de criticar los abusos de los otros poderes. A nuestro juicio, la percepción social de esta situación es cada vez más evidente y, por eso, los grandes diarios de América latina en este momento presentan caídas expresivas en sus tiradas: Clarín en Argentina, O Globo en Brasil.

–¿La caída en la tirada de estos grandes periódicos se explica por la crisis de credibilidad, como usted afirma, o se trata de cambios en los hábitos de consumo de información, que se generaron con la llegada de Internet?

–A mi juicio se justifica por las dos versiones. Una versión interna: el cuarto poder está en crisis, los grupos con toda su sofisticación estratégica y gerencial, con las multiplataformas y los grandes medios, no consiguen ampliar su base de audiencia, sobre todo la prensa tradicional: diarios y revistas. Y también por el hecho de que hay efectivamente una crisis de atención motivada por una explosión de medios y una posibilidad descentralizada y diversificada de los lectores de tomar contacto con el mundo a través de las informaciones en varios vehículos y canales, sobre todo Internet.

–Es cierto que hay una disponibilidad de información multiplicada, proveniente de una mayor diversificación de fuentes de información. ¿Pero en qué medida puede plantearse como una idea estable el que los medios tradicionales hayan perdido el control de la producción informativa y del establecimiento de la agenda pública frente a los nuevos medios?

–Es una excelente pregunta. Esta diversificación informativa y de entretenimiento permitida y disponible por Internet y otras formas de comunicación instantánea no tiene que ver directamente con Internet, aunque haya una convergencia con Internet cada vez mayor. Efectivamente, hay una diversificación imprevista y creciente. Sin embargo, hay dos cuestiones relevantes para no perder de vista el poder de los medios.

–¿Cuáles?

–Las agendas informativas continúan siendo definidas por los grandes medios. Uno de los problemas más sensibles de la comunicación alternativa es que, tanto agencias como blogs y portales críticos y contrahegemónicos, continúan dependiendo –de manera general, aunque con excepciones que deben ser rescatadas– de las agendas mediáticas. Claro, hay hechos y acontecimientos que son obligatorios en los noticieros, pero muchos otros son definidos por las intensidades, énfasis y elecciones de los grandes medios. El segundo punto que no podemos perder de vista es que la penetración social de los grandes medios sigue intocable. Esto tiene que ver con una expresión que utilizamos en el libro: “la colonización del imaginario social por parte de los grandes medios”. Este es un proceso histórico y social largo que no para de profundizarse. Tiene que ver con hábitos de lectura, con hábitos de audiencia, tiene que ver con la potencia tecnológica de las máquinas mediáticas y con la capacidad de influencia en términos de valores, de mentalidades, de puntos de vista, de concepciones del mundo que los grandes medios siguen manteniendo de manera incisiva.

–En el libro también se habla del “fin del monopolio informativo”, pero no debemos desconocer la brecha digital existente: el acceso a los nuevos medios no es una práctica generalizada. Y el tipo de información que se intercambia entre los medios ciudadanos sigue concentrada en un sector ciertamente pequeño y elitista.

–Hay una diferencia entre el fin del monopolio informativo y el fin del monopolio de la audiencia, que ciertos sectores de la izquierda –a mi juicio, mal informados y sin capacidad de entendimiento más consistente– no entienden: no se trata sólo de apuntar que hoy hay más posibilidades de acceso, de producción y difusión de información. No tienen una visión clara y nítida de que el monopolio de la audiencia continúa vigente. Frente a eso es necesario debilitar esos monopolios, es una lucha política fundamental. No es suficiente desarrollar las posibilidades de producción, difusión e intercambio de sociabilidad en red. Internet no es suficiente para reducir el monopolio, es sólo un medio complementario que enfrenta problemas que son propios y externos.

–¿Cómo definiría a unos y otros?

–Propios porque hay necesidad de habilidades técnicas, de acceso a programas informáticos, de patrones culturales y educativos diferentes. Los accesos y usufructos son desiguales, frente a ello las tecnologías no tienen la capacidad de disolver las desigualdades que son graves, provocadas casi siempre por un modo de producción que es, por definición, excluyente; el capitalismo es una fábrica de desigualdades. Por lo que imaginar que Internet es suficiente para debilitar el monopolio de audiencia, de formación de las mentalidades y de los valores es creer en un sueño imposible. Debemos utilizar Internet como medio complementario, suplementario, de diversificación, descentralización, de circulación de mayor cantidad de opiniones y de voces sociales. Pero eso tampoco es suficiente porque los medios monopólicos están presentes en Internet de manera hegemónica. Los principales portales de Internet, en términos de audiencia, son de los medios monopólicos. En el libro hay un estudio de mi autoría sobre las agencias alternativas en red, un fenómeno espectacular en América latina, de descentralización de fuentes, de prácticas, de modalidades colaborativas no lucrativas, y eso es una novedad desde México hasta la Patagonia. Son casi una centena de agencias periodísticas, contrahegemónicas, alternativas, que se expresan a través de Internet; un fenómeno espectacular pero no suficiente para poner en riesgo el monopolio mediático. Para lograrlo en América latina son necesarias varias leyes de Servicios de Comunicación Audiovisual, una acción firme, permanente y prolongada del Estado, en el sentido de transformar los marcos regulatorios, de permitir que otras voces sociales tengan acceso a la radiodifusión pública.

–¿Cree que las leyes son una herramienta suficiente para que eso se logre?

–Claro que las leyes no son suficientes. Se precisa de una especie de alianza entre todos los sectores, entre todas las herramientas que luchan por la comunicación como derecho humano. Porque se necesita financiamiento y sostenibilidad, que es un problema grave. Yo diría que éste es un momento en el que no tenemos derecho de elegir una forma de actuación para democratizar los medios.

–¿Y cómo se enfrenta este obstáculo?

–Nosotros tenemos el deber de buscar asociar todo junto al mismo tiempo. De un lado, movilizar a la sociedad y presionar al Estado para alcanzar nuevas legislaciones, marcos regulatorios, acciones del poder público de defensa de la comunicación como derecho humano. Al mismo tiempo, necesitamos profundizar estas experiencias de comunicación alternativa en red, necesitamos multiplicar más aún los portales, los blogs, las agencias informativas, ocupar las redes sociales con el sentido de criticar, formar nuevas ideas, otros valores. Una especie de bloque en el campo de la sociedad civil. Ese bloque tiene posibilidades de producir, editar y difundir más, pero no será suficiente solamente explotar el mundo de Internet, la comunicación móvil, la comunicación instantánea. Entonces no tengo la ilusión de que más leyes de medios vayan a resolver todo, de manera alguna. Creo que son indispensables, pero no sin una acción cada vez más organizada, consecuente, permanente, de nuevas experiencias periodísticas y comunicacionales en el campo de la sociedad civil, que trabajen de manera independiente y autónoma para ocupar las redes sociales con contenidos más ciudadanos. Allí habría una especie de frente, creo que ése es el sentido que Ignacio Ramonet, Pascual Serrano y yo encontramos.

–¿Cuál es el diagnóstico de ese frente que han formado?

–Hay una explosión del periodismo y es plenamente posible que ocurran dos cosas: un periodismo más ético, más plural, más ciudadano, más independiente, más autónomo, más participativo. Por otro lado, es posible un tipo de comunicación de manera general, que a nuestro juicio depende de dos cosas: de la acción ciudadana y también de la presión y movilización de las sociedades con la idea de la comunicación como derecho humano. Me parece que la clave es que nosotros en este momento no tenemos el derecho de elegir un único camino para la lucha por la democratización. La necesidad de contrapoder, de contra-información y de contra-opinión debe estar presente en todas las áreas, en todos los lugares de acción posible.

–Usted ha mencionado que los medios son agentes políticos e ideológicos. ¿Cuál es la definición de medios como actores políticos que subyace a los ensayos que componen el libro?

–Entendemos que los medios son actores políticos de primera línea. Ellos elaboran, unifican y divulgan valores y concepciones de mundo que influyen la conformación del imaginario social. Cada cual con sus estilos, lenguajes y formatos, actúan de manera incisiva en las disputas de sentido y poder en la sociedad contemporánea, priorizando temas y difundiendo determinados enfoques sobre la realidad, a partir de ópticas sintonizadas casi siempre con los intereses de grupos y clases más o menos homogéneos y preponderantes. Sin delegación social para eso, asumen posiciones y orientan sus noticieros como si fueran “intérpretes de la opinión pública”. En tal perspectiva, los medios operan como verdaderos partidos políticos.

–¿En qué se expresa esa lógica de operar como partidos políticos?

–En que interfieren, con énfasis específicos, en los modos de conocimiento, interpretación y entendimiento de los hechos y situaciones. Ellos demuestran exacta noción de su papel clave en la batalla de las ideas por la hegemonía cultural y política, incluso cuando procuran reducir al mínimo el espacio de circulación de visiones alternativas y expresiones de disenso, por más que éstas continúen manifestándose y resistiendo. La meta es neutralizar pautas informativas y análisis críticos generalmente contrarios a la lógica económica y a las concepciones políticas dominantes.


¿POR QUE DENIS DE MORAES?
Otra comunicación es posible
Por Natalia Aruguete

Denis de Moraes es investigador del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico y de la Fundación Carlos Chagas Filho del Estado de Río de Janeiro. Este año –expresó airoso– será un jubilado más de la Universidad Federal Fluminense, lo que le permitirá seguir investigando sin demoras en cuestiones burocrático-académicas. Su trayectoria académica terminó en un grado posdoctoral realizado en Clacso-Argentina, pasando por la Universidad Federal de Río de Janeiro, donde obtuvo su título de doctor en Comunicación y Cultura.

Este investigador ha sabido conjugar su experiencia académica con su militancia cultural. En sus escritos se plasma un denodado recorrido por Venezuela, Bolivia, Argentina, Uruguay, Chile y Nicaragua, donde estudió la lógica de producción informativa de las agencias de comunicación alternativas, que bregan por instalar una agenda contrahegemónica. La coordinación de tamaño proyecto de investigación se plasma, entre otros, en el artículo “Agencias alternativas en red y democratización de la información”, publicado en Medios, poder y contrapoder (2013).

Es, además, autor de La cruzada de los medios en América latina: gobiernos progresistas y políticas de comunicación (2011), Mutaciones de lo visible: comunicación y procesos culturales en la era digital (2010), Sociedad Mediatizada (2007) y Cultural mediática y poder mundial (2005).

24/02/14 Página|12
 

Ucrania: jugando con fuego en el polvorín de Europa Por Enrique Lacolla

Un golpe de estado acaba de tener lugar en Kiev. El presidente de Ucrania fue depuesto por una combinación de desórdenes callejeros y complot parlamentario...

...Salvando las distancias, el procedimiento usado para destituir a Lugo en Paraguay parece estar constituyéndose en un modelo polivalente, utilizable en todas partes.

Ucrania, Venezuela, Siria, son frentes de una guerra desencadenada en todas direcciones por el imperialismo estadounidense y sus socios. Su objetivo es imponer la hegemonía del sistema financiero mundial. Para ello implementa toda la parafernalia tecnológica, económica, militar, paramilitar y comunicacional -con el aditamento de las ONG, que reclutan a miles de inocentes en cruzadas aparentemente ecológicas-, de que dispone. Estamos ante un escenario de posguerra fría en el cual el capitalismo financiero, anónimo y tentacular, ensaya instaurar un gobierno mundial que tiene por objetivo la globalización asimétrica y el acorralamiento y, por qué no, la posterior destrucción, de aquellos estados que, por su entidad, cultura y vigor intrínseco, se resisten a ser reducidos a la condición de títeres. El Gran Hermano está por fin aquí, sólo que no tiene rostro; este se oculta detrás de una difusa humareda de mentiras y medias verdades, desde donde de pronto se desprende el rayo utilizado para deshacerse de los “estados delincuentes”. Su imagen puede simbolizarse en los drones que hoy sobrevuelan el planeta a la caza de los relapsos y los heréticos.

Venezuela y Ucrania son modelos a escala de lo que se nos prepara. La semana pasada nos referimos a Venezuela. Hoy debemos detenernos en los sangrientos episodios que sacuden a la ex república soviética, desgajada de Rusia por una de las “revoluciones de color” fraguadas o al menos fogoneadas por los servicios de inteligencia occidentales. Pero Ucrania es una carta mayor en el tablero geopolítico mundial. Una Ucrania no solo independiente, sino también separada de la esfera de influencia rusa y dirigida a integrarse en un mismo bloque con la Unión Europea y tal vez la OTAN, es una catástrofe para Rusia, que recortaría decisivamente su posibilidad de erigirse en un estado puente entre Europa y Asia.

Con no disimulado deleite Zbybniew Brzezinski, el principal planificador de la geopolítica norteamericana de los últimos 30 años, describía en 1997 el golpe que, según él, Rusia ya había recibido en el tema ucraniano. “La aparición de un estado ucraniano independiente… obligó a los rusos a replantearse la naturaleza de su propia identidad política y étnica y significó un revés geopolítico vital para el Estado ruso. La independencia de Ucrania privó a Rusia de su posición privilegiada en el Mar Negro, en el que Odesa había sido la principal puerta de acceso al comercio del Mediterráneo y al mundo que está más allá de él… El repudio de más de 300 años de historia imperial rusa significó la pérdida de una economía industrial y agrícola potencialmente rica y 52 millones de personas… lo suficientemente próximas a los rusos desde un punto de vista étnico y cultural como para hacer de Rusia un estado imperial grande y seguro de sí mismo… Una Rusia con Ucrania todavía podía aspirar al liderazgo de un activo imperio euroasiático… Pero sin Ucrania y sus 52 millones de primos eslavos cualquier intento de Moscú de reconstruir el imperio ruso dejaría a Rusia enredada, en solitario, en interminables conflictos con los pueblos no eslavos. Además, dado el declive de la tasa de nacimientos rusa y la tasa de nacimientos explosiva de los centroasiáticos, una nueva entidad euroasiática se volvería inevitablemente menos europea y más asiática a cada año que transcurriera”. (1)

Brzezinski no lo dice, pero es probable que más que Odesa sea Sebastopol el nombre que tiene presente cuando especula sobre el Mar Negro. Sebastopol es la base naval rusa que fue sitiada y rendida dos veces en cien años. La primera por la coalición anglo-franco-turco-piamontesa, que libró la guerra de Crimea entre 1853 y 1856, y la segunda cuando la Wehrmacht de Hitler la conquistó en 1942. Pareciera que Brzezinski se hacía ilusiones cuando escribió esas líneas, sin embargo; Sebastopol es hoy una base compartida entre Rusia y Ucrania, y es difícil, si no imposible, que pierda ese carácter. Como no sea para quedar bajo la égida exclusiva del gobierno moscovita.

Conviene puntualizar, respecto de lo que dice Brzezinski, que la actual independencia ucraniana no cayó del cielo, como no están determinados solo por la volición autónoma del pueblo ucraniano los disturbios que han ensangrentado a Kiev y otros lugares. Los servicios de inteligencia occidentales estuvieron y están activos y las untuosas palabras de Obama y de los líderes de la UE acerca de la necesidad de preservar la paz, los derechos humanos y las libertades no se corresponden con una actitud de abierta ingerencia que han tomado en los asuntos internos de un país extranjero. Como tampoco se compadecen con las sangrientas desestabilizaciones e intervenciones que han practicado en los Balcanes, el Cáucaso y en el mundo árabe en años recientes, muchas de las cuales están en curso todavía.

Los medios de prensa occidentales no se privan de nada a la hora de describir la brutal represión de los manifestantes por la policía ucraniana, sin decir mucho acerca del hecho de que los pacíficos manifestantes de pacíficos no tienen nada, que cobijan a escuadras paramilitares y que sus grupos más activos provienen de agrupaciones neo nazis. Los ultra nacionalistas ucranianos suministraron un apoyo efectivo a la invasión alemana a la URSS, durante la segunda guerra mundial. Convengamos que tenían sus buenos motivos para ello, tras la colectivización, las terribles hambrunas, las purgas y la brutal gestión de estalinismo. Pero la reivindicación por sus herederos sin tomar en cuenta los crímenes que ellos cometieran –contra los judíos y contra sus compatriotas que guardaban fidelidad al patriotismo soviético- no es tolerable.

Una propaganda insidiosa, un gobierno denunciado como corrupto (el de Viktor Yanúkovich), y la seducción que para un público que recién empieza a saborear algunos de los gadgets de la sociedad de consumo, representa occidente, hicieron que en el oeste de Ucrania se gestase un fuerte movimiento de simpatía hacia la Unión Europea. Cuando el gobierno de Yanúkovich dio marcha atrás en un proyecto que se aprestaba a asociar al país con el proyecto neoliberal europeo, estalló la ira. No es muy probable que quienes defienden el proyecto comprendan claramente sus alcances, pues “el acuerdo de asociación” contra cuya abrogación protestan los manifestantes, contemplaba las mismas trampas que van incluidas en todo paquete del programa neoliberal: préstamos ficticios, ajustes y deudas externas que convierten a los clientes del FMI en dóciles esclavos.

Una vieja historia

La desconfianza y el rechazo a Rusia son acendrados en occidente. En parte porque Europa se sintió siempre amenazada por la presencia de ese enorme cuerpo social durante mucho tiempo informe, que sólo por el despotismo de sus gobernantes cobraba entidad de estado; y en parte porque, en ocasión del surgimiento del comunismo, en ese gigante alumbró un resplandor revolucionario que se proponía como una alternativa al modelo de organización capitalista. Este experimento fracasó, como se sabe, pero no disipó el temor y sobre todo el apetito que occidente ha tenido siempre respecto de ese mundo que detesta y codicia, simultáneamente.

En tiempos que podemos definir como modernos, es decir, en el lapso en el cual se empieza a dirimir la cuestión de la hegemonía global, Rusia sufrió varias agresiones de occidente. Algunas de ellas estaban referidas al destino que cabía asignar, precisamente, a Ucrania. Durante la primera guerra mundial, antes incluso de que los imperios centrales impusieran a la Rusia soviética la paz de Brest Litovsk, por la cual esta hubo de renunciar por un tiempo a Ucrania, los jefes militares y los empresarios alemanes preveían el retorno de Rusia a las fronteras de Pedro el Grande, y el dominio de la cuenca del Don, Odesa, Crimea y la región del Cáucaso.(2) Hitler no hizo, 20 años más tarde, otra cosa que llevar a cabo una empresa que ya había tenido la sanción de Hindenburg, Ludendorff y de la gran industria alemana. Ahora todos esos protagonistas del pasado han desaparecido, pero Zbygniew Brzezinski y su escuela geopolítica ocupan su lugar de acuerdo a criterios más elásticos e inteligentes, pero en el fondo no menos peligrosos.

Quizá los geoestrategas norteamericanos no aspiren tanto a un objetivo de máxima, como sería integrar a Ucrania en la Unión Europea, como a desestabilizarla para impedir que pueda gravitar, más temprano que tarde, hacia una suerte de unión euroasiática, de la cual Rusia sería el factor aglutinante. Moscú desarrolla una política muy activa para atraer de nuevo a Ucrania al seno de la Rus, aprovisionándola de gas barato y otorgándole créditos que, al revés de los que ofrece occidente, no tienen como contrapartida la enajenación o privatización de las empresas ucranianas. Puede ser que la percepción del riesgo que plantea esta diplomacia hábil haya determinado a los servicios occidentales a precipitar el estímulo al descontento en los elementos susceptibles de sentirlo en Ucrania.

Ahora bien, si una guerra civil estalla como consecuencia de las actuales diferencias, lo más probable es que el país se divida en dos. En una banda occidental que ha estado a menudo en el pasado bajo la influencia de Polonia y del imperio austrohúngaro, y otra oriental donde predomina el elemento ortodoxo y los lazos con Rusia son muy fuertes.

Complejidades

El tema ucraniano tiene muchos repliegues. Ucrania posee una identidad y un idioma parecidos, pero diferentes del ruso. Su historia sin embargo es inseparable de la historia rusa, hasta el punto de que fue en Kiev donde esta empezó. “La cultura rusa es un cuento de tres ciudades: Kiev, Moscú y San Petersburgo”, dice el historiador norteamericano James Billington.(3). A finales del siglo XIX, en la estela del revivalismo nacionalista que se producía en Europa oriental, las tendencias independentistas ucranianas comenzaron a tomar forma. Producida la revolución de Octubre, surge, con la aprobación de Vladimir Lenin, el partido independentista de los bolcheviques ucranianos. Mikola Skrýpnynk, su personalidad más relevante, encabezó el gobierno hasta que fue desplazado por las tendencias más pro rusas de su mismo partido. La situación continuó en un inestable equilibrio hasta que, en la década del 30, la colectivización forzosa decretada por el estalinismo y las feroces purgas que la acompañaron (Spkrýnink se suicidó para escapar de ellas), dejaron apenas las apariencias de una autonomía ucraniana. Este fue un factor que gravitó pesadamente en la forma en que los ucranianos sintieron el vínculo con Rusia de allí en adelante. Las políticas “sanadoras” de Nikita Khruschev –ucraniano él mismo- después de la muerte de Stalin, no lograron borrar el rencor sembrado en los años 30. El hecho de que el mismo Khruschev hubiera sido uno de los comisarios que comandaron la purga estalinista por esa época tampoco contribuyó a disipar esas nubes.

Ahora bien, hoy esos rencores han perdido entidad concreta. Son fantasmas que recorren un imaginario colectivo excitado por la propaganda y por la inepcia política del gobierno que encabezara Yanúkovich. La tendencia establecida por el movimiento insurreccional está claramente dirigida contra Rusia. ¿Cómo reaccionará esta? Hasta ahora ha aguantado las provocaciones o ha reaccionado contra ellas cuando no tuvo más remedio, como en el caso de Chechenia o de Georgia. Su ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, acaba de advertir a los ministros de Alemania, Francia y Polonia, garantes del pacto firmado entre las partes el pasado viernes, que el desplazamiento de Yanukovich implica incumplir todos y cada uno de los puntos acordados en ese momento, cuando se decidió zanjar el conflicto constituyendo un gobierno de unidad nacional.

No es fácil saber si Rusia se tragará el sapo o reaccionará allí o en otro lugar para significar que sigue contando en el panorama mundial. De cualquier manera, se puede vaticinar que estos tiempos, de por sí difíciles, han de ponerse mucho más difíciles todavía.

Notas

Zbigniew Brzezinski: “El gran tablero mundial”, Paidós, 1998.
Marc Ferro: “La grande guerre 1914-1918”, idées NRF, 1969.
James H. Billington: “El icono y el hacha”, Siglo XXI, 2011.

http://www.enriquelacolla.com/sitio/notas.php?id=366

Los hijos de la Contraofensiva



La autora de De vuelta a casa cuenta en La guardería montonera la historia de unos 50 chicos que quedaban en Cuba mientras sus padres montoneros regresaban a la Argentina para la controversial operación.
Cuenta Analía Argento (foto) en La guardería montonera, un libro documentado y conmovedor sobre los hijos de los militantes de la izquierda peronista que quedaban resguardados en Cuba mientras sus padres volvían a la Argentina –en demasiados casos, para desaparecer o morir– en la llamada Contraofensiva, que un pediatra le dijo a Mónica Pinus mientras revisaba a la bebé Ana:
–¿Para qué tuviste una hija?
“Ella no dudó”, escribe Argento. “Eran familias involucradas en la política. Incluso en las acciones armadas. Y Mónica era una de ellos, con su marido. Le contestó al pediatra en primera persona del plural:
–Porque queremos vivir.”
Pinus está desaparecida. Sus hijos Ana y Miguel Binstock vivieron en la guardería, por la que pasaron unos 50 niños, que sabían –aunque algunos eran demasiado chicos para ponerle palabras a la muerte, o para entender el verbo desaparecer– qué podía suceder cuando sus padres se iban. El sobreviviente de la pareja, o un abuelo, o el familiar más cercano les daba la noticia; su mera presencia señalaba la pérdida.
María de las Victorias Ruiz Dameri estuvo con su hermano en la guardería –dos casas sucesivas, en el Oeste de La Habana– y volvió al país con su padre, su madre embarazada y el pequeño Marcelo. Los cazaron en la frontera. Algunos sobrevivientes de la ESMA recuerdan haber visto a los niños jugando en el subsuelo. Su padre vivió poco; a su madre la dejaron parir. María de las Victorias y Marcelo fueron separados y sólo se reunieron en 1989; hubo que esperar hasta 2008 para que la menor, Laura Ruiz Dameri, recuperase su identidad. Para María de las Victorias –observa Argento– hay días que “las heridas están ahí, intactas, sin cicatrizar”. Le dijo sobre sus padres y la guardería: “Me dejaron en un lugar con gente que jamás vi en mi vida y con tan solo meses… Se metieron en un ejército revolucionario, me cambiaron por un arma”.
Entre esos extremos trágicos, y con respetuosa consideración de ambos y sus grises intermedios, Argento cuenta esta historia, que surgió precisamente de esa pieza de información sobre los hermanos Ruiz Dameri para su libro anterior, De vuelta a casa: hubo una vez, entre 1979 y 1982, una guardería en Cuba donde vivían los niños cuyos padres iban a la Contraofensiva, para muchas veces no regresar.
De vuelta a casa cuenta la recuperación de la identidad de muchos hijos de desaparecidos, y cada una de esas historias abre la puerta a otras. ¿Qué la llevó hacia la guardería y no a otro tema?
–Si bien cada historia contiene un libro potencial –de hecho, Victoria Donda escribió el suyo–, todas tenían como denominador común los centros clandestinos de detención, mientras que ésta tenía la Contraofensiva, que unió a estos chicos en una guardería, sin sus padres. La guardería se salía del eje de la recuperación de la identidad, la búsqueda de los bebés robados. Al comenzar a investigar supe por qué el tema casi no se había tocado en tantos años: es de gran intimidad para quienes lo vivieron, casi secreto.
–¿Cómo fue la investigación: encontrar a aquellos niños, ver si querían o no hablar hoy?
–A algunos todavía los encuentro ahora. “¡Cómo no lo encontré antes!”, me digo cada vez. Algunos hablaron pero no quisieron aparecer para preservar su intimidad; muchas veces temen al tratamiento que uno puede dar a su historia, o a lo que otros pueden hacer o decir sobre el libro. Otros hablaron de a poquito, en encuentros sucesivos en los que me decían algo más cada vez. Otros tenían una enorme necesidad de contar. Y otros, de saber: me pedían que avanzara porque no tenían recuerdos.
–¿Qué le resultó más inesperado de los testimonios?
–Primero, que tres de las personas con los apellidos más fuertes –Firmenich, Perdía, Vaca Narvaja– me contaron cosas que me parecían de un riesgo personal para ellos, por lo que podían provocar en la opinión pública. Si bien ellos no son sus padres, desde muy pequeños tienen conciencia del peso de sus apellidos. Hablaron con naturalidad, no me dijeron lo que tenía que escribir (“esto no lo pongas”, esa clase de recortes),expusieron cosas muy íntimas sin tener seguridad de cómo iba a tratarlas yo. Luego me impactó la enorme necesidad de otros de saber y de reencontrarse. También el modo en que muchos siguen en contacto: un vínculo que trasciende el tiempo y el espacio, muy fuerte, como de hermanos o primos.
–Uno de ellos no quería que su testimonio apareciera si la foto de Mario Firmenich con los niños (der. arr.) iba a la tapa del libro. ¿Por qué cree que puso esa condición?
–Por las diferencias políticas entre los integrantes de Montoneros después de esa época, incluso en democracia. Y porque muchos de los que perdieron a los padres, o sienten que perdieron parte de su infancia, responsabilizan a Firmenich por la Contraofensiva y su derrota.Otros responsabilizan a la cúpula. Otros siguen en contacto y valoran y respetan a Firmenich y a [Roberto] Perdía y a [Fernando] Vaca Narvaja. En el libro trato de mostrar sus distintas miradas.
El sabr de la guayaba. Hoy la visión hegemónica de la Contraofensiva critica esa medida que causó dos fracturas internas en Montoneros –la partida de Juan Gelman y Rodolfo Galimberti; la “rebelión de los tenientes” con Miguel Bonasso, Jaime Dri y René Chávez entre otros– y, sobre todo, una importante cantidad de muertes inútiles. Aunque durante los dos primeros años del terrorismo de Estado la organización armada peronista había perdido ya 4.500 militantes, ese mismo 1978 –cuando cayeron dirigentes como Julio Iván Roqué, Norberto Habegger o Tulio Valenzuela, quien por salvar a Firmenich fue degradado bajo sospecha infundada de traición– la dirigencia dijo que “la ofensiva militar de la dictadura había llegado a un cierto tope” y que “una concentración política, propagandística y militar de la resistencia” podía profundizar las diferencias internas entre los militares y “llevarlos a un quiebre o callejón sin salida”.
Es fácil criticar tal dislate con el diario del día siguiente. Pero aun así es difícil abordar el tema con rigor, dar cuenta de los hechos sin un inútil derramamiento de doxa, con la confianza en que cada lector podrá pensar por sí mismo. Eso logra Argento en La guardería montonera.
–¿Cómo trabajó su punto de vista sobre la Contraofensiva?
–Tengo sentimientos encontrados. Había muchas cosas cuestionables. Contaban con información fallida: mal podían volver decenas de personas para realizar acciones contra el Estado terrorista; había mucho miedo tanto a Montoneros como a los militares. Pero tampoco la conducción estaba a salvo cuando salía de Cuba; en más de una ocasión Vaca Narvaja salvó su vida por poco. Y aún en Cuba la guardería requería seguridad: La Habana no había roto relaciones con Buenos Aires, por los acuerdos cerealeros entre la Unión Soviética y la Argentina, y el Batallón 601 tenía mucha información. Hubo dirigentes de alto rango asesinados al ingresar a la Argentina, como Horacio Mendizábal o Raúl Yäger… Los dos hijos de Yäger quedaban en la guardería cuando los padres salían en misiones, y él mismo hacía juguetes para todos los chicos. Si pensamos que llevaron a sus hijos a Cuba para preservarlos, vemos que en un punto había una evaluación correcta: los chicos se salvaron y muchos de sus papás, no.
–¿Cómo ven hoy aquellos chicos los hechos que vivieron?
–Muchos tienen miradas contradictorias. La mayoría comprendió el contexto de alguna manera; conversó con compañeros y amigos de sus padres y asumió que eso es parte de su vida; cree que sus padres lucharon por causas justas aunque quizá cuestionan sus métodos; tiene algún compromiso social. Personas que sufrieron tanto podrían decir: “No me comprometo porque la política me sacó a mis padres”, pero continúan en sintonía: militan o trabajan con temas sociales, políticos o artísticos. Como una manera de sanar.
–Usted dice que pensó en escribir el libro para poder restituirles algo a sus protagonistas.
–Uno tiene esas cosas de creer que puede cambiar el mundo... Pero no más traje unos caracoles, un poco de la arena de la playa a la que iban, una foto de la primera casa donde estuvo la guardería.
–Eso y el relato de los hechos, ¿no es una restitución?
–A muchos les sirvieron los caracoles, la arena y la foto. Chicos que habían olvidado y recuperaron recuerdos al leer la historia de los otros; compañeros de los muertos que sintieron que se reconocían a sus caídos, que se los aparecía de algún modo. Y la mayoría de los protagonistas de la guardería tenía pedacitos de información, pero de algún modo el libro armó un rompecabezas.
Cuando era niña, Argento se culpaba porque sus rezos no alcanzaban para recuperar a dos familiares desaparecidos. Eso, cree, hace que estos temas la busquen. “Al final, yo también tengo la necesidad de encontrar. Cuando alguien encuentra los restos de un desaparecido siento que fui escuchada. Contar sus historias es una forma de aparecerlos, la que puede, por caso, un periodista: poner nombres y contar lo que hicieron, con sus contradicciones y sus dicotomías”.
Al comienzo de La guardería montonera, Argento le cuenta a Miguel Binstock que viajará a Cuba para buscar el edificio de la guardería. Él le advierte: “La guardería no es un espacio físico”. Y define: “Es lo que para cada uno significó”. Pero cuando volvió y se vieron, él le dijo que, aunque sostenía lo mismo, también había viajado en busca de ese frente de ladrillos rojos.
Nadie lo había hallado antes que ella. La casa está en una zona demasiado cercana al domicilio de Fidel Castro para que se pueda husmear a gusto. Muchos le pidieron la foto de ese lugar que no era un lugar y era más que un lugar. “En algún momento de la vida se vuelve a la infancia, ese tiempo tan importante. Como el crítico severo de Ratatouille, que cuando le sirven el plato por el paladar vuelve a su infancia en el campo donde su mamá le cocinaba ratatouille”. Para muchos de esos niños, esos caracoles y esa arena y esa foto y el libro de Argento fue un regreso al sabor de la guayaba, y todas sus metonimias.

Miradas al Sur.

Contraofensiva: detienen a ex jefe del Ejército de Alfonsín Por Franco Mizrahi

La justicia ordenó el arresto domiciliario de Ricardo Pianta. Es en la causa que investiga a 13 militares por la desaparición de 85 personas y el secuestro de otras 20. Hay otros tres presos.

Ricardo Pianta, ex jefe del Ejército durante el gobierno de Raúl Alfonsín, se transformó en el cuarto detenido de la causa conocida como Contaofensiva Montonera, donde se investiga a 13 oficiales y suboficiales de la inteligencia castrense por 85 desapariciones y 20 secuestros cometidos por el terrorismo de Estado. Ocurre que Pianta se desempeñó como jefe del Departamento Operaciones (G3) del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares entre el 20 de diciembre de 1979 al 30 de noviembre de 1980. La jueza federal Alicia Vence, que instruye el caso, le dictó la prisión domiciliaria.

"Las jornadas de la 'lucha contra la subversión' pasarán a ser páginas imborrales del acervo histórico de la Patria", había asegurado Pianta a su tropa el 14 de marzo de 1985, cuando se despidió de la fuerza tras ser pasado a retiro por el entonces presidente Raúl Alfonsín.

Antes de su cese, Pianta había solicitado a la temprana democracia una amnistía que beneficiara a quienes tuviesen en aquel entonces causas abiertas en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. A casi tres décadas de su despedida del Ejército, la justicia decidió sentarlo en el banquillo de los acusados por su rol durante la última dictadura.

El general de división retirado ingresó ayer a los tribunales de San Martín a las 9:30, de traje y con sus abogados. Si bien estuvo más de tres horas en el edificio, se negó a declarar y presentó certificados que acreditarían supuestos problemas de salud, una estrategia habitual en los acusados de lesa humanidad.

Quien fuera la máxima autoridad castrense entre 1984 y 1985, se retiró a las 13. Sonriente. Con su decisión de ayer, Vence repitió la misma resolución que aplicó la semana pasada con los otros tres militares imputados que prestaron declaración indagatoria.
LOS OTROS DETENIDOS. Ayer, Pianta siguió los pasos de Roberto Dambrosi, quien revistó como jefe de la Compañía de Actividades Psicológicas del Batallón de Inteligencia 601 entre 1979 y 1980, y fue detenido el martes de la semana pasada, acusado por 89 delitos de lesa humanidad. También de Raúl Guillermo Muñoz, quien se desempeñó como Jefe del Departamento Personal (G1) del Estado Mayor del Comando de Instituto Militares entre 1980 y 1982 –sobre la segunda mitad de la dictadura cívico militar– y fue apresado el miércoles, imputado por 47 casos. Y de Carpani Costa, quien fue jefe del departamento de Inteligencia del Estado Mayor del Comando de Instituto Militares entre 1979 y 1980, involucrado en 90 casos y detenido desde el jueves.

Mañana, la justicia espera escuchar a Jorge Norberto Apa, ex jefe de la división inteligencia "Subversiva Terrorista" del departamento Interior de la Jefatura II de Inteligencia; y a Carlos Blas Casuccio, quien revistó como segundo jefe del Destacamento 201 de Inteligencia del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares. Trascendió que no se presentaría.

Entre los 13 militares imputados en el expediente, está Mario Guillermo Ocampo, ex jefe de la Segunda Sección de Ejecución perteneciente al Destacamento 201de Inteligencia del Comando Institutos Militares, prófugo de la justicia.

Los hijos de la Contraofensiva
Por Gabriela Esquivada

La autora de De vuelta a casa cuenta en La guardería montonera la historia de unos 50 chicos que quedaban en Cuba mientras sus padres montoneros regresaban a la Argentina para la controversial operación.

Nota de Miradas al Sur, 7 de julio 2013: http://sur.infonews.com/notas/los-hijos-de-la-contraofensiva

 

LA DEMOCRACIA PRO


UNA PERSONA FALLECIO EN MEDIO DE LA OCUPACION POR PARTE DE UNAS 300 FAMILIAS DE UN PREDIO EN VILLA LUGANO
El abandono de un barrio derivó en una toma

Algunos ocupantes levantaron carpas o chozas de cañas, pero la mayoría pasó la noche a la intemperie.
Imagen: Télam

Un predio lindero a la Villa 20 fue ocupado en su mayoría por vecinos de ese barrio que se hacinan en cuartos alquilados. Dicen que es por la falta de respuestas del Gobierno de la Ciudad, que debe urbanizar la villa en ese terreno.

Por Eduardo Videla

“Estamos buscando un lugar para hacer una casita para dormir ahí”, dice Brian, que tiene 5 años y va con su hermanita y su mamá hacia la parcela que ya ocupa el padre. La familia de Brian vive en una pieza en la Villa 20, de Villa Lugano, que alquilan a 1200 pesos por mes. La parcela de diez metros por diez es uno de los casilleros en que quedó dividido el terreno de unas ocho hectáreas, que fue tomado el lunes a la noche por unas 300 familias, casi todos vecinos de la Villa 20. Brian nació en ese barrio, lo mismo que Osvaldo Soto, que tenía 30 años y murió ayer a la madrugada, en medio de una discusión entre ocupantes. Por la tarde, un juez convocó a delegados de la toma, que llevaron un petitorio y a funcionarios porteños. El reclamo es el mismo de siempre: la construcción de viviendas o, al menos, un terreno donde construir, una de las grandes deudas de la gestión PRO. No hubo acuerdo y el juez convocó a una nueva audiencia para hoy.

La muerte ocurrió en circunstancias poco claras. Según refieren los ocupantes, Soto intentó prender una fogata en medio de la toma. Otro hombre le dijo que no lo hiciera, hubo una discusión y finalmente le disparó. Al parecer, fueron tres tiros. Después del homicidio, el atacante fugó y hasta anoche no fue identificado.

El terreno está pegado a la villa, como un plato de comida caliente frente a un hambriento. Hace ocho años se había despejado el lugar que estaba plagado de autos judicializados y quedó libre, aunque severamente contaminado con plomo. Una orden judicial obligaba al gobierno porteño a remediar el suelo; una ley sancionada en 2005 (la 1770) ordena destinar ese lugar a la urbanización de la Villa 20. Nada de eso se cumplió, ni siquiera un inicio de obra que demuestre una remota intención de hacer algo. Sólo bastaba que alguien tomara la decisión de avanzar sobre el predio.

“Muchos de los que estamos acá ya estuvimos en el Indoamericano (en diciembre de 2010). Nos hicieron ir de ahí con la promesa de que en seis meses nos iban a dar una solución. Nos dieron un papel firmado y nos hicieron salir como boludos: pasaron tres años y no hicieron ni una vivienda”, se indigna Cintia, en medio de un grupo de mujeres que en la toma discute cómo seguir y hace catarsis frente al cronista. “No vamos a dejar que nos descansen otra vez”, advierte Sebastián, parte del grupo de jóvenes que ocupa la segunda línea.

Las mujeres y los jóvenes se indignan con el Gobierno de la Ciudad, que abandonó esas tierras y, de paso, a ellos mismos. Pero también juntan bronca contra los que promovieron la toma, “que son gente que tiene dos o tres propiedades en la villa, y la alquila, y no son los que realmente necesitan. Ellos se metieron primero y después vinimos nosotros, que somos inquilinos y realmente necesitamos una vivienda”, dice Cecilia, habitante de la villa desde hace 15 años, que alquila un cuarto por 1200 pesos para ella, su esposo y su hija Lizbeth, de 12.

“No queremos subsidios de 20 mil pesos, podemos pagar una casa en cuotas”, afirma Lidia, que alquila dos piezas para ella y sus cinco hijos a 1500 pesos por mes.

Los testimonios revelan las desigualdades dentro de la desigualdad, el aprovechamiento de la necesidad ajena, el abuso. “Allá están pidiendo 1500 o 2000 pesos por una parcela”, agrega Cecilia. Se refiere a esos cuadrados recién ocupados, demarcados con estacas y cintas de plástico, algunas amarillas del Gobierno de la Ciudad. En algunos lotes se levantan carpas de tela; en otros, una chozas cónicas de cañas, autóctonas del predio; en la mayoría, apenas una lona o una chapa para pasar la noche a la intemperie.

El terreno está ubicado sobre la avenida Fernández de la Cruz, pasando Escalada, frente al hipermercado Jumbo. Enfrente hay un complejo de viviendas nuevas y al lado, otro. El terreno tomado está cerrado por una empalizada de chapas y alambrado, y un muro de ladrillos grises lo separa de otro predio que todavía ocupa la Policía Federal. “Aquí iban a construir las Madres de Plaza de Mayo, yo trabajaba en la seguridad del terreno, contratado por las Madres. Pero después se fueron, yo me quedé sin trabajo y la construcción nunca se hizo”, cuenta un hombre de camisa blanca y gorrita azul, como si todavía tuviera el uniforme de la custodia.

Lo cierto es que el predio no tenía vigilancia y estaba librado a su suerte. La toma empezó alrededor de las 19 del lunes y fue detectada por una patrulla de Gendarmería. Efectivos de esa fuerza esperaron en vano una orden judicial para desalojar: ni el fiscal ni la Policía Metropolitana se hicieron presentes en el lugar hasta ayer a la mañana.

“Salimos pacíficamente si nos dan solución de vivienda”, dice una pancarta en el precario acceso a la toma. Esa es la consigna con que fueron nueve delegados de la toma, convocados por el juez Gabriel Vegas, para dialogar con la titular de la Secretaría de Hábitat e Inclusión Social, Marina Kliemenzewicz. En la reunión la única propuesta que recibieron fue la de desalojar el predio con la promesa de una nueva audiencia para hoy al mediodía. El acta que se redactó sólo fue firmada por algunos de los delegados y luego la rechazaron los vecinos que esperaban en el campamento. Igual, hoy concurrirán a la audiencia en el juzgado.

“Lo que está pasando era sumamente previsible y evitable si se hubieran implementado políticas de urbanización para la Villa 20”, dijo a Página/12 Luciana Bercovich, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia. En el lugar también estaban los ex legisladores Facundo Di Filippo y Rocío Sánchez Andía. El kirchnerista Alejandro “Pitu” Salvatierra, delegado del barrio Los Piletones, y dirigentes de otras villas, acompañaron al presidente de la junta de Villa 20, Víctor Hugo Núñez, en la conferencia de prensa donde dijo: “Estamos en una situación de abandono. Veníamos avisando que esto iba a suceder, y decimos que puede tener un efecto multiplicador. Ojalá que esto toque el corazón de los funcionarios”. El dirigente pidió que “el jefe de Gobierno nos atienda, necesitamos una solución, una respuesta genuina: la estamos pasando muy mal”.

Berni cuestionó al fiscal
El secretario de Seguridad, Sergio Berni, cuestionó duramente el accionar de un fiscal porteño, quien “prefirió seguir durmiendo” en lugar de intervenir en la ocupación de un terreno, en Villa Soldati. “Tenemos que lamentar un muerto, es indignante, frustrante; el fiscal prefirió dormir, lo llamamos a las 11 de la noche y dijo que no iba a actuar hasta las 8 de la mañana, esto es una vergüenza”, dijo Berni.

“Quiero que el fiscal asuma la responsabilidad”, sostuvo Berni. En declaraciones a la prensa, el funcionario explicó que “esto comenzó ayer a la noche, a las 11 alistamos nuestras fuerzas para hacer el desalojo, se pidió intervención a la fiscalía y la fiscalía dijo que no y que lo haría a partir de las 8 de la mañana”.

Berni aseguró que “teníamos todo listo para ayudarlos, para un desalojo en forma inmediata, pero el fiscal decidió dormir hasta las 8 de la mañana, ahora vamos a esperar que se despierte y que nos diga qué quiere que hagamos y, mientras tanto, tenemos que lamentar un muerto”.


EL ANTECEDENTE INMEDIATO EN VILLA LUGANO

El caso del Parque Indoamericano

Durante la madrugada del 7 de diciembre de 2010 un grupo numeroso de personas intentó tomar un predio cercano a Los Piletones y, después de ver frustrado el intento, ingresó al Parque Indoamericano, ubicado enfrente de la Villa 20, en el que finalmente acamparon unas 300 familias. Durante la tarde y la noche de ese día, policías federales y metropolitanos avanzaron sobre los ocupantes y dispararon utilizando cartuchos con postas de plomo, matando a dos personas, Bernardo Salgueiro, de 22 años, y Rosemary Puña, de 28. Hubo otros dos heridos de gravedad y alrededor de 50 detenidos. La desmedida represión policial provocó la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de crear el Ministerio de Seguridad y la designación de su primera titular, Nilda Garré. El Gobierno de la Ciudad, que se había comprometido a generar proyectos de construcción de viviendas, no lo hizo. La toma de ayer está vinculada directamente con la falta de soluciones (ver aparte).

El 14 de febrero pasado, los fiscales Sandro Abraldes y Nuria de Ansó solicitaron a la jueza Mónica Berdión de Crudo el procesamiento de treinta policías de la Metro y once de la Federal por las muertes de Puña y Salgueiro. Más de tres años después, la única acción que persiste es la que investiga las dos muertes y heridas graves a seis personas.

La denuncia presentada por el fiscal Luis Cevasco para procesar a los líderes de la toma del Indoamericano terminó en el sobreseimiento de los últimos dos dirigentes, Diosnel Pérez Ojeda y Luciano Nardulli, por el delito de usurpación. Ambos se negaban a acordar una probation porque sostenían que “aceptarla equivaldría a negociar la sangre de los compañeros caídos”.

La toma del Indoamericano concluyó cuando los ocupantes firmaron actas con representantes del Gobierno de la Ciudad y nacional, en el que ambos se comprometían a la construcción de viviendas para solucionar el grave problema habitacional. A la fecha, no hubo movimientos en ese sentido.

26/02/14 Página|12

Deuda buena

Por Alfredo Zaiat
Si el acuerdo financiero para pagar el 51 por ciento de las acciones de YPF en manos de Repsol hubiese sido definido por un grupo privado, los especialistas de análisis bursátil de grandes bancos internacionales y de inversión global estarían inundando el mercado con informes donde destacarían el espectacular negocio concretado por el comprador. Estarían compitiendo por quién es primero en recomendar a sus clientes la compra de acciones de YPF en la Bolsa. En esta oportunidad, esos mismos economistas han estado flojos de reflejos, preservando igual la postura de que se las saben todas y dando cátedra de moral sobre el buen gobierno, trabajando en entidades que están unificadas por el mérito de haber sido acusadas de fraudes millonarios y lavado de dinero. Ha sido notable esa falta de reacción. Puede ser que esa inhibición tenga explicación en que sea el gobierno de CFK el protagonista, y que en ese equipo haya sido Axel Kicillof el líder de la negociación con Repsol en un mundo dominado por las finanzas, ministro de Economía al que sólo le reconocen pergaminos académicos pero no capacidad de gestión. Esta prueba que superó Kicillof debería hacerlos pensar que, en algunas ocasiones, la realidad no se ajusta a sus deseos o prejuicios. Otra razón para esa prudencia analítica puede descubrirse en que la transacción con la española Repsol haya culminado con un resultado muy favorable al Estado argentino.
Por cualquier vía que se quiera evaluar en términos financieros (return on equity, price/earnings, valor de mercado, cash flow), el monto alcanzado en el acuerdo de adquisición del control con la mayoría accionaria de la principal petrolera nacional culmina en saldo positivo para la Argentina. Pago en bonos a mediano y largo plazo, sin desembolso inmediato de efectivo. Deuda por infraestructura, en este caso energética. Deuda buena.
Previo a la rúbrica, Repsol tuvo que enviar a pérdida unos 1700 millones de dólares porque tenían valuada esa tenencia a un valor más elevado. También retirará el juicio contra el país por unos 10 mil millones de dólares en el Ciadi, y Antonio Brufau, el presidente de Repsol, tendrá que explicar a sus accionistas por qué había dicho que reclamaría 18 mil millones de dólares por YPF para finalmente recibir apenas un tercio de ese monto, en bonos. Y también cómo perdió el yacimiento Vaca Muerta, con reservas probadas de casi 1000 millones de barriles de petróleo y gas, que era el activo más estratégico de Repsol, al que había valuado en 14 mil millones de dólares.
Para aquellos acostumbrados a desarrollar juiciosos comentarios leyendo títulos de grandes diarios, entusiasmados porque habrían encontrado contradicciones entre lo que decía Axel Kicillof al momento de la estatización con las condiciones acordadas con Repsol, deberían ser cautos. Cuando Kicillof fue al Congreso para defender la ley de expropiación, expuso durante dos horas y media adelantando que no se pagaría la indemnización que reclamaba Repsol. La frase textual fue: “No les vamos a pagar lo que ellos dicen, sino el costo real de la empresa. Dicen que son 10.000 millones de dólares. ¿Y eso dónde está? Los tarados son los que piensan que el Estado tiene que ser estúpido y comprar todo según el estatuto de YPF”. Eso fue lo que sucedió. El Estado argentino negoció con firmeza durante meses en un escenario complicado y no desembolsó lo que pretendía Repsol. Con bonos a mediano y largo plazo pagará menos del valor de mercado de la petrolera con el adicional de capturar el paquete de control.
Esta positiva evaluación financiera para el Estado, en clave especulativa como prefieren analizar en el mercado, tiene un valor aún más importante cuando se incorpora el criterio de activo estratégico para el desarrollo, como lo son los hidrocarburos. Esto último fue la motivación oficial al decidir la expropiación, corridos por la urgencia de haber perdido el autoabastecimiento energético, al confiar en demasía en el comportamiento de las petroleras privadas, en especial de Repsol con sus socios argentinos Eskenazi. El objetivo planteado por el Gobierno fue el de comenzar el empinado camino de la recuperación del autoabastecimiento y, por lo tanto, de la soberanía energética, y no solamente concretar una operación financiera exitosa, que además la consiguió.
Las perspectivas de crecimiento de YPF son también un aspecto destacado al momento de analizar el valor de la compañía. Ese futuro promisorio es el que también compró Argentina y perdió Repsol. YPF invirtió el año pasado más de 10 mil millones de pesos. Aumentó la producción de petróleo y gas en 3,4 por ciento y 2,2 por ciento, respectivamente, respecto del año anterior. Tendencia que se ha acelerado en los últimos meses: en diciembre pasado, la producción de petróleo y gas subió 8,7 y 11,4 por ciento en comparación con el mismo mes de 2012. En producción de gas, desde 2004 que YPF no anotaba un incremento anual. Hoy la compañía dispone de 65 equipos de perforación de nuevos pozos y 92 de workover (reparación de pozos) contra los 25 y 49 que tenía antes de la estatización. Las utilidades netas consolidadas de YPF en nueve meses de 2013 sumaron 3201 millones de pesos, equivalente a unos 530 millones de dólares, 11 por ciento más que en igual período de 2012. Con mayores ingresos y colocación de deuda, YPF sumó recursos para adquirir activos locales de la petrolera Apache por 800 millones de dólares. De este modo, se convirtió en el principal operador argentino de gas, además de petróleo.
Las amenazas españolas de nuevo rico hoy en quiebra sólo expresaban en los meses posteriores a la expropiación la desesperación de saber que ya no son lo que imaginaron que eran. El gobierno de Mariano Rajoy, que buscó finalmente el acuerdo pese a la resistencia de Brufau, enfrenta problemas mucho más urgentes que el destino de una empresa petrolera que se dedicó a devastar los pozos de petróleo en Argentina para financiar su expansión global.
Sólo grupos conservadores locales con obsesiva inclinación a mirar hacia el exterior pueden estar tristes con este desenlace. Aunque sea difícil para ellos admitirlo, ganó Argentina.

Página12

En vez de escuela, contenedores

Por Soledad Vallejos
A las 10.30 de la mañana, tres camiones con acoplado estacionaron en la calle Zuviría, entre Piedrabuena y Montiel, en el barrio Piedrabuena. Cada acoplado transportaba un container angosto y largo, blanco, con alguna ventanita, puerta, una pequeña galería techada en cada extremo. Sobre una de las paredes, un cartel rezaba: “Trabajo argentino 100%”. Un vecino los vio llegar y avisó a otros: al cabo de 20 minutos, unos cincuenta habitantes de Piedrabuena bloqueaban el paso para que los containers no fueran descargados en el descampado donde la Ley 4436, de 2012, indica que el gobierno porteño debería haber construido el Polo Educativo. Poco después, como la resistencia seguía, llegó al lugar el director general de Infraestructura Escolar, Fernando Domínguez. Los vecinos contaron a este diario que, al no poder persuadirlos para que permitieran el ingreso de los containers, intentó amedrentarlos para que firmaran “un acta de seguimiento de obra” para la que –dijo– no hacía falta ni escribano ni abogado ni fiscal porque alcanzaba su cargo de funcionario. Los vecinos dijeron, también, que el “acta” era un papelito de cuaderno manuscrito y que al no lograr persuadirlos tampoco de firmar eso, Domínguez dijo que serían responsables de que en el lugar no hubiera escuela. En la tarde, este diario preguntó por la situación al funcionario Domínguez, quien se negó a responder y abandonó el lugar. Desde el Ministerio de Educación no hicieron declaraciones. Al fin de la tarde, los tres camiones y la grúa que operaría la descarga habían dejado el lugar. Sobre el alambrado de acceso al predio, unos carteles manuscritos ondeaban con la brisa casi de otoño: “Cumplan con la Ley 4436/12”, “En defensa de la escuela pública”, “No a las aulas containers”, “Hay vacante para Antonia Macri, ¿vendrá?”.
El predio sobre el que debería erigirse el Polo Educativo es un gran descampado festoneado por restos de dos galpones –en uno de los cuales funciona el Centro Cultural Piedrabuena–, un espacio que el uso de los chicos del barrio volvió polideportivo, aunque la construcción siga pendiente, la calle Zuviría y el gigante Instituto Nuestra Señora de la Paz, que es una escuela evangélica. A excepción de un sector cementado sobre el que, aparentemente, se iban a depositar los containers, el lugar es un vergel de yuyos altos y escombros. Hacia el fondo, cerca del polideportivo inexistente, entre el pasto crecen columnas metálicas sin ladrillos ni cemento. Hacia el lado de la avenida Piedrabuena, se erige una construcción sin encofrado que iba a ser el edificio para educación inicial; ayer allí no había nadie trabajando, los vecinos aseguraron que ésa es la situación “hace rato”.
Dora, abuela de una niña que este año empieza la escuela primaria, y Elías, cuya sobrina terminó inscripta en un colegio privado de la zona porque el sistema de inscripción online la dejó sin vacante, estuvieron entre los primeros en ver llegar los containers y alertar a los demás. “Acá resistimos”, dice Dora, mate en mano, termo bajo el brazo y Ley 4436/12 impresa en la cartera y ajada de tanto memorizarla. “Un asesor del funcionario que vino temprano me quería convencer de correrme del paso, me decía ‘salga que es peligroso’, pero yo le decía que no, que esos containers no están en la ley, que el artículo 12 dice que tienen que ser cuatro edificios”. “Proponían que firmáramos un acta de seguimiento de obra, Domínguez decía que si dejábamos pasar los containers, podíamos hacer el seguimiento de la obra. Como nos negábamos a firmar y le decíamos que ese papel escrito a mano no tenía valor, nos empezó a faltar el respeto. Decía ‘yo valgo lo mismo o más que un escribano o un abogado, vos qué vas a saber’”, dijo Elías.
Entretanto, Dora alertó sobre lo que sucedía a la Asesoría Tutelar, que actúa en varias causas vinculada con aulas y falta de vacantes, tras lo cual el asesor tutelar Gustavo Moreno concertó una reunión para hoy, a las 10 de la mañana, con el subsecretario de Gestión Económica y Financiera del Ministerio de Educación, en el predio de Piedrabuena y Zuviría.
Según algunos vecinos, los containers que no pudieron descargarse estaban destinados a ser aulas para educación inicial, correspondientes a la Escuela Nº1. Sin embargo, la inscripción no habilitó vacantes para ella.
La ley sancionada en diciembre de 2012, para evitar que el gobierno porteño cediera gratuitamente el predio al Instituto Nuestra Señora de la Paz, indica que en el Polo Educativo debían ejecutarse cuatro obras: “un edificio escolar destinado a la Escuela de Educación Media Nº1”, otro “destinado al Area de la Educación Inicial”, otro para el “Area de Educación Especial” y “un complejo polideportivo recreativo”. Para ello, en 2013 fue asignado un presupuesto de 30 millones de pesos.

Páina12