domingo, 25 de septiembre de 2011

Vargas y Scalabrini Por Horacio González

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Sería interesante pensar –discretamente, pues casi todo ya ha sido pensado– sobre la condición del intelectual. Pero posterguemos unas líneas la aparición de Vargas Llosa y en primer lugar veamos el caso de Raúl Scalabrini Ortiz. Me gustaría proponer que se trata de un intelectual sacrificial, al que defino como el que unge su prédica en términos de una misión trascendental. Nadie se la ha otorgado, pero se le va la vida en ello. Así, pone el sacrificio personal como precio de la verdad. Le sobrevuela la idea de suicidio, que Lugones había establecido, aunque no lo cometa. Su interés es por las grandiosas revelaciones. Las que suceden cuando en la conciencia colectiva se clavan los aguijones de la magna denuncia. Estas pueden consistir en el hecho de que todo está corroído. En que ha triunfado el mal bajo el nombre del bien, lo ilógico bajo el nombre de lo normal. Scalabrini abunda en estos temas; es su método para las reprobaciones. “Falso, todo es falso”, exclama angustiado cierta vez. Es que percibía una enaltecida trama cultural, pero dentro de ella se asfixiaba el país. Empréstitos ingleses, ferrocarriles ingleses, un Banco Central “hecho para los ingleses”.

Las tergiversaciones políticas que afectaban al cuerpo social las sentía en su propio cuerpo como malestar, oscura enfermedad. La escritura tenía, por eso, un aire febril. Era un sacramento. Equivalía a un síntoma, expresaba una dolencia. Ya en El hombre que está solo y espera había una idea antropomórfica de la naturaleza, de los ríos, el paisaje. Dice del hombre porteño, modo espiritual y mineral de la vida nacional: “Aventa las teorizaciones arqueológicas, poda la ampulosidad de los conceptos, humilla la arrogancia de los contextos legalistas y manumite al hombre de la artificiosa hojarasca literaria que le recubría...”. Con verbos un poco enrarecidos, señalaba un programa sensitivo, apoyado en grandes alegorías y recónditas energías vitales. Sin dictámenes letrados ni instituciones aúlicas. La teoría, la ley, la “hojarasca literaria”, como buen modernista, eran condenadas por Scalabrini. El asombroso éxito del libro, en 1931, le dicta un paradojal sentimiento. El del retiro del ruido mundano hacia el gabinete del estudioso que en soledad arroja sus dardos contra el demonio, como Lutero lanza su tintero en Wartburg.

Halperín Donghi le reprocha a Scalabrini que su estudio sobre cómo el país ha sido ahogado por el imperialismo inglés tiene un sabor demonológico. No es justo este dictamen, si se tratase de un acto sumario de descalificación. Sin embargo, es cierto que Scalabrini tiene una noción de culpa histórica y una tendencia a exorcizar los males colectivos desde una fuerza telúrica espiritualizada. Pero lo hace con una entrega inusual hacia la investigación de los archivos, que a partir de él pueden ser considerados yacimientos donde el destino de la ciencia convive con el sigiloso hechizo de los secretos que se guardan y deben ser revelados. Con él los archivos recobran el aire misterioso de cerrojo a la verdad que hay que revolver con intuición santa. Si se tiene en cuenta que el hombre de Corrientes y Esmeralda debía “aventar las teorizaciones arqueológicas”, para Scalabrini, hijo de un gran paleontólogo y autor de la célebre frase sobre “el subsuelo sublevado de la Patria”, no se presentaban tan fáciles las cosas. Cierta preferencia por hombres vitales y candorosos, abiertos hacia el mundo con su pudor casi místico, componía una parte de su libreto existencial. Pero había que excavar profundo, resguardarse de las acechanzas, expulsar de sí mismo la posible flojera ante fuerzas tan poderosas a ser denunciadas –un imperio–, y crearse una ética de soledad y esperanza para oscuras épocas de simulación.

Solamente Martínez Estrada llega tan lejos como Scalabrini en cuanto al profetismo laico que le atribuye a la tarea intelectual. Es cierto que estos dos hombres devocionaban cosas diferentes –uno, a la nación como redención moral; el otro, a la moral como forma vital de salvación–, pero usaban los mismos planos oculares, una misma hipótesis sobre lo insondable que emerge y se subleva. Ambos trataban sobre una escisión complementaria de un único momento: la verdad como encierro a liberar, lo falso que oprime en la superficie. El acto liberador debía constituirse, antes o después, en texto. Por eso, decimos ahora: cualquier canon nacional reconstruido debe poner a estos dos escritores frente a frente. Conmocionado, Scalabrini imaginó que los hombres del subsuelo que marchaban por las calles en 1945, no tanto salían con su libro en la mano, sino que salían “desde” su propio libro de 1931. Excesivo, Martínez Estrada pensó también que “desde” su libro de 1933, Radiografía de la pampa, emergían los personajes sociales que se manifestaban en la ciudad de esa misma década del ’40. Son dos intelectuales que conocieron por igual –diferencias políticas aparte– la fuerza del texto propiciador, incluso profético, y el martirio de su propia vida ofrecido como prueba de que los ensalmos salvadores no aparecían.

¿Persisten intelectuales de este rango? ¿Los años foucaultianos, con su intelectual cartógrafo o micropolítico, no los han desplazado? ¿Los modelos de investigación universitaria, las redes institucionales de tecnologías archivísticas y modelos de pesquisa, no los han convertido en anacrónicos? ¿Las foundations neoconservadoras no han creado una nueva figura del converso, el sepulturero más eficaz del pasado que lo persigue quedamente?

Sin embargo, se sigue devocionando a Rodolfo Walsh, que también cultivaba una noción de sacrificio, de aciagos días de justicia. Viñas había pensado mucho esta cuestión y había inventado un aforismo: a mayor criticismo, mayor riesgo. La tesis sobre el riesgo era también la punta trágica viñesca, pero en una época en que no había audibilidad para los lenguajes del tormento existencial. Ya Borges los había condenado por “patéticos”, en pleno momento del compromiso sartreano. Ensayó su respuesta en una literatura que refugió en grandes alegorías universalistas su profundo núcleo nacional y sembró sus alrededores de airadas conjeturas políticas. Terribles opiniones, verdaderos caprichos infantiles, convivieron con una magnífica obra que surge de los mitos más íntimos de la vida y el lenguaje. En cuanto a Cortázar, deslindó el problema y anunció en el preámbulo de Rayuela que no era concebible que un hombre pudiera cargar con los problemas y la representación de una nación: sincero reconocimiento de su propio juego literario.

¿Qué nos trae en cambio Vargas? No es el intelectual en su cartuja, pues está en el mundo, combate y caracolea. Curiosamente, retoma la idea de señalar las heridas del mundo para reencaminarlo, darle verdad frente a los hombres equivocados, como él dice haberlo estado, melancolía mediante, en los años sesenta. ¿Pero es el escritor destinado a conmoverse por los rumbos de una comunidad y lanzar sus profecías doloridas? Político que viaja con sus certificados, sus ujieres y palafreneros, alerta sobre los males presentes, por lo general resumidos en la expresión “totalitarismo”. Algo de aristocrática perversidad –se conoce su preferencia por el famoso y sutil escrito de Flaubert sobre las épocas de la historia entendidas según los tipos de zapatos femeninos– lo lleva a convivir con las incultas derechas argentinas. ¿Sufre allí su castellano apacible y bien modulado? No parece cuando suelta la lengua y arroja su tintero contra los demonios del populismo, ante la risa gorda de los recaderos del macrismo.

Pero de inmediato comprendemos que Vargas Llosa ha aprendido mucho de los políticos que actualmente frecuenta. Llega un momento en que modula la voz, retira adjetivos, calcula sus pasos, exhuma una distraída dulzura de hombre superior y acude al real goce del provocador, que es asumir la máscara ritual del fauno herido en su momento de prudencia y calma: “No vine a provocar”. Es que con los antiguos elementos del intelectual que llamamos sacrificial, actúa protegido por penumbrosas fundaciones, corporaciones mediáticas y conglomerados de derecha. Pero no corre riesgos, lo protegen símbolos de intocabilidad. Aunque su caso demuestra que estamos debatiendo sobre la historia viva del intelectual latinoamericano de la contemporaneidad, pues como sea –sofocados, invertidos, transfigurados, astutamente alterados–, los motivos de Vargas saben despertar un interés libertario. Late en ellos su drama personal, restos apagados de viejos debates, recuerdos que ahora sólo parecen amables conversaciones con aduladores de turno, y que en algún momento debieron ser turbulencias como las que ahora permanecen en el espíritu de los intelectuales latinoamericanos que viven en la espesura de la historia actual y no en el foro de las convenciones de las derechas mundiales.

¿Pero es de derecha Vargas Llosa? La genealogía del inquisidor, convertido luego en el moderno comisario político, es de las historias que despiertan inmediata adhesión. El la cuenta bien. ¿Quién las cuestionaría? Todos desearíamos ser hijos de la crítica a la intolerancia. Y efectivamente lo somos, al punto de una verdad a la que Vargas no ha llegado. Porque los verdaderos enemigos de la intolerancia, lo somos porque –nuevamente–, estamos inmersos en la dialéctica del lenguaje, en sus grandes paradojas, y menos en lo que ahora, en Vargas, es la cómoda linealidad de un liberalismo cuya ambigüedad da por descontada. Es liberal para trazar la historia de la modernidad y es liberal mientras se palmea con Hernán Lombardi. ¿No hay diferencias entre ambas acepciones? Entonces, su condición de hombre de derecha la da menos su vieja problemática literaria impregnada de una chispa que sin duda no ha cesado –pues piensa como un ironista liberal puro–, que su falso candor, repleto de ardides. Los ha mostrado, “encantadoramente”, en su discurso de la Feria. Y en verdad es encantador, hasta que el peso de la historia una y otra vez pone pesadas comillas en esta frase, sin abandonarla.

En su discurso desgranó estos temas, entre afirmaciones interesantes pero vagas, y trivialidades que no dejaban de ser simpáticas. Se mostró como si un personaje del Marqués de Sade, ahogando sus pasiones previsibles, se transformara en un amable conversador que da explicaciones sobre sus buenas novelas de iniciación de un modo que lo acerca –es una pena– a las pedagogías obligatorias de la globalización. El gran hombre relata sus complacientes fórmulas luego de darle consejos a la Presidenta y rezongar sobre premios como lo haría algún espíritu escéptico del siglo XVI. Como diría Sartre, su sinceridad suena de mala fe. Me gustó escucharlo. No dejó de coincidir con las palabras que en espejo poco antes dijo Bergoglio, ambos asombrados de tanta “crispación”. Dijimos que había “dos” Vargas Llosa. Ahora pienso que hay muchos, variados géneros multicolores de “Vargas Llosa”, replicantes que habitan un solo cuerpo. Interesante enigma, que nos instiga luego de este debate, que no fue vano, a respetar esas banalidades donde se cuela la tragedia real del novelista que es, y a imaginar un nuevo tipo de intelectual latinoamericano que permita el balance entre aquel éxtasis scalabriniano y este candoroso liberalismo vargaslloseano. En su misma exposición, la palabra “liberalismo” se mostró una de las tantas máscaras abstractas que no logra abarcar el conjunto de temas de un debate que excede –lector de Madame Bovary como él es y somos todos–, sus pasmosas ensoñaciones, ingenuidades y sofismas. Nadie le pide bolivarismo, en cambio es afligente su bovarysmo.

* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.

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Otro país, es posible.

Crónica de un 25 en mi plaza
Por Mempo Giardinelli

Escribo esto al caer la tarde del 25 de Mayo y en caliente. No pensaba ir a la plaza central de Resistencia por varias razones: la visita de la Presidenta tuvo a esta ciudad en obras por dos semanas y el tránsito fue un lío; yo jamás voy a actos oficiales, y encima el martes el calor y la humedad fueron insoportables y ayer amaneció lloviznando.

Me disponía a ver la celebración por la tele, cuando llegó una inesperada invitación personal del gobernador Capitanich para ir al palco presidencial. Era tonto no aceptar y allí estuve, saco de lino claro sin corbata y en la mano una invitación que abría todas las puertas.

Jamás me habría imaginado una jornada tan particular. Nunca antes asistí a un Tedéum, y hacía mil años que no entraba a una iglesia, salvo como turista y en otros países. Pero ahora estaba en la misma catedral en la que hace medio siglo tomé mi olvidada primera comunión; frente al altar estaban la Presidenta, el gobernador, el obispo Sigampa, la intendenta local y un variado cuerpo diplomático y de prelados; cantaba el coro polifónico, una multitud estiraba los cuellos para verlos, y yo meta saludar a gente que me miraba con asombro, como a sapo de otro pozo.

Enseguida el obispo leyó un texto interesantísimo: una rara alocución entre kirchnerista y antiaborto, que encomió la Asignación Universal por Embarazo, la inclusión social y las nuevas tecnologías. Notable, aunque no tanto, para mí, como la constatación de mi “popularidad” y mis años cuando Aníbal Fernández me saludó: “Cómo le va, señor”.

Algo desconcertado, seguí la larga fila que entraba al Salón Obligado de la Casa de Gobierno –una cuadra más allá de la catedral– donde me salvó un cartel que decía “Besamanos” (sic) e indicaba con una flecha el rumbo a seguir. Me di vuelta para no entrar y justo me topé con Nilda Garré, que es amiga desde hace décadas, y nos dimos un beso. Detrás venía el senador Pampuro, que inesperadamente también me dio un beso. Y varios legisladores y altos funcionarios de rostros periodísticamente familiares pero cuyos nombres ignoro me zamparon más y más besos. Y en eso llegó el gabinete en pleno de Capitanich, varios de cuyos ministros son amigos, ya que –se sabe– en los pueblos nos conocemos todos, y de tantos besos eso ya era para pensar mal.

Regresé por donde había entrado y subí al enorme palco, que estaba vacío. Elegí la última fila para contemplar desde ahí a la multitud, que ratificaba una vez más la fuerte popularidad de Coqui –como todos llaman al gobernador local–, quien para media muchedumbre debería ser elegido candidato a la vicepresidencia, aunque la otra mitad teme que lo sea y luego resulte un lío la sucesión local.

Enseguida se produjo la impactante entrada en escena de la Presidenta, seguida de Coqui y de la sobria dignidad de Aída Ayala (la ya veterana intendenta radical de Resistencia, reelecta en 2009 y nuevamente candidata en octubre), quien se bancó sonriente todos los chiflidos aunque –justo es decirlo– recibió también muchos aplausos obviamente kirchneristas.

Los discursos fueron previsibles. Coqui y Cristina dijeron lo que se esperaba de ellos. Genuinamente peronistas, sin anuncios espectaculares, el de ella me impactó por la emoción que la domina cuando evoca a su marido. Su viudez me recuerda a la de mi madre y mi hermana, viudas provincianas todo dolor y entereza. Me parece admirable ese rasgo de la Presidenta, que, sin embargo, algunos argentinos/as odian. Qué raro es este país, me dije. Ocho años después es otro, mucho mejor, pero el odio está desatado.

A esta altura del texto debo decir, una vez más, que no soy K. Sí apoyo a Cristina y su gestión en lo que me parecen sus mejores aspectos (derechos humanos, Fuerzas Armadas, seguridad, educación, cultura y el rumbo económico) pero mantengo objeciones muy serias, y en primer lugar que no hay un solo corrupto preso.

Durante todo el acto yo pensaba, sobre todo, en nuestra democracia. ¿Qué hacía yo ahí, cuando hace sólo 30 años estaba en el exilio y este país era una carnicería? Y pensaba en mis amigos que odian a Cristina y al Gobierno. Yo me siento incapaz de odiar. Ni siquiera odié a los milicos durante la dictadura. Los enfrenté como medio país, pero no los odié. Es un sentimiento mediocre el odio. Degrada al que odia, más que al odiado. Y además, cosa curiosa, aquí los que odian son los ricos. Por algo será, me dije, aunque sé que la frase es lamentable. Pero es lo que sucede: los ricos más ricos son los que más odian. En el Chaco es así. En la Argentina toda.

De pronto me acordé que en esta misma plaza chaqueña y para este mismo diario, en enero de 2002 escribí la contratapa más triste de mi vida. Me pregunté: ¿Y hoy qué escribiría? Respuesta inmediata: lo mucho que ha cambiado este país. Ahora es mejor, más inclusivo, más justo aunque todavía no se haya alcanzado la justicia social que anhelamos. Más igualitario. Algunos dicen que fue por el “viento de cola”. Bueno, pero alguien supo conducir el barco. No es poco, señores, no se vale ser tan mezquinos.

Entonces me di cuenta de que también estaba mirando el primer desfile militar desde que hice la colimba, y sin sentir rabia. Estas son otras Fuerzas Armadas, me dije, si hasta la marcha “Curupaity” me parece hermosa. Y reparé en que el grupo de Artillería local, y los Granaderos y los Patricios desfilaban debajo de una enorme bandera roja con el rostro impreso del Che. Y más allá había banderas del Partido Comunista mezcladas con las de peronistas. Y desfilaban soldados con soldadas. Carajo si era todo diferente.

Qué bueno que vine, me dije. Y después entró Fuerza Bruta y la Banda de los Granaderos empezó a tocar un chamamé. Ahí me decidí a pasar esto en limpio.

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sábado, 24 de septiembre de 2011

Los días y las noches.

...y sin embargo al tercer día resucitarás, y caminarás entre los hombres y mujeres de esta tierra, y beberás su agua y compartirás su pan, y revolucionarás a los niños para que no olviden,y no ofrecerás la otra mejilla al opresor; al tercer día, ese Día en que las almas, y los cuerpos y las conciencias serán.

Y el vino, y la sangre serán uno, como tú y tu prójimo, compañeros del alma,y besarás sus pies,y andarás entre el cielo y el mar, cultivando el amor al fruto del hombre nuevo.
Sin utopías, ni sueños, solo la realidad de tu destino junto a él y su hembra en llamas.

...y la nocturna sed de justicia, bienaventurada colmará la luna,
levará almas, andará desnuda recolectando la simiente del justo y del pecador,
del urgido por comer y del herido por ver el fuego rojo del infierno,
sobre las aguas olvidadas caminará y los panes multiplicados serán.

Y el sino de aquella derrota desaparecerá bajo los pies descalzos
de la multitud heredera que tornará en sal al enemigo de la vida.
Felices, romperán muros y conspiraciones, silencios y ostias,
confesarán su revolución y no habrá señor que resista tamaña
herejía santa de un pueblo labrador.

Será Justicia, habrá paz, Amen.

GB

El mezquino papel de la clase media porteña.

"En octubre de 2004 la consultora Equis publicó que: Un poco mas de la mitad de los pobres -9,3 millones- pertenece a familias de clase media que por las sucesivas crisis fueron cayendo baji la línea de pobreza. Así, por esta notable caída de los sectores medios, apareeció en la Argentina una "nueva pobreza" como modalidad específica de pobreza que no existía o era muy pequeña antes de los 70 y que hoy impacta sobre el 33% de la población nacional."

"Esta es la conclusión de un estudio de la consultora Equis, que dirige Artemio López, que marca que "en el nuevo período posdevaluatorio, al igual que lo ocurrido durante la etapa de valorización financiera iniciada en 1976, la estructura social sigue la línea de transformación típica de la etapa financiera. El dato saliente es nevamente el estrechamiento de los segmentos medios vía el aumento notaable de la pobreza por ingresos, producto combinado del desempleo, la caída salarial y el aumento del costo de la canasta de bienes y servicios, que pasa del 38% en 2001 al 44,2% en el primer semestre de 2004.
"En base a datos oficiales de la Capital y el Gran Buenos Aires, que engloba a 12 millones de habitantes, surge que desde 1974 en forma casi ininterrumpida el 80% de la población, en especial las franjas mas bajas, cedió ingresos en beneficio del 20% mas rico que acrecentó un 22% su participación en el reparto de la torta.
"Este retroceso se dio al compás de cada crisis, como en 1975 con el Rodrigazo, 1982 con el derrumbe de la tablita de Martínez de Hoz, 1989/90 con la hiperinflación, 1995 con el Tequila y 2001/2002 con el derrumbe de la convertibilidad. Con cada una de esas crisis, la clase media bajó un escalón ( a veces dos o tres), y si bien con las normalizaciones posteriores hubo mejoras en la situación social no lograron revertir la caída experimentada durante los momentos de crisis."


En Llegó Carta de Perón, Monzón Florencio, Rapsodia de la Resistencia 1955-1959, Edicones Corregidor, Buenos Aires, 2006, ps. 100-101. (Continuará...)
Prof. GB

viernes, 23 de septiembre de 2011

Pablo Neruda, 12 de julio de 1904, 23 de setiembre de 1973.




Melancolía

Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano.



* PaRa Mi CoRaZóN BaSTa Tu PeCHo...
Para mi corazón basta tu pecho,
Para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
Lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en tí la ilusión de cada día..
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia,
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
Como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
Pájaros que dormían en tu alma.

GB

Nunca antes, nunca hasta hoy...



Un candidato a presidente de la Nación obtenía, obtendría el 62% de los votos en una elección libre y soberana.
Menos aún con 18 años de exilios y porscripciones.
Acusado de Tirano prófugo o Tirano sangriento, de déspota, demagogo y dictador.
Innombrable, prohibido y exilado.
Con decenas de atentados que intentaron asesinarlo durante su diáspora.
Peregrino por años antes de recalar en Madrid, España, donde nunca hasta el día de su partida definitiva se vio con el dictador que la presidía.
Traicionado, ninguneado, denigrado por funcionarios y/o jerarcas políticos y sindicales que lo vieron muerto y enterrado muchísimos antes del año 1974.

Los neo, los simpatizantes de su ideología pero sin él, los acomodaticios, los arrastrados, los traidores, que le harían afirmar al propio Jauretche que la palabra "asco" tenía nombre y apellido, por ejemplo el de su ex vice presidente que en 1955 juraba practicamente no conocerlo...( Alberto Teisaire)

Solo a 12.000 kilómetros de distancia, pero conduciendo a cientos de miles de anónimos resistentes que dieron efectivamene su vida por su retorno incondicional a la Argentina y al poder.

Al que no le daba el cuero para volver, cobarde,millonario, mentiroso, engañador, corrupto, culpable de las crsis recurrentes de la Argentina a partir de su ausencia obligada.

Bombardeado, fusilado, desaparecido.
Encarcelado, torturado, despedido de su trabajo.

Volvió, y obtuvo el 62% de los votos.
Nunca antes, nunca después (quizás hasta hoy) se habló de felicidad, dignidad, amor, causa, doctrina, Nación, Pueblo, Patria,grandeza,identidad, justicia social, soberanía política, independencia económica, como él lo hizo ( y lo sigue haciendo).

Tuvo una mujer única.
Fue un hombre, que, con esa mujer construyó una pareja única.
Juan revolucionó a propios y extraños.
Eva lo defendió con pasión, alma, corazón y vida.
Lo amó.
El 23 de setiembre de 1973, fue electo por tercera vez presidente de todos los argentinos.

Los obreros, sus hijos, sus jóvenes maravillosos, sus mujeres,lo trajeron para que la Historia le rindiera homenaje a su hombría de bien.
Buen tipo Juan, nunca nadie, hasta hoy lo quiso como lo queremos nosotros sus herederos.

GB

ARTIGAS Y EL REVISIONISMO HISTÓRICO

Conferencia dada en 1960 en la facultad de Arquitectura (Montevideo)
José María Rosa

ARTIGAS, LA REVOLUCIÓN DE MAYO Y LA UNIDAD HISPANOAMERICANA

Significado de Artigas para nosotros.

Evoco esta tarde a Artigas en tierra oriental. Lo hago como argentino, y seria una frase hueca decir que lo hago en desagravio por la torpeza como trataron al prócer Mitre y López, No la hago en desagravio de Artigas, que no necesita ese desagravio. Lo hago como reivindicación de un argentino a una figura que es nuestra tanto como de vosotros: pues Artigas pertenece a ambas orillas del Plata. Es más: pertenece, por sus ideales políticos, por su acción, por su temple, a la América Hispana entera.

Artigas es la Revolución hecha pueblo. En Buenos Aires se festeja en estos momentos el sesquicentenario del pronunciamiento de Mayo. Es un hecho glorioso, pero no es aún la revolución. Falta pueblo. Es un "antecedente" de la revolución, como las invasiones inglesas de 1806 y 7, como el Cabildo abierto de Montevideo de 1808, como la tentativa porteña de 1809. Vive una inquietud el Plata que no se ha traducido aún en ‘revolución” por cuanto no ha llegado al pueblo, Pasa entre gentes de la llamada "clase principal y decente de la población".

La Revolución llega con Artigas: en 1811 hay una insurrección de masas rurales; hay un aliento de democracia, hay turbulencias de un pueblo entero conmovido. Aquí se habla por primera vez de "independencia absoluta" por que el pueblo y el caudillo dan la tónica del movimiento. Los señores de la “clase principal” están inquietos y no saben porqué: no saben si su inquietud se calma con constituciones liberales, o con junta como en España que gobiernen a nombre de Fernando VII. Es el pueblo quien sabe adonde va, y es el caudillo del pueblo. De allí que hable de Artigas como el primer revolucionario del Plata.


EL CAUDILLO

Artigas es un caudillo. Eso se ha dicho en sentido peyorativo por los liberales. Un “caudillo” es algo que no se encuentra en los libros de derecho constitucional comparado; porque los libros de derecho constitucional comparado han sido escritos para sistemas donde gobierna y detenta los privilegios una sola clase de la población. Gobiernan consejos o asamblea en público, y logias en secreto. Yo hay jefes, no puede haberlos: el "jefe” es la negación de los intereses particulares. Y Artigas es un “caudillo”, un “jefe" porque su gobierno es popular: la sola manera que tienen los pueblos de gobernar. El caudillo es la multitud misma, por ella habla y gesticula el pueblo: lo “representa” porque sabe interpretarlo, lo conduce, porque tiene sensibilidad para comprenderlo.

Artigas es lo vernáculo contra lo foráneo, la realidad contra el artificio, la Patria contra la colonia: lo nuestro, lo americano, lo auténtico, en pugna contra lo ajeno, lo importado, lo europeo. No bastaba con llamarse "revolucionario” para serlo, como ocurría en los triunviratos y directorios de Buenos Aires de mentalidad colonial e ideales puramente formales. Ellos no se llamaban “coloniales” ni se sentían así: para ellos lo colonial era lo español, y creían que dejaban de ser colonia al hacerse afrancesados o anglófilos. Porque no sentían lo nuestro. Su actitud era terriblemente colonial. porque hasta arrasaba con esa innegable raíz española que estaba en al fondo de las cosas criollas.


LA OLIGARQUÍA Y EL IMPERIALISMO

Artigas es el pueblo contra la oligarquía. Llamo oligarcas a quienes se consideran y obran como clase privilegiada. No solamente a los privilegiados económicamente, sino también a los falsos intelectuales – los inteligentuales que dijo alguno – que comprenden las cosas de todos los países menos del suyo, que viven de espaldas a la realidad, sordos y ciegos a su medio. Esos “inteligentuales”, aunque lo renieguen, son siempre aliados de los oligarcas: siempre son instrumentos de los imperialismos ajenos. Contra ellos está el pueblo, que es la reserva de la nacionalidad en todas partes; sobre todo en los Países coloniales o semicoloniales donde la oligarquía obra como beneficiaria, gerente o propagandista de los imperialismos. (Uso la palabra "imperialismo" por comodidad. Entiendo el “imperialismo" al dominio comercial que Inglaterra y en menor grado Francia, querían tener de todo el mundo apenas la revolución industrial las convirtieran en emporios productores de materias manufacturadas). Esto lo digo para entenderme con quienes llaman solamente "imperialismo” al financiero de fines del siglo pasado. Antes del imperialismo financiero hubo un imperialismo comercial con características de dominio bien evidentes. Ahí tenemos las invasiones inglesas de 1806 y 1807 ahí tenemos la apertura del puerto de Buenos Aires al libre comercio en 1809, ahí tenemos la ayuda de lord Strangford a los directorios y triunviratos porteños, y ahí tendremos luego la intervención francesa de 1838-40 y la posterior anglo francesa de 1845-50).


EL REVISIONISMO HISTÓRICO ¿QUE ES EL REVISIONISMO?

Mis palabras tal vez chocarán a algunos porque pertenezco a la escuela revisionista de la historia Argentina, que bien puede llamarse de la historia latinoamericana ¿Que es el “revisionismo histórico? Ante todo es emplear el método histórico en la investigación del pasado: reconstruir los hechos lo más aproximadamente posible a su veracidad. Y enseñar públicamente esa verdad: en la escuela, en los colegios, en la universidad. Y si no se puede allí, en conferencias, en plazas públicas: porque nuestra auténtica historia ha sido escamoteada deliberadamente por la oligarquía para mantenernos en un estado de mediatización colonial para ser colonias pacíficas y tranquilas. La historia es el alma de los pueblos, y se nos ha querido quitar el alma para que no seamos jamás un pueblo. Pero además de este restablecimiento de la veracidad histórica por la auténtica reconstrucción de los hechos históricos, el revisionismo hace otra cosa. Los interpreta No los interpreta como la historia liberal desde las conveniencias del liberalismo, ni desde las vaguedades de la humanidad, la libertad, la civilización, etc. Nosotros los interpretamos desde aquí, desde el suelo que pisamos, y si me apuran mucho diré que desde la hora que vivimos. Porque la historia no es algo muerto: es algo vivo, algo que enseña el camino a un pueblo. Aquello que carece de actualidad no nos interesa: interesa a los eruditos, La historia no es erudición: es quehacer político.Interpretamos a la historia. Es decir valoremos los hombres y las cosas del pasado desde las conveniencias de Hispanoamérica como unidad nacional. No nos interesa que sus gobernantes hubieran sido constitucionales o inconstitucionales, “tiranos” o libertadores (para usar la terminología liberal que llama "tiranos” a los gobernantes populares). Nos interesa si fueron patriotas y sobre todo si obraron con patriotismo. Todo lo demás lo consideramos no sustancial, adjetivo.¿Qué se propone el revisionismo? Esencialmente quebrar al coloniaje. Al coloniaje político, económico y sobre todo cultural lo quebrará mostrando donde está la “patria”, borrando a los falsos próceres que hoy se muestran como ejemplo y que hicieron de la Argentina (no quiero hablar sino de las cosas de mi tierra) esa colonia sin alma que hoy es. Que hicieron de toda Latinoamérica (aquí si puedo hablar) ese mercado de materias primas y víveres de los grandes imperialismos cuyos ideales se nos dice son la "libertad” (la libertad para que nos exploten: la libertad para pocos: la libertad del zorro libre en el gallinero libre que dijo alguno) y la “democracia” sin demos, la democracia controlada, conducida, engañada por los dueños de ultramar.


SIGNIFICADO DE ARTIGAS

Me he extendido demasiado, y os pido disculpas. He querido fijar nuestra posición ante la historia y el objeto da mis palabras a vosotros. He dicho que Artigas significa la revolución echa pueblo, la independencia; y además un sentido heroico de ha vida, la idea del federalismo, y el concepto de la unidad americana, de la "unidad hispanoamericana”.


INDEPENDENCIA

Me es muy fácil demostrar estas proposiciones. La idea de independencia latente en el grito de Asencio encuentra su exteriorización escrita el 13 de abril de 1813 en la primera de las famosas instrucciones del Año XIII. Allí habla Artigas (el primero, Juntamente con otro americano llegado hace poco de España, José de San Martín) de independencia absoluta. Cuando los triunviratos, directorios y asambleas de Buenos Aires hablaban de incorporación lisa y llana a Inglaterra (como Alvear en 1815 con la misión de Manuel José García ante lord Strangford o a Juan VI de Portugal (como el congreso de Tucumán) o más tarde del protectorado francés con la coronación del príncipe de Luca protegido (contra Artigas precisamente) por un fuerte ejercito francés.

Quiero leer con vosotros unos párrafos de la Oración de abril remitida el 5 de abril de 1813 por Artigas al congreso de la Provincia Oriental. Es el reconocimiento de la supremacía del pueblo. Artigas es el Jefe de los Orientales por reconocimiento implícito de los suyos, y confirmado en 1811 al iniciarse el Éxodo en octubre de 1811. Pero devuelve esa autoridad en abril de 1813, al Congreso porque “los pueblos deben ser libres”: porque él se inclina ante el “voto sagrado de la voluntad general". Solamente un Caudillo puede hablar así; un caudillo que sabe al pueblo por encima suyo.


EL SUFRAGIO UNIVERSAL Y LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS PLATENSES

Podrán algunos profesores de historia constitucional comparada criticar la suma de poderes que tuvo Artigas como “gobernador militar" de su provincia, primero, y como Protector de los Pueblos Libres después, No era la suya la concepción tripartita de los poderes de Montesquieu. Y no lo era, porque Artigas no traía nada de afuera, no era un “inteligentual”. Algunos han encontrado libros leídos por el Protector, escritos por Payne y traducidos por García de Sena y se entusiasman porque creen haber rastreado el origen de sus ideas populares y federales. Que un hombre lea un libro no significa que ese libro sea su guía. Artigas habrá leído a Payne y muchos más, pero su concepción política es totalmente criolla. No tomaba el federalismo norteamericano sino los municipios indianos como modelo. Mejor dicho, tomaba la misma realidad “plasmándola de acuerdo a las circunstancias, como debe hacerlo, un auténtico político.

Yo encuentro que la esencia política del artiguismo es el "sufragio universal”. Como quiso establecerlo por el Reglamento de 1815, como lo establecieron en sus constituciones o estatutos de los Pueblos Libres creados por él de Santa Fe y de Entre Ríos. Y eso no lo tomó de Payne ni de ninguna parte: porque en tiempos de Artigas no había sufragio universal en Estados Unidos, ni en Francia, ni en Inglaterra, Lo había sí en la provincia Oriental, en Entre Ríos, Santa Fe y en Corrientes.

¿De dónde sale el “sufragio universal’, que podemos llamar la institución básica política del Plata? Sale de la milicia; es decir de la formación de todos los hombres en edad de llevar armas con la obligación de defender su municipio. Cuando el pueblo irrumpe en la historia del Plata lo hace formando en milicias comandado por su Jefe o caudillo (así se llame al jefe de las milicias en las antiguas leyes españolas). Elige en la plaza a este caudillo y le da los poderes suficientes para defender a la comunidad. “El primer derecho y deber del pueblo es elegir un Caudillo” dice el Estatuto de Santa Fe de 1819 dado por Estanislao López, cuando Santa Fe era un “Pueblo Libre” federado a la Liga de la Purificación. Que el caudillo tuviera todos los poderes, que mandara el ejercito, dictara las leyes por su cuenta, y conciencia, o hiciere justicia en definitiva apelación les puede horrorizar a muchos; pero a mí me gusta que el caudillo fuese emanación del pueblo y pudiera hacer todo eso mientras interpretara al pueblo; es decir que fuera el mismo pueblo gobernando. Después de 1819 la provincia de Santa Fe habrá tenido muchas constituciones muy perfectas, con sus poderes divididos y reglamentados. Pero me temo que nunca estuvo el pueblo tan presente como en 1819.


ARTIGAS Y EL FEDERALISMO

Artigas es el creador del federalismo argentino. Al decir “creador” no quiero decir que lo inventara éL Pero tuvo el acierto de encontrarlo en el fondo de los viejos cabildos indianos; y lo hizo realidad de la conducción política de la Revolución.

Nuestro federalismo es municipal esencialmente. Comunas que se consideran iguales en derechos y resisten la imposición de aquella gran comuna sin sentido nacional que es Buenos Aires. No lo resisten por desamor a Buenos Aires, sino porque Buenos Aires (o mejor dicho los hombres que gobernaban a Buenas Aires pertenecientes a la oligarquía) no tenían sentido nacional. En cambio las comunas de los Pueblos Libres, cuyos gobernantes surgían del pueblo sí lo tenían. De allí que la voz de Artigas hablando de independencia absoluta gobiernos Populares y federalismo, se extendiera más allá del Uruguay. En Buenos Aires se decían que la prepotencia o ambición de Artigas lo hacia extender su dominio. No lo podían comprender Era la suya la verdadera patria aflorando en el litoral: en los “Pueblos Libres” estaba en germen la Confederación Argentina de 1831.

Artigas hacía la unión por simple ejemplo, sin inmiscuirse en las cosas internas de las otras provincias, sin prepotencias inútiles e inconducentes. “Yo, adorador eterno de la soberanía de los pueblos – dice al cabildo de Corrientes que le reclama su protección en 1814 – solo me he valido de la obediencia con que me han nombrado para ordenarles que sean Libres.” ¡Ordenarles que sean Libres! Ese es el lenguaje de los grandes. “Ellos sólo tienen el derecho de darse la forma que gusten” – agrega – Formalizarán su Liga preciosa entre sí mismos y con nosotros, declarándome yo su Protector.”


EL SENTIDO HISPANOAMERICANO EN ARTIGAS

¿Cuál era la Patria de Artigas? ¿Era solamente su amada, provincia, su “patria chica” por la que tanto luchó? ¿Era la Liga de los Pueblos Libres? ¿Eran las provincias Unidas del Plata?Sí. Todo eso, y algo más también. Artigas era oriental y por ser muy oriental era muy argentino. (no hablo de “argentino” como sinónimo de porteño, y pido que se me entienda; argento es el habitante de las provincias del Plata como lo dice la etimología). Pero no se detenía allí su idea de patria: por ser muy argentino era muy americano, muy hispanoamericano.

Para él su patria era la unión de todas las porciones de América Española. Unirán en un mismo Estado o Confederación de Estados, o una misma fraternidad, que para el caso es lo mismo. Lo importante no es lo formal, sino lo esencial: que haya conciencia de unidad de origen y unidad de destino.

Eso era el pensamiento de los hombres de la primera década revolucionaria. La artiguista provincia do Santa Fe en su mencionado Estatuto considera “ciudadano de Santa Fe” a todos los nacidos en América, española.Pero luego vinieron otras cosas, Nos perdieron entre constituciones y recelos: fraccionaron en veinte partes insondables la fraternidad hispanoamericana ¿Lo hicimos nosotros? Si... los gobiernos oligarcas eran tesoneramente separatistas: en Buenos Aires había un Rivadavia que nada quería saber con Bolívar, Fueron los gobiernos de la oligarquía orientados y dirigidos desde afuera. Es el “dividir para reinar" clásico, de los hábiles.Cuando ocurre eso, Artigas ya no existe políticamente. Yo veo en su retiro de Curuguaty, en su muerte política voluntariamente impuesta, en su soledad y abandono, una protesta por la pérdida de la Patria Grande, porque América no tomaba el rumbo que él señalara.Aquí tengo un documento de Artigas. Es el oficio que manda el 7 de diciembre de 1811 desde orillas del Dayman al cabildo de Paraguay, Pongámonos en el momento. Artigas encabeza el Éxodo: se dirige al Ayuí con todo su pueblo, en protesta del armisticio con Elío y para sustraer a los orientales del dominio español. En el Ayuí va a prepararse para recuperar la Banda Oriental. Y pide ayuda a Paraguay, entre otros.

Habla de su éxodo. Es una hazaña gigante: “yo llegaré muy en breve a mi destino con este pueblo de héroes” dice. Pero no la considera patrimonio oriental solamente; no ha hecho sino repetir el éxodo de La Paz en 1809. Primer manifestación de solidaridad americanaHay más. Pide la ayuda paraguaya porque Asunción se defiende a sí misma defendiendo a los orientales. "Fuera cual fuere la suerte de la Banda Oriental, deberá trasmitirse hasta esa parte del norte de nuestra América”. La guerra de la independencia era una sola.Yo les llamo la atención sobre la fecha de este documento: 7 de diciembre de 1811. Ocurre un año antes que Bolívar hiciera su conocido manifiesto de Cartagena – como lo recalcara el profesor oriental Petit Muñoz – solicitando la ayuda de Nueva Granada para a recuperar Caracas. Porque la defensa de Nueva Granada estaba más allá de sus límites formales. La América española era una sola, pese a sus límites administrativos.


EL FRACASO DE ARTIGAS

Artigas no triunfó. Tuvo poderosos enemigos que acabaron por arrojarlo fuera de su Banda Oriental, vencido. No son esos enemigos ni Francisco Ramírez, ni Otorgués, ni los directoriales de Buenos Aires que engañaron a Ramírez con el inicuo tratado del Pilar. Artigas no triunfó porque no había llegado su hora: porque se había adelantado a su Hora. Porque la unidad de América hispana con gobiernos populares (sola manera de lograr esa unidad) no se podía hacer ante un enemigo tan poderoso como era Inglaterra entonces. Y con una oligarquía fuerte y sin desmantelar adentro.

Después de Cepeda, el 1º de febrero de 1820, Artigas debió entrar en Buenos Aires y extender los Pueblos Libres por todo el territorio occidental; Con los recursos de Buenos Aires, arrojar de la Banda Oriental a los portugueses; y erigirse él desde Buenos Aires (al fin y al cabo centro geográfico del Plata) en Jefe o Protector de la agrandada federación. Ayudar a San Martín y tenderle la mano a Bolívar, Otra seria la historia americana entonces. Pero no fué así. Ocurrió (culpa de los de afuera más que de José Miguel Carrera, o de la logia porteña, o de las ambiciones de Ramirez) la baja traición del Pilar y se eliminó a Artigas y a la Provincia Oriental de la argentinidad. Es decir se le eliminó la posibilidad de integrar la unión Hispanoamericana.

Artigas se fue y no volvió más. Pero dejó su espíritu en ambas márgenes del Plata. Los 33 tomaron el sentido heroico del artiguismo para defender la “patria chica”, y Juan Manuel de Rosas tomó el espíritu de Artigas para reconstruir la Confederación.


ARTIGAS Y ROSAS

Acerco las figuras de Artigas y Rosas, que para algunos parecerá herejía, Artigas tiene estatua y Rosas aún no. Pero Rosas, para mi, fue el continuador de Artigas.

Aunque no se diera cuenta, aunque no valorara a Artigas en su justa medida (que no es el caso). Rosas es el triunfo de la idea de los Pueblos Libres" en la margen occidental del Plata. La Confederación se forma en 1831) y su Pacto del 4 de enero es un eco de las instrucciones del XIII. Esa liga de gobiernos populares, confederados, con un Encargado de Negocios Extranjeros: esa formación sólida, de granito que es el Pacto Federal que Rosas hace aprobar a todas las provincias argentinas y de donde nace la Confederación Argentina, es la vieja idea de Artigas. El Restaurador ha tomado la bandera del Protector. Hasta su color punzó luce en su divisa.

Y no es solamente en los gobiernos populares y confederados como Rosas se asemeja Artigas. Así como éste lucha contra los portugueses, Rosas lo hace contra los ingleses y los franceses: la defensa de la soberanía es común a ambos.

Y finalmente el "americanismo”. El "sistema americano" de Rosas ha sido mal comprendido por muchos.

Han creído en una prepotencia de Buenos Aires sobre el Plata. No fue así. Rosas quería. la unidad del Plata, y algo más que la unidad del Plata: la unidad hispanoamericana. Pero la quería como Artigas a base de una propia decisión de los pueblos, sin prepotencias inconducentes por una política de mutuo respeto y común defensa. Esa unidad tal vez no llegaría a asumir la forma de una Confederación o de un Estado Federal, sino de una “fraternidad”. Eso bastaba, la fraternidad sellada con sangre entre argentinos y orientales cuando las intervenciones extranjeras de 1838 a 1850 mostraba con elocuencia el común destino de ambos.

Para muchos, la palabra “Rosas" es mala palabra. Es que Rosas – como Artigas – han sido muy calumniados. La calumnia que encuentra eco en la gente de mentalidad colonial. O en los interesados en mantener el orden colonial bajo un manto de sonoras palabras.

Pero yo quiero recordar a vosotros, aquí y sean estas mis últimas palabras, dos títulos de gratitud de la Banda Oriental hacia Rosas. No hablo de las intervenciones, ni del sitio, ni de la invasión brasileña de 1851 y los inicuos tratados de octubre de ese año donde siempre se encuentra a Rosas junto a los orientales. Hablo de otras cosas, generalmente ignoradas.

La primera es la intervención de Rosas en la expedición de los Treinta y Tres Orientales. La preparó visitando la Banda Oriental con el pretexto de la compra de unos campos, como era un estanciero que no intervenía aparentemente en política, los portugueses lo dejaron recorrer la tierra. Hablo, con los jefes artiguistas y les anunció el arribo a la playa de la Agraciada. Y después él, junto con otros, financió la expedición de Lavalleja y Oribe.

La segunda es la actitud de Rosas ante el tratado proyectado por Brasil el 24 de marzo de 1843. Brasil le entrega allí prácticamente el dominio de la Banda Oriental a condición de la ayuda de Rosas para concluir con la, revolución independiente de Río Grande.

Aquellos que creen que Rosas tenía “ambiciones territoriales argentinas” no pueden comprender porqué Rosas rechazó ese tratado. Que lo venía a salvar de la intervención anglo-francesa (que no se haría si Brasil y la Confederación presentaban un bloque unido), y le daría a la Banda Oriental.

Es que Rosas era mucho más ambicioso que eso. No quería dominarla con prepotencias, quería por propia y decidida voluntad de todos llegar a una unidad definitiva Haría la unidad americana como hizo la unidad Argentina: sin dominio de Buenos Aires sobre el interior, en perfecta igualdad las provincias, hasta quitando privilegios de Buenos Aires (como el librecambio que obstaban al desarrollo de la economía del interior).

Porque Rosas, estanciero porteño, no gobernó para los estancieros ni para Buenos Aires; sino para una América libre de dominios foráneos y unida por gobiernos populares.

Como Artigas, nacido en Montevideo y militar de profesión, no gobernó para su ciudad natal ni para su clase militar.

No triunfó, como no triunfó Rosas, pero nos dejaron la lección que hemos de recoger en este siglo. Siglo de nacionalidades, donde se baten en retirada los imperialismos y sus servidores conscientes e inconscientes, con su fárrago de palabras huecas y de esquemas falsos.

Fuente: www.lagazeta.com.ar

GB.