jueves, 11 de agosto de 2011

EL PADRE DE LA PATRIA, MODELO NACIONAL.RIVADAVIA MODELO LIBERAL.

Rivadavia, temeroso de que se designara jefe supremo a San Martín, boicoteó por todo los medios a San Martin y a la reunión de un congreso constituyente en Córdoba.

Ocupado en dotar de ochavas a la ciudad de Bs. As. negó todo recurso a San Martín, que libraba la guerra de independencia.

Finalmente San Martín no tuvo más remedio que ceder su lugar a Bolívar para que concluyera la gesta libertadora.

Mientras San Martín permaneció en Mendoza, retirado en su chacra, Rivadavia y el gobierno de Buenos Aires lo hostilizó de todas formas. Primero le puso un mucamo como espía de sus movimientos y luego hasta le violaba su correspondencia privada. El propio San Martín se lo confiesa a O´Higgins en carta del 2º de octubre de 1827:

“...Mi separación voluntaria del Perú parecía me ponía al cubierto de toda sospecha de ambicionar nada sobre las desunidas Provincias del Plata. Confinado en mi hacienda de Mendoza, y sin más relaciones que algunos vecinos que venían a visitarme, nada de esto bastó para tranquilizar la desconfiada administración de Buenos Aires; ella me cercó de espías; mi correspondencia era abierta con grosería...”(Altamira, Luis Roberto: “San Martín. Sus relaciones con don Bernardino Rivadavia”. Impresiones Pellegrini 1950. Museo Histórico Nacional. Su Correspondencia)

El 16 de agosto de 1828 el mismo O´Higgins lo conformaba en carta a San Martin:

“...ejerzan enhorabuena su rabia inquisitorial en nuestra comunicaciones privadas que ellos no encontrarán otra materia más que la misma firmeza y honradez que no han podido contradecir de nuestra vida pública. Hasta la evidencia se podría asegurar que las ocho o diez cartas que veo por su apreciable del 29 de septiembre del año pasado se han escamoteado como las que he escrito a Ud. paran en poder del hombre más criminal que ha producido el pueblo argentino. Un enemigo tan feroz de los patriotas como Don Bernardino Rivadavia estaba preparado por arcanos más oscuros que el carbón para humillarlos y para degradación que su desastrosa administración ha dejado a un pueblo generoso, que fue la admiración y baliza de las repúblicas de América Sudeste.

Hombre despreciable que no solo ha ejercido su envidia y encono contra Ud. no queda satisfecha su rabia, y acudiendo a la guerra de zapa, quiso minarme en el retiro de este desierto, donde por huir de ingratos busco mi subsistencia y la de mi familia con el sudor de mi frente...”(Altamira, Luis Roberto. Ibidem) (JS.p.36)

También a Martiniano Chilavert le refiere San Martín sobre los ataques y calumnias que recibía por parte de la prensa rivadaviana. En carta del 1° de enero de 1825 le decía:



“...A mi regreso de Perú establecí mi cuartel general en mi chacra de Mendoza, y para hacer más inexpugnable mi posición, corté toda comunicación (excepto con mi familia), y me proponía en mi atrincheramiento dedicarme a los encantos de una vida agricultora y a la educación de mi hija, pero ¡vanas esperanzas! En medio de esos planes lisonjeros, he aquí que el espantoso “Centinela” (periódico rivadaviano) principia o hostilizarme; sus carnívoras falanges se destacan y bloquean mi pacífico retiro. Entonces fue cuando se me manifestó una verdad que no había previsto a saber: que yo había figurado demasiado en la revolución para que se me dejara vivir tranquilamente” (Comisión Nacional del Centenario. Documentación del archivo San Martín. Tomo I )

San Martín decide trasladarse a Buenos Aires a darle el último adiós a su esposa que agonizante reclamaba su asistencia. Pero San Martín debe postergar su viaje ante la certeza de un complot para interceptar su viaje para prenderlo o asesinarlo, y en carta a Guido del 27 de abril de 1828 dá cuenta de ello:

“¿Ignora Ud por ventura que en el 23, cuando por ceder a las instancias de mi mujer de venir a Buenos Aires a darle el último adiós, resolví en mayo venir a Buenos Aires, se apostaron en le camino para prenderme como a un facineroso, lo que no realizaron por el piadoso aviso que se me dio por un individuo de la misma administración”. (Altamira, Luis Roberto: “San Martín. Sus relaciones con don Bernardino Rivadavia”. Impresiones Pellegrini 1950. Museo Histórico Nacional. Su Correspondencia)

El 12 de agosto falleció la mujer de San Martín en ausencia de su esposo.

Así agradecían los “civilizados” al libertador de medio continente, mientras los “bárbaros”, según la definición sarmientina, le ofrecían su ayuda y gratitud; el gobernador “bárbaro” Don Estanislao López le remite al siguiente correspondencia:“Se de una manera positiva por mis agentes en Buenos Aires que a la llegada de V.E. a aquella capital será mandado juzgar por le gobierno en un consejo de guerra de oficiales generales por haber desobedecido sus órdenes en 1817 y 1820, realizando en cambio las gloriosas campañas de Chile y Perú.

Para evitar este escándalo inaudito y en manifestación de mi gratitud y del pueblo que presido, por haberse negado V.E. tan patrióticamente en 1820 a concurrir a derramar sangre de hermanos con los cuerpos del Ejército de los Andes que se hallaban en la provincia de Cuyo, siento el honor de asegurar a V.E. que a su solo aviso estaré en la provincia en masa a esperar a V.E. en El desmochado para llevarlo en triunfo hasta la plaza de la Victoria”. (Altamira, Luis Roberto. Ibidem)

En esta agradecida y emotiva carta, Estanislao López se refería a la desobediencia de San Martín a Rivadavia, que pretendía que regresara para aplastar a las provincias del interior. San Martín en cambio prefirió libertar medio continente, dejando las manos libres a López y Ramírez para que destrozaran a Rondeau en Cepeda.

San Martín en esta oportunidad, tal vez debió aceptar el ofrecimiento de López, y aplastar a “Rivadavia y sus satélites” que tanto mal le harían a la América toda. Decide en cambo su regreso solo, vestido de poncho, en una diligencia que por precaución desvía su camino, entrando en silencio en Buenos Aires el 4 de diciembre de 1823, sin desfile triunfal ni saludo de una Buenos Aires ingrata y desagradecida. Es el camino al exilio, con su hija en brazos.

A raíz de la reincorporación de la Banda Oriental a las Provincias Unidas, el 10 de diciembre de 1825, brasil le declara la guerra. Desde el exilio, San Martín el escribía a Guido:

“...cuando se declaró la guerra no me pareció regular ofrecer mis servicios por temor de exponerme a un nuevo insulto...por otra parte, yo estoy seguro que si diese este paso se creería sospechoso, tanto más, cuanto el empeño que se ha puesto en hacer creer que el General San Martín no ha tenido otro objeto en su viaje a Europa que el de intrigar a fin de establecer monarquías en América. Los miserables que han hecho circular tan indignas imposturas (Rivadavia y su grupo), no conocen que los sentimientos que francamente he manifestado sobre el particular, nada tienen que ver con los respetos que se deben a la mayoridad de la nación por la cual me sacrificaría gustoso...”

Argentina derrota a Brasil en Ituzaingo, pero Inglaterra no permitiría que una sola nación dominase ambas márgenes del Río de la Plata. Rivadavia, empleado a sueldo ingles, hace la paz “a cualquier precio” según manifiesta textualmente el negociador Manuel José García, que acepta, aun habiendo triunfado en la guerra, aepta el dominio brasilero sobre la bada Oriental, con el nombre de Provincia Cisplatina.
En carta a Guido, el 13 de febrero de 1827, el manifiesta:

“Veo por la de Ud. se habían hecho por ese gobierno de Buenos Aires proposiciones de paz bajo la base de la independencia de la Bandas Oriental...no nos hagamos ilusiones, la independencia de la Banda Oriental, es en mi opinión quimérica, sin más razón, que por que carece de bases para serlo: su aproximación al Brasil, y porque sus mismos desórdenes le harán buscar un apoyo, y que está en el orden, sea en el más fuerte, y en este caso se presentarán dificultades inmensas para la organización de esa República Argentina, ya débil por las ricas y pobladas provincias que se le han separado, como por la ubicación que la condena a ver obstruido el día menos pensado el único canal de su propiedad, por el bloque del río.” (Piccinali, Héctor Juan. “San Martín y Rosas”. Edit. Colección Estrella Federal. Bs.As. 1988) (JS.p.40)

Fue tan escandaloso el tratado de paz, que Rivadavia se vio obligado a renunciar.

Enterado San Martín, le escribe a O´Higgins el 20 de octubre de 1827:

“Me dice Ud. no haber recibido más carta mías; se han extraviado, o mejor dicho se han escamoteado ocho o diez cartas mías que e tengo escritas desde mi salida de América; esto no me sorprende, pues me consta que en todo el tiempo de la administración de Rivadavia mi correspondencia ha sufrido una revista inquisitorial la maás completa. Yo he mirado esta conducta con el desprecio que merecen sus autores....ya habrá sabido la renuncia de Rivadavia.

Su administración ha sido desastrosa y solo ha contribuido a dividir los ánimos. Yo he rechazado tanto sus groseras imposturas como su innoble persona. Con un hombre como este al frente de la administración no creí necesario ofrecer mis servicios en la actual guerra con el Brasil por el convencimiento en que estaba, de que hubieran sido despreciados” (Altamira Roberto. Op.cit. Museo Histórico Nacional. Piccinali.Op.cit. cap. XII) (JS.p.41)

Fuente, La Gazeta Federal.PD. Bernardino Rivadavia fue el iniciador de la Deuda Externa en nuestra Patria en el año 1824.
Liberal, fundador del Partido del Orden , pronto llamado Unitario.
Civilizado pro-británico, traidor y entregador del patrimonio ancional.
Todo un Modelo al que hoy seguimos dándole batalla nacional y poipular.

Prof GB

miércoles, 10 de agosto de 2011

ELLOS TAMBIEN ESPERARON POR ESTOS TIEMPOS



En 1973, movilizados, construían la Patria Justa y Soberana.
No hay diferencias entre ese ayer y este hoy.
Las consignas, las banderas, el sentimiento, el peronismo nacional y popular, lucha, no se resigna, siempre va por mas.
La injusticia, no se detiene por decreto, hace falta de nuestra participación cotidiana.
Se presenta hasta en los rincones menos pensados.
Se corporiza hasta en las personas menos pensadas.
Y, nuestro deber es detectarla,prevenirla, darle respuesta y terminar con ella.
Ellos en blanco y negro con los dedos en V, victorian presente y futuro, avanzan y retroceden, como la vida misma no ceden.
Nosotros en colores, victoriamos hoy, avanzamos, nunca menos, decimos.
Hay un hilo conductor visible entre aquellos años y estos días.
Una mujer, esta mujer, que nos preside.

GB

ELLOS TAMBIEN NOS VOTAN EL 14



Porque la Historia, con su implacable verdad, se viene encima, se nos viene encima, cuando el Pueblo se expresa libre.
Digna Rabia, la de los pibes y las pibas que nacieron hace unos meses a la política y a la militancia.
Leen, en estas imágenes su pasado, el de sus viejos y el de sus abuelos.
El eje del mal, nuestros adversarios y enemigos, aliados circunstanciales, idiotas útiles unos, enemigos estructurales los otros, pretenden multitudes desesperadas como en el 2001.

Sin memoria, ciegas y claudicantes.
Nosotros, simple, trabajo, producción, consumo,obreros y obreras, empleados y empleadas, familias dignas y felices.
Peronismo al palo, puro, sin ingenuidad pero firme en su ideología nacional.
Nomeolvides pensará Cristina cuando la sienta su Pueblo, noteolvides decimos los militantes a propios y extraños que siempre vienen por todos, las multinacionales y los monopolios,locales y extranjeros.
Sedientos y feroces, como en Europa hoy, como con nosotros ayer.

"Dame o te armo la guerra" con el oro sobre la comnciencia: este es su Modelo.

Compañeros, compañeras,nuestro voto viene militando y no se detiene en el 14.

GB

Sueño y milito.Ellos nos pesadillan pero los crispamos con tanta Justicia y Solidaridad.


Sueño con serpientes,con serpientes de mar, con cierto mar de serpientes sueño yo.
Largas transparentes y en sus barrigas llevan lo que puedan arrebatarle al amor.
La mato y aparece una mayor.
Con mucho mas infierno en digestión.
No quepo en su boca me trata de tragar pero se atora con un trébol de mi cien.
Creo que está loca, le doy de masticar una paloma y la enveneno de mi bien.
La mato y aparece una mayor.
Con mucho mas infierno en digestión.
Esta al fin me engulle, y mientras por su esófago al fin paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago y planteo con un verso una verdad.
La mato y aparece una mayor.
Con mucho mas infierno en digestión.

Silvio Rodríguez.

CONSEJO DE RAIMUNDO ONGARO A LOS PUEBLOS EUROPEOS.


“Durante años solamente nos han exigido sacrificios. Nos aconsejaron que fuésemos austeros: lo hemos sido hasta el hambre.
Nos pidieron que aguantáramos un invierno: hemos aguantado diez. Nos exigen que racionalicemos, así vamos perdiendo conquistas que obtuvieron nuestros abuelos. Y cuando no hay humillación que nos falte padecer ni injusticia que reste cometerse con nosotros; se nos pide irónicamente que “participemos”.
Les decimos: ya hemos participado, y no como ejecutores, sino como víctimas, en las intervenciones, en las torturas, en las movilizaciones, en los despidos, en los desalojos.
No queremos ya esta clase de participación…
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar, en el punto donde otros las dejaron, las viejas banderas de lucha.”

Prof. GB

LAS MENTIRAS NUESTRAS DE CADA DIA II



Alberto respondió por una doble vía a las pocas frases que Cristina le dedicó. En un artículo con su firma se deshizo en elogios a Kirchner y lo contrastó con CFK, a quien denigró como nunca nadie. Pero en declaraciones off the record a los columnistas políticos de Clarín y de La Nación fue impiadoso con el ex presidente. Según Fernández, la mañana del 17 de julio de 2008, luego del voto del Senado contra la resolución 125, Kirchner instó a su esposa a dejar la presidencia, y fue el jefe de Gabinete quien le hizo cambiar de idea. El mediodía de aquel jueves, mientras almorzaba con Nilda Garré, recibí un llamado de Alberto Fernández. Me dijo algo parecido a lo que cuenta ahora y me pidió que tratara de disuadir a Cristina para que no hiciera esa locura. Hice el llamado y dejé el mensaje. Recibí la respuesta el sábado 19. Impresionado por el relato de Alberto, le transmití a Cristina el mismo mensaje de solidaridad y aliento que consta en mis columnas y en mis actividades públicas de aquella época, como la movilización callejera a la Plaza del Congreso. También ella me dijo algo similar a lo que cuenta ahora: que nunca pensó en renunciar, que se sentía con fuerza para capear todos los temporales e ir más allá de lo que pudiera preverse, que sabía quién era quién y que no la harían claudicar. Su tono era triste, severo y decidido. Pocos días después, Fernández le anticipó a la edición electrónica de Clarín la renuncia a la Jefatura de Gabinete que aún no conocían Cristina y Néstor. “Si no hacía eso, lo hubieran presentado como que me echaron, igual que a Javier de Urquiza”, se justificó ante mi extrañeza por su procedimiento tan desconsiderado con la presidente, que pasaba por su peor momento. Mucho después, cuando le pregunté a Cristina por qué había designado para sucederlo a Sergio Massa, me contestó que ante la maniobra de Fernández no tuvo tiempo de pensarlo dos veces. No me convenció, pero entiendo la urgencia con que a veces debe actuar un liderazgo político.

El tiro del final

Releo ahora mi columna del domingo 20 de julio de 2008: “El tema de discusión al día siguiente de la derrota en el Senado fue si es posible gobernar la Argentina cuando se ha perdido la mayoría en el Congreso y se afilan las hachas de la guerra para cobrar las audacias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en muy diversos campos. Un argumento postuló que de ahora en más sólo sería posible seguir acumulando derrotas o resignarse al rol de facilitador institucional de los intereses económicos más poderosos, y que mejor sería apurar el desenlace para ahorrarse esas opciones vergonzosas. Ya nada será igual, se regocijan las cámaras patronales, los políticos de la oposición y los medios que los acompañan como la sombra al cuerpo. El argumento opuesto replica que, como le pasó a Lula en Brasil, sólo se ha perdido una votación, por un margen muy estrecho. Ni la legitimidad institucional ni la fortaleza política del gobierno habrían sido afectadas. A este razonamiento se suman otros, de ética y de conveniencia: abandonar el gobierno y la presidencia partidaria desencadenaría una crisis institucional muy negativa para el país y desampararía a las personas y los sectores que, dentro y fuera del PJ, se jugaron por el proyecto kirchnerista. Además, si la derecha se hiciera cargo del gobierno recibiría una sólida situación económica y favorables condiciones internacionales. Esto le permitiría capitalizar los logros de la gestión actual, controlar la inflación con un típico ajuste del neoliberalismo sobre los más débiles y cargar en la cuenta de Kirchner y CFK los problemas que subsistieran”. Me parece que este texto contemporáneo de los hechos resuelve la contradicción entre los dos relatos. Allí donde no hay documentos, la historia se reconstruye a partir de las versiones contrapuestas de los protagonistas. Si en la conmoción de aquellas horas tremendas es normal que se hayan analizado distintas hipótesis, con dramatismo pero también con racionalidad, no es verosímil que haya sido Alberto quien recondujera a Cristina del desmayo al combate. La peripecia posterior de cada uno disipa cualquier duda. Mientras Alberto nutrió las fantasías de Scioli, Urtubey, Clarín, Techint y Gerardo Martínez sobre un poskirchnerismo antes de tiempo, Cristina ha recorrido con voluntad inflexible el curso de acción que me anticipó aquel sábado 19 y que ha puesto al país al reparo de las tempestades que llegan del Norte. La furia insultante de Alberto se desató por la referencia de Cristina a su vínculo con Clarín. Pero no hacía falta que lo dijera la presidente, porque lo saben hasta los dos jueces de la Corte Suprema a quienes el ex ministro abruma con sus alegatos informales a favor del Grupo en las causas pendientes.


Estas descargas de Alberto y Graciela suenan a intentos de última hora por impedir lo inexorable, cuando se abran las urnas, este domingo.


Horacio Verbitsky.

LA MENTIRA NUESTRA DE TODOS LOS DIAS.


El país | Miércoles, 10 de agosto de 2011
Opinión
Cristina, Graciela y Alberto
Por Horacio Verbitsky


Algunas afirmaciones de la presidente en el libro La Presidenta han dado lugar a réplicas, sobre las que puedo hablar con conocimiento de causa. Conocí a Graciela Ocaña cuando la joven diputada analizaba formas transparentes de financiación de los partidos políticos junto con Juan Manuel Abal Medina (h), Nilda Garré y el licenciado Carlos Alvarez; la vi con frecuencia cuando colaboraba con Elisa Carrió en la investigación sobre lavado de dinero y seguí con interés cómo cumplió la ímproba tarea de adecentar el PAMI que le encomendó Néstor Kirchner. Por eso me resulta incomprensible que pueda integrar el armado político de Francisco de Narváez. El rol de honesta en las peores compañías tapa de fango sus mejores aristas. La línea ascendente, del peronismo de San Justo al primer Frepaso, al primer ARI y al kirchnerismo se quiebra en forma abrupta. En pocas palabras: de investigadora de Gaith Pharaon a correligionaria de González Fraga, su vida política se convierte en una letra de tango. ¿Acaso ignora la contadora Ocaña que todos los bienes del candidato del Peornismo Opositor están inhibidos por la Justicia, hasta cubrir 87,3 millones de pesos, porque no pudo justificar ante la AFIP un incremento patrimonial del 900 por ciento con fondos provenientes de misteriosos fideicomisos?

Del mismo modo, es asombroso que Ricardo Alfonsín, cuya ética republicana tiene un límite en Raúl Zaffaroni, se muestre sonriente del bracete con “Francisco” y llegue a decirle “Creo en vos”. Pero, sobre todo, es impactante la visita de Ocaña a la redacción del diario Clarín. Con sus rulos reprimidos de un planchazo y la expresión ausente de quien es víctima de un secuestro, narró allí un supuesto diálogo con Cristina, en marzo de 2009, cuando la presidente habría intercedido por el sindicalista bancario Juan Zanola. Como una niña pudorosa, Ocaña explica que dejó pasar dos años y medio para contarlo porque le daba vergüenza. Qué curiosa protección habrá sido esa, clamó la hija de Zanola, que sus padres llevan ya dos años presos, a disposición de un juez al que, sin embargo, se considera sensible a la voluntad oficial. Aparte de este hecho indesmentible, un recuerdo personal: Ocaña me contó que fue Alberto Fernández y no Cristina quien se opuso a que denunciara al superintendente de Servicios de Salud y recaudador de campaña Héctor Capaccioli.