martes, 7 de diciembre de 2021
OPINION DE MEMPO GIARDINELLI
El Paraná, otra vez y siempre

La cuestión de la soberanía sobre el río Paraná, más de un año después, sigue siendo un tema central pendiente, de extraordinario valor estratégico, económico y, además, simbólico. Y a la vez un tembladeral.
Y es que el dizque "organismo de control" ha quedado ahora en manos del intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk, de quien no se conoce experticia alguna para este cargo, aunque sí son públicos los innumerables cuestionamientos que recibió en los últimos años por derecha y por izquierda, publicados en muchos y muy diversos medios y por los más variados asuntos desde su enrolamiento con Sergio Massa en 2013. Lo cual no deja de ser coherente con sus antecesores, el fallecido Ministro de Transporte Mario Meoni y el actual Alexis Guerrera.
Como sea, la cuestión de la soberanía se convirtió en una bandera, un límite y un problema hasta ahora irresoluble, que esta columna abordó muchas veces y hoy cree que el gobierno nacional sigue sin leer bien.
Es claro que el problema es amplísimo y definitorio, y una incógnita para la ciudadanía en general, de todos los orígenes, domicilios y clases sociales. De hecho puede afirmarse que hoy medio país ignora cuán decisivo es nuestro río para la supervivencia misma de la Argentina, tanto política como económica y socialmente. Ignorancia que deviene, sin dudas, de la fuerza negadora del sistema mentimediático argentino, que es colosal y les permite lograr que esa mitad del país se desinterese y consienta, por ignorancia y por voto, prácticamente cualquier cosa.
Por eso es imperioso retomar el tema y esclarecer algunos hechos y/o medidas que no se toman o se toman mal, por confusas o taimadas, y que suman confusión y desaliento en un pueblo mayoritariamente empobrecido, con hambre y desaliento, y embrutecido no solamente por una derechización contumaz, sino también por la necedad y el oscurantismo de sectores supuestamente, o que debieran ser, progresistas.
Así, y hay que reconocerlo, los sectores entreguistas y el enorme poder de las transnacionales que de hecho son dueñas de nuestro río emblemático, han neutralizado todos los embates y hoy la soberanía parece por momentos una cuestión inacabada que llama a la resignación. Pero no es así, y es bueno recolocarlo en las plazas de la república, incluso subrayando que decir Paraná es decir no sólo el río en su transcurso de llanura sino también la enorme y fantástica costa atlántica, de 4700 kilómetros de costas y más de un millón de kilómetros cuadrados de plataforma submarina. Lo que también es decir puertos, astilleros, industria naval y la urgentísima y necesaria (aunque todavía nunca decidida) conexión marítima entre las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego, clave fundamental no sólo para nuestro desarrollo y unidad territorial sino también para afirmar definitivamente nuestra soberanía austral. Lo cual incluye a las Malvinas y también a las Islas Sandwich y Georgias del Sur, que ya sería hora de que se les cambiara el nombre para llamarlas, por ejemplo, San Martín y Belgrano. O Yrigoyen, Perón o Kirchner.
La contemporánea batalla por la recuperación plena y absoluta del Paraná es una lucha por la soberanía. Que también compromete a hacer docencia, popular y escolar, para las nuevas generaciones a las que se deberá formar como ciudadanía reparadora del amor y el orgullo hoy destartalados por tener a más de la mitad de nuestro pueblo absurda e intolerablemente hambreado.
Claro que es dudoso esperar que estas decisiones las tome ahora nuestro gobierno, entrampado hoy por la supuesta "deuda" que se exige que paguemos quienes no la contrajimos, liberando y garantizando impunidad a los traidores que sí la pidieron y robaron. Y es penoso escribir esto sin grande esperanza, puesto que toda la imaginación gubernamental se redujo a los muy cuestionables decretos 949/20, 427/21 y 556/21, cuyos articulados, de retórica imprecisa y vaga, en esencia no cambiaron nada y sólo empoderaron ocasionalmente a políticos de orígenes ni nacionales ni populares ni soberanistas.
Tanto así es que hoy el "Ente Nacional" no parece incluir a los ríos Paraguay ni Uruguay, que son compartidos, ni asegura nuestra independiente y garantizada salida al Océano Atlántico, que hoy la Argentina no tiene. Y ni hablar del Canal Magdalena, del que desde hace meses nadie habla, ni siquiera quienes apadrinaron esa excelente idea. De hecho uno de los recientes anuncios es para dragar el Paraná Bravo y el Canal Punta Indio, que no son beneficiosos para la Argentina sino para las transnacionales dueñas de hecho de todos los puertos de la hermana República Oriental del Uruguay.
Así, se avecina una nueva realidad, que ya está aquí y en la que el Paraná seguirá siendo un límite ético y patriótico, a la vez que una extraordinaria pero aún frustrada fuente de divisas que el país tanto necesita. Porque la continuidad fluvial-marítima-portuaria será, ineludiblemente, la múltiple puerta de entrada y de salida de toda la riqueza estratégica que la Argentina ya puso en marcha hace medio siglo y con tanto éxito y proyección que las potencias mundiales se aplicaron a aplastar aquel país en el que la pobreza no llegaba al 8%, había pleno empleo, ascenso social consistente y un orgullo genuino por la "Industria Argentina" de aquella patria justa, libre y soberana que sólo era intolerable para las burguesías cipayas.
Sin dudas será difícil recuperar aquellos rumbos y dimensiones. Pero siguen estando ahí nuestros bienes subterráneos y de superficie, nuestras aguas benditas en toda su vasta extensión y la fabulosa costa de nuestro Atlántico Sur, Malvinas incluidas.
Es obvio que no tenemos un gobierno revolucionario, ni afecto a grandes decisiones. La moderación --tantas veces un mérito político-- en este caso parece jugar en contra. El reiterado manejo cipayo del Ministerio de Transporte, aunque ahora se cuidan más en lo que escriben, sigue invariable en su sometimiento y ya es evidente su rumbo hacia nuevas concesiones. Maquilladas, seguramente, pero más favorecedoras del poder concentrado multinacional que al servicio de nuestra nación.
Claro que la acción de la Administración General de Puertos y el actual cobro de peajes, así como unas pocas y oportunas intervenciones de la AFIP deteniendo algunos contrabandos, alientan esperanzas. Pero a sabiendas de que todavía el volumen general es pequeño, y que las provincias no reciben los sustantivos impuestos tan necesarios y urgentes.
Un año después, la Argentina sigue sin salida si no se organiza el control total del Estado sobre el comercio exterior. No es sólo la deuda nunca auditada, ni es sólo acabar con el sistema financiero maligno que desde Martínez de Hoz a la fecha y pasando por Cavallos, López Murphys y toda la caterva de chorros macristas, sigue intocada e intocable. La Argentina no controla el comercio exterior. No controla el ingreso y el egreso de divisas. No controla la epidemia de latifundios que son de los peores del mundo porque la mayoría está en manos de extranjeros. Basta ver el mapa de propietarios de la Patagonia
Nuestro país no tiene más remedio que estatizar todas las hidrovías, que son patrimonio original, histórico y político-económico fundamental para la recuperación y despegue de la economía al servicio del pueblo, que está tan harto como confundido y por eso sigue votando contra sí mismo.
https://www.pagina12.com.ar/387576-premios-municipales-la-comunidad-artistica-se-moviliza-contr
El martes a las 15 irá al ministerio de Cultura y la Legislatura
Premios Municipales: la comunidad artística se moviliza contra el proyecto de Avogadro y Rodríguez Larreta
El gobierno de CABA quiere modificar los premios creados en 1919 para asociar el cobro de la jubilación con el subsidio que recibe cada ganador y subir la edad para comenzar a percibirlo. La medida va en consonancia con el recorte presupuestario a la cultura, que el año próximo recibirá el porcentaje más bajo de la historia.

MODELO DISCRIMINADOR DE LARRRETA Y VIDAL
https://www.pagina12.com.ar/387469-rodriguez-larreta-decidio-ajustar-las-escuelas-de-formacion
Denuncia de padres de los alumnos y de sindicatos
Rodríguez Larreta decidió ajustar las escuelas de formación laboral para jóvenes con discapacidad
La Ciudad de Buenos Aires tiene 13 de estas escuelas, que el colectivo de familiares de jóvenes con discapacidad califican como excelentes. Los denunciantes sostienen que los alumnos podían ir de los 15 a los 30 años y que ahora el gobierno porteño comunicó que sólo podrán hacerlo hasta los 22. La respuesta de la administración de Larreta.

BERNI CABALLO DE TROYA.
https://www.pagina12.com.ar/387720-como-fue-el-violento-desalojo-de-cooperativa-nueva-generacio
Hubo heridos y detenidos
Cómo fue el violento desalojo de cooperativa Nueva Generación en Wilde

JORGE MIGUEL TOLEDO RIVAS: PRESENTE!!
04.12 | Información General Señalización de la ex cárcel de Caseros como centro clandestino de detención
¿Quién era Jorge "el Negrito" Toledo?
Ángela Ester Ondicola, su novia lo había ido a buscar a su estudio contable. "Se lo llevaron en un Falcón verde" le comunicaron. Este lunes le pondrán el nombre del Negrito y de Eduardo Schiavoni a una plazoleta en Parque Patricios, Buenos Aires.
El Negrito Toledo fue secuestrado en 1978, en nuestra ciudad. Estuvo detenido en Sierra Chica y luego en el penal de Caseros. Víctima de torturas y de un supuesto tratamiento psiquiátrico, terminó suicidándose en 1981.
- Este lunes, se realizará la señalización de la cárcel de Caseros y se le impondrá el nombre Jorge Miguel Toledo y el de Eduardo Schiavoni a la plazoleta que existe en el lugar donde funcionó durante la dictadura, dicha unidad.
Ellos fueron víctimas del sistema carcelario de exterminio.
Este acto "para homenajear la memoria de estos luchadores" indicaron desde la Comisión de la Memoria Local, será en Rondeau 2277 CABA, Parque Patricios, el lunes a las 15,15 Hs.
El acto sirve para recordar quién fue el Negrito Toledo con esta nota que hicieron nuestras compañeras de El Popular Medios Silvana Melo y Claudia Rafael para Página 12 en el 2014.
"El Negrito ya era nada más que un pedazo de muerte que había llegado a la casa como una concesión de los verdugos. Su madre había decidido que el ataúd descansaría sobre la mesa para que tuviera el velorio que tantos de sus compañeros desaparecidos no tendrían jamás. Angela, diez años su novia, acarició esa madera y fue a la puerta cuando sonó el timbre. Como la última burla del penal de Caseros, el laboratorio carcelario de experimentación con presos políticos, el cartero entregó una carta de él. La había escrito un día antes de colgarse con una sábana de las rejas del ventanuco. Y llegó después que su cuerpo muerto. Como un reflejo de vida remanente.
Un homenaje al Negrito Toledo, en el Cementerio de Olavarría, hacia 1984.
Jorge Miguel Toledo, el Negrito, tuvo dos vidas claras: la libertad y el cautiverio. Fue el tipo brillante, talentoso, convincente. Y fue también el hombre derruido, silenciado, estragado por la tortura y arrasado psíquicamente por un manejo perverso y sistemático de la medicación.
Angela Ondícola (Angelita, la llamaba él) es la única que motoriza su recuerdo. No hay más familia del Negrito. Y ella, aunque hizo una vida propia, no tuvo hijos y vuelve a tener veinte años cada vez que visita sus huesos en el cementerio de Olavarría. Se conocieron hacia 1972, ella de 17 y él de 19, en uno de los históricos bailes de Pueblo Nuevo.
Juan José Castelucci, compañero de militancia universitaria, lo recuerda como "uno de los mejores cuadros políticos que tenía nuestra juventud". El Negrito generaba una corriente de admiración en propios y extraños. Como en José, que lo recuerda desde Franja Morada: "Me parece verlo parado en el escenario rodeado de sus compañeros, de pantalón negro y amplia camisa blanca sin una arruga, zapatos negros brillantes y la misma cara ovalada, piel cetrina, y remolino en el pelo. Era, con 20 años, un excelente orador".
"Una personalidad superior a la del soldado; comprometido pero indispuesto a la orden, cuestionador, con mucha inteligencia: nunca fue orgánico, tenía pasta para líder", lo describe Rubén "Chato" Sampini, desde la vieja JUP. "Eran memorables sus asambleas en la universidad; y siempre recuerdo una definición: ante una asamblea fortabatizada de esos tiempos, el Negro dijo 'si hacer política es gestionar para que cada uno tenga un plato de comida en su casa... yo hago política'". Es que, en esos tiempos, el centro de estudiantes estaba pensado "para armar el agasajo de fin de año para la familia Fortabat", padre y madre financieros, Alfredo y Amalita, del Instituto Universitario de Olavarría. "Con el Negrito, rompimos esa fachada y armamos democráticamente una oposición, sin olvidar que Olavarría siempre fue la retaguardia de la burguesía concentrada", relata Sampini.
- Jorge Toledo nació el 2 de febrero de 1953. En mayo de 1976 se recibió de contador, a los 23 años. Amaba jugar al fútbol y al pingpong, y fue el juego lo único que lo devolvería a una vida esporádica durante su detención.
Para 1977, había abandonado la militancia y los secuestros habían diezmado cualquier posible resistencia. Tenía una oficinita montada con un amigo y a la tarde trabajaba en la Cámara de Almaceneros, donde Angelita fue a esperarlo el 6 de febrero de 1978, a las cinco menos diez de la tarde; cuatro días antes el Negrito había cumplido 25 años. "A Jorge lo vinieron a buscar en un Falcon verde. Dijo que volvía enseguida", le comunicaron.
Cuatro meses más tarde, apareció la primera señal de vida: una carta desde Sierra Chica. "La primera vez que lo vi me dijo 'estoy tan castigado'. Estaba muy triste, muy mal, no era mi Jorge." Una de las estrategias de destrucción eran las cadenas de traslado. De pronto regresaban cartas devueltas con un sello rojo que decía "en libertad". Pero en realidad ya estaba en otra cárcel.
A mediados de 1981 el Negrito llega a Caseros, su destino final. El laboratorio donde experimentarían con su resistencia. Y donde lo arrastrarían al suicidio (ver aparte). Allí se encontró por un breve tiempo con uno de sus amigos más cercanos: "Lo vi totalmente abrumado y algo desequilibrado", relata Castelucci.
Toledo aseguraba haber estado en un lugar que jamás pudo identificar. Muchos suponen que podría haber sido Monte Peloni. En el Informe de la Memoria de Olavarría aparece como un hecho certero, aunque nadie pudo probarlo. Carmelo Vinci, uno de los sobrevivientes de ese centro clandestino, supone que el Negrito estuvo solo en el Monte, cuando ya todos ellos habían sido trasladados.
"Las pocas cosas que el Negrito decía sobre la tortura eran desoladoras. Su otro gran tema era el suicidio del hermano. Y el tercer tema era el tratamiento psiquiátrico. Nos contó cómo percibía que ese tratamiento no estaba bien", dice Hernán Invernizzi. "Armamos una pequeña red para controlar la medicación y nos dimos cuenta de que un día no le daban y, al otro, le hacían tomar todo junto. Las entrevistas con psicólogas y con el psiquiatra lo violentaban, lo tensionaban, volvía temblando, al borde de la convulsión."
Aquel 29 de junio de 1982, en la fila india hacia el recreo, Hugo Soriani intentó convencerlo de salir. "No quiere", dijo. Jorge "Quebracho" Gessaga lo vio parado sobre la diminuta mesita de metal. "Pensé que estaba mejor y que quería mirar para afuera por la ventanita... después entendí que estaría tratando de ver cómo hacer para terminar con su vida."
El recreo se alargó más de lo debido. Había movimientos extraños, los guardiacárceles se mostraban nerviosos, un médico, gritos, y la camilla con el cuerpo tapado fue la sensación más feroz de que la muerte asomaba una vez más.
"Hubo complicidad directa porque pudo hacerlo en un lugar donde suicidarse era muy difícil -dice Invernizzi-. Una persona que se cuelga tarda bastante en morirse. No es fácil. Le tiene que haber llevado un tiempo. ¿Nadie lo vio, cuando la cárcel es un panóptico?"
Aquella misma noche, a los detenidos les sirvieron carne al horno, papas, batatas... Los querían hacer partícipes de la celebración de la muerte. Muchos no pudieron probar bocado. Y enloquecieron de rabia cuando empezó a sonar, por los altoparlantes, la marcha fúnebre. Que no paró en toda la noche.
Tan conmocionante fue la muerte que a los tres días levantaron el pabellón y en poco tiempo cerraron Caseros para los presos políticos".