domingo, 11 de octubre de 2020

LE MONDE DIPLOMATIQUE.

¿Por qué, a pesar de que todo el mundo conoce los riesgos del coronavirus, la cuarentena no se cumple? Aunque algunos insisten en reducir la explicación a una lectura política del tipo oficialistas-cumplidores contra opositores-transgresores, los autores de esta nota sostienen que hay razones más variadas y complejas. Tras una investigación que incluyó entrevistas, revisión de medios de comunicación y análisis de redes sociales, identifican motivos como la importancia de la proximidad en la economía moral de los argentinos, la creencia en lo sobrenatural y la “estadística por mano propia”, entre otras posibles explicaciones.

¿Por qué no obedecemos?

Por Pablo Semán y Ariel Wilkis

Cabe preguntarse: ¿a qué se debió que, pasado un tiempo, una parte importante de la población no hiciera caso a la norma? O tal vez la interrogación debería ser más osada: ¿Por qué habrían de obedecerla? Las posibles respuestas revelan menos la existencia de una población negacionista, que las dificultades de las condiciones de cumplimiento, que ahora conocemos mejor.

Para avanzar en este punto nos valdremos de algunos argumentos sociológicos que nos permitan discernir qué vectores operan en la formación del comportamiento de los ciudadanos y el uso que hacen de la normativa estatal. Nos interesa, en particular, acercarnos a las razones por las que las personas no siguen las disposiciones del Estado y, con ese fin, nos apoyaremos en dos premisas que nos permiten interpretar el material empírico recogido en observaciones, entrevistas y seguimientos de la prensa y las redes sociales.

La primera: los comportamientos de los ciudadanos tienen en el Estado tan solo una de las fuentes de normativización, y no necesariamente la más determinante. Además del Estado, hay que considerar el peso de otras creencias, uno de cuyos rasgos es la tendencia a desconocer o reinterpretar las normas sanitarias que formulan las autoridades.

La segunda premisa es que las personas no se comportan como “idiotas sanitarios” cuando toman riesgos o desafían de manera extrema las normas establecidas. Cuando incurren en estas transgresiones, hacen algo más que rechazar una regla: pueden utilizar esas y otras normas para incluirlas en un vasto repertorio formado por percepciones complejas y contradictorias que ellas mismas elaboran para plantearse sus fines y expresar adhesiones a un orden simbólico. Es una manera de construir “microcomunidad” o de comunicar sus posiciones políticas.

Por eso, es necesario reparar en lo que subyace a ciertos comportamientos “epidemiológicamente incorrectos”. Ignorar esta lógica puede aglutinar negativamente a conjuntos de personas que no tienen por qué estar necesariamente unidas, personas que se oponen a la cuarentena por motivos diferentes. El realismo sociológico es un muy buen principio de la acción política.

Aceptar a medias, transgredir a medias

La vida cotidiana, sus espacios materiales y los lazos primarios no son ajenos en la acción ni a las expectativas: la sensibilidad de los actores sociales se forja desde ahí, se expresa desde esa configuración íntima que es la sede de una actividad moral que preside las acciones económicas, sociales y políticas.

Hay todavía un sentimiento transversal a bandos políticos y estratos sociales que estuvo presente hasta agosto; tal vez hoy esté más debilitado, pero no agotado. Ocurre que estamos ante algo más grande que los gobiernos: la recuperación de niveles de vida previos a la pandemia es dura, de largo plazo, y necesariamente registrará altibajos. Se imponen ajustes en el consumo, en las expectativas, en los planes de vida; es decir que para distintos estratos sociales asoma como una realidad la circunstancia de perder ingresos.

Las personas ven aflorar la crisis en sus vidas y asumen que no les queda otra alternativa que gestionarla. Es desde esta sede moral que se estructuran y plantean diversas lógicas, que combinan la aceptación de las políticas sanitarias y la necesidad o posibilidad de transgredirlas, superarlas o cuestionarlas. Como parte de esa gestión se encuentra la salida irremediable de la casa para resolver los apremios económicos.

La adhesión a un proyecto colectivo de sanidad tiene límites en el aguijón de la necesidad. Y no solo nos referimos a necesidades “objetivas” que demuestran ser apremiantes, que se acumulan y se potencian. También entendemos que ese contexto nutre de valores y sentimientos la demanda de las personas por aperturas o las rupturas más o menos controladas del aislamiento basadas en el deber de sustentar a la familia. Y también pueden ser la base para un reclamo de “libertad” cuando esos sentimientos son desconocidos o minimizados por el Estado.

Aquí es necesario abrazar una complejidad: si bien se valoran las herramientas estatales que permiten amortiguar la caída económica, también se rechazan como muestras de indolencia ciertas afirmaciones del gobierno que parecen suponer que con ayudas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) está todo solucionado. Hay que reparar en el efecto trágico que para muchas personas, que hasta ahora contaban con una situación de autosuficiencia y desdeñaban a quienes “viven de subsidios”, implica convertirse en beneficiarias del Estado.

 Creencias y normativa estatal

Las creencias no son afirmaciones que pretendan valer más allá de cualquier circunstancia. Pero en algunos casos esas creencias tienen más prestigio y valor simbólico que la información oficial. Al menos cuatro tipos de creencias inciden en el modo de rechazar parcial o totalmente la cuarentena y en la modulación de los cuidados en general.

La economía moral de la proximidad. Desde este punto de vista, distanciarse físicamente significa poner entre uno y otro una distancia moral, una enemistad, una duda, tal vez una acusación. Algo así como: “¿Pero qué pensás, que estoy enfermo, pensás que te voy a contagiar? ¿Que fui imprudente pero no me lo decís?”. El distanciamiento social es vivido como si fuese una desfraternización, una quiebra de una economía moral de la proximidad que funciona de forma inversa a los imperativos sanitarios.

La protección sobrenatural. Una segunda creencia es la vinculada a las ideas relativas a circunstancias, seres, relaciones excepcionales que hacen creer a alguien que tiene más o menos probabilidades de detener el virus: cada uno puede tener un dios aparte o un dios propio, o su versión de dios o su versión de la suerte o de las fuerzas sobrenaturales. Esta idea acompaña a cada sujeto, y en algunos grupos opera como una idea muy fuerte de que habría alguna excepcionalidad personal o grupal que hace que uno no esté expuesto al contagio.

La estadística por mano propia y la relativización de la información oficial. Se alimenta de la creencia en la aleatoriedad o supuesta aleatoriedad del contagio y la gravedad de la enfermedad. Todo el mundo conoce o dice conocer casos en los que la ruptura de los cuidados no fue sucedida por un contagio como el que anuncia la información oficial. En esas condiciones percibidas por los actores se legítima el cuentapropismo estadístico, para el que siempre hay un caso que avala la teoría de la aleatoriedad, que suele combinarse con las doctrinas de la excepcionalidad individual.

La lógica de la insubordinación. La última creencia que ayuda a explicar las transgresiones a las normas sanitarias es la invocación a una resistencia legítima a la autoridad, en tanto supone un desconocimiento o una intención oculta o perjudicial. Desconocer la norma apelando a un supuesto origen oscuro que la justifica. Hay toda una serie de informaciones sobre conspiraciones, complots, etc, que pueden parecer ridículas y que, sin embargo, para muchísima gente tienen estatuto de saber y de realidad. Es conocida la existencia de teorías  que sostienen que el coronavirus no es tan importante o que es una maniobra para manipular a las personas. Así como se obedece al Estado por tradición, porque el Estado sabe lo que hace y yo no, existe la posición inversa: yo sé otra cosa, yo tengo una información especial que el Estado no conoce, y entonces lo desobedezco.

La cuarentena realmente existente

Los indicadores de movilidad pueden dar una idea acerca de si la sociedad sigue o no una norma. Pero en realidad se están siguiendo diferentes normas de acuerdo con los contextos de significados que las personas le atribuyen.

Los usos de la información oficial en la formación de los comportamientos corresponden a ecuaciones que arman los actores conjugando saberes, restricciones, habilitaciones que identifican en su ambiente. Esos cálculos no desconocen, aunque tergiversen, la información epidemiológica. La hipótesis es que, a medida que la movilidad urbana, sea por razones laborales, de “esparcimiento” o “afectivas”, crece, se multiplican estas operaciones situacionales.

¿Qué ocurre entonces?

En primer lugar, se producen fraccionamientos de la cuarentena, usos parciales, intermitentes o discontinuos de la norma.

Segundo, los usos pueden ser a menudo contradictorios. Estas contradicciones pueden ser individuales, como por ejemplo usar el barbijo, pero no respetar la distancia social. Pero también pueden ser colectivas: en una familia, los más jóvenes o los varones pueden tener menos propensión a cumplir la cuarentena, mientras que los adultos o las mujeres se muestran más respetuosos.

Tercero, los usos de la norma tienen significados múltiples. Su cumplimiento o incumplimiento no debe decodificarse automáticamente en clave de grieta política oposición/gobierno, a riesgo de contribuir a que se produzca ese efecto. El rechazo parcial o total a la norma puede significar adhesiones a otras comunidades además de las políticas, como las religiosas o las generacionales, sin que esa actitud dé lugar por sí sola a una posición contraria al gobierno.

Una ciencia no estatal

Otro tema a considerar a la hora de entender el modo en el que las personas cumplen o no las normas sanitarias es el de la ciencia. La pandemia supuso la difusión constante de explicaciones, tasas estadísticas, números, índices y comparaciones internacionales, y llevó a una centralidad pública a la voz autorizada de los infectólogos. Pero luego la circulación y difusión de esta información supuso la apropiación social de este conocimiento. La política le habló a una sociedad que familiarizó conceptos epidemiológicos y los hizo suyos, y a menudo los recicló y les dio otra operatividad.

La epidemiología legitimó sus intervenciones de manera teórica basada en la experimentación científica y en su superioridad sobre la experiencia cotidiana, vaga y aleatoria, que es supuestamente la de la sociedad. Esto produjo dos problemas complementarios: la sociedad se apropia de la cuarentena desde la experiencia, que es sintónica de un comportamiento del virus que hasta ahora viene desafiando a la ciencia. Como dijo Nicholas Taleb, el virus tiene un comportamiento que desafía el empirismo ingenuo de la ciencia con secuencias cambiantes. El hecho de que la ciencia sepa poco sobre el virus, haya cambiado su diagnóstico y recomendaciones (recordemos por ejemplo que el uso de barbijo estuvo discutido en un comienzo) se acopla con el sentido común y los saberes alternativos que lo alimentan.

El segundo problema es que la epidemiología es portadora de una sociología espontánea que no se condice ni con los comportamientos normales de la sociedad ni, mucho menos, con las exacerbaciones y transformaciones que ha impuesto la pandemia. En este proceso, la variable temporal es clave en una dirección bien precisa: el cómo pasa a ser parte del porqué. ¿Qué significa esto? A medida que pasa el tiempo, la experiencia de la cuarentena –cómo se la vive y significa– provee elementos poderosos para explicar por qué se sigue o no esta norma. En marzo la sociedad no tenía esta experiencia y por lo tanto tendía a seguir las razones de la cuarentena (los porqué) que las autoridades políticas, apoyadas en el conocimiento de los expertos, le proveía. Pero a medida que el tiempo pasaba la sociedad iba teniendo sus experiencias de la cuarentena y podía sumar o restar sus cómo vivía la cuarentena a los porqué que la política ofertaba.

Las personas han incorporado activamente el conocimiento epidemiológico integrándolo a la vida cotidiana, lo que dio lugar a una epidemiología “popular” o “cotidiana” que es parte constitutiva del uso real de la norma. Pero las cosas son mucho más complejas aún: los usos de esta información se dan en un contexto de significaciones y prácticas que permiten utilizaciones inesperadas de la norma.

En la vida social, las experiencias de “primera mano” cuentan, y mucho. Estas experiencias, que tienen la eficacia de no ser experimentos –es decir, no pueden ser descartadas– expresan cómo efectivamente se vive, siente y piensa la cuarentena; por eso alimentan las razones de por qué se la cumple o no.

Entre las dimensiones de esos cómo que la sociedad se provee para dar cuenta por qué se sigue o no la norma de la cuarentena, se encuentra la gravitación del paso del tiempo, que se racionaliza en proporciones variables como cansancio y/o aprendizaje. Las experiencias de la sociedad no pueden ser desconocidas, rechazadas ni negadas. Deben ser comprendidas.

En este contexto, las expectativas políticas y sanitarias deben ajustarse a estos conocimientos, superando la inercia de las narrativas épicas, la metáfora de la guerra y la ilusión de que todo el mundo podría comportarse como un epidemiólogo todo el tiempo.

* Profesores e investigadores (IDAES-UNSAM/CONICET).

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur





WAINFELD OPINION.

 EL PAÍS

Los desafíos que enfrenta el Gobierno y las agendas en debate.

La comunicación de Alberto Fernández, la oposición intratable y los medios sin escrúpulos

Regreso a la escenografía del anuncio presidencial. Acuerdo con gobernadores. La comunicación oficial, las fallas y su pugna con la oposición. La prolongación de la pandemia, consecuencias políticas. Necesidades para el escenario inesperado. Medidas acertadas, que deben aggiornarse.
El presidente Alberto Fernández, junto a los gobernadores de Santa Fe, Jujuy y Neuquén.
El presidente Alberto Fernández, junto a los gobernadores de Santa Fe, Jujuy y Neuquén. 
Imagen: Télam

El presidente Alberto Fernández innovó en la táctica sanitaria y retomó, en buena hora, el formato de anuncios anteriores. Resolvió restricciones intensas y transitorias en departamentos de 18 provincias, tras dialogar largas horas con los gobernadores. Lo escenificó acompañado por tres: el radical jujeño Gerardo Morales, el neuquino Omar Gutiérrez, el peronista santafesino Omar Perotti. Medió autocrítica, en acto, de la desangelada presentación de tres semanas atrás.

La abrumadora y abrumada mayoría de los mandatarios provinciales las pidió y avala. Elreclamo de intensificar la prevención, restringiendo determinados derechos, tuvo base federal, pluralista. La habían anticipado ministros provinciales de Educación en un encuentro con su par nacional, Nicolás Trotta. De comarcas bien distintas. El cordobés Walter Grahovac y la santafesina Adriana Cantero descollaron fundando el rechazo a un prematuro regreso a las clases presenciales. La realidad de sus terruños los induce a la cautela, lejos de la sobreactuación peligrosa del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Ya que estamos: probando que el ala más transigente de Juntos por el Cambio tampoco representa (ni menos conduce) a autoridades de otros partidos, muy representativos fronteras adentro.

Las medidas, cuyo alcance geográfico y detallado se desconoce en detalle, son más acotadas y factibles que el “botón rojo”. Alberto Fernández adoptó un camino sofisticado y mutante, como el virus. Responsable, no se resignó a quedarse de brazos cruzados en el peor momento de contagios y muertes. Sensato, tampoco cedió a la tentación de repetir recetas que caducaron.

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La gente común: El ánimo colectivo desaconseja una vuelta atrás o, en una de esas, la torna imposible. Los académicos Pablo Semán y Ariel Wilkis formulan un excelente abordaje de la cuestión en El Dipló"¿Por qué no obedecemos?”, interrogan.

El uso de la primera persona del plural en el título precede a un análisis sereno y matizado, palabras que usamos como sinónimos. Parafraseamos algunos conceptos. La pandemia fue inesperada, tanto como su duración. La anuencia inicial al discurso presidencial, el saber de los epidemiólogos y la consigna “quedate en casa” fueron objeto de relecturas. Escriben Semán y Wilkis: "Las personas han incorporado activamente el conocimiento epidemiológico integrándolo a la vida cotidiana, lo que dio lugar a una epidemiología 'popular' o 'cotidiana' que es parte constitutiva del uso real de la norma”. Y rematan su intervención: “Las experiencias de la sociedad no pueden ser desconocidas, rechazadas ni negadas. Deben ser comprendidas (…) las expectativas políticas y sanitarias deben ajustarse a estos conocimientos, superando la inercia de las narrativas épicas, la metáfora de la guerra y la ilusión de que todo el mundo podría comportarse como un epidemiólogo todo el tiempo”.

La mudanza de las conductas sociales no es consecuencia de la prédica del ala extrema de la oposición de derecha. Mejor dicho: no es exclusiva consecuencia ni ésta es su principal causa. Una de las fallas de la comunicación oficial es engolosinarse en enfrentar a ese adversario, magnificándolo. Atribuirle un consenso del que carece, lejos. Los reflejos colectivos, de personas de diversas edades, clases sociales, laburos o desempleos, territorios, no obedecen a las minorías excitadas que participan en los banderazos. La gente común existe, quizás distante de las polémicas favoritas de la subcultura política.

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Comunicación es política y viceversa: Cualquier comunicación oficial precisa una narrativa aunque (o porque) está condenada al cotejo con las realizaciones. “Decir” y “hacer” no son categorías sencillamente diferenciables, como en la consigna famosa. Siempre es un bajón comunicar en contextos adversos, transmitir malas noticias. No hay manera de transformarlas en mensajes gratificantes.

Este gobierno topó con una coyuntura atroz. En el inventario se agrega una oposición intratable y un sistema de medios hegemónico desprovisto de escrúpulos y de apego a la verdad. Trajina con la indignación, el simplismo. Apela una y otra vez a emociones primitivas (con el odio a la cabeza), a lecturas binarias, a presentar un cuadro de situación terminal con soluciones sencillas, exóticas a la praxis oficial. Responderle en tono y estridencia similar es, cuanto menos, un pelotazo en contra.

La agenda opositora viene siendo más eficaz que la oficial. Por astucias propias, por su poder y también por carencias del Gobierno. “No podemos mantener un anuncio auspicioso en agenda por un día”, autorretratan funcionarios de primer nivel. Agrava el cuadro la propensión a enzarzarse en polémicas ajenas al sentir y las necesidades acuciantes de los argentinos.

La agenda de las realizaciones sufrió los vaivenes de la peste y de su duración impensada. A partir de marzo, el Gobierno abandonó ciertas propuestas valiosas, como el Consejo Económico Social. Demoró demasiado en llevar al Congreso el “impuesto a las grandes fortunas”. Discontinuó las tratativas con Rodríguez Larreta sobre la coparticipación excedente que Macri regaló a la CABA. Tardó en reglamentar la “ley de Góndolas”. Son errores en opinión de este cronista.

Se pospuso un gran promesa de campaña, una bandera de mayorías sociales: la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Existen buenos motivos, desde la desmovilización callejera hasta las prioridades del sistema de Salud. La definición, el sacrificio, se explica como un reconocimiento a las limitaciones. Aplicando lógica similar, mirando en perspectiva, perdió sentido la Reforma Judicial. La cuestión es exótica cuando impera la covid-19. No impactará en el cotidiano de la gente de pie hasta dentro de un par de años, en el mejor de los supuestos. La movida era deseable, en diciembre o en marzo. Devino anacrónica o desconectada durante la anormalidad. En cuestiones así, tener razón no basta para convencer a la audiencia, ajena al tópico en cuestión. Ganar ese debate es una quimera. A esta altura, el oficialismo solo puede minimizar costos. Lo hace, de alguna manera, demorando el tratamiento en Diputados.

Podrá replicarse que estos comentarios se formulan con el diario del lunes. Desde ya. Así se escriben la historia, las crónicas y se piensa la política por venir.

La pobreza, el desempleo, el agravamiento de indicadores sociales, laborales y económicos fuerzan una lógica de “contradicción principal”. Cuestiones relevantes se tornaron adjetivas, un gobierno popular tiene que revisar su agenda, reparando en sus aciertos que los hay y pensando en cómo reforzarlos o recalcularlos.

De nuevo, solo como ejemplos. El Presupuesto 2021 correctamente mantiene las partidas para ayuda alimentaria, aunque se puede suponer que la demanda podrá atenuarse un poco. Pero no asigna recursos para sostener el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Hace cuatro o cinco meses varies funcionaries promovían un Ingreso Ciudadano, por esencia universal, complejo y costoso. Se desistió, por motivos pragmáticos, razonables. Desbaratar el IFE deja la sensación de ser excesivo, un avance de la lógica de los equilibrios fiscales sobre la política social del Frente de Todos (FdT).

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Confrontar, saber ganar: Los debates públicos presuponen jerarquías e implican antagonismos. Se discute para atraer voluntades tanto para mejorar la correlación de fuerzas. Robustecer el campo propio y debilitar o dividir al rival, objetivos perennes.

El oficialismo, cuando se enfrasca en temas poco atractivos, abroquela al adversario. Las internas del FdT son más resonantes que las de la oposición. Hay algunas propias de la división de roles como las que enfrentan al titular del Banco Central, Miguel Pesce, y al ministro de Economía, Martín Guzmán. La opo hinca el diente en ellas...  Eppur existen y se divulgan con fallas notorias.

La omnipresencia de Cristina, un caballito de batalla falaz de los contrincantes, a menudo es fomentada por dichos y querellas del equipo de gobierno.

La fruición por el tuit veloz es disfuncional para una comunicación armónica, sincronizada. La profesionalidad raya alto entre los deberes de los funcionarios. Ceder al impulso, una jactancia de los individualistas.

El mismo AF se apresuró a criticar al presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, cuando el tribunal analizaba el pedido de per saltum referido al relevo de los tres jueces federales. Rosenkrantz merece un container de reproches… sería astuto saber administrarlos. En esta ocasión, la crítica unificó (provisionalmente) a los cortesanos. El espíritu corporativo tira más que una yunta de bueyes. Los Supremos reaccionaron ante el embate de afuera con cohesión de la que carecen o que tienen pegada... con materia perecedera y poco agradable.

“¿Es más importante Bruglia que Guernica?”, interroga el periodista Martín Rodríguez en La Política Online. Una pregunta inteligente fomenta respuestas acordes. En la carencia, los mejores objetivos tienen que ser percibidos de volea por los ciudadanos. Cuando amaneció en la Casa Rosada el añorado presidente Néstor Kirchner sabía afirmar: “Todos los días tenemos que tomar una medida pro- gente”. La contingencia era menos grave que la actual, el apotegma sigue en pie.

Tomando la pregunta de Rodríguez uno piensa que mil nuevos puestos de trabajo (una cifra infinitesimal en la crudeza macro) valen más que diez Bruglias. Y la gente lo captaría bien, en especial los beneficiarios.

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El rumbo y las tácticas: El inminente aniversario de la partida de Néstor Kirchner aviva reinterpretaciones. Hombre de convicciones firmes, supo elegir cuándo y cómo confrontar. Se jugó a fondo contra la Corte Suprema, recién llegado y arriesgando. Pulseó firme con los bonistas privados, desoyendo el canto de sirena de los gurúes económicos. Hizo caso omiso a las amenazas del Fondo Monetario Internacional (FMI), del que se desvinculó pagando la totalidad de la deuda. Privilegió la real politik cediendo ante Juan Carlos Blumberg porque leía que estaba en juego la gobernabilidad. Quien les habla disintió aquella vez, porque cada cual tiene su lugar y sus deberes.

Kirchner intentó la transversalidad, que no pudo concretar. Confrontó con el ex presidente Eduardo Duhalde mientras tejía alianzas con una dirigencia peronista que estaba bastante a su derecha. Armó la Concertación Plural.

La reseña incompleta recorre cambios en la hoja de ruta, en un contorno más propicio que el actual.

El mapa argentino y el mundial se convulsionaron demasiadas veces desde diciembre de 2019. Redibujar la hoja de ruta es necesidad y urgencia. Un elenco pensado para otro planeta tal vez debe ser remozado para afrontar la nueva anormalidad. La capacidad del Gabinete para comunicar y reforzar la palabra presidencial tiene que ser mejorada.

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Responsabilidad y convicciones: Días atrás el psiquiatra Santiago A. Levin escribió en Página/12: “El campo comunicacional queda librado al sector que medra con la confusión y con el caos, y la estrategia sanitaria fracasa (…)  La prioridad sanitaria en este momento es el diseño de una política de comunicación estatal que unifique, que conduzca y que informe. Que conciba a la responsabilidad sanitaria no solo como una libre decisión individual, sino principalmente como el resultado de una apelación a construir tejido social a partir de la consideración del otro, de la ternura hacia el otro, del amor por el bienestar de todos y de todas. Y ello se logra con palabras, con metáforas y con gestos dirigidos al conjunto. Esta operación se llama comunicación social, y es la pieza clave que nos está faltando”.

La columna citada versa sobre política sanitaria pero puede proyectarse de modo más general. Con un añadido sustancial: para comunicar mejor es necesario hacer pie en medidas de orientación progresista y popular. El “impuesto a las grandes fortunas”, por caso, podrá ser objetado o judicializado pero son nítidas su intención y los campos que delimita. Mucha gente lo comprende o comprenderá.

La disputa de fondos entre la Nación y la CABA dirime recursos escasos, con justicia distributiva.

Ese sentido debe orientar un mini plan de acción para los meses venideros en los que la gente común tiene en mira vacaciones, mejorar un poco en materia de ingresos, recuperar trabajo, ver si los pibes van a la escuela. Afanes comprensibles que se deben conjugar con las restricciones sanitarias… menudo problema.

Los intereses concentrados atacan siempre, gritan como el tero por “la Justicia” mientras empujan una devaluación catastrófica. El colega David Cufré pintó bien esa pugna, con final abierto y peligroso.

Contra viento y marea, debiendo asumir que las herramientas y las metas tienen que aggiornarse, Alberto Fernández conserva la posibilidad de hacer revisando aciertos y fallas de los meses recientes.

La iniciativa es patrimonio de los gobiernos, su mayor recurso para atender al mandato de las urnas. Que sigue siendo claro aunque la malaria haya reformulado las demandas.

mwainfeld@pagina12.com.ar

EL CHE.

 

Politics

Documentos muestran dudas iniciales de Estados Unidos sobre la muerte del Che

Agencia EFE

Washington, 9 oct (EFE).- En el 53 aniversario de la muerte del Che Guevara, documentos estadounidenses desclasificados y dados a conocer este viernes muestran que las autoridades siguieron de forma intensa los movimientos del guerrillero argentino, dudaron inicialmente de su muerte y posteriormente confiaron en que su fallecimiento socavase el movimiento revolucionario en Latinoamérica.

Según los documentos dados a conocer este viernes por la organización Archivo Nacional de Seguridad (NSA), el entonces presidente estadounidense, Lyndon Johnson, recibía de forma regular informaciones sobre el rastro de Ernesto "Che" Guevara desde que en 1965 dejó de ser visto en público en Cuba.

Uno de los 29 documentos señalados por el NSA, algunos de ellos desclasificados con anterioridad pero que cuentan ahora con menos secciones censuradas, y fechado el 22 de abril de 1967, recoge cómo el presidente boliviano, el dictador René Barrientos, informó al general estadounidense William Tope de la situación de la guerrilla en el país.

Según el documento, Barrientos indicó que indígenas del departamento de Chuquisaca habían informado de la existencia de "un grupo de hombres barbudos y armados en el área" y que la guerrilla es un grupo "bien organizado, muy entrenado y bien equipado que está equipado con armas automáticas modernas, excelentes botiquines médicos y otros accesorios modernos".

Barrientos aprovechó la reunión para solicitar a Estados Unidos armas modernas aunque el militar estadounidense expresó sus reservas de que el armamento sería inefectivo si los soldados bolivianos no eran entrenados en labores de contrainsurgencia.

El 10 de mayo de 1967, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) recibe el primer informe "de personas que dicen haber visto y hablado con Che Guevara desde que desapareció en marzo de 1965".

"El famoso líder guerrillero cubano, nacido en Argentina, Ernesto Che Guevara estaba presente con el principal grupo de la guerrilla boliviana en el sureste de Bolivia desde finales de marzo hasta al menos el 20 de abril de 1967. Fue visto en el campamento por Jules Regis Debray y Ciro Roberto Bustos durante este periodo", señala el documento.

Un día después de que la CIA recibiese el informe, la información del "primer reporte de que Che Guevara está vivo y operando en Suramérica" es transmitida al presidente Johnson en la Casa Blanca.

La comunicación a Johnson señala que "la información procede del interrogatorio de guerrilleros capturados en Bolivia" y que se requiere de "más pruebas antes de concluir que Guevara está operacional y no muerto, como la comunidad de inteligencia, con el paso del tiempo, ha estado cada vez más inclinada a pensar".

El 17 de mayo, un documento de la CIA detalla el interrogatorio a que fue sometido Debray, "el joven marxista francés que ha estado cercano a (Fidel) Castro" y que fue capturado por el ejército boliviano.

El 9 de octubre, la CIA informa del combate que se produjo el día anterior en las cercanías de Higueras entre soldados bolivianos y un grupo guerrillero e indica que "tres guerrilleros resultaron muertos y dos capturados. Uno de esos capturados puede ser Ernesto Che Guvera que está gravemente herido o muy enfermo y puede morir".

Esa información fue transmitida de forma urgente ese mismo día por el consejero de Seguridad Nacional, Walt Rostow, al presidente Johnson: "Esta información provisional de que los bolivianos capturaron a Che Guevara te interesará. Todavía no está confirmada".

Es el 11 de octubre cuando el director de la CIA, Richard Helms, informa a los secretarios de Estado, Defensa, así como a Rostow, de que el Che fue capturado con una herida en la pierna, pero que se encontraba en buenas condiciones y que las autoridades militares bolivianas ordenaron el asesinato del guerrillero.

Guevara fue ejecutado "con una ráfaga de un fusil automático M-2".

Cuando Rostow recibe el memorando de la CIA transmite ese mismo día la información a Johnson afirmando que está "seguro en un 99 %" de la muerte del Che en Bolivia y que consideraba una "estupidez" que los bolivianos matasen al revolucionario argentino tras un breve interrogatorio.

Un día después, el 12 de octubre, el director de inteligencia e investigación del Departamento de Estado elabora un informe titulado "La muerte de Guevara, el significado para Latinoamérica", que anticipaba que la desaparición del Che puede suponer "un grave retroceso para las esperanzas de Fidel Castro de fomentar una revolución violenta" en Latinoamérica.

(c) Agencia EFE

viernes, 9 de octubre de 2020

https://www.pagina12.com.ar/297730-bariloche-el-conflicto-entre-mapuches-y-militares-que-no-fue

 EL PAÍS

Efectivos del Ejército en un territorio que pertenece a la comunidad Millalonco-Ranquehue

Bariloche: El conflicto entre mapuches y militares que no fue


Los grandes medios buscaron generar un nuevo conflicto. El INAI dice que no hay problemas con ese territorio. De todas formas intervino la justicia.
El Gobierno espera de un informe de la justicia sobre el conflicto por tierras con Mapuches Ranquehues en Bariloche, que ocuparon esta semana en Río Negro terrenos del Ejército Argentino.
El Gobierno espera de un informe de la justicia sobre el conflicto por tierras con Mapuches Ranquehues en Bariloche, que ocuparon esta semana en Río Negro terrenos del Ejército Argentino. 

Ni violentos mapuches usurpando tierras ni el Estado cediendo territorio. Lejos de las operaciones de prensa montadas para estigmatizar a pueblos originarios y demonizar al gobierno nacional, el publicitado “nuevo conflicto” en la Patagonia no habría sido más que una decisión poco feliz de miembros de una unidad militar de Bariloche, que se revirtió en pocas horas pero por la que nadie hasta ayer se asumió como responsable. Desde el Ministerio de Defensa aseguraron a Página/12 que "no hay conflicto, ni enfrentamientos. Está todo en manos de la justicia y estamos atentos para entender cuál es el problema".



LEALTAD

 EL PAÍS

Se podrá elegir un avatar y no hace falta bajar una aplicación ni dejar los datos

17 de octubre: Cómo será la plataforma para participar del acto del Día de la Lealtad

"El 17 de octubre nos encontramos virtualmente para conmemorar el Día de la Lealtad. Lo vamos a hacer a la distancia pero más unidos que nunca. ¡Ya pueden sumarse y empezar a participar en @75octubres!", escribió Santiago Cafiero en la red social Twitter, y a partir de entonces lo compartieron los ministros y se viralizó en las redes. La propuesta, que ya está detallada en el sitio www.75octubres.ar, incluye una plataforma que permite llevar adelante la movilización en el espacio virtual. "Todos estaremos bajo la misma consigna, en un mismo lugar para compartir un evento histórico", se invita. La tan identitaria movilización peronista esta vez adoptará una forma impensada, pero según se proyecta, no por eso dejará de ser masiva. 

Para participar hay que ingresar completando algunos datos básicos y eligiendo un avatar, esto es, la figura que va a representar a cada uno en la movilización. "Luego comienza la experiencia ocupando un lugar en el plano que geolocaliza la movilización. Allí podrás acceder a material diseñado especialmente para el evento mientras comienza la transmisión del mismo", se explica desarrollo de la productora de Javier Grosman, organizador de recordados eventos del kirchnerismo como las jornadas del Bicentenario y Tecnópolis. 

Se aclara que no es necesario dejar ninguna información personal para ser parte de la movilización. La plataforma incluirá un contador de participantes en vivo, para monitorear el ingreso de los usuarios. Y, junto a las icónicas figuras de Perón y de Evita, hay una cuenta regresiva que marca cuánto falta para "movilizar". Esta vez, inéditamente, desde una computadora, una tablet, un celular o un SmartTV.