jueves, 24 de septiembre de 2020
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miércoles, 23 de septiembre de 2020
Todo lo que tenés que saber sobre el conflicto en el Mar del Sur de China
Islas, petróleo, gas, bases navales y un estrecho clave para el transporte de buques comerciales. Así podría describirse a lo que se conoce como el Mar del Sur de China, espacio disputado entre cinco estados de la región. Se trata de un territorio de creciente militarización y un área que despierta temores acerca de un posible conflicto bélico entre Estados Unidos y China.
¿Cuál es la disputa regional?
Con argumentos que van desde tratados firmados a cuestiones históricas y/o cercanía geográfica, cinco países se disputan la soberanía del espacio, también conocido como Mar Meridional de China: Malasia, Brunei, Vietnam (que lo llama Mar Oriental), Filipinas (Mar Occidental), y China (Mar Meridional). En este video se pueden visualizar los espacios que reclama cada Estado.
El país gobernado por Xi Jinping es quien reclama la mayor parte, en el área que se conoce como la línea de los 9 puntos y que incluye las islas de Spratly y Paracelso, que cuentan con bases navales. El gigante asiático creó islas artificiales y cuenta con población instalada en esos archipiélagos. El resto de sus vecinos reclaman parte de las costas más cercanas a sus territorios continentales, y los pedidos de soberanía se superponen.
“La disputa en el Mar del sur de China lleva varias décadas de amenaza de conflicto, y en parte resultan de los baches legales a la aplicación de la Convención de la Ley del Mar de las Naciones Unidas. La construcción de bases navales y de pistas de aterrizaje militares en las islas y el crecimiento de China de los últimos años le dio la capacidad de llevar adelante los reclamos de soberanía en estos espacios”, explica, en diálogo con Cenital, Ignacio Villagrán, director del Centro de Estudios Argentina-China de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
¿Por qué es importante?
“El Mar del sur de China es estratégico geopolíticamente hablando porque tiene recursos petroleros, gasíferos, pesca, y controla una de las entradas al Estrecho de Malaca, espacio marítimo por el cual circula desde China hacia Europa alrededor del 50% o más del comercio marítimo internacional contenedorizado”, dice Bruno Dalponte, docente e investigador de la Universidad de San Martín (UNSAM) y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Además de los grandes recursos energéticos y de pesca, cuenta además con un corredor central para el transporte comercial por vía marítima en el mundo.
Se estima que en ese territorio está concentrado entre el 10% y 12% de la pesca a nivel mundial. Sin embargo, el recurso natural que más despierta la atención tiene que ver con con lo energético. De acuerdo a los estudios realizados en la zona, se cuenta con un estimativo de posible producción de 11 mil millones de barriles de petróleo y billones de metros cúbicos de gas.
Las disputas acerca de las denuncias por la pesca o los intentos de producción energéticas son una constante en la región. En mayo pasado, Vietnam denunció a China por la pesca ilegal; esta respondió que su par vietnamita “no tiene derecho a comentar sobre la moratoria de pesca” porque “China tiene derechos soberanos y jurisdicción en las aguas correspondientes del Mar Meridional de China de acuerdo con el derecho internacional y las leyes nacionales de China”. Algo con lo que no están de acuerdo sus vecinos.
Una situación similar sucede con el petróleo. Por la presión de China, Vietnam debió dar marcha atrás recientemente con los arreglos que había acordado con al menos dos petroleras –Repsol de España y Mubadala de los Emiratos Árabes Unidos– para realizar perforaciones petrolíferas. Lo mismo sucedió con la rusa Rosneft y la producción de gas.
¿Cómo llega Estados Unidos al Mar del Sur de China?
“El mundo no permitirá que Beijing trate al Mar del sur de China como su imperio marítimo”, sostuvo en julio el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, al referirse a la región en disputa. Las palabras del norteamericano llegan en medio de la fuerte tensión entre ambos países, con el cierre de consulados y las amenazas de bloqueo de apps chinas como Tik Tok en Estados Unidos. Pero entre las dos potencias también hay una escalada militar permitió que se comience a hablar con más fuerza de un eventual conflicto en esa región.
“Los países de la región se enfrentan a un adversario mucho más grande como lo es China. Por eso convocaron a Estados Unidos, que gustosamente se sumó en una disputa global por espacio, influencia y capacidad de acción. Norteamérica ha visto que China avanza en América Latina, Europa y África, lugares que tradicionalmente eran del ámbito de influencia estadounidense, entonces también significa ir a meterse en el patio trasero chino a participar o balancear esa disputa con acuerdos o iniciativas de cooperación militar de la región”, explica Dalponte.
El especialista en seguridad internacional recuerda que el gobierno de Donald Trump desplegó recientemente una flota compuesta por portaviones, submarinos y fragatas, y que en el 2018 la administración de Xi Jinping realizó en esa zona el ejercicio naval más grande de su historia. Para Dalponte, los eventos de movilización de flota y ejercicios militares de uno y otro lado “son básicamente mostrar los dientes, tratar de ejercer un poco poder de disuasión al otro actor, en una puja bilateral que es global”.
Villagrán coincide con Dalponte en que la escalada de tensión puede tener que ver más con “mostrar un poco más de músculo”, como demostración de poder de ambos países. “El problema va a seguir siendo geopolítico, dudo que estemos en una situación en la que se pueda desatar un conflicto entre la principal potencia mundial y la segunda potencia económica mundial”.
La retórica militar
“Balancear el avance chino en esa zona para Norteamérica es una preocupación al menos desde la segunda administración de Barack Obama. Trump está viendo que sus índices de popularidad caen y se está valiendo de todas las armas retóricas. Algo que siempre vende es la amenaza de un enemigo militar”, explica Dalponte sobre la estrategia de campaña del presidente estadounidense de cara al 3 de noviembre.
Pero China también usa la declaración de soberanía sobre ese territorio frente a una posible amenaza estadounidense para cuestiones domésticas. “En el discurso nacionalista chino, se hace cada vez más fuerte la idea de que necesitan ese espacio para evitar algún tipo de cercamiento por parte de Estados Unidos, que sigue teniendo la marina más potente. Hace poco se hizo el movimiento de los grupos de portaaviones Reagan y Nimitz, haciendo operaciones en el Mar de Sur. Hasta ahora ninguna de esas acciones derivó en un enfrentamiento directo de la Armada norteamericana y China”, recuerda Villagrán.
Si bien hasta el momento no se ha llegado a un punto de escalada que haga pensar en un conflicto bélico inmediato, el territorio del Mar del Sur chino, el único donde los ejércitos de ambas potencias tienen contacto, debe ser seguido de cerca.
https://www.cenital.com/todo-lo-que-tenes-que-saber-sobre-el-conflicto-en-el-mar-del-sur-de-china/
https://www.cenital.com/por-que-alberto-no-aprieta-el-boton-rojo/
¿Por qué Alberto no aprieta el botón rojo?
“Para mí lo más importante es que la gente tenga la posibilidad de ser atendida en un hospital, si es que se enferma. Y hay muchos lugares donde la utilización de las camas de terapia intensiva ha crecido significativamente y no voy a permitir que esa situación llegue a un punto de colapso”, dijo Alberto Fernández en TN. “El botón rojo siempre está a mano, porque la preservación de la salud es lo más importante. También entiendo que la gente tiene cierto hastío de estar encerrada tanto tiempo, pero el riesgo existe”, aseguró el mandatario en diálogo con Futurock.
El colapso al que refiere el Presidente es aquel que, al comenzar el año, se veía en países europeos cuyos sistemas de salud se descuenta que están más preparados que los de América Latina. Terapistas en la obligación de elegir a qué paciente darle un respirador es una de las postales que Fernández quiere prevenir. Sin embargo, aunque se trata de casos aislados, esto está ocurriendo en la Argentina. “Estamos pidiendo por un respirador para Luis. Nuestra gente se nos está muriendo y no tenemos nada”, indicó Fabio Huenchunao, presidente de la Asociación de Pastores de Río Negro, tras la internación del pastor Anastassi. Según el diario Río Negro, “desde el hospital de Cipolletti dijeron que no hay lugar y que le darán prioridad a otras personas”.
A partir de los últimos días de agosto, la ocupación de Unidades de Terapia Intensiva (UTI) en el país supera el 60 por ciento pero un relevamiento de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) arrojó que en 27 centros de salud porteños ya se alcanza el 90 por ciento, a la vez que Tucumán, Jujuy y Río Negro informaron que tienen cerca del 80 por ciento de sus camas ocupadas. Se agregaron UTI en todo el país, pero los médicos son los mismos, cada vez más desbordados, más estresados, más apabullados.
“Cuando empezó la pandemia, estábamos preocupados porque el sistema no iba a tener equipamiento. No pensábamos si iban a alcanzar los médicos. Quienes trabajamos en salud tenemos la soberbia de creer que no nos vamos a enfermar ni a morir. No se pensaba que el recurso humano podía colapsar. Y de a poco reaccionamos. Tal vez haya sido tarde”, advierte ante Cenital Alberto Maceira, director ejecutivo del Hospital Posadas, uno de los centros médicos más grandes de la Provincia de Buenos Aires.
La tensión porteña y bonaerense
Desde el gobierno nacional temen que una cuarentena estricta de fase 1, como la que se implementó en todo el país el 20 de marzo, sea imposible de cumplir, lo cual dejaría desautorizado al Poder Ejecutivo. Por eso apuesta a que la gente se cuide, que reflexione sobre la importancia de los cuidados, al menos hasta que llegue alguna de las vacunas. “Tenemos que tratar de que la gente entienda que hay que circular lo indispensable”, dicen desde el Ministerio de Salud y renuevan la esperanza después de que se retomaran las pruebas sobre la vacuna, suspendida por un voluntario que tuvo efectos adversos y que aún no se sabe si fue por efecto de la aplicación. Si bien hay otras vacunas probándose en el país, la del laboratorio AstraZeneca se fabricaría en la Argentina y le daría prioridad en la distribución.
A poco de cumplirse seis meses del comienzo de las medidas generales de prevención en la Argentina, la Ciudad de Buenos Aires habilitó las mesas de bares al aire libre para grupos de hasta cuatro personas y las reuniones sociales para diez en los parques; la Provincia, por otro lado, decidió permitir algunos deportes individuales pero es reticente a mayores aperturas.
En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), es decir, en la Ciudad y el conurbano provincial, se concentra ese 30 por ciento del país que nunca tuvo autorización para reuniones sociales desde que empezó la pandemia. Es el tercio de la Argentina que, por su alto número de casos, siempre estuvo en etapa de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), sin excepciones, mientras que en el resto del país se alternó entre ASPO y DISPO (Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio), con fases más avanzadas, según la intensidad de los contagios.
“Es el único aglomerado urbano que se encuentra en ASPO desde el 20 de marzo. Esa situación genera tensión, no sólo en el personal de salud sino también en la población. Este cansancio requiere que reforcemos el consejo de cumplir con las recomendaciones”, dijo en el primer parte informativo de septiembre la secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, Carla Vizzotti. Y en una nota al programa El Fin de la Metáfora, la funcionaria deslizó: "Lo del botón rojo no es algo tan simple después de tanto tiempo. La sociedad está transitando por diferentes momentos emocionales, económicos y sociales".
En esa sintonía, Enio García, jefe de asesores del Ministerio de Salud bonaerense, le dice a Cenital que “la posibilidad de tomar acciones que disminuyan la circulación de las personas siempre está, pero cada vez es más difícil por las cuestiones sociales y económicas”. Aunque García fantasea con “un gran consenso político donde las distintas fuerzas puedan hablar con los distintos sectores de la sociedad sobre la importancia de esta instancia”, reconoce que es difícil: “Parece que hay ciertos sectores que están mirando más los costos políticos de este tipo que decisiones que la importancia sobre la salud de la población. Esto dificulta el acatamiento de una cuarentena más fuerte”.
Para el funcionario bonaerense, no es menos importante que alguien quiera salir a pasear respecto del que necesita trabajar porque entiende que “las necesidades tienen un alto grado de subjetividad y nadie espera que sea distinto”, lo que pide es que se intente empatizar con aquellas personas que tienen necesidades que no pueden ser postergadas.
La importancia de un giro de timón
Si no está fácil retroceder a la cuarentena estricta pero son pocos los controles, es complicado pensar en una mejora del panorama actual. García reconoce: “No, no hay suficiente control y es muy difícil hacerlo. Por esto preferimos construir un discurso más restrictivo, para no generar la sensación de que ya está o que ya fue todo. Creo que este discurso genera, al menos, una presión moral y el que sale a juntarse o arma una fiesta en casa sabe que lo está haciendo contrariando la norma. Está bien que los que tomen esa decisión tengan la incomodidad de que les puedan hacer una multa o llevarlos a una comisaría para explicar lo que está pasando. Creo que eso pone un control simbólico, porque el control físico es muy difícil y puede generar situaciones de violencia. El remedio no puede ser peor que la enfermedad”.
Otro problema que surgió en la Provincia de Buenos Aires fue la acción separatista del Municipio de Tandil. El intendente Miguel Ángel Lunghi anunció que dejaría de cumplir con el sistema de fases nacional y tendría su propio criterio de medición, basado en los colores del semáforo. Desde el jueves, el distrito pasó a estar en rojo por una semana, sólo con autorización para tareas esenciales. O sea, Tandil volvió a fase 1 pero le puso otro nombre.
En su conferencia diaria en territorio porteño, el ministro de Salud Fernán Quirós buscó marcar distancias entre los panoramas de cada región: “Si el Presidente o los gobernadores creen que el botón rojo es conveniente, me parece absolutamente apropiado, mirando epidemiología por epidemiología, situación por situación. Me parece que es correcto”. A pesar de que los números de contagios diarios no acompañan su teoría de que el territorio porteño se encuentra en una meseta con tendencia a la baja, en la cartera sanitaria nacional reconocen que hay cierto control en el tiempo que demoran los casos en duplicarse en la capital del país.
Cada cual mirará el vaso como quiera, pero el problema persiste. Las autoridades de la Ciudad sólo reconocen en privado que creían que la curva estaría en marcado descenso a esta altura del año y que eso, por el momento, no ocurrió, pero de ninguna manera contemplan por ahora apretar el botón del retroceso en las medidas de aislamiento. Respecto de los controles, están bastante de acuerdo con la posición bonaerense: apenas 12 bares fueron sancionados el primer fin de semana de apertura por incumplir las medidas de distanciamiento y son muchos más los que no las respetaron.
El Presidente no sólo define en función de lo que la población puede o no cumplir sino también de lo que le demandan los gobernadores y la presión que ejercen. Así fue como el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, no consiguió autorización para que los alumnos sin conectividad volvieran a las aulas pero sí para que algunos bares pudieran poner mesitas afuera, quizás para darles a porteños y porteñas cierta sensación de que hay un futuro posible y que no falta tanto. La pregunta sería por qué se mostró bebiendo un café en uno de esos bares, alentando a que los vecinos hicieran lo mismo. “Ahí les habla a los que lo votaron”, susurran desde el oficialismo de la Ciudad. La versión oficial es que, de ese modo, llaman a que se abandonen las reuniones clandestinas puertas adentro, así se pueden controlar.
La situación por fuera del AMBA
"Argentina es un país federal y el Estado puede generar una normativa nacional, pero quien la tiene que implementar, ejecutar y controlar es cada una de las jurisdicciones. El Presidente y el Ministro de Salud tienen contacto y conversaciones con todos los gobernadores", dijo Vizzotti. Y, en uno de los últimos partes, amplió: “Hay provincias como San Juan, Santiago del Estero y Tierra del Fuego que cursaron brotes y, diez días después de las medidas de restricción intensa y transitoria de la circulación de personas, esto ha tenido un impacto positivo en la disminución de casos”.
San Luis, Córdoba y Santa Fe son otras provincias que debieron aplicar un retroceso de fase en esta segunda mitad del año, a partir de la gran circulación comunitaria, es decir, del alto número de contagiados que no identifica cómo contrajo el virus. Santa Fe se convirtió en la única provincia en superar los mil casos diarios por fuera del AMBA.
La provincia de Chaco, en cambio, ahora está en fase 3. Empezó la pandemia en el tercer puesto en número de casos y hace semanas que salió del podio hacia el puesto número 9, saliendo por encima del laberinto de una gran cantidad de contagios entre trabajadores de salud y complicaciones en su sistema sanitario. Nicolás Ivancovich, director de Emergencias Médicas de la provincia, le dice a este medio: “Fuimos la primera provincia en cerrar las aulas y dictar la cuarentena, una semana antes que la Nación. Chaco fue la que le dijo al país que había que parar porque esto era grave. Hoy tenemos un hospital modular con más de 60 camas y 150 respiradores que antes no teníamos. Fortalecimos el sistema de salud de Chaco pero esto no hubiera pasado sin pandemia”. Para Ivancovich, “una de las cosas buenas que deja este virus es que los barbijos no se usan sólo en quirófano. Por cuidarse del coronavirus, no surgieron otras enfermedades. Hay costumbres que se tienen que quedar porque así vamos a prevenir de todo”.
Es muy dispar la realidad entre provincias. Chaco hizo más de 40 mil testeos en una población de 1,2 millones de habitantes y llegó a más de 6mil casos confirmados. Su vecina Corrientes tiene una población parecida y allí los testeos no llegaron a 7mil pero registró sólo 400 casos. Algunas autoridades sanitarias de las provincias con más casos sostienen que en el norte del país hay zonas que tienen subregistro de casos, a lo mejor porque juzgan tanto a los contagiados que hay quienes temen testearse. A algunos, incluso, les hicieron denuncias penales. “El que vive en la Ciudad de Buenos Aires, llama para ser hisopado y listo. Si estás en Formosa y llamás, corrés riesgo de multas o de que señalen a toda tu familia”, advierte un funcionario del área sanitaria del norte del país. Justifica el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil: “Hemos tenido muchos arrestados en los primeros momentos, cerca de 600 personas. Es que, en una parte de la sociedad, vemos una irresponsabilidad muy grande”.
Si no hay botón rojo, ¿qué?
Apretar el botón rojo no está en los planes. Ya no volverá a haber una medida única de acción para todo el territorio nacional. Lo que sí se repite en distintos puntos del país es el reclamo de los trabajadores de la salud, que se quedaron sin vacaciones, licencia y francos a partir de esta pandemia, pero que además les toca ver cómo mueren compañeros a manos de un virus ingobernable.
Christian Acosta, enfermero de terapia intensiva del hospital porteño Ramos Mejía, tuvo que despedir a un compañero, Víctor Galván, el primer jefe de enfermería de ese centro de salud. Meses antes, Christian se había contagiado junto a su esposa, también trabajadora de la salud. Ambos estuvieron internados. Debieron dejar a sus tres hijos al cuidado de terceros, lo cual les resultó más desgarrador que los dolores de pecho en la internación. A partir de ese padecimiento, con el reclamo al gobierno de la Ciudad por mejoras en las condiciones laborales, hace un llamado a la población: “Pensar en nosotros es seguir cuidándose”.
Por qué miramos a Merkel? En el día de la amistad argentino-alemana, algunas lecciones que provienen de la Canciller.
Un ejercicio bastante trillado, pero aún entretenido y revelador, es la elección de dirigentes o modelos de sociedad en el extranjero. Argentina es un país con una realidad particular y movimientos políticos que también lo son, pero aún así, preguntar a alguien sobre sus modelos y dirigentes suele ser revelador. Por decir una tontería, es fácil saber qué piensa sobre casi cualquier tema de actualidad alguien que responde que su norte es Cuba u otro que envidia a Brasil o los Estados Unidos sus últimas selecciones de presidentes.
En ese ejercicio, una referencia que no se identifica con las coordenadas ideológicas de quien escribe y a la que casi seguro no votaría si fuera ciudadano de su país es la alemana Angela Merkel. Una dirigente de centro derecha, preocupada primordialmente por el equilibrio presupuestario, que resistió cuanto pudo al matrimonio igualitario y que, en general, impulsó una agenda más favorable al capital que al trabajo. ¿Y entonces? ¿Por qué Angela Merkel? Porque ninguno de los principales dirigentes occidentales ha combinado como la alemana, a la vez, firmeza en los principios con flexibilidad en la instrumentación de la política con un éxito que atestiguan sus quince años de continuidad.
En 2005, la Merkel candidata daba otra impresión. Ante un Gerhard Schroeder desgastado, partió de una posición confortable de liderazgo sobre la socialdemocracia gobernante para terminar imponiéndose al final en una elección muy ajustada, en la que fue perdiendo apoyos por presentar una plataforma económicamente liberal con tintes bastante extremos. Uno de sus gurúes económicos proponía eliminar cualquier tributación a los ingresos (de tipo progresiva) y reemplazarla por un solo, grande y abarcativo impuesto al consumo, junto a un gran plan de recortes del gasto público. Sería un gran aprendizaje para la primera Canciller mujer y la primera nativa de la vieja república comunista de la parte oriental.
Desde aquella primera victoria, y lejos de aquel perfil ideológico que esbozó en la campaña, Angela Merkel gobernó con pragmatismo y, en tres de cuatro mandatos, lo hizo en coalición con los socialdemócratas, el otro gran partido histórico y su principal rival electoral. En aquellos años, Alemania pasó del estancamiento al crecimiento, el desempleo se ubicó por debajo del 5% y tuvo superávits gemelos, fiscal y comercial, en todos los años, a excepción de este último, cuando la pandemia obligó a no reparar en gastos para compensar las pérdidas por la movilidad restringida -donde Alemania se destacó, una vez más, por sus buenos resultados sanitarios y los indicadores de recuperación económica señalan que lo hará mejor y más rápido que sus vecinos.
Si Angela Merkel no tuvo dudas de ir hacia el centro -y a veces, incluso, a la centroizquierda- a buscar gobernabilidad y resultados, no fue por falta de principios sino porque, descontada la economía de mercado, los más importantes de ellos no se relacionaban con cuestiones de coyuntura económica.
Sus gobiernos fueron convencidamente europeístas aún en tiempos de crisis europeas. Las recetas de austeridad con las que enfrentó la crisis en los países del sur, al inicio de la década, merecen enormes cuestionamientos. Sin embargo, a la luz de los resultados, cumplieron un objetivo del que muchos analistas dudaban incluso como posible. Mantuvieron dentro del euro, y dentro de la respuesta común, tanto a los países ricos del norte, que debieron destinar recursos de sus presupuestos a los salvatajes, como a los exigidos países del sur. ¿Había fórmulas mejores? Casi con seguridad, aunque la mejoría se hubiera notado en los países del sur y no en una Alemania donde las mayorías estaban en contra de rescatar a los socios "pródigos". Diez años después, ante una crisis aún más profunda, junto al presidente francés, Emmanuel Macron, lideraron una respuesta europea a la pandemia que movilizará recursos comunes que superarán holgadamente el billón y medio de euros. Una vez más, no hay destino para Alemania fuera de la región.
El otro gran principio de su gestión se vincula al significado de la democracia liberal y los valores que le son intrínsecos. Merkel rechazó seguir el camino de los líderes de centroderecha en España, Austria, Noruega o Finlandia que, para gobernar, cavaron trincheras con la ultraderecha xenófoba y, por el contrario, sus trincheras se cavaron en contra de aquellos. Cuando un líder provincial de su partido aceptó llegar al gobierno regional con los votos de Alternativa por Alemania, Merkel intervino públicamente para revertir la decisión, aunque aquello significara que su partido quedara fuera del gobierno regional, que pasaría a manos de Die Linke, el partido de los herederos del comunismo. Incluso estos gestos palidecen ante la decisión de permitir la llegada de cerca de un millón de refugiados que pudieron dejar atrás la matanza siria y establecerse en Alemania, aún frente al rechazo de la mayoría de sus votantes.
Por último, bajo el liderazgo de Merkel los alemanes pudieron impulsar sus intereses nacionales sin renunciar a sus alineamientos. Con la mirada política estratégica puesta en el seno de Europa -y enmarcada para su defensa en la OTAN- pudo consolidar una relación pragmática y mutuamente beneficiosa con Rusia, y expandir enormemente las relaciones económicas con China. Habrá que decir, al pasar, que Alemania también sería el principal beneficiario del acuerdo comercial con el Mercosur si este fuera a ratificarse. Desde esa Alemania, que establece relaciones comerciales con todo el mundo, ha venido desarrollado, de manera consistente, medidas estatales de política industrial, nacionales y europeas, y de acompañamiento, promoción y preservación de las empresas alemanas.
Interés nacional, integración regional, liberalismo democrático y un pragmatismo que privilegia la interlocución con los rivales políticos que son, a su vez, socios en la preservación de los valores sistémicos fundamentales.
El volumen político de Merkel es incluso más importante que la coincidencia o la falta de ella con su rumbo ideológico. Ese volumen político, de preocupante ausencia hoy en Argentina, hace que su proyecto tenga una racionalidad y capacidad de instrumentación que es digna de atención. Su autoridad es performativa.
Imágenes como las del Presidente anunciando el inicio de la cuarentena, el ministro Martín Guzmán presentando la primera oferta a los acreedores, Máximo Kirchner y su elección de no responder a ataques personales u Horacio Rodríguez Larreta respondiendo a la quita de la coparticipación muestran que la deriva irracional que está tomando la Argentina no es el único camino posible
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