martes, 3 de diciembre de 2019

EL PAÍS CRISTINA KIRCHNERCOMODORO PY 03 de diciembre de 2019 Las incongruencias de la acusación por la obra pública

La causa armada contra Cristina Kirchner, punto por punto
El expediente sobre las obras viales en Santa Cruz corrobora los argumentos de CFK, con acusaciones que llegan a lo insólito. 
La lectura del expediente sobre las obras viales en Santa Cruz le da toda la razón a Cristina Fernández de Kirchner : una causa armada, un ejemplo de la lawfare , la utilización de la justicia contra los dirigentes populares.
1.- Mauricio Macri asumió el 10 de diciembre de 2015, pero no nombró director de Vialidad hasta el 15 de enero de 2016. El entonces ex candidato a intendente de General Sarmiento, Javier Iguacel, furioso anti-K, asumió ese día. El 16 de enero, o sea al día siguiente de asumir, ordenó una auditoría. ¿En los 24 distritos del país? No, en uno solo. Santa Cruz. El objetivo estaba claro: ir contra la ex presidenta.
2.- Una acusación inicial fue que a Santa Cruz se le adjudicaron 81 obras en rutas. Según los fiscales, demasiado, 14.000 millones de pesos, comparado con Córdoba que recibió obras viales por 10.000 millones. Pero eso fue votado en el Congreso Nacional, en la ley de presupuesto: fue una decisión política. Es que Santa Cruz tiene el 10 por ciento de la superficie argentina, con pocos habitantes y tenía un considerable atraso en rutas. Aún así, no recibió una parte desproporcionada: el 11 por ciento de la obra vial nacional.
3.- La Auditoría de Vialidad, realizada por el macrismo con dos ingenieros y un contador, designados los tres por el gobierno entrante, dejó algunas cosas clarísimas. Ni Lázaro Báez ni ningún empresario cobraron obras que no se hayan hecho; las obras estaban bien hechas, incluso mejor de lo que señalaba el pliego. La auditoría sostuvo que la diferencia entre lo pagado y lo hecho fue de 0,1 por ciento, lo habitual en todos los distritos. O sea, aquellas acusaciones que se difundieron por todos los medios de que se pagaron obras que no se hicieron o que hubo obras que no se terminaron, naufragaron en forma total y no son ni siquiera hoy materia de acusación.
4.- Las demoras registradas no se debieron a razones atribuibles a las constructoras --estableció la auditoría-- sino que, como en todo el país, aparecían caños petroleros o de gas, o cables eléctricos o telefónicos que había que correr y eso llevaba un tiempo. O circunstancias climáticas que impidieron trabajar o terrenos que los municipios no habían expropiado. La auditoría consignó que es lo que sucede en la mayoría de las obras del país.
5.- Otra imputación neurálgica fue que empresas en las que Lázaro Báez era accionista se adjudicaron 51 de las 81 obras. Esto es algo que se repite en numerosas provincias: empresas que tienen el personal (miles de trabajadores), la maquinaria adecuada y ganan la mayor parte de las licitaciones porque juegan de locales: no tienen que trasladar ni la gente ni las máquinas. Y menos todavía a 1.800 kilómetros como sucede con Santa Cruz, con trabajos en condiciones climáticas muy difíciles.
6.- Las 51 obras fueron motivo de licitaciones en las que participaron otras empresas --algunas de las más grandes del país-- que no radicaron denuncias por irregularidades en esos concursos. No se puede argumentar cartelización porque, justamente, Lázaro Báez era un adversario de la Cámara de la Construcción. Además, el santacruceño casi no ganó ninguna licitación fuera de su provincia y, para colmo, perdió la licitación más importante de Santa Cruz: la de las dos represas Condor Cliff y Barrancosa (Cepernic y Kirchner), la obra más importante financiada por China fuera de China.
7.- A lo largo de tres años, los jueces y fiscales se negaron a hacer una pericia para evaluar lo único que quedaba pendiente: la existencia o no de sobreprecios. Finalmente el tribunal ordenó un estudio, pero de sólo cinco obras, porque no había capacidad para analizar las 51 obras cuestionadas. Esto ya demuestra la desesperación por condenar, porque alguno de los imputados no tuvieron nada que ver con esas cinco obras y entonces van a resolver si son culpables o inocentes teniendo como parámetro obras en las que no participaron o que ni siquiera se construyeron cuando eran funcionarios. Para redondear la jugada, los jueces nombraron como perito oficial al ingeniero Eloy Bona, quien registraba tweets groseros contra CFK. La defensa, a cargo de Alberto Beraldi, recusó al perito, pero el tribunal sostuvo que los tweets no eran suficientes para apartar al profesional.
8.- Hay un episodio de importancia, relatado por CFK en su declaración: el asombroso cambio de fiscales. En agosto de 2016, Eduardo Taiano recibe la causa y ordena que se hagan informes de todas las obras y de todas las empresas. Su objetivo era razonable: comparar lo realizado en Santa Cruz con el resto del país. Sin embargo, ante el mismo juez Ercolini. se presenta Javier Iguacel con otro escrito sosteniendo que la causa era conexa con una anterior. Con esa manipulación, el magistrado dispone el cambio de fiscales: entran Germán Pollicita e Ignacio Mahiques, este último de una familia vinculada con el macrismo. En apenas una semana se produjo un giro siniestro: de un fiscal que se disponía a investigar, se pasó a dos fiscales que en nada más que siete días pidieron la indagatoria de más de 30 personas, entre ellas CFK.
9.- Un dato de importancia, también relatado por la ex presidenta en su declaración, es que hubo una causa anterior por las obras viales de Santa Cruz. La recibió Ercolini en 2011, pero el magistrado se declaró incompetente porque las licitaciones, adjudicaciones, el control de las obras se hicieron en Santa Cruz. Por lo tanto mandó el expediente a Río Gallegos, con el visto bueno del fiscal general Germán Moldes. En Río Gallegos la justicia terminó sobreseyendo a los imputados. Ante la denuncia de Iguacel, en cambio, Ercolini se declaró competente y no aceptó que ya la justicia se había pronunciado. La cuestión está en la Corte Suprema que sigue sin resolver.
10.- Aún así, una parte de la pericia se firmó de manera unánime: se dictaminó que no hubo sobreprecios en las redeterminaciones ni en los rediseños de las obras. Se habla de redeterminación cuando hay inflación y el valor de la obra debe actualizarse. Se realiza aplicando un decreto de la época de Eduardo Duhalde, o sea que se aplican índices que tienen que ver con los precios de la construcción. Tampoco hubo sobreprecios cuando, por ejemplo, se encontró un obstáculo y hubo que rediseñar el trazado. Esta también era una gran bandera de los denunciadores que hablaban de que se pagaron valores siderales con los cambios. La realidad es que los rediseños y las redeterminaciones fueron mucho menores a las realizadas en las obras del macrismo en estos cuatro años.
11.- Lo que queda como disputa en el juicio es la existencia o no de sobreprecios iniciales de las obras. El argumento debería caerse en sí mismo porque hubo licitaciones y cada empresa podía ofertar. Sin embargo, cuando los tres peritos tenían un acuerdo para firmar de manera unánime, apareció Bona con su propio dictamen sosteniendo que hubo sobreprecios en los pliegos originales. El perito oficial puso sobre la mesa, de manera sorpresiva, la oferta que se hizo por tres tramos de la ruta 3, una vez que le quitaron la obra a las empresas de Lázaro Báez. Los tres tramos fueron adjudicados a CPC, la empresa de Cristóbal López y Fabián De Sousa, que ya hostigada por el nuevo gobierno, decidió hacer una oferta fuerte, por debajo del precio de la licitación, para quedarse con la obra. Pero lo asombroso fue lo que ocurrió después: CPC tuvo la obra ocho meses y perdió 100 millones de pesos. La consecuencia fue que la abandonó, se la devolvió al estado. Y está abandonada hasta ahora, deteriorándose. Pese a esos elementos, quieren tomar la oferta de CPC como parámetro. Es otro ingrediente del lawfare. Esta será la polémica central que aún queda.
12.- Desde el punto de vista estrictamente judicial, hay que tener en cuenta que las obras se votaron en el Congreso y luego se licitaron y adjudicaron en Santa Cruz. El control también fue provincial y los certificados de obra, con los cuales se fue cobrando, igualmente tenían firma de los funcionarios santacruceños. El estado nacional financiaba, pero la ejecución era provincial. Había un control nacional principalmente a raíz de denuncias o de controversias y en ocasiones por muestreo. Todo esto demuestra que un presidente tiene una cantidad enorme de instancias y de firmas que se sitúan entre una obra y un presidente. Desde ya toda la estructura provincial, desde los inspectores, secretarios y ministros, hasta el gobernador. Y luego la estructura nacional, también de inspectores, secretarios, ministros y hasta el jefe de Gabinete que es quien ejecuta el presupuesto y redirecciona fondos cuando es necesario. O sea que ningún presidente está en contacto directo con una obra. Lo que exhibe la lawfare en esta causa es que ningún gobernador de Santa Cruz ni ningún jefe de Gabinete fue imputado. El objetivo era la ex presidenta y adjudicarle a la mandataria ser la cabeza de una asociación ilícita. No pueden exhibir ni una firma ni una orden sobre las obras, porque nada de eso existe. Entonces emparentan la asociación ilícita con el gobierno, porque a falta de pruebas, lo único posible es condenar a la totalidad de un gobierno y de esa manera intentar tapar el desastre que produjo la administración Macri en la mayoría de la población. 

EL MUNDO BOLIVIAGOLPE EN BOLIVIAEVO MORALES 03 de diciembre de 2019 · Actualizado hace 26 min Torturas, desapariciones forzadas y abusos sexuales graves

Torturas, desapariciones forzadas y abusos sexuales graves
El informe de la Delegación Argentina sobre la situación de los derechos humanos en Bolivia
El relevamiento realizado por los dirigentes sociales argentinos consigna que las masacres de Sacaba y de Senkata fueron los casos más graves de violación a los derechos humanos cometidos por el gobierno de facto boliviano. El trabajo recoge testimonios víctimas y testigos de la violencia de quienes derrocaron a Evo Morales.
Imagen: Jorge Larrosa
La Delegación Argentina de Solidaridad con el Pueblo de Bolivia presentó las conclusiones preliminares del informe sobre la situación de los derechos humanos tras el golpe de estado que se instauró en Bolivia tras la renuncia forzada del presidente Evo Morales. Según lo que pudo constatar esta comisión -formada por referentes de organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos- hubo casos de torturas, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, violaciones y otros delitos contra la integridad física, psíquica y sexual de las víctimas.
Entre los enumerados por la Delegación, los casos más graves de violación a los derechos humanos se perpetraron en la masacre de Sacaba, en Cochabamba, donde murieron seis personas. Según el informe, allí hubo también “centenares de heridos y detenciones arbitrarias tras el accionar de las Fuerzas Armadas”. También en la masacre de Senkata, en la ciudad de El Alto, en donde hubo nueve muertos, “personas desaparecidas, centenares de heridos y detenciones arbitrarias”.
Con respecto a la denuncia por desapariciones forzadas, el informe de la Delegación sostiene que existen numerosos casos de personas que se suponen detenidas en dependencias estatales “pero cuyos familiares no han podido contactarlas y sobre quienes el gobierno de facto no ha facilitado información respecto de su paradero”.
“Esta delegación logró constatar situaciones de tortura en espacios públicos y dependencias estatales. Asimismo, constatamos diversos casos de violaciones y abusos sexuales graves propiciados por integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad”, sostiene el informe. Las conclusiones fueron documentadas a través de testimonios ya sea con víctimas o testigos.
Los integrantes de la Delegación fueron atacados cuando llegaron al aeropuerto de Santa Cruz, en Bolivia, por simpatizantes del gobierno de facto. También fueron demorados por la Policía y luego amenazados por el ministro de Gobierno, Arturo Murillo, quien dijo que había “extranjeros que están llegando al país a tratar de incendiar el país”. A los integrantes de Delegación les advirtió que “anden con cuidado” porque “los estamos mirando, los estamos siguiendo”.

El texto completo del informe

Por medio de la presente, los integrantes de la Delegación Argentina en Solidaridad con Bolivia ofrecen a la opinión pública internacional las conclusiones preliminares de nuestra misión de observación sobre la situación de derechos humanos, sociales, políticos y culturales que atraviesa el pueblo boliviano.
Es dable destacar que la delegación estuvo compuesta por un equipo multidisciplinario de destacados profesionales y dirigentes de movimientos sociales que realizaron visitas, entrevistas y reuniones con víctimas de violaciones a los derechos humanos, perseguidos políticos y otros actores relevantes para la cabal comprensión de la crítica situación que se vive en el Estado Plurinacional de Bolivia.
En concreto, se tomaron testimonios de un centenar de personas en una locación segura de la localidad de El Alto, se visitaron domicilios particulares de otras víctimas, se visitaron personas hospitalizadas y se realizaron reuniones en distintos puntos de La Paz con actores de la política y los movimientos sociales urbanos, campesinos e indígenas. La Delegación no pudo realizar la totalidad de las actividades programadas por las amenazas explícitas del Ministro de Gobierno (de facto) Arturo Murillo y el accionar de grupos de choque civiles.
Tras realizar un análisis preliminar de la información recabada, esta delegación afirma que:
1. Marco político y social: golpe de estado y gobierno de facto
1. El Estado Plurinacional de Bolivia sufrió un golpe de estado pergeñado por grupos denominados cívicos, sectores empresarios, personal policial y altos mandos de las Fuerzas Armadas con el objetivo de derrocar al Presidente Evo Morales e instaurar un gobierno de facto. Dicho golpe tuvo el apoyo explícito de gobiernos extranjeros como el de Donald Trump quien felicitó a las Fuerzas Armadas del país por su accionar disruptivo del orden constitucional. Tenemos, asimismo, testimonios sobre múltiples contactos de funcionarios extranjeros con actores clave del golpe, particular con Fernando Camacho.
2. Los actores promotores del golpe coordinaron acciones a fin de provocar una situación de terror en la sociedad y desestabilización del gobierno constitucional con mandato hasta el 22 de enero. Las agresiones físicas y psicológicas tuvieron por objetivo quebrar el frente político-social gobernante para consumar primero y consolidar después el golpe de estado. Este proceso se profundizó tras las cuestionadas elecciones del 20 de octubre y se detonó completamente a partir de un “comunicado preliminar” de la OEA. Dicho comunicado radicalizó las posiciones golpistas, amplificando la confrontación en un momento de alta convulsión social. El mencionado comunicado no estaba previsto en el Acuerdo suscripto entre la OEA y el Estado Plurinacional. Este hecho sumado a las irresponsables declaraciones del Señor Luis Almagro nos lleva a concluir que existió una clara intencionalidad política, ajena al espíritu de la auditoría electoral. Es dable destacar, al día de la fecha no se ha publicado el informe final sobre la auditoría.
3. Esta Delegación corroboró que existió un accionar coordinado dirigido particularmente contra la dirigencia de los movimientos sociales agrupados en el llamado Pacto de Unidad y la Central Obrera Boliviana. Contamos con amplia documentación sobre múltiples coacciones sobre dirigentes y familiares para que adoptaran posiciones contrarias a su voluntad por temor a perder su vida y libertad. Como resultado de esta estrategia de amedrentamiento, los actores del golpe lograron parcialmente su objetivo de dividir la resistencia social frente al proceso golpista, primero, y el gobierno de facto, después.
4. La renuncia de Evo Morales, Álvaro García Linera, Adriana Salvatierra y otros funcionarios y gobernadores de distintos niveles de gobierno, fueron consecuencia directa de la presión ejercida por el alto mando de las Fuerzas Armadas. Asimismo, las múltiples amenazas contra los gobernantes, las humillaciones públicas, las agresiones físicas y los ataques a viviendas de familiares fueron factores coadyuvantes. Las sedes de los medios de comunicación públicos y comunitarios fueron tomados por grupos golpistas.
Con todo, es dable destacar que en ningún caso se cumplieron los procedimientos legales para dar a dichas renuncias por válidas, lo que las convierte en actos jurídicos inexistentes.
5. Pese a ello, el Gobierno de facto realizó una maniobra sin el más mínimo viso de legalidad para intentar legitimar nuevas autoridades. De este modo, la ciudadana boliviana Janine Áñez se autoproclamó presidente del Senado, primero, y presidente del Estado Plurinacional, después, en sesiones parlamentarias que no cumplieron los requisitos formales ni sustanciales para tal propósito. El acto de colocación de la banda presidencial por parte del Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Williams Kalimán, es elocuente al respecto.
6. A partir de ese momento, el gobierno de facto adoptó una política de claros tintes dictatoriales y represivos contra las autoridades depuestas, los dirigentes políticos y sociales afines al gobierno constitucional y el conjunto de los sectores más vulnerables de la población, en particular la perteneciente a los pueblos originarios. Asimismo, comienzan a vislumbrarse una expansión de las prácticas autoritarias contra sectores de otros espacios políticos y sociales. En este contexto, se han producido graves violaciones a los derechos humanos que ya tienen carácter sistemático y por tanto constituyen delitos de lesa humanidad.
2. Violaciones a los Derechos Humanos
Hemos constatado que el sistema represivo montado por el gobierno de facto ha causado decenas de muertos, centenares de detenciones arbitrarias, millares de heridos, innumerables casos de apremios y torturas, violaciones y otros delitos contra la integridad física, psíquica y sexual de las víctimas que son hombres, mujeres, niños, ancianos e integrantes de colectivos vulnerables.
Esta delegación logró constatar la existencia de las siguientes situaciones:
Masacres perpetradas contra población civil:
Sacaba (Cochabamba) con al menos seis muertos, centenares de heridos y detenciones arbitrarias tras el accionar de las Fuerzas Armadas.
Senkata (Ciudad del Alto) con al menos nueve muertos, personas desaparecidas, centenares de heridos y detenciones arbitrarias, consecuencia del accionar de las Fuerzas Armadas.
Desaparición forzada de personas
Esta delegación logró constatar situaciones de desapariciones forzadas de personas a lo que se suma una cantidad importante de personas que se suponen detenidas en dependencias estatales pero cuyos familiares no han podido contactarlas y sobre quienes el gobierno de facto no ha facilitado información respecto de su paradero.
Torturas, violaciones y delitos sexuales
Esta delegación logró constatar situaciones de tortura en espacios públicos y dependencias estatales. Asimismo, constatamos diversos casos de violaciones y abusos sexuales graves propiciados por integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad.
Recibimos testimonios sobre estos delitos, en algunos casos de parte de las propias víctimas y en otros casos de parte de otros testigos. El miedo está instalado y los sucesos son muy recientes, lo que inhibe las acciones de denuncia por parte de la población.
Ataques contra gobernantes, legisladores, funcionarios y sus familiares
Esta delegación logró constatar una cantidad significativa de ataques contra funcionarios públicos y sus familiares por parte de grupos de choque con métodos de amedrentamiento que incluyeron la destrucción de viviendas particulares, incendios, destrucción de viviendas de familiares, humillación pública y linchamientos. Las situaciones relevadas indican la habilitación de “zonas liberadas” para la actuación de grupos parapoliciales. Destacan los relatos que actuó como principal grupo de choque la Unión Juvenil Cruceñista.
Persecución selectiva de dirigentes de movimientos sociales
Esta delegación logró constatar la irrupción y destrucción de casas particulares, particularmente en la zona del Alto y Chapare, realizadas por Fuerzas Armadas, con el objeto de capturar a diversos dirigentes sociales, sindicales, indígenas y campesinos. Además de la persecución, todos estos grupos han visto afectados sus derechos más elementales.
Confección de listas negras de dirigentes políticos y sociales y negación del derecho a la defensa
Diversos testigos han relatado la existencia de listas negras. Esta situación es coincidente con las declaraciones públicas del ministro Murillo quien dijera: “Hay senadores y senadoras, diputados y diputadas, no todos, unos cuantos, que voy a empezar a publicar sus nombres, que están haciendo subversión (...). A partir de lunes voy a ordenar, ya tengo listas que los mismos dirigentes de varias zonas me están pasando, los van a empezar a detener con órdenes fiscales”.
Asimismo, hemos constatado que numerosos militantes y dirigentes políticos, así como funcionarios del gobierno derrocado, que se encuentran detenidos, carecen de toda garantía procesal. En particular, se les ha negado el derecho a la defensa tanto particular como pública. En ese sentido, los defensores públicos han manifestado su temor a asumir dichas defensas.
Represión de manifestaciones públicas
Se constataron diversos casos de represión por parte de las fuerzas de seguridad y las Fuerzas Armadas con uso absolutamente desproporcionado de violencia. Los relatos y evidencias recogidas describen el uso indiscriminado de armas de fuego, gases lacrimógenos, disparos desde helicópteros, ráfagas de disparos desde vehículos militares y golpizas a manifestantes dispersados por la fuerza. Miles de personas fueron encarceladas en forma arbitraria y criminalizadas a partir de procedimientos policiales fraguados, y procesados por sedición y terrorismo.
Restricción manifiesta de la libertad de prensa
La delegación ha tomado contacto con periodistas de medios locales quienes han referido haber sido víctimas de hostigamientos, amenazas y restricciones a la necesaria libertad para ejercer su profesión. La prensa internacional también ha sido víctima de hostigamientos y acoso. Especial gravedad reviste para esta delegación el caso del periodista argentino Sebastián Moro.
Promoción del racismo y los discursos de odio
Hemos constatado la utilización de discursos racistas y de odio, por parte de representantes del gobierno de facto, para descalificar a dirigentes opositores y de movimientos sociales. Se han verificado prácticas discriminatorias y estigmatizadoras sobre las víctimas de la represión. Son significativas, además, otras formas de violencia simbólica, por ejemplo, la destrucción de emblemas de los pueblos originarios como la bandera wiphala.
Negación de salvoconductos para perseguidos políticos con pedidos de refugio aceptados por los países de recepción
Hemos verificado que en diversas embajadas y delegaciones consulares se encuentran personas perseguidas por el gobierno de facto a quienes se les han negado las garantías necesarias para poder salir del país.
Inacción y encubrimiento del poder judicial
El poder judicial se encuentra sometido al gobierno de facto. Víctimas y familiares fueron coaccionados para cambiar sus declaraciones, incluso en los hospitales como condición para poder ser atendidos. Hemos constatado una situación de impedimento absoluto del acceso a la justicia.
Para esta Delegación fue imposible reunirse con funcionarios del poder judicial, la acusación pública o la defensa pública, a pesar de los reiterados requerimientos realizados.
Hostigamiento policial y parapolicial a delegaciones internacionales de derechos humanos, incluyendo operaciones de espionaje y escuchas ilegales
Esta delegación pudo constatar, en su propia experiencia, el hostigamiento que han padecido diversos grupos de derechos humanos. En particular, nuestra delegación fue retenida en el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, donde fue separada del resto de los pasajeros y sometida un interrogatorio en un lugar aislado, con presencia policial y militar, en una práctica totalmente inusual respecto de los controles migratorios habituales. Algunas integrantes de la delegación fueron sometidas una exhaustiva requisa para la que se les exigió desvestirse. Luego de que se nos permitiera continuar hacia nuestra conexión a La Paz, fuimos abordados por un grupo de aproximadamente doce personas vestidas de civil, en un pasillo del aeropuerto que se encontraba curiosamente desierto en el que solo estaban presentes miembros de las fuerzas de seguridad que dejaron actuar a este grupo. Estas personas nos agredieron verbal y físicamente y nos amenazaron.
Al día siguiente, el Ministro de Gobierno Arturo Murillo, al referirse a los hechos acontecidos la noche anterior, dijo lo siguiente: “Recomendamos a aquellos extranjeros que están llegando al país, hechos las mansas palomitas, a tratar de incendiar el país, que anden con cuidado, los estamos mirando, los estamos siguiendo, estamos viendo lo que están haciendo”. “En el primer paso en falso que den tratando de hacer terrorismo y sedición, se la verán con los policías. La policía está atenta y tiene la orden para no permitir que se dañe el país, no hay tolerancia con terrorismo, sedición y movimientos armados”.
Por la tarde, un grupo de Delegación que había ido a visitar a una senadora en huelga de hambre en la Asamblea Nacional, fueron víctimas de acoso y hostigamiento por parte de grupos de choque allí los estaban esperando.
En todo momento, durante nuestra visita a Bolivia, hemos sido vigilados, seguidos y espiados en todas las actividades que realizamos.
Cabe destacar que las fuerzas armadas y policiales contaron con un manto de impunidad para su accionar represivo a raíz de la sanción del Decreto Supremo 4078 y la circular del General de Brigada Luis Salazar Escobar que permite establecer “zonas militares”. Estos y otros elementos, sumado a declaraciones públicas de altos funcionarios, no deja duda alguna para establecer la naturaleza sistemática de estas violaciones a los derechos humanos y crímenes de estado, por lo que esta Delegación considera que encuadran en la categoría de crímenes de lesa humanidad.
Hacemos un llamamiento a los organismos internacionales de protección de los derechos humanos y a toda la comunidad internacional para que se comprometan con la tutela de los derechos humanos, civiles, políticos, sociales y culturales que se encuentran amenazados por el actual estado de cosas y que han sido sistemáticamente violados por el gobierno de facto.
Frente a esta situación, la apertura de un proceso electoral en los próximos ciento veinte días, que implique la recuperación de la plena vigencia de la democracia y el estado de derecho en el Estado Plurinacional de Bolivia, solo será posible en la medida en que se garanticen los derechos que hoy son sistemáticamente vulnerados. En particular, hemos recibido denuncias sobre persecuciones a militantes políticos, sociales y sindicales quienes refieren hostigamientos y la imposibilidad absoluta de ejercer su derecho de reunión y toda actividad necesaria para la participación en dicho proceso. Para ello será indispensable la participación de observadores externos e independientes que monitoreen todas las instancias del proceso electoral.
La Delegación redactará y dará a conocer, en los próximos días, un informe completo detallando cada uno de los casos relevados en el marco de la nuestra visita.
Agustin Lecchi / Agustín Mingorance / Alicia Montoya / Aníbal Rubén Mosquera / Carlos Alfredo Juárez Centeno / Carlos Zaidman / Carolina Palacio / Cristina Vera Livitsanos / Daniel Catalano / Diego Morales / Federico Fagioli / Fernando Rey / Gabriela Carpineti / Gustavo Palmieri / Ignacio Andrés / Ismael Jalil / Iván Wrobel / Juan Grabois / Juan Martín Hissa / Juan Monteverde / Juana Marisa Llanos / Leonardo Pérez Esquivel / Lisandro Ulises Arijon / Luis Arias / Manuel Alejandro Rivero / Marcos Norberto Novo / Marianela Navarro / Mario Andrés López / Martín Miguel Ferrari / Mauricio César Rojas Garrido / Natalia Zaracho / Pablo Garciarena / Pablo Pimentel / Roberto Carlés / Samanta Jimena Delgado / Sandra Carreño / Sergio Job / Sergio Smietniansky / Simeón Darian Casimiro / Victoria Freire

lunes, 25 de noviembre de 2019

EL FIN DEL NEOLIBERALISMO ...y el renacimiento de la historia

NUEVA YORK – Al final de la Guerra Fría, el politólogo Francis Fukuyama escribió un famoso ensayo titulado “The End of History?” [¿El fin de la historia?], donde sostuvo que el derrumbe del comunismo eliminaría el último obstáculo que separaba al mundo de su destino de democracia liberal y economía de mercado. Muchos estuvieron de acuerdo.
Hoy, ante una retirada del orden mundial liberal basado en reglas, con autócratas y demagogos al mando de países que albergan mucho más de la mitad de la población mundial, la idea de Fukuyama parece anticuada e ingenua. Pero esa idea aportó sustento a la doctrina económica neoliberal que prevaleció los últimos cuarenta años.
Hoy la credibilidad de la fe neoliberal en la total desregulación de mercados como forma más segura de alcanzar la prosperidad compartida está en terapia intensiva, y por buenos motivos. La pérdida simultánea de confianza en el neoliberalismo y en la democracia no es coincidencia o mera correlación: el neoliberalismo lleva cuarenta años debilitando la democracia.
La forma de globalización prescrita por el neoliberalismo dejó a individuos y a sociedades enteras incapacitados de controlar una parte importante de su propio destino, como Dani Rodrik (de Harvard) explicó con mucha claridad, y como yo sostengo en mis libros recientes Globalization and Its Discontents Revisited y People, Power, and Profits. Los efectos de la liberalización de los mercados de capitales fueron particularmente odiosos: bastaba que el candidato con ventaja en una elección presidencial de un país emergente no fuera del agrado de Wall Street para que los bancos sacaran el dinero del país. Los votantes tenían entonces que elegir entre ceder a Wall Street o enfrentar una dura crisis financiera. Parecía que Wall Street tenía más poder político que la ciudadanía.
Incluso en los países ricos se decía a los ciudadanos: “No es posible aplicar las políticas que ustedes quieren” (llámense protección social adecuada, salarios dignos, tributación progresiva o un sistema financiero bien regulado) “porque el país perderá competitividad, habrá destrucción de empleos y ustedes sufrirán”.
En todos los países (ricos o pobres) las élites prometieron que las políticas neoliberales llevarían a más crecimiento económico, y que los beneficios se derramarían de modo que todos, incluidos los más pobres, estarían mejor que antes. Pero hasta que eso sucediera, los trabajadores debían conformarse con salarios más bajos, y todos los ciudadanos tendrían que aceptar recortes en importantes programas estatales.
Las élites aseguraron que sus promesas se basaban en modelos económicos científicos y en la “investigación basada en la evidencia”. Pues bien, cuarenta años después las cifras están a la vista: el crecimiento se desaceleró y sus frutos fueron a parar en su gran mayoría a unos pocos en la cima de la pirámide. Con salarios estancados y bolsas en alza, los ingresos y la riqueza fluyeron hacia arriba, en vez de derramarse hacia abajo.
¿A quién se le ocurre que la contención salarial (para conseguir o mantener competitividad) y la reducción de programas públicos pueden contribuir a una mejora de los niveles de vida? Los ciudadanos sienten que se les vendió humo. Tienen derecho a sentirse estafados.
Estamos experimentando las consecuencias políticas de este enorme engaño: desconfianza en las élites, en la “ciencia” económica en la que se basó el neoliberalismo y en el sistema político corrompido por el dinero que hizo todo esto posible.
La realidad es que pese a su nombre, la era del neoliberalismo no tuvo nada de liberal. Impuso una ortodoxia intelectual con guardianes totalmente intolerantes del disenso. A los economistas de ideas heterodoxas se los trató como a herejes dignos de ser evitados o, en el mejor de los casos, relegados a unas pocas instituciones aisladas. El neoliberalismo se pareció muy poco a la “sociedad abierta” que defendió Karl Popper. Como recalcó George Soros, Popper era consciente de que la sociedad es un sistema complejo y cambiante en el que cuanto más aprendemos, más influye nuestro conocimiento en la conducta del sistema.
La intolerancia alcanzó su máxima expresión en macroeconomía, donde los modelos predominantes descartaban toda posibilidad de una crisis como la que experimentamos en 2008. Cuando lo imposible sucedió, se lo trató como a un rayo en cielo despejado, un suceso totalmente improbable que ningún modelo podía haber previsto. Incluso hoy, los defensores de estas teorías se niegan a aceptar que su creencia en la autorregulación de los mercados y su desestimación de las externalidades cual inexistentes o insignificantes llevaron a la desregulación que fue un factor fundamental de la crisis. La teoría sobrevive, con intentos ptolemaicos de adecuarla a los hechos, lo cual prueba cuán cierto es aquello de que cuando las malas ideas se arraigan, no mueren fácilmente.
Si no bastó la crisis financiera de 2008 para darnos cuenta de que la desregulación de los mercados no funciona, debería bastarnos la crisis climática: el neoliberalismo provocará literalmente el fin de la civilización. Pero también está claro que los demagogos que quieren que demos la espalda a la ciencia y a la tolerancia sólo empeorarán las cosas.
La única salida, el único modo de salvar el planeta y la civilización, es un renacimiento de la historia. Debemos revivir la Ilustración y volver a comprometernos con honrar sus valores de libertad, respeto al conocimiento y democracia.
* Traducción: Esteban Flamini

LA REBELIÓN RECORRE AMÉRICA Un pantallazo a un subcontinente en llamas del que formamos parte


Puerto Rico, con Ricky Martin y Residente como portaestandartes de su lucha independentista; Honduras y Panamá; Haití, con su desesperado estallido que consumió 35 víctimas fatales y centenares de heridos en un mes y medio por la represión a quienes manifiestan contra la hambruna y piden la renuncia del agónico Presidente Jovenel Moise; Ecuador, con su octubre violento que obligó a Lenin Moreno a revertir el aumento de los combustibles para dar fin a diez días de protestas con decenas de muertos y heridos tras la virtual parálisis del país por las movilizaciones indígenas. La región andina es el epicentro de una América en estado de rebelión. Hong Kong, el Líbano, los chalecos amarillos en Francia. Es global el hartazgo y la causa es la misma, cada vez más el neoliberalismo adquiere ribetes de una dictadura financiera global. Todos ellos miran y huelen a Chile y Bolivia, fin del recorrido por la cintura cósmica de las reivindicaciones postergadas en el Sur.

La protesta en Puerto Rico, con Ricky Martin y Residente.

Decenas de organizaciones sociales y políticas encabezadas por la Central Única de Trabajadores (CUT) de Colombia convocaron al paro en rechazo a la reforma laboral de Duque que plantea la reducción del salario para los jóvenes y la reforma de las jubilaciones con el aumento de la edad para alcanzar ese beneficio. Los manifestantes cuestionan las privatizaciones, la rebaja de impuestos a las grandes empresas y multinacionales y los tributos a la clase trabajadora. Exigen un salario mínimo que permita vivir en condiciones dignas y el cumplimiento por parte del Gobierno de acuerdos paritarios por sector. La jornada fue acompañada de multitudinarias marchas en numerosas ciudades y hubo gases lacrimógenos en el centro de Bogotá y con mayor dureza en Cali. A las movilizaciones se sumaron los indígenas, campesinos, obreros, estudiantes y otros sectores populares. “Ningún ciudadano de Cali puede estar en la calle a partir de esa hora porque será detenido”, amenazó el alcalde Maurice Armitage, al declarar un toque de queda en esa ciudad a partir de las 19 en medio de la marcha por la jornada de paro nacional: “Quedan todos advertidos”, comunicó. Pero su amenaza no tuvo éxito. En Medellín los estudiantes realizaron piquetes a los que se sumaron maestros, trabajadores de servicios, jubilados, artistas y pobladores que colmaron las calles de la ciudad de manera pacífica.


En Chile ya se superaron los 30 días de protestas y movilizaciones consecutivos. El debilitado gobierno derechista de Sebastián Piñera sigue maniobrando en busca de un acuerdo con la oposición parlamentaria, que dé respuesta formal al pedido de reforma de la Constitución y le permita remontar la crisis política y terminar su mandato. El sistema de representación partidario que rige en la actual Constitución pinochetista se ha convertido en una trampa mortal que arrasó con la credibilidad del gobierno y de la oposición. El resto lo hizo el neoliberalismo extremo, aplicado en el país transandino desde el derrocamiento de Salvador Allende. Una nueva generación de jóvenes saltó los molinetes del metro y convocó a la protesta que, pese a la criminal represión aplicada, no ha sido sofocada todavía.


Una resistencia con historia

Imágenes lacerantes de hermanos bolivianos malheridos por balas de fuerzas de seguridad terrestres y por la acción de los helicópteros artillados que sobrevuelan las marchas pacíficas, realizadas en pos de una salida institucional para recuperar la democracia, constituyen la última vena abierta de nuestra América Latina. Tras el golpe de Estado que destituyó a Evo Morales, ninguneados por la prensa local alineada con la asonada, en medios internacionales que apenas muestran la realidad puede verse a pobladores indígenas y campesinos indignados, con inocencia, por el atropello a su Wiphala, desconcertados ante la violencia, tratando de explicar la justicia de su reclamo.
Con diez muertos y decenas de heridos, la Masacre de Senkata se suma a un historial teñido de sangre y represión: Catavi (1942), Siglo XX (1967), Octubre Negro (2003) y Sacaba (el pasado viernes). La Masacre de Senkata parece calcada a la Caravana de la Muerte que provocaron los militares durante del Guerra del Gas del año 2003, cuando los soldados también intentaron con tanques y balas abrir paso a los camiones cisterna que alimentan con combustible y gas a la ciudad de La Paz. Aquella matanza se dio sobre la autopista. Esta vez los manifestantes cayeron frente a la planta.


De la gravedad de la situación da cuenta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, que anunció una visita urgente a Bolivia, entre el 22 y 25 de noviembre, frente a lo que describió como el “riesgo de impunidad para violaciones de DDHH”. El comunicado de la Comisión condena “el uso excesivo de la fuerza por parte de operaciones combinadas de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas, e insta al gobierno de facto a tomar las medidas necesarias para evitar la impunidad”. Además, advirtió, resulta de “particular preocupación” la actuación de las fuerzas de seguridad para controlar el orden público, “sin que haya adecuado sustento legal”.
El Cabildo realizado el martes en la Plaza 14 de Septiembre colmada por una multitud de manifestantes aprobó un paro por tiempo indefinido en las 14 provincias del departamento de Cochabamba. Los oradores destacaron el desconocimiento al gobierno de Jeanine Áñez, la anulación del decreto supremo 4078, el esclarecimiento de las muertes producidas en Sacaba y el repliegue del Ejército. Los discursos coincidieron en manifestar que no se sienten representados por los actuales miembros del Ejecutivo. Varias oradoras expresaron dolor y queja por la cantidad de vidas de campesinos perdidas en las protestas.
Mientras tanto, la Central Obrera Boliviana permanece en una parálisis pro-golpista y solo los mineros de Huanuni tomaron iniciativas con bloqueos de los caminos entre Potosí y Oruro. El partido de Evo, el Movimiento al Socialismo (MAS), con mayoría absoluta en ambas cámaras, está intentando negociar una salida electoral y para ello propone declarar nulas las elecciones de octubre y nombrar un nuevo tribunal electoral.

Tácticas, estrategias y muerte

El anuncio público de Pablo Moyano acerca del reclamo del bono de fin de año de 20.000 pesos por el que van los Camioneros y la disputa por la representación convencional de los trabajadores de logística de Mercado Libre, que el actual secretario de Trabajo Dante Sica otorgó en dudoso trámite express al sindicato de Carga y Descarga, muestran que la esencia de los reclamos sindicales no ha sido desactivada por la “fe y la esperanza”. El convenio en cuestión encierra, al estilo del de Vaca Muerta, cláusulas de flexibilidad como el banco de horas. El tercero en la disputa con Marcos Galperín es el Gitano Armando Cavalieri, quien pretende recuperarse de la pérdida de afiliados por la caída de empleos en la actividad, con cierres de pymes y despidos en los supermercados. De esa pelea resta comprobar la afiliación reclamada por La Bancaria, dada la actividad del sector en la operatoria financiera.


El cúmulo de pedidos por actualizaciones salariales en las paritarias preanuncia un futuro de pálidos acuerdos de la CGT en la mesa del diálogo social. Las organizaciones con mayor poder de fuego dilatan la pelea real, para librarla en cada sindicato que aún conserve capacidad de negociación sectorial. No parece muy solidaria la estrategia, que entrega a la voracidad empresaria a los más desprotegidos.
Mientras se debaten tácticas y estrategias, las penosas condiciones de trabajo en la provincia de Jujuy (y en todo el Norte argentino en general) se cobraron la vida de once trabajadores. Un incendio de proporciones se desató en el Ingenio La Esperanza, en San Pedro, provincia de Jujuy. Según Salta/12 las víctimas fatales son once, y no cinco como dijeron las autoridades. La cifra fue confirmada por el Sindicato de Obreros y Empleados del Ingenio La Esperanza, cuyas autoridades habían advertido que había fallas de seguridad. Pudo verse a Gerardo Morales lamentando el suceso. Pero nada hará contra el trabajo semiesclavo y precario de Jujuy. El incendio comenzó alrededor de las 16, tras la explosión de tanques en el sector de destilería del establecimiento, informaron trabajadores y vecinos de esa localidad.  Como medida preventiva se evacuó al pueblo La Esperanza, de unos 5.000 habitantes, por el riesgo de una explosión mayor y de que el fuego se extienda en un perímetro más grande por el bagazo desparramado.



Sordos ruidos de acuerdos

Frente a las amenazas que ya se escuchan de los representantes del agro frente a cualquier incremento de las retenciones  y del posicionamiento de los grandes empresarios industriales vía el incremento de los precios, las expectativas se ponen cada vez más en la mesa de concertación social que según los comentarios más sonoros estaría presidida por Roberto Lavagna.
La Argentina, en espejo con la región, debe reconocer que un sector del vilipendiado sindicalismo junto al universo de las organizaciones sociales fueron la barrera de contención de los estallidos sociales frente a las brutales políticas de ajuste, de hambre y desempleo de la etapa macrista. Hoy la posibilidad de cambio de política llega por la resistencia y movilización popular más que por una debilitada presencia parlamentaria. El límite al neoliberalismo no se lo pusieron ni el parlamento ni la televisión sino las grandes movilizaciones callejeras, que cristalizaron en la paliza electoral que trajo alivio a los trabajadores y al pueblo.
Faltan dos semanas para que se vaya Mauricio Macri y comience una nueva era política en la Argentina, en medio de una región en crisis con permanentes amenazas golpistas. Una nueva esperanza nace en el pueblo y pasa por la capacidad del nuevo Presidente de convertirse en un piloto de tormentas y remontar el cráter que dejó el agotado mandatario que ocupará sus días venideros visitando juzgados y dando explicaciones para deslindar sus responsabilidades en los delitos que su gobierno rebautizó “conflicto de intereses”.


El modelo concentrador a escala planetaria comienza a crujir por donde se lo mire. Preocupa el arrastre que está generando aquí y allá la crisis de representación política y sus consecuencias sobre los partidos políticos y los políticos elegidos para representar a los ciudadanos, independientemente de ubicación e ideología (la izquierda, el centro y la derecha lo padecen). La predilección del imperio por las FFAA como elemento de control social y sus secuelas de muerte y represión, al punto de elaborar teorías sobre golpes duros y blandos, malos y buenos y su aplicación en complicidad con jueces y medios de comunicación, está tiñendo al mundo de autoritarismo. Nuestro país está a punto de comenzar un nuevo ciclo político con un pueblo hambreado, una economía paralizada y una región incendiada. Ese contexto no debe ser excusa sino aliciente para tomar las drásticas medidas contracíclicas que la etapa impone. En ese contexto histórico, el movimiento obrero debe probarse la ropa y salir al ruedo con autonomía de clase para asumir el rol que la historia le demanda.