domingo, 28 de julio de 2019

El programa laboral del macrismo

Un reclamo pacífico de los pilotos de Aerolíneas, criminalizado. Gobierno, medios y poder judicial, a la ofensiva. Galperín versus La Bancaria, el abuso de la palabra “mafia”. Los nuevos delivery, la explotación embellecida. Un engendro pensado por Sica. Vendedores ambulantes, discriminados y reprimidos. Dos modelos de país, en pugna
Imagen: Télam
El avión está detenido, los pasajeros activan celulares, se van parando, recogen el equipaje, se agolpan en los pasillos. Se escucha la voz del piloto de Aerolíneas Argentinas quien se disculpa y lee el comunicado que todavía no es trending topic. Este cronista, contento por haber llegado en hora, lo escucha y piensa que no parece que el hombre esté leyendo sino conversando. Cree en lo que dice, traduce uno que algo entiende de radio y discursos. El piloto, cortés sin estridencias, se excusa de nuevo: remacha que todo se hace una vez terminado el vuelo. Arrancan aplausos, se suman otros, el cronista entre tantos. Al mismo tiempo procura mirar hacia atrás para medir el grado de adhesiones. Imposible medir porcentajes pero queda claro que son muchos. No se escucha una voz disonante, una réplica, un bufido, un comentario como el que haría Luis Brandoni en una ocasión similar. La respuesta de los usuarios de ese vuelo es un síntoma que no vale como encuesta porque la muestra es chica y random.
Reclamo pacífico, sin interferencia en el servicio, en el lugar de trabajo… un clásico de la tradición gremial. Los viajeros siguen la rutina, ninguno se atribula, se encaminan a la manga del Aeroparque con los bagayos de mano a cuestas.
Uno de los tentáculos de la coalición gobernante, el Multimedios Clarín, magnifica el sucedido: le asigna el título de tapa. El Ejecutivo apela a la cooperación de otro tentáculo: una facción potente del Poder Judicial. Denuncia un delito. Criminaliza el reclamo sindical sin tomarse siquiera la molestia administrativa de abrir un expediente en la minimizada Secretaría de Trabajo. Carlos Stornelli, el fiscal prófugo, quedó a cargo de la acusación. Un garante de la división de poderes.
La dirección de Aerolíneas habilita una línea para protestas de los pasajeros.
El periodista Sebastián Lacunza desnuda la falsía de la furia republicana PRO. Tuitea: “Se ve que los indignados con el comunicado de los pilotos no viajan en subte. Hace años que los monitores reproducen en loop propaganda de Larreta, Macri y cía. En el caso del subte E, más que público cautivo es privación ilegal de la libertad”. Doble vara, cuándo no.
El oficialismo atiza el debate, pensando que funciona como distractivo en la campaña, una de las cortinas de humo que desvíen la atención respecto de la situación económico-social. Parece equivocarse: la supuesta cortina de humo resalta un tema central porque describe el modelo de país soñado por el macrismo y sus objetivos futuros. Aumentar la desigualdad entre clases. Potenciar la regresiva redistribución del ingreso, de la riqueza, de las expectativas padecida (o gozada según la posición previa de cada quién) desde diciembre de 2015.
El ataque a la libertad de expresión y al derecho de protesta de los pilotos propala una señal acerca de lo que persigue el presidente Mauricio Macri, algo de lo que hará más rápido si gana las elecciones. No conformarse con lo realizado: empobrecer a los trabajadores, aumentar la masa de desempleados e informales, reducir el valor adquisitivo de sus sueldos. También restarles derechos. Ya no basta ensañarse con dirigentes, Secretarios Generales supuestamente corruptos. Llegó la hora de amenazar con la cárcel a laburantes rasos que planteen reivindicaciones democráticas.
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Descomer, descontratar, destratar: La flor y nata del gran empresariado increpa al gobierno de (su propia) clase. El deschave se incrusta en la campaña. Sin máscara, no hablan de ilusorias mesas de negociación, del Decálogo M (¿os acordáis, lectores?), de pactos sociales a la violeta, de vagarosas Moncloas. Piden piedra libre para aumentar la explotación, acentuando la tendencia palpable. Se hace moda reclamar manos libres para “despedir sin causa”.
El artículo 14 bis de la Constitución reconoce a los trabajadores “protección contra el despido arbitrario”. Las leyes plasmaron que la protección consiste, en la mayoría de los casos, en el pago de una indemnización (“estabilidad impropia”, en jerga jurídica). La plena estabilidad solo rige para supuestos de excepción: durante el embarazo, padeciendo enfermedades, para quienes ejercen cargos sindicales constituyen algunos de los casos más conspicuos. Sin meternos en una casuística rica: en principio los patrones pueden despedir sin aducir causa, erogando una compensación.
Lo que exigen hoy en día es desamparar a sus empleados sin soltar una moneda. Algunos desvarían acerca de un improbable fondo de desempleo, acumulado por el propio empleado, similar al que “gozan” los trabajadores de la construcción. Injusto en la percepción (un ahorro forzoso), irrisorios los montos que podrían percibirse cuando el empleado se queda en la calle, inaplicable para tutelar a personas que gozan de cierta antigüedad actual.
“Comer y descomer” había innovado el ex Secretario de Empleo Miguel Ponte, proveniente de Techint, naturalizando la destrucción de empresas y la desolación de los trabajadores. Pobre su lenguaje, carencia expandida en la crema de la clase dominante. Se ignora a quién atribuía la condición de excremento aunque es accesible imaginarlo.
“Contratar y descontratar” como si tal cosa re escribe Daniel Funes .de Rioja, añejo capo de la Unión Industrial Argentina (UIA), con léxico menos ramplón sin resignar un ápice la prepotencia de los dueños del poder.
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El recurso a la mafia: Sergio Palazzo, Secretario General de la Bancaria, argumenta que Mercado Libre (ML), entre otras empresas Fintech, deben considerarse parte del sector financiero. Anuncia que propugnará que los empleados de la megaempresa se afilien a su gremio. Les conviene porque cobran mejores salarios y condiciones de trabajo. No hay hechos de violencia: apenas un planteo de reafiliación, lícito hasta el caracú. El CEO de ML, Marcos Galperín, responde mediante un tuit despectivo, cuya arrogancia vale como autorretrato. Identifica a Palazzo con la CONMEBOL, símbolo de corrupción. Concita adhesiones esperables: casi todas contienen la palabra “mafia”. Un encefalograma de Cambiemos: el que discrepa no tiene rango de par, está en jaque su ciudadanía, queda a tiro de denuncia penal.
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“La Justicia” remolona: La Corte Suprema hiberna desde hace meses la sentencia de una demanda de Farmacity contra la provincia de Buenos Aires. Una ley prohíbe cadenas oligopólicas de farmacias-shopping para proteger a medianos y pequeños establecimientos arraigados en el territorio. Mario Quintana, alfil del Gobierno, es o fue dueño de Farmacity. Los supremos le dan largas al reclamo que fue rechazado en las instancias previas, básicamente reconociendo la potestad provincial de dictar sus propias leyes. Aplican cronoterapia, a la espera de los comicios. Si Macri es reelegido aumentan las perspectivas de una nueva forma de eutanasia para las Pymes, que sucumben en fila india.
El Máximo Tribunal falló corpo friendly en dos pleitos contra Santa Fe y Chaco: declaró inconstitucional el cobro de ingresos brutos. Hay casos similares en preembarque contra otras jurisdicciones. Hagan sus apuestas.
El empresariado que medra con el darwinismo neocon embiste en la previa, demarca el terreno. Jauja impositiva, desprotección laboral. El Fondo Monetario Internacional (FMI), el gran demiurgo, presiona para la pronta salida de las reformas laboral y jubilatoria. Derribar la protección social existente no cava una grieta inventada: aspira a hundir más a los trabajadores.
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El encanto de andar en bici: Un anuncio publicitario añade otra postal de la época. Una de las nuevas empresas de delivery “embellece” la jornada de labor de pibas y pibes que laburan desprotegidos. Los muestra andando en bicicleta, esquivando autos por un pelito, pasando entre dos rodados de milagro, cabalgando sobre dos ruedas para llegar rápido a destino. La alegría involuntariamente exhibe o hasta ostenta el funcionamiento salvaje de la nueva modalidad laboral mientras escamotea detalles significativos. Los trabajadores cobran su mendrugo solo si llegan a tiempo, están sometidos a peligros para conseguirlo, padecen un índice de accidentalidad más alto que la media, de por sí preocupante. Clarín los describe, tiernamente, como “trabajadores que andan en bici y no tienen ART”. Escamotea algo esencial: las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo son obligatorias para las empresas. Su ausencia (como la de toda protección o el pago de las cargas sociales) es un incumplimiento patronal (eventualmente un delito) en vez de una nota de color o un flagelo de la naturaleza.
Según el Multimedio, el ministro de Trabajo y Producción Dante Sica carbura una “sorpresa” que es encasillarlos como trabajadores autónomos monotributistas. La sorpresa, sugiere el texto, es un avance. No se ría quien lee esto: lo escriben en serio. No llore tampoco viendo el fraude laboral promovido por el Estado: es domingo, hay que pasarla bien, hoy se juega la Superliga.
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Lo que va de ayer a hoy. Los bancarios y los pilotos la pasan mejor que la gran masa de sus compañeros de clase: están sindicalizados, son formales. Pensemos en los vendedores ambulantes (“manteros”), con frecuencia inmigrantes que disponen su modesta mercadería, soportan frío o calor y son reprimidos sistemáticamente por las fuerzas de seguridad. Venden poco, la magnitud no compromete al comercio local, en verdad sojuzgado por la política económica del macrismo. De todas formas, caen sobre sus espaldas palos, insultos, “desalojos” vejatorios porque son discriminables por todos lados. Extranjeros, negros a menudo, calzan en el estereotipo odiado por la ideología de derecha que copa el planeta, en Brasil, en la Unión Europea, en Estados Unidos, en estas pampas feraces. Un episodio ocurrido en La Plata, que no abordaremos aquí, los volvió a poner en la agenda pública. A menudo en tono despectivo, acusándolos de ser agresores y no víctimas, negándoles el derecho a laburar contra magra paga, a sobrevivir.
La ofensiva que sobrevolamos se dirime en las votaciones de agosto, octubre y, por ahí, noviembre. Entre tanto la recesión se agrava, el desempleo crece, el macrismo real existente sigue su tarea de demolición dejando afuera todo lo que sobra.

sábado, 27 de julio de 2019

Discurso de Evita en el Día del Trabajador - Plaza de Mayo (1952)

Renunciamiento de Eva Peron - 1951

Eva Perón - 4 de junio de 1952

Despedida de Eva Perón - 17 de Octubre de 1951

Memorias de un niño peronista

El título preferido de mi colección de libros inéditos. Un recorrido por mis primeros doce años de vida peronista (1948-1960) en cinco pueblos de las provincias de Buenos Aires y La Pampa. Como mi padre era ferroviario, de Vías y Obras del Sarmiento, presentarse a un examen, ganarlo y ascender equivalía a mudarnos. Y él quería ascender. Así fue que, en esa docena de años, lo vimos peón, segundo capataz, capataz suplente, capataz de primera e inspector, siempre sobre una zorrita. Simplemente porque era el mejor de todos. De mi infancia peronista guardo gran cantidad de recuerdos vívidos: muchos felices, otros enojosos, culpa de los contreras que nunca faltaban, dos de ellos fueron los más estremecedores, cada uno por lo suyo: la muerte de Evita y el golpe del ´55.
Cuando este ocurrió, el 16 de septiembre, vivíamos en Carlos Tejedor, mi pueblo natal, y seguimos esa desgracia minuto a minuto por la radio. La radio era nuestro familiar más amado, tenía lugar preferencial en el aparador de la cocina. Cómo pudo suceder que un mal día nos quitó la alegría y entró a explicarnos por qué se trataba de una revolución libertadora, no de un golpe de estado; por qué era para bien todo lo malo que estaba pasando; por qué no lo podríamos nombrar más a Perón, solo llamarlo “tirano prófugo”, algo tan duro de asimilar. En el pueblo tuvimos una réplica de lo que acontecía en el país. Un grupete de ricachones, radicales y conservadores, salieron a festejar a la plaza, frente a la iglesia. Llevaban palas, azadas y trinquetes para romper el asfalto que acabábamos de estrenar gracias a Perón, y mientras lo golpeaban se reían y cantaban. Mucha gente asombrada se había juntado para ver este espectáculo de locura, esa tarde no hubo ni siesta ni calma. Un vecino llamado Alcorta, abogado peronista, enfrentó a los depredadores y los retó a los gritos por lo que estaban haciendo. ¡Para qué, terminaron moliéndolo a palos, y nadie se animaba a separarlos! Alcorta era muy apreciado, pero los rompedores eran gente muy respetable. Yo espiaba detrás de un árbol, aterrado por algo que desconocía. Me vinieron ganas de llorar, porque esas cuadras asfaltadas eran un progreso largamente soñado por los tejedorenses.
Tres años antes, la noche del 26 de julio de 1952, la misma radio, en un pueblo cercano, Tres Algarrobos, nos había abrazado para darnos la noticia más triste del mundo: “Cumple la Subsecretaría de Informaciones de Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación. Sus restos serán conducidos mañana al Ministerio de Trabajo y Previsión donde se instalará la capilla ardiente... En acuerdo general de ministros se declara duelo nacional con un luto por 30 días”. Fue la primera vez que vi llorar a mis padres. Primero me asusté, después me puse a llorar con ellos. Yo sabía muy bien quién era Evita Capitana, Abanderada de los Humildes, Hada Buena. Ella y Perón, Gran Conductor, presidían mi hogar desde un cuadro colgado a la entrada del comedor. Mi viejo lo había comprado en seis cuotas a un hombre de General Villegas. Sentía una fascinación afiebrada por ese cuadro. Me gustaba mirarlos todo el tiempo y muchas veces me hablaban, más Evita que Perón, un secreto que no conté a nadie. Aprendí la Marchita de escucharla en la radio por Hugo del Carril (a quien le debo mi nombre), sabía decir la palabra privilegiado todo el tiempo sin equivocarme... Pero ignoraba qué significaba fallecer, qué eran los restos, una capilla ardiente, un duelo nacional, un luto... Me lo explicaron y entendí enseguida. Lo que menos me gustó fue enterarme que morir era no estar más y algo que un día nos pasaría a todos, como a Evita. De modo que pocos días después, cuando tomamos el tren a Buenos Aires los tres, yo sabía por qué mi padre y mi madre llevaban un brazalete negro en sus brazos. Sabía también que viajaríamos esos 500 kilómetros, unas diez horas, para despedirnos de Evita y darle las gracias por toda la felicidad que nos había dado. Mi padre, Angelito, tenía 29; mi madre, Azucena, 23; yo, un ancianito de 4. ¡Pocas cosas me gustaban más en la vida que andar en tren! Oír el traqueteo, sentir ese movimiento, encima viajábamos con pase gratis. Ni bien arrancó, mi madre empezó a tejer, eso le gustaba más que a mí el tren. Mi padre sacó algo de la valija de cartón, que acomodó en el portaequipajes, y me lo mostró. Esto es un libro --me dijo-- ¿cómo se llama esto? Libro, repetí. ¿Y quién es la de la foto? ¡Evita! El libro era La razón de mi vida, se lo había regalado a mi viejo un amigo del club Los vascos. Mi padre empezó a leerle a mi madre, que escuchaba con atención sagrada lagrimeando sobre su tejido. Así me enteré qué era leer. Yo miraba por la ventanilla, demasiado extasiado con la situación como para sentirme triste. Mi corazón sospechaba que iba camino a vivir la aventura más conmocionante de mi vida. Y lo fue.
Hoy, a 67 años de sucedida aquella muerte, puedo asegurar que el recuerdo del velatorio viene con imágenes cada vez más frondosas. Llovía sin parar. Caían flores del cielo. Eran cuadras y cuadras de gente llorando, se cubrían la cabeza con diarios, como paraguas de papel y tinta. Hace poco, charlando con el amigo José Ángel Trelles, me contó que él también estuvo en el velorio con sus viejos. Habían venido desde Liniers, “y nos subimos a esa caravana terriblemente triste, era el mundo llorándola, me acuerdo de tantas horas y horas de marcha y nunca me pude quitar de la cabeza y de mi oído esa música del llanto de la gente”. Tiene razón el Pepe: “el llanto popular no es histérico, no llora a los gritos, llora con congoja, con suspiros, y de pronto se abraza con el que tiene al lado, aunque no lo conozca, y siguen llorando juntos. Porque cuando alguien muere y es recordado así por el pueblo, es porque ha sido una maravilla para el pueblo”.
Como yo era niño privilegiado nos llevaron a la cola más corta, donde me dieron mate cocido y alfajor. Caminábamos despacito, despacito, hasta que por fin llegamos. ¡Ahí estaban, de verdad, los del cuadro de mi casa! Ella en un cajón de cristal toda de blanco, como una novia serena. La besamos a través del vidrio. A su lado, el General les apretaba la mano a todos y a mí me dio un beso en la frente. Una electricidad que conservo intacta.
Cuando regresamos a Tres Algarrobos, quise aprender a leer. Me enseñó mi padre, con La razón de mi vida. La L con la a, la... y así fue como a los 4 aprendí a leer. Pero no fui niño prodigio. Privilegiado nomás.

Slogans de campaña PRO en la carta de "intelectuales" macristas

Los actores Juan Acosta y Luis Brandoni, el cineasta Juan José Campanella y el escritor Federico Andahazi, entre otros, llamaron a votar por Mauricio Macri para “no volver al pasado”. También puso su firma la científica Marina Simian, quien tuvo que ir a un programa de televisión para buscar financiamiento para sus investigaciones.
"Se sentaron las bases para el desarrollo al que todos aspiramos", afirmaron los firmantes de la carta.
"Se sentaron las bases para el desarrollo al que todos aspiramos", afirmaron los firmantes de la carta. 

Imagen: NA
El macrismo logró que al menos 150 personas de los ámbitos de la ciencia y la cultura firmaran una solicitada de apoyo para las próximas elecciones. En ella convalidan el slogan de “no volver al pasado”, destacan que ya no hay cadenas nacionales de TV, elogian la “normalización” del Indec (sin referirse a sus datos sobre la crisis) y condenan las “violaciones a los derechos humanos” en Venezuela e Irán, entre otros puntos.
Algunos de los intelectuales y personalidades que pusieron su rúbrica son los ya conocidos militantes macristas, como el comediante Juan Acosta, el cineasta Juan José Campanella, el actor Luis Brandoni y el escritor Federico Andahazi. También pusieron su nombre el ex consejero de la Alianza Marcos Aguinis, la ex funcionaria de esa misma coalición Graciela Fernández Meijide y la científica Marina Simian , reconocida por su participación en el programa “Quién quiere ser millonario ”.
“Nunca votaría al kirchnerismo”, aclaró Simian durante una entrevista por radio Con Vos. También dio una particular explicación de por qué firmó la solicitada: “Me parece que la política científica de Macri es un desastre pero voto por él porque la vida no es una sola dimensión”.
Explicó que el hecho de no ser kirchnerista “no me quita los derechos como votante del macrismo a criticar lo que me parece que está mal”, a pesar de que “es dura la situación que estamos pasando” los científicos. Por otra parte, reconoció que “tal vez ir a un programa de televisión fue algo descabellado pero bueno, surtió efecto”.
La misiva pública que apoyó Simian lanza un derrotero de los supuestos logros del gobierno de Cambiemos y en ningún momento se refiere a la ciencia. En términos generales reconoce que “el camino no fue sencillo y tampoco estuvo exento de errores” y recopila una serie de conceptos utilizados en cada uno de los discursos del presidente Mauricio Macri: que “el mundo nos respalda”, que “se sentaron las bases” para un supuesto desarrollo y que “hay que defender lo realizado”.
También destacan que el gobierno “se abstuvo de utilizar las herramientas del Estado para fines partidarios” y pone como ejemplo de esto a “la gestión de los medios públicos”, sin recordar las propagandas oficiales durante los partidos de la Selección y cuanto evento masivo hubiese, y sin mencionar el vaciamiento de personal y contenidos en la TV Pública, Radio Nacional ni los canales de la Televisión Digital Abierta (TDA).
La solicitada pondera “la labor de Argentina en la presidencia del G20”, aquel icónico evento en que Macri fue anfitrión en la ciudad de Buenos Aires, y el fin de “la manipulación” del Indec: “En el siglo XXI, atravesado por las noticias falsas, el Estado argentino volvió a contar con instrumentos para implementar políticas públicas acordes a las necesidades de la población”, dice sin mencionar el aumento de la pobreza al 35 por ciento, la caída de todos los índices de la producción y la inflación de más del 50 por ciento interanual registrada en los últimos meses.
No obstante, los “intelectuales” indican que “hay mucho por hacer y mejorar" y que "la vara siempre debe elevarse”. Consideran que hay que votar a Macri y a Miguel Ángel Pichetto porque “cuatro años no alcanzan para corregir la realidad de una Argentina”.

El listado completo de las personalidades que firmaron su apoyo a la fórmula de Juntos por el Cambio:

Carlos Abeledo | Juan Acosta | Marcos Aguinis | Norberto Agulleiro | Sabrina Ajmechet | Rogelio Alaniz | Federico Andahazi | Eduardo Antín (Quintín) | Luis Babino | Guadalupe Barúa | Juan Battaleme | María Belén Baudron | Diego Bernardini | Lilia Ana Bertoni | Liliana Boscatto | Luis Brandoni | Juan José Campanella | Mónica Casella | Sebastián Cavalitto | Marcelo Cavarozzi | Gabriela Ciccia | Estefanía Coluccio Leskow | Federico Coluccio Leskow | Eleonora Cresto | Guillermo Cruces | Leticia Cugliandolo | María Cristina Dasso | Liliana De Riz | Luis del Prado | María Eugenia Estenssoro | José María Fanelli | Antonio Federico | Damián Fernández | Luis Diego Fernández | Graciela Fernández Meijide | Eduardo Filgueira Lima | Sebastián Galiani | Luis García Valiña | Teresita Garetto | Mariano Garreta Leclercq | Carlos Gervasoni | Marcelo Gioffre | Ernesto Gore | Alexander Güvenel | Eduardo Henquín | Eduardo Hoffmann | Hugo Hopenhayn | Claudio Iglesias | José María Kleywegt | Santiago Kovadloff | Elsa Kraisman | Carlos Kreimer | Graciela Kuechle | Silvia Inés Lado | Luis María Lafosse | Santiago Leiras | Juan José Llach | Esteban Lo Presti | Omar López Mato | María Eugenia López Mórtola | Andrés Malamud | Carlos Malamud | Lucía Malbernat | Alberto Marchi | Álvaro Martel | Oscar Martínez | Claudio Mascheroni | María Mendíaz | Cristina Mihovilovic | Federico Monjeau | Julio Montero | Juan M. Morales | Norma Morandini | John Múnera | Ana María Mustapic | Cecilia Noce | Rubén Noiosi | Marcos Novaro | Martín Oliveira | Jorge Ossona | Vicente Palermo | Gabriel Palumbo | Fernando Pedrosa | Carlos María Pérez | Patricia Piccolini | Sandra Pitta Álvarez | José María Poirier | Alejandro Poli Gonzalvo | Darién Prado | Luis Quevedo | María Rosana Ramírez | Silvina Regenhardt | Mario Reta | Diego Ríos | Rolando Rivera Pomar | Luis Alberto Romero | Luis Rotaeche | Elva Roulet | Marcelo Rozenberg | Emilio Saguir | Oscar Salvadores | Ricardo Salvatore | Tomás Santa Coloma | Ernesto Schargrodsky | Hanna Schiuma | Juan José Sebreli | Andrei Serbin Pont | Jorge Sigal | Marina Simian | Nicolás Simone | Pablo Sisterna | Ada Solari | Roberto Stimler | Pablo Tamborenea | Silvana Tenreyro | Federico Tiberti | Guillermina Tiramonti | Mariano Tommasi | Luis Tonelli | Mariano Turzi | Enrique Valiente Noailles | Roberto Volpe | Catalina Wainerman | Martha Wolff | Eugenio Zanetti | Eduardo Zimmermann | Juan Zorraquín