martes, 2 de abril de 2019
MALVINAS (Un texto de #EduardoGaleano)
usta en manos injustas, los altos mandos enviaron al matadero a los muchachitos enganchados por el servicio militar obligatorio, que más murieron de frío que de bala.No les tiembla el pulso: con mano segura firman la rendición los violadores de mujeres atadas, los verdugos de obreros desarmados..."
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GOBIERNO PARA RICOS QUE TIENEN TRISTEZA
Por Mario Wainfeld
La ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley anunció el aumento de la pobreza y la indigencia. Expresó que ese jueves otoñal era un “día triste”. La flanqueaba el ministro de Producción y Ramos generales Dante Sica, cariacontecido también. El presidente Mauricio Macri se evitó el mal trago, por así decir.
Los “coletazos de la crisis” serían la causa de la desdicha. Uno imagina a la crisis como un animal silvestre, un escorpión que envenena con la cola o un cocodrilo que se vale de ella para golpear. Las metáforas naturales cumplen en la narrativa PRO la función de evitar explicaciones vinculadas con la política económica.
Cabría consolar a la ministra: el jueves no fue peor día que el miércoles, los dados estaban echados. Y, si uno mira hacia el futuro, dentro de un trimestre se añorarán las cifras actuales. La pesada herencia de este Gobierno engorda cotidianamente y el porvenir es peor que el aciago presente.
Por otra parte, hay funcionarios que pudieron festejar al mismo tiempo. El presidente del Banco Central (BCRA) Guido Sandleris consiguió que la cotización del dólar bajara unas chirolas después de una escalada notable. Solo trepó el 10,8 por ciento en marzo. ¡Aleluya! Para garantizar el éxito, Sandleris dispuso aumentar la guarnición de Leliqs que atesoran los bancos, minimizando los encajes. El festival de Bonos constituye un nuevo filón para el sector financiero: miles de millones de dólares de renta extra, calcula un columnista estrella de Clarín. En el otro extremo del sube y baja los intereses de créditos para particulares o empresarios se irán a la estratósfera: buenas nuevas para Sandleris quien confía en la recesión como instrumento esencial para domar a los aumentos de precios. Los daños colaterales (que algunos populistas apodan “economía real”) no son lo suyo ni tampoco le quitan el sueño al ministro de Hacienda Nicolás Dujovne.
Los tarifazos de esta semana también mejoran la buena vida de las concesionarias de servicios públicos, en detrimento de los ciudadanos- consumidores, convocados por Macri a bancársela.
Este cronista ignora si Sandleris es apenas un tecnócrata neocon obtuso (por no usar el léxico agresivo de la diputada Elisa Carrió) o lo que parece más certero: un aliado-esbirro del Fondo Monetario Internacional y del sector financiero, un promotor de la bicicleta financiera y de la fuga de capitales, de magnitud inusitada aún para la Argentina.
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A los jubilados ni justicia: Macri la emprende contra la Corte Suprema por un fallo que dispensó a una jubilada del pago de impuesto a las Ganancias. No bastó la sumisión del presidente del cuerpo, Carlos Rosenkrantz, quien como siempre votó lo que le conviene al Ejecutivo. A no enfadarse: en la cantidad, eventualmente, el hombre puede emitir un pronunciamiento razonable, si favorece a la Casa Rosada.
La decisión de la mayoría enardeció al presidente. No es para tanto, la sentencia pudo ser más protectoria de los jubilados y más extensiva a otras situaciones. Sin distinguir los matices, Macri se percibe acorralado, circunstancia que excita la paranoia. Debería atender más al espejo para buscar al principal responsable de las desdichas de la gente común.
El capital financiero domina el planeta. La Argentina exagera la tendencia hasta coquetear con el suicidio. El oficialismo confía en que los agroexportadores liquiden divisas pero levantó todas las regulaciones que les imponían plazos para hacerlo. Inédito en los “países serios” y aún en los cómicos o sonrientes.
Los quinchos de la City propalan versiones y rumores en lo que antes se llamaba cantidades industriales. Relevos en el Gabinete, eyecciones, dolarizaciones, cambios hasta en las candidaturas de Cambiemos. Este cronista supone que las principales (la de Macri incluida) se mantendrán pero solo se anima a apostar un par de almuerzos y desaconseja arriesgar cifras mayores en el contexto sísmico.
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La CGT minimalista: Stanley, antaño amigable con las organizaciones sociales, las desairó levantando una reunión justo en el día triste. Intuía, acaso, que agravarían su penuria. Los movimientos sociales se plegarán a la jornada de protesta convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT).
Devaluada en competencia con el peso, la principal central obrera arroja un déficit ya ilevantable durante el mandato de Macri. Los asalariados en relación de dependencia padecieron el ajuste más que las organizaciones que los aglutinan. Claro que hay sectores más damnificados dentro de la clase trabajadora; la CGT conserva un piso de representatividad y las paritarias revitalizadas durante el kirchnerismo proveen una plataforma para aminorar la caída. Méritos del gobierno popular y de las instituciones laborales, mucho más que de las cúpulas gremiales. Un elenco que, con honrosas excepciones se dejó pasar por arriba o transó en exceso con el Gobierno.
La movilización del jueves refleja la atonía de la conducción cegetista. Sin paro, sin acto, sin discursos, marchando desde un no lugar a otro (Once a la avenida 9 de julio) absteniéndose de ocupar las plazas con mayor significado simbólico y político (del Congreso o la de Mayo).
De cualquier modo, la marcha se presume masiva; la muchedumbre puede resignificar y magnificar la movida. La CGT se vio forzada a “hacer algo”: sus jefes están “condenados a representar” más allá de sus flaquezas. Generaron una caja de resonancia en la que tronarán demandas más fuertes que sus tibios comunicados.
La Paritaria Docente Bonaerense provee un contraejemplo.
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Sostener la pulseada: La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal formuló a los gremios docentes una propuesta que mejora bastante la anterior, ni hablar de los iniciales. Aparte de los reajustes periódicos por inflación los salarios tendrían una suba de 15,7 por ciento pagadera en dos cuotas, como recomposición de la pérdida de valor adquisitivo en 2018. Las tratativas no terminaron al cierre de esta nota, la oferta acerca las posiciones de las partes.
La lectura política de la Casa Rosada y los medios dominantes mira con un solo ojo y ve a Vidal “haciendo la suya”: diferenciándose de Macri, accediendo a un reclamo de los trabajadores de la educación y aumentando “el gasto social”. Las sospechas de desdoblamiento electoral o de plan “V” para la elección presidencial completan el combo de chismes.
El enfoque completo debe abarcar a los gremios que pulsearon con Vidal desde el año pasado arrancando algunas mejoras y un prospecto de paritaria que (más o menos) emparde a los salarios con la inflación. Las concesiones de la gobernadora son consecuencia de la combatividad de dirigentes y laburantes, su templanza para soportar invectivas oficiales, descalificaciones periodísticas y hasta amenazas personales o a sus familiares. El marco legal de la Paritaria docente tutela a los trabajadores, como condición necesaria pero no suficiente. El resto lo agregan sus organizaciones.
Las CTA han sido más constantes en el enfrentamiento al ajuste y bregan por un Frente opositor para las próximas elecciones. Mejor postura y mejor historial reciente que demasiados sindicatos enrolados en la CGT.
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Franqueza cero: Vino a cuento rememorar la bravata iniciática de Macri (“pobreza cero”) y su pedido de ser juzgado por los resultados en la lucha contra la pobreza. Vale ponerlos en vidriera a condición de añadir que la centralidad atribuida a la pobreza es un reduccionismo caro a la derecha y a ciertas vertientes religiosas. En la nueva Argentina conviven (pongalé) muchos empobrecidos con un puñado de privilegiados que la pasan bomba, cada día mejor. Todos los modelos económicos disciernen ganadores y perdedores: el macrista lo consuma con nitidez.
Líneas arriba se explicó que el Gobierno acentúa las transferencias de ingresos a favor de la banca y las concesionarias de servicios públicos. El trabajo informal –que el oficialismo incentiva con un menú surtido y cuenta con la activa cooperación de las patronales “del campo”-es consecuencia del fraude empresario y no de un flagelo impreciso. La pérdida de valor adquisitivo del salario es un instrumento de la política laboral, no un cataclismo inesperado.
El fallecido sociólogo francés Robert Castel escribió hace años sobre el “desplazamiento de la figura del trabajador hacia la del pobre como el referente principal de las políticas sociales. La ‘lucha contra la pobreza’ tiende a reemplazar las luchas por promover los derechos del trabajo”.
Retocado a nuestro modo: el combate a la pobreza como propósito único minimiza la agenda pública. Escamotea cuántos conflictos subyacen en la injusta distribución de los bienes materiales, la existencia de la puja distributiva, las tensiones entre clases solo para empezar. Si Stanley reparara en esas cuestiones su tristeza no tendría fin. Pero, más allá de sus modales corteses, forma parte del equipazo que vino a cambiar la historia. En eso están.
mwainfeld@pagina12.com.ar
31/03/19 P/19
LENGUARAZ
Las pobres mentiras de Macri sobre la pobreza
Por Luis Bruschtein
Un lenguaraz que abre el Congreso de la Lengua suena tan falso como pedir que se juzgue a su gobierno por lo que suceda con la pobreza al tiempo que envía a la pobreza a millones de personas. El castillo de arena que armó Cambiemos con charlatanería profesional y guerra jurídica se desmorona con la crisis económica y el esperpento de enredos que está destruyendo al fiscal de la República, Carlos Stornelli, donde pide a un espía que le espíe al ex marido de su pareja. Ejemplo de republicanismo, el fiscal que mete presos a acusados sin condena, ni siquiera se atreve a presentarse a su indagatoria en la causa donde está acusado con muchas pruebas de cometer graves irregularidades.
El Indec anunció que la pobreza subió al 32 por ciento y da la idea miserable de que el año pasado más de dos millones y medio de personas fueron convertidas por este gobierno en nuevos pobres. Pero —oh casualidad— es casi la misma cifra que dicen que dejó el kirchnerismo. Todas estos índices que miden la pobreza, lo hacen según “líneas” que se suben y se bajan según los precios de la canasta básica que se tomen y según el momento que eligen para hacer el corte. Las cifras que se han instalado desde el 2015 buscan deslegitimar las medidas económicas que implican distribución de la riqueza.
Ni siquiera es por hundir a los gobiernos kirchneristas, lo que resulta una consecuencia de esa campaña. El objetivo es demostrar que con una u otra política siempre habrá pobres. Se trata de naturalizar la desigualdad como un fenómeno que no se relaciona con la política sino con la condición del ser humano. El titular más importante de El Cronista Comercial, por ejemplo, fue que la pobreza pegó un salto y está al mismo nivel en que la dejó el gobierno kirchnerista. De la misma forma tituló en su tapa de la edición en papel para América el diario El País, socio de La Nación. En las ediciones de la web no titulan de esta manera como sí lo hacen en las de papel.
Los propagandistas y los intelectuales del status quo, conservadores y falsos progresistas, dicen que la cantidad de pobres es la misma, pero que esos pobres igual apoyan a Cristina Kirchner por la demagogia de su gobierno. En esa mirada no existen medidas económicas que hagan la diferencia. Es increíble cómo ellos suponen que, en vez de gestión, todos hacen charlatanería social como el macrismo.
Tampoco fueron creíbles algunas de las mediciones de la época del kirchnerismo. Pero ese argumento no califica para mentir en forma descarada ahora. Resulta inaudito que haya la misma pobreza que cuando los servicios eran muchísimo más baratos, igual que los alimentos, los medicamentos y los alquileres; que cuando los salarios, en vez de perder el 15 por ciento de su valor como ahora, siempre obtenían unos puntos por encima de la inflación y cuando había mucho menos desempleo que ahora.
Hay algunas mediciones que dicen que la devaluación de 2014 aumentó cuatro puntos la cantidad de pobres. Resulta que esa devaluación del 13 por ciento aumentó cuatro puntos y este gobierno que viene con una seguidilla de varias devaluaciones que sobrepasan esa marca, tiene la misma cantidad de pobres.
Magia macrista: hay la misma cantidad de pobres que cuando el transporte, la luz y el gas tenían precios accesibles. La misma cantidad de pobres en este gobierno que en tres años sobrepasó la inflación que tuvo el gobierno anterior en doce años.
Sin hablar de cifras, la escena es muy parecida a las vísperas del 19 y 20 de junio, pero sin corralito hasta ahora. Son empresas y comercios que cierran, inflación descontrolada, filas de jubilados en los bancos para sacar sus ahorros o comprar dólares. Es incomparable este desastre con el 2015.
Cuando El Cronista Comercial o El País dicen que hay la misma cantidad de pobres que dejó el kirchnerismo ocultan que aún así, para estas mediciones interesadas, durante once años de gobierno kirchnerista, la cantidad de pobres fue a la baja. Es imposible discutir cifras, pero nadie puede negar que en 2015 había varios millones menos de personas pobres que en 2003, cuando asumió Néstor Kirchner. Y fue el único gobierno de esta etapa democrática que redujo la pobreza y la indigencia porque aplicó medidas distributivas que, además, dinamizaron a la economía.
Lenguaraz es igual que charlatán: o sea, el que destruye la lengua porque la vacía y desvaloriza. Mauricio Macri llegó al gobierno haciendo promesas que nunca cumpliría, como “Pobreza cero”, “lluvia de inversiones” o “reinsertarnos en el mundo” “mantendré lo que ya tienen” “no tocaré las jubilaciones” y sigue la lista.
En la lógica de los candidatos de derecha, nunca pueden decir lo que harán verdaderamente porque nadie los votaría. Entonces un candidato de derecha usa dos herramientas: las promesas huecas y la difamación del adversario y de sus propuestas. No discute de política y despliega a nivel judicial esa estrategia de difamación.
Es la lengua que miente como estrategia de los poderosos. La lengua usada para someter. Es la idea que tenía el dictador Francisco Franco cuando prohibió las lenguas de catalanes, gallegos, vascos y demás para que predomine el castellano, al que denominó “español”. Y es la idea que simbolizan Macri y los Reyes de España en el Congreso de la Lengua. No es la lengua liberadora de la inteligencia y el progreso, sino la que busca colonizar las lenguas originarias. La belleza del castellano se desmerece cuando se reivindica su utilización como herramienta hegemónica colonizadora. El campeón del uso falaz de la lengua ganó así el lugar de inaugurar el Congreso de la Lengua junto a los Reyes de España.
Pero la caída vertiginosa de la imagen de Mauricio Macri probaría que las palabras huecas tienen fecha de vencimiento, al revés que la palabra verdadera que puede sostenerse en el tiempo. El discurso hueco del gobierno ya no es creíble ni siquiera para la estructura del poder económico que lo impulsó a la presidencia. Periodistas que trabajan como voceros de esa estructura ya lo definen como “presidente devaluado” y otros prefirieron “alejarse de la política”.
La palabra Justicia fue de las más castigadas por el gobierno al convertirla en una especie de ópera bufa. El pedido del gobierno a la Magistratura para que enjuicie a un juez que lo está investigando tiene esa connotación tragicómica. Y el fiscal Carlos Stornelli se niega a escuchar las pruebas y acusaciones en la causa donde es acusado y tuvo que ser declarado en rebeldía después de cuatro inasistencias.
A veces marea el flujo de información y podredumbre que sale de esa causa. Hay pruebas donde el fiscal habla con el espía Marcelo D’Alessio para ponerle droga o prueba falsa al ex marido de la pareja del fiscal “para que se queda tranquilo”. Stornelli estuvo a cargo de la seguridad de Boca cuando Macri fue presidente del Club. Las fotografías, los testigos, los videos y decenas de mensajes de whatsapp destapan un submundo de barrabrava berreta, enquistado en el Poder Judicial. Stornelli como fiscal del fuero federal equivale a Macri inaugurando el Congreso de la Lengua. Se desvirtúa todo lo que hagan, ambos perdieron legitimidad y credibilidad y contagian lo que tocan.
El daño que le ha hecho este gobierno al Poder Judicial con el armado de estas bandas de agentes de inteligencia, periodistas, y funcionarios judiciales para perseguir a miembros del gobierno anterior parece irreversible. Y el efecto ha sido tan fuerte que rompió el blindaje mediático que protege al gobierno. El único argumento que atinan es denunciar sin pruebas que se trata de una estrategia del kirchnerismo para bajar la causa de los cuadernos.
Pero nadie rebate ni explica ni una sola de las abundantes pruebas que muestran a Stornelli como una especie patotero que “ordenó espionajes y otras investigaciones ilegales que guardaban relación con las causas judiciales a su cargo”. No importa ya lo que pase con esta causa porque el destape de esa banda expuso la forma en que el gobierno llevó adelante el lawfare o guerra judicial contra el gobierno anterior. Lo que se actúe a partir de ahora solamente será creíble para los cada vez menos fanáticos del macrismo.
Para Macri es la pérdida de credibilidad y potencia de su principal artefacto electoral al comienzo de un año de elecciones. Una reelección que se ve cada vez más lejana.
30/03/19 P/12
FRANZ TAMAYO Y LA CREACIÓN DE UNA PEDAGOGÍA NACIONAL
Por Juan Godoy*
“La provocación de la conciencia nacional (…) y esta fiebre creadora de vida que pretendemos despertar en nuestra educación nacional es la única que podrá dar un resultado positivo y seguro, más que la importación de ciencias, métodos y profesores extranjeros, más que todo el oro del mundo, más que todas las ilusiones de nuestros pedantes pasados y presentes. Y en esto consisten la doctrina y la creación de la pedagogía nacional” (Franz Tamayo, 1910).
Simón Patiño (1860-1947), uno de los barones del estaño, amo y señor de la Bolivia semi-colonial, no sólo pretendió controlar el presente boliviano sino también el pasado, no solo la economía sino también la cultura, los sentimientos y conciencia de la población. De esta forma, tendría un mayor control sobre “su país” y “sus riquezas”. Patiño había leído el libro de Alcides Arguedas (1879-1946) que lleva el sugestivo título de Pueblo Enfermo, editado en 1909. Evidentemente coincide con la visión del escritor, dado que le encarga que escriba un libro sobre la Historia de Bolivia, una ampliación de aquel otro trabajo (Céspedes, 1975). Pueblo Enfermo es un libro de historia y fundamentalmente de interpretación de la realidad boliviana. Arguedas toma el pedido –reclamando que le paguen por adelantado– y escribe ampliando lo desarrollado en Pueblo Enfermo. Éste se va a convertir en una herramienta de interpretación de la historia y la realidad boliviana desde el punto de vista colonial. El Pueblo que está enfermo, claro, es el boliviano. Este trabajo es un puntal donde se asienta una mentalidad anti-boliviana. Es un ensayo que podemos enmarcar en la autodenigración de lo nacional. Allí Arguedas afirma, por ejemplo, entre las muchas cuestiones que critica de las características del hombre boliviano: “nótese en el hombre del altiplano la dureza de carácter, la aridez de sentimientos, la absoluta ausencia de afecciones estéticas. (…) Es duro, rencoroso, egoísta, cruel, vengativo y desconfiado. Le falta voluntad, persistencia de ánimo, y siente profundo aborrecimiento por todo lo que se diferencia. (…) Su alma [la del indio] es depósito de rencores acumulados de muy atrás” (Arguedas, 1909: 38, 40, 47). Augusto Céspedes considera que “el espíritu extranjerizante de la casta anti-nacional cobró personería intelectual en la obra del escritor montista Alcides Arguedas, quien tomó a su cargo la devastación moral del pueblo y la historia bolivianos. Poseído de furia semi-sociológica e historicista, Arguedas, el crítico del pueblo boliviano (en Pueblo Enfermo), tomó el camino más fácil y menos culto de relatar los hechos cual si lo hiciera objetivamente, cargándoles la tinta, empero, de acuerdo a la mente de la clase dominante” (Céspedes, 1956: 51).
Contra esta pedagogía colonial es que se levanta Franz Tamayo (1879-1956) a partir de escribir durante el año 1910 una serie de artículos en un periódico[1] que luego se compilaron en un libro que apunta a la afirmación de la conciencia boliviana, y que también –como contracara– se convierte en un trabajo emblemático de una visión propia de la historia que toma otro punto de partida para la comprensión de la realidad profunda de Bolivia. El título con el que se compilan los artículos marca la disidencia: Hacia una pedagogía nacional.[2]
Para enmarcar mejor el ensayo, observamos que el gobierno boliviano había enviado a Europa una comisión para que se pusiera al tanto de las novedades de la educación europea. El estudioso de muchos pensadores latinoamericanos Carlos Piñeiro Iñíguez considera que “la serie [de artículos de Tamayo] se inició con objetivos polémicos y terminó abarcando temas fundamentales para la autocomprensión de los países andinos y de gran parte de América. (…) De su prosa salieron los argumentos más firmes con los que el indoamericanismo posterior moldearía la especificidad de la América andina” (Piñeiro Iñíguez, 2004: 88, 105).
Tamayo considera que su libro no sólo es para la reflexión, sino también pretende servir para la batalla. Asimismo, el libro es una creación original que apunta a no ser calco y copia de otras ideas, sino a hacer germinar las propias. Es una reflexión propia acerca de la necesidad de la conformación de una pedagogía nacional. Resuena el repicar de la máquina de escribir del boliviano que marca el pulso urgente de las notas que escribe. Urge la creación de una pedagogía propia. El texto contiene varias ideas. Nos centraremos aquí, fundamentalmente, en lo que refiere a esto último.
Es un manifiesto contra la oligarquía local y la intelligentzia boliviana que pretende transformar el país real por su ideal abstracto de lo que debe ser. Procuran hacer de Bolivia un país europeo a partir de la creación de universidades y escuelas que copien los programas y los planes de estudio de las universidades europeas. “Se ha creído que la pedagogía debía irse a estudiarse a Europa para aplicarla después a Bolivia. (…) Siguiendo estos criterios falsos y pueriles, la suprema aspiración de nuestros pedagogos sería hacer de nuestros nuevos países nuevas Francias y nuevas Alemanias, como si esto fuera posible” (Tamayo, 1979: 5). La historia no se repite y las realidades no son iguales, por lo que los esquemas teóricos y pedagógicos no pueden ser iguales en tiempo y espacio. Los problemas pedagógicos no van a resolverse yendo a Europa a buscar soluciones mágicas, sino que esos problemas han de resolverse en Bolivia. Por eso “son los resortes íntimos de nuestra vida interior y de nuestra historia los que sobre todo el gran pedagogo debe tratar de descubrir” (Tamayo, 1979: 6).
No hay que partir de esquemas abstractos e intentar aplicarlos a la realidad concreta, sino que el pedagogo “es sobre la vida misma que debe operar, y no sobre papel impreso, y en este sentido es una pedagogía boliviana la que hay que crear, y no plagiar una pedagogía transatlántica cualquiera”. Hay que indagar en el alma boliviana, descubrir la personalidad propia, crear una conciencia nacional que es diferente a la de Europa. No hay métodos que sean absolutos. Así, “nuestra idea maestra ha sido derivar nuestra pedagogía de nosotros mismos. Entonces hemos buscado nuestras propias fuentes, y hemos establecido que todo movimiento en este terreno debe partir de nosotros para llegar a nosotros mismos” (Tamayo, 1979: 77).
La pedagogía que enseña la autodenigración de lo nacional nos hace pensar que somos incapaces, que no podemos generar una matriz de pensamiento propio. En un párrafo que parece escrito sobre Pueblo Enfermo, Tamayo afirma que “nuestros sabios pedagogos encontrarían que una pedagogía así [refiere a una pedagogía nacional] sería llanamente desastrosa. Afirman que no conocemos el aseo, que no gustamos del movimiento físico, tan proficuo a la salud; que tendemos a entregarnos a ejercicios piadosos, tendencia que acusaría un natural fanático; que somos alcohólicos, holgazanes, envidiosos, egoístas, mentirosos y, sobre todo, perversos; que nuestra música es quejumbrosa (¡oh Chopin!, ¡oh Beethoven!); que en pintura se prefiere los colores chillones y en poesía lo sentimental (¡oh Heine!, ¡oh Sófocles!)” (Tamayo, 1979: 14). El único que nos da “buenos frutos” es el árbol de la cultura de elite que mira la realidad a través de “ojos europeos”. De esta forma, como somos incapaces, mejor copiar.
Ahora bien, Tamayo considera que el país se fue conformando como una entidad dependiente de Europa. Así el alto comercio, los ferrocarriles, los grandes establecimientos mineros, etcétera, se encuentran en manos extranjeras, realidad a la que no escapan los libros que están escritos en virtud de la realidad semi-colonial. En este sentido, “todo consiste para ellos (la intelligentzia boliviana) en plagiar lo europeo sin mayor consideración. Porque en Europa se hace esto o aquello, no hay más que hacerlo también en Bolivia. ¡Qué plaga libresca y qué infecundidad mental!” (Tamayo, 1979: 48).
La intelligentzia boliviana encuentra una diferencia entre su expectativa de ser un país europeo y la realidad boliviana que dista ser similar. Así, lo que hacen es calco y plagio de ideas europeas. Al libro europeo se le opone la realidad latinoamericana, por eso debemos “dejar de simular; renunciar a la apariencia de las ciencias, y emprender la ciencia de las realidades; trabajar, trabajar, trabajar, y en el caso concreto, cerrar los libros y abrir los ojos… sobre la vida” (Tamayo, 1979: 13). No se trata de un manifiesto contra el conocimiento, pero sí uno contra el que coloniza pedagógicamente. Tampoco se trata del rechazo sin más de las ideas germinadas en Europa, pero sí considera el escritor boliviano que la idea europea “sola jamás bastará para edificar nada en nuestro suelo ni en nuestra conciencia”. Se trata entonces de buscar “en la energía constante e infatigable, en el trabajo de todos para todos, en la buena voluntad, en el calor del alma patria, en la fuerza y potencia de nuestra sangre” (Tamayo, 1979: 75).
No toda educación es de signo positivo, pues la instrucción puede funcionar como colonización pedagógica y enseñarnos a pensar a contrapelo de la realidad nacional. Tamayo invita a pensar en nacional, a ser creativos, a descubrir nuestra realidad y fisonomía y dar lugar a nuestra voz. Romper con la autodenigración de lo nacional y la pedagogía colonial que obtura la expresión de Nuestra América profunda, encontrarnos así con nosotros mismos y construir una matriz de pensamiento propia. Se trata de formar un carácter nacional. Una forma propia de mirar el mundo: “necesitamos, pues, crear la pedagogía nacional, es decir una pedagogía nuestra, medida a nuestras fuerzas, de acuerdo con nuestras costumbres, conforme a nuestras naturales tendencias y gustos y en armonía con nuestras condiciones físicas y morales” (Tamayo, 1979: 8).
Bibliografía
Arguedas A (1909): Pueblo Enfermo. Contribución a la psicología de los pueblos hispano-americanos. Barcelona, Luis Tasso.
Céspedes A (1951): El dictador suicida. 40 años de historia de Bolivia. Santiago de Chile, Universitaria.
Céspedes A (1975): El presidente colgado. Buenos Aires, Eudeba.
Gumucio MB (1979): “Prólogo” a la Obra escogida de Franz Tamayo. Caracas, Biblioteca Ayacucho.
Piñeiro Iñíguez C (2004): Desde el corazón de América. El pensamiento boliviano en el siglo XX. La Paz, Plural.
Tamayo F (1979 [1910]): “Creación de la pedagogía nacional”. En Obra escogida. Caracas, Biblioteca Ayacucho.
[1] Se trata del periódico “El Diario”. El primer artículo data del 3 de julio de 1910 y el último del 22 de septiembre del mismo año.
[2] Augusto Céspedes refiere que “el frenesí anátomo-patológico de ‘pueblo enfermo’ agradó al público, mientras el silencio se tragó ‘la creación de la pedagogía nacional’” (Céspedes, 1951: 53). Mariano Baptista Gumucio (1979) considera que es una de las obras capitales de la literatura boliviana del siglo XX. Por su parte, Carlos Medinaceli sostiene que “ha tenido que esperar cosa de treinta años para imponerse en la conciencia de América y ser apreciada en lo que realmente es: la ideología precursora de un americanismo que sólo ahora está cuajando en doctrina” (Gumucio, 1979).
* Magister y Especialista en Metodología de la Investigación (UNLa), Sociólogo y Profesor de Sociología (UBA). Docente de grado y posgrado en la UNAJ, UNLa, Instituto Universitario de Derechos Humanos Madres de Plaza de Mayo, UTN y UNSE. Autor de los libros La FORJA del nacionalismo popular y Volver a las fuentes, y de más de cien artículos acerca del pensamiento nacional y latinoamericano.
LA PROSCRIPCIÓN DEL PERONISMO: UN ANÁLISIS DESDE EL PENSAMIENTO DE JOHN WILLIAM COOKE
Por Laura Mabel Zang
Con la desestabilización del orden constitucional a través del golpe de Estado de 1955 se produjo el derrocamiento del gobierno de Perón. La extrema derecha, las Fuerzas Armadas y el catolicismo intransigente (Ranalletti, 2009), aliados inconfundibles, creyeron que el problema que representó el peronismo había concluido. Sin embargo, muerto el perro la rabia no había terminado, pues aun en la proscripción y sin posibilidad de presentarse en las elecciones presidenciales de 1958, el peronismo siguió aglutinando a la mayor parte del sector obrero de la sociedad. Sin embargo, el “falso dilema” peronismo-antiperonismo no fue entre partidos políticos sino entre sectores sociales: “con la supresión del peronismo se liquida la voz de las fuerzas del proletariado y demás sectores populares” (Cooke, 1968: 5).
El período abordado en este escrito abarca desde la proscripción del peronismo después de 1955 hasta su retorno para las elecciones democráticas de 1973. La lectura de la correspondencia entre Perón y Cooke, los artículos de la revista De Frente dirigida por Cooke y sus posteriores escritos no sólo representan exponentes de la particular situación política por la que estaba atravesando Argentina en la segunda mitad del siglo XX, sino que además constituyen un reflejo de la trayectoria y del desarrollo del pensamiento político del mismo Cooke como defensor de una posición tercerista por un lado y ligada al comunismo tras su permanencia en la Cuba de Fidel Castro, por el otro.
Durante esos años se produjeron una serie de sucesos que posibilitaron paulatinamente la reorientación de un sector del peronismo hacia la derecha. Fueron manifestaciones de ello el pacto Perón-Frondizi, la alternancia de gobiernos civiles y militares, y el deterioro de los niveles de vida de los sectores bajos, pero sobre todo de la clase media durante la Revolución Argentina.
Pacto Perón-Frondizi
Para 1957 Perón era muy consciente de que las fuerzas armadas no renegaron de la democracia sino de las prácticas democráticas, y que ellas “se han convertido en un instrumento de control de la autoridad civil, pero no al servicio del país y de sus instituciones, sino en beneficio de los intereses foráneos y de los monopolios imperialistas” (en Cooke, 1973: 97). Los frondicistas, que no lograron desplazar a la Unción Cívica Radical del Pueblo como principal fuerza reaccionaria frente al peronismo, siguieron distintas técnicas donde exaltaron el “frente nacional y popular” para lograr la obtención de los votos de las masas peronistas y conformarse, de ese modo, en un tercera posición con la confluencia de los votos sobrantes de ambos bandos: el peronista y el antiperonista. De esa manera, los sectores populares no podían más que votar por las opciones que se imponían, pese a que no guardaba muchas diferencias unas con otras (Cooke, 1973).
La consumación del Pacto entre Frondizi y Perón[1] permitió que en febrero de 1958 Arturo Frondizi ganara las elecciones presidenciales con una mayoría de votos peronistas. En él, a cambio del apoyo peronista a su candidatura, Frondizi prometió la vigencia de la Constitución de 1949, la elevación de los niveles de vida de los sectores populares y el reconocimiento de la Personería Jurídica del Partido Peronista con el consiguiente levantamiento de la proscripción. Sin embargo, luego de su asunción desconoció las tratativas acordadas y adoptó una posición de respeto al orden como barrera contra los desmanes de los gorilas, pero también como un freno a las masas. Ya con anterioridad, Cooke había advertido esta “falta de carácter” de Frondizi, identificándolo como quien siempre trató de “no decir nada que pueda indisponerlo con los peronistas (…) ni con el gobierno” (en Duhalde, 2008: 52).
Tras las elecciones presidenciales, Cooke y su esposa, Alicia Eguren, fueron detenidos, acusados de ser artífices de un plan subversivo que se desarrollaba en Montevideo. A esta primera “traición” del gobierno de Frondizi sucedieron otras, y el 18 de Junio de 1958 en el diario Línea Dura Cooke puso en claro cuál era la posición del Peronismo: “tal como acaba de decirlo nuestro Líder, apoyará todo lo que sea de beneficio popular, pero se opondrá con todas sus fuerzas lo que represente el interés de la explotación y la injusticia. Para eso, lo mismo está en condiciones de enfrentar a gobiernos vacilantes que a supergobiernos histéricos” (en Duhalde, 2010: 15).
Ante este contexto y sumado a la vinculación con las políticas colonialistas del FMI, los gobiernos de Frondizi y de Illia –a pesar de ser los únicos gobiernos civiles con que contó la Argentina en 18 años de dictaduras militares– no lograron afianzarse políticamente y la proscripción del peronismo aumentó esta situación por restarle legitimidad a sus gobiernos.
La “derechización” de un sector del peronismo y la radicalización del peronismo de izquierda
Los gobiernos de Lonardi, Aramburu, Frondizi, Guido e Illia[2] fueron un complemento para la destrucción de los niveles de vida de los sectores populares al desatar el proceso inflacionario, a la vez que fueron antinacionales y proimperiales, pues se convirtieron en los artífices del endeudamiento externo y del sometimiento al FMI.[3] Esta tendencia de vinculación hacia el imperialismo y la consiguiente dependencia se agudizó durante la “Revolución Argentina”, ampliándose el proceso inflacionario que alcanzó a los sectores medios de la sociedad. Con la represión de la política económica del gobierno militar y el decaimiento de los niveles de vida de los sectores medios de la población, muchos de los jóvenes pertenecientes a la pequeña burguesía ingresaron a las filas del peronismo como oposición a Onganía. Sin embargo, este sector, que durante décadas estuvo vinculado a la oligarquía ganadera como “masa de maniobra” y que mayoritariamente continuó con estudios en las universidades apoyadas por el régimen oligárquico, fue abierto defensor del liberalismo y crítico del marxismo. En 1945 la oligarquía terrateniente agrupada en el nacionalismo de derecha pudo ser considerada nacionalista aunque de contenido antipopular. Sin embargo, más tarde, ya ni siquiera pudo considerársela nacionalista, porque su vinculación con el FMI y las políticas imperialistas desvirtuaban esa posibilidad. Para Cooke, las falacias de las políticas desarrollistas y la implementación del Plan Prebisch[4] con la consiguiente desindustrialización del país fueron ejemplos de esto.
Durante su estadía en Cuba, Cooke abandonó la posición tercerista que había impulsado hasta entonces y comenzó no solo a aceptar, sino también a defender la revolución comunista y su contribución en los procesos de liberación nacional en América Latina como mecanismo de oposición a los países imperialistas –Estados Unidos, principalmente. La posición tercerista “sigue siendo válida como política internacional de no alinearse en los bloques en pugna. Pero cuando la quieren trasladar al campo económico social como una posición que ni es capitalista ni es socialista, entonces queda colgada en el aire, al margen de la historia” (en Duhalde, 2008: 512).
En una de las cartas (18-10-1962) enviadas a Perón en Madrid, Cooke recordaba que “Cuba es el único país de América donde al peronismo se lo respetó y no sufre de propaganda en contra”. Defendió abiertamente el comunismo y sugirió a Perón que cambie su residencia de España a Cuba por invitación de Fidel, para evitar confusiones entre los aliados que desconfiaban de la estadía del General en Madrid. El desplazamiento no sería fácil –decía Cooke al General–, pero “nadie sabe cuáles fueron los motivos determinantes, pero sí saben que los cuatro lugares de su exilio fueron Estados que la gente identifica con sistemas antipopulares y proyanquis hasta el incondicionalismo. (…) Pero España (…) arroja sobre Usted sombras que dan una visión falsa a quien no lo conoce. (…) Objetivamente se crea para los extraños una dicotomía de los que Usted representa para su pueblo y esa falsa ubicación producida por el hecho físico de su presencia en un lugar con el cual la propaganda de los imperialismos lo vinculó arbitrariamente” (carta del 24-7-1961). Perón consideró, sin embargo, que las condiciones no estaban dadas para su traslado a Cuba y que ello era prematuro. Para Alicia Eguren, la planeada residencia de Perón en Cuba –casi concretada en 1962– “hubiera cambiado la historia del Continente. El gran gigante invertebrado miope hubiera desarrollado, a partir de una clara decisión de su dirección, todas sus potencias revolucionarias” (en Duhalde, 2008: 17).
En este período, la frecuencia de los contactos entre los jefes militares y los dirigentes burocráticos del peronismo fueron explicados, según Cooke, por la conjunción de dos fenómenos: en primer lugar, debido al deterioro del régimen de la burguesía argentina con el debilitamiento de las formas tradicionales de unificación de los intereses de los sectores dominantes; en segundo lugar, por las fallas internas del peronismo que, ante la falta de una teoría revolucionaria y una política de poder, se fue burocratizando.[5] Como consecuencia, el enfrentamiento al régimen dejó de ser global y se identificó más con la derecha, hasta el punto de negar el pensamiento revolucionario que otrora lo había caracterizado (Cooke, 1973: 19). La misma generación sindical de la resistencia se había convertido en muchos casos en una conducción burocrática que se acercó a los sectores de la burguesía y que concilió con los empresarios, e incluso planteó un acercamiento con los militares. Sin embargo, estos burócratas vieron en el regreso de Perón, no la posibilidad de expansión de la revolución nacional, sino lo contrario: la ilusión de un Perón restaurador del orden alterado por los sectores de la izquierda peronista, un Perón que fuera un freno al fervor revolucionario de las masas populares, un Perón sin la masa trabajadora, “con Isabel y sin el recuerdo subversivo de Evita, con Juventud Sindical y sin Juventud Peronista, con la astrología de López Rega y sin la influencia ideológica de Cooke” (Galasso, 2010: 73).
Sobre el retorno de Perón a la Argentina: en una carta escrita por Cooke a Perón desde Buenos Aires, el 11 de Agosto de 1964, no dejó dudas acerca del regreso del General al país y la importancia que tal acontecimiento suscitaría para recobrar la era de la libertad, no solo para la Argentina, sino para hacerla extensible a América Latina. En la misma correspondencia Cooke reivindicó el histórico papel de los dirigentes obreros en el apoyo al peronismo, en contraposición con la perspectiva sostenida por la burocracia “que hace meses que anda repitiendo que ‘Perón vuelve’ pero no ha pensado en hacer nada para facilitar este regreso”, mientras que “entre los dirigentes obreros hay compañeros que tienen probada su eficiencia, su valentía, su capacidad de lucha. Ellos se jugarán a su lado, como en todos los momentos decisivos. A ellos deseamos que usted escuche y con ellos haga los planes para el regreso” (en Duhalde, 2008: 582). En este sentido, Cooke planteó como necesidad del peronismo la depuración del movimiento y la tarea de desembarazarse de los sectores de la burguesía, eclesiásticos y militares, ya que nada aportaban al programa revolucionario de la masa obrera. Perón respondió a esta inquietud dirigiendo una carta (25-8-1964) a Cooke, donde consideró que era necesario mantener la unidad del Movimiento a toda costa, pues la tarea no era la de purificar sino otra, y solamente el tiempo conseguiría la depuración.
Hacia 1971, el retorno de Perón al gobierno del país era considerado inconcebible por medios democráticos, pues “nuestra experiencia también nos indica que este continuo juego de elecciones fraudulentas seguidas de golpes gorilas sólo tiene un perjudicado: el sistema, porque lo desgasta”. La toma de poder por medio de la participación no puede ser –según Montoneros– por la vía de las urnas, “porque inexorablemente la conseguiremos, pero irremediablemente la perderemos” (Baschetti, 1971: 127), siendo la vía armada la única forma de obtener el poder.
En este contexto, en 1974, ante la radicalización del ala izquierda del peronismo, Perón sostuvo que “cuando se hacen dos bandos peronistas, yo hago el ‘Padre Eterno’: los tengo que arreglar a los dos. Yo no puedo meterme a favor de uno o de otro, aunque alguien tenga la razón. A mí solamente me interesa que no se dividan” (en Galasso, 2006: 164). De este modo, ante la constitución de la Triple A, Perón buscó el apoyo de la derecha del movimiento y pretendió poner límites al sector más radical del peronismo de izquierda (Jozami, 2009: 119). Esta situación puso en dudas que el tercer gobierno de Perón retornase a las bases sociales de su movimiento.
Consideraciones finales
En 1955, en una carta escrita a su madre, Ernesto “Che” Guevara manifestó que la caída de Perón lo amargó profundamente por el significado que tenía para América Latina, pues “la Argentina era el paladín de todos los que pensamos que el enemigo está en el norte” (Galasso, 2006: 168). Es decir, el carácter “nacional” del gobierno de Perón no sólo tenía significación para las masas obreras al interior de las fronteras del país, sino que era extensible a América Latina en cuanto su manifestación de lucha antiimperialista.
En la Argentina en 1945 el nacionalismo de derecha –en la visión de Cooke– pudo haber sido nacionalista pero de contenido antipopular, y después ya no fue ni siquiera nacionalista, mientras que el peronismo fue nacionalista con base popular y obrerista. El nacionalismo auténtico –sostiene Cooke (Che, 22-8-1961)– es aquel que lucha por la liberación de los yugos de la servidumbre y, por ende, “la liberación de la patria y la revolución social son una misma cosa, de la misma manera que semicolonia y oligarquía son también lo mismo” (en Duhalde, 2010: 19).
Entre 1955 y 1973, las políticas económicas y sociales, con abierta vinculación con el capital extranjero y el imperialismo, implementadas tanto por los gobiernos civiles como por los militares, reforzaron la predisposición de John William Cooke a seguir fiel al peronismo, aún cuando éste se hallaba proscripto.
Bibliografía
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Cueva A (1974): El desarrollo del capitalismo en América Latina. Lima, Siglo Veintiuno.
Duhalde EL (2010): John William Cooke. Artículos periodísticos, reportajes, cartas y documentos (1947-1959). Buenos Aires, Colihue.
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Ranalletti M (2009): “Contrainsurgencia, catolicismo intransigente y extremismo de derecha en la formación militar argentina. Influencias francesas en los orígenes del terrorismo de Estado (1955-1976)”. En Terrorismo de Estado y genocidio en América Latina. Buenos Aires, Prometeo.
Rosa JM (1993): Historia Argentina. Tomos XIII, XIV y XVII. Buenos Aires, Oriente.
Scalabrini Ortiz R (1940 [2001]): Política británica en el Río de la Plata. Buenos Aires, Plus Ultra-Clarín.
[1] Cooke se convirtió en el artífice del Pacto Perón-Frondizi como única alternativa de levantamiento de la proscripción del Partido Peronista para las siguientes elecciones y en reconocimiento de los alcances de la Constitución de 1949.
[2] La cuestión de Illia puede ser discutible, pues si bien puede ser considerado como proimperialista, muchas de sus acciones políticas difirieron de este sentido. El mismo Cooke remarcó esta situación pues, mientras las fuerzas armadas querían apoyar a las tropas norteamericanas en la ocupación de la República Dominicana, Illia se negó a la posible creación de tropas de la “Fuerza Interamericana de Paz” para el resguardo de los intereses norteamericanos en América Latina; o en el problema limítrofe con Chile, las fuerzas armadas querían un enfrentamiento armado, mientras que Illia no mostraba igual entusiasmo.
[3] Según Cooke, cuando se ratifican los acuerdos de Bretton Woods y la incorporación al FMI, se dio otro paso hacia la recolonización del país.
[4] La desaprobación de la implementación del Plan Prebisch encontró respaldo en Arturo Jauretche, pues significó el traspaso de la riqueza nacional y la renta de la tierra para las potencias de ultramar. Sostuvo Jauretche que, mientras que las exportaciones aumentaban los costos, la riqueza nacional bajaba, “lo que aprovechará el consumidor inglés para ensanchar su cinturón a medida que nosotros lo vayamos achicando. La mayor parte de nuestra industria no tardará en entrar en liquidación” (Galasso, 2006: 172).
[5] Según Cooke, el burócrata “es un estilo en el ejercicio de las funciones”: opera con los mismos valores que sus oponentes, negando la teoría de la revolución. Esto último no es una excluyente determinante, pues muchos burócratas son buenos teóricos revolucionarios, pero esta teoría no encuentra un complemento en la práctica (Cooke, 1973: 20). La “dirección burocrática” según Cooke opera con los mismos valores y preconceptos con los que opera el régimen con el que el peronismo revolucionario está enfrentado (Cooke, 1968: 9).
EL SUICIDIO DE LOS MEDIOS HEGEMÓNICOS
Por Chris Hedges
Ilustración Mister Fish
La categórica conclusión del informe Mueller de que no hubo complicidad de Trump con Rusia marca uno de los periodos más vergonzosos del periodismo estadounidense, sólo comparable con el insensato apoyo a la guerra contra Irak. La mayoría de la prensa funciona como cortesana de las élites.
“La investigación del fiscal especial Robert Mueller no encontró que los miembros de la Campaña de Trump conspiraran o coordinaran con el gobierno ruso actividades de interferencia electoral ”, informó el Procurador General, William Barr.
La acusación de que Rusia robó las elecciones presidenciales de 2016, que Vladimir Putin tiene filmaciones clandestinas de Trump en un hotel de Moscú con prostitutas o que Trump ha sido un “agente del Kremlin” durante mucho tiempo, repetido por periodistas cuyo trabajo admiré en el pasado es de una demagogia tan perniciosa como las viles burlas y los comentarios racistas que manan de la Casa Blanca. La prensa repitió sin cesar tales denuncias, mientras ignoraba la creciente desigualdad social y el sufrimiento de un país donde la mitad de la población vive en la pobreza, así como el colapso de nuestras instituciones democráticas.
Estos hechos, y no la manipulación rusa, hicieron que los enfurecidos votantes estadounidenses eligieran a un demagogo que por lo menos desprecia a las élites, incluidas las de la prensa, que traicionaron a esos votantes.
La acusación de que Trump fue una herramienta de Rusia es atractiva, genera miles de millones en dólares en publicidad y permite a la prensa presentarse como un cruzado de la moral. Pero en los últimos tres años, esta obsesión ocultó la mayoría de los crímenes reales cometidos por este gobierno y la realidad que padecen la mayoría de los estadounidenses.
La prensa hegemónica, propiedad de las corporaciones que han extinguido el estado democrático y están estafando al público, además de destruir el ecosistema del que dependemos para la vida, no exige cuentas a sus sponsors. La chachara hueca sobre Rusia, incluido el New York Times, expone la bancarrota de los medios de comunicación de los Estados Unidos. Las cadenas MSNBC y CNN, que hace mucho abandonaron el periodismo por el entretenimiento, atoraron las ondas con ridículas teorías y fantasías de conspiración y las utilizaron para justificar una falsa cruzada.
No esperes que nada de esto cambie. Nadie hará responsable a Rachael Maddow, a Jack Tapper o a cualquier otra celebridad de las noticias, por alimentar esta ficción noche tras noche. Maddow seguirá cobrando su salario de 10 millones de dólares por año. Y el puñado de reporteros que mostraron integridad periodística (Glenn Greenwald, Matt Taibbi, Aaron Maté, Robert Scheer, Max Blumenthal y Katrina vanden Heuvel) continuarán marginados en los medios. La prensa es un brazo del burlesco que las corporaciones financian para reemplazar la vida política del país y convertir el debate cívico en un gran reality show.
Cuanto más argumenten los medios de comunicación que necesitan ver el informe completo en lugar del resumen del Procurador general, o que Jared Kushner intentó utilizar los sistemas de comunicaciones de los diplomáticos rusos, más credibilidad perderán. Y no les queda mucha. El Rusiagate y los detalles escabrosos de las supuestas relaciones sexuales del Presidente con una estrella porno y una conejita de Playboy han reemplazado al periodismo. Estas historias no tienen nada que ver con la vida de la mayoría de los estadounidenses. Este descenso a lo banal y lo chabacano blinda a Trump. Al atacar a la prensa, ataca a una institución que la mayoría de los estadounidenses detesta con buena razón. La prensa, sin saberlo, fortalece al Presidente que busca destruir. Y su declive, acelerado por su colaboración con las élites demócratas liberales que usan a Rusia como chivo expiatorio para eludir su responsabilidad por destrozar al país en beneficio de la oligarquía corporativa, empeorará. Poco de lo que la prensa diga sobre Trump será creído.
Por supuesto, hubo una interferencia masiva en nuestra elección por parte de una potencia extranjera: Israel. Pero quien intente decir esta pura verdad en voz alta y sufrirá la peor descalificación por el coro unificado en la prensa y la jerarquía política de ambos partidos, que se descargó contra la diputada Ilhan Omar. La animosidad hacia Rusia es impulsada por la industria armamentística, que con la expansión de la OTAN hasta la frontera con Rusia (a pesar de las seguridades dadas cuando la unificación de Alemania de que esto no sucedería) está generando miles de millones de dólares de ganancias por la venta de armas a países de Europa del Este. La situación también está exacerbando las tensiones entre dos de las mayores potencias nucleares del mundo. Pero ésta es sólo una más de las verdades suprimidas.
Trump ha implementado políticas que, lejos de servir a los intereses rusos, han dañado aún más la relación con Moscú: ha impuesto sanciones; en forma abierta inenta derrocar al gobierno de Venezuela, al que Rusia apoya; intenta bloquear la venta de gas ruso a Europa; vende armas a Ucrania, un enemigo del Kremlin; arma insurgentes y realiza ataques aéreos en Siria, cuyo régimen las tropas rusas intentan apuntalar; se retiró del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF). Pero los hechos son poco importantes para los teóricos de la conspiración rusa.
No sólo Trump ha borrado la línea que separa la realidad de la ficción. La prensa también. Difundió y magnificó denuncias que nunca investigó ni confirmó. Al repetir errores como los que surgieron en su cobertura de la invasión a Irak, se ha suicidado. Una nación que carece de una prensa que funcione se convierte en una tiranía. Esto no es culpa de Trump, sino nuestra.
Publicado en Truthdig
El Cohete a la Luna
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