sábado, 16 de marzo de 2019

RADAR LIBROS 10 de marzo de 2019 Koshmar, el libro de la semana trágica Una semana de cien años

Hace cien años, durante los sucesos de enero de 1919 conocidos como la Semana Trágica, un inmigrante polaco que residía en Buenos Aires desde 1906 y trabajaba como periodista en diarios de la comunidad judía fue detenido y torturado, acusado de ser el presidente del “Soviet argentino”. Pinie Wald pudo salvar su vida, fue liberado y diez años después publicaría Koshmar (Pesadilla), una crónica de los sucesos escrita en lengua ídish, y que, en opinión de algunos críticos y escritores, se puede leer como un legítimo antecedente del nuevo periodismo. En 1987 fue vertido del ídish al castellano por Simja Sneh para una colección de crónicas judeoargentinas, y en 1998 Pedro Orgambide volvió a publicarlo en la editorial Ameghino. En conmemoración de los cien años de la Semana Trágica, Astier Libros presenta una edición crítica de Koshmar –con textos de Perla Sneh, Gabriel Lerman, Herman Schiller, Christian Ferrer, Katherine Dreier y Alejandro Kaufman– que rescata su carácter totalmente original de texto urgente inmerso en un universo cultural bastante desconocido aún hoy y, a la vez, indaga en los conflictos sindicales y sociales y la brutal represión que comenzó en los Talleres Vasena y culminó, en un paroxismo de violencia y odio, en el primer pogrom de la Argentina.
Leer hoy Koshmar –Pesadilla– de Pinie Wald, al calor de los debates actuales, significa renovar la posibilidad de aventurarnos a un diálogo con un universo cultural que pocos conocen. A Koshmar no le han faltado lecturas. Existen variados y sugestivos trabajos sobre el texto, sobre su inserción en la escena sociopolítica de comienzos del siglo XX, sobre sus huellas en la memoria argentina, sobre si se trató o no de un pogróm y, en caso de serlo, sobre la reacción de la comunidad y sus modos de conmemoración (o no) de los hechos. Los énfasis difieren: sociológico, histórico, ideológico, comunitario; rara vez literario, salvo por la definición del género en que el escrito de Wald debiera ubicarse. En enero de 2019, a cien años de los terribles sucesos que Wald insistió en no olvidar, aún se discute si Koshmar es novela o crónica o ambas. Hay quien considera a Wald un precursor de Rodolfo Walsh y un pionero del género testimonial. Hay quien ve en el texto un preludio de lo que más tarde se llamará “non fiction”. Hay quienes abordan el texto sin detenerse, siquiera, en el hecho de que no fue escrito originalmente en castellano. 
Reparemos, entonces, en algo que suele pasarse por alto –quizás por las mismas razones que relegaron los hechos narrados al olvido–: Pinie Wald es, ante todo, un escritor judío y escribe en ídish. Desconectar el escrito de Walsh de la cultura en la que arraiga –y en la que fue tan activo– es despojarlo de sustancia viva, momificarlo. Más citada que leída, Koshmar –esta Pesadilla– merece una consideración atenta, que la redima de los realismos ideológicos de uno u otro tenor, que secuestran –y empobrecen– tantas de sus lecturas.
Leer a Wald desgajado de su contexto lingüístico cultural puede ser un modo de repudiar una experiencia que bien podríamos llamar –si hiciera falta definirla– vanguardista: la de un lector comprometido con una lectura que es, en sí, un modo de militancia, una verdadera vanguardia de lectura. No siempre erudito, esclarecido ni ilustrado, el lector al que Wald –y tantos otros– se dirigía es, sí, un lector inquieto, ávido, un lector que intuye los poderes de la letra y busca en ella las cifras de su existencia.
En esta herencia se inscribe este texto, que permaneció ajeno a la lengua argentina hasta que, en 1987 el escritor Simja Sneh la traduce al castellano –con el título de Pesadilla– como parte de una selección que integra el volumen Crónicas judeoargentinas – Los pioneros en ídish. 1890-1944 (Bs.As. AMIA). En 1998, el escritor Pedro Orgambide lo reedita bajo el título Pesadilla: Una novela de la Semana Trágica. 
Wald habla de cosas de las que no queremos saber nada: la pobreza de los inmigrantes, la desconfianza de los nativos, los ecos que llegan de Europa y su efervescencia política, los pogroms, el antisemitismo, la desesperación de una comunidad que no sabe para dónde correr. Como Balzac, Wald se ocupa de asuntos tenebrosos. Quizás por eso son pocos los que pueden leer a Wald sin hacer una tesis; leerlo, es decir, dejarse tocar por la angustia que transmite, por esa música de fondo que es su ídish: 
En mi cabeza resonaban estas frases: “el dictador”... “el presidente”... “la bomba”... yo había bebido sangre... como señal del juramento que había prestado para hacerme cargo del liderazgo del levantamiento... de pronto sentí punzada, como de agujas, en la parte hinchada de mi rostro: Mi boca ensangrentada había explotado: ¡Estallé en risas! 
Estas palabras hablan de días de salvajismo y atropello que arrancaron en la Sociedad Hierros y Aceros Limitada de Vasena e Hijos, cuyos obreros reclamaban reducir la jornada de once a ocho horas y un descanso dominical. 
Para la historiografía anarquista, la Semana Trágica es, junto con el ajusticiamiento de Ramón L. Falcón, un jalón imprescindible de su historia, pero las referencias al pogromo son mínimas, apenas un epifenómeno de la represión. Para la derecha nacionalista, la Semana trágica es la prueba más cabal del complot judeo-bolchevique. Todavía en 1986, Rivanera Carlés afirmaba que había sido fruto de una conspiración del “judaísmo internacional”. La “actividad” fue calificada, en su momento, por La Nación como “errada pero bienintencionada”. En los años ‘60, se rescata la memoria de la Semana Trágica en el marco de los debates del momento a la luz de sucesos como el Cordobazo y el resurgimiento del movimiento obrero
Cargada de inquietud y sospecha, la retórica de Wald, en cambio, parece invocar una especie de reiterado dejá-vu. Porque si bien Wald no precisa andar explicando en qué consiste su judaísmo –o para el caso, su argentinidad– como tantos se ven llevados a hacer hoy en día, tampoco desconoce lo que el nombre judío implica. Quizás sea precisamente por eso, por ese no desconocimiento, que Wald reivindica el valor de la escritura como arma, un arma que permite, en medio de la catástrofe, establecer genealogías que otorguen un sentido a la memoria y ayuda a establecer la continuidad histórica de una comunidad amenazada.  
A cien años de esa Semana Trágica, ahora que la historia ha agregado nuevos pliegues a esa amenaza, ahora que los caprichos filosóficos decretan giros conservadores y la academia declara la cancelación de algunas modernidades, el texto de Wald debe releerse con cuidado porque hay miradas que persisten, inalteradas. Si en el siglo XX los judíos eran sospechados de revolucionarios y subversivos, hoy, en el XXI, lo son de ser representantes de las fuerzas más retrógadas. Sin embargo, aún en la diversidad de los escenarios, la sospecha permanece, inalterada: una conjura judía, todopoderosa, ubicua, impiadosa. Si no son Los Protocolos... es el Mossad, pero el complot no cede. No faltan quienes, imbuidos de ese humanismo abstracto que tanto parece imponerse, invisibilizan, por momentos, la figura de los judíos tras la de los ciudadanos, incluyéndolos en la igualdad republicana mientras que, al mismo tiempo, excluyen de la retórica nacional la inquietante diferencia judía. Esa diferencia con la que nunca se sabe qué hacer. Esa diferencia que empapa las palabras de esta Pesadilla.

LAS12 15 de marzo de 2019 Las lenguas del paro

COSAS VEREDES | Un recuento que de ningún modo se pretende exhaustivo de las muchísimas manifestaciones que se multiplicaron por el mundo el pasado 8M, jornada histórica donde mujeres, lesbianas, trans y travestis salieron a las calles con diversas consignas y un común denominador: el miedo va a cambiar de bando.
En Karachi, Pakistán. En Lausana, Suiza. En Tegucigalpa, Honduras. En Melbourne, Australia. En La Paz, Bolivia. En Phnom Penh, Camboya. En Yakarta, Indonesia. En Nairobi, Kenia. En Monrovia, Liberia. En Ciudad de México, Santiago de Chile, El Salvador, Sao Paulo, Lima, San José de Costa Rica, Quito, Asunción, Bogotá. En Bruselas, Oslo, Dublín, Roma. En Atenas, en Kiev. En San Petersburgo, en Lisboa… En fin, portodas las latitudes, a lo largo y ancho del mundo, mujeres, lesbianas, trans y travestis salieron a las calles el pasado viernes, histórico 8M, en pacífico reclamo por temas largamente pendientes: aunque con variantes según las urgencias de cada lugar, la equidad y el fin de la violencia machista fueron las grandes banderas de la jornada; también el derecho al aborto, acabar con la bendita brecha salarial, la educación libre de contenido sexista, romper el infame techo de cristal, no más explotación, basta de femicidios.   
A modo de caprichoso recuento: en Estambul, una multitud se congregó en la avenida Istiklal en una protesta (contra las políticas del gobierno islamista) que había sido prohibida por Recep Tayyip Erdogan. “No tenemos miedo”, rezaban los carteles de quienes se manifestaban en forma ordenada y festiva, e igualmente fueron violentamente dispersadas con gases lacrimógenos y balas de goma por la policía turca. En Kiev, las ucranianas mantuvieron las pancartas en alto mientras recibían las provocaciones de grupos de derecha, que se hicieron presentes con el único propósito de amedrentarlas. En Malina, miles de filipinas dijeron basta a las políticas macho-fascistas del presidente Rodrigo Duterte, asegurando las activistas que los casos de violencia y abuso sexual contra las mujeres crecieron un 153 por ciento durante su gobierno. En Nueva Delhi, mujeres indias protestaron contra la violencia doméstica y la discriminación salarial. En Seúl, Corea del Sur, se hicieron presentes las brujitas con look temático que denunciaron la caza o persecución sistemática contra el movimiento feminista.
“Mujeres del mundo, luchemos juntas”, aclamaban las parisinas reunidas en la Plaza de la República, mientras otras se trasladaban a la embajada de Arabia Saudita para demandar la liberación de activistas presas que luchan, entre otras cosas, por el derecho a manejar. En Berlín, varios centenares se dieron cita en Alexanderplatz en un día que es, a partir de este año, feriado local. En Hamburgo, mientras tanto, las Femen derribaron un portón de Herbertstrasse por el que se ingresa al barrio rojo de la urbe: “Ni fronteras ni burdeles” decían las pintadas sobre las espaldas descubiertas de las muchachas. En Brixton, UK, hubo una caminata en honor a las invisibilizadas mujeres africano-caribeñas que lucharon por los derechos civiles y por la igualdad de género en Gran Bretaña.  
“Nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo”, se leía en algunos carteles que sostenían españolas de todas las edades, razas, religiones, profesiones en un día de huelga (laboral, de cuidados y de consumo), manifestaciones y concentraciones por la equidad, contra la violencia machista, contra la brecha salarial. Y de cara a las elecciones generales del 28 de abril, contra el ascendente partido de ultraderechas Vox, cuyas rancias políticas piden derogar la Ley de Violencia de Género, suprimir organismos feministas, eliminar el aborto de la sanidad pública. Solo entre Madrid, Valencia y Barcelona, se estima que a razón de 800 mil españolas salieron a las calles en una jornada decididamente multitudinaria.
Vale decir que muchas monjitas españolas se sumaron a la huelga feminista reclamando que se acaben “los techos de cristal dentro y fuera de iglesia”. Cabe presumir que a ellas tampoco les habrá caído en divina gracia el provocador mensaje del Papa Francisco que celebró “el valor de donarse” (sic) de las mujeres, la forma en que “embellecen el mundo”. No tan alejado al tono elegido por Vladimir Putin para referirse al Día Internacional de la Mujer: aplaudió cómo ellas “logran encargarse del hogar y aun así permanecer bellas y encantadoras”, y posando a caballo (ahorrándonos el torso desnudo, por fortuna) junto a policías montadas, se despachó con pregunta y respuesta: “¿Qué necesita una chica joven para mantener su figura? Tres cosas: una máquina para entrenar, un masajista y un pretendiente”. Ajá. 
Párrafo aparte amerita el caso argelino. En un clima francamente esperanzador, el pasado 8M significó para lxs argelinxs su tercer viernes consecutivo de protestas masivas contra el régimen de Abdelaziz Buteflika, que aspira a ganar las presidenciales por quinta vez consecutiva. “El ambiente es precioso. Butef había prohibido las manifestaciones en Argel en 2001. Solo llevaba dos años en el poder y ya prohibió manifestarse. Convirtió la república en una especie de monarquía donde los asuntos de Estado parecen asuntos de familia”, explicaba una activista, a la par que otra se alegraba de que la marcha coincidiera con el Día Internacional de la Mujer “porque solo cuando llegan las mujeres, comienza la revolución”. “Sin igualdad no hay libertad”, destacó la abogada y escritora feminista Wassyla Tamzali, de 78 años: “Es preciso que las jóvenes reclamen, al mismo tiempo que la democracia, el derecho a la igualdad en el divorcio, a la herencia, a libertad sexual… Mi generación no creyó que era posible la equidad”. Da sus más justificadas razones: “Las mujeres combatieron en el maquis durante la guerra de la independencia. Pero ellos llegaron al poder y se olvidaron de ellas. Después, tras la guerra con los islamistas en los noventa, ellos cogieron el poder en nombre de los derechos de las mujeres. ¿Y qué hicieron? Nada. Hablan de libertades, pero después asumen la sharia, la ley islámica. El artículo primero de la nueva Constitución tiene que decir que todos los seres somos iguales en derechos y libertades, sin ninguna restricción. El islam debe adaptarse a eso. Y no al revés”.

LAS12 15 de marzo de 2019 OBJETIVO EN FOCO

RESCATES | El libro Desde la Cuba revolucionaria: Feminismo y marxismo en la obra de Isabel Larguía y John Dumoulin, de Mabel Bellucci y Emmanuel Theumer (Clacso 2018), investiga el empeño que, en 1969, la dupla intelectual y política Larguía/Dumoulin, puso en la teorización marxista y feminista sobre el trabajo doméstico. En cambio, este artículo, armado con datos biográficos extraídos del propio libro, recupera la vocación y oficio de Isabel Larguía como documentalista, un perfil poco conocido de nuestra valiosa teórica feminista latinoamericana.
En 1932, Isabel nació en Rosario, la ciudad puerto. Los Larguía eran terratenientes vinculados a la concentración de estancias y fundación de pueblos en la provincia de Santa Fe. De adolescente se trasladó a Buenos Aires a estudiar como pupila en el Michael Ham, un colegio católico de monjas pasionistas y bilingüe. John Dumoulin,su compañero afectivo e intelectual de los últimos treinta años de vida de ella,graduado en Letras en la Universidad de Harvard y también radicado en la isla antes de la revolución, recuerda los inicios de la formación artística de Isabel: “Siendo joven ella se fue interesando cada vez más en serio en el tema del cine…En aquella época no se podía hacer una verdadera formación sistemática cinematográfica en Argentina sin probar antes Europa y, en particular, Francia.”
Por esta razón, en 1956, Larguía se radicó en París. Tiempo después de su arribo, allí se vinculó afectivamente con Ángel Elizondo, el famoso mimo y actor argentino. Ambos tenían la misma edad, 24 años, y una historia personal que por momentos coincidía. Isabel se encontraba desde hacía un año en la ciudad, intentando ingresar como estudiante regular del Idhec (Institut des Hautes Études Cinématographiques),creado en 1943 por Marcel L’Herbier <https://es.wikipedia.org/wiki/Marcel_L%27Herbier>. Ser mujer hizo peligrar su admisión: tuvo que asistir en calidad de oyente durante varios meses hasta lograr su objetivo. Para Elizondo, Isabel representaba una gran promesa cinematográfica latinoamericana. Sin embargo, ella abandonó la profesionalización en cine por la lucha política. Según su opinión, Isabelintensificó su compromiso comunista en París por sus vínculos con profesores, militantes en la clandestinidad, intelectuales latinoamericanos y, en especial, con cubanos bajo el contexto de la guerra de Argelia contra la colonización francesa. Mientras que su vínculo con el feminismo lo llevó consigo desde Rosario. Sus convicciones se radicalizaron, además, por la hostilidad vivida cuando le impidieron ser estudiante regular de dirección de cine. 
Ahora bien, entre el grupo selecto de amistades que cultivaba Isabel se encontraba Joris Ivens, realizador holandés de cine documental, de quien fue discípula. Este cineasta formado junto con Serguéi Eisenstein y Robert Flaherty tuvo como colaboradores a Ernest Hemingway y Orson Welles <https://es.wikipedia.org/wiki/Orson_Welles>. Ivens, como admiraba la garra cinematográfica de Isabel, la postuló a una beca de especialización como camarógrafa de guerra en la República Democrática Alemana (RDA), más precisamente en Berlín Este, durante la Guerra Fría. 
En 1961, un acontecimiento histórico resultó para ella una oportunidad que cambió su vida para siempre: la invasión de mil quinientos militares-mercenarios –muchos de ellos cubanos contrarrevolucionarios patrocinados por el gobierno de los Estados Unidos– que desembarcaron en Playa Girón y Playa Larga, en Bahía de Cochinos. Los comunistas alemanes la enviaron de inmediato a Cuba para filmar esa coyuntura, pero llegó tarde, ya que la acción acabó en menos de sesenta y cinco horas al ser derrotados los invasores por las fuerzas del gobierno de Fidel Castro y el propio pueblo cubano. Hay que recordar que ese año fue decisivo para la isla: Fidel se asumió como marxista-leninista y la Revolución, inicialmente de carácter nacionalista y antiimperialista, selló su carácter socialista. Este clima la llevó a decidir a quedarse en ese país con una revolución en curso, con sus palmeras, el ron, la proximidad al mar y un clima de ideas eufórico por los agitados debates políticos anticapitalistas.Al tiempo, Isabel conoció a John Dumoulin.Sin demasiadas vueltas, entre ellos venció el amor y la producción intelectual. Así, desde La Habana, a inicios de 1969 esta pareja comenzó a difundir su primer manuscrito, una teorización marxista y feminista del trabajo doméstico,titulado «Por un feminismo científico»el cual será editado hacia 1971 por Casa de Las Américas. El esfuerzo teórico que pergeñaron estuvo dirigido a comprender las modalidades de explotación que atañen a las mujeres, así como las posibles alternativas emancipatorias. Ambos parecían tener el carácter suficiente para activar políticamente en un proceso revolucionario de increíble impacto en América Latina y el mundo. 
Pronto Isabel comenzó a trabajar en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic). Pronto también, Ivens y otros cineastas extranjeros simpatizantes de la revolución fueron invitados por este Instituto a pasar una larga estancia de trabajo en la isla. Posiblemente haya sido Larguía quien propuso su nombre, a sabiendas de los logros que se obtendría de inmediato, pues recordemos que había sido su mentor. Sin dudarlo, Ivens se lanzó a filmar antes a la Milicia Popular que al Ejército Rebelde, con el fin de retratar el carácter eminentemente popular del pronunciamiento. Sus dos documentales, realizados en 1961, fueron Carnet de viaje y Pueblo en armas, este últimorelacionado a las milicias populares compuestas por campesinos y obreros cubanos. Ambos, son considerados como cruciales para la cultura audiovisual de la isla dado su alto valor histórico. Entre 1967 y 1968,Entre 1967 y 1968, Isabel acompaño, como documentalista, a losvoluntarios cubanos que lucharon por la independencia de la colonia
portuguesa de Guinea Bissau.Intentó hacer lo mismo contra Somozaen Nicaragua, pero fue privada de su libertad. También en Nicaraguaparticipó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Del mismo modo en el Congo.
Tiempodespués, trabajó como realizadora de documentales en los Estudios
Cinematográficos de la Televisión de La Habana. Hacia fines de octubre de 1980, se produjo un éxodo en masa de cubanos quienes partieron del Puerto de Mariel hacia los Estados Unidos. Esta fugamultitudinaria se la conoció como “el éxodo de Mariel”. Su origen estaba dadopor el asalto a la embajada del Perú (un país con el que se mantenía relaciones tensas) por parte de un grupo de civiles a bordo de un autobús público. El objetivo era entrar al recinto y solicitar asilo político. De acuerdo a las palabras del documentalista y fotógrafo, Sebastián Elizondo, hijo de Isabel “ella estuvo filmando en ambos lados del conflicto para el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Considero que ese material debe existir aún en los archivos de la televisión cubana”. Para él, tanto éstos como los de Guinea Bissau fueron los más importantes en la obra fílmica de su madre. 
Por último, cabe recordar que, en 1982, publicó un ensayo «La mujer en los medios audiovisuales»,a partir del cual desde una óptica feminista abordó la ausencia de sus congéneres en el mundo del cine y del documental. Este trabajo fueeditado por la Universidad Autónoma de México (UAM).
El camino difícil y largo que hace muchos años abrió en Cuba Isabel Larguía, después de Sara Gómez,la primera mujer negra que realizó un largometraje, y otras queignoramos, tienen sus seguidoras, aun cuando crece el número no son tantas todavía. Cabría preguntarse qué de las obras de ambas dialogan con lo que se está produciendo hoy en el cine, en el documental y en la ficción por parte de las realizadorascubanas.

RECORDATORIOS 16 de marzo de 2019 Los recordatorios de hoy sábado16 de marzo

Guillermo Barbano, Oscar Daniel Berroeta, Eleonora Liliana Cristina de Domínguez, Nelly Carmen Godoy
Desde hace 30 años, Página/12 publica a diario los recordatorios de los desaparecidos y las desaparecidas que sus familias y amigos acercan a nuestra redacción en cada aniversario. Con el mismo compromiso que hemos asumido en todos estos años, ahora también tienen un lugar en nuestra web.




 Los recordatorios se reciben en medios@pagina12.com.ar 

SOCIEDAD 15 de marzo de 2019 · Actualizado hace 11 hs Opinión “Seño, me olvidé el cuaderno”

Imagen: DyN
“Seño, me olvidé el cuaderno”, fue la frase más escuchada en las aulas de la ciudad de Buenos Aires desde que comenzó el año escolar. Los maestros y las maestras sabemos que, en realidad, las familias no tienen plata para los útiles. Los niños y las niñas saben que lo sabemos. Sin embargo preferimos esa “mentira piadosa” al dolor de asumir que una familia no puede comprarle un cuaderno o una cartuchera a sus hijos. 
“Profe, no traje el delantal porque no se me secó”, es otra disculpa repetida en las escuelas. Muchas veces lxs niñxs optan por pasar como olvidadizos antes que comentar que sus familias no tienen dinero.
Terminó la primera semana de clases “sin conflictos”, según los gobernantes y algunos medios hegemónicos porque desconocen que la política económica del gobierno es la que produce la frase del título de esta nota. 
Cuando se acaba el interés espasmódico de los medios de comunicación por la educación, quedan los verdaderos conflictos educativos: la falta de útiles, la preocupación y ocupación por el conocimiento, por las raciones de comida, por las vacantes, por las netbooks, por los libros y por la hora en la que se sirve el desayuno.
Cuando se termina ese periodo de “caza mediática” de docentes, que incluye al Presidente en cadena hablando de “pruebas estandarizadas” con resultados escritos de antemano en los que, si se mejora, es gracias al gobierno, pero si se empeora es por culpa de los docentes; cuando se apagan las cámaras de TV y descansan los trolls, quedan ese vínculo inquebrantable entre las familias y la escuela y el compromiso de resolver el “seño, me olvidé el cuaderno” de todos los días. 
Por eso, las y los docentes los esperamos este sábado, a las 15, en el “Festival por la Educación Pública”, en Parque Patricios, donde recibiremos donaciones de útiles escolares y guardapolvos para las escuelas de la Ciudad.
Porque cuando estos funcionarios y sus “intratables animales sueltos” sean solo un mal recuerdo, la historia de amor entre la comunidad educativa y los docentes, esa que logró evitar el cierre de las escuelas nocturnas y del Lactario del Ramos Mejía, seguirá escribiéndose en las aulas, en las calles y en los corazones. 
Lxs esperamos. 
¡Viva la Educación Pública!
Secretario General de UTE y Gremial de CTERA

LA ENTREVISTA EN PRIMERA PERSONA

en 2003 para repasar su gestión al frente del Poder Ejecutivo entre 1983 y 1989. Aquí, un extracto con lo mejor de ese encuentro.

ECONOMÍA 16 de marzo de 2019 La tasa de las Leliq sigue arriba de 63,5 por ciento Cuánto cuesta frenar el dólar

Tras el acuerdo con el FMI para utilizar los fondos del BCRA con el fin de contrarrestar la suba del dólar, aflojó la presión cambiaria.
La plaza cambiaria cerró la semana con un retroceso del dólar. mientras suben las tasas.
La plaza cambiaria cerró la semana con un retroceso del dólar. mientras suben las tasas. 
Imagen: Guadalupe Lombardo
El dólar cerró la semana en 41,13 por ciento. La medida monetaria ultra contractiva del Banco Central y el anuncio del Tesoro sobre el uso que le dará a los dólares del Fondo Monetario Internacional descomprimieron por el momento las tensiones cambiarias. La divisa que compran los ahorristas minoristas bajó ayer 63 centavos y acumula un retroceso de 2 pesos y 37 centavos respecto del pico alcanzado a principio de marzo. En el equipo económico tienen una sola obsesión: llegar a las elecciones de octubre con el tipo de cambio dominado. La apuesta es que la caída de actividad no es tan dañina para el oficialismo como puede ser un nuevo salto del dólar. El Central fijó ayer las tasas de interés en 63,7 por ciento, contra el 63,6 de la jornada previa.
 El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dejó de lado el discurso de independencia del Banco Central y reconoció que se le encargó al organismo reforzar el sesgo contractivo de la política monetaria. “La inflación de 3,8 por ciento en febrero fue una cifra muy alta que nos llevará a reforzar el programa monetario del Banco Central en un contexto que coincide con meses de ajuste de tarifas”, indicó el funcionario. Agregó que el Gobierno trabaja no sólo para sanear las cuentas públicas sino para eliminar el financiamiento del Central al Tesoro. “Se trabaja para parar la maquinita de impresión de pesos que estuvo prendida durante muchos años”. 

El anuncio de la autoridad monetaria de mantener la emisión cero hasta final de este año, el recorte de la tasa de ajuste de la banda cambiaria y objetivo de sobrecumplir la meta cuantitava de emisión en los próximos meses fueron un factor clave para explicar la menor presión cambiaria en el cierre de la semana. Pero no fueron los únicos motivos. Otro de los elementos centrales fue la negociación del Tesoro con el Fondo Monetario para poder vender 9600 millones de dólares hasta diciembre. Se ofrecerán en forma diaria en la plaza cambiaria unos 60 millones de dólares. Entre los funcionarios consideran que es un recurso clave para frenar las compras especulativas, que en las últimas semanas provocaron saltos de la divisa con muy poco volumen de operaciones. Se trata de una oferta permanente de divisas que, según las estimaciones oficiales, es mayor respecto de la dolarización especulativa que puede hacer el mercado. 
 La Bolsa porteña se benefició de la caída del tipo de cambio y acumuló en la semana una suba de casi 6 por ciento medida en moneda dura. En la jornada de ayer se registró un alza del 1,2 por ciento en pesos y de casi 3 por ciento medido en dólares. En la bolsa se operó por 807 millones de pesos. El mercado no sólo se benefició por el retroceso del tipo de cambio en el mercado interno sino que aprovechó un viento de cola en las bolsas de las economías emergentes. El índice que mide la evolución de las acciones de países no desarrollados subió ayer 1,5 por ciento. En el mercado local las empresas que más avanzaron fueron el Banco Francés (3,1 por ciento), Banco Macro (3,9 por ciento) y Central Puerto (3,2 por ciento). Entre las empresas con caídas figuraron Tenaris, con una baja de 2,3 por ciento, y Mirgor (-1,0 por ciento). 
 El riesgo país se ubicó en 737 unidades, con un retroceso de 11 unidades. El Bonar 2020 anotó un alza del 0,3 por ciento, mientras que el Discount 2033 registró una suba de 1,3 por ciento y el Para en dólares de 1,4 por ciento. Entre los títulos públicos con caída se destacó el retroceso del 0,2 por ciento del Bonar 2024. Las reservas internacionales del Central cerraron en 68.277 millones de dólares, con un incremento de 55 millones respecto de la jornada previa.