sábado, 16 de marzo de 2019

LAS12 15 de marzo de 2019 OBJETIVO EN FOCO

RESCATES | El libro Desde la Cuba revolucionaria: Feminismo y marxismo en la obra de Isabel Larguía y John Dumoulin, de Mabel Bellucci y Emmanuel Theumer (Clacso 2018), investiga el empeño que, en 1969, la dupla intelectual y política Larguía/Dumoulin, puso en la teorización marxista y feminista sobre el trabajo doméstico. En cambio, este artículo, armado con datos biográficos extraídos del propio libro, recupera la vocación y oficio de Isabel Larguía como documentalista, un perfil poco conocido de nuestra valiosa teórica feminista latinoamericana.
En 1932, Isabel nació en Rosario, la ciudad puerto. Los Larguía eran terratenientes vinculados a la concentración de estancias y fundación de pueblos en la provincia de Santa Fe. De adolescente se trasladó a Buenos Aires a estudiar como pupila en el Michael Ham, un colegio católico de monjas pasionistas y bilingüe. John Dumoulin,su compañero afectivo e intelectual de los últimos treinta años de vida de ella,graduado en Letras en la Universidad de Harvard y también radicado en la isla antes de la revolución, recuerda los inicios de la formación artística de Isabel: “Siendo joven ella se fue interesando cada vez más en serio en el tema del cine…En aquella época no se podía hacer una verdadera formación sistemática cinematográfica en Argentina sin probar antes Europa y, en particular, Francia.”
Por esta razón, en 1956, Larguía se radicó en París. Tiempo después de su arribo, allí se vinculó afectivamente con Ángel Elizondo, el famoso mimo y actor argentino. Ambos tenían la misma edad, 24 años, y una historia personal que por momentos coincidía. Isabel se encontraba desde hacía un año en la ciudad, intentando ingresar como estudiante regular del Idhec (Institut des Hautes Études Cinématographiques),creado en 1943 por Marcel L’Herbier <https://es.wikipedia.org/wiki/Marcel_L%27Herbier>. Ser mujer hizo peligrar su admisión: tuvo que asistir en calidad de oyente durante varios meses hasta lograr su objetivo. Para Elizondo, Isabel representaba una gran promesa cinematográfica latinoamericana. Sin embargo, ella abandonó la profesionalización en cine por la lucha política. Según su opinión, Isabelintensificó su compromiso comunista en París por sus vínculos con profesores, militantes en la clandestinidad, intelectuales latinoamericanos y, en especial, con cubanos bajo el contexto de la guerra de Argelia contra la colonización francesa. Mientras que su vínculo con el feminismo lo llevó consigo desde Rosario. Sus convicciones se radicalizaron, además, por la hostilidad vivida cuando le impidieron ser estudiante regular de dirección de cine. 
Ahora bien, entre el grupo selecto de amistades que cultivaba Isabel se encontraba Joris Ivens, realizador holandés de cine documental, de quien fue discípula. Este cineasta formado junto con Serguéi Eisenstein y Robert Flaherty tuvo como colaboradores a Ernest Hemingway y Orson Welles <https://es.wikipedia.org/wiki/Orson_Welles>. Ivens, como admiraba la garra cinematográfica de Isabel, la postuló a una beca de especialización como camarógrafa de guerra en la República Democrática Alemana (RDA), más precisamente en Berlín Este, durante la Guerra Fría. 
En 1961, un acontecimiento histórico resultó para ella una oportunidad que cambió su vida para siempre: la invasión de mil quinientos militares-mercenarios –muchos de ellos cubanos contrarrevolucionarios patrocinados por el gobierno de los Estados Unidos– que desembarcaron en Playa Girón y Playa Larga, en Bahía de Cochinos. Los comunistas alemanes la enviaron de inmediato a Cuba para filmar esa coyuntura, pero llegó tarde, ya que la acción acabó en menos de sesenta y cinco horas al ser derrotados los invasores por las fuerzas del gobierno de Fidel Castro y el propio pueblo cubano. Hay que recordar que ese año fue decisivo para la isla: Fidel se asumió como marxista-leninista y la Revolución, inicialmente de carácter nacionalista y antiimperialista, selló su carácter socialista. Este clima la llevó a decidir a quedarse en ese país con una revolución en curso, con sus palmeras, el ron, la proximidad al mar y un clima de ideas eufórico por los agitados debates políticos anticapitalistas.Al tiempo, Isabel conoció a John Dumoulin.Sin demasiadas vueltas, entre ellos venció el amor y la producción intelectual. Así, desde La Habana, a inicios de 1969 esta pareja comenzó a difundir su primer manuscrito, una teorización marxista y feminista del trabajo doméstico,titulado «Por un feminismo científico»el cual será editado hacia 1971 por Casa de Las Américas. El esfuerzo teórico que pergeñaron estuvo dirigido a comprender las modalidades de explotación que atañen a las mujeres, así como las posibles alternativas emancipatorias. Ambos parecían tener el carácter suficiente para activar políticamente en un proceso revolucionario de increíble impacto en América Latina y el mundo. 
Pronto Isabel comenzó a trabajar en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic). Pronto también, Ivens y otros cineastas extranjeros simpatizantes de la revolución fueron invitados por este Instituto a pasar una larga estancia de trabajo en la isla. Posiblemente haya sido Larguía quien propuso su nombre, a sabiendas de los logros que se obtendría de inmediato, pues recordemos que había sido su mentor. Sin dudarlo, Ivens se lanzó a filmar antes a la Milicia Popular que al Ejército Rebelde, con el fin de retratar el carácter eminentemente popular del pronunciamiento. Sus dos documentales, realizados en 1961, fueron Carnet de viaje y Pueblo en armas, este últimorelacionado a las milicias populares compuestas por campesinos y obreros cubanos. Ambos, son considerados como cruciales para la cultura audiovisual de la isla dado su alto valor histórico. Entre 1967 y 1968,Entre 1967 y 1968, Isabel acompaño, como documentalista, a losvoluntarios cubanos que lucharon por la independencia de la colonia
portuguesa de Guinea Bissau.Intentó hacer lo mismo contra Somozaen Nicaragua, pero fue privada de su libertad. También en Nicaraguaparticipó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Del mismo modo en el Congo.
Tiempodespués, trabajó como realizadora de documentales en los Estudios
Cinematográficos de la Televisión de La Habana. Hacia fines de octubre de 1980, se produjo un éxodo en masa de cubanos quienes partieron del Puerto de Mariel hacia los Estados Unidos. Esta fugamultitudinaria se la conoció como “el éxodo de Mariel”. Su origen estaba dadopor el asalto a la embajada del Perú (un país con el que se mantenía relaciones tensas) por parte de un grupo de civiles a bordo de un autobús público. El objetivo era entrar al recinto y solicitar asilo político. De acuerdo a las palabras del documentalista y fotógrafo, Sebastián Elizondo, hijo de Isabel “ella estuvo filmando en ambos lados del conflicto para el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Considero que ese material debe existir aún en los archivos de la televisión cubana”. Para él, tanto éstos como los de Guinea Bissau fueron los más importantes en la obra fílmica de su madre. 
Por último, cabe recordar que, en 1982, publicó un ensayo «La mujer en los medios audiovisuales»,a partir del cual desde una óptica feminista abordó la ausencia de sus congéneres en el mundo del cine y del documental. Este trabajo fueeditado por la Universidad Autónoma de México (UAM).
El camino difícil y largo que hace muchos años abrió en Cuba Isabel Larguía, después de Sara Gómez,la primera mujer negra que realizó un largometraje, y otras queignoramos, tienen sus seguidoras, aun cuando crece el número no son tantas todavía. Cabría preguntarse qué de las obras de ambas dialogan con lo que se está produciendo hoy en el cine, en el documental y en la ficción por parte de las realizadorascubanas.

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