lunes, 28 de enero de 2019

CASH 27 de enero de 2019 Enfoque Es un desastre. ¡Felicitaciones! Por Claudio Scaletta


Un lejano y gráfico recuerdo personal a modo de introducción. En tiempos de estudiante los peores profesores, los que menos ideas tenían para transmitir, los más estériles eran, digamos que no casualmente, los que llenaban pizarrones con ecuaciones. No hablamos de clases de análisis matemático, sino de “teoría” económica. El dato notable, el éxito de partida de esta deformación teórica, era que muchos alumnos decían “¡como sabe!”, “¡que mente brillante!”.
  En estas clases no se desarrollaban ideas. No había nada que pensar ni debatir. Se trataba de copiar, uno tras otro, los formalismos matemáticos con el secreto objetivo de máxima de poder reproducirlos en el examen. Los problemas fundamentales de la economía estaban ruidosamente ausentes. El instrumental formal solo funcionaba como un “aparato” para confirmar axiomas previos. Las conclusiones “teóricas” y las recomendaciones de política eran siempre las mismas si se usaban cien ecuaciones diferenciales que si se usaban dos. Eran las mismas si se trabajaba en dos dimensiones que en un espacio multidimensional. Lo que se quería demostrar, el ansiado corolario “cqd”, siempre era bajar impuestos y salarios y reducir interferencias en los mercados, sean del Estado o de los sindicatos, grandes alteradores de los equilibrios ansiados. Las conclusiones ex post coincidían siempre con la ideología ex ante.
¿Cómo decirlo sin que se mal interprete? Digámoslo sin rodeos aunque le disgustará a la mayoría de los economistas: la esterilidad teórica de un discurso económico es directamente proporcional a la cantidad de ecuaciones. Y la cantidad de ecuaciones es a su vez directamente proporcional a la ideología mainstream. Contrarreferencia: los grandes textos de los clásicos de la economía política.
  No debe sorprender, entonces, que con semejante (de)formación profesional las conclusiones cotidianas de quienes trabajan dentro de este universo sean “cualquier cosa”. Es de esto de lo que hablamos. Un resultado es, por ejemplo, que se festejen tragedias. Y aun peor, que se lamente hasta la democracia, esa forma de interferencia de “la política” en el mundo áulico de los equilibrios técnicos en los mercados.
  Volvió a suceder esta semana en el foro mundial de Davos. La economía argentina atraviesa un derrumbe histórico de la actividad, con destrucción de sectores productivos y aumentos generalizados de precios que rozan la hiperinflación, con inmensas transferencias de recursos entre clases sociales, consecuente deterioro de los indicadores sociales y resubordinación a largo plazo al poder financiero global. El escenario es de real desastre, lo que no interfirió en que el FMI felicitara a los funcionarios argentinos por el logro de una presunta estabilidad macroeconómica, entendiendo por tal a la contención transitoria del precio del dólar, un prodigio a su vez logrado gracias a dos factores: la mega recesión inducida y los fondos aportados por el... FMI.
 Dicho de otra manera, el Fondo felicitó a un gobierno que llevó a la economía al default técnico, una economía a la que “los mercados” ya no le prestan y que solo se sostiene gracias a los dólares aportados por el mismo organismo. Nadie como el FMI sabe que la estabilidad durará, en el más afortunado de los casos, mientras se mantengan sus desembolsos. Luego, mantener moderadamente a raya el déficit de cuenta corriente supone sostener la contracción de la economía, ya que el crecimiento entraña el aumento de la demanda de dólares. Difícil imaginar un equilibrio más inestable, como le gusta decir a los marginalistas.
  El punto crítico es que sostener la recesión abre las puertas a la inestabilidad política, como lo demuestra el derrumbe de la imagen de los principales actores del oficialismo. En 2018 el Fondo se jactó de la falta de resistencia social a las políticas de ajuste draconianas, pero no fue un año electoral y no había mayor espacio para la catalización del descontento. El tono para 2019 es el del “riesgo electoral” y el consiguiente temor al “regreso del populismo”. Vale reconocer que, visto desde el poder financiero, el temor es fundado. Un cambio de signo de gobierno alteraría el normal desarrollo de los negocios. Se descarta que la deuda en divisas suma plazos y montos insostenibles y que será necesario reestructurarla. Sin embargo, la continuidad del macrismo supone una reestructuración amistosa que hasta podría ser un buen negocio para los acreedores. Otro gobierno en cambio, entraña el riesgo de rupturas como la de 2002, es decir años de no cobrar nada y quitas como en 2005.
  El detalle es que la alternancia democrática aparezca como un escollo y que se la presente como una amenaza. La realidad es que si es una amenaza, ello se debe a las debilidades estructurales generadas por el propio macrismo, cuyo modelo necesita desesperadamente mantener la estabilidad cambiaria para evitar el definitivo descalabro macroeconómico. A su vez, la estabilidad cambiaria confronta con la cíclica profundización de la dolarización de excedentes que, a juzgar por las regularidades históricas, es propia de todos los períodos preelectorales. A pesar de las absurdas felicitaciones del FMI y de la calma aparente, 2019 no será precisamente un año económico tranquilo.

domingo, 27 de enero de 2019

ISRAEL-MADURO-COLONIALISMO.



VENEZUELA

EL MUNDO 25 de enero de 2019 Como mucho una protesta

Imagen: EFE
Duró poco la excitación de la derecha latinoamericana. Una vez más anunciaban la caída de Maduro, el fin del régimen bolivariano en Venezuela, la instalación, finalmente, del gobierno que duró pocos minutos en 2002. (En aquel momento la revista brasileña Veja alcanzó a dar su portada con la caída de Hugo Chávez.)
Gobernantes, medios, parlamentarios, casi todos se preparaban para comprar pasajes y partir hacia la Caracas liberada. En Brasil, un columnista de Folha de Sao Paulo aconsejaba a Maduro que se fugara mientras tuviera tiempo. En Davos, presidentes de derecha se reunían para sacar comunicados de reconocimiento del nuevo presidente de Venezuela. (Ninguno se dispuso a viajar directo a Caracas.)
Bastaba la autoproclamación del joven y desconocido parlamentario de derecha para que, de repente, mágicamente, Venezuela tuviera un nuevo gobierno! Inmediatamente recibió el reconocimiento de Trump y de su grupo de Lima (como un conjunto de  rock). En algunas ciudades salieron algunos a la calle saludando al gobierno poschavista.
Tardó poco la euforia. Luego de anunciar que Venezuela tenía un nuevo gobierno, las páginas de los diarios de derecha cambiaron los titulares, fueron desplazando la agenda hacia otros temas.
En Brasil, desmintiendo las declaraciones de Bolsonaro en Davos, el vicepresidente en ejercicio de la presidencia dijo que, en caso de que tomaran preso al tipo cuyo nombre no alcanzaba a pronunciar, como mucho harían una protesta. 
Y así se fue el breve presidente, sin pena ni gloria, después de sus 15 minutos de fama.

2019....BLAUSTEIN DIXIT.

El 2019 está cabrón

¿Al kirchnerismo se le acaba el tiempo?

¿Al kirchnerismo se le acaba el tiempo?
Una mirada más que severa sobre los límites que está mostrando el kirchnerismo de cara a las presidenciales, expresada desde dentro del propio kirchnerismo. Quién está en mejores condiciones de ganar votos en el célebre tercio de ciudadanos flotantes.
Soy un convencido que las elecciones del 2015 no las ganó el macrismo. Las perdimos nosotros. Son múltiples los ejemplos pero no es el sentido de estas líneas. De la misma forma las del 2019 no dependen tanto de Mauricio Macri y sus secuaces -más allá de tropelías, torpezas y barbaridades que realizan todos los días- sino de los (¿des?) aciertos nuestros en hacer lo correcto. Desde ese lugar se asienta mi pesimismo. En que no tenemos la inteligencia, madurez, capacidad o herramientas para acometer las tareas necesarias. A continuación, una sumatoria de situaciones que entiendo que robustecen mi afirmación. El orden no es de jerarquía o prelación. Simplemente fueron apareciendo al correr del teclado.
1.- La militancia y su (in)capacidad. El universo K de CABA es el más numeroso y mejor organizado. Más allá de crisis y retrocesos es manifiesta la dificultad para aprovechar esta virtud. No podemos dar la más importante batalla que se libra en la cabeza de los porteños: la cultural. No hemos querido,  podido, generar los materiales y las condiciones para debatir cabeza a cabeza con paciencia y serenidad las discusiones que la monstruosa maquinaria mediática instaló en estos años. El anquilosamiento del PJ porteño y la ausencia de estructuras en Unidad Ciudadana colaboraron con ello. Pero perdimos esa posibilidad. Que miles o centenares cada fin de semana salieran a las esquinas a contener con sabiduría las agresiones y transformarlas en  otra cosa -¿en neutralidad?- no fue, o no sería poco.
2.-El encierro en redes. Obviedad de la que todos somos testigos. Un video, documentos, una declaración,  audio, programa, chiste, etc. etc. nos aparece a las 8 de la mañana. Se repite al mediodía. A la tarde aparece otra vez. A la noche nos manda a dormir. Enviado por variedad de compañeres y amigues: el whatsapp se ha convertido en una temible herramienta de encierro y aislamiento donde sólo hablamos entre nosotros. Donde no captamos una maldita nueva relación. O sea una posibilidad nueva de voto. Y lo que es peor, ha achicado nuestro lenguaje haciéndolo más rústico, sectario, ideologizado, repleto de frases hechas y vivas a Perón, Evita, Néstor y Cristina. Muy justas pero reiterativas. Y los LOMJE, HLVS, etc., tan conmovedores cuando marchamos a Ezeiza o en los actos por Trelew, hoy sólo dan cuenta de nuestra edad y capacidad de reiteración.
3.- La ausencia de conducción. No haré ejercicio de obsecuencia hacia CFK para decir lo siguiente. La ausencia efectiva y cotidiana de una conducción estratégica dificulta la tarea. Acumula exceso de interpretaciones. Hace perder tiempo en especulaciones. Y nos hace desgastar en estupideces. La ex Presidenta se ha entrevistado con cantidad de dirigentes y cuadros de todas las tendencias cuya difusión hubiese sido trascendente. La falta de definiciones puntuales sobre temas trascendentes también entorpece la tarea. La ausencia de una Mesa Federal del universo K tampoco ayuda. Por suerte los PJ de Nación y la provincia de Buenos Aires llevan relativamente bien su cometido. En el caso de CABA el silencio de las autoridades es estruendoso. Pagaremos cara esta ausencia. A los 100 años de la Semana Trágica nuestro PJ-CABA no dijo nada. Como dijo Carlos Tomada no se le pueden pedir peras a Juan Manuel Olmos. Para no hablar de las ausencias sonoras en los ruidazos, las marchas por el cierre de las escuelas nocturnas, otros etc.
4.-Por qué perdimos. Nos agarramos (mal) de lenguajes de la izquierda para evitar la verdad: “¡Que autocrítica ni autocrítica!”, vociferamos para enfrentar la pregunta: por qué perdimos. Insisto. No ganaron ellos, perdimos nosotros. ¿Cuántas razones juntamos? ¿Estamos de acuerdo en esas razones? ¿Hasta dónde llegamos? Lo que es peor: ¿podemos interpelar a la sociedad con ese puñado de razones? ¿Alcanza con eso? ¿Con eso damos vuelta los votos del 2007 y del 2011 que se nos fueron? ¿O no queremos saber que esos que nos votaron después votaron a Macri? ¿O todo depende de los horrores que siga desatando Cambiemos? Triste futuro si es así.
  1. -La ausencia de un discurso y una masa crítica para debatir. Es un poco consecuencia de todo lo anterior. El encierro no refresca la mente. Si no tratamos el tema de la corrupción -con cualquiera de las interpretaciones posibles-, si no lo explicitamos y lo ponemos sobre la mesa no ganamos nuevos votos. Lo mismo pasa con el problema de la seguridad, ausente en nuestra agenda. Son los temas con los que ellos se vienen, larga y eficazmente preparados. Aparte de sus trolls y y fake news. NO ESTAMOS PREPARADOS PARA ESO.
6.- El desconocimiento del fenómeno macrista. Han pasado  tres años y no pareciera que tuviéramos una cabal comprensión de ello. Sino lo entendemos no podremos neutralizarlo. Ni ganar las elecciones.  En las redes -salvo  muy buenas y contadas excepciones- sólo se leen puteadas a sus votantes. Mucho mejor si son de clase media. Algunas de dudoso gusto. Doy fe que mi hermano Eduardo es una inteligente excepción, a veces con mucho humor. La tarea a realizar es ímproba.
7.-La pérdida no definitiva de la batalla cultural. Perdimos la 125. Ellos fueron el campo y la Patria. Ganamos la Ley de Medios. No lograron instalar el zócalo de “La Ley de Medios K”. Hoy asistimos azorados a cómo se acepta que las tarifas estaban bajas o el “se robaron todo” sin saber responder nada. La ausencia de una organización (palabra maldita) política conspira contra ello. Déficit de nuestro gobierno y su continuidad. No hay una sola forma de plantear esta resolución. Es tan tonto el que se pasa 8 horas frente a la PC como el melanco que clama por paredones, tiza y carbón.
8.-El bloqueo mediático. Es rigurosamente cierto. Pero lo usamos también para justificarnos. No puede ser invocado como única causa. Desde el 2011 cometimos la tremenda  torpeza de no ir a los canales de ellos. Todo el tiempo regalamos ese espacio siendo que hubo honradas excepciones que demostraron que se podía ganar por puntos y también por knockout: Daniel Filmus, Horacio González, Ricardo Forster, Aníbal Fernández, Edgardo Depetris y a veces los Moyano entre otros  fueron demostración de ello.
9.- ¿Y nosotros qué? Tuvimos dos diarios. Más otro semanal, Miradas al Sur. Radio de las  Madres, Rebelde, Cooperativa, la 750, Del Plata, y la 710 en su porción de programación. Más Radio América. Algunos de “nuestros” empresarios dieron, dan,  verguenza. ¡Seis radios AM! Nunca en la oposición se tuvo tanto. Otra vez: falta de conducción política. No podemos echarle la culpa al bloqueo con este potencial mediático.

10.- CGT y movimientos sociales. Tema delicado. Pero que no podemos soslayar. Como la derecha y la izquierda pegan no podemos hablar. Otra vez regalamos espacio. Pero sabemos lo que sabemos. Y lo puteamos a Tognetti porque los putea. Y a Feimann por hdp.
Habrá más. O no. Lo cierto es que si no modificamos buena parte de o todos estos comportamientos el 2019 está cabrón, como dicen los mexicanos. Última consideración. Creo que nuestro tercio tiene perfiles más cerrados, más contundentes. El tercio de ellos puede ser más laxo en sus fronteras. Quiero decir que el tercio macrista irradia mejor que el nuestro. Esto hace aún más difícil la tarea para disputar el tercio del medio.
Todo está para ser debatido. Hay tiempo. Pero no es infinito.