domingo, 4 de febrero de 2018

Laura Alonso presionó para ocultar un caso de nepotismo Con la hermana no se metan

La jefa de la Oficina Anticorrupción advirtió a una periodista que accionaría si se publicaba una información que finalmente vio la luz. No quería que se divulgue que su hermana es empleada en la Secretaría General de la Presidencia. “Va a trabajar todos los días”, se encargó de aclarar.
Alonso tiene una hermana en la Rosada y no ve bien que se sepa.
Alonso tiene una hermana en la Rosada y no ve bien que se sepa. 
Laura Alonso goza de la confianza de Mauricio Macri, que la colocó al frente de la Oficina Anticorrupción. Su cargo quedó exento del decreto presidencial que insta a los familiares de los ministros a renunciar a cargos públicos, como consecuencia del caso Triaca. Así, Soledad Alonso, hermana de la funcionaria, mantuvo su puesto en la estructura de la Secretaría General de Presidencia, a cargo de Fernando De Andreis. La divulgación de este caso no fue del agrado de la funcionaria encargada de velar por la limpieza de los actos de gobierno.
La periodista Emilia Delfino publicó en el diario Perfil una nota sobre los casos de parientes de funcionarios que aun mantienen cargos después del decreto de Macri. En su nota se detuvo en el caso de Soledad Alonso. Consultada por la periodista, la responsable de la Oficina Anticorrupción afirmó que su hermana llevó su CV a la Fundación Pensar, ligada al macrismo. “Fue entrevistada y contratada como empleada. En estos años ha sido evaluada y se le renueva el contrato de locación de servicios cada fin de año. Cobra $23 mil mensuales, va a trabajar todos los días y cumple horario, tiene que poner el dedo en el control biométrico de la Casa Rosada”, le contó Alonso a la periodista.
Lo curioso vino después, y la nota lo consigna: “La funcionaria luego llamó a Perfil para advertir que iba a ‘responder’ con acciones si la información era publicada. No especificó a qué acciones se refería”.
Otros funcionarios que zafaron del guadañazo del decreto presidencial son José Torello, jefe de asesores de Presidencia, con dos familiares en la Anses; Silvia Majdalani, número dos de la AFI, cuyas dos hijas trabajan en la Legislatura porteña; y el propio Fernando De Andreis, jefe de la hermana de Alonso, que tiene un familiar en la Jefatura de Gabinete. A ellos hay que sumar a la hermana del ministro de Medio Ambiente, Sergio Bergman, a cargo del museo de la Legislatura; y otra hermana de Jorge Triaca. En ese caso, asesora en el Legislativo porteño.
A diferencia del caso de Soledad Alonso, se ignora si van a trabajar todos los días.

Opinión Camarada Tania Por Martin Granovsky

Mauricio Macri no se molesta con el choque de intereses que se produce cuando Sociedades Macri, Sideco, MacAir o cualquier otra empresa familiar coloniza un área del Estado y tuerce una política pública. 
Su problema no es el choque sino que el choque se note.
Pero es difícil que no se note. 
Ni el Presidente se desvinculó de los intereses del grupo madre –o padre– ni se privó de llenar casilleros con ejecutivos de confianza como Raffaele Sardella, el presidente de Aguas Bonaerenses Sociedad Anónima con la gestión de María Eugenia Vidal. 
El pasado, entonces, sigue allí, presente. Como en un viejo cuento soviético.
Para mejorar las atracciones de Moscú, el Partido Comunista de la capital rusa decide abrir un cabaret. 
–¿Vamos a ser decadentes como París con el Lido?  –se enoja un ortodoxo. 
–La URSS es el faro de la humanidad y ese faro debe brillar  –contesta otro–. Además, ¿en el Tropicana de Cuba las chicas no bailan casi desnudas?
Montan el cabaret y lo incluyen en las guías de turismo de Moscú. Mausoleo de Lenin, Kremlin, Plaza Roja, San Basilio, cabaret. Pero pasa un año y nada. Un fracaso. El comité del Partido en Moscú convoca a una conferencia especial de crítica y autocrítica.
–Comencemos por la luz  –ordena el camarada secretario.
–La mejor iluminación del mundo. Sugerente. Decadente. Burguesa.
–Perfecto. ¿La música?
 –La KGB envió un equipo a París. No solo investigó al Lido. También al Moulin Rouge. Los grabó. Tres orquestas ensayaron las partituras hasta dominarlas como si fuera el Himno del Ejército Rojo.
–¿Qué me dicen de la comida?
–No incluimos varenikes porque los turistas los compran en Nueva York o Buenos Aires. Hay vodka del mejor. Caviar rojo y negro. Todo con canilla libre. También el caviar.
–Envidiable. ¿Las butacas? 
–Pusimos sillones donde uno hasta podría hacer el amor. Con el debido respeto, si nuestro primer secretario el camarada Leonid Brezhnev tuviera sillones como ésos saldría en todas las fotos sonriendo.
–No te pases, Boris. Bien, hablemos sobre lo que se ve en el escenario. ¿Las chicas?
–Las más bellas. Altas. Esbeltas. Todas se entrenaron como gimnastas para las guerras olímpicas con el imperialismo norteamericano, conocen su misión internacionalista y, si me permite, mueven el culo mejor que las strippers tejanas y aprendieron a mirar al público como putas. 
–Todo parece estar en orden. Supongo que está de más lo que voy a preguntar, pero háblenme de la vedette. 
–¿La camarada Tania? Camarada secretario, el Partido puede estar seguro con ella en el cabaret. Es una compañera probada. Jamás fracasó en las tareas que le encomendamos. Y ya van 65 años... 
Con todo respeto por la camarada Tania, el Estado argentino reproduce la misma lógica. Las camaradas Tania responden a sus mandos de siempre y son parte de un entramado que nadie liquida. Quizás porque el pasado es tan contundente que, para liquidarlo, Macri debería reinventar la rueda. ¿Puede? ¿Quiere? Más allá de estas preguntas algo es seguro: le está costando estimular el crudo mundo de los negocios y al mismo tiempo ponerlo detrás de un velo. 

Pese al decreto “antinepotismo”, el Gobierno mantiene múltiples conflictos de interés de sus funcionarios nacionales Lo primero no es la familia, son los negocios

Del Correo Argentino a Flybondi, del blanqueo de capitales a los parques eólicos, de los fondos de inversión a los sospechosos pases de manos de grandes empresas. Cómo son los millonarios negocios que continúan involucrando a Cambiemos.
El empresario Nicky Caputo, primo del ministro de Finanzas, junto a su “hermano de la vida”, Mauricio Macri.
El empresario Nicky Caputo, primo del ministro de Finanzas, junto a su “hermano de la vida”, Mauricio Macri. 
Imagen: Bernardino Avila
El Gobierno resolvió salir por arriba del laberinto en que había quedado envuelto por el escándalo del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, su ex empleada doméstica y la tira de amigos conchabados en el SOMU. Si bien el  decreto “antinepotismo” seguramente tuvo buena recepción –no hace falta que lleguen los focus–, no es ese el principal conflicto de tipo ético generado por el macrismo en sus dos años largos de gestión. La proliferación de familiares en la gestión dificulta en parte la imagen de “nueva política” que Cambiemos intenta encarnar, pero en verdad lo que más controversias –y denuncias– les generó no fueron los casos de esposos, hermanos y cuñados diseminados en poltronas oficiales sino los evidentes episodios de conflictos de intereses de los funcionarios macristas. Como explicaba un legislador opositor que colaboró con el armado del listado de causas para esta nota, el problema no debería pasar por 30 o 40 sueldos extra de la administración pública que ahora supuestamente se van a ahorrar sino por cientos de millones de dólares de negociados gracias a los vínculos con el poder.
“Los conflictos de intereses son la antesala de la corrupción”, definió la cordobesa Delia Ferreira Rubio, presidenta de Transparencia Internacional, cuando visitó el país en diciembre pasado. De paso, le dejó un mensaje a la titular de la OA, Laura Alonso, a quien dijo conocer de sus épocas de ONG. “Los organismos de control deben ser independientes del controlado”, deslizó. Cada vez más cuestionada, Alonso anunció días atrás que propondrían una nueva ley de Etica Pública con base en tres ejes: el nepotismo, los conflictos de intereses y declaraciones juradas. Sin embargo, si realmente quisiera, ya tendría para hacerse un festín en el rubro.
Por ejemplo, con respecto al propio presidente Mauricio Macri aún está en curso y sin mayores novedades la causa por la deuda del Correo Argentino –propiedad del grupo familiar–, cuando el Gobierno avaló un acuerdo que la fiscal de Cámara Gabriela Boquin consideró “abusivo y perjudicial”, al calcular en 70 mil millones de pesos el perjuicio para el Estado. Si la fiscal no se hubiera interpuesto, el acuerdo se hubiera cerrado en el mayor sigilo. Otro tema vigente es el de la llegada de las compañías aéreas low cost. La colombiana Avianca compró las acciones de Macair, la aérea de los Macri, y cerró casi en combo la adquisición de rutas de cabotaje para volar con su firma Avian. Como para hacerlo más turbio, Carlos Colunga -quien siempre manejó la compañía de los Macri- se convirtió con el traspaso en el CEO de Avian.
Otro paso de ética dudosa fue cuando firmó un decreto para flexibilizar el blanqueo de capitales y permitir el ingreso de familiares de funcionarios. PáginaI12 reveló luego que su hermano Gianfranco había aprovechado para blanquear 35,5 millones de dólares. Vale acotar que el Presidente, hermano
mayor de Gianfranco y CEO de las empresas familiares durante años, apenas si afirma poseer unos cinco millones de dólares en las declaraciones juradas que le presenta a Alonso, a quien no le surgió curiosidad
por la situación. El último negocio conocido de las empresas Macri tuvo que ver cuando, sin haber pasado por una licitación, se las ingeniaron para comprar y vender seis parques eólicos. Gracias al pase de manos se hicieron con casi 50 millones de dólares. Bastante más jugoso que el sueldo de las hermanas Triaca.
Hubo varios funcionarios que participaron del negocio del dólar futuro. En la causa están procesados la ex presidenta Cristina Kirchner y el ex ministro Axel Kicillof, además de otros 13 funcionarios del gobierno anterior, pero ninguno del actual, aunque fueron quienes ganaron fortunas con la operatoria. Un caso fue el del ministro de Finanzas, Luis Caputo, quien hasta el día antes de ser funcionario manejaba el fondo de inversión Axis, que luego del triunfo de Macri y antes de su asunción compró 700  millones de pesos en dólar futuro, una operatoria que hasta ahí no le había interesado. También su esposa, Ximena Ruiz Hangling, se hizo de otros 31 millones. En situación similar está el vicejefe de Gabinete y estrella ascenso en la constelación Cambiemos, Mario Quintana, quien manejaba el fondo Pegasus y la firma Farmacity, ambas con compras millonarias de dólar futuro. Según la declaración del gerente del Mercado a Término de Rosario (Rofex), Diego Fernández, en una reunión realizada el 13 de diciembre de 2015 con Quintana y Caputo se fijó el precio que se pagaría por esos contratos. Es decir, ellos mismos determinaron su ganancia.
Según la vigente ley de Ética Pública que Laura Alonso quiere “profundizar” en una nueva versión, los funcionarios deben “abstenerse de tomar intervención, durante su gestión, en cuestiones particularmente relacionadas con las personas o asuntos a los cuales estuvo vinculado en los últimos tres años o tenga participación societaria”. Aquí no habían pasado ni tres días completos. Tanto Caputo como Quintana mantienen sus acciones en esos fondos de inversión, que no paran de crecer gracias a sus buenos contactos. Días atrás, la publicación Letra P reveló que la Anses había abonado 540 mil pesos en concepto de comisión a Axis para colocar parte de sus activos en Lebacs. Nadie supo explicar por qué el organismo oficial necesitó la intermediación del fondo privado fundado por Caputo para hacer esa operatoria. El ministro de Finanzas, además, estuvo entre quienes quedó más expuesto con la filtración de los Paradise Papers, que reveló que también había manejado los fondos Alto Global –inscripto en las Islas Caimán– y el Noctua –basado en Miami y Delaware–, dato omitido en sus declaraciones juradas.
La lista es larga y no para de renovarse periódicamente. Por ejemplo, con las evidentes vinculaciones de Mario Quintana con la flamante Flybondi, cuyo propietario, Richard Guy Gluzman, es su socio en varios emprendimientos. A inicios del macrismo, Gluzman había agarrado una changa como asesor en la Acumar hasta que se supo y debió renunciar. Pero el listado no estaría completo si no se mencionara el caso del ministro de Energía, Juan José Aranguren, ex CEO y accionista de Shell, empresa a la que benefició de manera evidente durante su gestión vía compra de gas a Chile y licitaciones de barcos petroleros. Ni Laura Alonso se pudo hacerse la distraída y Aranguren debió anunciar –en verdad lo hizo el propio Macri– que vendía sus acciones en la petrolera.
Un nuevo actor que surgió en escena es el enigmático Darío Lizzano, un argentino radicado en Nueva York que maneja el fondo de inversión PointState Capital, cada vez más activo desde la llegada del macrismo. Lizzano aparece detrás de la compra de Iecsa –la constructora del primo de Macri, Angelo Calcaterra–, de la constructora Caputo SA –de Nicky Caputo, el mejor amigo del Presidente y primo del ministro de Finanzas– y de uno de los parques eólicos que pertenecían a Socma. Para coincidencia es mucho. El diputado del FpV-PJ, Rodolfo Tailhade, un denunciador perseverante de los negocios del macrismo, se encuentra detrás del rastro de este personaje de quien, sospecha, podría tratarse de un testaferro. 
Habrá que esperar. Dentro de poco Laura Alonso va a tener su nueva ley.

CONTRATAPA 19 de enero de 2018 Los agnósticos antimacristas

Los agnósticos antimacristas venían conviviendo con un dilema: por un lado, relativizaban el declamado tercermundismo de Bergoglio/Francisco, que atribuían, despejadas las lecturas románticas, a la necesidad de “reevangelizar” América Latina. Pero por otro lado, disfrutaban –con cierta perversidad, cabe reconocer– del desasosiego de chupacirios y oportunistas locales que se habían ilusionado con tener un Papa que les diera todos los gustos políticos.
La paradoja existencial, por supuesto, se proyectaba a la grieta mediática: los medios dominantes, históricamente aliados a la jerarquía católica, emprendieron una cruzada contra Bergoglio/Francisco, a quien primero acusaron de “populista”, después de “piquetero” y solo Dios sabe qué otros pecados capitales le serán atribuidos. Los medios progresistas, históricamente laicos y anticlericales, apoyaron con fervor la flamante “opción por los pobres” elegida por el administrador del Vaticano. Con cada católico reconquistado para la Fe por el discurso social del papa, el agnóstico antimacrista se debatía entre aplaudir a Bergoglio/Francisco o exigir el regreso urgente de Ratzinger, un auténtico piantafieles cuya maldad medieval resultaba simpática para los ateos posmodernos.
En estos días, a ambos lados de la grieta, se está imponiendo el pragmatismo (que puede disfrazarse de “enfocar la contradicción principal”). La coyuntura prevalece: el jefe espiritual de todos los católicos del mundo se muestra como el principal opositor al modelo neoliberal en curso. Un modelo que –dicen por lo bajo los agnósticos antimacristas– la Iglesia ayudó a instaurar tras décadas de paranoia anticomunista en plena guerra fría. El jefe político de la Argentina, en tanto, desdibuja los viejos alineamientos de la derecha criolla: se inclina a una suerte de new new age para multimillonarios (versión degradada del “Tao de los líderes”) y construye imagen siguiendo los cánones comunicacionales del principal enemigo del Vaticano: el evangelismo.
Para el macrismo paladar negro hay algo más que despecho frente al “papa peronista”. Es como si el gorilismo clásico hubiese ensayado, en términos religiosos, una muda de piel: “lo católico”, para la nueva generación neoliberal, huele a naftalina; atrasa en su defensa del (pongámosle) “compromiso social” de la Iglesia pero, peor aún, está desfasado como proyecto de vida. Sus apelaciones a la solidaridad y a la piedad colectiva lucen perimidas a los ojos de los gurúes de Cambiemos. El nuevo paradigma es compatible con las prioridades del evangelismo: relación directa del creyente con Dios, sin más intermediarios que el pastor de turno; fe ciega en la salvación individual, para la cual toda instancia de construcción comunitaria es un obstáculo que hay que derribar; la imagen beatífica (la cara de María Eugenia Vidal es, casi, la caricatura de esa búsqueda) de falsa armonía con la naturaleza, los llamados abstractos al amor y a la felicidad, se ajustan al ideal evangelista de evitar toda perturbación (sindical, cultural, mediática) en el camino del creyente/emprendedor hacia la victoria final preparada por Dios. El catolicismo exige sacrificios en esta vida a cambio de felicidad en la otra; el evangelismo es un “llame ya” al éxito, espiritual y material, en este mundo. Si del otro lado no contestan, o atienden cuando ya es tarde, seguro habrá sido por errores propios, o por los “palos en la rueda” de quienes se oponen a la felicidad. Para ellos está dispuesto el castigo divino, también en este mundo.
Frente a este panorama, los agnósticos antimacristas tenían, en principio, dos opciones: refugiarse en el nihilismo, abjurando al mismo tiempo del reposicionamiento geopolítico de la Iglesia y del salvajismo neoliberal; o poner el escepticismo militante bajo un paraguas y someterse a la coyuntura, resignando (o poniendo a un costado) algunos ideales para defender otros, que hoy lucen más amenazados. Algunos sobreactúan su conversión; otros se encomiendan a la vieja frase de un nihilista pragmático: “recen a Dios (en este caso a Francisco) pero remen lejos de las rocas”.

EL PAÍS 04 de febrero de 2018 El escándalo y otros casos en el macrismo El affaire Triaca

Durante las elecciones de octubre, Cambiemos usó a la política como ariete de su campaña, antagonizando con Cristina Fernández de Kirchner. Escapó a la discusión económica e instaló la antinomia corrupción versus supuesta nueva forma de hacer política. “El affaire Triaca pone en cuestión todo lo anterior –señala Bacman–. Pero, atención, que antecedentes similares en el seno del gabinete nacional había de sobra: el propio presidente y la controversial quiebra del Correo Argentino, el blanqueo de su familia y los vínculos con las constructoras familiares. Estaba también el secretario de Comercio y su relación de parentesco con el CEO de La Anónima, el ministro de energía y su relación con la petrolera holandesa Shell y hasta de el ministro de agroindustria, hasta hace pocos meses presidente de la Sociedad Rural. En tal sentido los datos de esta encuesta se convierten en una demostración empírica al respecto: baja confianza en el gobierno y también baja la imagen del gabinete nacional, donde la aprobación apenas redondea un 32 por ciento. Lo que sucede es que el affaire Triacca posee ribetes mucho más evidentes. Empleada en negro, sueldo en un sindicato intervenido por el propio ministro y maltrato evidenciado en el audio, con insultos incluidos. La respuesta de los argentinos es lapidaria: Jorge Triaca tiene una aprobación de 20,2 por ciento y para casi el 67 por ciento de los argentinos el affaire ha sido tan importante que debería renunciar a su cargo”.

Encuesta exclusiva: un setenta por ciento ve la economía mal o muy mal En picada

Es la economía, estúpido, decían en la campaña electoral de Bill Clinton. La imagen del presidente Mauricio Macri se sigue deteriorando y ya cayó nada menos que 12 puntos en los últimos tres meses. PáginaI12 adelantó en diciembre la brutal caída, pero durante enero las opiniones positivas se siguieron erosionando y bajaron otros tres puntos. Sólo cuatro de cada diez argentinos opinan bien o muy bien del Presidente. Aunque el escándalo de Jorge Triaca tiene su influencia, la clave está en la economía: siete de cada diez personas dicen que la economía está mal; casi la misma proporción afirma que la situación en su casa está mal o muy mal y enormes mayorías son muy críticas de lo que ha hecho el gobierno respecto de las tarifas, la inflación, la pobreza y los jubilados. Como era de esperar, también es generalizada la preocupación por el dólar y se considera que el aumento de la divisa norteamericana indefectiblemente se trasladará a los precios. 



Las conclusiones surgen de la tradicional encuesta, exclusiva para PáginaI12, realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera el sociólogo Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1.000 personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. Las encuestas fueron telefónicas. 

Baja

Durante noviembre y diciembre fue el CEOP y PáginaI12 los que adelantaron la fuerte caída en la imagen presidencial, agudizada en especial a raíz de la reforma previsional y la decisión de que el aumento a los jubilados no fuera del 14 por ciento en este mes de marzo, como indicaba el cálculo con la fórmula existente, sino algo por encima del cinco por ciento, con la imposición de la nueva fórmula. La caída en el porcentaje de opiniones buenas o muy buenas fue registrada después por casi todas las consultoras. Algunos de los encuestadores y los funcionarios de la Casa Rosada opinaron que se trató de una baja normal después del triunfo en las elecciones de octubre. Otros, en cambio, sostienen que hubo un quiebre con la reforma previsional y que a la administración Macri le resultará difícil recuperar niveles del 50 por ciento de opiniones positivas. 
La nueva encuesta del CEOP vuelve a registrar otra caída, desde los 43 puntos de imagen positiva a los 40. La pérdida ya es de 12 en tres meses. “El gobierno de Cambiemos enfrenta tiempos de efectividades conducentes –señala Bacman–. A la opinión pública ya no le alcanza con promesas: a esta altura de la gestión es más que evidente que el oficialismo debe mejorar la economía. Así de sencillo, pero al mismo tiempo contundente. Al menos a la luz de los resultados de esta última encuesta, el clima social se sigue enrareciendo día a día y el humor de la gente empeora a pasos agigantados. La caída de casi 12 puntos es un valor que debería provocar preocupación entre los altos funcionarios del gobierno”.

Economía

El diagnóstico del CEOP es que la base de las pérdidas de imagen del presidente y su equipo está en que la población tiene percepciones muy negativas respecto de la economía. La del país y la de su casa. Nada menos que el 70 por ciento afirma que la economía del país está mal o muy mal, pero ese dato suele amortiguarse bastante cuando se pregunta por la situación en su hogar. En este caso no se amortigua: 66 por ciento afirma que el cuadro en su casa es malo o muy malo. La base indudablemente es el brutal aumento en las tarifas –luz, gas, agua, celulares, prepagas, peajes–, a lo que sumó en el final de enero la perspectiva del incremento en el transporte a partir del 1 de febrero.
“Todo parte de una pregunta concreta –diagnostica Bacman–: ¿qué pasó con las promesas de campaña? Para comenzar este recorrido no queda otra opción que retornar a la economía. Desde que asumió Cambiemos, algo más de dos años atrás, la economía fue el factor que mayor insatisfacción despertó en la opinión pública. Y por estos días la percepción se ha agravado: se partió del concepto vacío de cambio de los tiempos de campaña y en la actualidad se transita por lo que se percibe como un ajuste. Por eso, las promesas de campaña incumplidas se convierten en la principal amenaza que el oficialismo debe atravesar. Como ya fuera señalado, la economía continúa posicionada como la principal preocupación, aunque en estos primeros días de febrero apalancada en una percepción de elevada inflación. En tal dirección, surge una de las promesas de campaña que no se han logrado ejecutar: Mauricio Macri había afirmado que la inflación no era un problema, que bajarla sería una cuestión más que sencilla. Pasaron los tiempos de la pesada herencia recibida y la inflación sigue en franco aumento. Y para los primeros meses de este año, tras la trepada del dólar y la presión de las paritarias que se vienen, la gente no percibe otro escenario posible que una alta inflación, incluso bastante por encima de las proyecciones oficiales. En tal sentido la memoria colectiva activa mecanismos de alerta ante el mal tan temido .Pero si a la percepción de inflación creciente se le agrega una sensación de que ‘el sueldo no les alcanza para llegar a fin de mes’ o bien ‘llegan con lo justo’, las promesas de cambio de 2015 parece que van a un inexorable choque contra un paredón. Esta situación impacta de manera notable: entre ambas opiniones se suman algo más de ocho de cada diez argentinos”.

Verde

El cuadro de situación se complica ante los nuevos ruidos que produce el dólar. “La mayor parte de los entrevistados deja al descubierto su preocupación por la trepada de la divisa norteamericana –afirma el titular del CEOP– y al mismo tiempo expresa su convencimiento que el aumento del dólar llegará de manera inexorable a los precios y que el gobierno no está haciendo lo suficiente para detener este proceso inflacionario”. Este último punto es fundamental. El ciudadano común no percibe que el alza del dólar sea una especie de fenómeno natural, sino que siempre le echa la culpa a los gobiernos, en este caso al de Cambiemos. 


Intereses

“La cuestión social también está presente como parte de las promesas incumplidas –reitera Bacman–. Una de las frases que más impactó en la campaña de 2015 fue la de pobreza cero. Más allá de la discusión acerca del verdadero sentido de la frase, implicaba lisa y llanamente un mensaje de tranquilidad para los sectores más vulnerables de nuestra sociedad: la gestión de Cambiemos se preocuparía especialmente de combatir la pobreza .En esta cuestión subyace otra insatisfacción, que enciende un nuevo semáforo rojo. Los argentinos (al menos así lo mencionan casi siete de cada diez entrevistados) están convencidos que el gobierno no ha sido eficiente en su combate a la pobreza y que, por el contrario, este mal se acrecentó a lo largo de estos dos últimos años. En encuestas anteriores se pudo detectar que esta gestión es percibida como un gobierno de ricos para los ricos. En este trabajo de campo, otra pregunta desnuda casi la misma situación inquietante: los sectores percibidos como lo más beneficiados por este modelo han sido el financiero y el campo (en ese orden)”. Esos sectores son percibidos como los privilegiados, es decir que se reafirma la idea del gobierno para unos pocos. 

Expectativas

El CEOP realiza un cruce entre las percepciones sobre la economía del país y la situación en el hogar para estimar cuatro categorías significativas.
  • Los que ven bien la economía del país y la economía en su casa tienen la denominación de Beneficiados. Les va bien a ellos y creen que le va bien al país. En esa categoría está el 19 por ciento de los encuestados. El dato significativo es que hace dos meses los Beneficiados eran el 30 por ciento, es decir que un tercio dejaron de sentirse beneficiados. 
  • Los Optimistas están en esa categoría porque ven mal su situación personal pero ven bien la situación del país, es decir que piensan que aunque no están en un buen momento, lo que ellos perciben como buena situación del país los empujará hacia arriba. Los Optimistas son ahora el siete por ciento y en diciembre eran el cinco por ciento. Es decir que seguramente se cayeron de Beneficiados a una categoría inferior, Optimistas. 
  • Los Pesimistas son los que ven bien su situación personal pero mal el país. O sea que creen que no les va mal en su hogar, pero que los problemas del país los terminarán afectando. Los Pesimistas también bajaron levemente, del 13 por ciento en diciembre al 12 por ciento ahora, es decir que casi no hubo cambios.
  • Finalmente están los Perjudicados, los que tienen una mala situación en su hogar y además perciben que la situación del país también es mala. O sea, los perjudicados por lo que está sucediendo en lo económico–social. Y ahí el porcentaje sube de forma más que notoria. Del 51,7 por ciento en diciembre a 60,6 en la encuesta de este mes. Es un dato significativo que seis de cada diez personas consideran que están mal y que el país está mal. 
Todo esto exhibe el deterioro. Los que se sentían un poco mejor, se van cayendo de la categoría de Beneficiados, a golpes de tarifas y aumentos de todo tipo. Y los que ya estaban Perjudicados se multiplican, son cada vez más. ¿Cambiemos puede revertir esta situación? La pregunta tiene respuestas muy diversas entre los encuestadores, aunque todos coinciden en que las expectativas optimistas ya no son las mismas. 




BAHIA BLANCA SIN MURGAS

El vaciamiento del Instituto Cultural de Bahía Blanca suma una nueva víctima: el Estado municipal recortó considerablemente los fondos que antes destinaba a los corsos de febrero. “Las murgas son contestatarias”, argumentó el director del organismo.
Por Diego Kenis (Leer nota)