lunes, 5 de octubre de 2015

Un país que se pone en órbita

drián Paenza tiene un reconocimiento mundial por su trabajo en pos de la difusión de la ciencia, y esta semana lo puso al servicio de hacer más comprensible la importancia del desarrollo satelital. Implicancias, consecuencias y anécdotas de un hito de la tecnología argentina.

Por Adrián Paenza

Los nombres Luis Genovese e Ignacio Grossi quedarán para siempre ligados a la historia de la política satelital en la Argentina. Ignacio fue el jefe del proyecto Arsat-1 mientras que Luis, recién llegado de la Guayana Francesa, es el jefe del proyecto Arsat-2. Los dos se presentaron ayer por la mañana para participar en el programa Científicos industria argentina. Ellos representan a la empresa Invap. La trilogía de invitados se completa con el ingeniero Hugo Nahuys, quien es uno de los pocos científicos que quedaron de la “otra época”, la época del Nahuel-Sat, la época en la que alquilábamos los satélites que ocupaban nuestras órbitas. Hugo es el jefe de Calidad y Procesos de Arsat. No son los únicos, ni mucho menos. Hubo y hay más de 450 personas, entre científicos, técnicos, operadores, electrónicos, matemáticos, ingenieros, físicos y de otras áreas que me es difícil enumerar, que participaron de una u otra forma para que mientras yo escribo y usted lee, haya un par de satélites argentinos dando vueltas en el espacio.

Nos encontramos en un camarín de la TV Pública junto con Claudio Martínez, el productor general del programa y una de las personas más importantes que tiene este país en materia de comunicación. Parecemos niños, no solo con un juguete nuevo, sino con una juguetería completa a nuestra disposición. Sin saber por dónde empezar, sin saber qué elegir primero.

Preparamos el programa como si nos conociéramos de memoria. Luis cuenta la emoción del conteo. Los diez segundos que un locutor lee en forma regresiva, en francés, es donde todo termina... o empieza. Es el momento de tensión donde todo el proyecto queda en manos extranjeras. Los primeros 32 minutos, esos primeros 32 minutos cuestan casi 86 millones de dólares. El cohete y toda la parafernalia que lo rodea para que pueda llevar al satélite y dejarlo en la órbita elíptica inicial tienen un costo descomunal. Está todo asegurado, pero uno no quiere cobrar el seguro. No queremos que salga mal para hacer negocio con el dinero de las aseguradoras. Queremos que salga bien.

Sin embargo, hay una diferencia entre ambos satélites: no es lo mismo el primer hijo que el segundo. No es que uno lo quiera menos, seguro que no, pero es distinto. Uno ya fue padre por primera vez y ya nunca lo será otra vez. La euforia del lanzamiento del Arsat-1 tuvo toda una incógnita y un dramatismo que este no tuvo. El del año pasado salió con el último suspiro. Los semáforos que tenían que estar todos en verde, marcaban varios rojos cuando no debería haber sido así. Con el Arsat-2 todo fue de acuerdo a la pauta.

Los abrazos son distintos ahora. La emoción está pero ya tenemos la experiencia de quien lo hizo alguna otra vez, y salió bien también. Cada uno de los involucrados entiende que la primera vez pudo haber sido algo aislado, sin continuidad. Es el segundo satélite argentino... y piense bien lo que acaba de leer, porque esto siempre les pasaba “a los otros”: a los norteamericanos, los rusos, los franceses, los chinos, los alemanes o los japoneses, también a los israelíes, pero nunca a nosotros, nosotros no participábamos de estos juegos de “élite”. Pero, así como así, en trece meses ya hay un segundo satélite argentino girando en una órbita que todavía no es la definitiva.

La gente de Arianespace, a través de su cohete el Ariane 5, lleva dos satélites en su interior: uno, es el australiano Sky Muster. El otro, es el argentino Arsat-2. El cohete sirve de transportador. Los lleva hasta un lugar y allí los deposita. Al argentino lo deja a 250 kilómetros de la Tierra. El satélite entonces comienza una trayectoria elíptica hasta el apogeo, o sea, el punto de mayor distancia a la Tierra, que es de casi 36.000 kilómetros. El viernes por la mañana, desde la base terrena de Benavídez el satélite recibió instrucciones de modificar su camino. El lugar más cercano a la Tierra por donde pasa (el perigeo) está ubicado a unos 4500 kilómetros, mientras el apogeo sigue a la misma distancia: 36.000 kilómetros. El objetivo es llevar la órbita a que sea circular, en donde el apogeo y perigeo estén a la misma distancia, y por lo tanto, cuando la mayor y menor distancia coinciden, la elipse se transformará en un círculo. Y hoy, domingo, mientras usted está leyendo el diario, en Benavídez se tiene que haber producido una nueva corrección a la órbita.

Después de la quinta maniobra de encendido del motor principal con las últimas instrucciones, el satélite comenzará su trayectoria geoestacionaria y estará en condiciones de cumplir con su tarea: “iluminar” desde Canadá hasta la Antártida.

Cuando el Arsat-1 comenzó a ser operado desde Benavídez, hubo un momento en que todo lo que hacían los satélites que alquilábamos pasaron a manos argentinas. Es decir, todos los servicios que brindaban fueron transferidos al satélite argentino: servicios de telefonía, Internet, televisión, datos... Ahora es distinto. ¿Por qué? Porque ahora la Argentina está en condiciones de salir al mercado internacional a vender esos servicios. Antes pagábamos 25 millones de dólares al año para poder usar lo que habían construido otros. Ahora, no solo no tenemos que pagar sino que ahora podemos cobrar.

Cuando Cristina Kirchner anunció la política satelital argentina, habló de políticas de Estado de 20 años de duración o de proyección. Desde el 2015 hasta el 2035. Creo que desde la primera presidencia de Perón la Argentina no tiene un proyecto de semejante longitud en el tiempo, salvo que se hable de deudas financieras que era una suerte de embargo al país y su soberanía.

Arianespace, con los dos satélites que puso en órbita el miércoles, llegó a los 518 desde que provee este servicio, con un record “casi” impecable. La probabilidad de que todo saliera bien es muy alta. En el comunicado oficial que fue publicado en inglés dice:

ARSAT-2 is the second in a series of geostationary (GEO) satellites that gives Argentina its own space telecommunications system. ARSAT-2 will provide American countries with direct-to-home television (DTH), Internet access services for its reception on VSAT antennas, data transmission and IP telephony.

O sea: Arsat-2 es el segundo en una serie de satélites geoestacionarios (GEO) que le da a la Argentina su propio sistema de telecomunicaciones espaciales. Arsat-2 proveerá a los países americanos de televisión directa-a-sus-casas, acceso a servicios de Internet para ser recibidas en sus antenas VSAT y transmisión de datos y telefonía por medio de IP.

Más allá de las cuestiones técnicas específicas, hay algunas cosas para celebrar. El país se ha ubicado en un lugar muy privilegiado y por lo tanto, empieza a competir en un mercado que estaba reservado a “los otros” como escribí más arriba. El propio Brasil tomó un camino diferente pero no le fue bien. Quizás empujado por los grupos equivalentes a los que hay en la Argentina, prefirieron “comprar afuera” y después desarrollar adentro. No funcionó. No solo fue un fracaso, lamentablemente, porque estoy seguro de que los científicos brasileños deben sentir que ellos tienen –por lo menos– las mismas condiciones que nosotros, sino que fue una afrenta a ellos también. Es que nadie que tenga el know-how lo va a regalar, y cuando lo vende, lo vende a “paquete cerrado”.

Por eso fue que les pregunté a todos los que participaron del programa si ya habían recibido ofertas de algunos otros jugadores. Creo que no, pero no les extrañe que así como exportamos los Messi y los Ginóbili, comencemos a ver una corriente que apunta hacia sustraernos la gente joven, que ya no solamente está preparada extraordinariamente bien en cuestiones teóricas sino que empiezan a tener una experiencia que es imposible de simular en la práctica, salvo con la práctica misma.

Los grandes estadistas son aquellos que miraron donde mirábamos todos pero vieron lo que no vio nadie. Sucede lo mismo con los científicos. Alguna vez fue Néstor Kirchner el que vio algo que no le traería ningún rédito inmediato. Se distinguió por eso también. No fue a cortar una “cinta” en un acto simbólico que termina no importándole a nadie. Pensó en algo que ni siquiera llegó a ver porque se murió antes. Pero lo que nadie podrá cuestionar con el tiempo, es que esta época estará marcada por un cambio de pendiente: en lugar de ir cuesta abajo y sin freno, ahora la Argentina empieza a ser líder y a mostrar el rumbo.


Cinco fotografías del lanzamiento
Por Adrián Paenza

Uno

Mientras en la Guayana Francesa, en Kourou, se producía el lanzamiento, la televisión pública hacía una transmisión en directo desde Tecnópolis. En el auditorio que se conoce con el nombre de Nave de la Ciencia, había más de mil personas que pugnaban por ver en pantalla gigante las imágenes que llegaban desde el lugar de los hechos. Entre los asistentes, estaba José Pedro Morales y su hijo Bruno de 19 años. José Pedro es uno de los hermanos menores de Víctor Hugo. Llegó hasta el estrado para saludarme, pero no subió. Solo movió un brazo y puso un pulgar para arriba como muestra de satisfacción. El jueves por la mañana, suena mi teléfono celular. Era José Pedro. “Adrián, quiero contarte algo. Bruno está estudiando Animación 3D. Está muy entusiasmado con lo que está haciendo pero lo de ayer ‘le voló la cabeza’. Me dijo que quiere cambiar, empezar el CBC y anotarse en alguna de las ingenierías: electrónica, aeroespacial, no sé...”

En la vida tenemos el privilegio de tocar muchas vidas y no tenemos conciencia de lo que estamos haciendo. Cuando hablamos que el país necesita más jóvenes dedicados a las ciencias duras, pareciera que lo decimos como un “latiguillo de campaña”. Presentado en forma explícita como fue el miércoles, tiene un sabor distinto. Este tipo de logros sí son seductores y convocantes. Bruno es solo un ejemplo al que yo tuve acceso.

Dos

Cuando termina el programa, Claudio Canali, el asistente de dirección nos pide a todos que nos saquemos una foto. Claramente la intención es juntarlos a Nahuys, Grossi y Genovese y tener una foto con ellos. Y les agradece. Se aproximan los cámaras, sonidistas, productores, iluminadores, asistentes, escenógrafos. “Gracias muchachos”, se escucha desde lejos. “¡Vamos Argentina!”. Parece chauvinista pero es la reacción espontánea de los trabajadores del canal. Como es obvio, a un canal de televisión viene mucha gente invitada. En general, todos saben quiénes son los famosos. El país empieza a estar mejor si la “fama” o el “prestigio” empieza a inclinarse hacia otros lugares que lo merecen. Me hizo bien ver a los tres requeridos por los laburantes. Creo que a ellos también.

Tres

Los tres (Hugo, Ignacio y Luis) están cansados. Más allá del maquillaje, se alcanzan a ver las ojeras y la voz no les sale con el mismo volumen. Pero cuando ya no queda más nafta en el tanque, sobreviven a todas las emociones de las últimas horas con la adrenalina que les disparamos los de alrededor. Nahuys me toma de un brazo y me dice:

Adrián, me gustó mucho lo que vos dijiste recién. Vos sabés bien que nunca sale todo bien de entrada. No dejemos la impresión que uno aprieta un botón y listo. Acá hay muchísimas horas de ‘no-sueño’, de frustración, de zozobra. Muchas horas preguntándonos ¿Pero cómo puede ser que no lo podamos arreglar? Muchas horas de prueba y error. Así aprendimos, así aprendemos. Muchas ideas quedaron en el camino para dar lugar a las que hoy se pusieron en práctica. Decí también que yo, que estoy acá desde hace casi 20 años, cuando nosotros virtualmente “no existíamos”, no puedo creer que ahora esté todo el país atrás. Decílo... (con acento en la “i”).

Genovese agrega: Cuando vos preguntás qué podemos hacer “nosotros” que no pueden hacer los “otros”, no se trata solamente de conocimientos técnicos. Claro que esos los tenemos, pero hay dos cosas más en las que está basado todo esto: “Tiempo y Confianza para el Desarrollo”, por un lado, pero también, decí que esto sirve para combatir el “Colonialismo Mental”.

De eso se trata también. No hace falta ser arrogante ni presuntuoso, solo entender que nosotros también podemos, que no hay ni razas ni personas superiores. Pero hace falta que haya políticas de estado compatibles, que no te pidan un “resultado al otro día”. No funcionan las cosas así.

Cuatro

Salvo Página/12 no leo ningún otro diario. Sé que no está bien, pero es así. Con todo, le pedí al diariero, a quien conozco hace más de 30 años, que me traiga La Nación estos días. La portada del día jueves me dio pudor. Para los lectores del diario La Nación, quienes se informan –con todo derecho– de lo que pasa en el país a través de lo que les cuenta su diario, el Arsat-2 no salió. Es decir, sí, salió, pero en un renglón abajo. Después, en una nota de página par, el lugar que siempre tiene la encantadora y admirable Nora Bar, la extraordinaria periodista científica. El diario la ha dejado a un costado o en lugares menos relevantes, pero ella no dice nada: sigue con su trabajo minucioso como lo viene haciendo desde hace un cuarto de siglo. Su nota fue excelente, como siempre, pero la decisión política del diario me dio pena. Está muy bien estar en desacuerdo con el gobierno. Está bien ser selectivo con lo que uno quiere enfatizar. De hecho, este diario en el que yo trabajo también lo hace, y están en su derecho ambos grupos editoriales. Pero a lo que “no tienen derecho” es a decir que el partido salió 1 a 1 cuando lo ganó Argentina 2 a 0. Está todo bien, pero lo que es inaceptable es falsear el resultado. Peor aún: si el color político del presidente de la Nación fuera otro, ¿hubieran elegido dedicarle la misma atención? ¿O están castigando a la “clase científica” de la Argentina por un problema que tienen con quienes conducen el país hoy? Quiero decirles que todos tomamos nota, porque mañana, puede que cambie el presidente, pero los científicos vamos a ser los mismos, y estoy ‘casi’ seguro que entre los que participaron de los proyectos que terminaron en el Arsat-1 y Arsat-2, debe haber gente que no debe haber votado a los Kirchner. ¿Se sentirán bien ellos con esta decisión del diario?

Cinco

Con la misma idea o en la misma línea: ¿pueden ser la oposición tan injusta en el trato que le han dado al lanzamiento y a todo lo que tenga que ver con esta política del gobierno? ¿No sería, acaso, un gesto de grandeza reconocer que esto es un orgullo para todos los argentinos, independientemente del partido político que uno adhiera o defienda? A esta altura de mi vida, pagando un costo elevado porque me produce un enorme fastidio, aprendí a entender cómo se manejan los políticos que aspiran a conducir al país, pero, ¿no les da un poco de pudor haber “ninguneado” un acontecimiento que nos hace sentir un poco mejor a todos? Digo....

04/10/15 Página|12

La fiebre sube en Medio Oriente Por Enrique Lacolla

Las tornas estarían invirtiéndose en Siria como resultado del directo involucramiento ruso en el conflicto. Esta intervención de ser vista en el contexto de los acontecimientos mundiales de los últimos 20 años.

La temperatura ha subido bruscamente en oriente medio. Y no se trata de un fenómeno climatológico. Aviones rusos han comenzado a bombardear con intensidad objetivos del llamado Estado Islámico en Siria. Aviones y helicópteros de esa procedencia operan desde la base siria de Latakia, mientras se rumorea la pronta participación de aviones chinos en esa misma tarea. Aviones rusos obligaron a alejarse a cazas F-16 de Israel de las proximidades de esa base, lo que implícitamente significa que el espacio aéreo sirio se encuentra ahora bajo la protección moscovita. Se observa un notable incremento del tránsito de navíos de guerra rusos por el estrecho del Bósforo, desde y hacia la base naval que Rusia posee en Tartus, en la costa siria. Tropas de Hizbollah han bajado desde el Líbano y están cooperando con el ejército sirio. El gobierno checheno ha ofrecido a Moscú participar con efectivos terrestres contra las tropas del EI. Grupos de combatientes iraníes ya están haciéndolo. El ejército sirio y los peshmerga kurdos preparan a su vez una vasta ofensiva para desalojar en forma definitiva a los terroristas del EI de sus bastiones pues, como es sabido, los bombardeos pueden ablandar al enemigo, pero la victoria sólo surge de una efectiva ocupación del terreno.

Contrariamente a lo que ha ocurrido con los episódicos bombardeos que los estadounidenses, turcos o franceses lanzaron contra las posiciones del EI en las últimas semanas o meses, los “raids” rusos parecen haber sido muy efectivos, destruyendo material, afectando las comunicaciones y complicando el despliegue logístico de las fuerzas del EI. Según medios independientes ello estaría determinando la evacuación por los fundamentalistas de algunos puntos y el envío de los familiares de los yihadistas a lugares allende la frontera.

La aparición en fuerza de los rusos en el escenario sirio ha suscitado las protestas del gobierno turco, aunque este haya sido este uno de los responsables primeros del abastecimiento, circulación e inserción de los terroristas de Daesh en ese espacio. La prensa occidental, por supuesto, denuncia la injerencia rusa, sin preocuparse poco ni mucho en destacar el intervencionismo descarado y brutal que la OTAN, piloteada por Estados Unidos, viene practicando en la zona durante dos décadas o más.

Una objeción que puede hacerse a la intervención rusa es la alegación que los rusos formulan en el sentido de que con ella protegen su propia existencia. El argumento ha sido usado muchas veces por Estados Unidos a propósito de sus propias intervenciones en el exterior. Conviene señalar, sin embargo, que sostener, como Washington lo ha hecho siempre, que las fronteras que garantizan su seguridad se encuentran en Vietnam, Corea, Afganistán y mil otros puntos remotos del globo es una manifiesta impostura, toda vez que Vietnam, por ejemplo, se encuentra a unos 14.000 kilómetros de Washington. Los rusos, en cambio, tienen a poca distancia del “vientre blando” de su frontera meridional, pueblos que han sido repetidamente intervenidos tanto por los rusos como por los adversarios globales de Moscú, pueblos en los cuales existe un campo propicio para el crecimiento del fundamentalismo, que puede ser dirigido, como lo ha sido muchas veces en el pasado, contra la Federación Rusa o contra los mismos pueblos musulmanes que ocupan esa frontera y que se integraran en general bien a la Unión Soviética.


Nueva situación

La nueva situación implica que el juego maquiavélico desplegado por Estados Unidos, Israel, Turquía y Arabia Saudita en Siria, al incentivar las disensiones internas de ese país y llevarlas al punto de una guerra civil que contabiliza ya 240.000 muertos, esté siendo contrarrestado por primera vez. No es poca cosa y demuestra que, probablemente, los tiempos del patronazgo imperial y de la arrogancia global han entrado en crisis.

Aunque Rusia se esfuerza todavía en mantener la ficción de una amistad con occidente que negaría la existencia de una posguerra fría, todo indica que, a causa precisamente de los desplantes y desmedidas ambiciones del sistema-mundo, el resurgir ruso después de la degradación posterior a la caída del comunismo es cosa cierta. Si no como polo ideológico opuesto al capitalismo, sí como potencia capaz de pesar en el escenario global. Cosa que viene muy bien a los países que tratan de escapar del cepo imperialista. La buena voluntad que Rusia había desplegado hacia occidente después de la caída del muro ha pasado a la historia. Vladimir Putin no pudo poner de manera más manifiesta su disenso con Washington y la Unión Europea que como lo hizo en el discurso que pronunció en la ONU a propósito del tema sirio. En su opinión, Bashar al Assad es el legítimo mandatario de un país soberano, debe permanecer en su cargo y ser parte de cualquier arreglo tendiente a finalizar con la guerra civil una vez que los terroristas del EI hayan sido eliminados.

Aunque presentado en el marco de una contribución rusa al esfuerzo que se supone están realizando Estados Unidos y Francia para frenar la barbarie de los energúmenos de Daesh, no se puede disimular la contradicción que existe entre estos conceptos y los proclamados por Barack Obama ante la misma asamblea, calificando a Assad como un tirano que no vacila en derramar la sangre de su pueblo y cometer atrocidades contra él, datos por los cuales automáticamente se excluye de la comunidad civilizada y se torna en un interlocutor imposible. Es por esta razón que Estados Unidos debe hacer todo lo necesario para echarlo del poder. La “excelencia” y la “singularidad ética” que el establishment norteamericano otorga por sí y ante sí a su propio país, marca a este la obligación y el derecho a intervenir allí donde haga falta…, y donde sus intereses estén en juego.

La batalla por la hegemonía

El cinismo de la política imperialista ha alcanzado registros insoportables, incluso para quienes se encargan de desmontar las palpables mentiras que adornan su discurso y están acostumbrados a hacerlo. Como se dijo en otras oportunidades, lo que se ventila en medio oriente es parte de la batalla por la hegemonía mundial -en el caso de Estados Unidos y la UE- o por el establecimiento de algún tipo de balance internacional que se articule en una multipolaridad de poderes tengan algo que decir y que decidir respecto a su propia suerte. Postura que comparten Rusia y China, y que asimismo es la que conviene a las sociedades de los países emergentes o en desarrollo.

Siria es el último en la larga serie de países que, por disponer de recursos estratégicos u ocupar una posición geopolítica muy importante, ha sido objeto de una agresión que combina todos los expedientes –económicos, comunicacionales, diplomáticos y militares- para lograr su cancelación como estado. Ya tuvimos, en tiempos recientes, los casos de Yugoslavia, Afganistán, Irak, Irán, y Libia. Si Irán no ha sido borrado del mapa y, por el contrario, parece haber llegado a un arreglo con Washington en torno al tema de la restricción de su política nuclear, ha sido porque es vecino de Rusia y porque su integridad en este momento importa mucho a esta y a China, que verían en su destrucción el prolegómeno de su propio destino.

La embestida contra Siria, en realidad, representaba un peldaño en el escalonamiento contra Irán. Resulta por lo tanto desconcertante y contradictorio que Barack Obama, tras haber solventado con bastante elegancia ese contencioso, prosiga haciendo alarde de su hostilidad hacia el presidente que representa a la fracción de la población siria que se siente más estrechamente unida a Irán por lazos religiosos: la alauita, una rama del chiismo. Esto es, una de las dos fracciones -la otra es la suní- en que se dividen los musulmanes en una región que tiene a Irán como punto focal del chiismo y que alcanza a zonas de Irak, Siria y Afganistán.

Tal vez la necesidad de mantener el tipo en el frente interno esté obligando al mandatario norteamericano a reafirmarse en su agresividad frente a al Assad, pero la verdad es esa actitud lo pone en un atolladero y lo más probable es que lo lleve a terminar perdiendo justamente lo que intentaría conservar: su credibilidad política.

El factor más imprevisible de la política mundial en este preciso momento es Estados Unidos. Porque si bien el proyecto hegemónico patrocinado por los “think tank” del NSC (National Security Council), del Departamento de Estado y del Pentágono (más las miríadas de especialistas que pululan en la CIA y en los restantes recovecos del poder) ha comenzado a hacer agua, los elementos que los integran están ahí. El lobby proisraelí en el Congreso también. La situación ha contribuido a exasperar al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien exteriorizó su ira en su alegato ante la asamblea general de las Naciones Unidas, donde sobre todo volvió a arremeter contra Irán, descalificando al tratado de desarme nuclear que ese país ha comprometido con Estados Unidos. Una combinación de esos factores con el frenesí de la derecha israelí puede generar una explosión de consecuencias. El senador republicano John McCain –un “halcón” en materia de política exterior-, denunció que los rusos habían bombardeado dispositivos de la CIA y solicitó del presidente Obama que se equipe a los rebeldes sirios (nos preguntamos si a los yihadistas también) con cohetes antiaéreos, en una reproducción del expediente que tan buen resultado táctico dio a los estadounidenses y a Osama Ben Laden en Afganistán.

Es improbable, creemos, que este tipo de expediente prospere. Podemos equivocarnos, desde luego, pero el acuerdo con Irán podría estar señalando que una parte del establishment ha comprendido la inviabilidad del proyecto de establecer una hegemonía global y que por lo tanto, paso a paso, habrá que arribar a una solución que contemple la remodelación del mundo de acuerdo a parámetros más sensatos. ¿Será así o se trata tan solo de un rasgo de racionalidad que no tardará en ser borrado por los demonios que incuba el sistema?

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Voto cantado, sí, pero música de protesta Por Mempo Giardinelli

Escribo esta nota en base al siguiente razonamiento: nunca me consideré kirchnerista, pero acompañé y celebré la mayoría de las grandes decisiones nacionales y populares de los últimos doce años. Consecuentemente, ahora me encuentro en cierto modo forzado a votar a un candidato que promete una continuidad atemperada, acaso poco creíble, y me sobran resistencias.

Esta duda es común a muchos compatriotas que el 25 de octubre van a votar, posible, casi seguramente, por la fórmula Daniel Scioli-Carlos Zannini. Pero además, a quienes no tenemos por qué tragar sapos y jamás lo hicimos, esa duda nos coloca en una posición incómoda, crítica y hasta desagradable.

Los candidatos del kirchnerismo, ciertamente, ya están fuera de discusión. Están instalados, muchas encuestas los dan triunfadores en las urnas, y por el bien del país uno espera que sea efectivamente así. La paz de la república y la necesidad de frenar el bestiario desaforado que representa una oposición ciega y conducida desde diarios y sistemas comunicacionales corruptos y antinacionales, hacen pensar que lo mejor es que triunfen y ojalá que el triunfo sea holgado, no haya ballottage y la pesadilla que significaría el Sr. Macri como presidente sea sólo eso: una pesadilla que se disuelve el 25 de octubre.

Uno tiene que hacer oídos sordos, entonces, cuando ve videos como un compacto de YouTube en el que Daniel Scioli habla del menemismo en los años 90. Aún sin mala leche ni adjetivaciones, habla por sí solo.

Claro que es un hecho que prácticamente toda la dirigencia kirchnerista también pasó, con diferentes gradaciones, por el menemismo, y aplaudió y consintió aquel desastre neoliberal que nos condujo al horrible 2001. No es para que se rasguen ahora las vestiduras, pero la verdad es que casi ningún dirigente saldría indemne de un archivazo de ese tipo. Y no sólo kirchneristas, vamos. Que si se aplican esas varas para macristas, massistas, radicales y socialistas, y aún para cierta izquierda loca que tenemos, el resultado es para llorar. Youtube es implacable, en este sentido.

Por eso me parece válido pensar, en estos días, que muchos, muchísimos de los que somos “voto cantado” y vamos a votar Scioli-Zannini estamos, acaso, verdadera y prácticamente entrampados. No nos convence el candidato porque no transmite confianza política; porque en la provincia no hizo un gobierno inolvidable; porque su estilo amiguero lo hace demasiado moderado y es de temer que clarines, naciones, la tele y el empresariado feroz se lo van comer crudo y rápido.

Entrampados, o sea, pero claro, uno mira alrededor y ve que la oposición presagia todo lo peor. Denuncian corrupción los que fueron corruptos y no hay pecado kirchnerista que ellos, los que prometen “cambiar”, no hayan cometido. Y cometen a diario en los espacios que gobiernan. Están podridos moralmente, y si la inmensa mayoría de los argentinos no lo ve, no lo quiere o no puede verlo, es porque son manipulados por el aparato comunicacional más extraordinario que hayamos visto. Por eso la oposición tiene el descaro de quejarse de las “cadenas” que bien hace en utilizar la Presidenta, forzada casi a diario a denunciar la mentira de los grandes medios.

Así, claro, los muchísimos ciudadanos/as llenos de dudas realmente no podemos no votar Scioli-Zannini.

Pero no por eso tenemos que hacer un voto manso, me parece. Personalmente prefiero, y sé que no estoy solo, un voto positivo pero también de protesta porque el kirchnerismo, y empezando por la Presidenta, la pifió en este punto. Esta columna lo sostuvo en todo momento: a las PASO se debía ir con varios candidatos y entonces nosotros, millones de votantes, hubiésemos tomado la decisión. Más democrática, ni se diga, pero además sin esta sensación de que nos impusieron un candidato que no enamora, que no tiene brillo, que no garantiza continuidad de lo mejor que se hizo estos 12 años y cuya perspectiva presidencial puede ser –y ojalá estemos errados– un salto al vacío. Que es decir al precipicio.

Y no se piense que es una hipótesis apocalíptica. Basta pensar en el muy barajado, posible equipo ministerial que acompañaría a Scioli-Zannini. Desde las hipótesis más interesadamente astutas de La Nación y Clarín, hasta las más resignadamente kirchneristas, se especula así: jefe de Gabinete, lógicamente, Alberto Pérez; Jorge Telerman en Cultura y el gobernador entrerriano Sergio Urribarri en Interior. Acaso Julián Domínguez en Agricultura, y el ex gobernador mendocino Sr. Pérez en Cancillería. Y si eso no te inquieta, agarrate Catalina con los nombres y carteras que siguen y hacen pensar en una especie de aterrador Gabinete del Dr. Caligari criollo: el sanjuanino Sr. José Luis Gioja podría ir a Medio Ambiente... El Sr. Alejandro Granados a Defensa... El Sr. Maurice Closs a Turismo... y el Sr. Ricardo Casal, hombre cercanísimo a Scioli, no necesariamente iría al Ministerio de Justicia como todo mundo cree, sino quizás a la Suprema Corte. Donde seguramente habrá también un ministro radical (acaso el Sr. Ernesto Sanz) y algún par de esperpentos de la tradicional y conservadora “familia judicial”.

Súmesele que la economía parece que dejará de depender de la política –como hasta ahora y como se debe– y es casi seguro que se dividirá en áreas a cargo de por lo menos tres B: los señores Bein, Blejer y Batakis (única mujer en danza, por cierto, lo que no deja de ser escandaloso en las apuestas). Nada hace pensar entonces que no habrá conflictos y tironeos, y es una verdadera incógnita cómo se enfrentará a los fondos buitres de afuera y a sus primos los cuervos locales.

Los lectores advierten, seguro, que este artículo no tiene más intención que la de declarar que quien firma es voto cantado, sí, pero en todo caso de canción de protesta.

05/10/15 Página|12

 

Y SI....MIREN A NIEMBRO SI NO

El premio Nobel de Literatura, en un reveledor diálogo con Andrés Oppenheimer en la SIP; mostró su preocupación por el futuro de la región, en especial de…
LANACION.COM.AR

Edi Zunino respondió a una editorial que el conductor de C5N hizo en su programa este domingo. La Revista Noticias había denunciado en su tapa de…
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El “delito” de investigar Por Alejandro Horowicz

Con 170 votos a favor, 14 abstenciones y ningún voto en contra, diputados aprobó crear una comisión de investigación bicameral. ¿El objeto? Estudiar el comportamiento de los grupos económicos durante la dictadura que asoló la Argentina entre 1976 y 1983.

En un comunicado de dos párrafos, el primero de la presidencia de Adrián Kaufmann Brea, la Unión Industrial Argentina (UIA) manifestó su "rechazo al proyecto de ley para crear una Comisión Bicameral de identificación de las posibles complicidades económicas durante la última dictadura militar”. 

Sostiene la entidad empresaria que "el derecho de defensa y la independencia de quienes deben juzgar los eventuales ilícitos solamente pueden ser garantizados mediante procesos realizados por el Poder Judicial, ya que este es el único Poder con facultades constitucionales para administrar Justicia". Como si una comisión investigadora pusiera en tela de juicio la administración de la justicia. Por cierto, no son los únicos en tratar de impedir su funcionamiento. 

La Asociación Empresaria Argentina (AEA) rechazó por "inoportuno y estigmatizante" el proyecto que crea una comisión bicameral para investigar la "complicidad y participación" de empresas en la última dictadura militar. No puede no sorprender que investigar resulte inoportuno, pero desde el momento que añaden estigmatizante algo queda claro: para AEA el resultado de la indagación no puede no comprometer a varios de sus integrantes. La asociación, que enrola a las 500 empresas que más facturan en el país, entiende que "tal como lo establece la Constitución Nacional, todo ilícito que se cometa en cualquier ámbito, debe ser penalizado mediante el debido proceso por el Poder Judicial". Subrayó que "este proyecto es particularmente inoportuno en un momento en que debe fomentarse la concordia entre todos los argentinos". Y saber que paso, se sabe, solo puede fomentar la “discordia”. 

Vale la pena observar la trastienda del rechazo empresario. Al parecer, el comunicado de la UIA fue fogoneado por el tándem Arcor-Techint. No es un secreto que ambos grupos respaldaron a Kaufmann para presidir la entidad, y por tanto sus opiniones pesan. De todos modos el comunicado fue el producto de una durísima reunión de junta directiva. No se trató de desacuerdos de fondo, sino de evaluaciones encontradas sobre el sentido de la oportunidad política. Muchos se preguntaron cómo impactará semejante declaración en el último tramo una campaña presidencial. Una cosa es clara, todas las abstenciones en la cámara de diputados, votos en contra no hubo, son del PRO y sus aliados. Ninguna otra fuerza se opuso, nadie quiere “regarle el tema” al oficialismo, y por tanto nadie esta dispuesto a aparecer en publico como enemigo de investigar evidentes complicidades empresarias.

Una historia sencilla.

Entre los que impulsaron el documento de la UIA, tal como se conoció, se cuentan el operador de Techint Luis Betnaza, y el titular de la Coordinadora de Industrias Alimentarias (Copal), Daniel Funes De Rioja; en su condición de abogado Funes De Rioja aportó los débiles argumentos legales para redactarlo. A nadie se le escapa que investigar no es "juzgar" y que tanto la UIA como AEA confunden ex profeso una cosa con la otra. Durante la reunión, Betnaza se trenzó fuerte con el diputado del Frente Renovador, José Ignacio de Mendiguren, quien votó a favor de la iniciativa en la Cámara Baja. El ex presidente de la UIA intentó explicarle al operador de Paolo Rocca los pormenores de la dinámica parlamentaria, pero el gerente no quiso oír razones. La idea de una investigación parlamentaria, que haga foco en la relación entre la dictadura terrorista y los grupos empresarios, le quita el sueño. Pero una cosa es desviar semejante investigación sin comprometerse, y otra rechazarla públicamente. 

Por eso, algunos dirigentes de la Unión Industrial, con mejor manejo de la escena mediática, se agarraban la cabeza por lo que consideran una insuperable torpeza por parte de Kaufmann. Al meterse con un tema que estaba fuera de la agenda de campaña, automáticamente lo incluye. Por tanto, para evitar males mayores ningún dirigente de la UIA responderá ninguna requisitoria periodística sobre tan delicado asunto. Por lo menos hasta que el Senado no se haya pronunciado sobre el tema, cosa que la UIA espera suceda tras la elección presidencial. 

Eso no es todo. Kaufmann se había comprometido a no aparecer como un representante neto de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que dirigen entre Techint, Arcor y Clarín, sino a ser visualizado como un negociador equilibrado entre el gobierno y los industriales; AEA, en cambio, actúa desde una línea marcadamente opositora, mientras la UIA intenta conservar las formas. Y lo cierto es que, en una materia tan explosiva, la UIA y AEA resultan imposibles de distinguir. 

El rechazo da a entender que existe temor en la cúpula empresaria. Que una investigación sobre el papel que jugó el poder económico durante la última dictadura, los compromete frente a la sociedad. En el momento de presentar el proyecto en el recinto, el diputado del FPV Héctor Recalde mencionó a Mercedes Benz, Molinos, Bunge y Born, Ledesma y Papel Prensa, y ninguna de estas empresas integra el directorio de la UIA, pero si forman parte de AEA. 

Sólo la minoritaria CGE, de Ider Peretti, expresó que "nosotros apoyamos que se esclarezcan todos los hechos aberrantes que sucedieron en el país con protagonismo, no sólo de los militares, sino también con la participación de grupos económicos que se beneficiaron durante esos años". Axel Kicillof, por su parte, consideró que "el proyecto económico fue la causa profunda y central de la dictadura militar". Ese es el punto.

Una lectura nauseabunda

Uno se los éxitos propagandísticos más notables construyó un interesado equívoco: la dictadura militar del '76 fue una responsabilidad exclusiva de las FF AA. Eso sí, contaron con algunas complicidades civiles, pero fuera de estos "colaboracionistas" con nombre y apellido, la compacta mayoría soportó aterrada los gobiernos de las Juntas Militares. De un lado estaban los "civiles" victimas del terror, y del otro los militares que lo propinaban. De modo que bastaba con mandarlos al cuartel, impedir los golpes de Estado, para que todo volviera a la normalidad democrática. 

La teoría de los dos demonios, impulsada por el gobierno radical del '83, resultó una curiosidad teológica. No es habitual que dos males se enfrenten, mas bien uno debe encarnar el "bien" y el otro a Satán. La versión tradicional la contó Jorge Rafael Videla, y los "subversivos" no sólo eran el mal absoluto, sino que resultaban imposibles de vencer, salvo con los métodos empleados. Es decir, sin una política de tortura, violación, desaparición y muerte, sin la cadena de delaciones y sin los robos justificados como "botín de guerra", Argentina se transformaría en la Cuba castrista. Para impedirlo, los oficiales patriotas garantizaron "nuestro estilo de vida".

Esa versión tenía una "ventaja" decisiva: salvo los militares, nadie era responsable de nada. Había victimas y victimarios, los beneficiarios no existían. Hace 30 años, con la primera edición de Los cuatro peronismos, sostuve que ese relato mentiroso "borraba" los beneficiarios sociales de la política de terror. En Las dictaduras argentinas demostré que el bloque de clases dominantes cambió de programa del partido del Estado en 1975, y que el ignoto ingeniero Rodrigo, ministro de María Estela Martínez de Perón, expresó el nuevo. José Alfredo Martínez de Hoz no hizo más que llevarlo hasta sus consecuencias finales, y la "democracia de la derrota" –con otros instrumentos, pero con los mismos "especialistas"– prolongó su validación hasta el estallido de 2001. 

La posibilidad de un nuevo programa del partido del Estado, de un proyecto sudamericano capaz de impedir que nuestra región se transforme en mero apéndice del mercado mundial, requiere establecer de un modo inequívoco las responsabilidades del '76. Sólo la verdad nos hará libres, o al menos permitirá entender quiénes y con qué instrumentos posibilitaron semejante decadencia nacional. Por tanto, la importancia de la comisión bicameral no puede ser ignorada, ya que de su trabajo depende mucho más que la suerte del próximo gobierno. 

05/10/15 Tiempo Argentino
 
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