Cuando los pistoleros encapuchados del Estado Islámico (EI) se infiltraron en los suburbios de Palmira el 20 de mayo, la mitad de los equipos de procesamiento de petróleo y gas de las plantas de Assad Sulieman –50 hombres en total– estaban cumpliendo su turno de 12 horas en el campo de petróleo Hayan a 28 kilómetros de allí. Fueron los afortunados. Sus 50 colegas que no estaban de servicio estaban durmiendo en sus casas junto a la antigua ciudad romana. Veinticinco de ellos pronto estarían muertos, entre unos 400 civiles –entre ellos mujeres y niños– que iban a morir en las próximas horas a manos de la milicia islamista que cada sirio llama ahora por su sigla, autodenominada Daesh.
Ahmed, ingeniero de Petróleo –que eligió este nombre para proteger a su familia en Palmira– estaba, por casualidad, completando un curso en la Universidad de Damasco en el día fatal cuando Palmira cayó. “Yo estaba horrorizado”, dijo. “Traté de llamar a mi familia. Todavía era posible llegar a través del teléfono. Dijeron Daesh (también conocido como EI) no dejaba que nadie dejara su hogar. Mi hermano más tarde salió a la calle. Tomó fotos de cuerpos. Habían sido decapitados, todos hombres.”
“Se las arregló para enviarme las fotografías desde Raqqa (la ciudad controlada por EI) por Internet, que es la única comunicación que funcionaba allí.”
Algunas de las fotografías son demasiado terribles para publicar. Muestran cabezas a varios metros de los cuerpos, sangre corriendo por los arroyos a través de una calle de la ciudad. En una, hay un cuerpo en una calle mientras dos hombres pasan en una bicicleta. Tan pronto después de la captura de Palmira los hombres fueron masacrados que las vidrieras todavía se pueden ver en las fotografías. Están pintadas con las dos estrellas y los colores de la bandera rojo-blanco-y-negro del gobierno sirio.
“El Daesh obligó a las personas a dejar los cuerpos en las calles durante tres días”, continuó Ahmed. “No se les permitió a recoger los cuerpos o enterrarlos sin permiso. Los cadáveres estaban por toda la ciudad. Mi familia dijo que el Daesh vino a nuestra casa, dos hombres extranjeros –uno que parecía ser un afgano, otro de Túnez o Marruecos porque tenía un acento muy pesado– y luego se fueron. Mataron a tres enfermeras. Una fue muerta en su casa, otro en casa de su tío, una tercera en la calle. Tal vez fue porque ayudaron al ejército como enfermeras. Algunos dijeron que fueron decapitadas, pero mi hermano dijo que fueron baleadas en la cabeza.”
En medio del pánico por huir de Palmira, otros perecieron cuando sus coches pasaron sobre explosivos colocados en las carreteras por los pistoleros islamistas. Uno era un general sirio retirado de la familia Al Daas, cuya esposa farmacéutica de 40 años y su hijo de 12 años murieron cuando las ruedas de su coche tocaron los explosivos. Informes posteriores hablaron de las ejecuciones en el antiguo teatro romano en medio de las ruinas de Palmira.
El director de la planta de procesamiento de gas y petróleo de Hayan, Assad Sulieman, sacudió la cabeza con incredulidad cuando escuchó el relató de la ejecución de su personal fuera de servicio. Algunos estaban, cree, presos en los campos de gas que habían caído en manos del Estado Islámico. Otros fueron simplemente sacados de sus casas y asesinados porque eran empleados del gobierno. Durante meses antes de la caída de Palmira, había recibido una serie de llamadas telefónicas terroríficas de los islamistas, una de ellos cuando hombres armados estaban sitiando una planta de gas vecina.
Dijo: “Llamaron a mi teléfono, aquí en mi oficina, y dijeron: ‘Vamos por usted’. Yo les dije: ‘Estaré esperando”. El ejército los alejó pero mi personal también recibió estas llamadas telefónicas aquí y estaba muy asustado. El ejército protegía tres de nuestros campos entonces y los echaron”. Desde la caída de Palmira, las amenazas telefónicas continuaron, a pesar de que Daesh cortó todos los teléfonos móviles y fijos en su ciudad recién ocupada.
Otro joven ingeniero en Hayan estaba en Palmira cuando el Estado Islámico llegó. Tanto miedo tenía cuando habló que incluso se negó a dar su propio nombre. “Yo había vuelto a Palmira dos días antes y todo parecía estar bien”, dijo. “Cuando mi familia me dijo que habían llegado, me quedé en casa y también lo hizo mi madre y mi hermano y hermanas y no salí. Todos sabían que cuando estos hombres llegan, las cosas no son buenas. La electricidad se cortó durante dos días y luego los hombres armados la restauraron. Teníamos bastante comida, éramos una familia acomodada. Nos alojamos allí una semana, tuvimos que arreglar nuestros asuntos y nunca realizaron búsquedas en nuestra casa.”
La evidencia del hombre demostró la naturaleza casi fortuita de la conducta de EI. Una semana después de la ocupación, la familia hizo su salida de la casa –las mujeres totalmente cubiertas– y tomó un autobús a la ciudad ocupada de Raqqa y de allí a Damasco. “Miraron mi ID, pero no me preguntaron por mi trabajo”, dijo el hombre. “El viaje en autobús fue normal. Nadie nos impidió irnos.” Al igual que Ahmed, el joven trabajador petrolero era un musulmán sunnita, la misma religión que la de los seguidores de la Daesh, pero no tenía dudas acerca de la naturaleza de los ocupantes de Palmira. “Cuando llegan a cualquier lugar –dijo– no hay más vida.” Llevó dos horas llegar a 30 kilómetros de Palmira; las últimas tropas sirias están estacionadas a diez kilómetros de la ciudad.
Al oeste se encuentra la gran base aérea siria de Tiyas –con nombre en código T-4 por la antigua cuarta estación del oleoducto iraquí-palestino– donde vi un cazabombarderos Mig despegando al atardecer y aterrizando nuevamente. Platos de radar y bunkers de concreto protegen la base y se puede ver a las tropas sirias en el interior de una serie de fortalezas de barro a cada lado de la carretera principal a Palmira, defendiendo sus reductos con ametralladoras pesadas, artillería de largo alcance y misiles.
Las tropas sirias patrullan la carretera cada pocos minutos en camionetas y no ocultan sus precauciones. Señalaron el lugar de un artefacto explosivo improvisado encontrado unas horas antes –más de 45 kilómetros al oeste de Palmira–. Más abajo en la carretera estaban los restos de camiones bomba que habían sido impactados por cohetes sirios. Assad Sulieman, el director de la planta de gas, declara que su padre lo nombró en honor del padre del presidente Bashar al Assad Hafez. Describió cómo los rebeldes islamistas habían destruido totalmente una planta de gas cerca Hayan el año pasado, y cómo sus trabajadores la habían restaurado totalmente para la producción en cuestión de meses utilizando equipos de otras instalaciones. La capacidad de producción de su planta ha sido restaurado a tres millones de metros cúbicos de gas por día para las centrales eléctricas del país y seis mil barriles de petróleo para la refinería de Homs.
Pero el hombre que entiende los riesgos militares es el general Fuad. Como todos los demás en la zona de Palmira, prefiere usar sólo su primer nombre. Un oficial profesional cuya mayor victoria sobre los rebeldes en una sierra cercana llegó en el momento en que su hijo que era soldado, fue asesinado en la batalla de Homs. El no oculta “el gran choque” que sintió cuando cayó Palmira. Cree que los soldados habían estado luchando durante mucho tiempo en defensa de la ciudad y no esperaban el ataque masivo. Otros militares –no generales– dicen que el Estado Islámico avanzó en un frente de 75 kilómetros, abrumando al ejército en el momento.
“Ellos no podrán llegar más lejos”, dijo el general Fuad. “Luchamos contra ellos cuando atacaron tres campos el año pasado. Nuestros soldados irrumpieron en algunas de sus sedes locales en la montaña Shaer. Encontramos documentos sobre nuestras instalaciones de producción, encontramos libros religiosos de las ideas Takfiris. Y encontramos ropa interior.”
¿Qué –le pregunté– estaría haciendo el Estado Islámico con la ropa interior? El general no sonreía. “Pensamos que tal vez ellos capturaron mujeres yazidi con ellos, las que fueron secuestradas en Irak. Cuando nuestros soldados llegaron a su sede, vimos algunos de sus oficiales huir con algunas mujeres.”
Pero el general, al igual que casi todos los demás oficiales sirios que conocí en esta visita al desierto –y todos los demás civiles– tenía un pensamiento en su mente. Si los americanos estaban tan dispuestos a destruir al EI, ¿no saben a través de los satélites que miles de hombres armados se estaban concentrando para atacar a Palmira? Por cierto no le dijeron a los sirios de esto. Y tampoco los bombardearon, aunque debe haber habido abundantes objetivos para la fuerza aérea de Estados Unidos en los días antes del ataque a Palmira, incluso si a Washington no le gusta el régimen de Assad. Una pregunta, entonces, que todavía no tiene respuesta.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
sábado, 6 de junio de 2015
ZELMAR MICHELINI (H) HABLO DE LA DESAPARICION DE SU PADRE, EN UN TRIBUNAL ITALIANO Testigo del Cóndor en Roma
En el juicio contra militares y civiles latinoamericanos, Zelmar Michelini habló de su padre y de cómo fue secuestrado y asesinado, estando él mismo en la habitación del hotel Liberty de Buenos Aires cuando los militares llegaron y se lo llevaron.
Por Elena Llorente
Desde Roma
“Es importante para mí haber venido a Roma para este juicio. También mi padre vino a la capital italiana en 1974 para declarar ante el Tribunal Russell, que se ocupó de la situación en América latina. En esa ocasión él expuso el caso de Uruguay que había sufrido el golpe de Estado pocos meses antes. El discurso fue muy elogiado y tuvo mucho impacto. Fue la primera gran denuncia por el caso uruguayo que hasta ese momento había sido opacado por lo que ocurría en Chile”, contó el periodista uruguayo Zelmar Michelini a Página/12, luego de haber sido interrogado ayer como testigo en el juicio contra militares y civiles latinoamericanos implicados en el plan de eliminación de opositores políticos conocido como Cóndor.
Michelini es hijo del reconocido periodista y político del mismo nombre, fundador del Frente Amplio de Uruguay y que fuera asesinado en Buenos Aires en 1974. Ayer Michelini hijo fue interrogado durante dos horas y media por los jueces y fiscales de Roma. En la sala del tribunal de la cárcel de Rebbibia, donde se está llevando a cabo el proceso aunque el caso de su padre no está incluido en este juicio, Michelini habló largamente de su padre y de cómo fue secuestrado y asesinado, estando él mismo en la habitación del hotel Liberty de Buenos Aires cuando los militares llegaron y se lo llevaron. En realidad Michelini aparece como testigo por el caso de Daniel Banfi, otro uruguayo sobre cuya desaparición su padre investigó. “Los fiscales me pidieron que hablara de mi llegada a Buenos Aires en 1974 y de la situación de mi padre. Me preguntaron detalladamente sobre la responsabilidad de las autoridades uruguayas, sobre el Consena, el Consejo de Seguridad Nacional y sobre la responsabilidad de Juan Carlos Blanco, ministro de Relaciones Exteriores durante los militares”, explicó. También habló de Jorge Néstor Troccoli, exponente de la marina uruguaya que actualmente vive en Italia con ciudadanía italiana.
Entre todos los acusados en la causa Banfi, Blanco es uno de los pocos que quedan con vida. Está preso en Uruguay, condenado a 20 años por el caso de la maestra Elena Quintero. Fue condenado también a 31 años por el golpe de Estado y está a la espera de la condena definitiva por el caso Michelini. Son 16 los militares y civiles procesados en este proceso Cóndor.
“Yo tenía 18 años y viví con mi padre en el hotel Liberty, en una pieza chiquita con dos camas. Tres de mis hermanas y sus esposos ya vivían en Buenos Aires, pero en sus casas –dijo además–. La primera cosa que mi padre me dijo cuando llegué a Buenos Aires fue la de tener cuidado porque había policía por todos lados. A veces hasta se instalaban policías dentro del hotel. En otras ocasiones salíamos y veíamos que nos seguían. Yo estaba con él el día que llegaron los militares al hotel y se lo llevaron. Con uno de mis hermanos fuimos a hacer una denuncia en Uruguay, pero los militares no quisieron aceptarla aduciendo que ellos no tenían nada que ver.”
Junto a Zelmar Michelini, que es un reconocido periodista de la Agencia France Presse y vive en París, fueron interrogados en estos días otros testigos uruguayos, entre ellos Aurora Meloni, viuda del desaparecido Daniel Banfi que, en septiembre de 1974, junto a otros cuatro compatriotas, fue secuestrado en Buenos Aires y apareció asesinado en Montevideo. “El clima se había complicado en Buenos Aires después de la muerte de Perón el 1º de julio de 1974. Cuando secuestraron a Banfi, Aurora Meloni le pide ayuda a mi padre. Y mi padre le dice y me confirma que Campos Hermida, un policía uruguayo que estaba operando en Buenos Aires, está detrás del asesinato de Banfi. Yo a Banfi no lo conocía, pero mi padre conocía a parte de su familia. Por esta razón soy testigo en este juicio”, añadió.
–¿Por qué el caso de su padre no fue incluido en este proceso Cóndor?
–Mi padre no tenía nacionalidad italiana ni era de origen italiano porque mis antepasados eran originarios de Trento, que si bien ahora es italiana, cuando nació mi tatarabuelo pertenecía al imperio austríaco.
–¿Cuáles son sus expectativas sobre este proceso?
–Este juicio me parece muy importante porque la instrucción fue muy larga (desde 1999), pero permitió un gran acopio de materiales. Lo importante es: cuanto más se juzguen y se condenen los delitos de lesa humanidad, tanto mejor.
–¿Cree que habrá justicia?
–Hace unos cuantos años que estamos pidiendo justicia. Pero yo soy optimista. La parte punitiva de los juicios que hacemos, puede quedar un poco en la nada porque dentro de algunos años al 80 u 85 por ciento de los justiciables se lo habrá llevado el tiempo. Pero más allá de lo punitivo están los principios, la reivindicación histórica y que quede, por ejemplo en la jurisprudencia uruguaya, que los crímenes de lesa humanidad no prescriben, ya que en Uruguay se argumenta que la desaparición forzada no es un delito de lesa humanidad porque Uruguay reconoció los delitos de lesa humanidad recién en 1995. Por ejemplo, cuando los nazis fueron juzgados en Nuremberg, lo fueron en base a una figura jurídica que no existía cuando ellos cometieron los crímenes. Pero los crímenes eran tan monstruosos que se aceptó juzgarlos de esa manera.
En este juicio por el Plan Cóndor –que costó la vida a miles de personas– son juzgados desde el 12 de febrero militares y civiles de Chile, Perú, Bolivia, 16 de ellos de Uruguay, acusados de la desaparición de 23 ciudadanos de origen italiano en Argentina, Paraguay y Brasil.
Por Elena Llorente
Desde Roma
“Es importante para mí haber venido a Roma para este juicio. También mi padre vino a la capital italiana en 1974 para declarar ante el Tribunal Russell, que se ocupó de la situación en América latina. En esa ocasión él expuso el caso de Uruguay que había sufrido el golpe de Estado pocos meses antes. El discurso fue muy elogiado y tuvo mucho impacto. Fue la primera gran denuncia por el caso uruguayo que hasta ese momento había sido opacado por lo que ocurría en Chile”, contó el periodista uruguayo Zelmar Michelini a Página/12, luego de haber sido interrogado ayer como testigo en el juicio contra militares y civiles latinoamericanos implicados en el plan de eliminación de opositores políticos conocido como Cóndor.
Michelini es hijo del reconocido periodista y político del mismo nombre, fundador del Frente Amplio de Uruguay y que fuera asesinado en Buenos Aires en 1974. Ayer Michelini hijo fue interrogado durante dos horas y media por los jueces y fiscales de Roma. En la sala del tribunal de la cárcel de Rebbibia, donde se está llevando a cabo el proceso aunque el caso de su padre no está incluido en este juicio, Michelini habló largamente de su padre y de cómo fue secuestrado y asesinado, estando él mismo en la habitación del hotel Liberty de Buenos Aires cuando los militares llegaron y se lo llevaron. En realidad Michelini aparece como testigo por el caso de Daniel Banfi, otro uruguayo sobre cuya desaparición su padre investigó. “Los fiscales me pidieron que hablara de mi llegada a Buenos Aires en 1974 y de la situación de mi padre. Me preguntaron detalladamente sobre la responsabilidad de las autoridades uruguayas, sobre el Consena, el Consejo de Seguridad Nacional y sobre la responsabilidad de Juan Carlos Blanco, ministro de Relaciones Exteriores durante los militares”, explicó. También habló de Jorge Néstor Troccoli, exponente de la marina uruguaya que actualmente vive en Italia con ciudadanía italiana.
Entre todos los acusados en la causa Banfi, Blanco es uno de los pocos que quedan con vida. Está preso en Uruguay, condenado a 20 años por el caso de la maestra Elena Quintero. Fue condenado también a 31 años por el golpe de Estado y está a la espera de la condena definitiva por el caso Michelini. Son 16 los militares y civiles procesados en este proceso Cóndor.
“Yo tenía 18 años y viví con mi padre en el hotel Liberty, en una pieza chiquita con dos camas. Tres de mis hermanas y sus esposos ya vivían en Buenos Aires, pero en sus casas –dijo además–. La primera cosa que mi padre me dijo cuando llegué a Buenos Aires fue la de tener cuidado porque había policía por todos lados. A veces hasta se instalaban policías dentro del hotel. En otras ocasiones salíamos y veíamos que nos seguían. Yo estaba con él el día que llegaron los militares al hotel y se lo llevaron. Con uno de mis hermanos fuimos a hacer una denuncia en Uruguay, pero los militares no quisieron aceptarla aduciendo que ellos no tenían nada que ver.”
Junto a Zelmar Michelini, que es un reconocido periodista de la Agencia France Presse y vive en París, fueron interrogados en estos días otros testigos uruguayos, entre ellos Aurora Meloni, viuda del desaparecido Daniel Banfi que, en septiembre de 1974, junto a otros cuatro compatriotas, fue secuestrado en Buenos Aires y apareció asesinado en Montevideo. “El clima se había complicado en Buenos Aires después de la muerte de Perón el 1º de julio de 1974. Cuando secuestraron a Banfi, Aurora Meloni le pide ayuda a mi padre. Y mi padre le dice y me confirma que Campos Hermida, un policía uruguayo que estaba operando en Buenos Aires, está detrás del asesinato de Banfi. Yo a Banfi no lo conocía, pero mi padre conocía a parte de su familia. Por esta razón soy testigo en este juicio”, añadió.
–¿Por qué el caso de su padre no fue incluido en este proceso Cóndor?
–Mi padre no tenía nacionalidad italiana ni era de origen italiano porque mis antepasados eran originarios de Trento, que si bien ahora es italiana, cuando nació mi tatarabuelo pertenecía al imperio austríaco.
–¿Cuáles son sus expectativas sobre este proceso?
–Este juicio me parece muy importante porque la instrucción fue muy larga (desde 1999), pero permitió un gran acopio de materiales. Lo importante es: cuanto más se juzguen y se condenen los delitos de lesa humanidad, tanto mejor.
–¿Cree que habrá justicia?
–Hace unos cuantos años que estamos pidiendo justicia. Pero yo soy optimista. La parte punitiva de los juicios que hacemos, puede quedar un poco en la nada porque dentro de algunos años al 80 u 85 por ciento de los justiciables se lo habrá llevado el tiempo. Pero más allá de lo punitivo están los principios, la reivindicación histórica y que quede, por ejemplo en la jurisprudencia uruguaya, que los crímenes de lesa humanidad no prescriben, ya que en Uruguay se argumenta que la desaparición forzada no es un delito de lesa humanidad porque Uruguay reconoció los delitos de lesa humanidad recién en 1995. Por ejemplo, cuando los nazis fueron juzgados en Nuremberg, lo fueron en base a una figura jurídica que no existía cuando ellos cometieron los crímenes. Pero los crímenes eran tan monstruosos que se aceptó juzgarlos de esa manera.
En este juicio por el Plan Cóndor –que costó la vida a miles de personas– son juzgados desde el 12 de febrero militares y civiles de Chile, Perú, Bolivia, 16 de ellos de Uruguay, acusados de la desaparición de 23 ciudadanos de origen italiano en Argentina, Paraguay y Brasil.
Los axiomas neoliberales Por Juan Carlos Junio
En los últimos días, las corporaciones empresarias intensificaron su ofensiva para instalar la agenda del próximo gobierno, mientras continúa el silencio programático del arco político opositor.
En los últimos días, las corporaciones empresarias intensificaron su ofensiva para instalar la agenda del próximo gobierno, mientras continúa el silencio programático del arco político opositor. Un fiel reflejo de las posturas de los "hombres de negocios" fue el último documento del Foro de Convergencia Empresarial. Este espacio se presenta como el más representativo, ya que aglutina a los factores del poder más concentrado, tanto de la gran burguesía local como de las multinacionales extranjeras y organizaciones profesionales del mismo sesgo ideológico. El tema principal que abordaron quienes componen este núcleo es el del rol del Estado.
En su manifiesto exigen el retiro de la gestión estatal de toda actividad productiva estratégica, con el objeto del retorno irrestricto de los capitales privados, sin "perturbaciones anacrónicas del Estado". Se rebelan también contra cualquier regulación en los precios de los productos que fabrican y distribuyen, reclamando una vez más "libertad de mercado" para remarcarlos discrecionalmente.
De modo más reciente, la Sociedad Rural Argentina (SRA), una de las entidades que participa del mencionado Foro, presentó la semana pasada su propio documento: "La Agenda del Campo". Allí brega por la eliminación de las retenciones a la exportación y del impuesto al cheque, la reducción de impuestos provinciales y tasas municipales. Más allá de la defensa extrema de los intereses de los tradicionales dueños de la tierra, el enfoque planteado constituye un callejón sin salida para el conjunto de la sociedad ya que necesariamente implica un desfinanciamiento del Estado, por lo que la ecuación sólo podría cerrar con el recorte del gasto, particularmente el social, que ha tenido un crecimiento exponencial en estos años de gobierno kirchnerista. En el texto se observa claramente que la entidad busca incidir sobre las políticas impositivas y el salario, ejes centrales que determinan la distribución de la riqueza. En suma, los patriarcas del campo se proponen lisa y llanamente no pagar impuestos. Se infiere que consideran y exigen que ese "acto obsoleto" lo deban cumplir los otros sectores sociales.
También calzan como anillo al dedo las palabras de Juan Carlos Sacco, vicepresidente primero de la Unión Industrial Argentina (UIA) -organización que también milita en el Foro-, quien pocos días después de pedir la extinción de las paritarias sostuvo: "El problema son los salarios, que son muy altos y no nos permiten competir internacionalmente." Conservadurismo en dosis elevadas, muchas veces revestido con la vetusta y falsa idea del "derrame", que atraviesa todo el diagnóstico y las recomendaciones de la derecha ideológica y política. Lo valorable de los dichos del "señor" Sacco es su franqueza: desde su perspectiva, hay que terminar con las paritarias y bajar los salarios.
Otro gran axioma del neoliberalismo que la realidad se encargó de refutar es el de los beneficios que aportaría la desregulación del mercado laboral. Al respecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó recientemente el informe "Perspectivas sociales y del empleo en el mundo, el empleo en plena mutación". La entidad afirma que "la reducción de la protección de los trabajadores no conlleva una reducción del desempleo. De hecho, los resultados indican que (...) su aplicación será con toda probabilidad contraproducente para el empleo, tanto a corto como a largo plazo".
El reputado informe también señala que el cambio en las relaciones de empleo "contribuye a la creciente desvinculación entre los ingresos del trabajo y la productividad", lo cual está en la base de la creciente desigualdad y la insuficiencia de la demanda.
Consecuentemente, la OIT recomienda políticas públicas para promover el empleo permanente, a tiempo completo y dependiente, en tanto se debe "asegurar una protección adecuada para los trabajadores ocupados en todos los tipos de empleo". Todo lo contrario de lo que practican en la "moderna Europa" los gobiernos liberales y socialdemócratas, y de las medidas que las corporaciones nos proponen para nuestro país, que significarían una vuelta a los enfoques del menemismo y la Alianza.
En tanto, la OIT identifica a la Argentina como uno de los pocos que mediante "la adopción de modalidades innovadoras de protección social ha ayudado a mejorar la seguridad del ingreso de los trabajadores en situaciones de empleo vulnerable". De hecho, en un recuadro especial –"Consolidando la protección social en Argentina"– también hace un análisis histórico de lo ocurrido tras la crisis de 2001, valorando particularmente el Plan de Inclusión Previsional, la Asignación Universal por Hijo y el conjunto de políticas articuladas por el Ministerio de Trabajo para reducir el empleo informal, que bajó 14,6 puntos porcentuales entre 2003 y 2012, hasta llegar al 34,6 por ciento. Con el objetivo de mitigar las consecuencias de este tema crucial del trabajo no registrado, que mantiene a millones de trabajadores sin derechos sociales como la salud y la jubilación, se avanzó también con trascendentes iniciativas en la legislación, como en el caso de los peones rurales o el de las/os trabajadoras/es de casas particulares. Sin embargo, como el nivel continúa siendo elevado, se están desplegando nuevas acciones y reconocemos que será un desafío permanente tanto para el presente como para el futuro gobierno.
Las afirmaciones del informe de la OIT son de particular riqueza y barren con muchos de los preceptos que en materia laboral y social bajan desde la estructura conceptual de los "expertos económicos", para ser utilizados "llave en mano" por el establishment y los miembros más encumbrados de la oposición política.
En un mundo impactado por la crisis del sistema capitalista, particularmente en su epicentro europeo y norteamericano, es preciso garantizar la existencia de un Estado fuerte y con herramientas legales para proteger el empleo y los ingresos de los sectores más vulnerables de la población. El trabajo como viga maestra del proyecto político ha sido uno de los mayores méritos del gobierno nacional. Se trata de sostener a rajatabla el mercado interno y la ocupación como punto central de la actividad productiva, con vistas a seguir avanzando en la distribución de la riqueza, enfrentando a los sectores monopólicos y extranjerizados que pugnan por el dominio de nuestra economía.
iNFO|news
En los últimos días, las corporaciones empresarias intensificaron su ofensiva para instalar la agenda del próximo gobierno, mientras continúa el silencio programático del arco político opositor. Un fiel reflejo de las posturas de los "hombres de negocios" fue el último documento del Foro de Convergencia Empresarial. Este espacio se presenta como el más representativo, ya que aglutina a los factores del poder más concentrado, tanto de la gran burguesía local como de las multinacionales extranjeras y organizaciones profesionales del mismo sesgo ideológico. El tema principal que abordaron quienes componen este núcleo es el del rol del Estado.
En su manifiesto exigen el retiro de la gestión estatal de toda actividad productiva estratégica, con el objeto del retorno irrestricto de los capitales privados, sin "perturbaciones anacrónicas del Estado". Se rebelan también contra cualquier regulación en los precios de los productos que fabrican y distribuyen, reclamando una vez más "libertad de mercado" para remarcarlos discrecionalmente.
De modo más reciente, la Sociedad Rural Argentina (SRA), una de las entidades que participa del mencionado Foro, presentó la semana pasada su propio documento: "La Agenda del Campo". Allí brega por la eliminación de las retenciones a la exportación y del impuesto al cheque, la reducción de impuestos provinciales y tasas municipales. Más allá de la defensa extrema de los intereses de los tradicionales dueños de la tierra, el enfoque planteado constituye un callejón sin salida para el conjunto de la sociedad ya que necesariamente implica un desfinanciamiento del Estado, por lo que la ecuación sólo podría cerrar con el recorte del gasto, particularmente el social, que ha tenido un crecimiento exponencial en estos años de gobierno kirchnerista. En el texto se observa claramente que la entidad busca incidir sobre las políticas impositivas y el salario, ejes centrales que determinan la distribución de la riqueza. En suma, los patriarcas del campo se proponen lisa y llanamente no pagar impuestos. Se infiere que consideran y exigen que ese "acto obsoleto" lo deban cumplir los otros sectores sociales.
También calzan como anillo al dedo las palabras de Juan Carlos Sacco, vicepresidente primero de la Unión Industrial Argentina (UIA) -organización que también milita en el Foro-, quien pocos días después de pedir la extinción de las paritarias sostuvo: "El problema son los salarios, que son muy altos y no nos permiten competir internacionalmente." Conservadurismo en dosis elevadas, muchas veces revestido con la vetusta y falsa idea del "derrame", que atraviesa todo el diagnóstico y las recomendaciones de la derecha ideológica y política. Lo valorable de los dichos del "señor" Sacco es su franqueza: desde su perspectiva, hay que terminar con las paritarias y bajar los salarios.
Otro gran axioma del neoliberalismo que la realidad se encargó de refutar es el de los beneficios que aportaría la desregulación del mercado laboral. Al respecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó recientemente el informe "Perspectivas sociales y del empleo en el mundo, el empleo en plena mutación". La entidad afirma que "la reducción de la protección de los trabajadores no conlleva una reducción del desempleo. De hecho, los resultados indican que (...) su aplicación será con toda probabilidad contraproducente para el empleo, tanto a corto como a largo plazo".
El reputado informe también señala que el cambio en las relaciones de empleo "contribuye a la creciente desvinculación entre los ingresos del trabajo y la productividad", lo cual está en la base de la creciente desigualdad y la insuficiencia de la demanda.
Consecuentemente, la OIT recomienda políticas públicas para promover el empleo permanente, a tiempo completo y dependiente, en tanto se debe "asegurar una protección adecuada para los trabajadores ocupados en todos los tipos de empleo". Todo lo contrario de lo que practican en la "moderna Europa" los gobiernos liberales y socialdemócratas, y de las medidas que las corporaciones nos proponen para nuestro país, que significarían una vuelta a los enfoques del menemismo y la Alianza.
En tanto, la OIT identifica a la Argentina como uno de los pocos que mediante "la adopción de modalidades innovadoras de protección social ha ayudado a mejorar la seguridad del ingreso de los trabajadores en situaciones de empleo vulnerable". De hecho, en un recuadro especial –"Consolidando la protección social en Argentina"– también hace un análisis histórico de lo ocurrido tras la crisis de 2001, valorando particularmente el Plan de Inclusión Previsional, la Asignación Universal por Hijo y el conjunto de políticas articuladas por el Ministerio de Trabajo para reducir el empleo informal, que bajó 14,6 puntos porcentuales entre 2003 y 2012, hasta llegar al 34,6 por ciento. Con el objetivo de mitigar las consecuencias de este tema crucial del trabajo no registrado, que mantiene a millones de trabajadores sin derechos sociales como la salud y la jubilación, se avanzó también con trascendentes iniciativas en la legislación, como en el caso de los peones rurales o el de las/os trabajadoras/es de casas particulares. Sin embargo, como el nivel continúa siendo elevado, se están desplegando nuevas acciones y reconocemos que será un desafío permanente tanto para el presente como para el futuro gobierno.
Las afirmaciones del informe de la OIT son de particular riqueza y barren con muchos de los preceptos que en materia laboral y social bajan desde la estructura conceptual de los "expertos económicos", para ser utilizados "llave en mano" por el establishment y los miembros más encumbrados de la oposición política.
En un mundo impactado por la crisis del sistema capitalista, particularmente en su epicentro europeo y norteamericano, es preciso garantizar la existencia de un Estado fuerte y con herramientas legales para proteger el empleo y los ingresos de los sectores más vulnerables de la población. El trabajo como viga maestra del proyecto político ha sido uno de los mayores méritos del gobierno nacional. Se trata de sostener a rajatabla el mercado interno y la ocupación como punto central de la actividad productiva, con vistas a seguir avanzando en la distribución de la riqueza, enfrentando a los sectores monopólicos y extranjerizados que pugnan por el dominio de nuestra economía.
iNFO|news
DOS MIRADAS TRAS EL NI UNA MENOS Después del grito
La legisladora Gabriela Alegre repasa los avances y las deudas. El economista Pablo Perelman enfatiza el papel de los hombres.
OPINION
Por Gabriela Alegre *
Ni patriarcados ni paternalismos
La consigna que nos convocó a la movilización del 3 de junio es fuerte y directa: “Ni una menos”. No toleramos una muerta más, no queremos más víctimas de la violencia machista. La enorme y diversa participación en la movilización nos conmueve y conmociona, pero además nos compromete. ¿Qué hacer, además de movilizarnos y decir que estamos hartas?
Tenemos la constitución, los tratados, las leyes. Hay políticas que se despliegan desde el gobierno nacional, pero evidentemente también hay mucho trabajo pendiente.
Una de las tareas, que excede la coyuntura y los hechos puntuales, es generar conciencia y cuestionar profundamente a la sociedad para promover los cambios necesarios.
Los femicidios están insertos en la sociedad en la que vivimos, en la que persisten relaciones injustas como son las de género, que pueden conducir al asesinato de mujeres en manos de sus parejas o ex parejas.
Para producir transformaciones debemos reflexionar sobre todas las formas de violencia machista. Las violencias simbólica, sexual, económica, institucional. En todas estas manifestaciones violentas que padecemos las mujeres se pone de manifiesto la injusticia en las relaciones sociales de género.
Las distintas expresiones de violencia dan cuenta de la subordinación de las mujeres, de su menor consideración social, del hecho de que aún hoy no seamos consideradas sujetos dignos con derechos plenos.
Por eso, entiendo que la construcción de la justicia social también pasa por construir la justicia de género.
Además de movilizarnos tenemos el deber de generar conciencia y promover todas las medidas a nuestro alcance para cambiar esta realidad social acuciante, para desbaratar las relaciones de género injustas y seguir transformando la sociedad. La educación, los medios, el trabajo, el mercado, la cultura, todos los ámbitos son terreno para impulsar este cambio esencial.
Desde hace años venimos impulsando el acceso a los derechos reproductivos para las mujeres, niñas y adolescentes, la eliminación de los estereotipos de género en los medios, el cuidado compartido de los hijos/as a través de los regímenes de licencias laborales que también contemplen a los varones como cuidadores, la jubilación para las amas de casas, el reconocimiento de las trabajadoras domésticas como trabajadoras con plenos derechos.
Todas estas medidas están encaminadas a obtener relaciones de género más justas; ese es su efecto concreto, pero debemos redoblar el esfuerzo.
En particular, creo que es necesario pensar un poco más en los varones. Hacer foco en ellos, no en ellos individualmente sino como sujeto colectivo privilegiado y en la forma en que se construye esta concepción de masculinidad que tanto daño causa.
Y me parece que tiene sentido porque ante la injusticia y la violencia extrema, que llega al acto de matar, no se trata sólo de cambiar o fortalecer a las mujeres –las mujeres ya cambiamos y nos fortalecimos muchísimo, aunque siempre parezca poco–, sino principalmente, de cuestionar los estereotipos que seguimos perpetuando.
La fuerza física, la determinación, ganar, poseer, todo eso que seguimos trasmitiendo irreflexivamente a los varones tiene que ver con lo que nos pasa. Los seguimos alentando a dominar. Inclusive persiste el miedo a trasmitirles otros valores por temor a que se “feminicen”. Los censuramos duramente si flaquean, si no se ajustan al molde. ¿Qué esperamos como resultado?
Por otra parte, y cuando el tema que nos convoca es la violencia de género, creo que es importante no caer en simplificaciones. Muchas mujeres, casi todas en algún u otro sentido, sufrimos violencia de distintos tipos y en distintos ámbitos. Pero no podemos permitir que desde concepciones paternalistas nos coloquen, por eso, en el lugar del sujeto débil que debe ser protegido.
Ante la violencia necesitamos medidas estatales concretas, decisiones, presupuesto público afectado a esta problemática. Necesitamos visibilización del asunto y atención decidida, no beneficencia.
Si caemos en la trampa del paternalismo, dejamos de ser agentes activos de la construcción social, actuales y potenciales protagonistas de nuestra propia historia, y nos transformamos, nuevamente en objetos. No de la violencia, sino de la protección, pero objetos al fin y al cabo.
No queremos ni una menos. Queremos la transformación social con todas y con todos.
* Presidenta del bloque del Frente para la Victoria de la Legislatura porteña.
OPINION
Por Pablo Perelman *
Los muchachos feministas
Los muchachos feministas pensamos que las mujeres deben ganar lo mismo que los varones cuando realizan igual trabajo o tarea. Y que no es una excusa o argumento válido que a un padre de familia haya que pagarle más que a una mujer sola, pues para eso existen las asignaciones familiares.
Los muchachos feministas pensamos que los ascensos deben otorgarse a las personas que están más preparadas para un determinado puesto, sin importar si se trata de un varón o una mujer, como también ambos tienen el mismo derecho a capacitarse.
A los muchachos feministas no nos parece bien que sean siempre las mujeres las que tengan que faltar al trabajo cuando los chicos se enferman, porque siempre el nuestro es más importante que el de ellas.
Los muchachos feministas que somos padres pensamos que tenemos la misma obligación que las mujeres de llevar a nuestros hijos al médico, de revisar sus cuadernos o de asistir a las reuniones de padres del colegio. Aunque por razones culturales o de conveniencia, muchas veces no lo hacemos.
Los muchachos feministas sabemos que tenemos que compartir las tareas domésticas con nuestras mujeres que también trabajan, y que no es suficiente con que simplemente las “ayudemos” o “colaboremos”.
Los muchachos feministas pensamos que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su salud sexual y reproductiva, y que el Estado y las leyes deben adecuarse para respetar sus puntos de vista individuales.
Los muchachos feministas no toleramos que, bajo el argumento de los celos o de una supuesta moral victoriana, haya varones que ejerzan de manera cotidiana una tortura psicológica sistemática sobre las mujeres, coartando su libertad para maquillarse, vestirse o arreglarse como les plazca. Por lo tanto no aceptamos argumentos tales como “esa pollera es demasiado corta”, “ese escote es demasiado pronunciado”, o “ese maquillaje es muy provocativo”.
Los muchachos feministas desconfiamos de los hombres que porque dicen “amar demasiado a sus mujeres”, las someten permanentemente a escenas de celos violentas, las acusan de cometer infidelidades que solo están en su fantasía, y las persiguen sin pausa con el fin de comprobar el producto de su afiebrada imaginación.
Los muchachos feministas no creemos en las disculpas recurrentes de los violentos, que para dejar atrás una golpiza o una sarta de insultos llegan a casa con un ramo de flores, renovadas declaraciones de amor infinito y eterno, y la enésima promesa de un cambio de actitud definitivo.
Los muchachos feministas detestamos que haya varones que a través del desprecio y la violencia diaria minan o destruyen la autoestima de sus mujeres, hasta convencerlas de que solamente permaneciendo al lado de ellos lograrán escapar de un destino de desgracia y miseria.
Los muchachos feministas aborrecemos a los hombres que amenazan a sus mujeres con lastimar a sus hijos si no aceptan las condiciones de convivencia que ellos les imponen, o si osan denunciarlos ante la justicia, o intentar separarse o divorciarse de ellos.
Los muchachos feministas no soportamos que se le ponga la mano encima a una mujer, aprovechando de manera cobarde la fuerza de machos, y por lo tanto ejerciendo sobre ella violencia de género.
A los muchachos feministas nos desespera que casi todo los días en algún rincón del país una mujer muera a manos de la locura asesina de un hombre, y que todavía algunos medios de comunicación se refieran a estos femicidios como “crímenes pasionales”.
A los muchachos feministas nos complace el apoyo generalizado que ha recibido la marcha del 3 de junio bajo la consigna #NiUnaMenos por parte de casi todos los sectores y personalidades políticas, pero nos preocupa que en muchos casos pueda tratarse solamente de un reflejo oportunista en el contexto de un año electoral.
Los muchachos feministas pretendemos que tanto los políticos como los medios de comunicación se preocupen por los femicidios y la violencia de género los 365 días del año, y que eso se traduzca en el apoyo a políticas concretas para evitar tanta tragedia, y con presupuestos acordes para cumplir con los objetivos trazados.
Los muchachos feministas estamos convencidos de que la violencia de género y el femicidio son temas demasiado graves para dejárselos solo a las mujeres.
Por todo esto y seguramente mucho más, los muchachos feministas marchamos junto a nuestras madres, hermanas, hijas, amigas y compañeras de trabajo el 3 de junio a la Plaza del Congreso y a todas las plazas del país en donde hubo una convocatoria, donde dijimos muy fuerte: Basta de Femicidios. Ni una menos.
* Economista especializado en temas demográficos y de familia.
06/06/15 Página|12
Roger Waters pide a Gilberto Gil y Caetano que no canten en Israel
El músico inglés Roger Waters, ex bajista y cantante de Pink Floyd, ha escrito una carta pidiendo a Gilberto Gil y a Caetano Veloso que cancelen su concierto previsto en Tel Aviv el próximo 28 de julio como forma de boicot a Israel. Waters forma parte del movimiento BDS (Boicoit, Desinversiones y Sanciones), que busca presionar a Israel para que acabe con la ocupación de territorios palestinos.
La carta a Gilberto Gil y Caetano Veloso
Queridos Caetano y Gilberto
Cuando miro sus fotos o escucho sus canciones, cuando leo la historia de sus luchas personales y profesionales, me acuerdo de todas las luchas de todos los pueblos que resistieron al dominio imperial, militar y colonial a lo largo del milenio, de sus luchas por los presos y los muertos. Nunca fue fácil, pero siempre fue correcto.
En una de sus canciones, Gil, usted menciona al arzobispo Desmond Tutu. Yo no hablo portugués, pero asumo que ambos aplauden la resistencia del arzobispo Tutu contra el racismo y el apartheid que finalmente fue derribado en Sudáfrica. Aquellos eran días agitados, en los que la comunidad mundial de artistas estaba junto a sus hermanos y hermanas oprimidos en África. Nosotros, los músicos, lideramos en aquél momento el apoyo a Nelson Mandela, al CNA, al pueblo africano oprimido y a todos los presos y muertos.
Ahora estamos ante una oportunidad igualmente significativa. Estamos en un punto culminante. Aquellos que estamos convencidos de que el derecho a una vida humana decente y a la autodeterminación política deben ser universales estamos, en consonancia con 139 naciones de la Asamblea General de la ONU, enfocados en Palestina.
Luego del brutal ataque de Israel a la población palestina de Gaza, en junio del año pasado, la opinión pública, de manera acertada, se definió en favor de las víctimas, en favor de los oprimidos y sin privilegios, a favor de los presos y muertos.
El Primer ministro israelí, Netanyahu, con su gobierno de extrema derecha, me recuerda aquella historia de "El traje nuevo del emperador”; ya que ciertamente nunca hubo un gabinete más expuesto en sus calumnias. Ellos se condenan cada vez más con cada aliento, con cada discurso racista. "Mira, mamá, el emperador está desnudo”.
Recientemente tuve la oportunidad de escribirle una carta a un joven artista inglés, Robbie Williams, en la que le comentaba el destino de cuatro jóvenes palestinos que fueron asesinados por la artillería israelí mientras jugaban al fútbol en una playa de Gaza. ¿Pero por qué yo traería a cuento una playa y un partido de fútbol? ¿Por qué? Porque amo Brasil, tengo la playa de Ipanema en los ojos de mi mente, recuerdo los shows que hice en San Pablo, Puerto Alegre, Manaos y Río de Janeiro. ¿Cómo podría olvidarlos? También tengo una camiseta de fútbol firmada: "Para Roger, de su fan Pelé”.
Cuando estuve allí por última vez, una niña inocente acababa de ser muerta, arrastrada por un carro conducido por delincuentes que escapaban de la escena del crimen. El luto nacional era palpable, todos estaban involucrados y ustedes, todos ustedes, se conmovían por aquella pobre criatura. Ustedes han sido un foco de luz para el mundo de muchas maneras.
Como ustedes saben, los artistas internacionales preocupados por los derechos humanos en la Sudáfrica del apartheid se negaron a cruzar la línea del piquete para tocar en Sun City. En aquellos días Little Steven, Bruce Springstein y otros cincuenta músicos protestaron contra una opresión cruel y racista sobre los sudafricanos. Aquellos artistas ayudaron a ganar esa batalla y nosotros, parte del movimiento no violento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), luchamos por la libertad, la justicia y la igualdad. Y vamos a ganar esta pelea contra las políticas igualmente racistas y colonialistas del gobierno de ocupación de Israel. Vamos a seguir presionando en favor de iguales derechos para todos los pueblos de Tierra Santa. Del mismo modo que aquellos músicos no tocaron en Sun City, somos cada vez más los que no vamos a tocar en Tel Aviv. No queda lugar en el mundo para otro régimen racista de apartheid.
Cuando todo esto termine, iremos a Tierra Santa, cantaremos nuestras canciones de amor y solidaridad, miraremos las estrellas a través de las hojas de los olivos, sentiremos el olor de la madera quemándose en las cocinas de nuestros anfitriones, valoraremos esa legendaria hospitalidad. Pero, hasta que esto termine, hasta que todos los pueblos sean libres, vamos a dejar nuestra marca en la arena. Hay una línea que no cruzaremos, no vamos a ser animadores en la corte del rey tirano.
Queridos Gilberto y Caetano, los prisioneros y los muertos les están tendiendo sus manos. Por favor, únanse a nosotros cancelando su show en Israel.
Fútbol y mujeres Por Luis Bruschtein
Sigilosamente una vieja institución que ha vertebrado a la sociedad desde su raíz fue puesta bajo asedio. La foto del Congreso el miércoles aportó la metáfora de un viejo castillo feudal rodeado de una inconmensurable multitud mayoritariamente de mujeres. El Congreso no es el patriarcado, y en la foto sólo aportó la imagen, pero el asedio al patriarcado fue causa y consecuencia de la convocatoria “Ni una menos”. Fue convocada como repudio a la violencia de género y al femicidio, pero ambos son el síntoma del machismo que a su vez se asienta en la centralidad y dominio del patriarca. Al mismo tiempo, otra expresión simbólica del machismo entraba en crisis por la irrupción de un escenario geopolítico que eligió el fútbol como ámbito de sus conflictos. El estallido de la FIFA con escándalos de corrupción que salpicaron a dirigentes locales puso en evidencia que el viaje del deporte al negocio y del negocio a la corrupción fue casi instantáneo y alcanzó dimensiones planetarias y multimillonarias. La crisis en la FIFA se tragó la tapa de los diarios y los tiempos de radio y televisión y se impuso largamente sobre los altibajos de un proceso electoral que decidirá la suerte del país en los próximos cuatro años. Ya sea la peste naturalizada del machismo y la violencia contra la mujer o la formidable máquina de sueños y emociones que es el fútbol, pareciera que ninguna de las dos cuestiones fueran políticas, pero lo son esencialmente, atraviesan la política y hasta la condicionan. Y sería sano y lógico que ambos debates inunden las campañas electorales y se incorporen a las agendas de los candidatos.
La figura de una mujer en la Casa Rosada agrieta los muros del machismo, genera reacciones y rupturas. La oposición ha tomado muchas veces su condición femenina para atacarla, sobre todo en los actos públicos, de la misma manera que en su momento se hizo con Evita. No fue así con la ex presidenta Isabel Martínez de Perón, cuya imagen desbordada y manipulada por López Rega tendió a fortalecer los estereotipos machistas de la mujer. Desde el retorno de la democracia, el kirchnerismo ha sido el gobierno que más ha promovido medidas y leyes para cambiar la condición de las mujeres en la sociedad. Como consecuencia de esa orientación reactivó a las agrupaciones femeninas que habían sido relegadas en los últimos años del peronismo. Hay un número importante de nuevas leyes, medidas y programas que tienen que ver con la protección a la mujer, con el agravamiento de penas para el femicidio, con la persecución de la trata, con la protección de las madres pobres y para facilitarles trabajo a las mujeres que han sido víctimas de violencia doméstica.
Lidiar contra el machismo o el patriarcado tiene aristas filosas para la política porque pone en cortocircuito vías de circulación del poder en estas sociedades. Es un enemigo fantasma y la mayoría ni siquiera sabe contra qué está luchando porque son nociones internalizadas y naturalizadas incluso en quienes se proponen transformar esa situación. Una gran parte de esa batalla es introspectiva, está dentro de cada uno, incluso de las mismas mujeres. Las leyes y las medidas tomadas proveen un marco que puede propiciar la profunda transformación cultural que implica la erradicación del machismo en una sociedad, pero esas leyes tienen que ser aplicadas para dejar de ser nada más que un marco. Y la mayoría de las veces los encargados de aplicarlas actúan con los mismos valores que esas leyes tratan de suprimir. Si solamente fuera una cuestión de leyes y medidas, la erradicación del machismo y de los patrones de discriminación como forma de preservar privilegios y supremacías no sería tan difícil. Hasta en las mismas organizaciones que se plantean esa lucha se generan esas discriminaciones. Tanto en la izquierda más ortodoxa, como en las demás organizaciones populares, la militante también tiene que defender su territorio frente a subestimaciones, desplazamientos o desplantes y hasta abusos por su condición de género.
La sociedad crece por el camino de la convocatoria “Ni una menos”, erradica injusticias, se civiliza, construye ciudadanía y se democratiza. El movimiento social, sus representaciones políticas en las instituciones y la movilización cuestionan los viejos paradigmas y los arrinconan. Muchos se colgaron de esa convocatoria por oportunismo, otros más fueron empujados por la indignación sin profundizar en las causas, otros marcharon con mucha confusión y otros por que “no se metan con la vieja y menos con la nena”. Pero en la multitud, en la decisión iniciática de participar, en ese amuchamiento de carteles improvisados y confusiones se va despuntando el hilo de la madeja.
Con el fútbol, otro baluarte del machismo quedó en falsa escuadra cuando Washington decidió usarlo como un arma en su enfrentamiento con Moscú por la crisis en Ucrania. Un país sin tradición futbolera como Estados Unidos denunció por corrupción a jerarcas de la FIFA junto a altos ejecutivos argentinos de empresas relacionadas con el negocio de ese deporte. Estados Unidos trató de torpedear el Mundial 2018 que se realizará en Rusia y metió la cuchara en el marasmo de corrupción cuya existencia todo el mundo daba por descontada: coimas por la realización de los mundiales, el negocio más fabuloso del deporte.
Los hechos y las circunstancias fueron pulcramente detallados en la semana y dejan una reflexión que debería ser estremecedora. El fútbol en la Argentina y en muchos países y los Mundiales en todo el planeta tienen tantos millones de espectadores que no se pueden comparar con ninguna otra actividad del espectáculo, la política o hecho que se produzca en el planeta. Es la mayor atracción de la humanidad. Para miles de millones de seres humanos de todas las profesiones y condiciones sociales es el tema que más tiempo ronda en sus cabezas, llena el espacio del ocio, de alegrías y esperanzas, es el gran productor de sueños de la humanidad. Es un lugar tan importante y al mismo tiempo tan descuidado, abandonado a una deriva que propicia negociados y el abordaje de aventureros y delincuentes. Como si el territorio tan vulnerable del imaginario de la humanidad fuera entregado a corruptos y delincuentes para que lo administren. A pesar de esa centralidad, no existe una preocupación pública en ninguna parte del mundo que se exprese en algún tipo de presencia institucional, social o democratizante.
Empezó hace muchos años como una actividad social amateur, pero eso fue hace muchos años. Ahora es un tremendo negocio, con profesionales que se dedican full time y grandes empresarios que patrocinan a jugadores cuyos pases ascienden a cifras astronómicas y con pautas publicitarias millonarias más los costosísimos derechos de televisación. Millones de personas se movilizan en los partidos y cada uno de esos momentos se ha convertido en fuente de corrupción, desde el más elemental del estacionamiento, hasta la venta de drogas o las hinchadas y el alquiler de guardaespaldas de las barras bravas. La bola que se arma es tan voluminosa que termina involucrando en estos delitos a gran parte de la dirigencia, al mundo de los negocios y al de la política.
La crisis en la FIFA repercutió en Argentina. Los ejecutivos prófugos son argentinos y socios del Grupo Clarín en el canal de cable Torneos y Competencias. Pero desde la oposición también se involucra al oficialismo por su alianza con Julio Grondona cuando estaba vivo, para la realización de Fútbol para Todos. En ese caso, el Gobierno no tuvo alternativa. Para hacer Fútbol para Todos, tenía que acordar con los clubes representados en la AFA que dirigía Grondona.
No existe esfuerzo visible de las sociedades para hacer más limpio el fútbol. Se habla de juego limpio, pero de todo lo demás no se dice nada. Y quizás la crisis en la FIFA sea una oportunidad, pueda servir para implementar ese debate, generar la demanda y proponer ideas rupturistas, desde la elección democrática de las autoridades de la AFA que termina siendo la dueña del negocio por encima de los clubes, hasta algún tipo de reglamentación que penalice la relación de directivos y políticos con barras bravas o que dé más injerencia a socios y espectadores en la dirección de los clubes y de la misma AFA, que se transparente esa gestión de cara a la sociedad. Al igual que en la temática de los derechos humanos, Argentina tiene relevancia mundial en cuestiones de fútbol y puede ser una protagonista importante para impulsar ese debate. El fútbol necesita ideas nuevas. Es mucho más que un negocio y solamente está organizado como tal.
06/06/15 Página|12
La figura de una mujer en la Casa Rosada agrieta los muros del machismo, genera reacciones y rupturas. La oposición ha tomado muchas veces su condición femenina para atacarla, sobre todo en los actos públicos, de la misma manera que en su momento se hizo con Evita. No fue así con la ex presidenta Isabel Martínez de Perón, cuya imagen desbordada y manipulada por López Rega tendió a fortalecer los estereotipos machistas de la mujer. Desde el retorno de la democracia, el kirchnerismo ha sido el gobierno que más ha promovido medidas y leyes para cambiar la condición de las mujeres en la sociedad. Como consecuencia de esa orientación reactivó a las agrupaciones femeninas que habían sido relegadas en los últimos años del peronismo. Hay un número importante de nuevas leyes, medidas y programas que tienen que ver con la protección a la mujer, con el agravamiento de penas para el femicidio, con la persecución de la trata, con la protección de las madres pobres y para facilitarles trabajo a las mujeres que han sido víctimas de violencia doméstica.
Lidiar contra el machismo o el patriarcado tiene aristas filosas para la política porque pone en cortocircuito vías de circulación del poder en estas sociedades. Es un enemigo fantasma y la mayoría ni siquiera sabe contra qué está luchando porque son nociones internalizadas y naturalizadas incluso en quienes se proponen transformar esa situación. Una gran parte de esa batalla es introspectiva, está dentro de cada uno, incluso de las mismas mujeres. Las leyes y las medidas tomadas proveen un marco que puede propiciar la profunda transformación cultural que implica la erradicación del machismo en una sociedad, pero esas leyes tienen que ser aplicadas para dejar de ser nada más que un marco. Y la mayoría de las veces los encargados de aplicarlas actúan con los mismos valores que esas leyes tratan de suprimir. Si solamente fuera una cuestión de leyes y medidas, la erradicación del machismo y de los patrones de discriminación como forma de preservar privilegios y supremacías no sería tan difícil. Hasta en las mismas organizaciones que se plantean esa lucha se generan esas discriminaciones. Tanto en la izquierda más ortodoxa, como en las demás organizaciones populares, la militante también tiene que defender su territorio frente a subestimaciones, desplazamientos o desplantes y hasta abusos por su condición de género.
La sociedad crece por el camino de la convocatoria “Ni una menos”, erradica injusticias, se civiliza, construye ciudadanía y se democratiza. El movimiento social, sus representaciones políticas en las instituciones y la movilización cuestionan los viejos paradigmas y los arrinconan. Muchos se colgaron de esa convocatoria por oportunismo, otros más fueron empujados por la indignación sin profundizar en las causas, otros marcharon con mucha confusión y otros por que “no se metan con la vieja y menos con la nena”. Pero en la multitud, en la decisión iniciática de participar, en ese amuchamiento de carteles improvisados y confusiones se va despuntando el hilo de la madeja.
Con el fútbol, otro baluarte del machismo quedó en falsa escuadra cuando Washington decidió usarlo como un arma en su enfrentamiento con Moscú por la crisis en Ucrania. Un país sin tradición futbolera como Estados Unidos denunció por corrupción a jerarcas de la FIFA junto a altos ejecutivos argentinos de empresas relacionadas con el negocio de ese deporte. Estados Unidos trató de torpedear el Mundial 2018 que se realizará en Rusia y metió la cuchara en el marasmo de corrupción cuya existencia todo el mundo daba por descontada: coimas por la realización de los mundiales, el negocio más fabuloso del deporte.
Los hechos y las circunstancias fueron pulcramente detallados en la semana y dejan una reflexión que debería ser estremecedora. El fútbol en la Argentina y en muchos países y los Mundiales en todo el planeta tienen tantos millones de espectadores que no se pueden comparar con ninguna otra actividad del espectáculo, la política o hecho que se produzca en el planeta. Es la mayor atracción de la humanidad. Para miles de millones de seres humanos de todas las profesiones y condiciones sociales es el tema que más tiempo ronda en sus cabezas, llena el espacio del ocio, de alegrías y esperanzas, es el gran productor de sueños de la humanidad. Es un lugar tan importante y al mismo tiempo tan descuidado, abandonado a una deriva que propicia negociados y el abordaje de aventureros y delincuentes. Como si el territorio tan vulnerable del imaginario de la humanidad fuera entregado a corruptos y delincuentes para que lo administren. A pesar de esa centralidad, no existe una preocupación pública en ninguna parte del mundo que se exprese en algún tipo de presencia institucional, social o democratizante.
Empezó hace muchos años como una actividad social amateur, pero eso fue hace muchos años. Ahora es un tremendo negocio, con profesionales que se dedican full time y grandes empresarios que patrocinan a jugadores cuyos pases ascienden a cifras astronómicas y con pautas publicitarias millonarias más los costosísimos derechos de televisación. Millones de personas se movilizan en los partidos y cada uno de esos momentos se ha convertido en fuente de corrupción, desde el más elemental del estacionamiento, hasta la venta de drogas o las hinchadas y el alquiler de guardaespaldas de las barras bravas. La bola que se arma es tan voluminosa que termina involucrando en estos delitos a gran parte de la dirigencia, al mundo de los negocios y al de la política.
La crisis en la FIFA repercutió en Argentina. Los ejecutivos prófugos son argentinos y socios del Grupo Clarín en el canal de cable Torneos y Competencias. Pero desde la oposición también se involucra al oficialismo por su alianza con Julio Grondona cuando estaba vivo, para la realización de Fútbol para Todos. En ese caso, el Gobierno no tuvo alternativa. Para hacer Fútbol para Todos, tenía que acordar con los clubes representados en la AFA que dirigía Grondona.
No existe esfuerzo visible de las sociedades para hacer más limpio el fútbol. Se habla de juego limpio, pero de todo lo demás no se dice nada. Y quizás la crisis en la FIFA sea una oportunidad, pueda servir para implementar ese debate, generar la demanda y proponer ideas rupturistas, desde la elección democrática de las autoridades de la AFA que termina siendo la dueña del negocio por encima de los clubes, hasta algún tipo de reglamentación que penalice la relación de directivos y políticos con barras bravas o que dé más injerencia a socios y espectadores en la dirección de los clubes y de la misma AFA, que se transparente esa gestión de cara a la sociedad. Al igual que en la temática de los derechos humanos, Argentina tiene relevancia mundial en cuestiones de fútbol y puede ser una protagonista importante para impulsar ese debate. El fútbol necesita ideas nuevas. Es mucho más que un negocio y solamente está organizado como tal.
06/06/15 Página|12
Un sueño de cinco meses que terminó con el potencial del Frente Renovador Por Gimena Fuertes
Nada queda de aquella foto triunfante de principios de año con Sergio Massa y su nuevo precandidato a gobernador por el todavía pujante Frente Renovador. De la expectativa al ocaso: qué sucedió en el medio. Errores propios y una interna salvaje.
Las intenciones de gobernar la provincia de Buenos Aires le duraron sólo cinco meses a Francisco De Narváez. Nada queda de aquella foto triunfante de principios de año con Sergio Massa y su nuevo precandidato a gobernador por el todavía pujante Frente Renovador. La incorporación más polémica del massismo, que sólo le sirvió para sumar problemas, terminó ayer con una declinación que puede servir como gesto anunciador del eventual acuerdo entre el tigrense y Mauricio Macri.
De Narváez entró a la política de la mano de Hilda "Chiche" Duhalde en 2005 cuando logró una banca como diputado por el Partido Justicialista, lo que lo ubicó como el primer extranjero en tener un cargo en la política argentina. Ya en 2007 pegó el salto y quiso ser gobernador bonaerense en una alianza con el PRO que llevaba a Jorge Macri como vice.
Ideólogo de "el mapa del delito", un sistema de denuncia de supuestos lugares peligrosos, hizo de la seguridad su marca política.
También fue el primero en saber explotar la pantalla de Marcelo Tinelli para lucirse. Fue entonces, luego en 2009, tras la crisis del campo, que se dio el lujo de ganarles a Néstor Kirchner y Daniel Scioli en las elecciones legislativas por apenas dos puntos y así renovó su banca de diputado, también de la mano de Mauricio Macri. La suerte no lo acompañó en 2011 cuando se sumó a una alianza con la UCR de la mano de Ricardo Alfonsín: quedó segundo, lejísimo con el 16,12% de los votos, atrás de Daniel Scioli, con una diferencia de casi un 40 por ciento.
El ex empresario, que a fines de los 90 desmanteló la tradicional Casa Tía y dejó más de 3000 trabajadores en la calle, se alió con el movimiento obrero organizado encabezado por el partido político de Hugo Moyano y arañó el 5% de los votos en las legislativas de 2013, donde Massa tuvo su primer y hasta ahora único triunfo con su flamante Frente Renovador.
De esta forma, tras haber nacido a la política en el PJ, haber pasado por alianzas con el PRO para luego terminar en la UCR, en 2015 probó suerte con una fuerza política sui generis llamada Frente Renovador. El 8 de enero se besó con Massa en el Centro de Operaciones de Tigre e incomodó a los otros precandidatos a gobernador bonaerense: Darío Giustozzi, Felipe Solá, Gustavo Posse y Mónica López. Ese amontonamiento de precandidatos fue el principio del fin. Las tensiones que se desataron fueron difíciles de contener por parte del fundador del FR y empezaron las primeras huídas del espacio.
El acto del 1 de mayo en Vélez fue un intento fallido de retención, Giustozzi se fue esa misma semana pero Francisco resistió estoico. Luego se irían intendentes y otros dirigentes de peso, y empezó a hablarse de la posibilidad de un Massa como precandidato a gobernador bonaerense.
De mal en peor, a fin de mayo De Narváez irrumpió en la redacción de la Agencia Nova de La Plata y molió a golpes a su director, Mario Casalongue, quien publicaba notas referidas a la vida privada del ex empresario. Ahora, Massa empezó a evaluar en serio la posibilidad de "bajarse" a la provincia. Pero para eso necesitaba que Francisco le dejara en bandeja esa posibilidad.
iNFO|news
Las intenciones de gobernar la provincia de Buenos Aires le duraron sólo cinco meses a Francisco De Narváez. Nada queda de aquella foto triunfante de principios de año con Sergio Massa y su nuevo precandidato a gobernador por el todavía pujante Frente Renovador. La incorporación más polémica del massismo, que sólo le sirvió para sumar problemas, terminó ayer con una declinación que puede servir como gesto anunciador del eventual acuerdo entre el tigrense y Mauricio Macri.
De Narváez entró a la política de la mano de Hilda "Chiche" Duhalde en 2005 cuando logró una banca como diputado por el Partido Justicialista, lo que lo ubicó como el primer extranjero en tener un cargo en la política argentina. Ya en 2007 pegó el salto y quiso ser gobernador bonaerense en una alianza con el PRO que llevaba a Jorge Macri como vice.
Ideólogo de "el mapa del delito", un sistema de denuncia de supuestos lugares peligrosos, hizo de la seguridad su marca política.
También fue el primero en saber explotar la pantalla de Marcelo Tinelli para lucirse. Fue entonces, luego en 2009, tras la crisis del campo, que se dio el lujo de ganarles a Néstor Kirchner y Daniel Scioli en las elecciones legislativas por apenas dos puntos y así renovó su banca de diputado, también de la mano de Mauricio Macri. La suerte no lo acompañó en 2011 cuando se sumó a una alianza con la UCR de la mano de Ricardo Alfonsín: quedó segundo, lejísimo con el 16,12% de los votos, atrás de Daniel Scioli, con una diferencia de casi un 40 por ciento.
El ex empresario, que a fines de los 90 desmanteló la tradicional Casa Tía y dejó más de 3000 trabajadores en la calle, se alió con el movimiento obrero organizado encabezado por el partido político de Hugo Moyano y arañó el 5% de los votos en las legislativas de 2013, donde Massa tuvo su primer y hasta ahora único triunfo con su flamante Frente Renovador.
De esta forma, tras haber nacido a la política en el PJ, haber pasado por alianzas con el PRO para luego terminar en la UCR, en 2015 probó suerte con una fuerza política sui generis llamada Frente Renovador. El 8 de enero se besó con Massa en el Centro de Operaciones de Tigre e incomodó a los otros precandidatos a gobernador bonaerense: Darío Giustozzi, Felipe Solá, Gustavo Posse y Mónica López. Ese amontonamiento de precandidatos fue el principio del fin. Las tensiones que se desataron fueron difíciles de contener por parte del fundador del FR y empezaron las primeras huídas del espacio.
El acto del 1 de mayo en Vélez fue un intento fallido de retención, Giustozzi se fue esa misma semana pero Francisco resistió estoico. Luego se irían intendentes y otros dirigentes de peso, y empezó a hablarse de la posibilidad de un Massa como precandidato a gobernador bonaerense.
De mal en peor, a fin de mayo De Narváez irrumpió en la redacción de la Agencia Nova de La Plata y molió a golpes a su director, Mario Casalongue, quien publicaba notas referidas a la vida privada del ex empresario. Ahora, Massa empezó a evaluar en serio la posibilidad de "bajarse" a la provincia. Pero para eso necesitaba que Francisco le dejara en bandeja esa posibilidad.
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