Entrevista con la licenciada Carla Sangrilli, autora del artículo La CGT combativa en tiempos de la guerra de Malvinas (1982). Su trabajo analiza el rol del movimiento sindical frente a la coyuntura Malvinas a partir del comportamiento de los distintos agrupamientos de la época.
Por Nahuel Placanica
APU: ¿Cómo se plantea el movimiento sindical su relación con el gobierno militar antes del 2 de abril?
Carla Sangrilli: Hacia abril de 1982 la situación del sindicalismo argentino era la siguiente. Por un lado, estaba la CGT (legalmente prohibida) liderada por Saúl Ubaldini, cuyo núcleo principal era la Comisión de los 25 (mayoritariamente gremios medianos y pequeños, de segunda línea), surgida en 1977 y caracterizada por su posición confrontacionista al gobierno. Y por otro, la Intersectorial CNT-20 formada en abril de 1981, identificada por su disposición al diálogo y a la negociación con los militares.
Hay que recordar algunas cuestiones relacionadas con las medidas represivas y prohibitivas que llevó adelante la dictadura tendientes al debilitamiento social, político y económico del movimiento obrero. Inmediatamente después del Golpe de Estado de marzo de 1976, el gobierno militar tomó medidas concretas contra el movimiento sindical. Estas fueron el control estatal de la CGT y su intervención, el bloqueo de sus fondos, cuentas bancarias y bienes patrimoniales, la prohibición de elecciones sindicales, de asambleas y de toda actividad, la intervención de sindicatos y federaciones -y de sus obras sociales-, la proscripción de las 62 Organizaciones Peronistas, y la persecución de dirigentes. También, suspendió derechos de los trabajadores, como el de huelga y de negociación colectiva.
La dictadura terminó de delinear su estrategia tendiente a debilitar al actor sindical en noviembre de 1979 al sancionar la ley 22105 de Asociaciones Gremiales de Trabajadores. Entre sus principales disposiciones estuvo la disolución de la CGT como organización de tercer grado.
APU: ¿Qué particularidades tiene el apoyo a la causa Malvinas?
CS: En principio hay que dejar en claro que la recuperación de las Islas Malvinas convocaba a la Nación, a sus habitantes y a la reafirmación de los derechos argentinos sobre esos territorios. Mayoritariamente para la población no representaba al Estado gobernado por militares sino que constituía una causa nacional tras la cual se encolumnaba y apoyaba fuertemente. La decisión de la dictadura de invadir Malvinas se basó en la necesidad de recuperar la legitimidad perdida y unificarse tras un objetivo en común.
La CGT, como otros actores sociales y políticos, se vio sorprendida por la acción militar. No obstante calificó el desembarco en Malvinas como un acto legítimo de justicia, a partir del cual se esperaba que se proyectara más allá de la soberanía territorial y que constituyera el punto de partida para el ejercicio integral de la soberanía popular, que se tradujera en una salida política hacia la democracia. Remarcaba que apoyaba esta reivindicación de la soberanía territorial, pero dejaba en claro que esto no modificaba los graves problemas internos que existían. Advertía que si bien haría un paréntesis en su plan de acción no renunciaban a los objetivos de justicia social, independencia económica y soberanía política.
Hay que tener en cuenta que las acciones de la CGT se encuadran también en sus pretensiones de volver a la legalidad, recuperar la legitimidad como entidad representante de los trabajadores, y situarse como protagonista en un escenario que promoviera la democratización del país, cambios en la economía y particularmente, la revisión de todas las leyes prohibitivas y represivas que afectaban al movimiento sindical y que habían sido sancionadas desde 1976
APU: ¿Por qué discute la tesis del académico Arturo Fernández en su trabajo?
CS: Fernández sostiene cierta ingenuidad de los dirigentes sindicales que cayeron en el engaño de los militares al apoyar la causa Malvinas. Desde mi perspectiva, no hay ningún tipo de ingenuidad. Asimismo, también el trabajo1 discute las posiciones que afirman que los dirigentes sindicales, así en su conjunto, fueron cómplices de la dictadura al apoyar esta causa (más allá de la guerra) o que en ese momento significaron un gran sostén a esa dictadura tambaleante. En síntesis, en el artículo de mi autoría se matiza la imagen generalizada de apoyo cegetista a la medida adoptada por el gobierno dictatorial de desembarcar militarmente en las islas. Además, constituye un aporte a una cuestión sobre la que no hay estudios específicos sino generales que reducen la actuación de la CGT frente a Malvinas a un cambio de actitud, desde una posición de oposición a la dictadura a otra de apoyo.
En ese sentido, se considera que el aval brindado por la CGT al desembarco en Malvinas fue entendido como “una reivindicación del pueblo argentino” y no conllevó un respaldo hacia el gobierno o hacia la figura de Galtieri. La central obrera siguió abogando por una salida hacia la democracia, reclamando la vuelta de las garantías constitucionales y exigiendo cambios en el rumbo económico. Esta última consigna fue compartida con la Intersectorial CNT-20, con lo cual ambos sectores coincidieron en una línea de acción, aunque no se concretó la unidad gremial. La CGT diferenció la causa Malvinas de un Estado en manos de militares y Ubaldini fue uno de los dirigentes que más insistió en ello.
APU: ¿Qué posicionamiento tomaron las regionales? ¿Qué posicionamiento tuvo Hugo Moyano desde la seccional de MDQ?
CS: Respecto a las delegaciones regionales –prohibidas igual que la organización madre-, Ubaldini desde el comienzo de su gestión les dio mayor participación porque entendía que el éxito en las acciones en ese contexto dictatorial se lograría si todos los niveles de la organización sindical participaban. Y además como los grandes gremios, aquellos con mayor capacidad de movilización, estaban intervenidos se necesitaba el apoyo de las regionales para que aglutinaran las acciones de confrontación en el interior del país. Las principales organizaciones locales que se destacaron fueron las delegaciones de Mendoza, Córdoba, Rosario y Mar del Plata.
El caso de la CGT Mar del Plata (CGT MDP) es un ejemplo para conocer cómo se reprodujeron en la ciudad atlántica las consignas nacionales y también para destacar que la regional local adquirió cierta dinámica propia (probablemente compartida con otras delegaciones regionales) al adoptar posturas diferenciadas frente a determinadas situaciones, al señalar contrastes y a realizar críticas menos moderadas que la organización madre. Esta cierta diferenciación favoreció en el orden local la consolidación del liderazgo –aunque no exento de tensiones- del camionero Hugo Moyano (1981-1983), la figura más importante del gremialismo marplatense entre fines de los setenta y comienzos de los ochenta.
Con relación a la posición asumida por la CGT MDP respecto a la causa Malvinas, los trabajadores marplatenses se manifestaron exultantes con la medida tomada, se adhirieron al igual que el resto de los argentinos a la anexión de “nuestras islas Malvinas” y sostuvieron que la propia dictadura había reconocido la importancia del movimiento obrero al incluir a algunos de sus dirigentes en la comitiva oficial que viajaría a las islas para la asunción de las autoridades argentinas. Igualmente no dejaron de realizar fuertes críticas a la situación económica y siguieron exigiendo el retorno al estado de derecho.
APU: ¿Cuando y con qué fines viaja la dirigencia sindical a Malvinas?
CS: Días después del desembarco militar en Malvinas, se produjo el acto de asunción del gobernador argentino Gral. Luciano B. Menéndez. La CGT fue invitada junto con representantes de partidos políticos, organizaciones sociales, económicas, la Iglesia católica, etc. De Buenos Aires partió un vuelo charter en el que viajaron Ubaldini (recientemente liberado después de la marcha del 30 de marzo con F. Donaires, en representación de la central obrera y por la Intersectorial CNT-20 lo hicieron Triaca (plásticos), R. Baldasini (correo), R. Soberano (molineros) y L. Etchezar (La Fraternidad). Además, en esa comitiva había representantes de partidos políticos como D. Bittel (PJ), C. Contin (UCR), J. A. Ramos del Frente de Izquierda Popular (FIP), el ex presidente de facto J. R. Videla, D. Collino (obispo de Lomas de Zamora), H. Gutiérrez (presidente de la Sociedad Rural Argentina), J. Hirsch (presidente de la Unión Industrial Argentina), y el cardiocirujano Dr. R. Favaloro, entre otros.2 A raíz de este viaje la central obrera emitió un documento sumamente interesante en el que expresaba que:
“es público y notorio que el gobierno militar ha reiterado que la CGT no existe pues no es una organización legal. Por tanto no puede considerar seriamente ser su invitado en esta eventualidad. Teniendo en cuenta que los soldados que están en el territorio recuperado son todos hijos de trabajadores argentinos, la CGT resolvió designar a su secretario adjunto para que haga llegar su saludo y solidaridad a los soldados argentinos que recuperaron la soberanía territorial en las Malvinas. La CGT expresa en forma inequívoca su total independencia del gobierno militar. Los subversivos de ayer somos los patriotas de hoy”.
Este documento sirve para rescatar algunas cuestiones interesantes de la posición de la CGT conducida por Ubaldini. Por un lado, se menciona al secretario adjunto, es decir a Donaires, como el representante en la comitiva, y no a Ubaldini, quien había estado encarcelado luego del 30 de marzo y se había negado a viajar apenas liberado. Por otra parte, la cuestión de identificación de los soldados con hijos de obreros, lo cual indica que los héroes de Malvinas serían los soldados, y no las cúpulas militares, a las que se deja de lado quitándoles protagonismo. Por último, la puesta en observación de la contradicción que produjo la dictadura al invitar a una entidad a la que le negaba existencia legal, y no sólo eso, la pretensión de que esa organización representara a sectores de la sociedad a los que también se las negaba. La CGT se manifestaba independiente de cualquier acción y pensamiento del gobierno militar, a la vez que dejaba en evidencia, cierta falta de coherencia de los gobernantes que, en un lapso de una semana, señalaban que los dirigentes sindicales habían pasado de ser subversivos del orden público a patriotas que representaban a miles de trabajadores. Este documento que se cita da cuenta de la situación en la que la CGT estaba frente no sólo a la guerra de Malvinas, sino también al propio gobierno militar.
APU: ¿Cómo fue la articulación del apoyo internacional sindical?
CS: El movimiento sindical llevó adelante distintas acciones al exterior del país. En ese sentido, durante el mes de abril se produjeron viajes hacia Europa y Estados Unidos para explicar la posición argentina y las razones que existían para ocupar las Malvinas y Georgias del Sur. Estos viajes de “esclarecimiento” o “misiones esclarecedoras” pretendían mostrar el apoyo gremial a la causa Malvinas y fueron realizados como acción conjunta de los dos nucleamientos sindicales, a los que se sumaron las dirigencias políticas y empresariales. No obstante esta unidad sindical, no todos los dirigentes gremiales apoyaron esta iniciativa. En el caso de Juan José Taccone, de Luz y Fuerza, se negó a viajar explicando que “debo confesar que humanamente me encontré trabado para cumplir la misión que se me había encomendado. Mi memoria me trasladaba estos seis largos años que hemos vivido, de represión política y gremial, a mi amigo y compañero Oscar Smith, secuestrado igual que ocho compañeros más, delegados de mi gremio, mi sindicato intervenido, sus derechos destrozados”.4
La cuestión Malvinas les permitió a estos dirigentes lograr mayor visibilidad y posibilidades de expresarse, aprovechando que el gobierno militar no impediría esas expresiones. En cada una de estas “misiones esclarecedoras”, la CGT se encargó de dejar bien en claro que apoyaba la recuperación de las islas pero no a la Junta Militar, porque una cosa es el gobierno y otra, las Malvinas. El respaldo no era transferible a otros aspectos de la política gubernamental. Incluso, algunos dirigentes justificaban las misiones en las diferencias que existían entre el movimiento obrero y el gobierno.
El propio Ubaldini se encargó de salir al exterior a buscar apoyos para la central obrera y de expresar y denunciar las condiciones que atravesaba el movimiento obrero argentino, desde marzo de 1976. De hecho, consiguió un pronunciamiento a favor de la soberanía argentina en Malvinas por parte de la mayoría de las delegaciones obreras asistentes a la Asamblea anual de la OIT (1982)
APU: ¿Cómo es el comportamiento del movimiento sindical después de la rendición?
CS: La central obrera, conducida por Ubaldini, exaltó el coraje y la valentía de los soldados que lucharon en las islas, al tiempo que dio por concluida la “tregua” abierta el 2 de abril. Por su parte, los dirigentes de las dos centrales (en mayo se había formado la CGT Azopardo) coincidieron en que había que concentrar los esfuerzos en construir un nuevo país con mayor participación civil y lograr el retorno de la democracia. Las delegaciones regionales se sumaron a este pedido cuando emitieron un documento en el que reclamaron un gobierno de transición cívico militar hacia otro democrático que tuviera por marco la Constitución Nacional. Esta declaración había sido aprobada el 1º de abril, luego de la manifestación obrera del 30 de marzo, pero postergada su divulgación por los episodios de Malvinas.