sábado, 21 de marzo de 2015

OPINION Ir o no ir a la cumbre

Por Atilio A. Boron
¿Qué hacer ahora? La Unasur solicitó por unanimidad la derogación del decreto ejecutivo de Obama que criminaliza a Venezuela y lo faculta para tomar graves represalias en su contra. Difícilmente preste oídos a la petición unasureña: el imperio es prepotente y también soberbio. Veamos dos hipótesis. Una, si Obama lo deroga se descomprimiría la tensa situación política en Venezuela, porque quien atiza la sedición es más Washington que la débil y desprestigiada oposición interna, huérfana de ideas y cada vez más mimetizada con el paramilitarismo. Segunda hipótesis: si Obama ratificara su postura, los gobiernos de la Unasur deberían elevar la apuesta y anunciar que desistirían de participar en la Cumbre de las Américas (Panamá, 8 al 10 de Abril). Cónclave que Estados Unidos ha venido preparando muy minuciosamente para manipular la participación de la “sociedad civil” en su provecho y recuperar su liderazgo hemisférico. Lo que Washington entiende por “sociedad civil” es lo que un análisis de su composición y representantes llamaría “clientela neocolonial”. Una de las invitadas es la bloguera cubana Yoani Sánchez; otra es María Corina Machado, y ambas junto a otros cuarenta y tantos de su estirpe concurrirán gracias a un solapado financiamiento de la National Endowment for Democracy.
Por consiguiente, si Obama mantiene su decisión, el camino se bifurca nuevamente: puede astutamente postergar el inevitable incremento de las sanciones económicas o diplomáticas contra Venezuela hasta después de la cita en Panamá. Si la Casa Blanca obrase de este modo la tendencia a asistir a la cumbre se vería fortalecida, porque sus amigos en la región dirían que la amenaza del imperio no es tal y que el incidente se solucionará diplomáticamente, lo que es una triste ilusión pero a la cual será difícil oponerse. Pero, y esta es la segunda alternativa, ¿qué hacer si la previsible escalada que siempre han de-satado estos decretos (en Irak, Irán, Libia, Ucrania, Panamá) se traduce en una agresión norteamericana antes de la cumbre: por ejemplo, un bloqueo financiero de Venezuela, impidiendo la operación de Pdvsa o perturbando el flujo de importaciones? ¿O un bloqueo de los puertos (como hicieron en la Nicaragua sandinista) o una “zona de exclusión aérea”, como en Libia; o una oleada de atentados terroristas como las que perpetraron en Cuba, Chile y Nicaragua? En cualquiera de estos dos escenarios, ¿qué sentido tendría asistir a un diálogo bajo amenaza o en medio de una agresión física?. Dadas estas circunstancias, la Unasur –y también la Celac– debería enviar un claro mensaje a Washington afirmando que sin la derogación del decreto las condiciones mínimas para realizar una productiva conferencia internacional están ausentes y que la cumbre deberá suspenderse hasta nuevo aviso. Para Obama sería un serio revés que lo haría caer en la cuenta del inaceptable costo de su política belicista y, tal vez, podría llegar a revisar su postura.
No caben dudas de que la Casa Blanca programó cuidadosamente su “apertura” en relación con Cuba y su endurecimiento sobre Venezuela en vísperas de la cumbre. Sabe que la simultaneidad de ambas políticas, precisamente por su contradicción, puede crear profundas fisuras dentro de la Unasur y la Celac: algunos serán seducidos por la “política cubana” de Obama y en ausencia de una agresión física contra Venezuela serán propensos a creer, por enésima vez, en las rosadas promesas del imperio. Otros desconfiarán de sus intenciones, como ya lo han hecho saber Evo Morales y Rafael Correa. El resultado que Washington busca sin pausa desde que Hugo Chávez lanzara su cruzada bolivariana es mantener la fragmentación de Latinoamérica y destruir la Unasur y la Celac. Hay que frustrar esos planes y mantener la unidad, pero también impedir que con la tranquila realización de la Cumbre, al soslayarse el peligro que se cierne sobre Venezuela, Obama consiga una “carta blanca” para después descargar toda la violencia imperial en contra de ese país. Conclusión: habrá que mirar muy cuidadosamente lo que Washington haga y diga en los próximos días, y si una semana antes de la cumbre el decreto no ha sido derogado, la mejor opción para Nuestra América será abstenerse de acudir a esa cita.

PANORAMA POLITICO Amanecer dorado

Por Luis Bruschtein
En 2012, Viktor Yanukovich ganó las elecciones de Ucrania como primera minoría. En 2013, Nicolás Maduro ganó las elecciones en Venezuela con muy poca ventaja sobre toda la oposición unificada. En 2013, Viktor Yanukovich se negó a aceptar las exigencias del FMI para firmar un acuerdo de integración con la Unión Europea y manifestantes de las formaciones de ultraderecha Svoboda (Libertad), que había salido cuarta en las elecciones, y grupos de choque de los neonazis de Amanecer Dorado se concentraron a protestar en la plaza Maidan de Kiev.
Pocos meses después de que ganara Maduro las elecciones, una fracción minoritaria de la oposición, liderada por Leopoldo López, intendente de un barrio acomodado de Caracas, convocó a una insurrección con manifestantes que levantaron barricadas en los barrios de clase media y alta de la capital venezolana.
Los grandes medios locales de Ucrania y Venezuela y todos los medios internacionales amplificaron y magnificaron estas manifestaciones en Kiev y Caracas (como hacen también con las de la oposición en la Argentina). Ocultaron que eran generadas por grupos minoritarios y ultraderechistas, hablaron de que se trataba de “luchadores por la libertad” y mostraron imágenes con multitudes que no eran tales, por lo menos al principio. Los mismos medios actuaron como catalizadores de esas marchas, que en el caso de Ucrania terminaron haciéndose masivas, pero controladas por el partido Svoboda, que hasta 2004 se llamaba Partido Nacional Social de Ucrania (en referencia al nacional socialismo). El Congreso Judío Mundial consideró a Svoboda, que sacó el 14 por ciento de los votos en las elecciones de 2012, como un partido neonazi y antisemita. Su principal dirigente denunciaba que Ucrania estaba gobernada por la sinarquía ruso-judía de Moscú. Los medios europeos se cuidaron de ocultar el protagonismo de la ultraderecha en estas movilizaciones que ellos mismos estaban estimulando para evitar que Ucrania suscribiera un acuerdo económico con Rusia. Estos neonazis eran presentados como “luchadores por la democracia” y hablaban de las concentraciones como si representaran a todos los ucranianos, sin tener en cuenta que pocos meses antes, el ganador de las elecciones había sido Yanukovich.
Los medios de comunicación internacionales presentaron de la misma manera a la insurrección convocada en Venezuela por el derechista partido Voluntad Popular, una minoría dentro de la minoría, dirigido por Leopoldo López. Lo mostraron como expresión de una supuesta mayoría de venezolanos hartos de Maduro, cuando hacía pocos meses que Maduro había ganado limpiamente las elecciones.
La única reivindicación de ambos movimientos era el derrocamiento por la fuerza de dos gobiernos que habían ganado elecciones democráticas pocos meses antes. Y en ambas protestas coincidió la aparición de francotiradores que produjeron varios muertos entre opositores y oficialistas. En Ucrania se comprobó que habían sido apostados por Svoboda para provocar reacciones violentas entre ambos bandos. En Venezuela no se comprobó de qué lado estaban los francotiradores, pero la mayoría de los 80 muertos y más de 800 heridos que se produjeron en las guarimbas (barricadas) fueron chavistas. En los barrios populares, los chavistas armaron barricadas para impedir la entrada de los agitadores de la oposición. Entonces llegaban enmascarados armados y en motocicletas que disparaban contra la gente o disparaban desde edificios cercanos.
En Wikipedia, el partido Voluntad Popular se presenta como de centroizquierda, pero se referencia a nivel internacional con el ex presidente colombiano, el ultraderechista Alvaro Uribe, acusado de patrocinar a paramilitares. Leopoldo López y su pequeño partido están financiados en parte por el International Republican Institute, de la derecha republicana, y está directamente vinculado a la Human Right Foundation del venezolano Thor Halvorssen Mendoza, tío de López. La HRF solamente critica a gobiernos populares como el de Bolivia, o el de Ecuador, además del venezolano, y justificó el golpe contra Manuel Zelaya en Honduras. El mismo López actuó como comando civil durante el golpe militar de 2002 contra el gobierno legítimo de Hugo Chávez, asaltando domicilios de chavistas y secuestrando a funcionarios del gobierno. El chavismo lo acusa de agente de la CIA. Si no lo es, por lo menos tiene toda la apariencia.
El movimiento destituyente promovido por Europa y Estados Unidos en Ucrania triunfó con la ayuda invalorable de los medios internacionales. Hay miles de personas en todo el mundo que todavía creen que se trató de un estallido libertario espontáneo. Ahora hay un gobierno pro europeo, donde los neonazis de Svoboda fueron recompensados con varios ministerios, entre ellos el de Defensa. Pero Ucrania quedó hundida en el peor de los infiernos, con una sangrienta guerra civil y el país desmembrándose por las confrontaciones que provocaron las potencias occidentales en su juego geopolítico.
Si el gobierno venezolano hubiera sido débil o hubiera acatado las presiones internacionales sincronizadas con el movimiento destituyente del grupo de López, en este momento ese país sudamericano estaría envuelto en una furiosa guerra civil o soportando una dictadura represiva para acallar las protestas de la mayoría de la población que votó a Maduro. Pero el gobierno resistió el embate y López ni siquiera pudo volcar a las calles al resto de la oposición, que en ese momento había iniciado un camino de diálogo. La protesta, que había sido presentada como “insurrección democrática” por los medios, se pinchó y López fue detenido.
Washington, algunos gobiernos europeos, las agencias internacionales de noticias y en general la prensa conservadora, que mantiene una campaña de desprestigio permanente contra el presidente Nicolás Maduro, quieren ahora convertir a López en un mártir de la democracia. Pero no se ve qué tiene de democrático un dirigente que convoca a una insurrección a su pequeño partido contra un gobierno que acaba de ganar las elecciones con total limpieza. En español y en cualquier otro idioma, se trata de una actitud antidemocrática. López no respetó el resultado de las elecciones y trató de derrocar en forma violenta al gobierno que las ganó. Y en el camino quedaron más de 80 muertos y 800 heridos y toda la destrucción que provocó. La única consigna fue derrocar a un gobierno democrático, lo cual es un delito y por esa razón, López está en prisión.
El alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, que fue detenido recientemente, acusado de complicidad con las guarimbas de López y por haber sido denunciado por un militar involucrado en una maniobra golpista, también tiene un doble estándar. Era alcalde de Caracas en 1992 cuando se produjo el Caracazo, que sí fue un movimiento popular espontáneo y masivo como el de 2001 en Argentina. En ese momento justificó la sangrienta represión que produjo más de 300 muertos y un millar de heridos. Ahora, también como alcalde, protegió y sostuvo a los jóvenes de clase alta que organizaron las barricadas y los saqueos. Un doble estándar que no parece democrático. No está tan claro de qué lado están unos y otros. Es un cuadro más complejo en el contexto de un gobierno popular.
Estados Unidos es parte de esa crisis y no tendría que serlo. Y por ser parte no tiene autoridad moral para juzgar a ninguno de los protagonistas del proceso político venezolano. Cuando toma medidas contra el gobierno de Maduro, lo que hace es poner de manifiesto su intervención permanente antes, durante y después de esta crisis. Pese a la demoledora campaña de desprestigio de las agencias de noticias y los canales de televisión internacionales contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, los gobiernos de la región han podido distinguir y separar la situación interna de Venezuela –que deben resolver los venezolanos– del intervencionismo norteamericano. La declaración del gobierno argentino fue clara en ese aspecto y de la misma manera se han manifestado los organismos regionales. Solamente el gobierno neoliberal de Panamá se animó a salirse de la fila. La declaración de Washington tiene que ver con su propia estrategia internacional. Mientras distiende la relación con Cuba o Irán, hacia su opinión pública necesita mostrar dureza con Venezuela y así la distensión se presenta como fortaleza y no debilidad. Pero es más que eso también. La amenaza a Venezuela es un globo de ensayo para determinar el grado de cohesión regional.

A CUARENTA AÑOS DEL OPERATIVO ROCAMORA EN VILLA CONSTITUCION La memoria obrera Las fábricas pararon cuatro horas. Hubo un acto en la UOM. Se recordó el día en que las fuerzas represivas tomaron la ciudad, encarcelaron a más de cien gremialistas y mataron a decenas.









Por Sonia Tessa

Desde Villa Constitución
La fuerte lluvia que cayó bien temprano le jugó una mala pasada al acto soñado en la plaza de Villa Constitución, que terminó haciéndose en la sede de la UOM. Las fábricas de esta ciudad industrial hicieron un paro por cuatro horas, pero la marcha proyectada desde el cruce de rutas fue en autos y colectivos. El auditorio se colmó para la conmemoración del 20 de marzo de 1975, el día en que las fuerzas represivas del Operativo Rocamora invadieron la ciudad, encarcelaron a más de cien dirigentes gremiales y mataron a decenas. Fue el ensayo del terrorismo de Estado. “Cuando crecía, estaba muy enojada con el sindicato. Pensaba que era el culpable de la muerte de mi padre. Después entendí que tal vez ésa sería la idea: culparnos entre nosotros pero no ver al culpable real”, dijo Alicia García, la hija de José García, uno de los asesinados en aquella masacre. Su discurso hizo lagrimear a varios. Metalúrgica ella también, Alicia dijo: “Hoy estoy orgullosa de ser la hija de José García”. Cuando terminó de hablar, su hijo Mauricio, también metalúrgico, se acercó a abrazarla. Alicia lloraba. En el mismo escenario, el dirigente del comité de lucha que se formó tras la represión para conducir la huelga que duró 60 días, Victorio Paulón, estaba sentado junto al actual secretario general de la UOM y de la CGT, Antonio Caló. En 1975, el líder de la UOM, Lorenzo Miguel, formó parte del ataque contra la lista Marrón que encabezaba Alberto Piccinini, la que bregaba por democracia sindical contra la burocracia.
“No venimos a olvidar. Venimos a recordar. Pero también tenemos en cuenta los nuevos desafíos de los trabajadores”, dijo Paulón. Unidad fue su palabra clave. “Agradecemos a Caló este gesto histórico, que habla mucho más del futuro que del pasado”, agregó. En esa línea, el dirigente recordó: “Eramos la segunda línea, que tuvimos que hacernos cargo de conducir la huelga histórica, que duró 60 días, sin reivindicaciones económicas, sólo para pedir que nos devolvieran el sindicato y la libertad de los presos políticos”.
Entre los dos metalúrgicos se sentó el secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky. La ovación de la sala fue atronadora cuando se nombró a Alberto Piccinini, “el líder de la clase trabajadora”, que no pudo asistir por “razones de salud”. Todos los presentes se pusieron de pie en su homenaje. La esposa de Picci estaba entre el público.
Ya sobre el final, mientras el intendente Horacio Vaquié (UCR) estaba sentado allí, en el escenario, el secretario general de la UOM de Villa Constitución, Héctor Ibarra, hizo el reclamo al Concejo Municipal: la enorme movilización popular y el apoyo que la lucha de los metalúrgicos tuvo en 1975 no tuvo espacio en la Legislatura local. La UOM había pedido al Concejo que se decretara asueto por cuatro horas, pero los ediles no lo hicieron. “Queríamos que estuvieran los alumnos, además de las maestras”, expresó Ibarra. Las docentes con pecheras azules de Amsafé aplaudieron desde sus butacas. El mismo Concejo sí había declarado asueto el 23 de octubre, para una marcha por la inseguridad.
Las prioridades de los representantes políticos aparecen claras desde la entrada a la ciudad. Una de las primeras imágenes es el cartel que dice “barrio Amelong”. Raúl Amelong era gerente de Relaciones Industriales de Acindar y fue asesinado el 4 de junio 1975 por Montoneros. Yendo por la avenida San Martín otra de las calles se llama Ingeniero Acevedo, el nombre del dueño de la emblemática metalúrgica. Los obreros y obreras muertos en aquellas jornadas no tienen todavía calles con sus nombres. Sí existe una cortada 16 de Marzo, día del triunfo de la Lista Marrón en 1974. Y el dirigente que encabezó aquella lucha, Piccinini, por segunda vez no fue declarado ciudadano ilustre por el Concejo, como pidieron la UOM y Amsafé para llegar con ese homenaje al día de ayer. Ya lo habían intentado otras agrupaciones en 2008, también sin éxito.
En el espacio de la UOM de Villa Constitución, el acto mantenía el recuerdo vivo de las luchas. Yasky consideró que “es bueno estar acá, es bueno rescatar esta historia, porque de esta historia venimos todos nosotros. No estaríamos acá todos los que estamos juntos si no hubiese existido el Villazo, si no hubiese existido Alberto Piccinini”. Yasky también subrayó que “la derecha violenta hoy tiene otro rostro. En vez de tener fusiles FAL, tiene grandes medios de comunicación”.
El penúltimo orador fue Caló. “No debemos repetir los mismos errores que tuvimos hace 40 años. Entonces yo era muy joven, pero hoy les digo a los más jóvenes que no vuelvan a repetir la historia que nos inculcaron, de pelearnos entre nosotros. Ese fue un error impuesto por la oligarquía y los poderes concentrados”, dijo el secretario general de la CGT, y recordó que “cuando vino el golpe militar de 1976 arrasó con todo”.

RATIFICO QUE NO LLEVARA UN VICE RADICAL NI HABRA “COGOBIERNO” SI GANA LAS PRESIDENCIALES Macri le baja el precio a la UCR

“No soy un fabricante de pizzas ni reparto cachos”, graficó ayer Mauricio Macri para dejar en claro, una vez más, que no va a entregarle cargos a los radicales ni aceptará un “cogobierno” en caso de ganar las elecciones generales de octubre. En el marco de una seguidilla de declaraciones en las que el líder del PRO marcó distancia de sus nuevos socios, Macri ratificó que no tendrá un compañero de fórmula radical. Fue una forma de descartar las especulaciones en torno de un eventual acuerdo con Ernesto Sanz para que lo acompañe en la boleta, algo que desde el entorno del senador mendocino ayer también salieron a desmentir.
Poco antes de que los emisarios del PRO y la UCR comiencen a definir el armado de los acuerdos provinciales y la conformación de las listas de legisladores nacionales, el jefe de Gobierno porteño sigue con su estrategia de desestimar a sus aliados más recientes. En una recorrida por Rosario para acompañar a su candidato a gobernador, Miguel Del Sel, Macri aseguró que la nueva alianza no implica “una repartija de cargos”. Con los números de las encuestas que lo dan por encima de Sanz y de Elisa Carrió, el líder del PRO repite que “el que gana conduce y el que pierde acompaña”.
Tras la negativa de Gabriela Michetti de acompañar a Macri en la boleta presidencial, la posibilidad de encontrar un radical del interior del país que complemente su candidatura tomó un nuevo impulso. La decisión de la Convención de la UCR de asociarse con el PRO fue el paso que faltaba para que las especulaciones terminaran de instalarse. En ese contexto, el jefe de Gobierno salió a frenar esos rumores. “No, nunca hablamos de eso, con Ernesto Sanz y los dirigentes radicales que han dado este paso valioso a favor del cambio dijimos que vamos a competir en las PASO, porque coincidimos en los valores democráticos de la defensa de la independencia de los poderes, la libertad de prensa, y la sana convivencia”, afirmó. En cambio, no descartó que ese lugar lo ocupe el santafecino Carlos Reutemann: “No me he sentado con él, se fue de viaje y creo que volvió hace 48 horas. Nos juntaremos en los próximos días y después que hable con él cuento desde qué lugar se ve colaborando”, dijo.
Los propios radicales desconfían de que Sanz llegue hasta el final del camino. “Que no se vaya a bajar eh”, le advirtió en público el formoseño Luis Naidenoff a Facundo Suárez Lastra (uno de los operadores del sanzismo) en un acalorado debate televisivo esta semana. El sector de Gerardo Morales, Julio Cobos y Ricardo Alfonsín, que resultó derrotado en la Convención, pretende llevarle una serie de condiciones al titular del partido para no provocar una ruptura de hecho.
Por lo pronto, representantes del macrismo y el radicalismo se reunieron esta semana para avanzar en la negociación de las listas y los armados provinciales. La UCR pretende que allí, donde tenga un candidato a gobernador que tenga chances de ganar, el PRO baje sus postulantes. “Las listas serán un traje a medida para cada distrito”, aseguraron desde el PRO, dejando la puerta abierta a una competencia en las PASO.

ROBERTO CARLES, EL CANDIDATO QUE PROPUSO EL EJECUTIVO PARA LA CORTE SUPREMA, ESTUVO CON JORGE BERGOGLIO Dos encuentros con el Papa en el Vaticano

Por Elena Llorente
Desde Roma
Francisco recibió a Carlés y a otros juristas que promueven la abolición de la pena de muerte.
El candidato del Gobierno para la Corte Suprema, Roberto Carlés, se encontró dos veces esta semana con el papa Francisco en el Vaticano: la primera a nivel estrictamente personal; la segunda, como miembro de la Red Mundial de Académicos por la Abolición de la Pena de Muerte, junto al español Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte. Durante el encuentro con los juristas, en la Biblioteca del pontífice en el Palacio Apostólico, el papa Francisco les entregó una carta en la que, con conceptos contundentes, brega por la abolición de la pena de muerte. “El resultado de esta audiencia fue más que positivo y, como siempre, el Papa nos depara más de una sorpresa. Hoy la sorpresa fue una carta de cuatro páginas en la que fija su posición sobre el tema y hace referencia a otros pronunciamientos que había tenido, como la carta que nos dirigió a la Asociación Internacional de Derecho Penal y a la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología el 30 de mayo del año pasado, y al encuentro que tuvimos en ocasión de un congreso que reunió a importantes entidades internacionales de Derecho Penal y que organicé en Roma en octubre del año pasado”, dijo Carlés a Página/12 poco después de la audiencia en el Vaticano.
–Usted se encontró el jueves privadamente con el papa Francisco, ¿qué puede decir de ese encuentro?
–Puedo decir sólo que fui recibido en la residencia de Santa Marta, donde el Papa vive. Fue una visita estrictamente privada. A mí me dio una gran alegría poder visitarlo cuando en Italia se celebraba el Día del Padre, el día de San José. Era feriado en el Vaticano y eso tal vez nos permitió poder conversar un poco más. Pero no es la primera vez, hemos tenido varios encuentros el año pasado.
–¿Y en la audiencia con los juristas, cuáles fueron los temas que abordaron con Francisco?
–Le explicamos nuestro trabajo y nuestros objetivos, lo que hemos venido haciendo. La verdad es que el reciente anuncio de un Jubileo de la Misericordia, un nuevo Año Santo, es una oportunidad extraordinaria para que el Papa haga un llamado a los líderes del mundo, sobre todo a aquellos países donde todavía se mantiene la pena de muerte, para su abolición cuando sea políticamente posible, o por lo menos para conseguir moratorias lo más extensas posible. Esto último se ha logrado en algunos estados de Estados Unidos como Pensilvania.
–¿Se trataron temas argentinos en esta audiencia?
–No hubo temas argentinos en la audiencia. Se habló solo de la pena de muerte, pero en una perspectiva amplia, entendiéndola no sólo como la ejecución de la pena que se aplica después de un proceso penal sino refiriéndola también a los Estados que matan o ejecutan sin proceso, extrajudicialmente.
–¿Qué fue lo más contundente que dijo el Papa en la carta que les entregó, según usted?
–Una de las frases más claras es la que dice: “Hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado”. El Papa fue incluso más allá diciendo que los Estados son señores de la vida y la muerte de las personas cuando no proveen, por ejemplo, a la satisfacción de las necesidades básicas, vivienda, salud, alimentación, y eso es también condenar a muerte a las poblaciones por más que no sea una pena de muerte formal. Francisco escribió textualmente: “Los Estados pueden matar por acción cuando aplican la pena de muerte, cuando llevan a sus pueblos a la guerra o cuando realizan ejecuciones extrajudiciales o sumarias. Pueden matar también por omisión, cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los medios esenciales para la vida”. Y agregó: “La pena capital es, además, un recurso frecuente al que echan mano algunos regímenes totalitarios y grupos de fanáticos, para el exterminio de disidentes políticos, de minorías, y de todo sujeto etiquetado como ‘peligroso’ o que puede ser percibido como una amenaza para su poder o para la consecución de sus fines”.
–En Argentina se ha publicado que la Iglesia estaría molesta por ciertas versiones que aseguran que su nominación como candidato a la Corte Suprema cuenta con el aval del papa Francisco... ¿qué responde?
–Cuando se habla de malestar en la Iglesia por una supuesta utilización del Papa para mi postulación a la Corte, lo primero que me viene a la mente es que yo también soy la Iglesia, soy parte de ella. Malestar en la Iglesia ¿de quién? Si hay alguien dentro de la Iglesia, dentro de la jerarquía eclesiástica o dentro del pueblo católico que tiene algo para decir, debería decirlo de forma institucional y clara. No sabemos quién ha hecho esas declaraciones. En segundo lugar, yo nunca he utilizado al Papa en ningún tema y menos a partir de mi postulación a la Corte. Las entrevistas y reuniones que he tenido con el Papa fueron mucho antes de ser postulado a la Corte con excepción de esta, que estaba pactada con anterioridad a mi nominación pero se efectuó después y que tuvo un objetivo que nada tiene que ver con la política argentina, como es la abolición de la pena de muerte. Yo tengo una excelente relación con el Papa. Más que utilización hay una colaboración mutua para tratar de impulsar algunas causas como la que tratamos ayer sobre la pena de muerte.
–Supongamos que usted accede a la Corte Suprema, sería el miembro más joven. ¿Qué es lo primero que querría impulsar?
–Me gustaría impulsar una Corte activa y mucho más abierta al diálogo con la ciudadanía en general. El centro de información judicial, por ejemplo, es un instrumento extraordinario por lo que hace al acceso a la información. Pero también quisiera promover las audiencias públicas y los “amigos del tribunal” para que la gente aporte material a los jueces. Hoy se habla mucho de la cultura del encuentro, de la necesidad de diálogo, del consenso. A mí me gustaría avanzar en ese sentido creando una Justicia más participativa.

› PANORAMA ECONOMICO El club de los 1000

Por David Cufré
Los 1000 productores rurales más grandes de la Argentina concentran el 30 por ciento de la producción y aportan el 26 por ciento de la recaudación total por retenciones a las exportaciones. Los datos figuran en un paper del Ministerio de Economía que se puso sobre la mesa para decidir el esquema de retenciones segmentadas para los pequeños chacareros que se anunció el último lunes. El documento, al que accedió Página/12, sostiene que los mayores terratenientes del país realizan en promedio ventas por 3,4 millones de pesos al mes o 40,8 millones al año que, multiplicadas por 1000, superan los 40 mil millones de pesos. La superficie de producción que maneja esa cúpula empresaria es de 8000 hectáreas en promedio, contra las 40 hectáreas en promedio de los 1000 productores más chicos. Las explotaciones de los 46.121 productores alcanzados por la menor incidencia de los derechos de exportación que dispuso el Gobierno no superan las 350 hectáreas.
Esta información es básica para determinar cualquier acción de política económica que involucre al sector rural. Ubicarlos a todos bajo el genérico de “el campo”, como se presentaba la Mesa de Enlace –con apoyo mediático– durante el conflicto por la resolución 125 es una distorsión funcional a los más poderosos. Esa maniobra comunicacional logró confundir a vastos sectores de la sociedad, que terminaron militando por la caída de esa medida, cuando en el fondo implicaba un aporte sustancial a la distribución del ingreso.
Según el esquema anunciado el lunes, indica el informe oficial, un productor de 100 toneladas de trigo que destina el 50 por ciento a la exportación computa ventas anuales por 95 mil pesos, de los cuales cede 22.200 pesos por retenciones. El nuevo sistema de compensaciones acordado entre el Ejecutivo y la Federación Agraria implica para ese chacarero un reintegro de 45.000 pesos, el 203 por ciento de lo que afrontó por derechos de exportación o el 47 por ciento sobre las ventas totales. Si fueran 100 toneladas de soja –el 80 por ciento para el mercado externo–, el productor tendría ingresos por 210.000 pesos en un año, las retenciones le restarían 91.900 y la devolución llegaría a 45.000 pesos, el 49 por ciento de esa cifra o el 21 por ciento sobre ventas. Un tercer ejemplo es el de un productor de 700 toneladas de soja, que también exporta el 80 por ciento: las ventas anuales treparían a 1.463.000 pesos, las retenciones serían por 643.203 y la compensación bajaría a 31.500 pesos, el 5 por ciento de lo que aportó o el 2 por ciento de las ventas totales. Es decir, en un caso el reintegro equivale al 203 por ciento de lo descontado por retenciones, en el segundo ejemplo retrocede al 49 y en el último, al 5. Si la comparación se traza sobre ventas, la proporción de las devoluciones es del 47 por ciento en el primer caso, del 21 por ciento en el segundo y del 2 por ciento en el tercero.
Como se ve, en ese universo que separa a productores de entre 100 y 700 toneladas existen diferencias notables de ingresos y aportes al Estado. Por lo tanto, no tendría sentido que el esquema de reintegros para unos y otros tuviera la misma proporción. Con esa información es fácil advertir quiénes serían los grandes ganadores de una reducción o eliminación generalizada de retenciones a las exportaciones como proponen Sergio Massa y Mauricio Macri, con el agravante para el candidato del PRO de que también impulsa una caída de los derechos de exportación a la soja de 5 puntos por año hasta su desaparición.
Como se mencionó al principio, el club de los 1000 productores rurales más poderosos del país realiza ventas anuales por 40,8 millones de pesos en promedio cada uno, en superficies de 8000 hectáreas en promedio. “La devolución indiscriminada de retenciones implicaría no solo reproducir sino también fomentar las notables disparidades entre productores”, advierte el documento del Palacio de Hacienda. La producción de los 1000 más grandes, agrega, es 882 veces mayor que la de los 1000 más chicos, con un área cultivada 191 veces superior y con ventas totales que las rebasan en 695 veces. La cosecha de la campaña 2013/2014 ascendió a 110,7 millones de toneladas. Los 1000 más grandes generaron el 30 por ciento del total, algo más de 33,2 millones de toneladas, a razón de 33.200 toneladas en promedio cada uno. El documento de Economía no precisa el monto de retenciones asumido por esos estancieros, pero fuentes del mercado las estimaron en no menos de 14.000 millones de pesos o 14 millones cada uno en promedio. En todo caso, sería oportuno que el Frente Renovador y el PRO presentaran números finos de cuál sería la transferencia de ingresos por la disminución o eliminación de derechos de exportación desde el Estado hacia el sector rural en general y hacia los 1000 más grandes en particular.
Para tomar dimensión de las cifras se puede comparar con los últimos anuncios que hizo el Gobierno en materia de seguridad social. Según la Anses, la ampliación del plan Progresar –para ayudar a jóvenes de entre 18 y 24 años a completar estudios– en 650 mil alumnos y el aumento del subsidio de 600 a 900 pesos por mes tiene una incidencia fiscal de 7000 millones de pesos al año. Y el pago de la ayuda escolar a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo implicará otros 2300 millones. Otro dato ilustrativo es el presupuesto para la liquidación de sentencias judiciales en favor de los jubilados para este año, que llega a los 10.500 millones de pesos, con lo cual se podrá saldar lo dictaminado por la Justicia para 50 mil personas.
La segmentación de retenciones para los 46.121 productores que presentó el Gobierno el último lunes insumirá para el Estado 2500 millones de pesos. Las superficies necesarias para generar hasta 700 toneladas, que es el corte para la aplicación del reintegro, oscilan entre 100 y 350 hectáreas según el tipo de producción involucrada y la región donde se realiza, muy lejos de las 8000 hectáreas en promedio de los mayores terratenientes del país con sus 33.200 toneladas.
La negociación entre el Poder Ejecutivo y la Federación Agraria, bajo la nueva conducción de Omar Príncipe, fracturó la alianza que esa entidad había sellado en 2008 con la Sociedad Rural, CRA y Coninagro para resistir las retenciones móviles y que luego se mantuvo sin fisuras hasta hace pocas semanas. Hoy, los antiguos referentes de FAA, Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli, son candidatos a gobernador por el Frente Renovador en Santa Fe y por el PRO en Entre Ríos.

las12 VIERNES, 20 DE MARZO DE 2015 DIA DE LA MEMORIA El fusil en la mano y la casa a cuestas

Tapa las12Asumir la violencia como método excedió a las militantes que se incorporaron a las organizaciones armadas de los ’60 y ’70 porque fue parte de las condiciones de la época, pero también las atravesó. Ellas pusieron en cuestión el estatuto cultural de inferioridad física femenina, plantearon que la política era asunto propio e intentaron discutir en pie de igualdad con los hombres en el PRT-ERP, FAP y Montoneros y en un espacio público que las desconocía. Hacerse cargo y dar cuenta de sí mismas es parte de una construcción del género que se desplaza de la posición subordinada y desborda los márgenes femeninos y masculinos tradicionales. Las revolucionarias. Vida cotidiana y afectividad en los ’70, ensayo de la socióloga Alejandra Oberti recién editado por Edhasa, profundiza a través de testimonios directos en una época en la que con pasión miles de mujeres irrumpieron en ámbitos inéditos de un modo excéntrico.
 Por Noemí Ciollaro

¿Cómo se inició la participación de las mujeres en las organizaciones armadas?

—Hay una característica en común en las organizaciones armadas de los ’60 y ’70 y es que muy tempranamente incorporan mujeres en sus acciones públicas, incluso armadas, y esa presencia es reivindicada por el (Ejército Revolucionario del Pueblo-Partido Revolucionario de los Trabajadores) ERP-PRT, Montoneros y Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). En un reportaje que les hacen en 1970 a las FAP, en la revista Cristianismo y Revolución, justamente lo que preguntan es por qué se ven mujeres en las organizaciones. Lo que se responde es que la mujer, que se encuentra sumergida en una situación de marginación y dependencia, tiene que tener el mismo grado de participación que el hombre en los procesos de la sociedad y en todas las tareas revolucionarias, especialmente en la primera línea de combate.

¿Cuál era la situación social y política de las mujeres en esos años?

–Se da una bisagra ente los ’60 y ’70 en que las mujeres tienen mayor presencia en los ámbitos educativos, en el mercado laboral y, en esa serie de transformaciones, la política en general, e incluso la revolucionaria, las recibe. Lo que se va a producir después es que desde las organizaciones hay diferentes modalidades para pensar esa incorporación. Lo que yo encontré en los documentos y la prensa de PRT-ERP, Montoneros y FAP es que hay un esfuerzo para interpretar esa incorporación, para proponerla, para interpelar a las mujeres, y ahí sí hay diferencias en los modelos de cada organización. En el caso de Montoneros la referencia a Eva Perón es inmediata y muy fuerte. Ahí hay un modelo que es como un faro de militancia femenina que muestra y propone la forma en la que las mujeres se tienen que incorporar. Tampoco podemos decir que esta propuesta siga al pie de la letra el modelo de la militancia propuesta por Eva Perón, ahí lo que hay son formas de desplazamiento que tienen que ver con los mismos tiempos.

¿Cómo se opera esa transformación que produce a la Evita montonera?

–Menciono algo que para mí es elocuente: es conocido y citado el fragmento de la biografía de Eva Perón donde ella cuenta su encuentro con Perón y lo titula “mi día maravilloso”, y lo que relata es su fascinación ante la figura del líder. Montoneros publica en su diario El Descamisado parte del relato autobiográfico de Juan Perón hecho en el exilio, donde una de las cuestiones que menciona es su encuentro con Eva y también lo describe como “un día maravilloso”, y con una pluma bastante sobrecargada expresa cómo quedó deslumbrado por la figura de esa mujer pequeña y muy vivaz que se le acerca por el terremoto de San Juan y le dice que quiere colaborar con los damnificados. Me parece que ese movimiento, ese “día maravilloso” de Perón, diseña una simetría igualitaria con el de Evita, en tanto es él quien se muestra subyugado por esa mujer que se preocupa por los humildes. Es Perón quien la legitima, transfiriéndole, a través de ella, parte de su poder simbólico a Montoneros. Luego la organización armada elimina de los discursos los tramos en los que Eva arremete contra las feministas, reenvía a las mujeres al ámbito doméstico y señala que las madres deben ser, sobre todo, buenas madres y compañeras de sus esposos. Así es como son madres-esposas-trabajadoras y herederas de una Evita que encarna plenamente la lucha revolucionaria, las mujeres son llamadas a cumplir las tareas de la hora como militantes y combatientes. Es la Evita ninfa, de aspecto frágil pero de voz resuelta, de cabellos rubios que caen sobre su espalda y de ojos afiebrados y gesto sonriente, es la Evita “obrera, hermosa y montonera”. No es la del rodete, no es la Evita que es parte del Estado que construyó el peronismo.

¿Eva realmente rompió el molde en su época y luego fue el modelo para las militantes montoneras?

–Yo creo que cuando una mujer irrumpe en el espacio público con un papel importante algo se rompe, aún sucede hoy, y eso ocurrió en los ’60 y ’70 y mucho más en los ’40 y ’50 con Eva. Hay muchos textos sobre esa cuestión más conservadora en la figura de Eva, en la Rama Femenina del peronismo, ellas tienen que cuidar esa trinchera que es el hogar. Pero al mismo tiempo se da una intervención en el espacio público que creo que es disruptiva. Montoneros en principio descuidó esa rama que había sido uno de los pilares del movimiento, pero luego comprendió su importancia. Pero indudablemente Eva Perón fue el modelo para las mujeres montoneras. Hay una foto de Norma Arrostito, una de las pocas mujeres que llegó a integrar la cúpula de Montoneros, tomada durante un acto en el Club Atlanta, en la que ella aparece sonriente y con el pelo suelto, la imagen más acabada de las hijas de Evita. La compañera que se coloca al lado del hombre y comparte con él todos los aspectos de la militancia.

Y en el caso del ERP-PRT ¿cuál fue el modelo de mujer?

–El PRT busca otras imágenes, más propias de los ’60 y ’70, más distantes, hay muchas referencias a la Revolución Cubana y a Vietnam porque es algo que está en el horizonte y en discusión. Se discute cómo es el ejército guerrillero que tienen que crear tomando distintas figuras; en el caso de las mujeres las referencias son el rol de las mujeres y la familia en el socialismo, y la idea de las vietnamitas que cuidan y amamantan a los hijos al mismo tiempo que están participando en la guerrilla. Esa mujer que lleva al hijo en los brazos y carga un fusil al hombro. Pero se las convoca a participar de la revolución y sumarse a la proletarización –el PRT-ERP, a diferencia de las organizaciones peronistas, no tenía proletarias en sus filas– desde una posición asociada a funciones femeninas tradicionales (cuidar, cocinar, apoyar a los compañeros, levantarles el ánimo cuando la guerrilla se traslada al monte). Los discursos de estas organizaciones las definen como atrasadas ideológicamente, anticomunistas e individualistas, cuidadoras y reproductoras. Pero ellas excedieron estos roles y protagonizaron nuevas posiciones de género.

¿Qué provoca que tantas mujeres acudan a esas convocatorias?

–Yo creo que una razón de peso, entre muchas otras, es la marca del tiempo, en Argentina, en América latina, Europa, los ’60 y ’70 son años de profundas transformaciones donde las mujeres irrumpen en lo laboral, en la política, en los movimientos sociales, y aquí la izquierda las recibe amistosa y amablemente, después tiene muchas dificultades para ver qué hace con eso. Pero la sucesión de dictaduras en la Argentina produce una participación reactiva en muchos sectores de la sociedad, las mujeres, los jóvenes, parte de la clase media.

¿Cómo jugó el feminismo en la incorporación de las mujeres a la lucha?

–En los ’60 y ’70 el feminismo atraviesa su segunda ola, la anterior fue al iniciarse el siglo XX. Es un feminismo nuevo que pone en cuestión el cuerpo, la revolución sexual, con movilizaciones, contestatario y muy político, se delinea el feminismo que conocemos hoy. En la Argentina y en América latina es muy limitado; las organizaciones de izquierda tradicional son cuestionadas desde el feminismo, y al peronismo se lo considera antifeminista. Los planteos feministas fueron para las organizaciones armadas “cuestiones burguesas”, y proponían transformaciones mucho más radicales y profundas.

¿Qué problemáticas introduce el ingreso de las mujeres a la guerrilla?

–Las organizaciones empiezan a traer una serie de cuestiones que son propias de una forma de militancia que no es externa y ajena a la familia, la pareja, la sexualidad, los hijos. Cuando las mujeres se incorporan, la política deja de ser una cosa que está separada de la vida privada y de lo personal porque involucra a todos los sujetos. El documento de 1972 del PRT, “Moral y proletarización”, evidencia una preocupación por el papel de las mujeres, por la pareja militante, por qué significa tener hijos en el contexto de la guerrilla. En Montoneros se da distinto y tiene que ver con la historia de la Resistencia peronista, en la que las mujeres tuvieron muy tempranamente participación, sobre todo las esposas, madres y trabajadoras, obreras, las que sabían qué pasaba en la casa, en la fábrica y en el territorio, pero rastreando también se percibe esa preocupación por los mismos temas. Montoneros hace una resignificación de la figura materna de la militancia y el planteo de que lo que hay que sostener es una familia porque los hijos son el futuro y lo que se quiere es una revolución que transforme la sociedad para que las nuevas generaciones vivan mejor: son familias e hijos para la revolución. Pero en ambas organizaciones que promueven al “hombre nuevo” en la práctica se da una sobrecarga en las mujeres, porque las tareas domésticas, el cuidado de los hijos y las tareas laborales, además de la militancia, siguen estando a su cargo. Y en la medida en que la preeminencia de la política armada va tomando a las organizaciones las mujeres pierden en esa discusión. Muchas participan muy activamente de las organizaciones armadas, sin embargo son menos, tienen lugares menos destacados, tienen que cuidar a la familia. Creo que la propia política armada, sin pensar en estereotipos ni en esencias femeninas, sino en una genealogía social, la familiaridad con las armas, el hecho de que los hombres venían con cierto entrenamiento corporal del servicio militar, sumado al propio machismo dentro de las organizaciones, trata de pensar que una mujer no puede o no debe ocupar ciertos espacios de decisión en la organización, y es así como van quedando relegadas de las decisiones y de los cargos formales.

¿Esto recrudece a medida que aumenta la represión?

–Sí, en las prácticas militantes más concretas en un proceso represivo cada vez mayor, con mujeres a cargo de familias con hijos, lo que empieza a aparecer son problemas con la cotidianidad y con el modo en que esos sujetos viven, se organizan, se constituyen como sujetos políticos, que es muy tensionante. Muchas militantes relatan en sus testimonios que ellas eran más cuestionadoras, más críticas que los hombres, y creo que se trata de que las mujeres ocupamos un lugar social que genera una tensión y también una paradoja, porque por un lado hay toda una reivindicación de la acción y eso produce transformaciones, pero a la vez termina siendo limitada. Si pensamos que se va transformando en una política básicamente armada, no hay grandes transformaciones en el modo en el que los sujetos están en el espacio público, la política de ejércitos, la política armada, tiene una marca fuerte de la política burguesa. Hay una tensión que no se puede resolver en la clandestinidad, en el contexto de una política armada, en discusiones que no se dan. Las decisiones se tornan cada vez menos democráticas y se realizan en ámbitos a los que las mujeres no acceden.

Hay en tu libro menciones a la “masculinización” como alternativa.

–Sí, cuando en un testimonio hay que explicar qué es esto de “masculinizarse” se juegan dos aspectos, por un lado una serie de ejemplos que son útiles: ¿cómo me visto?, ¿cómo actúo?, y por el otro, que es el más interesante, es empezar a dejar de lado atributos o esencias que siempre se consideraron femeninas: cuidado, ciertas formas de sensibilidad social, de relación con los otros, y esto hace que lo más relevante sea que entonces esa transformación más individual, más personal que tienen que sufrir las mujeres para poder incorporarse y permanecer ahí, toma como modelo un modelo de varón, que es eso que dice el pensamiento feminista: el varón igual al neutro. Y si esto lo pensamos desde la política, la política no se transforma si no hay una transformación de todos los sujetos. Esto el pensamiento feminista lo viene elaborando a lo largo de todo el siglo XX. Entrar a un universal a partir de parecerse a un sujeto neutro masculino, ya sea en la ropa o en la afectividad, y así entramos en la trampa de reconocer a ese sujeto como el sujeto propio de la política, neutro pero masculino, dotado de un montón de atributos.

Las organizaciones también reglamentaban en las relaciones de pareja.

–Lo que aparece en la prensa militante es que la pareja tiene que ser monogámica, heterosexual, tiene que persistir a lo largo del tiempo, es una pareja muy cercana a la burguesa. Se habla de una pareja basada en el compañerismo, en el afecto, en los ideales comunes, pero lo que hay es una sanción, un intento de legislar y sancionar los desvíos, como las infidelidades o lo no heterosexual. Y esto lo encontrás en la prensa de las organizaciones no una vez sino muchas: “el compañero fulano de tal cometió una falta moral y va a ser sancionado, degradado, rebajado de rango, o la falta es tan grande que tiene que entregar el arma”. Creo que los esfuerzos por sancionar no se reflejan en las prácticas; si se miran los testimonios, todo el tiempo eran violados esos mandatos, porque se estaban produciendo muchas transformaciones en el modo en el que las relaciones eran en aquellos años. No había una ley que se cumplía a rajatabla o que hacía esa sanción efectiva.

¿Hubo mujeres sancionadas por infidelidad como los varones?

–En la prensa de las organizaciones no, son solamente hombres, pero en testimonios posteriores sí se conocieron sanciones a mujeres, a las que les prohibieron determinadas cuestiones. Pero creo que la decisión era exponer a los varones.

Con relación a la clandestinidad, los cambios de domicilio, los partos, la maternidad, el cuidado de los hijos, cuando la represión recrudeció, ¿la situación fue mucho más compleja para las mujeres?

–Ahí se ponen en evidencia todas las dificultades y el modo en el que estas cuestiones no ocuparon un lugar central en las organizaciones, quedaron libradas a la improvisación. Hay un ejemplo que es del orden práctico, pero es elocuente, los partos se hacían en la clandestinidad y en condiciones tremendas y sin ningún cuidado en torno de los nueve meses de embarazo. Durante ese tiempo no se creaba un mecanismo para que, aunque fuera en la clandestinidad, se generaran mejores condiciones tanto para la madre como para la criatura. Digo, cuando se llevaba a cabo una acción, había documentos falsos, casas alternativas, historias que se inventaban, familias falsas que se armaban para alquilar una vivienda, pero nada de esto estaba puesto al servicio del parto y del cuidado y crianza de los chicos. No hubo preocupación por generar nada para estas situaciones, y esto muestra que por un lado se hablaba de la familia y la pareja militante, de los hombres nuevos del futuro, de esa revolución que tiene que abarcarlo todo, pero luego, en la vida cotidiana y en las relaciones entre las generaciones, estos temas quedan absolutamente en segundo plano y la revolución pasa por otra parte, por tomar el poder y el aparato del Estado. No sé si por la represión los resultados hubieran sido distintos, pero no se evidencia esa preocupación. Pero todo esto aparece mucho en los testimonios más cercanos a los últimos años. Y son las mujeres las que hablan, los varones no.

Entre los primeros testimonios y los más recientes de mujeres militantes ¿cuál es la experiencia subjetiva que se va percibiendo, qué cambios hubo?

–El testimonio retiene como en capas superpuestas la marca del tiempo donde sucedieron las cosas que se están relatando, en este caso los ’60 y ’70, y después está toda la temporalidad en un sentido denso de lo ocurrido desde el momento aquel hasta la actualidad, todo mezclado y en la medida en que las personas relaten con tranquilidad, en que el testimonio no se convierta en un interrogatorio, y que tampoco se deje a la persona totalmente en soledad. Lo que se produce es un traer ese pasado al presente y con una marca fuerte de lo que se dice, de lo que se pensó en aquellos años, y después la reflexión y el modo de organización del relato tienen que ver con lo que la persona es en este momento. Por eso es que es habitual que aparezca la cuestión de la responsabilidad, las miradas más críticas, más reflexivas, interpretadas desde el contexto. Yo creo que las reflexiones más críticas de las mujeres son las que tienen que ver con el lugar de la familia, de la vida cotidiana en el marco de la militarización. Si yo tuviera que hacer en un conjunto amplio un promedio de lo que es más fuerte, donde se distancian más –y distanciarse no quiere decir no hacerse cargo sino situarse de otra forma y reinterpretar ese pasado a la luz de la experiencia y de la etapa actual de la vida en que está una mujer 30 o 40 años después– es que se reivindican como más críticas en cuanto a la vida cotidiana. Y a eso hay que atender porque es la sensibilidad en cuanto al tipo de inteligencia que aparece en los testimonios de las mujeres que pone el foco con mucha más facilidad en la vida cotidiana y en la crítica a la militarización. Los varones también lo hacen en cierta forma, pero ellos van más a lo político, a los resultados. Creo que hay padecimientos diferentes y que eso marca el modo en el que se evalúa el pasado. En promedio se percibe un lugar de cierta subordinación de las mujeres.