viernes, 6 de marzo de 2015

RUFINO TRENES MARCHAMOS

CONTRATAPA Echele semilla

Por Juan Forn
Había en Alemania durante la Segunda Guerra un escritor que se llamaba Kasack y otro que se llamaba Nossack. Se llevaban sólo seis años, pero el menor (Nossack) era una suerte de discípulo distante del mayor. Uno vivía en Potsdam, el otro en Hamburgo. Ambos pertenecían al “exilio interior”: ni simpatizaban con los nazis ni eran perseguidos por ellos. A fines de 1942, cuando el dominio del Reich en Europa aún parecía incontenible, Kasack le envió a No-ssack una carta con treinta páginas de un relato sin terminar que no se animaba a mostrarle a nadie. Nossack le contestó diciéndole que él estaba escribiendo sobre el mismo tema inconfesable. El tema era la destrucción de Alemania por las bombas.
Kasack propuso a Nossack un pacto secreto que comprometiera a ambos a terminar sus relatos: ya que no podían mostrar esos cuentos a nadie más, cada uno sería el único lector del texto del otro. Las misivas, por supuesto, no iban por correo; esperaban hasta encontrar una persona de confianza que viajara entre una ciudad y otra. Mientras tanto comenzaron los ataques aéreos aliados sobre las ciudades alemanas. Nossack le confesó en una carta a Kasack: “En todos los ataques tengo el mismo amargo deseo: ojalá éste sea realmente malo. Casi podría decir que grito ese deseo al cielo. No es valor, sino obligación moral ante ese deseo espeluznante, lo que hace que no baje al sótano con los demás cuando suenan las alarmas y me quede mirando hipnotizado la ciudad desde la azotea de mi departamento”.
La destrucción cayendo del cielo pronto se haría realidad: en julio de 1943, Nossack contempló, desde la ribera del río en las afueras de Hamburgo, cómo caían dos mil toneladas de bombas aliadas e incineraban la ciudad. Poco después iba a ocurrir lo mismo en Dresde y otras ciudades alemanas, seguido del avance de las tropas terrestres aliadas y, por fin, el suicidio de Hitler y la rendición. Los primeros y únicos testimonios sobre la Alemania arrasada fueron escritos por extranjeros: los cronistas aliados que entraron con las tropas. El sueco Stig Dagerman escribe en 1945 que los trenes alemanes viajan llenos pero nadie mira por las ventanas el paisaje, y él se delata como extranjero precisamente por mirar atónito, hacia afuera y hacia adentro del vagón. El inglés Victor Gollancz repara en la gente que vaga por los caminos, de una ciudad a otra, supuestamente buscando parientes que hayan sobrevivido pero en realidad víctimas de un estupor que les impide quedarse quietos en ninguna parte. En una librería de Colonia, la norteamericana Janet Flanner ve cómo se manosean a escondidas fotos de cadáveres después de la tormenta de fuego, “con la mirada perdida del consumidor de pornografía”. El suizo Max Frisch, al entrar en Halberstadt, nota que la hierba empieza a cubrir las ruinas, y lo describe así: “Verde, debajo escombros, debajo restos humanos sepultados y, por encima de nuestras cabezas, las estrellas. En el teatro, Ifigenia”. A su regreso a Berlín, Bertolt Brecht escribe: “El ser humano aprende de la desgracia tanto como el cobayo aprende de biología en su jaula de laboratorio”. Günter Grass y Heinrich Böll se pasarían las siguientes décadas recordándoles incómodamente a los alemanes qué clase de cobayos habían sido: “En el principio de este Estado había un pueblo que buscaba su comida en la basura” (Böll) y “Un escritor, hijo, es alguien a quien le gusta el tufo y en este país los cadáveres en el sótano todavía huelen” (Grass).
Pero ni Grass ni Böll habían llegado todavía a la literatura alemana cuando, en 1947, Kasack y Nossack publicaron sus relatos sobre las urbes arrasadas y la vida en las ruinas. El de Nossack terminó siendo un desangelado informe del bombardeo de Hamburgo y los días posteriores, que tituló Entrevista con la muerte y que pasó completamente inadvertido (de hecho, la pequeña editorial que lo publicó quebró a los pocos meses, tal como en el relato de Nossack hay un testigo que intenta contar a los demás lo que vio y éstos le dan muerte “porque difunde un frío mortal, inaceptable”). El texto de Kasack, en cambio, terminó en novela, se llamó La ciudad detrás del río, recibió el consagratorio Premio Fontane y los alemanes se apresuraron a considerarlo la catarsis colectiva que hacía falta para purgar la locura del régimen nazi. Es interesante señalar que Kasack no le da nombre ni nacionalidad al territorio que en su libro es arrasado por las bombas. Un sabio llamado Magus recibe el encargo de ir allí y hacer un informe de la situación para un consejo de ilustres: estamos en esa comarca de la literatura alemana que WG Sebald define con asco como “simbólico-pedagógica”. El sabio en cuestión concluye al final del libro que es imposible hacer tal informe: el libro es una metáfora del informe que no fue. Nossack, en cambio, creía que se podía y se debía hacer tal informe y, sin metáforas, pero aceptó resignadamente que la versión triunfante fuera la de Kasack y no volvió a escribir sobre el tema. Poco antes de morir en 1977, dijo: “En un país que tenía que prohibirse mirar atrás para economizar las energías vitales que le quedaban, recordar como recordaba yo era un escándalo”.
Una de las reflexiones más desafortunadas que Kasack pone en boca de su sabio lo lleva a preguntarse si no debieron morir millones “para dejar sitio a los reencarnados que surjan”, y agrega a continuación que esos millones de muertos “actuarán como semilla”. Cabe recordar que el Plan Marshall sugería, entre otras cosas, tirar semilla sobre los escombros porque era la manera más rápida de ocultarlos y “pastoralizar” Alemania. Sebald, que nació meses después de los bombardeos de Hamburgo y Dresde, dice que se pasó la infancia y la adolescencia con la incómoda sensación de que se le ocultaba algo, no sólo en su casa y en la escuela sino también en la literatura alemana. Sebald agrega que, sin el aporte “intruso” de los escritores judíos como Wolfgang Hildesheimer (que volvió de Palestina para trabajar como traductor en los juicios de Nuremberg) y Peter Weiss (que abandonó la lengua sueca y retomó su lengua natal cuando dejó su seguro exilio y volvió sin nada a su país), no hubiera habido reconstrucción posible de la literatura alemana. Y refiere una historia que le contó el propio Hildesheimer muchos años después: en una pequeña ciudad de la nueva Alemania, llena como todas las demás de personas que cometieron durante la guerra delitos que han prescrito, gente que lleva una existencia imperturbada rodeados de hijos y nietos, alguien empieza a llamar por teléfono, en medio de la noche, a ciudadanos respetables elegidos al azar. La voz sólo dice, en un susurro: “Han descubierto lo que hiciste”. Cada uno de los que recibe el llamado reacciona igual: deja de apuro su casa con las valijas sin cerrar, abandona la ciudad, se pierde furtivamente en el horizonte antes de que asome el sol. Hasta que una noche suena el teléfono en casa de aquel que hacía esos llamados y una voz anónima le susurra desde las sombras al intruso: “Hemos descubierto lo que hiciste”.

INDICADORES DE PRECIOS OFICIAL Y PRIVADOS MUESTRAN UNA MENOR VARIACION EN LO QUE VA DEL AÑO Desaceleración en la tasa de inflación

Por Javier Lewkowicz
La inflación se desaceleró en los últimos meses, para llegar a los niveles del primer semestre de 2013. Esa conclusión se desprende del análisis de datos privados junto al IPC-Nu del Indec. Las consultoras acomodaron a la baja la proyección de inflación para el año, hasta un nivel del 25/27 por ciento. El último dato del Indec marca una variación anual de precios del 21 por ciento y el secretario de Comercio, Augusto Costa, señaló en varias entrevistas que el objetivo es terminar 2015 con una inflación del 15,6 por ciento, en línea con los números del Presupuesto nacional. Estabilidad cambiaria y de las reservas internacionales, reducción de la brecha entre el dólar oficial y el informal, menor nivel de actividad económica y medidas de control de precios forman el combo que explican el escenario inflacionario.
El recorrido de la inflación en la economía nacional en los últimos años es un tema difícil de evaluar con precisión a raíz de la falta de datos confiables. El antiguo IPC-GBA que confeccionaba el Indec cerró en 10,8 por ciento en 2012 y en 10,9 por ciento en 2013, valores muy alejados de la realidad. Por esa brecha, las consultoras privadas tuvieron “vía libre” para difundir cualquier dato, tan irrelevante como el oficial.
El IPC-Nacional mejoró la confiabilidad de la medición de precios del Indec. De todas maneras, las diferencias persisten. El índice oficial está en un 21 por ciento, mientras que la consultora de Miguel Bein, por ejemplo, dice que la inflación se ubicó en febrero en el 25,9 por ciento interanual, mientras que Elypsis, de Eduardo Levy Yeyati, calcula un 27,2. Muy por encima está el Gobierno de la Ciudad, con una suba del 34,3.
La inflación llegó al nivel del año pasado después de estar varios períodos en un rango alto, en el orden del 20/25 por ciento. Esa dinámica no se conmovió demasiado por la evolución de la actividad económica, puesto que en 2012, año flojo en términos de producción y consumo, también se registró una fuerte variación de precios. El momento disruptivo se dio sobre el final de 2013, cuando el mercado anticipó una fuerte devaluación por la constante caída de reservas y los formadores de precios aplicaron contundentes subas en productos de consumo masivo. En ese proceso tuvo lugar el recambio de autoridades en la Secretaría de Comercio, que generó un impasse en los controles de precios. Con la devaluación, que llegó en enero, se produjo otro salto en los precios.
A partir de allí se observó una desaceleración de precios hasta agosto/septiembre, cuando la inflación subió un poco por efecto de las paritarias. Luego la desaceleración continuó, lo que le permite al Gobierno pensar en una inflación anual más baja que en 2014, que según Bein se ubicó en un 27 por ciento. “La inflación bajó a un tercio de lo que era en enero del año pasado para todo el mundo, incluso para los que mienten. Esto no es resultado del azar. Se tomaron medidas para controlar al sector privado, que tiene una tendencia especulativa”, señaló ayer en declaraciones radiales el ministro de Economía, Axel Kicillof.
Según el último informe de Bein, en febrero la inflación mensual fue de 1,4 por ciento, la más baja desde mayo de 2013. “A diferencia de lo ocurrido hace un año, esta vez hay un dólar casi planchado y con una brecha cambiaria que se mantuvo relativamente calma en la zona del 36-40 por ciento, que se suma a la caída en los precios de los commodities”, dice el documento, y proyecta para el año una inflación del 25 por ciento.
Por su parte, Elypsis calculó para febrero una inflación del 1,4 por ciento. Dice que “la inflación anual sigue cayendo. Después de terminar 2014 con un 36,8 por ciento, esperamos que la inflación anual continúe cayendo a partir de la alta base de comparación en 2014”. La consultora ajustó a la baja la inflación esperada promedio para 2015 a un 27 por ciento y al 28 por ciento en la comparación interanual para diciembre pero “con un riesgo a la baja”, aclaró. El Gobierno de la Ciudad calculó para 2014 una inflación del 38 por ciento, aunque en diciembre (último dato disponible) registró una variación mensual de 1,5 por ciento, la menor desde febrero de 2013. Para Consumidores Libres, entidad que dirige Héctor Polino, la inflación en febrero de una canasta de 38 productos fue de 1,22 por ciento, y el mes anterior había sido de 2,18 por ciento.
La mayor estabilidad de precios guarda relación con la distensión del escenario cambiario, luego de que las reservas internacionales en el Banco Central volvieran a crecer con el acceso al financiamiento chino y la brecha con el dólar informal bajara a partir de la mayor venta de dólar ahorro de parte del Central. También el Gobierno se ocupa de controlar de cerca a los formadores de precios a través de distintas medidas de la Secretaría de Comercio, mientras que la propia situación de relativo estancamiento económico contribuye a no agregar presión sobre los precios.

LA JUSTICIA DE ENTRE RIOS REACTIVO LA CAUSA CONTRA ETCHEVEHERE POR PRESUNTA DEFRAUDACION “Es más que un simple conflicto familiar”

Por Sebastián Premici
“Advertimos que se trata de un caso que reviste gravedad, con importantes sumas de dinero en juego, que excede el marco de un simple conflicto familiar.” La Cámara de Apelaciones de Entre Ríos le ordenó a la fiscal Laura Irene Cattáneo profundizar una investigación contra el presidente de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere, por el presunto delito de defraudación cometido desde su empresa Las Margaritas SA. La denuncia, formulada por Dolores Etchevehere, hermana de Luis Miguel, busca determinar las maniobras financieras de la compañía, las inconsistencias en sus balances, el redireccionamiento de préstamos tomados del Banco Itaú y los vínculos con Walter Grenón, quien habría aportado la estructura de sus cooperativas de créditos para realizar una autocompra de inmuebles con el objetivo de vaciar una de las sociedades del grupo familiar.
En el Banco Central ya existe una denuncia por el rol del Itaú en la entrega de un préstamo por 1.066.000 pesos otorgado a Las Margaritas SA, pero que fue depositado en las cuentas personales de los accionistas, entre ellos el titular de la SRA, sus hermanos Juan Diego y Sebastián y la madre de los tres, Leonor Barbero.
La denuncia contra el presidente de la Sociedad Rural y el resto de los accionistas de Las Margaritas SA presenta varias aristas y una importante cantidad de prueba documental aportada al expediente –según pudo constatar Página/12– como, por ejemplo, peritajes contables de los balances, peritajes caligráficos por la posible falsificación de firmas, cheques que darían cuenta de distintos préstamos tomados y no registrados en los asientos contables, entre otros documentos. A pesar de esta información, la fiscal Cattáneo, que es la encargada de llevar adelante el proceso judicial en Entre Ríos, archivó la causa por considerarla “un problema familiar” y “sin relevancia social”. Esto ocurrió el 20 de noviembre de 2014.
Sin embargo, ayer los camaristas Miguel Angel Giorgio, Elvio Osir Garzón y José María Chemez ordenaron la reapertura de la causa penal. “Merece al menos que se produzcan algunas de las medidas de prueba interesadas por la denunciante, a los efectos de dilucidar la posible existencia o no de delito”, sostuvo el fallo de la Cámara.
La operación comenzó en el momento en que los Etchevehere vendieron el 60 por ciento de El Diario de Paraná –Sociedad Anónima Entre Ríos, SAER– al financista santafesino Walter Grenón y crearon una empresa para transferir distintas propiedades que eran parte del capital accionario del diario. Es decir que vendieron su parte, que incluía los inmuebles, para luego “volverlos a comprar” y transferirlos hacia una empresa creada al solo efecto de anotar los nuevos inmuebles, llamada Construcciones del Paraná. En esta especie de pasamanos de bienes es donde aparece la intervención del financista Grenón.
Según consta en la causa judicial, con documentación acreditada, Grenón les propuso firmar un mutuo (ayuda económica) por cada escritura y un cheque por cada integrante de la nueva sociedad, Construcciones del Paraná, integrada por los hermanos Etchevehere y la madre de éstos, Marcial Barbero. La sociedad debía endosar esos cheques por más de 14 millones de pesos a favor de El Diario de Paraná (SAER). Para cerrar el circuito, la empresa editorial debía entregar los cheques a los acreedores de la firma, los Etchevehere y el propio Grenón, para la cancelación de cada uno de los mutuos.
Según la denuncia que también está radicada en el Banco Central, los Etchevehere tomaron varios créditos del Itaú (y otros bancos) que no aparecen declarados en los balances de Las Margaritas, cuyo destinatario final habría sido Grenón. En el balance 2011 de Las Margaritas, bajo el ítem Cuenta Particular de Accionistas, los demandados dejaron constancia de un retiro hacia sus cuentas personales de 1.066.000 pesos, equivalente a los 250.000 dólares tomados del Itaú. En una primera comunicación, el banco sostuvo que nunca le había prestado dinero a Las Margaritas, pero luego tuvo que rectificarse y reconoció esa suma de dinero. Etchevehere utilizó como garantía para la toma de este préstamo a la sociedad de garantías de Los Grobo. Por la documentación aportada a la causa, la querella infiere que habría más préstamos.
spremici@pagina12.com.ar
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OPINION Dos discursos

Por Eduardo Jozami *
Imagen: Télam & Joaquín Salguero.
El presidente de la Corte no aclaró los interrogantes que había planteado Cristina Kirchner. De todos modos, a su manera, fue una respuesta. Vale la pena comparar ambos discursos porque revelan estilos y concepciones de la política distintos. La Presidenta, apasionada, como todo aquel que defiende con convicción una idea; Ricardo Lorenzetti, medido, como alguien que dice identificarse con la continencia y el equilibrio, sin hacerse cargo de un protagonismo político que es cada vez mayor. De todos modos, cuando es el titular de la Corte quien asume el rol de contestar el mensaje de la Presidenta –aunque lo haga de modo muchas veces elusivo–, nadie debería escandalizarse cuando se habla de partido judicial.
La palabra hablada no tiene la precisión de la escrita, pero, quizá por eso mismo, es el modo preferido por el discurso político. Inflexiones de voz, aclaraciones, comentarios al margen, salidas risueñas, el discurso de la Presidenta pasó revista a la mayor parte de la acción de gobierno sin cansar a su auditorio: existía mucha expectativa por escuchar a Cristina. En estas semanas dolorosas, en las que se utilizaron todos los recursos de la de- sestabilización, nadie perdió la confianza en el proyecto, pero quién no necesitaba demostrarse que estábamos en condiciones de redoblar la apuesta.
Los grandes oradores parlamentarios suelen iniciar su discurso con tono mesurado, paulatinamente, el crescendo va inundando toda la sala, hasta que en el final toda la orquesta vibra al unísono: el orador, sus compañeros de bancada, el público de las galerías, el pueblo que está en la plaza. Cristina Kirchner podría integrarse en la gran tradición de los tribunos del Congreso Nacional, junto a tanto personaje ilustre entre los que no faltaron tampoco los grandes oradores del conservadurismo –prefiero nombrar a Lisandro de la Torre y Alfredo Palacios–. Pero, mujer de su tiempo, nuestra oradora no tendrá el tono engolado y la actitud muchas veces solemne de aquellos antecesores. Bromea, cuando es necesario, para distender a su auditorio, otras veces, lo hace porque la risa es el único recurso a que puede apelarse para responder a la inusitada declaración de Mauricio Macri sobre su afinidad con las banderas del peronismo.
La información inicial sobre el desendeudamiento argentino motivó una aclamación que se redobló, más tarde, cuando la Presidenta anunció la reestatización de los ferrocarriles. Pero faltaba lo más importante, la causa AMIA le permitió un análisis del contexto mundial en que deben encuadrarse estos 21 años de impunidad y la referencia a Nisman fue decisiva para advertir hasta qué punto la situación había cambiado luego del fallo de Daniel Rafecas. Estas y otras cuestiones sirvieron para que la Presidenta fuera hilando la trama de un cuestionamiento al partido judicial, del que por cierto no quedó exenta la Corte Suprema que –en un reciente fallo que aún no ha tenido la repercusión que merece– cierra el camino de la reclamación por violación a los derechos humanos en Malvinas. Al contestar que la Corte no se pronunció sobre si esos delitos cometidos en la isla podían considerarse de lesa humanidad, Lorenzetti evitó explicar por qué el tribunal había cortado la posibilidad de presentaciones posteriores. Más serio aún es que, en su afán de explicar la inacción en el caso de la Embajada de Israel, alegara la cosa juzgada respecto de una causa que la misma Corte que él preside había resuelto reabrir en el año 2006. Mayor gravedad aún reviste la inclusión de Alberto Nisman en un video, previo al discurso, recordando a Kosteki y Santillán y otras” víctimas de la tragedia argentina”. De este modo Lorenzetti insiste en el discurso que subyacía en la marcha del 18F, aunque no fuera asumido claramente por los fiscales convocantes, el que responsabiliza al Gobierno por la muerte del fiscal.
No hay gran orador político sin contrincante; el discurso político no es una clase en la que se expone un tema, tiene necesariamente mucho de confrontación. Los diputados que colocaron en sus bancas carteles de la AMIA, el senador Gerardo Morales que la interrumpió a Cristina Kirchner, el autor del artículo casi naïf de La Prensa, referido al país menos cómodo de gobernar que dejaría el kirchnerismo, merecen, tal vez, nuestro reconocimiento, porque hicieron posible el momento de mayor emoción colectiva. En las galerías y en las bancas de la mayoría, como en la plaza, la gente saltaba con cada arenga de la Presidenta, recordando su historia con la causa AMIA o los logros de su gobierno.
Rodeado de gente que rugía en un acto de comunión política, me pregunté, de pronto, por qué la aclamábamos tanto, por qué esa mujer convocaba una adhesión tan apasionada: debe ser un rasgo intelectual interrogarse por las propias emociones antes de abandonarse en ese júbilo de las multitudes, pero lo cierto es que así fue. No me costó mucho encontrar la respuesta: la vivamos porque le creemos y le creemos porque ella está convencida de lo que dice. En ese momento miré hacia las bancas que estaban en silencio y me pregunté cuántos de aquellos radicales que buscan justificaciones para aliarse con el conservadurismo macrista, cuántos de aquellos socialistas que han decidido ponerse al servicio de la mano invisible del mercado, justo en momentos en que el país vive una profunda transformación social, cuántos de aquellos viejos peronistas que ya no celebran ni la reestatización de los ferrocarriles, podrían hablar con la misma convicción y suscitar las mismas emociones que convoca la Presidenta.
No hace todavía quince años que el pueblo en las calles repudió las mentiras de una política que discurseaba en un sentido y gobernaba en otro. “Que se vayan todos” fue la apelación irrealizable que, en el fondo, expresaba un ansia de recuperación de la política. Aún falta bastante para dejar atrás ese pasado, pero viendo la emoción de la oradora y el entusiasmo que encontramos en la calle, podríamos pensar que aquel proceso ha comenzado a revertirse: el kirchnerismo ha vuelto a conmover y, desde hace algunos años, la política puede, otra vez, ser pensada como herramienta de transformación, aunque algunos no se hayan dado cuenta todavía.
A la salida del Congreso, un compañero, recordando los dislates escuchados en los días anteriores, decía con euforia: “Este es el autogolpe más lindo que he visto”. Qué lejanos quedaron hoy esos discursos que intentaron aprovechar la muerte del fiscal. Como también ya ocurre con la reciente alocución de Ricardo Lorenzetti que dibujó un mundo feliz, en el que la Corte vela por todos los derechos y limita los desbordes de los otros poderes, pero no se inquieta porque un grupo de fiscales organice una marcha política contra el Gobierno y no considera escandaloso que una medida cautelar siga postergando la plena vigencia de la ley de medios, más de cinco años después de sancionada, a pesar de que el máximo tribunal la declaró constitucional.
Hace un par de semanas, estábamos sumidos en un laberinto del que no parecía fácil salir. El mismo absurdo de la situación creada por una muerte que se aprovechaba políticamente antes de que pudiera aclararse cómo había ocurrido dificultaba encontrar una respuesta. Esta vino como siempre por el camino que el Gobierno y quienes lo apoyamos conocemos mejor. Una vez más, cuando la Presidenta expone su acción de gobierno y el kirchnerismo convoca multitudes, la política vuelve por sus fueros y se desarman las conjuras de quienes han hecho de la confusión su único recurso.
* Director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

HABLA LA FISCAL VIVIANA FEIN “No van a lograr presionarme”

Por Irina Hauser
“Si quieren presionarme, no van a lograrlo”, le dijo la fiscal Viviana Fein a Página/12 poco después de la conferencia de prensa en la que la ex esposa de Alberto Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, afirmó que según analizaron sus peritos “no hubo accidente ni suicidio”, sino que el fiscal fue “víctima de un homicidio”. Para poder seguir con la investigación, explicó que citará a los peritos de parte y a los del Cuerpo Médico Forense y les pedirá que expliquen sus conclusiones, pero no descarta convocar a una junta médica con otros expertos. Señaló divergencias entre la descripción que ofreció Arroyo Salgado y lo que hay en el expediente y negó en forma rotunda haberle impedido participar en la autopsia. “Recién hizo una presentación formal a las 10.15, cuando la autopsia ya había finalizado”, sostuvo Fein. Antes, precisó, nadie le solicitó en nombre de ella que la esperaran, “ni la madre de Nisman, ni la tía, ni la hermana, que estaban en el lugar del hecho” a la madrugada.
–¿Qué hará usted como fiscal frente a las conclusiones opuestas de los peritos de la querella de Arroyo Salgado y los peritos oficiales?
–Por empezar, no me sorprende. Es esperable que en una causa de estas características frente a una pericia oficial del Cuerpo Médico Forense, tanto de la autopsia como del informe toxicológico o histopatológico, los peritos de parte manifiesten disidencias. No me llama la atención, es algo que sucede en muchas causas. Ellos han manifestado conclusiones adversas a las oficiales, de los médicos forenses de la Corte, no sólo del personal científico de la Policía Federal. Ahora tendremos que evaluar todos los fundamentos y consideraciones.
–¿Pero cómo va a determinar qué pericia es más creíble o cercana a la realidad?
–Nos dedicaremos a leer todas las consideraciones recibidas con auxilio de médicos. Para interpretar una necropsia u otro tipo de estudios necesito de ellos, yo soy abogada y criminóloga. Citaremos a los peritos de parte a ratificar su informe y a los peritos del Cuerpo Médico los llamaremos para que fundamenten sus conclusiones. En base a los resultados que obtengamos, si surge la necesidad convocaré a una junta médica, es posible que lo haga. Convocaré si hace falta a otros participantes, especialistas. La doctora Arroyo Salgado fue contundente respecto de las conclusiones de sus peritos de parte. Yo no puede decir que sea así y echar por tierra las conclusiones de los médicos forenses.
–¿Qué hipótesis abonan los elementos que usted tiene hoy en la causa? ¿Suicidio u homicidio?
–Hoy no puedo determinar de manera categórica que Nisman se suicidó pero tampoco puedo ni mínimamente sostener que fue un homicidio. No tengo nada en ese sentido. Faltan las pericias sobre el contenido de teléfonos y computadoras, que es fundamental. Todo esto debe ser evaluado en conjunto con lo que ya hay en la causa, incluidos los informes de los peritos. No podemos parcializarnos.
–Una de las contradicciones es que los peritos de la querella dicen que el cuerpo no presentaba espasmo cadavérico (un efecto de rigidez que queda en el cuerpo como reflejo de la última actividad que tuvo y es común en la mano con disparos autoinfligidos) mientras que la autopsia dice que sí lo tenía.
–La autopsia dice que tenía espasmo cadavérico en la mano derecha. Y hay una fotografía de eso. Tengo que corroborar y evaluar el planteo. Encontramos mucha sangre en la escena.
–También planteó Arroyo Salgado que el cuerpo fue movido y que Nisman sufrió agonía. ¿Piensa lo mismo?
–Yo encuentro un cuerpo en determinada posición que es la misma sobre la que los expertos practicaron las diligencias. Pero no puedo afirmar que en esa misma posición estaba antes de que yo llegara. No puedo garantizar lo que sucedió previo a mi llegada (Fein ya había explicado a este diario que desde las 22.30 hubo otras personas: la madre del doctor Nisman, el custodio, una amiga de ella, un médico de Swiss Medical y agentes de Prefectura.) Acá hay una realidad: nos valemos de los expertos médicos y la dirección de investigación la encaminamos junto con otras pruebas para poder descubrir la verdad. Tendremos que ir develando, con otras herramientas procesales, cuál de los dictámenes o informes contradictorios se aproximan más a la verdad. Veremos si hace falta hacer una reconstrucción.
–También hay una diferencia enorme en el horario de la muerte: el Cuerpo Médico la sitúa el domingo a la tarde, la querella el sábado a la noche (dice que Nisman falleció unas 36 horas antes de ser hallado sin vida).
–La autopsia sitúa la fecha del fallecimiento con muchas menos horas de diferencia respecto del hallazgo del cuerpo. La querella habla del doble. Cuál es el criterio cierto y fundado, tendré que aclararlo yo. El médico legista que hizo la autopsia (Héctor Di Salvo) es un discípulo de uno de los peritos de la querella, Daniel Salcedo.
–¿En qué horario fueron las últimas comunicaciones de Nisman?
–Todavía nos faltan datos, estamos esperando que se abran sus teléfonos.
–El barrido electrónico que se hizo en un laboratorio de Salta para ver si las manos de Nisman tenían restos de fulminante dio negativo. ¿Eso es concluyente? ¿Descarta suicidio?
–De acuerdo a lo que anticipó el gabinete de Salta, según los técnicos que han hecho el barrido, la ausencia de fulminante no descarta que el arma haya podido ser disparada por el propio Nisman. Lo dice así: “No se está afirmando que la persona mostrada no ha disparado el arma de fuego”. Es decir, no es concluyente.
–¿Cómo tomó el reproche de Arroyo Salgado de que no la dejaron participar en la autopsia?
–No participó en la autopsia porque a la doctora Fein nadie le solicitó en nombre de la doctora Arroyo Salgado que esperara su arribo de un viaje. Nadie me lo planteó, ni siquiera (el secretario de seguridad) Sergio Berni. El declaró en mi fiscalía que, alejado del lugar del hecho, la doctora Arroyo Salgado habló con un colaborador y con él, pero no que le haya manifestado el deseo o pretensión de ella de que se demorara la autopsia para poder participar. Además, en el lugar del hecho estaban la madre de Nisman, la tía y luego la hermana, y no refirieron ninguna comunicación o interés de parte de la doctora Arroyo Salgado para que se la esperara. No voy a permitir como magistrada que se diga que no se esperó y que se aceleró la autopsia porque de haber podido participar, habrían sido distintos los resultados. Esto no es cierto. Está acreditado. No es cierto que no se esperó a que se presentara con sus peritos para que participaran en la necropsia o autopsia. La doctora Arroyo Salgado hizo una presentación formal, con horario impreso, a las 10.15 del día 19 de enero, cuando la autopsia había finalizado a las 10 de la mañana del mismo día. Ella debiera hablar con prudencia.
–¿Usted piensa que la quieren correr de la causa y, por ejemplo, mandarla al fuero federal?
–Se dice eso. Pero por ahora nadie me presentó por escrito que la causa tenga que salir de la esfera de la investigación. El día que me presenten un escrito, si sucede, voy a emitir opinión. Si buscan presionarme no van a lograrlo porque hago mi trabajo con imparcialidad, ecuanimidad y tranquilidad. Me siento muy firme.

OPINION La película de siempre

Por Vicente Battista *
En 1973 las calles de Santiago de Chile estaban convulsionadas. En octubre de 1972 los camioneros se habían declarado en huelga, contribuyendo de ese modo al desabastecimiento de productos primarios. Un desabastecimiento que habían puesto en marcha los grandes centros de distribución, controlados por diversos sectores de la burguesía comercial. Por aquellos días las “respetables” familias de los barrios altos de Santiago se manifestaron llevando en sus manos cacerolas vacías. Aseguraban, compungidas, que no tenían nada para poner en su interior y a falta de alimentos buenos sin golpes, comenzaron a batir las cacerolas y a puro batifondo hicieron público el sinsabor que les producía el gobierno socialista de Salvador Allende. Machacaban las ollas no en contra de los desaciertos de ese gobierno sino en contra de los aciertos que había logrado. El 6 de octubre, el senador Patricio Aylwin, en nombre de la institución y de su partido, el Demócrata Cristiano, había proclamado que Allende “violaba todos los compromisos contraídos”, la Cámara Alta calificó al gobierno como “fuera de la ley”. El alboroto del Congreso no consiguió destituirlo. Las clases dominantes, ese pastel formado por un buen número de empresarios y terratenientes, con alguna tajada clerical y sindical, decidieron que no bastaba con golpear cacerolas y se dirigieron, heroicos, a golpear las puertas de los cuarteles. Los tanques salieron a las calles y se llevó a cabo un sangriento golpe de estado con el patriótico propósito de poner fin a esa dictadura de papel, anunciada por los grandes medios de comunicación, e instaurar una dictadura de verdad, celebrada por esos mismos medios. Salvador Allende fue acribillado a tiros por defender un gobierno democráticamente elegido, hubo otros muchos asesinados, los que pudieron esquivar la muerte terminaron en la cárcel o en el exilio. Se trataba de un calco de lo que desde comienzos del siglo XX había sucedido en América latina y continuaría sucediendo con aquellos mandatarios o mandatarias, libremente elegidos, que se atrevieran a torcer el rumbo de la agenda que, “desinteresada y patrióticamente”, le marcaban los grandes grupos de poder. Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Chile, Ecuador, Venezuela, Paraguay y Honduras decidieron desoír esa agenda. Los golpeacacerolas una vez más golpearon las puertas de las Fuerzas Armadas. Como nadie les abrió, comprendieron que algo había cambiado: “Ya no hay golpes militares, ya no hay golpes legislativos, ahora hay golpes judiciales”, señaló el presidente Correa. Los exaltados golpeadores no perdieron el ánimo: había otras puertas para golpear, menos castrenses aunque igualmente efectivas, así lograron deponer los gobiernos de Paraguay y de Honduras. Seguían contando con el Gran Hermano que los protege, guía y vigila: los Estados Unidos de América.
En 1776, el gran país del Norte dejó de ser una colonia más del imperio británico. Horas después de esa independencia decidieron convertirse en un imperio, algo que, como bien se sabe, no se logra con la persuasión sino con la invasión: desde 1798 hasta hoy, los Estados Unidos de América han invadido un alarmante número de países e intervenido en más de un centenar de conflictos bélicos en el mundo entero. El argumento o, si se prefiere, la excusa fue, y sigue siendo, preservar la paz del territorio y proteger la vida de los ciudadanos estadounidenses que ahí viven. Con ese pretexto se hartaron de sumar tierra ajena a su propia tierra. Para circunscribirnos exclusivamente a América latina, basta con recordar que en 1847 se apoderaron de Texas, California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México y una parte de Colorado, que hasta entonces pertenecían a México, y que en 1898 anexaron a Puerto Rico como una estrella más en su bandera. Deseosos por mantener el orden en lo que, sin eufemismos, llaman el “patio trasero”, alentaron todos los golpes cívico-militares en contra de aquellos gobiernos que se atrevieron a desoír la agenda marcada por los socios locales. En 1930 apoyaron el levantamiento del general Uriburu, que puso fin a la presidencia de Hipólito Yrigoyen; en 1955 el portaaviones Midway y otras naves estadounidense navegaban aguas argentinas en sostén a los militares golpistas que derrocarían al presidente Perón. En 1966 no fue necesario recurrir a las naves para consolidar el golpe del general Onganía que pondría fin al gobierno de Illia. El 14 de septiembre de 1970, Richard Nixon y Henry Kissinger, en una reunión secreta, que poco después se hizo pública, determinaron qué política seguir a partir del triunfo de Salvador Allende. Tres años más tarde, precisamente el 11 de septiembre de 1973, el general Pinochet se apoderaba de Chile.
Los diferentes gobiernos de los Estados Unidos de América suelen admitir todos y cada uno de los descalabros que cometen. Los admiten mucho después de haberlos ejecutado. Lo hacen, dicen, para salvaguardar los sagrados valores de la democracia y, de paso, aunque no lo digan, para alimentar la industria del espectáculo. Los asesinatos de Sacco y Vanzetti y de los esposos Rosenberg, para sólo dar un par de ejemplos, se convirtieron en formidables películas y notables piezas teatrales. Algo parecido ha sucedido con Chile y la dictadura de Pinochet y con otro montón de episodios trágicos en los que el gran país del norte tuvo incidencia directa.
Hoy late una nueva amenaza de golpe, apoyado en obediente silencio por los mismos que lo niegan a todo volumen. En definitiva, se trata de esa bipolaridad política tan común en algunos teóricos olvidadizos y distraídos. Sostienen que es un relato delirante hablar de golpes con la participación de la CIA y esbozan una sonrisa sarcástica cada vez que lo dicen. No les preocupa que todas estas sospechas, que comienzan a ser certezas, se conviertan en una exitosa película de Hollywood, producida por los mismos accionistas del golpe triunfante.
* Escritor.