jueves, 19 de febrero de 2015

EL EX HOMBRE FUERTE DE LA SI DECLARO ANTE LA FISCAL FEIN QUE NO HABLO CON NISMAN EN LOS DIAS PREVIOS A SU MUERTE Stiuso transfirió las llamadas telefónicas

Por Irina Hauser y Raúl Kollmann
“No, no hablé con Nisman. Desde Navidad que no hablaba con él.” En pleno feriado de Carnaval se concretó, finalmente, el testimonio del ex jefe de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI), Antonio “Jaime” Stiuso. Su relato, preguntas de por medio, ocupa apenas cuatro páginas y su primera afirmación fue que no habló con Nisman el día anterior a su muerte. Sin embargo, el Nextel con el que se comunicó el fiscal está a su nombre. En la declaración, Stiuso dejó en claro que ese aparato figura como de él, pero que quien lo utilizaba era otro ex agente del organismo, Alberto Massino, quien fuera director general de Análisis y hombre de la absoluta confianza de Stiuso. A esa misma línea Nisman había llamado también los días previos. Es evidente que ahora Massino deberá ser convocado a dar testimonio. En la fiscalía de Viviana Fein reina la impresión de que la esperada declaración no aportó nada sustancial para el esclarecimiento de la muerte.
Después de declarar, Stiuso viajó a Uruguay: lo hizo ayer mismo por tierra, vía la ciudad de Colón, Entre Ríos. Es la vía que usa siempre cuando sale del país, para no dejar en evidencia su verdadero destino. Había sido citado por la fiscal Fein por las llamadas de Nisman a un celular suyo en los días previos a aparecer sin vida, cuando hizo la denuncia por supuesto encubrimiento de los iraníes implicados en el atentado a la AMIA. El ex jefe de Operaciones tenía 277 celulares a su nombre: era previsible que dijera que no fue él quien habló con el fiscal en esos días. Dijo –según pudo saber Página/12– que estaba al tanto de que Nisman trabajaba en la denuncia contra Cristina Kirchner y otras personas, pero que él no colaboró con esa pesquisa. Señaló que sólo se dedicaba a la del ataque terrorista propiamente dicho, y que la causa era “la vida” de Nisman y la suya también.
Cuando la fiscal le pidió precisiones sobre quién usaba el celular en cuestión, Stiuso señaló a Massino, otro ex agente desplazado, una persona de su máxima confianza que trabajó en la causa AMIA. Como director de Análisis, Massino recibía información de las distintas bases de la central de Inteligencia (incluso en otros países). Solía acompañar a Stiuso a la mayoría de las reuniones.
Pese a que Stiuso en su testimonio se despega de la denuncia por encubrimiento de Nisman, hay un dato llamativo: según fuentes judiciales en el expediente AMIA las escuchas, incluidas las que usó Nisman para denunciar a la Presidenta, fueron transcriptas por la propia SI. Es algo inhabitual, ya que cuando un juez pide intervenciones telefónicas la SI se limita a entregar los audios y el juzgado se ocupa de que las transcripciones las haga alguna fuerza de seguridad. Las escuchas de AMIA, según este relato, las recibía Nisman con un oficio muchas veces firmado por Stiuso.
La relación de Stiuso y Nisman era conocida en tribunales y despachos oficiales, y dieron cuenta de ella desde el juez Rodolfo Canicoba Corral (a cargo de la causa AMIA) hasta el periodista Santiago O’Donnell (quien también mostró los Wikileaks que revelaron que Nisman recibía instrucciones de la Embajada de Estados Unidos). Ante Fein, el ex espía reconoció el trato frecuente, que según dijo empezó con la creación de la Unidad AMIA. Lo describió como una persona abocada a su trabajo y aseguró que la noticia de su muerte lo había “sorprendido”.
El ex jefe de Operaciones había sido relevado de la obligación de guardar secretos sobre lo que hizo y vio desde que ingresó a la ex SIDE en 1972 hasta que se jubiló el 5 de enero. Pero su declaración se ciñó a la muerte de Nisman y los días precedentes. Al enigmático técnico informático Diego Lagomarsino, el dueño del arma (Bersa calibre 22) desde la que salió el disparo mortal, dijo que no lo conoce y que no había escuchado mencionarlo. Lagomarsino estaba contratado por Nisman por 40 mil pesos mensuales desde 2008, pero no está claro su trabajo. El mismo declaró que el sábado 17 de enero, Nisman lo convocó a su departamento en Puerto Madero y le pidió un arma porque desconfiaba de la custodia y temía por sus hijas. El informático, de 35 años, volvió a su casa en zona norte a buscar la pistola (lo que corroboran las cámaras de la autopista) y dijo que se la llevó al fiscal al anochecer. Al día siguiente Nisman fue hallado sin vida. La versión que Lagomarsino hizo llegar a este diario a través de una jueza a la que le pidió ayuda tenía una diferencia: decía que Nisman le había comentado que fue Jaime (Stiuso) quien le advirtió que no confiara en sus custodios y cuidara a sus hijas.
En el arma, el baño donde apareció muerto y en la ropa de Nisman sólo se halló su propio ADN. En cambio en una taza, en la cocina, fue encontrado ADN de otra persona. Como Lagomarsino refirió que se había servido un café, la jueza Fabiana Palmaghini ordenó que se coteje ese material genético con el del joven. Lagomarsino fue ayer al Cuerpo Médico Forense y dio una muestra de sangre. Como el técnico no iba a la oficina y se desconocía su tarea, la Procuración rescindió su contrato, igual que el de Claudio Rabinovich, quien dijo dedicarse a tareas de comunicación. Stiuso declaró que tampoco lo conoce.
Stiuso declaró en presencia de su abogado, pero ni el defensor de Lagomarsino –Maximiliano Rusconi– ni el defensor oficial que representa a las hijas de Sandra Arroyo Salgado y la madre de Nisman se enteraron de que declaraba anteayer pese a que el primero pidió estar presente. El acta tiene un error llamativo: está fechada como si hubiera sido un mes antes, 17 de enero, y todo indica que la declaración se tomó en el Palacio de Tribunales, en la oficina del fiscal general Ricardo Sáenz.

EMPEZO EL JUICIO A GODOY Acusado de espiar

Por Ailín Bullentini
Jorge Godoy y Benito Rótolo se negaron a decir palabra ayer frente al juez federal Sebastián Casanello, que dirige el juicio en su contra por las tareas de Inteligencia que fueron realizadas sobre dirigentes políticos, gremiales, sociales, funcionarios y periodistas desde la Base Almirante Zar de Trelew, en la provincia de Chubut. Los ex titulares de la Armada Argentina –fueron jefe y subjefe, respectivamente, entre 2003 y 2011– afrontan penas menores, acusados de incumplimiento de deberes de funcionario público y abuso de autoridad por impartir “órdenes e instrucciones a sus subalternos para que éstos desarrollen tareas de Inteligencia vedadas”. El debate continuará durante lo que resta de la semana; los alegatos tendrían lugar los primeros días de la próxima.
Quien sí declaró ayer fue Carlos Alegre. Ante Casanello, reconstruyó la historia que él, marino, había decidido denunciar en 2006 ante el Centro de Estudios Legales y Sociales sobre lo que estaba ocurriendo en la base en donde trabajaba: “Es un hombre joven que no aceptó la orden de realizar tareas de Inteligencia que están prohibidas por la ley. A raíz de la insistencia de sus superiores, hizo la denuncia”, lo había presentado el titular de ese organismo, Horacio Verbitsky, durante la conferencia de prensa que realizaron en aquel tiempo para hacer pública la demanda: las tareas de Inteligencia interior detectadas en la base Almirante Zar, pero con implicancia en otras dependencias, como Puerto Belgrano, Mar del Plata, Zárate, Ushuaia y Buenos Aires. Así comenzó la investigación judicial que en un primer momento estuvo a cargo del juez federal de Rawson, Luis Pfleger. Tras medidas ordenadas, la Justicia encontró documentación que confirmaba lo advertido por Alegre: informes de Inteligencia confeccionados por diferentes órganos de la Armada que clasificaban a los espiados según sus ideas políticas y religión y circulaban a través de los canales de inteligencia bajo el rótulo de información secreta y confidencial. En Rawson procesaron a una docena de marinos de diferente rango, que fueron enjuiciados en 2012. Cuando la causa pasó a Comodoro Py, el juez Federal a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Número 3, Daniel Rafecas, procesó a Godoy y a Rótolo.
La apertura del debate consistió en la lectura del auto de elevación a juicio en el que se describió la calificación de los delitos presuntamente cometidos por Godoy y Rótolo según la fiscalía. En ese sentido, se remarcó el “enorme nivel de autonomía y corporativismo de la Armada, con nulo o escaso control del Ministerio de Defensa”, durante el tiempo de los hechos. Luego, declaró Eduardo Hualpa, quien trabajó la causa como abogado desde Trelew. Y por último Alegre. Antes, habían tenido posibilidad de hablar en el debate los imputados. Ambos se negaron, con lo cual Casanello ordenó que se leyeran sus declaraciones en indagatoria. La importancia de este juicio es “demostrar que se trató de una práctica sistemática y estructural por parte de toda una fuerza”, explicó Diego Morales, titular del Area de Litigios del CELS. Esas actividades de Inteligencia sobre referentes de organismos sociales, políticos, gremiales, funcionarios del Ejecutivo, como la entonces ministra de Defensa Nilda Garré, y judiciales, constituyeron una “violación de las leyes de Seguridad Interior, de Inteligencia Nacional y de Defensa Nacional” que “se realizó mientras los dos imputados ejercían la Jefatura del Estado Mayor General de la Armada Argentina”, consideró el organismo denunciante.
Por otro lado, desde el CELS también entienden la importancia del debate en el contexto actual del país: “El juicio podrá fijar criterios claros para la supervisión civil sobre las actividades de Inteligencia y la importancia de los cambios recientemente incorporados al proyecto de reforma de la Ley de Inteligencia que apuntan en ese sentido”, amplió Morales.

Pichetto: "Procuran complicar el último año de mandato"

“Se procura complicar el último año del mandato la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, pero no podrán”, puntualizó Miguel Ángel Pichetto, quien consideró que "estas cosas que ocurren (en referencia a la marcha del 18F) son una característica del final de los ciclos presidenciales, en el marco de una enorme sobreactuación de los medios, donde se califican los hechos con el objetivo de generar la idea de que el gobierno es responsable de cosas que suceden y son repudiables, pero no están bajo su competencia”.
En diálogo con Télam, el senador nacional por Río Negro señaló que la movilización “tuvo un nítido perfil opositor, con lamentable oportunismo de aglutinamientos políticos contrarios al gobierno nacional”, aunque aclaró que “con esto que digo, sobre el carácter opositor de quienes participaron de la marcha, no quiero descalificar a nadie, sino trazar un claro perfil de las características de la movilización”.
Expresó también que “la muerte de Nisman es un hecho que preocupa al conjunto de los ciudadanos de bien de la Argentina que debe ser esclarecido”; y puntualizó que “esta demanda es un gran desafío para la justicia y el ministerio público fiscal”.
Además, advirtió que “el proceso judicial tiene algunas fallas que son notables, como el allanamiento a las cajas de seguridad diez días después del hecho cuando ya habían sido vaciadas por los familiares, o la prueba del Luminol realizada 25 días más tarde”.
Página 12

EL DIA DESPUES DEL 18F "Los fiscales y jueces tienen la verdad en sus manos"

“Más allá de la cantidad de personas en la marcha, el pueblo argentino tiene todo el derecho de manifestarse por la causa que quiera. Nosotros compartimos muchas veces los móviles, pero esta marcha del silencio contenía carteles contrarios al gobierno, por lo tanto se identifica al silencio con una marcha opositora”, dijo Capitanich en su habitual rueda de prensa matutina en Casa de Gobierno.
"Somos respetuosos de todas las movilizaciones de carácter social y entendemos que en Argentina se vive en Estado de derecho, lo cual permite la libertad de reunión, de expresión y de asociación", añadió, aunque dejó en claro que en la marcha de ayer hubo “expresiones fuertemente agresivas a la investidura de la Presidenta de la Nación”, por lo que consideró que se trató de una manifestación que perseguía “un interés político”.
Capitanich también se refirió a los miembros del Poder Judicial que convocó a la marcha y apuntó que la Justicia “es independiente del poder político”, pero “no es independiente de las corporaciones, que influyen de modo directo e indirecto para perturbar el funcionamiento normal de las instituciones de la República, intentando soslayar la voluntad popular".
Además, el jefe de Gabinete recordó que los fiscales y jueces “tienen la verdad en sus manos" porque "son responsables del esclarecimiento de los atentados a la embajada de Israel y a la mutual judía de la AMIA". “Es importante que los fiscales y jueces puedan expresarse", afirmó, al tiempo que señaló que también "es importante que puedan generar las condiciones para el esclarecimiento de los hechos".
"El Poder Judicial debe resolver los problemas derivados de las causas por los atentados a la embajada de Israel y en la AMIA. El mundo quiere saber quiénes fueron los autores de esos crímenes horrendos", reclamó Capitanich.
Página 12

“Estamos en un contexto de ofensiva, de acumulación de los sectores populares”

El dirigente de Patria Grande y candidato a legislador porteño Itaí Hagman habló de la situación política en el mundo y en nuestro país. Advirtió sobre un “giro a la derecha en el sistema político argentino”.
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Por Matías Bustelo

APU: ¿Cómo definís Patria Grande?
Matías Bustelo: Como una fuerza de izquierda popular; como un intento de unir la tradición de izquierda revolucionaria que busca superar el sistema capitalista de explotación y opresión y vinculada históricamente con la crítica al capitalismo, con lo que han sido las tradiciones populares de lucha en la historia de nuestro pueblo. La izquierda popular para nosotros es la que busca un puente de encuentro entre el pensamiento latinoamericano, antiimperialista, de fuerte reivindicación de lo nacional, de la historia que viene desde los libertadores, desde los primeros patriotas de América Latina, desde los pueblos originarios, desde las luchas populares de los anarquistas, desde el peronismo, desde la lucha de los setentas, con la tradición del pensamiento de lucha de clases. Esta vertiente surge de la unión de distintas experiencias políticas, algunas son del terreno social y algunas se reconocen independientes. Estuvimos en todos estos años desarrollándonos en distintos ámbitos y hemos decidido dar un paso para constituir una herramienta unitaria para enfrentar una etapa que exige la unidad como una de las necesidades del campo popular.
APU: ¿Para las expresiones políticas antiimperialistas, latinoamericanistas y anticapitalistas, los últimos tiempos en Argentina han sido acumulativos?
IH: Sí. Argentina no está al margen del contexto latinoamericano y el triunfo de Chávez en Venezuela fue un punto de inflexión. Y me atrevería a decir, con el mayor de los respetos porque es uno de nuestros mayores puntos de referencia, de mayor importancia que la Revolución Cubana, porque Chávez fue totalmente contra la tendencia del mundo. En el momento en el que el socialismo se había desarticulado, cuando triunfaba el neoliberalismo extremo, en medio del contexto de los noventas surge el proceso venezolano, bien a contratendencia del mundo. Argentina es parte de eso. También Argentina tuvo un punto de inflexión propio en el 2001, cuando el neoliberalismo como proyecto hegemónico en Argentina entró en crisis. Esto no significa que las transformaciones neoliberales hayan quedado revertidas en su totalidad pero, claramente, la hegemonía neoliberal se puso en crisis. Desde ese momento para acá estamos en un contexto de ofensiva, de acumulación de los sectores populares. Y reconocemos que, si bien ciertas políticas públicas de Estado impulsadas por el kirchnerismo favorecieron la acumulación del campo popular, hay que remarcar el 2001 porque si no parece que todo esto ocurrió porque en el 2003 empezó un gobierno distinto al de los noventas, cuando en realidad hubo un hecho de lucha de clases, de movilización popular que generó las condiciones para que eso ocurra. Estos años han sido de acumulación y todas las organizaciones populares han crecido, sea dentro del oficialismo o en la izquierda, en lo sindical, en lo social; eso habla de un contexto favorable. Además del 2001 el otro punto de inflexión que hubo en estos años en Argentina fue el año 2008, cuando se genera la polarización entre el gobierno y otros sectores del Poder y la oposición, lo que también generó una politización o una apertura de otros sectores de la ciudadanía a participar políticamente.
APU: Pero han pasado 14 años desde el 2001, cuando la izquierda argentina no pudo construir un movimiento unitario que la plantara con mayor peso en la vida política nacional y da la impresión de que casi todo lo que siguió se construyó sobre la base de los aparatos políticos tradicionales. En este 2015, año electoral, ¿la izquierda argentina está parada con otras miras ante una situación política claramente distinta a la del 2001?
IH: En el 2001 no estuvimos a la altura (aunque yo tenía 18 años nomás) como campo popular, como izquierda y por eso, efectivamente, se canalizó a través de las estructuras tradicionales. Y me queda la duda de si estamos a la altura también hoy, porque el 2015 refleja para nosotros una fuerte presión del poder económico para operar un giro conservador en la política argentina. Eso está expresado por los principales candidatos de la oposición y también, dentro del oficialismo, por Daniel Scioli. Los principales referentes que hoy aparecen en todos lados son parte del espectro conservador: Scioli, Massa, Macri, etcétera. Hoy no se ve, lo que debería hacer reflexionar a todo el campo popular, un espacio que sea una contratendencia o un contrapeso a este giro a la derecha del sistema político argentino. Hay que hacer un esfuerzo porque para generar ese espacio de contrapeso deberían confluir todos los sectores que han apoyado al kirchnerismo en estos años como sectores que no, sectores que han optado por espacios progresistas distintos del oficialismo, sectores de la izquierda no partidaria del oficialismo. Deberíamos discutir si el conjunto del campo popular es capaz de parir un proyecto que contrapese. Si nos enmarcamos solamente en la discusión de kirchnerismo o antikirchnerismo o no kirchnerismo, el propio campo popular se divide y no puede construir ese proyecto.
APU: ¿Se puede construir una fuerza unitaria y plural de la izquierda antiimperialista, se vea o no interpelada por el proyecto nacional, con perspectivas de éxito electoral?
IH: Por supuesto que el éxito electoral en una elección presidencial como la del 2015 no se puede plantear que sea ganar o no ganar. Hay que tratar de trascender de esa mirada. Se puede crecer también. Si no caemos siempre en la lógica del mal menor, que es votar al que puede ganar. Es una lógica que a veces es necesaria, pero también es la que llevó a muchos al fracaso. Hay espacio para la izquierda y la izquierda puede ser exitosa. Hay tiempo y sería interesante hacer una experiencia en estas elecciones que en Capital o la provincia de Santa Fe se desdoblan y ver si eso sirve como laboratorio para construir la unidad nacional.
APU: Las elecciones desdobladas en la ciudad de Buenos Aires sirven como test para la derecha, ¿sirven también como test de performance electoral de la izquierda popular?
IH: Pueden ser un test. Hay que construir un espacio lo más amplio posible, porque acá estamos discutiendo cómo hacer un espacio que en el futuro pueda ser alternativa al PRO. Y efectivamente serán un test para ver si a nivel nacional se puede replicar una experiencia de esa naturaleza.
APU: Para construir el frente antiimperialista, latinoamericanista y anticapitalista al cual se integre Patria Grande, ¿con qué fuerzas políticas vislumbrás la construcción?
IH: Con todas las que pueda haber con ese ideario y con la condición de construir un espacio que esté por fuera de las estructuras tradicionales. Todos los que acordemos en superar el horizonte de un proyecto de “capitalismo serio” podemos ser parte de ese espacio. Nuestro proyecto tiene que tener una perspectiva de superación del capitalismo. Teniendo la referencia del proyecto del Socialismo del Siglo XXI en Venezuela y demás tenemos más fuerza. También con el antiimperialismo y el enfrentamiento con los sectores imperialistas en nuestro país, o con el latinoamericanismo entendido no solamente en el sentido de reivindicación de América Latina sino entendiendo que la única manera de resolver los problemas de Argentina es en clave de un proyecto de integración regional, cosa que no se ha logrado incluso teniendo gobiernos afines.
APU: ¿Y cómo ves la CELAC?
IH: Como un avance en términos de que nos brinda una instancia institucional donde los diferentes países de América puedan discutir sin Estados Unidos sus políticas. Pero no es un proyecto de integración regional porque cada país tiene su política, sus relaciones comerciales, sus tratados de inversión. No hay un proyecto regional, no se entiende América Latina como un bloque que sea una potencia.
APU: ¿Qué perspectivas augurás para la izquierda popular y latinoamericanista?
IH: Tenemos el desafío de aportar a la construcción de un espacio que pueda dar pelea. Aunque insisto en que la pelea no consiste solamente en ganar, es poder parar un polo que sirva como contrapeso al giro conservador del sistema político. No pensamos que lo vamos a hacer solas las fuerzas de Patria Grande ni de la izquierda popular: es un desafío del campo popular en su conjunto y nosotros tenemos una vocación de construcción unitaria y queremos aportar a la unidad. Cuanto mayor éxito tengamos mayor potencia electoral puede tener una fuerza así

#18F: silencio en la noche

Con todo, han salido nuevamente sintiendo que debían manifestar públicamente su desacuerdo con el gobierno, y con un pedido de justicia de fondo un tanto difuso. “Somos golpistas frustrados, porque cuántos dicen que vamos haciendo y ella sigue”, dice una señora, entre divertida y resignada.
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Por Juan Ciucci
Por el afán de ver de cerca lo que pasaba, terminé empapado junto a los tantos que salieron a pedir algo. Transitando con ellos esas calles tan conocidas por otras marchas, sintiendo casi culpa de compartir ese espacio. Pensando si alguien conocido allí me viera y qué pensaría de mi participar. O algún desconocido que creyera que yo también eso, algo comparto, no sé qué.
Cantan “¡Argentina!” y no lo canto, no puedo cantarlo, creo saber de cuál hablan. Cantan el himno y tampoco, vuelve a sonar clásico, vetusto, institucional. Uno grita “¡Viva la Patria!” y menos, claro; veo banderas y las siento ajenas. Me recuerda a cómo recuperó el kirchnerismo esos símbolos, tantos años perdidos.
Es claro que mi mirada construye el relato, pero en este #18F no encuentro nada que me sorprenda. Está sí la empecinada voluntad de marchar, en esta tardenoche que quería bañarnos, lenta pero consecuentemente. Hay una alegría de ese mojarnos, de estar con el cuerpo en la calle, manifestando. Calculo que son las masas con que Luis Alberto Romero soñaba. Pero no puedo evitar ver que son las mismas de siempre, digamos, ese núcleo duro que se opone; más una cuantas personas sueltas.
Aquellas caras, ropas y pancartas que los cacerolazos nos han ido convidando. Pero sin el odio rancio que se respiraba entonces, sino más bien una solicitud contenida, sin provocaciones o injurias, o no tantas. Justicia y Nunca más, cantan. Muchos chicos, jóvenes, ancianas empapadas, cajetillas, extranjeros, gentes varias.
Es muy difícil moverse y son muchos los que ven la marcha en los televisores de los bares cercanos. “Eso es Rosario, imaginate lo que deber ser acá” dice uno, a media cuadra de la Plaza de Mayo, mirando imágenes desde la vereda. Si bien las marchas son fenómenos que han nacido para las cámaras, nos dice Benjamin; para quienes transitan la realidad televisada no existe otro lugar donde buscar qué es lo que pasa.
Si uno para la oreja, lo que le llega sigue el rumbo de lo esperable. Quizás por eso es menos impactante este miércoles de febrero, aunque muchos ya quieren plantearlo como un antes y un después. No hay que temerle a las marchas, sino tratar de interpretarlas, transitarlas, ver cómo nos impugnan. Oler qué es lo que allí se cuece, y puedo decir que esta sopa está rancia.
Se escuchan frases contra el gobierno, la Presidenta, la Cámpora. Algunas más ofensivas, otras menos. En el subte una mujer pide unas monedas, y una señora refunfuña a media voz para que vaya a la Rosada y se las pida a Cristina. Subimos al vagón completo por quienes vienen de marchar, y un hombre dice en voz alta "ahora a guardar los celulares”; en esa eterna sensación de inseguridad, hasta rodeado de sus pares.
Después aparece el juego de las diferencias en escena, y uno piensa en esa marcha y las propias y en qué cosas permanecen o no en la manifestación pública. Y por eso la batalla del paraguas es sintomática de este encuentro, permite observar la poca solidaridad para con los otros que por este espacio transitan. Golpes y empujones, entre quienes enarbolan cual estandarte objetos inútiles con los cuales dicen evitar mojarse más. Esa sensibilidad por el espacio que ocupamos todos no se construye con un par de marchas, y se les nota a la legua la ausencia. Ni permisos ni perdones, atropellos las más de las veces, o supina ignorancia de la amenaza de un golpe paragüero ante el otro.
Con todo, han salido nuevamente sintiendo que debían manifestar públicamente su desacuerdo con el gobierno, y con un pedido de justicia de fondo un tanto difuso. Ante quién y por quiénes pedir esa justicia, qué significa Nisman para ellos. Y que se suma a los penares varios que vienen acumulando. “Somos golpistas frustrados, porque cuántos dicen que vamos haciendo y ella sigue”, dice una señora, entre divertida y resignada.
Son saldos de una democracia un tanto endeble pero consolidada, que permite estas expresiones sin que tiemble el gobierno o se sienta una repercusión negativa en la economía. Son meritos también de esta construcción política y de la conducción de la Presidenta, que con una cadena nacional este mismo día muestra fortaleza y expone los asuntos que en esta coyuntura debemos afrontar.
Tendremos que ver si a quienes quieren más les alcanzará con esta faceta testimonial que hoy han alcanzado, o si buscarán otros caminos para lograr esa débil estabilidad deseada. Son varios los intentos que han desplegado como para creer que no veremos algunos más.