viernes, 13 de febrero de 2015

En la recta final del juicio El Silencio, la isla maldita: un viaje a los confines del Delta

Por Juan Manuel Mannarino
Fotos Sergio Goya

Cuando una comitiva de la CIDH llegó al país, en septiembre de 1979, los represores “escondieron”a 40 secuestrados de la ESMA en El Silencio, una isla de Tigre. Infojus Noticias participó de una inspección ocular histórica, con funcionarios judiciales y sobrevivientes, a las entrañas del centro clandestino en pleno Delta.

Son las nueve de la mañana del jueves 5 de febrero, y en el puerto de San Fernando un barco de Prefectura está por partir. A los sobrevivientes de la ESMA los espera un viaje de casi cuatro horas hasta la isla “El Silencio”, donde la Marina los trasladó entre agosto y septiembre de 1979. A través del delta, por el río Luján y hacia el corazón del río Paraná, viajarán por un paisaje exótico hacia el infierno en el que, hace casi cuarenta años, sobrevivieron a duras penas. Los escondieron para burlar la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH. Aquella vez, los separaron en varios grupos: algunos fueron tabicados, otros con los ojos a cielo abierto, ambos sin saber qué les esperaría en la densa vegetación de agua marrón, mosquitos y monte salvaje. En junio de 2013, el juzgado de Sergio Torres la había allanado por primera vez, a pedido de los sobrevivientes Todos los que pisaron tierra firme, en aquel viaje, salieron conmocionados porque el lugar permanecía intacto, cual si estuviera congelado en el tiempo. Fue la primera reconstrucción. Ahora es la primera visita de los jueces de la causa ESMA III, con el juicio en su fase final: el 23 de febrero se comenzarán a escuchar los alegatos. Los magistrados, en una excursión histórica, pidieron una inspección ocular

-¿Así que vos sos “Mantecol” Ayala?
-Vení Víctor, te presento al “Bichi” Martinez.

Los siete sobrevivientes se abrazan, se hacen chistes por las canas y las panzas crecidas. Algunos es la primera vez que se ven las caras y los demás ofician de presentadores. No son los únicos que se salvaron de morir en en la isla, pero son los que pudieron viajar en esta inspección judicial. Los líderes parecen ser Carlos "Sueco" Lordkipanidse -alto, de anteojos oscuros y mochila, testigo histórico de la ESMA y uno de los primeros en ubicar la isla antes del juicio- y Enrique "Cachito" Fukman -de barba blanca tupida, carismático, integrante de la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos-. Víctor Basterra -ex obrero gráfico que, tras ser liberado, hizo conocer una copia extra de las fotos de los desaparecidos que sacó en la ESMA para los militares- juega con la cámara fotográfica de un periodista y Angel “Taita” Strazzeri -el más jodón, de voz grave y pasos lentos- recorre el barco con un oficial de Prefectura. Más silencios y contemplativos, en un segundo plano, están Osvaldo Barros -otro ex detenido que fue clave para encontrar la isla y acercar fas primeras fotografías a la justicia-, Alfredo "Mantecol" Ayala -ex miembro del Movimiento Nacional Villero Peronista- , y Leonardo "Bichi" Martinez -testigo fundamental de cómo fue la preparación de la isla antes de la visita de la CIDH -. De ese grupo, sólo Barros y Ayala estuvieron ausentes en la primera visita en la isla. La justicia tardó treinta años en llegar. En 1984, los organismos de Derechos Humanos habían denunciado la existencia de "El Silencio" en la CONADEP.

En el barco hay 30 personas entre abogados querellantes, periodistas, familiares de víctimas y el fiscal Guillermo Friele. Los cuerpos se empapan del sudor, el aire se corta por la intensa humedad. Los jueces del tribunal, Daniel Obligado, Adriana Palliotti y Leopoldo Bruglia, aterrizarán en helicóptero. El juicio ESMA III empezó en 2012, es el mayor proceso de lesa humanidad del país y el tercero de la megacausa, con 789 víctimas y 65 imputados. Para Friele, la visita a la isla es un hecho paradigmático. La visita del 2013 fue un allanamiento y se realizó un reconocimiento. Pero, ahora, es la primera vez que los jueces vienen a recorrerla y eso marca un interés por registrar el valor probatorio testimonial y fáctico. “En la isla se comprobó que hubo una continuidad delictiva respecto a las condiciones de detención de los secuestrados en ESMA”, dijo el fiscal a Infojus Noticias.

-Vamos de paseo, sí, sí, en un barco feo- bromea Strazerri y el resto comenta que es mejor que las lanchas que los llevaron en 1979.

-Por lo menos, ahora puedo ver los pájaros y las nutrias- comenta Barrios, que al igual que Basterra, perteneció al grupo de “Los Capucha”: prisioneros a los que se les tapó la cabeza y apenas se los dejó respirar por pequeños agujeritos en los que se filtraban los bichos costeros.

La ESMA, ubicada en el borde noreste de la Capital Federal y hoy convertida en un Espacio para la Memoria, fue el mayor centro de detención clandestino administrado por la Marina durante la última dictadura cívico militar. Los siete sobrevivientes fueron parte de las cinco mil víctimas que pasaron por allí entre 1977 y 1979. La isla "El Silencio", comprada por los militares a la Iglesia, fue anexada como espacio de confinamiento. Lo que se evidenció con los traslados es que permanecieron las condiciones de detención: los que estaban tabicados en la ESMA, siguieron así en la isla; los que trabajaban como mano de obra esclava y sin capucha, también continuaron en ese estado de vejación en el delta.

A todos, sin embargo, los habían tratado de igual manera en las salas de tortura de la ESMA. Les aplicaron picana y las humillaciones físicas y psicológicas más crueles, como los simulacros de fusilamiento y el submarino seco.



"Cachito" Fukman y “Taita” Strazzeri explican a los jueces la distribución del espacio en "La Casa Grande"
Argentinos, derechos y humanos

A lo largo de la travesía, los nervios se expresan en los pasos sigilosos del “Sueco” y la ansiedad en las manos inquietas de “Mantecol”. El barco no supera los 20km de velocidad; el mate y una canasta con galletitas pasan de mano en mano. Los relatos sobre “El Silencio” circulan como si fueron un eco siniestro. Tan lejos, tan cerca. Entre Basterra y el “Bichi” rememoran cuando un isleño apareció en la casa donde estaban secuestrados. Dicen que los verdugos, alertados por el movimiento, empuñaron las armas y salieron rápidamente hacia los pastizales. Que nadie supo si lo “chuparon”, o por el contrario, logró escapar tras ver las condiciones siniestras a las que se sometían los cautivos.

El “Bichi” muestra una foto en la que hay una barra, vitrinas con trofeos y una pista de baile vacía. En ella está junto a tres jóvenes, que tendrían entre 18 y 25 años. No fueron compañeros de cautiverios. Eran represores. Cuenta que había sido trasladado a la isla antes que el resto en un grupo de detenidos donde estaban el “Tío” Héctor Vasallo y el “Gordo” Mario Bigatti, un arquitecto que fue el encargado de armar la logística de la isla. Una noche de sábado los represores, a los que apodaban “El Alemán” y “Chispita”, se emborracharon y lo invitaron a salir. Fueron hasta el salón de un colegio cerca de la isla, donde había una fiesta barrial. Lo inquietante es que la foto la pidió sacar un represor. Días después le entregó una copia a “Bichi” para que la atesore como recuerdo.

La anécdota permite entender cómo fueron los traslados y los días en la isla. Hubo, en efecto, tres grupos de detenidos que pasaron por allí. Uno, en el que estaba “Bichi” –que también era obligado a trabajar en la empresa “Sideforma” de los marinos- y “Mantecol”, que eran parte de la llamada “La Perrera”, un conjunto de 23 personas sometido a trabajo esclavo y que se encargó de la refacción completa de la casa. El segundo, integrado por Strazzeri, “Cachito” y el “Sueco”, también mano de obra esclava, trabajaba principalmente en el monte. Cortaban madera de álamo y recolectaban formio –el hilo con el que se hacen las sogas-. Ambos grupos viajaron destabicados. El tercer grupo era el más castigado: “Los Capucha”. Allí estaban Barros y Basterra. Tabicados, esposados y con grilletes, vivían encerrados en una especie de sótano con el piso de barro y el techo en la cara: 15 personas en un habitáculo irrespirable.

Fue el último grupo en llegar a“El Silencio. El 6 de septiembre de 1979 la comitiva del CIDH arribó al país. Al otro día, “Los Capucha” habrían llegado a la isla. En la travesía Barros escuchó por radio la arenga del relator José María Muñoz y su célebre frase “Los argentinos somos derechos y humanos”. Esa misma tarde, el deporte le dio otro triunfo político a los militares: Argentina vencía a la Unión Soviética por 3 a 1 en la final de la Copa Mundial de Fútbol Juvenil en Japón.

-Qué lindos esos chalets. Hace treinta años este lugar era tierra virgen- comenta “Mantecol”, mientras en las costas del delta aparecen casas lujosas con muelles privados



Víctor Basterra dentro de"La Capucha": allí estuvo secuestrado durante casi dos meses
La isla siniestra

La isla está ubicada en una zona de confluencia de canales, sobre el Chañá-Mini y a 900 metros de Paraná-Mini. El cruce aún conserva una sede de Prefectura, la recuerdan los sobrevivientes trasladados sin tabiques. En 1979 había un almacén del que ahora quedan las ruinas. En la entrada al predio ya no está el muelle con el cartel “El Silencio”. A la vera de un canal, la isla se divide en dos partes. Los grupos que eran mano esclava vivieron en “La Casa Grande”. Y los tabicados en un lugar que se bautizó como “La Capucha” En la inspección ocular, los jueces comprobarán que “El Silencio” aún conserva su fachada original: una casa grande de madera con varias habitaciones, y a pocos metros, otra casa chica, tipo garita, con el monte en sus espaldas.

Antes de cruzar los mil metros hacia la isla, en la sede de Prefectura se espera por el dueño de la casa. “Les pedimos que tengan paciencia. El hombre se predispuso sin problemas a abrir las puertas”, dice el juez Obligado a los sobrevivientes. La historia de “El Silencio” fue contada en un libro por Horacio Verbitsky y cuenta los vínculos estrechos entre la curia y los militares. El lugar fue vendido en 1979 por la Iglesia a los represores de la ESMA, que firmaron la escritura con un documento falso, a nombre de uno de sus secuestrados. Pertenecía al Arzobispado de Buenos Aires, que estaba al tanto de la represión ilegal. Verbitsky rastreó cómo se hizo la transferencia del predio donde los seminaristas celebraban su graduación, lugar de descanso del cardenal Juan Aramburu. En 1980, los militares vendieron a manos particulares el terreno. Desde entonces la isla tuvo sucesivos dueños.
Mientras los sobrevivientes esperan al actual propietario, los relatos circulan.

-Me revuelve las tripas. Me da asco. No aguanto más todo esto–comenta “el Sueco”, con la camisa verde empapada de sudor.
-¿Ah sí? Mirá, a mí no tanto. Por ahí cuando nos ponemos a hablar –responde “El Taita”, que no se saca la gorra ni para mojarse la cabeza.

“El Sueco” dice que en el predio jugaban al vóley y al fútbol con “Los verdes”, el rango inferior de los marinos que los custodiaban. Una tarde los guardias los dejaron jugar sin ellos. Dos compañeros del “Sueco”, el “Coco” y Daniello, empezaron a cargarse. Se insultaron y, al rato, estaban trenzados en puñetazos. Uno de los verdes escuchó los gritos. Ambos fueron castigados a “capucha”.

En otra conversación, “Cachito” explica a los abogados querellantes cómo soportó el dolor y la humillación. “Sabés que te pueden matar en cualquier momento, entonces te creás el instinto de supervivencia. Es inconsciente, pero también muy racional. Te decís: ´de acá tengo que salir con vida, cueste lo que cueste´. ¿Cómo aguantás todo esto, sino?”, dice, moviendo las manos curtidas de un lado a otro. Barros acota: “Uno se hace el relato desde afuera para poder soportarlo”. Y Basterra descomprime: “En la isla por lo menos comíamos bien porque estaban Blanca -García Alonso de Firpo- y la tía Thelma -Jara de Cabezas- que nos hacían unos churrascos hermosos. El bife naval que nos daban en la ESMA era una piedra intragable”.

Cuando llega el momento de de contar cómo fue su traslado a la isla, Basterra hace una pausa.

-Nos tiraron una lona encima. Estábamos esposados y con grilletes, acostados en la barcaza. Y de pronto, nos empezaron a patear. Estaban en pedo. Nos cagaron a palos.

No fue la única vez. En “La Capucha” era normal que los guardias –dormían arriba del sótano- se emborracharan y patearan el piso. El polvo se filtraba por las hendijas. El grupo Villaflor- compuesto por Raimundo Villaflor, María Elsa Martínez y Josefina Villaflor, entre otros- soportaba las principales vejaciones. Barros cuenta que una compañera enloqueció de un ataque de nervios cuando se recostó en una de las dos cuchetas y el rostro se le pegó a un tirante del techo. Los gritos avivaron la furia de los represores, que entraron borrachos, a las patadas, y gatillaron en seco.

En ese cuarto, Víctor sintió las vísperas de la muerte. Una sola vez lo sacaron para tomar aire y le permitieron ducharse. En los casi dos meses que estuvieron hacinados, unos pegados a los otros, llovió poco. Una crecida en plena zona inundable, los hubiera arrastrado hacia los confines del delta.



"La Casa Grande", en el corazón de la isla "El Silencio"


"Cachito" Fukman durante la inspección ocular
Las dos casas

En la base de Prefectura, el barco quedó encallado y la travesía continuó en lanchas pequeñas. Al llegar a la isla, los jueces pidieron un croquis y se organizó un orden de los testimonios. Los sobrevivientes llevaron el hilo del relato. El punto de partida fue “La Casa Grande”. Recorrieron una galería, una cocina, un comedor, y cinco habitaciones. El piso crujía. Además, recordaron que en dos de ellas dormían oficiales y suboficiales. Y en las restantes se alojaron ellos, los detenidos: dos de hombres y la otra de mujeres, cerca de la entrada principal.

La casa mantiene la estructura de madera, aunque fue refaccionada con materiales más nuevos. De la primera visita, sólo queda un viejo mueble donde los represores guardaban los vinos y una cocina económica, tirada sobre cables, taladros y tachos de pintura. En el patio está el chasis de un Buggy que servía para la vigilancia. Ya no está la piedra con la que afilaban los machetes ni el tractor. “La casa está mejorada. Se nota que el dueño viene más seguido, que la está usando porque hay provisiones en la cocina y en un cuarto la cama está tendida y hay pantuflas”, describe “El Bichi”.

Después, en el camino hacia el frondoso monte, los sobrevivientes narraron las tareas que estaban obligados a realizar durante su estancia en el lugar, como el corte de madera y la fabricación de dulces.



El chasis del "Buggy" en el que los represores vigilaban el trabajo esclavo en el monte


Los jueces cruzan un puente de maderas y troncos hacia "La Casa Chica"
Cerca de unos pinos, “El Sueco” señaló el lugar donde fue tomada la fotografía "La Parca", que ganó un importante premio de fotografía en aquella época. La modelo era Lucía Deón, una detenida que fue obligada a posar en los retratos de Orlando "Hormiga" González, un represor que presumía de artista sensible. La foto es nocturna y fantasmagórica: Lucía viste una capa negra, posando como la muerte, y una calavera enterrada en el piso la antecede como primer plano.

Media hora después, los jueces pisarán un tambaleante pasadizo hacia la “Casa Chica”. La “Capucha” estaba separada por un pequeño arroyo. Allí vive un casero de noventa años, entre cacharros, gallinas y perros. Al sótano sólo se entra con el cuerpo inclinado. Apenas se puede permanecer cinco minutos: moscas, olor a podrido y piso de barro. Sobre él los represores tiraron un naylon y luego las cuchetas, donde dormía la mayoría de los secuestrados. Una letrina, pegada al sótano, servía de baño. Aún se mantiene intacta. Los cautivos se enfermaban seguido por tomar agua de río. Andaban llenos de piojos y sarnas. A los guardias les daba asco entrar y deslizaban los platos por debajo de una puerta encadenada. “Era una jaula peor que Guantánamo”, recuerda Basterra.



Angel “Taita” Strazzeri
Un escondite con doble misión

La visita duró cerca de dos horas. En el regreso, se prepararon milanesas y el cansancio apagó las conversaciones. Sólo se escuchaba el ronroneo del motor del barco. Algunos sobrevivientes se aislaron, sin sacar la mirada en el oleaje vertiginoso del río. Otros seguían recordando la precisión de una anécdota en la isla, pero en voz baja, casi como en secreto. A nivel probatorio, la inspección ocular recogió evidencias físicas y pruebas testimoniales. “Se corroboró la doble misión que tuvo este lugar: esconder a los cautivos de la CIDH, y por el otro lado, mantener el trabajo esclavo de determinado grupo de cautivos. Además, hay secuestrados que siguieron trabajando en este lugar aun después del regreso de los prisioneros a la ESMA”, dijo el fiscal Friele.

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Osvaldo Barros y Víctor Basterra recorriendo una habitación de "La Casa Grande"

Antes del retorno, a Marcelo Ardetti, hijo de Enrique Ardetti, desaparecido que también pasó por la isla, se le humedecieron los ojos. Basterra y “Cachito” le palmearon la espalda. Entonces Barros levantó la cabeza y llamó la atención de los presentes.

-Quiero decir algo que nunca dije. En “La Capucha” lugar había una persona más.

Se refería al “Vasco” Urretabizcaya, un secuestrado que tras recuperar la libertad se fue a México. Nunca quiso declarar. Como falleció hace dos años, a Barros le pareció oportuno recordarlo.Allí, bajo el sonido de las chicharras y al rayo del sol, en un paraje tan remoto como abandonado, los secretarios del Tribunal tomaron nota de otra historia que nunca se había contando. Porque, a casi cuarenta años del inicio del terrorismo de Estado, la memoria aún sigue reconstruyéndose.

Allí, bajo el sonido de las chicharras y al rayo del sol, en un paraje tan remoto como abandonado, los secretarios del Tribunal tomaron nota de otra historia que nunca se había contando. Porque, a casi cuarenta años del inicio del terrorismo de Estado, la memoria aún sigue reconstruyéndose.

Infojus Noticias




 


LIBROS Imágenes paganas MIGUEL RUSSO: MAS QUE MIL PALABRAS




NICK UT. KIM PHUC LUEGO DEL ATAQUE CON NAPALM EN TRANG BANG, VIETNAM, 8 DE JULIO DE 1972.
Fotografías que hicieron historia, historias que se volvieron imágenes icónicas, fotógrafos que hicieron la historia con imágenes por estar ahí, sin pensar en el futuro sino en el puro presente. De Robert Capa a Sara Facio, Más que mil palabras (Emecé), de Miguel Russo, reconstruye la trama y retrata las vidas detrás de una sucesión de imágenes desde finales del siglo XIX al corazón y el fin del siglo XX. Aquí se reproducen dos de esos textos: uno sobre la foto más famosa de la guerra de Vietnam, la de la niña Kim Phuc luego del ataque con napalm en 1972, de Nick Ut, y otro sobre Pablo Casals en la iglesia de Saint Pierre, Francia, en 1950, sobre foto de Gjon Mili.

Por Miguel Russo

En 1964, la niña Phan Thi Kim Phuc tenía un año. En 1964, Huynh Cong Ut era un chico de trece. Ese año, en el contexto de la Guerra Fría, estalló el conflicto bélico entre Vietnam del Sur y la República Democrática de Vietnam. Al sur lo apoyaban las tropas de combate de Australia, Corea del Sur, Filipinas, Nueva Zelanda y Tailandia, y recibían suministros de materiales y equipamientos médicos de Alemania, España, Irán, Marruecos, Reino Unido, Suiza y Taiwán. Pero, principalmente, Vietnam del Sur tenía a su favor toda la potencia armada de las tropas de los Estados Unidos. El pueblo de Vietnam del Norte contaba con los movimientos guerrilleros Vietcong y el Frente de Liberación Nacional. El 2 de julio de 1976 –luego de la toma de Saigón, la rendición de las tropas survietnamitas y la unificación del país bajo el control del gobierno comunista de Vietnam del Norte– los organismos internacionales proporcionaron los números fríos de la guerra. Las cifras oscilaban entre 3.800.000 y 5.700.000 muertos, en su mayoría civiles. La historia escrita por el “mundo libre” hizo hincapié en el número de víctimas de las tropas norteamericanas: 58.159. El cine y la literatura terminarían echando un manto de piedad ante la barbarie desatada contra el libre albedrío de un pueblo. Y las imágenes de las grandes llamaradas producidas por los bombardeos con napalm –tomadas siempre desde arriba, restando importancia a lo que realmente ocurría abajo con ese fuego– servirían de telón de fondo para las ganancias de Hollywood y el perdón de todos los pecados.

El napalm, primitivamente, cuando aún no se llamaba napalm, fue un compuesto de nafta, benzol y poliestireno que llegaba a alcanzar temperaturas entre 800º y 1200º al entrar en contacto con cualquier superficie, incluido, por supuesto, un cuerpo humano. Los técnicos lo clasificaron como nafta gelatinosa, un combustible extremadamente volátil que se encendía fácilmente, motivo por el cual lo utilizaron como arma desde la Primera Guerra Mundial en forma de lanzallamas. Pero la maquinaria de la guerra tiene un componente importantísimo: la economía de recursos. Y aquella nafta gelatinosa se quemaba muy rápidamente, elevando costos y reduciendo eficacia en combate.

Para la Segunda Guerra Mundial, el gobierno norteamericano ya había realizado estudios para aprovechar más el combustible. En 1942, el cuerpo de científicos de la Universidad de Harvard, al mando del doctor Louis Fieser, había encontrado la forma para que la combustión durara más que lo normal.

Crearon, a tal efecto, una especie de jabón hecho de polvo de aluminio de naftalina y palmitato –de donde derivaría el nombre de napalm– que conformaba una brea gelatinosa que se quemaba más lentamente que la nafta común. Lo mezclaban en diferentes concentraciones según su uso: 6 por ciento para los lanzallamas y entre 12 a 15 por ciento para las bombas.

El ejército de Grecia lo utilizó durante la guerra civil en ese país, la ONU pretendió pacificar lanzándolo contra Corea, y Marruecos lo sembró en el Sahara occidental.

Pero los científicos seguían investigando. Y así nació el napalm-B: 46 partes de poliestireno, 21 partes de benceno para solidificar y 33 partes de nafta. La ciencia norteamericana festejó el alto punto de seguridad del nuevo producto: los soldados podían fumar en las cercanías sin mayor peligro. Vietnam fue la gran oportunidad de demostrar su eficacia.

Huynh Cong Ut había nacido en Long An, Vietnam, el 29 de marzo de 1951. A los trece ya era un consumado fotógrafo, y a los 16 comenzó a trabajar para la Associated Press en el puesto de su hermano mayor Huynh Thanh My, asesinado en la guerra. “Nick”, como lo habían norteamericanizado sus jefes de la AP, llevaba ya tres heridas desde que había comenzado a cubrir el conflicto de su país. Pero no pensó en nada cuando a las cinco de la mañana del 8 de junio de 1972 le llegó al módulo de comando situado en el edificio Edén la orden de trasladarse a las afueras de Saigón.

Tomó su casco de acero, su uniforme vietnamita al estilo “marine”, sus dos cámaras (una Leica y una Nikon con zoom) y se subió al jeep que lo trasladaría al noroeste, más allá del aeropuerto de Son Nhut Tan de la ruta 1 que une Saigón con la frontera de Camboya.

Phan Thi Kim Phuc nació en 1963 y se crió en la aldea de Trang Bang, situada a 30 minutos al norte de Saigón. Un año después de su nacimiento, estalló la guerra. Entonces, la ruta 1, que atravesaba su aldea, dejó de ser una cinta de asfalto para transformarse en la fuente principal de aprovisionamiento entre Saigón y Phnom Penh. Kim se crió entre bombardeos, vuelos rasantes de los aviones norteamericanos y camiones del ejército que dejaban una miseria de arroz y agua potable. La noche del 7 de junio de 1972, ella, junto a su familia, se habían refugiado en las ruinas del templo Cao Dai. Esa noche, como todas las noches de sus apenas nueve años, soñó con ser médica y casarse. Las primeras descargas de ametralladoras aún lejanas, pero mucho más el hambre golpeando en el estómago, la despertaron a las 5 de la mañana del 8.

El jeep de Nick Ut llegó a las 7.30 a Trang Bang y se unió a la larga fila de vehículos con soldados de la 25ª división que, desde hacía tres días, peleaban para arrebatar el dominio de esa ruta que, a un kilómetro y medio más al norte, era controlada por el Vietcong. Vio cientos de aldeanos. Unos trataban de huir hacia ninguna parte. Otros recalentaban las sobras de las sobras de una comida que ya era vieja al ser recibida.

Minutos antes del mediodía, el comandante de las tropas destacadas en el lugar pidió por radio ayuda a las unidades del sur de Vietnam Airforce, ubicadas en Bien Hoa. Nick, junto a una multitud de corresponsales, tomaron posiciones en las afueras de Trang Bang para captar los mejores planos del bombardeo que se avecinaba. Mucho miraron hacia arriba, hacia esa granada de humo amarillo lanzada por un soldado para marcar el área a los pilotos.

A Kim Phuc, como a los cientos de chicos como ella, acostumbrados a los ruidos de la guerra, la angustió ese silencio que crecía segundo a segundo.
Exactamente a las 13, una escuadrilla de aviones Skyraider comenzó el bombardeo de los bordes de la aldea, cerca del templo Cao Dai. Primero fueron explosivos, luego llegó el napalm. Fueron pocos minutos. Después, los soldados y los fotógrafos comenzaron a ver a grupos de aldeanos aterrorizados corriendo hacia ellos. Nick hizo foco en una mujer que llevaba un bebé envuelto en harapos humeantes, pero la vio caer muerta a trescientos metros de donde estaba. Entonces enfocó su cámara unos metros más atrás.

La ropa de Kim Phuc estaba envuelta en llamas. La niña vio el fuego sobre su cuerpo y sólo atinó a pensar que, si sobrevivía, sería fea, anormal, que nadie querría casarse con ella. No vio a nadie a su alrededor, sólo fuego y humo, y tuvo miedo como nunca había tenido en su enorme y corta vida. Entonces sintió el ardor. Y lloró y corrió para escapar del fuego. Se sacó la ropa llameante y corrió. “Qua nong, qua nong”, gritaba mientras no paraba de correr con los brazos abiertos por la ruta 1.

El corresponsal de la ITN, Christopher Wain, virtió el agua de su cantimplora sobre el cuerpo ardiendo de Kim Phuc. Quería aliviar el dolor, pero el dolor se multiplicó. “Qua nong”, gritaba la nena. Y Nick la cargó en sus brazos y subió al jeep mientras gritaba él también al conductor que fuera al hospital de Cu Chi, a mitad de camino entre Tran Bang y Saigón. En los primeros pozos por la ruta, Kim Phuc perdió el sentido en los brazos de Nick Ut, que trataba en vano de amortiguar los saltos.

Mientras Kim era sometida al primer injerto de piel, con el que los médicos querían suplantar el 65 por ciento de su cuerpo abrasado, Nick llegó a las oficinas de AP para dejar el rollo de la película. La discusión con la central de Nueva York fue por télex. Un editor rechazaba la foto de Kim Phuc corriendo sin ropas porque se trataba de un desnudo frontal, algo estrictamente prohibido en la Associated Press de 1972. Desde Saigón, Nick argumentó que no debía hacerse ningún acercamiento de la foto que dejase a la niña sola. Dijo que se fijaran en los otros chicos, corriendo, gritando. En el contraste con la calma de los cuatro soldados que marchan detrás. Le llevó tres días pensar la solución al editor Hal Buell. Recién el 11 de junio de 1972 aceptó que el valor de la noticia eliminaba cualquier prurito sobre el desnudo.

El 12 de junio de 1972 la foto fue la tapa de todos los diarios y el mundo supo lo que nadie en el mundo quería saber. El entonces presidente Richard Nixon comprendió, sin comprender por qué, que la guerra en Vietnam se estaba perdiendo. Se sirvió un whisky, miró una y otra vez la fotografía, y sonrió a su jefe de gabinete, H. R. Haldeman: “Yo creo que la imagen fue retocada”.

Pero la fotografía, lo sabe Kim y lo sabe Nick, es tan auténtica como lo fue Vietnam. “El horror de esa guerra no necesitaba ser retocado”, dijo el fotógrafo vietnamita Huynh Cong Ut, nacido en Long An, apodado Nick, muchos años más tarde, después del Pulitzer, después de todo. “El horror de esa guerra no necesitaba ser retocado”, repitió Phan Thi Kim Phuc, nacida en Trang Bang, muchos años más tarde, después de volver a su aldea, después de perdonar a los pilotos de los Skyraider que se abalanzaron sobre Trang Bang aquel mediodía de junio de 1972, después de todo.

El gobierno de los Estados Unidos afirmó que sus últimas reservas de napalm fueron destruidas en el año 2001. Pero, luego de esa fecha, los marines continúan los bombardeos contra quienes consideran sus enemigos con una sustancia de idénticos resultados, el MK77, y fósforo blanco. “Qua nong” significa, en vietnamita, “arde mucho”.


PABLO CASALS EN LA IGLESIA DE SAINT PIERRE

GJON MILI, PABLO CASALS EN LA IGLESIA DE SAINT PIERRE, PRADES, FRANCIA, 6 DE JUNIO DE 1950

La portuguesa Guilhermina Augusta Xavier de Medin Suggia, nacida en Oporto en 1885, fue una de las mejores alumnas de Pablo Casals. Más que alumna, dicen las historias no escritas. En mayo de 1950, muy enferma, le escribe a su maestro una extensa carta. Pide entradas para el concierto por el bicentenario de la muerte de Bach, pero más que nada pide verlo. “Querido amigo: Espero que no hayas olvidado a la pequeña alumna que iba a Espinho a tomar lecciones contigo. Te escribo con emoción y con la esperanza de que no me rechaces. ¿Te será posible reservar dos habitaciones sencillas o una doble para una amiga que me acompaña y para mí? Sé que es difícil, pero debes tener influencias. También necesitaría dos localidades para los conciertos. Si es preciso que envíe antes el importe dime dónde. Yo sigo trabajando en Porto, siempre con el mismo ideal que aprendí de ti, pero estoy muy enferma y desgraciadamente no sé si podré continuar con mi carrera. Mi marido murió hace un año. No deseo morir sin que me escuches, querido maestro. Quiero volverte a ver. Espero que comprenderás la alegría que me darías si pudiese estar unos días cerca de ti. Recuérdame siempre como tu devota admiradora. Hasta la vista, espero. Guilhermina”.

Casals está desbordado. Sufre una depresión brutal, a la que se suman unos dolores de cabeza que lo dejan exhausto. Su esposa, Francisca, con Parkinson desde hace 22 años, tiene recaídas ante cualquier inconveniente. Y sobre él recae la responsabilidad de acomodar en el pequeño perímetro de la iglesia Saint Pierre, en Prades, a la enorme cantidad de personalidades del mundo entero que quieren asistir al renacimiento de su música. Pero recuerda a aquella adolescente que amó entre clase y clase, hace ya tantos años, y le ruega a su amigo, el doctor René Puig, que le conteste.

“20 de mayo de 1950. Madame: Imaginará usted fácilmente las ocupaciones del maestro. Le ruego que lo disculpe por no responderle él mismo. Se conmovió con su carta, pero está atado de tal manera por los ensayos que no puede escribirle. Cada día ensaya o tiene grabación. El toca todas las tardes, todos los músicos están aquí desde el 3 de mayo. De todos modos, al pedido: tiene usted dos habitaciones reservadas en el Hotel Alexandra de Vernet-les-Bains. Le agradeceremos que nos diga exactamente el número de localidades y aquellos conciertos a los que usted desea asistir. Le ruego que acepte mis sentimientos más respetuosos. Desde Prades, su amigo, René Puig.”

Mira, Puig, por la ventana de su hotel, las calles de ese pequeño pueblito perteneciente al departamento del Ariège, distrito de Foix, cantón de Ax-les-Thermes. Mira el Mont Canigou, que se alza más allá de los confines del pueblo. Sabe, como lo sabe su amigo Pablo Casals, catalanes al fin los dos, que el pueblito está vinculado a su Cataluña desde la Edad Media. Allí, a unas cuadras, como reafirmando los vínculos, están los monasterios de Sant Miquel de Cuixá y de San Martí de Canigó. Y, sabiendo, mira la iglesia de enfrente del hotel, la barroca Saint Pierre, construida en el siglo XVII.

Pau Carles Salvador Casals i Defilló es Pablo Casals. Nació en El Vendrell el 29 de diciembre de 1876 de padre español y madre puertorriqueña. Pablo mostró una gran sensibilidad por la música, por lo cual su padre, Carles Casals i Ribes, le transmitió los primeros conocimientos que el joven ampliaría con estudios en Barcelona y Madrid. Ya era un niño pródigo del piano, el órgano y el violín cuando en 1887 escuchó un cello y el mundo cambió su sonido. Empezó a estudiar con Víctor Mirecki, catedrático de la Escuela Nacional de Música de Madrid, iniciador de la escuela cellística española moderna. Y se perfeccionó con Jesús de Monasterio en música de cámara. A los 23 años inició su carrera profesional interpretando a los más grandes compositores en los mejores auditorios del mundo entero.

A su férrea disciplina musical sumaba un profundo activismo en defensa de la paz y la libertad. Saludó en 1917 la revolución rusa, pero siete años más tarde, con la muerte de Lenin y el ascenso de Stalin al poder, hizo pública su decisión de no volver a actuar en la Unión Soviética. Era el primer escalón de un silencio.

En 1926 creó en Barcelona la Asociación Obrera de Conciertos con el objetivo de permitir el acceso de la clase trabajadora a la enseñanza de la música y la audición de conciertos.

Cinco años después, con la proclamación de la Segunda República en España, fue invitado a participar en los actos conmemorativos del hecho. Allí dirigió la Orquestra Pau Casals y el Orfeó Gracienc. La Novena Sinfonía de Beethoven sonó como nunca en el Palacio de Montjuïc de Barcelona. Abrazó el republicanismo distanciándose de Alfonso XIII a partir de la dictadura de Primo de Rivera y la supresión de la Mancomunidad. Sin embargo, no dejó de agradecerle con su música a la reina María Cristina. La forma de demostrarlo era un clásico: llevaba engarzado al arco de su cello un anillo que ella le había regalado.

En 1933 rechazó un pedido para tocar en Alemania. El motivo era la llegada al poder de Adolf Hitler. “Hasta que no haya un cambio de régimen político, no tocaré allí”, dijo, como respuesta a la amenaza nazi de quemarle las manos si no actuaba en Berlín.

Pablo siguió tocando. En 1936, con el estallido de la Guerra Civil Española, se declaró públicamente a favor de la república. No tenía partido, más allá de que simpatizaba con miembros del Partido Socialista Unificado de Cataluña, pero despreciaba profundamente el fascismo. Por su declaración, fue condenado a muerte por los nacionalistas y tuvo que abandonar esa España que Francisco Franco hacía suya a fuerza de bala. Pero, sabedor de la potencia del arte frente a la bestialidad, rescató del olvido las abandonadas suites para cello de Johann Sebastian Bach y realizó legendarias grabaciones entre 1936 y 1939.

En 1945, su silencio subió un peldaño más al rechazar una invitación para tocar en el Reino Unido. La decisión la había tomado por la no intervención aliada en España. Y Casals se negó a actuar en los países aliados. Pero un año después, cuando la mayoría de los países reconocieron diplomáticamente al dictador, dijo basta, dejó el arco y no tocó más. Su silencio, entonces, se escuchó de manera brutal en el mundo entero.

Entre 1946 y 1950 se dedicó a la composición, al estudio y a la enseñanza, mientras seguía ayudando a los refugiados españoles que, por miles, abandonaban su patria.

El fotógrafo Gjon Mili, nacido en 1904 en Korça, Albania, sube el 6 de junio de 1950 a los balcones de la iglesia de Saint Pierre y enfoca su cámara. El hijo de Vasil Mili y Viktori Cekani, ese muchacho que llegó a los Estados Unidos en 1923 y que casi de inmediato comenzó a trabajar como reportero en la revista Life, tiene una extraña misión: fotografiar un sonido. Estuvo en la Riviera mostrando un Pablo Picasso que casi nadie conocía. Y recorrió fotografiando Florencia, Atenas, Dublín, Venecia, Roma. Fue, en los años ‘30, uno de los pioneros en el uso del fotoflash, capturando secuencias de acciones en una sola fotografía. En 1944 dirigió el cortometraje Jammin’ the Blues para la Warner Bros. Allí aparecían Lester Young, Red Callendar, Harry Edison, Big Sid Catlett, Illinois Jacquet, Barney Kessel, Jo Jones y Marie Bryant. Pero ese 6 de junio de 1950, al cumplirse el bicentenario de la muerte de Johann Sebastian Bach, en Prades, Francia, tiene que fotografiar un sonido. Y sube a los balcones de la iglesia.

Sabe que Pablo Casals va a romper un silencio que ya lleva cuatro años y es una manera de mostrarles a los poderosos del mundo su miserabilidad. Sabe que los 200 años de la muerte de Bach son la excusa. Sabe que Pablo Casals aceptó con la condición de que el primer concierto, el de la vuelta al sonido, fuera gratuito y para obreros. Entonces enfoca y espera.

A las 3 de la tarde, Pablo se calza el cello entre las piernas, toma el arco, toca la suite número 2 en re menor, compuesta en 1720, y la melodía parece haber sido compuesta hace unos segundos. Toca, Casals, en la iglesia de Saint Pierre de la pequeña ciudad de Prades, Francia. Lo acompañan, callados, un puñado de músicos y cientos de obreros que asisten a la apertura de las conmemoraciones. En silencio lo escuchan y en silencio lo ovacionan. Los curas pueden permitir a Bach y a Casals y hasta a los obreros que llenan la iglesia por primera vez, pero prohíben aplaudir ante Dios y su hijo crucificado y sus santos. Toca, Casals, por Bach, por Cataluña, por la libertad. Y el mundo entero se detiene a escucharlo. Hasta Franco, que golpea inútilmente sobre su escritorio y vuelve a condenarlo a muerte. Entonces Mili sabe que ésa es su foto.

El 20 de junio de 1950, recién terminadas las conmemoraciones por Bach en la iglesia de Saint Pierre, Pablo le escribe una carta al presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, que está mirando la revista Life, donde aparece la foto de Gjon Mili: “Soy sólo un hombre que cree en la democracia y ama la tierra de su Cataluña natal y de España, en la que Cataluña está incluida”. Guilhermina estuvo en el concierto final, vio a su viejo maestro y enamorado. Y murió en Oporto diez días después.

08/02/15 Página|12

Distribución de la riqueza Todo y más Un repetido escándalo social y moral: el 1% más rico de la población mundial posee el 48% de la riqueza.

Por Juan Carlos Junio

Recientemente se conoció el último informe de OXFAM (organización internacional en ayuda humanitaria de emergencia) "Riqueza: tenerlo todo y querer más", con datos sobre el reparto de la torta global, un paisaje repetido, que por ello no deja de ser escandaloso desde el punto de vista social y moral.

Los números proporcionados muestran que en 2014 el 1% más rico poseía el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% de la población debía repartirse la porción restante. Ese porcentaje más rico "recuperó" los niveles de participación que tenía a principios del milenio, que habían sido afectados por la desvalorización de los patrimonios asociada a la crisis financiera. Tal es así, que hoy en día las 80 personas más ricas poseen la misma riqueza que 3500 millones habitantes, el 50% más pobre de toda la población mundial y esta tendencia se ha agravado en los últimos años.

En un tema de tanta trascendencia como el de la distribución de la riqueza, resulta imprescindible comentar algunas ideas de los académicos defensores del injusto y perimido orden neoliberal, que son amplificadas luego por la tinta del potente aparato de divulgación de los medios masivos de comunicación, asociados a los grandes núcleos económicos y culturales dominantes. Así, en un reciente artículo titulado "¿Redistribución o Inclusión?", Ricardo Hausmann, ex economista jefe del BID, plantea que no hace falta enfocarse en la redistribución, ya que sólo "es paliativa y no curativa", y que para solucionar el problema se requiere invertir en inclusión, "dotando a la gente de capacidades y conectándola a insumos y redes que la hagan productiva". El típico y arcaico argumento de que las desigualdades de ingresos, y por extensión de riquezas. Lo central, que es la concentración de la propiedad del sistema productivo, distributivo y financiero, queda oculto.

Se trata de la propuesta clásica de los organismos de crédito y de las instituciones de la derecha mundial, que intentan presentarse con un falso rostro progresista, pero que en el fondo justifican la actual matriz distributiva, sobre la supuesta imposibilidad de cambiarla, sin dejar lugar para ningún cambio impositivo de fondo ni para que entre a jugar el tema de las herencias. De hecho, más de un tercio de los 1645 "milmillonarios" obtuvo su riqueza a partir de la herencia. Este dato desnuda una realidad que muestra los variados mecanismos para la acumulación de riquezas. De aquí se desprende, siguiendo a OXFAM, que resulte necesario "trasladar la carga tributaria del trabajo y el consumo al patrimonio, el capital y sus rentas", entre algunas de las líneas de políticas propuestas. Claro que esta visión ideológica choca de frente con los sectores monopólicos que reaccionan con furor ante las iniciativas reformistas de carácter impositivo. La disputa en la Argentina por la renta agraria, en oportunidad de "la 125", es una demostración contundente de esta lucha por la distribución de la riqueza. 

En tal sentido, la experiencia indica que no son escasos los recursos de que disponen los sectores privilegiados para intentar torcer las definiciones políticas de las autoridades electas democráticamente por las mayorías sociales. No sólo levantan una muralla sobre sus cuantiosas posesiones, sino que no cesan en su afán de incrementar sus fortunas corporativas y personales.

En el sector farmacéutico, por caso, las tres empresas que realizaron la mayor contribución al esfuerzo humanitario contra el ébola aportaron en efectivo y medicamentos U$S 3 millones, un monto grotesco si se lo compara con los más de U$S 18 millones que en 2013 invirtieron en actividades de lobby en EE UU, para lograr beneficios extraordinarios como resultado de esas acciones de presión y corrupción sobre los poderes políticos.

En Estados Unidos, por ejemplo, en 2013 el sector de las finanzas destinó más de U$S 400 millones de dólares a actividades de lobby, y contribuyó con U$S 571 millones a la campaña política en 2012. Los réditos de estas prácticas son notables, teniendo en cuenta que luego de la crisis el costo estimado del rescate al sistema financiero alcanzó los U$S 21 mil millones.

Nuestro país forma parte de la región más desigual del planeta y comparte problemáticas que atraviesan a la mayoría de las economías periféricas, entre ellas la fuga de capitales a las guaridas financieras, evadiendo el pago de impuestos que les corresponde según las leyes de sus respectivos países. Este canal reduce los recursos disponibles y perpetúa la relación perversa de atraso y subdesarrollo y las posibilidades reales de un más justo reparto de la renta y la riqueza.

En cuanto al lobby, los sectores monopólicos de nuestro país han mostrado también su tenacidad para no perder sus posiciones de privilegio. Ejercen su poder sectorial para mejorar sus negocios y también agrupándose entre cámaras empresarias poderosas, como en el caso del Foro de Convergencia Empresarial. Así es que reaccionan al ver amenazadas las condiciones que guían la distribución de la renta y su acción irrestricta en la formación de precios, como forma directa de apropiación de la riqueza de los consumidores.

La tendencia al empeoramiento en la distribución de la renta en el mundo ha resultado una constante durante el último medio siglo de la fase neoliberal en el sistema capitalista. No obstante, nuestro país ha mostrado que los límites no resultan infranqueables, aunque también se trata de una tarea extremadamente compleja. Dan cuenta de ello los enfrentamientos alrededor de, entre otros temas, la reforma a la “ley de abastecimiento”, la recuperación del rol regulador del Estado y, desde allí, la apropiación de riquezas para distribuir a las grandes mayorías sociales postergadas por el sistema vigente.

Con una gran iniciativa política, el gobierno ha logrado restringir el manejo irrestricto de los "mercados" y, por sobre todas las cosas, ha mostrado el camino que necesariamente se debe recorrer en la disputa política por la distribución de la riqueza, frente a la tendencia a la concentración y extranjerización de la misma, que está en la naturaleza del sistema capitalista, muy particularmente en su fase actual de predominio del sector de la financiarización de la economía.

iNFO|news

Frenar la locura Por Hugo Presman

La denuncia promovida por el fiscal Alberto Nisman y su posterior muerte, han producido un desenfreno verbal, una tergiversación de los hechos y una falta de mesura, en donde chapotean en el barro tanto el gobierno como la oposición; como así también los editorialistas y columnistas de los medios dominantes con descripciones y vaticinios apocalípticos, y ausencia total de crítica, en los medios oficialistas, salvo contadas y tardías excepciones, sobre los errores de la Presidenta (como si Cristina Fernández gozara para los seguidores y militantes de una pretendida infalibilidad, tan absurda como la papal).

A eso se agrega la hipocresía de muchos de los análisis de la prensa internacional, junto a la habitual subordinación de los dirigentes de las instituciones formalmente representativas de los argentinos de origen judío a la política exterior del Estado de Israel.

La crisis política desatada por la denuncia y muerte del fiscal ha permitido que poderosos actores económicos y mediáticos, desde empresarios prebendarios a la corporación judicial, con la coordinación de los medios hegemónicos, estén dispuestos a promover o subirse a situaciones que puedan llevar a que el gobierno transite sus meses finales en forma penosa. A esta altura del año su objetivo de máxima es la renuncia presidencial y de mínima un adelantamiento de las elecciones. Es lo que se ha denominado “golpe blando”

Parece redundante y obvio aclarar que la muerte del fiscal Alberto Nisman es lamentable. A partir de ello es imprescindible señalar que su “investigación” es una continuación de la iniciada por el juez Galeano, y los fiscales Muller, Barbacchia y también Nisman; y que los tres primeros están procesados y deberán comparecer en el juicio oral cuya elevación ya se dispusiera. De este proceso fue salvado el fiscal que continuó esa investigación.

La misma es de un sesgamiento inadmisible, y claramente responde a directivas de los servicios de inteligencia de EE.UU y de Israel de la que era tributaria la SIDE.

Todo indica que primero se determinó el culpable y luego se buscaron las pruebas que lo involucraran. No es reprochable contar con informaciones de servicios de inteligencia extranjera: lo que resulta inadmisible es subordinarse a las indicaciones de los mismos y aceptar sin beneficio de inventario la información suministrada y que el fiscal recibiera órdenes y direccionamiento desde “La Embajada”. Extraño caso de superposición: la SIDE, a través de su mandamás Stiuso dirigía la investigación de Nisman y a su vez la SIDE (Stiuso) era instrumentada por la CIA y el MOSAD.

Ninguno de “los republicanos” que sostienen que con el Memorándum de Entendimiento con Irán se entregó la causa AMIA a los presuntos responsables de “una investigación” amañada, formulan la menor crítica a las pruebas tangibles y concretas obtenidas en los cables de la Embajada Norteamericana remitidos hacia EE.UU, de los cuales surge inequívocamente la obediencia debida del fiscal muerto. Su genuflexión hacia el imperio les lleva a considerar estas actitudes del fiscal como perfectamente lógicas.

Nisman contó con recursos, tiempo y personal y el resultado es de una endeblez sorprendente tanto su investigación como su denuncia a la Presidente, el Canciller y demás imputados.

Más que buscar la verdad de lo sucedido se buscó culpables señalados desde el exterior. Esto no significa que Irán pueda realmente ser responsable, pero para eso se necesitan las pruebas que a Nisman siempre le faltaron. Por eso resulta sorprendente e hipócrita que quien no buscó la verdad sino sólo a los responsables que le señalaron, hoy hay quienes lo consideren un héroe. La muerte siempre merece respeto pero nunca puede ser un pretexto para cambiar la historia del muerto. Eso lo saben tres de las cuatro agrupaciones de familiares de víctimas de la AMIA, que fueron muy críticos de Nisman. Lo saben también las autoridades formales de los argentinos de origen judío, pero complicidades y ocultamientos heredados y propios, las llevan a igual que Nisman a señalar culpables en función de intereses políticos indicados desde la lejanía.

En síntesis: Nisman estaba mucho más cerca de recorrer al final del camino el itinerario de procesamiento de sus colegas Muller y Barbacchia que de la condición de héroe que por motivos que hacen a la política menuda quieren proyectarlo.

Por su parte, las actuales autoridades de AMIA y DAIA nunca han hecho un repudio en el primer caso y una autocrítica en el segundo, en relación al homenaje dispensado al “Fino” Palacios; o el pedido de disculpas de la comisión presidida por Rubén Beraja a Carlos Menem por el certero y enjundioso discurso de Laura Ginsberg, el impactante “Yo acuso a los gobiernos de Menem y Duhalde”, pronunciado en la calle Pasteur en la recordación del atentado en el año 1997.

Una muestra en pequeño de una promiscuidad llamativa e irritante entre presuntos denunciadores y encubridores, puede observarse en el cumpleaños en enero de este año de Marta Nercellas, la abogada que comandó un equipo de abogados durante más de una década en representación de la DAIA y personalmente de su entonces presidente Rubén Beraja, que entre sus invitados contaba nada menos que con el procesado “Fino” Palacios, (imputado en el juicio de encubrimiento que con suerte se concretará en el segundo semestre de este año) información aparecida en Ámbito Financiero del martes 27 de enero y nunca desmentida. Para colmar el vaso, también estaba presente la actual jueza a cargo del caso Nisman, la Dra. Fabiana Palmeghini; el actual abogado de la DAIA Miguel Bronfman, el juez de la servilleta Claudio Bonadío, hoy puesto en un pedestal por la oposición, a pesar de haber cajoneado durante años la falsa denuncia de Telleldín contra los policías de la bonaerense; el ex presidente de la DAIA Jorge Kirszenbaum, quien en el 2006 recibió la justa crítica de Memoria Activa por haber dicho: “el procesamiento al Sr. Ruben Beraja constituye un ataque a la comunidad judía en su conjunto así como que la resolución judicial dictada por el Juez Ariel Lijo transforma a las víctimas en victimarios". Por si lo mencionado no fuera suficiente, también estaba presente el Fiscal General Ricardo Sanz, el superior de la fiscal de la causa Nisman Viviana Fein.

Nercellas no es otra que la abogada que acompañó a Rubén Beraja a una reunión de ex presidentes de AMIA y DAIA a la sede de la calle Pasteur para tratar la muerte de Nisman.

Si a esto se suma la posibilidad, dada como concretada por la periodista Silvia Naisthat de Clarín, que DAIA y AMIA habrían ingresado en diciembre al Foro de Convergencia Empresarial, es fácil entender por qué muchísimos argentinos de origen judío sienten que estas instituciones se arrogan una representatividad muy cuestionable.

GOBIERNO Y OPOSICIÓN

La presidente ha actuado con una irresponsabilidad llamativa al dar a conocer sus dos cartas innecesarias e imprudentes con certezas sin pruebas, con imprecisiones y errores; y una semana más tarde, en una tardía cadena nacional, dando un largo rodeo personal para llegar al meollo de la cuestión de forma inapropiada.

Dar opiniones sobre si era suicidio u homicidio, con afirmaciones insólitas sobre una investigación judicial en pañales, resultan muy criticables en su doble condición, la primera y fundamental de cabeza del Poder Ejecutivo y la segunda como abogada.

El señalamiento de sospechas hacia personas aún no procesadas resulta a todas luces un craso error superlativo.

Señalar que no tiene dudas que es un asesinato, la ubica desde una responsabilidad infinitamente mayor, en la misma vereda de irresponsabilidad del habitualmente inimputable periodista Jorge Lanata que anunciaba, con su propia voz que “te haremos escuchar las grabaciones que llevaron al asesinato del fiscal Nisman”, o del autodenominado filósofo Santiago Kovadloff que en su discurso en el entierro de Nisman en el cementerio de la Tablada afirmó: “Se jugó la vida y pagó con ella para impedir en la medida de sus fuerzas, que el crimen se llevara por delante, sin costo alguno, la verdad, la ética y la República. Alberto Nisman murió en el intento de echar luz sobre la oscuridad……La República vuelve a estar de duelo con este asesinato” Este columnista de La Nación y redactor de los discursos del Presidente de la Sociedad Rural, sólo encuentra la República, palabra con la que se hace gárgaras, en las páginas del diario fundado por un genocida y propulsor de todos los golpes, beneficiario y cómplice de la última dictadura establishment-militar y le pone la música y la letra a las habituales embestidas desde un predio usurpado a su presidente Luis Miguel Etchevehere.

La Presidente de la Nación debió formular un único discurso institucional por cadena nacional, sin tratar ningún otro tema que el vinculado a la denuncia y muerte de Nisman. Podía haber dicho:

“El país y esta presidente se sienten profundamente conmovidos por la muerte de un fiscal de la Nación. Estoy como todos los argentinos deseosos que se haga justicia y que se sepa la verdad sobre la muerte de Alberto Nisman. En mi caso particular, quiero que no quede ninguna duda, porque pocos días antes de morir, el fiscal me imputó el encubrimiento de delitos gravísimos junto a mi Canciller. Dejo para otra oportunidad, rebatir públicamente y en lugar que corresponde la justicia, si finalmente ésta hace lugar a la denuncia, los cargos que el fiscal muerto ha formulado. Pongo a disposición de la fiscal todos los recursos materiales y humanos del Estado para que pueda llegar a la verdad de lo ocurrido. Hago llegar mis condolencias a la familia, en particular a sus dos hijas, una adolescente y otra pequeña, a su madre, a su ex mujer la jueza Arroyo Salgado, a las cuales las invito a concurrir cuando lo consideren oportuno y necesario a la casa de gobierno. He decretado dos días de duelo nacional y dispuesto en señal de ello que la bandera nacional permanezca a media asta en todos los edificios públicos durante estos dos días.”

En este desenfreno demencial, el rabino Marcelo Polakoff, escribió en el diario mitrista: “El hombre que se había dedicado con absoluto compromiso a buscar justicia para descubrir a los responsables de aquel hecho tan atroz, había dado su vida, literalmente, por la causa.”

El escritor y periodista Jorge Fernández Díaz, que parece confundir ficción con realidad, escribió una columna de opinión como si fuera la continuación de su exitosa novela policial “El Puñal”, un texto antológico, sin el menor apego por la verdad: “Un ejército de motos, policías a caballo e infantes con metralletas protegían tardíamente al muerto. Decenas de personas humildes y sollozantes salían al camino con carteles rudimentarios y flores, y le imploraban al filósofo, porque no tenían enfrente a nadie más, que por favor se hiciera justicia. Santiago Kovadloff iba aterido de frío dentro de ese cortejo fúnebre que desembocaría en el desolador cementerio de La Tablada.”

Al lado, en otra columna dominical, Joaquín Morales Solá escribió sus deseos, como formando parte de la realidad: “El final de una era personalista y autoritaria no significa nunca una transición ordenada hacia un régimen distinto. Está marcado siempre por un escandaloso derrumbe, que amenaza los valores esenciales del sistema político. Y está impregnado por la degradación de la palabra, de la razón y de los sentimientos.”

El rabino Sergio Bergman, diputado del PRO, aliado a los sectores religiosos más retardatarios en la interna de la AMIA, que en su momento abandonó Memoria Activa para entrar al Partido cuyo jefe político está procesado por las escuchas denunciadas por el fiscal Nisman, entre otras, a Sergio Burstein, un familiar víctima del atentado donde murió su mujer, y que designó al frente de la Policía Metropolitana al Comisario Fino Palacios que va a juicio por encubrimiento. Este rabino de un oportunismo poco religioso, ahora propone una nueva Memoria Activa, como si no existiera la que continuó con coherencia de lucha de la que él desertó, escribió en la “Tribuna de Doctrina”: “Nisman murió por denunciar con valor lo que las pruebas sostienen y el juez de la causa por encubrimiento deberá dictaminar. Murió en la soledad y el aislamiento de nuestra anómica anestesia de espectadores que observan la tragedia de una muerte anunciada; lo que no nos hace cómplices, pero sí partícipes en omisión por no tener como sociedad el valor y el coraje que sí tuvo él para denunciar a la presidenta de la Nación como culpable y responsable de no haberlo protegido. Así como Nisman no merecía la muerte, sí merece Cristina un juicio político. En la Argentina que nacerá cuando la denuncia de Nisman sea justicia, ya no sólo no podrán matar tan impunemente a un fiscal, sino que tampoco nos matarán de miedo ni nos paralizaremos expectantes al ver en los medios las noticias que van mutando día a día. Desde aquella infame sentencia de 24 horas en la que el Gobierno y su coro de obsecuentes sentenciaron suicidio hasta hoy, cuando pretende apoderarse del muerto al que no protegió, al que denostó, agravió y expuso al asesinato…. Mientras Nisman dio su vida para ir de cara a la verdad por la Argentina del porvenir, esta Argentina de hoy no hace futuro, sino que nos retrotrae al pasado en manos de un gobierno autocrático, unipersonal, que desgobierna arrojándonos al caos, donde imperan el sálvese quien pueda, el "no te metás", el "algo habrá hecho", donde somos derechos y humanos, y donde para sobrevivir hay que mentir, como nos acostumbran cuando sin vergüenza mienten cada día….. Esta presunta resurrección épica y mítica, que es una trágica caricatura camporista de montoneros devaluados e impostados, trae desde las cloacas de nuestras peores prácticas como sociedad el magnicidio y el crimen político. De eso se trata la muerte de Nisman. Como intentan darnos cátedra desde la "Universidad K" de La Plata, parece que el contexto genera condiciones para el terror. Y ese contexto es responsabilidad de la presidenta de la Nación….. Mientras la Justicia hace su trabajo investigando cómo murió, es decir, quién lo mató, no se pueden postergar las consecuencias políticas e institucionales que tendrá el saber por qué murió el fiscal. Y aquí está clara la respuesta: a Nisman lo mataron por su investigación. Murió por la causa AMIA, que ahora ya son tres causas: la masacre, su encubrimiento y el asesinato de Nisman.”

Como se puede observar, el piadoso y republicano rabino, que solicita a los demás una templanza y diálogo del que carece, seguramente por revelación divina, afirma categóricamente que a Nisman lo mataron.

Desde Clarín, el catedrático Luis Alberto Romero, bajo el título “El caso Nisman y el lado clandestino del Estado” intenta equiparar la situación de 2015 con la de 1975: “En su loca carrera final, hacia el poder total o simplemente la impunidad, el gobierno parece haber traspasado un límite. Después de exacerbar la violencia verbal, las “palabras que matan” parecen mutarse en muertes reales. Nos preguntamos cuántas armas tienen las “organizaciones populares” subvencionadas, y en qué circunstancias estarían dispuestas a usarlas. Es imposible no pensar en 1975. Entonces se decía que había que llegar a las elecciones “aunque sea con muletas”. Ojalá hubieran podido. Hoy tenemos el deber de desempeñarnos mejor que los dirigentes de entonces. Tenemos que llegar a las elecciones, pero para eso hay que salvar a la República. No se puede esperar mucho del equipo gobernante, ni de la presidenta, que parece conspirar contra ella misma. Toda la responsabilidad recae en el sector opositor de la sociedad….Aquí está el ojo de la crisis: en el gradual derrumbe del Estado de Derecho. Más allá de su sentido general, quizás abstracto, tiene hoy un significado muy personal y directo para muchos, como el periodista del Herald que se fue del país. Luego de la muerte de Nisman todos nos sentimos amenazados de algún modo. Hasta ahora el problema eran los motochorros, los asaltantes o los narcos; ahora se le teme al gobierno y a su larga y pesada mano.”

Se puede escuchar o leer afirmaciones irresponsables como la del ferviente republicano Marcos Aguinis que no duda en afirmar que estamos en presencia de un crimen, del periodista Gabriel Levinas que sostiene que se armó el escenario del crimen y se sustrajeron carpetas, o la del escritor y periodista Jorge Asís que contradiciendo el informe conocido de la autopsia informada por la fiscal, donde afirma como si hubiera accedido a fuentes ignotas que el disparo mortal fue en la nuca. Algunas exteriorizaciones de salud periodísticas puede leerse en notas de dos periodistas antikirchneristas. Romina Manguel escribió: “La muerte del fiscal Alberto Nisman, titular de la unidad más equipada del Ministerio Público, creada para investigar el atentado, lo enluta todo….. Pero en cadena o en Facebook, la Presidenta también se defendía: Nisman la había denunciado, tomando al Gobierno por sorpresa, como partícipe de un encubrimiento que cobró forma en un Memorándum de Entendimiento con Irán. La sorpresa no se debió sólo al momento elegido, plena feria judicial de enero, sino a que el propio Nisman había reconocido el apoyo de la Presidenta desde los inicios de la causa. Como legisladora integrante de la comisión bicameral de seguimiento al atentado a la AMIA, en 1996, Cristina Fernández de Kirchner fue exceptuada de la acusación de encubrimiento porque no adhirió a los dictámenes de la mayoría y cuestionó con dureza la investigación. Nisman admitía que sólo durante el kirchnerismo se desclasificaron archivos secretos de la ex SIDE, la Policía, la Gendarmería y la Prefectura, se creó la Unidad AMIA y se levantó el secreto a los agentes de Inteligencia para que declararan en el juicio oral. ¿A esa misma Presidenta denunciaba? El principio del fin tiene nombre. Memorándum de Entendimiento con Irán.

"Nos jugamos la vida en esto, nuestras cabezas tienen precio, y ahora esos mismos que acusamos de ser los ideólogos del atentado se sientan a negociar", me dijo Nisman a días de haberse firmado el acuerdo. "Ni siquiera me llaman al Senado para preguntarme por qué esto es un disparate", continuó tiempo después.

El eje de la acusación de Nisman se desmoronaba con este hecho. No tenía nada más, ni nada menos, que la convicción de la responsabilidad de Irán en el atentado. Para Nisman, los autores ideológicos estaban identificados. Y cada aniversario, durante los años que encabezó la Unidad Especial, daba a conocer nuevas pruebas que a su entender respaldaban la hipótesis más fuerte sobre la que había trabajado casi obsesivamente junto con "Jaime" Stiusso, el hombre fuerte de Inteligencia, con la colaboración constante de las agencias de inteligencia de Estados Unidos e Israel. Desde el día en que se conocieron las negociaciones del canciller Héctor Timerman con Irán, Nisman se opuso a esa herramienta e hizo público su profundo malestar. Y empezó a darle forma a la idea de que alguien encubría algo como encubridora? ¿En qué momento se rompió la relación entre el fiscal y el Gobierno? Empezó por los que se arrogaron la diplomacia paralela con Irán, Luis D'Elía y Fernando Esteche. Apareció el diputado nacional Andrés Larroque en unas escuchas y no dudó en sumarlo. Y escaló hasta responsabilizar al principal promotor del Memorándum, el canciller, y a la misma Presidenta que lo había convertido en uno de los hombres más poderosos del escenario judicial con una unidad dotada de recursos y prácticamente sin controles….. El modo en que su muerte impacte en la investigación por el atentado a la AMIA será, si la tiene, otra respuesta a largo plazo. Para quienes cuestionaban su trabajo, es un buen momento para cambiar la dirección de la investigación tras diez años sin avances significativos. Una posibilidad de mirar más allá de Irán, de salirse de ese chaleco de fuerza que, para algunos, limitaba la investigación desde el primer día.” El periodista Jorge Urien Berri, fue un oasis de racionalidad en ese domingo último de enero atravesadas por las columnas apocalípticas de sus periodistas estrellas. Escribió: “Todo parece valer en la puja de intereses que se libra en torno a la verdadera causa de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Hay mucho en juego y jugadores muy fuertes. Están los intereses contrapuestos del Gobierno y la oposición, y los de la familia judicial kirchnerista y antikirchnerista, pero también se juega la posibilidad o no de una investigación del atentado a la AMIA sin contaminaciones y, muy especialmente, la verdad de la turbia relación entre la ex SIDE y la Justicia no sólo en la causa AMIA. Su muerte amplió el campo de batalla hasta el horizonte desplazando la denuncia endeble a un último plano. En cuanto se confirme alguna de las hipótesis, suicidio, suicidio inducido u homicidio, habrá ganadores y perdedores. El Gobierno es ya el gran perdedor en cualquiera de las alternativas. Las tres lo perjudican porque la sociedad cree en el homicidio y desconfiará si la Justicia se inclina, como la investigación parece indicar hasta ahora, por el suicidio.”

Está claro que detrás de una denuncia sin sustancia y la muerte del fiscal convertido en un falso héroe, hay una instrumentación política deleznable. El gobierno debe ser el más interesado que la muerte quede aclarada.

Entre los candidatos presidenciales, Daniel Scioli, como es habitual, se sumió en un silencio insondable, Sergio Massa, abogado novato, dio otra muestra que su ideología puede sintetizarse en una cuestión táctica: el más desfachatado oportunismo. Afirmó que se presentará como querellante para seguir de cerca la causa sabiendo que eso es imposible porque no es un particular damnificado. Mauricio Macri, denunciado por el fiscal Nisman en el caso de las escuchas, mostrando que su nueva política es un recetario de las peores taras de la vieja política, expresó: “que este caso sirva para desterrar una de las prácticas de la mala política, que es utilizar los servicios de inteligencia en forma facciosa. Los servicios de inteligencia tienen que estar al servicio de los intereses de la Nación y no de un partido ni en contra de otros dirigentes, como a mí me tocó sufrir ese sistema con la causa de las escuchas. La muerte del fiscal tiene que ser un antes y un después que de transparencia y claridad a los servicios de inteligencia en la República Argentina”.

Hermes Binner afirmó que lo que hay que cambiar “no son los servicios de inteligencia sino el gobierno.” Elisa Carrió, con su habitual impunidad y desmesura declaró: “Yo pensé que robaban, que mentían sistemáticamente, nunca pensé que pudieran matar. Terminó el relato. Toda la gente está clara en que fue un crimen o una instigación al suicidio y los únicos confundidos son ellos.”

FRENAR LA LOCURA

El kirchnerismo, como es tradicional, exhibiendo una cualidad inexistente en sus adversarios, que es su audacia fundamentalmente en situaciones complicadas, tomó una decisión trascendental de disolver la Secretaria de Inteligencia y enviar un proyecto de ley al Congreso creando una Agencia. Posiblemente sea tarde para el gobierno pero muy a tiempo para la democracia. Debe ser ampliamente discutida como una trascendental política de estado. Debe ser un barajar y dar de nuevo. Si sólo resulta un maquillaje será juego para la tribuna y el prólogo de una frustración de un costo enorme.

El gobierno no debe meramente imponer la razón del número y la oposición no puede reducir su participación a una negativa cerrada y caprichosa.

El tema y su tratamiento racional y maduro, sería un buen síntoma que se puede transitar por la cordura, frenando la locura. Lo conocido hasta este momento es lo opuesto. En lugar de frenarla, a la locura se la incentiva.

Diario Registrado
 

EL GOBIERNO RESPONDIO A LA DENUNCIA DE NISMAN CONTRA LA PRESIDENTA “No existe prueba alguna” (La presentación está publicada en la página web de la Procuración)

El gobierno nacional presentó un escrito ante el juez Daniel Rafecas en el que respondió a la denuncia que hizo el fallecido fiscal Alberto Nisman contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el canciller Héctor Timerman, entre otros funcionarios. La presentación, que lleva la firma de la procuradora del Tesoro, Angélica Abbona, responde una por una a las acusaciones y presenta pruebas para controvertirlas. “Ninguna actuación de las autoridades del gobierno argentino tuvo por objeto la desincriminación de los ciudadanos iraníes, en particular aquellos alcanzados por las notificaciones rojas de Interpol”, dijo. Presentó documentos de Interpol y estadísticas de comercio con Irán que –según señaló– desmienten las afirmaciones de Nisman. “No existe prueba alguna, siquiera de carácter ‘indiciario’, que demuestre la existencia de conductas atribuibles a la presidenta de la Nación, ni a funcionarios del gobierno nacional”, indicó. El fiscal Nisman presentó su denuncia la semana previa a su muerte. En ella, acusó a la Presidenta, al canciller y a dirigentes políticos de haber confabulado para encubrir el atentado a la AMIA y librar de responsabilidad a los acusados iraníes. Cuando se conoció el escrito completo de Nisman –de 289 páginas– se pudo ver que los principales elementos que presentaba eran escuchas telefónicas al dirigente islámico Jorge Khalil, que conversaba con el kirchnerista Luis D’Elía y con el líder de Quebracho, Fernando Esteche. Ni la Presidenta, ni el canciller, ni tampoco el diputado Andrés Larroque hablaban en esas escuchas. También identificaba a dos personas como agentes de la Secretaría de Inteligencia: Ramón “Allan” Bogado y el ex juez Héctor Yrimia. El jefe de la SI, Oscar Parrilli, informó que ninguno de los dos pertenece a la Secretaría de Inteligencia.

La procuradora del Tesoro –en rigor, la jefa de los abogados del Estado– fue la encargada de responder al escrito de Nisman ante el juez Rafecas, que todavía no resolvió si iniciará una causa a partir de la denuncia. Estos son los principales puntos del escrito del Gobierno que contesta las acusaciones de Nisman:

- El Gobierno no cambió su postura: “El Gobierno de la Nación, a lo largo de las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, ha mantenido una postura clara y enérgica en el ámbito internacional, en particular en sus presentaciones ante la Asamblea General de la ONU, reclamando que la República Islámica de Irán brinde su colaboración en las responsabilidades derivadas del atentado terrorista”. Como pruebas de esto presentó, entre otras cosas, el discurso de la Presidenta ante la ONU del 24 de septiembre de 2013.

- El memorándum no afectó los alertas rojos: “El Memorándum de Entendimiento fue aprobado conforme a los procedimientos de la Constitución”, previo paso por el Congreso nacional. La procuradora del Tesoro remarcó que el objetivo del memorándum fue impulsar la causa AMIA “cuyo trámite se vio gravemente instruido por la imposibilidad de someter a declaración indagatoria a los ciudadanos iraníes imputados en el proceso”. Entre otras evidencias, presentó la negativa británica a extraditar a la Argentina al ex embajador iraní en la Argentina Hadi Soleimanpour. Abbona destaca “la inexistencia de acuerdos bilaterales previos que obligaran a la República Islámica de Irán a extraditar a esas personas”. La procuradora del Tesoro remarcó que ni en el texto del Memorándum como en las acciones que siguió el Gobierno después se puede inferir otro objetivo que el de permitir que la causa avance. “En particular, ninguna actuación de las autoridades del gobierno argentino estuvo orientada a sustraer la causa AMIA de la esfera de decisión del juez natural”, indicó.

- La Interpol lo niega: “Ninguna actuación de las autoridades del gobierno argentino tuvo por objeto la desincriminación de los ciudadanos iraníes, en particular aquellos alcanzados por las notificaciones rojas de Interpol”, remarcó la procuradora del Tesoro, que presentó como anexos las comunicaciones entre el gobierno argentino e Interpol. En particular, destacó la nota del 15 de enero de este año del ex director de Interpol Ronald Noble, que desmiente a Nisman cuando afirma que el canciller Timerman buscó gestionar que se cayeran los alertas rojos. “El Ministerio de Relaciones Exteriores mantuvo una conducta coherente y clara en el sentido de que la suscripción del Memorándum no había implicado cambio alguno en la vigencia de las notificaciones rojas de Interpol”, argumentó Abbona.

- No era posible importar petróleo iraní: Luego la procuradora del Tesoro les apunta a otros de los argumentos centrales de la denuncia de Nisman: la idea de que el objetivo de lograr desviar la causa era que la Argentina pudiera adquirir petróleo de Irán. Para esto, presenta informes técnicos del comercio con Irán del Ministerio de Planificación Federal, del de Economía y de la AFIP. En todos se indica que el comercio –del que se detallan los datos entre 1999 y 2015– está en manos de privados, y no son de Estado a Estado. También indica que caen a partir de 2010. En particular, el Ministerio de Planificación desmiente la existencia de la “crisis energética” que sostenía Nisman que obligaba a la Argentina a comprarle petróleo a Irán y también advierte sobre una dificultad técnica: la cantidad de azufre presente en el petróleo iraní. “La República Argentina no podría comprar petróleo iraní por no cumplir éste con la calidad del crudo requerida por las refinerías locales. La calidad del crudo es inferior al disponible en cuencas argentinas, en donde existen saldos exportables”, indica el informe técnico.

- La SI negó que fueran espías: Además, la procuradora del Tesoro indica que “queda desvirtuada la supuesta pertenencia a los cuadros de la Secretaría de Inteligencia de Héctor Yrimia y Ramón ‘Allan’ Héctor Bogado, a quienes el doctor Nisman les atribuye el carácter de agentes de Inteligencia que habrían ‘operado’ en representación del gobierno nacional en el marco del plan delictivo denunciado”. Abbona recuerda que Bogado “había sido denunciado penalmente” por la SI “a raíz de haberse comprobado que ha usurpado la condición de agente estatal intentando realizar maniobras de tráfico de influencias”. Bogado también enfrenta otras causas por presunta estafa.

En línea con lo planteado públicamente por el jurista Julio Maier y por el ex juez de la Corte Raúl Zaffaroni, la conclusión de la procuradora del Tesoro es que “no existe prueba alguna, siquiera de carácter ‘indiciario’, que demuestre la existencia de conductas atribuibles a la presidenta de la Nación, ni a funcionarios del gobierno nacional” que puedan considerarse delitos. El escrito no hace pedidos al juez, aunque de esta argumentación se desprende la idea de que la causa debería cerrarse por inexistencia del delito.

13/02/15 Página|12


 

GOLPE A LOS FONDOS BUITRE La justicia inglesa ordenó liberar el pago de deuda argentino congelado por el Juez Griesa

La justicia de Londres ordenó liberar un pago de deuda argentina que estaba congelado por el fallo del juez de Nueva York, Thomas Griesa.
juez_griesa_348El fallo del juez Guy Newery determina que los bonos argentinos emitidos en los canjes de deuda bajo ley del Reino Unido no deben verse afectados por el fallo de Griesa, al interpretar que la jurisdicción de Nueva York no puede imponerse sobre la de Londres, según información de la agencia de noticias Bloomberg.
De esa manera, los bonistas podrán reclamar el pago de unos 226 millones de euros, montos que el Gobierno argentino había depositado puntualmente en junio en el Bank of New York Mellon (BONY).