sábado, 7 de febrero de 2015

CONTRATAPA Hormigas y cigarras

Por Sandra Russo
Después de una primera ronda de entrevistas para plantear su posición ante diferentes mandatarios europeos, el gobierno griego recibió el primer apriete de la troika, que considera a la austeridad como parte de los tratados ya vigentes. La respuesta de Tsipras fue inmediata: “Grecia no aceptará más órdenes, especialmente las enviadas por correo electrónico”, refiriéndose al estilo de “gobierno” que ejercen los tecnócratas de las entidades de crédito. Según el diario El País, “el único bálsamo que recibió fue la masiva manifestación ciudadana en apoyo al gobierno”, en referencia a los miles y miles de griegos que salieron el jueves a decir “sí” a su soberanía en las calles. No lo hacen por el chori. Lo hacen porque el nuevo gobierno griego los defiende a ellos. El apoyo popular no es “el único bálsamo”, sino la base de su legitimidad.
Fue una semana muy intensa. El martes, el primer ministro italiano, Matheo Renzi, y Tsipras sorprendieron al término de una reunión privada, cuando, con cámaras y micrófonos delante, Renzi le extendió a Tsipras su regalo: una corbata italiana. Se sabe que los miembros del gabinete griego –todos varones, dicho esto sea de paso– no la usan. Tsipras había declarado que no se pondrá corbata hasta que Grecia inicie su etapa de crecimiento, y Renzi le regaló una, a modo de buen augurio. Se rieron. Renzi, de 41 años, habló entonces de algo más sustancial, dijo: “Una nueva generación se hace cargo de la política europea”. Y Tsipras agregó: “Nuestra generación ha sido el blanco de políticas equivocadas, es una generación que ha sufrido y que ha tenido que emigrar para soñar y vivir con dignidad”. Eso puede cambiar, siempre pudo cambiar, no es ni un designio divino ni una catástrofe meteorológica. Hasta las elecciones todo parecía, a los ojos de muchos, pura campaña y “desgrecia”, como manipulaban los diarios españoles, que es donde Syriza despierta más revulsión, con Podemos ahí nomás, creciendo y creciendo. Pero el proceso que está en marcha es vertiginoso, y Syriza, en sus primeras dos semanas de gobierno, arrancó con un ritmo ejecutivo frenético, y con objetivos puntuales que ya están sacudiendo a Europa desde su tuétano, que es Alemania.
Habían tratado a Grecia como a un país menor que, en todo caso, si se iba del euro por las suyas saldría perdiendo, y si no se iba perdería igual, siendo expulsado. Pero lo que nadie creyó, lo que todavía nadie en los respectivos establishments empresarios y mediáticos termina de aceptar –y es el quid, la cuestión, el hueso de este asunto–, es que el gobierno de Tsipras levanta la política por sobre la economía, y eso es tanto discursivo como fáctico: es con política y no con antipolítica que Syriza pretende no sólo recuperar la economía social griega, sino algo mucho más ambicioso y sin lo cual no se puede empezar a hablar en serio: el eje del programa económico ideado principalmente por el actual ministro de Economía, Yanis Varoufakis, es interpelar y plantear a la dirigencia política europea que es necesario reconocer que hay un ciclo declinante de “un proceso del reciclaje del excedente global” que tributaba a equilibrar las finanzas mundiales merced al déficit norteamericano (la hipótesis que defiende desde 2010, cuando la vertió en su libro El Minotauro Global), y es hora de comenzar a discutir otro modelo. Un new deal paneuropeo. Otro tipo de Estados. Otro tipo de asociación. Otro tipo de mundo.
Tendrán obstáculos y les jugarán sucio, naturalmente. La troika y los grandes medios. “En el primer día en nuestros ministerios –escribió Varoufakis en su blog el 29 de enero– el poder de distorsión de los medios me impresionó de nuevo. La prensa mundial estaba llena de informes sobre cómo el primer ‘acto’ de política exterior del gobierno de Syriza había sido vetar nuevas sanciones contra Rusia. No estoy calificado para hablar sobre asuntos exteriores, pero sin embargo, no tengo más remedio que compartir esto con ustedes a nivel personal.” Luego narra que el canciller griego, Nikos Kotzias, informó que en su primer día de trabajo escuchó en las noticias que la “UE había aprobado nuevas sanciones a Rusia por unanimidad”. El problema era que a él nadie le había preguntado. Habían dado la posición de Grecia por sentada, sin consultarlos. “Desde mi punto de vista –sigue Varoufakis– el fondo de la cuestión es si se respeta o no nuestra soberanía nacional. ¿Podrían los periodistas de todo el mundo tratar de hacer la importante distinción entre protestar por ser ninguneados, o protestar contra las sanciones? ¿O es demasiado complicado?”
Estamos siendo testigos del arribo, junto con dirigentes de una nueva generación y quizá por eso más inmunes al relato de la troika (el concepto lo usa Varoufakis pero no es el único: ese relato se basa en el “fingir y seguir”. Fingir que la crisis tal como está planteada tiene salida, para seguir endeudando más a algunos de sus miembros débiles), de un nuevo punto de vista que resulta revulsivo, pero por lo razonable. Es sencillo: el gobierno griego anunció que no aplicará más políticas de austeridad, y que necesita llegar a un acuerdo entre socios, que le permita cumplir sus obligaciones con su propio crecimiento. No importa lo que digan los medios. Lo que importa es que escuchen ese punto de vista los pueblos europeos que siguen rehenes de “lo inevitable” de su sufrimiento. Si el nuevo rumbo llega desde la política en serio, serán los electorados los que deban expresarse.
En lo discursivo, el ministro de Economía griego, un académico con trayectoria en Grecia y en Estados Unidos, es una figura clave porque participa de esa noción de la que en estos días estuvo hablando por aquí Thomas Piketty: “La economía es algo demasiado importante para dejarla en manos de los economistas”. Es un divulgador interesante, y aquí van dos ejemplos.
El primero, la manera en la que Varoufakis explicaba a una revista austríaca, apenas dos semanas antes de convertirse en miembro del gabinete, por qué cree que en la Europa septentrional no se visualizó, en los ’90, que los recortes de los derechos laborales podían ser un presagio de fenómenos que están ocurriendo ahora, con cifras de desempleo record. Varoufakis respondía que eso se explica con la fábula de Esopo. “La hormiga trabaja duro, no disfruta de la vida, guarda dinero, mientras la cigarra se dedica a cantar y a no hacer nada. Después llega el invierno y pone a cada quien en su sitio. Es una buena fábula. Desgraciadamente, en Europa predomina la idea de que todas las cigarras viven en el Sur, y todas las hormigas en el Norte. En la realidad, lo que hay son hormigas y cigarras en todas partes. Lo que ocurrió antes de la crisis es que las cigarras del Norte y las cigarras del Sur –banqueros del Norte y banqueros del Sur, pongamos por caso– se aliaron para crear una burbuja financiera que los enriqueció extraordinariamente, permitiéndoles cantar y holgazanear, mientras las hormigas del Norte y las del Sur trabajaban a la vez más y en condiciones más difíciles. Después, cuando la burbuja estalló, las cigarras del Norte y las del Sur se volvieron a poner de acuerdo en que la culpa la tenían las hormigas del Norte y del Sur. La mejor forma de recomponerse era enfrentar a las hormigas del Norte con las del Sur y Europa empezó a fragmentarse. El alemán medio odia al griego medio, y el griego medio odia al alemán medio. No tardará el alemán medio en odiar al alemán medio, y el griego en odiar al griego medio. Eso ya empezó, y es exactamente igual a lo que ocurrió en los ’30. Karl Marx estaba completamente equivocado cuando decía que la historia se repite como farsa. La historia, simplemente, se repite.”
El otro ejemplo del carácter netamente político de estos nuevos dirigentes es la forma de confrontar con Angela Merkel. No la han visitado todavía, no la admiten virreina, pero en esa entrevista reciente, Varoufakis, después de recordar que en alemán una misma palabra (Schuld) sirve para nombrar “culpa” y “deuda”, y es usada no casualmente cono antónimo de “crédito”, opinaba que a su criterio Merkel está atenta a la división alemana, y que ella sabe perfectamente que una cosa son las empresas alemanas, de cualquier tipo y tamaño, y otra cosa “son la Siemens o la Volkswagen”, que cuando el viento sople en contra enviarán sus ganancias a cualquiera de sus bases. “La señora Merkel es una política muy astuta, que no moverá una pieza hasta que haya consenso que le garantice su supervivencia política.” Y como es política la pelea que libran hoy los griegos y quienes se les sumen, Varoufakis concluía con su eje estratégico: “Ella está calibrando las placas tectónicas bajo sus pies. A lo que yo la invitaría es a pensar en su legado más allá de la mera supervivencia. Y me gustaría que considerara la posibilidad de que de acá a 10, 20, 100 años, Europa pudiera hablar no sólo de un Plan Marshall que salvó a Alemania, sino también de un plan Merkel que salvó a Europa”.
Si Merkel escucha, puede dar vuelta su rol histórico. Si no lo hace, Grecia explorará otras salidas, porque el mundo ya es multipolar.

OPINION Por qué los judíos tenemos la culpa

 Por Elina Malamud *
Mi abuelo Morduch Gurewitsch era bolchevique. Quién sabe en qué momento de fin del siglo XIX o principios del XX se fue de Chechersk a Gomel para estudiar. Era la parte de Rusia en proceso de industrialización que hoy se llama Bielorrusia. Cambió su torá tan vapuleada por escritos prohibidos que hablaban de un mundo más justo y así fue que se vio comprometido en la revolución de 1905, simbolizada bellamente por Eisenstein en El acorazado Potemkin y en el cochecito de bebé que rueda infinitamente por las escaleras de Odessa. Se escapó del zar rumbo a Berna, ahí estudió bioquímica y partió después a Sudamérica, seguido por mi abuela, Malka Lifschitz, licenciada ella en letras eslavas. Me encantaría hacer un agujerito en el diploma de Morduch, que cuelga enmarcado en la pared de mi living, para espiar al otro lado del tiempo esas dos vidas suyas, la del militante que no fue como Pavel Vlásov, el romántico revolucionario de la novela de Gorki, y la del estudiante emigrado que arrastró su pobreza del Este, que tal vez se haya codeado con Rosa Luxemburgo y cuya tesis final en la Universidad de Berna me regodeo en encontrar una y otra vez en Internet: Ueber einige Amidoderivate der Schwefelsa”ure, Inaugural-Dissertation... von Morduch Gurewitsch, 1910. Como tantos migrantes del Este de Europa que en aquella época se largaban a Palestina, a Estados Unidos, al Brasil, a Inglaterra, a Argentina, llegaron a Buenos Aires por 1911, pero nunca abandonaron la ilusión de volver a participar en la gran avanzada que cambiaría el mundo.
Los judíos socialistas del Bund en el que militó mi abuelo, según me explicaba Yeña, mi dulce idishe mame, imaginaban una sociedad futura igualitaria y sin explotados, en la que no existirían las fronteras nacionales y la única patria sería la clase trabajadora. En la izquierda de Poalei Tzión, en cambio, seguidora de Ber Borojov, consideraban que una historia común, una economía alejada de la producción primaria y un pasado lingüístico que los reunía conformaba a un grupo humano al que sólo le faltaba un territorio para constituirse como pueblo y ese territorio estaba en Palestina, donde deberían afincarse si querían recuperar su relato legendario y llevar la buena nueva de la revolución proletaria a los campesinos de Oriente Medio. No los juzgo. Sólo quiero contar cómo eran. Todos eran judíos socialistas que migraron como mi familia.
Moisés Malamud, mi padre, nació a principios del siglo pasado cerca de Kishiniov, la capital de Moldavia, que en esa época se llamaba Besarabia y era también parte de la Rusia de los zares. Venía de una familia menos intelectual, más atada a la tradición religiosa y dispuesta a crecer en esa Argentina promisoria de leche y miel que fue refugio de emigrantes de toda la Europa del hambre, la persecución y la guerra. Mi abuelo Elías, un pobre mameligue alimentado a polenta, se vino a Buenos Aires antes de que empezara la guerra ruso-japonesa, a dormir de noche sobre el mismo mostrador en el que trabajaba de día, pero ya había progresado a kventenik –vendía “por su cuenta”– ofreciendo colchas de puerta en puerta, cuando toda su prole llegó a su encuentro. Hoy es una familia de doctores y comerciantes, estancieros y rentistas y hasta políticos que fragotearon con el general Bonnecarrére en los años convulsos que caracterizaron nuestro medio siglo y la caída del gobierno de Perón.
Así y todo, Moisés se fue, recién recibido, a constituirse en el único médico del Dock Sud, en la época de Barceló y Ruggierito, donde atendió con la misma solicitud a laburantes y malandras; organizó una cooperativa de médicos en Avellaneda que pronto quedó en manos de los que querían transformarla en una clínica privada de médicos directores y médicos asalariados. Entonces, ya director del Hospital Fiorito, fundó la cooperadora que todavía existe, cuando creyó que, si las partidas no alcanzaban, era lícito pedir ayuda a las fuerzas vivas de la ciudad y hoy un pequeño busto, en el patio del hospital, recuerda su trayectoria. Así fue, así es mi familia judía.
Así como esos vecinos que fundan un club de barrio para reunirse a bailar pasodoble, tango y cumbia, a jugar al truco, a rifar una bicicleta para construir la canchita donde ellos y sus hijos puedan ejercitar algún deporte, terminan cooptados por las millonadas obscenas de los traficantes de jugadores de fútbol, así también la mutual judía y la delegación de entidades judías, herederas de la primera cooperativa agrícola de Sudamérica fundada en 1890, en la sinagoga de piso de ladrillo de Basavilbaso, continuadoras del Bund y del teatro IFT, hoy están en manos de empresarios y rabinos que tejen sus negocios y sus políticas pro israelíes, programan la currícula de la educación comunitaria, deciden quién es suficientemente judío y quién no lo es para morir su eternidad en los cementerios que ellos administran... votados por ellos mismos.
Y la culpa es mía, es nuestra, nuestra de todos los judíos que priorizamos la vida ciudadana y no nos sentimos llamados a actuar en el seno de nuestra minoría étnica. Somos cientos de miles los judíos y judías argentinos y argentinas que no hemos sido obligados a continuar nuestra infancia y juventud en la colonia de verano de Summerland, ni a remar en Hacoaj, ni a jugar al vóley en Macabi, ni a hacer vida cultural en Hebraica, ni a ir a la sinagoga porque no creemos en la existencia de dios, ni a mandar a nuestros hijos al colegio Weitzman ni al Wolfsohn, ni nos hemos casado con un buen judío sino con un compañero de la facultad o de la militancia o con el hermano de una amiga del barrio que no profesaba nuestra religión ni tenía la misma historia del templo arrasado pero compartía nuestros ideales y nuestra esperanza de un mundo más justo. Somos cientos de miles los judíos y judías argentinos y argentinas que no estamos representados por la AMIA y la DAIA, que no comulgamos con las dirigencias israelíes, que lamentamos la derechización de una sociedad que se olvidó del kibutz y de los motivos que llevaron a sus antepasados a Palestina, y nuestras organizaciones comunitarias no tienen por qué convertirnos en sus adláteres, en sus defensores, en sus cómplices. Somos los que queremos una Palestina sin territorios ocupados, donde nadie se crea superior ni explote al otro y una dirigencia independiente que no pretenda colocar a nuestra minoría en un estamento ideológico que no le corresponde, porque los judíos somos muchos y pertenecemos a corrientes políticas diversas.
Es así que esos judíos deberíamos haber tenido una participación más activa en las instituciones comunitarias, o quizá, aún estemos a tiempo de crear otras nuevas en las que la diversidad de pensamiento y una visión del mundo más amplia no nos recluyan en estructuras manoseadas por miserias locales, mezquindades empresariales e intereses globales. Los judíos debemos hacer el mea culpa y recuperar el espíritu solidario de los fundadores de estas instituciones hoy cuestionadas, pensando en sus mutuales, en sus cooperativas y en los grandes hombres y mujeres de nuestra etnia que dedicaron su vida a la lucha por un mundo mejor y que ya han sido vastamente nombrados en los varios artículos que tantos judíos hemos publicado últimamente en los medios.
* Escritora y periodista.

UNA MOVIDA PARA REALIZAR ESTE AÑO UN ENCUENTRO NACIONAL DE ARGENTINOS DE ORIGEN JUDIO Judíos pero no de la DAIA ni la AMIA

Luego de que la denuncia y posterior muerte del fiscal Alberto Nisman volviera a poner en el centro de la discusión el atentado contra la AMIA, un grupo de miembros de la comunidad judía decidió desmarcarse de la posición oficial adoptada por la AMIA y la DAIA por considerarlas “burdamente alineadas con los sectores más belicistas de la política internacional” y comenzó a organizar un Encuentro Nacional de Argentinos de Origen Judío para algún momento de este año. El sociólogo Mario Toer, uno de los motorizadores, señaló que se trata de un espacio para quienes “no quieren ser utilizados” y confió en que la propuesta será “altamente convocante”.
“Las principales organizaciones de la comunidad judía se atan a una política mundial que no toma en cuenta lo que son los pareceres de una comunidad tan vasta, con tanta inserción y con tantos exponentes como la nuestra”, afirmó Toer, apuntando contra las autoridades de la AMIA y la DAIA. “Es fundamental convocar a esta enorme cantidad de gente, que seguramente va a aceptar el llamado, porque está clarísimo que muchos no compartimos la manera en que las agrupaciones de la comunidad se alinean en función de una política a nivel internacional”, agregó.
El académico consideró que luego de la muerte del fiscal Nisman “se hizo muy evidente” cómo la conducción de las organizaciones judías “se plegó a operaciones políticas” y por eso la nueva vertiente surge como una respuesta a esa postura. “Fue tan alevoso ese alineamiento que se ha generado una reacción”, afirmó.
La convocatoria está circulando a través de las redes sociales y las adhesiones se reciben en el mail argentinosdeorigenjudio@gmail.com. Allí expresan que “quienes formulamos este llamamiento no pretendemos constituirnos en la voz de la totalidad de los argentinos de origen judío, pero les negamos a la DAIA y la AMIA la atribución de hablar y negociar como si fueran los depositarios del monopolio de ‘lo judío’”. Entre otras cosas, recuerdan “el vínculo de subordinación del fallecido fiscal Nisman con la embajada de Estados Unidos” y el brusco cambio de parecer de la conducción de la AMIA-DAIA respecto al Memorándum de Entendimiento con Irán. “Nuestro destino estuvo –y está– íntimamente enlazado con el futuro de la Argentina”, remarcan.
Toer explicó que la iniciativa pretende “generar un encuentro que dé un cauce a los que no queremos que nos utilicen”, y se mostró optimista respecto de los apoyos que podrían cosechar. “No tengo datos precisos de cómo va a seguir este encuentro, pero sí tengo la certeza de que va a ser muy convocante dadas las características tan burdas y este alinearse con los sectores más belicistas de la política internacional de las principales organizaciones judías”, remató.

› OPINION Cuando el Estado pierde el control...

 Por Mario Ranalletti *
Los debates en curso y las propuestas que se están conociendo en torno del reemplazo de la Secretaría de Informaciones por una nueva estructura, más eficiente y más al servicio del interés común y las necesidades de los argentinos, muestran, una vez más, que los resabios del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” están aún vivitos y coleando. Desgraciadamente, no es el único signo de la relativa vitalidad de dicho legado. Se nota también en las asociaciones de abogados que claman “justicia” para los mal llamados “presos políticos” y los profesores universitarios que reclaman hacerle sentir el rigor al gobierno nacional en sus emisiones por canales de cable. Qué decir de las carreras de Derecho o de Relaciones Internacionales de universidades privadas que aún incluyen en sus bibliografías obligatorias a autores “faro” de la justificación del terrorismo de Estado.
Tomar el control en el área de la Inteligencia del Estado es un paso para desembarazarse de este legado.
Para pensar que tenemos y que falta en materia del servicio estatal de Inteligencia, veamos un ejemplo actual y traumático, ocurrido en el Viejo Mundo. Los recientes atentados en Francia (Dammartin-en-Goële y Porte de Vincennes, 8 y 9 de enero de 2015) pusieron en evidencia las deficiencias del sistema de informaciones francés en materia de prevención del terrorismo. Los debates y las informaciones que se produjeron después de estos atentados mostraron que uno de los autores –fichado por los servicios antiterroristas– fue multado durante un control de tránsito un mes antes de que cometiera los asesinatos en el Hyper Casher de la Porte de Vincennes, sin que nadie reaccionara. Por otro lado, estos atentados se produjeron dos años después que un hecho similar hubiera ocurrido en el sur de Francia (asesinatos cometidos por Mohamed Merah en Toulouse y Montauban, marzo de 2012). En este caso, la Inspección General de la Policía Nacional francesa (la policía de la policía) presentó en marzo de 2013 un informe donde señalaba deficiencias en la investigación previa sobre el autor de los crímenes, ya identificado como un sujeto en proceso de radicalización.
Estas deficiencias no son anodinas. La sociedad civil francesa se enfrenta a un dilema que se anuncia difícil de dilucidar: mientras una marea humana desfiló por distintas ciudades del país en homenaje a las víctimas de los atentados y como reafirmación de la libertad de expresión en tanto valor republicano intocable, en varias escuelas se vivieron momentos de tensión cuando varios niños se negaron a guardar el minuto de silencio declarado obligatorio por el Ministerio de Educación con los mismos objetivos que las marchas; iguales situaciones se vivieron en el mismo ámbito cuando se organizaron jornadas escolares de debate y reflexión en torno de la matanza producida en la redacción del seminario Charlie Hebdo. Mientras esto sucede, la extrema derecha local (institucional e informal) sigue su avance reptil –lento y por lo bajo– en diferentes frentes y la Policía Nacional de Niza entiende que debe interrogar en la comisaría a un niño francés de ocho años que le espetó a su maestra y a sus compañeros “Yo estoy con los terroristas” y “hay que matar a todos los franceses” en medio de un debate sobre laicismo y libertad de expresión. La pregunta sería: Inteligencia sobre qué y para qué. La respuesta no está clara aún en Francia, si nos guiamos por las medidas adoptadas por el gobierno socialista, más preocupado por reforzar el valor de la laicidad que por enfrentar la radicalización de ciertos sectores juveniles en un contexto de pobreza, islamismo radical, exclusión social y delincuencia.
En nuestro país, las necesidades en estas cuestiones son diferentes, pero no menos urgentes. Sobre todo, porque esta autonomía de los Servicios de Inteligencia estatales, señalada claramente por el CELS en su reciente documento “Avances y retrocesos en la Ley de Inteligencia”, viene acompañando a la democracia desde su regreso en 1983. Las experiencias contemporáneas no indican que esto sea intrínseco a la naturaleza del Estado capitalista, como parece ser el caso en Argentina. Es, en realidad, otra herencia del último gobierno de facto, que mostró una gran capacidad para crear unidades especiales, entes autárquicos y otros engendros paraestatales que sólo profundizaron el debilitamiento del Estado y la corrupción de sus funciones. Los “grupos de tareas” mostraron una capacidad de operar de manera autónoma en relación con la planificación centralizada de la masacre que fue el terrorismo de Estado. Las trayectorias de los perpetradores Hoya (Causa Batallón 601) o Acosta (Megacausa ESMA y otras), reconstruidas por sus víctimas, y también por investigadores como Rita Rosemberg, Horacio Verbitsky, Patricia Marchak, Leigh Payne o Jorge Camarassa, muestran esta autonomización para matar y delinquir en beneficio propio y en nombre de la “defensa de la civilización occidental y cristiana”. Este maridaje sigue existiendo en el servicio de informaciones estatal. Hemos transitado hasta ahora por este esquema: laissez-faire en lugar del control político que se requiere en una democracia del siglo XXI. El ejemplo de la reforma de los planes de estudio de los institutos de enseñanza pertenecientes al ámbito castrense debería servir de ejemplo para las medidas a tomar en relación con esta urgente necesidad de tomar el control de esta área vital del Estado argentino. El ejercicio efectivo y político de este control es uno de los aspectos que diferencia a un Estado fuerte y democrático de un Estado débil. Los últimos tres gobiernos argentinos han dado muestras de querer ubicarse preferentemente en el primer modelo: es importante seguir en esa dirección empezando a desarticular la unión “natural” entre Servicios de Inteligencia y delito.
Cuando el Estado pierde el control, debe recuperarlo. Esperamos que los cambios que parecen anunciarse sean el preanuncio de la recuperación del control sobre una de las áreas que aún no ha sido reformada y actualizada después del retorno al estado de libertades.
* Instituto de estudios históricos de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), Centre d’études et de recherches internationales (CAF/CERI Fellowship 2014) y Centro de estudios sobre memoria e historia del tiempo presente (CCM Haroldo Conti - Untref).

FISCALES OPOSITORES LLAMARON A UNA MOVILIZACION EL 18 DE FEBRERO POR LA MUERTE DE NISMAN Una marcha de la gran familia judicial

Por Nicolás Lantos
Una manifestación de un sector del Poder Judicial para pedir Justicia. Aunque suene contradictorio, eso fue lo que anunciaron ayer cuatro fiscales opositores y el dirigente sindical Julio Piumato, al convocar a una Marcha de Silencio para el 18 de febrero, cuando se cumpla un mes de la muerte de Alberto Nisman. En conferencia de prensa, llamaron a marchar “sin identificaciones partidarias” entre la Plaza Congreso y las oficinas donde funciona la UFI-AMIA, donde trabajaba Nisman, a pocos metros de Plaza de Mayo. La cita obtuvo rápidamente el apoyo de dirigentes y medios de comunicación opositores y se viralizó en las redes sociales gracias a las mismas cuentas que estuvieron detrás de las convocatorias “espontáneas” de cacerolazos contra el gobierno nacional. Desde el kirchnerismo se mostraron respetuosos del derecho a manifestarse, aunque salieron a responder. El secretario general de la presidencia, Aníbal Fernández, señaló que entre los convocantes “hay gente que no se movió por otros argentinos en los momentos más duros”.
Aunque la cara visible son los fiscales Guillermo Marijuán, Carlos Stornelli, José María Campagnoli y Ricardo Sáenz, la convocatoria cuenta con el apoyo desembozado de la Asociación de Magistrados y de dirigentes de la oposición. Otros fiscales, como Cristina Caamaño, rechazaron la propuesta y hay sectores del Poder Judicial que tampoco la acompañan. Desde el Gobierno le atribuyen la intención de sacar rédito político de la muerte del responsable de la investigación sobre el atentado contra la sede de la mutual judía y de buscar la renuncia o destitución de la procuradora Alejandra Gils Carbó.
“Dada la consternación que nos ha causado la muerte trágica de nuestro compañero Alberto Nisman, los empleados, funcionarios y magistrados del Ministerio Público Fiscal y también del Poder Judicial Nacional, le rendiremos homenaje con una marcha en silencio y con total tranquilidad”, anunció Marijuán, que aclaró que la convocatoria “no es en contra de nadie, sino por respeto”, a pesar de que fue refrendada por dirigentes de la oposición como Elisa Carrió, Graciela Ocaña y Laura Alonso, y, en las redes, por los organizadores de anteriores cacerolazos.
Aunque alegan marchar por la independencia del Poder Judicial, entre los que pusieron la cara para la convocatoria está el fiscal Campagnoli, quien investigó de forma irregular a la familia Kirchner, por lo que estuvo al borde de ser destituido por mal desempeño el año pasado, y sobre el que pesan denuncias por violencia institucional. También Stornelli, de fluidos vínculos con el PRO y con un sector de la barra brava de Boca Juniors, club donde actúa como jefe de Seguridad. Por su parte, Sáenz es vicepresidente de la opositora Asociación de Magistrados que preside el camarista radical Ricardo Recondo y fue denunciado por realizar “forum shopping”. Tanto Sáenz como Recondo participaron de viajes y programas financiados por la fundación Certal, vinculada a Clarín.
“Debemos hacer esta tarea de trabajar e investigar con libertad e independencia, porque sin investigadores independientes, la Justicia no suele actuar”, dijo Campagnoli en la conferencia de prensa. Stornelli, por su parte, advirtió que el caso de Nisman “es el primero de estas características, pero podría no ser el último”. Ambos estuvieron escoltados por Piumato, secretario general de la Unión de Empleados Judiciales, quien pidió que “quienes tienen las responsabilidades de investigar la muerte de Nisman y de seguir sus investigaciones, y quienes tienen en sus manos causas trascendentes para el futuro de la Nación, deben sentir que están acompañados por la comunidad judicial y el conjunto del pueblo argentino”.
Sin embargo, no toda la “comunidad judicial” concuerda con la protesta: la fiscal federal en lo criminal Cristina Caamaño calificó ayer la marcha como “una puesta en escena para victimizarse” y denunció que “los fiscales que convocan están operando políticamente” (ver aparte). Desde el gobierno nacional, si bien recalcaron el derecho a manifestarse y a expresarse de quienes organizan la protesta, pusieron la lupa en su legitimidad y cuestionaron los antecedentes de quienes la convocan.
“Creemos firmemente en la libertad de expresión, en la libertad de reunión, en la libertad de opinión, y creemos que la democracia debe ser plena e intensa. Somos extremadamente respetuosos de todas las manifestaciones, pero también creemos que es necesario tener un nivel de evaluación de por qué se realiza una marcha de esta naturaleza”, dijo el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que destacó que “quien tiene que investigar” la muerte de Nisman “es el Poder Judicial” y “nadie puede decir que existe intromisión e interferencia por parte del Ejecutivo” en esa investigación.
Por su parte, el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, aseguró que la posibilidad de marchar “forma parte de los derechos conquistados por todos los argentinos”, pero advirtió que entre quienes le dan apoyo “hay gente que no se movió por otros argentinos en los momentos más duros” del país, y mencionó en ese sentido al ex fiscal general Strassera.

PANORAMA POLITICO Peligros

Por Luis Bruschtein
Aunque la investigación concluyera de manera terminante que el fiscal Nisman se suicidó, muchos no lo creerían. Es una muerte que se prestará siempre para la especulación y el juego político. La manera en que el fiscal Ricardo Sáenz o su colega Carlos Rívolo usaron este suceso trágico para influir en su interna profesional es apenas una demostración. ¿Qué es más importante: dilucidar esa muerte o utilizarla para saldar cuentas con la procuradora Alejandra Gils Carbó y desgastar la figura presidencial?
La “amenaza” que recibió el polémico juez Claudio Bonadio subraya el sentido que se les quiere dar a estos hechos: “La yegua ya dio la orden de tu muerte”, dice el mensaje, escrito novelescamente con letras de diario recortadas. Este juez es el que lleva una investigación de la empresa Hotesur, de las que una de las propietarias es Cristina Kirchner. Justamente por esa razón, Cristina Kirchner es la más interesada en que no le pase nada. La misma situación se planteaba con Alberto Nisman, que había presentado una denuncia contra ella.
Las dos acusaciones tienen poca consistencia y forman parte de la ofensiva judicial contra el Gobierno en un año electoral. Sobre todo es endeble jurídicamente y sin pruebas la denuncia que presentó el fiscal Nisman. Por esa debilidad de la denuncia, el oficialismo necesitaba que el fiscal se presentara en el Congreso para ponerlo en evidencia. La falta de pruebas es tan obvia que su posición hubiera sido pulverizada en la reunión parlamentaria que se había convocado para el lunes posterior al hallazgo de su cuerpo. Con sus años como fiscal, Nisman tenía que saber el desastre al que se dirigía. El borrador que se encontró es todavía más flojo. Su muerte en esas circunstancias fue la peor noticia para el oficialismo, que ya consideraba que la reunión del lunes sería un paseo. Nadie fue más afectado por la muerte de Nisman en ese contexto que el Gobierno.
La situación es tan extrema y compleja que induce al temor y a una fuerte inquietud, tanto porque se afecta la suerte de la República y sus instituciones como porque en ese cuadro destemplado pesa ahora la vida de una persona. ¿Cualquier fiscal puede deponer a un presidente con una acusación sin sustento? ¿Cualquier fiscal puede intervenir en el proceso electoral ciudadano con acusaciones insustentables que puedan incluir pedidos de allanamientos, de detención o de indagatorias? ¿Puede hacerlo si una buena parte de los funcionarios judiciales que intervendrían respalda esas acusaciones porque está contra de ese gobierno? Los mensajes de odio en Facebook contra Cristina Kirchner, por parte de la jueza Fabiana Palmaghini, producen escalofríos por sus augurios de parcialidad, y son apenas otra muestra de la actitud politizada y tan embanderada de gran parte de los miembros del Poder Judicial, como quedará demostrado también en el acto que se convocó para el próximo jueves. El peligro más grande de la investigación son estas presiones.
Toda la investigación que realizó Nisman del atentado a la AMIA fue alimentada por el director de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia, Antonio “Jaime” Stiuso, quien, a su vez, recibía los aportes de la CIA y el Mossad. Los Servicios de Inteligencia descartaron otras pistas y eligieron la llamada pista iraní. Fue así durante la investigación del juez Juan José Galeano y se mantuvo después con la del fiscal Nisman. Pero hacía varios años que Nisman no aportaba nuevas pruebas. Como sucedió con el ex embajador de Irán en la Argentina, Hadi Soleimanpour, que fue detenido en Londres por Interpol y liberado por falta de pruebas, si otros acusados hubieran sido detenidos, habría sido muy difícil condenarlos con las pruebas que había reunido Nisman. ¿Por qué los Servicios de Inteligencia (SIDE, CIA, Mossad) no aportaron más pruebas a la investigación de Nisman? ¿Por qué lo dejaron solo con su acusación?
La denuncia del memorándum de acuerdo con Irán se produjo cuando el gobierno de Israel se manifestó en su contra. Dos periodistas argentinos dijeron bajo juramento que les habían mostrado una comunicación interna de la Cancillería iraní donde se afirmaba que el gobierno argentino podía dejar de perseguir a los acusados por el atentado a la AMIA a cambio de acuerdos económicos. Nadie más que algún funcionario de la embajada israelí o del Mossad podría haber mostrado un documento de esas características. Ese documento, que estaba escrito en inglés, cuando en Irán se habla el idioma farsi, fue una piedra basal de la denuncia contra el memorándum.
De ese documento, lo único que hay es la palabra de los dos periodistas, uno de los cuales reveló que supo de él por “fuentes oficiosas de la Cancillería de Israel que ni siquiera hubieran podido asegurar que no era falso. Nadie más lo vio. En todo caso, el Mossad nunca se lo facilitó a Nisman. Aunque nada de lo supuestamente acordado se verificó en la realidad, Nisman formuló su denuncia contra la Presidenta y el canciller sobre esa hipótesis. Está comprobado que nada de lo que dice es cierto. Los jefes de Interpol aclararon que el gobierno argentino insistió en que no se levantaran las alertas rojas, está demostrado que el comercio con Irán disminuyó en vez de aumentar y que el famoso petróleo iraní –que según Nisman fue el motivo de esta supuesta traición– no se puede refinar en la Argentina por su alto contenido de azufre.
La razón por la que Nisman creyó más en los Servicios de Inteligencia que en los hechos crudos todavía es una incógnita. Sobre esas patrañas pretendía acciones legales contra una presidenta de la República y un canciller. Pero los Servicios de Inteligencia no le proveyeron de prueba concreta, también lo dejaron solo, más interesados en las repercusiones políticas de la denuncia que en el esclarecimiento de las mismas. Es probable que el fiscal también persiguiera un efecto político, pero sin pruebas quedaba muy expuesto desde el punto de vista legal, y su trabajo como fiscal en las dos investigaciones –AMIA y memorándum– quedaba marcado por el fracaso, como sucedió. Entre las miles de versiones sobre estos sucesos, se habló de que al fiscal le habían prometido dos testigos para apuntalar su denuncia, y que a último momento le avisaron que no los tendría.
Toda la guerra contra el gobierno argentino por el memorándum de acuerdo con Irán partió de los Servicios de Inteligencia, en especial el israelí, que aportó ese famoso documento interno de la Cancillería iraní, nunca presentado en la causa y cuyo contenido se demostró que era falso. Una operación del servicio secreto de un país extranjero pudo movilizar a la oposición interna contra el memorándum. Todas las instancias por las que transitan estos gravísimos hechos –el atentado a la AMIA y la muerte del fiscal que lo investigaba– están conmocionadas a su vez por problemáticas concretas de los que tratan de usarlos en provecho propio: los sectores más conservadores del estamento judicial se resisten a introducir los cambios propuestos por el oficialismo; la corporación mediática se resiste a la desmonopolización que requiere la nueva ley de medios; los Servicios de Inteligencia buscan venganza por los desplazamientos internos y la reorganización que se impulsa desde el Congreso; y la oposición está en un año electoral. Para todos ellos, el Gobierno es el único responsable de todos sus males. No es la mejor combinación para esclarecer ninguno de los hechos investigados.
Los Servicios de Inteligencia y la corporación de medios están tan mezclados con estos hechos, que es inevitable que el acto que se anuncia para el próximo jueves en homenaje al fiscal sea usado políticamente como se hizo con la ceremonia de su entierro. No por la actitud de la familia, que en todo momento trató de preservar el sentido de ese acto en un marco respetuoso, sino por la intervención de grupos de activistas que provocaron los desmanes. Desde el punto de vista granmediático, estos desmanes constituyeron lo más trascendente de la ceremonia. Y a los activistas los pusieron los servicios.
El jueves también estarán los que, al igual que en el entierro, tratarán de usar en provecho propio la muerte del fiscal. Estarán los dirigentes de la oposición como Elisa Carrió, que ya trató de opacar al fiscal Nisman con su propia denuncia contra la Presidenta. A cada quien le interesa su parte del botín sin que les importen mucho los 85 asesinados en la AMIA o el mismo fiscal homenajeado. La demagogia es más visible y ruidosa que la discreción de los que están más preocupados por el esclarecimiento de esas muertes. Son situaciones en las que la política muestra su costado más oscuro, donde la vida de las personas se convierte en meras fichas de un juego de poder que circula por rincones que nunca salen a la luz.

FEIN TOMO DOS NUEVAS DECLARACIONES Alonso y Gentili

La diputada de PRO Laura Alonso declaró como testigo ante la fiscal Viviana Fein. Había tenido un encuentro con Alberto Nisman el día que presentó la denuncia por encubrimiento contra la Presidenta, el canciller y otras personas, además de que hablaba por teléfono con él. Al salir, Alonso relató que el fiscal le había dicho que “Cristina Kirchner ordenó todo”, que es el concepto que –en efecto– había puesto en la denuncia, cuestionada por algunos jueces del propio fuero federal por falta de pruebas o algún sustento que indicara la gravedad o urgencia de presentarla en medio de la feria judicial. Alonso relató ante la prensa que Nisman le dijo: “No tengo miedo por mí, tengo miedo por mis hijas”. Y que desde la Procuración General querían apartarlo del cargo en el caso AMIA. El organismo tenía un pedido de Memoria Activa para que eso sucediera, pero no había avanzado. También declaró Alberto Gentili, el actual titular de la unidad dedicada a investigar el atentado a la mutual judía. Desde la fiscalía les restaron trascendencia a ambas declaraciones.
Alonso fue interrogada sobre las circunstancias que estaba viviendo Nisman. Describió que el fiscal “no tenía dudas” sobre el contenido de la denuncia que había presentado, donde señalaba un supuesto acuerdo para encubrir a los iraníes con pedido de captura por el atentado con el levantamiento de las credenciales rojas que implican la búsqueda de Interpol. Aunque el ex secretario de esa agencia internacional, Roland Noble, negó gestiones en ese sentido y que el juez del caso AMIA, Rodolfo Canicoba Corral, cuestionó la denuncia, Alonso dice que Nisman se mostraba convencido de lo que decía y que le dijo que al Congreso iba a ir “con todo”. Otras versiones señalan que Alonso dijo que lo vio atemorizado y expectante respecto de la presentación que debía hacer en el Congreso un día después de ser hallado muerto.
“No tengo dudas de que no se suicidó”, aventuró la diputada, que fue la única integrante del PRO que se comunicó con Nisman en los días previos a su muerte. El resto de las personas que hablaron con él están siendo citadas también a declarar.
El otro testimonio de ayer fue el del fiscal Gentili, quien al parecer era de confianza de Nisman. El contenido de su relato no trascendió. Lo que él había expresado en la Procuración fue que Nisman, varios meses atrás, le había pedido que lo reemplazara en enero. Lo pensó y le habría dicho que no, pero terminó firmando igual una resolución designándolo y era quien estaba el mes pasado a cargo de la UFI AMIA, como subrogante, al momento del regreso del fiscal desde Europa, que tomó por sorpresa a algunos de sus empleados, aunque no a todos: los dos más cercanos sabían, según declararon, que pese a que originalmente programó el regreso para el 23 de enero, luego lo adelantó.
La gran expectativa está puesta ahora en la declaración del ex jefe de operaciones de la Secretaría de Inteligencia, Antonio “Jaime” Stiuso, ya que un celular a su nombre mantiene una comunicación con el Nextel de Nisman el día previo a su muerte, por la tarde, y también los días anteriores. Su abogado, el ex agente Santiago Blanco Bermúdez, dijo que está dispuesto a hablarcuriosamente y que acordó con la fiscalía que declarará con la mayor confidencialidad posible, de incógnito, “por seguridad”. Está relevado del secreto de todo lo que tenga conocimiento en su trayectoria en la ex SIDE desde 1972 y que pueda servir para esclarecer la muerte.