lunes, 2 de febrero de 2015

Una visión del mundo Los empresarios mexicanos y la protesta

Los empresarios mexicanos y la protesta
Si resulta evidente la enorme brecha que existe entre los objetivos del cartel partidista-gubernamental y un importante sector de la sociedad civil mexicana, que sigue presionando para encontrar a los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, la postura de los empresarios no se queda atrás. Más allá de las muestras de desprecio sistemáticas hacia los trabajadores por parte de los criollos del siglo XXI –producto de una larga tradición racista incubada en las miasmas del eurocentrismo–, el caso Ayotzinapa devela la forma de concebir el mundo por parte de los dueños del dinero en México. 
Si bien, en un principio, los empresarios organizados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) deploraron las desapariciones de los normalistas en Guerrero, solicitando “la creación de una comisión ciudadana para que apoye el trabajo de los responsables de las investigaciones y el resultado de las mismas”, recientemente su postura ha cambiado, demostrando su verdadera percepción del conflicto. El propio Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del CCE, exigió recientemente que sean castigados los manifestantes que ingresaron al 27 Batallón de Infantería de Iguala. 
Molesto por la irrupción de profesores y estudiantes normalistas en el Foro Emprendedor Guerrero –organizado por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex)–, Gutiérrez Candiani declaró que “además de manifestar su intención de sabotear procesos electorales y en una nueva y grave acción, inédita en México, provocaron con violencia e irresponsabilidad a las fuerzas armadas en las propias instalaciones de éstas”. Acusó a los manifestantes de tener intereses políticos, ajenos a las demandas de justicia y respeto a los derechos humanos. 
Sin ánimo de entrar en la discusión de las supuestas diferencias entre política y justicia, baste decir que los empresarios mexicanos han cerrado filas alrededor, precisamente, de semejante sofisma para darle la vuelta a la hoja. Así lo dijo Enrique Solana, presidente de la Confederación Nacional de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco), quien consideró injusto que por 43 personas se dañe a los tres y medio millones de habitantes del Estado de Guerrero y, sobre todo, a los 150 mil empresarios que impulsan, según él, el crecimiento económico en el Estado. ¡Ésa si es una injusticia! 
Para tener una idea de las razones que arguyen los empresarios para darles carpetazo a las investigaciones, qué mejor que las declaraciones de uno de sus adalides, el obispo Onésimo Cepeda, quien en su acostumbrado tono parroquial expresó su desconcierto por las protestas cuando dice: “Si ya desa­parecieron, ya desaparecieron”, por lo que recomienda rezar por los muertos y dejar que las autoridades hagan su trabajo, o sea, echarle tierra al asunto para seguir moviendo a México. 
Las protestas en Guerrero no sólo han puesto en la mira a las autoridades civiles y militares sino también al mundo empresarial, desatando la ira de los benefactores de la sociedad que se sacrifican todos los días para generar empleos chatarra y envenenar a la población con sus productos y servicios. Una empresa líder en “beneficiar” a la población es Bimbo (empresa productora de golosinas enharinadas que han detonado la obesidad infantil a un ritmo sin precedentes en el país), que por medio de uno de sus fundadores, Roberto Servitje, repitió la cantinela empresarial para demeritar las manifestaciones sociales por la desaparición forzada de los normalistas: “Hay inconformidad de algunos grupos que no han podido ubicarse y aprovechan cualquier cosa, como esto de Ayotzinapa, que es muy triste porque se le ha dado una dimensión que no tiene, y se están aprovechando, y con respeto a todos ustedes, los medios también exacerban la situación”. 
Las perlas declarativas mencionadas arriba confirman que los empresarios están en sintonía con respecto al caso Ayotzinapa, exigiendo de paso a sus socios minoritarios que acaben con las protestas y restablezcan el estado de derecho. La Coparmex manifestó recientemente en un comunicado de prensa que “La responsabilidad es compartida entre los tres órdenes de Gobierno, y los presidentes municipales y gobernadores deben también dar una respuesta clara y contundente de cara a la sociedad que exige ¡ya basta de violencia!”. Nótese lo de “respuesta clara y contundente” para medir el nivel de frustración de los empresarios y su vena autoritaria. Porque en el fondo, lo que está en entredicho para los “motores” del crecimiento es el principio de autoridad, fundamento del orden social que amplifica las posibilidades de apropiarse de la riqueza producida socialmente. 
Más allá de las diferencias en el manejo del conflicto entre empresarios y gobierno –los primeros consideran inadmisible que se administre la crisis permitiendo que, por ejemplo, se obligue a los militares a abrir los cuarteles– no se puede pasar por alto que la violencia social es producto en primerísimo lugar de la explotación sistemática de los trabajadores en beneficio de unos cuantos. Es esa violencia, inspirada en el afán de lucro, la que ha generado no sólo el caso Ayotzinapa, sino también Acteal, Aguas Blancas, las desaparecidas en Ciudad Juárez, los daños colaterales de la guerra contra el narcotráfico y un largo etcétera, desmantelando sin rubor a un país para mantener la lógica capitalista. Y mientras tanto, la búsqueda de los 43 estudiantes normalistas continúa firme, imparable.

01 de Febrero de 2015 Ayotzinapa, emblema del ordenamiento social del siglo XXI Ana Esther Ceceña. Cronicón

Ayotzinapa, emblema del ordenamiento social del siglo XXI
Ayotzinapa es hoy un emblema, por cierto ominoso, de las atrocidades a las que da lugar el capitalismo contemporáneo. Ayotzinapa es cualquier parte del mundo donde se levante una voz disidente, una exigencia, un signo de rebeldía ante la devastadora desposesión y arrasamiento en los que se sustenta la acumulación de capital y las redes del poder que lo sostienen.
Ayotzinapa es resultado de un conjunto de procesos entrecruzados que, con mayor o menor densidad y visibilidad, son consustanciales al capitalismo del siglo XXI y que, en esa medida, no se circunscriben a México sino que se van extendiendo subrepticia o escandalosamente en todo el globo.
El capitalismo del Siglo XXI. Cada vez es más claro que el capitalismo de nuestros tiempos funciona en un doble carril. Por un lado tenemos la sociedad formalmente reconocida, con su economía, sus modos de organización y confrontación y su moralidad; y por el otro crece aceleradamente una sociedad paralela, con una economía calificada genéricamente de ilegal, y con una moralidad, modos de organización y mecanismos de disciplinamiento muy diferentes.
Hay lugares del mundo, como México, donde las crisis del neoliberalismo, además de provocar cambios sustanciales en su ubicación en la división internacional del trabajo, en la definición de sus actividades productivas y en los modos de uso de su territorio, generaron una fractura social que se ha profundizado con el tiempo. Una de las cuestiones centrales es que los jóvenes perdieron espacio y perspectiva. Se estaba gestando una sociedad con poco margen de absorción, y en la que desaparecían las posibilidades de empleo o incorporación y se cancelaban los horizontes. No había cabida para muchos de los antiguos trabajadores, y mucho menos para los recién llegados al escenario. La generación X la llamaron algunos, la que no sabe para dónde va porque no tiene para dónde ir. La nueva fase de concentración capitalista cerraba los espacios al mismo tiempo que extendía su ámbito. Se apropiaba las tierras, las actividades domésticas incluso, y hasta el entretenimiento, pero expulsaba de sus bondades a oleadas crecientes de población: precarizándolas o convirtiéndolas en parias.
Con un proceso de esta profundidad y características, no puede hablarse de un orden social. Las condiciones apuntan más bien al desorden, a la ruptura, a la descomposición, a las fracturas. Es decir, el orden apela al autoritarismo, que es el único medio visible para garantizarlo.
La militarización del planeta, incluyendo especialmente los ámbitos de la cotidianidad, empezó a convertirse en la impronta general del proceso. La estabilidad del sistema no requería solamente del mercado “libre y abierto” de los neoliberales, sino de una fuerza que garantizara su funcionamiento. El mercado militarizado, con manos no solamente visibles sino bien armadas. Fue ésta la ruta del capitalismo formal, reconocido y, paradójicamente, “legal”.
Pero las fracturas abiertas en la sociedad de esta manera, como si le hubieran aplicado un fracking, encontraron su escape o cobijo en la gestación de una sociedad paralela. Una sociedad que se abrió paso en los resquicios ocultos de la otra, pero que la terminó invadiendo. Una sociedad que rescató la inmundicia que la hipocresía de la otra rechazaba, y la convirtió en negocio, en espacio de acumulación y de poder.
Todos los negocios ilícitos pasaron hacia allá. Tráfico de armas, producción y tráfico de drogas, tráfico humano, tráfico de especies valiosas y escasas y una gran cantidad de variantes de estos que son de los negocios más rentables, entre otros porque no están sometidos al pago de impuestos, pero que la moralidad establecida se ve obligada a negar.
Y ahí empezó el juego de unos contra otros haciendo crecer el negocio de armas y, sobre todo, las prácticas de extorsión, chantaje, secuestro o cualquiera de sus variantes.
No obstante, la acumulación de capital se nutre de ambos. Quien pierde es el conjunto de los excluidos: económicos, sociales, políticos y culturales. Excluidos del negocio, en diferentes gradaciones, o excluidos del poder.
Ahí llegó la generosa oferta para la ubicación de los jóvenes. La incorporación a las policías o al ejército ofrecía condiciones que no se obtenían en ningún espacio productivo, además de que ofrecía un pequeñito reconocimiento y un pequeñito poder a aquellos que habían quedado en calidad de inútiles sociales. Pero también vino la propuesta de incorporarse a las filas aparentemente contrarias. Los negociantes de drogas o los empresarios de actividades ilegales requerían también conformar sus ejércitos de servidores o de matones. Y esas dos han sido fuentes de empleo recurrentes durante las dos o tres últimas décadas, así como generadoras de una nueva cultura: la cultura del mercenario, la del poder arbitrario, la del saqueo por extorsión.
Mientras la economía “legal” entraba en crisis, la del lado oscuro se multiplicaba, acomodándose en algunos de los mismos rubros de la “legal”, solamente que con modalidades más rentables.
Un ejemplo es la explotación minera no declarada, en la que incluso se emplean diferentes versiones del trabajo esclavo. Ya sea en las minas africanas o en las de México, con el trabajo forzado de niños o adolescentes, incluso con el de grupos secuestrados para tales efectos, custodiados por cuerpos armados que pueden ser del propio ejército o de mercenarios, el producto casi no cuesta porque no se paga a los trabajadores, no paga impuestos porque no se declara y se exporta con la complicidad tanto de los consorcios mineros y de sus Estados de origen, como con la de autoridades locales que reciben una parte de la ganancia por su ceguera o su protección.
Este capitalismo desdoblado logra así no sólo sortear las crisis, sino expoliar doblemente a la población mediante trabajo esclavo o semiesclavo, extorsiones de diferentes tipos, expulsión de sus tierras, robo directo de sus pertenencias y otros similares. La clave: el ejercicio de una violencia despiadada.
En estas circunstancias, el Estado se vuelve parte del proceso y a la sociedad se le van imponiendo condiciones de guerra en el ámbito cotidiano. La violencia se instala como disciplinador social y su ejercicio se dispersa. En un juego de público-privado los controladores sociales emergen en torno de las fuentes reales de ganancia, legales o ilegales, y en torno de la configuración de poderes locales ungidos por su capacidad de imponer un orden correspondiente a estas modalidades de acumulación.
Las guerras difusas y asimétricas. Las condiciones de concentración de la riqueza y el poder en el capitalismo contemporáneo, con su correlativa precarización creciente de amplios sectores de la sociedad, han llevado al sistema a una situación de riesgo que se manifiesta en conflictos y confrontaciones permanentes de carácter asimétrico, de acuerdo con la terminología del Pentágono. Cada vez más las guerras del mundo contemporáneo se rigen por la idea del enemigo difuso y adoptan la figura de guerras preventivas, la mayoría de las veces no declaradas.
Los operativos de desestabilización y de disciplinamiento, los episodios de violencia desatada en puntos específicos y de violencia dosificada in extenso, son los mecanismos idóneos de guerras inespecíficas contra enemigos difusos. Son, a la vez, el mejor modo de abrirse paso para asegurar el saqueo de recursos de muchas regiones del planeta creando una confusión que dificulta la organización social. El abastecimiento controlado de armas y la instigación de situaciones de violencia son los aliados buscados por el capitalismo de nuestros tiempos.
No hay guerras declaradas. No hay guerras entre equivalentes. Hay corrosiones. Una mancha de violencia que se va extendiendo acompaña al capitalismo de inicios del siglo XXI. Las instituciones de disciplinamiento y seguridad de los Estados han resultado insuficientes frente al altísimo nivel de apropiación-desposesión al que ha llegado el capitalismo. Estas instituciones se replican de manera privada y local tantas veces como sea necesario. Aparecen “Estados islámicos” lo mismo que “guardias privadas” o que “cárteles” y “pandillas” del llamado crimen organizado, que protegen y amplían o profundizan las fuentes de ganancia, las fuentes de acumulación, y que, por tanto, son complementarias a las figuras institucionales reconocidas para esos fines. Igual que las fuerzas del mercado requirieron un soporte militarizado, las fuerzas institucionales de disciplinamiento social requieren, dado el nivel de apropiación-desposesión, de un soporte desinstitucionalizado capaz de ejercer un grado y un tipo de violencia que modifique los umbrales de la contención social. Son fuerzas “irregulares” que, como el estado de excepción, llegaron para quedarse. Se han incorporado a los dispositivos regulares de funcionamiento del sistema.
Ayotzinapa como límite. Colombia tenía una guerra interna cuando inició el Plan Colombia y, a pesar del cambio de intensidad en la violencia ejercida y la intromisión directa y evidente de Estados Unidos en la gestión del conflicto, quizás el cambio en otros terrenos no fue tan visible. México, al contrario, era celebrado como emblema del disciplinamiento en democracia antes de la Iniciativa Mérida.
En menos de diez años, el eje de disciplinamiento pasó de las manos del Partido Revolucionario Institucional –PRI– a las de la violencia, tanto del Estado como privadas. La clave estuvo en los dispositivos de corrosión que prepararon el terreno y en la desproporción con la que se asentaron los correctores. Violencia existe en todas las sociedades pero su dimensión y las formas con que se introdujo fueron imponiendo nuevas lógicas sociales. En este período, la sociedad mexicana tuvo que acostumbrarse a decapitaciones, mutilaciones, cuerpos calcinados, desapariciones reiteradas, fosas comunes y una ostentosa complicidad de las instancias de seguridad y justicia del Estado.
Las estimaciones rebasan ya los cien mil desaparecidos y las noticias diarias van de 20 muertos en adelante. México se ha convertido en cementerio de pobres y migrantes a los que se extorsiona, se secuestra para trabajo esclavo, se mata con tremendo salvajismo para amedrentar y disciplinar a los otros o se mata masivamente. La relación de estas acciones con el control de migraciones en Estados Unidos es sólo especulación, pero no hay duda de que ha dado resultado. Lo que es evidente es el acaparamiento de tierras, de negocios, de recursos y de poder a que esto da lugar. Cada vez hay más desplazados y más desposeídos que no se atreven siquiera a reclamar por miedo a las represalias y porque además no hay instancias de Justicia que los amparen.
En menos de diez años y después de mucho dolor, la sociedad está transformada. Corroída, con signos claros de balcanización, con crecimiento de poderes locales que establecen sus propias normas y que negocian con los poderes federales. El miedo fue instalado mediante un salvajismo explícito y reiterado, aunque, de tanto insistir, ha terminado por empezar a generar su contrario.
Ayotzinapa es la cima de la montaña. En Ayotzinapa se tocaron todos los límites. Se cazó con total impunidad, con ostentación de fuerza, de complicidad total entre el Estado y el crimen organizado, a lo más sentido de la sociedad: jóvenes pobres de zonas rurales devastadas, estudiantes para ser enseñantes, hijos del pueblo con alegría de vivir, con deseos de cambiar el mundo, ése que nadie quiere aceptar. Pero además, Ayotzinapa es la cima de una montaña de agravios, indefensión y rabia. Es la conciencia acumulada de la ignominia y la indignidad. Es la situación límite que regresó la energía, vitalidad, coraje y dignidad del pueblo de México a las calles. “Nos han quitado tanto que hasta nos quitaron el miedo” era una de las primeras pancartas portadas por jóvenes de todos lados. Julio César Mondragón, joven de recién ingreso en la Escuela Normal de Ayotzinapa, ya padre desde hace unos cuantos meses y víctima de la tortura más salvaje que hayamos presenciado, ha sido involuntariamente el detonador, a fuerza de su dolor, de la recuperación de la fuerza, la esperanza y la decisión en el pueblo de México, hoy movilizado como hacía tiempo no estaba.
Ayotzinapa es un emblema. Es la punta del iceberg o es una clivaje. Ayotzinapa es el emblema de las guerras del siglo XXI y de las nuevas formas de disciplinamiento social que vienen acompañando los procesos de saqueo y desposesión en todo el planeta. En diez años México, que no pasó por la negra noche de las dictaduras en América latina aunque sí tuvo guerra sucia y masacres, fue transformado en una tierra de dolor y fosas comunes. El problema no es “el narco”, el problema es el capitalismo.
Ayotzinapa es un espejo con dos caras: la de la ruta del poder es evidente, visible y avasalladora; la del llamado a defender la vida es pálida y discreta, pero seguramente marcará huellas.

El capitalismo, con doble cara
  • Apariencia. Cada vez queda más claro que el capitalismo de nuestros tiempos funciona en un doble carril. Por un lado, tenemos la sociedad formal, y, por otro, crece una sociedad paralela.
  • Beneficios. Mientras que la economía “legal” entraba en crisis, la del lado oscuro se multiplicaba, acomodándose en algunos de los mismos rubros de la “legal”, pero con modos más rentables.

01 de Febrero de 2015 Colombia Crisis económica, paz y movilización social

Crisis económica, paz  y movilización social
Llegamos al 2015 y tres grandes procesos signarán su curso. Proceso de paz, crisis económica y elección de alcaldes y gobernadores.
Los diálogos de La Habana entre Santos y las FARC seguirán siendo eje primordial en el movimiento de la sociedad y el Estado. Se cerrará satisfactoriamente el tema de las víctimas y tomará plena forma el “fin del conflicto” con debates de mucho espesor. Ya hay un trecho recorrido en materia de cese al fuego y hostilidades. Una comisión de militares y guerrilleros ha realizado un encomiable trabajo para llevar a la práctica aspectos muy puntuales en la materia. Un asunto clave, desde mi enfoque, será el tratamiento de los ajustes institucionales para la paz que debe contemplar una reforma a fondo del Estado y su gobierno para ampliar los alcances de la construcción de una democracia en los términos pactados en materia de participación, pluralismo y garantías para los nuevos movimientos políticos y sociales.
La política elevará su nivel en las conversaciones merced a la audaz iniciativa de la delegación plenipotenciaria de los revolucionarios, tal como lo registramos con la decisión del cese unilateral y definitivo del fuego y las hostilidades. La paz no tiene vuelta atrás y ya se ha dibujado el perfil de la Colombia de los próximos 30 años, como ocurrió al inicio del Frente Nacional de 1958 y con la Constituyente de 1991 que ya agotó sus recursos e instrumentos neoliberales.
La crisis económica con sus impactos fiscales tendrá consecuencias demoledoras en millones de colombianos. El desplome económico nacional es un escenario asociado a la prolongación de la gran crisis bancaria del 2008, pues sigue la recesión en el plano global, hoy en su sexto momento, detonado por la impresionante destorcida de los precios del petróleo apalancada por la ralentización de los Brics y la Unión Europea y las maniobras geopolíticas de los gringos empeñados en asfixiar a Putin, a Venezuela y en sembrar el caos planetario. Serán 12 meses con desajustes en las cuentas del Estado: caída de los ingresos petroleros, severos desajustes en la balanza comercial, recortes en las inversiones en carreteras y viviendas, incremento de la deuda externa, disfuncionalidad del gasto militar, pinchada de la burbuja inmobiliaria, caída del PIB y recorte masivo de subsidios, como los de Familias en Acción, bonos juveniles y para los adultos. Crecerá la pobreza, miseria y segregación social de los sectores más débiles de la sociedad, pues los ricos no cederán en sus privilegios y la casta burocrática y política proseguirá en el saqueo de los patrimonios públicos, a través de la mermelada en Regalías y los cupos presupuestales autorizados por el señor Santos y su camarilla presidencial. 
Como se ha señalado por algunos, esta tormenta enlazada con la volatilidad de los precios del petróleo tirará a la lona gobiernos y propiciará agudas rebeliones sociales. No lo descarto en Colombia. 
Hasta el 25 de octubre, todo el país vivirá una intensa agitación pública por cuenta de la elección de 1.113 alcaldes municipales y 32 gobernadores departamentales. Estas autoridades locales son elegidas gracias a acuerdos pasados del Estado con las guerrillas revolucionarias. Las negociaciones de las FARC con Belisario Betancur, en 1986, dejaron como saldo la elección directa de los burgomaestres locales. La Constituyente de 1991 ordenó la elección ciudadana de los gobernadores.
Son conquistas democráticas que es preciso consolidar y profundizar. La resistencia campesina y revolucionaria, el movimiento popular, deben integrarse plenamente a este proceso planteando programas de cambio y reivindicación de los derechos sociales, políticos y económicos de la multitud y sus singularidades. Hay que exigir garantías y señalar la manipulación clientelista de los gamonales locales y regionales favorecidos con las prebendas del señor Santos. La paz debe ser la principal bandera de los candidatos alternativos y de origen popular. Un elemento importante de este escenario es exigir, en el caso de Bogota, la elección directa de los Alcaldes locales y la creación de 20 nuevas localidades.
Es un escenario agitado en el que se dará la presencia de los movimientos sociales. La multitud se expresará con sus diversas problemáticas. Las de la salud, empleo, educación, tierra, vivienda, empleo, los derechos indígenas, los de los afros, los de las mujeres, jóvenes y tercera edad. Seguirá adelante el movimiento de las constituyentes por la paz y municipales. Millones de bogotanos harán sentir su inconformidad por el desastre de Transmilenio afectado por la mediocre administración del señor Petro y sus ineptos equipos de gestión atrapados por el clientelismo y la microcorrupción. En Medellin crecerá la movilización ciudadana contra el Pot neoliberal. En Barranquilla se sentirá la exigencia por la autonomía de las localidades.
En Cali las masas populares demandarán la paz, mejoras en la movilidad y efectividad de los derechos sociales. En Bucaramanga crecerá el repudio a la corrupción. En Cúcuta se amplia la movilización por los derechos humanos. En el eje cafetero, el ambientalismo marchará por la defensa de la naturaleza y contra el extractivismo minero. Las masas campesinas e indígenas del Putumayo, Huila, Caquetá y Tolima, radicalizarán sus pliegos agrarios y contra los proyectos mineros depredadores como el de La Colosa. En el Meta y los llanos orientales reclamarán equidad con las regalías petroleras.
El movimiento social debe pedir garantías para su acción. De gran importancia es el acceso democrático a los grandes medios de comunicación monopolizados por conglomerados de la oligarquía dueña del Estado.

Cumbre de la Celac Y en eso llegó la Celac

El bloque regional respaldó la posición cubana en la apertura del diálogo entre La Habana y Washington. Además, la cumbre de San José evidenció diferentes criterios sobre la necesidad, o no, de jerarquizar el organismo con la creación institucional de un Parlamento y una Secretaría General.

Y en eso llegó la Celac
Un millón de orquídeas y gringes, flores típicas de Costa Rica, adornaron con un tono primaveral y colorido el Centro de Convenciones, ubicado en el extrarradio de San José, donde se desarrolló la tercera cumbre del organismo regional más joven de la Patria Grande: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe, o Celac, a secas. La herramienta institucional generada por la diplomacia latinoamericana para despegarse la Organización de Estados Americanos (hegemonizada siempre por la voz anglosajona) tuvo en el país tico una cita con fuertes pronunciamientos políticos autónomos de cara a la realización de la Cumbre de las Américas de Panamá. En ese sentido, el tercer capítulo en la corta historia de la Celac tuvo la impronta de una suerte de previa de lo que será el plato fuerte, en la cita panameña, la relación entre Estados Unidos y la región de los últimos años. Recapitulando, San José estuvo perfumado con el aroma de orquídeas y gringes. Sin embargo, la discusión abierta entre los países miembro del Mercosur ampliado contra las naciones adheridas a la librecambista Alianza del Pacífico sobre la necesidad, o no, de profundizar las instancias institucionales de la Celac –Evo Morales propuso crear un Parlamento y una Secretaría General– evidencia que no son todas flores en la relación regional. “La tercera reunión de la Celac no será la vencida en cuanto a extender, de una buena vez, el acta de defunción de la anacrónica OEA. El mismo John Kerry (jefe del Departamento de Estado), quien hoy parece entusiasmado por visitar La Habana, declaró en abril de 2013 que América latina era el patio trasero (backyard) de Estados Unidos. O, para no ir lejos, la reciente visita de Felipe Calderón y Sebastián Piñera (ex presidentes de México y Chile y anfitriones de la naciente Celac) a Caracas, prestándose a las maniobras golpistas de la CIA contra el gobierno de Nicolás Maduro, son ejemplos de ello”, sentencia el especialista José Steinsleger en una columna titulada “La Celac en el siglo XXI”.
Si la reunión a realizarse en abril en el país de Rubén Blades tiene una alta expectativa porque será la primera vez que Washington y La Habana concurran a un mismo cónclave en un clima de cierta armonía bilateral, la mayoría de los jefes de Estado que viajaron a la capital costarricense dejaron en claro su apoyo a la posición cubana en el restablecimiento del diálogo con el Departamento de Estado norteamericano. El líder de la revolución cubana, Fidel Castro, reapareció esta semana con una misiva pública donde le ponía ciertas reservas al deshielo político con los vecinos gringos. La plana mayor del gobierno comunista caribeño observa ciertos movimientos contradictorios en el país del norte. Primer ejemplo, la reciente enviada de Barack Obama a la capital cubana, la funcionaria Roberta Jacobson, utilizó su estadía para recibir a dirigentes notorios de la disidencia cubana. Además, previo a la cumbre de la Celac, la agencia Usaid –de notorios vínculos con la CIA– organizó en México un evento continental donde varios referentes de la ultraderecha latinoamericana unieron su grito por “una Cuba democrática”. En ese sentido, el presidente cubano advirtió en San José que “en el acercamiento con los Estados Unidos no quedarán claudicados los principios de la revolución”. Era previsible que la advertencia de Raúl Castro sea apoyada por los países del denominado eje bolivariano (Venezuela, Ecuador, Bolivia). Sin embargo, países significativos por su peso político y comercial, como Brasil, o incluso miembros de la Celac de gran afinidad ideológica con la Casa Blanca, es decir, Colombia, también arroparon la posición cubana. Así lo evidencia el enviado especial del diario mexicano La Jornada a la cumbre de San José en un párrafo de su crónica final: “El llamado de Castro fue apoyado uno a uno por sus colegas, quienes también celebraron la próxima participación de Cuba en la Cumbre de las Américas, el 10 y 11 de abril en Panamá, a la que asistirá el presidente cubano. ‘Será verdaderamente histórica’, advirtió el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos. ‘No tengo dudas de que la Celac ha sido un catalizador de ese diálogo. Fueron necesarios coraje y sentido de responsabilidad histórica por parte de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama para dar ese importante paso’, destacó la presidenta Dilma Rousseff”.
Cargos, presupuesto, profundización. La Celac, a diferencia de otras instancias vecinales comunes más añejas como el Mercosur o la Unasur, es un infante. El organismo está dando sus primeros pasos con un fin noble, construir una agenda regional propia, sin la influencia de Estados Unidos y Canadá; pero, por el momento, carece de un cuerpo rígido, una estructura institucional, que oriente su camino. En pocas palabras, al estar reducida la Comunidad de Estados Latinoamericanos a la estatura de un foro de diálogo y concertación política tiene escaso poder a la hora de implementar políticas públicas regionales. Evidentemente, si la endeblez institucional de la Celac perdura se corre el riesgo, como advirtió en su momento el dirigente de la resistencia peronista John William Cooke, para hablar de otro tipo de desajuste organizativo, de generar un “gigante invertebrado”. En ese sentido, el jefe de Estado boliviano Evo Morales propuso en San José que el foro regional de la Celac se institucionalice con la creación de una secretaría general (como existe en la Unasur) y un Parlamento (el Mercosur contempla ese mecanismo, aunque esté algo devaluado en la toma de decisiones). “Yo creo que es necesario institucionalizar la Celac para poder liberarnos con más fuerza del sometimiento de Estados Unidos”, subrayó el ex dirigente cocalero de Chapare en una cita recogida por la agencia de noticias boliviana ABI. El encargado de responderle a Morales fue el anfitrión del evento, Costa Rica, que en boca de su canciller Manuel González tomó la posición de los países menos emparentados con el proceso de integración regional –México, Panamá, Paraguay, Perú, entre las firmas– para establecer que: “La Celac es un foro muy joven. Realmente no hay condiciones para crear ahora una secretaría general”. La discusión entre Bolivia y Costa Rica no es menor ni novedosa. La diplomacia chilena, durante el gobierno de Sebastián Piñera, ya había advertido en otra cita de la Celac sobre su malestar con la “híperinstitucionalización” existente en la convergencia regional. “Hay más organismos que socios”, espetaron los cuadros de La Moneda. Más libre comercio y menos discusión política común, es el subtexto de lo dicho por Chile, y ahora refrendado por el gobierno tico en la cumbre de San José.
Por último, Ecuador tomó el timón de la Celac asumiendo en San José la presidencia pro témpore del organismo, cargo que ya ostentaron las tres C de Latinoamérica: Cuba, Chile y Costa Rica. Al parecer, según lo explicitado por el presidente Rafael Correa y por el Canciller –de alto perfil en el Palacio Carandolet y en las citas regionales– Ricardo Patiño, Quito buscará profundizar el eje “de la autonomía financiera regional” durante su mandato. “La tarea de Ecuador será repotenciar una herramienta cuyo “trabajo cotidiano” depende mucho de quién la conduzca temporalmente y de sus iniciativas concretas. En ese sentido, teniendo en cuenta el aporte sustancial del país gobernado por Rafael Correa a la Unasur –que incluso tiene su sede en Quito, donde actualmente reside su secretario general, Samper–, es posible un ritmo de trabajo diferente, más audaz, al que Costa Rica –a su manera– pudo aportar durante 2015”, estima Juan Manuel Karg, investigador del Centro Cultural de la Cooperación. Mientras tanto, las Presidencias y las Cancillerías latinoamericanas ya tienen resaltado en rojo en su agenda la cita de abril en Panamá. En esa oportunidad, Obama y los países del sur tendrán su face to face tan esperado.

01 de Febrero de 2015 Economía El futuro ya empezó

El desafío que significan los nuevos parámetros de la economía mundial debe ser tomado como una oportunidad de desarrollo sustentable y autónomo. El viaje presidencial a China puede ser un hito en ese camino. La necesidad de un organismo de planificación.

El futuro ya empezó
Nuevas relaciones. El comercio con China y el resto de los países del Brics duplicará su volumen en la próxima década.
Jamás tiene viento a favor quien no sabe a dónde va. 
Lucio Séneca
No fuimos la Patria Grande que Simón Bolívar y otros patriotas soñaron forjar cuando en 1826 convocaron al Congreso Anfictiónico de Panamá en recuerdo de la Liga Anfictiónica de Grecia antigua, con el objeto de buscar la unión de los Estados de América Hispana sobre la base de los anteriores virreinatos. En cambio, fuimos conformados por las potencias dominantes (sobre todo Inglaterra y su estrategia de dividir para reinar) y moldeados a partir de intereses locales, instrumentos y partes de esa dominación económica y cultural. En 1826, de las Provincias Unidas del Río de la Plata era presidente Bernardino Rivadavia, se hizo una Constitución Nacional unitaria (a favor del puerto de Buenos Aires) que todo el interior repudió, y acordó una vergonzosa paz con el Imperio de Brasil (después que las fuerzas nacionales comandadas por el oriental Manuel Oribe las habían derrotado en Ituzaingó al grito de “Muera el imperio”), que lo obligaron a renunciar a fines de ese año, por supuesto que no envió delegados al Congreso de Panamá.
América latina como África y Asia fueron terrenos de colonización política y económica, con mucho esfuerzo y sobre todo aprovechando las guerras mundiales, se logró cierto grado de independencia y autonomía que hace que en pleno siglo XXI podamos insertarnos al mundo como proveedores de materias primas, y en los casos en que llegamos a tener industrias, como en nuestro país, lo es porque son empresas transnacionales que operan en la Argentina (caso Ford, Monsanto, Bayer, Siemens etc.) o porque se lograron, con fuerte e indispensable apoyo estatal, niveles de eficiencia y productividad en algunos rubros (caños para oleoductos y gasoductos, trépanos para perforación de pozos, alimentos) que permitieron la existencia de empresas como las del grupo Techint, Pescarmona, Arcor, Molinos Río de la Plata, Aceitera Gral. Deheza, etc., que pueden competir a nivel local e internacional.
La competitividad nace de la productividad, y en el largo plazo la productividad es la que determina cuál es el tipo de cambio. Nuestra productividad industrial en promedio es menor a la internacional, pero la brecha es muy variable según sean las ramas y empresas de que se trate, pero todos fijan sus tasas de ganancia en dólares
Si las tasa de ganancia se determina en moneda dura, ante el crecimiento de los precios internos por encima del tipo de cambio, se va generando un proceso de retraso cambiario que favorece a la obtención de una mayor tasa de ganancia (de allí la importancia del “cepo” cambiario de no dejarles convertir su rentabilidad de pesos a divisas) y a las importaciones (y perjudica a las exportaciones), paralelamente genera expectativas de próximas correcciones cambiarias produciéndose un círculo vicioso que apuntala la compra de dólares y la fuga de capitales.
A eso debemos sumarle los graves problemas de infraestructura que tienen nuestros países que requieren de fuertes inversiones para conformar un sistema integral para favorecer el crecimiento y la productividad.
En ese marco, se da la aparición de China y los demás países del Brics (Brasil, Rusia, India y Sudáfrica), por un lado, que con su creciente demanda de alimentos (y materias primas) provocó y provoca una sostenida suba de los precios del cual nuestro país (y la gran mayoría de las ex colonias) obtuvo réditos (inclusive generando un favorable término de intercambio en todos estos años), y por otra parte, esos países (sobre todo China) que han acumulado un fuerte superávit comercial, cuentan con fuertes reservas internacionales, y esas reservas son las que le permiten sostener al presidente de esa nación, Xi Jinping, en la reunión de la Celac en diciembre de 2014, que el comercio de su país con América latina se duplicará en los próximos 10 años (de US$ 250.000 a US$ 500.000 millones) y que la inversión directa del gobierno y las empresas chinas sumará US$ 250.000 millones en la próxima década. 
No pudimos ser los Estados Unidos del Sur, pero sí podemos ser una región que se defiende a sí misma, con una estrategia de interrelación y complementación como la que propone la Celac, de quien el presidente Evo Morales sostiene: “La Celac también es una forma de liberarnos del dominio del imperio norteamericano”, y nos permitimos agregar de toda dominación extranjera (como sostiene la Declaración de la Independencia), que es la que hace el gran capital en nuestras tierras.
 Entonces, es imprescindible para cada país latinoamericano y para no­sotros fundamentalmente, tener un organismo de planificación que contemple el profundo cambio de escenario, que permita transitar hacia al futuro, que a la vez de ponderar los riesgos estime predicciones en distintas situaciones alternativas, que contemple el costo y el impacto ecológico de los procesos económicos, e instrumente las medidas necesarias porque el desarrollo económico mismo, como proceso diacrónico que genera relaciones internacionales de poder, también debe ser planificado, porque no se le puede dejar en manos del mercado (con el peso específico que tienen las grandes empresas y nuestra burguesía rentista y fugadora de capital) la trayectoria deseable de crecimiento e incremento del bienestar colectivo.
Pensemos por un momento en lo desaprensiva que es nuestra burguesía con la población y su futuro, se busca su súper explotación, se contamina el agua, el aire y la tierra y no les importa nada solo su fin de lucro, incapaces de pensar en un destino mediato y común.
La otra Argentina, la de antes del “Rodrigazo” y de la dictadura militar, que crecía en base al mercado interno y la sustitución de importaciones, tuvo una vasta experiencia en planificación que se debe recordar y seguir, fijando objetivos y caminos en base a las posibilidades reales del país. El Conade (Consejo Nacional de Desarrollo) de 1965, presidido por Roque Carranza, en la presidencia de don Arturo Illia, por ejemplo, afirmaba: “El crecimiento constante de una economía depende de que la inversión en los sectores público y privado guarde un equilibrio acorde con la tasa de desarrollo que se quiere alcanzar; si la inversión de algún sector es menor que la requerida, el crecimiento se frena y la inversión resulta mal aprovechada. El instrumento técnico para cuantificar los montos de inversión necesarios son las proyecciones, mediante las cuales es posible determinar, con una aproximación suficiente, la composición sectorial de la producción; esto, más el conocimiento de los recursos existentes, permite determinar las necesidades de inversión de cada sector”, con lo que queda clara la necesidad del plan y de interrelación público y privado, nacional, regional e internacional.
Se debe trabajar en consensos básicos acerca de la orientación a seguir, el desafío que significan los nuevos parámetros de la economía mundial debe ser tomado como una oportunidad de desarrollo sustentable y autónomo.
Este gobierno avanzó a ciegas, sin contar con una matriz insumo-producto que relacione todos los sectores, la ordenó hacer, se tomó como base el año 2005, pero se hizo mal, deficientemente, el Estado había sido desmantelado y el conocimiento técnico fue insuficiente, también la falta de aportes de datos fue el otro factor desequilibrante.
Primero el equipo dirigido por Guillermo Moreno con voluntad y tenacidad, tratando de controlar los precios y el tipo de cambio, subordinando todo al plan general que era el crecimiento y la mejora en la distribución del ingreso, que tuvo sus buenos resultados cuando la economía crecía a tasas chinas, se generaban puestos de trabajo, y los salarios aumentaban más que los precios. Ahora, en otro marco, con menor poder político pero tratando de acordar con las empresas controlar stock para que los problemas logísticos y de planificación interna no afecten el abastecimiento, a la par que se les pide información de sus compras y de sus ventas para generar la previsibilidad necesaria.
Con la misma voluntad la delegación presidencial emprende el viaje a China conformada por una comitiva de aproximadamente cien empresas, más de la mitad son pymes de los rubros farmacéutico, alimentario, pesca, bebidas, forestal y agropecuario entre otros, en busca de mercados para alimentos envasados, como también en ropa y calzado de muy buen diseño y calidad y otros bienes y servicios que somos capaces de elaborar.
Este gobierno, sin un plan general explícito, pero sí fijando los grandes parámetros, con voluntad y decisión fue encarando los problemas y dándoles soluciones, pero es necesario, y lo peor es que este gobierno deja de serlo el 10 de diciembre de 2015 y no sabemos si los que lo remplazan van a seguir en esa tesitura, prepararnos para el mundo que está cambiando, en que deja de ser únicamente la lógica financiera y rentística del capitalismo salvaje de los EE.UU. y los demás países capitalista centrales, para armar una estructura de producción y de trabajo. La pregunta obligada es cómo nos insertamos en él y que ello, en primer lugar, dependa de nosotros.
Maquiavelo en El Príncipe sostenía que un Estado como en la guerra debía tener grandes objetivos y un plan de batalla, una estrategia, que la misma debía presentar y dar respuesta a distintas alternativas. Sun Tzu, cinco siglos antes de Cristo, afirmaba en El arte de la guerra: “Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y librarás cien batallas sin sufrir derrota”. 
El futuro ya comenzó, o nos su­bordinamos a que otros decidan por nosotros, o discutimos y pensamos, y con ello planificamos qué rumbo seguir y qué pasos se deben dar, de otra forma, se va a repetir la política económica de Martínez de Hoz, de Cavallo, de Alsogaray, de todos los que son funcionales a los intereses de unos pocos, en lugar de conformar un país para todos. Los negocios de Rivadavia y de sus mandantes defensores del puerto agroexportador en desmedro de la industria, del trabajo y la producción de toda la Nación.
Se deben conocer y socializar a toda la población los puntos fuertes de la economía y de la sociedad argentinas, su capacidad real y potencial, y en base a ello plantear un programa de gobierno.
El Convenio de Cooperación con la República Popular China es un paso, pero se debe planificar qué es lo que podemos venderle, a qué nos podemos dedicar, cuánto valor agregado en horas hombres y tecnología sumamos al comercio con dicho país.
Ésta es la verdadera discusión, en lo que deberían centrarse y plantear alternativas todas las fuerzas políticas que se crean capaces de conducir esta nación, y no subestimar la inteligencia de la sociedad, inventar patrañas, no trepidar en nada para perjudicar la gobernabilidad y hacer que nos subordinemos a la lógica de la renta y del interés compuesto.
Ya lo dijo José Martí: “Lo que no hizo Bolívar no está hecho todavía”, pero el primer peldaño para algún día alcanzar el sueño de Nuestra América es ser un país soberano en lo económico, en lo social y en lo político, porque la unidad de la región solo se logra y garantiza partiendo de Estados que conduzcan su presente y su futuro, y con ello se podrá elaborar una propuesta común que nos beneficie a todos nosotros.

01 de Febrero de 2015 Pocos casos han tenido la gravedad institucional de la muerte del fiscal Nisman Lagomarsino y la “pistola humeante”

El experto informático entró en la historia como un personaje secundario, pero cada día aparecen más detalles de un pasado dudoso que lo acercan a los manejos de los servicios y lo colocan en el punto de mira de la investigación.

Lagomarsino y la “pistola humeante”
Dudas. Las declaraciones de Diego Lagomarsino dejan presumir que sabe más de lo que cuenta.
Diego Lagomarsino, el misterioso personaje que le entregó una pistola calibre 22 al fiscal Alberto Nisman y fue la última persona que lo vio con vida, no sólo percibía 40.000 pesos por prestar servicios informáticos a la fiscalía de manera remota –es decir, sin concurrir a su lugar de trabajo–, sino que es el único miembro de esa unidad fiscal que no posee currículum presentado ante la Procuración. Desde que su nombre saltó a los medios de comunicación como la persona que le proveyó el arma con la que Nisman encontró la muerte, dos personas intachables como Marcelo Saín, fundador de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), y el abogado José Iglesias, padre de una de las víctimas de Cromañón, lo han identificado como agente de inteligencia, especialista en pinchaduras ilegales.
Si el fiscal Alberto Nisman estaba obsesionado por la seguridad informática de la dependencia a su cargo es impensable que se la haya confiado a una persona que conoció porque le hacía el mantenimiento de sus computadoras hogareñas, como sostienen Diego Lagomarsino y su abogado Maximiliano Rusconi. También es impensable que se le abonara un sueldo más elevado que a los adjuntos de Nisman, y que ni siquiera hubiese presentado un CV. Lagomarsino –que tiene más gastos de tarjeta que su abultado sueldo en la fiscalía– es representante en Argentina de la empresa Corporate IT Outsourcing Services, con sucursales en Chile y Miami. Sería bueno saber a quién pertenece esa compañía y qué clase de servicios presta, más allá de los que figuran en la web. 
Lo que los custodios de Nisman afirman, que Diego Lagomarsino era un asiduo visitante del fiscal. ¿Siempre iba a chequear las computadoras de Nisman? En ese caso, ¿por qué no hacía lo mismo con las terminales más sensibles de la Fiscalía? Los custodios sugieren que llevaba otras cosas.
Alguno de los custodios del fiscal sabía que Lagomarsino realizaba actividades no legales, amparado por su jefe verdadero, Antonio Stiusso, el ex director de Contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, la ex SIDE, que acompañó como un “fantasma” la labor de Alberto Nisman en la causa AMIA.
Esa compañía le permitió al fiscal presentar extensos escritos, pero también constituyó su principal talón de Aquiles, porque no todo material de Inteligencia tiene validez probatoria en un proceso judicial.
El juez Rodolfo Canicoba Corral admitió ante el autor de esta nota que la SIDE, que debería haber funcionado como auxiliar de la Justicia para investigar el peor atentado de la historia argentina, se convirtió, en los hechos, en el conductor de la pesquisa de la Unidad Fiscal AMIA, a cuyo frente Néstor Kirchner había nombrado a Nisman en 2004.
Al igual que a Nisman, la causa AMIA catapultó a Stiusso a la fama, y al igual que a Nisman, luego ocasionó o contribuyó a su caída. La causa le proporcionó al espía más y mejores contactos con el FBI, la CIA, el Mossad israelí y los servicios alemanes.
Los WikiLeaks prueban que la línea de investigación promovida por Washington por medio de su embajada en Buenos Aires consistía en culpar a Irán. Era la línea que llevó adelante Stiusso y, por lo tanto, Nisman.
Tanto Lagomarsino como Nisman sabían que una vieja pistola 22 del año 1962 no es un arma defensiva y ni siquiera disuasoria para llevar en la gaveta, y menos “para proteger a sus hijas hasta el lunes” –como sostiene Lagomarsino–, porque las hijas de Nisman estaban en el exterior y el fiscal tenía comprado un pasaje de vuelta a Europa para la noche del lunes.
Si Nisman, verdaderamente, llamó el sábado a Lagomarsino para pedirle la pistola –y no otra cosa–, es más que evidente que el fiscal quiso dejarlo “pegado” a esa decisión que –según su ex esposa, la jueza Sandra Arroyo Salgado–, “otros le obligaron a tomar. Si Nisman realmente hubiese tomado libremente la decisión de quitarse la vida –por las razones que fuesen–, no sólo hubiese dejado cartas a sus hijas, sino al menos una posdata deslindando a Lagomarsino de toda responsabilidad por haberle facilitado la pistola. Nada de eso ocurrió. O mejor dicho, todo lo contrario: Nisman, u otra persona, dejaron a Lagomarsino con una pistola humeante en la mano. Todo un mensaje.
Si alguien quería conmocionar a la Argentina y al mundo entero con la muerte del fiscal Nisman, es indudable que lo logró sin mancharse con sangre.

01 de Febrero de 2015 El “gran hermano” global El futuro llegó hace rato, ya lo ves

En Argentina y en el mundo, las actividades de espionaje e inteligencia crecen en forma exponencial de la mano de reales, imaginadas o simuladas amenazas a la seguridad, la convivencia social y el patrimonio nacional.

El futuro llegó hace rato, ya lo ves
En su edición del 26 de enero pasado, el periódico británico The Guardianpublicó un artículo cuyo título era “El espionaje masivo es una amenaza fundamental a los derechos humanos”. El texto cita extensamente un informe de la Asamblea parlamentaria del Consejo Europeo, formada por 47 países de la Unión Europea y del ex bloque soviético, manifestando su vívida preocupación por el “alcance ilimitado de las tecnologías de avanzada usadas por EE.UU. y el Reino Unido para recoger, almacenar y analizar datos privados de los ciudadanos”. El informe sugiere que la legislación británica que permite ese espionaje es incompatible con las leyes europeas sobre derechos humanos y está claramente en contradicción con el artículo 6 sobre el derecho a un juicio justo, el artículo 8 sobre el derecho a la privacidad y el 10 sobre la libertad de expresión. “Estos derechos son las piedras fundamentales de la democracia y su violación sin el adecuado control judicial pone en peligro la vigencia de la ley.” Y agrega que “la implementación de tales medidas de vigilancia” llevaría inevitablemente al uso de “leyes secretas, tribunales secretos e interpretaciones secretas de tales leyes”. El informe, que reconoce el “valiente aporte de la denuncia de Snowden en junio de 2013”, afirma que los organismos de inteligencia europeos trabajan en estrecha relación con la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) norteamericana por lo menos desde 1990 y han llegado al extremo de espiar las comunicaciones telefónicas de la canciller alemana Angela Merkel. El resultado es que el poder de los servicios de información ha aumentado, la capacidad de control político ha disminuido y la “máquina desbocada de vigilancia” establece su propia dinámica y sus propias leyes. 
En Canadá, un informe de la cadena CBS afirma que la agencia oficial de espionaje electrónico revisa millones y millones de mails, de uploads y downloads de usuarios de Internet de todo el mundo para encontrar sospechosos de terrorismo e intentos de conspiraciones subversivas. La cadena revela detalles de los descubrimientos de Edward Snowden sobre el programa llamado “Levitation”, que permite a los analistas de inteligencia revisar de 10 a 15 millones de descargas y/o subidas a Internet cada día. La masa de información es tan abrumadora que incluso ocurren situaciones ridículas, como cuando un analista se vio confundido por la inclusión –seguramente azarosa– de un capítulo del programa televisivo Glee.
En la Argentina democrática también se dan situaciones que revelan la presencia abierta o encubierta de la actividad de inteligencia e información sobre la población civil. Uno de los casos emblemáticos es el de Américo Balbuena, un miembro de la Inteligencia de la Policía Federal que estuvo infiltrado once años en la agencia de noticias Rodolfo Walsh, perteneciente a la Red de Medios Alternativos. El legislador por Nuevo Encuentro y ex titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria Marcelo Saín ha hecho notar que la Policía Federal es el único cuerpo de seguridad que desde 1983 “no ha sufrido ningún tipo de reforma o modificación institucional que erradique sus enclaves autoritarios y la ponga a tono con los parámetros de la seguridad pública democrática”. Saín recuerda también que desde el decreto-ley 9021 de 1963 que creó la orgánica del “cuerpo de informaciones de la policía Federal” ha persistido un “verdadero servicio paraestatal de informaciones e inteligencia no sujeto a ningún tipo de contralor administrativo, judicial y parlamentario”. Sus miembros se encuentran habilitados para ejercer empleos en el ámbito público y privado para “poder infiltrase y hacer espionaje sobre integrantes, actividades, relaciones y circunstancias”, y –detalle no menor– tienen prohi­bido identificarse como integrantes de ese cuerpo. 
Por su parte, la Correpi (Coordinadora contra la represión policial e institucional) comprobó en reiteradas oportunidades la existencia de actividades de inteligencia policial paralegal. En 2004, por ejemplo, tras la represión a una movilización en Plaza de Mayo con el saldo de 102 detenidos, siete de ellos fueron procesados y encarcelados con prisión preventiva. La principal “pieza acusatoria” era un informe producido por el Departamento de Seguridad del Estado de la Policía Federal, basado en tareas de inteligencia y seguimiento sobre varias organizaciones con la inclusión de material fotográfico y “fichas” personales. El informe, firmado por el comisario Cantalicio Bobadilla, concluía que “todas esas organizaciones eran en realidad frentes de masas de una única organización clandestina que pretendía desestabilizar el sistema democrático”. 
Es innegable que la complejidad, los conflictos y la competencia existente en las relaciones entre Estados y al interior de los mismos obliga a mantener sistemas de información e inteligencia que permitan a los dirigentes contar con un cuadro preciso de los entornos políticos, de las amenazas actuales y potenciales para poder adoptar medidas adecuadas a la presevacion del interés nacional. Por razones que exceden largamente los alcances de esta nota, los organismos que deberían proveer en tiempo y forma tal información han degenerado en casi todo el mundo en Estados subterráneos incrustados dentro del Estado, obedientes a sus propias y clandestinas normas, amparados en el secreto de sus funciones, en la vastedad de sus recursos financieros y tecnológicos y la impunidad legalizada de sus acciones. 
En diciembre del año pasado, el Comité Selecto del Senado de EE.UU. sobre Inteligencia, el organismo de control parlamentario de las actividades de la comunidad informativa, produjo una detallada y contundente denuncia sobre las prácticas de tortura de la CIA, el organismo norteamericano de inteligencia exterior. Pese a la conmoción política y la repercusión periodística que produjo el informe, los resultados prácticos no fueron muy alentadores, sólo el compromiso del gobierno de velar para que dichas prácticas no se repitieran en el futuro. Loables intenciones de dudoso cumplimiento. 
Es que el poder e influencia de los servicios de información va de la mano de una masa gigantesca de recursos financieros, humanos y materiales. El sistema norteamericano de espionaje cuenta con dieciséis agencias, 107 mil empleados “legales” y un presupuesto combinado de 52 mil millones de dólares, de los cuales 14 mil son para la CIA y 10 mil para la NSA. 
En Inglaterra, el MI5 (Security Service) y el MI 6 (Secret intelligence Service), junto con el GCHQ (Government Communications Head Quarters), son los órganos de información de la Corona y disponen de 1.700 millones de libras anuales para sus actividades que están amparadas, igual que las de sus colegas de la CIA por el secreto y la impunidad. 
En las novelas clásicas de espionaje, cultísimos caballeros ingleses, fríos, eficientes y austeros soviéticos, extrovertidos y arrogantes yanquis y cerebrales franceses disputaban un juego de ajedrez sobre el tablero de la guerra fría. La penetración del dispositivo enemigo era el premio mayor. En nuestro mundo orwelliano los ojos y oídos de la electrónica operada por insensibles burócratas abarcan el mundo y sus adyacencias. Y cuando la técnica no basta, siempre se puede acudir a los artesanales recursos del garrote y la picana.