martes, 18 de noviembre de 2014

COMPLOT UNITARIO DE 1833 y MISION DE SANTO AMARO



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COMPLOT UNITARIO DE 1833 y MISION DE SANTO AMARO
                             
(01) El aviso de Manuel Moreno
(02) Rivadavia y la misión de Santo Amaro
(03) Fuentes
(04) Artículos relacionados





Manuel Moreno, repesentante argentino en Londres, en noviembre de 1833 denuciaba un complot unitario en carta a Ugartenche.

Londres, 6 de noviembre de 1833
Señor don José de Ugarteche
Mi querido amigo:

Tengo que añadir a la mía del 24 de octubre, igualmente por conocimientos muy auténticos e indubitables, que el plan de los unitarios de Montevideo, en que está empeñada y la fracción traidora que manda allí, es declarar la guerra con cualquier pretexto a Buenos Aires, suscitando querella por Marín García, o por la conducta de general Lavalleja, etc. o con cualquier otro motivo frívolo, lo que lleva la mira por la parte del gobierno de Montevideo de apoderarse de Entre Ríos y de la navegación del Uruguay; y por parte de los unitarios el que, armándose un ejército un ejercito por Buenos Aires para resistir la hostilidad, se le dé el mando a don Estanislao López, quien se levantará con él y se declarará por la revolución. Es parte principal y preparatoria de este plan que el señor López de Santa Fe rompa con los señores Rozas y Quiroga, halagándolos con pérfidas sugestiones, pero con la mira de sacrificarlos luego a su vez; y se jactan de que tienen ya mucho adelantado. Este plan, todo de sangre y escándalo, lo ha ejecutado y convenido don Julián Agüero en Montevideo, con Rivera, Obes y los españoles y unitarios de uno y otro lado. En la fe de sus efectos y seguridad va Rivadavia a partir a fin de este mes.
Tengo datos más seguros de esta horrible conspiración. Baste a V. saber por ahora que indirectamente la diplomacia inglesa ha trabajado en descubrirla, y lo ha hecho con la habilidad y medios que tiene siempre para ello. La última negociación de Lord Strandford–Canning en Madrid, respecto del reconocimiento de nuestra independencia por España, y las respuestas que le daba el ministerio español le hicieron conocer a este gobierno que había una trama que se urdía en París por americanos, y se aplicó a conocerla. Además, yo no me he dormido. Dios quiera que este aviso llegue cuando el atentado esté todavía en proyecto.

Las gaceta aquí y noticias particulares dan a V. por ministro de relaciones exteriores; yo nada sé de ello, y solo me dirijo al hombre de bien y patriota. Si está V. en el ministerio verá por mi correspondencia oficial de esta fecha un proyectito de Montevideo en España en consonancia con el que aquí refiero.

Nunca mejor deseo de rogar a Dios que lo quíe y proteja como lo desea,

Su afectísimo compadre.
Manuel Moreno.
Las revelaciones de Moreno sobre la conspiración unitaria fueron comunicadas a la Legislatura en sesión secreta del 4 de enero de 1834. Su existencia queda en evidencia también en carta que le dirige Lavalle aChilavert el 4 de diciembre de 1835, donde le expresa textualmente: “…si se ha de hacer algo, no queda otro camino que el presente, después de haberse frustrado las esperanzas que López había hecho concebir.(A.Saldias. La Evolución republicana durante la revolución argentina)

Lavalle se refiere a Estanislao López, gobernador de Santa Fe, pero sin embargo el conspirador era su ministroDomingo Cullen, tal como se le hace saber luego a Felipe Ibarra, quien a pedido de Rosas le recomienda a Cullen que se ponga medias de lana porque lo iba mandar a Buenos Aires con dos grilletes ajustado a los tobillos, tal como lo hizo. Cullen fue fusilado cuando pisó territorio bonaerense en la posta de Vergara.


Bernardino Rivadavia
Rivadavia y la Misión de Santo Amaro

Los brasileños, fieles a su tradición histórica, participaban en el complot, y no era ajeno el mulato Rivadavia, que recorrió las cortes de Europa acompañando al brasileño marques de Santo Amaro, con pretensiones de “monarquizar” las provincias argentinas. Recorrieron las cortes con instrucciones para que “hiciera sentir a los soberanos europeos que se proponían ocuparse de pacificar a la América, llamada aún española, que el único medio eficaz de realizarlo es establecer monarquías constitucionales, coronando en ellas a príncipes de la casa de Borbón, alguno de los cuales podrían enlazarse con princesas del Brasil”. De ese modo, si no podían comerse toda la torta, al menos obtendrían una buena tajada.

Ya en junio de 1830 el general Tomás Guido, representante ante la Corte del Brasil, había dado aviso que el Emperador era solicitado por el gobierno español para obtener que no se ligase con tratados a los nuevos Estados de América del Sud, a fin de que España recolonice esos países. “La Francia –agregaba Guido- queriendo también aprovecharse de la dislocación actual de las Repúblicas Americanas, entretiene otra intriga, de que el infrascripto tiene datos concretos, para conciliar con los intereses de la España y con la independencia del nuevo mundo, la colocación de algunos miembros de la familia reinante”.
Tal como había prevenido Manuel Moreno, Rivadavia desembarca en Buenos Aires de al fragata francesa “Herminie” en abril de 1834, pero es inmediatamente expulsado por el gobernador Viamonte.

Rosas conocía el complot, y aludía a ellos cuando le decía a Manuel Corvalán que “la red unitaria está tendida”, y que será “la explosión espantosa, que debe reventar la mina que con mañosa habilidad han sabido cargar los unitarios”.

Por su parte Felipe Senillosa le había expresado a Rosas que “sólo las leyes y su exacto cumplimiento pueden salvar a este país republicano”, a lo que Rosas le responde:“Siempre hemos estado conformes (se refiere a que las leyes no deben reemplazarse por las facultades extraordinaria), menos en la oportunidad; hoy habría llegado, y ya estaría felizmente marchando bajo la salvaguardia de sus leyes constitucionales. –y le vaticina- Pero todo se perdió, la sangre correrá en porciones y el país será presa de los extranjeros”

                            


Fuentes:

- Saldias Adolfo. Historia de la Confederación Argentina.
- Ibarguren Carlos. Jusn Manuel de Rosas. Su vida, su drama, su tiempo.p.199
www.lagazeta.com.ar

lunes, 17 de noviembre de 2014

El otoño mexicano Por Emiliano Guido Nuria Ortega Font. Socióloga. Rebelión



El otoño representa una parte fundamental dentro de la vida, pues es la época en donde la naturaleza se prepara para el cierre de su ciclo. Así, esta estación está cargada de elementos simbólicos de gran importancia, dado a que es un momento especial en el tránsito de los procesos vitales. No es casualidad que en estas fechas celebremos a nuestros muertos, quienes representan, en lo más profundo de la tradición y sabiduría ancestral, la gracia y el regalo de renacer; la posibilidad de transitar de una fase a otra; la multidimensionalidad de la vida; la no permanencia de las cosas; la mutabilidad; la fe en la transformación y la transcendencia; la certeza de un mejor estar.

La vida no se construye de casualidades, sino de sincronicidades. El 26 de septiembre inició el otoño de los mexicanos. Como un arrebato de aliento que se dio con la caída y desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, se levantaron los otros 25 mil faltantes; la injusticia histórica; el hambre; la desolación de los más vulnerables; los campesinos sin tierra; los obreros sin trabajo; los jóvenes sin escuela; los niños de la calle; los enfermos no atendidos; las mujeres indígenas que han tenido que parir en los patios de los hospitales; las dignidades aplastadas; la no-memoria; la ruptura de la solidaridad; el colapso del Estado; la putrefacción de la de indiferencia y la indolencia.

Con la desaparición de 43 jóvenes nos llegó el otoño y con él, la revolución. La revolución del alma, de la conciencia, de la acción, del colectivo. Durante este último mes, el otoño que brotó ha tirado vendas y ha abierto ojos. Al principio unos pocos, pero hoy, todos los mexicanos estamos ciertos de que en los eventos acontecidos en Iguala, nuestra sociedad encontró su tope para dar inicio a su renacer.

En la marcha del 5 de noviembre fue aún más claro que en las del 8 y 22 de octubre. Uno a uno, más 150 mil mexicanos tomaron las calles para decirse que no estamos dispuestos a pasar por alto una arbitrariedad más… y el mundo hizo eco otra vez.

Estudiantes, amas de casa, abuelos, niños, familias, obreros, profesores, médicos, artistas, transexuales, homosexuales, profesionales de todos tipos, campesinos, cineastas, sindicatos, todos, salieron a hacer suya la lucha por Ayotzinapa, pero también, salieron a exponer sus propias reivindicaciones. La marcha del 5 de noviembre si bien estaba encabezada por los Normalistas Rurales, enarboló un clamor general por un México diferente, desde los más diversos frentes.

Ya no sólo son los estudiantes desaparecidos, es también el hambre, la falta a accesos equitativos a las oportunidades, la agresión permanente a la educación, la falta de inclusión, la carencia de políticas públicas, la ingobernabilidad, la violencia, la perdida de la paz, la desarticulación sindical, la ruptura de las instituciones, la incertidumbre, el desempleo, la crisis de las instituciones, en fin… el Otoño Mexicano.

A medida en que los colectivos avanzaban por Reforma hasta Juárez y de ahí al Zócalo, la masa dejaba de serlo para convertirse en sociedad civil. Una sociedad civil que respondió clara y organizadamente, con una demanda concreta: sí a la política, pero no a los políticos; sí al Estado, pero no al narco-Estado; sí a la gobernabilidad, pero no a Peña Nieto y lo que representa.

Por primera vez, quizá desde 1968, se hizo evidente la urgente necesidad de transformar el pacto social; y además, de transformarlo desde abajo. A la sociedad mexicana la alcanzó su Otoño: no puede negar más su fondo y está obligada a romper la apnea que la ahoga para renacer.

Nos llegó la Revolución de los #43. Y entiéndase esta revolución como lo que es: el despertar de las conciencias, la politización de la vida pública, la socialización de la información ciudadana, la ruptura de la negativa a la movilización, el descrédito de la clase política, el fin de la complicidad con quienes nos impiden crecer, la certeza de que la respuesta está entre nosotros: la posibilidad real de un cambio que venga desde la sociedad civil.

Llegamos a un punto sin retorno en donde como sociedad, no tenemos otra sana opción más que madurar. Nuestro Otoño nos conduce a la ciudadanización de un pueblo dormido que ha despertado, porque lo han despojado hasta del miedo. El único planteamiento viable dentro de los discursos que se han escuchado hasta hoy, es el de la deconstrucción y la reinterpretación del poder y los poderosos.

Con la contundencia que dan más de 150 mil corazones y gargantas latiendo y gritando por un México mejor, quedó claro que las instituciones, en su versión actual, han quedado rebasadas, anquilosadas y absolutamente extintas.

Las respuestas que nos daban ayer, no pueden ser las que den hoy; los mecanismos adormecedores de legitimación que se habían empleado tradicionalmente en la política mexicana y en el quehacer gubernamental, han quedado completamente invalidados; los discursos de una derecha y una izquierda anacrónicas ya no son bien recibidos. Hoy, la sociedad pide respuestas convincentes, trato digno, acciones concretas, inclusión… La sociedad pide Estado y no simulaciones de Estado.

Si la vía partidista se ha agotado y el rojo, el verde, el azul y el amarillo se amalgaman en el más profundo de los negros; si el Estado de derecho se extravió; si decidimos no confiar más en “ellos”; ¿Qué camino debemos seguir? Seguramente, el que se ha venido trazando desde hace más de un mes: el de la sociedad civil.

Una sociedad civil que a diferencia de las movilizaciones más recientes como la de #yosoy132, está siendo capaz de romper las barreras partidistas, de clase y etarias. En esta ocasión, estamos todos convocados porque a todos nos atañe, porque todos estamos en riesgo, porque todos hemos perdido algo, porque todos tenemos algo que perder y porque todos tenemos todo que ganar.

En esta ocasión, nadie puede arriesgarse a venderse, porque se vende al país entero; y nadie puede arriesgarse a excluir una sola voz, porque acalla la propia. A diferencia de otras situaciones que nos han sacado a la calle, esta no es una “llamarada de petate”, porque ya entendimos que con la apatía y el entreguismo, se nos va la vida.

La noticia de los indicios del hallazgo de los posibles restos de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, el momento en que se hizo y la crudeza e innecesario amarillismo con el que se relataron los detalles, así como el cinismo con que la autoridades han negado repetidamente su responsabilidad por acción y omisión parecían intencionar un golpe mortal a la esperanza y a la fe; parecía ser un muro con el que la gente toparía para no avanzar más, derrocada por el dolor, la desesperación y la desesperanza. En las calles la gente se veía desolada, el enojo era evidente, la tristeza no podía negarse.

Pero de nuevo, los padres de estos jóvenes alimentaron la Revolución de los #43, pidiendo que nos los olvidemos, porque si así lo hacemos, los verdugos ganan. Una vez más, esos padres nos invitaron a entregar nuestro corazón al negarse a creer que las cosas tienen que terminar con el contundente “ya me cansé” del Procurador de Justicia con el que cerró la rueda de presa en la que dio los anuncios de las investigaciones y de un gobierno que ha sido incapaz de hacer lo que le corresponde: gobernar, proteger nuestras vidas, promover la democracia real. Así, esa misma noche, aunque triste y dolorosa, se encendieron velas y corazones de forma tal decidimos (porque es una elección) seguir en la lucha; porque si en nosotros Ayotzi vive, la lucha sigue. Y la lucha sigue no sólo por ellos, sino por cada uno de nosotros, por los que ya no están y por los que vendrán. Este no es reclamo local o temporal, es un grito por el rescate del sentido de la humanidad que hemos perdido, por el derecho a la vida digna, por deseo de construir en nuevo sentido del ser y del estar en el mundo. Seguramente por eso la demanda que día a día enarbolamos, el mundo la ha hecho suya: porque es lo que todos esperamos para cada uno de los que estamos aquí y los que están por venir.

La marcha del 8 de noviembre no fue tan festiva como las otras, pero sin duda, ha sido la más emotiva hasta este momento. Llena de familias, niños, abuelos, jóvenes, estudiantes, profesores, trabajadores, todos unidos en un profundo dolor, también estábamos llenos de esperanza y firmes en la decisión de que en esta ocasión, no daremos un paso atrás y no nos permitiremos enterrar la fuerza con la que caminamos; esta vez, la calle gritaba que no nos permitiremos dejar pasar la oportunidad que la historia nos da para redefinirnos.

No obstante, aunque la energía sigue presente, estamos llegando al punto en que el discurso y la toma de las calles, pronto serán insuficientes. Cuando la movilización no se concreta y se queda sólo en el crisol del reclamo justo y los buenos deseos, poco a poco y de forma natural, la gente la va abandonando. Ahora toca pensar en frentes que permitan materializar la lucha, canalizar las expectativas y dar espacio concreto a todas las voces.

Si bien es cierto que las vías institucionales son justo las que en este momento se critican y desmoronan, una propuesta valida es la exploración de la redefinición de las estructuras partidistas vigentes, los mecanismos de acceso al poder, las instancias del diseño legislativo y la construcción sustantiva, no sólo formal o normativa, de la gobernanza. Será ésta quizá, la única manera de mantener viva la Revolución de los #43 en el espacio público, así como en lo cotidiano.

Eso nos obliga a mirar las experiencias recabadas en otras latitudes; tal vez sea ahí en donde podamos obtener algo de luz, para este túnel que parece tener final. Recientemente en China los jóvenes, con la Revolución de los Paraguas, se han manifestado de forma contundente y original a favor de una democracia real; los estudiantes chilenos no ceden en su afán por una educación amplia y de base extendida y democrática; y en España el partido de muy reciente creación llamado Podemos, que nació en filas de la academia, ha logrado no sólo atemorizar a los viejos partidos de derecha e izquierda, sino unificar deseos y posiciones, construir un discurso político novedoso y avanzar en las urnas dando voz a una sociedad segregada y acallada por una elite política corrupta y en decadencia; justo como la nuestra. Salvando las diferencias existentes y entendidas las particularidades de cada espacio y sociedad, estos no dejan de ser ejemplos de gran valía en el proceso de aprendizaje en el que nos encontramos inmersos. Ver a nuestro alrededor y explorar nuevos caminos, nos puede brindar aliento y estimulo; nos da la posibilidad de pasar de lo aparentemente abstracto a lo innegablemente concreto.
No nos prestemos a la provocación. La tentación de irse con la inercia del juicio fácil y acrítico representa un altísimo riesgo. Conservemos la atención alerta y los argumentos claros para no distraernos de lo relevante, de lo real. Mantener la cabeza alta y clara, con perspectiva a futuro, sabiendo que esta revolución debe convertirse en la Revolución que posicione a México a la altura de las expectativas de los mexicanos, es lo que nos permitirá hacer frente a los embates que se vienen. Que no extrañen las infiltraciones, los argumentos pobres y los actos vandálicos promovidos por agentes interesados en desarticular la lucha justa. Es momento de cerrar las filas de la conciencia y la solidaridad, de no distraernos, de no cansarnos y de no perder la fe que se necesita para seguir avanzando y construyendo.

16/11/14 Miradas al Sur
 


LOS MISTERIOS DEL 11S La segunda muerte de Osama Por Walter Goobar








Comando. Robert O`Neill afirma ser el tirador que ultimó a Osama Bin Laden en su residencia de Pakistán.

Una nueva fábula sobre la muerte de Osama Bin Laden se sumó en estos dias a la película de Kathryn Bigelow (La noche mas larga) y el libro publicado por un presunto miembro del equipo de Navy Seals, que apunta a dar credibilidad a la versión del Pentágono que Osama Bin Laden murió por segunda vrz en Abbottabad, Paquistán, una década después de su primera muerte por enfermedad.

El presunto asesinato de Bin Laden a manos de un equipo de los Navy Seals fue una operación de propaganda, cuyo propósito fue darle a a Barack Obama una pátina de héroe que contempló el asesinato virtual en tiempo real a través de los monitores de la Casa Blanca, y doblegó toda resistencia de sus correligionarios demócratas que no querían reelegirlo como candidato para un segundo mandato. Además, Washington necesitaba oficializar la muerte de Bin Laden para reciclar a Al Qaeda y sus combatientes como núcleo central de su más reciente engendro: el Estado Islámico, que fue utilizado como fuerza de choque en Libia y en Siria.

Lo cierto es que el relato oficial sobre los atentados del 11-S hace agua por todas partes. Lo mismo ocurre con la saga sobre la vida y la muerte de Osama Bin Laden. No hay manera de explicar estas contradicciones si no se comprende que aquellos atentados y su presunto protagonista fueron decisivos para embarcar a los Estados Unidos en una serie de guerras interminables y, al mismo tiempo, instaurar un Estado policial que acabó con una larga lista de garantías y derechos constitucionales. Tampoco es una casualidad que esta nueva falsa versión reaparezca pocos días después de que Obama sufrió una apabullante derrota en las elecciones de medio término.

Este jueves –en coincidencia con el Día del Veterano–, se desató en Estados Unidos una controversia pública sobre quién realizó el disparo que hace tres años mató oficialmente a Osama bin Laden.

El ex miembro de los Navy Seals –una fuerza especial de la Marina de EE.UU.– Robert O’Neill, de 38 años, le dijo al diario estadounidense The Washington Post que él fue el autor del disparo mortal que acabó con Osama bin Laden en mayo de 2011 en su complejo de Abbottabad, Paquistán.

O’Neill es un veterano con múltiples condecoraciones por su participación en las guerras de Irak y Afganistán, según el diario estadounidense.

En una entrevista con The Washington Post, O’Neill aseguró que fue él quién disparó el proyectil que impactó en la frente de Bin Laden. Aunque también reconoció que otros dos soldados dispararon al mismo tiempo.

Sin embargo, el libro escrito por el veterano Matt Bissonnette y publicado hace más de un año, contradice la versión de O’Neill. O’Neill dijo que él y otro miembro del equipo, cuya identidad permanece oculta, subieron a la tercera planta del complejo donde estaba Bin Laden y lo vieron asomar la cabeza por la puerta de una de las habitaciones.

El soldado sin identificar, que lideraba el grupo, disparó pero erró, según O’Neill. Un instante después, siempre según su relato, O’Neill entró en la habitación y mató a Osama bin Laden con disparos en la cabeza.

Sin embargo, en el libro No Easy Day, Bissonnette escribió que fue el otro hombre quien mató a bin Laden.

Según explica The Washington Post, O’Neill iba a revelar su historia la próxima semana en la guerrierista cadena Fox News y en el diario, pero la web Sofrep, en manos de ex miembros de los Seals, desbarató sus planes al revelar su identidad como protesta por su decisión de explicar su papel en la misión.

Según Paul Craig Roberts, el verdadero Osama Bin Laden murió en diciembre de 2001 de insuficiencia renal y otros problemas de salud, habiendo negado en su último video grabado cualquier responsabilidad en el ataque del 11 de septiembre, invitando a los estadounidenses a mirar dentro de su propio gobierno. El mismo FBI admitió que no hay evidencia de que Osama Bin Laden haya sido responsable de los ataques del 11 de septiembre. El obituario de Bin Laden apareció en varios medios internacionales y árabes, y también en Fox News. Nadie puede sobrevivir insuficiencia renal por una década, y no se encontró ninguna máquina de diálisis en el supuesto complejo de Bin Laden en Abbottabad,ubicada a escasos 200 km del último lugar donde Bin Laden se encontraba teóricamente cercado por fuerzas estadounidenses. Ni la bonaerense hubiese tardado una década en peinar 200km.

No hubo autopsia, nadie vio el cuerpo del muerto y ni siquiera hay testimonios de los miembros de la tripulación del barco desde el cual la Casa Blanca informó que el cadáver de Bin Laden fue arrojado al mar. De alguna manera, un entierro se llevó a cabo a bordo de un barco en el que hay guardias constantes y tripulación en estado de alerta a toda hora, y nadie fue testigo de ello.

Adicionalmente, la historia de la Casa Blanca del supuesto asesinato de Bin Laden cambió dos veces en las primeras 24 horas. La afirmación de que Obama y su gobierno observaron la acción transmitida en vivo desde las cámaras en los cascos de los Seals fue abandonada rápidamente, a pesar de la publicación de una foto de Obama con la atención centrada en un televisor en el que supuestamente estaban viendo la acción en vivo. Ningún video del hecho fue alguna vez publicado. Hasta la fecha no hay evidencia alguna de la afirmación del gobierno de Obama. Ni un pequeño trozo. Sólo versiones...

Además, testigos entrevistados por la televisión de Paquistán informaron que sólo un helicóptero aterrizó en Abbottabad y que cuando los ocupantes del helicóptero regresaron del supuesto complejo de Bin Laden, el helicóptero explotó en el despegue y no hubo sobrevivientes. Es decir, no había ningún cadáver para entregar al barco que no presenció un entierro y ningún héroe SEAL que regrese y que supuestamente asesinó a un desarmado Bin Laden. Adicionalmente, la BBC entrevistó a residentes de Abbottabad, incluyendo a los vecinos próximos del supuesto “complejo de Bin Laden”, y todos dicen que ellos conocían a la persona que vivía ahí y que no era Bin Laden.

Cualquier Seal que fuese tan estúpido como para matar al desarmado “Cerebro del Terrorismo” probablemente habría sido juzgado en una corte marcial por incompetencia. Rob O’Neil se presenta como un “orador motivacional” en busca de clientes. Qué mejor táctica entre los estadounidenses crédulos que el afirmar “Yo soy el que disparó a Bin Laden”. ¿Qué mejor manera de dar validez a la afirmación de O’Neil que el Pentágono denuncie su revelación por violar la obligación de permanecer en silencio.

16/11/14 Miradas al Sur

Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril

Una bella mañana de abril, en una callecita lateral del elegante barrio de Harajuku en Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta.

A decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas de recién haber despertado. Tampoco era joven –debía andar alrededor de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”. Aún así, a quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta para mí. Desde el momento que la vi algo retumbó en mi pecho y mi boca quedó seca como un desierto.

Quizá tú tienes tu propio tipo de chica favorita: digamos, las de tobillos delgados, o grandes ojos, o delicados dedos, o sin tener una buena razón te enloquecen las chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda. Yo tengo mis propias preferencias, por supuesto. A veces en un restaurante me descubro mirando a la chica de la mesa de junto porque me gusta la forma de su nariz.

Pero nadie puede asegurar que su chica 100% perfecta corresponde a un tipo preconcebido. Por mucho que me gusten las narices, no puedo recordar la forma de la de ella –ni siquiera si tenía una. Todo lo que puedo recordar de forma segura es que no era una gran belleza. Extraño.

-Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo a alguien.
-¿Sí? –él dice- ¿Estaba guapa?
-No realmente.
-De tu tipo entonces.
-No lo sé. Me parece que no puedo recordar nada de ella, la forma de sus ojos o el tamaño de su pecho.
-Raro.
-Sí. Raro.
-Bueno, como sea –me dice ya aburrido- ¿Qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?
-Nah, sólo me crucé con ella en la calle.

Ella caminaba de este a oeste y yo de oeste a este. Era una bella mañana de abril.

Ojalá hubiera hablado con ella. Media hora sería suficiente: sólo para preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mi, y –lo que realmente me gustaría hacer- explicarle las complejidades del destino que nos llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella mañana de abril en 1981. Algo que seguro nos llenaría de tibios secretos, como un antiguo reloj construido cuando la paz reinaba en el mundo.

Después de hablar, almorzaríamos en algún lugar, quizá veríamos una película de Woody Allen, parar en el bar de un hotel para unos cócteles. Con un poco de suerte, terminaríamos en la cama.

La posibilidad toca en la puerta de mi corazón.

Ahora la distancia entre nosotros es de apenas 15 metros.

¿Cómo acercármele? ¿Qué debería decirle?

-Buenos días señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para conversar?

Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.

-Discúlpeme, ¿sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24 horas?

No, simplemente ridículo. No cargo nada que lavar, ¿quién me compraría una línea como esa?

Quizá simplemente sirva la verdad: Buenos días, tú eres la chica 100% perfecta para mi.

No, no se lo creería. Aunque lo dijera es posible que no quisiera hablar conmigo. Perdóname, podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta para ti, pero tú no eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de encontrarme en esa situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría del golpe, tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.

Pasamos frente a una florería. Un tibio airecito toca mi piel. La acera está húmeda y percibo el olor de las rosas. No puedo hablar con ella. Ella trae un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una sola estampilla. Así que ella le ha escrito una carta a alguien, a juzgar por su mirada adormecida quizá pasó toda la noche escribiendo. El sobre puede guardar todos sus secretos.

Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud.

Ahora, por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho. Tendría que haber sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para decirlo ahora. Se me ocurren las ideas cuando ya no son prácticas.

Bueno, no importa, hubiera empezado “Érase una vez” y terminado con “Una historia triste, ¿no crees?”

Érase una vez un muchacho y una muchacha. El muchacho tenía dieciocho y la muchacha dieciséis. Él no era notablemente apuesto y ella no era especialmente bella. Eran solamente un ordinario muchacho solitario y una ordinaria muchacha solitaria, como todo los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún lugar del mundo vivía el muchacho 100% perfecto y la muchacha 100% perfecta para ellos. Sí, creían en el milagro. Y ese milagro sucedió.

Un día se encontraron en una esquina de la calle.

-Esto es maravilloso –dijo él- Te he estado buscando toda mi vida. Puede que no creas esto, pero eres la chica 100% perfecta para mí.

-Y tú –ella le respondió- eres el chico 100% perfecto para mi, exactamente como te he imaginado en cada detalle. Es como un sueño.

Se sentaron en la banca de un parque, se tomaron de las manos y dijeron sus historias hora tras hora. Ya no estaban solos. Qué cosa maravillosa encontrar y ser encontrado por tu otro 100% perfecto. Un milagro, un milagro cósmico.

Sin embargo, mientras se sentaron y hablaron una pequeña, pequeñísima astilla de duda echó raíces en sus corazones: ¿estaba bien si los sueños de uno se cumplen tan fácilmente?

Y así, tras una pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica: Vamos a probarnos, sólo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos, entonces alguna vez en algún lugar, nos volveremos a encontrar sin duda alguna y cuando eso suceda y sepamos que somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y entonces, ¿cómo ves?

-Sí –ella dijo- eso es exactamente lo que debemos hacer.

Y así partieron, ella al este y él hacia el oeste.

Sin embargo, la prueba en que estuvieron de acuerdo era absolutamente innecesaria, nunca debieron someterse a ella porque en verdad eran el amante 100% perfecto el uno para el otro y era un milagro que se hubieran conocido. Pero era imposible para ellos saberlo, jóvenes como eran. Las frías, indiferentes olas del destino procederían a agitarlos sin piedad.

Un invierno, ambos, el chico y la chica se enfermaron de influenza, y tras pasaron semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda memoria de los años primeros. Cuando despertaron sus cabezas estaban vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.

Eran dos jóvenes brillantes y determinados, a través de esfuerzos continuos pudieron adquirir de nuevo el conocimiento y la sensación que los calificaba para volver como miembros hechos y derechos de la sociedad. Bendito el cielo, se convirtieron en ciudadanos modelo, sabían transbordar de una línea del subterráneo a otra, eran capaces de enviar una carta de entrega especial en la oficina de correos. De hecho, incluso experimentaron otra vez el amor, a veces el 75% o aún el 85% del amor.

El tiempo pasó veloz y pronto el chico tuvo treinta y dos, la chica treinta

Una bella mañana de abril, en búsqueda de una taza de café para empezar el día, el chico caminaba de este a oeste, mientras que la chica lo hacía de oeste a este, ambos a lo largo de la callecita del barrio de Harajuku de Tokio. Pasaron uno al lado del otro justo en el centro de la calle. El débil destello de sus memorias perdidas brilló tenue y breve en sus corazones. Cada uno sintió retumbar su pecho. Y supieron:

Ella es la chica 100% perfecta para mí.

Él es el chico 100% perfecto para mí.

Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre.

Una historia triste, ¿no crees?

Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho.

La investigación del rol de la Iglesia Católica en los años de plomo El diario íntimo de un religioso revela su rol cómplice con la dictadura

Perteneció a Victorio Manuel Bonamín, que falleció en 1991. En el diario personal, el religioso apuntó obsesivamente lo que hizo, vio y pensó, cuanto menos en los años 1975, 1976 y 1978. Los investigadores Lucas Bilbao y Ariel Lede relevaron sus 750 páginas. Infojus Noticias presenta en exclusiva algunas partes. El año que viene verá la luz en formato libro.

Por Laureano Barrera

6 de octubre de 1975: en un país donde la violencia política recrudece y el Ejército se entrena para la “lucha antiguerrillera”, a monseñor Victorio Manuel Bonamín, el provicario castrense, lo esperaban en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo a las 20.15 para la comida. Después de la sobremesa, su director, el coronel García, lo llevó a recorrer las instalaciones de la guarnición y le contó a vuelo de pájaro en qué consistía el adiestramiento militar. Al religioso el convite lo había maravillado: “Debía ir para cenar y, luego, entretenerme 15 minutos con la compañía Coronel Paiva que se está entrenando 'tipo Comando' para la lucha antiguerrillera (¡aguerridísima!)”, escribió, entusiasmado, unas horas después. Lo planeado se trastocó: “Me encontré con que toda la Escuela estaba esperándome para una conferencia en el salón”, se lee. Bonamín puso a prueba su capacidad de reacción: “Improvisé sobre ‘religión y combate’. Después sí, cena y ‘Buenas noches (Tema pedido: ‘Matar en combate’, hay intranquilidades de conciencia!)”, terminó por escribir.

La evocación detallada de esa misa peculiar, que muestra una camaradería orgullosa entre uno de los jerarcas de la Iglesia Católica y los altos mandos de las Fuerzas Armadas, surgen del diario personal del propio provicario castrense. El religioso apuntó obsesivamente lo que hizo, vio y pensó, cuanto menos en los años 1975, 1976 y 1978: tiempos de noches frías y cuerpos ausentes. En los últimos cinco años, los investigadores sociales Lucas Bilbao y Ariel Lede relevaron sus 750 páginas, analizaron su contenido, lo cotejaron con otros materiales y arribaron a una conclusión contundente: “Bonamín y el Vicariato castrense participaron activamente en la implementación del terrorismo de Estado en la Argentina. Fue una tarea elaborada en el tiempo y que encontró entre los años 75 y 76 su materialización”, dice Bilbao en una charla con Infojus Noticias.

“Él habla en su diario de ‘aunar criterios’ y eso a partir de las intranquilidades de conciencia que los militares le planteaban cuando él recorría las unidades o a partir de información que algunos capellanes le traían”, detalla el investigador.


10:30- Gral. Buasso: vino a saludar a Mons. Tortolo, de paso quiso conversar conmigo “sobre lo que va a pasar”; conveniencia, seria, de “prevenir” a la Santa Sede por si son detenidos algunos sacerdotes.

El diario íntimo de Bonamín –del que Infojus Noticias presenta en exclusiva algunos manuscritos- verá la luz el año próximo en un libro. Pero la investigación de Lede y Bilbao está muy lejos de limitarse a transcribirlo. “Entrecruzamos ese material con diarios, revistas militares de la época, e hicimos nuestra propia investigación: un análisis de la historia del Vicariato, su estructura y su despliegue, un análisis de la figura de Bonamín en esos años, un recorrido por sus discursos, escritos y acciones”, definen.

La bitácora de Bonamín llegó a las manos de los investigadores a través del sacerdote jesuita José María Meissegeier, el padre “Pichi”. Luego de su lectura paciente, pudieron precisar que “estaba preocupado por orientar la acción de los capellanes, respecto a la cuestión de las torturas, por ejemplo”. A través de Bonamín pudieron reconstruir, en un trazo más grueso, el rol de la institución. “Pero ser poseedor de información confidencial respecto a las internas militares, eclesiásticas, respecto a la metodología represiva, excede cualquier marco de ‘complicidad’, término que generalmente se utiliza para explicar el rol de la Iglesia católica en los años del terrorismo de Estado. La lectura de sus diarios son pruebas irrefutables de la colaboración consciente y explícita de la Iglesia en los años de la represión”, expresa Lucas.



20:15- En la Escuela de Infantería Campo de Mayo (invitado por el director Coronel García) debía ir para cenar y, luego, entretenerme 15 minutos, con la Compañía Coronel Paiva que se está entrenando 'tipo Comando' para la lucha antiguerrillera (¡aguerridísima!); pero me encontré con que toda la Escuela estaba esperándome para una Conferencia en el salón. Improvisé sobre “Religión y combate”. Después sí, cena y “Buenas noches” (Tema pedido: “Matar en combate” (hay intranquilidades de conciencia…!)."
Un hombre ligado a las Fuerzas Armadas

Bonamín fue ungido provicario castrense en 1960, apenas tres años después de que el Vaticano y el gobierno dictatorial del general Pedro Eugenio Aramburu firmaran el acuerdo que creaba un vicariato castrense “para atender el cuidado espiritual de los militares de Tierra, Mar y Aire”. Se quedó en ese cargo hasta 1982, subordinado en los años más crudos del terrorismo de Estado a Adolfo Servando Tórtolo, vicario general de las Fuerzas Armadas y dos veces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Durante toda la dictadura, se desplegaron más de 400 capellanes en las “zonas militares” que se sumaban a los obispos diocesanos, aunque el vicario y los capellanes militares ejercían la jurisdicción “primaria y principalmente”, según ese acuerdo.

Bonamín siempre fue un hombre ligado a las Fuerzas Armadas. No sólo institucionalmente, sino identificado ideológicamente. En noviembre de 1977, cuando la tortura y la desaparición eran la regla, dijo: “Si pudiera hablar con el gobierno le diría que debemos permanecer firmes en las posiciones que estamos tomando: hay que desestimar las denuncias extranjeras sobre desapariciones”.

En su diario, Bonamín nunca dejó registro de su paso por algún centro clandestino de detención. Tampoco hay denuncias de que haya tomado contacto con personas secuestradas, pero Bilbao y Lede establecieron que entre las cientos de unidades militares que visitó, alrededor de 20 albergaron chupaderos. “Puede que no haya pasado por allí sin embargo, en los hechos los lugares existieron y es difícil tapar los gritos de las torturas, que no vean los camiones con detenidos, movimientos extraños”, dice Bilbao. A los investigadores no les quedan dudan de que estaba al tanto. “Por ejemplo, cuando le van a pedir por detenidos: en ningún momento se asombra de esas detenciones, o expresa comentarios poniendo en dudas, todo lo contrario”, completa.



Promuevo una reunión de Capellanes Mayores y Secretario Gral. para el problema “Seguridad en la Casa”. Fría, estirada. Luego invitamos a Mons. Grasselli, por el problema que nos crean los que acuden a él por presos políticos, etc.

El diario de mañana

El diario del sacerdote no sólo revela un verdadero apostolado por aplacar los remordimientos de los ejecutores de la masacre militar: también el conocimiento privilegiado que tenía de las decisiones de la Junta de comandantes, incluso antes de su conformación.

El 6 de febrero de 1976 anotó: “Gral Buasso: vino a saludar a Mons. Tortolo, de paso quiso conversar conmigo ‘sobre lo que va a pasar’; conveniencia, seria, de “prevenir” a la Santa Sede por si son detenidos algunos sacerdotes”. Un mes y medio antes del derrocamiento de Estela Martínez de Perón, el plan era claro para los hombres de uniforme y sotana. El 26 de febrero de 1976 agregó: “almuerzo en la Escuela de Comando y Estado Mayor. Comodoro Salas. Auto-invitado Comodoro Rodrigo Franco. Contacto; compromiso de colaboración este año. El tema del día: ¡el golpe! ¿Será para el 8-12 marzo?”.

El 16 de marzo de 1976, por la noche, una patota de la policía secuestró a Luis Anselmo Bonamín, el sobrino nieto del pro vicario y militante de la JP, y lo llevó a una dependencia policial de Catamarca entre Corrientes y Entre Ríos. El dato coincide con una anotación de su tío abuelo en el diario: “por insinuación del Coronel Rolón se llama al comisario Bertolone, Jefe de Inteligencia de la Policía con sede en la ex Seccional 2 Catamarca adonde (según le refirieron a Mito) habría sido llevado Luis ‘todavía vivo’”. A pesar de su llegada directa a la cúpula militar, Bonamín no hizo demasiado después del secuestro.

Como probó la justicia, el 4 de agosto fue asesinado el obispo Enrique Angelelli, mientras Bonamín estaba en Europa. Al día siguiente de su regreso, se reunió dos horas con el coronel Ricardo Flouret. En su diario tituló “Mons. Angelelli: ¿un tiro en la cabeza?”, y escribió que entre otros temas se había tocado la “situación actual, pormenorizada; -situación de Teresa en Rel. Exter.; caso Mons. Zazpe; Mons. Angelelli”.

Ahora que terminaron de relevar la primera parte, seguirán por las anotaciones de 1978: allí consigna, entre otras cosas, que hay capellanes movilizados con las tropas durante una posible guerra con Chile y habla sobre el Mundial de fútbol.



12- P. Mackinnon (Córdoba): insisto en que se tome un mes de descanso. Moral de la lucha antisubversiva; casos tremendos “por la mano izquierda” (¡lo que decía Marcelo!).
El final

Bonamín murió en 1991, en una casa de retiro de la orden salesiana, en el barrio rosarino de Funes, donde pasaron al menos tres detenidos clandestinos, entre ellos el cura Santiago Mac Guire. Ya no tendrá que dar explicaciones por su bitácora del terror ante la justicia.

Sin embargo, la investigación sobre su gestión ha sido aportada a muchas causas judiciales: en la causa del obispo Angelelli, en la megacausa Saint Amant II de San Nicolás, en la causa Feced, de Rosario, donde se investiga la responsabilidad del ex capellán Eugenio Zitelli, y otra por el asesinato de Luis Anselmo Bonamín. También fue aportada a la causa en la que podría ser procesado Monseñor Grasselli. Además de un listado biográfico de 33 capellanes de los cuáles hay pruebas concretas y testimonios de su paso por centros clandestinos o cárceles donde se torturaba a los detenidos.



Mons. Angelelli: ¿un tiro en la cabeza?
10- Crnl. Ricardo Flouret: Hablamos hasta las 12: mi viaje, emigración (me conectará con Marcenaro Boutell, del Min. Int.); situación actual, pormenorizada; -situación de Teresa en Rel. Exter.; caso Mons. Zazpe; Mons. Angelelli (me dice que en reunión de Obispos me involucraban a mí por la homilía de CELPA!); cambios en los Comandos… Al Movimiento le falta libreto. “Aún no sabe qué ha de hacer”.
Infojus Noticias



EL “CONTADO CON LIQUI” Y LAS MANIOBRAS CAMBIARIAS BAJO LA LUPA Cuevas y túneles para la fuga

Denuncia de AFIP y 71 allanamientos con importantes revelaciones.

Por Raúl Dellatorre

El megaoperativo que llevó a cabo la AFIP a mediados de esta semana permitió acercar un poco más la lupa sobre los mecanismos con que se trabaja en el sistema financiero para posibilitar el ocultamiento de activos y fuga de divisas. La compraventa de títulos, acciones y ADR en el mercado, a través de personas o firmas que no están en condiciones de justificar el volumen de operaciones realizadas, generó una investigación que, tras los 71 allanamientos de esta semana, dejó al descubierto una trama financiera que “ofrece el servicio” de convertir los activos locales en cuentas en el exterior, “sin necesidad” de declararlos ni en origen ni una vez alcanzado su destino. No se trata sólo de un caso, sino que se estaría ante un modus operandi que podría resultar el mecanismo central para la sangría de más de 80 mil millones de dólares sufrida por el país desde 2007 a la fecha.

Las operaciones de “contado con liqui” o de “dólar Bolsa”, tan populares en los últimos años en el lenguaje financiero, consisten en la compra de valores (títulos de deuda o certificados representativos de acciones, ADR) en el mercado local que tengan la particularidad de que coticen en mercados externos. La compra local se paga en pesos y al vender esos mismos valores en el exterior, se logra convertirlos en dólares. La operación no es accesible para cualquiera. Si el monto que el interesado va a transar es importante, hay entidades que ofrecen hacerlo. Si, además, el interesado pretende que no queden registros de su operación, también hay quien ofrezca ese “adicional”. Esto es lo que acaba de verificar la AFIP.

La investigación inicial de la AFIP era sobre cuatro empresas que registraban operaciones de compraventa de títulos, en el último año y medio, por más de 120 millones de pesos, una cifra muy superior a la que su capacidad económica y financiera le hubiera permitido operar. La denuncia presentada ante el Juzgado Federal de Quilmes a cargo de Luis Armella dio lugar al megaoperativo de la última semana. Los allanamientos abarcaron a las sociedades de Bolsa con las que operaban, entidades bancarias y financieras vinculadas, domicilios de estudios contables que firmaron balances de las empresas investigadas, domicilios particulares de los titulares de dichas empresas, con lo cual abarcó no sólo la city porteña sino también a domicilios de Quilmes, Campana, Morón, San Isidro, San Martín, más siete en Córdoba y 3 en Mendoza.

En medio del “ninguneo” nada inocente de algunos medios, el operativo arrojó resultados trascendentes en función de su objetivo: la búsqueda de elementos probatorios de la maniobra denunciada y la determinación de la cadena de responsabilidad en el armado de la arquitectura financiera paralela o túneles para la fuga de divisas. Algunas de las “revelaciones” del procedimiento fueron las siguientes:

n Las cuatro sociedades denunciadas no sólo no tenían capacidad económica ni financiera para el volumen operado (120 millones de pesos), sino que “varias inconsistencias fiscales dejaron a las claras que no eran los titulares de ese dinero ni pudieron acreditar de quién era” (Fabián Di Risio, subdirector general de Grandes Contribuyentes de la AFIP, en declaraciones a Radio Cooperativa).

n En uno de los domicilios particulares allanados se encontraron los DNI originales de al menos seis titulares de las empresas involucradas, en nombre de las cuales se hacían las operaciones de compraventa de títulos. “El patrimonio de estas personas no guarda ninguna relación con el movimiento financiero del cual se hacían cargo.” (Di Risio) Este podría ser el centro de operaciones de toda la maniobra, pero no está confirmado. El verdadero titular del dinero o a favor de quién se está haciendo la operación de compraventa de títulos para fugarlos al exterior, queda así encubierto.

n Las operaciones se hacían a través de una red de sociedades de Bolsa, casas de cambio y bancos que incumplían, a su vez, la obligación de pedir una declaración al cliente sobre el origen de los fondos. A través de esa red se operaba la compra de títulos y la transferencia de fondos.

n En estos allanamientos se descubrieron tres “entidades no autorizadas” o “cuevas” que operaban en la compraventa ilegal de divisas. Los montos que se secuestraron en efectivo, sin justificación de origen, hablan de que no eran de poca importancia: 800 mil pesos en un caso, 150 mil dólares en otro, y 90 mil dólares en el tercero.

En realidad, la hipótesis es que entre las entidades se encuentran “las iniciadoras” de la maniobra, que captan los clientes, y las cuatro empresas que figuran como titulares de la operación son las que se crean como pantalla. Tal cual señalan fuentes de la AFIP, este allanamiento alude “a un solo caso, pero estamos fiscalizando la capacidad económica financiera de quienes compran valores en el mercado porque podríamos estar ante un modus operandi que se reitera para posibilitar la fuga de divisas y la evasión”.

Di Risio, en sus declaraciones radiales, dejó en claro que “lo que pudimos constatar es que hay bancos, sociedades de Bolsa, entidades financieras e incluso una que funcionaba como cooperativa, que colaboraron en un entramado financiero en el que aparecen interrelaciones entre las sociedades involucradas”. Una de las empresas que operaba en la compra de títulos y valores en forma continua y sin relación entre esos montos y su real capacidad económica y financiera está en manos de un banco y otra entidad financiera, las que se reparten su paquete societario.

16/11/14 Página|12

José María Gatica: Un odio que no conviene olvidar Por Osvaldo Soriano A Julio Cortázar







[Poco después del "rodrigazo", que nos dejó a todos en la miseria, Roberto Cossa me hizo entrar en El Cronista Comercial, donde volví a ser redactor de deportes. Esta semblanza de José María Gatica se publicó a fines de 1975.] 

"No me dejés solo, hermano". Tirado en el pavimento, el cuerpo sacudido por los espasmos, Gatica se aferraba al pedazo de vida que se le iba. Lo rodeaba una multitud de extraños que lo habían visto caer bajo las ruedas de un colectivo, a la salida de la cancha de Independiente. Pocos ojos entre los que miraban esa piltafa cercana a la muerte habrán reconocido el cuerpo de José María Gatica, uno de los mayores ídolos que tuvo el boxeo argentino. 

Tenía 38 años y parecía un viejo. Hasta ese día en que la borrachera no le dejó hacer pie en el estribo del ómnibus, había sobrevivido en una villa miseria como tantos otros; algún rasgo lo distinguía: la nariz aplastada, la sonrisa provocadora, un cierto desdén por el futuro. Era uno de esos hombres obligados a soñar con el pasado, porque el suyo estaba teñido de sangre y ovaciones. 

El 7 de diciembre de 1945 subió por primera vez a un ring como semifondista profesional. Esa noche, su triunfo por nocaut en la primera vuelta frente a Leopoldo Mayorano no puso al público de pie, ni lo irritó. Comenzaba su carrera un hombre de rabia larga, de ambición fresca. 

Había sufrido la violencia desde su nacimiento, en Villa Mercedes, San Luis, el 25 de Mayo de 1925. A los siete años llegó a Buenos Aires en un tren de carga, con su madre y un hermano mayor. 

A los diez había ganado un lugar en Plaza Constitución, donde lustró miles de zapatos. De rodillas, miraba desde abajo la cara de la gente, pero hasta ese privilegio tuvo que defender a golpes frente a competidores tan desesperados como él. Un peluquero que vivía por allí lo vio pelear varias veces y quedó impresionado por su agresividad. Era Lázaro Koczi, un hombre relacionado con el boxeo profesional. Pronto le propuso cambiar de oficio. 

The Sailor's Home era la casa de la misión inglesa para marineros. Estaba en Paseo Colón y San Juan, un barrio con tradición de compadritos. Allí paraban los hombres que habían perdido sus barcos en los extravíos de una borrachera, los desertores, los enfermos, los malandras sin cuchillo. Todo se resolvía a puñetazos. Un hombre de agallas podía ganarse allí veinte pesos si era capaz de vencer en tres rounds al marinero más fuerte. 

Lázaro Koczi apareció una noche con Gatica, le mostró el ring y le habló de los veinte pesos. El lustrabotas subió. Se sabe que ganó varias peleas, que agachó a corpulentos marineros y luego dejó su parada de Constitución. Había ganado el derecho a más. 

El 7 de diciembre de 1945 -ese año singular en la historia argentina- debutó en el Luna Park. Sus ojos verdes habrán visto la multitud con el brillo del desafío. Bastó un golpe para que Mayorano, su rival, fuera a la lona. En poco tiempo ganaba dos peleas más y los empresarios pusieron sus ojos en él. Al año siguiente ganó las siete peleas que hizo, una de ellas con Alfredo Prada, quien sería su más rival encarnizado. 

Por entonces el público se había dividido: el ring-side abucheada a Gatica, quería verlo en el piso; la popular rugía alentando a ese morocho que miraba con odio a sus rivales y cuando los tenía a sus pies levantaba los brazos tan abiertos como para abrazar al mundo. Los apodos de la tribuna eran diversos, según de dónde provenían: Tigre, para la popular, Mono para el ring-side. A los periodistas le gustaba más Mono y así lo recuerdan aún. 

Mientras duró su grandeza tuvo un rival irreconciliable sobre el ring: Alfredo Prada. Ya se habían enfrentado antes, cuando no suponían que la vida los iba a unir en el triunfo y el fracaso. Combatieron seis veces y ganó tres cada uno. La última pelea, en 1953, significó la derrota de Gatica y el comienzo de su patética decadencia. Los enfrentamientos entre Gatica y Prada dividieron al público como nunca; se estaba con Gatica o contra él. Prada era campeón argentino, una satisfacción que el Mono nunca alcanzó. Cuando el pleito terminó, las carreras de ambos llegaraban al ocaso. Prada dejó el boxeo con algún dinero en el banco. Afrontó la vida como un ciudadano recompensado. El Mono volvió a su origen, como si toda su pelea con la vida hubiera sido una parábola restallante, una explosión de luces que lo iluminaron hasta, de pronto, dejarlo nuevamente en la oscuridad.

Volvió a una villa miseria. Vivió de la caridad junto a su segunda mujer y dos hijas. Fue una fiesta para los periodistas encontrarlo sentado a la puerta de su casilla de latas, tomando mate, sucio y harapiento. 

Entonces Prada tuvo un gesto que los diarios elogiaron: abrió un restaurante en calle Paraná y llevó al Mono con él. Le pagó quince mil pesos por mes y lo puso en la puerta del negocio para exhibirlo. El gesto compasivo de Prada era otra humillación que Gatica soportó porque no podía sino aceptar su derrota. 

Había vivido como un esclavo y pocos le perdonaron su grotesca revancha: como un Robin Hood de barrio, iba con los suyos -los lustradores- y les destrozaba los cajones a patadas a cambio de billetes de mil. Pagaba con una fragata los diarios que quitaba a las viejas que rodeaban el Luna Park. Unos pocos lo miraban con respeto, otros ser reían de él. 

Desde que Alfredo Prada lo venció en 1953, en la última pelea, no dejó de caer. Siguió tres años más, pero estaba acabado como boxeador. Como hombre le faltaba recorrer la pendiente más dura: el desprecio, el odio, el revanchismo de las buenas conciencias. 

Era, para ellas, un analfabeto despreciable, un "lumpen". Perdió todo lo que tenía pero jamás se lamentó. Fue noticia para los diarios el día que una inundación se llevó lo poco que le quedaba. Entonces, fue fotografiado en camiseta, lleno de mugre y mereció crónicas colmadas de aleccionadora compasión. Curiosamente, el Mono sonreía. 

Adhirió fervorosamente al peronismo y, curiosamente, su esplendor y caída desplegó la misma parábola en el almanaque: levantó su brazos en 1945 y lo bajó, vencidos, en 1956. Había sido el preferido de Perón mientras brillaba. Aficionado al boxeo, el Presidente apoyó el viaje de Gatica a Estados Unidos para buscar una pelea con el campeón de los livianos. En cuatro rounds venció a Terence Young y esta victoria le abrió las puertas a la pelea con Ike Williams, dueño de la corona mundial, en 1951. Medio país estuvo pendiente de la suerte del Mono que iba a batirse en el Madison Square Garden de Nueva York. Subió a la lona sobrador, fanfarrón. Cuando empezó el combate bajó las manos y puso la cara, como lo haría luego Nicolino Locche. Pero Gatica no sabía de esas sutilezas. Bastaron tres golpes de Williams y a los tres minutos de pelea el Mono se derrumbó. Desde entonces perdió los favores oficiales y dejó de ser el hombre que se fotografiaba junto a Perón. Entre 1952 y 1953 ganó trece combates luego de ser vencido por Luis Federico Thompson, pero la última derrota ante Prada lo puso en la pendiente definitiva; caualmente, esa derrota sucedió un 16 de setiembre, dos años antes del día que estalló el pronunciamiento militar contra el peronismo. 

No sólo Prada usó al Mono para exaltar la beneficencia. Martín Karadagián, un empresario del espectáculo que había montado una troupe de luchadores, lo llevó a parodiar una final. También allí tenía que perder. En "sensacional encuentro" Karadagián, dueño del poder, benefactor de hospitales, lo sometió por unos pocos pesos.

La última derrota ocurrió el 10 de noviembre de 1963 (1) bajo las ruedas de aquel colectivo. Había terminado su vida en una parábola perfecta de humillación; "una bala perdida", como solía decir él. 

No tuvo amigos. Apenas dos o tres compañeros de aventuras en los momentos en que regalaba su pequeña fortuna. Contestaba con monosílabos, recuerdan algunos, para escapar de los adulones y los ambiciosos; otros dicen que no hablaba para ocultar su escasa educación. Tirado en la calle Herrera, de Avellaneda, manchado de sangre, con los ojos abiertos puestos en otro vendedor de muñecos, repitió: "No me dejés solo, hermano; levantáme, no quiero estar tirado". 

Cuando murió, La Prensa dijo: "La popularidad que adquirió Gatica por sus éxitos y por su característico estilo de infatigable peleador, fue utilizada por el régimen de la dicatdura, que lo adoptó como en el caso de otros campeones deportivos como instrumento de propaganda. Y esta publicidad extradeportiva y el aplauso obsecuente de personajes encumbrados no fueron ajenos por cierto a que él cayera en actos de inconducta dentro y fuera del ring". Fué un recuerdo político, cargado de desprecio. Al comentarista, como a tantos otros hombres de traje gris, le hubiera gustado ver a Gatica domado. Pero no; aún muerto sería molesto: nunca llegó tanta gente a la Federación Argentina de Box como para su velatorio. Hombres y mujeres hicieron una colecta y compraron una corona que decía: "El pueblo a su ídolo". El féretro tardó siete horas en llegar al cementerio de Avellaneda. Cuando la última palada de tierra cubrió el modesto cajón, los cronistas anotaron esta frase de Jesús Gatica: "La única miseria qe vivió mi hermano fue consecuencia de su desesperado afán de querer vivir la vida". 

Se cumplen tres décadas de la que fue, quizá, su primera alegría, cuando tenía veinte años. Gatica es, todavía, un símbolo contradictorio, arbitrario; la vida le fue quitada poco a poco, con un odio que conviene no olvidar. 

1974

(1) NR: La fecha de la muerte de Gatica es el 12 de noviembre de 1963.