lunes, 8 de septiembre de 2014

OPINION Expectativas y profecías

Por Alfredo Zaiat
Como la economía es un espacio de disputa de poder, la construcción de expectativas es una de las trincheras más importante donde participan diferentes actores económicos y políticos. No se trata de la definición de la ortodoxia sobre las “expectativas racionales”, que postula que todos los agentes poseen el mejor conocimiento del funcionamiento de la economía y toda la información necesaria para definir sus comportamientos. Esa teoría afirma que así pueden evaluar riesgos y decidir en consecuencia su conducta y por ese motivo es muy difícil confundir a los agentes económicos. Es una concepción fallida que la realidad económica ha sabido refutar en varias oportunidades, especialmente en los mercados financieros. Distinto es el montaje de la “profecía autocumplida”, que es una predicción que directa o indirectamente conduce a convertirse en realidad. Si se propaga que va a escasear determinado alimento o combustible, muchos probablemente corran a comprarlo. El previsible comportamiento de acopio contribuirá a que aquella sentencia se convierta en realidad. Es, en sus comienzos, una definición falsa de una situación que conduce a un nuevo comportamiento que convierte en “verdadera” la mención inicialmente falsa. La construcción de esas profecías está muy ligada al manejo de las expectativas sociales sobre acontecimientos económicos. Por eso en ese terreno intervienen con intensidad diferentes actores políticos y económicos. Funcionarios del área económica y hasta la propia presidenta CFK disputan ese espacio con la oposición, grandes medios y grupos económicos. En el juego de orientar las expectativas, un grupo numeroso de economistas tiene un papel estelar.
El crecimiento espectacular de variadas plataformas de difusión de información, con el flujo al instante en Internet, la comunicación vía mail, la expansión de las redes sociales y los medios tradicionales, ha derivado en un canal impresionante de rápida distribución de todo tipo de análisis y especulaciones. En ese amplio mapa de circulación de noticias, la televisión sigue siendo uno de los principales modos de acceso a la información de quienes no leen diarios, apuntó el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en la conferencia sobre la libertad de prensa en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia, en mayo del año pasado. Stiglitz debería sumar la radio como una de esas vías masivas de conocer qué está pasando. Por ese motivo el ex economista jefe del Banco Mundial señaló que en la televisión (y también en la radio) “la concentración puede ser más perniciosa que en otras áreas”. Esa concentración de los medios deriva en otra que tiene como protagonista a un elenco de economistas mediáticos que circulan por estudios de televisión por cable y radios, además de ser editorialistas y fuente de gran parte de los medios escritos.
Esa expansión de los medios de comunicación en un mundo económico dominado por la incertidumbre generada por las finanzas globales, lo que ha acelerado los ciclos de auge y crisis, exacerbó esa excitación por conocer la palabra de los denominados gurúes. Ese grupo de economistas del turno mañana, tarde y noche de las pantallas y el micrófono son los delegados más populares del poder económico para la construcción de expectativas. Las controversias en materia económica que se desarrollan en los medios son el paraíso de los lobbies. Esos economistas son sus representantes más destacados que se dedican a señalar qué es lo que se debe hacer en la economía. Sostienen un discurso que exponen como técnico pero resulta fundamentalmente político e ideológico, aspectos que no es cuestionable, pero sí lo es cuando lo ocultan detrás de una falsa neutralidad.
La exageración de determinadas situaciones de tensión económica colabora para consolidar la presencia en los medios de esos hombres de negocios dedicados a la comercialización de información económica. La incertidumbre la van acentuando con el constante mensaje de una crisis inminente. Esos economistas son parte importante de la construcción de la sociedad del miedo, que convierte a las mayorías en una masa ansiosa por saber qué va a pasar en un mundo lleno de incertidumbre. Ellos se presentan como los portadores del saber. Diseminar temores facilita su tarea de disciplinar a una sociedad para que acepte situaciones que serían rechazadas si fueran ofrecidas en un marco normal. El miedo es el vehículo para condicionar el comportamiento colectivo. En una era de incertidumbre global, la meta es imponer de ese modo políticas impopulares.
Esa prédica es permanente pero adquiere más penetración cuando irrumpe algún acontecimiento económico que provoca incertidumbre, y en especial miedo por lo que puede suceder. Capturan la atención emitiendo mensajes que advierten acerca de que algo malo puede suceder. Avisan sobre un peligro potencial de consecuencias desastrosas para la economía y por lo tanto para el bienestar de la población. No importa si predicen desastres donde no los hay y posteriormente no se verifican, puesto que luego no son interpelados por la catástrofe que no fue. Esa eventual desgracia varía según el momento. Hoy es el default que no es.
Esta evaluación cualitativa sobre el rol de los economistas mediáticos no tenía hasta ahora un análisis cuantitativo conocido para mostrar la capacidad de construcción de expectativas, y a la vez para comprobar el predominio en el espacio público del pensamiento económico conservador en la interpretación de diversos acontecimientos. Era evidente esa preeminencia en los medios con sólo hacer zapping, pero no había un estudio de acceso público con cifras y nombres. Ese ilustrativo trabajo lo realizó Ejes de Comunicación, empresa dedicada, entre otras tareas, al monitoreo de medios, archivo de audios, videos y recortes de prensa escrita. Realizó un ranking de economistas en base a su posicionamiento mediático en los meses de julio y agosto pasados, período de debate económico agitado por el bloqueo de cobro a los bonistas del canje ordenado por el juez Thomas Griesa.
La cobertura fue realizada sobre canales de televisión abierta y cable y radios AM y FM registrando la cantidad de entrevistas a economistas. Las consultas más que se duplicaron desde abril pasado cuando anotaron 193, hasta julio que alcanzaron las 408. El ranking de los primeros diez en el bimestre julio-agosto estuvo liderado por Carlos Melconian, con 40 apariciones. En orden descendente se ubicaron Agustín D’Atellis (31), José Luis Espert (22), Daniel Artana (22), Orlando Ferreres (19), Aldo Pignanelli (17), Ricardo Delgado (16), Matías Tombolini (16), Martín Tetaz (16), Guillermo Nielsen (12) y Nicolás Dujovne (12). Las apariciones en la radio estuvieron concentradas en las emisoras El Mundo y Mitre, con el 21 y 15 por ciento, respectivamente. En otras AM la presencia fue menor, reuniendo Radio 10 y Continental, 7 por ciento cada una, y La Red, el 5 por ciento del total de irrupciones mediáticas de esos economistas. En televisión, los estudios de 26TV fueron los más transitados con el 32 por ciento, seguido por América 24 y TN-Grupo Clarín, con el 30 y 11 por ciento, respectivamente. Más atrás se ubicaron Canal 7, con el 7 por ciento, y CN23 y C5N, con el 6 por ciento cada uno.
El relevamiento también incluyó un análisis cualitativo sobre las características y área laboral de cada uno de esos economistas, aspectos poco relevantes y que no agregan más detalles de los conocidos. Lo que sí se deriva de ese análisis, aunque no está explicitado en el documento, es el pronunciado sesgo ideológico hacia posiciones conservadoras de esos protagonistas. En el caso específico del conflicto con los fondos buitre y el juicio desarrollado en el juzgado de Griesa, nueve de esos diez economistas proponen, con más o menos matices o vehemencia, que la posición argentina está equivocada, que hay que negociar con los buitres (sin considerar la existencia de la cláusula RUFO) y que se debe pagar del modo que lo pide el juez del distrito sur de Manhattan. También que Argentina está en default.
Una sentencia declarada verdadera pese a que no lo sea puede influir lo suficiente sobre la conducta de los agentes económicos, ya sea por miedo o confusión, de modo que sus reacciones convierten finalmente el hecho o sus efectos en verdaderos. Una vez que una persona se convence a sí misma de que una situación tiene un cierto significado, y al margen de que realmente lo tenga o no, adecuará su comportamiento a esa percepción, con consecuencias en el mundo real. De ese modo se van moldeando las expectativas sociales, hoy con el default, ayer con la inflación, mañana con el empleo y siempre con el dólar.
azaiat@pagina12.com.ar
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ENTREVISTA A RICARDO FORSTER, SECRETARIO DE COORDINACION ESTRATEGICA DEL PENSAMIENTO NACIONAL “El kirchnerismo es un campo de disputas”

Por Nicolás Lantos
En junio de este año, poco después de la creación del Ministerio de Cultura, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner decidió fundar, bajo la órbita de esa cartera, una secretaría de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional y poner al frente al miembro de Carta Abierta Ricardo Forster. La decisión despertó innumerables críticas por parte de partidos y medios de comunicación opositores, quienes veían detrás de esta iniciativa tintes “fascistas” y “totalitaristas”, además de intenciones proselitistas destinadas a influir en la campaña electoral del año próximo. “El espíritu es romper toda idea de ortodoxia, de dogmatismo, de mirada sesgada, esa lógica tan absurda de comisariato político, como si hubiera alguien que vaya a determinar qué es el pensamiento nacional. Se puede poner en discusión incluso la idea misma de qué es el pensamiento nacional. Todo eso implica debates que introduzcan figuras antagónicas dentro de lo que es la historia del pensamiento político en Argentina”, responde Forster a esos cuestionamientos, ya con tres meses en funciones y a pocos días de encabezar el Capítulo Nordeste de los Foros por un Nueva Independencia, que se realizarán del 11 al 13 de septiembre en Resistencia, Chaco. Bajo el lema Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios, participarán en diversas mesas de debate el escritor Mempo Giardinelli, el sociólogo Eduardo Grüner, la historiadora Patricia Funes, los politólogos Jorge Bernetti y Eduardo Rinesi, entre otros intelectuales, artistas y funcionarios.
–¿Qué significa coordinar estratégicamente el pensamiento nacional?
–Uno tiene que hacer algo con los nombres. El nombre es algo que connota, que supone una forma de definir el orden de las cosas, pero es también algo que debe ser interpretado. La secretaría tiene un nombre que puede parecer complicado y creo que a ese nombre hay que resignificarlo. El nombre produjo escándalo, una mezcla de críticas interesantes e injurias. En ese sentido, para mí eso es un síntoma de lo que está en juego. Cuando un nombre genera tanta ofuscación es porque toca un nervio. Pero en la historia argentina hay muchísimas cuestiones que pueden discutirse en torno del pensamiento nacional: ¿No es Sarmiento acaso un pensador nacional? ¿O Echeverría? ¿O Lugones? Martínez Estrada se dedicó a pensar y encontrar aquello que define lo argentino (sin haberlo encontrado nunca, probablemente). Por eso, creo que es interesante poner a dialogar a Martínez Estrada con John William Cooke, a Sarmiento con Casullo. Cruzar esos hilos, que parecen un oxímoron, pero que son en el fondo la complejidad de la construcción de un tejido cultural. Que venga Juan José Sebreli, que venga Tomás Abraham, que venga Carlos Altamirano, que venga Horacio Tarcus, que venga Mercedes Marcó del Pont: kirchneristas u opositores son todos parte de la riqueza de eso que llamamos pensamiento nacional.
–¿Es posible que ese pensamiento nacional sea coordinado desde el Estado? ¿Es deseable tal cosa?
–No. No lo es. Pero no se trata de una coordinación en ese sentido, sino de generar los espacios, juntar a los que no se juntan, tener una mirada que reconozca el papel de la intención política y cultural, que reconozca la complejidad de las tramas. Desde ese punto de vista hay una coordinación, que significa por supuesto una mirada de la Argentina, que se abra a Latinoamérica. Pero no implica vigilancia, univocidad, restricción, ortodoxia. Obviamente, hay una mirada con significado político: yo soy secretario bajo un gobierno que tiene una línea muy clara, política e ideológica. Pero la secretaría quiere ser un ámbito donde se debata con amplitud y se genere una confluencia de miradas diversas.
–Desde la oposición se acusó a la secretaría de ser un aparato de propaganda electoral encubierto...
–La secretaría va a desarrollar actividades que son independientes de la campaña política, va a seguir con su programa y su calendario, sabiendo que la realidad argentina va a estar sacudida y atravesada por la demanda de lo político y sabiendo que, en lo personal, seguramente como tantos otros militantes o miembros del gobierno, quienes trabajamos acá estaremos metidos en ese debate político. No me imagino afuera de ese debate, pero no es que la secretaría tenga ningún objetivo o candidato en esa campaña, porque no es su rol. Así como hay ministros que son candidatos y eso no significa que Agustín Rossi o Florencio Randazzo pongan a sus ministerios a trabajar como una máquina electoral, lo mismo pasa con esta secretaría: no va a intervenir en la interna política, no es su misión y no está bien que lo haga. Lo que hagan los individuos que conforman esta secretaría es otro tema diferente.
–Ricardo Forster, como individuo, ha sido muy crítico de uno de los principales candidatos del Frente para la Victoria, Daniel Scioli. ¿No lo ve como parte del mismo proyecto?
–Scioli no me representa pero lo reconozco como un aliado que ha sido parte de esta historia del kirchnerismo. Una cosa es Scioli como parte de una política cuyo liderazgo ejercieron Néstor y Cristina, y otra es Scioli como un candidato a presidente, que no me parece que sea la mejor expresión de esto que ha sucedido en los últimos diez años en la Argentina y que se llama kirchnerismo. Punto. Tiene todo el derecho a presentarse como candidato, pero a mí me interesa que emerjan otras candidaturas.
–¿Existe, entre los otros precandidatos, uno que exprese de forma acabada el kirchnerismo?
–Me parece que eso sólo puede surgir en la medida en que haya una confluencia, un camino a recorrer en estos meses en el que distintos hombres y mujeres se postulen y que finalmente algunos de ellos, que representan lo mejor de este recorrido político, lleguen a un acuerdo para presentar una candidatura conjunta en las PASO que implique una perspectiva de continuidad de este proyecto. Creo que ésa es la única posibilidad de que haya una disputa en la que un sector que represente al kirchnerismo tenga posibilidades de triunfar en las PASO. Si cada uno va por separado, es casi imposible. Hay que trabajar por una confluencia de esas candidaturas.
–En esa lectura, dentro del Frente para la Victoria, ¿hay una facción kirchnerista y otra que no lo es? El peronismo, ¿qué rol juega en este escenario?
–Hay un sector kirchnerista y otro que yo llamaría sciolista. No sé bien qué representa Scioli. Peronistas habrá en las distintas ofertas de candidaturas del Frente para la Victoria, e incluso fuera de él. Es algo tan amplio que no creo que se encolumne detrás de un solo candidato. Creo sí que es necesario pensar en este momento de reparación y reconstrucción del peronismo que lleva el nombre de kirchnerismo, que expresa lo mejor de la tradición peronista y le ha dado una renovación necesaria después de ese peronismo que en los ’90 giró alrededor del neoliberalismo. La llegada de Néstor y el proceso histórico que se abrió le dieron al peronismo bajo el nombre de kirchnerismo una potencia inédita. Creo que la candidatura a la que aspiro representa eso: lo mejor de la tradición peronista, que intentó desafiar siempre el poder real en la Argentina. Espero que el postulante que emerja tenga esa genealogía y al mismo tiempo, como el kirchnerismo, sea abierto a recibir otras corrientes políticas e ideológicas. No me parece que haya que ir a buscar las soluciones a otro peronismo. El otro peronismo ha sido siempre conservador y funcional al establishment.
–¿La falta de un candidato “propio” es un déficit del kirchnerismo?
–No es sencillo en cualquier proyecto político basado en liderazgos fuertes producir ese traspaso de la figura del líder hacia otra emergente. Eso no significa que el kirchnerismo no pueda encontrar una alternativa, un buen candidato, que después puede o no ganar las elecciones de octubre porque en democracia nadie tiene la vaca atada, los electorados fluyen y no hay nada más difícil que sostenerse en el tiempo. El kirchnerismo siempre tuvo la capacidad de tomar riesgos. El desafío es responder a su ADN, que siempre ha sido no dejarse llevar por el posibilismo sino tomar riesgos.
–¿Qué sucede con ese ADN kirchnerista ante situaciones como la designación de César Milani al frente del Ejército o las denuncias contra las fuerzas de seguridad de las últimas semanas? ¿También forman parte de esa identidad o son una desviación?
–El kirchnerismo no es algo homogéneo o monolítico sino que es también un campo de disputas. Es inimaginable que una alianza o un espacio complejo como éste no tenga conflictos a su interior. Cuando fue el debate sobre Milani, yo quise explicar la diferencia entre la intervención de un organismo no gubernamental o de un intelectual que se coloca en una posición crítica, a la mirada del político que está al frente del Estado. Yo no defendí a Milani sino que quise complejizar esa cuestión. Creo que si el camino judicial pone en evidencia, a través de un procesamiento, la responsabilidad de Milani en crímenes de lesa humanidad, tiene que renunciar sin dudas. Respecto de los actos recientes de fuerzas de seguridad, yo firmé una solicitada muy crítica respecto del desalojo del barrio Francisco. También creo que no se puede pronunciar la palabra “extranjero” de una forma inocente, que hay que tener un cuidado inmenso porque detrás de esa palabra en la historia reciente hay mucha violencia y genera un núcleo de sentido muy peligroso. Y ése es un retroceso. Pero mientras el gobierno nacional, y quien conduce, siga manteniendo una política de ampliación de derechos y de tolerancia, hablamos de un problema puntual de un funcionario puntual que está equivocado y debería corregirse.

OSCAR UGARTECHE, EXPERTO EN FINANZAS MUNDIALES, SOBRE LA PELEA CON LOS BUITRES “Tendrías que estar chiflado para emitir hoy un bono en Nueva York”

Por Martín Granovsky
Economista, el peruano Oscar Ugarteche investiga en la Universidad Nacional Autónoma de México y preside ALAI, Agencia Latinoamericana de Información. De paso por Buenos Aires, fue uno de los expositores en el encuentro de análisis sobre los buitres organizado por Clacso, Giges y Latindadd.
–¿Contra quién es la pelea con los fondos buitre?
–El marco es mundial. La Argentina es la metáfora del conflicto entre cierto sector del capital financiero internacional y los Estados soberanos. Y la muestra de que la arquitectura financiera internacional tal como está ya no sirve.
–¿Los buitres son una banda marginal del sistema financiero o pertenecen al corazón de ese sistema y parecen marginales por su estilo?
–Las formas agresivas del capital financiero se expresan mejor en este tipo de fondos, que podemos llamar fondos de cobertura. NML Elliott, en particular, es solo uno más en el sector de punta del capital financiero internacional. Es su sector más dinámico, con intervención en commodities, en monedas, en aseguramiento de créditos, en seguros de default... Estos fondos actúan de un modo menos elegante que los demás. Compran los papeles de la deuda cuando el país en cuestión ya arregló su deuda. Y compran un monto muy pequeño, pero la rentabilidad calculada es de un 1600 por ciento. No está mal ese margen para un negocio, ¿no?
–Aunque sean diez años.
–Aunque sean diez años, sí. El punto es que esa rentabilidad se extrae con coerción, más que cobrada. El caso más dramático fue el del Congo. Un país inmensamente pobre al que estos miserables le practicaron hasta trabajos de inteligencia como mínimo privados y no sé si también mixtos, público-privados, chantajes, cambios de legislación, cargamontones...
–Traducido del peruano al argentino sería patoterismo.
–Si exageran con esa forma, deslegitimarán el dólar como moneda de crédito, las cortes de Nueva York como sitios de resolución de conflictos de crédito y los mecanismos de refinanciación de deuda. O sea que no le dispararon a la Argentina sino a la médula de cómo opera el complejo financiero internacional. Es muy serio. No solo trataron de dañar al país sino que lograron dañar las propias tripas.
–¿Por qué lo hicieron? ¿Son suicidas?
–En la falta de escrúpulos olvidaron un detalle: si tú le cobras al último deudor y el juez falla que la cobranza a favor del último acreedor puede ser diferente que la del primero, sentará un precedente peligroso. La violación del principio de pari passu es precisamente eso: “Al primero le pago cinco y al último cien”. ¿Por qué los demás no te van a pedir el cien? Si un fondo buitre gana un juicio así, en el momento de ganar invalidará todos los mecanismos de reestructuración de la deuda de los últimos doscientos años.
–¿Los fondos buitre ignoran esos doscientos años por qué motivo?
–Es una parte no calculada de su acción. No creo que a Elliott le interese deslegitimar el dólar como la moneda de crédito internacional y a Nueva York como el centro jurídico para operaciones financieras. Pero ya lo hizo. De ahora en más, cualquier gobierno pensará tres veces dónde emitirá el bono. Si eres sudamericano, tendrías que estar chiflado para emitir en Nueva York. Emitirás en Londres, en San Pablo, en Buenos Aires... Donde sea.
–Sin embargo, un país puede llegar a la conclusión de que no le conviene emitir deuda en Nueva York pero podría suceder que la correlación de fuerzas le impida tomar una decisión conveniente.
–Ahí juega la ideología. Pero hablando de política real y de finanzas reales, el que toma prestado tratará de reducir su riego lo más posible. Es fundamental disminuir el riesgo de que operen estos agentes.
–Decías antes que los fondos buitre se meten cuando ya hay un principio de solución de la deuda y no antes.
–Así pasó con Perú, con el Congo, con Panamá, con Ecuador y con Brasil. Compraron cuando los Estados habían entrado en el Plan Brady.
–El Brady también contemplaba una quita.
–También era parte de los doscientos años de historia. Un banco agente compra todos los papeles sueltos en el mercado, se los entrega al Estado y canjea unos bonos por otros. En el caso del Perú, cuando el banco elegido, el Swiss Bank, le entrega al Estado el paquete de la deuda, quedaron fuera cuatro instrumentos que sumaban veinte millones de dólares. Los compraron a precio vil, al cinco por ciento de su valor. Una pregunta es ¿cómo supieron que esos cuatro instrumentos existían? Otra pregunta es: ¿por qué no entregó el Swiss Bank esos cuatro papeles que obligarían al pago junto con los otros 3984 que sí entregó? La tercera duda es sobre los tiempos. Perú todavía estaba en el período de quince días que va del cierre del swap a su finalización. Sin embargo, no se presentaron en esos quince días. El resultado es que luego esos cuatro papeles fueron llevados a la Justicia y comenzó un juicio contra el Perú por el monto íntegro del valor nominal de los papeles más todos los intereses acumulados desde 1983. El juicio terminó quince años después, en 1998. Habían pagado diez millones de dólares. Cobraron 166 millones. Magnífica rentabilidad. La manera en que lograron cobrar fue luego de embargar las cuentas peruanas de los bancos. Usaron el sistema Swift. Como era un monto pagable, el Estado peruano pagó, aunque tuvo que hacerlo tras operaciones de coerción. Los abogados designados por el Perú hicieron todo lo posible por argumentar que el fondo había comprado los papeles con la finalidad de enjuiciar al Perú para cobrar. En su defensa, ellos dijeron que habían comprado para cobrar y no para enjuiciar. Ridículo: no se puede cobrar sin juicio. Pero bueno... Así desvirtuaron el principio Champerty. Surgió de la jurisprudencia neoyorquina y dice que una deuda comprada con la finalidad de enjuiciar al cliente para cobrar de mala manera no debe ser respetada. En algunos casos de países africanos la Justicia aplicó ese principio y en otros casos no. Dependía de los montos en juego. Paul Singer logró que la Justicia dejara de lado el principio Champerty.
–La etapa decisiva del juicio fue contra el gobierno de Alberto Fujimori convertido ya en dictadura. Argentina es una democracia que renegoció la mayoría de su deuda ¿Los fondos distinguen políticamente sus blancos?
–Su objeto es hacer dinero. Si el juicio escala puede entrar la política, porque entonces buscan penalizar a alguien argumentando que hizo algo que a ellos no les gusta. Como Singer pone los abogados, los inversionistas aportan cada uno de los amicus curiae ante la Justicia para que declaren a favor de los buitres. Allí también actúan funcionarios del Departamento de Estado. ¿Por qué? ¿Por dinero propio o por mandato del Departamento de Estado? Y si actúan por mandato, ¿cuál es el mensaje? Tal vez sería que el deudor no se olvide de las cortes neoyorquinas en la solución de problemas de deuda. No olvide que el dólar es la moneda de contratación. No olvide que si no se porta bien pasan estas cosas. Mi impresión es que con el Perú el mensaje era éste: “Recuerden que su deuda estuvo impaga durante 16 años. Es un período muy largo y no lo aceptaremos”. En el caso argentino el metadiscurso es aún más complicado.
–¿Cuál sería?
–“No nos gusta lo que ustedes están haciendo.” En la prensa internacional sale una parte de la realidad, como la inflación, pero no qué hacen los buitres. Un artículo miserable de The Economist dijo que la Argentina tenía problemas de deuda. Mentira. Lo que tiene la Argentina es un juicio llevado de mala manera.
–¿Cuál es el destinatario del metamensaje?
–El universo. Ecuador salió corriendo muy rápido y pagó toda la deuda suelta con los buitres. Liquidó el tema antes de que reventara.
–¿Hizo bien o hizo mal?
–No lo sé. Sé que tomó el mensaje y resolvió el tema cuando pudo. Era poco dinero. Pero el mensaje también estaba dirigido a España, a Italia, a Grecia, a Portugal, a Irlanda: No se les ocurra seguir el camino argentino de reducción importante de saldos. La Argentina de hecho termina jugando en la cancha europea. El de Ecuador fue un caso de realpolitik. Decidieron no perder tiempo ante un costo tan insignificante. No tenían los ecuatorianos el problema de la Argentina, de que el 92,4 por ciento de los bonistas reclamara por un arreglo.
–El Congreso peruano investigó ya hace más de diez años la cuestión de los bonistas y a Singer.
–Tuvo contactos con el banco agente del Perú que hacía las operaciones para el canje del Plan Brady, con abogados peruanos de influencia en el Estado y, pensamos, aunque nunca lo logramos demostrar, con inversionistas peruanos. Singer se conecta con el Departamento de Estado, el del Tesoro, la gran banca y la prensa. Y naturalmente con el Fondo Monetario. La gran prensa termina haciendo campañas de desinformación y así alimentan a los jueces. Si el juez lee seguido que el grueso de la deuda quedó impaga, algo terminará reteniendo.
–¿Para qué le sirve a Singer su influencia en el Congreso ganada por medio de las donaciones de campaña?
–En primer lugar, para conseguir legislación útil a sus propios intereses. Como quienes controlan el Congreso son los republicanos, les ponen la plata a los republicanos. Si fuera al revés les pondrían el dinero a los demócratas.
–¿Qué relación tiene esto con la arquitectura financiera internacional?
–Trabajé ocho años en un libro que acaba de salir en la UNAM. Logré aprender que los cambios se producen cuando los niveles de riesgo ya no los resuelven las instituciones existentes y entonces hay que crear nuevas instituciones. El juicio contra la Argentina hizo visible que no funcionan ni para una parte de los banqueros. Para George Soros, por ejemplo. Y el juicio se produce al mismo tiempo que surgen fenómenos como la creación del banco de los Brics y su fondo de estabilización. ¿Habrá un clearing que sustituya o complemente el sistema Swift? ¿Nuevos mercados donde emitir los bonos? ¿Otra jurisprudencia? ¿Otros sitios para la solución de las controversias? ¿Una nueva apelación a la Doctrina Drago?
–Pero la Doctrina Drago de 1902 hablaba contra la posibilidad de cobrar las deudas mediante la presión bélica y la guerra.
–Por eso hablé de una nueva apelación.
–Todas las preguntas dan la sensación de preguntas retóricas. ¿Debo suponer que la respuesta a cada una es afirmativa?
–Claro, mi respuesta es sí. Sí podemos hacer un gran cambio en la arquitectura para reflejar mejor la estructura de poder global.
martin.granovsky@gmail.com

Acerca de Relatos Salvajes: ¿una ficción kirchnerista?

"Vuelvo al comentario y posterior nota de Martín Rodríguez ¿Se refiere Martín al clima social que remite a la tipificación cuasi sociológica de crispación, de clima de tensión social en medios, en discusiones, familias, amistades? Digamos, ¿la micro-crispación cotidiana que se fogonea desde medios y estructuras políticas?".
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Por Conrado Yasenza*
Hace un par de semanas vi Relatos Salvajes. La disfruté intensamente. Mucho antes había escuchado en Radio Nacional un comentario de la película que realizó el periodista y poeta Martín Rodríguez, cuya argumentación se centraba en que como el menemato tuvo sus ficciones, Relatos Salvajes, de Damián Szifrón, constituía el film que mejor ficcionalizaba al kirchnerismo. Luego leí una nota suya escrita para la Revista Panamá (Kirchnerismo Salvaje) en donde ampliaba la idea.
Películas anteriores como las de Albertina Carri (Los rubios, 2003) y Santiago Mitre (El estudiante, 2011) podrían ser interpretadas como intentos de construcción de sentidos políticos que dejen constancia de una época, en un caso,  desde el documental que reformula los postulados del documental político (Los rubios) y plantea el dilema de un pueblo que se busca pero que no está, y en otro, el de la ficción (El Estudiante) donde se retrata un universo acotado (el mundo de la rosca política en las disputas por espacios de poder dentro de las facultades) pero que simboliza ese pasaje necesario como trampolín que facilitará el salto a la vida política pero ya en el campo de los “grandes escenarios” nacionales.  En todo caso se trataría de construir o ficcionalizar la idea de pueblo allí donde el pueblo no está. Deleuze escribió, con relación al debate cine político-cine moderno: “Resnais, los Straub, son innegablemente los más grandes cineastas políticos de Occidente en el cine moderno. Pero, curiosamente, no es por la presencia del pueblo, sino, al contrario, porque saben mostrar que el pueblo es lo que falta, lo que no está.”
Quizá la ficcionalización de esa ausencia, de aquello que falta, sea el hilo conductor de la serie de historias – que comienzan y concluyen – a través de las cuales Szifrón nos acerca al abismo de la crispación contenida en los pequeños y cotidianos actos de “la gente”, de ese pueblo que falta o que se debate en la simplificación binaria de un espíritu de época que busca consolidar un sujeto histórico movilizado, organizado y en estado de alerta.
Pero así y todo, no logro, quizás por la invisibilización de los bordes en las costuras entre cine y política en estos tiempos, unir la idea que desarrolla Martín Rodríguez sobre la noción referida anteriormente: la película hace kirchnerismo, describe una época, ficcionaliza el relato kirchnerista. No logro interpretar cómo la ficción interpela y representa un clima de época en el que un ordenamiento político nos desea infelices, desmembrados, quebrados o intensos. No logro establecer los puentes entre la tensión salvaje de seres que han sido humillados, vulnerados, estigmatizados o engañados en sus universos personales, con la construcción de una épica que hace de la memoria y de la pertenencia a una organicidad político- partidaria, la apelación rememorativa a aquel pueblo organizado y militante, como lo ha propuesto el kirchnerismo. Tal vez se pueda avizorar algo de ello en la extrema tensión que viven los personajes de la historia representada por Leonardo Sbaraglia, ese personaje típicamente menemista que verbaliza desde su superioridad económica el arquetipo de la crispación, el “negro de mierda”
Pero vuelvo al comentario y posterior nota de Martín Rodríguez ¿Se refiere Martín al clima social que remite a la tipificación cuasi sociológica de crispación, de clima de tensión social en medios, en discusiones, familias, amistades? Digamos, ¿la micro-crispación cotidiana que se fogonea desde medios y estructuras políticas?
¿Se refiere a una suerte de violencia contenida ante las contradicciones aparentemente solapadas entre clases/capas que se inflama ante la cercanía del más tenue calor conversacional? No logro progresar en la idea de un Estado energúmeno que imita las conductas de jacobinos invocando su derecho a un día de furia
Ahora, lo que sí pude ver (lo expreso con humildad, tratando de entender una muy interesante idea) en la narración, es cómo flota esa latencia que hace chocar de frente los intentos de promover una organicidad política donde El Estado y sus herramientas provoquen a los individuos a la resolución de conflictos que el mismo Estado propone como desafíos colectivos.
En cuanto a un Estado energúmeno me parece hasta lineal la crítica al Gobierno de la Ciudad, y allí lo que quería decir antes: Veo cómo en la película se respira la latencia de la que hablaba, es decir, creemos que hemos dejado atrás los 90, con su individualismo y crítica a un Estado elefantiásico y agresor, pero los aires neoliberales están allí nomás, a la vuelta de la esquina, en un cordón despintado, en una cola para pagar multas donde la gente se queja porque quien reclama lo justo les hace perder tiempo; donde hay que relajarse para no infartarse y disfrutar de los nietos o viajar en un yate por el mundo; el menemismo que se avizora en una fiesta que termina como terminó el 2001. En ese sentido es que veo la película como más cercana, y forzando la interpretación de una película y un director que no sé si se propone lo que aquí se analiza, a una crítica a los años del individualismo extremo y la fiesta que se sabía ficción.
Allí sí lo intenso, lo salvaje, lo desmembrado; la acción individual sobre la resolución colectiva. Una alarma que suena y no nos deja seguir en el sueño aletargado por el cual creemos que los noventa, el neolineralismo y su ferocidad, su salvajismo, han sido dejados atrás. ¡Un alerta! Y allí el desafío hacia el kirchnerismo, es decir, la intensa labor de persuadir para lograr la consolidación y profundización de un proyecto político que busca, no sin contradicciones, un Zeitgeist aún dentro de los límites del capitalismo y su versión salvaje, la globalización financiera.
En cuanto a la película en sí misma, como lo dije al comenzar esta columna, la disfruté con intensidad. También disfruté, hace años, El Fondo del mar, ópera prima de Szifrón (qué loco, un relato kirchnerista que aludía a en dónde nos encontrábamos en el 2003 y que ligaba con ese cine de vanguardia con pocos espectadores a la vez).
Tal vez el cruce de interpretaciones nos ofrezca la posibilidad de pensar cómo se ficcionaliza la voz de la justicia y la verdad, la del autoritarismo y la complicidad con el poder; la voz individual con la colectiva.

*Periodista. Director de la Revista La Tecl@Eñe

EL PAIS Polleras

Por Horacio Verbitsky
Con gorra de alguna de las fuerzas de seguridad y atuendo deportivo que puede confundirse con el uniforme de fajina del militar que le gustaría ser, el médico Sergio Berni, quien también dice ser abogado, se multiplica, a cualquier hora del día o de la noche. No teme a nada ni nadie, y menos que nada al ridículo. No está en discusión su entrega a la tarea, sino su legalidad, su eficacia y su compatibilidad con el proyecto político que integra. Su principal recurso discursivo es la descalificación del antagonista. Si Aldo Rico decía que los soldados no dudan, porque la duda es la jactancia de los intelectuales, Berni sostiene que no filosofa sobre seguridad porque está todos los días en la trinchera. Así explicó su inasistencia al Encuentro Federal por una Seguridad Democrática y Popular en el Salón Azul del Congreso, del que sí participaron los diputados nacionales Andrés Larroque, Horacio Pietragalla, Remo Carlotto y Jorge Rivas; los precandidatos presidenciales Agustín Rossi, Julián Domínguez y Jorge Taiana; el Secretario de Justicia, Julián Alvarez; los titulares de la Anses y de la Sedronar, Diego Bossio y Juan Carlos Molina; el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda; organizaciones sociales y de Derechos Humanos y familiares de víctimas de la violencia institucional. Hace dos semanas, Berni interrumpió con virulencia a la periodista Cynthia García, un femenino que cuestionaba la represión a los trabajadores de Lear: le dijo que la Gendarmería actúa “constitucionalmente” porque “las rutas son para circular”, ignorando la vasta jurisprudencia sobre la jerarquía de derechos en conflicto, que privilegia la libertad de expresión, como queda claro en los proyectos de regulación que a pedido de CFK se están discutiendo en la Cámara de Diputados. La desafió a que lo acompañara a las cuatro y media de la mañana cuando hubiera un corte y probara a desalojarlo de otro modo. Cuando ella replicó que no era su función, Berni la desdeñó: “Esto no es una cuestión de intelectualidad, esto es sentido común”. Esta semana intentó aplicarle el mismo esquema a Marcelo Longobardi, un masculino que desdeña quedar a la izquierda de Berni. El periodista dijo que los alumnos de una escuela de Villa Lugano llevaban dos semanas sin clases porque nadie les garantizaba la seguridad: “Usted dice conocer la villa pero yo sólo lo veo jugando al golf. El que está en el barrio, con los pies en el barro todos los días soy yo”, le contestó. El ex columnista de la Escudería Hadad, hoy en el Grupo Clarín, tiene más claro que Berni quiénes dan las órdenes y quiénes las obedecen, y lo puso en su lugar con un desplante al tono: “Yo voy a jugar al golf todo lo que se me canten las pelotas, ¿estamos claros?”. Pero además de mostrarle quién la tiene más larga expuso un razonamiento impecable: un ciudadano hace lo que quiere con su tiempo libre pero el trabajo del funcionario es “garantizar que haya clases”. Siguiendo el ejemplo de su admirado ex carapintada Rico, Berni arrugó ante Longobardi y luego de la tanda le pidió perdón. Después de dos días defendiendo al coronel Galeano, justificó su despido, decidido por Cristina. Cuando la última semana le preguntaron por mi nota “Muchos Machos Malos”, se escondió debajo de las polleras de Francisco: dijo que no discute con alguien que “también ha dicho cosas del Papa”. Un hombre de acción.

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Pino Solanas y su discurso para la gilada, por Eduardo Di Cola

Reflexión del ex diputado nacional sobre el dirigente de Proyecto Sur.
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Por Eduardo Di Cola
Las contradicciones de los opositores  son evidentes en aspectos centrales. No acordaron en cuestiones sobre los que deberían coincidir si es que realmente tienen una visión cuanto menos parecida de modelo de país.
Se opusieron al gobierno y a su vez marcaron diferencias entre sí en proyectos en los que la ideología forma parte de la variable esencial en la toma de decisiones. Entre muchos otros retumbaron por sus contradicciones en la estatización de AFJP e YPF, Matrimonio igualitario, reforma de la carta orgánica del BCRA, ley de medio audiovisuales, ratificación transferencia del Subterráneos a la ciudad de Buenos Aires, declaración de interés en la fabricación de papel para diarios, etc.
No coincidir en estos asuntos implica estar identificado con idearios que llevan a transitar la política por veredas diferentes. Legítimo desde  cada uno, resulta absolutamente incoherente pensado en términos de alianza entre ellos.
Curiosamente las discrepancias no terminan allí. Llegan al extremo de al mismo momento, en tiempo real disentir consigo mismo.
Un ejemplo es el protagonizado hace unas horas por el Senador Pino Solanas. Duro  desde el discurso en contra de las leyes de Pago Soberano de Deuda y de Abastecimiento, a la hora de comprometer su voto nada  tuvo que ver con lo que momentos antes había afirmado desde su banca. En la de Pago Soberano se abstuvo y en  el de abastecimiento, tan resistido por un sector del empresariado al que Pino Solanas acompañó, directamente se ausentó. No estuvo.

Más allá de la valoración que hagamos, está en el marco de la  libertad de los legisladores fundamentar en un sentido y votar en otro distinto. La misma libertad que nos asiste de poner en evidencia las incoherencias que surgen de sus propias actitudes. En términos futboleros el discurso de Solanas resultó para la tribuna … o para la gilada. Fue una mentira.

Alquilar en una villa porteña: entre 800 y 2000 pesos

Jonatan Baldiviezo forma parte del Observatorio de Derecho a la Ciudad. En esta charla analiza la situación de los alquileres en los asentamientos de la Ciudad. "La urbanización debe contemplar la situación de los inquilinos, no solo de los propietarios", asegura.
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Por Enrique de la Calle
APU: ¿Cómo ve la problemática de los alquileres en Ciudad de Buenos Aires?
Jonatan Baldiviezo: Se puede analizar haciendo una doble distinción: el mercado formal e informal. El segundo, es el que caracteriza a las villas y asentamientos. Hay que tener en cuenta que la población en villas aumentó un 100% en estos años. Hoy viven casi 300 mil personas. Si el mercado inmobiliario es un problema en toda la ciudad, en el sistema informal se agrava porque los inquilinos tienen aún menos derechos: pueden ser desalojados de un día para otro, el alquiler aumenta de modo arbitrario, etc.
APU: ¿En el sistema formal la situación también es preocupante?
JB: Ha adquirido notoriedad en los últimos años. Desde 2001 ha aumentado de forma exponencial la construcción de edificios y la población de la Ciudad se mantuvo estable. Sin embargo, la cantidad de personas que alquilan aumentó: pasó del 24 % al 30 %. Esto significa que hay muchas propiedades en pocas manos. Esto genera presión sobre el sistema formal de propiedades destinadas para alquiler.
APU: Con respecto al sistema informal: ¿Cómo funciona?
JB: Hay una especie de distinción de clase entre propietarios e inquilinos. Los primeros son los que llegaron hace años a ocupar los predios que hoy son villas. Fueron sus primeros ocupantes informales. Muchos de ellos ocuparon varias parcelas. Son algo así como “terratenientes villeros”. Después hay otros que construyen piezas en su propia casa y la disponen para alquiler. En ese mercado no hay ningún tipo de regulación. El inquilino está totalmente desprotegido. Además, en muchos casos se trata de viviendas que no están en condiciones para una vida digna.
APU: ¿Cuánto puedo costar un alquiler en la villa?
JB: Es muy variable, depende de la ubicación de la villa. Las que están ubicadas en las mejores zonas, como la 31, el precio puede ir de los 1500 a los 2000 pesos. En la Comuna 8, van desde los 800 pesos hasta los 1500.
APU: ¿Qué tipos de intervenciones debería llevar adelante el Estado?

JB: En primer lugar, hay que intervenir el mercado inmobiliario. Ni el gobierno macrista ni ningún otro gobierno de otra jurisdicción ha tenido la voluntad de intervenir este mercado. Hay una discusión si debe ser una ley nacional o local. Pero tiene que haber una regulación estatal. No alcanza con la construcción de viviendas. El Estado debe evitar por ejemplo que haya propiedades ociosas, como ocurre en Capital. En el caso de las villas, hay que regular el mercado informal y eso se debe hacer mientras se urbaniza. El macrismo quiere desconocer la situación de los inquilinos. Pretende urbanizar mediante la escrituración de propiedades y de ese modo no considera la situación de los que alquilan. Esa es una discusión que se está dando ahora: qué significa la urbanización de las villas.