Entrevista a Ricardo Forster, titular de la Secretaría de Coordinación
Estratégica para el Pensamiento Nacional. "Nos interesa la puesta en discusión
en términos de una convocatoria amplia, pero que sepa de las disputas y de los
distintos proyectos que atraviesan y han atravesado la historia del país".
Por Juan Ciucci
APU: ¿Cuál es el objetivo de la creación de la “Secretaría de
Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional”?
Ricardo Forster: La Secretaría, como ya es de público conocimiento, es algo
original, inédito. No está basada ni tiene como antecedente ninguna otra
secretaría o ministerio, ni de Argentina ni de otra parte del mundo. Se estuvo
construyendo un imaginario un tanto extraño, parentescos con Venezuela o Cuba y
esas cosas. La Secretaría nació como proyecto de creación del Ministerio de
Cultura, fue una decisión presidencial. Sus objetivos tienen que ver con generar
condiciones, multiplicar el debate de ideas; que sea capaz de recorrer hacia
atrás y hacia delante las tradiciones argentinas, que pueda hacerlo de una
manera plural, democrática, federal.
Nos interesa mucho pensar la Argentina y América Latina no desde una visión
parcial, unívoca o centralizada geográficamente, sino que sea capaz de escuchar,
de ver y de hacer partícipe a esa pluralidad de experiencias, voces y
tradiciones que conforman la territorialidad del país y, sin ninguna duda, una
región en la que se inscribe fuertemente Argentina como es América Latina.
También nos interesa muchísimo poner en juego voces relevantes, pero también
voces olvidadas de las grandes tradiciones político-ideológicas de nuestro país.
Me parece interesante discutir a Lugones o a Ingenieros, pero también a
Milcíades Peña y a Silvio Frondizi. Me parece interesante recorrer historias que
tengan que ver con tradiciones anarquistas o figuras que fueron muy
significativas, pero que hoy, de algún modo, no tienen esa centralidad, como
puede ser la trilogía de dirigentes obreros que encabezó “El Cordobazo”: Agustín
Tosco, Atilio López, René Salamanca, tres tradiciones políticas sindicales que
confluyen dentro del Cordobazo. También la discusión abierta, crítica, discutir
desde otra perspectiva el revisionismo, las tradiciones liberales, pensar y
abrir el debate sobre Sarmiento y Alberdi; enfrentarnos a voces muy potentes y
polifónicas de las tradiciones intelectuales contemporáneas: David Viñas,
Nicolás Casullo, Pancho Aricó, León Rozitchner, Oscar Terán. Ser capaces de
invitar a hombres y mujeres que intervengan desde lo académico, lo político y lo
cultural.
Dentro de los múltiples programas y actividades que está planteando la
Secretaría, uno muy significativo se va a llamar “Los Frondizi”: esto es, tomar
a Arturo, Silvio y Risieri. Esto te permite una pintura muy amplia de las
tradiciones político-intelectuales argentinas y te muestra los debates y las
tragedias, sobre todo este año en el que se cumplen los 40 años del asesinato de
Silvio Frondizi por parte de la “Triple A”. Está pensado un “Encuentro Marechal”
para marzo del año que viene con característica nacional e internacional. Hay un
programa que va a trabajar el “diálogo Latinoamérica-el Atlántico”, con
españoles, franceses, griegos, acerca de lo que está sucediendo en el debate
político de la Europa actual y el modo en que se están planteando en América
Latina novedades en relación a la disputa por la hegemonía neoliberal. Uno de
los ejes de la Secretaría va a ser lo que llamamos: “Los foros hacia la nueva
independencia”, con la idea de que confluya en un congreso
nacional-internacional y latinoamericano, en julio del próximo año.
APU: Esto sería una especie de deuda del Estado, pero, al mismo
tiempo, es el Estado el que va a erigir el discurso desde la Secretaría. ¿Cómo
se analiza, desde este lugar, el papel del Estado?
RF: El Estado, obviamente, es el Estado del conjunto de la sociedad, pero, a
su vez, sabemos que es un espacio que tiene que ver con las disputas al interior
de la vida democrática, con la construcción de aquellos gobiernos legitimados
democráticamente que imprimen sus políticas en la acción del Estado. Un gobierno
que se ha legitimado democráticamente y que ha planteado a la sociedad políticas
de las cuales el Estado es el instrumento decisivo para llevarlas adelante.
Dentro de esas políticas está lo que yo llamaría "la ampliación de la
democratización del rol del Estado" a través, por ejemplo, de la creación del
Ministerio de Cultura y de un aumento exponencial en la inversión en cultura,
como en su momento fue la educación.
Si el Estado no interviene en la dimensión cultural, estamos en problemas
porque sabemos que así es el mercado, así es la lógica de la rentabilidad. Si es
el factor empresarial el que determina la vida cultural de una sociedad, la
cultura queda disminuida, achicharrada y es un gesto de resistencia de aquellos
sectores que, pese a todo, seguirán existiendo con hacer poesía, teatro, cine o
música, pero bajo la forma de la marginalidad. El Estado tiene un rol importante
para proteger, defender, generar las condiciones, no imponerlas, para que esa
multiplicidad de voces, de creaciones que pululan y se despliegan en el interior
de nuestra sociedad, tengan respaldo, apoyo. Eso permite que una voz poética, la
voz de un cineasta, de un dramaturgo o de un novelista o de un pintor que no
tiene acceso a los mercados de consumo ni su obra es mercantil en sí misma con
rentabilidad asegurada. Ahí hay que inscribir también la inversión del Estado en
una Secretaría como la que me toca dirigir.
Nosotros no vamos a reemplazar a las universidades que hacen un trabajo
extraordinario de investigación, docencia, organización de encuentros y de
congresos en múltiples temas que nos interesan como Secretaría cuando pensamos
la cuestión de lo político, las tradiciones ideológico-culturales, etcétera. La
Secretaría allí tiene la posibilidad de trabajar junto a las universidades y lo
vamos a hacer intensamente, pero, también, abrir el espacio a otras dimensiones
de debates de ideas en Argentina. Por ejemplo: vamos a desarrollar un núcleo
importante de actividades en Tecnópolis, un ámbito extraordinariamente potente,
rico y original que se ha creado estos últimos años y permite una relación con
una parte de la sociedad que, en general, tiene un vínculo más lejano con el
mundo de las universidades, de los congresos, de esos foros que se circunscriben
más a un espectro de la ciudadanía. Ahí tenemos la posibilidad de interactuar,
de intercambiar con todo un mundo popular bien significativo.
Los foros regionales buscan integrarse con las necesidades, los planteos de
los espacios geográficos en los que se van a realizar. No es una invasión de
porteños a la Patagonia o a Cuyo o al centro, sino que es un trabajo en conjunto
para ir generando estos debates que tengan que ver con lo regional y lo
nacional. Nos interesa la complejidad y la dialéctica de la tradición argentina,
y digo complejidad porque a veces nos sorprende descubrir en una obra, en un
pensador, los rasgos, deudas, matices, herencias de una tradición que no es la
suya; creo que eso es interesante ponerlo en discusión. Yo doy un ejemplo que me
interesa debido a una relación intelectual fuerte,y es la obra de Nicolás
Casullo que vincula a Sarmiento y a John William Cooke. Uno diría: “¿Qué tienen
que ver?”. Me interesa porque pensó la cuestión de la derrota en el exilio
mexicano, luego en gran parte de su obra final, el tema de la crisis de la
modernidad o aquel paradigma que definía cómo la revolución ha quedado a
nuestras espaldas, que era, en el fondo, una reflexión sobre la derrota a las
grandes tradiciones emancipatorias y lo que significa la derrota en el interior
de una reflexión política-intelectual. Entonces, el ve a Sarmiento como un
pensador de la derrota de la Revolución de Mayo. Piensa la derrota en términos
de lo que para Sarmiento significaba la matriz jacobino ilustrada, civilizatoria
de la Revolución de Mayo. John William Cooke es aquel que está pensando la
derrota del ’55 del peronismo.
Tenemos ganas de que la Secretaría genere las condiciones para generar
debates de esta naturaleza. Se ha conformado un equipo de historiadores muy
diverso y plural porque vamos a editar un libro que recoja una parte
significativa de los manifiestos y las proclamas político-ideológicas de la
historia argentina. Este es el espíritu de la Secretaría: publicaciones,
material audiovisual, foros generadores de gran parte de esto, encuentros a lo
largo del país. Estuve en Neuquén, La Rioja y Catamarca, este fin de semana en
Mar del Plata y seguirá el itinerario de encuentros abiertos a la comunidad y
encuentros con militantes del kirchnerismo: el calibre de lo político en este
contexto. Son distintas actividades que son parte del mandato de la Secretaría.
Somos portadores de una idea, no es un proyecto lineal ni cerrado, sino que es
un proyecto que se inscribe en las contradicciones, en las tensiones y en la
potencia de este momento argentino y, como tal, no nos interesa simplemente un
consenso vacuo, no nos interesa un pluralismo que se parece a una mesa de
gerentes de empresas. Nos interesa la puesta en discusión en términos de una
convocatoria amplia, pero que sepa de las diferencias, de las disputas y de los
distintos proyectos que atraviesan y han atravesado la historia del país.
APU: Algunas críticas apuntan a la existencia de otros organismos del
Estado con objetivos parecidos. Por fuera del kirchnerismo, ¿se sienten
vinculados con otras organizaciones de diferentes tradiciones políticas o
espacios académicos que discutan estas cuestiones?
RF: Yo creo que hay distintos ámbitos, sobre todo universitarios, revistas
que son ámbitos muy interesantes por los que ha pasado la vida
político-intelectual argentina y colegas, amigos con los que vamos a generar
debates a los que vamos a invitar a participar, tanto a amigos próximos al
proyecto kirchnerista como a otros colegas parte del campo cultural-político que
son críticos del proyecto kirchnerista. Con nombre propio, invitaremos a:
Eduardo Grüner, Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Juan José Sebreli, Maristella
Svampa, Hilda Sábato, José Luis Gargarella, Horacio Tarcus. Nombres que andan
dando vueltas hoy en los debates de ideas políticas en Argentina,
que tendrán distintos lugares referenciales para
discutir. Discutir la cuestión del país, de sus encrucijadas, en los distintos
ámbitos en los que se vaya desarrollando la Secretaría, sea en los “Foros hacia
una nueva independencia”, sea en un ciclo como el de “Los Frondizi”, o en
debates que aparecerán en otros ámbitos y en otras dimensiones. Trabajaremos con
universidades, como por ejemplo el “Foro de Resistencia” que se hace en el marco
de la universidad y seguramente otros foros, como el “Foro de la Patagonia” se
hagan en el marco de la “Universidad del Comahue”. Invitaremos a fuerzas
políticas de la oposición a participar de los debates en los foros, pero no es
que tenemos espacios en particular que son “amigos” con los que vamos a trabajar
centralmente, más bien vemos el territorio y, a partir de allí, vamos decidiendo
en función de la cantidad de variables cuál es el lugar más adecuado. A veces
son las universidades, a veces pueden ser otros ámbitos o espacios compartidos,
espacios culturales.
APU: El nombre de la Secretaría fue lo que generó, mediáticamente,
más ruido. ¿Cómo analizó el debate?
RF: Una cosa es la crítica valiosa e interesante que uno debe discutir y otra
cosa es la ignorancia mezclada con injuria, descalificación, estupidez. Son dos
cosas distintas. Yo puedo discutir con alguien que planteé una mirada crítica
respecto de la coordinación estratégica de la genealogía de una concepción o que
quiera discutir el concepto de pensamiento nacional o que quiera plantear un
oxímoron entre el nombre de la Secretaría y mi nombramiento. Yo lo puedo
discutir, vengan de la tradición del pensamiento nacional, porque hay muchos
críticos que incluso vienen del peronismo, o vengan de una tradición antagónica
o crítica del pensamiento nacional. A mí me parece que es muy interesante lo que
vaya haciendo la Secretaría como mecanismo de respuesta a ciertas críticas.
Después, la otra crítica, la crítica brutal que tiene un nivel de violencia
retórica que bordea la infamia: “es estalinismo”, “franquismo”; todas esas cosas
que se resuelven en una especie de alquimia de pensamiento único policíaco donde
todos los servicios de inteligencia del mundo, en sus peores formas, se
centralizan en una Secretaría. Ni siquiera merece una discusión, pero sí nos
interesa en el acto de poner movimiento a la Secretaría.
No nos interesa mostrar la búsqueda de consenso: “somos gente tan buena, tan
amable que vamos a invitar a todos”, eso sería una tontería, hasta hipócrita.
Nos interesa invitar a personas con densidad intelectual como para abrir un
debate que sea portador de incidencia sobre la vida política, social y
democrática de nuestro país, no es simplemente que nos hemos transformado
publicitariamente en ovejas, pero guardamos siempre la piel del lobo. La idea es
ser capaces de generar condiciones para un debate significativo y, también, para
que podamos expresar, en distintos ámbitos, la complejidad de la tradición
kirchnerista, el debate sobre el pensamiento nacional. No es cierto que esta
experiencia política pueda reducirse a una nomenclatura ideológica absolutamente
estrecha sino que es un ámbito de confluencia, de dialécticas muy interesantes
que hace que una persona con mi propia biografía intelectual política esté al
frente de una secretaría que se llama: Secretaría de Coordinación Estratégica
para el Pensamiento Nacional. Sería interesante que los que inmediatamente
salieron a una crítica se hubieran detenido un momento a calibrar la toma de
riesgo que significa también jugar con un nombre y con un nombramiento para
visualizar esta complejidad, esta suerte de trama diversa que también es el
propio kirchnerismo, ámbito de confluencias, de reunión, de tensiones, también
de disputas.
En el kirchnerismo puede haber quienes se sienten absolutamente absorbidos y
representados por una determinada tradición del revisionismo histórico y otros
que se reclaman como parte del revisionismo histórico no se sienten
representados por los primeros. El nombre de Rosas no le significa lo mismo a
uno que a otros. Incluso hay una disputa respecto del nombre del kirchnerismo en
términos de su relación con el peronismo y así podríamos seguir y con el
marxismo ni hablar, las izquierdas o lo que definimos como tradición nacional y
popular o la tradición de los diversos exponentes de las experiencias
cristiano-políticas de la sociedad argentina. No es lo mismo la tradición del
revisionismo ligado al catolicismo de los ’20 que un revisionismo de matriz
popular ligado a los sacerdotes tercermundistas. Todo eso tenemos ganas de
discutirlo sin prejuicios, sin moralina, sin bajada de línea, sino diciendo
“somos esto”, “pensamos desde este lugar”. Este es un equipo diverso también que
tiene distintas experiencias, no es un equipo monolítico, sería inimaginable,
tonto y poco valioso. Es un equipo diverso donde seguramente también nosotros
debemos tener distintas interpretaciones sobre muchas cosas, porque sobre Borges
o sobre Marechal no pensamos lo mismo.
Recién
estábamos discutiendo qué hacemos con Sábato, seguramente entre nosotros no
tenemos la misma visión de Sábato y así podríamos seguir.
A mí, casi por una cuestión de biografía
adolescente, la trilogía Moreno, Castelli y Monteagudo es parte de mitología y
puede ser que para otros el jacobinismo de la Revolución de Mayo les parezca
realidad o una de las grandes trabas para la construcción de una Argentina
popular democrática. Por ejemplo, a mi amigo José Pablo Feinmann, le decís
Mariano Moreno, jacobinismo y Revolución de Mayo y te dice: “Ahí no hubo
revolución, lo que hubo fueron abogaduchos tratando de imitar a los franceses”.
Esto lo vamos a discutir, es interesantísimo. Lo mismo podríamos decir de
figuras como Sarmiento o Lugones, ¿con qué Lugones nos quedamos, con el de “Las
hora de la espada” y la visión cristiano-fascista o el Lugones anarcosocialista
amigo de Ingenieros? Es tan rica la complejidad de la tradición argentina, sin
empezar a hablar de las tradiciones latinoamericanas: qué hacemos con Haya de la
Torre, Octavio Paz, Cardozo y la tradición de las corrientes que desde la
Economía y la Sociología pensaron la Teoría de la Dependencia, pero que en el
caso de Cardozo en los ’90, se convirtió plenamente en un neoliberal.
APU: Estamos en un momento particular del debate político en el
kirchnerismo, ¿cómo piensa la Secretaría en ese marco y los plazos para cumplir
con sus objetivos?
RF: Tenemos claro que nosotros, en la Secretaría, vamos a estar hasta el 10
de diciembre del 2015, ojalá que la Secretaría siga. Sabemos que los plazos son
acotados, tenemos un año y monedas para llevar a cabo una cantidad de
actividades y sabemos que muchas se van a cruzar con una disputa electoral
afuera y adentro del Frente para la Victoria y que algunos de nosotros
—
yo personalmente, he dicho públicamente y soy parte de un espacio
político cultural como Carta Abierta que ha tomado definiciones
—
no vamos a eludir eso, hablaremos en
primera persona, cada uno de nosotros no va a decir algo como Secretaría, sino
en términos de definición personal política. Como Secretaría vamos a tratar de
no quedar absorbidos por la lucha electoral política, sino seguir llevando
adelante una serie de actividades enriquecedoras para la vida cultural-política
argentina: los foros, las muestras, las ediciones deben ir caminando más allá
del ida y vuelta y los cruces que obviamente va a haber con la vida política
argentina, y seguramente después del 10 de agosto no será lo mismo depende de
quien gane la interna del FpV. Seguramente no será lo mismo, sería absurdo no
decirlo, pero vamos a tratar que la Secretaría que representa esta etapa del
Gobierno sea capaz de llevar hasta el último día un proyecto de trabajo
independientemente de quien gane las internas del FpV y, obviamente cuando
llegue octubre y se resuelvan las elecciones, veremos cuál es el escenario de
país que se abre, tanto como miembro de este gobierno, pero también como
ciudadano.