Entrevista. Lorenzo de Vedia. el padre Toto. Desde el año 2011 es párroco de la iglesia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la Villa 21-24, de Barracas. Al cumplirse, hoy, 40 años del asesinato del padre Carlos Mugica, recuerda el compromiso y coraje del cura villero y afirma que desde entonces “los curas de las villas son hijos de Mugica”.
¿Qué significa Mugica?
–Cuando lo mataron a Mugica yo era muy chico, tenía ocho años y, en 1984, cuando entré en el seminario estaba fresco todo ese tema de Mugica y las villas. Lo que más impacta de Mugica es ese valor y coraje que tuvo para comprometerse hasta las últimas consecuencias con la situación de las villas de ese momento. Se trataba de que la Iglesia fuera a los pobres. Él encarnaba un movimiento que existía en la Argentina y en América latina. Los curas de las villas son hijos de Mugica. Y nosotros queremos continuar esa obra en una coyuntura distinta, porque hay nuevas cosas.
–¿Te sentís heredero de Medellín y de Puebla?
–Sí, me siento heredero o hijo de Medellín y también de Puebla, que reafirma la opción de la Iglesia Católica por los pobres y los jóvenes. Uno creció escuchando todo eso. Nosotros, los curas que estamos en las villas, tenemos el privilegio de estar cohesionados, al menos en Buenos Aires. Quedó esa herencia de trabajar por los más pobres. Para enfrentar los desafíos actuales, porque hay cosas nuevas.
–Mugica vivió un proceso muy rico de crítica y autocrítica, porque rompe con la izquierda más radicalizada y con Montoneros y rompe también con la derecha de López Rega. ¿Cómo evaluás esa decisión?
–No le perdonaron que no aceptara cargos políticos y en el gobierno, otros no le perdonaron que no adhiriese a la lucha armada. Quedó con su compromiso real de sacerdote y cristiano. En la misma Iglesia fue muy complicado asimilar todo eso. Habló muchísimo de las opciones políticas, por el peronismo y por los pobres. El era una persona de la Iglesia, cuyas jerarquías no estaban de acuerdo con los curas de las villas. Costó mucho levantarse de eso. El no era un político, era un hombre de la Iglesia. El asesinato de Mugica fue un golpe duro para las villas.
“Mugica haría lo que hacemos nosotros en la actualidad en las villas”
–¿El padre Pepe y Bergoglio empezaron un trabajo diferente en las villas?
–Claro, Pepe abrió las villas a la Iglesia y a otros estamentos. Y por otro lado apareció otro señor llamado Bergoglio, que se empezó a arrimar, vio esa opción. Hoy el papa Francisco encarna esa Iglesia que quería Mugica, que queríamos muchos, más abierta, más misionera, cerca de los pobres y de los humildes. La Iglesia de la opción por los pobres. Mugica haría en la actualidad este tipo de trabajo que hacemos nosotros en las villas. Las comunidades organizadas en los barrios, en las villas.
–¿Cómo evalúas ese contexto de Mugica, el peronismo y ahora además un Papa peronista?
–Es una época distinta ahora. La opción por el peronismo fue clave en el contexto de Mugica. Recordemos que el peronismo venía proscripto e interpretaba los anhelos del pueblo, más allá de los errores. En este momento en el peronismo están todos (risas). Dicen que el Papa es peronista, sí seguro que lo es. Con el tiempo la Iglesia fue asumiendo esto. En los tiempos de Mugica los curas no vivían en las villas como ahora. Vivían en sus casas o en las de sus familias. Se acercaban a las villas, pero con el tiempo se fueron haciendo capillas y después parroquias. Después empezaron a vivir en las villas, que es la manera de tener una percepción genuina y más verdadera de lo que pasa en las villas. Mugica nos inspira para trabajar ante las nuevas situaciones que se presentan. Se mejoraron muchas cosas, pero hay otros problemas, como la violencia y la droga.
–¿Qué opinás de las miradas que se hacen desde afuera de las villas?
–Uno de los problemas que hay es el de los grupos que vienen como colonizadores de las villas. Y te dicen “vengo a enseñarte” o “quiero darte esto”, “incluirte”, etc. Todo muy simplista. Tenés que estar aquí adentro, con la gente. Porque de afuera no se puede tener una percepción amplia y exacta de lo que ocurre en las villas. Y Mugica debe estar contento porque la Iglesia tiene presencia en las villas. A Mugica lo siento como patrono. Y Francisco encarna la nueva Iglesia. Sé que falta un montón, pero se dieron pasos hacia adelante. Porque a veces parece que está la Iglesia oficial y la Iglesia de los pobres y eso no sirve, porque la Iglesia es una. La Iglesia jerárquica debe asumir como propio este trabajo.
–¿Cómo ves la Iglesia Latinoamericana?
–Uno tiene los límites del lugar en que está. En la conferencia general del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) de 2007, en Aparecida, Brasil, la redacción del texto final estuvo a cargo de Bergoglio, como arzobispo de Buenos Aires. De allí la idea de la conversión pastoral, que es la búsqueda del modo de llegar a la gente. En esa conversión pastoral aparece de vuelta la opción por los pobres. Se está dando una buena primavera de una Iglesia que hace de la opción por los pobres un tema importante. Siento que estamos mejor que antes en todo esto. Esa conversión pastoral no es tan fácil porque hay mucha gente prejuiciosa con las villas. No es que toda la Iglesia tomó consciencia de esto y tampoco la sociedad.
–En América latina hay varios gobiernos de izquierda o centroizquierda. ¿Favorecen las políticas contra la pobreza o la ayuda a los pobres?
“Hay que desterrar cierto aire colonizador en la mirada sobre las villas”.
–Siempre favorece cuando el Gobierno se hace presente en lugares de mayor pobreza. Hoy hay mayor presencia del Estado en las villas, pero todavía se tiene que ordenar mucho esa presencia, porque todavía hay que desterrar cierto aire colonizador. Es cierto que hay una tendencia de algunos gobiernos de América latina de acercarse el pueblo y lo favorece, pero esto no quita que haya muchas cosas por corregir.
–¿Qué ocurre con los gobiernos nacional y porteño sobre la ayuda que deben realizar en una Ciudad donde hay más ricos pobres?
–La verdad es que no es bueno que los pobres estén en el medio de las luchas políticas. Lo del gobierno autónomo de la Ciudad no está claro, porque creo que habría que trabajar en equipo y dejar de lado las diferencias y pensar en la gente. Tanto uno como otra administración ahora tienen más presencia que antes. Por allí con distintos estilos. Acompañan. Se tienen que complementar las dos administraciones. Por la salud de la villa, por ejemplo, tiene que ser una sola. Tienen que interactuar.
–¿Cómo se concreta la ayuda tanto de Nación como de la Ciudad?
–Hoy hay más trabajo desde adentro de las villas. Se ha dado un paso adelante bastante positivo. Con el tiempo esto se tiene que ordenar más. El Estado está. Pero creo que más que ayudar tienen que haber políticas públicas, que dé como resultado la famosa integración urbana.
“El concepto 'urbanización' de las villas es nefasto”.
–¿Qué significa la integración urbana?
–Hay mucha desintegración. En los ’70 se hablaba de erradicar las villas y hubo acciones en pos de eso. Pero también hubo resistencia a eso. Después se empezó a hablar de urbanización de las villas, pero había una trampa porque alguien venía y te decía “yo estoy urbanizado y te urbanizo a vos” y eso es nefasto como idea, porque se habla de la villa desde afuera, desde la lejanía, que es lo más fácil. Porque los medios vienen cuando hay algún quilombo. Lo correcto es hablar de integración urbana. Cuando se habla desde la lejanía vienen los prejuicios, porque no se conoce, porque nunca se vino a la villa. También existe la marginación y automarginación. Al villero le cuesta a veces sentirse seguro, por ejemplo, en el centro de la Ciudad. Se siente inseguro, totalmente. Al villero le cuesta ir a otros lugares que no sean de la villa. Tiene que haber una integración tanto de uno como de otro.
–¿Qué valores se ponen de manifiesto en la villa, teniendo en cuenta que hay gente de varios países limítrofes, del interior de la Argentina y personas que nacieron en Buenos Aires?
–Se pone de manifiesto una fuerte solidaridad, porque forzosamente el habitante de la villa tiene que interactuar con su vecino, para bien y para mal. Hay cosas de la villa que no trascienden. Hoy al tipo que lo agrediste, mañana le estarás cuidando a su madre en el hospital. Esto se da. Tampoco tenemos que tener una mirada romántica de la villa. La vida en la villa es más intensa y hay menor individualismo. En la villa se pasa de la fiesta al duelo en forma muy rápida. La gente pone de manifiesto las cosas más esenciales, pero también se mete el consumismo.
–¿Los medios tienen una mirada colonizadora de la villa?
–Creo que se da cuando hay pereza de acercarse al lugar. Sos de un medio de comunicación o trabajás para algún lugar del Estado, de un ministerio, y se mira desde la lejanía, se termina por distorsionar la mirada sobre las villas, porque no se conoce. Pasa cuando hay una decisión de no acercarse, de venir y estar. No es bueno ir a las villas como si fuera la vecindad del Chavo. Como si los habitantes de la villa fueran el Chavo, Don Ramón y la Chilindrina. Aquí hay sujetos históricos. Por supuesto que el gran problema es la falta de inclusión. Si un vecino de la villa llama una ambulancia, no viene; pero si llama el cura o desde la parroquia, sí vienen. Les tenemos que dar las gracias por venir, pero eso no tiene que ser así.
–¿Cuándo fue la última vez que hablaste con el Papa?
–Lo llamé diez minutos antes de que se fuera para el Vaticano. Lo llamé por un trámite, por una firma y me dijo: 'Hablame rápido porque en diez minutos me voy al Vaticano'. Se iba al cónclave y menos mal que lo llamé porque después no volvió. El Papa tiene una fe muy grande y una capacidad operativa muy grande. Tanto en lo masivo como en lo concreto.
–Cristina vino en marzo. ¿Cómo fue eso?
–Cristina nos llamó. Fue un honor que eligiese esta parroquia (de Caacupé). Fue un acto muy positivo. Antes nos había llamado Oscar Parrilli y nos dijo que no iba a haber discursos. Y entonces recordamos a Chávez.
“A la gente no le gusta que los políticos vengan a las villas como si fueran a un museo”.
–¿Qué otros dirigentes visitaron la Villa 21?
–Algunos pasaron para decir que trabajarían, muy decididos, y otros pasaron como parte de su peregrinaje electoral. Si se acercan, a las personas no les gusta mucho que vengan como si las villas fueran un museo.
–¿Existe un equipo de curas de las villas?
–Sí, aquí en Buenos Aires tuvimos la dicha de que trabajáramos organizados, de trabajar en equipo. Y Begoglio creó la Vicaría Episcopal de Villas, para llevar a cabo un compromiso profundo en el barrio. Todos nos reunimos y estamos en permanente comunicación entre nosotros, vamos charlando y hablando para diferentes casos. A la gente le da una satisfacción muy grande que la Iglesia esté presente, mientras que en otros lugares, como en algunas localidades del conurbano bonaerense, el sacerdote está más aislado, trabaja solo como un francotirador.
–Se nota que a la parroquia viene gente todo el día. ¿Qué ayuda pide?
–Aquí en la Parroquia de Caacupé parece una intendencia porque a veces vienen para lograr una disposición al diálogo en pos de la acción ante los estamentos que sean necesarios, y conseguir cosas por medio de nosotros. Otras, porque necesitan un medicamento o también por vacunas.
–¿Cómo es la situación de las escuelas en la Villa 21?
–Nosotros necesitamos más jardines de infantes. Dentro de la Villa 21 hay cuatro jardines y no son suficientes. Muchos pibes van a otros jardines de infantes que están afuera de la Villa, de los alrededores. Pero otros chicos no van a ningún lado porque no hay vacantes. También se necesitan escuelas primarias. A raíz del sistema de inscripción por internet hubo pibes que les tocaron jardines de infantes de Palermo y otros que les tocaron en Villa Devoto.
–¿Plantearon el problema ante el Gobierno de la Ciudad?
–Sí, hablamos con el ministro de Educación, Esteban Bullrich, para conseguir más jardines. Y nos dijo “estamos en eso”. Nosotros estamos atentos a esas necesidades, aunque no tiene que ser así, porque hay cosas que no dependen de nuestras manos.
“A la película Elefante blanco le faltó el pueblo”.
–En la película Elefante Blanco se muestran algunos aspectos de las villas. ¿Qué opinión tenés de esa película?
–Es una buena noticia de que se hiciera una película sobre las villas, porque las villas son ninguneadas, pero a esa película le faltó el pueblo. Le faltaron las personas. Los protagonistas no somos los curas ni las asistentes sociales. Allí se observan curas que andan con el gesto fruncido, como enojados. Y la verdad es que nosotros no andamos así, ni siquiera un rato del día. A la película le faltaron las personas concretas de las villas, los que cocinan, los que van todos los días a trabajar, los que hacen cola para tomar un colectivo o cuando vuelven a sus casas o cuando los chicos van a la escuela todos los días. La película tiene una visión muy antigua de las villas. En la vida de las villas los protagonistas son los mismos vecinos, y no tanto el cura o la asistente social que aparecen en esa película. Me parece que allí está el tema de la mirada desde la lejanía de que hablábamos antes.
“El paco es una manifestación de la exclusión”.
–¿Cómo se da la batalla contra el paco?
–Se la da acompañando a los pibes. Tenemos la Organización Hogar de Cristo, organizando centros barriales, para recuperar a los pibes. En el Bajo Flores y en Retiro también hay centros barriales. El Estado tiene los recursos para hacer eso y nosotros no los tenemos. Lo mejor es trabajar en equipo dando lo mejor que tiene uno para dar, en pos de atender esa problemática. Esos pibes que acompañamos después traen a otros. El paco es una manifestación de la exclusión y nosotros trabajamos para la inclusión. No se trata de ver sólo un simple adicto, sino que tenemos que ver a un ser humano. Hay que mirar el contexto de sus vidas para que puedan rehacer sus vidas.
La meditación de Mujica (1969). “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años tengan trece. Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro; yo me puedo ir, ellos no. Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas de las que puedo prescindir y ellos no.
Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no pueden hacerlo. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie hace huelga con su hambre. Señor, perdóname por decirles ‘no sólo de pan vive el hombre’ y no luchar con todo para que ellos rescaten su pan.
Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame. Señor, sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos. Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame”.
El sacerdote Carlos Francisco Mugica Echagüe nació en Buenos Aires el 7 de octubre de 1930. Fue hijo de Adolfo Mugica (fundador del Partido Conservador por el cual fue diputado durante el período 1938-1942 y canciller de Frondizi, en 1961), y de Carmen Echagüe, hija de terratenientes adinerados de Buenos Aires. Era uno de los siete hijos que tuvo el matrimonio. El sábado 11 de mayo de 1974, a las ocho y cuarto de la noche, y cuando Mugica iba a subir a un Renault 4, estacionado junto a la Iglesia de San Francisco Solano, en Zelada 4771, donde había celebrado misa, fue tiroteado por un individuo con bigotes achinados, que se bajó de un coche estacionado muy cerca. Ese personaje sería Rodolfo Eduardo Almirón, jefe de la lopezreguista Triple A. Cinco disparos de ametralladora le afectaron el abdomen y el pulmón. El tiro de gracia lo recibió en la espalda.
El tributo a la Patria Grande. “Acá estamos, en nuestra querida Villa 21, a los pies de la Virgen de Caacupé, en este Miércoles de Ceniza, iniciando el tiempo de Cuaresma, preparándonos para la Semana Santa, cuando renovaremos el gran regalo de la vida nueva que nos consiguió Jesús con su muerte y resurrección, unidos también a los que profesan otras creencias y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Somos el pueblo de Dios, hoy reunido también por el pedido que nos hizo la señora Presidenta rezando en el primer aniversario de la partida de Hugo Chávez.
En este mismo lugar celebró misa tantas veces el actual papa Francisco, en este barrio obrero, porción de la querida Patria Grande que sonaron nuestros mayores y la seguimos construyendo. Dios quiso bendecir al mundo con este Papa que llega desde el continente de la esperanza.
Los pueblos de América latina están fuertemente unidos por la fe que nos dieron nuestros mayores. Fe que también profesó Hugo Chávez y que lo llevó a soñar y trabajar por un socialismo humano y cristiano. Hoy agradecemos a Dios por el don maravilloso de la vida y por quienes la honran y la dignifican al ponerla al servicio de los demás.
Jesús nos invita a reconocer la igual sagrada dignidad de todo hijo de Dios, que toda la vida humana sea siempre defendida, que se destierre de nuestros corazones todo lo que atenta contra la vida.
Latinoamérica cuenta con miles de mujeres y hombres que a lo largo de la historia dieron y dan testimonio del amor a Dios con obras concretas. Otro hijo de nuestras tierras, San Alberto Hurtado, decía: ‘En nuestras obras, nuestro pueblo sabe que comprendemos su dolor’.
Iremos encaminándonos al Viernes Santo, cuando Jesús nos muestra que la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. Ojalá cada uno ponga lo mejor de sí mismo al servicio de la vida plena para todos. Hoy también pedimos por la paz. Sabemos que el ser humano es capaz de lo mejor, y de lo peor, de dar vida y de destruirla.
Tenemos el testimonio de mujeres y hombres que hicieron grandes hazañas por los demás, algunos son conocidos y otros no tanto. También existen tristemente quienes destruyeron vidas. Jesús nos enseña que el que es fiel en lo poco es fiel en lo mucho.
Las grandes acciones, buenas o malas, no se improvisan. Son el fruto de pequeñas acciones de todos los días. Pidamos al Señor que todos los días hagamos algo positivo por la Paz en el lugar que nos toca. Sabemos que el egoísmo y el individualismo, tan criticados por Chávez, muchas veces engendran violencia. Jesús nos llama a todos a ser apóstoles de la Paz.
Hoy también pedimos por la democracia en nuestros pueblos, que sea participativa y basada en la promoción y respeto de los derechos humanos. Que todos los ciudadanos seamos conscientes de nuestros derechos fundamentales y de nuestros deberes correspondientes.
Con la fuerza de la religiosidad de nuestro pueblo, arrancamos entonces esta Cuaresma, tiempo de oración y conversión. Queremos aprovechar este tiempo para avanzar en nuestro camino de conversión personal. Que haya también conversión en nuestro modo de encarar el compromiso social que a cada uno le toca en los distintos ámbitos.
Que Jesús, el Hombre Nuevo, nos impulse a cambiar la mentalidad y el corazón según sus enseñanzas y según lo que necesitan nuestros hermanos. Que la Virgen de Guadalupe, patrona de América latina, nos siga trayendo la protección del Dios cercano a los pobres y a los que sufren. Que así sea”.
Mensaje del Padre Toto en ocasión de la visita de la Presidenta a la Villa 21, el 5 de marzo de 2014.
*Presidente del Instituto Nacional de
Revisionismo Histórico Argentino e
Iberoamericano Manuel Dorrego.