lunes, 5 de mayo de 2014

Trabajo informal: esa deuda pendiente

Después de tres décadas de crecimiento, el empleo no registrado se redujo notablemente entre 2003 y 2008, donde pasó del 50% al 36%, del total de trabajadores. En los últimos años esa cifra se estancó. Los desafíos del Estado para enfrentar la problemática.


"Es patético que el Momo Venegas reniegue de la problemática de la informalidad laboral



Entrevista con la investigadora de CONICET, Julia Soul. El trabajo en negro en perspectiva histórica. Los desafíos del sindicalismo argentino ante el problema.
alt
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO: Le pediría una primera reflexión sobre el trabajo informal en la Argentina.
Julia Soul: En términos históricos, la cuestión del trabajo informal fue muy discutida en diferentes etapas, fundamentalmente vinculada con el trabajo rural y el domiciliario. En los 60 y en los 70 la discusión era si esa población era parte del “ejército de reserva” o era “masa marginal”. Es una discusión muy de época: determinar que adscripción de clase tenía un trabajador informal. Entendiendo por trabajo informal aquellos que no están inscriptos en una relación formal de empleo, cuya forma de remuneración no siempre es el salario. En ese contexto se discute en relación a un sector muy marginal en lo que hace al sistema productivo. Ese es un primer momento.
APU: Entiendo que desde los 90, con el crecimiento de la informalidad laboral, se actualizan esos debates.
JS: Sí, los trabajadores informales aparecen como cuentapropistas, vendedores ambulantes, producción doméstica para la venta de comida, productos cosméticos y de limpieza, y aparece en sectores de la producción como el textil y construcción. Ahí se presenta otra discusión: cuánto de este trabajo informal se puede convertir en formal a partir de la actividad sindical o las políticas estatales.
APU: En relación a lo sindical: ¿Por qué cree que los gremios no toman este tema en su agenda de reclamos? De hecho, estuvo presente de modo marginal en el último paro.
JS: Son varios motivos. El primero, es la relativa debilidad sectorial. No son sectores estratégicos de la economía los que ocupan trabajadores informales. En ese sentido, no son la base de sustentación del poder sindical. Después hay casos puntuales que tienen que ver con las posiciones de dirigentes. Es por lo menos patético que el Momo Venegas reniegue de la problemática cuando su gremio es uno de los que tiene mayores índices de informalidad. Incluso, además, cuando muchas seccionales de su sindicato trabajan con el Ministerio de Trabajo para avanzar en este tema. Es patético, oportunista. Después hay un elemento más estructural que tiene que ver con qué tipo de modelo sindical hay en el país. Es decir, que tipo de demandas y qué tipo de composición de la clase obrera representan las organizaciones sindicales. Siempre se ha dicho: son organizaciones fordistas, vinculadas con una época de pleno empleo, etc.
APU: Se podría decir eso en relación a la CGT, sea la oficialista o la opositora. ¿Qué ocurre en el caso de la CTA, a la que históricamente se la puede ligar con las demandas del sector informal? ¿Ha estado a la altura de la problemática? Pablo Micheli, que pertenece a la CTA, adhirió al paro reciente y no incluyó entre las demandas el trabajo en negro.
JS: Formo parte de ATE (gremio de estatales) y sí puedo señalar que esa demanda está presente en el accionar del gremio. Habría que hacer un análisis del paro, creo que había dos programas diferentes. Pero es otro tema. En relación a tu pregunta, diría que hay dos problemáticas, como el trabajo en negro y el precario, que están emparentadas pero que no son lo mismo. La CTA, desde su fundación, tuvo en cuenta esas problemáticas, de hecho afiliaciones de modo individual, para que puedan sumarse trabajadores en negro, precarios, desempleados, etc. Fue un intento de incorporarlos. A partir de ahí ha tenido menos éxitos en incorporar reivindicaciones de ese sector. Pero me parece que tiene también que ver con las propias características del sector. En relación al empleo estatal, sí ATE ha accionado para solucionar problemas ligados con el empleo precario.
APU: ¿Qué balance hace de la respuesta estatal? Da la sensación que hay un núcleo duro de trabajadores informales que el Estado no puede alcanzar con su accionar.
JS: Ha habido acciones de otros espacios estatales que pueden servir para enfrentar el trabajo informal en algunos sectores. Recuerdo una iniciativa del INTI para evaluar la estructura de costos del sector textil para identificar las razones económicas del empleo informal y a veces directamente trabajo esclavo. Lo que falta es una mirada integral para abarcar la problemática. La reciente decisión de bajar cargas patronales redunda en un perjuicio para los trabajadores, porque baja el salario indirecto, al reducir los fondos del sistema de seguridad social.http://www.argentina.ar/advf/imagenes/535e4f575fee0_800x520.jpg

"Una de las herencias del peronismo es la idea de que el turismo es un derecho"

Entrevista a Melina Piglia por su libro Autos, rutas y turismo. El ACA y el Estado (Siglo XXI). "Son todos sectores medios acomodados que se encuentran en esos espacios comunes donde comparten hábitos culturales, creencias comunes y eso produce un efecto de tranquilidad".
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFZtSx0x1gm6kxxp07IhPaCSI7tLIBu2f1zMeMPjhV4YK9Kq_UY48ooxZdKYjptboPa2rPZl1Ww-IUulRl3tfZZjl1iec2HJ_SxypfGvG2xcnhC16TZL_ScpW6TumJnA4i1BdmtRTW_YQ/s1600/url.jpg
Por Juan Ciucci
APU: Me interesaba arrancar con la relación entre el Estado y la sociedad civil, que está muy presente en el libro.
Melina Piglia: Esa es una de las cosas que más me interesan. No estuvo en el origen la elección del tema, yo empecé por una inquietud del turismo nacional y terminé en los archivos del ACA, encontrando este otro tema que me pareció apasionante, que es esto de la relación entre el Estado y la sociedad civil. Me parece que una parte de la democracia se construye ahí. Una parte tiene que ver con el sistema electoral y una parte tiene que ver con las formas en que una sociedad, cuyo tejido social se logra articular de forma densa en asociaciones de distinto tipo, puede interpelar al Estado, presionar al Estado. Imponer temas en la agenda, conformar la política pública, transformar unos temas frente a la opinión pública en problemas públicos que tienen que ser entonces atendidos por el Estado. Y me parece que ese es un tema que cruza, que puede cruzar toda la historia del Siglo XX. Me permite a mí pensar este período que a me interesa particularmente, que es la primera mitad del Siglo XX, pero también me permite reflexionar en términos del presente.
APU: Marca diferencias en las décadas que va trabajando, focalizando en el peronismo; donde hay cierta imagen construida de un Estado que avanzaría sobre la sociedad civil.
MP: Esa es una zona que se está empezando a pensar desde este costado: qué pasa con la sociedad civil durante el peronismo. Inicialmente habría una idea de un peronismo que avanza, que construye Estado. Primero que me parece que eso hay que matizarlo bastante, construye Estado en ciertos momentos y en otros momentos no es tan claro, porque en lo que yo miro, que es vialidad y turismo, específicamente en turismo, hay un momento de construcción de poder del Estado de decidir y un momento en que eso se va desmantelando. Porque hasta 1950 se centraliza en el Estado una serie de cuestiones que están más dispersas, están dispersas dentro de distintas agencias estatales, agencias que eran más autónomas y se vuelven menos autónomas.
Pero simultáneamente comienza a armarse la Fundación Eva Perón y comienzan a pasarse recursos que estaban en esa agencia centralizada a la Fundación Eva Perón, que no es el Estado. Que obtiene recursos del Estado y que tiene una relación muy cercana con el gobierno, pero que no es el Estado. Y tampoco es estrictamente la sociedad civil, está en una zona gris, digo yo. Y en esa zona gris está por fuera de las jerarquías burocráticas de los controles que implica, en buen sentido digamos, la burocracia. Entonces, me parece que hay y no hay construcción del Estado y esto mismo lo ve Karina Ramacciotti para el tema de salud en “La política sanitaria del peronismo". Hay una construcción en el Ministerio y después una descentralización en las Obras Sociales que le quita al Ministerio lo que le habían dado algunos años antes.
Por otro lado, había una idea de que avanza el Estado y retrocede la sociedad civil. Y tampoco es tan sencillo, ya hay nuevas articulaciones, los lugares que tradicionalmente se habían armado, de articulación entre corporaciones, otro tipo de Asociaciones civiles y el Estado se desarman, estos organismos mixtos como la Dirección Nacional de Vialidad, porque es Nacional; hasta cierto punto YPF no era un organismo mixto, pero tenía dentro representantes. Esto se modifica. Entonces esta representación institucional, esta presencia institucional va a desaparecer, pero no desaparece en las articulaciones de la sociedad civil, con el Estado. Y aparecen nuevas asociaciones civiles que van a tener fuerte vínculo con el Estado, porque los sindicatos pertenecen al mundo corporativo. Entonces, en todo caso, hay formaciones en ese vínculo que hay que analizar un poco más en detalle.
APU: De las propuestas que lleva adelante el ACA y el Touring Club para lograr socios, aparece la idea del turismo.
MP: El foco principal y primero son los caminos, digo el Touring Club se inspira en clubes europeos sobre todo, que buscan promover el turismo. Ellos dicen el turismo es un factor de progreso, un factor de civilización. Pero en la Argentina primero hay que hacer caminos, si no, no podemos hablar de turismo. Entonces la causa principal es la de los caminos, subsidiariamente la cuestión del turismo, pero primero los caminos y el facilitar la circulación de los automóviles, facilitar la motorización, que es vista como un proceso que trae básicamente progreso y civilización. Entonces, en función de eso, van a buscar darle forma a esto que son problemas nuevos, porque las máquinas son nuevas. Incluso, el uso de las máquinas, el uso de los autos generalizado también es nuevo. Entonces plantea un paquete gigante de nuevos problemas, que hay que construirlo como un problema que no afecta sólo a los automovilistas sino también a la prosperidad del país para que la opinión pública se interese y presione al Estado para que tome cartas en el asunto. Finalmente, en los años ’30, el Estado, sobre la base de una agenda que ya armaron los clubes en los años ’20, sobre la base de un consenso amplio, en el cual los clubes fueron fundamentales para articular ese consenso sobre cómo debería ser una política vial, es que el Estado va a armar esa política y les va a dar, además, un espacio institucional. Sobre todo al ACA, en los organismos que controlan esa política, que la están planificando y que la ejecutan (en los años ’30).
APU: Algo que también aparece es la filosofía del camping.
MP: El Touring Club busca teorizar sobre el turismo y sobre los caminos, el ACA tiene una mirada mucho más práctica y entonces, parte de esa mirada es promover prácticas nuevas, modernas, hábitos recreativos que incluyan al automóvil y que sean modernizadores de las costumbres. Uno de ellos es el camping que, por otro lado, es un elemento importante en una estrategia del club de ampliación de su masa de socios. Porque para tener impacto, además, en esta acción pública a la que el club se va a volcar en los años ’20, a favor del automóvil y del camino, hace falta tener muchos socios, para poder decirse “los representantes de los automovilistas”. Para eso tienen que tener muchos automovilistas, que son básicamente sectores medios, porque digamos si en 1910 hay un poco menos de 5.000 autos, en 1930 hay más de 300.000. Entonces, claramente el auto se ha difundido en sectores sociales nuevos, ya no son sólo las elites. Y a esos sectores hay que atraerlos con el discurso de “vamos a hacer acción patriótica”, pero además hay que darles servicios y esa es la vuelta que le encuentra el ACA. Uno de esos servicios es: “usted puede ir al camping del club”, “usted puede usar el auto para fines recreativos”, usando los pocos caminos que hay alrededor de la ciudad para ir a lugares que van a estar acondicionados. En el contexto de una época en la que se ve el tema de la vida moderna y de la necesidad de compensar el estrés de la ciudad y de la vida moderna con una salida a la naturaleza; que en los ’30 es sentado en un banco, con una mesa.
APU: Interesante lo que plantea acerca de la posibilidad de socializar en esos paseos…
MP: Con otros que están, que comparten esta cultura, ¿no?. En los ’30, todavía el Automóvil Club es un poco un club social, no es solamente un espacio en el cual se prestan servicios.
APU: Y a su interior tenía también distintos estratos sociales.
MP: Creo que ahí son bastante parecidos (risas) y que ese es el atractivo, porque ese también es el efecto de los camping de club, de los camping de playa: los que van son todos socialmente afines y entonces no aparecen las ansiedades que genera el encuentro con los desiguales sociales. Son todos sectores medios acomodados que se encuentran en esos espacios y comparten hábitos culturales comunes, creencias comunes y eso produce un efecto de tranquilidad. Eso está resaltado desde el discurso del club: “estos son espacios de familia”, “somos todos gente parecida”.
APU: Me interesa el análisis de cómo el peronismo le da al automovilismo un fuerte apoyo.
MP: Tenía la idea de que el automovilismo había sido importante para el peronismo, de que a Perón le gustaban los autos básicamente, pero no sabía cuán cercana había sido la relación y eso me sorprendió en su momento, encontrar esa cercanía. Para mí explica el destino del club en esos años, es una estrategia de acercamiento al Estado, al gobierno peronista, que le permite al club sobrevivir y obtener un trato bastante benévolo en un momento que es muy complicado en general para muchas instituciones y específicamente para el Automóvil Club. Entonces, la relación con YPF, que atraviesa cierta tensión porque por condiciones que tienen que ver la restricción del ingreso de combustible, restricción de la cantidad de importación de automóviles, la nafta está racionada y luego está controlada en su forma de racionamiento, en las grandes ciudades es más leve, pero racionamiento al fin. En ese contexto las estaciones de servicio dan mucho déficit y el ACA comienza a contraer una deuda contable con YPF, les dan la nafta para vender y no se la pagan, le siguen dando todo el período y no se la pagan hasta que la deuda es mayor que el valor de las estaciones. Y no pasa nada con eso, y yo creo que no pasa nada porque tiene una relación muy cercana con el gobierno peronista y eso también les permite... porque a la vez hay un reconocimiento tácito del gobierno peronista de que la nueva legislación laboral ha encarecido enormemente los costos y entonces hay un trato benévolo, hay créditos blandos para las empresas, hay una compensación de los costos acrecidos.
Y no pasa nada con esa deuda, no hay amenaza de que les va a pasar algo terrible, de que los van a expropiar, no pasa nada. Y para mí tiene que ver con esta cercanía, y esa cercanía cuaja en el terreno del deporte, un terreno que pertenecía por completo a la esfera de lo civil, que no tenía que ver el Estado casi, salvo el esponsoreo de YPF o habilitando la Dirección Nacional de Vialidad, pero que empieza a tener un apoyo mucho más decidido del Estado, con el peronismo. Y que tiene que ver por un lado con esto del gusto que Perón tiene con ese deporte que el ACA venía controlando por completo en los años ’30 y que, insisto, pertenecía a la esfera de lo privado (como hasta hace un tiempo el fútbol, digamos), cosas que son de la sociedad civil. Tiene que ver esta cercanía, por un lado, por ese gusto personal de Perón, con cierta afinidad entre el club y el peronismo, en términos de proyecto de desarrollo, de cierto nacionalismo moderado, en el cuál el automovilismo encaja muy bien, los autos, los pilotos, el destacar a los pilotos argentinos aparece uno de los elementos fuertes de ese nacionalismo, que tiene que ver con el deporte.
Por otro lado, encaja muy bien en una estrategia del club, que es una estrategia de sus dirigentes en ese momento, de internacionalizar el automovilismo argentino trayendo hacia aquí etapas del campeonato internacional de Fórmula 1 que se estaba armando en ese momento y en cuyo armado, el dirigente Anesi tiene un papel importante, se está armando la Federación Internacional de Automovilismo, y Anesi estaba muy presente porque es un líder muy importante de la Federación Interamericana de Automovilismo. Entonces hay un proyecto personal e institucional de internacionalización del deporte argentino, tanto trayendo competencias acá, como mandando delegaciones de pilotos a correr a Europa. Que significa comprarles autos con los cuales tengan alguna posibilidad, y ahí hace falta el dinero del gobierno y al peronismo le sirve mucho mostrar la potencia del deporte argentino. Ahí hay una alianza que funciona para ambos y que va a permitir que se construya el autódromo, promocionar a Fangio, que tenga vehículos con los que efectivamente pueda ganar algo. Acá los pilotos eran muy buenos, pero no pueden competir con esas máquinas, con las que tenían no había ninguna oportunidad.
APU: En el libro remarcas la función social que tienen las carreras en ruta, como construyen territorio e identidad.
MP: Construyen territorio y construyen identidad no sólo por el relato de la carrera, digamos: “va pasando por tal lado”, “la ciudad se caracteriza por tal cosa”, el relato en radio, la importancia de radio; sino también por lo que pasa con los corredores que son de distintos pueblos y porque además hay gente que se va trasladando, siguiendo las carreras. Con lo que pasó con Fangio y Balcarce, esa identificación del corredor con su pueblo. Y con la idea del deportista como encarnación de los valores de la Nación. Los deportistas criollos que son tenaces, valientes, corren en cualquier lado, en cualquier condición, tienen viveza criolla, todo esto también contribuye a la construcción de lo nacional. Y por otro lado, al relevamiento de los caminos, a la reparación concreta de los caminos, a que se estabilice un camino, a que se señalice, a que se transforme en un mapa que sale publicado en el diario La Nación, todo esto construye territorio.
APU: También marca el cambio en el paradigma turístico con el peronismo, esta idea de democratizar el ocio.
MP: Me parece que el peronismo aprovecha una serie de cosas que se estaban haciendo desde los ’30, las amplía, la escala la cambia cualitativamente y las pone bajo el signo de la democratización. La apelación a conocer el país ya no es a los sectores medios, es a todos, la idea de que todos son turistas. Todos los argentinos tenemos derecho a ser turistas. Y esto me parece fundamental y es una de las herencias más largas del peronismo, que es la idea de que el turismo es un derecho. Que si vos la pensás en 1920 es absolutamente desopilante, a nadie se le hubiera ocurrido que es un derecho. Además de esta apelación, la construcción de todo un aparato que permite que esto sea posible, desde el salario anual complementario hasta planes de turismo social, hasta los comienzos del turismo sindical y la ampliación enorme del turismo de clase media que es lo que está más invisibilizado en el caso del peronismo.
Pero si uno mira las cifras de lo que pasa con los parques nacionales, a Iguazú pasan de ir 1.500 a 25.000 personas en 3 años. No son sólo obreros, son sectores medios que están yendo porque se están terminando de pavimentar las rutas principales del sistema de carreteras nacionales, porque se han pavimentado rutas provinciales. El turismo de toda la zona de Buenos Aires aumenta, por ejemplo toda la zona de San Clemente, Mar de Ajó, porque se construyen rutas, se pavimentan, se mejoran los caminos, se pueden transitar. Ha avanzado porque se han construido muchísimos hoteles nacionales, hoteles que pertenecen al Estado y que son concesionados al privado, como Llao Llao. El proyecto peronista de democratizar está basado en la idea de incorporar a los que no están, no de sacar a los que están, “Mar del plata es para todos, también pueden venir los obreros”, pero también quieren que sigan viniendo las elites y en lo posible que venga el turismo extranjero. Eso era un costado de la política turística del peronismo que es el que ha tenido menos investigación y menos prensa.
Y a la vez se construyen otros hoteles nacionales mucho más modestos que están dirigidos a los sectores medios. Se construyen otros hoteles que lo que hacen es multiplicar las posibilidades de los sectores medios y abaratarlas, consecuentemente. Además también se da el crédito hotelero, con el cuál se construyen hoteles y hosterías más modestos para los cuales el crédito ahora, para esos empresarios privados que quieran tomar el riesgo, pero además hay créditos para segundas residencias, hay crédito para casas de veraneo. Lo cuál, cruzado con la Ley de Propiedad Horizontal (que permite que los departamentos sean de propiedad individual) produce, entre otras cosas, la transformación urbana en Mar del Plata, pero también la adquisición de lotes y casitas de veraneo en Gessell. Entonces, hay un universo de democratización del turismo que se amplía a capas sociales cada vez más bastas, que incluye los obreros, pero realmente el auge de turismo obrero y sindical va a ser después de caído el peronismo, va a ser más bien en los ’50. Pero claramente está empezando ahí, son los planes sociales de la Provincia de Buenos Aires, viajan 220.000 personas, lo que que dura el gobierno de Domingo Mercante.
APU: En relación con todo el libro, sobre el final remarcas la importancia de pensarlo también en el marco de la cultura de masas.
MP: Me parece que es interesante pensar estos fenómenos en el contexto de circulación de las revistas, de la radio, del cine, como circulan las imágenes sobre los lugares. Las personas van a los lugares a ver cosas que ya vieron, a sacarse la foto en el lugar donde otros se las sacaron, es una postal que ya vieron. Entonces, pasa mucho en Mar del Plata, pasa mucho en el sur, la construcción de los lugares turísticos implica todo un despliegue simbólico que se hace en buena medida a través de esos entretenimientos de masa y de esa cultura de masas. Vehiculizada por ejemplo por las revistas, que tienen una enorme circulación por la radio, entonces, sin ese contexto es difícil entender estos fenómenos, estamos muy vinculados con la cultura de masas, con la masificación y la mercantilización de nuevas prácticas, como en el caso del turismo.

Juan Carlos Baglietto - Naranjo en Flor

domingo, 4 de mayo de 2014

ADELANTO EXCLUSIVO DEL NUEVO LIBRO DE VICTOR HUGO MORALES Audiencia con el diablo

El 8 de agosto de 2013, el CEO del Grupo Clarín Héctor Magnetto tenía cita cara a cara con Víctor Hugo Morales, a quien había denunciado ante la Justicia. De ese momento parte un libro imprescindible para conocer los mecanismos que los medios hegemónicos utilizan para perpetuar su dominio. Una historia en la que se cruza la información sobre el mundo de la política, el periodismo y el poder con las vivencias personales de uno de los principales protagonistas de la actualidad periodística

 Por Víctor Hugo Morales
Héctor Magnetto permaneció solo en la oficina que le asignaron. Lo imaginé como una sombra más, seca y mustia, en ese espacio impersonal y utilitario, en la penumbra de una habitación en la que el poder se recorta como la belleza de un cisne desplumado. “Davanti a lui tremava tutta Roma”, dice Tosca mirando al inclemente Scarpia, apuñalado a sus pies. “Pensar que este tipo es el amo de la Argentina”, digo, no sin gozarlo. “Y ahora lo tengo ahí”, me ufano, acaso para alivianar la carga del fastidio. Lo imaginé impaciente y terco, desoídor de todas las voces que le reprocharon que se rebajara de esa forma. Un Menelao enloquecido lanzado a una guerra absurda, ganada de antemano pero con la derrota en el vientre. Un capricho más de un poder insaciable y estúpido, como es el poder cuando sólo sirve para acrecentarlo. Tenso, como el que se habitúa a jugar con las cartas marcadas, pero ha descuidado el mazo y es otro el que reparte.
Y lo confirmó Fabiana, la coordinadora de mi programa de radio. Ella había logrado pasar entre la multitud, con la mano apoyada en mi hombro como en la formación antes de ir a clase. Lo que vería en un abrir y cerrar de puerta, acomodada en un sillón del living, se parecía a una escena de El Padrino. La voz que se oía era como la de Brando. “Mejor”, me dijo.
Desde el recibidor, ubicado en el centro de la escena, se veía a un guardaespaldas sentado en la entrada, a la salida del ascensor. Luego el sitio dispuesto para Magnetto, quien por un instante, al entrar sus abogados, quedó al descubierto mirando hacia la pared o a un interlocutor, también silencioso. Fue apenas, cuando entornaron la puerta. Callado y duro, como enojado, lo vi.
En la última sala, estábamos la mediadora, los abogados de Magnetto, uno rojo y sobrador, el otro pálido y serio, el doctor Eduardo Barcesat y yo. Discutíamos sobre la ausencia del demandante. La mediadora señaló que no era una obligación la presencia de Magnetto. La insistencia de Barcesat, que yo apoyaba mirando a la funcionaria con expresión de “¿qué sentido tiene, si no?”, provocó que ella les pidiese a los letrados de Magnetto que fueran a buscarlo. “A lo mejor viene”, asintió Barcesat. Se leía fácil en los rostros el escaso optimismo de los enviados, cuando se alzaron con la pereza del alumno que debe pasar al frente.
La puerta de al lado fue superada con rapidez. Los abogados ingresaron como si fueran siameses. Y retornaron a nuestra reunión unos diez minutos después. “Dice el señor Magnetto que no. Que su representado ya anunció que no piensa disculparse, por lo que no vale la pena el encuentro.”
Los cantos de la gente en la calle, al oírse demasiado fuerte, provocaron una mirada de la mediadora que descifré como: “¿Qué más quiere?”. Era una invitación a que firmáramos el acta, pero antes Barcesat se expresó severamente sobre la ausencia de Magnetto. El abogado de pelo rojo ladrillo oía llover. Se convertiría en una celebridad por su pobre desempeño en una audiencia de la Corte Suprema sobre la ley de medios, semanas después. Ahora escuchaba a Barcesat desparramado en su silla, con las piernas estiradas, las manos en el bolsillo y ese aire sobrador que toman prestado de sus jefes los que cuidan la puerta de un lugar.
Magnetto no tenía dudas de lo que yo sería capaz de decirle. No quiso darme ese placer. A una distancia de tres metros pero con una pared en el medio, mis discursos, los atropellados, los feroces argumentos de mi rabia, se desvanecían. Había llegado con el propósito de controlar las ideas que giraban con la potencia de un tornado, solo en el umbral de la delicadeza que merecían las personas que oficiarían de testigos, aun los guardaespaldas del Padrino. No le diría “un mafioso como usted”. Tenía decidido hablar de la mafia como algo que hubiese soportado mejor en el cotejo con la muerte civil que quiso destinarme.
Mire, Magnetto, era mejor que mandase a matarme que la muerte lenta a la que quiso someterme con su ataque incesante, usted que tiene idea clara de lo que significa para un hombre en contacto permanente con el público la mirada desaprobatoria de cuanto imbécil juega a creer en las mentiras de sus diarios y de sus canales, y me acusa de pertenecerle al gobierno, se solaza en el invento, más atroz aún, de asignarle un interés económico a esa afiliación para que la gente tenga un pretexto que le permita descargar su odio solo porque no tolera al que piensa distinto, y no le alcanza con que a uno lo rechacen por pensar equivocado, sino que debe haber según sus inventos un interés espurio, es decir, tiene que haber dinero, pero sosteniendo la infamia sin pruebas que sería imposible reunir, solo con insidias, mencionando la plata del Estado, la entrega de la conciencia a cambio de lo que no solo no necesito, sino que lo he ganado con creces, y lo logré, pese a confrontar públicamente con su diabólico poder, sin resignar una sola bandera, sabiendo como sabemos que hubiera bastado entregarme al mismo y beneficiarme con pertenecerle yo también como pudo haber sucedido tantas veces, y no quise, en cada ocasión que quisieron cooptarme con TyC, con Radio Mitre, en el Canal Metro, en el diario Olé, del que fui el primer periodista entrevistado para escribir los comentarios del fútbol, y a cambio fui castigado a la desaparición de sus medios, y así veinte años, lo cual era entendible, hasta que apareció la discusión de la ley de medios y entonces, porque mi palabra adquiría otro valor, porque tenía antecedentes de haberlo denunciado en incontables ocasiones en mis espacios, en los reportajes, en el Congreso de la Nación, entonces, para anularme como contendiente procedieron a herir mi credibilidad y lo hicieron con una saña jamás vista contra un periodista, salvo los asesinados por mafias, comprando redactores de libros infames, arrojándome los perros de sus redacciones con títulos y comentarios provenientes de lo que ustedes mismos preparaban.
¿De qué se siente ofendido, usted, cuya infamia me perseguirá más allá de mi muerte? Mire esta carpeta, ¿sabe cuántas páginas de falsedades hay aquí? Mil páginas, Magnetto, en menos de cuatro años, esa es su campaña y la de quienes lo siguen por complicidad o por temor a sus represalias, mil páginas sin contar las horas de radio y televisión que me ha dedicado, o los correos electrónicos canallas enviados, empezando por aquel que decía que el gobierno me dio diez millones de dólares para torcerme el brazo, salido de la clandestinidad de su usina de la calle Perú, probadamente falso, “firmado” por personas inexistentes, correos que llegaron a millones de personas para que, como peces en una red lanzada al mar, quedaran atrapados los ingenuos, los odiadores, los fachos, esos que, por carecer de argumentos para la discusión de fondo, se sienten cómodos en la injuria. ¿Sabe usted que he ganado en mi vida bastante más que ese dinero, y que lo conseguí sin venderle mi dignidad a nadie, empezando por usted mismo, que no pudo comprarme? ¿Y que sin embargo no puedo manejar el auto de mi mujer porque es importado, a riesgo del insulto de los que, por odio o por envidia, lo pondrían en la cuenta de esos diez millones de dólares que sus criminales mediáticos entintados pusieron en mi cuenta? ¿Y sabe dónde está la prueba de cada peso facturado? En la AFIP, donde debo ser el periodista que más dinero pagó nunca en impuestos a las ganancias, acusando un salario que, vergüenza debería darle a usted, es un poco, nada más que un poco, inferior al que usted declara. Ahí tiene mi verdad, ahí está pulverizada su mentira y la de sus sicarios, ¿sabe cuánto dinero pude ganar decentemente en la TV Pública? Nada más el Mundial de 2010 pudo dejarme una fortuna y renuncié a ese privilegio la misma noche que se votó la ley de medios. ¿Y sabe para qué? Para que no pudiera usted decir, o sus esbirros, que el gobierno pagaba de esa manera mi adhesión a la causa de la ley, que en realidad era mi propia causa mil años antes de que existiera el gobierno en cuestión.
¿Imagina, Magnetto, cuánto hubiera gozado profesionalmente del privilegio de conducir y relatar un Mundial en la televisión? ¿Le parece que me lo merezco, que soy alguien en esta profesión que podría hacerlo bastante bien y, quizás, era capaz de cambiar los paradigmas de amarillismo, grosería, y obviedades con las que se castigó a la audiencia mientras usted controló a la televisión, a la AFA, al fútbol, a los competidores? ¿Puede calcular cuánto dinero dejé de percibir en un solo mes del Mundial si, en la radio, que es nada comparada comercialmente con la televisión, la cláusula extra por transmitir un Mundial es de cien mil dólares aparte de los sueldos y los acuerdos publicitarios? ¿Sabe el convencimiento y el desinterés que hay que tener para esa renuncia? ¿Le consta que he declinado desde siempre trabajar en Fútbol para Todos, solo para que usted no declame “con razón le molestaba el fútbol privado, lo que quería era quedárselo”?
¿Tiene idea del dinero que me he negado a ganar para no darles ese gusto a usted y a su caterva de serviles? ¿Y cuánto me ha servido? Ustedes apuestan a que la mentira llega a mucha más gente que la refutación y relativizan la verdad como si la hubieran arrodillado en una cava para darle un tiro en la nuca, como actúan las mafias con los que les son molestos, como hace usted conmigo.
¿Sabe, Magnetto, cuándo escribí por vez primera sobre Clarín? En 1987, hace veintiséis años. ¿Sabe desde qué fecha está documentado que hablo contra los multimedios como el suyo y denuncio los perjuicios que provocaría al periodismo, a la sociedad y a las relaciones del poder? Desde 1991. ¿Entiende lo que eso significa de libertad en mi conciencia? La misma que me provoca saber lo que he perdido económicamente en estos años, porque, mientras usted me ensucia, la realidad es que de publicidad he dejado de percibir más del sesenta por ciento de lo que está pautado, usted puede preguntarle al actual director de Radio Continental, que trabajó para Clarín hasta no hace demasiado tiempo, cuánto dinero dice perder porque los avisadores de la derecha se niegan a poner los avisos en mis programas, acaso cumpliendo lo que por las redes sociales piden desde su SIDE de la calle Perú, y ese mismo señor de la radio puede decirle que acepté trabajar dos años, 2011 y 2012, sin un peso de aumentos porque, si no, no podían mejorar los salarios del personal en la eterna crisis de las emisoras. ¿Y usted se dice ofendido, siendo que, de manera kafkiana, mientras denuncia que lucro con mis opiniones, no he cesado de perder fortunas, por el abandono de seguidores publicitarios que eran de fierro, y por lo que no pude aceptar para que no mezclaran principios con intereses? Todo esto se lo quise demostrar a su propia gente de la ONG Poder Ciudadano que, al ver que nada podrían demostrar en mi contra, declinaron la auditoría que yo mismo les ofrecía hacerme. ¿Qué más debo ofrendar para dejar en claro lo patético de la demanda de un ensuciador profesional como usted? Y hace no mucho tiempo, Magnetto, cuando usted y las consultoras liberales, los grandes entregadores del país, pugnaban por la devaluación, para sostener mi manera de pensar, tomé el ahorro que tenía en el banco y lo convertí en pesos, perdiendo quizás la mitad del capital.
Si ustedes consiguen doblegar al gobierno, ¿quién es la víctima aquí?, ¿en cuántas cuotas debo pagar la osadía de enfrentar su poder?
¿No alcanzan el dinero perdido, las ofertas desechadas, los insultos padecidos, las mil páginas de mentiras, el ataque de impertinentes agrandados por la protección que usted les asegura? Ríase, pero a un privilegiado que lleva treinta y ocho años de contratos millonarios usted lo ha expulsado de muchos lugares. Mire cómo se mata a una persona sin llevarla a una cantera por la madrugada, le da nomás la muerte civil acusándolo de venderse a un gobierno, y lo sube a un caballo como en la Inquisición para que al hereje lo vean todos, ése es su poder, celébrelo, que no todos pueden matar tan higiénicamente con un balde de tinta.
Cada vez que me lanzaba mentalmente a esta catarsis me preguntaba hasta dónde podría avanzar. Sería interrumpido muchas veces, me advertía en los monólogos imaginarios. Magnetto amagaría con irse, se iría nomás. Los abogados protestarían como los que saben que no fue penal y lo piden. La negociadora del juzgado procuraría calmarme. “Pero escúcheme, no se vaya”, me imaginaba diciéndole a Magnetto. “Después argumentará cuanto quiera usted también.” Es que tenía tanto más para decirle. Me veía en el espejo de sus ojos fríos, impasibles como los de un francotirador que espera el paso de su presa. Gozaba de antemano ese desprecio en la curva de su boca. Pero estaría todo el tiempo temeroso de su partida. De ahí la sutileza con la que debía conducirme. Como se ofrecen semillas a las palomas, sin gestos que las espanten. Ningún discurso llegaba tan siquiera a la mitad del recorrido. Lo veo al pelirrojo, mientras me lanzaba desde lo alto de la montaña, recto en la embestida, sin hacer slalom. “Es escandaloso”, diría el que ahora veo con su pelo de polvo de ladrillo, condenado a explicar en mil almuerzos de trabajo por qué se abatató el día más importante de su vida al servicio de Magnetto.
Las palabras iban en tropel, como el que llega y cuenta un crimen, en cada ensayo de esos días, a veces hablando solo, como cuando era muchacho y decía avisos en voz alta, o hablaba como Oscar Casco mientras cuidaba vacas a la vera de una carretera en las afueras de mi pueblo. Eso me subleva. No era tan malo hacer pastar unas vacas tontas si tenía la soledad necesaria para jugar a ser actor de radioteatro y acaso me conformaba con eso. Pudo ser mi vida. Pero algo sucedió en el trayecto. Dejé las vacas ajenas y me metí en la radio y me vi de afuera del aparato con la curiosidad de un niño. Y construí una carrera sin negociar nada, nunca.

EL PAIS › DEBATE SOBRE LOS INDICES, EN AUSENCIA DE UNA FUERZA SOCIAL ORGANIZADA Qué pobreza

Los términos del debate sobre la pobreza y la defensa sindical de una empresa privada contra la estabilidad de sus trabajadores, en el contexto de la aceleración del proceso preelectoral y la proximidad del vencimiento del plazo para la adecuación voluntaria del Grupo Clarín a la ley audiovisual. El bautismo de fuego de la Fuerza Aérea no fue en 1982 en Malvinas sino en 1955 en la Plaza de Mayo.

Por Horacio Verbitsky
La pobreza del debate desatado por la retención de los datos del INDEC sobre las dos canastas básicas es otro síntoma inquietante acerca de la calidad general de la discusión política, en la misma línea de lo sucedido con el Código Penal, los asesinatos de personas a golpes o la fabricación y comercialización de sustancias estupefacientes de uso prohibido por las autoridades sanitarias. Esta vez el primer paso en falso provino del gobierno, pero la oposición mostró que puede superar cualquier marca.

De Cantinflas a Kicillof

El ministro de Economía Axel Kicillof logró algo que durante seis largos años se propusieron en vano todos sus predecesores. Desde Miguel Peirano hasta Hernán Lorenzino, pasando por Martín Lousteau, Carlos Fernández y Amado Boudou todos objetaron en distinto tono pero con el mismo nulo resultado la vandalización del INDEC por un homónimo de Cantinflas, cuyas consecuencias para la economía y la política son imposibles de exagerar. Quien más cerca estuvo del éxito fue Boudou, quien en respuesta a un recurso presentado por el Centro de Estudios Legales y Sociales junto con las principales universidades públicas y privadas y un centenar de investigadores dispuso que volviera a difundirse la base usuaria de la Encuesta Permanente de Hogares. El dibujo de las cifras del Índice de Precios al Consumidor evitó algunos pagos de intereses por los bonos indexados por la inflación, que el Estado ya readquirió cuando su precio de mercado se desplomó. Pero esto devaluó toda palabra pública. Queda como tarea para historiadores esclarecer si, tal como afirmó Néstor Kirchner en su primera visita a Carta Abierta, el organismo estadístico había sido copado por las consultoras, y funcionarios importantes trabajaban para favorecer a los tenedores de esos papeles, que más cobraban cuanto más alto era el IPC. La debilidad de ese planteo fue que no diera lugar a una denuncia formal, con nombres, apellidos y circunstancias precisas. El toqueteo posterior fue tolerable mientras sólo parecía un recurso transitorio y cuando la inflación se percibía en semestres o meses, no en semanas. Luego del duro retroceso de 2009, primer coletazo de la crisis mundial, la economía se recuperó a partir de 2010 y el agujero negro del INDEC se olvidó en momentos de bonanza, lo cual se verificó con la reelección presidencial en 2011. Pero volvió a ejercer su nefasta atracción en cuanto el crecimiento se ralentizó, a fines del año pasado. En mi modesta opinión el falseamiento de los datos del IPC es más grave que el propio fenómeno inflacionario.

Las Siete Plagas

En el equipo económico se menciona lo sucedido a partir de diciembre como Las Siete Plagas Bíblicas: los cortes de energía durante la peor ola de calor en un siglo, los amotinamientos policiales, los saqueos, la escalada del dólar, la corrida bancaria, la devaluación y el apuro de la inflación. Kicillof desafió ese panorama intimidatorio y puso en marcha el nuevo Indice de Precios al Consumidor Nacional Urbano, a sabiendas de que la medición excedería a la de las series que en forma rutinaria anunciaba el INDEC y que ni el Estado tomaba en cuenta para sus decisiones. Esa novedad, sumada al pie derecho con que partió el programa de Precios Cuidados y a las medidas monetarias implementadas por el Banco Central, serenaron el tornado de aquellos meses, que no estuvo demasiado lejos de arrasar con todo, gobierno incluido. Pero sería una ingenuidad ignorar que en el último trimestre, cuando haya terminado la liquidación de la cosecha, los mismos vientos pueden ganar velocidad, como anuncian sin pausa los interesados en que suceda. Puede discutirse si la tendencia decreciente del IPC se debe a las medidas anti-inflacionarias adoptadas o apenas a la caída de la actividad, tal como ocurrió en 2009. Como se dijo en forma reiterada en esta columna desde 2007 “la manipulación que comenzó por un indicador se fue extendiendo luego a otros, que se alteran o no se publican. Subestimar la inflación es hacerlo también con los niveles de pobreza, cuya disminución ha sido un legítimo orgullo del gobierno”. En sentido inverso, ahora que la tergiversación cesó, el sinceramiento del índice principal no puede carecer de efecto sobre los que de él dependen. Haberlo explicado con claridad hubiera mantenido intacto el crédito que el equipo económico se granjeó al reconocer que la información estadística es un bien público cuyo conocimiento es un derecho de la sociedad. El gobierno ya había pagado el precio político de comunicar que los precios crecían mucho más que lo admitido hasta entonces, justo cuando ese incremento aumentaba su velocidad. Pero al sustraer del escrutinio público los informes sobre las canastas anuló una parte del efecto favorable obtenido. Las explicaciones del jefe de gabinete de ministros, Jorge Capitanich, los comunicados del INDEC y la palabra posterior del propio Kicillof omitieron un examen elemental: si la inflación del primer trimestre rondó el 10 por ciento, era obvio que se sentiría en la cantidad de gente sumergida por debajo de las líneas de pobreza y de indigencia por ingresos monetarios. El ocultarlo detrás de razonamientos técnicos sobre las “severas carencias metodológicas, sumadas al hecho de la discontinuación del IPC-GBA y la imposibilidad de empalme con el nuevo IPC-NU” es un resbalón innecesario.

Sonríe, Francisco te mira

Los intentos de prohibir la difusión de las mediciones alternativas del IPC fueron vanos y aquello que no se animaron a publicar las intimadas consultoras privadas fue hecho conocer cada mes por el Grupo Ahhh, con su propio IPC-Congreso, de metodología aún más oscura que la de sus fuentes privadas. Ese promedio caprichoso entre datos producidos cada uno con una metodología distinta, y ninguno con los recursos técnicos y humanos del INDEC, sólo pudo obtener atención por el vacío insensato que dejó el organismo oficial. En cuanto Kicillof logró normalizar la producción del INDEC, los cálculos tornadizos y malintencionados de quienes utilizan la información como dardos envenenados contra el proyecto político gobernante, perdieron interés. La oposición no se detiene ante minucias como la congruencia. Luego de clamar que el gobierno exageraba la magnitud del crecimiento, ahora impugna la corrección anunciada para el año que pasó, del 4,9 al 3 por ciento, aduciendo que se hizo para eludir el pago de los cupones atados al crecimiento del Producto, que se emitieron por la desafortunada iniciativa de Guillermo Nielsen y Roberto Lavagna en la reestructuración de la deuda pública de 2005. Pero al reiterar la pifia con los datos de pobreza e indigencia, el Poder Ejecutivo abrió el espacio para que se filtrara con su recitado inconsistente el órgano creado para ello en 2002 por la Iglesia Católica argentina, cuando el Gran Canciller de su Pontificia Universidad Católica era el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, el actual jefe de estado del Vaticano. Según el ministro político del Episcopado argentino, Jorge Lozano, el ahora papa Francisco sigue al tanto de la producción de ese Observatorio de la Deuda Social que creó. Kicillof respondió con argumentos de puro sentido común: si el Producto Interno Bruto creció en forma sustancial, se crearon millones de puestos de trabajo nuevos, pasaron a recibir una asignación mensual millones de jubilados que habían quedado al margen con la privatización del sistema previsional, se indexan dos veces por año los pagos jubilatorios, se puso en marcha el mayor programa de transferencia directa de ingresos de la región, se firmaron miles de convenios colectivos de trabajo en negociaciones paritarias consensuadas entre empleadores y empleados y el consumo de bienes y servicios creció más que nunca, es imposible que no se haya reducido la pobreza. “Nadie puede creer que el país de hoy esté como entonces, cuando las jubilaciones aumentaron casi un 1.800 por ciento y los salarios más de 1.700 por ciento, y ningún índice de aumento de precios da cerca de esos porcentajes”, sintetizó Kicillof. En la misma línea, los trabajos del economista Alfredo Eric Calcagno y de sus hijos, el diputado nacional Eric Calcagno y el director de Macroeconomía y Políticas de Desarrollo de la UNCTAD, Alfredo Calcagno, muestran el impresionante crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita entre 2002 y 2013, en una doble comparación, con el desempeño del propio país a partir de 1870 (en ese siglo y medio jamás hubo un resultado equivalente) y con otros países de la región y del mundo: Brasil, México, España, Gran Bretaña y Estados Unidos. Esos valores están expresados en dólares estadounidenses de 1990. Otra ventaja de esta serie, debida entre 1870 y 2008 al macroeconomista británico de la Universidad holandesa de Groningen, Angus Maddison (1926-2010), es que los datos posteriores a su muerte no son los del INDEC sino las tasas de crecimiento del PIB por habitante a precios constantes suministradas por la UNCTAD en su Informe de Comercio y Desarrollo de 2013. Según los Calcagno, durante el auge del modelo agroexportador (1870-1913) el crecimiento anual promedio del PIB por habitante fue del 2,5 por ciento, que cayó al 0,7 por ciento entre 1913 y 1950. Con la industrialización y la sustitución de importaciones, entre 1951 y 1976 el crecimiento anual del PIB por habitante llegó al 1,8 por ciento, basado en industrias complejas, que incorporaban crecientes sectores populares a la economía moderna a través de empleo en el sector formal. Con la apertura comercial y financiera de 1976 y hasta el derrumbe de ese modelo en la crisis de fin de siglo, la destrucción de la industria redundó en un retroceso el PIB per cápita de 0,4 por ciento cada año. En ese tremendo último cuarto del siglo XX además de caer de tal modo el producto por habitante también se degradaron su composición y su distribución, mientras crecía la diferencia con los países desarrollados. Esto se revirtió a partir del abandono del esquema neoliberal. Pese al impacto de la crisis internacional en 2009, en el promedio de la última década el PIB per cápita creció un 6,4 por ciento anual, como nunca antes aquí y como en ninguno de los países de esta muestra.

Opera italiana

Este razonamiento inobjetable para el conjunto de la década kirchnerista no excluye que en algunos momentos puedan producirse retrocesos, y éste es uno de ellos porque la inflación se incrementó y los aumentos pactados en las últimas paritarias recién comienzan a percibirse. Este es el primer año en la década que los incrementos salariales quedaron por detrás del IPC, dado que el mayor acuerdo en las paritarias fue preservar los niveles de empleo aunque hubiera un retroceso de las remuneraciones. La negación de este desfasaje ofende la inteligencia del interlocutor, recrea un estado de sospecha que el actual equipo económico estaba disipando y de ese modo habilita las interpretaciones contrarias más sesgadas. Por ejemplo, la última medición del observatorio confesional atribuyó a más de un cuarto de la población vivir en la pobreza. Su director es el sociólogo Agustín Salvia, miembro del think tank opositor Plataforma y Secretario de la Fundación Cambio Democrático. Quien llegó al colmo del absurdo fue la diputada frente unionista Elisa Carrió, al presentarse en tribunales con una denuncia contra el ministro y la presidente por “decretar la desaparición social de pobres e indigentes”. El reduccionismo de cualquier problemática pública a una cuestión penal contraría la división de poderes y convierte la escena política y las cuestiones socioeconómicas en una ópera italiana, saturada de gesticulaciones y sin sustancia. Los datos de INDEC sobre empleo no coinciden en forma exacta con los de la Encuesta de Indicadores Laborales del Ministerio de Trabajo. Esto explica que Clarín y La Nación pudieran titular sobre la destrucción de empleos industriales formales (1,2 por ciento en el trimestre, según INDEC) y este diario con el mantenimiento del nivel de empleo (una mejora de 0,5 de marzo a marzo, según la EIL). La tensión existe y lo peor que puede hacerse es negarla. Si la situación es complicada para los trabajadores registrados, el cuadro empeora entre los informales. Por eso el gobierno impulsó medidas protectoras para ellos, con las leyes de formalización del empleo de trabajadores domésticos y en PYMES. En éste, como en tantos otros aspectos, se deja sentir la falta de una fuerza social organizada que respalde este tipo de medidas adecuadas. Por el contrario, las centrales sindicales que agrupan a los trabajadores registrados no se interesan por los informales y su principal presión es contra el impuesto a las ganancias, para desfinanciar al Estado en beneficio exclusivo de la franja más próspera de trabajadores registrados. El año pasado, el gobierno nacional cedió ante esa presión, algo que la presidente explica hoy como el costo de impedir que la inminente derrota electoral bonaerense le fuera atribuida por su empecinamiento en negarse a esa readecuación. Pero es harto improbable que reitere ese error ahora, cuando lo único que sería lógico esperar es un retoque de las escalas, y no a favor de la aristocracia obrera. El mejor ejemplo de esta confusión de roles se vio en el áspero conflicto del Sindicato de Camioneros, que llegó incluso a la amenaza de muerte contra el intendente de Quilmes Hugo Gutiérrez y la declaración de guerra al gobierno nacional, porque el municipio decidió formalizar y garantizar la estabilidad en el empleo de los trabajadores que se encargan de la recolección de residuos. A los camioneros sólo parecía importarles la suerte de la empresa privada Covelia (cuya concesión había vencido y que ganó las últimas licitaciones por abandono de sus competidores, intimidados por las amenazas recibidas) y el encuadramiento sindical de esos trabajadores. Gutiérrez, que es sindicalista metalúrgico y pasó la dictadura entre cárcel y exilio, no se amilanó y Hugo Moyano envió un negociador personal a zanjar la cuestión, desplazando al termocéfalo de su hijo mayor, quien luego de prometer que el conflicto dejaría varios muertos fue recibido como tierno mensajero de paz por el papa Francisco, cuya intervención gestual en la política de su país de origen es cada día más imprudente. La racionalidad del Barba Gutiérrez prevaleció: la privatización de ese servicio fue uno de los estragos del neoliberalismo. Hoy es posible y conveniente que el Estado vuelva a hacerse cargo, a menor costo y con ventaja para los trabajadores. Mañana se firmaría el acuerdo en el ministerio de Trabajo bonaerense, si termina de peinarse la letra fina del acuerdo. Los trabajadores bajo convenio son 390 (entre los cuales hay un número impreciso de pescetos gremiales cuyas tareas no están del todo claras) pero además se emplean a unos 35 tercerizados en una agencia relacionada con la familia para la faena a destajo y casi esclavizada de correr y juntar bolsas. Aquellos que queden en el listado que se realizará con participación del Ministerio de Trabajo seguirían cobrando según el convenio camionero el bruto de 10 mil pesos y el neto de 8.100 mensuales que hasta ahora percibieron, con todos los adicionales pero sin antigüedad, salvo para las vacaciones.

El Código Bergoglio

A principios de 2011, cuando todavía encabezaba el Episcopado católico, Bergoglio definió los temas centrales en el calendario eclesiástico: drogas, pobreza e inseguridad. Una vez consagrado Sumo Pontífice ratificó esa agenda, ante el desconcierto oficial, que se conforma con los gestos amistosos que les prodiga a las figuras del oficialismo que peregrinan hasta su sede, mientras sigue socavando su base de sustentación al imponerle prioridades que no son las propias. El obispo Lozano es uno de los principales operadores locales de esa maniobra, en la que los asesores del Episcopado revelan los objetivos reales con su mera presencia: el vicealmirante Horacio Florencio Néstor Reyser, cuyo enfoque sobre las drogas es el que predica el Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses, es decir una cuestión de seguridad nacional, y el poderoso empresario sojero Eduardo Serantes, autor de los documentos favorables a la Sociedad Rural durante la crisis de 2008. Dentro de diez días Moyano hará un acto en la Plaza de Mayo junto con su asociado Luis Barrionuevo de Camaño con dos reclamos que parecen tomados de la campaña del Frente Renovador, pese a los intentos por desmarcase de su líder, el diputado Sergio Massa: inseguridad e inflación. Tuvieron la cautela de no sumar las drogas al catálogo.

PIB por habitante 1870-2013 *

* En dólares internacionales de 1990. o de Geary-Khamis, que permiten comparar el poder adquisitivo en diferentes países y épocas. 
Fuentes: Hasta 2008, Angus Maddison, Statistics on world population, PIB y PIB per capita 1-2008 AD, Universidad de Groningen, 2010. Para 2009-2013 se aplicaron las tasas de crecimiento del PIB por habitante a precios constantes de UNCTAD, Trade and Development Report, 2013. 

LA CULTURA ES LA SONRISA EN REVISTA 23

Distintas experiencias artísticas y comunicacionales surgen y crecen en estos barrios humildes donde se busca enfrentar la estigmatización y recuperar espacios perdidos. Murgas, revistas, un canal de televisión y orquestas de chicos son sólo algunos ejemplos.



Orquestas infantiles. Los chicos de la Villa 11-14, orgullosos de su escuela de música.
Una escalera caracol que parece conducir al infinito desemboca en una terraza. De un lado se ve la autopista, el edificio Kavanagh, la Torre de los Ingleses y el Sheraton. Del otro, la Villa 31. Y en el medio una antena que conecta a todo el barrio con un canal: Urbana Tevé, que transmite por aire y por un sistema de cable local, que recibió el permiso de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), convirtiéndose en uno de los siete canales comunitarios y sin fines de lucro que funcionan en la ciudad de Buenos Aires. El estudio es una habitación de 3 por 5 metros, situada en el tercer piso de la casa de Juan Cruz Guevara y Nelly Aguirre, en la manzana 15 de este mítico barrio popular de Retiro. Viven hace treinta años en la Villa 31 que ya tiene 50 mil habitantes. Hace cuatro, cuando comenzó el debate por la Ley de Medios, se plantearon hacer su propio canal de televisión. “A los amigos de Urbana Tevé gracias por lo que hacen. Sigan el ejemplo de Carlos Mugica, adelante”, es el saludo del papa Francisco que se repite sin cesar en el canal comunitario. Celso, un paraguayo de veinte años que llegó a la Argentina hace cinco sin hablar una palabra en castellano, hoy es el conductor estrella del programa más popular del canal, Cultura 31, donde participan los vecinos con sus músicas, bailes, comidas y necesidades. En la operación técnica está Marcelo Neira, que hace siete años vive en la villa.
En los ’70, la dictadura quiso destruir las villas con topadoras. En los ’90 se los invisibilizó. Ahora crecieron en conciencia y tomaron el arma de la cultura en sus manos. Las prácticas se multiplicaron y en parte se institucionalizaron, difundiendo una realidad distinta al lugar común que los estigmatiza. 

En la ciudad de Buenos Aires existen 18 villas y las que más crecieron son la 1-11-14 en el Bajo Flores, la 21-24 en Barracas, la 20 de Lugano y la 31 y 31 bis, en Retiro. En el conurbano son alrededor de 800 los asentamientos. Una realidad que se extiende a la periferia de todas las ciudades grandes o medianas del país. 

El último septiembre fue inaugurada la Casa de la Cultura de la Villa 21: un espacio que los propios habitantes presentaron en el marco de los proyectos del Bicentenario. La Casa no sólo mejoró la vida de muchos de los vecinos sino que cambió la fisonomía del barrio que aún tiene gravísimos problemas habitacionales y de infraestructura. Casi 800 jóvenes y 300 adolescentes se anotaron para los talleres del 2014. Nidia Zarza, la directora del lugar que nació en el barrio, explicó a Veintitrés que las expectativas fueron superadas: “La comunidad la siente como propia. Abre la posibilidad del acceso a una parte de la cultura que para nuestro sector era imposible. Hay una participación enorme de jóvenes. El 90 por ciento de los que trabajan allí son del barrio, muchos estuvieron privados de la libertad y hoy tienen esta posibilidad”. En la Casa de la Cultura no sólo se dan talleres y cursos, sino que funciona como teatro en donde presentaron sus obras Federico Luppi y Norma Aleandro. El epicentro cultural permite que vecinos cercanos a la villa, que nunca cruzaban la línea por prejuicios, se acerquen a participar de las actividades.

Contradiciendo los prejuicios, la zona más humilde de Barracas es pródiga en movidas culturales. Al lado de la 21-24 se encuentra el barrio de Zavaleta. Allí nació una experiencia sin precedentes. Con 37 números en la calle, La Garganta Poderosa surgió al calor del trabajo social, deportivo y cultural que realiza la organización La Poderosa. Se expandieron por territorios humildes de todo el país y lograron salir a conocer el mundo. La publicación es realizada por jóvenes de las villas que lograron que se escuche su voz, apelando a referentes de derechos humanos, deportistas, artistas e incluso importantes dirigentes mundiales que fueron reporteados y fotografiados para la tapa, siempre gritando. “Esta es la primera revista villera. Queremos alzar la voz y que se escuchen los gritos que en su momento fueron acallados”, ilustra Germán Gómez, sentado en una mesa donde despliegan todos los ejemplares de la revista.

A sus 19 años, Gómez ya entrevistó al presidente uruguayo José Mujica y tuvo la oportunidad de dialogar y contarle su experiencia al ex presidente Lula da Silva. “Los gritos son las voces de los que seguimos sufriendo con cada inundación porque no urbanizan el barrio o cada vez que un policía nos arranca a un hijo”, agrega Alejandra Díaz, que tiene 49 años y vive en Zavaleta desde los 5. Es madre de un chico muerto por el gatillo fácil, Luis García, asesinado en 2010 a manos de una policía. “Nunca imaginé que sería periodista”, se enorgullece la mujer que sabe lo que es luchar por justicia. A su lado está Daniela Medina, que tiene 22 años y es de Fátima, un humilde barrio ubicado en Villa Soldati. Sus padres vinieron de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Díaz y Medina, al igual que su compañero, también tuvieron chance de codearse con figuras de primerísimo orden internacional. Lograron entrevistar al presidente Evo Morales. Y van por más: los tres están acreditados para el próximo Mundial de Fútbol. Medina comenta que en Fátima, La Poderosa también realiza una intensa actividad: “Al igual que en todos los barrios donde estamos, hacemos talleres de redacción, de música, de computación, de arte y de teatro”.

En La Poderosa están organizados en cooperativas textiles, gastronómicas, y de distribución de la revista, lo que permite a los integrantes de este colectivo generar un ingreso económico. En la austera casa que funciona como redacción, los integrantes de la revista se apasionan contando el nacimiento de la revista. “No recibimos ayuda de nadie”, aclara Gómez al ser consultado por el financiamiento estatal. Su apuesta pasa por la autogestión sin condiciones. La redacción de la revista está frente a la plaza que ellos mismos levantaron y que se llama Kevin Molina en homenaje al niño de 9 años asesinado en noviembre pasado por narcos que se tirotearon frente a prefectos y gendarmes que no intervinieron. En la plaza funciona una casilla donde se implementa un programa de control popular a las fuerzas de seguridad, una respuesta vecinal a la violencia generada por mafias con connivencia policial.

La Poderosa comenzó a organizarse hace casi una década, en los potreros de Zavaleta, de la mano de la mixtura entre fútbol solidario y el periodismo comprometido. Cuando Gómez tenía 9 años se sumó junto a su hermano a los talleres de fútbol de la naciente organización que daban dos periodistas especializados en deportes. “Empezamos con los talleres de fútbol. Pero apareció una banda de problemáticas, como pibes que no tenían zapatillas. Vimos que hay un trasfondo de pobreza que muchos ocultan”, recuerda Gómez. La revista nació ante un hecho que afectó a los vecinos: un informe televisivo hecho por América TV donde abundaba en la estigmatización: “En el informe parecía que en nuestro barrio sólo viven los que roban y se drogan. A muchos vecinos los echaron de su trabajo por ser de Zavaleta”, se lamenta el joven. 

Otra experiencia es encarada por el Movimiento Popular La Dignidad, que adquirió visibilidad de la mano de la Corriente Villera Independiente, protagonistas del acampe con huelga de hambre en pleno Obelisco porteño (ver recuadro). Según comenta Antonella Álvarez, militante del movimiento, consideran que “el arte es una herramienta más de lucha”. Y enumera todo lo que hacen, tanto con vecinos de villas y asentamientos como de inquilinatos o en situación de calle: “Construimos el teatro popular La Otra Cosa en Bonpland 1660, Palermo, espacio recuperado desde el 2001 donde también funciona un comedor comunitario. El teatro es autogestionado, la entrada es libre”. A su vez, cuentan con otros espacios culturales. En Laferrere funciona La Periferia, donde se realizan talleres abiertos a la comunidad. Y en Lanús Este, está el centro cultural Entre Todxs, donde también funcionan talleres. También organizan Centros de Día en las villas de Barracas y Lugano. “Ahí se aborda el consumo problemático de las drogas. Las propuestas culturales y recreativas son fundamentales, con talleres tanto para el barrio como para quienes visitan a diario los centros”, puntualiza Álvarez. Las temáticas son variadas: entre otras propuestas hay plástica, teatro del oprimido, teatro comunitario, fotografía, coro, murga, mosaiquismo y hip hop. “A partir del desarrollo de estos talleres, se crearon tres coros de niños y niñas y varias murgas, que constituyen espacios de recreación colectiva. Esto fortalece la identidad barrial y la solidaridad entre vecinos”, plantea Antonella Álvarez. Otro aspecto es la comunicación. Dos ejemplos son la FM La Caterva, que funciona en Barracas. Y un canal de televisión comunitario en Villa Soldati, el Barrio TV, que produce contenidos a propuesta de los vecinos.

En Rosario los barrios populares son los que más sufren los embates de la violencia narcopolicial, y también es desde estos territorios de donde surgen experiencias sociales y culturales ejemplares. Es el caso del Movimiento Giros que está en la periferia extrema al noroeste de Rosario, en el barrio Nueva Alberdi, escenario de la lucha contra la especulación inmobiliaria, en defensa de la tierra y el trabajo. Junto al tambo y la fábrica de quesos, levantaron un bachillerato popular. “En el plan de estudios el arte tiene una gran preponderancia, los resultados son maravillosos. Sufrimos a la narcopolicía. A los pibes les ofrecen éxito rápido, armas. Nosotros apostamos por una identidad popular, desde el territorio”, explica el referente Juan Monteverde. Desde esta fuerza barrial avanzaron sobre la zona céntrica. Cerca de la terminal de micros está el Distrito 7. Fue el primer cine de Rosario, el Gardel. Ahora funciona un centro cultural autogestionado. El viernes pasado en este lugar brindó un recital de poesía un artista emblemático, César González, alias Camilo Blajaquis. Además de talleres y charlas, se realizan recitales, por fuera del esquema comercial que predomina en el circuito musical. “No recibimos ningún apoyo estatal. Acá traemos la lógica de construcción de la periferia. Cuando viene la gente de los barrios no se sienten visitantes”, grafica Monteverde.

Las distintas iniciativas artísticas y comunicacionales se reproducen a lo largo y a lo ancho del país. Y pese a sus diferencias todas coinciden en un punto: una revolución cultural que enfrente la estigmatización y el ninguneo histórico. 
Acampe

Una novedad que irrumpió en el espacio público porteño es el acampe con huelga de hambre que realizan frente al Obelisco porteño los integrantes de la Corriente Villera Independiente desde el 21 de abril pasado. Este agrupamiento es impulsado por el Movimiento Popular La Dignidad: “Luego de innumerables trabajos y planes de lucha en el camino de la urbanización con radicación: trabajos voluntarios, colocación de cloacas, reconstrucción de casas, blanqueados de fachadas, colocación de luminarias, pavimentación de calles, mejoras de plazas en nuestras villas además de muchas marchas, piquetes, escarches, no obtuvimos respuestas a nuestros reclamos”, cuenta Antonella Álvarez. “Decidimos iniciar la huelga de hambre y la instalación de la ‘Carpa Villera’ para ver si de esta forma los malos gobiernos definen empezar a trabajar seriamente para llevar a cabo la urbanización con radicación que implica no sólo una vivienda digna sino también accesibilidad a los servicios públicos, a educación y salud digna, a un ambiente sano y no contaminado, y a no ser discriminados por vivir en las periferias urbanas”, explica. La medida obtuvo una repercusión inusitada: “Estamos sorprendidos por la enorme aceptación que tiene el reclamo. Las solidaridades recibidas nos hacen saber que no estamos solos en la lucha y que la problemática de la vivienda no sólo afecta a las villas, sino que es algo que preocupa al resto de la comunidad. Es central poner en discusión el modelo de ciudad excluyente que se propone desde el Gobierno de la Ciudad, que no abarca sólo el derecho a la vivienda digna, salud, educación, cultura, sino también la criminalización de la pobreza”. Según prometen, no se irán hasta obtener respuesta.
Opinión

Pobreza: insólita guerra de cifrasPor Adrián Murano

A mediados de este mes el Indec debió presentar su estimación de pobreza e indigencia. Pero no lo hizo, alimentando con un nuevo derrape el lucrativo descrédito de las estadísticas oficiales que nutre a la tumultuosa coalición anti K. Abrumado por un nuevo aluvión de críticas, el organismo se inmoló –otra vez– con una explicación pírrica: “Fue por severas carencias metodológicas debido a la discontinuación del IPC-GBA (Índice de Precios al Consumidor del Gran Buenos Aires) y a la imposibilidad de empalme con el nuevo IPC-NU (Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano)”, indicó el instituto en un comunicado que, cuanto menos, confesaba cierta impericia en la aplicación de la nueva metodología de elaboración del IPC: ¿acaso no se previó que el cambio impactaría sobre una medición que se publicaba desde 1993?
Si esa evaluación efectivamente se hizo, la impericia entonces fue política: era obvio que la discontinuidad de la serie histórica iba a ser aprovechada por la oposición para inseminar la idea de que el Gobierno pretendía “esconder pobres, ocultando las estadísticas de pobreza como durante años hicieron con la inflación”. Esas palabras, más o menos, fueron utilizadas por distintos voceros anti K para darles aire a estadísticas “privadas”. En tiempos de “Papamanía”, la fuente más mentada es el Observatorio Social de la UCA, que dice haber relevado un 25 por ciento de pobreza en el país. Sin mayores precisiones técnicas sobre su capacidad metodológica, sí se sabe que el Observatorio fue creado hace diez años, justo cuando despuntaban las primeras diferencias políticas entre el Episcopado y el Gobierno K. Y se sabe, también, que hace un par de semanas en el auditorio Santa Cecilia de la UCA se dio a luz al primer think tank de Sergio Massa, la Fundación Concordia, presidida por Joaquín de la Torre e integrada por varios numerarios del Opus Dei.

Las cifras de la UCA son replicadas, como palabra santa, por dirigentes y medios que ven en ese porcentaje la demostración del “relato K”, que afirma haber bajado la pobreza cuando, al decir del economista estrella del flamante FAUNEN, Martín Lousteau, “el kirchnerismo dejará algo más de pobreza que la convertibilidad”. Con palabras similares, abundan los periodistas que aprovechan el vacío y la baja credibilidad del Indec para establecer que, con esos números, la “década ganada” es una fantasía que millones de argentinos creen por el solo hecho de que la presidenta Cristina Fernández y sus funcionarios se lo dicen por tevé. Muchos de esos comunicadores, está claro, se arrogan licencia para manipular la ilusión óptica de sus audiencias, pero los dirigentes opositores con aspiraciones electorales deberían cuidarse de menospreciar la percepción de vastos sectores vulnerables que se sienten beneficiarios del boom de consumo, el impacto inclusivo de programas sociales como la AUH y el plan Procrear, un desempleo en términos históricos, y la mayor inversión en salud y educación. Desconocer esos méritos sería una mezquindad que, a la hora de la verdad, podrían pagar en las urnas.

Eso no implica, claro, omitir que la inflación y la injusta distribución de ingresos amenazan con deshilachar los avances en materia de inclusión, que puesto en términos estadísticos quedó plasmado en una brusca caída de 21,9 por ciento de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas. Para decirlo en almas, que de eso se trata: en la década K casi un millón y medio de personas protagonizaron la mayor movilidad social ascendente desde el regreso de la democracia. Pero aún así quedan unos cinco millones de ciudadanos viviendo en condiciones de indignidad. Medido por ingresos, es probable que sean más. Pero manipular esas cifras por temor a las críticas, y criticar esa manipulación con datos manipulados, no parece ser el mejor modo de empezar a resolver esa lacerante y persistente realidad.
30.04.2014