ACTIVA INTERVENCION OFICIAL EN EL MERCADO CAMBIARIO
La pulseada del dólar
Con muy pocas operaciones se mueve el negocio del blue, amplificado en la city por motivaciones políticas.
El equipo económico quiere mantener acotada la brecha entre el tipo de cambio oficial y el dólar Bolsa, pues considera que el blue es pura especulación de quienes están fuera del circuito legal. Sin cambios en las reservas del BCRA.
La cotización del dólar avanzó ayer tres centavos, a 6,81 pesos, mientras que volvió a registrarse una nueva escalada en el precio para las operaciones en el paralelo. El valor máximo del blue fue 11,95 pesos. En los negocios que se realizan a través del mercado de capitales, el dólar Bolsa se ubicó en 9,55 pesos a partir de una fuerte intervención de la Anses. El Central intervino con compras en el mayorista y las reservas se mantuvieron en 29.758 millones de dólares. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, sostuvo que el nivel de reservas que hay en la actualidad, luego de “haber pagado deuda y evitado endeudamiento adicional, y haber propiciado la producción y el empleo, es mayor al que se registraba durante la convertibilidad”.
“Tanto que se habla de las reservas, ¿saben cuánto era el nivel de reservas durante la convertibilidad?”, preguntó el jefe de ministros en su habitual conferencia en Casa de Gobierno. “El nivel promedio de volumen de reservas durante la convertibilidad era de 21.940 millones de dólares y había una política monetaria pasiva (no había ingreso de divisas genuinas). En cambio, en promedio, en este período la cifra es superior a 36 mil millones de dólares”, afirmó. La caída en el stock de reservas en lo que va del año es de unos 840 millones de dólares. Algunos analistas sostienen que en los actuales niveles las reservas no dan cobertura a la base monetaria, una interpretación anclada en la lógica de la convertibilidad, donde cada peso debía tener su correlato en dólares a la paridad 1 a 1, relación ficticia porque casi el 30 por ciento de las reservas eran títulos públicos.
Para mantener esa paridad en los ‘90, el Estado se endeudó para conseguir dólares. “Si la Argentina, como muchos pretendían, hubiera tomado deuda para pagar (vencimientos de títulos públicos y de préstamos con organismos de crédito), hubiese costado 5 mil o 6 mil millones de dólares más; es decir, tendríamos más deuda”, señaló el jefe de ministros. En ese sentido recordó que el ex presidente Néstor Kirchner “tomó la decisión de pagar, y la oposición dijo que era una irresponsabilidad política, porque nos íbamos a quedar sin reservas”. “Pagamos, y además no lo hicimos a tasas usurarias, como querían algunos”, resumió Capitanich.
La caída en las reservas, además del pago de deuda, responde a un menor superávit comercial, principalmente por la mayor importación de energía. “Se paga la energía, que es fundamental para seguir manteniendo el ritmo de la industria, la producción y el trabajo”, apuntó el funcionario. Señaló que el sistema financiero es “líquido y solvente”, y aseguró que existe “un mercado libre de cambio a través del Banco Central, donde los importadores hacen los trámites correspondientes para hacer sus transacciones”. Para atesoramiento de los inversores también existen mecanismos legales que fueron habilitados por el Gobierno, sin necesidad de acudir a las cuevas. Desde fines de diciembre último se permite la operatoria de compraventa de bonos a través del sistema de Medios Electrónicos de Pagos (MEP) para obtener dólares. El uso de este mecanismo se extendió en los últimos días no sólo a inversores individuales sino también a pequeñas empresas.
Ayer se realizaron 1399 operaciones con bonos Bonar X y Boden 2015 Clase D, que se utilizan para el dólar MEP, por un total de 34,3 millones de pesos. El mecanismo es la compra del bono en pesos y su venta en dólares, que luego se depositan en una caja de ahorro. En esa plaza, la Anses incrementó la oferta de bonos para bajar el precio en pesos. De todos modos, la cotización de estos títulos fue en alza. El Bonar X (D) ganó 9,9 por ciento y el Boden 2015 (D) 3,2 por ciento. El resultado fue un valor implícito para este arbitraje de papeles de 9,55 pesos. Esta baja no se reflejó en las cuevas, donde el precio fue de 11,95 pesos. “Si no estuviese el MEP como techo, hubiese cerrado por encima de 12”, aseguró a este diario el responsable de una sociedad de Bolsa que ofrece la operatoria dólar Bolsa. El contado con liquidación, que implica depositar los dólares en el exterior, se realizó a 10,23 pesos, con un alza de 2,8 por ciento.
18/01/14 Página|12
sábado, 18 de enero de 2014
ARDE LA CIUDAD
El futuro ya llegó. Repetidas olas de calor, tormentas fuertes y breves, más sudestadas y un río que se aleja. Nadie discute que el clima cambió. El debate es si los cambios son obra de la Naturaleza o de la acción humana.
Por Juan Manuel Bordon
Hay especialistas que advierten que de acá a un siglo, la costa porteña podría convertirse en un pantano o que el Río de la Plata podría volverse salado por la subida del mar. En la ciudad de Buenos Aires, como en el resto del mundo, hay gente dando una señal de alarma con respecto al futuro del planeta. Es que en el último mes de 2013 la Ciudad ardió. Desde que funciona el Observatorio Central de Buenos Aires, instalado en Villa Ortúzar en 1906, no se registra un diciembre tan caluroso. Si bien el termómetro no alcanzó el máximo histórico de 43,3 grados del 29 de enero de 1957 (ni tampoco el máximo para este mes, los 40,5 grados del 18 de diciembre de 1995), la persistencia de altas temperaturas no tiene precedentes.
“Se calcula que desde 1906 se han registrado 71 olas de calor, la primera en 1911. Hasta ahora, la más prolongada había sido la de 2005, con ocho días, pero esta la superó, fueron más de 14 días consecutivos en los que la temperatura no bajó de los 22 grados”, cuenta Miriam Andreoli, del Servicio Meteorológico Nacional. Se considera que hay una ola de calor cuando durante tres días consecutivos se registran máximas por encima de los 32º y mínimas que no bajan de los 22º.
En general, existen dos posturas con respecto a estos fenómenos: una plantea que no hay datos suficientes para asegurar que los cambios están vinculados a la acción del hombre y señala que quizá se dieron fenómenos similares previamente, sólo que no están en los registros meteorológicos. La otra visión sostiene que estos fenómenos extremos (olas de calor y de frío, fuertes tormentas, sequías) serán cada vez más frecuentes como consecuencia de un proceso de cambio climático y calentamiento global que se ha acelerado a partir del desarrollo industrial.
Osvaldo Canziani, una eminencia de la climatología argentina e integrante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (en 2007 recibió el Nobel de la Paz junto a Al Gore) se alinea con la última postura. “En estos últimos 200 años, el hombre logró crear una era geológica nueva, el Antropoceno, en la que el hombre define el cambio”, cuenta en una entrevista que hizo con la Agencia de Protección Ambiental porteña y pone como ejemplo de esa era a Buenos Aires, donde a fines del siglo XIX el río llegaba casi hasta la actual Casa de Gobierno.
El tema, sin embargo, todavía es un frente de polémicas. Néstor Zirulnikoff, un geómata y técnico en estaciones meteorológicas que trabaja para el gobierno de la Ciudad y asesora también al Estado nacional, recuerda el récord de calor de diciembre de 1995 porque entonces trabajaba como foto-reportero y le tocó salir a la calle. Aunque ese día le pareció que todo se venía abajo, dice que hay que tener cautela. “En el mundo existen no más de 130 años de estadísticas. Si pensamos en los 4.500 millones de años que tiene el planeta, no es nada. Por eso hablar de cambio climático es aventurarse. La última glaciación o retirada de hielos fue hace 6.500 años y es posible que estemos ante un período similar. A muchos nos parece un disparate aseverar que la diferencia se deba a la actividad humana”, opina.
Antonio Brailovsky, economista especializado en historia ambiental y ex defensor adjunto del Pueblo de la Ciudad, dice que, como en cualquier tema político, en éste también hay intereses cruzados. “A esta altura, discutir el porcentaje de lo que es por acción humana es menor. Hemos tenido una ola de calor como no había desde 1906 y la cuestión es si vamos a tener otra equivalente dentro de un año o de un siglo”, plantea. Brailovsky está convencido de que no habrá que esperar tanto, ya que el calentamiento global va a acentuar los fenómenos extremos. “También fríos intensos; quizás tampoco haya que esperar un siglo para otra nevada en Buenos Aires”.
Los expertos suelen hablar de olas de calor, como las de este diciembre, o de lluvias torrenciales, como las de abril, como los principales indicios del cambio climático en Buenos Aires. Sin embargo, hay otro elemento clave sobre el que Canzini llama la atención: el viento. Este hombre de 91 años recuerda que hasta la década de 1960 en Buenos Aires soplaban dos flujos típicos, el Pampero y la Sudestada. El primero hacía bajar considerablemente el nivel del río, que redujo casi a la mitad sus aguas en 1942. Sin embargo, desde entonces esa corriente se siente cada vez menos, mientras que la Sudestada es más frecuente.
La hipótesis de Canziani es que, al calentarse la tierra y los océanos, los vientos bramadores de los 40º de latitud sur se fueron debilitando. “Las entradas de los anticiclones del Pacífico al Atlántico se hacen más al sur y, consecuentemente, en las brisas que llegan a las costas bonaerenses predomina el Sudoeste”, explica.
Otro factor de peso en las grandes ciudades como Buenos Aires es la gran cantidad de cemento y hormigón. Estos materiales concentran más el calor y producen un efecto conocido como el de “isla térmica”: como consecuencia, puede haber diferencias de varios grados entre un punto en el microcentro porteño y otro en el conurbano bonaerense, a pesar de que las condiciones climáticas son las mismas.
Los pronósticos acerca de los efectos del cambio climático suelen tener algo fantástico. En septiembre pasado, la revista National Geographic publicó un mapa que mostraba qué pasaría si los hielos continentales se descongelaran por completo. En Sudamérica, el crecimiento del Atlántico arrasaría con la costa uruguaya, casi todo Paraguay y, por supuesto, la Ciudad de Buenos Aires.
Brailovsky señala que un pronóstico de esa clase, que mira cientos de años hacia el futuro, sólo sirve para vender revistas. “Pero sí me tomaría en serio un pronóstico que dice que, de acá a cien años, Buenos Aires no va a estar a orillas del Río de la Plata, ya que el Delta del Paraná viene avanzando continuamente, formando islas todo el tiempo”, cuenta.
“El río de Tigre se llama Reconquista, porque por ahí entró Liniers desde Montevideo en 1806. En esa época, el río Tigre desembocaba en el de La Plata, pero ahora desemboca en el Luján. Hay kilómetros de islas que se formaron después de que entró Liniers, lo que muestra que avanzan a creciente velocidad: a más soja, más erosión; cuanta más erosión, más islas se van formando”, explica Brailovsky, para quien a este ritmo, dentro de un siglo, habrá enormes islas y pantanos delante de la Ciudad que obligarán a repensar el abastecimiento de aguas y el sistema de cloacas.
El arco de escenarios futuros también presenta el riesgo de la subida del mar sobre el río. Osvaldo Canziani ha señalado que actualmente, en Montevideo, ya se está haciendo más difícil captar agua dulce porque la entrada del océano Atlántico hace que llegue mezclada con agua salada. E incluso apuesta a que a corto plazo habrá que implementar herramientas para cosechar el agua de las tormentas. Buenos Aires, como casi todas las ciudades del mundo, las tuvo en la era de los aljibes, prohibidos a fines del siglo XIX por cuestiones sanitarias.
“Uno de los grandes problemas que hay en torno al cambio climático es que a la comunidad científica le cuesta comunicar sus conocimientos al resto de la sociedad y que cuando los dirigentes reciben esa información, no saben cómo actuar”, dice el doctor en geofísica Pablo Canziani, director del Equipo Interdisciplinario para el Estudio de Procesos Atmosféricos en el Cambio Global de la Universidad Católica Argentina, en el que físicos, meteorólogos, geógrafos, agrónomos y abogados trabajan en conjunto.
En octubre, junto a otras universidades del Cono Sur, lanzaron un Centro Regional sobre el Cambio Climático que tiene sede en Montevideo. La idea es que ahí se reúnan dirigentes políticos y distintos actores de la sociedad civil, con científicos que trabajan en estos temas, para mejorar la toma de decisiones ambientales. “Tanto la Ciudad como el Gran Buenos Aires tienen que replantearse sus políticas de urbanismo, recuperar sus espacios abiertos. La inundación de La Plata ya mostró los riesgos de la falta de planificación, el problema que genera que las zonas de escurrimiento hayan sido urbanizadas. Hoy hay poca inversión e información en estos temas. Un ejemplo es la falta de mantenimiento de las redes meteorológicas, tenemos menos lugares de observación que en los años 50”, explica Canziani hijo.
En cuanto a respuestas a este fenómeno, el punto central (y más complicado políticamente) es bajar la emisión de gases que acentúan el efecto invernadero. El otro es la adaptación, ya que una ciudad como Buenos Aires deberá acostumbrarse a estos veranos tórridos. Las reacciones van desde pequeños gestos, como no rodear los árboles que hay en la ciudad con canteros o cementos, hasta repensar los diseños arquitectónicos y la distribución de espacios verdes teniendo en cuenta dónde están los principales focos de calor en la ciudad. Un ejemplo es el de las viejas casas chorizo, con diseños que se podrían recuperar, como la orientación de las aberturas basadas en el recorrido del sol, la altura de pisos y ancho de paredes, que permiten aislamiento y circulación de aire. “Un contraejemplo son las torres de Catalina. Ahora están llenas porque la electricidad está subsidiada, pero las torres vidriadas consumen gran cantidad de energía. En esos edificios con cuatro caras de vidrio se dan situaciones insólitas, mientras que la cara sur tiene que prender la calefacción porque le da el viento, en la norte están con el aire acondicionado porque da el sol”, cuenta Brailovsky.
Otro tema es que los edificios de muchos pisos son montañas artificiales. Pueden frenar los vientos, pero en ocasiones hacer también lo contrario, ya que la orientación de sus paredes puede ayudar en la circulación de aire. El problema, dice Brailovsky, es que en la ciudad no hay un procedimiento para los estudios de impacto ambiental de los grandes edificios. “Lo hubo, pero duró tan sólo un año, de 1998 a 1999. Lo sacaron, obviamente, por presión de Puerto Madero”, agrega.
Cambio Climático
Aquí, allá y en todas partes
Las altas temperaturas en América del Sur y Australia fueron simultáneas a enormes inundaciones en Europa y a una ola polar inédita en Estados Unidos.
Varios sucesos atmosféricos han sido inequívocos: la peor ola de calor verificada durante el último siglo en el norte y el centro argentinos (incluida la Capital Federal): la extrema demanda de electricidad en la Ciudad y amplias zonas suburbanas produjo a la vez fallas en el sistema de abastecimiento y notorios “cortes de luz”. Asimismo, hubo prominentes incendios forestales en la región bonaerense (Sierra de la Ventana) y también un violento huracán de lluvia y granizo con ráfagas de viento de hasta 120 kilómetros por hora que barrió la capital de Santiago del Estero, provincia ya afectada por una prolongada sequía.
Si repasamos la prensa mundial del hemisferio sur, veremos que al mismo tiempo una potente ola de calor está tostando a Australia, donde las autoridades revelaron que 2013 ha sido el año más caliente de toda la historia de ese país. En el hemisferio norte, en Gran Bretaña, serias inundaciones forzaron evacuaciones en el oeste de Inglaterra y Gales. Escocia e Irlanda sufren el impacto de arrolladoras mareas. Y nevadas fuera de serie han cubierto grandes regiones de Estados Unidos: en algunos puntos la temperatura descendió a niveles del Ártico, 50 grados centígrados negativos. Cien millones de personas en 22 estados atraviesan esa experiencia.
No se trata de rumores alarmistas, sino de situaciones reales, rotuladas como “fenómenos extremos”, corroboradas por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y los sistemas satelitales de la Administración Estadounidense de la Aeronáutica y el Espacio (NASA). Uno de los más trágicos episodios recientes ha sido el tifón Halyan, que borró del mapa a pueblos enteros de las Filipinas.
CONTROVERSIAS
No hay unanimidad sobre si todo esto tiene relación con el cambio climático o si meramente el planeta atraviesa una época más caliente que otras del pasado. Tampoco es un secreto que desde 1992 los asuntos ambientales del globo terrestre se debaten en el marco de la Organización de Naciones Unidas. Durante la Cumbre ECO 92 en Río de Janeiro las naciones allí representadas firmaron un Convenio Marco sobre Cambio Climático para “reducir la emisión de gases de Efecto Invernadero”, gases carbónicos (CO2).
Llevó cinco años redactar el Protocolo de Kioto que ejecutaría aquel Convenio de la ONU. Así, desde 1997 vienen realizándose reuniones anuales de las partes firmantes (llamadas COP, Conference of Parts) de ese Protocolo que sólo podrá funcionar si se reformula globalmente la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural): una faena inviable, porque las grandes potencias no darán marcha atrás y las potencias emergentes aspiran a un desarrollo sin barreras.
Se dejó de hablar sobre Efecto Invernadero y Calentamiento Global, y pasaron a usarse las metáforas Cambio Climático y Desarrollo Sustentable. Los expertos en la materia se dividen en catastrofistas (creen que la sociedad humana genera la crisis) o en escépticos (sostienen que se trata de un fenómeno crítico natural). Ahora a esos rótulos se ha sumado otro eufemismo: “fenómenos extremos”.
Los golpes de calor o frío, los tsunamis, las sequías, las inundaciones, los tornados, los incendios forestales, el retroceso de los glaciares, la desertización y demás calamidades son caratulados como “fenómenos extremos”.
INTUICIONES
A mediados de noviembre de 2013, en Varsovia (Polonia), tuvo lugar la COP 19 de la ONU que sólo sumó más retórica al bla-bla-bla convencional que se retomará en la sesión número 20 (2014, Perú) y la número 21 (2015, París). A esta altura de las calamidades recurrentes, no hay “soluciones” a la vista, sino planes de contingencia a la hora de las catástrofes, en dos rubros más rituales que reales: adaptación y mitigación.
Por un lado, aprender a acomodarse a situaciones de emergencia. Por el otro, levantar barreras para tratar de frenar los oleajes venideros y preservar los suelos para el cultivo de alimentos, porque en campos resecos o anegados no crece nada comestible. En resumidas cuentas, la civilización industrial parece estar en estado de coma.
El resto implicará una nueva epopeya terrenal, donde será preciso reformular la vida individual y colectiva, refundar la educación pública y la cultura laboral, diseñar una sociedad solidaria a la medida de lo que el ser humano realmente necesita.
Nuestro planeta está en vías de mutación. La humanidad, todavía no. El cambio climático es una anécdota apenas. Un sueño celestial. Una invitación cargada de misterios y de milagros. La Tierra se está transformando y nos propone un cambio de planes para cancelar la pesadilla imperante e inaugurar una frugal travesía evolutiva.
DZ/vr
Fuente Redacción Z
Diario Z
Por Juan Manuel Bordon
Hay especialistas que advierten que de acá a un siglo, la costa porteña podría convertirse en un pantano o que el Río de la Plata podría volverse salado por la subida del mar. En la ciudad de Buenos Aires, como en el resto del mundo, hay gente dando una señal de alarma con respecto al futuro del planeta. Es que en el último mes de 2013 la Ciudad ardió. Desde que funciona el Observatorio Central de Buenos Aires, instalado en Villa Ortúzar en 1906, no se registra un diciembre tan caluroso. Si bien el termómetro no alcanzó el máximo histórico de 43,3 grados del 29 de enero de 1957 (ni tampoco el máximo para este mes, los 40,5 grados del 18 de diciembre de 1995), la persistencia de altas temperaturas no tiene precedentes.
“Se calcula que desde 1906 se han registrado 71 olas de calor, la primera en 1911. Hasta ahora, la más prolongada había sido la de 2005, con ocho días, pero esta la superó, fueron más de 14 días consecutivos en los que la temperatura no bajó de los 22 grados”, cuenta Miriam Andreoli, del Servicio Meteorológico Nacional. Se considera que hay una ola de calor cuando durante tres días consecutivos se registran máximas por encima de los 32º y mínimas que no bajan de los 22º.
En general, existen dos posturas con respecto a estos fenómenos: una plantea que no hay datos suficientes para asegurar que los cambios están vinculados a la acción del hombre y señala que quizá se dieron fenómenos similares previamente, sólo que no están en los registros meteorológicos. La otra visión sostiene que estos fenómenos extremos (olas de calor y de frío, fuertes tormentas, sequías) serán cada vez más frecuentes como consecuencia de un proceso de cambio climático y calentamiento global que se ha acelerado a partir del desarrollo industrial.
Osvaldo Canziani, una eminencia de la climatología argentina e integrante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (en 2007 recibió el Nobel de la Paz junto a Al Gore) se alinea con la última postura. “En estos últimos 200 años, el hombre logró crear una era geológica nueva, el Antropoceno, en la que el hombre define el cambio”, cuenta en una entrevista que hizo con la Agencia de Protección Ambiental porteña y pone como ejemplo de esa era a Buenos Aires, donde a fines del siglo XIX el río llegaba casi hasta la actual Casa de Gobierno.
El tema, sin embargo, todavía es un frente de polémicas. Néstor Zirulnikoff, un geómata y técnico en estaciones meteorológicas que trabaja para el gobierno de la Ciudad y asesora también al Estado nacional, recuerda el récord de calor de diciembre de 1995 porque entonces trabajaba como foto-reportero y le tocó salir a la calle. Aunque ese día le pareció que todo se venía abajo, dice que hay que tener cautela. “En el mundo existen no más de 130 años de estadísticas. Si pensamos en los 4.500 millones de años que tiene el planeta, no es nada. Por eso hablar de cambio climático es aventurarse. La última glaciación o retirada de hielos fue hace 6.500 años y es posible que estemos ante un período similar. A muchos nos parece un disparate aseverar que la diferencia se deba a la actividad humana”, opina.
Antonio Brailovsky, economista especializado en historia ambiental y ex defensor adjunto del Pueblo de la Ciudad, dice que, como en cualquier tema político, en éste también hay intereses cruzados. “A esta altura, discutir el porcentaje de lo que es por acción humana es menor. Hemos tenido una ola de calor como no había desde 1906 y la cuestión es si vamos a tener otra equivalente dentro de un año o de un siglo”, plantea. Brailovsky está convencido de que no habrá que esperar tanto, ya que el calentamiento global va a acentuar los fenómenos extremos. “También fríos intensos; quizás tampoco haya que esperar un siglo para otra nevada en Buenos Aires”.
Los expertos suelen hablar de olas de calor, como las de este diciembre, o de lluvias torrenciales, como las de abril, como los principales indicios del cambio climático en Buenos Aires. Sin embargo, hay otro elemento clave sobre el que Canzini llama la atención: el viento. Este hombre de 91 años recuerda que hasta la década de 1960 en Buenos Aires soplaban dos flujos típicos, el Pampero y la Sudestada. El primero hacía bajar considerablemente el nivel del río, que redujo casi a la mitad sus aguas en 1942. Sin embargo, desde entonces esa corriente se siente cada vez menos, mientras que la Sudestada es más frecuente.
La hipótesis de Canziani es que, al calentarse la tierra y los océanos, los vientos bramadores de los 40º de latitud sur se fueron debilitando. “Las entradas de los anticiclones del Pacífico al Atlántico se hacen más al sur y, consecuentemente, en las brisas que llegan a las costas bonaerenses predomina el Sudoeste”, explica.
Otro factor de peso en las grandes ciudades como Buenos Aires es la gran cantidad de cemento y hormigón. Estos materiales concentran más el calor y producen un efecto conocido como el de “isla térmica”: como consecuencia, puede haber diferencias de varios grados entre un punto en el microcentro porteño y otro en el conurbano bonaerense, a pesar de que las condiciones climáticas son las mismas.
Los pronósticos acerca de los efectos del cambio climático suelen tener algo fantástico. En septiembre pasado, la revista National Geographic publicó un mapa que mostraba qué pasaría si los hielos continentales se descongelaran por completo. En Sudamérica, el crecimiento del Atlántico arrasaría con la costa uruguaya, casi todo Paraguay y, por supuesto, la Ciudad de Buenos Aires.
Brailovsky señala que un pronóstico de esa clase, que mira cientos de años hacia el futuro, sólo sirve para vender revistas. “Pero sí me tomaría en serio un pronóstico que dice que, de acá a cien años, Buenos Aires no va a estar a orillas del Río de la Plata, ya que el Delta del Paraná viene avanzando continuamente, formando islas todo el tiempo”, cuenta.
“El río de Tigre se llama Reconquista, porque por ahí entró Liniers desde Montevideo en 1806. En esa época, el río Tigre desembocaba en el de La Plata, pero ahora desemboca en el Luján. Hay kilómetros de islas que se formaron después de que entró Liniers, lo que muestra que avanzan a creciente velocidad: a más soja, más erosión; cuanta más erosión, más islas se van formando”, explica Brailovsky, para quien a este ritmo, dentro de un siglo, habrá enormes islas y pantanos delante de la Ciudad que obligarán a repensar el abastecimiento de aguas y el sistema de cloacas.
El arco de escenarios futuros también presenta el riesgo de la subida del mar sobre el río. Osvaldo Canziani ha señalado que actualmente, en Montevideo, ya se está haciendo más difícil captar agua dulce porque la entrada del océano Atlántico hace que llegue mezclada con agua salada. E incluso apuesta a que a corto plazo habrá que implementar herramientas para cosechar el agua de las tormentas. Buenos Aires, como casi todas las ciudades del mundo, las tuvo en la era de los aljibes, prohibidos a fines del siglo XIX por cuestiones sanitarias.
“Uno de los grandes problemas que hay en torno al cambio climático es que a la comunidad científica le cuesta comunicar sus conocimientos al resto de la sociedad y que cuando los dirigentes reciben esa información, no saben cómo actuar”, dice el doctor en geofísica Pablo Canziani, director del Equipo Interdisciplinario para el Estudio de Procesos Atmosféricos en el Cambio Global de la Universidad Católica Argentina, en el que físicos, meteorólogos, geógrafos, agrónomos y abogados trabajan en conjunto.
En octubre, junto a otras universidades del Cono Sur, lanzaron un Centro Regional sobre el Cambio Climático que tiene sede en Montevideo. La idea es que ahí se reúnan dirigentes políticos y distintos actores de la sociedad civil, con científicos que trabajan en estos temas, para mejorar la toma de decisiones ambientales. “Tanto la Ciudad como el Gran Buenos Aires tienen que replantearse sus políticas de urbanismo, recuperar sus espacios abiertos. La inundación de La Plata ya mostró los riesgos de la falta de planificación, el problema que genera que las zonas de escurrimiento hayan sido urbanizadas. Hoy hay poca inversión e información en estos temas. Un ejemplo es la falta de mantenimiento de las redes meteorológicas, tenemos menos lugares de observación que en los años 50”, explica Canziani hijo.
En cuanto a respuestas a este fenómeno, el punto central (y más complicado políticamente) es bajar la emisión de gases que acentúan el efecto invernadero. El otro es la adaptación, ya que una ciudad como Buenos Aires deberá acostumbrarse a estos veranos tórridos. Las reacciones van desde pequeños gestos, como no rodear los árboles que hay en la ciudad con canteros o cementos, hasta repensar los diseños arquitectónicos y la distribución de espacios verdes teniendo en cuenta dónde están los principales focos de calor en la ciudad. Un ejemplo es el de las viejas casas chorizo, con diseños que se podrían recuperar, como la orientación de las aberturas basadas en el recorrido del sol, la altura de pisos y ancho de paredes, que permiten aislamiento y circulación de aire. “Un contraejemplo son las torres de Catalina. Ahora están llenas porque la electricidad está subsidiada, pero las torres vidriadas consumen gran cantidad de energía. En esos edificios con cuatro caras de vidrio se dan situaciones insólitas, mientras que la cara sur tiene que prender la calefacción porque le da el viento, en la norte están con el aire acondicionado porque da el sol”, cuenta Brailovsky.
Otro tema es que los edificios de muchos pisos son montañas artificiales. Pueden frenar los vientos, pero en ocasiones hacer también lo contrario, ya que la orientación de sus paredes puede ayudar en la circulación de aire. El problema, dice Brailovsky, es que en la ciudad no hay un procedimiento para los estudios de impacto ambiental de los grandes edificios. “Lo hubo, pero duró tan sólo un año, de 1998 a 1999. Lo sacaron, obviamente, por presión de Puerto Madero”, agrega.
Cambio Climático
Aquí, allá y en todas partes
Las altas temperaturas en América del Sur y Australia fueron simultáneas a enormes inundaciones en Europa y a una ola polar inédita en Estados Unidos.
Varios sucesos atmosféricos han sido inequívocos: la peor ola de calor verificada durante el último siglo en el norte y el centro argentinos (incluida la Capital Federal): la extrema demanda de electricidad en la Ciudad y amplias zonas suburbanas produjo a la vez fallas en el sistema de abastecimiento y notorios “cortes de luz”. Asimismo, hubo prominentes incendios forestales en la región bonaerense (Sierra de la Ventana) y también un violento huracán de lluvia y granizo con ráfagas de viento de hasta 120 kilómetros por hora que barrió la capital de Santiago del Estero, provincia ya afectada por una prolongada sequía.
Si repasamos la prensa mundial del hemisferio sur, veremos que al mismo tiempo una potente ola de calor está tostando a Australia, donde las autoridades revelaron que 2013 ha sido el año más caliente de toda la historia de ese país. En el hemisferio norte, en Gran Bretaña, serias inundaciones forzaron evacuaciones en el oeste de Inglaterra y Gales. Escocia e Irlanda sufren el impacto de arrolladoras mareas. Y nevadas fuera de serie han cubierto grandes regiones de Estados Unidos: en algunos puntos la temperatura descendió a niveles del Ártico, 50 grados centígrados negativos. Cien millones de personas en 22 estados atraviesan esa experiencia.
No se trata de rumores alarmistas, sino de situaciones reales, rotuladas como “fenómenos extremos”, corroboradas por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y los sistemas satelitales de la Administración Estadounidense de la Aeronáutica y el Espacio (NASA). Uno de los más trágicos episodios recientes ha sido el tifón Halyan, que borró del mapa a pueblos enteros de las Filipinas.
CONTROVERSIAS
No hay unanimidad sobre si todo esto tiene relación con el cambio climático o si meramente el planeta atraviesa una época más caliente que otras del pasado. Tampoco es un secreto que desde 1992 los asuntos ambientales del globo terrestre se debaten en el marco de la Organización de Naciones Unidas. Durante la Cumbre ECO 92 en Río de Janeiro las naciones allí representadas firmaron un Convenio Marco sobre Cambio Climático para “reducir la emisión de gases de Efecto Invernadero”, gases carbónicos (CO2).
Llevó cinco años redactar el Protocolo de Kioto que ejecutaría aquel Convenio de la ONU. Así, desde 1997 vienen realizándose reuniones anuales de las partes firmantes (llamadas COP, Conference of Parts) de ese Protocolo que sólo podrá funcionar si se reformula globalmente la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural): una faena inviable, porque las grandes potencias no darán marcha atrás y las potencias emergentes aspiran a un desarrollo sin barreras.
Se dejó de hablar sobre Efecto Invernadero y Calentamiento Global, y pasaron a usarse las metáforas Cambio Climático y Desarrollo Sustentable. Los expertos en la materia se dividen en catastrofistas (creen que la sociedad humana genera la crisis) o en escépticos (sostienen que se trata de un fenómeno crítico natural). Ahora a esos rótulos se ha sumado otro eufemismo: “fenómenos extremos”.
Los golpes de calor o frío, los tsunamis, las sequías, las inundaciones, los tornados, los incendios forestales, el retroceso de los glaciares, la desertización y demás calamidades son caratulados como “fenómenos extremos”.
INTUICIONES
A mediados de noviembre de 2013, en Varsovia (Polonia), tuvo lugar la COP 19 de la ONU que sólo sumó más retórica al bla-bla-bla convencional que se retomará en la sesión número 20 (2014, Perú) y la número 21 (2015, París). A esta altura de las calamidades recurrentes, no hay “soluciones” a la vista, sino planes de contingencia a la hora de las catástrofes, en dos rubros más rituales que reales: adaptación y mitigación.
Por un lado, aprender a acomodarse a situaciones de emergencia. Por el otro, levantar barreras para tratar de frenar los oleajes venideros y preservar los suelos para el cultivo de alimentos, porque en campos resecos o anegados no crece nada comestible. En resumidas cuentas, la civilización industrial parece estar en estado de coma.
El resto implicará una nueva epopeya terrenal, donde será preciso reformular la vida individual y colectiva, refundar la educación pública y la cultura laboral, diseñar una sociedad solidaria a la medida de lo que el ser humano realmente necesita.
Nuestro planeta está en vías de mutación. La humanidad, todavía no. El cambio climático es una anécdota apenas. Un sueño celestial. Una invitación cargada de misterios y de milagros. La Tierra se está transformando y nos propone un cambio de planes para cancelar la pesadilla imperante e inaugurar una frugal travesía evolutiva.
DZ/vr
Fuente Redacción Z
Diario Z
GOBERNANDO
Silencio y apuros en un tórrido verano
No es apropiado confundir, como hace la oposición, la gestión de gobierno con la comunicación.
Por Alberto Dearriba
Con la presidenta Cristina Fernández corrida del centro de la escena, el juego político de este tórrido verano es al menos inquietante. Los que la apoyan y los que la critican estaban acostumbrados a verla aparecer cotidianamente en el living de sus casas a través de las pantallas de televisión. Pero razones de salud hicieron aconsejable que la presidenta cediera la comunicación a un nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que soporta el peso de esa tarea sumamente estresante. La última vez que los argentinos de a pie la vieron personalmente o en las pantallas de sus televisores, fue el día que se celebró el trigésimo aniversario de la reinstauración de la democracia. Hace entonces casi cuarenta días que no preside un acto público, de esos en los que la presidenta pronunciaba discursos medulares, defendía su gestión o aprovechaba para azotar al neoliberalismo en sus diversas variantes.
Sus alocuciones provocaban fuertes adhesiones de quienes la adoran y rechazos categóricos de sus opositores. Todo el sistema político se había adaptado a ese juego en el cual las palabras de la presidenta daban comida a los comentarios de una y otra orilla.
Sin el disparador, los dirigentes oficialistas perdieron un tanto las guías de sus acciones y los opositores están desconcertados, porque la ausencia de material los muestra sin demasiadas propuestas. Es mucho más fácil criticar que proponer alternativas que sean atractivas para la sociedad.
En medio de una campaña presidencial un tanto prematura, el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, está tan irritado que llegó a decir en un reportaje radial que "es difícil saber quién está gobernando" y que "existe un serio problema de gobernabilidad". Supondrá que la decisión de enviar 1000 efectivos federales a la provincia de Córdoba ante un amague de insurrección policial, fue una decisión exclusiva del secretario de Seguridad, Sergio Berni, sin consulta alguna con la presidenta de la Nación. O que Cristina recibió al ministro de Economía, Axel Kicillof, en el sanatorio en el cual se repone su madre de una intervención quirúrgica, para conversar del sexo de los ángeles y no de la escalada del dólar. También creerán que el ultimátum del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, a las empresas eléctricas, no surgió de una instrucción presidencial, sino de una ocurrencia del chaqueño que es un librepensador.
Es cierto que el silencio de una presidenta que acostumbró al país a comunicar personal y directamente sus decisiones de gobierno, hace ruido. Y que en el mundo moderno, muchos llegan a creer que lo que no está en la pantalla de televisión, no existe. La batalla por la democratización del espectro de radio y televisión librada por el kirchnerismo a través de la Ley de Medios, demuestra que este gobierno comprendió como pocos el valor de la comunicación. Sin embargo, aunque la divulgación de los actos de gobierno sea una tarea esencial, no se puede confundir gestionar con comunicar, como lo hace la oposición.
En el nuevo modelo de gobierno instaurado por Cristina Fernández después de las elecciones de octubre y de sus problemas de salud, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, comunica, y ella gobierna.
En un alto de su tarea tendiente a instalar la fórmula en la que pretende acompañar al socialista Hermes Binner, en oposición a la que promueven Julio Cobos y Pino Solanas, el senador radical Ernesto Sanz se sumó a los que denuncian problemas de gobernabilidad. Señaló que "hay ausencia de política" y que "no hay gestión en el gobierno".
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, aguantó el jueves pasado una conferencia de prensa en la que lo interrogaron por Cristina. "Hace tres días hablé con la presidenta. Era mi cumpleaños, pero no hablamos de la cantidad de velitas que tuve que soplar, sino de cuestiones de Estado", dijo Scioli un tanto molesto.
El mandatario provincial sabe que tiene que cuidar la gobernabilidad como si fuera un cristal, no sólo por convicción, sino porque sus propias aspiraciones están ligadas a un objetivo presidencial. Nada le caería peor a Scioli que un adelantamiento de los tiempos institucionales. "Hay quienes quieren generar inestabilidad institucional y económica, cuando dicen que no hay presidenta, cuando en realidad Cristina está actuando y conduciendo como siempre", replicó.
Un periodista de Clarín se atrevió a preguntar por un supuesto rumor acerca de un adelantamiento de las elecciones presidenciales de 2015. Es obvio que la sola pregunta le da cierta entidad a una habladuría sin sustento y de mucha mala leche. "Lo que tenemos que pensar –contestó el gobernador– es quiénes lo dicen, porque esas cosas surgen de algunos medios de comunicación".
Para Scioli, "cuando se habla en estos términos, se quiere generar una incertidumbre, generar dudas desde el punto de vista institucional".
Los comentaristas de los medios de comunicación más concentrados abonan el clima desestabilizador con alusiones a supuestos "apuros" de la agenda política.
La instalación de un clima de supuesto "vacío de poder" precedió siempre a los movimientos desestabilizadores. Desde la reinstauración de la democracia, dos presidentes debieron abandonar la Casa de Gobierno antes de concluir su mandato. Si bien los alejamientos de Raúl Alfonsín y de Fernando de la Rúa se produjeron en medio de profundas crisis económicas y sociales, no parecieron las mejores soluciones para la salud institucional de la República.
Hoy la situación es totalmente distinta: el dólar pone los pelos de punta, pero no pocos economistas sostienen que el blue a casi 12 pesos no se condice con una economía en crecimiento, desendeudada, con reservas superiores a las existentes durante la convertibilidad cuando eran engordadas con préstamos internacionales, con buen nivel de empleo y de consumo. Las cifras de ventas de automóviles, televisores y aparatos de aire acondicionado demuestran vigor en el poder adquisitivo. En suma, por ahora el problema es político. Pero el hecho de que la presidenta deba reducir sus apariciones públicas y evitar discursos para cuidar su salud, no puede ser un motivo válido para que quienes fueron derrotados hace dos años en las elecciones, intenten moverle el piso. Por otra parte, el kirchnerismo ha dado muestras de retomar la iniciativa en momentos en los que parecía vencido. Los que se probaron anticipadamente entre 2008 y 2010 las pilchas de presidente, se llevaron una sorpresa en 2011. El historiador griego Heródoto, considerado el "padre de la Historia", afirmaba que el apresuramiento es "el padre del fracaso". Todavía faltan dos años para que se cumpla el ritual de la alternancia democrática. Es bueno tenerlo en cuenta.
Infonews
No es apropiado confundir, como hace la oposición, la gestión de gobierno con la comunicación.
Por Alberto Dearriba
Con la presidenta Cristina Fernández corrida del centro de la escena, el juego político de este tórrido verano es al menos inquietante. Los que la apoyan y los que la critican estaban acostumbrados a verla aparecer cotidianamente en el living de sus casas a través de las pantallas de televisión. Pero razones de salud hicieron aconsejable que la presidenta cediera la comunicación a un nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que soporta el peso de esa tarea sumamente estresante. La última vez que los argentinos de a pie la vieron personalmente o en las pantallas de sus televisores, fue el día que se celebró el trigésimo aniversario de la reinstauración de la democracia. Hace entonces casi cuarenta días que no preside un acto público, de esos en los que la presidenta pronunciaba discursos medulares, defendía su gestión o aprovechaba para azotar al neoliberalismo en sus diversas variantes.
Sus alocuciones provocaban fuertes adhesiones de quienes la adoran y rechazos categóricos de sus opositores. Todo el sistema político se había adaptado a ese juego en el cual las palabras de la presidenta daban comida a los comentarios de una y otra orilla.
Sin el disparador, los dirigentes oficialistas perdieron un tanto las guías de sus acciones y los opositores están desconcertados, porque la ausencia de material los muestra sin demasiadas propuestas. Es mucho más fácil criticar que proponer alternativas que sean atractivas para la sociedad.
En medio de una campaña presidencial un tanto prematura, el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, está tan irritado que llegó a decir en un reportaje radial que "es difícil saber quién está gobernando" y que "existe un serio problema de gobernabilidad". Supondrá que la decisión de enviar 1000 efectivos federales a la provincia de Córdoba ante un amague de insurrección policial, fue una decisión exclusiva del secretario de Seguridad, Sergio Berni, sin consulta alguna con la presidenta de la Nación. O que Cristina recibió al ministro de Economía, Axel Kicillof, en el sanatorio en el cual se repone su madre de una intervención quirúrgica, para conversar del sexo de los ángeles y no de la escalada del dólar. También creerán que el ultimátum del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, a las empresas eléctricas, no surgió de una instrucción presidencial, sino de una ocurrencia del chaqueño que es un librepensador.
Es cierto que el silencio de una presidenta que acostumbró al país a comunicar personal y directamente sus decisiones de gobierno, hace ruido. Y que en el mundo moderno, muchos llegan a creer que lo que no está en la pantalla de televisión, no existe. La batalla por la democratización del espectro de radio y televisión librada por el kirchnerismo a través de la Ley de Medios, demuestra que este gobierno comprendió como pocos el valor de la comunicación. Sin embargo, aunque la divulgación de los actos de gobierno sea una tarea esencial, no se puede confundir gestionar con comunicar, como lo hace la oposición.
En el nuevo modelo de gobierno instaurado por Cristina Fernández después de las elecciones de octubre y de sus problemas de salud, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, comunica, y ella gobierna.
En un alto de su tarea tendiente a instalar la fórmula en la que pretende acompañar al socialista Hermes Binner, en oposición a la que promueven Julio Cobos y Pino Solanas, el senador radical Ernesto Sanz se sumó a los que denuncian problemas de gobernabilidad. Señaló que "hay ausencia de política" y que "no hay gestión en el gobierno".
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, aguantó el jueves pasado una conferencia de prensa en la que lo interrogaron por Cristina. "Hace tres días hablé con la presidenta. Era mi cumpleaños, pero no hablamos de la cantidad de velitas que tuve que soplar, sino de cuestiones de Estado", dijo Scioli un tanto molesto.
El mandatario provincial sabe que tiene que cuidar la gobernabilidad como si fuera un cristal, no sólo por convicción, sino porque sus propias aspiraciones están ligadas a un objetivo presidencial. Nada le caería peor a Scioli que un adelantamiento de los tiempos institucionales. "Hay quienes quieren generar inestabilidad institucional y económica, cuando dicen que no hay presidenta, cuando en realidad Cristina está actuando y conduciendo como siempre", replicó.
Un periodista de Clarín se atrevió a preguntar por un supuesto rumor acerca de un adelantamiento de las elecciones presidenciales de 2015. Es obvio que la sola pregunta le da cierta entidad a una habladuría sin sustento y de mucha mala leche. "Lo que tenemos que pensar –contestó el gobernador– es quiénes lo dicen, porque esas cosas surgen de algunos medios de comunicación".
Para Scioli, "cuando se habla en estos términos, se quiere generar una incertidumbre, generar dudas desde el punto de vista institucional".
Los comentaristas de los medios de comunicación más concentrados abonan el clima desestabilizador con alusiones a supuestos "apuros" de la agenda política.
La instalación de un clima de supuesto "vacío de poder" precedió siempre a los movimientos desestabilizadores. Desde la reinstauración de la democracia, dos presidentes debieron abandonar la Casa de Gobierno antes de concluir su mandato. Si bien los alejamientos de Raúl Alfonsín y de Fernando de la Rúa se produjeron en medio de profundas crisis económicas y sociales, no parecieron las mejores soluciones para la salud institucional de la República.
Hoy la situación es totalmente distinta: el dólar pone los pelos de punta, pero no pocos economistas sostienen que el blue a casi 12 pesos no se condice con una economía en crecimiento, desendeudada, con reservas superiores a las existentes durante la convertibilidad cuando eran engordadas con préstamos internacionales, con buen nivel de empleo y de consumo. Las cifras de ventas de automóviles, televisores y aparatos de aire acondicionado demuestran vigor en el poder adquisitivo. En suma, por ahora el problema es político. Pero el hecho de que la presidenta deba reducir sus apariciones públicas y evitar discursos para cuidar su salud, no puede ser un motivo válido para que quienes fueron derrotados hace dos años en las elecciones, intenten moverle el piso. Por otra parte, el kirchnerismo ha dado muestras de retomar la iniciativa en momentos en los que parecía vencido. Los que se probaron anticipadamente entre 2008 y 2010 las pilchas de presidente, se llevaron una sorpresa en 2011. El historiador griego Heródoto, considerado el "padre de la Historia", afirmaba que el apresuramiento es "el padre del fracaso". Todavía faltan dos años para que se cumpla el ritual de la alternancia democrática. Es bueno tenerlo en cuenta.
Infonews
JUAN POR BAYER
Juan Poeta
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Imagen: Pablo Piovano
Un poeta llamado Juan, con nombre de albañil de brocha gorda, de peón de campo, de plantador de nogales. Juan, nada más que Juan. Ni Juan Domingo ni Juan Pablo. Juan. Pero el noble de la poesía. Eso sí, la poesía más profunda, con el lenguaje sencillo, con la palabra de la calle. Y la filosofía profunda de barrio que la hizo cátedra.
Podría escribir un libro sobre nuestro encuentro, pero prefiero abrir uno de tus libros porque allí está todo, todo lo que decías en nuestras extensas conversaciones: la injusticia social, lo que es poner el cuerpo para que no haya más niños con hambre, para guiñar el ojo a una mujer que nos gusta, para hablar de la filosofía de las calles y pintarla en una acuarela con todos sus colores.
Juan, el sabio. Juan, el mano abierta. Juan. El esencialmente poeta en todo. Juan, el ciudadano que pone la cara. Completo. Todo dicho en sus sabios versos. Un cantor de los barrios pobres que nos enseña qué deber debe ser la dignidad contra la futileza del arribismo. Sí, la idiotez egoísta del arribismo.
Juan Gelman, nuestro poeta de máxima sabiduría. Pero poeta. Nada más que eso. Que es todo.
Los hermosos recuerdos. Nos conocimos en la redacción de Noticias Gráficas, allá por la década del cincuenta, en el edificio de la Avenida de Mayo. Allí nos juntábamos los que hacíamos Gaceta Literaria, que dirigían Roberto Hosne y Pedro Orgambide, junto a otros escritores y poetas que recién comenzaban a escribir. Y después, en la redacción de Clarín –cuando estaba aún Roberto Noble– que trataba de imitar a Natalio Botana, el director de Crítica, con una redacción, la mitad de derecha y la mitad de izquierda. Allí, sentado, con la imaginación caminando por otro lado, estaba Raúl González Tuñón, el grande, hoy tan olvidado. Raúl González Tuñón, qué poeta, que fue tu verdadero maestro y vos reconociste eso con gran orgullo. Raúl, el poeta de los barrios, el poeta de la gente humilde, de los conventillos y del tango. Poeta de poetas. Me acuerdo de él, caminando perdido por la redacción, mirando al infinito, pensando en sueños, tratándose de explicar todo en versos.
Vos, Juan Poeta, eras un comunista a carta cabal. Soñabas con el fin del capitalismo. Cuántas veces discutimos hasta la madrugada en aquel café de Uruguay y Corrientes, que hoy, lástima, no existe más. Vos por la dictadura del proletariado; yo por la Igualdad en Libertad. Pero, por encima de las discusiones, nuestra amistad, muy fraternal, por cierto. Juan Gelman, el apellido inventado por tu padre ruso para poder entrar a la Argentina, y Juan, el nombre del pueblo. Justo para un poeta, el mayor poeta del pueblo.
Luego vendrá la época del fuego. Las dictaduras. Que culminará con el más cobarde de los sistemas de represión: la desaparición de personas. Y vos, firme en tu pensamiento: sólo con la lucha violenta contra la violencia se podrá triunfar. En vez de la vida cómoda del poeta que se encierra solo en el altillo para escribir versos, el luchador que pone el rostro en la vanguardia. ¡Si lo habremos discutido!
Hasta que llegó la época de López Rega. El miserable. Y ya nos podíamos ver muy poco. La última vez, antes del exilio, a la noche, en una mesa del café de Tribunales, ahí, bien atrás, contra la pared. La tristeza por la muerte de tantos compañeros, amigos del alma. Y fue una especie de despedida de dos que querían arreglar el país, pero con distintos métodos. Te repetí lo que yo pensaba sobre la lucha política y vos sonreístes y me dijiste: “el triunfo final será nuestro”. Y pasamos a hablar de poesía.
En el exilio nos vimos muchas veces. Estuviste en mi “Tugurio” de Berlín, en el barrio reo de Kreutzberg. Los encuentros cargados de tristezas, con el recuerdo de los que se fueron.
Una vez le dijiste a uno de mis hijos: “Admiro a tu padre que fue capaz de salvar a todos sus hijos”. La próxima vez que nos vimos te respondí: “Sí, pero vos sos un héroe del pueblo, un Hijo del Pueblo, título que los obreros de antes le daban a quienes ponían el cuerpo”.
Nuestra mejor cita era, todos los años, la Feria del Libro de Francfort. Allí nos sentíamos bien. Planes, siempre planes para el futuro. Tu rostro triste e irónico y tus palabras donde se escapaba siempre la poesía. Tu ternura cuando hablabas de los queridos amigos que ya no estaban más: Rodolfo Walsh, el Paco Urondo, Haroldo Conti... el dolor metido tan adentro que nunca se iría, que nunca se explicaría...
Mi gran alegría fue cuando dijiste “Sí” a mi proyecto de hacer un libro conjunto sobre el exilio y que se llamara así, justo: “Exilio”. Tu poesía y mi prosa dándose un abrazo. Allí, tu poesía describe tal cual lo injusto, la nostalgia, los amigos que cayeron, el dolor que queda ahí, bien adentro, para siempre.
Tu definición de exilio la escribiste, al pasar, en la primera página: “Guardamos la ropita en el ropero, pero no hemos deshecho las valijas del alma”.
Y vos no abriste nunca a esas valijas. Hubiera sido como encontrar a tus queridos muertos por los dictadores. Las cerraste para siempre y las llevaste cerradas al México del final.
Me imagino que ahora sí, las vas a abrir para encontrar lo que perdiste.
Y escribir, escribir, tu magia, tu varita de mago. Cuando puedas, pasame por debajo de la puerta tus nuevas poesías eternas.
Nos encontraremos, sin dudas, ya lo predicás vos en nuestro “Exilio”:
“Somos pedazos del viaje universal, diferentes, contrarios, las mismas olas nos arrastran. Iremos a parar a cualquier playa. Vamos a hacer un fueguito contra el frío y el hambre.
Vamos a arder bajo la misma noche.
Vamos a vernos, ver.”
Para Juan Poeta, la vida fue sólo poesía y compromiso con el ser humano. Soñador. “Poeta esencial. Pura poesía.” Tu epitafio debe decir sólo eso.
Has pasado a llamarte de Juan Gelman a Juan Poeta.
18/01/14 Página|12
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Imagen: Pablo Piovano
Un poeta llamado Juan, con nombre de albañil de brocha gorda, de peón de campo, de plantador de nogales. Juan, nada más que Juan. Ni Juan Domingo ni Juan Pablo. Juan. Pero el noble de la poesía. Eso sí, la poesía más profunda, con el lenguaje sencillo, con la palabra de la calle. Y la filosofía profunda de barrio que la hizo cátedra.
Podría escribir un libro sobre nuestro encuentro, pero prefiero abrir uno de tus libros porque allí está todo, todo lo que decías en nuestras extensas conversaciones: la injusticia social, lo que es poner el cuerpo para que no haya más niños con hambre, para guiñar el ojo a una mujer que nos gusta, para hablar de la filosofía de las calles y pintarla en una acuarela con todos sus colores.
Juan, el sabio. Juan, el mano abierta. Juan. El esencialmente poeta en todo. Juan, el ciudadano que pone la cara. Completo. Todo dicho en sus sabios versos. Un cantor de los barrios pobres que nos enseña qué deber debe ser la dignidad contra la futileza del arribismo. Sí, la idiotez egoísta del arribismo.
Juan Gelman, nuestro poeta de máxima sabiduría. Pero poeta. Nada más que eso. Que es todo.
Los hermosos recuerdos. Nos conocimos en la redacción de Noticias Gráficas, allá por la década del cincuenta, en el edificio de la Avenida de Mayo. Allí nos juntábamos los que hacíamos Gaceta Literaria, que dirigían Roberto Hosne y Pedro Orgambide, junto a otros escritores y poetas que recién comenzaban a escribir. Y después, en la redacción de Clarín –cuando estaba aún Roberto Noble– que trataba de imitar a Natalio Botana, el director de Crítica, con una redacción, la mitad de derecha y la mitad de izquierda. Allí, sentado, con la imaginación caminando por otro lado, estaba Raúl González Tuñón, el grande, hoy tan olvidado. Raúl González Tuñón, qué poeta, que fue tu verdadero maestro y vos reconociste eso con gran orgullo. Raúl, el poeta de los barrios, el poeta de la gente humilde, de los conventillos y del tango. Poeta de poetas. Me acuerdo de él, caminando perdido por la redacción, mirando al infinito, pensando en sueños, tratándose de explicar todo en versos.
Vos, Juan Poeta, eras un comunista a carta cabal. Soñabas con el fin del capitalismo. Cuántas veces discutimos hasta la madrugada en aquel café de Uruguay y Corrientes, que hoy, lástima, no existe más. Vos por la dictadura del proletariado; yo por la Igualdad en Libertad. Pero, por encima de las discusiones, nuestra amistad, muy fraternal, por cierto. Juan Gelman, el apellido inventado por tu padre ruso para poder entrar a la Argentina, y Juan, el nombre del pueblo. Justo para un poeta, el mayor poeta del pueblo.
Luego vendrá la época del fuego. Las dictaduras. Que culminará con el más cobarde de los sistemas de represión: la desaparición de personas. Y vos, firme en tu pensamiento: sólo con la lucha violenta contra la violencia se podrá triunfar. En vez de la vida cómoda del poeta que se encierra solo en el altillo para escribir versos, el luchador que pone el rostro en la vanguardia. ¡Si lo habremos discutido!
Hasta que llegó la época de López Rega. El miserable. Y ya nos podíamos ver muy poco. La última vez, antes del exilio, a la noche, en una mesa del café de Tribunales, ahí, bien atrás, contra la pared. La tristeza por la muerte de tantos compañeros, amigos del alma. Y fue una especie de despedida de dos que querían arreglar el país, pero con distintos métodos. Te repetí lo que yo pensaba sobre la lucha política y vos sonreístes y me dijiste: “el triunfo final será nuestro”. Y pasamos a hablar de poesía.
En el exilio nos vimos muchas veces. Estuviste en mi “Tugurio” de Berlín, en el barrio reo de Kreutzberg. Los encuentros cargados de tristezas, con el recuerdo de los que se fueron.
Una vez le dijiste a uno de mis hijos: “Admiro a tu padre que fue capaz de salvar a todos sus hijos”. La próxima vez que nos vimos te respondí: “Sí, pero vos sos un héroe del pueblo, un Hijo del Pueblo, título que los obreros de antes le daban a quienes ponían el cuerpo”.
Nuestra mejor cita era, todos los años, la Feria del Libro de Francfort. Allí nos sentíamos bien. Planes, siempre planes para el futuro. Tu rostro triste e irónico y tus palabras donde se escapaba siempre la poesía. Tu ternura cuando hablabas de los queridos amigos que ya no estaban más: Rodolfo Walsh, el Paco Urondo, Haroldo Conti... el dolor metido tan adentro que nunca se iría, que nunca se explicaría...
Mi gran alegría fue cuando dijiste “Sí” a mi proyecto de hacer un libro conjunto sobre el exilio y que se llamara así, justo: “Exilio”. Tu poesía y mi prosa dándose un abrazo. Allí, tu poesía describe tal cual lo injusto, la nostalgia, los amigos que cayeron, el dolor que queda ahí, bien adentro, para siempre.
Tu definición de exilio la escribiste, al pasar, en la primera página: “Guardamos la ropita en el ropero, pero no hemos deshecho las valijas del alma”.
Y vos no abriste nunca a esas valijas. Hubiera sido como encontrar a tus queridos muertos por los dictadores. Las cerraste para siempre y las llevaste cerradas al México del final.
Me imagino que ahora sí, las vas a abrir para encontrar lo que perdiste.
Y escribir, escribir, tu magia, tu varita de mago. Cuando puedas, pasame por debajo de la puerta tus nuevas poesías eternas.
Nos encontraremos, sin dudas, ya lo predicás vos en nuestro “Exilio”:
“Somos pedazos del viaje universal, diferentes, contrarios, las mismas olas nos arrastran. Iremos a parar a cualquier playa. Vamos a hacer un fueguito contra el frío y el hambre.
Vamos a arder bajo la misma noche.
Vamos a vernos, ver.”
Para Juan Poeta, la vida fue sólo poesía y compromiso con el ser humano. Soñador. “Poeta esencial. Pura poesía.” Tu epitafio debe decir sólo eso.
Has pasado a llamarte de Juan Gelman a Juan Poeta.
18/01/14 Página|12
A PARIS
EL MINISTRO DE ECONOMIA VIAJA PARA REUNIRSE CON LAS AUTORIDADES DEL GRUPO ACREEDOR
Rumbo a París a negociar la deuda
Axel Kicillof, ministro de Economía, estará acompañado por Hernán Lorenzino y otros funcionarios.
Imagen: Télam
El Gobierno y los 19 países del Club de París mostraron voluntad de avanzar hacia un acuerdo, que todavía se encuentra en etapa de exploración. En Economía diseñan una “propuesta creativa”, con eventuales pagos atados a inversiones.
Por Tomás Lukin
El ministro de Economía, Axel Kicillof, viajará a Francia para reunirse este lunes con las autoridades del Club de París. El equipo económico retomó las negociaciones para solucionar el default con ese foro de 19 países arrastrado desde 2001. Desde el Palacio de Hacienda afirman que los acreedores hicieron saber su renovado interés en la normalización del pasivo. Las partes todavía no lograron un acuerdo y la visita servirá para avanzar en la discusión alrededor del ensayo de “propuesta creativa” que pretenden impulsar los funcionarios. La oferta no está definida pero no contempla pagar con reservas del Banco Central, ni la intervención del FMI como exigía el grupo de países. Durante la visita, que durará menos de 24 horas, Kicillof estará acompañado por el secretario de Finanzas, Pablo López. En el frío de la capital francesa los esperarán los responsables de la Unidad de Reestructuración de Deuda, el ex ministro Hernán Lorenzino y el ex responsable del área financiera, Adrián Cosentino.
El monto de los compromisos impagos desde 2001 ronda los 6500 millones de dólares, pero a esa cifra se suman vencimientos de capital e intereses y punitorios acumulados desde entonces. En 2011, el monto que surgió de la última negociación conocida alcanzó los 9000 millones de dólares. Hoy el número sería más elevado. La propuesta del equipo económico no está definida, pero Página/12 pudo saber que no contempla un pago inicial con reservas del Banco Central. Esa decisión no descarta que el acuerdo contemple en algún momento un desembolso en efectivo por parte del país.
Una alternativa que se exploró fue la posibilidad de pagar con bonos, similar a la dinámica fijada con las cinco empresas que tenían sentencias definitivas en el tribunal arbitral del Banco Mundial, Ciadi, o como sucederá en el caso de la compensación a Repsol por la expropiación de YPF. Tampoco se desechó esa idea, pero los miembros del grupo de países no estarían interesados en ese mecanismo.
Uno de los argumentos tradicionales para promover la regularización del default es que redundará en un incremento de las inversiones provenientes de esos países. Por eso, otra herramienta que tiene peso en la negociación es la creación de un fideicomiso adonde irían a parar una porción de las divisas provenientes de inversiones de los países miembros del Club de París. Argentina podría comprometerse a pagar sus acreencias con todos los miembros en relación con los desembolsos de firmas multinacionales que comiencen a aparecer.
El acuerdo será “razonable para las dos partes y algo que se pueda cumplir sin afectar la economía argentina”, expresan desde Economía. Desde el equipo económico explicaron a este diario que “se avanzó fuerte” a lo largo de la última semana y que “el Club de París ve con buenos ojos algunos nuevos lineamientos”. La reunión con las autoridades del foro de países será el lunes por la tarde parisiense y los funcionarios regresarán esa misma noche a Buenos Aires. La administración formal del grupo está a cargo de un presidente, un cargo que desempeña hace varios años el francés Ramón Fernández. La solución del conflicto permitiría, desde la visión del Gobierno, avanzar en el proceso de normalización de pasivos y reducir el costo de acceso al financiamiento externo para las empresas locales.
La búsqueda de un acuerdo para solucionar el default con los miembros del Club de París no es nueva. Tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández manifestaron más de una vez su intención de negociar con el Club. Pero advirtieron que no aceptarían el requisito de llegar a un entendimiento previo con el FMI, como exige la institución en la mayoría de los casos (con Nigeria había alcanzado una solución sin el Fondo). Así se bloqueó la posibilidad de cualquier acuerdo. Por eso, en septiembre de 2008, CFK anunció que se cancelaría la deuda en un pago con reservas del Banco Central por 6706 millones de dólares. La decisión, similar a la implementada con el FMI en 2006, implicaba destinar el 14 por ciento de las reservas para saldar el pasivo. El estallido de la crisis financiera internacional con la caída del banco Lehman Brothers a los pocos días del anuncio volvió inoportuno avanzar. Finalmente, en noviembre de 2010 CFK informó por cadena nacional que el grupo de acreedores había aceptado negociar sin el Fondo, una concesión y requerimiento que seguiría vigente. También se esbozaron propuestas en 2010 y 2011 pero no se logró concretarlas.
Para lograr un acuerdo se requiere que los acreedores acepten las condiciones por unanimidad. Sin embargo, Alemania, Japón y Estados Unidos resultan clave para encarrilar la discusión. Los dos primeros porque son los que cargan con los mayores pasivos a reestructurar, mientras que el último tiene una influencia política obvia. Las acreencias de Alemania ascienden al 35,6 por ciento del total, la deuda con Japón representa el 24,8 por ciento, mientras que el pasivo correspondiente a Estados Unidos no supera el 7 por ciento. Con esos tres países y la presidencia del consorcio se canalizaron las negociaciones del Gobierno a lo largo de las últimas semanas. La deuda corresponde a créditos otorgados al país a lo largo de los últimos 50 años. El Club de París nació en 1956 cuando el gobierno de Francia convocó a representantes de otros países acreedores de Argentina para encarar, en forma conjunta, las negociaciones por la refinanciación de la deuda del país, tal cual lo había solicitado el gobierno de facto que meses antes había derrocado al general Juan Domingo Perón.
El nuevo intento negociador en esta saga se dará en un contexto financiero menos turbulento que en 2008 y 2010. El equipo económico entiende que eso facilitará el diálogo con los acreedores.
18/01/14 Página|12
Rumbo a París a negociar la deuda
Axel Kicillof, ministro de Economía, estará acompañado por Hernán Lorenzino y otros funcionarios.
Imagen: Télam
El Gobierno y los 19 países del Club de París mostraron voluntad de avanzar hacia un acuerdo, que todavía se encuentra en etapa de exploración. En Economía diseñan una “propuesta creativa”, con eventuales pagos atados a inversiones.
Por Tomás Lukin
El ministro de Economía, Axel Kicillof, viajará a Francia para reunirse este lunes con las autoridades del Club de París. El equipo económico retomó las negociaciones para solucionar el default con ese foro de 19 países arrastrado desde 2001. Desde el Palacio de Hacienda afirman que los acreedores hicieron saber su renovado interés en la normalización del pasivo. Las partes todavía no lograron un acuerdo y la visita servirá para avanzar en la discusión alrededor del ensayo de “propuesta creativa” que pretenden impulsar los funcionarios. La oferta no está definida pero no contempla pagar con reservas del Banco Central, ni la intervención del FMI como exigía el grupo de países. Durante la visita, que durará menos de 24 horas, Kicillof estará acompañado por el secretario de Finanzas, Pablo López. En el frío de la capital francesa los esperarán los responsables de la Unidad de Reestructuración de Deuda, el ex ministro Hernán Lorenzino y el ex responsable del área financiera, Adrián Cosentino.
El monto de los compromisos impagos desde 2001 ronda los 6500 millones de dólares, pero a esa cifra se suman vencimientos de capital e intereses y punitorios acumulados desde entonces. En 2011, el monto que surgió de la última negociación conocida alcanzó los 9000 millones de dólares. Hoy el número sería más elevado. La propuesta del equipo económico no está definida, pero Página/12 pudo saber que no contempla un pago inicial con reservas del Banco Central. Esa decisión no descarta que el acuerdo contemple en algún momento un desembolso en efectivo por parte del país.
Una alternativa que se exploró fue la posibilidad de pagar con bonos, similar a la dinámica fijada con las cinco empresas que tenían sentencias definitivas en el tribunal arbitral del Banco Mundial, Ciadi, o como sucederá en el caso de la compensación a Repsol por la expropiación de YPF. Tampoco se desechó esa idea, pero los miembros del grupo de países no estarían interesados en ese mecanismo.
Uno de los argumentos tradicionales para promover la regularización del default es que redundará en un incremento de las inversiones provenientes de esos países. Por eso, otra herramienta que tiene peso en la negociación es la creación de un fideicomiso adonde irían a parar una porción de las divisas provenientes de inversiones de los países miembros del Club de París. Argentina podría comprometerse a pagar sus acreencias con todos los miembros en relación con los desembolsos de firmas multinacionales que comiencen a aparecer.
El acuerdo será “razonable para las dos partes y algo que se pueda cumplir sin afectar la economía argentina”, expresan desde Economía. Desde el equipo económico explicaron a este diario que “se avanzó fuerte” a lo largo de la última semana y que “el Club de París ve con buenos ojos algunos nuevos lineamientos”. La reunión con las autoridades del foro de países será el lunes por la tarde parisiense y los funcionarios regresarán esa misma noche a Buenos Aires. La administración formal del grupo está a cargo de un presidente, un cargo que desempeña hace varios años el francés Ramón Fernández. La solución del conflicto permitiría, desde la visión del Gobierno, avanzar en el proceso de normalización de pasivos y reducir el costo de acceso al financiamiento externo para las empresas locales.
La búsqueda de un acuerdo para solucionar el default con los miembros del Club de París no es nueva. Tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández manifestaron más de una vez su intención de negociar con el Club. Pero advirtieron que no aceptarían el requisito de llegar a un entendimiento previo con el FMI, como exige la institución en la mayoría de los casos (con Nigeria había alcanzado una solución sin el Fondo). Así se bloqueó la posibilidad de cualquier acuerdo. Por eso, en septiembre de 2008, CFK anunció que se cancelaría la deuda en un pago con reservas del Banco Central por 6706 millones de dólares. La decisión, similar a la implementada con el FMI en 2006, implicaba destinar el 14 por ciento de las reservas para saldar el pasivo. El estallido de la crisis financiera internacional con la caída del banco Lehman Brothers a los pocos días del anuncio volvió inoportuno avanzar. Finalmente, en noviembre de 2010 CFK informó por cadena nacional que el grupo de acreedores había aceptado negociar sin el Fondo, una concesión y requerimiento que seguiría vigente. También se esbozaron propuestas en 2010 y 2011 pero no se logró concretarlas.
Para lograr un acuerdo se requiere que los acreedores acepten las condiciones por unanimidad. Sin embargo, Alemania, Japón y Estados Unidos resultan clave para encarrilar la discusión. Los dos primeros porque son los que cargan con los mayores pasivos a reestructurar, mientras que el último tiene una influencia política obvia. Las acreencias de Alemania ascienden al 35,6 por ciento del total, la deuda con Japón representa el 24,8 por ciento, mientras que el pasivo correspondiente a Estados Unidos no supera el 7 por ciento. Con esos tres países y la presidencia del consorcio se canalizaron las negociaciones del Gobierno a lo largo de las últimas semanas. La deuda corresponde a créditos otorgados al país a lo largo de los últimos 50 años. El Club de París nació en 1956 cuando el gobierno de Francia convocó a representantes de otros países acreedores de Argentina para encarar, en forma conjunta, las negociaciones por la refinanciación de la deuda del país, tal cual lo había solicitado el gobierno de facto que meses antes había derrocado al general Juan Domingo Perón.
El nuevo intento negociador en esta saga se dará en un contexto financiero menos turbulento que en 2008 y 2010. El equipo económico entiende que eso facilitará el diálogo con los acreedores.
18/01/14 Página|12
viernes, 17 de enero de 2014
IN MEMORIAM, JEFA PERONISTA, REVOLUCIONARIA
Una de las fundadoras de la guerrilla urbana mas importante de la historia latinoamericana
Devenida en la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, Movimiento NACIONAL sin precedentes en nuestra Patria y en América.
SNOWDEN
Un ex empleado de la CIA desveló los programas de espionaje de EE.UU. (El Mundo): http://www.elmundo.es/america/2013/06/09/estados_unidos/1370804533.html
Snowden podría pedir asilo en Brasil, según el diario 'Folha' (El Mundo):
http://www.elmundo.es/internacional/2013/12/17/52b0287b22601d48268b4589.html
Dilma Rousseff cancela su viaje a Washington (El Universal):http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2013/impreso/avanzada-de-rousseff-cancela-viaje-a-eu-208...
Juez declara ilegal el espionaje interno de la NSA (Huffington Post):http://voces.huffingtonpost.com/2013/12/16/juez-nsa-ilegal_n_4454917.html
Brasil usará cables de fibra y satélites para eludir el espionaje de EE.UU. (La Vanguardia):
http://www.lavanguardia.com/internet/20130909/54380177143/brasil-usara-cables-de-fibra-y-satelites-p...
Los trucos de EE.UU. para implementar su espionaje electrónico masivo (La Nación):
http://www.lanacion.com.ar/1652245-los-trucos-de-eeuu-para-implementar-su-espionaje-electronico-masi...
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http://www.elmundo.es/internacional/2013/12/17/52b0287b22601d48268b4589.html
Dilma Rousseff cancela su viaje a Washington (El Universal):http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2013/impreso/avanzada-de-rousseff-cancela-viaje-a-eu-208...
Juez declara ilegal el espionaje interno de la NSA (Huffington Post):http://voces.huffingtonpost.com/2013/12/16/juez-nsa-ilegal_n_4454917.html
Brasil usará cables de fibra y satélites para eludir el espionaje de EE.UU. (La Vanguardia):
http://www.lavanguardia.com/internet/20130909/54380177143/brasil-usara-cables-de-fibra-y-satelites-p...
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