viernes, 3 de enero de 2014
El gran gato de la inflación, por Daniel Llano
El rol de las corporaciones vinculadas con la producción y distribución de alimentos. Antecedentes y actualidad de un debate que renace en el contexto de un nuevo acuerdo de precios.
Por Daniel Llano
Hace diez años, cuando comenzaba este nuevo ciclo en democracia, la inflación ocupaba un lugar muy relativo entre las preocupaciones políticas. Otras urgencias demandaban el esfuerzo de gobernar, y -sobre todo- la lectura de encarar de a una las lacras heredadas de dictaduras y neoliberalismos aconsejaba no meterse demasiado con este tema por el momento. Los enemigos había que enfrentarlos de a uno, y eso resultó acertado.
El problema era un enemigo agazapado, silencioso como la hipertensión. Nadie parecía recordar lo sucedido en los años 50, cuando la producción agropecuaria fue reducida a la mitad por la oligarquía terrateniente y sus socios, generando una crisis artificial que algunos memoriosos pueden recordar por el surgimiento del pan negro (hoy más caro que el blanco) como un baldón para la economía peronista que melló su apoyo popular. Lo mismo, aunque con otras características, volvió a ocurrir cuando cada gobierno democrático intentó -aunque fuera muy tibiamente- meterse con los monopolios y las concentradas. Los desabastecimientos del 73 al 75, la hiper de Alfonsín, y hasta en el año 2009 la remarcación de precios en la provincia de Buenos Aires que permitió que De Narváez le ganara a Nestor Kirchner, fueron muestras cabales de que el control de los precios en el consumo popular es una herramienta política sumamente poderosa.
Se dictaron normas, se abrieron espacios en el mercado mayorista y hasta se abordaron leyes. Esos análisis y abordajes han sido útiles, pero fallan en una cuestión muy concreta como para ser soslayada, que pasa por un estratégico cambio en las reglas de la competencia en el territorio, y no sólo en la legislación o las normas.
Durante las audiencias públicas sobre la Ley de Medios en la Corte, tuvimos un ejemplo contundente que sin embargo pasó inadvertido precisamente porque este tema (central a todo modelo de independencia económica) no aparece aún en el debate nacional. El movimiento cooperativo presentó un testimonio muy claro de que, para legislar antimonopólicamente, en paralelo se deben aplicar políticas de claro impulso a los sectores alternativos que generen competencia real en la trama que se pretende descorporativizar.
Y esto es político, no sólo económico. Si el Grupo Clarín se desguaza, ¿quién lo reemplazará?
Que resulten corporaciones menores no cambia la actual ecuación de poder en el espacio de la prensa. A lo sumo habrá más sectores con quienes negociar, pero la naturaleza empresarial capitalista del resultante -por su lógica- seguirá siendo un dolor de cabeza para los gobiernos populares.
Mutuales y cooperativas reseñaron en la Corte las dificultades para que espacios alternativos, especialmente de economía social o grupos de PyMEs, pudieran sobrevivir en el pasado ante los embates de una concentración despiadada y protegida desde un Estado autoritario y neoliberal. Pero no se quedaron allí, y esta es la parte que falta incluir en el debate: además, propusieron con pelos, señales y mucha enjundia una propuesta realmente novedosa de ocupación de los espacios mediáticos nacionales de manera más abierta, democrática y participativa.
No voy a cansar con la reseña, basta entrar a YouTube y ver los videos enlazados que se levantaron durante las amicus curiae en la Suprema Corte. (Ver por ejemplo...)
Pero sí voy a abusar de la paciencia para plantear una cuestión central que surge de esto.
Con tanta autoridad académica, con tanto abrevar en fuentes del pensamiento transformador, ¿cómo es posible que tan pocos -o ninguno- de nuestros economistas de fuste esté poniendo el acento en la reposición de la fuerza de trabajo? El impacto de la canasta básica en el salario medio-bajo y bajo no se analiza. La demonopolización en alimentos y otros consumos populares no se estudia, ni siquiera asoma aún en el horizonte. Ni hablar de un análisis sobre los costos reales de las empresas en cuanto a producción y logística.
Pero mucho menos todavía se habla sobre las alternativas posibles. Que existen. Y que luchan en el más amplio anonimato.
Mientras tanto, corporaciones tan o más perniciosas (en todo caso, aliadas estratégicas) que las mediáticas, manejan los precios a su antojo, generan inflación artificial con un claro sentido político opositor, y encima le echan la culpa al Gobierno y se victimizan ante el INDEC.
Brillante. Simplemente brillante.
Lo opaco es la capacidad de respuesta nacional. Ya pasó varias veces, pero no nos avivamos. Repito, no han dejado marcas el pan negro de Perón en el 54, los desabastecimientos del 74, la hiperinflación de Alfonsín, la remarcación furibunda del 2009 que le permitió al Colorado de Narváez ganarle a Néstor (sí, hoy parece ridículo, pero sucedió). Esos golpes silenciosos no surgen como categoría de análisis en ningún medio, en universidades o en la militancia. Daniel Aspiazu y Martín Schor esbozaron un rescate puntual del brillante trabajo investigativo de Oscar Braun (lamentablemente fallecido en Holanda hace unos cuantos años) que pareció prender la luz durante unos días, pero después se apagó.
Vamos (para ser coherentes) a los bifes: si para antes del 2015 no se le entra con fuerza estratégica a este tema, se avizoran en el horizonte crecientes remarcaciones salvajes y desabastecimiento sin justificativos. Van a tratar de hacerle soltar lágrimas de sangre a la víscera más sensible del pueblo, como fórmula tradicional probada y comprobada para desangrar el caudal de votos del modelo nacional. Mientras tanto, cientos de cuencas en proceso de agregar valor esperan, tapadas por políticas que sirvieron alguna vez para contenerlas socialmente, pero que necesitan ser ampliadas para generar desarrollo genuino capaz de competir con las concentradas.
No es caro, ni de largo plazo. Sí de altísimo impacto. Y contesta a la pregunta que todos esquivan: ¿quién le pone el cascabel al gran gato de la inflación inflada?
Dentro del amplio espectro de la producción alimentaria de consumo básico existe un abigarrado espacio de pequeñas empresas, de cooperativas y asociaciones generalmente cautivas de un sistema concentrado de acopio, transporte y comercialización. Al pretender que esas experiencias emergentes de competencia a las concentradas jueguen bajo las reglas del mercado neoliberal, lo único que se logra es destruirlas o jibarizarlas. Por eso, la muletilla más escuchada en los ámbitos de la economía popular es que "el cuello de botella es la comercialización". Una falacia total. Aceptando esas reglas, lo único que logramos es dejar de ver por dónde ponerle el cascabel al gato.
El secreto pasa por romper el lema central que mueve a este gigantezco espacio, con más de cuatro millones de pequeños productores, que es "del productor al consumidor". Las concentradas se relamen ante esta fórmula: saben que los mercados informales, de crecer en escala, caerán como fruta madura en sus manos y que ellos terminarán apropiándose de la inversión estatal dispersa. No se conoce un sólo caso en que esta matriz aplicada desde el 2003 haya logrado abrir rumbos en el monolítico poder de mercado de las concentradas. La nueva consigna debe ser entonces: "de los productores organizados y cooperativizados, con marca, logística y comercialización propias, a los almacenes de barrio de ciudades cercanas". Eso se llama "economía social de escala", y pocos saben que es en la Argentina donde está surgiendo este nuevo enfoque sobre el combate a la inflación.
En los países de América Latina, los almacenes barriales han sido el reducto de resistencia de muchos productos nacionales ante el avance de los monopolios. Sólo analizando el caso argentino, los almacenes pasaron de facturar el 9 % de las ventas totales de consumo básico en el 2003, a un esperanzador y combativo 23 % en la actualidad. Casi un cuarto de las compras básicas, especialmente del segmento social que más porcentaje de su salario gasta en este rubro, pasa por los almacenes de barrio.
¿Por qué sucede esto? No han existido políticas oficiales para impulsarlo. Tampoco se conocen espacios organizativos de este tipo de comercios que den sustento a semejante desempeño. Las cámaras pymes no se lo han planteado como estrategia. El único indicio detectado fue una nota en el suplemento I Eco de Clarín, bajo el título "La venganza de los Manolitos", hace más de un año, donde se alertaba a los grandes de que les había nacido un enemigo. Esa nota duró pocos días en la web, porque al darse cuenta del llamado a combate que encerraba, la descolgaron inmediatamente.
Lo que ha sucedido es que los pulpos han desarrollado tal colchón de precios, que cualquier mermelada de baja escala hecha con máquinas a pedal hoy resulta competitiva. Se ha derrumbado el mito de que la gran escala es imbatible por su capacidad de abaratar los costos de producción. No sólo porque esos costos hoy están más ligados a las finanzas que a la economía real, sino además porque -para alcanzarlos- han debido renunciar a cualquier criterio de razonabilidad en la sanidad intrínseca de los alimentos industrializados, y -a la vez- reduciendo los costos primarios y secundarios de manera brutal, para "maximizar ganancias". Sin hablar de las debilidades de una cadena radial que deja heridos en la periferia, ni de los costos operativos, publicitarios y otras lacras que han llevado a las concentradas a transformarse en "gigantes en chancletas".
Un último aporte: en general estas lides se plantean primero como teóricas, para luego se derramarse sobre el territorio como políticas, por el antiguo adagio de que la capacidad de decisión está arriba, donde se decide. También en esto hemos sido contaminados por una filosofía partidocrática, reclamante y algunas veces hasta pedigüeña. Porque lo que estoy enunciando ya se verifica en algunos puntos de la geografía argentina, y... funciona.
* El autor es director de Agencia para el Desarrollo ARCentral (Misiones) y Ex director de la revista Jotapé (1983/1999
Recalde repudió la tapa de Revista Noticias
El diputado nacional (FpV), Héctor Recalde, manifestó su repudio a la tapa del último número de revista Noticias, del editorial Perfil, que con el título "La reina está desnuda - Secretos de una ausencia inquietante”, denosta una vez más la investidura de la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kichner.
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En este sentido, Recalde afirmó: “Esto no es libertad de prensa, la Revista noticias vuelve a incurrir en una acción de daño a la figura de la presidenta".
"Incurren en un delito que debe tener una sanción administrativa y penal que puede ser adoptada por la autoridad de aplicación", aseguró Recalde. “Vaya mi repudio más absoluto como ciudadano y peronista por la ofensa realizada", concluyó.
En el año 2012, bajo el número 6359- D-12, Recalde había expresado su rechazo y condena al “accionar discriminatorio del Grupo Perfil que ha reproducido en la tapa de la Revista Noticias, edición Nro. 1863 del 8 de septiembre de 2012, una caricaturización humillante de la señora presidenta Dra. Cristina Fernández de Kirchner, ejerciendo un claro ejemplo de violencia mediática de género”.
La referida tapa llevaba como título "El goce de Cristina" y el correspondiente artículo se titulaba, "La libido del Poder CFK". Para Recalde, los dos titulares reproducían “estereotipos de género que atentan contra la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres".
Anuncia Maduro nuevo orden económico en Venezuela
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció hoy que en 2014 se establecerá un nuevo orden económico y a través de una ley se logrará el equilibrio necesario con ganancias moderadas y precios justos.
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El jefe de Estado respondió hoy preguntas a reporteros durante una conferencia de prensa realizada en el Palacio de Miraflores y a la que asistieron representantes de 34 medios nacionales e internacionales.
Equilibrio entre ingresos y egresos de las divisas que el país produce, que llevará un nuevo sistema cambiario; la creación de una reserva de divisa, y el establecimeinto de una sola caja de administración de esa divisa, serán parte de las acciones para ese nuevo orden acorde con Maduro.
También mencionó que en el año venidero se trabajará en el equilibrio entre importación produccción y consumo.
Maduro responsabilizó a la guerra económica, inducida e impuesta por la burguesía parasitaria de dentro y fuera del país, la inflación en Venezuela en 2013, la cual llegó a la inusual cifra de 56 por ciento del país.
“Si nosotros no hubiéramos tenido esa guerra económica, tuviéramos una inflación de un dígito. Todos los ejercicios que se hacen, rubro por rubro, hubieran logrado que tuviéramos la inflación más baja de los últimos 100 años”, señaló el Presidente.
Ellos se empecinaron, dijo al hablar de los opositores, en una guerra económica para recoger frutos políticos, pero la derrota en las elecciones municipales del 8 de diciembre les demostró la fuerza y vitalidad del chavismo, dijo y advirtió que 2014 será un año muy bueno para todos los venezolanos.
El jefe de Estado habló de las acciones especulativas de la oposición y de todo cuanto ha hecho el Gobierno para evitar incluso una hambruna en el país este año.
También explicó cómo se avanza hacia un 2014 mejor a partir incluso de un acuerdo económico, con China ascendente a cinco mil millones de dólares, que será de gran impacto económico y social.
Maduro hizo mención a un informe del Banco Central de Venezuela y del Instituto Nacional de Estadística -ubicado en la web de ambas entidades- en el cual, señaló, se muestra al país y al mundo una realidad muy cruda y se explican los por qué el país tuvo que iniciar el 6 de noviembre una ofensiva económica.
En ese documento, señaló, se recoge lo que ha pasado en Venezuela este año en el orden económico, más allá de los números, y en el cual se definen las violaciones más serias de precios al consumidor, niveles inusuales en el comportamiento económico y cómo aprovecharon la enfermedad y muerte del presidente Hugo Chávez para desestabilizar al país.
Hemos encontrado una inflación especulativa inducida fuera de las reglas de la economía real del país, dijo el presidente y acotó que la guerra económica inducida pretende subir la calificación de riesgos para hacer negocios con Venezuela, para frenar los créditos y la confianza en el país.
Pero nosotros nos defendemos, apuntó, y mencionó entre las acciones acuerdos con países como China, además de la efectividad en la ofensiva económica, que en año venidero estará mejor estructurada a partir de establecer medidas sustentada en la ley.
Fuente: AVN
América Latina frente a los desafíos de 2014
"El mayor desafío es crear condiciones para interrumpir la creciente dependencia de los mercados norteamericanos y chinos, una mayor integración comercial dentro de América Latina vía Mercosur, Unasur, el Alba; y buscar nuevos mercados, como el de Rusia".
http://sintinta.com.ar/
Por Vicky Peláez*
La independencia política sin independencia económica es sólo una ilusión (Kwame Nkrumah, 1902-1972, primer presidente de Ghana poscolonial)
Ahora, cuando el mundo se prepara para recibir el Año Nuevo mientras la crisis económica golpea sin cesar a la única superpotencia del mundo, Estados Unidos, y a su incondicional servil aliado, la Unión Europea, en América Latina termina el año con un promedio estable del crecimiento anual de 2.6 por ciento, según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En su reporte anual “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe”, la CEPAL señala que el año pasado el crecimiento económico fue más modesto de lo pronosticado en los países de la región. Se informa sobre todo sobre la disminución de la demanda externa, la caída global del consumo y una mayor volatilidad financiera internacional.
Uno de los mayores problemas que persisten en América Latina es la pobreza que actualmente afecta a 164 millones de habitantes de los cuales 66 millones viven en la indigencia. A pesar que desde el 2002 la pobreza cayó en el 15.7 por ciento y la indigencia el 8 por ciento, hay países donde la pobreza se mantuvo estable, como en El Salvador (45.3%) y República Dominicana (41.2%). Sin embargo, lo más paradójico es que la pobreza aumentó en México de 36.3 a 37.1 por ciento pesar de que este país es permanentemente elogiado y felicitado por el presidente Barack Obama y su vicepresidente Joe Biden por sus “éxitos económicos y el desarrollo de su democracia”.
Y cómo no iba alabar Barack Obama a los dirigentes de México si hace pocos días su presidente Enrique Peña Nieto y el Congreso de la República formalizaron la cesión de su sistema energético a las empresas transnacionales poniendo con este gesto el punto final a la soberanía de México. Los héroes nacionales Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Juan Aldama que hace 203 años dieron el “Grito de Dolores” deben de estar revolcándose en sus tumbas, indignados por la liquidación voluntaria de la independencia del país que resistió guerras e invasiones pero sucumbió al poder del dólar. También ya está en marcha la nueva Reforma Educativa, orientada a la privatización del sistema educativo mexicano al estilo chileno. También se propone un nuevo recorte del gasto público siguiendo las recetas ortodoxas económicas cómo sucedió en América Latina en los años 1980.
Sin embargo, la mayoría de los países del hemisferio siguen, a diferencia de México, otros caminos y se enrumban hacia el modelo de desarrollo heterodoxo y el fortalecimiento de la influencia del Estado en la elaboración y ejecución de la política económica. Esto explica porqué la pobreza en Argentina bajó en 2012 a 4.3 por ciento, registrando este país el menor índice de la población con necesidades insatisfechas en Latinoamérica. Detrás le siguen Uruguay con un 5.9 por ciento Costa Rica (17.8%) y Brasil (18.6%). También en Venezuela la tasa de la pobreza bajó de 29.5 a 23.9 por ciento y en Ecuador del 35.3 al 32.2 por ciento. La disminución de la pobreza implica el crecimiento sostenido de la clase media y las inversiones en infraestructura productiva necesarias para que las economías nacionales logren el mejor desempeño en 2014.
Como lo señaló la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, “el escenario de la economía mundial en 2014 le plantea a la América Latina y el Caribe simultáneamente oportunidades y desafíos. Entre las oportunidades vemos un aumento en el comercio internacional y la posibilidad de aprovechar las depreciaciones cambiarias que se están dando para asegurar cambios sostenidos de los precios relativos”. Lo que se requiere, según esta especialista, es la implementación de políticas industriales nacionales que “apoyen el crecimiento, impulsen la integración regional y atiendan a la pequeña y mediana empresa”. Todo esto no se puede realizar sin hacer cambios en la estrategia económica.
El mayor desafío para América Latina en condiciones cuando el ciclo expansivo de la política monetaria de EEUU se está aproximando a su fin y la economía de China muestra signos de desaceleración, es crear condiciones para interrumpir, si no romper cada año más, la creciente dependencia de los mercados norteamericanos y chinos. Se necesita mayor integración económica regional dentro de los parámetros del Mercosur, la Unasur y el Alba que estimularían la demanda interna y activarían el aparato productivo facilitando la atención a las demandas sociales.
En estimaciones de la Cepal, Latinoamérica registró entre 2003 y 2012 un crecimiento promedio anual del cuatro por ciento debido al incremento de los precios de las materias primas y un acelerado crecimiento del comercio mundial, esto debido especialmente al pujante desarrollo de China e India. Este ciclo empezó a decaer en 2013 debido a la desaceleración de la demanda externa y una ligera caída de los precios de las principales materias primas exportadas por los países latinoamericanos. Hay que tener en cuenta que Norteamérica sigue siendo el principal socio comercial de América Latina que absorbe el 35 por ciento de los productos de exportación regionales, mientras China sigue importando un 20 por ciento de la mercadería latinoamericana. Hay casos extremos también, como México que depende completamente de EEUU en su comercio exterior que absorbe el 80 por ciento de los productos de exportación mexicanos. Lo siguen Colombia que realiza el 43 por ciento de sus exportaciones en Norteamérica, Costa Rica (37%) y Venezuela (28%).
La atadura de un país al mercado del otro lo hace completamente dependiente de los ciclos económicos que atraviesa el país importador y esto se refleja directamente en la economía del país exportador. El crecimiento de México ha sido uno de los más bajos en América Latina en 2003, alcanzando un 1.3 por ciento parecido a él de los Estados Unidos – 1.7 por ciento. En este aspecto la dependencia de Latinoamérica de Europa es menos peligrosa ya que la exportación comercial al viejo continente no supera un 12 por ciento, a excepción de Brasil (22%), Costa Rica (18%), Chile (17%) y Perú (16%).
Lo que se necesita urgentemente no sólo una mayor integración comercial dentro de América Latina vía Mercosur, Unasur, el Alba, sino buscar nuevos mercados, como el de Rusia por ejemplo, superando las viejas ideologías y prejuicios que lastimosamente siguen latentes en América Latina debido a la permanente presión de los Estados Unidos. Este país, a pesar de las declaraciones del actual secretario de Estado, John Kerry quien dijo que el tiempo de la Doctrina de Monroe ya expiró, no deja de pensar en como reconstruir de nuevo su “ex patio trasero” que se quedó con el único inquilino – México.
Ahora resulta que John Kerry tiene nuevos planes para América Latina y entre ellos profundizar, según el periodista Andrés Oppenheimer, el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica con México y Canadá (NAFTA) con el resto de Latinoamérica comenzando primero con Centroamérica. Es decir, lo que tiene en mente Washington es tratar de promover una variante nueva del Tratado del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), empezando esta vez por Centroamérica, que fue rechazado en 2005 por Venezuela, Argentina y Brasil en la IV Cumbre de las Américas celebrada en Argentina.
Es posible que América Central, conociendo su historia y su política actual, acepte la oferta que le haría Washington en la próxima Cumbre del NAFTA y que tendrá lugar dentro de dos meses celebrando sus 20 años de existencia. El mundo entero es testigo de la transformación de México en estos años, de un país soberano y autosuficiente en su alimentación se transformó en un protectorado de Estados Unidos que está obligado a importar su producto autóctono - maíz de California y cuyo sueldo mínimo, es el más bajo en América Latina – 147 dólares al mes, mientras que en Perú es 274, Uruguay 300, en Chile 372 y Argentina 475 dólares. El NAFTA desde el comienzo había sido orientado de remodelar la economía mexicana para satisfacción del capital norteamericano y no de las necesidades de la mayoría de población de México o de los Estados Unidos y Canadá y establecer un severo control del salario bajo el pretexto de mantener la “competividad productiva”. De allí proviene este miserable salario mínimo de 147 dólares al mes. Pronto lo mismo se ofrecerá a Centroamérica.
Mientras se están preparando pautas para este nuevo proyecto de Washington, el gobierno de Barack Obama ya logró que México, Colombia, Chile y Perú firmen un tratado de Alianza del Pacífico para posteriormente entrar inmediatamente en el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) que incluye 12 países de la cuenca del Pacífico. Simultáneamente, Washington está negociando otro tratado para crear una Sociedad Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) con 28 naciones de la Unión Europea.
Lo que quiere Norteamérica en realidad es aumentar su control sobre el destino del mundo aislando a China, los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y los países pertenecientes al Mercosur y al Alba dejándolos aparte de los bloques comerciales más fuertes del mundo. No hay que olvidar que juntos los Estados Unidos y la Unión Europea producen el 50 por ciento del Producto Interno Bruto (GDP) y el comercio y la inversión entre estos países supera cinco millones de millones de dólares anualmente.
Frente a todos estos desafíos que plantea el 2014, el “Año de Caballo” según los chinos, a Latinoamérica, sus gobernantes y su pueblo tienen que buscar nuevos senderos para la integración regional y abrir nuevos caminos para sus productos de exportación. Como decía Antonio Machado en su poema “Caminante no hay camino”: “Caminante, son las huellas/el camino y nada más./Caminante, no hay camino,/se hace el camino al andar”.
*Periodista y columnista en Ria Novosti
2013: punto de inflexión en la larga decadencia occidental
La "crisis global" sigue su curso, se va profundizando con el correr de los años, deteriora las instituciones de las potencias centrales, quiebra las tramas económicas y culturales que cohesionaban a esas sociedades, queda al descubierto como proceso de deterioro general irreversible.
Por Jorge Beinstein
También va llegando a los denominados “países emergentes” derrumbando el mito del rejuvenecimiento capitalista desde la periferia, de la superación burguesa del neoliberalismo occidental gracias a la intervención del estado.
Los años 2008 y 2013 constituyen períodos donde se aceleró la declinación del capitalismo, en ambos casos el desastre tuvo como origen al centro imperial para luego propagarse hacia el conjunto del sistema global. Podríamos establecer un corte aún más preciso y fijar los meses de Septiembre de 2008 y Septiembre-Octubre de 2013 como los “momentos” en los que la historia universal incrementó bruscamente su velocidad cuando la acumulación de degradaciones produjo un gran salto de cantidad en calidad. Desde el punto de vista de los amos del sistema es posible hablar de “annus horribilis” es decir años de grandes desgracias, aunque desde el lado de las víctimas, de los miles de millones de seres humanos que habitan en el subsuelo del planeta burgués podemos afirmar que se trata de “annus mirabilis”, de períodos donde el sistema avanza claramente hacia su ruina es decir de acontecimientos “maravillosos” que alientan la esperanza en la posible conquista de un mundo mejor.
El 15 de septiembre de 2008 en los Estados Unidos el gigante financiero Lehman Brothers se declaró en quiebra y American International Group (AIG) considerado el líder mundial de seguros y servicios financieros necesito ser rescatado por la Reserva Federal. La crisis provocada por el desinfle de la burbuja inmobiliaria norteamericana se propagó rápidamente, estallaron otras burbujas inmobiliarias y bursátiles en Europa y Asia y los gobiernos de las grandes potencias inyectaron en los años siguientes varios millones de millones de dólares con el fin de impedir el hundimiento del sistema financiero internacional pilar decisivo de la economía mundial. No consiguieron recomponer su dinámica anterior ni mucho menos la de las estructuras productivas pero si lograron evitar (postergar) el derrumbe.
Así es como a partir de 2008 la masa financiera global que se venía expandiendo de manera exponencial dejó de crecer, en realidad experimentó un decrecimiento suave, es lo que constatamos cuando comparamos a la especulación en “productos financieros derivados” (corazón del parasitismo financiero global) con el Producto Bruto Mundial. A mediados de 1998 esos negocios equivalían a cerca de 2,4 veces el valor nominal de la economía planetaria, llegaron a 4,3 veces hacia fines de 2002, a 8,5 veces a fines de 2006 y a 11,7 veces a mediados de 2008 en pleno delirio especulativo, bajando lentamente desde entonces: 10,5 a fines de 2009, 10,6 a mediados de 2011, cayendo a 8,9 a fines de 2012 y a 8,6 a mediados de 2013 (1).
El estancamiento de la masa financiera, peor aún su desinfle, marca el fin del largo crecimiento drogado del capitalismo global durante la financierización neoliberal. Desde los años 1970 se produjo la reconversión financiera del capitalismo que permitió la reproducción ampliada del área imperial del sistema: los estados centrales se endeudaban y subsidiaban a la industria (gastos militares, reducciones fiscales de todo tipo, etc.) y frenaban la desaceleración del consumo (subsidios a los desempleados), las empresas se endeudaban para seguir invirtiendo y los consumidores se endeudaban sosteniendo a esos grandes mercados, por otra parte las caídas tendenciales en las tasa de ganancias productivos de grandes grupos económicos eran más que compensadas por la expansión de los negocios financieros.
Pero finalmente la burbuja estalló en el año 2008, lo ocurrido a partir de entonces fue una degradación financiera-productiva “controlada”, las deudas públicas y privadas de las potencias centrales tradicionales siguieron creciendo, la Unión Europea se estancó para entrar finalmente en recesión, Japón transitó un camino aún más dramático (Fukushima mediante) y los Estados Unidos tuvieron un crecimiento anémico que a lo largo de 2012-2013 amenazaba convertirse en estancamiento o directamente en recesión. El sistema había ingresado en una nueva etapa.
Guerra y petrodólares
La crisis de 2008 no terminó con la ola militarista de los Estados Unidos por el contrario la potenció, mucho antes de esa crisis frente a su debilitamiento financiero y productivo la elite imperial estaba convencida de que solo la utilización de su superioridad militar podía revertir los retrocesos económicos o al menos frenar su desarrollo. La victoria occidental en la Guerra Fría parecía confirmar esa hipótesis, la avalancha militarista de la era Reagan durante los años 1980 continuada por la presidencia de George Bush (padre) le había dado la estocada final a la Unión Soviética obligándola a competir en una carrera armamentista que desbordó su capacidad económica y burocrática declinante. Liquidada la URSS los Estados Unidos aparecían como la única superpotencia militar, el planeta quedaba a su disposición.
Ahora, desde hace algo más de una década, asistimos a una suerte de mega Vietnam diversificado en varios espacios geográficos con diferentes intensidades y modalidades, la mirada del Imperio hacia el resto del mundo es principalmente militar, la periferia aparece ante los ojos de su elite dominante como un vasto campo de batalla.
Los golpes de estado en Honduras (2009) y Paraguay (2012), la acentuación de las intervenciones sobre Colombia y Venezuela y las actividades de desestabilización en otros países latinoamericanos señalan que el Imperio ha lanzado una ofensiva de gran alcance sobre la región, a esto debemos sumar el desarrollo de un segundo frente de guerra en África cuyo momento más dramático ha sido la destrucción de Libia pero apuntando al mismo tiempo hacia el mundo árabe, ambas ofensivas convergen con la prosecución de la guerra larga en Medio Oriente y Asia Central: el tercer frente, y el despliegue de un cuarto frente de fuerzas militares cada vez más extendido e intenso en Asia-Pacífico apuntando contra China.
Hacia comienzos de la década actual los Estados Unidos desplegaban cuatro megafrentes simultáneos, toda la periferia no controlada por Occidente se encontraba atacada o amenazada, de ese modo la agresividad de los halcones de la era Bush (cuando su Secretario de Defensa Ronald Runsfeld afirmaba que los Estados Unidos podían desarrollar exitosamente dos guerras al mismos tiempo) fue luego ampliada en la era Obama.
El doble rostro del Imperio (decadencia económica y social por un lado y militarismo por el otro) sugiere el interrogante acerca de si la ola militar es sustentable en el mediano-largo plazo, en realidad no es seguro que pueda ser respaldada ni siquiera en el corto plazo, basta con comprobar que los gastos militares reales de los Estados Unidos se aproximan a los 1,3 billones (millones de millones) de dólares si a los gastos del Departamento de Defensa sumamos aquellos con finalidad militar de otras áreas de la administración pública (Departamento de Estado, Departamento de Energía, NASA, etc.) y los intereses pagados por el endeudamiento necesario para su realización. Esa cifra equivale en el Presupuesto 2013 a la casi totalidad de la recaudación prevista de impuestos personales directos o al 140 % del déficit fiscal proyectado.
Entonces si la militarización no es económicamente sustentable debemos interrogarnos acerca de si existe alguna lógica, alguna racionalidad superior que explique el fenómeno.
Wallerstein respondió al interrogante hace algunos años de manera contundente: los Estados Unidos se encontrarían ante la alternativa de aceptar una declinación honorable (opción “racional”) o bien tirar la casa por la ventana. En resumen: las elites imperiales al seguir el segundo camino demostrarían que se han vuelto “locas”, que la decadencia ha quebrado su racionalidad. La explicación es sencilla, directa, pero en última instancia superficial, ignora sobre todo la conexión necesaria entre racionalidad y realidad, entre lo teóricamente viable y la viabilidad práctica de la teoría lo que condiciona a la racionalidad, le hace poner los pies sobre la tierra. Nos encontramos ante la dinámica histórica concreta de la racionalidad instrumental (de la racionalidad burguesa) tal como se presenta a comienzos del siglo XXI, en tanto expresión de la evolución, las contradicciones, los dramas, las necesidades, las posibilidades de las fuerzas imperialistas dominantes que la desarrollan, en este caso las elites occidentales. Se trata de una racionalidad solo interesada en la eficacia de los mecanismos de preservación y expansión del poder, cada vez más empantanada en el corto plazo, absolutamente desinteresada de las consecuencias en el largo plazo. En ese sentido el encadenamiento de “soluciones racionales” de problemas concretos puede llegar a ser un seguro camino hacia el desastre, hacia el estallido del sistema, el esfuerzo racional (y amoral) de recomposición, de preservación del capitalismo decadente, deviene autodestrucción.
Occidente se encuentra embarcado en una guerra planetaria uno de cuyos objetivos es el saqueo de los recursos naturales de la periferia, en primer lugar los energéticos, el éxito de la empresa le permitiría realizar una drástica contención de costos productivos asegurando niveles aceptables en las tasas de ganancias de los grandes grupos industriales y en consecuencia amplios beneficios y expansiones de negocios de las redes financieras... y del parasitismo consumista de las clases medias y altas de los Estados Unidos y Europa.
La “guerra del petróleo” esta asociada a otra guerra: la financiera focalizada en la desgastada hegemonía del dólar que gira en torno de un factor decisivo: los petrodólares.
En 2012 la exportaciones globales de petróleo alcanzaron aproximadamente los 2 billones (millones de millones) de dólares, pero este comercio “físico” generó negocios especulativos en los mercados de productos financieros derivados del orden de los 30 billones de dólares (2) equivalentes a cerca del 42 % de Producto Bruto Mundial de ese año o bien a unas 2 veces el Producto Bruto de los Estados Unidos o a unas 13 veces el valor de sus importaciones. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial los negocios petroleros (tanto comerciales como financieros) fueron realizados en dólares y desde comienzos de los años 1970 en “petrodólares” sin respaldo oro, pero la declinación de la moneda norteamericana y del peso económico relativo de la superpotencia causaron la paulatina reducción de la hegemonía del dólar. No se trató solo del desplazamiento de los Estados Unidos en el mercado petrolero global sino del conjunto de los países del Primer Mundo cuyo consumo petrolero relativo viene declinando. Controlar las principales áreas productivas y redes de comercialización es para los Estados Unidos y sus socios europeos más Japón no solo una prioridad “energética” agravada por la entrada en la era del estancamiento de las extracción global de petróleo sino también un gravísimo tema financiero. Si la demanda de dólares llegara a declinar de manera decisiva, y en consecuencia su precio relativo respecto de las otras monedas internacionales importantes (en especial las emergentes como el yuan o el rublo) y también del oro, entonces se podría derrumbar todo el edificio parasitario norteamericano arrastrando al conjunto del primer mundo, los Estados Unidos ya no serían capaces de sostener su consumo civil ni sus gastos militares alimentados por un déficit comercial y fiscal pagados con papeles (dólares y títulos del Tesoro).
En 1970 el primer mundo consumía el 70 % de la producción petrolera global, cuando estalló la “Primera Guerra del Golfo” en 1991 esa cifra había descendido al 54 %, en el 2005 caía al 49,6 % y en 2012 al 41,2 % (3). La “guerra de eurasia” iniciada en 1991 y acelerada una década después buscaba el control occidental sobre un área que abarcando a las cuencas del Mar Caspio y del Golfo Pérsico albergan cerca de dos tercios de las reservas mundiales de petróleo. La victoria militar habría acorralado a Rusia (segundo productor mundial de petróleo en 2012) obligándola someterse a Occidente.
Pero los Estados Unidos no pudieron ganar esa guerra y cuando intentaron sancionar a Irán dejándole de comprar su petróleo y obligando a la Unión Europea a hacer lo mismo lo iraníes pudieron vender el producto a China remplazando al dólar por el yuan o a India a cambio de oro. El primer mundo ya no es el mercado mayoritario del petróleo y tampoco consigue controlar su producción en consecuencia su dominación financiera declina rápidamente.
La ruptura de 2013
En el año 2013 se produjeron tres hechos decisivos.
En primer lugar la ofensiva militar-planetaria de los Estados Unidos iniciada a comienzos de los años 1990 (posguerra fría) encontró por primera vez una barrera que no pudo atravesar, su intervención en Siria no pudo pasar (como había ocurrido en el caso libio o antes en Yugoslavia, Irak o Afganistan) a la etapa de la acción directa, en este caso realizando bombardeos masivos sobre ese país. Su confrontación con Rusia hizo fracasar la operación en septiembre de 2013, no faltaron los comunicadores occidentales para calificar al hecho como el comienzo de una nueva guerra fría, en realidad se trató del fin de la posguerra fría y el ingreso a una nueva era marcada por el debilitamiento militar estratégico de los Estados Unidos. Solo en la zona de Medio Oriente y Asia central quedan en difícil posición sus vasallos tradicionales como Arabia Saudita, Israel o Turquía y aumenta la influencia de Rusia que por ejemplo firmó en noviembre un acuerdo de integración militar con Armenia, Bielorusia y Kazajistán que proyecta ser rápidamente ampliado a Tayikistán al mismo tiempo que se estrechan las relaciones militares ruso-egipcias.
No se trata de un simple desplazamiento de influencias en esas regiones sino también de un duro golpe a la imagen de omnipotencia de su maquinaria militar y al conjunto de intereses económicos y políticos directamente vinculados a la misma. Y lo que es mucho más grave: se ha producido una brutal pérdida de eficacia del principal instrumento de disuasión global de los Estados Unidos, esto no significa el fin de sus agresiones pero causa un notable desconcierto estratégico que agrava la crisis de percepción en su más alto círculo de poder.
Un segundo acontecimiento significativo fue el amago de cesación de pagos del estado norteamericano en Octubre de 2013. Por segunda vez en esta década los Estados Unidos estuvieron al borde del default con una deuda pública federal que en ese momento alcanzaba los 16,7 billones (millones de millones) de dólares equivalentes al 105 % de su Producto Bruto Interno del año 2012 (hacia fines de noviembre de 2013 superaba los 17,2 billones de dólares) pero sumadas todas las deudas públicas y privadas se llega a algo más del 360 % del PBI. No se produjo el default pero si la evidencia de un grave deterioro político-institucional, durante días las cúpulas políticas jugaban al default, intercambiaban chicanas y golpes bajos hasta llegar a la fecha límite del 17 de Octubre tratando de sacarse ventajas con una bomba financiera que si hubiera estallado habría producido una catástrofe financiera global sin precedentes y seguramente hundido a la economía estadounidense en la hiper recesión. Ahora todo esperan el próximo juego del default sin que se sepa en que puede llegar a terminar.
El telón de fondo es el deterioro financiero de una economía aplastada por las deudas cuyos crujidos cada vez más fuertes ponen al descubierto a una clase política que juega a la cesación de pagos y a la explosión del capitalismo global como si estaría disputando el resultado de un partido de béisbol o de alguna elección municipal. La tragedia es asumida con absoluta frivolidad, la decadencia anestesia a las elites dirigentes.
Estos dos hechos: el fracaso político-militar en Siria más el escándalo político-institucional del default (y el pantano económico en el que se apoya) alientan un tercer fenómeno desestructurante: el agotamiento de la unipolaridad imperial, la rápida pérdida de poder relativo mundial de los Estados Unidos. Eso impulsa el avance de potencias regionales y de por lo menos dos que aspiran a un rol global destacado: Rusia y China, sin embargo esos movimientos no imponen la construcción de un mundo multipolar es decir el reparto completo del planeta entre un grupo reducido de imperios, lo que se viene produciendo (y ahora se acelera) es un proceso de despolarización (y no de multiporalización) donde ni una ni tres superpotencias pueden controlar al sistema global. Es la jerarquía imperial del capitalismo como tal manipulada por un amo o varios, que recorre toda la historia del sistema, la que se encuentra en decadencia. Ello involucra en primer lugar a los viejos polos como los Estados Unidos, las grandes potencias europeas occidentales (Alemania, Inglaterra, Francia) y Japón. Pero también a las nuevas o renovadas potencias, la economía china se viene desinflando siguiendo así la ruta que a su sistema industrial exportador le marcan sus grandes clientes declinantes: los Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. La economía rusa se estanca en 2013 y las previsiones para 2014 son peores, la recesión en Europa afecta a sus exportaciones energéticas. India y Brasil no se encuentran en mejor situación, en ambos casos la economía se estanca y amenaza entrar en recesión. Todas las grandes economías se encuentran atrapadas por la crisis, las tradicionales y las emergentes, las aferradas al neoliberalismo y las que practican el capitalismo de estado. El motor de la decadencia es el G7 mientras que el BRICS va ingresando gradualmente (por ahora) en el proceso común.
La despolarización global aparece como un fenómeno complejo, con imágenes contradictorias donde algunas potencias retroceden y otras avanzan, donde algunas aparentan recuperarse para luego volver a declinar, otras parecen zafar de la ola depresiva para más adelante sufrir los impactos de las fuerzas entrópicas globales. Es necesario entender los detalles, las especificidades pero sin perder de vista el panorama más amplio: la decadencia sistémica global.
La despolarización no instaura una suerte de capitalismo global democratizado, con menos imperialismo, con más autonomías nacionales o regionales articuladas expandiendo sus fuerzas productivas, la ilusión de la despolarización progresista no es menos irreal que la de la multipolaridad ordenada. La realidad presenta al sistema marchando hacia convulsiones cada vez mayores, hacia la generalización del desorden, la autodestrucción ambiental, la reproducción ampliada de la economía tendiendo a cero y anunciando convertirse en negativa. Es el capitalismo en vía de agotamiento que al despolarizarse se desarticula presentando horizontes futuros de barbarie pero también de insurgencias portadoras de utopías liberadoras.
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(1), Fuente: Bank for International Settlements, http://www.bis.org/statistics/derstats.htm
(2), Gati Al-Jebouri, CEO Lukoil International Trading and Suply Company, Litasco SA, “International Oil Market and Oil Trading”, Haute Ecole de Gestion, Geneva, September 19, 2008 & BP Statistical Review of World Energy, 2013
(3), BP Statistical Review of World Energy, 2013.
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En enero de 2011, Tumini criticaba a la UCR por ser "la cara del bipartidismo"
Hace un año, el errático Humerto Tumini, dirigente de Libres del Sur, publicaba una columna en la que criticaba al tradicional partido. Y agregaba: "El camino es otro, es el que recorre Proyecto Sur con Pino a su frente". Mirá la columna.
En htumini.com.ar I La más que centenaria Unión Cívica Radical escribió gloriosas páginas en la historia patria de la mano de su fundador don Leandro Alem y, particularmente, bajo la conducción del “Peludo” Yrigoyen. Con todas sus contradicciones y claroscuros, los radicales metieron una cuña más que vigorosa en el monolítico régimen conservador de fines del siglo diecinueve y las primeras décadas del veinte.
Sin embargo, los oligarcas de aquel entonces, hábiles y experimentados en eso de conservar el poder, no se quedaron cruzados de brazos frente a tamaño desafío. Hicieron su cabeza de playa con los antipersonalistas y con Alvear en el novel partido que los desafiaba. Hasta el año treinta la disputa interna fue durísima pero, con idas y vueltas, terminó predominando don Hipólito. A punto tal que para derrotarlo tuvieron que destituirlo a punta de ballonetas, en el primer golpe de Estado de la Argentina moderna, aquel nefasto 6 de septiembre.
A partir de allí ya nada fue lo mismo en la UCR. Aliados de los conservadores en la infame década del treinta y cómplices del fraude electoral de aquellos; otra vez aliados de los oligarcas contra Perón en la Unión Democrática de los cuarenta, y más tarde apoyando el golpe de la Libertadora del ’55. Recuperaron un poquito la memoria en los sesenta, con un presidente digno como Arturo Illia (que sin embargo no cuestionó la proscripción peronista que permitió su llegada a la Rosada); pero la perdieron rápidamente pocos años después, cuando el líder partidario de ese entonces, Ricardo Balbín, a mediados de marzo de 1976, faltando apenas meses para las próximas elecciones presidenciales y en circunstancias más que graves, se dirigió a la ciudadanía por la cadena nacional de radio y televisión diciendo: “Algunos suponen que yo he venido a dar soluciones y no las tengo”, convocando así, abiertamente, al golpe militar. Actitud que se continuó luego con el tácito apoyo a la dictadura videlista.
En los últimos años del gobierno militar y frente al creciente desprestigio del balbinismo, surge en la UCR un movimiento renovador encabezado por Raúl Alfonsín, que se impone en los comicios internos conduciendo luego el partido al triunfo en las presidenciales. Parecía, en su discurso, que renacía el pensamiento nacional de los orígenes radicales. Poco duró la ilusión, apenas dos años de forcejeos con los factores de poder. Ya en 1985, plan Austral mediante, claudicaron. Después vendría “la casa está en orden” y el triste final.
Un corrupto y derechoso gobernador, Angeloz, de candidato presidencial en 1989, un pacto en Olivos con Menem luego, la viveza para llegar de nuevo a la Rosada enancados en votos progresistas, un helicóptero para irse, el estallido y los tres candidatos del 2003, un peronista, Lavagna, al frente de su fórmula en 2007, fue la patética historia radical de los últimos veinte años.
Sin embargo ahora, que algunos avatares de la vida política del país y la ayuda de algunos factores de poder mediáticos les ha vuelto a dar cierto oxígeno, dice la dirigencia radical que pueden cambiar -esta vez sí- el país en un sentido de progreso. ¿Y por qué habría de ser cierto esto, si no lo ha sido en los últimos ochenta años, y particularmente de 1983 a la fecha? Analicemos las cosas.
Julio Cobos fue el primer candidato que iluminaron las luces del centro, allá cuando traicionó al gobierno Nacional por el que fue electo con su voto “no positivo”. Algunas de sus definiciones respecto de lo que haría si llega a la presidencia, las acaba de dar en un reportaje del día de ayer en La Nación. Dice Julio Cleto -en medio de algunas mentiritas de campaña como que usaría las reservas para hacer viviendas- que frente a los cortes de protesta “pondría orden”, que la policía “tendría que ir con armas a algunas manifestaciones”, que él bajaría la edad de imputabilidad “a los 14 años porque ya son conscientes”. También está “en contra de legalizar el aborto”, y dice que para recuperar el ferrocarril “hay que arreglar con el club de París”. ¿Y las diferencias del hombre con Macri? Escasas.
El senador Ernesto Sanz, el mismo que dijo que a la Asignación Universal por Hijo los pobres la usaban para comprar droga y timbear, es el último candidato radical a la presidencia que salió al ruedo. Pareciera que es el pollo del establishment -al menos en la interna-, cuestión que no se encarga de desmentir demasiado mientras veranea con Gabriela Michetti en su finca mendocina.
Por último, lo tenemos a Ricardo Alfonsín. ¿Será la excepción? Todo indica que es una buena persona, pero también que está rodeado en su partido de otras no tan buenas (en política, al menos). Rozas, Brodersohn, Morales son algunos de los que hoy aparecen en la primera fila. Si el candidato radical finalmente es él, aparecerá el resto del staff permanente del partido: Nosiglia, Storani, Leopoldo Moreau, Jesús Rodriguez, Sorrouille de asesor, Terragno y tantos más, que acompañaron hasta el final en altos cargos de gobierno los fracasos y claudicaciones de Alfonsín padre y de De la Rúa. Los mismos que abonaron desde la UCR – junto con el PJ- la destrucción neoliberal del país durante 30 años. ¿O no ha sido así?
A tal punto se observa desde ahora -no en el futuro, ahora- la influencia del “núcleo duro” radical, como gusta decir Solanas, en la propuesta de Alfonsín, que éste, en reciente reportaje en La Nación, donde se explaya largamente sobre lo que haría de llegar a la presidencia, no hace ninguna mención -ni una- respecto de tocar las rentas extraordinarias de los sectores más concentrados; para así, mínimamente, poder satisfacer la larga lista de promesas que hace en cuanto a jubilaciones, empleo, educación, pobreza, salud y demás ítem sensibles para la mayoría de la ciudadanía. ¿Y cómo cumplirá si no cambia las políticas actuales del kirchnerismo, establecidas por Martínez de Hoz, Carlos Menem y Cavallo, respecto del petróleo, la minería, las finanzas, el agro, etcétera? La verdad es que, más firme, era su padre quien aunque no cumplió finalmente, en su momento se animó a decir que se iba a pelear con el Fondo por la deuda, con los oligarcas por un impuesto a la tierra, y con los bancos por la especulación financiera (“Llevaremos de una oreja los gerentes de los bancos a levantar las persianas de las fábricas”). Su hijo Ricardo, nada de eso. Sí aclara en cambio que le parece bien usar las reservas para pagar deuda, que le abonaría al Club de París, que no le preocupa que el FMI revise nuestras cuentas y que “no está pensando” en estatizar ninguna empresa de servicios. Paralelamente se muestra preocupado en “inspirar confianza” para que venga inversión extranjera. ¿Y quién le dijo Ricardo que esas inversiones son para bien del país? ¿Su correligionario López Murphy?
No hay salida de progreso para nuestra Nación de la mano del bipartidismo, ni del justicialista ni del radical, de ninguno de los dos, la vistan como la vistan a la propuesta, la encabece quien la encabece. Bien deberían tener en cuenta esto fuerzas como el Partido Socialista y el GEN de Margarita Stolbizer. La Alianza ya fracasó, no hay que golpearse dos veces con la misma piedra, es la Nación y su pueblo quienes lo sufren luego.
El camino es otro, es el que recorre Proyecto Sur con Pino a su frente: poner en pie a lo largo y ancho del territorio nacional una opción al bipartidismo. Unidos podemos cambiar la Argentina.
Una “nueva” Unión Democrática
Los presidentes de la UCR, del Frente Amplio Progresista (FAP), el GEN, Libres del Sur, Frente Cívico y la Coalición Cívica, entre otros espacios; se reunieron en Rosario y presentaron una declaración conjunta. Las ausencias de Julio Cobos, Elisa Carrió y Fernando “Pino” Solanas.
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“La idea de que el único que puede gobernar es el peronismo es un mito de toda la sociedad argentina, creo que las democracias sólidas son las que tienen un sistema político equilibrado que tienen dos partes que puede alternarse”, afirmó el senador radical Ernesto Sanz, luego de la reunión en Rosario (Santa Fe) entre dirigentes “progresistas” opositores al Gobierno nacional.
Fue un encuentro del que participaron los presidentes del Frente Amplio Progresista (FAP), el GEN, Libres del Sur, Frente Cívico y la Coalición Cívica, entre otros espacios. Sanz advirtió que el desafío para 2014 “es mostrar una coalición competitiva, coherente, sólida y con un programa de gobierno cumplible”.
El presidente de la UCR también sostuvo que el desafío de los sectores que se llaman así mismos “progresistas” y se oponen al kirchnerismo, es “estar a la altura de las circunstancias” y hacerse “cargo del concepto de unidad del sector opositor no peronista, que es lo que nos pide la sociedad”.
Ante la ausencia del ex vicepresidente Julio Cobos, la diputada Elisa Carrió y el senador Fernando “Pino” Solanas, afirmó que “las coaliciones fuertes no son entre personas, son entre partidos”. “Una coalición entre partidos es más previsible, duradera y más sólida”, porque hay que “salir de la democracia de candidatos para entrar en una democracia de partidos fuertes”.
Sanz se reunió el domingo con 18 dirigentes de distintos partidos progresistas no peronistas, quienes firmaron un documento conjunto en el que le reclamaron “al gobierno nacional” que “asuma su responsabilidad por la grave situación ante la crisis energética” y atienda “temas graves” como la inflación y la inseguridad.
Declaración de Rosario
Ante la gravedad de los problemas que aquejan a la Argentina, los presidentes de la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica, y de los partidos integrantes del Frente Amplio Progresista (Partido Socialista, GEN, Libres del Sur y Frente Cívico), reunidos en la ciudad de Rosario, ratificamos nuestra vocación de trabajar juntos parar encontrar las soluciones necesarias. Los más de 80 legisladores nacionales manifiestan en esta circunstancia el compromiso por el cambio que necesita el país.
En este sentido:
1. Reclamamos que el gobierno nacional asuma su responsabilidad por la grave situación ante la crisis energética originada en ámbitos de su exclusiva competencia. La creciente inflación y los problemas vinculados a la seguridad tampoco admiten ausencias.
2. Nos comprometemos a construir una propuesta de gobierno junto a la sociedad civil y todos los argentinos que creen en la democracia y la república. Ella debe atender a la integración territorial, al logro de la cohesión social a través del trabajo decente y la educación de calidad, a la solución de la inflación estructural, al saneamiento y mejoramiento del estado, el combate al narcotráfico y la impunidad, a la inserción competitiva en la economía internacional y a la integración productiva terminando con la falsa dicotomía entre el campo y la industria.
3. Nuestra orientación es la de una sociedad compuesta por hombres y mujeres iguales en derechos y oportunidades con una participación activa en la solución de los problemas, con un Estado eficaz y transparente capaz de conducir el proceso de desarrollo económico y social que los argentinos deseamos realizar en paz y en libertad, siempre en el marco de la Constitución Nacional.
29 de diciembre de 2013
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