domingo, 6 de octubre de 2013
Piden la captura internacional de sacerdote acusado por delitos de lesa humanidad
La Justicia Federal bahiense pidió la captura internacional del sacerdote y ex capellán del Ejército Aldo Vara. Las similitudes con el caso del empresario Vicente Massot, cuya situación la Justicia bahiense debe aún resolver.
Por Diego Kenis I El sacerdote de la Iglesia católica y ex capellán del Ejército Argentino Aldo Omar Vara es buscado en todo el mundo por Interpol para ser puesto a disposición de la Justicia argentina, luego de que la Cámara Federal de Bahía Blanca diera lugar a una apelación presentada por los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia, que investigan la participación del cura en delitos de lesa humanidad perpetrados durante la dictadura bajo control operacional del V Cuerpo de Ejército.
Resguardado en destinos no precisados por la propia Iglesia católica luego de que su actuación durante el terrorismo de Estado tomó estado público en el Juicio por la Verdad de 1999, Vara se desempeñó hasta 1979 como capellán del Ejército en el Comando del V Cuerpo y en el Batallón de Comunicaciones 181, y fue mencionado una y otra vez por víctimas que prestaron declaración testimonial en el primer juicio penal contra represores del V Cuerpo, que pudo desarrollarse luego de la caída de las leyes de impunidad y concluyó en Bahía Blanca en septiembre de 2012. El fallo del Tribunal integrado por los jueces Jorge Ferro, José Triputti y Martín Bava incluyó el señalamiento de las responsabilidades del sacerdote en el plan criminal y la remisión de copias de los testimonios al Juzgado Federal que el año pasado quedó a cargo del subrogante Santiago Martínez.
Martínez delegó la investigación en la Unidad Fiscal que dirigen Nebbia y Palazzani, quienes luego de investigar el caso solicitaron la detención e indagatoria del cura. El juez denegó el pedido mediante una resolución de sólo dos carillas, cuyo texto argumentativo se resumía en realidad en dos párrafos, obstruyendo de ese modo la función investigativa que él mismo delegó en los fiscales el 28 de diciembre del año pasado. La resolución colocó a Martínez en un rol que la Cámara Nacional de Casación Penal sólo reserva a los abogados defensores de las partes, únicos autorizados “a oponerse a un pedido del representante de la vindicta pública”, pero nunca a un juez que debe ser imparcial.
La apelación de la fiscalía ante la Cámara Federal fue respondida afirmativamente por el tribunal, que revocó la decisión de primera instancia y canalizó a través del Juzgado la determinación de solicitar la captura internacional del cura, que lleva la firma del subrogante Álvaro Coleffi.
La determinación judicial oficia como positivo precedente ante la espera de una resolución de la misma Cámara por el pedido de detención e indagatoria contra el empresario Vicente Massot, también acusado de participar en el plan criminal de la dictadura desde su rol directivo en el diario La Nueva Provincia. Massot fue beneficiado por el juez Martínez en primera instancia, pese a que el magistrado también había delegado la investigación en la fiscalía. Al igual que en el caso de Vara, los fiscales se abocaron a la tarea y, una vez concluida la etapa de estudio de pruebas, solicitaron la indagatoria del empresario. Con su negativa, Martínez obstruyó la continuidad de la investigación. Los fiscales elevaron su apelación ante la Cámara, de la que se aguarda una resolución.
Cigarrillos y galletitas
El pedido de la fiscalía para detener e indagar a Aldo Vara se basó en la abundante cantidad de testimonios que refieren el contacto que tenía con personas secuestradas en dependencias del V Cuerpo. Las más concluyentes son las referencias del caso de los entonces estudiantes secundarios de la Escuela Nacional de Educación Técnica 1 (ENET) de Bahía Blanca, que permanecieron primero en el Centro Clandestino de Detención (CCD) “La Escuelita” y luego de un simulacro de liberación fueron reconducidos a instalaciones del Batallón de Comunicaciones 181, hasta donde se acercaba para tomar contacto con ellos el cura Vara, vestido “con sotana, o con pantalón y el cuello blanco de los sacerdotes”.
Los testimonios indican, además, que durante las visitas Vara interrogó a los estudiantes clandestinamente detenidos, les dio “algunos consejos” y llegó a llevarles cigarrillos o galletitas, configurándose de este modo en “el bueno” del juego de roles del interrogador malo y el interrogador bueno que señaló el fallo por el cual se condenó al también capellán Christian Von Wernich, de similar desempeño. Sin embargo, su grado de bondad real era bien relativo: Gustavo López, secuestrado en el predio del V Cuerpo, pidió al sacerdote que avisara a sus padres dónde se encontraba, pero tal como indicó ante el TOF bahiense su madre, María Gallardo Lozano, “ese ruego nunca llegó”. Durante su declaración testimonial de 1999 en el Juicio por la Verdad abierto en Bahía Blanca ante la obstrucción que las leyes de impunidad producían en las investigaciones penales, el cura admitió haber tenido contacto con los estudiantes secuestrados, que le mostraron las secuelas de las torturas padecidas, aunque dijo no recordar el pedido de comunicación con sus padres. Tampoco consideró objetable su comportamiento ante personas torturadas, pese a que el entonces fiscal Hugo Cañón le recordó que el cristianismo considera a los cuerpos de las personas “templos vivientes”. “Si en la Argentina hemos tenido excomuniones por violaciones a templos materiales, yo pregunto qué se debe hacer cuando hay violaciones a templos vivos como son un hombre o una mujer”, dijo Cañón. El cura no respondió.
Otro ejemplo del comportamiento de Vara se desprende a partir del caso de Patricia Chabat, secuestrada y detenida clandestinamente en “La Escuelita” y posteriormente trasladada a la Unidad Penal 4 de Villa Floresta. Chabat conocía a Vara desde su paso por el colegio secundario, por lo que no dudó en identificarlo como el sacerdote que la entrevistó apenas llegó a la UP4 y le aconsejó “olvidarse de todo lo que había ocurrido en ‘La Escuelita’, pues era responsabilidad de sus padres”, lo que prueba que el capellán estaba perfectamente al tanto de lo que sucedía en el CCD.
Capitán Vara
Los fiscales Palazzani y Nebbia consideran a Vara como “un engranaje importante en el andamiaje de la tecnología del terror en la Subzona 51, por la propia condición de religioso y lo que ello implicaba en el imaginario de los represores y víctimas”, a lo que se añade “la utilización de su investidura religiosa a favor de los designios del plan y de los suyos propios” a partir de su “presencia permanente” en los CCD. La misma oficina del entonces capellán estaba ubicada en la planta baja del Batallón de Comunicaciones 181, por el que pasaron varias de las víctimas del accionar represivo del Ejército. Es por ello que los fiscales decidieron imputar al sacerdote responsabilidad en la totalidad de los hechos ocurridos en el ámbito del V Cuerpo entre 1976 y 1979, cuando dimitió a su función. La nómina incluye privaciones ilegales de la libertad, torturas, homicidios, desapariciones y la apropiación de dos criaturas.
Las normativas castrenses vigentes por entonces, inscriptas en el marco de la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional”, tipificaban perfectamente el rol de cada engranaje de la represión clandestina. La presencia y actuación de los capellanes en el marco de un “combate” como el que se utilizaba para enmascarar el terrorismo de Estado estaban reguladas desde 1968, cuando el dictador Alejandro Lanusse dictó el Reglamento de Operaciones Sicológicas del Ejército, cuyo artículo 3013 enumera entre las “responsabilidades del capellán” la de evaluar qué impacto o motivaciones tiene la religión dentro de “la zona de interés”. Es decir, de qué modo puede usarse la sotana para arrancar información a los detenidos en un CCD como aquellos que Vara visitaba.
El compromiso del cura con su función puede leerse incluso en uno de los párrafos de su nota de dimisión de 1979, dirigida al Jefe del Batallón en que revistaba. Allí, le agradece por permitirle el “honor (de) haber podido comprometer mi vida y arriesgarla, durante estos largos años de iniquidad y salvajismo. Fue un honor brindar mi aporte sacerdotal a una empresa tan difícil”.
Violador serial de mandamientos
Luego de su paso por el Ejército y tras la vuelta de la democracia, Vara se recicló como párroco del barrio de Villa Rosas pero concentró la atención de la prensa nacional en 1998, cuando durante un acto conmemorativo de la guerra de Malvinas propuso colgar en la Plaza de Mayo al ex canciller Dante Caputo. La conmemoración había sido organizada por la Comisión de Reafirmación Histórica, que supo contar en sus filas con el carapintada Ernesto “Nabo” Barreiro. Allí, Vara trazó una comparación entre la guerra de 1982, sanguinaria aventura de la última dictadura, y el plebiscitado acuerdo con Chile por la disputa por el canal del Beagle, concluyendo que “habría que haber colgado de la Pirámide de Mayo al canciller de entonces” por su “desidia e incapacidad”.
Un año más tarde se produjo su declaración testimonial en el Juicio por la Verdad que se abrió en Bahía Blanca ante la imposibilidad de avanzar en juicios penales contra los responsables del terrorismo de Estado. En esa oportunidad, Vara elogió al represor Jorge Mansueto Swendsen, condenado el año pasado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, y mintió al negar el rango de capitán que le confirió el Ejército durante su paso por el Batallón en que ofició como capellán. Como las leyes de impunidad bloqueaban en 1999 el camino de justicia por los crímenes perpetrados durante la dictadura, Vara se fue del recinto con la misma libertad con que había llegado, en compañía de libros del dogma católico que tiene entre sus principales mandamientos los de no mentir y no matar.
La sumatoria de hechos determinó que el cura fuera trasladado por la jerarquía eclesiástica a destinos no precisados. La última noticia que sobre su paradero se tiene refiere que salió del país en 2011. Ese año comenzó en Bahía Blanca el primer juicio penal contra represores del V Cuerpo. En el banquillo se encontraba, entre otros dieciséis genocidas, Mansueto Swendsen, a quien Vara había definido como “un gran hombre, gran jefe, un hombre muy equilibrado y gran persona”. En la sentencia que el Tribunal que llevó a cabo el juicio dictó un año más tarde, los jueces escribieron que el accionar de Vara durante la dictadura resultaba “comprometedor para la Iglesia Católica”. El papa argentino Francisco, que asumió cuarenta y ocho horas antes del primer pedido de detención del sacerdote por parte de los fiscales Palazzani y Nebbia y a quien la prensa nacional destina diariamente múltiples elogios por su supuesto perfil renovador, no ha dicho todavía nada sobre el sacerdote ahora buscado por Interpol.
La noche en los perros
Yanina Audisio (1983). Escribe poesía y narrativa. Realiza traducciones de poesía en lengua inglesa y corrige textos literarios. Colabora con distintas páginas y blogs de literatura. Creó y coordina el grupo literario Las Puntas Del Clavo en Buenos Aires. El libro La noche en los perros fue editado en Junio de 2013 por Expreso Nova ediciones.
Por Boris Katunaric
Sabido es que la noche para el poeta es, de una manera misteriosa, algo recurrente. No sólo es un momento sino un lugar, un refugio tiempo-espacial que puede desenvolver sus mayores pasiones o sus más bajos instintos. La soledad completa el triangulo de este refugio, templo metafísico donde llegar al nirvana, ver la luz o (hablando en serio) trabajar, ejercer un oficio ingrato del poeta provisto de un material tan poco agradable como el lenguaje al que hay que modelar infinidad de veces y que puede representar y habitar este refugio transitando la forma de un fantasma, un dolor. Se trabaja con frustraciones, abandonos, temores, culpas, vergüenzas, a veces ajenas. Esta labor nocturna implica en el poeta resignar aspectos de la vida diurna que pude considerar innecesarios o crueles o, más bien, se encuentra en la noche ese espacio-tiempo en donde se toma conciencia de lo que atormenta.
De este tipo de sentimientos habla Yanina Audisio desde una ciudad que dice poseerla
“”Hay una ciudad
Que me posee
Estoy pasando
Entre el poema y su pérdida”
Hay una universalización aparentemente consensuada entre la mayoría de los poetas del mundo en que este trinomio conceptual tiempo-espacio-soledad nocturnos es el mejor hábitat posible para desencadenar una furiosa corriente de lenguaje, de conceptos inhóspitos. Puede ser la patria del poeta, pero la duda ante esto es menos peligrosa que la vergüenza.
Yanina retoma este legado (aunque en realidad creo que es algo inevitable en cualquier buen poeta) y trabaja en segunda persona, en mayor parte del poemario, y en versos cortos y libres historias y situaciones en que la angustia atraviesa la noche, los fantasmas aparecen con un desinterés que puede irritar por su autismo, por la ausencia que emana su presencia, y la austeridad de reacción frente a una poeta expuesta, cargada de perfección (una perfección negada) y dolor.
El producto de navegar en las pasiones es lo que tratamos de ver y vemos en esta forma de trabajo, cómo una construcción violenta e impulsiva (calificativos no reprochables a priori) puede transcurrir a lo largo del libro sin obviar lo preciso de la metáfora en su necesidad más íntima y bella.
“No puedo
Las palabras
Pero las disparo”
“Bajo las lapiceras sin tinta
Esa insinuación de lo inacabado”
Respiraciones agitadas de las pulsiones que circulan como reproches, como ausencias y desgarros, hay una situación admirable en el poma Me perdés que logra fusionar y convertir en algo indefinido pero realmente acabado entre la narcolepsia y la necrofilia. La pulsión de muerte es otra de las ingratitudes del lenguaje a la que no se puede ser indiferente bajo ningún concepto y que su misma circulación puede brindar, en el caso de Audisio, el sonido de un viento soplando a intensidades variadas que van del susurro al aturdimiento de una noche de tormenta en la ventana que golpea en una habitación en la que escribe la poeta mientras afuera ladran los perros.
ESA FORMA
El cuerpo agota su condición
De materia y se sujeta
A la caída de los sentidos
Donde el espacio desnuda
El juego de los contrastes
Bajo el manto está olvidado
Y el movimiento es una fuga
Imperceptible y absoluta
Un charco de vigilia rota
El cuerpo sigue perdiendo
En la mañana su noche
Animal asesinado
Por un baño de lenguaje
Inaugura algo que fue temblor
Repliega todos sus quiebres
Y destella fuera de su límite
Dos armas de la negrura.
“EE.UU. en bancarrota”: Cómo viven los “empleados suspendidos por el cierre del Gobierno”
Radio ArteargentinA Chaco AM 740: El gobierno de Estados Unidos, quedó parcialmente paralizado, al no alcanzar demócratas y republicanos un acuerdo por el presupuesto, lo que entre otras medidas significó la suspensión de cerca de 800 mil empleados públicos, Télam habló con una de ellas.
ArteargentinA: El martes, al llegar a sus oficinas, esos empleados públicos fueron notificados de que debían seguir el procedimiento de cierre, tomar sus cosas, acomodar sus escritorios y regresar a sus casas por tiempo indeterminado.
Jen Hughes, una joven de 28 años, arribó a su oficina en pleno centro de Washington, a la misma hora de siempre aunque esta vez, con la noticia de que esa madrugada el gobierno había cerrado por falta de fondos y con el temor de que sus empleadores podrían dar el temido anuncio de que a partir de ese día sería una de las personas que debería permanecer en su casa.
Minutos después de llegar al edificio del National Endowment for the Arts (agencia federal independiente encargada de promover el arte y la innovación), Jen recibió la notificación de que debía seguir el procedimiento establecido ante un eventual cierre de gobierno y que por lo tanto, tenía 4 horas para seguir los pasos “bien específicos” que incluyeron ordenar su escritorio, cerrar su correo electrónico, llevarse sus pertenencias y hasta asegurarse que la heladera quedara limpia.
La Cámara baja del Congreso de EEUU logró sorpresivamente ponerse de acuerdo y aprobar por unanimidad, un proyecto de ley que pagará a los 800 mil empleados suspendidos.
“El anuncio no fue formalizado hasta el martes a la mañana cuando recibimos un correo electrónico a las 9 de la mañana con una nota formal de Recursos Humanos anunciando la suspensión”, explicó a Télam Hughes aún sorprendida con la medida y con el hecho de que desde ese día nadie volvió a contactarse con ella.
Si bien en el 2011 ya habían pasado por una situación similar que finalmente pudo ser evitada a último momento por el Congreso, esta vez un “sector extremista del Tea Party (republicanos ultra conservadores) está tratando de presionar su agenda política a través del presupuesto”, señaló la joven “enojada por la imprudencia” a la que llevan “los intereses económicos” en el gobierno.
A cinco días de su suspensión, su única forma de predecir lo que pasará con su futuro laboral inmediato es “esperar y mirar las noticias para ver qué es lo que pasa con las negociaciones” entre demócratas y republicanos para ponerle fin a la primer paralización del gobierno en 17 años.
“Mucha gente anticipó que sería sólo un par de días pero basándome en lo que se ve creo que va a durar más, que será más largo de lo que se esperaba”, dijo aunque sin perder la esperanza de que “todo va a terminar bien”.
La buena noticia que recibió desde el último martes es que la Cámara baja del congreso logró sorpresivamente ponerse de acuerdo y aprobar hoy por unanimidad, un proyecto de ley que pagará de forma retroactiva a los cerca de 800 mil empleados que fueron afectados por la fuerte división del poder político en Washington.
El actual enfrentamiento entre la oposición y el oficialismo data de los debates por la reforma sanitaria que finalmente se convirtió en ley en 2010, endureciéndose aún más ante la inminente implementación de la legislación este martes, lo que avivó la pelea de los republicanos por evitarla y, especialmente, del Tea Party.
Dejando la cuestión de fondo momentáneamente de lado, el proyecto bipartidista para abonar el sueldo a los empleados federales deberá ahora ser votado por el senado con la expectativa de que esta misma semana el presidente Barack Obama lo convierta en ley, buscando calmar quizá lo que de prolongarse por más tiempo, podría convertirse en el inicio de protestas ciudadanas.
Para Jen, quien está en permanente contacto con varios amigos y compañeros de oficina a quienes les tocó su misma suerte, si el estancamiento en las negociaciones persiste, en dos semanas más cuando muchas de las partidas federales que aún sobreviven comiencen a agotarse, la gente y los contratistas empezarán a sentir la falta de dinero y esto podría generar en una movilización social.
No obstante, “el cierre del gobierno es algo mucho más pequeño que un posible default porque los servicios esenciales siguen estando” y las personas no se sienten todavía afectadas directamente, por lo cual “siendo honesta diría que el país entero no está pensando ahora en la situación de los empleados, de si les pagan o no”, aceptó amargamente Jen, sino en lo que les puede llegar a pasar si la crisis se profundiza.
Mientras los días pasan, como muchos de los miles de trabajadores suspendidos, Jen Hughes continuará aprovechando para “socializar, ver amigos, pasar el tiempo estando afuera y hacer los trámites pendientes”.
Pero de extenderse mucho más tiempo la situación de incertidumbre y sin recibir novedades al respecto, “quizá empiece a volverme loca. Por ahora estoy tratando de seguir siendo productiva”, concluyó con su tono optimista.
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