domingo, 1 de septiembre de 2013

ANTICIPO DEL LIBRO TRIMARCO. LA MUJER QUE LUCHA POR TODAS LAS MUJERES, DE SOLEDAD VALLEJOS La luchadora

A fuerza de buscar a su hija desaparecida, Susana Trimarco se convirtió en símbolo de lucha contra la trata. Trimarco, de la periodista de Página/12 Soledad Vallejos, el libro que Aguilar distribuye en estos días, la retrata en ese camino: la vida cotidiana, con sus angustias, ilusiones, agallas y transformaciones. Aquí, un extracto del capítulo sobre las sospechas y los rumores con que se intenta desacreditar su lucha. Por Soledad Vallejos Dicen que el caso es una fabulación. Que Marita Verón era prostituta. Que Susana Trimarco lo había sido en su juventud, pero con los años se había reconvertido en proxeneta. Que estaba grande ya para el trajín de poner el cuerpo ella misma cada día. Que Daniel Verón sabía todo esto y no le molestaba, porque de algún modo debía pagar sus deudas de juego millonarias. Que Marita se fue de su casa, abandonando pareja e hija, porque quería otra vida. Buscaba ser libre, seguir con su vida sin lastres. Que había llegado a comentar a algunas otras chicas de la noche que quizá viajara para prostituirse lejos. Que Trimarco siempre lo supo, pero calló por conveniencia. Que denunciar, hablar de trata, acusar a inocentes, embarrar con mentiras fue siempre parte de un negocio. Que la Fundación recibe millones de euros, de dólares, de pesos. Y que Trimarco vive en una mansión; tiene camioneta con chofer; tiene todo el tiempo, todos los días, línea directa con la Presidencia de la Nación. Que las víctimas rescatadas de redes de trata no fueron, en realidad, víctimas. Que algunas ni siquiera fueron rescatadas. Que, de hecho, está en duda que Trimarco alguna vez haya rescatado a alguna mujer. Que muchas de esas presuntas víctimas dicen lo que dicen porque viven gracias al dinero que les da la Fundación. Que son palabras interesadas, corruptas. Quienes dudan de Trimarco sostienen algunos de esos argumentos. A veces, todos. La cercanía con el universo político modula la sospecha. Cuanto más visible es la afinidad de Trimarco con el oficialismo kirchnerista, o al menos algunas de sus iniciativas, cuanto más explícita resulta su resistencia a mostrarse crítica con la presidenta Cristina Fernández, más relumbran las suspicacias. (...) La señora Trimarco Llevar la contra a Susana Trimarco implica desafiar la “presión mediática”. Eso dijo el abogado Cergio Morfil en el juicio por la desaparición de Marita, durante el alegato final en defensa de los hermanos María Jesús y Víctor Angel Rivero. Aunque su rol se limitó a esos imputados, su alegato contuvo prácticamente todos los mismos argumentos que luego sostendrían los demás defensores. Morfil dijo que sus clientes eran inocentes. Que debían ser absueltos porque los testimonios –orales, a falta de pruebas materiales– no eran sólidos. Señaló que Marita Verón posiblemente se hubiera ido por su cuenta. También, que Trimarco manipuló la causa por intereses quizá políticos, pero ante todo económicos. (...) El abogado de los Rivero concibió una suerte de compendio de rumores, sospechas, desinformaciones quizás involuntarias y falacias argumentativas. “Hemos institucionalizado el ‘me han dicho’”, señaló Morfil, quien responsabilizó principalmente de eso a Trimarco. Fue su insistencia en sostener el valor de la palabra como prueba lo que terminó construyendo pistas y líneas de investigación. Que ella refiriera testigos reticentes y atemorizados, pero repitiera lo que había escuchado era parte de esa maniobra. (...) Atacar la credibilidad de Trimarco y las mujeres rescatadas de redes de trata fue parte de las estrategias defensivas de los imputados en el juicio por su hija. Todos los caminos, por eso, conducían a la Fundación María de los Angeles, a las víctimas y su recuperación. Tal vez confundiendo la Fundación con una suerte de bolsa de trabajo, el abogado Morfil se lamentó: las víctimas que habían sido testigos en el debate oral no habían dicho dónde trabajaban “vía Fundación”. Se explicó el letrado: “Si hacen, qué sé yo, escarpines para los hijos de las mujeres que pudieran mañana llegar a la Fundación. Batitas para bebé, calzoncillos para vender. ¿Alguna está trabajando en mesa de entradas, como recepcionista, para que atienda el teléfono? No. Todas han vuelto. Una, al Soberbio (en Misiones); la otra, a su casa. Otra a volver al comercio del sexo en la calle”. (...) El defensor Morfil, histórico abogado de Rubén “La Chancha” Ale, dijo que se sentía vulnerable por notar la cercanía de Trimarco con el corazón del poder. “Tengo miedo de esa cercanía de la señora Susana Trimarco” (...) En Tucumán, las sospechas sobre el dinero son moneda cotidiana. (...) Para el abogado Germán Díaz, la explicación es la misma que para familiares de Trimarco: “Nadie es profeta en su tierra”. A Díaz el tiempo lo acostumbró a que ir a un asado, al cine, a cualquier reunión social con amigos o familia terminara con alguien sacándole el tema de la Fundación y la madre de Marita. “Se hablan muchas macanas. Que la Fundación es millonaria, que la Susana gasta la plata. Yo acá doy fe de que no es así. Ni la Fundación es millonaria ni Susana anda en ese papel. Es una mujer que está buscando a su hija hace once años y el Estado le debe. No solo le debe la hija, le debe un montón de cosas más. Si es Susana Trimarco, ¿quién le puede cuestionar el zapato o lo que sea que quiere comprarse? Es dueña ella de hacerlo, trabaja como cualquier otra. Es una persona trabajando para el Estado desde su parte, desde su lugar.” El reglamento de la Fundación prohíbe que quien la creó y preside cobre un salario por ello. Susana Trimarco no depende de los subsidios para vivir. En realidad, es empleada del Ministerio de Seguridad de la Nación. Cobra un sueldo mensual, que redondea con la pensión por viudez, que le dejó Daniel Verón. En febrero de 2012, cuando declaró en el juicio por Marita y la ministra de Seguridad era Nilda Garré, Trimarco explicó al tribunal que esa funcionaria era su “superior inmediata”, que el Estado la empleó para sensibilizar sobre la trata de personas y luchar contra ella, que ésa era su tarea al frente de la Fundación. Por entonces, el sueldo de Trimarco era de 8000 pesos, a los que sumaba una pensión de 1800. Al promediar 2013, por ajustes, su salario debe rondar los 12.000 pesos. En junio de 2013, Trimarco se convirtió en dueña de un auto cero kilómetro: un Chevrolet Celta. Fue un regalo de Mauricio Macri, quien en diciembre de 2011 lo había ganado en Sábado bus, el programa televisivo de Nicolás Repetto, tras superar a una modelo en la competencia de lanzamiento de corchos a copas. Por Twitter, Macri había anunciado que donaría el premio a la Fundación, pero los trámites burocráticos complicaban tanto la donación que cambió de destinatario. Año y medio después, el vehículo quedó a nombre de Trimarco. (...) En línea El 7 de febrero de 2013, cuando habían pasado las vacaciones legislativas y recomenzaba el proceso del pedido de juicio político, Andrés, hijo del juez (Emilio) Herrera Molina creó un grupo abierto en Facebook: “El Fraude TRIMARCO” (sic). Durante los días de diciembre en que su padre fue duramente cuestionado por el fallo absolutorio, Herrera Molina hijo había tenido una intensa actuación virtual, publicando cartas suyas y de su hermana a Sarita Alperovich, la hija del gobernador Alperovich, que supo coquetear con la política. Ya entonces Andrés Herrera gustaba de alternar la publicación de esos contenidos comprometidos con sus declamaciones de “artista erótico”, faceta bajo la cual dirigió presuntas obras de teatro relacionadas con el cabaret experimental y aun un ensayo fotográfico sobre la muerte de Paulina Lebbos. “El Fraude TRIMARCO” tiene cerca de 2000 amigos, no todos ellos activos. Publican fotomontajes: Trimarco con un bigote que recuerda el logo turístico de Tucumán y la emparienta con Hitler; una estrella como las que homenajean a celebridades de Hollywood pero con el nombre de la madre de Marita; mofas a los abogados de la querella (D’Antona como menemista, Garmendia como el soldadito de madera de “El cascanueces”). En los posteos, se preguntan qué haría Trimarco con los millones de dólares del Premio Nobel de la Paz, critican la vinculación de Trimarco con el gobierno nacional, y la tratan con una hostilidad rayana en la misoginia. Cuando Trimarco, en abril de 2013, fue una de las escogidas por la revista norteamericana Newsweek para contar su historia y su lucha en el encuentro anual Women in the World, se burlaron de las fotos que retrataban a la tucumana compartiendo una cena con Angelina Jolie y Meryl Streep. En el grupo virtual, quienes suelen aportar informaciones y animar los posteos con comentarios son viejos conocidos de la causa Verón, como el codefensor de la imputada Bustos, Juan Carlos López Casacci. Sin embargo, el más entusiasta y jovial comentarista suele ser su colega Carlos Posse, que en el juicio por Marita defendió a Lidia Irma Medina, su hijo Chenga Gómez, la hermana de crianza de Chenga, María Azucena Márquez (“doña Claudia”, en su alias de madama), y compartió, con López Casacci, la defensa de Natalia Bustos (ex mujer de Chenga). La búsqueda Por Soledad Vallejos Las lucecitas rojas, allá, a 200 metros, señalaban prostíbulos. Eran las tres de una madrugada de otoño y Trimarco estaba dentro de un auto, a la vera de una ruta cordobesa. Apretaba fuerte la mano de su acompañante. Miraba hacia donde chispeaban las luces. Muy de tanto en tanto decía: –¿Estará mi hija? Dos días antes había llegado a Bell Ville para acompañar a dos chicas, secuestradas y esclavizadas sexualmente durante años, a quienes juzgaban junto a sus proxenetas. En esa geometría perversa de poder, los explotadores –un policía y su pareja– habían presionado a las chicas para convertirlas en victimarias de otra joven raptada. Si no lo hacían, las matarían; o peor: las volverían a torturar. Ya había sucedido. Entonces, las chicas habían acatado. Y allí estaban: víctimas y victimarias a la vez, en el banquillo de los acusados. En esos días de comienzo del debate oral, la policía de Bell Ville se acercó discretamente a Trimarco. Le dijeron que había una información de último momento: era posible que Marita estuviera en un prostíbulo a 100 kilómetros de allí. Querían allanar. Prometían hacerlo esa misma noche. Susana escuchaba en la comisaría del pueblo. La acompañaba Luján Araujo, la periodista porteña que había llegado a Córdoba para cubrir el juicio. Se habían conocido poco antes, cuando Araujo la entrevistó para una revista; a Susana, esa jovencita le había despertado confianza. En los días de Bell Ville, el azar las alojó en el mismo hotel, y a su manera, la madre de Marita había terminado por adoptarla: compartían desayuno, cena, llegaban juntas a la Cámara del Crimen, juntas presenciaban las audiencias. Con los años, Trimarco había aprendido que mejor era andar acompañada. Cuando escuchó que el allanamiento sobrevendría en las horas siguientes, miró en silencio a la periodista. –Si querés vamos, Susana –dijo Araujo. Y allí estaban horas después. –¿Estará mi hija? –decía de tanto en tanto Trimarco. A la camioneta de la Policía subían las personas que salían del prostíbulo: un par de hombres, algunas mujeres. Ni rastros de Marita. Minutos después, un comisario se acercó al auto y lo confirmó: allí no estaba. De regreso, camino al hotel de Bell Ville, Trimarco y Araujo se detuvieron en una estación de servicio para comer una empanada recalentada. 31/08/13 Página|12

Esa obsesión por mentir Por Atilio A. Boron

No hay pruebas; “Si las tienen, que las muestren”, dijo Vladimir Putin. No las mostraron ni lo harán, sencillamente porque no existen. Igual que en 2003, cuando difundieron la escandalosa mentira de las “armas de destrucción masiva” en Irak para justificar la destrucción de un país que, todavía hoy, sigue sumido en un interminable calvario de dolor y muerte. Ahora repiten el libreto, a favor de una población domesticada, propensa a aceptar los argumentos más absurdos –el “consenso prefabricado” del que habla Chomsky–, tales como aquel que reza que Siria constituye una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. Mienten y lo hacen descaradamente; mienten a su propio pueblo y a la comunidad internacional. Ocultan el hecho decisivo de que fue Al Assad quien convocó a los inspectores de la ONU y no Washington; que fue la Casa Blanca la que, por el contrario, demandó que esos inspectores se retiraran del teatro de operaciones porque el castigo no podía demorarse ni un día más. Ocultan también que bajo la sola hipótesis de la total estupidez de Damasco podría el gobierno sirio haber detonado una bomba bacteriológica para matar a casi mil quinientos inocentes en las mismas barbas de los inspectores venidos por su encargo. Y si de algo ha dado muestras Al Assad en estos días es de que no es ningún estúpido. Lo que ocurrió es un clásico sabotaje en el cual los agentes de la CIA son expertos. Como cuando inventaron el incidente del golfo de Tonkin, en 1964, para que la opinión pública estadounidense aceptara entrar en guerra con Vietnam. Ya en 1898 los bandidos habían hecho lo mismo: hundir el acorazado Maine, en un sórdido autosabotaje, en la entrada de la bahía de La Habana, lo que les permitió declararle la guerra a España y apoderarse de la isla. Con sus mentiras, Obama y Kerry esconden también la pérfida doble moral del gobierno estadounidense, que permaneció inmutable cuando su por entonces amigo Saddam Hussein gaseaba con armas químicas “Made in America” a las minorías turcas; o cuando sus socios israelíes utilizaron fósforo en el brutal ataque a la Franja de Gaza. Enterado de las atrocidades de Anastasio Somoza en Nicaragua, Franklin D. Roosevelt se encogía de hombros y decía: “Sí, pero es nuestro hijo de puta”. Lo mismo decían de los crímenes perpetrados por Saddam y Netanyahu, pero resulta que Al Assad no es su hijo de puta y entonces merece un feroz escarmiento. Escarmiento que no sufrirá él sino su pueblo, la gente que aparecerá en los escuetos informes del Pentágono como “daños colaterales”. Un imperio mentiroso hasta la médula, que ha convertido a Estados Unidos, su centro indiscutido, en un Estado canalla: ninguna ley internacional lo obliga, ninguna resolución de la Asamblea General de la ONU merece ser obedecida, ninguna norma moral puede oponerse al apetito del “complejo militar-industrial”, cuyas ganancias varían en proporción directa a las guerras. Hay que lanzar misiles, fletar portaaviones, movilizar helicópteros y aviones y utilizar cuanto armamento sea necesario. De lo contrario, no hay ganancias y sin ellas no se pueden financiar las carreras de políticos como el inverosímil Premio Nobel de la Paz y cínico admirador de Martin Luther King. Es una gran oportunidad: Siria no sobresale por sus reservas petroleras (se ubica en el lugar 31 a nivel mundial, debajo de la Argentina, según la OPEP), pero está en el corazón del caldero de Medio Oriente. Y está la oportunidad, largamente acariciada por Washington, para avanzar en aproximaciones sucesivas ante el objetivo supremo: Irán. Demasiadas tentaciones para una burguesía imperial que arrojó por la borda cualquier norma ética, y para un gobernante cuyas convicciones quedaron colgadas en la reja de la Casa Blanca el día que asumió la presidencia imperial. 01/09/13 Página|12

El bombardeo y las vísperas Por Walter Goobar wgoobar@miradasalsur.com

Horror. La guerra civil ya se ha cobrado 100.000 muertos y un millón de refugiados. Los portaaviones y submarinos armados con misiles Tomahawk y los buques de superficie ya están en posición para atacar Siria. Desde hace dos años, es decir desde que empezó la guerra civil, Estados Unidos está sobre el terreno con Unidades Especiales, lo mismo que ocurrió en Libia. Estas Unidades Especiales adiestran a los rebeldes, les suministran apoyo logístico, vigilan las entregas de armas de Qatar y de Arabia Saudita, y preparan los bombardeos a gran escala. Es poco probable la intervención de tropas terrestres porque el Pentágono es perfectamente consciente de que el ejército sirio es un enemigo temible y de que sería inconcebible un nuevo fracaso después de Afganistán e Irak. Por eso la opción sson los misiles, aunque estos fallan y algunos siempre caen sobre blancos civiles. El centro de mando de la guerra está emplazado en Aman, la capital de Jordania, mientras que en la vecina Israel se ha desatado el pánico entre la población ante una eventual represalia siria con armas químicas. Los grandes medios de comunicación citan “fuentes” no identificadas que afirman que para dar la orden de ataque sólo faltaba la salida de los inspectores de la ONU que investigaban el supuesto ataque con gas, y que el sábado se pusieron a resguarddo en el Líbano. Sin embargo, Washington ya anunció que no va a esperar el veredicto de los inspectores que demorará dos semanas, porque el tiempo le juega en contra a Obama. A pesar de las semanas de propaganda de Washington y el seguidismo de los medios de comunicación corporativos, el 60% de los estadounidenses se opone a una guerra de EE.UU. en Siria, según indica el último sondeo de Reuters. Un escaso 9% ciento está a favor de que EE.UU. lance su ataque. ¿Tiene esto alguna importancia ? Es evidente que no. Eso no logró evitar que antes del dictamen de la ONU, Obama y los ectores belicistas del Congreso proclamarán que el ataque se produjo “sin duda” y que fue obra del gobierno sirio. CBS News informa que el presidente Obama ha “ordenado” una justificación jurídica para atacar a Siria, y afirma que “se está poniendo especial énfasis en las presuntas violaciones de la Convención de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas”. No menciona en cambio que existe una ley internacional de carácter más general que prohíbe lisa y llanamente el inicio de una guerra por parte de una nación contra otra, a menos que exista una amenaza “inminente” de ataque contra la nación atacante por la nación atacada. La violación de esta ley se considera un “crimen contra la paz” en virtud del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y el artículo 51 de la Carta de la ONU. Cualquier ataque a Siria por parte de EE.UU. y sus aliados sólo puede empeorar una mala situación. Originalmente el plan era armar a los rebeldes. Con ello se suponía que se reduciría la matanza, al permitir a los rebeldes defender su territorio contra las tropas del gobierno sirio. Pero los rebeldes, que han resultado ser una banda de mercenarios sedientos de sangre, sólo han empeorado las cosas, causando 100.000 muertos y la prolongación de un conflicto que dura más de dos años. Si EE.UU. y sus aliados intervienen directamente, hay una gran probabilidad de que las cosas escapen a todo control y la guerra se propague más allá de las fronteras de Siria. Irán ya ha advertido que podría entrar en la lucha en apoyo del presidente sirio Bashar al-Assad. Israel ya ha llevado a cabo bombardeos en Siria, y no se descarta que recurra al uso de sus armas nucleares tácticas de baja potencia, que si se utilizan en un conflicto ampliado sería un desastre total para la región y para el mundo. Roger Boyes, editor diplomático del londinense The Timesy veterano de 35 años en temas internacionales, advierte que el conflicto sirio, si se inflama aún más con un ataque de EE.UU. y más intervención occidental, podría fácilmente convertirse en el detonante de una guerra en toda la región, o algo peor. La complicidad de EE.UU. en los anteriores ataques con armas químicas hace imposible no ser cínico acerca de los motivos detrás de este ataque que previsiblemente iba a desencadenar una intervención abierta. El gobierno sirio acusó a los rebeldes de una operación de bandera falsa perpetrado cuando los inspectores de la ONU se encontraban en Siria por primera vez desde hacía más de un año y alojados a pocos kilómetros del lugar atacado. Pero además, .¿Por qué iba el gobierno a atacar con armas químicas justo cuando estaba ganando la guerra con armas convencionales? Un ataque de los rebeldes parece igualmente inverosímil. Si los rebeldes han podido en efecto llevar a cabo un ataque químico a tan gran escala y son tan asesinos como para utilizar esas armas contra los civiles, ¿por qué no atacan a las fuerzas del gobierno y cambian el rumbo de la guerra, en vez de elegir un territorio que simpatiza con el levantamiento y que está fuera del control del régimen? Hay otras interpretaciones que pueden ser también verosímiles: que el régimen iniciara el ataque en respuesta a la actual escalada de los rebeldes (incluyendo las informaciones ofrecidas sobre unidades de operaciones especiales entrenadas por EE.UU. avanzando hacia Damasco); que desertores conectados con la oposición lanzaran el ataque para precipitar la intervención internacional al implicar al régimen; o, finalmente, que la estructura de mando dentro del gobierno sirio esté desintegrándose, un tema al que se refieren muchas de las más recientes informaciones. Stratfor, la principal agencia de inteligencia privada del mundo, que es contratista del Pentágono, afirma: “Assad es un hombre despiadado. No dudaría en utilizar armas químicas si fuera necesario. Pero también es un hombre muy racional. Utilizaría las armas químicas únicamente si fuera la única opción que le quedara. En este momento resulta difícil ver qué situación desesperada le habría empujado a utilizar armas químicas y a arriesgarse a lo peor. Sus adversarios son igual de despiadados y se puede imaginar que utilicen armas químicas para forzar a Estados Unidos a intervenir y a derrocar a Assad. [...] Es posible que la cantidad de víctimas sea muy inferior a la que se ha afirmado. Y es posible que se hayan falsificado algunas imágenes. Todo eso es posible, pero ignoramos simple y llanamente cuál es la verdad”. A esta altura ya importa poco si realmente fue el régimen de Assad el que empleó armas químicas en una espectacular operación de castigo, o si las emplearon los rebeldes para dar un pretexto a una intervención. A los muertos no los resucita, y la intervención tampoco los va a resucitar. En este mundo en el que la perversión está a la orden del dia, es perfectamente posible que Bachar Al-Assad haya usado armas químicas y que al mismo tiempo Obama mienta sobre el uso de esas armas por parte de Assad. Washington no quiere desalojar a Assad del poder. Se trata de mantener el régimen en un equilibrio inestable, amenazado pero sin el riesgo de caer. Esto explica la estrategia que Washington sigue con los rebeldes desde hace más de un año: financiarlos con millones de dólares, pero sin entregarles armas. Mantenerlos ahí, entre vida y muerte, justo en el punto en el que no pueden derrocar a Asaad, pero tampoco tienen motivo para abandonar, porque hay dinero para seguir combatiendo. Edward Luttwak, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, ha explicado en The New York Times que un débil Obama trata de conciliar la necesidad de hacer algo que no quiere hacer, de alcance “limitado y casi propagandístico” –lo que no depende sólo de EE.UU.–, con sus verdaderos intereses; es decir, no con el derrocamiento de Al-Assad y el establecimiento de la democracia sino con la prolongación de la guerra siria el mayor tiempo posible a fin de evitar que venza alguno de los dos contendientes (ni Assad ni los rebeldes), peligrosísimos los dos para el plan de dominio regional estadounidense. Con un gran cinismo, Luttwak afirma que EE.UU. debe entregar armas a los rebeldes cada vez que vayan cediendo terreno y cerrar el grifo cada vez que vayan ganando. La guerra es un negocio pero tiene que durar para que rinda. 01/09/13 Miradas al Sur

La zanja de la vergüenza Por Miguel Russo mrusso@miradasalsur.com

La batalla cultural. “Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”. Bernardo de Monteagudo Se equivocó el presidente del bloque de senadores (FPV) Miguel Angel Pichetto cuando, en contraposición al senador radical Ernesto Sanz (“¿cómo creen que se puede ganar un pleito con todas las cosas que han dicho sobre la Justicia norteamericana?”), dijo “no es una cuestión de discursos sino de intenciones”. Se equivocó porque un discurso, todo discurso, es intencional. De no serlo se transforma en mera retórica, bravuconada de pelafustán, representación absurda de la nada. Claro, Pichetto tiene el beneficio de la duda por no haber escuchado a Mauricio Macri en Palabras más palabras menos (Ernesto Tenembaum y Marcelo Zlotogwazda por TN). Por eso no pudo comprobar el abismo brutal abierto entre dos términos que, buceando apenitas en la historia, deberían estar unidos: “intelectual” y “político”. El término “intelectual” nace a la arena política en 1897, cuando Émile Zola comenzó a denunciar el caso Dreyfus desde las páginas de Le Figaro. Y se hizo uno con el término “político” cuando, mudado a L'Aurore por la caída en las ventas del otro diario, publicó apenas comenzado 1898 su carta abierta al presidente Jules Méline defendiendo a Alfred Dreyfus: Yo acuso. Pasaron 115 años. En el medio, 1948, Jean-Paul Sartre decía, refiriéndose a los intelectuales políticos (Situaciones II: ¿Qué es la literatura?): “Ya que actuamos sobre nuestro tiempo por nuestra misma existencia, queremos que esta acción sea voluntaria”. Muchos autores mediante, y menos de medio siglo después, Edward Said reflexionaba en Representaciones del intelectual: “Los intelectuales son individuos con vocación para el arte de representar, ya sea hablando, escribiendo, enseñando o apareciendo en televisión. Esa vocación es importante en la medida en que resulta reconocible públicamente e implica a la vez entrega y riego, audacia y vulnerabilidad”. El sociólogo argentino Carlos Altamirano retomaba la afirmación de Said para preguntar en Intelectuales (publicado en 2006, ampliado recientemente), “¿a quién representa?”. Y desde las mismas páginas, retomar a Said para responder: “El intelectual siempre tiene la posibilidad de escoger, o bien poniéndose de parte de los más débiles, los peor representados, los olvidados o ignorados, o bien alimentándose con el más poderoso”. Todos los mencionados (desde Zola a Altamirano, pasando por Sartre y Said, en un aquelarre bibliotecológico) pensaron y hacen pensar sobre el maridaje de los términos. Pero claro, allí está la frase que duele en los comienzos de la nueva novela de Martín Caparrós, Comí: “La exploración suplantó a la reflexión en tiempos que no piensan sino que experimentan, que no creen en las ideas sino en los ejercicios”. Dicho esto, sí, fue un ejercicio: poquito más de 19 minutos inolvidables ocurridos la noche del martes 27 de agosto pasado en el estudio de TN donde se llevó a cabo Palabras más palabras menos. El invitado especial era Mauricio Macri (argentino, contemporáneo, jefe de Gobierno de CABA, líder del PRO, hijo de Franco). Y nunca, nunca jamás, se vio tanto abismo entre “intelectual” y “político”, dos cosas que, al parecer, es –o debería ser– Mauricio Macri. El dúo Tenembaum-Zloto arrancó liviano, preguntándole sobre la política energética. Macri dijo “Chevron”, casi lo único que se entendió, porque después entró en la ruta del desconocimiento y dio por cerrado el tema con un espectacular “eso nos convierte en parias del mundo”. Los fondos buitre y el fallo de Nueva York parecía otro tema sin contratiempos. Pero Macri no conoce fronteras y ahí nomás descerrajó una retahíla de frases inconexas. Dijo “ahora abrimos el canje y no sé si va a funcionar”, dijo “generemos empleo”, dijo “me parece que no hicimos las cosas bien”. Y dijo, serio, con cara de acusador serial, que había que negociar con el Club de París y el Ciadi. Zloto lo miró torvo: “La cosa es con los fondos buitre, el Club de París y el Ciadi no tienen nada que ver”. Pero, Macri, como si nada: “Sí, está bien, pero es lo mismo”. Lo que se dice un economista brillante. Y avanzó: “Los jueces, al fallar, tienen en cuenta un análisis de las personas. Con los que cometen un delito por primera vez tienen paliativos, algo que no ocurre con aquellos que roban varias veces”. Lo que se dice un jurista de fuste. Y siguió filosofando: “El mundo se globalizó, lo que pasa en algún lugar se sabe en todo lados”. El tema saltó entonces a la quita en el impuesto a las Ganancias. “No hay que engañar con la inflación”, dijo, y aventuró que “en 2015 debemos plantear una profunda reforma impositiva”. Después se desmadró mencionando tópicos: “austeridad”, “servicios incumplidos”, “niveles de despilfarro”. Zloto vio la punta y pidió detalles. Macri, eufórico, no dudó: “Hay doce mil casos, por ejemplo el que se llevó a cabo con el monumento a Colón”, y no dijo nada de los otros 11.999. Entonces, saltó Brasil y la reivindicación de un modelo que no funciona tan bien realizada por él y toda la oposición: “Es que estamos comparando lo más malo de Brasil. Allí hubo inversiones importantísimas”. Zloto, otra vez, no aguantó: “Eso es falso. Hubo más inversiones en la Argentina”. Macri chapoteó al mejor estilo Majul: “Bueno, sí, pero bueno...”. Cuando parecía que Mauricio se atragantaba nuevamente con el bigote postizo de Freddie Mercury, se propuso un análisis de las PASO para intentar reanimarlo. “Con Massa acordamos un voto útil. Sostuvimos que 2015 es el momento de cambiar gente, de cambiar formas. Y yo aposté a poner un límite a la prepotencia del poder”. Ernesto Tenembaum se la tiró al ángulo con la mano, como para que Mauricio la atrapara para la tapa de El Gráfico y hablara de su presidenciabilidad por sobre Massa y por fuera de una interna del justicialismo: “El intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, que secunda a Sergio Massa en candidatos a diputados nacionales dijo que vos estabas afuera, que no hay ninguna foto tuya con Massa”. Eran las 23.22 y Macri, con toda la librería encima, jugó fuerte: “Sánchez, no te enganches”. Sí, “Sánchez, no te enganches”, dijo y se repantigó en el silloncito como si hubiera descubierto la gravedad. Mucho es lo que la filología clásica y los estudios lingüísticos actuales aportaron a rastrear los orígenes y la evolución de las palabras. Y, con ellas, la dinámica incesante de la lengua. Pero es de imaginar que muchos filólogos y lingüistas, Carlos Altamirano, Martín Caparrós y la humanidad entera (hasta Sartre, Said y Zola, desde el cielo de los amigos de Gramsci) debe haberse quedado con la boca abierta ante la respuesta que, como un tempestad de insensatez, como un tsunami de ignorancia predispuesta, dirimía la cuestión esa de intelectuales y políticos abriendo la zanja abismal de la vergüenza. 01/09/13 Miradas al Sur

La letra inesperada - Cap. 1 - La anomalía kirchnerista (lista de reproducción)

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