sábado, 25 de mayo de 2013
Una nueva etapa para cuidar los precios
MORENO CONVOCO A OFICIALISTAS Y OPOSITORES A QUE VERIFIQUEN EL CUMPLIMIENTO DEL CONGELAMIENTO DE 500 PRODUCTOS
Una nueva etapa para cuidar los precios
La próxima semana se difundirán los listados de precios de los 500 productos que seguirán congelados hasta octubre. Las cadenas de comunidad, almacenes y mayoristas se sumaron al convenio. Los controles serán en los supermercados más grandes.
Por Javier Lewkowicz
El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, llamó a “todas las fuerzas políticas, las que apoyan a este gobierno y las que se oponen”, a sumarse a la campaña “Mirar para Cuidar”, lanzada días atrás por la presidenta Cristina Fernández para controlar que los precios del acuerdo de congelamiento de 500 productos no se incrementen en las góndolas hasta octubre. Desde Comercio Interior explicaron a Página/12 cómo será el mecanismo para analizar precios en las empresas e informar a las autoridades en caso de incumplimiento del acuerdo. Moreno anticipó que frente a anormalidades puede aplicar sanciones expeditivas. La semana que viene se darán a conocer los precios de los 500 productos en cada súper.
Al nuevo acuerdo de precios ayer se sumaron de manera voluntaria los supermercados chinos, los mercados de proximidad y almacenes, según quedó definido en una reunión encabezada por Moreno, y representantes de diversos estratos del sector comercial involucrados en la negociación de precios, en el marco de la ya clásica “Escuelita” de los viernes a la mañana en la sede de la avenida Roca de la secretaría.
“Los supermercados de proximidad, autoservicios y almacenes nos adherimos voluntariamente, lo cual no implica que nos encontremos sujetos al control. Asimismo, los mayoristas se encuentran en tratativas con sus proveedores para garantizar el stock de los productos”, indicaron a través de un comunicado Yolanda Durán, titular de Cedeapsa, que agrupa a los comercios de la comunidad del sudeste asiático; Alberto Guida, de la Cámara de Mayoristas, y Rubén Manusovich, presidente de Fedecámaras. En el Gobierno consideran que el control popular debe estar puesto en los supermercados e hipermercados, cuya actitud frente al congelamiento puede influir sobre la conducta de los actores más chicos del sector. “Apoyamos el acuerdo y vamos a tratar de definir la semana que viene un listado con productos congelados y precios bajos, que es nuestra política de ventas”, completó Chen Da Ming, titular de la Cámara de Supermercados Chinos.
“No se necesitará ningún tipo de acreditación ni credencial específica. La idea es que el grupo que participe del control se presente con el gerente de la sucursal para explicar que van a analizar los precios de los 500 productos. Si se detectan diferencias con respecto a los precios que van a definir cada una de las cadenas, se debe avisar al área de defensa al consumidor provincial o directamente al 0800-666-1518 de la Subsecretaría de Defensa del Consumidor”, explicó a este diario la titular de esa dependencia, María Lucila “Pimpi” Colombo. Agregó que, en caso de incumplimiento, le serán requeridas al supermercado explicaciones en las siguientes 24 horas para que corrija la situación. “De todos modos, nuestra expectativa es que el congelamiento funcione tal como viene hasta ahora, por el cual no hubo que aplicar sanciones”, dijo Colombo.
Moreno planteó que la convocatoria para realizar el control de precios es bien amplia. “Sería importante que se sumen las fuerzas vivas que apoyan a este gobierno y también las de la oposición, porque ése es el espíritu del llamado que se está haciendo a las organizaciones”, planteó. También invitó a “amas de casa, organizaciones de consumidores, entidades sindicales y empresarias” a sumarse a la campaña.
El acuerdo de congelamiento general de precios comenzó el 1º de febrero y termina el próximo viernes. A partir de recientes negociaciones entre los supermercados, la industria y el Gobierno, los precios de 500 productos acordados se mantendrán hasta octubre, cuando tendrán lugar las elecciones parlamentarias. Moreno ayer adelantó que la semana que viene los supermercados deberán informar la lista de precios de los productos que ingresaron en el acuerdo. Será un precio único por cadena, salvo al sur del río Colorado, distancia que eleva el costo de transporte. La unificación de los precios de esta nueva etapa del acuerdo difiere de la dispersión que conservó el congelamiento del 1º de febrero. Una incógnita es cómo harán los súper para armonizar los precios de todas sus sucursales. En Comercio Interior estiman que tomarán los valores más bajos.
La identificación en la góndola de los productos sujetos al acuerdo no tendrá forma específica, sino que cada cadena lo diagramará según sus preferencias. Moreno cree que “a partir de la lógica del mercado”, la publicación de los precios de las cadenas hará que el consumo se oriente hacia las mejores ofertas, lo que traccionará sobre el resto de las cadenas. En el encuentro de ayer, que contó con más empresarios que de costumbre, Moreno calificó el acuerdo de congelamiento que comenzó en febrero como “muy exitoso”, para lo cual puso el ejemplo de la dinámica que mostraron los precios de alimentos y bebidas en las grandes cadenas.
Por su parte, los empresarios de la Confederación General Económica (CGE) realizarán “una convocatoria a todas las organizaciones sociales y de la militancia política de cualquier signo, para analizar la política de formación de precios de las grandes empresas”, explicó Rubén Manusovich.
25/05/03 Página|12
Marca de nacimiento Por Alfredo Zaiat
Diez años de kirchnerismo deberían ser suficientes para tener un marco conceptual más preciso de las características del proceso económico desarrollado en ese período. Para la oposición conservadora y algunos sectores de la izquierda, todo se resume en la falsedad del “relato” sobre lo acontecido. El Gobierno lo abrevia en la fortaleza del “modelo” como cualidad en el manejo de la coyuntura ante la adversidad de la crisis internacional o los embates del establishment a través de los hombres de negocio dedicados a la comercialización de información económica. Existe cierto abuso de esas dos palabras como definición de un ciclo tan intenso de rupturas y continuidades. Son simplificaciones de la dinámica de la economía de un período histórico generador de pasiones encontradas. La economía del kirchnerismo no es un modelo. Es un proyecto político con objetivos económicos, que es bastante distinto de la definición de modelo o de relato, porque va lanzando iniciativas y definiendo medidas frente a urgencias con el horizonte de cumplirlos. Esas metas derivan en estrategias adaptativas para alcanzarlas, según las condiciones internas y externas que se vayan presentando. Para los críticos, se trata de una sucesión de improvisaciones, minimizando así la esencia de lo que significa un proyecto político y la existencia de disputas de actores económicos con intereses contrapuestos. No hay discurso oficial que no explicite esos objetivos económicos: promover un sostenido crecimiento del PBI, generar empleo, avanzar en la industrialización, distribución del ingreso e inclusión social, con una presencia activa del Estado. En la tarea de conseguirlos el kirchnerismo ha mostrado en más de una ocasión que recurre a diversos instrumentos de política económica para dar respuesta a cuestiones inmediatas, que luego se van integrando como parte de la construcción de su proyecto político. A veces con éxito y otras con fallidos por torpeza en la enunciación y posterior gestión. Esta secuencia de permanente intervención en el espacio económico es el elemento distintivo, de ruptura con el saber convencional, puesto que la economía ha quedado subordinada a la política. Este es un factor de incomodidad para economistas que quedaron desplazados del centro de la escena, inclusive para aquellos que expresan simpatía por el Gobierno, que preferirían planificación preventiva y no respuestas de emergencia ante acontecimientos imprevistos. Para no quedar enredados en debates circulares sobre “relatos” o “modelos”, planificación o improvisación, la definición de proyecto político con determinados objetivos económicos es la marca de nacimiento para evaluar con más profundidad diez años de la economía kirchnerista.
El recorrido sintético de las principales medidas de política económica implementadas en esta década es el punto de partida. Cada una desplegada en un momento histórico y situación social particulares fue a dar cuenta de impulsar o defender, dependiendo de las circunstancias, esos objetivos económicos. Disponer acciones concretas para cumplirlos le permitió al kirchnerismo mantener legitimidad política y social para gobernar y, por lo tanto, gestionar la coyuntura en un ambiente hostil local e internacional. Resistencia originada porque las medidas para sostener el proyecto político con esas metas económicas implicaron necesariamente colisionar con grupos de poder económico, con los cuales mantiene por ese motivo una permanente tensión. Entre las iniciativas más destacadas de los diez años del proyecto político de la economía kirchnerista, se encuentra:
- el pago de toda la deuda con el FMI para poner fin a los controles periódicos de la economía argentina por parte de esa tecnoburocracia. Auditorías trimestrales que hubiesen cuestionado hasta frenar las medidas heterodoxas posteriores, lo que habría significado el despliegue de otra historia;
- clausurar el negocio especulativo de las AFJP con los aportes previsionales mensuales de los trabajadores. La recuperación del sistema de seguridad social por parte del Estado se complementó con la ampliación de la cobertura previsional con la moratoria hasta alcanzar el 95 por ciento de las personas con edad para jubilarse, y la movilidad semestral de los haberes;
- consolidar los convenios colectivos de trabajo, institución del mercado laboral que se mantiene sin interrupciones durante diez años, el período más prolongado desde su instauración, en 1953. Paritarias cuyo resultado ha sido una mejora del salario en términos reales tomando en cuenta cualquier índice de inflación;
- las varias estatizaciones de empresas de servicio público en manos privadas, destacándose la de aguas, correo, Aerolíneas Argentinas e YPF;
- la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central, que significó alterar consolidadas redes de poder, influencia y negocios del poder financiero en esa institución clave de la gestión económica;
- el desendeudamiento que implicó un gran esfuerzo de toda la sociedad, ya sea por la utilización de superávit fiscal o de reservas para cancelar obligaciones. Los pagos disminuyeron en forma notable el peso de la deuda sobre el PBI, dejando una porción menor en manos privadas. Esto derivó en una ampliación de los márgenes de autonomía de la política económica;
- la participación en la decisión estratégica regional de descartar el proyecto del ALCA impulsado por Estados Unidos, apostando por la ardua integración latinoamericana;
- el reconocimiento de derechos sociales y económicos a un importante sector de la población con la Asignación Universal por Hijo, transferencia monetaria a grupos vulnerables que impacta en la cuestión social disminuyendo la pobreza e indigencia y mejorando la distribución del ingreso; y
- el impulso de la industrialización y creación de empleo formal, en una primera etapa con una elevada dosis de voluntarismo al descansar exclusivamente en un tipo de cambio muy alto, y desde 2011 ya con una estrategia deliberada de sustitución de importaciones.
Las observaciones críticas o también el aplauso a estas medidas adquieren mayor densidad si parten del marco conceptual de proyecto político con determinados objetivos económicos. De esa forma, unos y otros no quedarán sorprendidos ante iniciativas no previstas como fueron la restricción de importaciones a partir de una más estricta administración del comercio exterior, el lanzamiento del blanqueo de capitales o la definición atolondrada de un nuevo y necesario régimen de administración y acceso a la moneda extranjera. Este último fue para limitar la persistente fuga de capitales abastecida con reservas del Banco Central, que desde julio de 2007 a octubre de 2011 sumó casi 80 mil millones de dólares. Pérdida de divisas muy injusta en términos sociales y económicos, puesto que esa dolarización de ahorro doméstico de una minoría influyente y con elevada capacidad patrimonial es perturbadora de la estabilidad financiera y cambiaria, además de acelerar la restricción externa.
La reiterada sentencia acerca del “agotamiento del modelo” expresada por voceros de la ortodoxia y de cierta intelectualidad progresista confunde deseos con realidad. Cumplidos hoy diez años de estar analizando el desempeño de una gestión de gobierno, todavía no alcanzan a descubrir la lógica de funcionamiento de la economía kirchnerista, que no es estática como si fuera un modelo ni pretende tener aspiraciones de llegar a un ilusorio equilibrio ortodoxo. El kirchnerismo construye con rupturas y tensiones su proyecto político con objetivos económicos. Esta es la marca de nacimiento de esta década.
azaiat@pagina12.com.ar
25/05/03 Página|12
viernes, 24 de mayo de 2013
Unasur en la mirilla yanqui Por Angel Guerra Cabrera
Lo que se disputa hoy en América Latina y el Caribe es si se consolida el proyecto bolivariano de independencia e integración regional, o si Washington y las derechas locales consiguen derrotarlo. En esta batalla, los enemigos de nuestros pueblos utilizan los cuantiosos recursos materiales –incluyendo militares– y culturales acumulados por siglos de explotación, saqueo y opresión. Nuestros pueblos, a su vez, se valen de la rica experiencia de sus tradiciones patrióticas y revolucionarias, forjadas en la resistencia anticolonial y antiesclavista, las revoluciones por la primera independencia y las luchas antineocoloniales posteriores, inscriptas en la marcha hacia la segunda y definitiva independencia.
Es muy valioso el cúmulo de saberes políticos adquirido en las contiendas antineoliberales: desde el caracazo (1989) al levantamiento indígena de Chiapas(1994) y, en especial, durante los años de estelar liderazgo nacional y regional del comandante Hugo Chávez(1999-2013). Todavía no nos hemos dado cuenta cabalmente de cuánto alcanzó con su incansable batallar el meteórico venezolano.
Inspirado, como lo afirmaba con orgullo, por el ejemplo y la amistad de Fidel Castro y la revolución cubana, Chávez logró articular un magnífico equipo con Néstor y Cristina Kirchner, Lula da Silva, Evo Morales y Rafael Correa, entre otros líderes populares latino-caribeños. La derrota del Alca (Mar del Plata, 2005) fue una de sus grandes victorias, que sentó las bases para el auspicioso e inédito surgimiento de la Alba, Petrocaribe, la Unasur, la Celac, el Mercosur ampliado, organizaciones que han puesto coto al arrogante monroísmo e impulsado un sentimiento de independencia, fraternidad y solidaridad regional. Ahora los pueblos y gobiernos de América Latina y el Caribe hablan con voz propia.
Eso es lo que no soportan los imperialistas yanquis. Tener que tratarnos de igual a igual pese a que el secretario de Estado Kerry nos siga llamando traspatio. Que le digan con la frente alta, como le tocó a Obama en la Cumbre de las Américas de Cartagena, que no podía haber más cumbres sin Cuba y que debía ponerse fin al criminal bloqueo. Que las Malvinas son argentinas, idea intragable no sólo para la elite británica con su nostalgia imperial. También y, sobre todo, para su socio estadunidense que codicia el petróleo de su suelo marino y quiere utilizarlas como una base de intervención contra nuestra América.
En los feroces y persistentes planes desestabilizadores yanqui-oligárquicos contra los gobiernos dignos y soberanos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina se observa nítidamente la creciente relevancia tomada por el ejército mediático imperial. Capriles Radonsky, por ejemplo, existe políticamente gracias a su fabricación mediática. Subestimar la ruin tarea de ese ejército en la descerebración o la siembra de la confusión y la división en importantes sectores, incluso populares, puede costar muy caro.
La Alianza del Pacífico (AP), que reúne a Chile, Perú, Colombia y México y cuya cumbre se inicia hoy en Cali, es una daga apuntada al cuello de las ya mencionadas instituciones de unidad e integración latino-caribeña, en particular al de Unasur. Es también un intento de reflotar el Alca. Los países que lo integran tienen tratados de libre comercio con Europa y Estados Unidos, instrumentos que como está ampliamente documentado han ocasionado ya una tragedia económica, social y cultural de grandes proporciones en los países del sur que los han aplicado, y que más allá del comercio –nada con Washington es libre– implican la veloz anexión y subordinación de los estados al norte revuelto y brutal. La AP, con más de 200 millones de habitantes, una extensión territorial de más de cinco millones de kilómetros cuadrados y 40 por ciento del PIB regional se mete como una cuña en el cuerpo de Unasur.
La AP se une al Acuerdo de Asociación Transpacífico, un hecho muy grave pues este está concebido por Washington para enrolar a sus integrantes en el cerco y creciente hostilidad contra China, pero también contra Brasil. Estados Unidos alucina por su ascenso como potencia suramericana y mundial, aliado a Argentina e instalado en el BRICS.
Los procesos trasformadores no se rinden y combaten con un arma formidable: el apoyo popular y su credibilidad. Hoy lo veremos en el gigantesco cabildo de La Paz en apoyo a Evo Morales (¿qué-clase-de-clase-es-esa?)
Twitter: @aguerraguerra
La Jornada, México
El credo de Merkel en la picota Por Walter Goobar
Hubo una época –no muy lejana, por cierto–, en la que hablar del abandono del euro en Europa era poco menos que una blasfemia. "Si fracasa el euro, fracasa Europa", pontificaba casi a diario la canciller Angela Merkel, sin ofrecer ningún margen para cuestionamientos. Hasta ahora sólo había euroescépticos en los países en crisis y en Gran Bretaña, pero en Alemania se reducían a la derecha conservadora, como el nuevo partido alemán, Alternativa por Alemania (Alternative für Deutschland), que de momento sólo tiene un 2% de intención de voto. Pero las cosas están cambiando significativamente. La izquierda está comenzando a replantearse el euro, así como el dogma de que su abandono sólo puede conducir a una catástrofe apocalíptica.
La idea fundamental la lanzó Oskar Lafontaine, peso pesado socialdemócrata, ex ministro de Finanzas y seguramente el político alemán más creativo e innovador: Europa es más importante que el euro, dice. "La moneda única se creó para mejorar la vida de la gente, no para llevarla a la ruina." Hace tiempo que los políticos europeos no saben hacia dónde ir. La miseria que crea la austeridad alemana está llegando a Francia, así que la creación de una coalición europea contra Alemania es únicamente una cuestión de tiempo. En ese contexto, hay que plantearse la posibilidad de abandonar el euro, reflexiona Lafontaine.
El argumento básico parte de la opinión del economista conservador Hans-Werner Sinn, que dice que para poder regresar a un nivel de competitividad equilibrado en el interior de la Eurozona, países como Grecia, Portugal o España deben realizar una devaluación de entre el 20% y el 30%, mientras que Alemania debe encarecerse un 20 por ciento.
Ambas cosas son imposibles, dice Lafontaine. Lo primero llevaría a esos países a la ruina. Lo segundo supondría una drástica subida salarial en Alemania, algo que los empresarios no consentirán y que los partidos políticos, desde los conservadores de la CDU/CSU, hasta los socialdemócratas (SPD) y verdes, pasando por los liberales (FDP), no tienen la menor intención de apoyar. Así que lo único que queda es organizar una "salida ordenada del euro".
Dos economistas de renombre –Heiner Flassbeck, que fue precisamente secretario de Estado con Lafontaine, y Costas Lapavitsas, de la Universidad de Londres– han explicado en un documento presentado el viernes por la Fundación Rosa Luxemburgo lo que significa "salida ordenada del euro". Se trata de crear "un sistema monetario flexible pero coordinado" que sea capaz de lidiar con los desequilibrios internos de la Unión Europea.
"Algunos países deben plantearse salir del euro, pero no de la UE", puntualizan los economistas, pero para que eso no signifique una catástrofe, es necesario "imponer estrictos controles administrativos a los bancos" y "controlar los flujos de capital", de tal forma que la salida de un país del euro no signifique su descapitalización. Esta salida tiene riesgos, reconocen, pero también los tiene la situación actual, mientras que los planteamientos de socialización de la deuda vía eurobonos no parecen realizables.
La diferencia de este planteamiento con el de la derecha es que los euroescépticos de AfD simplemente quieren desembarazarse del euro. Su programa aboga por reintroducir el marco, aunque el presidente de AfD, Bernd Lucke, ha dicho este fin de semana que quienes deberían abandonar el euro son los países del sur de Europa. Lucke habla de "introducir una moneda paralela al euro" y admite una quita de la deuda en países como Grecia y "quizá" Portugal, mientras que desde la izquierda se quieren introducir controles a la circulación de capitales para proteger a las economías débiles. Ambos coinciden en dejar de considerar la salida del euro como un tabú.
La propuesta de Lafontaine no ha caído bien ni siquiera en su propio partido –Die Linke–, ni en el resto de la izquierda europea. Con excepción de Chipre, la izquierda europea, desde Grecia hasta Portugal, pasando por Italia y España, está aferrada al euro por miedo a esa apocalíptica profecía que acompaña su abandono.
Alemania está cada vez más aislada y solo tiene a Finlandia y a Austria, a medias, como aliados. Los cruces de reproches con Bruselas son semanales y no siempre subterráneos. “Ningún miembro de la UE quiere ser dependiente de un solo país, Alemania”, dicen Flassbeck y Lapavitsas. ¿Y fuera de Europa?: la oposición al curso alemán tiene claros aliados en el G-7, en Estados Unidos y en Japón, que con una atrevida política expansiva que está en las antípodas de Berlín, ya presenta buenas perspectivas.
El caso es que Merkel sigue convencida de que su receta de austeridad y reformas es la única viable y eso difícilmente vaya a cambiar, por ahora.
El credo de la austeridad, un eufemismo para el ajuste salvaje, es lo único que puede sacar a la UE de la crisis en la que se ha metido, argumentan los defensores de la unión monetaria. Lo demás sería crecimiento sustentado sobre bases poco sólidas. La inversión pública alemana es pírrica, de poco más del 1% del PIB: inferior incluso a la española, que se ha hundido con la crisis. Y eso no va a variar, pese a las peticiones del Sur. En Berlín se alude continuamente al crecimiento “sano”: sin más deuda. Eso no es negociable.
Berlín, al menos, no se va a oponer a dar más tiempo para que Francia y España, por ejemplo, recorten sus déficits, pero a cambio quiere reformas —sobre todo laborales—, y pronto. Además, Berlín señala que aún hay que hacer mucho por ganar credibilidad en el saneamiento de la banca. Y ahí apunta a España, a cuyo Gobierno responsabiliza de no haber usado el grueso de los 100.000 millones del rescate.
“El objetivo principal de Merkel es evitar sobresaltos hasta septiembre. Es posible que por eso permita medidas de apoyo del BCE. Porque si hubiera sobresaltos, algún rescate explícito antes de las elecciones, los partidos radicales sacarían tantos votos como Beppe Grillo en Italia y Merkel podría estar acabada”, afirma Stephan Homburg, del Instituto de Finanzas Públicas.
Wolfgang Münchau, director del think tank Eurointelligence, explica que el pensamiento alemán “es uno de los más extremos del mundo: niega completamente los efectos positivos que pueda tener un keynesianismo incluso moderado, incluso en la trampa de liquidez en la que está Europa”.
Merkel teme las críticas cada vez más duras de los socios europeos por los feroces ajustes, pero a su vez teme aún más a quienes la acusan de blanda en su país. “El Gobierno sabe que está cada vez más solo y que un frente común del Sur coloca a Alemania en minoría en Bruselas y en el Banco Central Europeo con las elecciones cerca. Eso le obliga a abrir la mano. Pero a la vez la canciller alemana está convencida de la necesidad de las reformas, y de ahí no la va a sacar nadie”, avisa Ansgar Belke, del influyente DIW. “Una cosa no se discute: la canciller está convencida de que la austeridad —o como quiera llamarse— es imprescindible en Europa, aunque se ha dado cuenta de que hay que buscar la forma de que no ahogue el crecimiento o de lo contrario habrá lío”. En público, Merkel suele decir que a Europa le va a costar 10 años salir de esta crisis. En privado, es más drástica: dice que hay que invertir en sufrimiento. Ese es el mantra, casi místico, de la nueva Dama de Hierro.
21/05/13 Tiempo Argentino
TEXTO COMPLETO DE LA CARTA ABIERTA/13
Lo justo
El colectivo de personas de la cultura, las ciencias y las artes surgido en marzo de 2008 da a conocer otra de sus discutidas reflexiones a partir de la ofensiva mediática desatada. “Como en otros momentos de nuestra historia en la que gobiernos populares fueron derrocados por ominosas dictaduras, mediante la estética del más consumado amarillismo periodístico, buscan destruir no sólo un gobierno sino la propia legitimidad de la política”, aseguran.
El colectivo de personas de la cultura, las ciencias y las artes surgido en marzo de 2008 da a conocer otra de sus discutidas reflexiones a partir de la ofensiva mediática desatada. “Como en otros momentos de nuestra historia en la que gobiernos populares fueron derrocados por ominosas dictaduras, mediante la estética del más consumado amarillismo periodístico, buscan destruir no sólo un gobierno sino la propia legitimidad de la política”, aseguran.
Comenzamos esta carta –que a la vez es un llamado– con la fácil comprobación de cómo han avanzado, de qué recursos se valen y cómo se realizan los crecientes procesos de deslegitimación del Gobierno. El estadio siempre presente de lo político, si bien no suele ser el más hablado, es el de la creencia colectiva, la libre opinión emancipada del tejido social. Hay un tono diario que tienen el hombre y la mujer de la calle para expresar en un sistema sabido de signos rápidos, sus opiniones sobre la relación de los hechos colectivos con sus propias perspectivas vitales. Como sabemos, son la forma más profunda y también menos formalizada de las opciones políticas. Creencias en estado de insinuación, que suelen llamarse humores o estados de ánimo, nombres imprecisos pero elocuentes, en cuyo otro polo suelen estar las elucubraciones más exigentes, el cálculo de los políticos y el modo real en que operan las fuerzas sociales y económicas.
Estamos hablando del basamento efectivo y crítico en que se enraíza todo gobierno, el sustento de la verosimilitud del vivir común en un sociedad, las hipótesis que nos dejan entrever que no hay miedo en la convivencia, que hay esperanza en la vida pública y argumentos, por más que puedan ser apenas borroneados, en la esfera manifiesta de las acciones democráticas. Revistiendo tanta importancia el núcleo de creencias públicas que son siempre cambiantes, pero no impiden revelar una viga maestra de donde toda comunidad viviente extrae el concepto de lo justo, hasta cierto punto es lógico que sean ellas las primeras atacadas. Ellas deben ahora encontrar sus propias lógicas expresivas ante el avance impiadoso de una narrativa mediática que apunta a deslegitimar, bajo la forma de un relato brutal, lo recorrido desde mayo de 2003. Para producir el ataque buscan sus símbolos evidentes, las palabras que ciertos ritos, ingenuos o profundos, señalan como el lugar de la creación de mancomuniones sociales. Es lógico, decimos, que quien desee perjudicar de modo extremo esta conjunción ciudadana donde se encuentran las instituciones visibles y la vida cotidiana, las políticas públicas y las realidades del trabajo, la actividad persistente de las más diversas militancias, dirija su hostilidad a los cimientos formadores de la adhesión que se congrega en las capas de la población que sostienen una experiencia singular de cambios sociales. ¿Qué cambios? Los que implican que por primera vez en la historia nacional se discutan aspectos de la organización del Estado y la sociedad, de la Justicia y los medios de comunicación, con sentido emancipador y no restrictivo o portador de coerciones. Se trata, después de muchos años, de darle a la idea de justicia una dimensión que logre articular lo que siempre fue prolijamente separado por los poderes económicos: la libertad y la igualdad. Contra la apertura inédita de estas dimensiones fundamentales de la vida social es que se dirigen estas acciones profunda y visceralmente desestabilizadoras no sólo de la continuidad de un proyecto transformador sino, también, destinado a incidir insidiosamente sobre el sentido común de una parte significativa de la sociedad que es capturada por ese discurso destructivo y hostil de cualquier forma de convivencia democrática. De las cloacas del lenguaje se extraen los argumentos que, más allá de cualquier prueba, son presentados como la verdadera cara de un gobierno supuestamente atrapado en su propia red de venalidades y corrupciones. Ya no importan las diferencias políticas o ideológicas, tampoco los modelos económicos antagónicos, lo único que le interesa a esta máquina mediática descalificadora es sostener un bombardeo impiadoso y constante que no deje nada en pie.
Pero entonces, con menos pruebas que arietes dirigidos a mansalva, ausentes los fundamentos del uso de la prueba, la investigación, el juicio sobre las leyes y el mismo andamiaje legal del país, se considera todo ello fruto de un espíritu despótico, de jefes políticos que se prepararon toda una vida para llegar a la función pública mandando agrandar los cofres familiares mientras pronunciaban palabras como impuesto a la renta agraria o asignación universal por hijo. Nuevamente la impostura pero ahora justificada por un ansia desenfrenada de enriquecimiento. La oscura figura del avaro, la brutal construcción del “judío” con los bolsillos llenos de dinero que supo desplegar el antisemitismo exterminador, el relato de fabulosas bóvedas rebosantes de oro y de billetes se convierten, como en otros momentos de nuestra historia en la que gobiernos populares fueron derrocados por ominosas dictaduras, mediante la estética del más consumado amarillismo periodístico, en santo y seña de una oposición que busca destruir no sólo un gobierno, sino la propia legitimidad de la política. Todos los recursos de esas estéticas televisivas y de la ficcionalización disfrazada de realidad son movilizados por quienes buscan horadar a un gobierno que, por primera vez en décadas, cuestionó injusticias y desigualdades, tramas monopólicas y abusos de poder de quienes siempre se sintieron los dueños del país. Quieren sembrar la duda en el interior de la sociedad. Buscan emponzoñar una realidad que ha sido transformada en un escenario por el que desfilan políticos corruptos, valijas llenas de dinero, oscuros entuertos financieros, prebendas nacidas del afán pantagruélico de quedarse con riquezas fabulosas. Atacan no sólo al kirchnerismo. Su objetivo es más amplio: apuntan a destituir cualquier posibilidad de que la política sea un instrumento emancipador.
Pero si se discute la Justicia es porque finalmente una comunidad arribó a la discusión de lo más profundo que hay en la Justicia: lo que se halla en las pausas internas de sus articulados, en la manifestación misma de las figuras del derecho, que es lo que aquí llamamos lo justo. El intrínseco actuar común en torno del diferendo que se resuelve con argumentos y el pensar sobre los otros. Lo justo es la alteridad de nuestra propia vida ofrecida como prueba de que ella misma debe introducirse en esos domicilios del pensar común sin hacer excepciones a favor de uno mismo. Lo justo también como una práctica que, al mismo tiempo que reconoce al otro y a su diversidad, también se afirma en la distribución más igualitaria de los bienes materiales y simbólicos. Lo justo no como retórica de lo nunca realizado sino como evidencia, más que significativa a lo largo de esta última década, de un proceso de transformación social que no sólo vino a reconstruir derechos sociales y civiles sino a poner en cuestión la hegemonía de aquellos que condujeron al país a la desigualdad y la injusticia. Eso es lo que no perdonan ni aceptan. Contra eso dirigen todas sus baterías mediáticas y sus golpes de mercado.
Sin embargo, los ataques a lo justo comienzan siempre en los lugares más sensibles, que son donde se equilibran el deber de los funcionarios con la organización de un formidable sistema para repartir cuotas perseverantes de sospechas o suspicacias respecto de su probidad y acciones regidas por lo que convenimos en llamar ética pública. Esto ocurrió en todas las épocas, porque no es de hoy el descubrimiento de que la ética pública es menos un decálogo de virtudes que un sistema de símbolos de enorme fragilidad que tiene su domicilio último en el empleo consistente y verídico de la palabra pública. No sabríamos decir, ahora, si las enormes maquinarias para horadar a los cuadros dirigentes de un país han excedido, por un lado, lo que ocurría en épocas pasadas, cuando eran las grandes crisis económicas, los procesos interminables de inflación –como en la Alemania de los años ’20–, los ámbitos de incerteza que hacían que todo lo sólido se evaporase en el aire. Sí sabemos que están dispuestos a empeñarse a fondo, sin ahorrar ningún recurso, para descalificar a un gobierno que ha puesto el dedo sobre la llaga del poder hegemónico en el país; de un gobierno dispuesto a doblar la apuesta abriendo brechas antes inimaginables en el interior de una sociedad que parecía entregada al saqueo de todas sus esperanzas.
Una época de cambios en una perspectiva democrática y popular implica un orden de credibilidades públicas donde no sea la prepolítica del miedo la que dirija la economía sino la economía la que se inserte como acto inherente a las figuras explícitas del argumento político. Los pronósticos de las crisis capitalistas como los que realizara Rosa Luxemburgo en 1913 o las graves desidias comprobables que se notaban en la esfera pública en las épocas que llevaron a terribles guerras siguen siendo aleccionadoras. A estos eventos, que denominaríamos crisis objetivas de los sustentos de los regímenes representativos parlamentarios, se les agrega ahora el proyecto de originar un descalabro en las figuras públicas que son emblemas de gobiernos populares y le dan su forma de aglutinamiento, especialmente fijadas en su nombre. Lo que antes era la consecuencia de la debilidad de regímenes parlamentarios que fueron sistemáticamente carcomidos por la ampliación de la crisis económica y el avance de las derechas fascistas hoy ha mutado en una prédica seudomoralista que busca deslegitimar a gobiernos democrático-populares utilizando los recursos, antiguos, de la denuncia serial y el fantasma de la corrupción. No ha habido en el pasado ni en la actualidad un solo gobierno popular que no haya recibido las descargas de esa seudomoralina autoproclamada como el último bastión de la verdadera república siempre amenazada por los populismos. Una simple y rápida revisión del papel de ciertos medios de comunicación en nuestra historia, al menos desde Yrigoyen en adelante, permitiría poner en evidencia la falta de originalidad de la actual campaña desestabilizadora que se viene llevando a cabo en nombre del “periodismo independiente”. Otro tanto comprobaríamos con sólo echar un vistazo a lo que ocurre en otros países de la región en los que los intereses de la derecha se complementan perfectamente con el funcionamiento de los grandes medios de comunicación. Nunca ha sido tan clara la intervención desestabilizadora de la máquina mediática puesta al servicio del establishment económico-financiero. Un lenguaje surgido de las letrinas amarillistas y de las gramáticas del golpismo histórico se despliega con virulencia insidiosa desde las usinas del poder mediático que han dejado de apelar a cualquier tipo de argumentación para desencadenar, una tras otra, una batería de rumores, mitos urbanos de enriquecimientos olímpicos, denuncias indemostrables articuladas con una colección de personajes que van de los lúmpenes del jet set vernáculo a una ex secretaria despechada.
Se funda entonces una maquinaria de horadar, que por supuesto no es nueva y que incluye muchos antecedentes en el pasado inmediato de la cultura social de Occidente, y especialmente de nuestro país. Indirectamente aludimos a la caída de la República de Weimar que dejó abierto el camino para el ascenso del nazismo al poder, pero también a los climas previos fomentados por agencias operativas de los intereses derrocadores, en el caso del gobierno de Arbenz –en Guatemala– y del candidato Gaitán –asesinado en Colombia en plena campaña electoral–, desde luego, siempre con climas en la prensa donde se hace cabalgar con mayor o menor grado de ingenio a los jinetes del Apocalipsis, pero con actos donde de repente se abren los enrejados de infinitas acusaciones de los ámbitos conservadores, de cuyas tinieblas puede emerger el revólver donde habita, como dueño del argumento seco, el disparo final. En nombre del saneamiento moral de la república se abrieron las compuertas para los peores regímenes dictatoriales. En nuestra realidad sudamericana, en ese mismo nombre se busca terminar con los proyectos de matriz popular y democrática que comenzaron al final de la década del ’90 con Hugo Chávez en Venezuela y que se continuaron en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Ecuador, signando un tiempo extraordinario en la historia de un continente dominado y sumergido en la pobreza y la desigualdad por aquellos que siempre hablaron en nombre de la moral pública. En su nombre avanzó el golpismo en Honduras y Paraguay.
Estamos en tiempos diferentes, pero en los cuales una sutil forma de golpismo opera todos los días bajo el amparo de los nuevos estilos de escenificación, agrietamiento y cancelación de las creencias sociales. Ejemplos de esta actitud no son difíciles de encontrar en la historia de nuestro país. La campaña del diario Crítica en los años ’20 es un ejemplo característico y debe estudiarse en todas las escuelas de comunicación social. Más allá de la figura, curiosa e interesante en su excentricidad, de Natalio Botana, el diario salía con sus martillos cotidianos a perforar creencias cívicas con ejemplos resonantes de corrupción, ineficiencia, extravagancia del gobernante (la senectud de Yrigoyen) y la asimilación de sus partidarios al Ku Klux Klan. Hombres sinceros de izquierdas y derechas –que precisamente se congregaban también en la redacción de Crítica– adoptaban estas manifestaciones de ingenio metafórico del diario más popular, a fin de no sentirse expropiados en su conciencia si caía al fin y al cabo un gobernante llamado inepto –llorado pocos años después, en ocasión de su fallecimiento, por millones de argentinos, muchos de ellos embargados en un tardío y comprensible arrepentimiento–. Por cierto, estas corrientes subterráneas cuyo índice sísmico es la inmediatez del cuadro económico (la Argentina ha salido de crisis profundas, pero atraviesa conocidos problemas: para el primer caso no conceden reconocimientos, para el segundo ausentan toda clase de comprensión), operan como corrientes que siempre han actuado como terreno ya roturado para las aventuras contrainstitucionales, aunque pasan muchos períodos dormidos a la espera de sus irrupciones cíclicas en la historia nacional. Hoy regresan tratando de cerrar un tiempo argentino caracterizado por el avance poderoso de políticas de reparación social. Van en busca de la reconstrucción de sus privilegios y, para ello, no dudan en movilizar tanto los recursos de la espectacularidad televisiva como la complicidad de una oposición carente de ideas propias. La sombra del revanchismo social, esa que conocimos en 1976 y que acabó instalándose con el menemismo, se yergue como una amenaza contra todas las corrientes populares y progresistas y no sólo contra el Gobierno. ¿Comprenderán los genuinos demócratas que de triunfar la alquimia de vodevil mediático, intereses corporativos, gestualidad antipolítica y neogolpismo especulativo, lo que nos espera será nuevamente el vaciamiento de la vida institucional democrática y el retroceso social? ¿Entenderán que lo que está en juego es la propia idea de la política como instrumento emancipador? El aliento fétido de la regresión neoliberal sale de la pantalla impúdica los domingos a la noche.
No actúan con pruebas ni documentos irrefutables. Están antes de la prueba y el documento, en esa faja indocumentada (no que no los tengan en sus identidades propietarias, puesto que son los que más los poseen) respecto de qué es, qué fue, qué termina siendo un ciclo histórico en la Argentina. No actúan en nombre de lo justo, sino de una peripecia espiritualmente de las más complejas, llamando justicia al desequilibrio social que actúa a su favor, y llamando golpismo a lo que haría el Gobierno, a fin de justificar lo que con vergüenza en el decurso de los tiempos muchas veces terminaron acompañando, esto es, sus propios llamados golpistas sin precisar pronunciar ese mismo nombre. Lo hacen con la facilidad llamativa de haberse convertido en pobres comediantes de las derivas fatales de militares golpistas y ministros de Economía que revestían de argumentos nacionales un fatídico arte para la depredación de los recursos financieros, energéticos y económicos de la nación. Son actores de un relato que afirma la condición autoritaria y hasta dictatorial del Gobierno para generar las condiciones de una irrevocable restauración conservadora. Son quienes sin sonrojarse hablan desde sus editoriales de “terrorismo simbólico de Estado” utilizando la tribuna que se benefició del terrorismo real que durante la terrible dictadura de Videla le dio forma a la apropiación de una empresa que acabó en las manos de quienes construyeron el monopolio del papel para diarios en Argentina. El cinismo y la mentira como instrumentos de esa moral republicana que dicen defender.
Estas porciones no siempre pequeñas de la población han aguardado en sus reductos sentimentales, con su arte de mascullar formas de opinión que hacen al juego normal de la democracia, pero son multitudes disconformes de su propio lenguaje democrático, que no dudamos que lo tienen, pero como posesión particularista, sin animarse a definir lo democrático como lo justo y lo justo como la contingencia donde hay que decidir a favor del bien público siempre. Por eso tiene también el exceso respecto de ese lenguaje, una sobra inabsorbida por sus corazones que, por motivos no siempre incomprensibles, dudan sistemáticamente y a priori de las medidas sociales progresistas y reaccionan cuando perciben tropiezos, que es evidente que los son, que son sometidos a un sistema de magnificaciones e hipérboles donde todo es escandaloso y falso. Nada más impropio que a un país lo dirijan falsarios enmascarados. ¿Se precisaba el magno folletín que contara esta historia fantasmal con castillos draculianos y llamados telefónicos a carpinteros infernales que construyeran bóvedas, criptas o cúpulas salidas de un relato de Edgar Allan Poe, que los carpinteros de la utilería televisiva tratan de remedar entre risotadas?
Han descubierto una consigna que merece algún análisis, que es lo contrario de lo que aquí llamamos lo justo. Una consigna que tiene su vigencia absolutamente atendible en el momento del accidente lamentable y doloroso en la estación Once –“la corrupción mata”– y que parece resumir uno de los aspectos que contiene el golpe certero de un conjunto de problemas que ni son inexistentes ni admiten el sumario tratamiento cercano al de la justicia mediática que exige rapidez y se excusa de la falta de pruebas en nombre del difuso concepto con que han reemplazado al pueblo: “vos”. Pero aquí hay decenas de ciudadanos muertos, trabajadores que iban a sus lugares de trabajo y sucumbieron con una muerte absurda que no exime responsabilidades al Estado, los concesionarios, los operadores del sistema ferroviario en todos sus niveles. “La corrupción mata”. Es una verdad fundamental pero abstracta. Lo que critican es justo. Pero es lo justo a través de un encadenamiento argumental que omite eslabones fundamentales que, de no estar, toda sociedad sería imposible a no ser que esperásemos al Mesías que nos venga a salvar de esta estructura destructiva que conduce trenes, aviones, tratados internacionales, ómnibus de corta y larga distancia, subterráneos, ordena el cada vez más caótico tráfico callejero. Esa consigna, tan impresionante como es, no es un sinónimo del imperio de la justicia. Más bien es una proclama del Apocalipsis, donde según los sabios que lo escribieron el develamiento de cada sello, el misterio de las trompetas y las cifras cabalísticas llevan a erigir al cordero salvador mediante una Justicia rápida, encerrada en una creencia sin mediaciones, sólo basada en la facultad de la profecía. Todo resulta, desde ese enunciado catastrofista, un escándalo que demuestra, una vez más, que la responsabilidad de todos los males la tiene un gobierno que mientras anuncia que la pobreza desciende se dedica a construir bóvedas donde esconde las riquezas mal habidas. El vodevil televisivo, el stand up ingenioso, el improperio seudovirtuoso del periodista, puestos al servicio de una Justicia express que, una vez más, nos demuestra que todo está perdido mientras nos dejemos gobernar por un populismo de hipócritas. El añorado Capriles argentino se estaría preparando para venir a rescatarnos de tanta infamia. Su paridor, qué duda cabe, saldrá del espectáculo televisivo en el que la verdad siempre está siendo revelada.
Interesante ejercicio para los estudios serios de las relaciones que siempre se encierran en el magma profundo de las sociedades, aun las contemporáneas y protagonistas de la Revolución Industrial o informática. Pero la corrupción del capitalismo es silenciosa, no hay “amigos” allí sino “operadores”, ni toda impericia surge de los corruptos, que en todos los casos hay que identificar con pruebas. Si esa consigna la dijeran grandes filósofos de la moral, siempre que no lleven a que nos gobierne un nuevo Savonarola o la misma Inquisición, sería atendible. Pero en las sociedades democráticas hay recursos de investigación, juicios, sumarios y sentencias, que impiden la correlación rígida de estos dos conceptos. El corrupto que para serlo mata es tema de las novelas sobre el mal de los siglos góticos. Hoy, con esa frase se puede dejar de lado la verdadera corrupción de las grandes estructuras capitalistas de dominio para quedarse apenas con una serie de fotografías de casas solariegas de “nuevos ricos vinculados” que no hacen bien a los gobiernos, pero desvían la atención de las verdaderas incisiones que la lógica del Capital hace en la Justicia y en la Política.
No es justo que se empleen estos criterios para hacer de la Justicia una justicia mediática, sin pruebas, haciendo pasar todo discurso político por el cedazo del discurso cómico, de la afirmación desprovista de pruebas, de la manipulación de prejuicios sobre toda clase de funcionarios, y arrojando una sonora mácula contra las figuras centrales de este momento nacional, el ex presidente Kirchner y su esposa y actual presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. La acción no es nueva, pero lo novedoso es la recreación ficcional, el estilo de vodevil y de novela de terror gótico en la representación de las valijas de dólares, como utilería de la vieja tradición del circo-teatro, y del folletín popular en los bulevares de todos los tiempos. Si no tiene el menor sentido de lo justo, por lo menos tiene efectividad.
El impulso dramático que tienen estos métodos, que proviene del uso central de los medios de comunicación más entrelazados con una receptividad indignada (por razones ni siempre justas ni siempre injustas), pero que opta por una escena de truculencias que remiten a la clásica acusación del golpista que ve el origen de su insondable rencor en el supuesto golpismo de los otros. No admite ser un agente explícito de la libertad de expresión mientras dice que no la hay. Y así llega a instalar, como si sobre una entera ciudad se colocara una red de semáforos perfectamente coordinados, unas fuertes denuncias a la corrupción a través de técnicas folletinescas viejas y modernas. La espectacularización de las noticias en general exime de pruebas pero no de un monologuismo sostenido por escenas cómicas e imitaciones con propósito degradante, bien diferentes a la genuina crítica que los artistas del humor e ironía les han dedicado a los gobernantes, desde los tiempos del periódico El Mosquito, que actuó hace ya un siglo y medio en la política nacional.
¿Vivimos en sociedades sin corrupción? Esto no es posible afirmarlo. Pero es posible decir que la corrupción más importante –si este concepto ganara en tipificaciones jurídicas antes que en amorfas descripciones de comedia musical– es la que ocurre en las grandes transacciones capitalistas en materia de estructuras financieras ilegales, circulaciones clandestinas, excedentes que pertenecen a rubros invisibles de la acumulación de sobreprecios, instancias implícitas de gerenciamiento de dineros privados considerados como mercancía de las mercancías en pequeños países que no es que tengan sistema capitalista, sino que el sistema capitalista los tiene a ellos. Cuando la política se convierte en un engranaje subordinado que implica un eslabón implícito de remuneraciones de la circulación financiera, estamos en una sociedad que posee sólo formas democráticas ficticias. Esa es la aspiración de quienes están por detrás de ese denuncismo desenfrenado, ésa es la escritura que elabora los guiones del neogolpismo folletinesco. Su aspiración no es lo justo, su estrategia busca erosionar a quienes lograron cortar la hegemonía indisimulada de aquellos que convirtieron, durante décadas, al país en una agencia del capital financiero.
Se llaman noveleramente paraísos fiscales, con un eufemismo sorprendente, a formas nacionales o territorios sostenidos por una suerte de ilegalizada legalidad en el alto capitalismo. Nuestro país es soberano, y sus problemas económicos y sociales, que no son pocos ni desconocemos, del mismo modo que señalamos los logros de esta década, sus ámbitos de discusión, que deberían ser más amplios y sus falencias en el debate público son evidentes –sólo pensar en el nombre de la etnia qom basta para ejemplificar muchos otros casos– no puede limitarse a enlatados de televisión con novelas seriales de grosera comicidad, donde se filman casas de funcionarios –aunque es cierto que hay que ser austero– y misteriosas cajas fuertes –es cierto que salidas de la imaginación de alguien que vio las formas físicas en que se representan el poder en películas como Batman o James Bond–. Sólo en novelas de Ian Fleming las cajas fuertes, los documentos públicos, las bolsas de dinero están en las cajas fuertes del poder, pues ésa es la representación empírica y prejuiciosa de lo que es abstracto y no mediato. Del poder sabe bien Goldman Sachs o los grandes financistas que pueden desencadenar guerras sin tener siquiera un bóveda debajo de la escalera de su casa.
Pero sabemos que este conjunto de palabras apunta a erosionar la figura pública de un ex presidente, en una acción que se torna una respuesta de music hall para problemas que merecen otro tratamiento. La marejada política del país llevó a la ley de medios, ésta a la necesaria reforma judicial, ésta a la consideración de la vida cotidiana bajo la normativa de lo justo, ésta a la nacionalización de numerosas empresas públicas, y todo esto debe llevar a nuevos estilos de discusión, donde en vez de verse los Dragones del Apocalipsis escondidos tras cortinados donde defienden con arbitrios y trompetas bíblicas sus cajas empotradas, hay que ver un gobierno que atraviesa distintos momentos y distintas dificultades, todos propios de la vida pública compleja, mundial y nacional, y cuyas explicaciones son más que obvias, por más que muchas medidas no se perciban totalmente eficientes. Pero lo cierto es que, una vez más, no lo atacan por lo que hizo mal sino por todo aquello, ya consignado, que ha significado un cambio notable y positivo en la vida del país. Lo atacan, y esto más allá de los errores y de los aciertos en esta larga batalla política, porque saben que la continuidad de este gobierno amenaza, como nunca antes, sus privilegios. Lo atacan, hasta la náusea y utilizando todos los recursos a su alcance, por haber reinstalado, en nuestra sociedad, la idea de que lo justo no constituye una quimera inalcanzable o una reflexión académica, sino la práctica posible de un proyecto sostenido en los principios de la igualdad y la ampliación permanente de derechos. Lo atacan porque Videla murió en la cárcel y porque propone, con más costos que beneficios, que la Justicia puede y debe ser reformada.
Sin desconocer problemas, sin admitir que se violente la dignidad de la función pública, sin aceptar que bajo una cita de Jefferson o Madison se nos diga que no entendemos de los ordenamientos judiciales, que son producto de sociedades historizadas y no paralizadas por sus clases poseedoras, sin argumentar con excepciones vigentes sólo hacia nosotros mismos, todo ello nos habilita a señalar a una prensa que primero le dice golpista al Gobierno –como se lo dijeron a Yrigoyen para después poder golpear ellos– sin pretender que las instituciones están al margen de una vivaz discusión cotidiana, hacemos un llamado a quienes siguen formando en la consideración hacia este gobierno a pesar de su dificultades –que llamamos a discutir– y de las izquierdas democráticas a quienes llamamos a deliberar sobre la base de un mismo sentido común: el sentido de lo justo, madre de las inclinaciones históricas hacia un latinoamericanismo emancipado, una economía y tecnología sin agresiones al medio ambiente y un sector progresista de la sociedad que sin dejar de criticar a la corrupción, como nosotros mismos lo hacemos, no haga de este concepto una sentencia visual de jueces autoerigidos, de togados mediáticos donde en vez de pruebas necesarias, que lleven a prisión a quienes sea necesario, como en el caso Pedraza, sirvan apenas para la tarea menor de ser coadyuvantes de una comedia desestabilizadora que nos introduzca a una nueva tragedia argentina.
Pero también destacamos, con el mismo énfasis, que en la semana en que se cumplen los primeros diez años de este gobierno somos testigos de un país que ha logrado reencontrarse con aquello que se había extraviado, primero en la noche oscura de la dictadura y después bajo la impunidad neoliberal, y que fue recuperado por la voluntad de ese mismo hombre al que hoy buscan caricaturizar como si fuera el arquetipo del avaro y custodio de bóvedas donde se guardarían riquezas fabulosas. Nos referimos a un país que vuelve a colocar en el centro de sus disputas y debates las cuestiones fundamentales de la igualdad y de lo justo. Una década en la que la reconstrucción de la política se transformó en una de las claves decisivas para volver a soñar con un país más justo, libre y emancipado. Eso es lo que está en juego en esta hora preñada de dificultades y desafíos. Ellos, los inspiradores de tanto odio, lo saben: es ahora cuando tienen que golpear despiadadamente. Nada más horroroso, para su visión alucinada, que la consolidación y la ampliación de un proyecto que vuelve a hacer visibles a los invisibles de la historia. Eso, nada más ni nada menos, es lo que ha estado y sigue estando en disputa en esta década atravesada por cambios notables y nuevos desafíos que, eso pensamos, deberían, siempre, ir en busca de una sociedad más justa.
24/05/13 Página|12
La CGT de Moyano se quedó sin banca
LA ASOCIACION BANCARIA CONFIRMO EL ALEJAMIENTO DE LA CENTRAL QUE CONDUCE EL CAMIONERO
Un plenario de delegados ratificó la decisión por la “partidización” de la conducción de Hugo Moyano.
Los bancarios finalmente pegaron el portazo y dejaron la CGT moyanista. Un plenario de delegados de la Asociación Bancaria (AB) ratificó ayer “la renuncia” del titular del gremio, Sergio Palazzo, al consejo directivo de la CGT Azopardo ante lo que consideró como una “indudable partidización de su actual conducción” de la central sindical que encabeza el líder camionero. “La propuesta de la CGT no debe confundirse con la pertenencia, promoción o creación de ninguna fuerza político-partidaria. Por ello, el estatuto de la central obrera sostiene que para mantener su unidad orgánica es independiente de todo partido político o tendencia ideológica, religiosa o filosófica”, dijo el secretario de Prensa de la AB, Eduardo Berrozpe, al informar la decisión del plenario.
La decisión ya había madurado en el seno del gremio que agrupa a los trabajadores bancarios y ayer un plenario de delegados tomó la decisión de no seguir tributando a la central sindical que apuntala las aspiraciones políticas del líder camionero. Su vocero, Berrozpe, fue el encargado de comunicar la resolución del plenario que ratificó la renuncia de Palazzo a la conducción cegestista de Moyano por la “indudable partidización de la CGT Azopardo, contraria a lo que siempre sostuvo la Bancaria: que las organizaciones sindicales no son ni oficialistas ni opositoras”.
Los bancarios tomaron la determinación quince días después de que Moyano lanzó en el Luna Park su Partido por la Cultura, la Educación y el Trabajo (PCEyT), con el aporte de los gremios que integran la CGT del camionero. Con el éxodo de la AB, la central sindical moyanista pierde uno de los gremios con mayor cantidad de afiliados.
Con una relación ya deteriorada, la foto de los bancarios en la Casa Rosada junto a la presidenta Cristina Kirchner y gremios alineados con la CGT oficial que conduce Antonio Caló para anunciar el cierre de sus acuerdos paritarios también irritó a Moyano, que se encargó de chicanear a la AB. “Me imagino que tendrán algo que agradecer porque si no, no creo que vayan a otra cosa. ¿28, 30 por ciento habrán sacado? ¿Habrán superado la inflación?”, contestó y preguntó en tono irónico el camionero cuando lo consultaron por la actitud de los bancarios.
El gremio bancario festejó el incremento salarial del 24 por ciento retroactivo a enero, con un básico inicial de casi 9 mil pesos, más una compensación salarial de 1240 pesos y otra suma fija extra de 3500 pesos para el Día del Trabajador Bancario. De todas maneras, el secretario de la AB se encargó de responderle a Moyano. “Veíamos una partidización de la CGT que no compartimos y no queremos pertenecer a una CGT que sea un partido opositor. Tenemos un objetivo, una posición política, pero como bancarios somos la más adecuada expresión de lo que es la clase media argentina en su variedad ideológica”, explicó entonces Palazzo. Ayer, los bancarios ratificaron la postura y la decisión que el secretario renuncie a la conducción de la CGT moyanista, aunque nada dijeron sobre si ahora se incorporarán o no a la central sindical que conduce el metalúrgico Caló.
24/05/13 Página|12
Un fantasma recorre el país
El cementerio municipal de Mercedes, la ciudad natal de Jorge Rafael Videla.
Imagen: Pablo Piovano
El cuerpo fue retirado por la familia de la morgue judicial, pero nunca llegó a su ciudad natal. En Mercedes dicen que pudo haber sido inhumado en reserva en el Gran Buenos Aires. No lo llevaron a la bóveda que en su frente dice: “El espíritu se salva”.
Por Alejandra Dandan
Desde las diez y diez de la mañana de ayer se perdieron los rastros del cuerpo del dictador Jorge Rafael Videla. El fabricante de la máquina de lo clandestino terminó clandestinizado por su familia para evitar las voces de repudio a su figura que se vienen sucediendo desde que hubo indicios de que sus restos iban a volver a su lugar natal en la ciudad de Mercedes. El único dato certero que se tuvo a lo largo del día sobre su destino es que sus hijos retiraron el cuerpo desde la morgue judicial de Buenos Aires por la mañana. A las siete de la tarde, las puertas del cementerio municipal de Mercedes volvieron a cerrarse sin haber visto al cadáver. Durante el día corrieron distintas versiones. Al mediodía, una de ellas indicó que el dictador ya estaba enterrado en un lugar cercano a la Capital. Que de una pequeña ceremonia participaron tres hijos. No mucho más. No hubo ninguna confirmación de la familia ni del abogado. Videla está oculto en algún lugar, es un hombre que murió con un juicio, condenado y en la cárcel, que no es perseguido por nadie salvo por sus desaparecidos, esas memorias penitentes y ambulantes que posiblemente no lo dejarán en paz.
Videla murió el viernes pasado. El domingo a la noche empezaron las primeras reacciones en Mercedes en oposición al entierro del cuerpo en el campo santo de este lugar. La esposa de un militante del Grupo Obrero Revolucionario desaparecido, la hermana de una militante de la JP secuestrada y desaparecida y un historiador que trabaja en la reconstrucción del Regimiento 6 de esta localidad, donde funcionó un centro clandestino, tipiaron una carta apurados que salió publicada al día siguiente en los medios locales: “Ante recientes comunicaciones difundidas por distintos medios periodísticos que informan que en la ciudad de Mercedes serían velados e inhumados los restos del dictador Jorge Rafael Videla nos pronunciamos manifestando nuestro más profundo repudio a que un genocida de lesa humanidad goce de los mismos derechos que un ciudadano común”, señalaron Patricia Bojorge, María Silvia Fasce y Ciro José Lalla. “El destino final de un genocida, que no se arrepintió de sus delitos y que morbosamente se llevó con su muerte el secreto de sus atrocidades, no puede ni debe ser un cementerio de paz.”
Desde ese momento empezó a crecer el repudio. Se sumaron todas las fuerzas políticas de la ciudad, aunque tomaron posturas distintas frente a lo que debía ser la tramitación de su muerte. Unos dijeron que no debía entrar al cementerio o que debía quedar en el Ejército. Otro sector, entre los que están la Secretaría de Derechos Humanos del municipio y La Cámpora, mantuvo el repudio a la figura, pero dijo que, para no repetir la lógica de los represores, no podían oponerse al entierro.
Mientras tanto, siguió el trámite de los Videla en el juzgado. El juez de Morón Pablo Salas tuvo a cargo ese cuerpo que quema desde que salió de la cárcel de Marcos Paz y entró en la morgue judicial hasta que salió de la morgue en el día de ayer. Los Videla le dijeron a Salas que querían que todo fuese “muy reservado” y esto implica que no le dirían a dónde iban a llevarse ese cuerpo. Según pudo saber este diario, el juez les dijo que debían informar 72 horas más tarde dónde habían ubicado el cadáver de Videla y que no podían cremarlo. Esto último obedece a que aún están pendientes los resultados del examen toxicológico y a un deseo que debió haber planteado su familia. Pero todo Mercedes supone que nunca el dictador sería cremado por ese ligazón que tuvo con el cristianismo.
La familia nunca dijo que el cuerpo de Videla iba a ser traído a Mercedes. Los rumores que indicaron que lo haría circularon porque su abogado, Adolfo Casabal Elía, sugirió en alguna declaración esa posibilidad y porque la familia asentó en el juzgado el nombre de una cochería de Mercedes para realizar el acarreo del cuerpo.
En Mercedes existen dos cocherías antiguas y muy tradicionales: Silva y Rossi. Son las únicas de la ciudad, se encargan de todos los traslados, de sus muertos, de los trámites de los que quedan vivos, de entrar y de salir del cementerio municipal. Desde hace días, cada vez que uno de sus dueños entra al cementerio, es corrido por los trabajadores de prensa asentados en el lugar. Los dos “cocheros” negaron desde el comienzo tener relación con el muerto, como si algo de la tramitación en público de ese cuerpo los espantara. Ayer, uno de ellos, Silva, aceptó que si alguno de los dos tenía que ver con la cosa no era él sino el otro. Rossi terminó aceptando que el primer día, apenas después de la muerte, los Videla lo llamaron para preguntarle alguna cosa. Pero aseguró que luego no se volvieron a comunicar.
A las doce y cuarto del mediodía los panales de los 22 desaparecidos seguían amurados al frente del cementerio como desde hace días, enormes, con los ojos clavados en esa calle que se mete en los confines del pueblo, entre las tumbas de sus muertos. Sonó el teléfono de un periodista. Alguien avisó que era hora de levantar la guardia de tres días. Esa persona, una fuente oficial del ámbito de Mercedes, dijo que tenía “hiperchequeado” que a esa hora el muerto ya estaba enterrado. ¿Dónde? En algún lugar. El hombre no dijo dónde, dijo que por el tiempo que había pasado desde que lo sacaron de la morgue y esa hora, debían haberlo llevado a un lugar del conurbano. Tal vez Pilar. Durante el día nadie confirmó el dato. A las ocho de la noche, el abogado de Videla no respondió llamados.
El cementerio de Mercedes tiene dos partes. Una antigua tras las rejas y el muro de protección. Otra afuera, al otro lado de la calle sin muros contenedores, sobre una explanada de tierra. Esta es la parte nueva. Los Videla tienen dos bóvedas, una en cada lugar. En la parte antigua está la más grande, con el linaje de la familia, entre ellos el propio padre del dictador, llamado Rafael Eduardo Videla teniente coronel. “¡¡La materia descansa aquí!!”, dice el frente de la bóveda. “El espíritu se salva.” Como ocurre con todo ese sector del cementerio, la bóveda no tiene lugar para otro muerto. Los muchachos del cementerio suponían que de todos modos Videla, el dictador, el genocida, iba a ser colocado ahí. En un caballete, sobre una tabla. Dispuesto a entrar de cualquier manera, a lo mejor por eso que dice la leyenda: para ponerlo en ese lugar que dice que el espíritu se salva.
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