sábado, 4 de mayo de 2013

CHALECOS ANTIBALAS, POR JUAN GELMAN.

¿Delantales? Ya no: chalecos antibalas Por Juan Gelman La sucesión de hechos que provocaron la muerte por armas de fuego de decenas de niños estadounidenses ha dado origen a una nueva industria: la fabricación de chalecos antibalas para escolares. Una compañía de Denver, Colorado, la Elite Sterling Security, ha vendido 300 en los dos últimos meses y ya acumula dos mil pedidos de familias residentes en distintos puntos del país (www.guardian.co.uk, 26/4/13). La empresa está negociando con más de una docena de escuelas del Estado la venta de versiones reducidas de tales defensas al uso militar que los niños colgarían en el aula y se pondrían en caso de peligro Los padres tienen bien presente la masacre de Newtown del 14 de diciembre del año pasado: Adam Lanza, con un rifle Bushmaster 223, disparó 154 balas contra un grupo de escolares segando la vida de veinte de ellos y la de seis adultos y una última bala con una pistola Glock de 10 mm para suicidarse: 155 proyectiles en sólo cinco minutos (www.salon.com, 28/3/13). Barry Tull, director de la escuela preparatoria de Worcester, ubicada en el Maryland rural, ha desplegado 80 escudos antibalas en las aulas “disfrazados” de pizarras blancas. El proyecto de enmienda que restringe la venta de armas a civiles presentado al Congreso por Obama –con medidas, entre otras, como la prohibición de comerciar armas de asalto– fracasó en el Capitolio y las familias y los enseñantes toman precauciones. La empresa que proporcionó el equipo de la escuela de Worcester es la Hardwire, “que ha vendido ‘pizarras blancas’ similares a establecimientos escolares de North Dakota, Pennsylvania y California”, agrega The Guardian. El chaleco antibalas escolar pesa unos cuatro kilos, cuesta convencer a los niños de que lo porten, pero cuando lo llevan en la espalda, los más pequeños tienen el cuerpo prácticamente cubierto. La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) arguye que es mejor el sistema de guardias armados. Este poderoso lobby ha hecho lo suyo para bloquear el proyecto en el Congreso. Desde hace tiempo. Una investigación conjunta del diario The Guardian y la Sunlight Foundation llegó a esta conclusión: 43 de los 45 senadores que torpedearon las medidas de control de armamentos recibieron “donaciones” de la NRA (www.guardian.co.uk, 19/4/13). Por otra parte, la NRA viene aportando desde 1990 más de 800.000 dólares a las campañas electorales de 40 senadores que votaron contra la enmienda (//sunlight foundation.com, 18/12/12). La documentación analizada por la Sunlight muestra que lo sucedido en Newtown provocó una recaudación record de aportes voluntarios a la NRA: 2,7 millones de dólares en efectivo sólo en enero y febrero de este año. Hay gente a la que le gusta disparar. Otros dos grupos, Propietarios de Armas de EE.UU. y la Asociación Nacional por el Derecho a las Armas, tal vez incluso más extremistas que la NRA en la materia, también procuran: el senador Ted Cruz, uno de los republicanos más duros contra la enmienda, ha recibido 9000 y 5000 dólares respectivamente de cada uno de esos clanes. Algunos sobornos llegan por vías menos directas. El senador Jeff Flake, que se opuso al control de armas en el último minuto, recibió en el 2012 cinco mil dólares del Proyecto Madison, una congregación de derecha muy activa que en su programa considera prioritario el derecho a poseer pistolas y ametralladoras de todo calibre y nivel. The Guardian señala que, aunque las sumas “donadas” son relativamente pequeñas, indican el grado de importancia que cada grupo atribuye a los diferentes medios de contrarrestar cualquier intento de coartar la posesión de armas. La NRA invirtió más de 8,5 millones de dólares durante la reciente campaña electoral en propaganda por televisión y llamados telefónicos. El análisis de la Sunlight Foundation establece que, después de la matanza de Newtown, la NRA promovió una campaña contra el control de la venta de armas al menos por cinco empresas de televisión. El presidente Obama reaccionó airadamente contra los senadores que rechazaron la propuesta de enmienda y los acusó de ceder al cabildeo de los grupos proarmas y de obturar la mejor posibilidad en una década de controlar su venta. Incluso algunos republicanos moderados y cuatro demócratas bloquearon un acuerdo bipartidista por el cual se hubiera ampliado la investigación de antecedentes de los compradores por Internet y en las exposiciones del ramo. Patricia Maisch, sobreviviente de la masacre de Tucson que segó la vida de seis personas en enero del 2011, estaba en la galería del Senado acompañando a los familiares de las víctimas de Newtown. Recibió el rechazo del proyecto con el grito de “¡Vergüenza para ustedes!” y la policía la sacó del Capitolio (www.huffingtonpost.com, 17/4/13). Una mayoría de la opinión pública estadounidense está a favor del control de armas, pero el pueblo es una cosa y los representantes que elige, otra. Página|12, contratapa, jueves 2 de mayo 2013 GB

Locura, ¿dónde, quién? Por Ricardo Forster

Locura, ¿dónde, quién? Por Ricardo Forster Recuerdo, siempre recuerdo, una película que vi en mi adolescencia y que, en distintas circunstancias, regresa por los pasadizos de la memoria. Me ha sucedido mientras daba alguna clase en la facultad y el tema de la locura rondaba mientras hablaba de la “divina manía” de los filósofos griegos, de la loca inspiración de los poetas románticos, del marqués de Sade o de ese libro maravilloso de Michel Foucault que se llama Historia de la locura en la época clásica; pero también su potencia espectral se me apareció en muchas de esas circunstancias en que uno no puede dejar de preguntarse dónde está la locura, quiénes son los locos, de qué manera intentar dilucidar la fuerza disruptiva de ese lenguaje que transgrede el orden de la razón y que, muchas veces, nos cuestiona hasta el corazón de nuestras certezas. Mirando con espanto las imágenes de la terrible represión que desencadenó la Policía Metropolitana (fuerza de choque del macrismo) en el predio del Hospital Borda contra pacientes, médicos, trabajadores de la salud, periodistas, manifestantes y legisladores, no pude sino recordar Rey por inconveniencia, la estupenda película de Philippe de Broca en la que hace de la pregunta por la locura el centro de su potencia argumentativa. Un film de 1966, plena década de la contracultura en la que empezaban a cuestionarse tantas cosas y se buscaba invertir la visión que hasta ese momento se tenía del mundo. El argumento quizás hoy parezca sencillo pero, cuando se exhibió en aquellos años de convulsiones y rechazos, de invenciones y cuestionamientos, no dejó de tener un profundo impacto entre los jóvenes que iniciaban sus caminos experimentales y dirigían sus miradas críticas contra la sociedad creada por sus padres (y, entre nosotros, influyó sobre Piazzolla y Ferrer que compusieron, en aquellos días, su memorable “Balada para un loco”). En ocasiones una obra de arte tiene la capacidad de ofrecernos la verdad del mundo pero sin transformarla en un dogma intocable. Nos susurra lo obturado por el poder; nos exige aprender a mirar de otro modo, como quien descubre una ranura en un muro aparentemente sólido. Lo que se resquebraja inevitablemente es la dureza de una representación de la realidad que ya no se corresponde con la iluminación que surge de ese giro en la mirada. ¿Habrá porteños votantes de Macri que, después de observar no sin azoramiento las escenas alucinadas de la guardia pretoriana descargando su furia sobre los indefensos, comiencen a cambiar su visión de lo que está pasando en la ciudad? ¿Habrán sentido que se pasó un límite? ¿Se preguntarán dónde está la locura? ¿Habrán visto, alguna vez, Rey por inconveniencia? ¿Los habrá hecho pensar? ¿Tal vez, por qué no, se podría proponer que se convierta en parte de la formación escolar? ¿Será acaso una propuesta subversiva que altera la visión del mundo de los funcionarios macristas que sueñan con su famoso centro cívico allí donde hasta ahora estaban los locos y sus inútiles talleres? ¿Será que no entendemos la decidida lucha que vienen dando contra la manicomialización y a favor de la no discriminación de los enfermos mentales? ¿Será que no alcanzamos a entender su progresismo demoledor custodiado por los cosacos de la Metropolitana? Nos encontramos en octubre de 1918, la Primera Guerra Mundial está por terminar, un general británico se entera de que los alemanes, en su retirada, han sembrado de bombas un pequeño pueblo francés y decide enviar a su mejor especialista para que desactive los artefactos. Siempre hay que recordar que la guerra del 14 fue el punto de inicio de una barbarie que no se ha detenido y que lanzó a millones y millones de seres humanos al peor de los infiernos; un infierno construido con las grandes invenciones de la ciencia y la tecnología cuya justificación “racional” no fue otra que contribuir a consolidar el avance de la civilización y a sostener las fuerzas del progreso. La barbarie naciendo del fondo oscuro de la razón civilizatoria como memorablemente lo retratará Joseph Conrad en su novela El corazón de las tinieblas o como lo expresara de manera impresionante Walter Benjamin al escribir que “todo acto de cultura es al mismo tiempo un documento de la barbarie”. Ernest Jünger, el escritor alemán que participó de las dos grandes guerras del siglo XX, la llamó la “época de la movilización total” en la que la “guerra de materiales” transformó a los seres humanos en materia prima de la industria de la muerte. Nada de las ilusiones decimonónicas, nada de los sueños forjados en la ilustración quedó en pie después de esas carnicerías alucinadas que, por ejemplo en apenas una par de jornadas durante la batalla del Somme, se devoraron a medio millón de soldados. ¿Dónde la locura? ¿Quiénes los locos? La película de de Broca intenta preguntarse por el lugar de la locura y lo hace internándose en un pueblito que ha sido abandonado por todos menos por los pacientes del manicomio que allí se han quedado sosteniendo, pese a su debilidad, su propio mundo. Charles Plumpick –así se llama el soldado inglés interpretado por Alan Bates– descubre, azorado, que en ese extraño lugar reina una paz inimaginable mientras sus habitantes, olvidados por la “civilización” que afuera se desgarra bajo el impacto de una violencia incalculable y homicida, no sólo viven con alegría sino que deciden convertirlo en su rey de corazones. Tremenda parábola que nos enfrenta con un mundo dislocado que ha sabido encerrar a la locura mientras se dedicó, con los auspicios de la racionalidad más depurada, a destruirse con fuerza implacable y bajo una inimaginable dosis de crueldad sostenida por la coherencia de un discurso de la cordura y la sensatez. Plumpick, primero anonadado por el contraste, luego cautivado por la serena belleza que descubre entre los locos y, también, cautivado por el amor, invierte la tabla de valores que habían sostenido no sólo su visión del mundo sino esa misma e implacable convicción que condujo a la guerra. En el final de la película, cuando la experiencia vivida ya ha conmovido su espíritu, se despoja de su uniforme y, desnudo y apenas llevando un pájaro enjaulado como único equipaje, se queda con los locos. Esa fue la imagen que inmediatamente se contrapuso en mí a lo que estaba viendo por la pantalla de televisión el viernes mientras la policía de Macri descargaba una represión homicida contra los débiles entre los débiles. ¿En qué cerebro afiebrado puede formarse la decisión de ordenar tamaño desatino? ¿Cómo es posible que una fuerza de seguridad que tiene protocolos, que debe cuidar a la ciudadanía, y sobre todo a los más indefensos, se haya convertido en una máquina alucinada en su desmesura represiva? ¿Es posible que la avidez inmobiliaria o que la priorización absoluta de la propiedad por sobre la vida sea la que determine en nuestra ciudad la acción policial? Las imágenes demenciales (pero profundamente cuerdas desde la lógica de una política fundada pura y exclusivamente en un principio patrimonialista y en una estrategia rentabilística) se correspondieron con lo real de una derecha que suele utilizar una retórica cool y políticamente correcta, pero que a la hora de fijar sus prioridades y su línea de acción pone en funcionamiento un aparato represivo capaz de descargar una tremenda dosis de violencia sobre las espaldas de los más débiles (ahora les tocó a los pacientes del Borda, antes a los sin techo y a quienes duermen donde pueden mientras el gobierno desactiva todos los planes de contención y de cuidado). Macri, ordenando la salvaje intervención de la Metropolitana, busca interpelar a muchos de sus votantes, esos porteños de la clase media que piden seguridad, mano dura contra quienes se manifiestan y perturban sus vidas a la hora de transitar por la ciudad; aquellos que lo único que desean es que se valorice sus propiedades y que les parece una locura que haya un hospicio en una zona tan apetecible de Buenos Aires. Que no sueñan con una ley de salud mental en pleno funcionamiento capaz de avanzar adecuadamente en la desmanicomialización sino que compran las artimañas y las mentiras de la derecha macrista que lo único que busca es la rentabilidad inmobiliaria. De una política que nos quiere recordar, bajo la impronta de una policía brava, lo que es y significa una política de derecha. Represión y negocios sigue siendo la clave última, la ratio final, de esa derecha que busca convertir a la ciudad de Buenos Aires en el laboratorio de lo que sería una política nacional si pudiera hacerse con el gobierno del país. ¿Podemos imaginar al macrismo o a cualquier otro sector político afín que hoy pululan entre la variopinta oposición, con la capacidad de volver a imponer, como en otros tiempos no tan lejanos de nuestra historia, su proyecto de sociedad? Lo que sucedió en el Borda es anticipo de una concepción de la vida que busca seguir convenciendo a un sector de la ciudadanía de que ya es hora de terminar con cierta gentuza que afea la cotidianidad porteña. Sin locos ni pobres, sin chicos pidiendo en las esquinas ni movilizaciones reivindicando derechos, sin espacios públicos que sean ejes de una genuina vida democrática e igualitaria ni reclamos de visibilidad de los invisibles, esa es la gran apuesta de una derecha que no duda en cargar con la más bestial de las fuerzas sobre las espaldas de los más débiles. ¿Locura? ¿De quién y para qué? Hace casi dos años, cuando la ciudad se aprestaba a elegir su jefe de gobierno escribí lo siguiente que, me parece, conserva su actualidad: Buenos Aires guarda en su interior los cruces y las tensiones de un país siempre en estado de “oportunidad”. Su lugar, muchas veces paradójico y otras trágico, ha sido el de ser el centro de una experimentación, la punta de lanza de proyectos enfrentados que vienen atormentando y esperanzando desde antaño la vida de los argentinos. A diferencia de la cotidianidad de otras geografías nacionales, cotidianidad surcada por climas menos propensos a la dialéctica de lo maníaco y lo depresivo, más introspectivos, menos colgados a las histerias comunicacionales, la ciudad de los personajes de Roberto Arlt y de Capusotto vive, casi siempre, en estado de urgencia, enfrentada a todo tipo de ultimatums y signos catastrofales que transforman cada acontecimiento en algo decisivo aunque no sea más que un producto de la sociedad del espectáculo y del amarillismo mediático. Una ciudad eléctrica que se mira a sí misma como siendo el centro del mundo y que no puede concebir la realidad por fuera de sus lucubraciones e intereses. Pero también, y esto es justo decirlo, una ciudad que se ha vestido con las galas de los ideales, de las utopías, de las rebeldías y de los sueños de un país más justo y que ha pagado, a través de la represión más feroz, el precio terrible de esas ilusiones. Por algunas de estas apresuradas cosas que escribo, por “el amor y el espanto”, por sus intensidades culturales incomparables, por sus barrios que cobijan las memorias de una ciudad entrañable, Buenos Aires no es lo que una elección quiere decirnos que es. No es, ni puede ser, una mayoría inclinada hacia el macrismo que parece desligarse de su travesía por el tiempo, de sus hazañas urbanas, de su belleza secreta, de sus transversalidades igualitarias, de sus poetas y de sus músicos, de sus personajes literarios, de una caminata mítica por las calles de Saavedra o de encuentros amorosos en el Parque Lezama. Tal vez por algunas de estas cosas, por mi propia memoria porteña, por los espectros danzantes de una ciudad amenazada es que quisiera terminar este artículo con una profesión de fe en el sueño de otra ciudad que se reencuentre con lo mejor de sí misma: Hay una ciudad en la ciudad. Una Buenos Aires que no se pinta de amarillo ni renuncia a sus sueños de igualdad. Hay una ciudad en la ciudad que sabe de los pasadizos que conducen a la memoria, aquella que nos recuerda la infancia, la libertad, las locas aventuras entrecruzadas de esperanzas y de dolores. Hay una ciudad en la ciudad que guarda la presencia, entre nosotros, de una ciudad que supo ser equitativa y audaz, nostálgica y creadora, rebelde y soñadora. Una ciudad trabajada por millones de manos que la soñaron más justa y equitativa. Hay una ciudad en la ciudad que está siendo castigada por una derecha que mientras se disfraza con los recursos de evangelismos tecno-publicitarios y se ofrece como la portadora de los ideales de la tolerancia y el amor, no duda en quebrarle el espinazo a esa otra ciudad de la igualdad. Hay una ciudad en la ciudad que descubre, cada día que pasa, como se destruye su memoria urbana y se transforman sus barrios en un gigantesco botín de la especulación inmobiliaria. Hay una ciudad en la ciudad que nos pide que la defendamos, que protejamos sus historias, sus espacios públicos, su educación, su salud, su cultura, de la depredación mercantil y de la piqueta privatizadora. Hay una ciudad en la ciudad que siente horror ante la discriminación y el racismo manipulados por quienes la gobiernan; una ciudad en la ciudad que no puede aceptar la violencia contra los más débiles y las retóricas oscuras que apelan a la brutalidad del prejuicio y la xenofobia. Hay una ciudad en la ciudad que somos todos nosotros: los trabajadores, los artistas, los estudiantes, las amas de casa, los poetas, los profesionales, los que duermen bajo las estrellas olvidados por los diseñadores de políticas de la exclusión, los locos del Borda y del Moyano, los maestros y los médicos, los intelectuales, los músicos, los cineastas, los almaceneros y los albañiles. Esa ciudad, nuestra querida y entrañable ciudad autónoma de Buenos Aires, a la que le cantó Gardel, la que despidió a Mercedes Sosa y supo decirles su conmovido adiós a algunos hombres y mujeres irreemplazables de la vida nacional, la que recorrieron con su literatura Borges y Marechal, Sabato y Arlt, Cortázar y Martínez Estrada, la ciudad de todos nuestros desvelos, la de nuestros abuelos y la de nuestros hijos, hoy, ahora, urgente, nos pide que nos unamos para defenderla defendiendo a los más débiles entre los débiles. Revista Veintitrés GB

la reina que llego del sur

El culebrón de la corona de fantasía La reina que llegó del sur Por Florencia Canale Máxima Zorreguieta se convirtió en reina consorte de Holanda y la sociedad porteña se montó al exitismo monárquico. Cientos de mujeres espléndidas, del brazo de sus parejas igual de elegantes, iluminaron la entrada del Palacio Real de Ámsterdam. Vestidos firmados por los mejores diseñadores del mundo, sombreros de todos los tamaños –a pesar de haber sido advertidas por el protocolo del uso de la pequeñez–, hombres con uniformes reales y banderas multicolor, acercaron a los simples mortales a una justa medieval. O a una escena de alguna comedia escrita durante la Inglaterra isabelina. Pero no. El martes 30 de abril, el mundo todo era testigo –vía satélite– de una coronación más de las casas reales europeas. Sin embargo, esta no era un cuento más de los hermanos Grimm. La sociedad argentina vivaba a la “reina nuestra”, como si hubiéramos reciclado el siglo XVIII sin España pero con Holanda. El país revivía el Virreinato del Río de la Plata luego de más de doscientos años de historia. La reina Beatriz de la Casa de Orange firmó el Acta de Abdicación en pos de su querido hijo Guillermo Alejandro, marido de la ex argentina Máxima Zorreguieta, devenida ahora en la reina consorte. Del departamento familiar en Barrio Norte, donde vivió con su familia de origen, a los armiños y coronas. Y ajeno al desarrollo de los aconteceres en el Viejo Continente, donde las casas reales están más cuestionadas que nunca, el ser argentino se monta en la ola exitista otra vez, luego del nombramiento de Bergoglio como Francisco I, y por qué no, también del suceso deportivo Maravilla Martínez. La novela de la Cenicienta del siglo XXI tuvo sus comienzos con la educación escolar en el colegio Northlands, un paso por la universidad, para luego desembarcar en el mercado financiero de Nueva York. Las malas lenguas afirmaron que la joven Máxima le manejaba dinero al soltero codiciado holandés –la Casa de Orange es la más rica del mundo– y lo siguió hasta encandilarlo. Sin embargo, la voz oficial dice que la rubia conversó en un local nocturno con Wilhem sin saber quién era, hasta que el amor tocó a sus puertas. La Argentina sensible optó por esta versión y juega al culebrón propio con intérpretes reales. Con una familia perfecta, Guillermo y Máxima fueron los protagonistas de una celebración que costó más de 50 millones de euros. Sus hijas –Amalia la heredera, Alexia y Ariana– cumplieron el protocolo al pie de la letra, vestidas en clon perfecto. Pero no todo fue color de rosa. Los padres de Máxima, Jorge Zorreguieta y María del Carmen Cerruti, no fueron de la partida. Tuvieron la entrada prohibida. Su pasado los condena. Y otra vez, como cuando sonó “Adiós Nonino” durante su boda, la nueva reina lloró. Seguramente por eso y algo más, el pueblo holandés la adora. Máxima es la reina del pueblo y quien –dicen– aggiornó a la casa real holandesa. Es más, el discurso de su marido, ya como rey, rozó visos sociales en concordancia con los tiempos que vive Europa. “Yo quiero deciros que en el Reino Holandés caben todos. Por eso subrayo la importancia de la democracia y agradezco la educación recibida de mis padres, y el trabajo realizado antes de llegar aquí. Ha sido una preparación indispensable para entender lo que me espera”, dijo. La realeza occidental atraviesa vendavales dignos de investigar. Como nunca, las poblaciones pedestres que las sustentan ponen en duda la utilidad de las mismas. Los sueldos anuales de reyes, reinas y príncipes dan escalofríos hasta al más mentado. La familia Orange le cuesta al Estado holandés cerca de 40 millones de euros anuales. Wilhem Alexander cobrará 825 mil euros anuales libres de impuestos de sueldo, once veces más que el primer ministro del país. Pero Holanda no es el único país que cuestiona a sus reyes. Los más señalados y desde hace un tiempo son los reyes de España. Con un país con más de 26% de desocupación –más de seis millones de desocupados– y un plan de ajuste feroz, los Borbones hacen acopio de fortunas y dividendos de millones de euros. Y ni que hablar de la acusación y denuncia de corrupción por parte del yerno y la hija del rey Juan Carlos, la Infanta Cristina. La casa real del Reino Unido, por su parte, intenta algo de austeridad. Sin embargo, las agrupaciones republicanas denuestan las coronas y sus privilegios. Llama la atención que en estos territorios, donde una parte de la sociedad aúlla a grito desbocado ante la desmesura del gasto público y exige la desaparición del Estado en pos de un liberalismo paradisíaco, aprueben repletos de alegría la fábula de los reyes, sus cetros y joyas. ¿Será que las ansias de pertenecer a un cuento anulan todo tipo de reflexión profunda? El éxito individual como sinécdoque del colectivo argentino no es historia nueva. Hace algunas semanas la argentinidad católica se instalaba en una alegría perenne gracias al renovado Papa de estas latitudes. Como si el halo de bondad de Bergoglio se multiplicara fiel a la parábola de los panes y el pueblo argentino salud fuera parte vital del Vaticano, la sociedad local se colocó ese traje. Lo mismo sucedía con el púgil que supiéramos conseguir, Sergio “Maravilla” Martínez. De un plumazo devenía en fetiche argentino, hasta que subió el ring en Vélez. En un instante pasaba a ser peor que un luchador de segunda línea del staff setentista de Martín Karadagian. Hasta que llegó el turno del brillo obsceno de una corona de brillantes como en los cuentos de hadas, pero real. La sociedad porteña se calzó la banda y creyó la ilusión de la fábula. Con Máxima en el trono teníamos reina argentina. Sólo para poner en autos a quienes prefieren negar el uso de sus cerebros, la hija de Zorreguieta abandonó su nacionalidad de origen por la holandesa, opta por ese país –que es donde vive con su familia– y además desestimó una cantidad de derechos en pos de su nueva ocupación. Si el aplauso y los vítores son gracias a la fantasía que otorga el gesto de folletín de esta historia más que alejada de la realidad del siglo XXI, bienvenido sea. Ahora, que un sector de la sociedad se crea la del gen argentino como promotor de estas supuestas grandes ligas, en principio da pena. Máxima Zorreguieta no puede trabajar más. Hubo de dejar de ser profesional para transformarse en la consorte de un señor rubio de sonrisa crónica. Un gran sector de este país se desvive por su propio desarrollo y evolución. Sin embargo, hay otro que insiste con absorber el culebrón de la tevé como representación de una vida casi inexistente. Informe: Florencia Guerrero Opinión Es una construcción mediática Por Pacho O’Donnell. Historiador No creo que haya un furor argentino por la coronación holandesa, tal como lo han querido instalar algunos. Sí me parece que históricamente ciertos medios de comunicación se hacen eco de algunos temas relacionados con las clases dominantes nacionales e internacionales. Para entender claramente lo que quiero decir bastaría con hacer un sondeo con la gente de Chaco, de Chubut o de cualquier provincia argentina, incluyendo la gran mayoría de habitantes de zonas urbanas. Ninguno de ellos tiene en su agenda cotidiana este tema. De hecho, no les representa nada importante lo que pase en un país tan distante geográfica y culturalmente como lo es Holanda. En general los argentinos desconocemos ciertos datos de la relación entre Holanda y nuestra incipiente Patria, tiempos en que esos vínculos fueron bastante conflictivos. Cuando Juan de Garay funda Buenos Aires, para el contrabando de la plata potosina crea un puerto ilegal que agrega como nuevo rubro el tráfico esclavista. En ese momento los mercaderes y traficantes holandeses ocuparon un rol importante. Además, en otras etapas los piratas holandeses fueron un obstáculo enorme para el desarrollo de nuestro comercio. Holanda fue parte de la conquista europea en América, no en nuestra región, pero su participación fue insoslayable. La presencia de Máxima es anecdótica. Esta coronación es un hecho mediático que para el común de los argentinos se olvidará en un par de días. Opinión Una Cenicienta del siglo XXI Por Beatriz Goldberg Psicóloga y escritora La sociedad argentina, con la flamante coronación de Máxima Zorreguieta, siente que toca en ciertos lugares de poder. Junto al no poder que percibe en el país, juega al espejismo con la realeza de Holanda. Es como cuando vemos una novela por la televisión, con ruleros y batón, pero al mismo tiempo sentimos que vivimos y somos parte de esa ficción. Esto es lo mismo: nosotros no tenemos nada que ver con los reyes europeos y toda esa realidad, pero jugamos con la representación de la reina argentina. La sociedad supone, aunque sea por un rato, que le puede ir bien, que puede ser exitoso; como a esa chica, que vivía en el país y un día conoció al futuro príncipe. Una especie de Cenicienta del siglo XXI, pero con personas reales. Revista Veintitrés gb

LOS LOCOS DEL BORDA POR SANDRA RUSSO OPINION

Los linyeras, los locos y el PRO Por Sandra Russo Imagen: DyN Linyeras y locos. Lo más deshilachado de lo más delgado del hilo. Justo ahí. Gente sin soga, sin ancla, con fracturas expuestas. La debilidad encarnada en los sin techo y en los sin cordura. De los perdedores, los más perdedores. Contra ellos se dirigió, literalmente, en diferentes formas pero exhibiendo la misma marca, la violencia del PRO. Primero y por cuenta de un ministro de Macri, contra los pobres en situación de calle que sacaba a patadas, de noche, la UCEP (Unidad de Control del Espacio Público), disuelta por orden judicial. Aquella vez también lo negaron hasta las últimas instancias. Ahora el Borda. Hay algo de alienación en el discurso defensivo de los miembros del PRO y en el de su referente. Están plastificados, pero no solamente ante las acusaciones, en este caso de toda la oposición. Lo más terrible es que parecen plastificados ante el sufrimiento ajeno. No saben, no contestan. Parece que nada del otro les duele. Están sellados en su falsete, que propone en una de las caras de su moneda recoger los papelitos y tirarlos en los cestos para que la Ciudad esté más bonita y las sombrillitas y las bicicletas luzcan mejor, y en la otra de sus caras, la nocturna, en su lado oscuro, en su metodología inconfesable, propone negarles toda dignidad a los más hundidos, tirarles los perros, mandarlos a fajar. Escuchando a los funcionarios del PRO desde el viernes pasado, cuando la Metropolitana entró al Borda tirando a mansalva contra todos los que se le pusieran delante, es asombroso cómo fue aflorando, de boca en boca, disciplinada y tensamente, la increíble versión de los hechos con la que volvieron a sacudirse la responsabilidad de sus propias políticas. El cuento pueril, vergonzoso de que “un grupo de violentos” atacó a los policías, quienes “se defendieron”, se dio de obvias patadas con la realidad que era observable en las filmaciones de todos los canales. Los palos y las balas cayeron indiscriminadamente también sobre la prensa, sin distinción de línea editorial, en un acto de barbarie sobre el que la SIP quedó debiendo su reproche. A las patronales representadas en la SIP le importan más los gobiernos con los que ellas mismas hacen sus negocios que sus propios trabajadores, como siempre, como en todas partes, como sucede cada vez que una institución como ésa se monta sobre una falsa bandera para enarbolar simples intereses económicos. Es muy fácil y no serán los primeros, para los funcionarios del PRO y su policía “de cercanía a la gente”, generar “un grupo de violentos” que le tiren piedras a la policía. Basta llegar por sorpresa y tender un vallado humano y armado hasta los dientes, tirar gas pimienta, apuntar, tirar y moler a palos a trabajadores, cronistas y pacientes, para que las piedras vuelen por el aire. Quizá supongan que los reprimidos deben poner la otra mejilla, pero no, la mayoría puso las espaldas: los perdigonazos por la espalda a quienes protestaban pintan de cuerpo entero la política de seguridad del PRO, digan lo que digan sus portavoces. Pero el discurso PRO, preformateado y repetido hasta la insistencia exasperante, volvió a victimizarse: es el único reflejo que tienen bien aceitado. La Metropolitana fue defendida por los funcionarios con lo que ella misma generó, la reacción a la agresión. Aquí tienen su versión, que será la que usen de ahora en adelante, esa simplificación aviesa que pone a los metropolitanos en el papel de servidores públicos maltratados por revoltosos, como si fuéramos todos estúpidos, como si no tuviéramos discernimiento, ni ojos ni voz. La mala espina fue tal, que el ministro Montenegro llegó a usar las disculpas caballerescas que ofreció el fotógrafo de Clarín, Pepe Mateos, al policía que lo había sacudido y al que él había insultado, para ejemplificar el ridículo “mea culpa” de una víctima. No sólo niegan lo que hacen, sino que lo niegan pidiendo “diálogo”. ¿A qué le llaman “diálogo”? A que la Presidenta reciba a Macri. Stop. Lo asombroso es que funcionarios y militantes del PRO pretendan darle verosimilitud al cuento e insistir con él como si respondiera a algún leal saber y entender, cuando es fruto evidente de pura especulación discursiva y de una cobardía política con muy pocos antecedentes en la historia reciente: la insistencia en la “defensa propia” es pura ideología, pura máscara para alimentar un cuento mayor, el eterno y triste cuento de que acá lo que hace falta es mano dura, aunque la escena haya alcanzado un cenit de patetismo, toda vez que esa mano dura fue aplicada entre otros contra la franja más delgada en materia de derechos: los locos del Borda no tienen en muchos casos ni familia que los reclame o que proteste por ellos. Hemos visto decenas de veces las escenas que los funcionarios y militantes del PRO se niegan a admitir. ¿Qué más hay que ver? ¿Qué más hay que saber? Y ni una mueca, ni un atisbo, ni una pizca de ánimo de piedad en ninguno de ellos. “Que la Justicia investigue”, se limitan a decir en sus esfuerzos corales. ¿Quién hay más débil y más expuesto que esos internos cuya existencia y localización obstaculiza los proyectos inmobiliarios del PRO? En la interpelación a Montenegro hubo que escuchar hasta que Macri quiere hacerse las oficinas en esos terrenos porque quiere estar cerca de los locos y locas de los neuropsiquiátricos. Uno debería nacer de nuevo para creérselo. Hace dos años los funcionarios de Macri esgrimían cuestiones parecidas cuando las patotas de la UCEP recorrían las calles de madrugada para echar a patadas a la gente en situación de calle, quemándoles sus colchones y dándoles palizas si se resistían. El jefe de Gobierno está procesado por eso, puntualmente por diecisiete casos de maltrato nocturno –entre ellos, el de una mujer embarazada que debió abortar por los golpes recibidos–, ataques organizados y en su momento también negados por los funcionarios del PRO, un partido que sigue siendo definido por sus miembros como “ni de derecha ni de izquierda; el que quiera venir, suma”. Que uno sepa, las políticas a repetición contra los débiles es derecha, pura derecha, rancia derecha, y punto. 04/05/13 Página|12

EL CUARTETO CORDOBES

Un cuarteto cordobés sin "la Mona" Jiménez Por Alberto Dearriba En política, los porotos se cuentan en las urnas y no sólo por los camiones que pueden bloquear rutas. La foto del miércoles pasado en Córdoba que juntó a Hugo Moyano, José Manuel De la Sota, Francisco De Narváez y Roberto Lavagna es un nuevo paso de la derecha peronista en pos de conformar una oposición al kirchnerismo, pero se trata de un cuarteto de iguales en el que falta el primus inter pares. Cualquier fuerza política necesita en la Argentina un liderazgo claro, pero entre peronistas, del color que sean, mucho más. Los incipientes experimentos anteriores de los disidentes anitkirchneristas, como el que protagonizaron Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá en la primarias abiertas de 2011, terminaron en disolución y bochorno, precisamente porque ambos aspiraban a un liderazgo que no era aceptado por el otro. Al margen de la valoración política que se haga de los integrantes del cuarteto de la fotografía de Córdoba, es cierto que cada uno de ellos tiene "algo" en sus respectivos distritos, o en su ámbito de acción, pero ninguno puede avanzar un paso más allá de sus fronteras. Los disidentes podrían sumar al gobernador santacruceño Daniel Peralta y al diputado riojano Jorge Yoma, lo cual puede servir para la relativa sinergia que puede tener un armado legislativo, pero resulta sumamente azaroso pensar en la fotografía del jueves como una película proyectada a 2015. Será entonces cuando la falta del primus inter pares, el primero entre iguales, el director de orquesta, será imprescindible para definir la candidatura presidencial. De la Sota –el que aspira a ese lugar– es muy fuerte electoralmente en Córdoba, donde revalidó añejos títulos con votantes de clase media y baja, pero no tiene nada en Santa Fe, ni en Buenos Aires. Cuenta con apoyo mediático evidente del grupo Clarín, pero no mueve el amperímetro fuera de su provincia, por lo cual fue descartado en 2003 por Duhalde, quien debió aceptar finalmente a Néstor Kirchner. Sin embargo, De la Sota aspira a organizar a la derecha peronista como candidato presidencial para 2015. Este es el principal escollo para que Mauricio Macri convierta el cuarteto en quinteto, ya que obviamente no está dispuesto a resignar su candidatura presidencial. Otra de las trabas es que en el PRO no faltan sectores que no se fuman de ningún modo a Moyano. Y, a la inversa, que no pocos peronistas se niegan a marchar bajo un candidato no peronista. Moyano puede aportar su capacidad de daño y movilización, pero, en política, los porotos se cuentan en las urnas y no sólo por los camiones que pueden bloquear rutas. Para los sindicalistas, el salto de un terreno a otro siempre fue muy complicado. La clase media los rechaza y muchas veces por lo que tienen de bueno y no sólo por sus mañas. A veces los acusa de matones y corruptos, pero a veces esgrimen argumentos antiobreros. Lavagna es un economista moderado, tanto que Néstor Kirchner debió desprenderse de él para poder avanzar en las transformaciones más profundas que se sucedieron. Aunque con aspiraciones políticas, el economista sigue pensando que la política debe someterse a la economía. Y Kirchner creía exactamente lo contrario. Sea como fuere, el perfil técnico de Lavagna resulta digerible para la clase media de las grandes ciudades argentinas, más allá de que se considere peronista. Su imagen en esa franja social, generalmente gorila, le alcanzó apenas para ser tercero de Cristina Kirchner y Elisa Carrió en las presidenciales de 2007, cuando reunió un magro 17 por ciento en alianza con la Unión Cívica Radical. Su presencia en la foto del cuarteto cayó como un balde de agua fría en el PRO, con quien el economista había avanzado decididamente en una alianza porteña. Para los macristas, el cuartetazo cordobés es una expresión de la vieja interna peronista y no están dispuestos a enredarse en ella. En cambio, De Narváez cree que Macri quiere usar al peronismo sin entregar nada a cambio. Esa fue la razón que esgrimió para romper su alianza con el PRO luego de la elección de 2009. De Narváez fue tercero en 2007 como candidato a gobernador por la Provincia de Buenos Aires con Jorge Macri como postulante a vice (casi 17 por ciento), pero saltó al estrellato dos años después, cuando derrotó inesperadamente a Néstor Kirchner en las elecciones legislativas de 2009 (34 por ciento). Su ajustado pero resonante triunfo signó la lectura exagerada o interesada de esa elección legislativa, como una derrota terminal del kirchnerismo, pese a que el Frente para la Victoria (FPV) obtuvo la mayor cantidad de votos en la suma nacional. El empresario colombiano buscó entonces en la justicia la habilitación para una candidatura presidencial, pero la Constitución es clara en su veto a un eventual presidente extranjero. Tras la negativa de la justicia, volvió a concentrarse en la gobernación provincial y, en alianza con la Unión Cívica Radical, obtuvo apenas el 16 por ciento en 2011. Esos son sus porotos en el principal distrito electoral. No es poco, pero no alcanza. En las encuestas no le va mal, pero lo muestran muy lejos de Daniel Scioli. No es poco, pero fuera de Buenos Aires De Narváez pisa el desierto y sin agua. El diputado kirchnerista Carlos Kunkel dice que el gobernador bonaerense financia la abundante campaña del Colorado. De Narváez sueña con que Scioli dé el gran salto, pero el ex motonauta aguarda su momento fuera de la foto. Tampoco estuvo en Córdoba otra figura clave del peronismo bonaerense: el intendente de Tigre, Sergio Massa. Señalado por las encuestas como figurita en ascenso, mantiene una posición similar a la Scioli. Massa está lejos del gobierno que lo tuvo como jefe de Gabinete, pero no rompe, pese a que los disidentes peronistas le reclaman una decisión. Si Cristina Fernández no es habilitada como candidata presidencial, Scioli irá por el sillón de Rivadavia y Massa tendrá abierto el camino para aspirar a la Casa de Gobierno de La Plata. Es lo mismo que quiere De Narváez y por lo tanto se rechazan. La ausencia del intendente de Tigre, pese a haber sido invitado, irritó a los referentes de la derecha peronista más que la presencia de Lavagna a los macristas. Pero ninguno puede imponerle correctivos al otro. Hay caciquejos, pero no un cacique. Pueden pelearle un segundo puesto al radicalismo, en el que tampoco hay un liderazgo preeminente. Pero están lejos del kirchnerismo, que conserva la conducción de Cristina Fernández, pese a la fecha de vencimiento constitucional. El nerviosismo crece entre quienes pretenden un gran frente de derecha, porque dentro de nueve días el Poder Ejecutivo Nacional podrá convocar por segunda vez en la historia a las Elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que se realizarán el 11 de agosto. Comenzará entonces a correr el cronograma que obliga a los partidos a presentar las alianzas que competirán en sus respectivas internas antes del 12 de junio y las listas de candidatos el 22 de junio. El ex candidato radical Ricardo Alfonsín viene urgiendo a los socialistas a cerrar un acuerdo porque, de lo contrario, entienden que "damos ventajas". Lo sabe por experiencia propia. De todos modos, el juego de las cooperativas electorales es favorable en las elecciones legislativas sobre la base de que nadie invada el distrito ajeno. El problema que encuentra la derecha peronista y no peronista para constituir una gran alianza es que los resultados de los comicios de octubre prefigurarán el escenario para 2015, cuando el país deberá decidir entre dos modelos enfrentados. 04/05/13 Infonews Horoscoperonista Por Luis Bruschtein La persistencia del peronismo se tendría que haber ganado una consideración menos peyorativa por parte de los no peronistas. Porque si fuera como lo han descripto, como la expresión más simplona de una masa acaudillada, tendría que haber desaparecido con la muerte de Perón, hace ya casi cuarenta años. Sin embargo, hay un gobierno peronista y todo hace prever que en las futuras elecciones del 2015 otra vez la suerte del peronismo será la que decida esas presidenciales. Más allá de sus deseos y profecías, los que se han gastado el pulgar contra la mesa de tanto anunciar la muerte del peronismo, hoy tienen que seguir con atención el desfile multicolor y desordenado de candidatos y personajes para todos los gustos, desde el gremialista tradicional y poco simpático para las capas medias, como Hugo Moyano, hasta un gremialista desprestigiado en general, como el Momo Venegas, o el profesoral Roberto Lavagna, una especie de Italo Luder menos remilgado, o un poderoso empresario como Francisco de Narváez, y un frustrado aspirante presidencial como el gobernador cordobés José Manuel de la Sota. Un sector del peronismo que representa un pasado más o menos reciente y muy devaluado, entre menemista y duhaldista, un sector al que cualquiera hubiera dado por finiquitado, despierta la atención de los medios y mueve las aguas de la política. No son desconocidos, no son solamente nombres, hay votos y hay una propuesta que está bien representada por sus historias. No hay tampoco un esfuerzo por diferenciarse de esas historias. El esfuerzo está puesto, en cambio, en diferenciarse del kirchnerismo, y así refuerzan de alguna manera, la referencia al pasado que representan. Son dirigentes o ex funcionarios que fueron quedando en el camino del kirchnerismo. Cada uno en su momento especuló que era el final de esa onda de ascenso y cada uno en su momento se equivocó y quedó a un costado. Las pujas por candidaturas y las pequeñas disputas normales en estos procesos no pueden ocultar que el principal problema es otro. La única opción que podría ganarle al kirchnerismo sería alguna que no convoque a un pasado que para las mayorías ha sido traumático. Hacia el futuro es poco lo que habla la oposición en general. Sus discursos están armados sobre las críticas al kirchnerismo. De esa manera estarían proponiendo alguna variante del kirchnerismo sin esos defectos que le critican. Lavagna se presenta así. El aura de los otros está más cerca del recuerdo de Menem o de Duhalde. Pero entonces, el más apropiado para diseñar alguna variante mejorada del actual kirchnerismo no sería la oposición sino el mismo kirchnerismo. La oposición está para plantear un modelo diferente. Es una deducción elemental que puede hacer hasta el elector más despolitizado. El argumento del “anti” tiene un doble filo. Hasta ahora la oposición –incluso los grupos del peronismo disidente, los que van por fuera del tronco madre del peronismo–, holgazanea apoyándose en el gran poder erosivo de los grandes medios, que son antikirchneristas pero no pueden ser abiertamente propositivos porque perdería legitimidad su discurso “independiente”. Estos son algunos de los problemas que debe resolver la oposición y en particular el sector de centroderecha del peronismo disidente que se reunió el 10 de mayo en Córdoba. Hay otro más. A lo largo de su historia, el peronismo logró un efecto de marca registrada. Los que fueron por fuera, siempre perdieron. Cuando confrontaron Menem y Kirchner, la legitimidad institucional estaba en disputa y, en teoría, los dos iban por dentro. Pese a que siempre se dijo lo contrario, en el peronismo invariablemente ha tenido peso la institucionalidad, algunas veces representada en la figura de Perón y otras en el PJ, aunque siempre hubo sectores que no la respetaron, que entraron y salieron según su conveniencia. Pero guste o no, lo institucional siempre tuvo mucha fuerza y más para una alianza con el centroderecha del PRO de Mauricio Macri, como la que está en el menú de estos sectores. Una cosa es llevar al acuerdo el trofeo de la marca partidaria y otra es hacerlo a título personal o grupal. Las posibilidades de negociar son totalmente distintas en un caso u otro. Ese sector de la diáspora peronista comparte el mismo electorado que el centroderecha de Macri, de la misma manera que el socialismo santafesino comparte electorado con el radicalismo. Son confluencias naturales que si no se producen dividen fuerzas. Pero en este momento, en la negociación para una futura fórmula presidencial en común, Macri tiene más credenciales: él representa a una fuerza y los demás son dirigentes dispersos. Sin embargo es un acuerdo que no termina de cerrar ni entre ellos ni con Macri porque depende de lo que pase en el PJ y si allí podría producirse una deriva institucional que ellos pudieran aprovechar para regresar al cauce peronista del que se alejaron. Esa deriva tiene nombres y apellidos. O por lo menos la expectativa de que ella se produzca. El más ominoso es el del gobernador bonaerense Daniel Scioli. Francisco de Narváez, junto a quien figura Pepe Scioli, hermano del gobernador, está convencido de que Scioli decidirá jugar por fuera del kirchnerismo. Para el gobernador es una apuesta fuerte. Dentro del kirchnerismo, junto a la presidenta Cristina Kirchner, los números le dan muy altos. Fuera del kirchnerismo no le alcanzan porque baja mucho. En un momento ascendente aunque con menos entidad, el intendente de Tigre es otra figura que puede gravitar en los avatares del peronismo. En su caso, la situación es más difícil: los encuestadores le dijeron que no tenía que mostrarse a favor ni en contra de Cristina. Si se muestra en contra, pierde respaldo popular, si lo hace a favor, pierde el aporte de las capas medias altas de los distritos del norte del conurbano donde tiene su fuerte. Pese a las ambiciones de ambos, que se pondrán en la mesa de negociación en su momento, y si no le juegan solapadamente en contra, lo lógico es que el kirchnerismo trate de contenerlos. Fuera del kirchnerismo y del PJ, lo que puedan aportar Scioli y Massa no les alcanza por sí solo para ganar. A lo sumo, y con el kirchnerismo en carrera, se crearía un escenario más parejo que el actual. Pero a todas estas ecuaciones les faltan variables y una de las más importantes es que el kirchnerismo todavía no eligió sus candidatos y ni siquiera hay pistas sobre quiénes podrían ser. A esta altura de la historia la paradoja es que aquellos que no le reconocen nada al peronismo, para tomar sus decisiones todavía tienen que estar atentos a los movimientos de ese magma detestado, aun cuando lo más previsible es que el próximo presidente también sea peronista. La persistencia del peronismo demuestra que es una expresión de la sociedad argentina, el cauce para un sector importante de esa sociedad a la que representa con sus cosas buenas y malas más allá de las leyendas perversas que le construyen. Pero representar a un sector de la sociedad es un mérito en la medida que vaya acompañando sus cambios, de lo contrario dará lugar a otra expresión política. Tampoco representa a un sector social ideal de una perfección imaginaria como tratan de hacerlo algunos izquierdismos, y menos puede representar a un grupo social del futuro. Lo que puede hacer es expresar el futuro que desean sus representados. En el otro extremo, algunos peronistas le dan un carácter infalible y supremo a su doctrina, de la que por supuesto, como ocurre con todas las teorías sociales, cada corriente tiene su interpretación. Es su doctrina, pero más que ella, el peronismo es la capacidad que ha tenido de representar a diversos sectores populares, de convertirse en un cauce de expresión. Lo mismo podría decirse del radicalismo que, en conjunto con el peronismo, conforman un mapa de la sociedad argentina. Cuando se habla del peronismo o del radicalismo, de sus cosas buenas y malas, de lo que se está hablando es de los sectores sociales que se sienten representados por ellos. No son una abstracción. 04/05/13 Página|12

EMPEZARON BIEN LOS MUCHACHOS

Repercusiones del encuentro del 1º de Mayo Lavagna y Moyano cargaron contra Macri y cruje la alianza del PJ opositor El ex ministro cuestionó al alcalde por la represión en el Borda. Moyano dijo que "porque tienen ojos celestes creen que son los únicos que representan a la sociedad". Abal Medina comparó la foto de Córdoba con el menemismo y la Alianza. Todavía no se consolida el espacio del peronismo disidente y las grietas ya empezaron a aparecer. El camionero Hugo Moyano y el ex ministro de Economía Roberto Lavagna salieron a rechazar ayer las críticas surgidas desde el PRO, partido de Mauricio Macri, que objetaron la flamante alianza política sellada con la foto del 1º de Mayo con el gobernador cordobés José Manuel de la Sota y el diputado Francisco de Narváez. En tanto, desde el kirhchnerismo salieron a remarcar esas diferencias. "Terminan convirtiéndose en la hoguera de las vanidades en color sepia", caracterizó ayer el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina. Es que la foto del 1º de Mayo cordobés puso en riesgo la eventual alianza de los dirigentes peronistas no kirchneristas con el jefe de gobierno porteño de cara a las elecciones de octubre. Por eso, el macrismo salió a criticarlos al calificar las imágenes del encuentro de Córdoba como "fotos del pasado". La respuesta no se hizo esperar, Lavagna replicó los comentarios. "Puedo entender que esta foto no haya gustado, a mí no me gustaron las fotos del Borda, pero no hice ningún escándalo por eso", sostuvo Lavagna al comentar la represión que llevó adelante la Policía Metropolitana en el centro de salud porteño donde el gobierno capitalino construirá un centro cívico. A su turno Moyano, jefe de la CGT opositora, calificó con dureza a Macri, de quien dijo que "piensa igual" que el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto y además ambos "reprimieron a trabajadores" y "están detenidos en el tiempo". Las disputas en el incipiente espacio opositor ya despertó la crítica del kirchnerismo. "Como no tienen un proyecto de país se dedican a poner palos en la rueda. Los argentinos no tenemos ganas de repetir laboratorios políticos como el menemismo o la Alianza", dijo Abal Medina al ingresar el club Tesei en Hurlingham donde se realizó un acto del espacio Unidos y Organizados. "Desde el 2003 este país tiene un proyecto que generó trabajo, empleo, inclusión social y tiene una clara conductora que todos los días trabaja para profundizar este modo de hacer política", recalcó el funcionario. En esa línea de pensamiento, Abal Medina aseveró que "del otro lado están aquellos que se juntaron e hicieron el Grupo A que no le sirvió al pueblo argentino y que ni siquiera pudo convertirse en una alternativa porque en seguida surgieron diferencias entre ellos". Desde la vereda de enfrente, aunque Macri negó malestar por el acuerdo que selló Lavagna con el gobernador cordobés, José Manuel de la Sota, el jefe de la CGT opositora, Hugo Moyano, y el diputado Francisco de Narváez, el referente macrista, Marcos Peña, comentó que había asociado ese acercamiento con "reiteradas vivencias del pasado político". Macri había expresado: "No me molestó la foto, para nada. No me puede molestar que Lavagna quiera ser el candidato del peronismo. No sé, es como si me molestara que Carrió y 'Pino' vayan juntos. Nosotros veníamos conversando con él, pero sólo eso", disparó. Lavagna indicó que puede "entender que dentro del PRO haya quien no acepte estas cosas", pero "uno tiene que trabajar sobre la realidad y con la gente que está: no puede borrar la historia de la gente ni modificar su propia historia". "El objetivo es conformar un centro grande que sea capaz de presentar una alternativa con 4 o 5 puntos importantes, entre sectores del Justicialismo que están saliendo del freezer en que lo tiene el gobierno, con otros sectores como el PRO en Capital", reiteró Lavagna sobre el acuerdo del peronismo no kirchnerista. La reacción de mayor dureza provino de Moyano quien cuestionó la pertenencia social de Macri. "Estos señores creen que porque tienen ojos celestes y provienen de familias tales son los únicos que representan a la sociedad", sostuvo el camionero en declaraciones a Radio América. 04/05/13 Tiempo Argentino GB

JUSTICIA EN JUJUY

Fuertes condenas a represores en el primer juicio por lesa humanidad en Jujuy Los ex oficiales Rafael Braga y José Eduardo Bulgheroni recibieron la pena de prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad, y Antonio Vargas fue condenado a 25 años de prisión. La emoción de los familiares de las víctimas. Por Gerardo Aranguren Llantos, sonrisas, gritos y abrazos surgieron de toda la sala cuando el Tribunal Oral Federal de Jujuy leyó la primer condena y resolvió la prisión perpetua para Rafael Braga como partícipe necesario del homicidio de Julio Rolando Álvarez García. Las condenas siguieron para los otros dos imputados: 25 años para el ex interventor del penal de Gorriti, Antonio Vargas, y prisión perpetua para José Eduardo Bulgheroni por el homicidio de Rosa Santos Mamaní. Así finalizó ayer el primer juicio por delitos de lesa humanidad en Jujuy. La espera había sido demasiado extensa y estalló en la gente de la sala, familiares y víctimas que tuvieron que esperar más de 30 años para que comience a terminar la impunidad en la provincia. Con la misma felicidad con la que celebraron las tres condenas abrieron la puerta para el próximo paso: "Vamos por Blaquier", coincidieron todos en sus gritos. La sentencia comenzó a leerse a las 18:20. Tres horas antes, los jueces René Vicente Casas, Mario Juárez Almaraz y Daniel Morin habían dado por terminado el debate, luego de que Bulgheroni rechazara decir sus últimas palabras antes de la sentencia. A las 15:30 comenzaron a deliberar y tres horas después comenzó la lectura. "El Tribunal resuelve considerar los hechos de este juicio como delitos de lesa humanidad", leyó la secretaria. Fue el primer estallido de la sala y Casas tuvo que pedir "por favor" para silenciar al público y concluir el debate. Luego siguieron las tres condenas. Braga, conocido como ‘caracortada’ y ex oficial de Inteligencia del Área 323, fue considerado coautor de la violación de domicilio y privación de la libertad de 'Pampero' Álvarez García, así como partícipe necesario de su homicidio. Inés Peña, titular de Madres y Familiares de detenidos desaparecidos de Jujuy, fue su esposa: "Esta es una justicia reparatoria porque la impunidad avasalla el alma. Pudimos contar los horrores y señalar a los culpables. Nos sentimos mejor, con más confianza en la justicia, que hay que cambiarla de todas maneras", manifestó la dirigente entre los abrazos de sus compañeros y su familia. Braga, quien escuchó el veredicto desde una sala contigua, fue enviado por el Tribunal a una prisión federal de Buenos Aires, donde tiene residencia. Como no estuvo en la sala no pudo ver los carteles que los familiares le habían preparado. Con la frase "Para mirarte mejor" y una foto de sus ojos, ya que durante todas las audiencias intentó cubrir con anteojos negros y pañuelos las cicatrices de su rostro, las que permitieron identificarlo como el autor del secuestro de Álvarez García. Los 25 años para Vargas también fueron celebrados por el público, que desbordó la sala de audiencias. El ex interventor del penal de Gorriti escuchó la sentencia por videoconferencia desde Ezeiza, donde fue trasladado por sus problemas de salud. A diferencia de los otros dos acusados, no fue imputado por homicidio por lo que su pena fue menor. El Tribunal lo encontró culpable de 32 casos de privación de la libertad y de 10 tormentos cuando dirigía la cárcel, que durante la última dictadura se convirtió en un centro clandestino de detención. Allí fueron a parar los detenidos de la causa Arédez, expediente que toma el nombre del intendente de Libertador San Martín y ex asesor del Sindicato Azucarero, Luis Aredez, secuestrado el 24 de marzo de 1976. Del mismo operativo también fueron víctimas Ramón Bueno, integrante del Sindicato de Trabajadores del Azúcar del Ingenio Ledesma; Omar Gainza y Carlos Melián. Adriana, hija de Arédez, quien estaba junto a sus hermanos en las primeras filas, destacó que la sentencia era algo que su familia esperaba desde hace muchos años. "Ahora queremos en la cárcel a los civiles, empresarios y los miembros de la Iglesia", destacó. También fueron al penal de Gorriti, entonces bajo las órdenes de Vargas, los trabajadores de la Minera El Aguilar detenidos ilegalmente. Se trata de 27 casos que integran la "causa Bazán". Todos fueron liberados, pero Avelino Bazán fue nuevamente detenido y permanece desaparecido. Su sobrina, Dina Cardozo, saltó de su asiento cuando escuchó la condena al captor de su tío: "Dos minutos antes de la sentencia tenía mucho temor y cuando la leyeron di un salto que no pude contener. Acompañé a mi tío durante su último viaje y siento que él me estuvo acompañando durante este último tiempo. Me trajo hasta acá. Este es un paso y ahora vamos por más, vamos por la complicidad civil", señaló. La pena para Bulgheroni también fue prisión perpetua. El ex oficial de inteligencia del Área 323 tampoco quiso estar presente y esperó en la sala contigua a que leyeran la condena por los 10 casos de privación ilegítima y tormentos. La pena máxima se debió a que fue encontrado culpable como coautor del homicidio de Rosa Santos Mamaní, quien integró el grupo de víctimas de la localidad de Tumbaya que, en su mayoría, pertenecían al Partido Comunista. "Se cubrieron todas las expectativas. Esto inaugura el proceso de memoria, verdad y justicia en la provincia y tiene una trascendencia histórica. También permitirá continuar con las responsabilidades civiles, la clara participación de sectores civiles, empresariales como clericales", señaló el abogado Juan Manuel Sivila, querellante por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Pablo Pelazzo, fiscal federal ad hoc, destacó que la sentencia "es el resultado de años de trabajo de toda esta gente que ha venido pidiendo Justicia, de los abogados y el Ministerio Público y de todas las personas que participaron del proceso”. « Multitudinaria marcha frente al tribunal Apenas terminó la audiencia, un grupo de familiares y víctimas recorrió los 80 metros que lo apartaba de las vallas policiales y se sumergió en las miles de personas que habían marchado hasta ahí más temprano en la tarde. Allí estaba Rosa Bazán, hermana del dirigente minero Avelino Bazán, junto con su hija Dina. También la titular de Madres y Familiares, Inés Peña, el sobreviviente Raúl Bartoletti y su compañero de la Asociación de Ex Presos Político de Jujuy, Hugo Condorí. "Tarda, tarda pero llega", resumió Condorí sobre lo que sentía al haber obtenido una sentencia condenatoria. A su lado, agarrada fuerte de su mano, iba la dirigente de la Tupac Amaru, Milagro Sala. "Es el inicio de un camino sin retorno. La justicia, luego de más de 30 años no es justicia, por lo tanto, hoy más que nunca se hace necesario democratizar el Poder Judicial, para que estas cosas no vuelvan a ocurrir. Este juicio y la condena a los militares es producto de la lucha popular y la perseverancia de los organismos de Derechos Humanos. Todos los responsables, tanto civiles como militares, deben pagar con cárcel común por los delitos cometidos. Ahora llegó el momento de que Blaquier se siente en el banquillo", señaló Sala. La movilización había partido desde diferentes puntos de la ciudad para confluir en la esquina del tribunal. Allí llegaron unas 30 mil personas, en su mayoría miembros de la Tupac Amaru y la Red de Organizaciones Sociales para acompañar a los organismos de Derechos Humanos. GB