martes, 2 de abril de 2013
ISLANDIA Y CHIPRE.
Los casos opuestos de Islandia y Chipre
Por Guillermo Almeyra
Dos pequeñas islas –Islandia y Chipre– dieron una respuesta absolutamente diferente a la crisis financiera que las atropelló, respectivamente, en 2008 y en 2012. Hay sin duda importantes factores externos que explican esos comportamientos opuestos. En Chipre, por ejemplo, asistimos a una dura competencia entre la Unión Europea, por una parte, y la mafia y los grandes capitalistas rusos, aliados a la Iglesia ortodoxa chipriota, por la otra, que son grandes inversionistas en la isla. Además, enfrenta la hipoteca sobre la independencia chipriota planteada por la ocupación turca de un tercio de la isla y la amenaza turca de evitar por todos los medios que la República de Chipre explote sus reservas de gas.
Por consiguiente, en Chipre no está solamente en juego la defensa, a cualquier costo, del capital financiero, sino también el viejo conflicto imperialista con Rusia por el Mediterráneo oriental y en tierras del Medio Oriente, mientras que, en el caso de Islandia, al resto de los países europeos no les preocupaba mucho que un puñado de grandes especuladores financieros ingleses y holandeses perdiese muchas plumas (por supuesto, de cuervo) con el cierre de los bancos islandeses.
Pero lo que más me interesa destacar es la diferencia de comportamiento social entre los islandeses y los chipriotas, pues los primeros desconocieron la deuda externa, se negaron a pagarla mediante dos referendos sucesivos, derribaron al gobierno de los banqueros, reformaron la Constitución, que fue redactada nuevamente mediante la intervención popular que, utilizando la red electrónica, redactó, discutió y afinó directamente el nuevo texto, mientras los segundos, tras comprobar que los grandes perdedores de la crisis no serían los pequeños ahorristas, sino los especuladores y tratantes de drogas y de blancas rusos, aceptaron un sistema que acaba de demostrar que los puede despojar en cualquier momento y volvieron a poner sus cuellos bajo el yugo de un sistema financiero corrupto apenas maquillado.
¿Por qué unos reaccionan y otros, en cambio, soportan las vejaciones? Creo que buena parte de la explicación la encontramos en la historia comparada de ambas islas, porque "los muertos se apoderan de los vivos", así como en la composición social de sus respectivas poblaciones.
Los primeros pobladores escandinavos de Islandia tomaban sus decisiones en una asamblea de los clanes ya en el siglo IX y crearon en el 930 el primer gobierno –en todo el mundo– basado en una asamblea democrática, llamada Althing.
Su insurrección contra los reyes noruegos se produjo cuando, varios siglos después, uno de éstos decidió suprimir esa asamblea. Islandia, en escala mundial, fue también el primer país en elegir a una mujer como presidenta de la República y, después de la movilización contra los bancos, en tener una primera ministra declaradamente lesbiana en un país luterano. Entre sus 319 mil habitantes (en 2011) la mayoría eran mujeres, las cuales viven casi 84 años por 81 en el caso de los hombres. Aunque la mayoría de los habitantes habite en ciudades, Islandia es un país de pescadores y, en medida mucho menor, de campesinos pequeños propietarios.
Chipre, en cambio, a lo largo de su historia tres veces milenaria, fue colonia de los faraones egipcios, de los asirios, de los persas, de los bizantinos, de los genoveses, de los otomanos, de los ingleses y se independizó (a medias) de éstos mediante una insurrección nacionalista armada sólo después de la Segunda Guerra Mundial, que fue seguida por una invasión turca a la isla que colonizó la parte norte con soldados y campesinos traídos de Anatolia y dividió en dos la isla.
En la República de Chipre subsisten las bases inglesas y el país está acostumbrado a vivir una soberanía limitada y a depender del juego internacional de las potencias. Sus habitantes (un millón 116 mil 564, en 2011) tienen expectativa de vida de 78 años y viven, unos pocos, como campesinos en tierras que carecen de agua y, la mayoría, del turismo y de las consecuencias que derivan del carácter de paraíso fiscal (depósitos que superan 47 veces el producto interno bruto, lavado de dinero, tráficos ilegales y criminales de y hacia Rusia y Medio Oriente).
Su economía depende prácticamente del Sol y de los delitos del capital financiero. Podría salir de esa situación si explotase el gas que rodea la isla, pero eso significaría la ocupación turca y, al menos, una guerra turco-griega, que por el momento nadie quiere, pero cuya amenaza está siempre presente.
Si Islandia se caracteriza por sus orgullosas tradiciones democráticas, Chipre padece constantemente el recuerdo de su situación en el cruce del camino de las grandes potencias. La historia y la geografía ni explican ni determinan todo, pero tienen una densidad que no puede ser ignorada. Además, tanto para los turcos como para los bizantinos, que fueron la base de la población chipriota actual, pero no para los luteranos de Islandia, el curso de la historia depende de la voluntad divina, no de las decisiones políticas de los seres humanos.
Sea como fuere, los bancos islandeses fueron nacionalizados. Buena parte de la deuda externa no se pagó, la nueva Constitución garantiza que la nación es propietaria de los bienes comunes y establece la obligación de convocar referendos populares antes de adoptar una decisión importante e Islandia salió de la crisis y su economía creció 3 por ciento en 2012.
En Chipre, en cambio, la papa caliente quedó en manos de los grandes capitalistas, sobre todo rusos (que perderán cerca de 3 mil millones de euros) pero está rodando todavía y podría volver a caer del lado de los ahorristas nacionales. Otro dato: el presidente que en Islandia organizó el primer referéndum era un hombre de izquierda, ex sindicalista. El presidente que negoció la deuda chipriota es un gran banquero. Como se sabe, perro no come perro. Existe pues también el llamado factor subjetivo…
La Jornada, México
GB
HACETE AMIGO DEL JUEZ
LA DEMOCRATIZACION DEL PODER JUDICIAL > UN ESPACIO DE DEBATE SOBRE LOS CAMBIOS EN LA JUSTICIA.
Hacete amigo
Por Daniel Pablovsky *
Cuando José Hernández escribió el Martín Fierro, donde consta el conocido “hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse”, reflejaba en espejo la realidad histórica promiscua del funcionamiento judicial. Hoy es necesario transparentar y democratizar el funcionamiento del sistema judicial para que éste no represente solamente un poder constitucional alejado del fin específico: esto es resolver imparcialmente un caso en disputa.
Si bien existe una cuestión básica que es saber qué es realmente lo que representa la norma jurídica en la sociedad, podemos afirmar que no siempre dicha norma es fiel reflejo de lo justo, y ello sin ingresar en cuestiones filosóficas, no se puede dejar de observar que para la vida cotidiana son necesarias ciertas normas que permiten convivir en paz, atendiendo la función social del Estado. Para la aplicación de esas normas está un Poder Judicial y hoy también a nivel constitucional existe otro poder o extrapoder que es el Ministerio Público Fiscal.
En particular en el sistema penal nacional o federal, la recurrencia del habitante del país al sistema judicial es el último lugar donde debe encontrar un ámbito de neutralidad, si bien la palabra final del caso que se trae a debate le corresponde al juez, hoy no es el único poder que interviene en el sistema judicial federal, que dicho habitante consulta, conforme la existencia del art. 120 de la Constitución nacional.
Pretender mantener una estructura corporativa del Poder Judicial es pretender mantener una estructura de dominación cerrada sobre lo que es hoy el sistema de justicia.
José Hernández escribió el Martín Fierro cuando regía la Constitución de 1853, y hoy rige la reforma de 1994, donde los Pactos Internacionales de DD.HH. son cuerpo constitucional, sobrepasando no sólo la ley que no se adecua a dicho mandato, sino a la cultura histórica de un Poder Judicial encerrado en la soberbia de poder.
El poder que tiene un magistrado no es para abusar de él, y si bien es necesario resguardar su funcionamiento para que pueda dedicarse sin presiones externas a resolver el caso, dicho poder o autoridad no es mayor que la de otro, ya que ese poder sólo es para que pueda ocuparse y hacerlo con la mayor objetividad y transparencia. Pero la cultura autoritaria que históricamente arrastramos lleva a veces a algunos a abusar de dichas facultades, y ese abuso está determinado por esa cultura histórica, favorecida por un funcionamiento estamental que se aleja de los propios objetivos de hacer justicia.
Un juez o un fiscal que en su vida cotidiana o laboral no es justo no puede repartir justicia a otro, y ese precepto tiene un vínculo inescindible con la necesaria democratización del sistema judicial y de una justicia legítima. Si como dijo Tarski acerca de la verdad, refiriendo a Epiménides el cretence: “Todos los cretences mienten”, pensar que algún juez lo hace lleva a que las personas entiendan que en el sistema judicial todos son iguales, y esto no es así, en su caso.
Entiendo que a pesar de los avances en cuanto a la elección de jueces y fiscales por concurso abierto, del funcionamiento activo de los jurados de enjuiciamiento de jueces y fiscales, aún no es suficiente para modificar la cultura históricamente corporativa del sistema judicial. Muestra de ello, por ejemplo, es la oposición sistemática a modificar el funcionamiento del sistema procesal penal federal, para mantener así cautivo el expediente en manos del juez (juez detective) y que eso permita utilizarlo a gusto o necesidades que no son transparentes a la solución del conflicto que dicho expediente requiere.
Aclaro que hoy, en esta nueva época, en el siglo XXI, el expediente no es de nadie, ni del juez ni del fiscal y menos de la policía, sino de un funcionamiento armónico de todo el sistema judicial para encontrar una mejor solución al conflicto, pero de manera clara, a pesar de que siempre alguien pueda no estar de acuerdo, aunque todos tenemos que estar de acuerdo en respetar el sistema judicial que se ha ocupado o se ocupará de resolver algún tema de su incumbencia.
Es por ello que debe discutirse también dentro del sistema de justicia su funcionamiento, alejándonos de la soberbia del poder o de la apropiación del expediente para abusarse o utilizarlo maquiavélicamente. Además, exigir una renovación o muestra de actualización de conocimientos y capacidades de cada operador –sea juez o fiscal– a través de controles periódicos cada ocho años de quienes detentan el cargo. Generar asimismo concursos que no sólo se dediquen al control dogmático de la ley vigente, sino cómo ésta se aplica en relación con los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y junto a ello la capacidad o no de interpretar adecuadamente la ley procesal insertada en la norma procesal constitucional.
Tal vez lo más importante es empezar a tomar conciencia de que existen cambios a realizar en el servicio de justicia, y además que se pueden realizar. En definitiva, controlar a quien detenta poder no es desmerecer a nadie, sino aprender a escuchar y reflexionar, para establecer nuevas bases de una justicia que debe legitimarse, sin necesidad de recurrir a la frase que comenzara esta nota.
* Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales - Director de la Especialización en Derecho Procesal Penal, UMSA. Fiscal Nacional en lo Correccional, Fiscalías Nº4 y 8.
02/04/13 Página|12
GB
ALEJANDRO HOROWIKZ MEMORIA E HISTORIA OPINION
Responsos con la misma machacona melodía
Las ciencias sociales nos enseñan que la memoria colectiva y la verdad histórica no son necesariamente una misma cosa.
Por Alejandro Horowicz
Plutarco cuenta que un día Pirro hacía proyectos de conquista: "Primero vamos a someter Grecia", decía. "¿Y después?" le preguntaba Cineas. "Ganaremos África." "¿Y después de África?" "Pasaremos al Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia." "¿Y después?" "Iremos hasta las Indias." "¿Y después de las Indias?" "¡Ah!" dice Pirro, "descansaré". "Por qué no descansar entonces, inmediatamente", le dice Cineas.
Simone de Beauvoir
Jorge Luis Borges con pulida acidez sostuvo: la muerte no mejora a nadie. En un país como la Argentina este es un argumento contra la corriente, ya que la muerte y alguna ilusión de victoria, lo mejoran casi todo. El disvalor menemista por excelencia, ganar todo lo demás importa poco, es compartido por la ¿totalidad? de los practicantes de la política nacional. Hay victorias y victorias pírricas, y claro tampoco todas las muertes son iguales.
Los memoriosos cuentan que a fines de la década del '20, cuando Carlos Gardel se presentaba en los pueblos de la provincia de Buenos Aires, si faltaba alguien más, el teatro reventaba de ausencia. La muerte de Gardel, en junio de 1935, cambió brutalmente las cosas, y millones desfilaron en su velorio callejero, pero bastó que alguno sugiriera que había nacido en Tacuarembó –República Oriental del Uruguay– para que un ataque de nacionalismo frenético estallara. Se podía y se puede soportar que ese genial cantante popular, inventor del tango canción, sea francés pero de ninguna manera "uruguayo" ('u –ru-gua- yyyoo', silabea nuestro xenófobo furioso).
Demasiada afrenta para tanta estrechez exitista, no alcanza con que haya desarrollado sus magníficas habilidades por estos pagos, además no debe merodear campitos próximos.
Algo debemos reconocer, Gardel es un grande entre los más grandes. Y supo desarrollar sus talentos a fuerza de un enorme tesón, de un duro trabajo sistemático. Lo suyo fue coronación de un trabajo de décadas. Por eso, la escena de la memorable película de Pino Solanas (donde Gardel pone en la vitrola un disco de Gardel, porque ya no canta) tiene la virtud sintética de fijar un límite, un hasta acá, y esa es una buena idea incluso con Gardel. Mas allá, el mito.
Raúl Alfonsín no es Gardel, pero se lo considera el "padre de la democracia" en esta región del mundo. El presidente que sentó en el banquillo de los acusados a los nueve primeros integrantes de las juntas militares, gozó y sigue gozando de un inusitado prestigio nacional e internacional. Mucha gente ignora cuál es la capital de esta República sudamericana, y un fragmento de los que disfruta este intenso desconocimiento sabe que Alfonsín fue un "gran presidente", al menos uno que sostuvo la bandera de la democracia política en la punta del mástil.
Las ciencias sociales nos enseñan que la memoria colectiva y la verdad histórica no son necesariamente una misma cosa. Un repaso más circunstanciado en la biografía política de Raúl Ricardo Alfonsín (1927 - 2009) tanto como en los problemas de su tiempo, permitiría matizar, y sobre todo inteligir el interregno histórico que le tocó encabezar.
Una de la simplificaciones periodísticas que alcanzó el máximo impacto político reza así: con la convocatoria a elecciones realizada por el general Reynaldo Bignone, el "último de facto" según su cínico libro, culmina la dictadura militar inaugurada el 24 de marzo de 1976. Por tanto, con el ascenso del doctor Alfonsín a la primera magistratura queda restablecido el ciclo democrático. La divisoria es tajante, de un lado los gobiernos militares y del otro los civiles. Con esta sencilla lógica de sastrería –usa charreteras no es democrático– quedaría resuelto este intríngulis de diferenciación política.
Si así fuera Humberto Illia resultaría un presidente democrático (pese a la proscripción del peronismo en ese proceso electoral) y el coronel Perón, el heredero del golpe del '43, un fascista anacrónico. Más aun, los "críticos" de Illia habrían atacado a un demócrata de blasones perfectos, y sus defensores, en lugar de gorilas de pelo en pecho, terminarían siendo enemigos de la dictadura totalitaria del general Juan Carlos Onganía. Tengo una mala noticia: no es tan simplote, será preciso reconsiderar el asunto.
En mi tesis doctoral, Las dictaduras argentinas, sostengo que existe una continuidad entre la dictadura burguesa terrorista y los gobiernos parlamentarios. Que hasta el estallido de 2001, la lógica política no se modificó, que se votara a quien se votara los mismos hacían lo mismo con la sola adecuación a las cambiantes circunstancias –la Convertibilidad de Domingo Cavallo, para citar un elemento decisivo–, y que hasta el restablecimiento de la relación entre los delitos y las penas, entre las palabras y las cosas, la impunidad de los beneficiarios sociales del terror sistemático y del cuerpo de oficiales a su servicio, se mantuvo inalterada.
Conceptualizo ese fenómeno como democracia de la derrota, es decir, como incapacidad sistémica de cambiar de rumbo. Como un orden político cooptado por los beneficiarios de la dictadura, como un sistema de valores compartido, donde el "deme dos" de la "gloriosa época" de José Alfredo Martínez de Hoz se continuó en el "voto cuota" del inolvidable riojano.
Un dato no menor: la sociedad argentina –al menos una buena parte– no ignora que esto es así. Y sin embargo, por una decisión casi consciente resuelve "olvidarlo". Y como se conmemora el cuarto aniversario de la muerte de Alfonsín, todos los responsos fúnebres suenan con la misma machacona melodía.
"Vamos Horowicz, déjese de joder, hasta usted acepta que la memoria colectiva y la verdad histórica no son iguales. Es cierto que simplificamos, pero quién no lo hace."
"Admito que no son iguales, nunca dije que una cosa debiera remplazar a la otra, sobre todo a la hora de elaborar política."
Como el oficialismo K no es precisamente un campo homogéneo, y como sus integrantes provienen de muy distintos linajes, comprar sin beneficio de inventario sus diversas tradiciones políticas, no puede no ser problemático. Están los que creen que el peronismo, que por cierto consideran una unidad supra histórica, es la confluencia entre trabajadores, Fuerzas Armadas e Iglesia. Eso no es cierto ni en 1945, de lo contrario el 17 de Octubre obrero jamás hubiera hecho falta, y muchísimo menos después de 1955. Los que sueñan reconstruir el "frente nacional" que jamás existió, basta recordar el papel de la Iglesia desde 1954, tienen que soportar en sus filas a cualquier militar (incluso al ex teniente coronel Aldo Rico), a todo fraile que amague con golpear la puerta, y ni qué hablar si es Papa.
Esa versión del peronismo transforma cualquier acto de gobierno –la presencia de Cristina Fernández en la asunción de Bergoglio– en estrategia política. La presidenta no podía no concurrir a Roma, sin romper el protocolo, y sobre todo no tenía ninguna necesidad de "pelearse" públicamente. Eso no transforma a Bergoglio en un aliado. Al mismo tiempo, aprovechó la visibilidad adicional de tanta pompa y circunstancia para colar sus temas, Malvinas, en la agenda internacional. Ahora bien, es cierto que la debilidad del Papa al interior del poder romano, le impone las fintas "terceristas", pero si se le ocurriera ir apenas más allá, descubriría que está pisando un territorio previamente minado. Bergoglio no puede cambiar nada, y ni siquiera está claro que se proponga tal cosa. Pero ese no es el punto.
Si algo sabe Bergoglio es cuánto vale el capital internacional que en materia de Derechos Humanos acumuló el gobierno argentino, y aprovecha esa imagen diferencial en su propio beneficio; esos son los límites de ambos: una cara separada del conservatismo cerril de la Iglesia, y la posibilidad de que sus dichos en Roma ganen una repercusión mediática más amplia. Si Cristina pagara la foto más cara, si las políticas domésticas fueran variadas para "reforzar" este acuerdo de circunstancias, el gobierno no obtendría ventaja alguna, al tiempo que confundiría a su propia tropa.
Tiempo Argentino
GB
LOS 90 Y LA CORRUPCION
MUCHAS CAUSAS POR HECHOS DE CORRUPCION EN LOS NOVENTA SE ENCUENTRAN CERCA DE LA PRESCRIPCION
Todo es cuestión de tener un poco de paciencia
Carlos Menem, Alberto Kohan, Domingo Cavallo y Víctor Alderete, beneficiados por la lentitud de la Justicia.
Imagen: DyN/ Arnaldo Pampillón/ Télam/ DyN
Entre apelaciones y pases entre tribunales, muchas causas de corrupción del menemismo se encuentran en el limbo y a punto de prescribir. En los tribunales orales lo justifican en que la prioridad está en otros expedientes.
Por Irina Hauser
La cuenta en Suiza de Carlos Menem que llenó páginas y páginas de diarios una década atrás podría volver a ser noticia para el escándalo. No ya por el éxito de la investigación, sino porque el caso está al borde de prescribir, o sea, de extinguirse con un sobreseimiento por obra del paso del tiempo. Lo que hace el asunto más curioso es que el expediente llegó a un tribunal oral hace mucho, casi seis años. Pero el de Menem no es un caso suelto: igual que otros que datan más o menos de la misma época, como el del enriquecimiento ilícito del ex secretario presidencial Alberto Kohan, las contrataciones truchas del ex titular del PAMI Víctor Alderete, hasta los que destaparon fraudes de los bancos Central y Medefin, se caracterizan por pasar largas temporadas en el limbo, entre apelaciones y tribunales que se declaran colapsados y piden que otro se haga cargo.
Algunos nombres ya suenan a prehistoria política y rostros de ancianos, pero siguen ahí, en papeles amarillos de tribunales, porque vienen de tiempos en que poco estaba informatizado. Muchos de ellos aparecieron todos juntos en una resolución de la Cámara de Casación Penal de diciembre último que pasó inadvertida, pero que pinta el estado de las cosas: Casación ordenó mudar en bloque dieciocho causas, varias de corrupción de la década del noventa, desde el Tribunal Oral Federal N0 1 (TOF1) hacia otro tribunal, el Federal 4 (TOF4). Lo hizo a pedido de los jueces del TOF1, que alegaron que los expedientes estaban en riesgo “de prescribir”, pero que ellos debían iniciar un juicio de gran envergadura, el de los crímenes del Plan Cóndor (de las dictaduras del Cono Sur), que durará más de dos años. Los jueces del TOF4 también dicen que están cargados con otros juicios, algunos de derechos humanos. Por eso Casación empezó a convocar como suplentes –pocos aceptan– a jueces de los treinta tribunales orales de Capital Federal, que considera que tienen “una gran capacidad ociosa”.
Salta a la vista que algo no funciona. Se supone que cuando un caso llega a juicio oral es porque entró en la recta final, la de las definiciones. En su último relevamiento de casos de corrupción, el Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica (Cipce) concluyó que los expedientes tramitan en promedio 11 años, de los cuales algo más de seis se van en la etapa investigativa de instrucción y el resto (entre cuatro y seis años) en la fase de juicio oral, donde en ocasiones se llega al colmo de repetir casi toda la pesquisa original.
Basurero
El TOF4 recibió la herencia con un malestar que estalló cuando, al hacer la lista de causas nuevas, advirtió que había algunas elevadas a juicio oral hace cinco, seis y hasta siete años. La que concierne a Menem, por una variante de enriquecimiento ilícito que consiste en ocultar parte de sus bienes en la declaración jurada, no es una causa compleja, pero sigue con “instrucción suplementaria”, una especie de segunda investigación. Si el juicio oral no se hace en los próximos meses, la causa es candidata a autodestruirse, con lo que el riojano será exculpado. El mismo pronóstico se aplica para la acusación contra Kohan por el aumento en un 300 por ciento de su patrimonio en sus diez años de gestión.
También viene con las medidas de prueba rezagadas la causa sobre una defraudación millonaria en la liquidación del banco Medefin, contra una veintena de banqueros, entre ellos el ex titular del Central, Pedro Pou, quien falleció sin pasar por el banquillo. En 2009 fue elevado a juicio el ex ministro de Economía Domingo Cavallo por negociaciones incompatibles en el Megacanje, el canje de bonos de la deuda que benefició a un grupo de bancos e incrementó el endeudamiento externo. En el mismo tribunal espera ser juzgado el ex jefe de la Federal Roberto Giacomino por contrataciones de empresas de parientes y amigos. La lista sigue, y se le suman otros viejos casos, que ya tenía el mismo TOF4 desde antes, autobautizado “el basurero de las causas del menemismo”. Tendrá que juzgar los sobresueldos que pagaba el gobierno de Menem, donde están imputados María Julia Alsogaray, Cavallo, Jorge Rodríguez y Raúl Granillo Ocampo.
Cifras y razones
En el Fuero Federal porteño hay seis tribunales orales, de tres jueces cada uno. Se crearon dos más, pero el concurso viene demorado. La Cámara de Casación maneja estadísticas que usa para evaluar a qué tribunal hay que descomprimir. El segundo semestre del año pasado, el TOF1 tenía 420 causas en trámite, cuatro por delitos de lesa humanidad e hizo dos juicios. En el TOF2 la relación fue: 455 causas, tres de lesa humanidad, tres juicios. En el TOF3: 423 causas, una de lesa humanidad, cinco juicios. En el TOF4: 476 causas, tres de lesa humanidad, cuatro juicios. TOF5: 297 causas, cinco de lesa humanidad, cinco juicios. TOF6: 316 causas, cuatro de lesa humanidad, seis juicios.
Estos tribunales abarcan casos de narcotráfico, de falsificación de documentos y violación a la ley de marcas. Algunos tienden a resolverse con juicios abreviados y probation. La gran muletilla con que se excusan los jueces –a veces con pudor– por las demoras en expedientes de corrupción es “la complejidad de los juicios por crímenes dictatoriales”, que además son prioridad por definición de la Corte Suprema. Sin embargo, es conocida la parsimonia con que algunos tribunales, como el TOF5, se han tomado al menos hasta hace un tiempo.
“Estamos colapsados. Privilegiamos las causas donde hay detenidos con preventiva, pero también las de derechos humanos; a eso hay que agregar que los abogados se la pasan haciendo planteos (dilatorios), recusan, piden peritajes, pruebas nuevas. Nosotros el año pasado tuvimos que hacer un juicio contra Claudia Bello y otras cuatro personas (por la publicidad del efecto Y2K), llevó como seis meses, con treinta testigos”, trató de ilustrar Adrián Grunberg, uno de los jueces del TOF1.
Es cierto que la reapertura de las causas por violaciones a los derechos humanos –después de la anulación de las leyes de impunidad en 2005– produjo un cambio de escenario, por la magnitud e implicancia de los juicios. Pero la realidad es que muchas de las causas contra ex funcionarios que están en vías de caducar llegaron antes a los tribunales orales. Tampoco desde el Poder Judicial ni el Ministerio Público se diseñó una estrategia para evitar la saturación y las prescripciones.
Así lo ve la jueza María Roqueta, del TOF6, quien advierte que “los jueces terminamos haciendo la política criminal”. “Como Estado, tenemos que mostrar que se sigue con la persecución penal, pero es común que se incumpla con la celeridad de un plazo razonable por las características del sistema, y que los defensores juegan a la prescripción”, señala. Roqueta alienta una reforma procesal que les otorgue a los fiscales el llamado “principio de oportunidad”, es decir, que decidan con criterio en qué concentrar el esfuerzo: ¿en los chicos que venden CD truchos? ¿En el que tiene un poquito de marihuana? ¿En las grandes defraudaciones al Estado? ¿En los crímenes dictatoriales?
El TOF6 terminó el año pasado el juicio sobre apropiación de hijos de desaparecidos. Este mes tuvo que hacer contra reloj un juicio por peculado contra María Julia Alsogaray que prescribía. En paralelo, realiza el primer juicio contra ex funcionarios y empresarios por el beneficio otorgado a una firma italiana en las obras de Yacyretá con reintegros que eran para la industria argentina. El mismo TOF acumula desde hace nueve años todas las causas contra el ex titular del PAMI Víctor Alderete. Tiene 19 expedientes por administración fraudulenta: todas irregularidades en contrataciones. Si prescribe uno, es altamente probable que caigan todos.
También por riesgo de prescripción, el TOF6 puso fecha de juicio para agosto a dos policías acusados de “vejámenes” el 20 de diciembre de 2001. Pero el juicio por los homicidios –por los que aún se discute la responsabilidad del ex presidente De la Rúa– se posterga una y otra vez.
En el TOF2, que hizo el juicio por los crímenes en los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo, no tienen muchos casos de corrupción: tramitan un expediente chico contra Cavallo, condenaron al ex funcionario menemista Jorge Castro a un año y medio de prisión y pusieron una pena muy elevada (cuatro años de cárcel) a la ex ministra Felisa Miceli en la causa de la bolsa. Como no está apremiado, tendrá que hacer el juicio por la tragedia de Once, al que el TOF1 renunció. También tienen pendiente el del encubrimiento del atentado a la AMIA, demorado con recursos de las defensas. En el TOF5 está concentrado en el megajuicio de la ESMA.
Plazo razonable
El TOF3, que ahora tiene el juicio de las coimas en el Senado, cerró por prescripción la causa IBM-Anses sobre sobornos en la instalación de un sistema informático, de 1996. Así, se salvaron once imputados por la garantía de “plazo razonable”, que estipula que ningún juicio debería durar más de doce años, un planteo recurrente en estos juicios y que este tribunal “admite cada vez más”, dice la fiscal Sabrina Namer. El derrotero de esta causa pinta la estrategia de desgaste que se repite en casi todas: la instrucción duró una década, hubo 36 indagatorias, 150 testigos, dos peritajes contables y uno informático, tres procesamientos, 45 apelaciones, 16 recursos de casación, 11 quejas, cinco recursos ante la Corte. Tras la elevación a juicio se formaron 18 incidentes, hubo 16 recursos de apelación, ocho de casación, cinco recursos de queja y cinco extraordinarios.
En el estudio de causas del Cipce del año pasado, de 21 expedientes 15 habían llegado a etapa de juicio, pero nueve no habían tenido resolución, y además de IBM-Anses fueron declarados prescriptos el enriquecimiento de Emir Yoma y un fraude millonario en la privatización de Tandanor.
Hubo un tiempo en que todo el mundo daba por hecho que algunos actos jurídicos, como la indagatoria, interrumpían el conteo del plazo de prescripción, que se corresponde con la pena máxima prevista para un delito. La Sala II de la Cámara de Casación, sin embargo, viene estableciendo, en casos poco conocidos, que no hay interrupciones desde el hecho hasta la sentencia. En ese tribunal superior, que si bien no ha sentado políticas específicas, va trazando algunos lineamientos, reconocen que ni ellos ni ningún otro tribunal se ocupa de evaluar el rendimiento y los criterios de los tribunales orales. En un rapto de sinceramiento, un juez de los TOF, uno de los más viejos, se sinceró: “Tal como están las cosas, en las causas de corrupción terminamos dando un indulto encubierto”.
02/04/13 Página|12
GB
MALVINAS POR JULIAN DOMINGUEZ, OPINION
El desafío de recuperarlas
Por Julián Domínguez *
Desde la llegada a la Casa Rosada de Néstor Kirchner, el desafío de recuperar la soberanía de las islas Malvinas se transformó en una política de Estado, ratificada tanto por Néstor como por nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner en todo foro internacional del que participaron.
El Congreso Nacional también ha fortalecido la idea de cimentar una política exterior de Estado en la que se asientan los pilares de los derechos y reivindicaciones soberanas argentinas sobre las islas del Atlántico Sur. El mejor ejemplo de ello es la declaración de Ushuaia de marzo de 2012, aprobada por unanimidad por todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria.
La respuesta británica a esta firme decisión del grueso de las fuerzas políticas y sociales de nuestro país ha sido la organización de un referéndum entre los isleños, plebiscito que carece de cualquier valor legal internacional. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha expuesto en reiteradas ocasiones que la única vía que acepta Argentina para la resolución del conflicto es el diálogo bilateral, y la ONU ha dejado en claro a través de sus resoluciones que las partes que deben intervenir son dos y no tres. Porque quienes hoy habitan el suelo de las islas son británicos, no población nativa, y eso es así desde la invasión británica en 1833.
Actualmente, el gobernador británico en las islas es elegido por la reina a propuesta de su secretario de Estado de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth Británica. Según el texto constitucional, el gobernador representa a la reina de Inglaterra, y de ella deriva su legitimidad. Nunca ha habido avances en este sentido, a pesar de los pedidos locales de mayor autonomía.
Los argentinos no tenemos problema con que los isleños elijan sus propias autoridades, siempre que con sus decisiones no afecten los valores consagrados en nuestra Constitución Nacional. No queremos imponerle nada a la población de las islas Malvinas. Queremos que sigan trabajando y creciendo allí, con su cultura y sus costumbres. Eso sí: queremos que, por estar ocupando un territorio que es nuestro, acepten nuestro estado de derecho. Esto es demostrable en los más de 200.000 británicos y descendientes de británicos que habitan el suelo continental argentino y que gozan de los derechos y obligaciones que emanan de la Constitución Nacional y desarrollan su vida en plena libertad.
Este indeclinable pedido de Argentina para que se reconozca su soberanía sobre las islas tiene sustento en el pasado inmediato. El 11 de junio de 1974, representantes de la Embajada del Reino Unido en Buenos Aires, por orden expresa de las autoridades británicas, le propusieron al canciller del gobierno de Juan Domingo Perón, Alberto Vignes, comenzar a discutir las salvaguardias y garantías que se les otorgarían a los isleños en la eventualidad de un condominio sobre las islas Malvinas. La muerte del general, a las tres semanas, dejó truncas estas negociaciones. Este hecho olvidado de nuestra historia señala dos cuestiones: que a través del diálogo se puede llegar a una solución satisfactoria; y que Gran Bretaña, en el fondo, siempre supo que las Malvinas eran y son argentinas.
Con el derecho de nuestro lado, el próximo desafío es lograr que Gran Bretaña se siente a la mesa de negociaciones. Y para eso tenemos que usar todos los recursos, tanto diplomáticos como políticos. Siempre sobre la indeclinable base de buscar una salida pacífica al conflicto, debemos ser creativos a la hora de plantear posibles soluciones pacíficas.
Quiero hacer propia una frase contenida en el mensaje final de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en Aparecida, Brasil, en 2007, texto que fue mencionado por el papa Francisco a nuestra Presidenta durante la audiencia que mantuvieron hace unos días: “Esperamos hacer de este continente un modelo de reconciliación, de justicia y de paz”. En esa audiencia, nuestra Presidenta contó que la cuestión Malvinas estuvo presente, una señal que nos llena de orgullo y esperanza a todos los argentinos. Y en especial a los de mi generación, que llevará por siempre la marca de la guerra de Malvinas.
* Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación.
Relecturas de Malvinas
Por Mario Goloboff *
Como sucede también en otros ámbitos y países, acontecimientos de la magnitud de Malvinas suelen provocar enorme cantidad de textos de toda índole y una puesta al día de la literatura con la historia, con el presente, con la realidad. Esa inmediatez conspira a veces contra la profundidad, la calidad, aunque quedan algunos muy rescatables. Conviene hablar de ellos.
Gustavo Caso Rosendi, combatiente en Malvinas nacido en 1962, en Chubut, vive ahora en La Plata; ha escrito otros libros antes, publicados e inéditos. Soldados se presenta como escrito en 2003/2004; las fechas subrayan el paso del tiempo, con el correspondiente beneficio para los poemas, hechos cuando las impresiones habrían decantado, se las ve de lejos y puede estetizárselas.
Así, se trata de una poesía que, cualesquiera hayan sido las vivencias del “soldado”, sin duda viene al libro de la experiencia, aunque mediada por la literatura, por la mejor literatura, extranjera y argentina. Por ser el material de que se trata, lo que suele denominarse “el contenido”, ello sorprende (diría: gratamente), porque en estos casos testimoniales el lector espera encontrar vivencias en bruto, pero acá son reelaboradas por las (buenas) artes de la creación estética. Otra cosa que sorprende es que la primera imagen que encontramos, de modo ciertamente paradójico, es una resonancia de la mejor poesía de lengua inglesa (T. S. Eliot: “The waste land”) en un poemario que comienza: “Se asoman cada noche/uniformados de musgo/desde la tierra parturienta...”. Esta imagen de la tierra que se abre, no aquí para parir sino para tragar, continúa en “Naturaleza muerta” (“La tierra se abría/y nos iba comiendo/Verdes manzanas machucadas”) y en otros.
Los indicios de la mediación literaria son numerosos. Algunas de las piezas llevan por todo título la cita de un poeta mayor: el primero, de Guillaume Apollinaire (soldado voluntario él mismo, durante la Primera Guerra Mundial, herido en la cabeza y fallecido a raíz de dicha herida); el segundo, de Giusseppe Ungaretti; luego, William Blake, Dylan Thomas, Juan Gelman... Otras llevan títulos como “Nevermore” y juegan con el cuervo de Edgar Allan Poe, o alusiones a Caronte en el poema “Despedida”, a SaintExupéry y El principito, a Moby Dick en “Puerto Madryn”, o un poema cuyo título es “Tenía razón Oscar Wilde”. A pesar de toda esa literatura que transcurre, o quizá debido a este hecho, la voz es sumamente original, viene del interior del poeta y va hacia el interior del lector, en lo cotidiano, lo ínfimo, y también en el recuerdo minucioso de lo doméstico, lo individual y personal que pudo haber en la guerra. Parece estar diciéndonos que las cosas, cuando suceden, así sean inmensamente colectivas, son, para cada uno, irreductiblemente familiares, personales. Y éste es, y desde ahí, el gran valor de lo vivido para la sociedad.
Otra cosa que hace Rosendi, mejor dicho que no hace, y eso embellece el sentido, es calificar, juzgar, elegir. La suya es una escritura melancólica y hasta nostálgica: de un pasado y un lugar en los que se estuvo por los dictados de la vida y, sin reprochárselo a nadie, se acumularon dolores y experiencias, gracias a lo cual (aunque parezca mentira, pero no lo es) hoy puede saber qué es brindar por la felicidad: “Y porque aún nos perdura/la tristeza es que estamos felices/y porque sabemos que de alguna/manera no nos han vencido/es que brindamos” (“Brindis”).
Rescato también un texto de Néstor Perlongher (“Todo el poder a Lady Di”), conocido poeta y militante por los derechos de los homosexuales, nacido en 1949 y fallecido en 1992; es uno entre varios de carácter poéticodenunciatorio publicados por él en forma casi clandestina en la revista feminista Persona durante 1982, año de los combates en Malvinas. Tuvo la virtud de ser, en aquellos tiempos de nacionalismo exacerbado, de confusión interesada y de impensadas y generosas complicidades, una de las pocas voces que se alzaron en la Argentina para señalar la esencia autoritaria y represiva de los acontecimientos iniciados por la Junta en el poder. Los que hicieron que “en nombre de una abstracta territorialidad, que en nada ha de beneficiarlas, las castigadas masas argentinas (o al menos considerables sectores de ellas) se embarcan en la orgía nacionalista y claman por la muerte”.
Nada de lo que dice Perlongher con tanta claridad es inexacto, y no parece atribuible a una visión política sino poética de la situación: los políticos especulaban por ese entonces con los sentimientos de nacionalidad de nuestro pueblo, y algunos de izquierda sumaban a ellos vagas reivindicaciones anticolonialistas (¡en manos de la Junta!). A su lúcida visión, Perlongher agrega un agudo enfoque de género (“el ansia de guerra de las masas –supremo deporte de nuestras sociedades masculinas–”) que subraya el carácter despótico del poder. Todo esto no impide que su crítica política sea tan ajustada y que, desde un solitario rincón, entre marxista internacionalista y libertario, denuncie con veracidad las posturas seguidistas y oportunistas de quienes apoyaron la aventura militar.
No quiero privarme de una pequeña joya hermética, que viene de una mujer, Sandra Cornejo, quien tenía la edad de los soldados en Malvinas, y escribió este poema de tres líneas, titulado solo “Clase 62”: “Llegó el verano/pero no estabas bajo la nieve./Jamás te olvidaremos”.
Por último, imposible eludir, por tantas razones, el texto ya célebre de Jorge Luis Borges, “Juan López y John Ward” (1982) (“...Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel...”). Dejando de lado previsibles consideraciones sobre sus diferentes posturas y actitudes políticas a lo largo de los años, y a lo largo también de los años de la dictadura, no sorprende esta pieza que recrea, con variaciones no fundamentales, uno de sus temas esenciales, el de “el otro, el mismo” (como reza el título de su famoso libro), y que leímos, notoria aunque no únicamente, en “Poema de los dones”, “El otro tigre”, “Le regret d’Héraclite”, “El tango”, “El otro”, “Emerson”, “Junín”, “Tankas” 6, “Un mañana”, “1972”, “All our yesterdays”, “No eres los otros” y “La moneda de hierro”, última pieza del libro homónimo.
A menudo, los “otros” son aquéllos que ha querido ser y no ha podido ser; a veces, se trata de la confusión entre dos seres opuestos: el traidor y el héroe, el hereje y el ortodoxo, el bárbaro y el civilizado, etc.. Este desdoblamiento se hace interior cuando ambas calidades se reúnen en una misma y única persona, ya sea la de quien narra el relato o la del hablante lírico. Claro que, en Borges, uno no puede limitarse a una sola vía de acceso y debe interrogarse sobre muchas otras. ¿Hay una nueva consideración sobre la historia? ¿Sobre el papel de las naciones? ¿Sobre la fiebre nacionalista en un mundo de extranjeros? ¿Sobre su propia identidad argentina? ¿Hay, también, acaso, algo de autocrítica ante su mirada siempre condescendiente (por decir lo menos) hacia esos militares que emprendieron el feroz delirio? ¿También la confesión final de que no puede sino aceptar un viejo mandato literario: “usted podrá evadirse de la realidad, pero no su obra”?
* Escritor, docente universitario.
02/04/13 Página|12
GB
lunes, 1 de abril de 2013
CAUDILLISMO, OPINION LA JORNADA DE MEXICO
Caudillismo, caudillos y líderes políticos en AL
Por Marcos Roitman Rosenmann
Los caudillismos siempre han sido aborrecidos. Su aparición se vincula al ejercicio autocrático del poder, en el que proliferan el miedo y la represión. Su correlato, la figura del caudillo. Un personaje deleznable como el régimen que preside. Los caudillos suelen ser considerados seres enfermizos, con delirios de grandeza, sueños faraónicos y proyectos imperiales. Sujetos que acumulan un poder desmesurado, sin control y al margen de las instituciones. Algo parecido a un monarca absoluto. "El Estado soy yo", al decir apócrifo de Luis XIV, el Rey sol francés.
Los caudillos nunca han gozado de buena prensa, sobre todo cuando su definición se homologa a dictadores sin escrúpulos. Si echamos un vistazo al siglo XIX latinoamericano, el apelativo se adjudicó a figuras como Juan Manuel de Rosas en Argentina y Facundo Quiroga, tan bien descritos por Domingo Sarmiento en Facundo, civilización o barbarie. En Paraguay, el mote recayó en José Gaspar Rodríguez, de Francia, inmortalizado por Augusto Roa Bastos en su novela Yo, el supremo. Ningún país se libra de tenerlos. En Bolivia, los focos se centran en Manuel Mariano Melgarejo, asesinado en el exilio en 1871. Su personalidad ha sido objeto de múltiples chascarrillos. Alcides Arguedas lo retrata en su obra Los caudillos bárbaros. La lista es larga. Entre tantos, un caso singular, Chile, donde el caudillo nunca ocupó la presidencia. Ahí se habla del "hombre fuerte" que aglutinó a las "fuerzas vivas" del país para construir el Estado, Diego Portales. Resulta significativo que en 1973, tras el golpe de Estado, la junta militar, encabezada por Pinochet, adjetivara la sede de la dictadura como "Edificio Diego Portales", antes llamado Gabriela Mistral.
Existe, al menos, en América Latina otra perspectiva de análisis que vincula el caudillismo a las montoneras, llaneros o cimarrones, identificándolo como un movimiento social cuasi espontáneo y popular. A decir de Gastón Carvallo, uno de los grandes especialistas, el caudillismo "es pues, en buena medida, la expresión más acabada del bochinche. Individualista y anárquico, invertebrado, tiene en sus genes la grave contradicción de esos sentimientos y aspiraciones que, paradójicamente, se encuadran en una organización que aún cuando laxa tiende a crear jerarquías que casi siempre caricaturizan la organización militar sin encontrar su fundamento en un cuerpo doctrinario". En Venezuela, el movimiento de los llaneros, durante la segunda república, 1813-1814, hace mérito a la definición. La figura controvertida de su caudillo, José Tomás Boves, apodado El león de los llanos, aglutinó a las clases populares y los campesinos pobres. Déspota o un caudillo popular, según las versiones, Simón Bolívar lo inmortalizó con el mote de Azote de dios. En cualquier caso, se enfrentó a la oligarquía criolla que lo detestaba. Si el caudillismo es un movimiento social, los caudillos acaban negando su esencia. Imponen su voluntad por medio de favores y privilegios, abriendo una brecha infranqueable al reprimir el movimiento. Nuevamente cito a Carvallo: "El caudillo tomó su condición real de autócrata despótico, buscando con ello la estabilidad con base en métodos que muy poco o nada tenían que ver con el carácter caudillista original. Es decir, el caudillo, para perpetrarse, tuvo que enfrentar su propia base de apoyo".
Para la historiografía oficial y la sociología académica el caudillo se asocia a grandes propietarios terratenientes. Oligarcas y caciques regionales que mutaron disputando el poder del Estado. Como caudillos aborrecieron y renegaron de las clases populares, descargando sobre ellas una violencia extrema. Preocupados por mantener el poder, el caudillo, siempre actuó en defensa de los intereses de las clases dominantes. Su aparición, en algunos casos, estuvo motivada por una crisis de legitimidad y un miedo hacia las revoluciones populares. El prototipo de caudillo en América Latina lo tenemos en la figura de Rafael Leónidas Trujillo, conocido como El jefe, cuyo poder omnímodo, en República Dominicana, lo ejerció desde 1930 hasta el día del magnicidio, el 30 de mayo de 1961. Otro ejemplo de caudillo fue el dictador español Francisco Franco. Las monedas de curso legal en España, durante más de 40 años, traían su efigie con el lema "Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios". Ambos se hicieron nombrar "generalísimos" y se valieron de una supuesta personalidad carismática para urdir sus redes de privilegio, exclusión y muerte.
En América Latina tenemos caudillos, dictadores y también dictadores-caudillistas, estos últimos cobijados bajo el paraguas del poder militar. Por ejemplo, Duvalier en Haití, Somoza en Nicaragua, Stroessner en Paraguay, Pérez Jiménez en Venezuela, Estrada Cabrera en Guatemala, Tiburcio Carías en Honduras y Fulgencio Batista en Cuba. Es verdad, caudillos, dictadores y dictadores-caudillistas poseen rasgos comunes. Todos se proclaman salvadores de la patria. Cuando ejercen el poder se encuentran libres de ataduras éticas, morales y, sobre todo, político-institucionales. Se consideran héroes librando una cruzada contra el maligno, muchas veces representado, como no podía ser de otra manera, en el siglo XX y XXI, por el marxismo, el socialismo, el comunismo o ideologías disolventes de la civilización occidental, la familia, la patria y Dios.
Nuestra América lleva dos siglos de vida independiente y aún destila escritores, científicos sociales y publicistas que etiquetan cualquier proceso político popular, antiimperialista y anticapitalista como el resurgir de un populismo encabezado por un caudillo. El imaginario común, Juan Domingo Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Arnulfo Arias en Panamá, José Figueres en Costa Rica, Paz Estenssoro en Bolivia o Velasco Ibarra en Ecuador. Es posible que caigan en esta denominación Lázaro Cárdenas o Plutarco Elías Calles. En esta dinámica, dejándose llevar por un rechazo a los movimientos populares como motores del cambio social, se descalifica, caricaturiza y declara obsceno a líderes políticos cuya autoridad radica en la capacidad de convencimiento en las urnas y no en un discurso populista o un quehacer caudillista. Lo nacional-popular incomoda.
Los publicistas del nuevo caudillo confunden, manipulan y pierden rigor teórico y político en pro de una explicación sesgada. Con un tono neutral-valorativo dicen mantener las distancias. Creo, confunden caciques, caudillos y caudillos con líderes políticos y liderazgo social. En esta dimensión el líder, a diferencia del caudillo, autócrata por excelencia, sobresale por la capacidad de conducción, siendo sus cualidades a destacar la rectitud, la moral, la virtud ética de poder y el respeto a sus conciudadanos. El carisma y la personalidad influyen, pero en el líder se disuelve y trasforma en legitimidad cotidiana. El líder no vive del carisma político, a decir de Weber. Y lo más destacable: el líder no se limita a administrar el poder, es precursor, tiene la capacidad de transformar el orden constituido. Su liderazgo deviene autoridad participante. Es un mandar obedeciendo lo que identifica el liderazgo. Así se complementa con un papel activo de la ciudadanía, al contrario que el caudillo que disuelve y reprime la participación popular.
Liderazgos políticos afincados en proyectos democráticos escasean en el mundo y hay pocos en América Latina, de ahí su relevancia cuando surgen. Los líderes se impregnan de la historia de sus países, recorren el territorio, hablan con su gente, escuchan y saben interpretar los anhelos de justicia social, las demandas de los trabajadores, las mujeres, la juventud y los pueblos originarios. Por ello cuando se asocia a Hugo Chávez con un movimiento caudillista y se le adjetiva como caudillo se está cayendo en un despropósito. Hugo Chávez no ha sido caudillo ni "jefe" de un movimiento caudillista. Apegado a la Constitución, respetuoso de las libertades públicas, civiles e individuales, nunca estuvo por encima de las leyes ni reprimió, torturo, exilió o mando asesinar a miembro alguno de la oposición. Todos, rasgos inherentes a los caudillos y sus regímenes. Hugo Chávez ha sido un líder, un estadista para su pueblo y América Latina. Así se le recordará, muy a pesar de sus detractores.
La Jornada, México
GB
ENTREVISTA A DANIEL SCIOLI.
Entrevista a Daniel Scioli
"Que yo sepa, para hacer política no hay proscripción"
Por Jorgelina Naveiro
El gobernador habla de su relación con Cristina, los cuestionamientos del kirchnerismo y el conflicto docente.
Atajo penales todos los días, dice Daniel Scioli mientras posa en el arco de Villa La Ñata Football Club, el equipo que fundó para despuntar el vicio de jugar ese deporte y que en una semana debutará en la Primera B de Futsal. Es Viernes Santo y recibe a Tiempo Argentino después de una semana agitada en la que intentó destrabar el conflicto docente sin éxito y fue desafiado por ministros y dirigentes kirchneristas a alinearse al proyecto nacional. A lo largo de una hora, el gobernador bonaerense hablará de esos "penales", de las críticas, de su diálogo con Cristina Kirchner, y de la candidatura de Karina Rabolini. Hablará en código Scioli: sin respuestas directas, con mensajes implícitos, sin hacer nombres.
A su estilo, Scioli da a entender que no se siente presionado a romper con el kirchnerismo y atribuye todas las críticas a los fanáticos que "pensaban que iba a estallar todo por el aire" en la provincia. "Algunos pensaban que no íbamos a poder llegar a esta propuesta del 22,6%, y ahora que llegamos les molesta", dice en relación al aumento salarial que otorgó por decreto a los maestros, el tema al que volverá una y otra vez tras cada pregunta. Admite que "se requiere más fortaleza y firmeza para no responder a las provocaciones" que para hacerlas. Y se defiende: "No soy hipócrita."
Scioli no quiere hablar de listas ni de cómo trabajará para sumar bancas propias en octubre en la Legislatura, donde está en minoría. Pero descarta una candidatura testimonial a diputado como la de 2009 porque, subraya, tiene responsabilidades institucionales hasta 2015. ¿Habla con la presidenta de política? No desde el año pasado, pero confía en que, a medida que el cronograma electoral se acerque, volverán a hacerlo. ¿Le pedirá a Karina que se postule? Dice que no, tajante, y dispara: "Son pavadas que se dicen."
–Funcionarios y dirigentes kirchneristas volvieron a cuestionarlo esta semana y a pedirle que se alinee con el proyecto. ¿Se siente presionado?
–Yo corría a 250 km por hora arriba de olas de dos metros, así que imaginate a las presiones que me he expuesto en mi vida. Es como que, cuantas más situaciones difíciles se presentan en el camino, tengo más serenidad, tranquilidad y confianza. No pierdo de vista nunca las prioridades, que por estos días son encauzar la normalización del ciclo lectivo.
–¿Usted siente que lo acorralan para que rompa?
–Hoy leía una columna de un periodista, que dicen que es muy particular porque vive en Pinamar y no habla con los protagonistas a los que dedica sus análisis, y él decía: "Hace nueve años y medio que es inminente la ruptura entre Scioli y el kirchnerismo…” (Se ríe). Me pareció interesante como síntesis.
–¿Hoy el diálogo con la Nación está cortado?
–Cada gobernador tiene sus responsabilidades. No soy de andar poniendo excusas, sino que encaré cambios muy profundos y pude alcanzar un acuerdo con gran parte de los gremios y una propuesta del 22,6% de aumento. Algunos pensaban que no íbamos a poder llegar a esta propuesta y ahora que llegamos les molesta. Pensaban que iba a saltar todo por el aire, que no íbamos a poder, entonces empiezan a embromar de alguna manera.
–¿No siente entonces que sea el peor momento de su relación con Cristina?
–En este momento veo una brecha que a veces se agranda más entre algunos fanáticos que buscan sobreactuar en todo momento, agradar de cualquier manera, no me refiero a nadie en particular, y después las decisiones las va tomando ella. Hay casos emblemáticos como lo de (Jorge) Bergoglio. Cuando yo me reunía con él me cuestionaban y decían que me reunía con el "líder de la oposición" y ahora van todos, rescatan sus valores y su compromiso social. Yo no soy hipócrita y no voy buscando cambiar de opinión para agradar más o menos a la presidenta sino que mantengo una coherencia. Cuando inauguré la planta de residuos con el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, estaban todos: "Uy, mirá, se sacó una foto, inauguró una planta, uh". El otro día se inauguró el subte y estaba un ministro nacional compartiendo con él la inauguración. Dicen que yo hablo con la oposición y en la delegación a Roma, ¿quién estaba? Ricardo Alfonsín, que fue el candidato a presidente de (Francisco) De Narváez. No hay que ver la foto, sino la película, y la película es muy clara y ya tiene diez años.
–O sea que usted se siente respaldado por la presidenta...
–Yo siento que la presidenta y el gobierno nacional vienen desarrollando políticas que a la provincia la han hecho crecer a lo largo de estos años, como la reindustrialización, la sustitución de importaciones, las inversiones directas en los municipios que yo siempre aliento y facilito. Yo le digo a los intendentes: traten de lograr la mayor cantidad de obras para su gente. No ando con susceptibilidades, mezquindades y esas miserias políticas que terminan perjudicando a la gente.
–Usted dice que la presidenta ayuda a la provincia, pero este año el pedido de auxilio financiero no llegó.
–Está bien, pero yo no puedo evaluar o sintetizar la ayuda sólo en términos económicos. Cuando se pudo, se pudo. Sabemos que hay exigencias fiscales mayores a nivel nacional, entonces los gobiernos provinciales fuimos readecuando nuestra estructura impositiva. La Nación tiene otros mecanismos: tiene el cambio de la carta orgánica del Banco Central, tiene la posibilidad de emitir. Las provincias tenemos que financiarnos con impuestos y llevar adelante muchas inversiones con financiamiento, no el pago de salarios. Los salarios los pagamos con recaudación genuina: esto lo digo por tantas pavadas que se dicen. Esta es la brecha que yo veo muchas veces: la presidenta habla de tolerancia, de diálogo, y algunos siguen buscando con una declaración u otra… Te puedo asegurar que se requiere más fortaleza y firmeza para no responder, a pesar del instinto humano y natural que uno podría tener.
–El año pasado hubo un momento de crisis económica y política por el aguinaldo. ¿Pensó en renunciar en ese momento? ¿Lo pensó en algún momento?
–Mi vida personal y política es testimonio de compromiso. No puedo ni siquiera responder a una pregunta así porque he demostrado que a lo largo de todos estos años he sentido el deber y la responsabilidad de honrar cada una de los trabajos que la gente me ha confiado. No puedo andar respondiendo semejantes elucubraciones y expresiones de algunos.
–¿Volvería a ser candidato testimonial como en 2009?
–En ese momento hubo circunstancias muy particulares en las que el ex presidente Néstor Kirchner pensó y planificó una estrategia electoral para defender el proyecto. Estábamos todos: mi vicegobernador Alberto Balestrini; el jefe de Gabinete, Sergio Massa, 45 intendentes, Néstor y yo. Esto no tuvo el acompañamiento ni el resultado de triunfo esperado y, por lo tanto, la que conduce es la presidenta, y ella tendrá definiciones con respecto a esto, de qué manera legisladores que estén comprometidos a nivel nacional y provincial llevarán adelante el desafío electoral. Nosotros tenemos responsabilidades que la Constitución nos marca hasta 2015, tanto ella como yo.
–¿Cuándo fue la última vez que habló con Cristina de política?
–El año pasado creo que hablamos, ¿no? Nos veremos esta semana de vuelta porque hay un acto en la Casa de Gobierno por material educativo y ahí voy a estar.
–¿Tiene diálogo normal con ella?
–Cuando se da la posibilidad y la presidenta dispone de tiempo se puede dar de conversar. Hay veces que ha sido más fluido, otras veces no. Yo respeto muchísimo sus tiempos. Mientras tanto, yo como todo gobernador, hago mi trabajo, no voy a andar haciendo cuestiones porque no pueda tener una conversación. Imagino que, en la medida en que nos vayamos acercando cada vez más a la fecha de la definición de la estrategia electoral para este año, conversaremos estas cuestiones políticas, mientras tanto ella está abocada a la gestión y yo también.
–¿Cómo piensa el armado de listas?
–Hoy estoy pensando en que los chicos puedan llevar su ciclo lectivo en forma normal, que es un tema muy serio.
–¿Pero va a trabajar para tener una mayoría propia en la Legislatura?
–Ese es un tema que recién dentro de 90 días se va a hablar. Todos quieren adelantar los tiempos. Hay quienes tienen más tiempo para pensar. No es mi caso: tengo una agenda de inseguridad que estoy enfrentando, estoy preocupado porque todavía no se pudo aplicar la ley de armas (excarcelaciones).
–Karina dijo que sólo sería candidata si Ud se lo pide. ¿Se lo va a pedir?
–No (tajante). No. Estas son las pavadas que también se dicen. Karina es mi mujer desde hace 27 años. Yo corría en lancha y ella me acompañaba. Después, cuando empecé en la política, ella estaba. Ella tiene su trabajo y aparte preside la Fundación del Banco (Provincia), porque es algo tradicional en la provincia. Siempre la mujer de los gobernadores presidió la Fundación. Ella le dio un perfil social, ella hace este trabajo y colabora desde ese lugar.
–¿Cómo es la relación con Alberto Fernández, que ahora se sumó a La Juan Domingo?
–El diálogo es un símbolo de democracia. Cuando más dificultades encuentro en el camino, más abro mi cabeza y me gusta cambiar opiniones con distintos dirigentes. Alberto es una persona que fue un colaborador de Néstor y de Cristina con una responsabilidad enorme. Tiene vocación de volcar su experiencia, pero eso enseguida se quiere tergiversar. Que yo sepa no hay proscripción para nadie de hacer política o de tener sus aspiraciones. Él da a conocer sus opiniones, lo mismo los compañeros de La Juan Domingo o los de cualquier agrupación que pueden tener sus aspiraciones, voluntad de decir y hacer como pasa dentro de la diversidad de sectores que apoyan a la presidenta.
–¿Cuando Fernández habla de romper, no habla en nombre suyo?
–Cuando yo tengo que hablar, hablo yo. Eso no significa descalificar a nadie. No ando ni hablando off the record ni con intriga, tengo una manera muy llana de comunicarme, siempre ha sido así.
–¿Habla con su hermano Pepe sobre las declaraciones políticas que hace y que lo involucran?
–Yo hablo con mi hermano como hermano, más allá de las diferencias en las visiones políticas que podemos tener, y que no son de ahora sino de hace 4 años, cuando él fue muy sincero con él mismo y tomó una posición y empezó a trabajar con De Narváez. Como todo buen hermano, cuando ve que yo estoy pasando momentos difíciles, sale a defenderme.
–¿Pero no cree que sus declaraciones, como que hay un boicot en su contra, lo complican en el seno del oficialismo?
–Él tiene una manera de hablar que es para defender a su hermano y después un posicionamiento político que tengo que respetar. O cuántas personas ligadas al gobierno tienen conmigo las peores críticas, y yo no involucro a la presidenta cuando manda a un dirigente u otro. Son opiniones de los dirigentes. Midamos todo de la misma manera. Trato de que la política no destruya los vínculos familiares. Yo también soy así con él, siempre en momentos muy difíciles nos hemos apoyado mutuamente. Él tiene una posición crítica y diferente de muchas cosas desde hace ya cuatro años.
EL CONFLICTO DOCENTE
Desde enero, el gobierno mantiene abierto un conflicto con los maestros, que ya llevan ocho días de paro y amenazan con tres más a partir del 8 de abril. Esta semana será clave para frenar esa medida de fuerza, pero las posiciones parecen irreconciliables. Scioli dice que no puede moverse del 22,6 por ciento.
–¿Van a modificar la oferta docente o adelantar sumas de diciembre a septiembre, como ocurrió con los estatales?
–No. Yo les dije a los docentes: tratemos de encontrar una solución que no pase por reabrir la paritaria, dados los acuerdos tan amplios alcanzados por los otros gremios estatales.
–El Frente Gremial Docente dice que la primera cuota implica un porcentaje menor al nacional.
–En un momento de la reunión le dije a (Roberto) Baradel: "Vamos a hacer un ejercicio informal. Vamos a suponer que en esa primera cuota - que respeta el piso nacional, que respeta todo- nosotros hacemos un esfuerzo mayor, ¿vos aceptás? Ah, no no, me dijo.” Como ejercicio, en una reunión informal, ¿te das cuenta? Así es muy difícil. Acá hay una realidad objetiva: la inflación se está desacelerando –fruto de los acuerdos de precios - y no es lo mismo un 22,6% con una inflación proyectada del 25% que una inflación que se prevé estará por abajo del 20 por ciento.
–Parece un argumento complicado para que los gremialistas lleven a las bases
-Pero los otros gremialistas lo han logrado explicar. Un buen salario es el que se puede cobrar también. Yo no sólo tengo que pagar los salarios de los docentes. Hemos hecho cambios impositivos y logramos avanzar en un 70% de ingresos propios, que parece que es lo que molesta a los que esperaban que la provincia reviente antes. El financiamiento que aprobó la Legislatura es para completar inversiones. Ya se autorizó a tres provincias y esperamos que también se pueda normalizar con Buenos Aires.
–¿Cómo van a hacer que los chicos vuelvan a las aulas si las posiciones son tan contrarias?
–Esperando que, mientras seguimos conversando, no se convoque a más medidas de fuerza. Vamos a seguir hablando a ver si aparece otro tipo de solución.
–¿No piensa en dictar la conciliación obligatoria?
–No, no es mi manera de trabajar.
-–Cuando habla de otra solución, ¿a qué se refiere?
–El sistema educativo tiene una estructura muy particular. Les dije a los gremios de trabajar las licencias médicas.
–¿Quiere ahorrar por ese lado?
–Estamos encarándolo y todo recurso que podamos mejorar en el sistema educativo se va a reinvertir en él. Es una injusticia cuando hay un uso distorsionado de lo que es el derecho a una licencia médica. Nos encontramos con casos que fueron llevados a la justicia.
–¿No cree que las declaraciones de Alberto Pérez, cuando dijo que Baradel tenía una actitud destituyente, o de Oscar Cuartango, que dijo que iba a negociar con una pistola en la nuca complicaron la negociación?
–(Piensa) Prefiero quedarme con lo que fue la imagen de la última reunión y prefiero que todo siga en ese camino. «
"La provincia no anda mendigando"
–Para bajar gastos decidió estatizar la limpieza en los hospitales y seguiría por los ministerios
–Sí, se está avanzando en eso, pero cualquiera de esas medidas representa algo mínimo comparado con los valores que hablamos. Cada punto de aumento son 700 millones de pesos. Hemos liquidado aeronaves, hemos bajado gasto en celulares, coches… pero bajás todo eso y tenés un ahorro con toda la furia de 40 o 50 millones al año. Estamos hablando de una pauta salarial de 14 mil millones. El tema es que aún está ese lastre histórico, que tiene que ver con el congelamiento del Fondo del Conurbano. La provincia es solidaria con el resto del país, Buenos Aires aporta el 40% y lo que no distribuye en la provincia, va a las otras provincias. La provincia no anda mendigando. Hay que cambiar el enfoque de la cuestión.
–¿Cuál sería el cambio de enfoque?
–Cuando la provincia dice que se está pidiendo plata, no es que anda pidiendo plata, justamente tendría que lograrse un nuevo… (se interrumpe), está en la Constitución y lo dijo Kirchner en algún momento.
–Un nuevo esquema de coparticipación…
–Lo dijo Néstor en 2003 y cuando fue candidato a diputado, pero no es una decisión que dependa de la presidenta sino que depende de la articulación de todos los gobernadores, algo que es muy difícil de alcanzar. Cambiar de enfoque es ver que la provincia cuando recibe eso, está recibiendo plata de la que está aportando. Una cosa es que pida arriba de lo que aporta y otra es que pida parte de lo que aporta. También la Nación aporta mucho a la provincia en forma indirecta y yo siempre lo he dicho.
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