martes, 26 de marzo de 2013
PUEDE EL ESTADO SER LO COMUN?
¿Puede el Estado ser lo común?
Por Raúl Zibechi
Las reflexiones y análisis rigurosos y comprometidos son imprescindible en este periodo turbulento y caótico, en el cual las fuerzas antisistémicas tienen dificultades para orientarse y definir un rumbo. Algunos de esos análisis han jugado un papel destacado en los debates que realizan los movimientos, porque iluminan los temas más importantes para orientarse en el largo plazo.
Los trabajos del geógrafo David Harvey, en particular aquellos que permiten comprender mejor los modos de acumulación del capital, han sido incorporados por numerosos movimientos para analizar la realidad que desean transformar. El concepto de "acumulación por desposesión", que puede traducirse también como acumulación por despojo, formulado en su libro El nuevo imperialismo (Akal, 2004), es una de las ideas-fuerza aceptadas por quienes integran organizaciones antisistémicas.
En otros trabajos Harvey se empeña en comprender más a fondo los movimientos del capital y su impronta en los espacios geográficos y en los territorios, destacando cómo han reconfigurado la trama urbana en las últimas décadas. En El enigma del capital y las crisis del capitalismo (Akal, 2012), constata la estrecha relación entre urbanización, acumulación de capital y eclosión de las crisis. Desde la posguerra (1945), apunta, la suburbanización jugó un papel importante en la absorción de los excedentes de capital y de trabajo.
El consumo explica el 70 por ciento de la economía estadunidense (frente al 20 por ciento que representaba en el siglo XIX), lo que lo lleva a concluir que "la organización del consumo mediante la urbanización se ha convertido en algo absolutamente decisivo para la dinámica del capitalismo" (p. 147). Consecuente con sus trabajos anteriores, coloca en un lugar central la creación de nuevos espacios y territorios, y los considera el aspecto fundamental de la reproducción del capitalismo, destacando las categorías de "renta de la tierra" y "precio del suelo" como las bisagras entre capital y geografía.
El análisis de la "lógica territorial" del capitalismo, complementaria y convergente con los flujos del capital que atraviesan los espacios con "una lógica más sistemática y molecular que territorial" (p. 171), conduce a Harvey a abordar el poder, los estados y las resistencias, recordando que en este periodo "el Estado y el capital están más estrechamente entrelazados que nunca" (p. 182). Ingresa aquí en un terreno mucho más delicado. Aunque parezca contradictorio con esa afirmación, defiende "la utilización del Estado como instrumento principal de contrapoder frente a capital" (p. 173).
En todo caso, Harvey hace un reconocimiento a las juntas de buen gobierno zapatistas como organizaciones territoriales capaces de crear un nuevo orden social. En este punto no establece ninguna diferencia entre organización territorial y Estado, ni entre poder instituido y contrapoderes. Aunque no trabaja en esa dirección, el debate acerca de si todo poder territorial es sinónimo de Estado sigue abierto y aún no hemos avanzado mucho al respecto.
No creo que sea lo más adecuado continuar un debate de carácter ideológico sobre el Estado –aunque sabemos la posición de Marx al respecto, siempre sostuvo la necesidad de destruir el aparato estatal–, sin abordar previamente los caminos para salir del capitalismo y transitar hacia un mundo diferente. En su más reciente trabajo, Rebel cities ( Ciudades rebeldes, aún no traducido), Harvey dedica un capítulo a "La creación de los comunes urbanos", donde critica frontalmente tanto la organización centralizada de inspiración leninista como el "horizontalismo", al que acusa de centrarse en prácticas de pequeños grupos que resultan imposibles en escalas mayores y a escala global.
Harvey cuestiona también las "autonomías locales" como los espacios adecuados para proteger los bienes comunes, porque en los hechos "demandan algún tipo de cercamiento" ( enclosure, p. 71). El razonamiento de Harvey está anclado en las "escalas": tener un huerto comunitario en tu barrio es algo bueno, dice, pero para resolver el calentamiento global, la calidad del agua y del aire o problemas a escala global, no podemos apelar a asambleas ni a las formas de organización que tienen hoy los movimientos. Para eso no hay otro camino que apelar al Estado, en escala nacional, regional o municipal.
Tres consideraciones al respecto. Lo que propone Harvey se inscribe en una profunda tendencia histórica que ha recobrado vigor en los últimos años. Aunque quien suscribe no la comparta, el grueso de los movimientos latinoamericanos migraron de las posiciones autónomas a las prácticas estatistas y electorales. No reconocer esta tendencia no contribuye a profundizar los debates.
La segunda tiene que ver con el carácter del Estado: ¿puede el Estado, que no es lo común sino la expresión de una clase social, tener alguna utilidad para proteger lo común? La comunidad, verdadera expresión de lo común, es la organización humana más adecuada para proteger los bienes comunes. No es casual que allí donde esos bienes han sido preservados es donde predominan los modos comunitarios en sus más diversas formas.
En tercer lugar, es necesario deshacer un malentendido que ha ganado enorme predicamento en los últimos años: asumir la administración del Estado, el gobierno, se convirtió para muchos activistas en el camino para transitar hacia un mundo nuevo. Más allá de cómo se evalúan las gestiones de los gobiernos progresistas, no existe en el mundo ninguna experiencia de construcción de nuevas relaciones sociales desde el Estado heredado por el capitalismo.
"La clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella para sus propios fines", escribió Marx en 1872, al hacer balance de la Comuna de París. Que aún no tengamos fuerza material para hacer lo que recomendaba Marx no quiere decir que nuestro horizonte deba ceñirse a luchar por administrar lo existente, porque de ese modo nunca superaremos el capitalismo.
La Jornada, México
GB
El combate contra el trabajo esclavo, opina Tomada.
El combate contra el trabajo esclavo
Por Carlos Tomada *
Resulta increíble que en el siglo XXI la esclavitud laboral siga siendo motivo de preocupación. Y todavía más que en una reunión entre el Papa y una jefa de Estado sea uno de los temas abordados. Pero lo es. Lamentablemente. Sobre todo teniendo en cuenta que en enero se cumplieron 200 años de la abolición de la servidumbre en la Argentina. Parece mentira que aún existen quienes consideran a los trabajadores hombres y mujeres carentes de derechos. En esta misma lógica se inscriben los individuos que persisten con la trata de personas. Y, claro está, no es patrimonio de la Argentina, sino que es una triste realidad que se vive en casi todo el mundo.
La frase “trabajo esclavo” encierra una contradicción en sí misma. El trabajo dignifica y la esclavitud denigra. Salarios, descansos, cobertura de una obra social, aportes, vacaciones y condiciones adecuadas son beneficios insoslayables. Sin embargo, para algunos todavía son un privilegio. Utilizan una excusa vergonzosa, le ponen el rótulo de cultura y se escudan en ella. Una cultura a la que este gobierno decidió sacarle tarjeta roja, sabiendo que, como siempre, enfrentamos intereses. También en este tema.
Cuando la Presidenta salió de su almuerzo con el nuevo papa expresó que “hay gran compromiso de Francisco en la lucha contra la esclavitud y la trata de personas, y nos sentimos totalmente identificados”. Y es así. Sin vuelta atrás. Cuando se inició este proyecto en 2003 lo hicimos con esta convicción. O sea, incluir. Y devolverle al concepto trabajo la integridad que le es propia. Y que había perdido a través de años de falsedades economicistas. No resultó una tarea sencilla. La reticencia de algunos y los vericuetos judiciales en otros son una dificultad cotidiana. Hay intereses concentrados que se niegan a cambiar. Que bajo el pretexto de la cadena de valor tergiversan y construyen una cadena de disvalor en términos laborales y sociales.
Para enfrentar esta problemática hubo que poner al Estado en marcha. Devolverle el rol que le habían quitado. Cambiamos bolsones de comida por puestos de trabajo. En estos diez años se generaron 500 mil empleos de promedio por año. Cambiamos decretos por negociaciones salariales. Sacamos del destierro al Consejo del Salario Mínimo e implementamos la Asignación Universal por Hijo. Y, desde el primer día, comenzamos una pelea sin pausa contra la informalidad laboral.
Hoy nadie desconoce que el trabajo no registrado es una ilegalidad que algunas empresas o patronales cometen. Desde que se lanzó el Plan Nacional de Regularización del Trabajo, en octubre de 2003, desde el Salón Blanco nos dedicamos a concientizar. Además, porque tomamos medidas para simplificar la registración y porque planteamos beneficios impositivos. Pasamos de 22 agentes para cubrir todo el país a 450 inspectores especializados y profesionalizados. Fortalecidos con infraestructura y tecnología. Y se articuló esta fiscalización con la AFIP. Se trabajó y se trabaja coordinadamente con las provincias. Y se creó el Renatea como órgano del Ministerio de Trabajo dedicado al registro y control del trabajo rural.
Para transformar esta matriz cultural perversa hizo falta más. Hace falta responsabilidad social de los empresarios y contar con más compromiso de muchas dirigencias sindicales. Además es indispensable un marco legal que aborde esta cuestión en su totalidad. Y por esto se hicieron una serie de proyectos que se convirtieron en ley. Primero se derogó la “ley Banelco”, que precarizaba y flexibilizaba los derechos laborales. Después se sancionó la Ley 26.364 sobre trata de personas, como norma fundamental para el accionar contra el trabajo esclavo. Luego se sancionó la Ley 26.390, que prohíbe el trabajo infantil para menores de 16 años. Y, la semana pasada, la ley que convierte en delito el uso del trabajo infantil. Pero también, en 2011, se promulgó la Ley 26.727 del Nuevo Estatuto del Trabajador Rural. Y hace pocos días se acaba de aprobar la nueva Ley 26.844 de Trabajadores de Casas Particulares.
Se ha avanzado. Pero siempre se puede dar un paso más. Como el que estamos dando en la ciudad de Buenos Aires desde 2008 con la inspección que detectó más de 1150 talleres textiles clandestinos. Confeccionistas de reconocidas marcas que fueron debidamente multados por casos de trata de personas y reducción a la servidumbre. Hoy, alrededor de cien causas se encuentran en la Justicia. Y en busca de agilizarlas, el Ministerio de Trabajo se presentó como querellante. La Justicia, lamentablemente, no le otorgó ese lugar.
O el operativo conjunto en 2011 que descubrió a una transnacional reduciendo a la servidumbre a 133 trabajadores y 19 menores de edad en la provincia de Santiago del Estero. O, cerca de esa fecha, una situación similar en Ramallo, en la que se encontraron 80 trabajadores en situación de esclavitud laboral. Y en el mes próximo pasado podemos citar el ejemplo nefasto de la aceitunera riojana que explotaba a más de 200 trabajadores, con miserables condiciones laborales. O el caso más reciente de Expo Agro. En esa exposición se detectó que de las 126 empresas fiscalizadas que participaron, 58 presentaron algún tipo de irregularidad laboral.
La tarea todavía está vigente. Mientras haya una persona maltratada laboralmente no se puede bajar los brazos. Saber que la cantidad de trabajadores registrados hoy es la más alta de los últimos 38 años, impulsa a seguir. La explotación, la esclavitud y la exclusión de derechos siguen siendo el desafío. Los argentinos de esta década sabemos que es posible superarlo. Poseemos la vocación y la épica para lograrlo.
* Ministro de Trabajo.
26/03/13 Página|12
GB
FAMILIARES: QUE HABRAN LOS ARCHIVOS.
EL TESTIMONIO DE ANGELA “LITA” BOITANO EN EL JUICIO POR LOS CRIMENES EN LA ESMA
“Tienen que abrir los archivos”
“Necesito que me encuentren los restos de mis hijos, yo los quiero ver.”
Imagen: telam
La referente de Familiares de Detenidos y Desaparecidos reclamó que se hagan públicos los documentos del Vaticano y las Fuerzas Armadas referidos a la última dictadura.
Por Alejandra Dandan
“Nosotros también nos estamos muriendo porque tenemos una edad muy similar a la de ellos, pero Dios nos puso todavía acá para hacer memoria. Para hacer justicia están ustedes”, les dijo Angela “Lita” Boitano a los jueces. “Pero la verdad todavía no la tenemos, ningún juicio nos la dio: tienen que abrir los archivos de los militares, porque ellos ¡los tienen! Emilio Mignone lo decía en el ’76, nunca los militares van a destruir las pruebas de una guerra que consideraron ganada.” Lita Boitano no sabía cómo iba a estar para declarar un día después del 24 de marzo. Pero llegó. Se lo debía a sus hijos, dijo, Miguel Angel y Adriana, los dos desaparecidos. “Pido a Dios que me dé salud para poder vivir estos años después de tanta lucha. Creo que son años fundamentales. Y pedir como lo pido siempre al Equipo de Antropología Forense, que necesito que me encuentren los restos de mis hijos, yo los quiero ver.”
En la sala del juicio por los crímenes de la ESMA, la rodeó la muchachada de Hijos que encontró cobijo en la Casa de la calle Rivadavia, donde funciona desde hace años la sede de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, y donde Lita Boitano atiende el teléfono todas las tardes. En la primera fila se sentó Vera Jarach, de Madres de Plaza de Mayo, con su pañuelo. La escuchó un compañero de su hijo, Miguel Angel Boitano, secuestrado el 29 de mayo de 1976. Lita le pidió al papa Francisco por los archivos del Vaticano, pidió la autocrítica que nunca hizo la Iglesia. Durante la declaración no paró de hablar, rió y lloró. “Esa noche yo me quedé en un hotel, me duché, me acosté y me quedé esperando a las chicas: y yo sentí un sable, como un sablazo en mi corazón, pero muy fuerte, la única vez que lo sentí: lo mataron a Miguel Angel, me dije.”
Miguel Angel estudiaba Arquitectura, militaba en la Juventud Universitaria Peronista. “El 28 de mayo toma su té, estaba muy resfriado y se va a la casa de la novia. Es la última vez que lo vi”, dijo. “Yo voy a Devoto y paso la tarde en la casa de mi prima y cuando vuelvo, vi operativos en la calle San Martín y me dije: ‘Dios quiera que Miguel Angel esté en casa o en la casa de su novia María Rosa’. Llegué a casa y más o menos a las diez de la noche recibí un llamado de Cristina, una persona que yo no conocía’.” Cristina, que era la mujer de Roberto, un compañero de su hijo. Le contó que esa tarde iban a estar juntos y en algún momento iban a dejar la casa de los padres de Roberto y tomar un colectivo en Ugarte y Panamericana. “Ese lugar que me quedó grabado –dijo ella–: ahí por supuesto me empecé a poner muy nerviosa, soy muy optimista, pero la realidad es una.”
Lita empezó la búsqueda primero con María Rosa, la novia de su hijo: “Ya era como la una de la mañana, salimos las dos, empezamos a deambular por Santa Fe, a llamar a los padres de María Rosa, y nada. Nos vamos en colectivo a la casa de ella con la esperanza de que estuviera ahí, esperamos hasta la mañana. Salimos y fuimos a ver a los padres de ella, en Villa del Parque, y con el auto nos dirigimos a mi casa”.
En ese cruce de nombres, calles y datos, Lita se detuvo en la escena frente a su casa. Otros compañeros de Arquitectura habían empezado a caer en marzo. La hija más grade de Lita, Adriana, vivía en San Pablo. Durante esos días de rondas en casas de familiares en estado de pánico, patotas que “hicieron un desastre” en casa de una vecina, luego de una prima embarazada y con un niño, Lita que es creyente visitó a un capellán de policía que “con sorna me dijo: ‘Señora no se haga problema, seguramente se haya ido con una chica’ –siguió ella–. ¿Cuál es el otro trámite que puede hacer una persona creyente? No sé si me lo dijo Cata (Lugones) o quién, pero alguien me dijo que fuera a ver a monseñor (Emilio) Graselli”, dijo. A Graselli lo vio por segunda vez a comienzos de agosto del ’76. Había otros esperando. “Cada una que salía lloraba, me tocó casi última. Cuando me recibe, no voy a olvidar nunca que estaba ahí (Adolfo) Tortolo. Y muy suelto de cuerpo me muestra dos cuadernos y dice: ‘¿En qué libro estará su hijo, en el libro de los vivos o de los muertos?’ Lo mira y dice: ‘Yo ya le diría señora que no busque más’. Nunca más lo vi, lo que sí requiero es que sea juzgado, indagado, porque las aberraciones de respuesta que hemos tenido muchos padres es tan tremendo... que es una persona con la que me enfrentaría, no sé de qué manera, a los golpes lo haría.”
En la sala hubo alguna sonrisa. Lita contó parte de la historia de Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas. El primer encuentro en Callao y Corrientes, casi a tientas, después de un llamado en enero de 1977 de Katy Neuhaus, de Madres Línea Fundadora. “La mayoría habíamos empezado con gestiones individuales. Y ella me dijo: ‘Mirá, Lita, tu número me lo dio Cata Lugones. La reunión es muy importante en Corrientes y Callao’, sin decir exactamente el número. Vimos cierta cantidad de gente que entraba a un edifico, en Corrientes 1785, la sede de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, en el 5° J, arriba de la confitería Opera. Y allí había una sala destinada a familiares que necesitaban denunciar el secuestro de los hijos, padres, abuelos, hermanos, una gran cantidad de gente. Cuando me toca a mí, se admiraron muchísimo porque no había hecho un hábeas corpus.”
Todos los días había un grupo trabajando. “Nosotras éramos las viejas, aunque teníamos 45 o 46 años, y todas lo mismo: decíamos mi hijo era estudiante, trabajaba en tal fábrica, o el nieto, había abuelas con los chiquitos que eran los hijos de sus hijos, era una cosa impresionante. Entro directamente a Familiares a hacer el trabajo, hacíamos todo lo que necesitábamos para buscar y poder sentirnos vivos y útiles para nuestros hijos.”
El 24 de abril del ’77 secuestraron a Adriana. Lita no habló del secuestro porque espera hacerlo en su propio juicio. A partir de ese día, a ella le pasó otra cosa. “Quedé directamente ahí para luchar por mis dos hijos y realmente todo el miedo que tuve antes y después con Adriana desapareció, es una sensación que nunca podría explicar. Todas las tensiones y los nervios y el temor desaparecieron. La entrega fue total porque ya me habían sacado todo, por lo tanto la lucha tenía que ser para mis hijos y para el resto.”
Como hizo Baltasar Garzón la semana pasada, cuando le pidió al papa Francisco que abra los archivos del Vaticano, en busca de la información que Juan Pablo II recibió de las personas que lo visitaron durante la dictadura que sufrió la Argentina, Lita dijo lo mismo. “Hay algo me gustaría decir, señor presidente”, le dijo Lita al juez Leopoldo Bruglia. “Y es muy importante: que apenas llegué a Roma me entero de que habían secuestrado a Thelma Jara de Cabezas, que estaba en ese momento viviendo en casa de mi madre. Preparamos una denuncia, la llevé al Vaticano, había que lograr entrar y ahí me atiende un abogado. Pide una ficha y esa ficha tenía mi nombre como denunciante del secuestro de mi hijo y de mi hija. Así que es muy probable que el Vaticano tuviera el archivo más completo de los desaparecidos, esa ficha era de fichero. No podría decir si tenía los datos de los centros clandestinos o en qué lugar los hubieran destinado los militares genocidas.” En la sala, primero levantó la mano un abogado y en vez de hacerle una pregunta le agradeció. Luego lo hizo otra abogada. Cuando la defensa intentó oponerse, la sala completa la aplaudió.
26/03/13 Página|12
GB
CARTA DE UNA ABUELA A FRANCISCO
Carta abierta al Papa de una Abuela de Plaza de Mayo
Por Sonia Herminia Torres *
Mi muy respetado Francisco:
Mi nombre es Sonia Herminia Torres y soy una de las tantas Abuelas de Plaza de Mayo de la Argentina. Vivo en Córdoba y a esta carta la escribo en esta fecha porque este 26 de marzo, hace 37 años, cambió mi vida en forma intempestiva, abrupta, definitiva. Esa fecha partió mi vida en dos.
Un 26 de marzo, hace exactamente 37 años, los militares de la dictadura más atroz que sufrió nuestro país se llevaron para siempre a mi hija Silvina Mónica Parodi, embarazada de seis meses y medio, y a su esposo Daniel Francisco Orozco. Ella tenía sólo 20 años y él 23. Toda la familia esperaba con amor y alegría la llegada del bebé. Desde esa tarde del 26 de marzo de 1976, los estoy buscando.
Sé con certeza que Silvina tuvo su hijo en cautiverio entre los últimos días de junio y los primeros de julio de aquel año terrible. Supe también que fue varón y que lo separaron de su madre y de toda su familia con posterioridad a su nacimiento.
Como tantos otros hijos de madres cautivas, los militares dispusieron de él como un objeto, dándolo a otra familia y condenándolo a caminar a tientas por la vida, sin saber su origen biológico y sin saber que esta abuela y su familia lo aman y lo han buscado incansablemente. Que lo siguen buscando.
Créame, Excmo. Francisco, que la desaparición forzada de esos seres tan amados se convirtió en un dolor indescriptible que me acompaña desde entonces.
Ya tengo 83 años, y cada día me levanto con la esperanza de encontrar a mi nieto. De que él llame a mi puerta y me diga: “Hola abuela, ¡aquí estoy!”.
No quisiera partir sin poder ver su cara. Sin poder recrear en sus gestos los de sus padres, mis hijos, que, desde esas fotos en blanco y negro que las Abuelas llevamos siempre en nuestras marchas, nos miran. Porque, suspendidas en el tiempo, sus miradas son un ruego, al igual que nuestro andar sin descanso.
Su llegada al Vaticano, Francisco, ha renovado las esperanzas sobre todo lo que puede el inmenso poder de Dios y de su Iglesia. Es por eso que me dirijo a Usted, como máximo representante de la Iglesia, para pedirle que actúe sobre aquellos que tienen un conocimiento directo de dónde están nuestros nietos y nos digan a quiénes se los entregaron y dónde enterraron a sus padres.
Estoy convencida de que Usted, en este momento histórico, irrepetible, puede interpelar sus conciencias para que reparen de alguna manera el daño que han infligido.
Después de años de tristeza y desazón que han dejado marcas profundas en mi alma y en mi espíritu, deposito mi esperanza en Usted, Santo Padre.
Ya no me queda mucho tiempo. Quisiera rogarle que antes de mi viaje final me ayude a reencontrarme con mi nieto para que juntos podamos ponerles una flor a sus padres, contarle su historia, la mía propia, y juntarnos en el abrazo eterno que sólo permite el amor. Enseñarle que el amor crea mundos o los vuelve a refundar hasta de sus ruinas.
Confío en su corazón y en su inteligencia y en el nuevo lugar que Dios ha elegido para su vida. Sé que para Dios no hay cosas imposibles y que de su mano se podría lograr lo que tanto ansiamos las Abuelas de Plaza de Mayo. Es esa certeza la que me ha impulsado a escribirle desde el humilde lugar de madre y abuela.
Con todo mi respeto y con una gran esperanza, le envío mis mejores deseos en su tan trascendente misión.
* Abuelas de Plaza de Mayo-Filial Córdoba.
26/03/13 Página|12
lunes, 25 de marzo de 2013
Martín Romeo (en tuiter: @queruzo) realizó otro #queruzoInvestiga. Hoy, datos duros sobre lo que está sucediendo con la moneda extranjera y los especuladores ¿Quién pagaría la fiestita de la devaluación?
Dólar ilegal Los devaluadores seriales
continuación, la serie de tuits que enmarcan la investigación:
Uno de los temas de estas horas en 1/2s y redes es el dólar marginal. Lo llamo así por su ilegalidad y mercado pequeño.#queruzoInvestiga
Cada vez que instalan el tema del dólar margineta, blú o ilegal, aparecen los devaluadores seriales reloaded. #queruzoInvestiga
Las devaluaciones afectan al salario real y su poder adquisitivo; sufren los trabajadores, sufren los que menos tienen.#queruzoInvestiga
Miremos ejemplos recientes de nuestra historia. En 2002 se propuso una “devaluación ordenada” (jajaja) de 1,4$ = 1 u$s.#queruzoInvestiga
La inflación acum del 1° semestre de esa “salida ordenada” fue de 30,5%; 39,2% en alimentos y 49,9% en canasta básica.#queruzoInvestiga
El poder adquisitivo general cayó un 23,8% (26,5% para los trabajadores en negro). Charlemos lo de "ordenada", no?#queruzoInvestiga
La línea de pobreza en personas de fin de 2001 que era 38,3% pasó a 53,0%; o sea, aumentó un 38%. #queruzoInvestiga
La línea de indigencia en personas pasó de 13,6% a 24,8%; o sea, aumentó un 82%. Qué ordenado todo... #queruzoInvestiga
Otro antecedente reciente de la historia se ubica entre noviembre del 89 y abril del 90. #queruzoInvestiga
La devaluación de mayo a octubre de 1989 fue del 1.610%. La inflación acumulada de ese mismo período fue de 1.712%.#queruzoInvestiga
En el período, la pobreza de 25,9% pasó a 47,3%; o sea aumentó 83%. La indigencia de 8,0% pasó a 16,5%; o sea aumentó 106%#queruzoInvestiga
Pidan lo que quieran pero luego no la careteen con hay que cuidar los que menos tienen. #queruzoInvestiga
Pedir q se controle la inflación pidiendo al mismo tiempo devaluación es cuanto menos para el psiquiatra. #rivoParaTodos#queruzoInvestiga
Las devaluaciones son más inflación que ya sabemos a quién le pega. A los pobres. #queruzoInvestiga
El stock de riqueza de “ricos” es multivariado: ingresos, prop, títulos, colocaciones, inversiones, nacional y/o extranj.#queruzoInvestiga
Esa composición del capital sirve como “paraguas” y los hace insensibles, a los procesos traumáticos de las economías.#queruzoInvestiga
Los "ricos" tienen > disponib de activos, manejo de > cantidad y calidad de info s/realidad econ, > diversif del porfolio.#queruzoInvestiga
Los “ricos” pueden adquirir una suerte de seguro contra shocks macros adversos x diversificación del portfolio. #queruzoInvestiga
Así que ya saben quién pagaría esa fiestita de la devaluación (ordenada o desordenada). Será q mi TL se llenó de ricos?#queruzoInvestiga
Así que olvídense de la devaluación. Sería un desastre s/precios y poder adquisitivo a pocos meses de las elecciones.#queruzoInvestiga
El gobierno no va a darles ese gustito... #queruzoInvestiga
Para conocer más #queruzoInvestiga puede visitar: http://storify.com/queruzo
Iglesia y Dictadura
En un momento donde la mayoría vive una fiesta eclesiástica ante la elección papal, cabe recordar ciertos elementos que todavía subsisten en las propias entrañas de la Iglesia Católica.
Por Nicolás Adet Larcher I Las dictaduras militares, tan acostumbradas en nuestra larga historia Argentina, siempre precisaron del aval de la Iglesia Católica para su subsistencia. Tanto internamente, como para dar un ejemplo hacia el exterior.
Desde lo más profundo de la doctrina de la Iglesia, siempre se observó con buenos ojos el hecho de que un Golpe de Estado posibilite una “restauración” de la República. La dogmática eclesiástica aporto lo suyo para que los soldados de la Patria no carguen con la culpa de lo que era, en ese momento, una “Guerra justa”. Basta recordar publicaciones de la época como la revista Verbo, Criterio, o Cabildo, que cargaban con una impronta altamente católica, donde se pregonaba razones para la guerra. El caso de la revista Verbo es particular. Su primera edición, posterior al golpe, vino acompañada de una serie de fascículos, titulados como “Doctrina de la restauración”. El autor era Miguel Angel Iribarne, también director de la revista, que nunca tuvo pelos en la lengua para afirmar en su medio gráfico: “La guerra es religiosa, e ignorarlo es condenarse a perderla”[1]
Iribarne prosiguió su labor incansable contra la “subversión” cuando se incorporó al gabinete del ministro Albano Harguindeguy[2], quien cumplía la función exclusiva dentro de la dictadura militar de perseguir a los hombres eclesiásticos que no adherían al Nacional-Catolicismo. En la actualidad, colaboraron junto a Fernando Estrada (director reemplazante en la revista) con el arzobispo de la Plata y encargado de acción católica del Episcopado, Héctor Aguer.
El apoyo moral que se brindaba desde la fe, auspiciada por una Iglesia que negaba los crímenes, fue un pilar fundamental, tanto para soldados firmes y decididos como para soldados que cargaban con una dicotomía feroz. Claro es el caso de Adolfo Scilingo, quien fue uno de los primeros militares en confesar los crímenes de lesa humanidad. La confesión la reveló el periodista Horacio Verbitsky en su libro “El Vuelo”, donde se grafica que, luego del primer vuelo de la muerte donde se había desnudado a los prisioneros y se los había arrojado al mar, Scilingo regresó perturbado por el hecho que acababa de cometer. Ante tal desequilibrio, recurrió al Capellán de la ESMA, quien lo tranquilizo mediante la utilización de parábolas de la Biblia sobre la separación de la cizaña del trigo. El capitán afirmo que los dichos textuales del capellán habían sido: “Fue una muerte cristina, no sufrieron”.[3]
La violencia se justificaba si era en favor de Cristo. La doctrina cristiana fue redactada en una especie de manual por parte del Marcial Castro Castillo. El Capellán desarrolla una extensa justificación de la tortura, la violencia, la muerte y la propiedad privada. Dirigió su libro hacia los jefes de las Fuerzas Armadas en nombre de la “Cruzada justa por Dios y la patria”. Si el fin perseguido es conocer la verdad, la tortura es justificada. Lo esencial era “conseguir informaciones indispensables para la protección del bien común”. Sin duda, el fin justificaba los medios y había más. En otra parte de su manual, Castro Castillo se refiere a la propiedad privada y plantea algo interesante. Sustentándose en Vitoria y Santo Tomás para sus escritos, Castillo afirmaba que en la guerra justa es “licito resarcirse con los bienes del enemigo”. Como intentando hacer una salvedad al respecto, agrega que no se permite la rapiña de los policías y quienes velan por la seguridad, sin la autorización superior correspondiente. En cuanto a lo que respecta a los inocentes, para el autor no era lícito matarlos, salvo en casos donde “de otra forma no pudiera hacerse posible la guerra contra los culpables”.[4]
En la guerra todo vale. Pero pareciera que algunas atrocidades se aceptan por algunos, y se rechazan por otros. Eugenio Zitelli, capellán de la policía de Rosario, era uno de los tantos que sabía acerca de las desapariciones y las torturas. María Inés Luchetti de Bettamin, había dado a luz en cautiverio y tuvo un encuentro con Zitelli un poco fuera de lo común. La mujer le contó al capellán acerca de las torturas y las violaciones que sufrían prisioneras de 16 a 60 años en el subsuelo de la jefatura donde funcionaba un Campo de Concentración. Zitelli sin suavizar sus palabras le contesto:
-Que usen la picana se justifica por que estamos en guerra y es un método apto para obtener información. Pero las violaciones atentan contra la moral y los militares nos prometieron que eso no iba a pasar. ¿Me autoriza a que se lo diga al Arzobispo?
-No se lo autorizo. Se lo exijo.[5]
En aquel entonces, el arzobispo era Bolatti. Ante el planteo de Zitelli, no tuvo reparos en contestar que si se perdía la guerra podía subsistir el marxismo, y que eso desencadenaría un “placer sexual desorbitado”.
Ya pasada la dictadura, en el gobierno de Alfonsín, y en los finales de los 90, Zitelli recibió el título de monseñor honorifico. Conferido por el propio Juan Pablo II desde lo alto del Vaticano. Eugenio Zitelli recibió el honor de parte del sucesor de Bolatti en el arzobispado. Vecinos de la localidad se congregaron para repudiar la decisión. Ante el disgusto, el arzobispo Mirás declaro que si tenían algo contra Zitelli debían hacer la denuncia correspondiente. Mirás no había tenido en cuenta que las denuncias transitaban un sinuoso camino de impunidad desde hace 15 años.[6]
La Iglesia, sin dudas sabía. Lo reconocen sacerdotes que confesaban a los detenidos antes de que los mataran, como lo fue Horacio Astigueta, quien solo atinó a contestar que era “su deber”.[7] O en su momento, lo dijeron personas como el Arzobispo Angelelli, o Ponce de León, a cargo de la diócesis de San Nicolás. De León conto que cuando intercedió por información sobre las desapariciones que se estaban produciendo, el jefe de seguridad, Coronel Manuel Saint Amant, le respondió: “Voy a hacer desaparecer a todos los que están con usted, y a usted todavía no puedo porque es Obispo”.
Es que el hecho de ser Obispo, quizás, paradójicamente era una bendición. O no. En el primer plenario anual del Episcopado que transcurrió en mayo de 1976, Angelelli expresó su preocupación sobre las persecuciones que venían sufriendo los sacerdotes, laicos y demás personas de parte de bases del ejército y la fuerza aérea. Mientras tanto, ya despidiéndose al frente de su labor en el episcopado, Rodolfo Tortolo resaltaba el fin de un gobierno y el comienzo de un “ciclo histórico”[8]. Lo sucedería Primatesta, aunque Tortolo no dejaría de tener peso en cuanto a la presencia eclesiástica en las decisiones de las Fuerzas Armadas. Ante una consulta general del Episcopado a las diócesis provinciales sobre lo que acontecía en este ciclo histórico que había inaugurado el Golpe de Estado elogiado por Primatesta y compañía, se tuvieron respuestas que darían que hablar. El Obispo de Neuquén, Jaime de Nevares, contó que el ejército detenía a personas, sin cargos formulados, y que se las llevaba a cárceles lejanas luego de destruir sus viviendas. Los Obispos de Formosa y Chaco, relataban detenciones de campesinos en condiciones similares a las que expresaba Nevares. El de Viedma, Hesayne, declaró que la Iglesia debía estar del lado de los detenidos – desaparecidos, y que le parecía lamentable el enfrentamiento que generaban las Fuerzas Armadas entre Obispo y Obispo. Incluso en una homilía calificó a la tortura como “la más vil de las violencias”.[9]
Luego de intervenciones similares, se decidió emitir un comunicado. Se votó. Diecinueve obispos decidieron comunicar lo que sucedía, pero casi cuarenta decidieron que debía ocultarse.[10] La conclusión fue el tan famoso documento donde se apoyaba al Golpe de Estado, y se mencionaba, al pasar, alguna que otra imperfección que podía corregirse. Los secuestros fueron tomados como “pecado” y no como crímenes.
Pero el pecado pareció desaparecer en cierto punto. Las bendiciones llegaron tanto de los obispos castrenses como de aquellos que no tenían relación con las Fuerzas Armadas. En la provincia de San Luis, dependiente de Menéndez, el obispo Rodolfo Laise, acompañado por un monaguillo que portaba una pistola en la cintura, visitó la penitenciaria. Dio una charla en un salón colmado de penitenciarios a los que les dijo: “Hijos míos, a ustedes hay que extirparles el alma”. Según lo que respecta, la Teología Agustiniana, lo mencionado por el Obispo era una sentencia de muerte. Según el sector más conservador de la Iglesia Católica, el alma corrompida solo se purifica a través del tormento del cuerpo. Habían recibido la bendición para el asesinato del cuerpo.[11]
Monseñor Tortolo, en cuanto a sentencias doctrinarias, tampoco se quedaba atrás. Para dejar en claro que no se terminaba la guerra con el enemigo capturado, durante la visita a una de las penitenciarías que albergaban a tantos “subversivos”, fue increpado por un obrero metalúrgico. Rubén Arévalo comentó a Tortolo acerca de las torturas que había sufrido y le preguntó por qué los militares mataban gente. Tortolo lo miró y le dijó:
-Si ellos matan, sus armas están bendecidas, ustedes matan con armas sin bendecir.
Luego agregó, ante el hermano de Arévalo, quien le planteaba que observe sus quemaduras:
-Jorge Videla no sabe lo que está pasando, es oro en polvo.[12]
Entre los enviados del señor a la tierra se entiende la guerra santa. Los siervos serán asesinados si así lo requiere la Patria. Quienes deban seguir en la senda, bien serán elegidos por quienes dieron muestras de aquella labor.
En 1997, Antonio Quarracino era Arzobispo porteño y había visto un “renacimiento de la esperanza”[13] cuando habían tomado el poder las Fuerzas Armadas en el 76. Además dijo, refiriéndose a quienes eran perseguidos durante el periodo dictatorial, con angustia, como se podía recuperar a tantos que poseían una sed de odio, venganza y fanatismo tan grande.[14] El elegido para sucederlo fue Jorge Bergoglio, quien fue propuesto por el propio Quarracino como Obispo coadjutor con derecho a sucesión en el arzobispado de Buenos Aires. Quarracino había sido allegado, además, de Guardia de Hierro y su elegido miembro no activo de la organización. Bergoglio, muerto Quarracino, asumió su labor al frente del arzobispado. Cuestionado, ya en 1999, por el secuestro de los sacerdotes Yorio y Jalics. El propio Bergoglio, según los propios sacerdotes, Emilio Mignone, Horacio Verbitsky, y demás eclesiásticos cercanos, había atribuido comportamientos y practicas subversivas a los detenidos. En tres cartas recopiladas de la cancillería, se deja constancia documentada de la información brindada por Bergoglio a Orcogoyen, dando pie para que sean secuestrados. El resto, es historia conocida. En su labor en el Episcopado tuvo un desempeño flojo en derechos humanos negando documentación vinculante sobre Iglesia y Dictadura que su sucesor Arancedo no dudo en otorgar a la justicia.
La trama sigue, los hechos también. Todo lo descripto en la nota se sustenta en declaraciones judiciales, expedientes, diarios de la época, y la propia confesión de sus protagonistas. Nada esta librado al azar, y nada se hizo por error. La Iglesia sabía. La impunidad era el sacramento que les faltaba.
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[1] Doctrina de la restauración. Verbo Nº 161, abril de 1976 p. 5 – 17.
[2] Resolución 28, Ministerio del Interior. 8 de Enero de 1980.
[3] Libro “El vuelo”. Horacio Verbitsky. Editorial Sudamericana.
[4] Marcial Castro Castillo. Fuerzas armadas, ética y represión. Editorial nuevo orden, Buenos Aires 1979.
[5] Jose Maggi. “No mentir es divino” Rosario/12, 6 de Junio de 1999.
[6] “Ya lo dijo Mirás, el que no va a la justicia comete pecado”, El Ciudadano, 10 de Junio de 1999.
[7] “Algunos curas que sirvieron en la Dictadura Militar”. La Maga Nº 167. 29 de Marzo de 1995.
[8] “Monseñor Tortolo: construir en paz para construir mejor” Entrevista. Revista Siete días. 7 de Mayo de 1976.
[9] Episcopado, APCEA, San Miguel, 10 al 15 de Mayo de 1976.
[10] Episcopado, APCEA, San Miguel.
[11] Tribunal Oral en lo Criminal Federal de San Luis, sentencia pronunciada el 14 de Abril de 2009…
[12] Causa 7.824 Correspondiente al área Paraná. Testimonio ante la jueza federal Nº 1, 25 de Noviembre de 2008.
[13] Analisis. 13 de Mayo 1976
[14] “Defendio Quarracino el derecho a la vida” La Nacion, 29 de Diciembre de 1976.
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Dictadura: los roles de Ledesma, Ford, Mercedes Benz y Techint
Por Horacio Bustingorry I El historiador analiza el rol de diferentes empresas durante los años de Terror. El estado de las causas y su rol en la economía actual.
Desde hace algunos años no es extraño referirse al último gobierno de facto como una dictadura-cívico militar. El término se ha ido imponiendo en el lenguaje periodístico, en las instituciones escolares e incluso en el sentido común de la población. La consigna para la marcha del presente 24 de marzo será “los grupos económicos también fueron la dictadura”, frase que incluye a los empresarios en el sector civil compuesto también por jueces, sacerdotes, políticos y medios de comunicación.
Existen algunos casos emblemáticos de complicidad empresarial en la organización de la represión. El ingenio azucarero Ledesma de Jujuy proveyó de camiones al Ejército para el secuestro de sus trabajadores. A mediados de 1976 en la denominada noche del apagón, la empresa cortó el suministro de energía eléctrica para facilitar las operaciones y permitió que dentro de la empresa funcionase el escuadrón 20 de gendarmería, constituido en centro clandestino de detención.
En la represión de la Ford también fueron utilizados rodados provistos por la empresa. Los militares usaron camionetas F-100 en los operativos e instalaron un centro clandestino de detención en la fábrica donde personal de la empresa participó de los interrogatorios. En la Mercedes-Benz los trabajadores eran secuestrados con listas negras proporcionados por los directivos. Las dos automotrices tienen características similares: las victimas fueron trabajadores delegados de sección o integrantes de la comisión interna.
Las empresas Acindar y Siderca también instalaron centros clandestinos de detención en sus predios. La primera, ubicada en Villa Constitución y presidida por José Alfredo Martínez de Hoz impulsó la represión en 1975 con el objetivo de desmembrar la dirección de la UOM local. En la represión participaron distintas fuerzas de seguridad y sectores afines a José López Rega. La empresa facilitó su helipuerto a la Policía Federal y permitió que se instalase un cuartel en la fábrica donde funcionó un centro clandestino de detención.
En la puerta de Siderca, perteneciente al Grupo Techint, se instaló personal del Ejército con un listado de obreros “indeseables” proporcionados por la empresa. Los detenidos fueron alojados en un centro clandestino en el Tiro Federal de Campana, contiguo a la fábrica, que se comunicaba con el predio por una puerta. El mismo modus operandi fue empleado en el astillero Astarsa. El 24 de marzo de 1976 fuerzas del Ejército acordonaron la entrada del predio con tanques de guerra, carros de asalto y helicópteros e identificaron con colaboración de la empresa a los trabajadores “rebeldes” para detenerlos y llevarlos a la comisaría 1ª de Tigre.
Las causas judiciales
En todos los casos mencionados existen causas por delitos de lesa humanidad. La Secretaría de Derechos Humanos de Nación intervino en algunos como querellante. En la causa Ledesma uno de los acusados es su titular Pedro Blaquier quien fue citado para prestar declaración indagatoria. Sin embargo la citación fue desestimada por el juez subrogante Carlos Olivera Pastor.
Los casos de Ford y Mercedes Benz están en el juzgado federal de Daniel Rafecas de San Martín. La causa de Astarsa también se tramita en la misma jurisdicción. La Secretaría de Derechos Humanos se presentó como querellante en las dos automotrices y en el caso de Ford participó de un acto en el que se señalizó la fábrica como un lugar de secuestro de trabajadores. A su vez el fiscal Federico Delgado ha pedido la indagatoria para los directivos de la empresa.
La causa de Acindar fue impulsada por la Secretaría de Derechos Humanos en diciembre de 2010. Está en manos del juez federal de Norberto Oyarbide pero por ahora ha presentado pocos avances. Finalmente, en septiembre del año pasado un grupo denominado “Trabajadores y Delegados de los 70 por Juicio a los Responsables del golpe cívico-militar” presentaron en la justicia penal documentación que involucra al directorio de Mercedes Benz, Ford, Astarsa y Techint en el financiamiento de los servicios de Inteligencia del Ejército. Si tomamos la caracterización de Rodolfo Walsh en su carta a la junta, donde plantea que las peores violaciones a los Derechos Humanos fueron producto de la política económica de la dictadura, concluiremos que estas empresas favorecidas por aquel modelo violaron los Derechos Humanos por partida doble
Los Grupos económicos en la actualidad
El gran apoyo recibido por Cristina en las últimas elecciones debe mucho a la política económica implementada desde 2003. ¿Qué rol jugaron los grupos económicos analizados en relación al modelo? Salvo Astarsa que cerró en 1994, el resto sigue en funciones. En la actualidad Ledesma desarrolla actividades diversificadas orientadas al mercado interno como la producción de papel, azúcar y naranjas. Sin embargo, las pésimas condiciones laborales de sus trabajadores y el autoritarismo frente a la población circundante a sus predios la posicionan como una de las empresas más dañinas del país. Sirva como ejemplo el desalojo que impulsó en terrenos de su propiedad que dejaron un saldo de cuatro muertos.
El caso de Techint es más complejo. El grupo está acostumbrado a condicionar a gobiernos y querer digitar la política económica nacional. Los roces con las gestiones de Néstor y Cristina fueron una constante pese a compartir algunos lineamientos generales de la política industrial. Sin embargo, las empresas del grupo dinamizan el mercado interno proveyendo insumos para la industria (sobretodo la petrolera) y abasteciéndose de una red de proveedores nacionales (sobretodo PYMES) a los que transfiere tecnología, financiamiento y capacitación de recursos humanos.
Acindar es una empresa consustanciada con el crecimiento industrial del modelo kirchnerista. La empresa fabrica alambres, clavos, mallas y barras de acero además de cordones para hormigón postesado y acero para estructuras de hormigón armado, insumos básicos de la industria de la construcción, pilar del crecimiento económico de todo el ciclo kirchnerista. La empresa no pertenece más a la familia Acevedo y está en manos de Arcelor Mittal, el principal productor siderúrgico del mundo, conformado en su mayoría por capitales indios.
Las automotrices han sido centrales en el modelo económico kirchnerista. El año pasado hubo un récord en la producción de autos, superándose las ochocientos mil unidades. El aporte de Mercedes Benz ha sido ínfimo y el de Ford de un 14 % pero ambas expresan un sector considerado estratégico por el gobierno nacional. La inauguración con presencia de Cristina de la nueva planta de motores de Ford en Pacheco simboliza ese aspecto. El mismo gobierno que señala un centro clandestino de detención en la fábrica le reconoce su actividad presente y la apuesta al futuro.
La responsabilidad empresarial
Los grupos económicos fueron la dictadura como también lo fueron las Fuerzas Armadas. De la misma manera que el personal militar comprometido con la represión está siendo juzgado, los empresarios que fueron cómplices deberán pasar al banquillo de los acusados. Caiga quien caiga y sin importar si siguen ejerciendo funciones empresariales en la actualidad.
Sin embargo, como dice Walsh, la violación más profunda a los Derechos Humanos de la dictadura fue su política económica. Sin un Estado que discipline al capital las empresas nunca cumplirán la función social que le atribuye la filosofía peronista. Por esa razón el gobierno, al igual que lo hizo con las Fuerzas Armadas, busca encuadrar a los empresarios para comprometerles en una política nacional. Sólo así los grupos económicos cumplirán un rol positivo para el conjunto de la población y no cometerán nunca más un genocidio social.
AGENCIA PACO URONDO.COM
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