sábado, 17 de noviembre de 2012

Retorno del General Juan Domingo Perón - 17 de Noviembre de 1972 Gracias Favio.



11:15 hs., viernes 17 de noviembre, llueve, 17 años 56 días después del exilio impuesto por la dictadura cívico militar gorila, Perón Vuelve.

GB

viernes, 16 de noviembre de 2012

ELECCIONES EN CLARIN

Diego Martínez del Colectivo de Trabajadores de Prensa opina sobre las elecciones de comisión interna que tendrán lugar hoy en el diario Clarín. Hace 12 años que el medio no tiene delegados gremiales.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhanRSKtHyJtRtM3pMS5Ue2O-pfLN83YE6ygxq58IcvQ5XOlAAMyLq8KCcygHM9G1iAjN6ecq7jZgND9O4o5BZib60XKuutj7AnE0v9uQC5YnPOMwY5rgz31mFzkzPvG5syg6Lm6HG7oBE/s1600/clarin.jpg
APU: ¿Qué nos podrías comentar de las elecciones gremiales en Clarín?
Diego Martínez: A las diez de la mañana van a arrancar las elecciones en Clarín. La mayoría sabe que hace doce años que no hay comisión interna en el diario. En el último intento de organización, la comisión interna fue despedida en el marco de despidos masivos que incluyeron a 120 trabajadores.
Es un día muy importante para el gremio de prensa porque esto es producto de un proceso colectivo. La elección de delegados en Clarín es la continuidad de la elección de delegados paritarios. Ahora ese proceso da un paso fundamental, que es tener una comisión interna porque la facultad de los delegados paritarios es mucho más limitada.
Se eligió una junta electoral, por su puesto todo fuera de Clarín porque hace lo imposible para bloquear el proceso, pero los compañeros se dieron una organización a pesar de las limitaciones para hacer asambleas dentro del diario. Hasta hoy la empresa no dio los padrones, tampoco presta sede para la elección y por eso la hacemos en la calle. Hoy es un día clave y esperamos que marque un cierre y un comienzo de la vida gremial en Clarín, sin interrupciones, no como en 2010.

GB

SI KIRCHBAUM LO DICE

El editor general del diario Clarín, Ricardo Kirschbaum, se refirió al 7 de diciembre, fecha a partir de la cual debe entrar en vigencia plena la ley de medios, y explicó que "venimos discutiendo una estrategia jurídica y el tema está en manos de la justicia".

"Además, el grupo siempre ha actuado en el marco de la ley", agregó al hablar con algunos medios de prensa en la puerta del hotel Costa Galana de Mar del Plata, donde Clarín realiza una cumbre de gerentes, donde definen los pasos a seguir ante la inminencia del denominado 7-D.

Asimismo, dijo que desde Clarín reconocen la autoridad de la Corte Suprema de Justicia: "¿cómo no va a reconocer a la Corte?. Nosotros desarrollamos la labor dentro de la ley, es un disparate pensar que no respetamos a la Corte, esa es acción psicológica del gobierno".

El 7 de diciembre es el día en el que vence el plazo fijado por la Corte para las medidas cautelares interpuestas ante la justicia por el grupo Clarín para evitar cumplir con el artículo 161 de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

"Desgraciadamente la Argentina ha perdido la oportunidad de discutir una ley de Medios y modernizar el sistema de Medios. Es una ley pensada con intención política y esa es la intención que transmite este gobierno", explicó Kirschbaum.

"Huelgan las palabras acerca de cuál es la intención del gobierno respecto a la ley de Medios: controlar los medios", enfatizó.

Esta mañana, el titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabbatella, advirtió que "hay una campaña presentada para poner a la Ley de Medios como una herramienta para controlar líneas editoriales, cuando lo que busca la ley es que estén las distintas voces, las distintas líneas editoriales, los distintos estilos, que esté lo multicolor de nuestra patria".

http://www.enlacejudio.com/wp-content/uploads/2011/05/ricardo-kirschbaum.jpg


GB

LA DERECHA, II

La derecha capilar, los sectores en disputa

Dejemos de lado a esa oligarquía rancia, no tanto referenciada en su abolengo –lo que sería un prejuicio- sino en sus prácticas. Esa que se ha enriquecido haciendo trampas al país, la que ascendió al precio de la ruina del Estado y de las mayorías populares, la cómplice del saqueo, la de los grandes estudios jurídicos y contables dedicados a legalizar la elusión de impuestos, la que humilló y denigró históricamente a miles de trabajadoras y trabajadores.

Me refiero, ahora, a esos sectores medios que en muchos aspectos cultivan la rectitud en sus comportamientos (aunque muchas veces pacatos), que no roban, que han conseguido un buen pasar por razones de herencia, de movilidad social ascendente o de mérito personal, que pagan impuestos y tienen en blanco a su personal. Y que, incluso, a la hora de constatar los valores en base a los cuales educan a sus hijas e hijos, se trata de valores similares a los de quien escribe esta columna. Y que, sin embargo, a la hora de analizar la coyuntura política, lo hacen desde la perspectiva que le inculcan los medios dominantes. Sectores a los cuales, aunque muchas veces les resulte objetivamente perjudicial a sus intereses, esa Ideología prestablecida del y por el poder les resulta cómoda para que puedan vivir inmersos en ella. Sectores medios, medios bajos y hasta pobres, dispuestos a plegarse a las cacerolas del poder, en una especie de trasversalidad destituyente policlasista. Sin reparar algo tan elemental, como lo es responder a la pregunta: ¿quién hegemoiza a quién en el diseño del proyecto de país? Van a ser esos grupos medios y medios bajos los que impondrán un modelo productivo y mercadointernista a las grandes corporaciones mediáticas que difunden la convocatoria, o será el modelo financiero y de ajuste social funcional a estas últimas el que los llevará de las narices, y luego les destrozará nuevamente sus vidas cotidianas. En definitiva, el discurso del amo, recitado como propio de boca del esclavo.

La pregunta que surge a esta altura es: ¿Podrían los procesos totalitarios, de proscripción, de ajuste, haberse prolongado en el tiempo por fuera del consentimiento de una parte muy importante de la sociedad en cuyo seno esos procesos acaecen? Y, al decir “parte muy importante de la sociedad”, la expresión bien puede justificarse por su condición mayoritaria en cuanto al número, o bien en términos cualitativos, es decir, a partir de su capacidad para imprimirle a la etapa su modo de interpretar y significar esos acontecimientos. Modo, que, como he tratado de explicar, surgen de los laboratorios de los poderes fácticos permanentes.

Pasar de la anécdota a la historia

Mi planteo es que deberíamos edificar defensas para que esa historia no se repita. No podemos regalar a esos sectores, sino que debemos asumir como central el desafío de desplazarlos del campo de la anécdota al amplio universo de la historia. El campo de la anécdota es el que intenta circunscribir el rumbo de un proyecto político a la declaración patrimonial de un funcionario –información la más de las veces manipulada- en lugar de analizar las grandes tendencias del modelo y la fuerza transformadora del sujeto que lo sustenta. Desde la perspectiva de cierto discurso, y su potencia para penetrar en ciertos sectores sociales permeables a ello, pareciera ser que una sentencia de primera instancia o una columna periodística constituyen el centro de una etapa histórica, y haberle dicho que no al ALCA en conjunto con América del Sur, es un mero detalle. Haber recuperado los fondos previsionales es menos importante que la reasignación de una partida menor del presupuesto, y restituirle al país la soberanía sobre sus hidrocarburos es insignificante si se lo compara con un rumor adverso impreso en el zócalo de un programa periodístico o con la marca de una cartera. ¿Cuántos sectores sociales se arrepienten hoy de no haber estado en el lugar correcto cuando la oligarquía plasmó el golpe de 1955, y justificó proscripciones y fusilamientos? ¿Cuántos sectores se dejaron llevar por el clima de la prensa que elevó las condiciones para el derrocamiento de Arturo Illia en 1966? ¿Cuántos sectores terminaron siendo condescendientes, sin tener plena conciencia de ello en el momento preciso, con el planteo de “vacío de poder” que justificó el golpe de 1976? Finalmente, cabría preguntarse cuán intensamente debemos trabajar para que esa parte oscura de nuestra historia no se repita.

Desplegar la dimensión pedagógica de la política

Es precisamente en este terreno, el de bregar por la construcción de un mensaje alternativo al de los poderes dominantes, donde el gobierno popular y las organizaciones políticas y sociales en que se sustenta debemos desplegar toda la batería de herramientas disponibles en pos de ese objetivo. Reconocer las razones históricas que la clase media tiene para no confiar en el peso como moneda de ahorro, pero al mismo tiempo explicar las diferencias estructurales que hoy existen respecto de ese pasado. Hoy estamos en presencia de un Estado, que, gracias al desendeudamiento, ya no sufre el estrangulamiento del sector externo, y merced al crecimiento con superávit, se ha convertido en tenedor mayoritario de divisas, lo que le ha permitido sostenerse en pie no obstante los reiterados intentos de corrida financiera operados por los grandes conglomerados de poder. Y que es justamente esa cualidad de controlar las principales variables macroeconómicas, lo que torna inviable que se desmadre la evolución de los precios. Y esto, no obstante el aumento que los mismos han tenido a consecuencia de la cartelización que rige la formación de los mismos, y la puja distributiva que hizo que las empresas trasladaran a los precios la recuperación salarial operada, de modo de mantener su tasa histórica de ganancia. Y lo mismo cabe decir de la necesidad de explicar las ventajas que apareja a los sectores medios la protección de nuestras industrias por vía del modelo de sustitución de importaciones, aun cuando deben repararse sus efectos no deseados y explicarse las razones por las cuales ellos se producen. Y así también habría que explicar las ventajas de ir reconvirtiendo a pesos el mercado inmobiliario y la importante tasa de ahorro de la que hoy pueden gozar vastos sectores medios de nuestra sociedad. Reitero: así como el Canal Encuentro, Paka Paka, el canal y la radio públicas, las radios comunitarias y los cientos de nuevas experiencias de comunicación alternativa, han desarrollado un papel extraordinario durante la última década, debe aprovecharse en esta dirección el abanico de nuevas ofertas de comunicación audiovisual que se abre de la mano de la plena aplicación de la llamada Ley de Medios.

Construir nuevos paradigmas culturales

En definitiva, por primera vez, en muchos años, estamos en presencia de un gobierno que cuenta con algunas condiciones esenciales, que son favorables a un proceso de profundos cambios de paradigmas. La primera es el contexto latinoamericano, que cuenta con gobiernos populares de una densidad y fortaleza sin precedentes. La segunda es la férrea conducción política de la Presidenta de la República. La tercera es lo ya mencionado respecto al control político de las variables macroeconómicas fundamentales. Y la cuarta es la gran capacidad de las organizaciones políticas y sociales afines al gobierno, de ocupar la calle y protagonizar el debate público.

A todo esto podría agregar una última conclusión. A corto plazo, hay que trabajar sobre esa franja de sectores medios en disputa. Y conste, una vez más, que no me refiero a la derecha oligárquica, de intereses irreconciliables a vencer, sino a esa otra franja social en disputa. Aun cuando se pueda ganar una elección sin ella, se trata de la ampliación de un bloque social capaz de garantizar una gobernabilidad más pacífica, y apoyar la profundización del proceso. Eso, a corto plazo.

Pero, a mediano plazo, esos sectores cada vez más vastos que se incorporan al espacio democrático en términos políticos, económicos y culturales por vía del plan Conectar Igualdad, de la educación cooperativa, de las primeras generaciones de universitarios, y tantas otras vías de inclusión, conformarán una nueva franja social ascendente, con niveles de consumo propios de las capas medias tradicionales, pero con otra estructura o matriz ideológica y cultural. Un nuevo paradigma cultural, despojado del perverso mensaje impuesto sutil e inteligentemente por el poder, aunque no menos perverso, durante las cuatro décadas precedentes al corte que se inició en nuestro país, en 2003.

Domingo, 04 de Noviembre de 2012

* Diputado Nacional del Frente Nuevo Encuentro
www.raimundi.com.ar
 

LA DERECHA, POR CARLOS RAIMUNDI., OPINION.

El discurso del amo recitado como propio de boca del esclavo
Por Carlos Raimundi *

La derecha no se aboca a la construcción de sentido a través de la política, sino mediante otros canales de poder que están dados por su posibilidad –muchas veces de origen económico- para incidir en el curso de las cosas, en el modo de interpretar ese devenir. Posibilidad o poder que proviene de lo que Antonio Gramsci llama “los aparatos ideológicos de las clases dominantes”. Aquellos que, en la mayoría de los procesos históricos latinoamericanos (y en una suerte de “internacional” del poder), la derecha ha manejado desde el dominio o bien la cooptación del Estado, con excepción de los cortos interregnos de flujo popular. Procesos éstos, a los que la derecha supo, también, cooptar o destituir, en la medida que viera lesionados sus intereses con alguna seriedad.

La derecha ideológica y oligárquica

Ese sujeto lábil, escurridizo, de fronteras difusas, que da lugar al espacio ideológico cotidiano de “la derecha” o de “las ideas de derecha”, o de “el pensamiento de la derecha” -a que se refiere Ricardo Forster en su trabajo “La derecha y su metamorfosis” publicado en esta misma página- no se dedica a “construir ideología”, esto es, a delinear un conjunto de valores y creencias que moldeen una visión a largo plazo del mundo y de la sociedad. No destinan a ello demasiado tiempo. Es más, hasta podría decirse que muchos de sus integrantes deben pensar para sí, o darlo por supuesto en todo caso, que no les hace falta “perder tiempo” en eso. No porque no necesiten una ideología para vivir, sino porque se encuentran con que esa “Ideología” que necesitan para vivir, está predeterminada, premoldeada, por toda ese despliegue previo de sentido que el poder construye astutamente , con el fin de justificarse, sostenerse, consolidarse y auto-reproducirse.

La derecha no se aboca a esa construcción de sentido a través de la política, sino de otros canales de poder, que están dados por su posibilidad –muchas veces de origen económico- para incidir en el curso de las cosas, en el modo de interpretar ese devenir. Posibilidad o poder que proviene, entre otros caminos, de aquellos medios de comunicación surgidos al amparo de los intereses empresarios y corporativos dominantes, o de las instituciones del sistema educativo privado ligado a las más altas elites, de la cúpula de la Iglesia Católica. En definitiva, a través de lo que Antonio Gramsci llama “los aparatos ideológicos de las clases dominantes”. Aquellos que, en la mayoría de los procesos históricos latinoamericanos (y en una suerte de “internacional” del poder), la derecha ha manejado desde el dominio o bien la cooptación del Estado, con excepción de los cortos interregnos de flujo popular. Procesos éstos, a los que la derecha supo, también, cooptar o destituir, en la medida que viera lesionados sus intereses con alguna seriedad.

Las verdaderas causas de su irritación

Esta derecha nunca temió demasiado a las conquistas parciales del campo popular. Es más, fueron estas conquistas parciales las que le posibilitaron justificar su “tolerancia” democrática. A lo que esta derecha teme es a la disputa de los paradigmas ordenadores de las relaciones de poder. Y a eso se debe su reacción destemplada frente a este presente de Sudamérica. No es que les tema tanto a los miles de médicos cubanos que prestigian los flamantes centros de salud en medio de las comunidades indígenas de Bolivia. Lo que no están dispuestos a tolerar es que esos indígenas que fueron sometidos durante siglos, estén hoy día tan saludables como para sostener en el tiempo la profundización de un proceso revolucionario democrático encarnado en “uno de ellos” como lo es Evo Morales, y ocupándose, ellos mismos, de las cuestiones del Estado. No le temen tanto a un aumento de salarios, como a la autonomía del Estado para tomar decisiones económicas. No se molestan tanto con que los graffities afeen el paredón de una de sus mansiones, sino que estallan de indignación, hasta llegar al paroxismo, cuando comprueban el desarrollo de nuevas estructuras políticas populares capaces de inundar las calles y sostener con solidez el debate público desde una mirada alternativa. En definitiva, su grado de indignación es directamente proporcional a la profundidad de los intereses y las cuotas de poder que sea capaz de afectar un proyecto popular.

De aquí, que, sus voceros de clase como Beatriz Sarlo, Magalena Ruiz Guiñazú o el diario La Nación, elogiaran los “buenos modales” de la última campaña presidencial de Chile. ¿Qué nivel de conflicto profundo podía acarrear una campaña en la que sus intervinientes no se proponían alterar ninguno de los pilares fundamentales del status quo?

En la Argentina, el poder estaba acostumbrado a que una amenaza de corrida de depósitos armada por el poder financiero lograba torcerle el brazo a los sucesivos gobiernos. En cambio, la presencia de una Presidenta que no se amedrenta los mueve de ese lugar hegemónico, y, por lo tanto, los encoleriza de manera reveladora. La disputa por la orientación de la autoridad monetaria que ejerce el Banco Central, la directiva de destinar fondos para asistir a las pymes o para la inversión financiera, la obligación de liquidar divisas en el país, son medidas conducentes a establecer, progresivamente, regulaciones al mundo financiero a las que éste no se muestra dispuesto a disciplinarse. Y lo mismo podría decirse con la negativa a devaluar la moneda nacional, y con las restricciones a la liberalidad absoluta que reinó durante décadas respecto de las transacciones con moneda extranjera. Desde luego que, si esperaban recibir siete pesos (en realidad no son siete, sino lo que “ellos” fijaran luego de ganar la disputa) por cada dólar proveniente de las exportaciones de soja y el Estado sólo está dispuesto a reconocerles menos de cinco, estamos ante una derrota en el pleito por ese excedente económico que los grupos concentrados no están dispuestos a aceptar en silencio. Inentendible sería si ocurriera lo contrario. ¿Cómo no van a reaccionar los grandes estudios de abogados y contadores, que, primero, arreglaron el endeudamiento usurario del país, y una vez que se hizo imposible su pago, se enriquecieron litigando contra el Estado Nacional en nombre de los acreedores? ¿Cómo no van a reaccionar –decía- si hoy el Estado, por la vía del desendeudamiento, ha logrado sortear las condiciones extorsivas que le imponían los organismos internacionales de crédito, de los que ellos cobraban ingentes comisiones? ¿Cómo no va a reaccionar el mayor oligopolio mediático de habla hispana ante un modelo nuevo de país, que, no sólo lo desplaza del ficticio pedestal de la imparcialidad informativa, sino que, al obligarlo a transferir la mayor parte de sus licencias, afecta seriamente la cotización de sus acciones en las plazas financieras del exterior? Por último, ¿podemos desligar el clima de agresividad que invade a una parte considerable de nuestra sociedad, de aquellas grandes líneas de interpretación real y simbólica de los hechos, que estos factores de poder han desplegado históricamente para sostener sus intereses?

CONTINUA...

EN EUROPA NO HAY CACEROLAS, NO HAY COMIDA.

Europa: las huelgas de la dignidad
Por Marcos Roitman Rosenmann

En 24 países de la Europa comunitaria, este 14 de noviembre se han convocado paros parciales, y en España, Portugal, Malta y Grecia los sindicatos se han decantado por la huelga general. Un malestar acompañado de indignación y, por qué no decirlo, de frustración, se adueña de las clases trabajadoras. Desde hace dos décadas, en Europa, de forma lenta pero continuada, desaparecen derechos considerados universales y de calidad. Asimilados como un logro de la democracia representativa y una sociedad más justa e igualitaria, pocos podrían haber vaticinado su defunción política. Hablamos de educación pública, salud universal, vivienda social, salarios dignos o trabajo estable. Hoy estos derechos se extinguen en medio de la algarabía de las clases dominantes. El presidente de la Confederación de Organizaciones Empresariales de España, Joan Rosell, se mofa de las protestas y sus convocantes. "No tienen propuestas y desde el punto de vista interior, y todavía más desde el punto de vista exterior, la huelga supone un torpedo contra la recuperación". Dicho argumento lo acompaña con su frase preferida: "se acabó el café para todos", aludiendo a la necesidad de acabar definitivamente con el Estado de bienestar. Rosell, acusa a la clase trabajadora de vivir del desempleo y aprovecharse de la buena voluntad de empresarios honrados que trabajan 14 o 16 horas al día, mientras el obrero sólo lo hace ocho horas y protegido por una legislación paternalista. Lo que no dice Rosell es que la CEOE ha recibido 20 mil millones en subvenciones del Instituto de Crédito Oficial en 2012, y la banca, 50 mil millones. Rosell no tiene empacho. Según su teoría, los trabajadores son responsables, en gran medida, de la crisis. Han vivido por encima de sus posibilidades. Hoy deben pagar la factura.

La política de austeridad diseñada por el capital financiero y las burguesías trasnacionales no tiene límite, engullendo y desprendiéndose de lo considerado superfluo. Entre lo prescindible se hallan personas jóvenes, ancianos, trabajadores, campesinos, familias y emigrantes. Pero también instituciones. Universidades, polideportivos municipales, centros de salud primaria, oficinas de empleo público. Ambos, personas e instituciones, son un obstáculo en su camino por lograr el control de la sociedad. Hay que dejar paso libre a las compañías de seguros privados, de trabajo temporal. La educación se transforma en un negocio. Todo se mide en función del beneficio económico. No hay consideraciones sociales, sólo monetarias.

En este contexto, millones de ciudadanos, por primera vez en la historia contemporánea de Europa occidental, deciden salir a la calle y levantar juntos su voz contra las políticas de austeridad y recortes diseñadas por Alemania, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y los países del G-8. Políticas cuyo resultado es un incremento de la pobreza, reapareciendo el hambre, la desnutrición y las enfermedades de salud pública, piojos, liendres y, como broche de oro, el sarampión.

En España, el desamparo que supone perder el empleo y la imposibilidad de seguir pagando alquiler y préstamo hipotecario se traduce en miles de órdenes de embargo y desahucio. Familias enteras se han quedado en la calle, sin techo, sin medios para sobrevivir ni cobertura sanitaria. La acción depredadora de los bancos, en complicidad con los grandes partidos y sus gobiernos, les permite seguir actuando con total impunidad. Pero las entidades financieras no están conformes: exigen más y más. Ahora piden la cabeza de los avalistas, quienes son desposeídos de sus bienes. Es la otra parte de la historia. Padres que estamparon su firma apoyando la hipoteca de sus hijos se ven sometidos al mismo proceso. Embargados y expulsados de sus casas se convierten en víctimas propicias de contratos usureros y perversos. Por el precio de una, los bancos obtienen dos viviendas. Ahora nos encontramos con personas que han estado toda una vida trabajando, ahorrando, que han pagado sus letras, que tienen el piso en propiedad, sin cargas, con edades comprendidas entre 50 y más años, siendo despojados de su vivienda.

La huelga general es un grito a la esperanza. No todo está perdido. Sin embargo, los empresarios y la patronal hacen lo posible por impedir que sus trabajadores ejerzan el derecho a huelga. Las reformas laborales impulsadas por el PSOE, primero, y ahora por el Partido Popular, permiten el despido libre. El miedo de cientos de personas que comparten los motivos y desean participar de la jornada de huelga los hace abstenerse y acudir a sus centros de trabajo. Son conscientes, se están jugando su empleo y en tiempos de crisis, no es aconsejable hacerlo. Los empresarios se frotan las manos. Si usted hace huelga, aténgase a las consecuencias. Con 5 millones de desempleados no tengo problemas. El despido sale barato y un contrato basura siempre es una buena opción de cambio.

Aun así, hay quienes deciden enfrentar el miedo, seguros de la dignidad que los embarga. Acuden al trabajo pero dejan constancia pública de la presión a que son sometidos por parte de sus jefes. En esta dinámica, tras la jornada laboral se suman a las manifestaciones convocadas en cada ciudad y pueblo de España cientos de jóvenes, estudiantes, médicos, enfermeras, trabajadores, agricultores, mineros, pescadores, empleados públicos, campesinos, jornaleros. Su presencia calla bocas. Es posible que los empresarios boicotearan la huelga y el gobierno señalase que el llamado fue un fracaso. Pero el lema "Nos dejan sin futuro" resulta ser suficientemente explícito para acudir a la cita. El triunfo de la huelga general es un hecho. Cientos de miles de voces se funden en un solo grito: no a las políticas de austeridad. La dignidad no se extravió en el camino. Mientras tanto, los políticos corruptos, de espalda a los ciudadanos, aprueban su plan de recortes, en un Parlamento desprestigiado y sin vocación democrática.

La Jornada, México
GB

SIGUE RETUMBANDO EL 8 N, OPINON, DEMETRIO IRAMAIN

Las situaciones estrambóticas
Por Demetrio Iramain

No es una casualidad que el Grupo Clarín tenga sus manos manchadas de sangre.

Monotemática, la derecha recurre a las excepciones para explicar el 8N. En vez de buscar el trazo grueso de la protesta prueba con sus anécdotas. Su última novedad: la cacerola también la habrían tocado ex votantes del kirchnerismo. ¿Será por Alberto Fernández que lo dice? Difícil darle densidad sociológica a esa aseveración. Evidente error de concepto, que esconde la deliberada (y repetida) intención de socavar la base social del kirchnerismo.

Arriesgo un mínimo común múltiplo relativamente fácil de identificar entre la informe multitud del jueves pasado: la desaprobación (entre el duro rechazo y la más vulgar de las apatías) a la política oficial en materia de Derechos Humanos. Naturalmente, no todos los que salieron a la calle son defensores de los genocidas. Ni Julio Bárbaro llegó a tanto. Sin dudas, los terroristas de Estado no cuentan con una corriente de opinión favorable tan numerosa, pero sí de una legión de indiferentes a quienes les preocupa más atesorar dólares que quedar pegados a Cecilia Pando. Por ahora, a la derecha cruda y dura le alcanza.

Tras tantos años de derrota política, de condena histórica, de juicios y castigos, llenar el Obelisco resulta un bálsamo. Desde las marchas-Blumberg y el voto-Cleto que no lograba articular respuesta. No en vano aquel reclamo afiebrado de mano dura a los delincuentes surgió el 1 de abril de 2004, apenas siete días después de la expropiación de la ESMA a la Marina de Guerra.

En los papeles, el kirchnerismo empezó el 25 de mayo de 2003, pero su profundo contenido revisionista y transformador nació el 24 de marzo de 2004, cuando Kirchner llamó "mis compañeros" a los desaparecidos, ordenó al jefe del Ejército que descuelgue los cuadros de Videla y de Bignone, y pidió perdón en nombre del Estado por la dictadura y la posterior impunidad. Ahí empezó otra Argentina. Su huella cultural, simbólica y política tuvo la trascendencia de lo inevitable e imposible de desandar. Ese día el naciente kirchnerismo definió claramente a sus enemigos, señaló su universo de aliados, y estableció cuál era su noción de democracia y el destino estratégico que habría de guiar sus políticas públicas, hasta hoy. La derecha, que no olvida ni perdona, se la tiene jurada desde entonces. Sólo el imponente aparato cultural con que todavía cuenta el poder económico podría confundir los tantos y lograr esa escena bizarra de nuestra democracia: el 8N.

De ahí el carácter definitorio del 7D. Si el clan Magnetto siguiera indemne ante los fallos de la ley, la democracia habría comprobado que su techo es demasiado bajo para las demandas de cientos de miles que salieron a las calles a reclamar lo que sus convocantes, en el fondo, no quieren para ellos, porque nada están dispuestos a ceder. Si un reclamo por algo parece por otra cosa, hay que desconfiar. Si las demandas son contradictorias, si el rasgo ideológico es difuso, si no hay referentes claros, a no dudarlo: la movida es de derecha. Si a quienes les importa la Fragata olvidaron las Malvinas o se ponen del lado de los fondos buitre, eso quiere decir que hay otra ecuación oscura, inconfesable, detrás.

Un Obelisco lleno de gente en defensa de la justicia, la libertad de expresión, contra la inseguridad y todo sometimiento de las instituciones, podría ser indicativo de salud democrática. Si los movilizados masivamente un día de tanto calor, a pesar de los cortes de luz, no exhiben en sus pancartas ninguna demanda material, entonces es que las políticas anticíclicas dan resultado.

La poderosa maquinaria cultural que alumbró la protesta se propuso frustrar los avances más valiosos de nuestra democracia, manipulando hasta el grotesco la subjetividad de los argentinos. Un extranjero que recién se asomara a la política nacional tranquilamente podría confundir a los movilizados del 8N con los adherentes al 7D. ¿O no es el gobierno, acaso, el actor político que más persigue la defensa de los fallos de la justicia, el castigo a quienes contravienen la ley, la plena vigencia de la norma que garantiza libertad de expresión y multiplicidad de voces, y contra toda forma de presión de los grupos económicos a las instituciones de la República?

La derecha se queja por la ley que le dará en temas de gravedad institucional rápida intervención al Tribunal de justicia más importante y prestigioso, pero si es por ella, el 8N sería un per saltum de dudosa legalidad, que le ahorraría a su forzado esquema institucional el incómodo (y, esencialmente, adverso) trámite de las elecciones.

Jamás habrá imaginado el juez Recondo una plaza en su nombre. Nunca Magnetto se habrá soñado tan popular. Criaturas de la falsa conciencia. La clase media es la hija más destacada de la clase obrera, la que pudo estudiar y viajar por el mundo, la que tuvo acceso a bienes culturales; pero a veces se contenta con creerse hija no reconocida de la alta burguesía. Su único desafío: mendigar su apellido, rascar las migas de una improbable herencia, que nunca llega. Si fuera tan fácil y menos determinante, la batalla cultural, la distribución igualitaria de riquezas se daría sin más trámite. Para la revolución socialista bastaría con sentarse a esperar que las contradicciones alcanzaran su punto de hervor, y ya. Pero no. La historia no camina sola.Todo proceso sociopolítico debe doblegar pulsiones que quieren regresarlo hacia atrás. El caso argentino iniciado en 2003 quiso desandar sus pasos en las elecciones del 28 de junio de 2009, pero fue esa contingencia la que terminó impulsándolo drásticamente. La Ley de Medios fue sancionada apenas cuatro meses después de esos comicios. Ni hablar de la Asignación Universal por Hijo o Hija, y la estatización de los fondos de jubilación, hasta entonces en manos de los bancos, sin dudas las medidas más radicalizadas del kirchnerismo hasta ese momento.

El 8N es la reacción a lo que el proyecto nacional y popular se trazó para el segundo mandato de Cristina: profundización e institucionalización de las transformaciones. A las cacerolas de noviembre le seguirán los micrófonos abiertos para todos y todas del 7D. Antes, claro, deberá sortear otros intentos de restauración conservadora, teñidos, incluso, de paro y protesta popular. Que las corporaciones económicas se disfracen de trabajadoras. Las situaciones estrambóticas de las que habló la presidenta en septiembre.

15/11/12 Página|12

GB