ACUERDO DE MAS DE CIEN DIPUTADOS OPOSITORES
La idea fija
Legisladores de la UCR, el PRO, parte del FAP, la CC sin Carrió, Proyecto Sur y otras fuerzas se comprometieron a rechazar un cambio constitucional que habilite la re-reelección.
El pacto del conglomerado opositor tiene fecha de vencimiento: fines de 2013.
Imagen: DyN
Por Miguel Jorquera
Más de cien diputados de un heterogéneo conglomerado opositor volvieron a coincidir en un documento donde pactaron cerrarle el paso a cualquier intento de reforma constitucional que habilite una posible re-reelección presidencial, a pesar de que no existe ninguna iniciativa del oficialismo en ese sentido. Diputados de la UCR, el PRO, un sector mayoritario del FAP, la CC sin Elisa Carrió, Proyecto Sur y varios monobloques rubricaron el texto que extiende el compromiso hasta fines de 2013, tras las elecciones legislativas que renovarán la mitad de la Cámara baja y cuando muchos de ellos terminan su mandato.
El pacto entre todas esas bancadas fue presentado ayer en el anexo de la Cámara baja por una treintena de diputados en representación de los 107 que firmaron el texto –sobre los 257 que componen la Cámara–, donde varios de ellos exhibieron sonrientes remeras blancas que llevaban estampadas en negro la leyenda “No a la reforma”. “Los abajo firmantes, diputados de la Nación, comprometidos con la defensa y el cumplimiento pleno de la Constitución Nacional, suscribimos el presente instrumento comprometiéndonos a votar en contra de cualquier proyecto legislativo que intente declarar la necesidad de la reforma constitucional y en contra de cualquier intento de rereelección presidencial ajeno al texto vigente”, dice el documento conjunto.
Los jefes de las bancadas del radicalismo, Ricardo Gil Lavedra, y del disidente Frente Peronista, Enrique Thomas, llevaron la batuta de la presentación. “Nos comprometemos a no acompañar una eventual reforma”, dijo Gil Lavedra y dejó en claro que el compromiso opositor también tiene fecha de vencimiento y fines electorales: “Esperamos a que el pueblo nos acompañe en las próximas elecciones”, completó el diputado radical.
Es que la única forma de que prospere un proyecto de reforma constitucional, que hasta ahora no existe y al que el amplio abanico opositor pactó resistir, es que el kirchnerismo y sus aliados consigan las dos terceras partes de los miembros de ambas cámaras del Congreso. Algo de lo que el oficialismo actualmente no dispone y que difícilmente pueda alcanzar en las legislativas de 2013.
“Declaramos nuestro más absoluto rechazo a las continuas manifestaciones a favor de la reforma constitucional expresadas por dirigentes y organizaciones que responden al gobierno nacional, que no hacen otra cosa que manifestar la tendencia del kirchnerismo a perpetuarse en el poder”, dijo el ex cobista Thomas. El macrista Federico Pinedo presentó la “unidad” y la negativa opositora como algo positivo para el conjunto del país: “Es una buena noticia para todos los argentinos”, sentenció. Fernando “Pino” Solanas, de Proyecto Sur, también destacó la unidad “frente a cualquier atisbo de querer prolongar el mandato presidencial”. “Este documento va a dar certezas” a la población, aseguró Alfonso Prat Gay, de la CC.
También suscribieron el documento opositor los diputados delasotistas de Córdoba Federal; los demócratas mendocinos aliados con al macrismo y los monobloques de Patricia Bullrich (Unión por Todos); Carlos Favario (Demócrata Progresista); Liliana Fadul (Partido Federal Fueguino); Graciela Ocaña (Udeso); Eduardo Ibarra (Unión por San Juan) y Ramona Pucheta (MIJD).
En cambio, no lo hicieron por diferentes motivos ni Carrió ni la Unidad Popular que dirige Víctor De Gennaro, que forma parte del interbloque del FAP. Lilita y su fiel seguidora Alicia Terada expresaron su postura sobre el acuerdo opositor a través de un comunicado: “Nos parece correcto, pero creemos que ya es conocida nuestra posición contra cualquier intento de reforma constitucional”, argumentaron. Los cinco diputados de la UP prefirieron no explayarse, aunque ya habían explicado su postura cuando declinaron sumarse a la campaña de recolección de firmas lanzada por el resto del FAP y encabezada por Hermes Binner bajo el lema “la Constitución no se toca”. “Estamos en contra de la re-reelección –dijeron entonces–, pero tampoco vamos a sacralizar la Constitución liberal del Pacto de Olivos.”
07/11/12 Página|12
GB
miércoles, 7 de noviembre de 2012
CRITICAS AL 8 N
DESDE EL KIRCHNERISMO CRITICARON LAS MOTIVACIONES DEL CACEROLAZO
“Es el rechazo a la política”En el acto de ayer, la Presidenta tuvo frases que podían interpretarse como una referencia a la protesta de mañana. El ministro De Vido y el filósofo Forster criticaron la movida, el diputado De Narváez la respaldó.
“Y si no te gusta el Gobierno por los derechos humanos, ¿cuál es el problema? Y si no te gusta, porque a los pobres antes los podías contratar por dos mangos. Me gustaría que digan lo que piensan.” La frase de Cristina Fernández de Kirchner, dicha dos días antes del cacerolazo del 8 de noviembre, tiene sus connotaciones en un día en el que oficialistas y opositores polemizaron sobre los sentidos de la protesta.
A la denuncia del senador Aníbal Fernández –que acusó a la Fundación Pensar y otras vinculadas con el macrismo, a la Sociedad Rural y a grupos de ultraderecha de fogonear la manifestación– ayer se sumó el ministro de Planificación, Julio De Vido, quien consideró que la protesta es “una expresión antimodélica” que va contra “la Asignación Universal por Hijo y la nacionalización de los fondos de las AFJP”. Sostuvo también que buscan “reprivatizar YPF y Aerolíneas Argentinas” y que “no tienen conducción política definida porque expresan el rechazo a la política”.
“Las ideas se defienden desde la política, con dirigentes que se pongan al frente, para conducir”, advirtió el ministro. Le pidió al kirchnerismo que conduzca “un frente amplio y tolerante” para 2013 porque “los tiempos por venir son determinantes y no hay candidaturas para 2015 que no se sustenten en un triunfo contundente en 2013”. De Vido pidió “un contundente triunfo en el 2013, porque si no, ganan los que quieren endeudar a la Nación”.
A las críticas al cacerolazo de mañana se sumó nuevamente el intelectual de Carta Abierta Ricardo Forster, quien consideró que “hay una importante cantidad de argentinos y argentinas que van a ir el 8 de noviembre y que no tienen interés de que los escuchen en el sentido democrático del término”. Forster también aseguró que los medios hegemónicos “quieren darle mucho aire” a la movilización. “Pueden constituirse en una marcha, pero aún les falta para conformar un movimiento político”, afirmó.
El filósofo consideró que los que reclaman no constituyen una mayoría, “sino que distan mucho de serlo”. “En las elecciones de Venezuela aseguraban que habría una victoria de Henrique Capriles y Hugo Chávez terminó sacando una diferencia de un millón y medio de votos”, graficó.
Advirtió que los que marchan se consideran poseedores de un “cuentapropismo moral, donde si les va mal es por culpa del otro, pero si les va bien es por virtudes que les son propias”. Estimó que la clase media tiene actitudes “pendulares y contradictorias”.
“Van perdiendo la memoria de lo que pasó antes, mientras en el 2001 mandaban a sus hijos al exterior hoy realizan su vida en la Argentina, pueden viajar, tienen capacidad de ahorro”, enumeró. “La movilización es un conjunto de gritos. Dicen buscar, entre otras cosas, el fin de la pobreza. ¿Quién podría estar en contra de eso? Lo que no dicen es cuáles serían las políticas que debieran aplicarse para lograrlo”, indicó. “Lo escuchamos a Pino Solanas defendiendo el 8N como quien defiende una movilización popular”, afirmó Forster.
El diputado Francisco de Narváez respaldó la manifestación y consideró que tiene “un reclamo legítimo ante los problemas reales”. “Ya llegará el tiempo en que la sociedad deberá elegir quiénes representan mejor sus ideas. La gente rechaza el proceso de fricción social permanente que promueve el kirchnerismo”, indicó. “La gente reclama al Gobierno y también a la oposición que se resuelvan sus problemas, la inseguridad, el aumento de los precios, la falta de vivienda”, enumeró De Narváez, quien dijo que no irá a la movilización porque “no corresponde que interfiera”.
Por su parte, Christian “Chipi” Castillo, referente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), advirtió que “el eventual éxito de esta movilización no será en beneficio de los intereses del pueblo trabajador, sino de algunos de sus verdugos de la derecha vernácula”. El dirigente advirtió que su partido no se sumará a la protesta porque “está fomentada por corporaciones empresariales, la cúpula de la Iglesia y políticos patronales de derecha como Macri, De la Sota y Carrió”.
“Es el rechazo a la política”En el acto de ayer, la Presidenta tuvo frases que podían interpretarse como una referencia a la protesta de mañana. El ministro De Vido y el filósofo Forster criticaron la movida, el diputado De Narváez la respaldó.
“Y si no te gusta el Gobierno por los derechos humanos, ¿cuál es el problema? Y si no te gusta, porque a los pobres antes los podías contratar por dos mangos. Me gustaría que digan lo que piensan.” La frase de Cristina Fernández de Kirchner, dicha dos días antes del cacerolazo del 8 de noviembre, tiene sus connotaciones en un día en el que oficialistas y opositores polemizaron sobre los sentidos de la protesta.
A la denuncia del senador Aníbal Fernández –que acusó a la Fundación Pensar y otras vinculadas con el macrismo, a la Sociedad Rural y a grupos de ultraderecha de fogonear la manifestación– ayer se sumó el ministro de Planificación, Julio De Vido, quien consideró que la protesta es “una expresión antimodélica” que va contra “la Asignación Universal por Hijo y la nacionalización de los fondos de las AFJP”. Sostuvo también que buscan “reprivatizar YPF y Aerolíneas Argentinas” y que “no tienen conducción política definida porque expresan el rechazo a la política”.
“Las ideas se defienden desde la política, con dirigentes que se pongan al frente, para conducir”, advirtió el ministro. Le pidió al kirchnerismo que conduzca “un frente amplio y tolerante” para 2013 porque “los tiempos por venir son determinantes y no hay candidaturas para 2015 que no se sustenten en un triunfo contundente en 2013”. De Vido pidió “un contundente triunfo en el 2013, porque si no, ganan los que quieren endeudar a la Nación”.
A las críticas al cacerolazo de mañana se sumó nuevamente el intelectual de Carta Abierta Ricardo Forster, quien consideró que “hay una importante cantidad de argentinos y argentinas que van a ir el 8 de noviembre y que no tienen interés de que los escuchen en el sentido democrático del término”. Forster también aseguró que los medios hegemónicos “quieren darle mucho aire” a la movilización. “Pueden constituirse en una marcha, pero aún les falta para conformar un movimiento político”, afirmó.
El filósofo consideró que los que reclaman no constituyen una mayoría, “sino que distan mucho de serlo”. “En las elecciones de Venezuela aseguraban que habría una victoria de Henrique Capriles y Hugo Chávez terminó sacando una diferencia de un millón y medio de votos”, graficó.
Advirtió que los que marchan se consideran poseedores de un “cuentapropismo moral, donde si les va mal es por culpa del otro, pero si les va bien es por virtudes que les son propias”. Estimó que la clase media tiene actitudes “pendulares y contradictorias”.
“Van perdiendo la memoria de lo que pasó antes, mientras en el 2001 mandaban a sus hijos al exterior hoy realizan su vida en la Argentina, pueden viajar, tienen capacidad de ahorro”, enumeró. “La movilización es un conjunto de gritos. Dicen buscar, entre otras cosas, el fin de la pobreza. ¿Quién podría estar en contra de eso? Lo que no dicen es cuáles serían las políticas que debieran aplicarse para lograrlo”, indicó. “Lo escuchamos a Pino Solanas defendiendo el 8N como quien defiende una movilización popular”, afirmó Forster.
El diputado Francisco de Narváez respaldó la manifestación y consideró que tiene “un reclamo legítimo ante los problemas reales”. “Ya llegará el tiempo en que la sociedad deberá elegir quiénes representan mejor sus ideas. La gente rechaza el proceso de fricción social permanente que promueve el kirchnerismo”, indicó. “La gente reclama al Gobierno y también a la oposición que se resuelvan sus problemas, la inseguridad, el aumento de los precios, la falta de vivienda”, enumeró De Narváez, quien dijo que no irá a la movilización porque “no corresponde que interfiera”.
Por su parte, Christian “Chipi” Castillo, referente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), advirtió que “el eventual éxito de esta movilización no será en beneficio de los intereses del pueblo trabajador, sino de algunos de sus verdugos de la derecha vernácula”. El dirigente advirtió que su partido no se sumará a la protesta porque “está fomentada por corporaciones empresariales, la cúpula de la Iglesia y políticos patronales de derecha como Macri, De la Sota y Carrió”.
OBAMA, IS THE PRESIDENT, OPINION
EL PRESIDENTE GANO CUATRO AñOS MAS EN LA CASA BLANCA CON CIERTA COMODIDAD EN EL COLEGIO ELECTORAL Y POCA DIFERENCIA EN EL VOTO POPULAR
El espanto ante Romney empujó la reelección de Obama
Las encuestas anticipaban una larga noche de conteos, pero los demócratas sumaron uno a uno los estados clave y la elección quedó definida antes de la medianoche de NY. Los trucos republicanos en la forma de votación impidieron una derrota más amplia.
Por Ernesto Semán
Desde Nueva York
“¡Cuatro años más!” Dependiendo del tono, la consigna con la que un presidente de los Estados Unidos va por su reelección puede ser un grito de guerra o un signo de pesada resignación. “¡Cuatro años más!” Ambos sentimientos, y todos los intermedios, estuvieron anoche en la elección que le dio a Barack Obama un nuevo mandato presidencial. Algo lejos del entusiasmo que generó en el 2008, la energía de sus millones de seguidores fue la necesidad de frenar a cualquier costo el ascenso del Partido Republicano. No tan sólo por derrotar a su candidato Mitt Romney –un conservador levemente moderado, con mucho dinero y escasísimas dotes políticas–, sino sobre todo por frenar al fanatismo con el que su partido abrazó las ideas de ultraderecha y la efectividad con la que acumuló consenso en torno de ellas.
Hacia la medianoche de Nueva York, Obama se imponía cómodamente en el Colegio Electoral con 280 electores (10 más de los necesarios). El presidente no sólo retenía Ohio y Wisconsin (estados que estaban en disputa), sino que los demócratas consolidaban su mayoría en el Senado. Sin embargo, hasta ese momento Romney se imponía en el voto popular, una tendencia que podría revertirse o reducirse con el total de los votos del estado de California. Pero tanto las cadenas de televisión como los propios candidatos dieron la elección por definida cuando se conoció el triunfo de Obama en Ohio: desde 1968, nadie llegó a la presidencia sin ganar en este estado.
Aunque más de un treinta por ciento de los votos fueron emitidos por anticipado en los días anteriores, el día de ayer estuvo plagado de irregularidades, sobre todo en aquellos estados más disputados. A lo largo del año, abogados de organizaciones mayormente demócratas trataron de frenar las distintas iniciativas tendientes a limitar el voto en estados clave como Florida u Ohio. Pero más allá de las múltiples trabas e incentivos para no votar durante el año, las dificultades para participar de la elección y los problemas para corroborar que la votación se hacía regularmente se multiplicaron durante toda la jornada. En Pennsylvania, cuando un votante tocaba la tecla de Obama y la máquina electrónica marcaba Romney (a diferencia de otros países con voto electrónico, desde Estonia hasta Venezuela, donde el ciudadano se lleva un “ticket” con su voto y lo deposita en la urna, en Estados Unidos, no hay ningún control sobre el voto electrónico por fuera de la máquina) no había manera de revertirlo.
En Ohio, las colas en ciudades marcadamente demócratas como Cincinnatti superaban las tres cuadras, con muchos votantes desistiendo después de horas de espera. En Florida, dirigentes republicanos reprodujeron los plebiscitos locales al infinito con el objetivo de complicar el día de votación. En algunos condados, los votantes debían decidir sobre trece plebiscitos además de la elección presidencial, multiplicando el tiempo de espera hasta tornarlo inmanejable.
Como mejor ejemplo de este masivo proceso de exclusión política está el estado de Florida. Obama ganaba anoche en ese estado por un margen ínfimo (menos de 0,5 por ciento con el 92 por ciento de los votos escrutados). Pero el resultado llega después de que cerca de un millón y medio de personas fueron excluidas del proceso electoral a través de diversas medidas destinadas a limitar la posibilidad de registrarse y de votar de sectores negros, pobres e hispanos inclinados mayoritariamente hacia el Partido Demócrata. Si algo muestra este estado del sur, es que el apoyo a Obama es ampliamente mayor que el que muestran los números de la elección (ver recuadro).
A nivel nacional, el resultado preliminar hacia la medianoche de ayer mostraba lo que indicaban antes muchas de las encuestas. Obama ganó, pero con algo menos de votos y bastante menos entusiasmo que hace cuatro años. Su segundo mandato no tendrá la presión por la reelección que tenía el primero, pero tampoco tendrá detrás el tipo de fervor que lo hizo sobreponerse, incluso, a la maquinaria de su propio partido.
Buena parte del resultado se explica en la movilización demócrata para frenar a Romney más que en la expectativa puesta en el presidente reelecto. Aunque la economía muestra ahora signos consistentes de recuperación tardía, Obama triunfó, en más de un aspecto, a pesar de su gestión. Aunque la economía muestra recién ahora signos de recuperación, el crecimiento que apenas orilla el 2 por ciento, una desocupación que merodea el 8 por ciento pero que agregada a empleos extremadamente precarios y a quienes abandonaron la búsqueda de empleo es mucho mayor. Medido con el sistema que se utiliza en Francia, el desempleo norteamericano orilla el 20 por ciento.
Buena parte de esta coyuntura es herencia de la crisis heredada de la administración anterior. Pero otra buena parte es derivada de las dificultades que encontró Obama para confrontar a los republicanos y su disposición a buscar fórmulas negociadas frente a un adversario montado en una cruzada que iba mucho más allá de su presidencia.
Un paquete de estímulo a la economía un 40 por ciento más chico que el que los economistas creían imprescindible, una política de inmigración que, en lugar de regularizar a los indocumentados, generó la mayor cantidad de deportaciones de las últimas décadas y la expansión de programas de eliminación de presuntos terroristas en el exterior, sin juicio previo e incluyendo a ciudadanos americanos son apenas una muestra de las consecuencias de una forma de hacer política que va mucho más allá del estilo.
Romney, con pasado relativamente moderado, representó a un partido cada vez más sólidamente articulado alrededor de un núcleo duro de ideas de la extrema derecha, expresadas sobre todo por el Tea Party, alrededor de la defensa irrestricta de la libertad individual, el desmantelamiento del Estado de bienestar, la primacía de los derechos de propiedad y la noción de concentrar las funciones del Estado federal en defender la seguridad nacional.
La irrupción del Tea Party produjo cambios radicales y paradójicos en la política norteamericana. Por un lado, logró canalizar el apoyo a los republicanos de potentados millonarios de ultraderecha, beneficiados con la decisión de la Corte que permitió un gasto ilimitado en las campañas bajo el argumento de defender la libertad de expresión. Pero, al mismo tiempo, el Tea Party movilizó una base de militantes y activistas de derecha que el Partido Republicano no tenía desde hacía varias décadas (su base natural había sido la red de activistas de la Iglesia evangélica, que esta vez mostraron poco entusiasmo por el candidato republicano, de origen mormón). A su vez, esa base enérgica de extrema derecha logró imponer candidatos republicanos que luego tuvieron enorme dificultades para capturar votos por fuera de su núcleo duro. En el 2010, la figura paradigmática había sido Christine O’Donnell, la candidata a senadora del Tea Party por Pennsylvania, que logró galvanizar a su base política, pero perdió la elección general por 13 puntos.
En la elección de anoche, la inclinación hacia la extrema derecha le costó cantidades descomunales de votos. La demócrata Elizabeth Warren se impuso cómoda en Massachussets y los demócratas en Indiana también derrotaron a Richard Mourdock, uno de los varios candidatos republicanos que pusieron en duda la criminalidad de los actos de violación y negaron bajo cualquier condición la legalización del aborto. Cerca de la medianoche, los republicanos seguían perdiendo terreno en un Senado que será definitivamente demócrata. Algunos de estos cambios son inmotivados, pero no caprichosos: sin el Tea Party, el Partido Republicano no hubiera tenido el resurgimiento racista y movilizante que vive desde el 2008. Pero sin el Tea Party, probablemente, los republicanos tendrían el control del Senado y estarían más cerca de ganar la elección general.
Entre los votantes liberales que más se entusiasmaron con Obama en 2008, el 2012 tampoco fue un gran año. Es un universo heterogéneo y la mirada desde el borde ayuda a desentrañarlo. Martín Plot, un argentino que desde hace dos décadas estudia la política norteamericana con la frescura del observador y la agudeza de quien está inmerso, autor de Indivisible: Democracia y Terror de Bush a Obama, decía ayer desde Los Angeles, California: “Para un americano nativo, es una obviedad que hay que votar a Obama y desear que gane; es el único de los dos que no se propone casi explícitamente destruirlo todo. Pero para un ciudadano del mundo en el que sobrevuelan los drones y en el que sólo una persona decide si se realiza una ejecución sumaria o no, la opción ya no parece tan evidente”. Aunque no se conocen, el mejor ejemplo del votante descripto por Plot era Dylan Yeats que, ayer, cerca de la medianoche, en un bar frente al Centro de detención de Brooklyn, confesaba: “No veo la hora de que llegue mañana para poder odiarlo con total libertad por haberse convertido en el responsable de miles de asesinatos en todo el mundo”. En la prisión frente al bar, donde un 90 por ciento de la población es negra e hispana, el silencio era total hasta las 11.35, cuando las cadenas de televisión anunciaron el resultado. En ese momento, estalló un estruendo de cacerolas y gritos que durante más de cinco minutos, según se escuchó desde la calle, celebró el segundo triunfo de Barack Obama.
GB
El espanto ante Romney empujó la reelección de Obama
Las encuestas anticipaban una larga noche de conteos, pero los demócratas sumaron uno a uno los estados clave y la elección quedó definida antes de la medianoche de NY. Los trucos republicanos en la forma de votación impidieron una derrota más amplia.
Por Ernesto Semán
Desde Nueva York
“¡Cuatro años más!” Dependiendo del tono, la consigna con la que un presidente de los Estados Unidos va por su reelección puede ser un grito de guerra o un signo de pesada resignación. “¡Cuatro años más!” Ambos sentimientos, y todos los intermedios, estuvieron anoche en la elección que le dio a Barack Obama un nuevo mandato presidencial. Algo lejos del entusiasmo que generó en el 2008, la energía de sus millones de seguidores fue la necesidad de frenar a cualquier costo el ascenso del Partido Republicano. No tan sólo por derrotar a su candidato Mitt Romney –un conservador levemente moderado, con mucho dinero y escasísimas dotes políticas–, sino sobre todo por frenar al fanatismo con el que su partido abrazó las ideas de ultraderecha y la efectividad con la que acumuló consenso en torno de ellas.
Hacia la medianoche de Nueva York, Obama se imponía cómodamente en el Colegio Electoral con 280 electores (10 más de los necesarios). El presidente no sólo retenía Ohio y Wisconsin (estados que estaban en disputa), sino que los demócratas consolidaban su mayoría en el Senado. Sin embargo, hasta ese momento Romney se imponía en el voto popular, una tendencia que podría revertirse o reducirse con el total de los votos del estado de California. Pero tanto las cadenas de televisión como los propios candidatos dieron la elección por definida cuando se conoció el triunfo de Obama en Ohio: desde 1968, nadie llegó a la presidencia sin ganar en este estado.
Aunque más de un treinta por ciento de los votos fueron emitidos por anticipado en los días anteriores, el día de ayer estuvo plagado de irregularidades, sobre todo en aquellos estados más disputados. A lo largo del año, abogados de organizaciones mayormente demócratas trataron de frenar las distintas iniciativas tendientes a limitar el voto en estados clave como Florida u Ohio. Pero más allá de las múltiples trabas e incentivos para no votar durante el año, las dificultades para participar de la elección y los problemas para corroborar que la votación se hacía regularmente se multiplicaron durante toda la jornada. En Pennsylvania, cuando un votante tocaba la tecla de Obama y la máquina electrónica marcaba Romney (a diferencia de otros países con voto electrónico, desde Estonia hasta Venezuela, donde el ciudadano se lleva un “ticket” con su voto y lo deposita en la urna, en Estados Unidos, no hay ningún control sobre el voto electrónico por fuera de la máquina) no había manera de revertirlo.
En Ohio, las colas en ciudades marcadamente demócratas como Cincinnatti superaban las tres cuadras, con muchos votantes desistiendo después de horas de espera. En Florida, dirigentes republicanos reprodujeron los plebiscitos locales al infinito con el objetivo de complicar el día de votación. En algunos condados, los votantes debían decidir sobre trece plebiscitos además de la elección presidencial, multiplicando el tiempo de espera hasta tornarlo inmanejable.
Como mejor ejemplo de este masivo proceso de exclusión política está el estado de Florida. Obama ganaba anoche en ese estado por un margen ínfimo (menos de 0,5 por ciento con el 92 por ciento de los votos escrutados). Pero el resultado llega después de que cerca de un millón y medio de personas fueron excluidas del proceso electoral a través de diversas medidas destinadas a limitar la posibilidad de registrarse y de votar de sectores negros, pobres e hispanos inclinados mayoritariamente hacia el Partido Demócrata. Si algo muestra este estado del sur, es que el apoyo a Obama es ampliamente mayor que el que muestran los números de la elección (ver recuadro).
A nivel nacional, el resultado preliminar hacia la medianoche de ayer mostraba lo que indicaban antes muchas de las encuestas. Obama ganó, pero con algo menos de votos y bastante menos entusiasmo que hace cuatro años. Su segundo mandato no tendrá la presión por la reelección que tenía el primero, pero tampoco tendrá detrás el tipo de fervor que lo hizo sobreponerse, incluso, a la maquinaria de su propio partido.
Buena parte del resultado se explica en la movilización demócrata para frenar a Romney más que en la expectativa puesta en el presidente reelecto. Aunque la economía muestra ahora signos consistentes de recuperación tardía, Obama triunfó, en más de un aspecto, a pesar de su gestión. Aunque la economía muestra recién ahora signos de recuperación, el crecimiento que apenas orilla el 2 por ciento, una desocupación que merodea el 8 por ciento pero que agregada a empleos extremadamente precarios y a quienes abandonaron la búsqueda de empleo es mucho mayor. Medido con el sistema que se utiliza en Francia, el desempleo norteamericano orilla el 20 por ciento.
Buena parte de esta coyuntura es herencia de la crisis heredada de la administración anterior. Pero otra buena parte es derivada de las dificultades que encontró Obama para confrontar a los republicanos y su disposición a buscar fórmulas negociadas frente a un adversario montado en una cruzada que iba mucho más allá de su presidencia.
Un paquete de estímulo a la economía un 40 por ciento más chico que el que los economistas creían imprescindible, una política de inmigración que, en lugar de regularizar a los indocumentados, generó la mayor cantidad de deportaciones de las últimas décadas y la expansión de programas de eliminación de presuntos terroristas en el exterior, sin juicio previo e incluyendo a ciudadanos americanos son apenas una muestra de las consecuencias de una forma de hacer política que va mucho más allá del estilo.
Romney, con pasado relativamente moderado, representó a un partido cada vez más sólidamente articulado alrededor de un núcleo duro de ideas de la extrema derecha, expresadas sobre todo por el Tea Party, alrededor de la defensa irrestricta de la libertad individual, el desmantelamiento del Estado de bienestar, la primacía de los derechos de propiedad y la noción de concentrar las funciones del Estado federal en defender la seguridad nacional.
La irrupción del Tea Party produjo cambios radicales y paradójicos en la política norteamericana. Por un lado, logró canalizar el apoyo a los republicanos de potentados millonarios de ultraderecha, beneficiados con la decisión de la Corte que permitió un gasto ilimitado en las campañas bajo el argumento de defender la libertad de expresión. Pero, al mismo tiempo, el Tea Party movilizó una base de militantes y activistas de derecha que el Partido Republicano no tenía desde hacía varias décadas (su base natural había sido la red de activistas de la Iglesia evangélica, que esta vez mostraron poco entusiasmo por el candidato republicano, de origen mormón). A su vez, esa base enérgica de extrema derecha logró imponer candidatos republicanos que luego tuvieron enorme dificultades para capturar votos por fuera de su núcleo duro. En el 2010, la figura paradigmática había sido Christine O’Donnell, la candidata a senadora del Tea Party por Pennsylvania, que logró galvanizar a su base política, pero perdió la elección general por 13 puntos.
En la elección de anoche, la inclinación hacia la extrema derecha le costó cantidades descomunales de votos. La demócrata Elizabeth Warren se impuso cómoda en Massachussets y los demócratas en Indiana también derrotaron a Richard Mourdock, uno de los varios candidatos republicanos que pusieron en duda la criminalidad de los actos de violación y negaron bajo cualquier condición la legalización del aborto. Cerca de la medianoche, los republicanos seguían perdiendo terreno en un Senado que será definitivamente demócrata. Algunos de estos cambios son inmotivados, pero no caprichosos: sin el Tea Party, el Partido Republicano no hubiera tenido el resurgimiento racista y movilizante que vive desde el 2008. Pero sin el Tea Party, probablemente, los republicanos tendrían el control del Senado y estarían más cerca de ganar la elección general.
Entre los votantes liberales que más se entusiasmaron con Obama en 2008, el 2012 tampoco fue un gran año. Es un universo heterogéneo y la mirada desde el borde ayuda a desentrañarlo. Martín Plot, un argentino que desde hace dos décadas estudia la política norteamericana con la frescura del observador y la agudeza de quien está inmerso, autor de Indivisible: Democracia y Terror de Bush a Obama, decía ayer desde Los Angeles, California: “Para un americano nativo, es una obviedad que hay que votar a Obama y desear que gane; es el único de los dos que no se propone casi explícitamente destruirlo todo. Pero para un ciudadano del mundo en el que sobrevuelan los drones y en el que sólo una persona decide si se realiza una ejecución sumaria o no, la opción ya no parece tan evidente”. Aunque no se conocen, el mejor ejemplo del votante descripto por Plot era Dylan Yeats que, ayer, cerca de la medianoche, en un bar frente al Centro de detención de Brooklyn, confesaba: “No veo la hora de que llegue mañana para poder odiarlo con total libertad por haberse convertido en el responsable de miles de asesinatos en todo el mundo”. En la prisión frente al bar, donde un 90 por ciento de la población es negra e hispana, el silencio era total hasta las 11.35, cuando las cadenas de televisión anunciaron el resultado. En ese momento, estalló un estruendo de cacerolas y gritos que durante más de cinco minutos, según se escuchó desde la calle, celebró el segundo triunfo de Barack Obama.
GB
pregunta cortita
¿Cuántos de los 200.721 argentinos que viajaron al exterior en el mes de setiembre del 2012, y gsataron un promedio de 86 dólares diarios durante un promedio de 13,6 días de turismo, van mañana al cacelorazo por la libertad y el no cierre definitivo de fronteras?.
GB
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martes, 6 de noviembre de 2012
Adios Chiquito.
Por Horacio Verbitsky
Temía estar solo en ese momento, pero no fue así. Terminó de apagarse poco después del mediodía, tomado de la mano por sus afectos más íntimos.
Hace dos meses, cuando la Cámara de Diputados le entregó un premio, Leonardo Favio, tal vez nuestro mayor artista popular, me pidió que lo acompañara. Fui porque el premio se lo daban a él y él fue porque el premio se llamaba Néstor Kirchner, quien le devolvió la felicidad por las transformaciones que puede producir la política y que para tantos llegó como una sorpresiva primavera.
Le cautivaba Cristina y estaba orgulloso del homenaje que ella le tributó hace unos años. Como muchos, sentía como un privilegio haber llegado a vivir este presente.
Si el Chiquito te pedía algo era difícil negarse. Cuando me invitó al estreno de su última obra, Aniceto, le dije que no me sentía cómodo en esa situación social. Pero me insistió hasta la intriga. Para colmo me hizo sentar entre Fito Páez y los bailarines de la película. No había dónde esconderse. Al entrar al cine me dijo que quería hablarme cuando se encendieran las luces, como si supiera que planeaba escaparme un segundo antes de eso. Recién al final de la proyección entendí por qué me obligó a quedarme.
Si el Chiquito te pedía algo era difícil negarse. Cuando me invitó al estreno de su última obra, Aniceto, le dije que no me sentía cómodo en esa situación social. Pero me insistió hasta la intriga. Para colmo me hizo sentar entre Fito Páez y los bailarines de la película. No había dónde esconderse. Al entrar al cine me dijo que quería hablarme cuando se encendieran las luces, como si supiera que planeaba escaparme un segundo antes de eso. Recién al final de la proyección entendí por qué me obligó a quedarme.
No creo haber hecho nada para merecer que me dedicara el Aniceto, aunque él sentía que siempre estuve cuando me necesitó, desde aquellos años de mate con bombilla en la terraza en que me contaba escena por escena cómo sería su próxima película. Soy uno de los que le dijeron que no era una locura volver a filmar El romance del Aniceto y la Francisca con bailarines en vez de actores. Uno diría, ¿y qué podía importarle lo que pensara un tipo que entendía tan poco de esas cosas? Le importaba, porque era un creador tan grande como inseguro. Su cine y su música se basaban en la intuición, alimentada en el universo de su infancia y hasta su último proyecto inconcluso tiene que ver con eso, el pantalón cortito con un solo tirador y el mantel de hule.
Pero como cineasta además era un obsesivo que medía y pesaba cada detalle hasta la exasperación y al Tano Stagnaro le hizo hacer cosas con el color que hoy parecen fáciles con el digital pero que entonces eran una proeza. Rita Hayworth decía que las únicas joyas de su vida eran las dos películas que filmó con Fred Astaire. Yo atesoro el guión, las indicaciones de escenografía y el disco con la música del Aniceto. Mañana quiero volver a leer ese texto y las líneas con que me lo mandó, así como hoy escucho sus canciones, de las que decía que “perdurarán mucho más allá de nuestras sombras”, por las que “me recordarán al momento de empacar para no volver”, aunque al mismo tiempo se definiera como “un compositor rasante, de tono y dominante”.
Desde los shows de su juventud siempre hablaba de la muerte, con una idea de la trascendencia que en los últimos años lo acercó a una experiencia mística de Dios y el universo. Era bastante asustadizo y cuando tuvieron que operarlo para un reemplazo de cadera, me mandó las cajas con el montaje final de Perón, sinfonía de un sentimiento, y un escueto mensaje aterrador: “Si me pasa algo vos decidís qué hacer con esto”. Pocas veces en la vida sentí tanta responsabilidad. Para rendirse ante esa obra superlativa, como casi todo lo que filmó en su vida, no hace falta coincidir con todas sus ideas políticas, y de hecho no comparto su visión del último Perón y todo lo que vino con él.
Tampoco me olvido de que hoy es fácil exponer esos desacuerdos, pero cuando estas cuestiones no eran parte de la filosofía y de la historia sino de la vida (y sobre todo de la muerte, omnipresente), el Chiquito salvó la vida de una docena de rehenes a quienes torturaban guardaespaldas descontrolados el día del regreso de Perón en 1973. Una cosa es la ideología y otra cosa la decencia.
No sé si tiene alguna importancia decirlo hoy, pero mi preferida de sus películas es Gatica, el Mono. Sé que es muy subjetivo. Sobre todo en una filmografía con varios puntos altos para elegir. Esa película es la historia de la sangre, de la sangre vertida por nuestro agobiado pueblo, de la humillación y la derrota y la aridez, de la impotencia y del fracaso. Algunos críticos han señalado que su duración es excesiva. Yo no quería que terminara nunca, y la vi varias veces en una semana. Creo que sólo me había pasado antes con La conspiración de los boyardos, de Eisenstein, en mi adolescencia; con Vivir y Kagemusha, de Kurosawa; con Rocco y sus hermanos, de Visconti. Varias buenas películas han encarado el pasado terrible de este país, desde distintos ángulos, muchos encomiables.
Pero me parece que nadie había conseguido una mirada tan abarcadora como la de su reflexión, de algún modo no política. Pertenece a otro orden de la realidad, establece un nexo distinto con el espectador, multidimensional, envolvente, iluminador e inexplicable, como la poesía. Y además les llega a todos, no sólo a los que saben y les importa.
Walsh abrió las primeras ediciones de Operación Masacre con una cita de Elliot, en inglés: “Una lluvia de sangre ha cegado mis ojos. ¿Cómo, cómo podría volver alguna vez a las suaves, tranquilas estaciones?”. Pero luego la sustituyó por otra, del comisario a cargo de los fusilamientos: “Agrega el declarante que la comisión encomendada era terriblemente ingrata para el que habla, pues salía de todas las funciones específicas de la policía”. Ni poesía inglesa ni la implacable precisión de los datos.
La estética de Gatica para decir aquello mismo que obsesionaba a Walsh es la que el Chiquito y su hermano y coguionista, el Negrito Zuhair Jorge Jury, aprendieron de los radioteatros que hacían su mamá Laura Favio y su tía Elcira Olivera Garcés. Cuando un talento torrentoso recupera esta marca de infancia, para narrar la vida de un ídolo del más aluvional barro, amasado con lágrimas en la tierra de la Patria sublevada cuyo subsuelo Scalabrini Ortiz vio emerger aquel 17 de octubre, se produce el milagro de una ópera popular, en la que los temas más complejos pueden transmitirse de un modo accesible a todos. La obra de arte regresa al pueblo que la originó, y a su vez lo ennoblece, al ofrecerle esa nueva dimensión de sí mismo. Así se forja la cultura de una Nación, esa categoría tan desmedrada y, sin embargo, indeleble.
La antológica secuencia de la misa, con los dos cuerpos bañados en sangre y los rostros retorcidos por el dolor y el odio es una rendición de cuentas minuciosa de la infinita capacidad de infligir daño que ha sido nuestra historia, pasada y moderna, desde el fusilamiento de Dorrego en adelante. Los artistas capaces de recrear los mitos populares de ese modo deslumbrante, revelan rasgos ocultos de los pueblos, que tal vez ellos mismos ignoran.
Te despido así, con el nombre que sólo muy pocos teníamos permiso para usar, tal vez porque nos conocíamos desde que salimos de la adolescencia. Me cuesta escribir de vos en tiempo pasado. Me cuesta escribir sin llorar, mientras escucho tus canciones que alguna vez me parecieron una desviación de tu obra cinematográfica enorme y que me llevó años entender y amar como parte inseparable de una misma narrativa. Adiós, Chiquito.
GB
El pibe que miraba, (Leonardo Favio), por Mario Wainfled.
Por Mario Wainfeld
Descolló como director de cine, también hizo lo suyo como cantante y actor. Uno de sus pininos en cine fue su actuación en El jefe, dirigida por Fernando Ayala, donde encarnaba curiosamente a un “niño bien” que se sumaba a una patota liderada por Alberto de Mendoza. El no era, justamente, un niño bien: su dura infancia marcó su vida, su trayectoria y su obra.
Como cantautor tuvo años de muchos éxitos y masividad. Es pasado lejano ya, vale recordar que las letras de sus temas incorporaban innovaciones. El voseo, el vocabulario propio de los argentinos, la ternura que supo ser la respuesta a lo malo y a lo bueno que le ofreció la vida. Afectividad sencilla, que no simple. Un cierto sentido del humor que le permitía bromear en uno de sus temas sobre un competidor de esa época. La letra es, como tantas, en primera persona. Leonardo habla con una chica, busca levantarla, dirimen gustos musicales: “Ella dice que Los Beatles/ yo digo ‘The Rolling Stones’(...) / ella dice que Los Gatos/yo digo ‘Pintura Fresca’/ ella dice ‘mejor Favio’/yo digo ‘Palito Ortega’”. Al final, se reconciliaban, a los dos les gustaba Leo Dan, un intérprete exitoso en la popular de aquel entonces.
Exigía la voz, así era en todo: siempre se exigió.
- - -
Como cineasta fue un genio, opina uno que es un espectador raso. Capaz de narrar con ascetismo formidable (merced a una gran elección y conducción de autores, otra de sus marcas) una historia casi de interiores como El dependiente. O de permitirse los desbordes en color, vibración y fantasía de Nazareno Cruz y el lobo. O de tantos tramos de Juan Moreira o Gatica, el Mono. Las dos versiones del romance de Aniceto y la Francisca podrían ser de autores distintos, excelsos ambos.
Pudo recrear como pocos, uno intuye que como nadie, las fiestas populares tanto como los momentos de dolor, desde los bailes y las riñas de gallos hasta “el entierro del Angelito” en el Moreira.
- - -
“Peronistas somos todos” decía el creador del Movimiento, que era muy socarrón. Podrá ser, en trazos gruesos, pero hay peronistas y peronistas. Favio integraba el conjunto de los que habían nacido en la privación y la marginación, lo que tiñe toda su biografía, su mensaje y su legado. Jamás se tradujo en resentimiento, a veces en apología, a menudo en la mejor pintura del peronismo que haya producido el cine (¿la cultura?) nacional. Sólo Fernando Solanas, supongo, le compite. Pero Pino privilegia un mensaje político preciso, lleno de evocaciones, de denuncias, de despojos, de exaltaciones y de propuestas. Favio, me parece, transmite la cifra del peronismo en una gama incomparable de registros y lo describe con hondura impar, que incluye el amor.
Exigía la voz, así era en todo: siempre se exigió.
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Como cineasta fue un genio, opina uno que es un espectador raso. Capaz de narrar con ascetismo formidable (merced a una gran elección y conducción de autores, otra de sus marcas) una historia casi de interiores como El dependiente. O de permitirse los desbordes en color, vibración y fantasía de Nazareno Cruz y el lobo. O de tantos tramos de Juan Moreira o Gatica, el Mono. Las dos versiones del romance de Aniceto y la Francisca podrían ser de autores distintos, excelsos ambos.
Pudo recrear como pocos, uno intuye que como nadie, las fiestas populares tanto como los momentos de dolor, desde los bailes y las riñas de gallos hasta “el entierro del Angelito” en el Moreira.
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“Peronistas somos todos” decía el creador del Movimiento, que era muy socarrón. Podrá ser, en trazos gruesos, pero hay peronistas y peronistas. Favio integraba el conjunto de los que habían nacido en la privación y la marginación, lo que tiñe toda su biografía, su mensaje y su legado. Jamás se tradujo en resentimiento, a veces en apología, a menudo en la mejor pintura del peronismo que haya producido el cine (¿la cultura?) nacional. Sólo Fernando Solanas, supongo, le compite. Pero Pino privilegia un mensaje político preciso, lleno de evocaciones, de denuncias, de despojos, de exaltaciones y de propuestas. Favio, me parece, transmite la cifra del peronismo en una gama incomparable de registros y lo describe con hondura impar, que incluye el amor.
La desbordante (en tantos aspectos) Sinfonía de un sentimiento es un fresco enorme, que rebasa su envase, por ponerlo de algún modo. No termina nunca y uno quiere que no termine. Nada puede objetarse al título, precioso y redondo como tantos de los suyos. Acaso sí puede agregársele como nota musical al pie, que Favio siempre lindó la ópera, ese género que exalta en trazos coloridos y firmes acerca de los sentimientos, las pasiones, el poder, la sangre... Sobre todo lo central y básico de la condición humana.
De cualquier modo, uno piensa que la marca mayor de Favio en su recorrida sobre el peronismo y, aun, la historia argentina es haber sido el gran narrador de sus epopeyas a través de personajes reales, dulcemente ficcionados: Moreira (en cierta medida) y Gatica, a todo vapor. Dos hombres no perfectos ni ejemplares, dos tipos plagados de defectos ostensibles. Mandarlos al frente como exponentes del pueblo en general y del pueblo peronista en especial, y conseguir un cuadro enternecedor, poblado de pertenencia y de calidez, es una hazaña accesible a pocos, tan pocos. Con una pizca de incorrección política, uno supone que Gatica especialmente podría ser pan comido para que un gorila se explayara sobre el peronismo, haciéndolo bolsa, con la linealidad del caso. Es, en cambio, una hazaña que se consagre a eso un peronista y consiga contagiar sus convicciones y plasmar una elegía a lo popular sin macanear ni un poquito.
Autodidacta al mango, sabía mirar y aprender, capturando sin remilgos ni prejuicios. Admiró a Leopoldo Torre Nilsson y supo saludar a Osvaldo Soriano en algún guión. Combinó recursos de vanguardia con esas musiquitas que sonaban en barrios humildes.
Eventualmente usaba la palabra “niño”, como una caricia. También decía “pibe”. A todo lo largo de su existencia fue, como un personaje incidental de una inolvidable canción, el pibe que miraba. Jamás dejó de asombrarse con la realidad, jamás dejó que le dejaran de brillar los ojos, jamás permitió que no brillaran los de los espectadores.
Eventualmente usaba la palabra “niño”, como una caricia. También decía “pibe”. A todo lo largo de su existencia fue, como un personaje incidental de una inolvidable canción, el pibe que miraba. Jamás dejó de asombrarse con la realidad, jamás dejó que le dejaran de brillar los ojos, jamás permitió que no brillaran los de los espectadores.
Uno es reacio a los rankings, aunque en esta nota alguno ya se coló. Con esa salvedad, se apunta que Favio tal vez fue el más grande director de cine de su patria. Que su ausencia deja un vacío en el cine y en el cuore. Con ese bagaje, van la pena y un agradecimiento que escribe uno de sus tantos admiradores.
MAS MODELO
La Presidenta presentó plan de AySA para Almirante Brown
La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner realizó una videoconferencia con el barrio José Mármol del municipio de Almirante Brown en la provincia de Buenos Aires, para conocer el estado de avance de las obras del Plan Director de AySA 2012-2014 que permitirán incorporar 142 mil personas al servicio de cloacas y 125 mil personas al de agua potable.
Gracias a las obras estructurales realizadas y al plan de expansión de las redes domiciliarias la cobertura de cloacas se cuadruplicará, pasando del actual 8% de la población a un 35%, mientras que en agua potable el crecimiento será del 56% pasando la cobertura de un 38% de la población a un 64%.
Cristina Kirchner dialogó con el intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, que estaba acompañado por el secretario de Infraestructura y Planificación del Municipio, Daniel Bolettieri.
Giustozzi señaló que estás "obras de infraestructura básica" debieron haber comenzado "hace más de cuatro décadas" ya que desde 1965 no se realizaba ninguna obra de este tipo.
"Esto que se tendría que haber hecho en cuarenta años, lo estamos haciendo en cuatro", enfatizó el intendente de Almirante Brown y señaló que las obras demandaron una inversión de casi 1.000 millones de pesos.
Desagües cloacales 142 mil vecinos de Almirante Brown
Para avanzar en el plan de expansión de redes cloacales, fue necesario previamente finalizar una obra estructural, el Colector Este Ramal Norte Tramo IV, que permite el vuelco de 20 redes secundarias. Del total de redes este año se finalizaron las obras de San Javier Norte, San Javier Sur, Mármol 1 y 2, Calzada-Mármol 2 y 3 y Burzaco IV que benefician a 50 mil vecinos. Para dar el servicio, AySA inicio el proceso de comunicación con los vecinos para darles conexión definitiva.
Además, en el año 2013 se prevé la finalización de redes para 37 mil personas que incluyen las Redes Secundarias Complemento San Javier Norte; Rafael Calzada 2; San Javier Este; Calzada-Mármol 1; Adrogüe Norte Cuenca A y B; Adrogüe Centro; Burzaco I y II. Por último en el año 2014 se prevé finalizar redes para 56 mil personas, incluyendo la Red Secundaria Adrogüe Sur; Burzaco Norte; Longchamps 1Ay 1B.
Agua potable para el 64% de los vecinos de Almirante Brown
En materia de agua potable ya se encuentran finalizadas 14 obras que permiten aumentar la producción y el transporte brindando el servicio a 33 mil nuevos habitantes entre 2011-2012. Asimismo, se encuentran en ejecución 12 obras que permitirán aumentar la producción, el tratamiento y el transporte de agua potabilizada a las redes domiciliarias, posibilitando futuras expansiones de redes domiciliarias a través de programas como el Agua + Trabajo.
También se encuentran en ejecución 12 obras estructurales como la 1° etapa de la Planta Potabilizadora de Osmosis Inversa Glew y 11 obras primarias de producción y transporte de agua. Por último, se encuentra en proceso licitatorio la Planta Potabilizadora de Osmosis Inversa para el Barrio Rayo de Sol y una 2° etapa de la Planta Potabilizadora de Osmosis Inversa Glew.
FUENTE MINPLAN.Cristina Kirchner dialogó con el intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, que estaba acompañado por el secretario de Infraestructura y Planificación del Municipio, Daniel Bolettieri.
Giustozzi señaló que estás "obras de infraestructura básica" debieron haber comenzado "hace más de cuatro décadas" ya que desde 1965 no se realizaba ninguna obra de este tipo.
"Esto que se tendría que haber hecho en cuarenta años, lo estamos haciendo en cuatro", enfatizó el intendente de Almirante Brown y señaló que las obras demandaron una inversión de casi 1.000 millones de pesos.
Desagües cloacales 142 mil vecinos de Almirante Brown
Para avanzar en el plan de expansión de redes cloacales, fue necesario previamente finalizar una obra estructural, el Colector Este Ramal Norte Tramo IV, que permite el vuelco de 20 redes secundarias. Del total de redes este año se finalizaron las obras de San Javier Norte, San Javier Sur, Mármol 1 y 2, Calzada-Mármol 2 y 3 y Burzaco IV que benefician a 50 mil vecinos. Para dar el servicio, AySA inicio el proceso de comunicación con los vecinos para darles conexión definitiva.
Además, en el año 2013 se prevé la finalización de redes para 37 mil personas que incluyen las Redes Secundarias Complemento San Javier Norte; Rafael Calzada 2; San Javier Este; Calzada-Mármol 1; Adrogüe Norte Cuenca A y B; Adrogüe Centro; Burzaco I y II. Por último en el año 2014 se prevé finalizar redes para 56 mil personas, incluyendo la Red Secundaria Adrogüe Sur; Burzaco Norte; Longchamps 1Ay 1B.
Agua potable para el 64% de los vecinos de Almirante Brown
En materia de agua potable ya se encuentran finalizadas 14 obras que permiten aumentar la producción y el transporte brindando el servicio a 33 mil nuevos habitantes entre 2011-2012. Asimismo, se encuentran en ejecución 12 obras que permitirán aumentar la producción, el tratamiento y el transporte de agua potabilizada a las redes domiciliarias, posibilitando futuras expansiones de redes domiciliarias a través de programas como el Agua + Trabajo.
También se encuentran en ejecución 12 obras estructurales como la 1° etapa de la Planta Potabilizadora de Osmosis Inversa Glew y 11 obras primarias de producción y transporte de agua. Por último, se encuentra en proceso licitatorio la Planta Potabilizadora de Osmosis Inversa para el Barrio Rayo de Sol y una 2° etapa de la Planta Potabilizadora de Osmosis Inversa Glew.
GG
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