miércoles, 24 de octubre de 2012

JUAN BAUTISTA THORNE. IN MEMORIAM. FEDERAL Y PATRIOTA

"No ha sido nada..."

La batalla de la Vuelta Obligado fue la heroica defensa de la soberanía nacional por las tropas de la Confederación, que con mínimo armamento lucharon desde sus posiciones de tierra contra la escuadra anglo francesa, poderosamente armada, dotada de buques acorazados con los armamentos más modernos de la época y con tropas de número muy superiores.

Los primitivos cañones de la Confederación, algunos de bronce, iniciaron la acción al grito de ¡viva la soberanía argentina! y que tenía como fin detener o entorpecer paso el convoy enemigo en su avance río arriba y demostrar que su navegación no era libre, si no en violación de los derechos de la Confederación.

Cuando se acabaron las municiones patriotas, ya en medio del estrago hecho por la artillería enemiga, y se inició el desembarco, las tropas federales defendieron la posición con arma blanca. Muchos fueron diezmados por la fusilería; se perdió aquella posición luego de cruenta lucha, pero se siguió el hostigamiento de la flota río arriba, haciendo fracasar completamente la operación militar-comercial.

Vuelta de Obligado (20 de nov. de 1845)   
Corte de las cadenas por parte del Firebrand    
Imágen de impresión británica de 1897   
(Gentileza de "Colorado del Monte")   
Batalla de Vuelta de Obligado
El valor de los combatientes fue tal, y tal el honor salvado en la ocasión, que el 20 de noviembre pasó a ser el Día de la Soberanía. El combate de la Vuelta de Obligado se difundió, en ese momento, por todo el mundo, y ni siquiera los más acérrimos atacantes de Rosas, en Europa, pudieron dejar de elogiar el valeroso proceder de Mansilla y sus hombres. Hasta el parte de la batalla dado por el almirante ingles dirá “Los buques han sufrido mucho” y reconocía el valor de los patriotas que defendía en pabellón, nacional, entre los que se encontraba el teniente Facundo Quiroga, (hijo del general Facundo Quiroga) y Juan Bautista Thorne, quien al recibir el estallido de un cañonazo a corta distancia, cayo a suelo, y sacudiéndose el polvo se levanto diciendo “No ha sido nada”, quedando sordo para toda la vida, por lo que sería llamado “El sordo de Obligado”


El fracaso de esta expedición militar-comercial fue tal, que los anglo-franceses se avendrían a aceptar las condiciones de Rosas hasta en su última coma, desagraviando el pabellón nacional con 21 cañonazos, y como comentara San Martín desde Francia “... los interventores habrán visto.., que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca” (General San Martín ). En honor a la defensa, San Martín le donó a Rosas el sable libertador.

El 20 de noviembre fue declarado DIA DE LA SOBERANIA NACIONAL

Juan Bautista Thorne – “El Sordo de Obligado” - Dr. Juan Santiago Gosa.

Arreciaba el combate de la Vuelta de Obligado donde fuerzas argentinas enfrentaron con valentía la agresión anglo francesa. Por orden del gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones exteriores de la Confederación don Juan Manuel de Rosas, el general Lucio Mansilla había fortificado las costas del Paraná, cerrándolo en ese punto mediante botes atados con cadena.

Sobre el parapeto de la batería Manuelita, el teniente coronel Juan Bautista Thorne arengaba a sus artilleros y solo descendía de su atalaya para rectificar el blanco de los cañones.

En esa batalla el retumbar de las piezas dañó irremediablemente su oído, aunque no frustro su voluntad de seguir disparando, cuando los buques enemigos lograron forzar el paso y seguir remontado el río hacia el norte, el general Mansilla ordenó dos veces a Thorne que suspendiera el fuego y se retirara recibiendo como respuesta “ que sus cañones le imponían hacer fuego hasta vencer o morir” como consecuencia de estos hechos la historia lo recordó para siempre como el “Sordo de Obligado”.

Su desobediencia le sirvió para marchar arrestado al convento de San Lorenzo y allí permaneció hasta que el mismo Mansilla transformó la medida disciplinaria en el nombramiento de comandante en jefe de las costas del Paraná. En ese carácter mando las baterías del Quebracho, en la que fue herido en el hombro.
Thorne no nació en nuestra tierra como muchos de nuestros primeros marinos, pero avalo su ciudadanía adoptiva con una foja de servicios impecable. Nació en Nueva York el 8 de marzo de 1807, su padre era un marino que había participado en la guerra de la Independencia de EEUU, a los once años su padre lo puso a bordo de una escuadra que toco los puertos del Atlántico y del Pacífico entonces tuvo su primera oportunidad de conocer el puerto de Buenos Aires, de regreso a su hogar, su padre lo envió a Francia para que se formara en la escuela de marinería de Tolon. Allí conoció al oficial francés Le Blanc, quien muchos años después sería su enemigo. Sin embargo su espíritu aventurero se canso de la vida de guarnición y se embarco en un barco corsario dirigido por un pariente suyo, el barco corsario fue hundido en alta mar por un navío inglés, y Thorne salvo su vida, asido con fuerza a un trozo del palo mayor del barco.

Luego recorrió los márgenes de África, hasta que un barco pirata lo condujo a las costas del Perú.

Hacia 1822 llego nuevamente a Buenos Aires, donde encontró un amigo el oficial de marina José María Pinedo, sin embargo luego se alejo hacia el Oriente donde recorrió los puertos de China y Japón, finalmente regreso a la Argentina en 1825 y su personalidad llamo la atención del gobierno interesado en formar la escuadra que debía combatir contra el imperio de Brasil, a las ordenes de Fournier formo parte de la oficialidad del Congreso. Poco tiempo después a principios de 1827, fue designado al bergantín Chacabuco que bajo el mando de Santiago Bynon se iba a destacar en lo que se denomino Gesta de Patagones, en dicha batalla ocupo un lugar destacado, al abordar el buque brasileño “Itaparica” donde arreo la bandera imperial brasileña e izó la bandera argentina.

La acción le mereció alcanzar el mando del bergantín Patagones, luego mostró su valentía en distintas acciones hasta que cayó prisionero y fue llevado hasta Río de Janeiro. Regreso al celebrase la paz y paso a comandar el Balcarce que había sido buque insignia del almirante Brown.

En 1833 emprendió la campaña del Rio Colorado al mando del bergantín Patagones con el fin de ayudar la expedición al Desierto de Rosas. Designado comandante de la goleta Sarandí, tuvo la misión de auxiliar la defensa de la isla Martín Garcia, donde mando la artillería de tierra de dicha isla, donde el 12 de octubre de 1838, las fuerzas argentinas mandadas por Gerónimo Costa lucharon heroicamente contra la escuadra francesa bloqueadora.

Destinado al servicio hizo la campaña de Entre Ríos con Pascual Echague en 1839 y cuando el 15 de abril de 1841, con el grado de teniente coronel, regresa a ponerse bajo los ordenes de Brown, debió anotarse en su foja de servicios, haber participado en las acciones de guerra de Cagancha, Pago Largo, Don Cristóbal, Caaguazú, Yerúa, Sauce Grande y Punta Diamante.

Sirvió más tarde a las órdenes del Almirante Brown, como comandante del bergantín General Belgrano, empeñado en luchar contra Garibaldi y siguió combatiendo a las dos más grandes potencias de la tierra.

Reconocida la soberanía argentina y desagraviado el pabellón, Thorne volvió a su hogar donde permaneció hasta que después de Caseros se enrolo al lado del General Hilario Lagos, como integrante de la escuadra de la Confederación Argentina.

En esos días se produjo la traición del jefe de la escuadra de la Confederación Argentina John Halstead Coe, quien por una bolsa de monedas de oro, entrego a Buenos Aires que estaba separada del resto del país la escuadra nacional, se pretendió también comprar a Thorne a través de su hermana quien fue a bordo del Enigma acompañada de la esposa del ex rosista Lorenzo Torres. Ante esta situación el marino arrebatado por su indignación, puso sobre sus rodillas a su imprudente hermana y le propino una soberana paliza por haber abusado de la relación familiar.

Posteriormente fue borrado de la lista militar de Buenos Aires, por lo tanto debió realizar por razones de trabajo varios viajes a la India , además actúo como perito naval. Solo en 1868 fue reincorporado a la Armada , en la lista de guerreros de la Independencia y del Brasil.

Vivió con modestia de los recursos que le proporcionaba su pensión militar hasta la fecha de su fallecimiento que ocurrió el 1° de agosto de 1885, a los setenta y ocho años de edad. Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio de disidentes. Actualmente descansan en el Cementerio Británico de Buenos Aires. Su azarosa existencia fue resumida por el propio Thorne en breves y precisas palabras “llevo en mi cuerpo la severa impresión del plomo del Imperio, de Gran Bretaña, de Francia y de la guerra civil de mi patria de adopción".

Fuente: Juan Bautista Thorne – “El Sordo de Obligado” - Dr. Juan Santiago Gosa.

J.M.de Rosas. La ley y el orden    
Libro La ley y el orden
1º de Agosto de 1885 – Fallecimiento del Tcnl. Juan Bautista Thorne

Este batallador abnegado que prodigó su sangre en las lides por la independencia, por la integridad y por la libertad de la República Argentina, nació en Nueva York el 8 de marzo de 1807, de doña Margarita Breger y de don Enrique Thorne, ingeniero naval que había servido como capitán de fragata en la guerra de la independencia de los Estados Unidos.

Su padre lo colocó en una escuela de marinería, y por sus aptitudes lo tomó de ahí el comodoro Chelter trayéndolo en viaje de instrucción al Río de la Plata allá por el año de 1818. Con este jefe regresó a Estados Unidos, pasó enseguida a Francia, siguió por el Pacífico, bajó al Brasil, hasta que declarada la guerra entre este Imperio y las Provincias Unidas del Río de la Plata, Thorne entró a servir a éstas como guardiamarina o pilotín en la barca Congreso del mando del capitán Harris.

Sus conocimientos, su valor y sus condiciones singulares como hombre de guerra, le valieron pronto su ascenso, y a principios de 1826 entró en la Chacabuco en clase de teniente. En este barco concurrió (1827) a la toma de la escuadrilla brasilera, que se había internado en el río Negro del Carmen de Patagones. Thorne fue el primero que saltó a bordo de la corbeta brasilera Itaparica, hizo arriar la bandera imperial y enarbolar la argentina, lo cual se verificó en los demás barcos enemigos.

En diciembre del mismo año y comandando el bergantín goleta Patagones que sólo montaba dos cañones de a 12 y una coliza giratoria de a 18, Thorne se lanzó temerario contra el bergantín brasilero Pedro el Real de 16 cañones. En tal desigual combate Thorne recibió dos heridas graves y fue conducido prisionero a los calabozos de la fortaleza de Santa Cruz, de donde regresó a Buenos Aires cuando se hizo la paz con el Imperio.

Capitán en el año de 1830 y a bordo del Balcarce, comandante en 1832 de la goleta Martín García, hizo a fines de este año la campaña del Uruguay a bordo del bergantín Republicano. Siendo sargento mayor hizo la campaña a los desiertos del sur, y tócale remontar por la primera vez el río Colorado.

Desde entonces, puede decirse que su vida fue un continuo batallar, siempre al lado del cañón que era su arma favorita y con el cual parecía hubiese hecho el pacto de le recíproca fortaleza. Jefe de la artillería federal en casi todas las batallas de la guerra civil argentina, mereció ser encomiado por generales como Paz, quien no pudo menos que notar los estragos que Thorne hizo en sus filas. A Sauce Grande donde fue ascendido a coronel de artillería, Cagancha y Caaguazú, siguiéronse para el intrépido Thorne, Martín García, Vuelta de Obligado, Acevedo, Tonelero, San Lorenzo y el Quebracho; y en todas estas batallas su figura se destacó por los alientos poderosos con que imprimió heroísmo a la acción de los combatientes, y por los nobles entusiasmos con que ofrecía su vida a la bandera azul y blanca de los argentinos.

En su clase de coronel comandó la barca Julio en 1852; y en el año siguiente comandó en jefe la artillería del ejército del ejército con que el general Hilario Lagos asedió la ciudad de Buenos Aires.

Producidos los hechos que determinaron la separación de esta provincia de las demás argentinas, el coronel Thorne no quiso tomar armas en la lucha civil que se subsiguió.

Pobre, cubierto de cicatrices y de gloria, empezó a ganarse el sustento con su trabajo; que parece fuese esta la última prueba a que son sometidos los que en los mejores años de su vida no se dieron tiempo a pensar en sí mismos, porque vivieron del pensamiento en la patria a la cual vincularon su nombre.

La patria, o más propiamente, los gobiernos que siguieron, pagando tributo a los rencores tradicionales que tantas fuerzas malgastan y tantas injusticias perpetúan, fueron ingratos con el veterano inválido y casi indigente. Hasta su grado, conquistado en un campo de batalla, le desconocieron; y fue necesario que al correr del tiempo se sustituyeran a unos otros hombres para que le concedieran la mísera asignación correspondiente a teniente coronel de inválidos.

Thorne nunca se quejó. Su corazón de oro solía conmoverse cuando, por motivos militares o por informes que de él solicitaban, traía al recuerdo algunos hechos de armas que como Obligado, San Lorenzo y Quebracho lo llenaban de nobilísimo orgullo. Entonces, ya anciano, asomaban dos lágrimas a sus ojos. Eran lágrimas de un héroe empujadas por la sencillez de un niño.

La muerte le sobrevino el 1º de agosto de 1885. Murió como un justo, que sus hijos le cerraron piadosos los ojos, y tuvo amigos que lloraron sobre su tumba. En recompensa a sus méritos, el gobierno argentino dio el nombre de Thorne a una de las torpederas de la armada nacional.
Fuentes:
- Historia de la Confederación Argentina – Adolfo Saldías
- Obras citadas
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SIMON BOLIVAR NOS DIJO

SIMÓN BOLÍVAR.
Simón Bolivar

La Patria Grande

"... es tiempo de que las relaciones y los intereses que unen entre si a las republicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos. Las republicas americanas están de hecho confederadas... Si hubiesen de elegir su capital. el istmo de Panamá será soñado para este augusto destino, colocado como está, en el centro del globo, viendo por una parte Asia, y por la otra África y Europa... Cuando después de cien siglos - dice con soñadora imaginación - la posteridad busque el origen de nuestro derecho público registrará con respeto los protocolos del istmo. ¿ que será entonces el istmo de corintio comparado con el de Panamá?..." (Simón Bolívar)
10 Frases de Simón Bolivar.

1. Me alegra también mucho de que los Estados Unidos no entren en la Federación.

2. Convidar a los Estados Unidos para aparentar desprendimiento y animar a los convidados: después que estemos reunidos será la fiesta de los Lapitas y ahí entrará el león a comerse a los convivos.

3. Más importante es conocer nuestro pasado y nuestra realidad social que copiar el Código de Leyes de Washington.

4. Y, así, yo recomiendo a Usted que haga tener la mayor vigilancia sobre esos americanos que frecuentan las costas: son capaces de vender a Colombia por un real.

5. Hablo de la conducta de los Estados Unidos del Norte con respecto a los independientes del Sur, y de las rigurosas leyes promulgadas con el objeto de impedir toda especie de auxilio que pudiéramos procurarnos allí.

6 . Los americanos del norte, por ser sólo extranjeros tienen el carácter de heterogéneos para nosotros. Por lo mismo jamás seré de opinión de que los convidemos para nuestros arreglos americanos...

7 . No creo que los americanos deban entrar en el congreso del istmo (Congreso Anfictiónico): ese paso nos costaría pesadumbres con los albinos...

8 . Jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quien sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses...

9. Ya por su antineutralidad la América del Norte nos ha vejado tanto, exijámosle servicios que nos compensen sus humillaciones y fratricidios.

10. Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad.

Fuente:
www.lagazeta.com.ar
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CANDIDO LOPEZ Y LA GUERRA DEL PARAGUAY


CÁNDIDO LOPEZ, "EL MANCO DE CURUPAYTÍ"
Cándido López - El manco de Curupauti

El pintor de La Guerra del Paraguay
Obra de Cándido López

Cándido López nació en Buenos Aires el 29 de Agosto de 1840. Desarrolló una temprana carrera como pintor y fotógrafo retratista Estudió pintura con Cayetano Descalzi y Baltasar Verazzi.. Hacia 1860, en sociedad con Juan Soulá, recorrió la provincia de Buenos Aires realizando daguerrotipos.

En 1865, al estallar la guerra con el Paraguay, se incorpora como voluntario en el Batallón de Guardias Nacionales “San Nicolás”, recibiendo el grado de teniente 2º.

El 22 de Setiembre de 1866 forma parte de la 3º Columna de Asalto a Curupaytí; en el avance un casco de granada le despedaza la muñeca derecha. La convalecencia fue larga, pero educa su mano izquierda para seguir pintando. (Ver
Batalla de Curupayty). Durante la guerra había realizado numerosos croquis de batallas y campamentos.

Tiempo después utilizó este material para desarrollar su serie sobre la Guerra del Paraguay y pintados con la mano izquierda. Falleció en Buenos Aires el 31 de Diciembre de 1902.

Fuente: Julio Argentino Roca – Iconografía Militar, Museo Roca, Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires (2006).

Pinturas de Cándido López

Diario de Viaje:

"Regresé, y cuando estaba próximo a la zanja vi las cabezas de las columnas de la División Arredondo que ya iban a trasponer la zanja en cuestión. Me senté al pie de un tronco que había inmediato a ella y con un pañuelo empecé a vendarme la herida. Cuando las tropas de la 2da. División habían terminado su pasaje, vino hasta mí mi asistente, que se había enterado de mi herida. En ese momento yo siempre sentado, estaba mirando en dirección a la trinchera. El sacó un gran pañuelo a cuadros blancos y colorados y con él hacía sombra a mi herida. De pronto una granada estalló a nuestro lado y uno de sus cascos hirió mortalmente a mi estimado González, cuyo pañuelo cayó sobre mi herida. Este doloroso suceso me hizo pensar que debía buscar una posición menos expuesta a las balas del enemigo, y me introduje en la zanja, habiéndome en esta situación puesto el brazo en cabestrillo, sirviéndome para ello del pañuelo que me dejó mi asistente. Desde allí estuve observando largo rato la batalla, esto me sirvió para recuperar las fuerzas, pero mi herida era sumamente dolorosa. No sé qué tiempo estuve en esta posición, cuando de repente oí el toque de atención y retirada. Volví la vista de donde partía, y vi al general Mitre, siempre con su viejo trompa de órdenes en una actitud tal que me infundió las fuerzas que necesitaba así, por mis propios medios, poder trasladarme a mi campamento en Curuzú, a donde llegué ya tarde, encontrándome con el Dr. Lucilo del Castillo, quien con toda solicitud puso hilas y vendas."

(El Tribuno, San Nicolás, 29.Vlll.1940.)

Pinturas de Cándido López

Cuadros de Cándido López


Fuente: www.lagazeta.com.ar
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26 de OCTUBRE DEVOLUCION DE LA BANDERA DE OBLIGADO.

Devolucion de la bandera de Vuelta Obligado

En el Museo de Historia Nacional hay depositada una bandera que fue tomada por los ingleses en la Batalla de Vuelta de Obligado, y devuelta con posterioridad acompañada con un documento presentado por uno de losprotagonistas de la histórica batalla: el Almirante Sullivan, de la fuerza invasora.

Ya anciano, se presenta cuarenta años después de la batalla, el 26 de octubre de 1883, ante el Consulado Argentio con sede en Londres, para devolver una bandera tomada en Obligado, acompañada del siguiente documento.
“En la batalla de Obligado en el Paraná el 20 de octubre de 1845 un oficial que mandaba la batería principal (era la Manuelita) causó la admiración de los oficiales ingleses que estábamos más cerca de él, por la manera con que animaba a sus hombres y los mantenía al pie de los cañones durante un fuerte fuego cruzado bajo el cual esa batería estaba expuesta. Por más de 6 horas expuso su cuerpo entero. Por prisioneros heridos supimos después que era el coronel Ramón Rodríguez del Regimiento de Patricios de Buenos Aires. Cuando los artilleros fueron muertos, hizo maniobrar los cañones con los soldados de infantería y él mismo ponía la puntería. Cuando el combate estuvo terminado habían perdido 500 hombres entre muertos y heridos de los 800 que él comandaba. Cuando nuestras fuerzas desembarcaron a la tarde y tomaron la batería, con los restos de su fuerza se puso a retaguardia, bajo el fuego cruzado de todos los buques que estaban detrás de la batería, defendiéndola con armas blancas. La bandera de la batería fue arriada por uno de los hombres de mi mando y me fue dada por el oficial inglés de mayor rango. Al ser arriada cayó sobre algunos cuerpos de los caídos y fue manchada con su sangre.

Quiero restituir al Coronel Ramón Rodríguez si vive, o sino al Regimiento de Patricios de Buenos Aires si aún existe, la bandera bajo la cual y en noble defensa de su Patria cayeran tantos de los que en aquella época lo componían. Si el Coronel Rodríguez ha muerto y si el Regimiento de Patricios no existe, yo pediría que cualquiera de los miembros sobrevivientes de su familia que la acepten en recuerdo suyo y de las muy bravas conductas de él, de sus oficiales y de sus soldados en Obligado. Los que luchamos contra él y habíamos presenciado su abnegación y bravura tuvimos grande y sincero placer al saber que habían salido ileso hasta el fin de la acción”.

Almirante Sullivan
Remitida con el documento a Buenos Aires, y ante la duda de que el nombre del Coronel Rodríguez como defensor de esa bandera haya sido puesto por error del Sullivan, el hijo de Juan Bautista Thorne hace la consulta al Sr. Victor J. Elizalde, protagonista de la batalla de Obligado, quien le contesta el 21 de abril de 1891 en estos términos:

“En contestación a su muy apreciable del 20 del presente en la que me pide que como combatiente y testigo ocular en el memorable combate de Obligado le certifique a la vez que le adelante algunos antecedentes sobre la conducta que observó su finado padre el coronel Thorne durante la acción, como también fue el coronel Ramón Rodríguez, jefe de algunas baterías que se formaron para resistir al poderoso enemigo que nos asaltó, le diré a usted:

Que el coronel Thorne fue ocupado por el general Mansilla en la construcción y dirección de las fortificaciones, como también se le dio mando de la batería “Manuelita”, de donde se retiró después que las demás baterías habían quemado su último cartucho.

Diré a usted además: la brava y serena conducta de su padre mereció del general en jefe y de todos sus compañeros, la aprobación y el aplauso, por el hecho de que el no abandonó el merlón de su batería, y si lo hacía, era cuando veía que sus artilleros no daban en completo y certero blanco.

Cónstame también que le intimó por dos veces la orden de que suspendiera el fuego y se retirara de la batería, pero él contestó: “que sus cañones le imponían hacer fuego hasta vencer o morir”, mereciendo por este desacato el que fuera arrestado en el convento de San Lorenzo adonde fue transportado herido y sordo. Allí mismo el general Mansilla fue a visitarlo y felicitarlo por su conducta, dejando al retirase la orden de que quedaba levantado su arresto.

En lo que se refiere al coronel Ramón Rodríguez, le diré que este jefe no tuvo otro rol que el de permanecer a la entrada del monte, de donde salió cuando ya no había defensores en las baterías y el enemigo desembarcó dándole la más franca y soberbia carga a al bayoneta, al frente de su batallón Milicianos de Buenos Aires.

Deseando que le satisfaga esta exposición verídica, lo saluda muy atentamente.

Victor J. Elizalde.


Juan Bautista Thorne.   
J.B.Thorne (biografía)
Posteriormente el hijo de Thorne consultó al historiador Adolfo Saldías, que el 21 de abril de 1891 le contesta en los siguientes términos:

“Estimado amigo:

En respuesta a su estimada carta del 20 del presente mes en la que Ud. se sirve pedirme mi opinión si fue el coronel Ramón Rodríguez o el coronel Juan B. Thorne quien mandaba una de las baterías en el combate de Obligado contra las escuadras aliadas de la Gran Bretaña y de la Francia y quien fue el último que se retiró de ese glorioso campo de batalla, le diré que fue el coronel Thorne.

El coronel Rodríguez, benemérito Oficial del Ejército Auxiliar del Perú y del Republicano contra el Imperio del Brasil, no mandó batería alguna en Obligado.

Según se ve documentado en mi “Historia de Rozas y de la Confederación Argentina”, eran cuatro esas baterías, respectivamente mandada por el mayor Alzogaray, por el teniente Brown, por el teniente Palacios y la del extremo izquierdo por el coronel J. Thorne. El coronel Rodríguez tenía mando del batallón de Patricios de Buenos Aires y estaba de flanco en el extremo derecho, no habiendo en esa línea a sus órdenes más que cuatro cañones al mando del teniente José Serezo.

El combate se inició naturalmente contra las baterías de la derecha; rota la cadena que sujetaba los barcos que formaban línea de atajo al pasaje del río, el fuego de los franceses e ingleses se concentró en la izquierda. A las cuatro de la tarde las baterías habían quemado casi todos los cartuchos y cuando la mortandad y el estrago enseñaban la derrota a los argentinos. Pero la batería de Thorne se sostuvo todavía más de una hora. Diósele la orden de retirarse y contestó que le quedaban municiones. Retirósele la orden, y entonces, puesto de pié sobre el merlón de la batería y al ir a arengar a los escasos soldados, fue derrumbado en tierra.

El “Philomel” que mandaba el capitán Sullivan y que venía de vanguardia, operó su desembarco en la costa y fue entonces cuando se tomó la bandera de la batería argentina. La bandera argentina del batallón de Patricios de Buenos Aires fue tomada por los marineros franceses y existe en el hospital de inválidos de Paris.

No es dudoso, por lo demás, que un jefe de la relevantes cualidades del coronel Rodríguez habría sido capaz de al acción que le supone el almirante Sullivan, pero precisamente por su antigüedad y por sus condiciones, y en los primeros momentos que se siguieron a la acefalía del mando en jefe, producida la herida que postró al general Mansilla, fue el coronel Rodríguez quien lo asumió, llevando personalmente una carga a la bayoneta sobre los ingleses y franceses que desembarcaron cuando apagaron los fuegos de las tres baterías de la derecha y del centro. Los aliados no desembarcaron por frente a la batería de la izquierda que mandaba Thorne sino a la caída de la tarde, cuando ya no podía tronar allí el cañón argentina.

Esta misma comunicación del almirante Sullivan al cónsul argentino en Londres, se publicó en la Tribuna Nacional del 22 de diciembre d 1883, y no hay mas que fijarse en los detalles que da tan caballeresco oficial, y que está perfectamente corroborados por documentos y aún por testigos que sobrevivieron, para comprobar que se refieren no al coronel Rodríguez, sino al coronel Thorne.

El cónsul argentina, señor Guerrico, pariente, según tengo entendido, del coronel Rodríguez, quizá por falta de datos no pudo rectificar la verdad de los hechos, a bien que, repito, al coronel Rodríguez no le fue necesario arrebatar gloria a sus compañeros para recoger la que recogió conteniendo a los vencedores con una soberbia carga a la bayoneta, a la cabeza de sus milicianos de Buenos Aires.

Soy su atento S.S. Adolfo Saldías.


Rodriquez o Thorne...todos cumbieron con su deber...

Fuentes:
- Saldias, Adolfo. Historia de la Confederación Argetnina.
- Periódico "El Restaurador". San Matín. 3 de septiempbre de 2007
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

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12 DE OCTUBRE, OPINION

12 de Octubre



En esta fecha tan cargada de significado y de emociones contrapuestas, en el Foro San Martín hemos preferido subir a nuestra página un editorial reciente de El País, un diario de Tarija, Bolivia.
"El Mestizo" de Candido Portinari


Nuestro orgullo mestizo

Los antropólogos, sociólogos, genetistas  y otros “cientistas” podrán producir tesis e hipótesis densas y muy complejas sobre las etnias o razas (y de hecho lo hacen), pero lo más simpático que nosotros recordamos haber escuchado sobre el tema es un chiste que el pueblo cubano suele repetir: “Los 500 años de explotación protagonizados por los españoles en estas tierras se atenúan por los únicos tres aportes que nos trajeron: la piedra de afilar, las alpargatas… ¡y las mulatas!”.

Lo que se destaca en ese chiste no es su candorosa rima, sino el manifiesto orgullo que la mayoría de los cubanos sienten por su mestizaje. Orgullo que bien haríamos en compartir todos los latinoamericanos. Porque haber convertido en motivo de orgullo lo que originalmente fue concebido como alusión peyorativa, como insulto, hace que su valor identitario sea aún mayor.

Es que, como dice Richard Sennett, sin identidad no puede haber respeto y por eso, porque nos respetamos a nosotros mismos, muchos latinoamericanos sabemos que somos mestizos y lo proclamamos con orgullo.

Mestizaje es el encuentro biológico y cultural de etnias diferentes, en el que éstas se mezclan, dando nacimiento a lo que algunos convencionalmente llaman “razas”. Se utiliza con frecuencia este término para describir el proceso histórico sucedido en Iberoamérica, que la llevó a su estado racial y cultural actual.

Mestizos son también otros pueblos que han atravesado un proceso de encuentro entre varias etnias, en lugares como Filipinas, Sudáfrica o Estados Unidos. Pero es nuestra identidad latinoamericana, nuestra “ecúmene” la que nos interesa y nos debe interesar siempre, prioritariamente.

La mayoría de los genetistas e historiadores modernos no aceptan el concepto de raza y niegan que existan las llamadas razas puras, siendo la totalidad de la población mundial el producto de diversas mezclas. La nuestra, la latinoamericana –lo reiteramos- nos enorgullece.

Sabemos que hacia los extremos de esta realidad existen posturas fundamentalistas (pero sin fundamento científico), que persisten en racismo y exclusiones aberrantes. Lo mismo cuando presumen de ascendencia ibérica y se empeñan en usar apellidos compuestos o ridiculeces semejantes que cuando asumen indigenismos que a quienes más perjudican es, precisamente, a los indígenas.

Esas son patologías culturales que, felizmente, tienden a desaparecer, en la medida en que conocemos más sobre nosotros mismos, algo que ya los griegos recomendaban hace cuatro mil años.

Solamente así podremos “construir” el respeto: con una identidad incuestionable, con conocimiento de lo que nos afecta directamente y con reconocimiento mutuo y recíproco, componentes indispensables en esa construcción que, además, solamente puede ser cuando es de doble vía: Debemos respetar para lograr que nos respeten.

Por eso respetamos al pueblo cubano, y lo seguiríamos respetando aunque desconocieran esos aportes peninsulares de la piedra de afilar y las alpargatas que, en realidad, son irrelevantes.

Además, a diferencias de otros orgullos, el de ser mestizos no se restringe a un día en el año. Es un orgullo permanente, es el que le da sentido a anhelos a los que nunca renunciaremos, como el de la Patria Grande.

FSM.
 
GB

8N YO NO VOY

RECORDANDO EL 8 N Cacerolazo: La Cobertura de los Medios No oficialistas