"No ha sido nada..."
La batalla de la Vuelta Obligado fue la heroica defensa de la soberanía nacional por las tropas de la Confederación, que con mínimo armamento lucharon desde sus posiciones de tierra contra la escuadra anglo francesa, poderosamente armada, dotada de buques acorazados con los armamentos más modernos de la época y con tropas de número muy superiores.
Los primitivos cañones de la Confederación, algunos de bronce, iniciaron la acción al grito de ¡viva la soberanía argentina! y que tenía como fin detener o entorpecer paso el convoy enemigo en su avance río arriba y demostrar que su navegación no era libre, si no en violación de los derechos de la Confederación.
Cuando se acabaron las municiones patriotas, ya en medio del estrago hecho por la artillería enemiga, y se inició el desembarco, las tropas federales defendieron la posición con arma blanca. Muchos fueron diezmados por la fusilería; se perdió aquella posición luego de cruenta lucha, pero se siguió el hostigamiento de la flota río arriba, haciendo fracasar completamente la operación militar-comercial.
La batalla de la Vuelta Obligado fue la heroica defensa de la soberanía nacional por las tropas de la Confederación, que con mínimo armamento lucharon desde sus posiciones de tierra contra la escuadra anglo francesa, poderosamente armada, dotada de buques acorazados con los armamentos más modernos de la época y con tropas de número muy superiores.
Los primitivos cañones de la Confederación, algunos de bronce, iniciaron la acción al grito de ¡viva la soberanía argentina! y que tenía como fin detener o entorpecer paso el convoy enemigo en su avance río arriba y demostrar que su navegación no era libre, si no en violación de los derechos de la Confederación.
Cuando se acabaron las municiones patriotas, ya en medio del estrago hecho por la artillería enemiga, y se inició el desembarco, las tropas federales defendieron la posición con arma blanca. Muchos fueron diezmados por la fusilería; se perdió aquella posición luego de cruenta lucha, pero se siguió el hostigamiento de la flota río arriba, haciendo fracasar completamente la operación militar-comercial.
Vuelta de Obligado (20 de nov. de 1845)
Corte de las cadenas por parte del Firebrand
Imágen de impresión británica de 1897
(Gentileza de "Colorado del Monte")
Corte de las cadenas por parte del Firebrand
Imágen de impresión británica de 1897
(Gentileza de "Colorado del Monte")
El valor de los combatientes fue tal, y tal el honor salvado en la ocasión, que el 20 de noviembre pasó a ser el Día de la Soberanía. El combate de la Vuelta de Obligado se difundió, en ese momento, por todo el mundo, y ni siquiera los más acérrimos atacantes de Rosas, en Europa, pudieron dejar de elogiar el valeroso proceder de Mansilla y sus hombres. Hasta el parte de la batalla dado por el almirante ingles dirá “Los buques han sufrido mucho” y reconocía el valor de los patriotas que defendía en pabellón, nacional, entre los que se encontraba el teniente Facundo Quiroga, (hijo del general Facundo Quiroga) y Juan Bautista Thorne, quien al recibir el estallido de un cañonazo a corta distancia, cayo a suelo, y sacudiéndose el polvo se levanto diciendo “No ha sido nada”, quedando sordo para toda la vida, por lo que sería llamado “El sordo de Obligado”
El fracaso de esta expedición militar-comercial fue tal, que los anglo-franceses se avendrían a aceptar las condiciones de Rosas hasta en su última coma, desagraviando el pabellón nacional con 21 cañonazos, y como comentara San Martín desde Francia “... los interventores habrán visto.., que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca” (General San Martín ). En honor a la defensa, San Martín le donó a Rosas el sable libertador.
El 20 de noviembre fue declarado DIA DE LA SOBERANIA NACIONAL
Juan Bautista Thorne – “El Sordo de Obligado” - Dr. Juan Santiago Gosa.
Arreciaba el combate de la Vuelta de Obligado donde fuerzas argentinas enfrentaron con valentía la agresión anglo francesa. Por orden del gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones exteriores de la Confederación don Juan Manuel de Rosas, el general Lucio Mansilla había fortificado las costas del Paraná, cerrándolo en ese punto mediante botes atados con cadena.
Sobre el parapeto de la batería Manuelita, el teniente coronel Juan Bautista Thorne arengaba a sus artilleros y solo descendía de su atalaya para rectificar el blanco de los cañones.
En esa batalla el retumbar de las piezas dañó irremediablemente su oído, aunque no frustro su voluntad de seguir disparando, cuando los buques enemigos lograron forzar el paso y seguir remontado el río hacia el norte, el general Mansilla ordenó dos veces a Thorne que suspendiera el fuego y se retirara recibiendo como respuesta “ que sus cañones le imponían hacer fuego hasta vencer o morir” como consecuencia de estos hechos la historia lo recordó para siempre como el “Sordo de Obligado”.
Su desobediencia le sirvió para marchar arrestado al convento de San Lorenzo y allí permaneció hasta que el mismo Mansilla transformó la medida disciplinaria en el nombramiento de comandante en jefe de las costas del Paraná. En ese carácter mando las baterías del Quebracho, en la que fue herido en el hombro.
El fracaso de esta expedición militar-comercial fue tal, que los anglo-franceses se avendrían a aceptar las condiciones de Rosas hasta en su última coma, desagraviando el pabellón nacional con 21 cañonazos, y como comentara San Martín desde Francia “... los interventores habrán visto.., que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca” (General San Martín ). En honor a la defensa, San Martín le donó a Rosas el sable libertador.
El 20 de noviembre fue declarado DIA DE LA SOBERANIA NACIONAL
Juan Bautista Thorne – “El Sordo de Obligado” - Dr. Juan Santiago Gosa.
Arreciaba el combate de la Vuelta de Obligado donde fuerzas argentinas enfrentaron con valentía la agresión anglo francesa. Por orden del gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones exteriores de la Confederación don Juan Manuel de Rosas, el general Lucio Mansilla había fortificado las costas del Paraná, cerrándolo en ese punto mediante botes atados con cadena.
Sobre el parapeto de la batería Manuelita, el teniente coronel Juan Bautista Thorne arengaba a sus artilleros y solo descendía de su atalaya para rectificar el blanco de los cañones.
En esa batalla el retumbar de las piezas dañó irremediablemente su oído, aunque no frustro su voluntad de seguir disparando, cuando los buques enemigos lograron forzar el paso y seguir remontado el río hacia el norte, el general Mansilla ordenó dos veces a Thorne que suspendiera el fuego y se retirara recibiendo como respuesta “ que sus cañones le imponían hacer fuego hasta vencer o morir” como consecuencia de estos hechos la historia lo recordó para siempre como el “Sordo de Obligado”.
Su desobediencia le sirvió para marchar arrestado al convento de San Lorenzo y allí permaneció hasta que el mismo Mansilla transformó la medida disciplinaria en el nombramiento de comandante en jefe de las costas del Paraná. En ese carácter mando las baterías del Quebracho, en la que fue herido en el hombro.
Thorne no nació en nuestra tierra como muchos de nuestros primeros marinos, pero avalo su ciudadanía adoptiva con una foja de servicios impecable. Nació en Nueva York el 8 de marzo de 1807, su padre era un marino que había participado en la guerra de la Independencia de EEUU, a los once años su padre lo puso a bordo de una escuadra que toco los puertos del Atlántico y del Pacífico entonces tuvo su primera oportunidad de conocer el puerto de Buenos Aires, de regreso a su hogar, su padre lo envió a Francia para que se formara en la escuela de marinería de Tolon. Allí conoció al oficial francés Le Blanc, quien muchos años después sería su enemigo. Sin embargo su espíritu aventurero se canso de la vida de guarnición y se embarco en un barco corsario dirigido por un pariente suyo, el barco corsario fue hundido en alta mar por un navío inglés, y Thorne salvo su vida, asido con fuerza a un trozo del palo mayor del barco.
Luego recorrió los márgenes de África, hasta que un barco pirata lo condujo a las costas del Perú.
Hacia 1822 llego nuevamente a Buenos Aires, donde encontró un amigo el oficial de marina José María Pinedo, sin embargo luego se alejo hacia el Oriente donde recorrió los puertos de China y Japón, finalmente regreso a la Argentina en 1825 y su personalidad llamo la atención del gobierno interesado en formar la escuadra que debía combatir contra el imperio de Brasil, a las ordenes de Fournier formo parte de la oficialidad del Congreso. Poco tiempo después a principios de 1827, fue designado al bergantín Chacabuco que bajo el mando de Santiago Bynon se iba a destacar en lo que se denomino Gesta de Patagones, en dicha batalla ocupo un lugar destacado, al abordar el buque brasileño “Itaparica” donde arreo la bandera imperial brasileña e izó la bandera argentina.
La acción le mereció alcanzar el mando del bergantín Patagones, luego mostró su valentía en distintas acciones hasta que cayó prisionero y fue llevado hasta Río de Janeiro. Regreso al celebrase la paz y paso a comandar el Balcarce que había sido buque insignia del almirante Brown.
En 1833 emprendió la campaña del Rio Colorado al mando del bergantín Patagones con el fin de ayudar la expedición al Desierto de Rosas. Designado comandante de la goleta Sarandí, tuvo la misión de auxiliar la defensa de la isla Martín Garcia, donde mando la artillería de tierra de dicha isla, donde el 12 de octubre de 1838, las fuerzas argentinas mandadas por Gerónimo Costa lucharon heroicamente contra la escuadra francesa bloqueadora.
Destinado al servicio hizo la campaña de Entre Ríos con Pascual Echague en 1839 y cuando el 15 de abril de 1841, con el grado de teniente coronel, regresa a ponerse bajo los ordenes de Brown, debió anotarse en su foja de servicios, haber participado en las acciones de guerra de Cagancha, Pago Largo, Don Cristóbal, Caaguazú, Yerúa, Sauce Grande y Punta Diamante.
Sirvió más tarde a las órdenes del Almirante Brown, como comandante del bergantín General Belgrano, empeñado en luchar contra Garibaldi y siguió combatiendo a las dos más grandes potencias de la tierra.
Reconocida la soberanía argentina y desagraviado el pabellón, Thorne volvió a su hogar donde permaneció hasta que después de Caseros se enrolo al lado del General Hilario Lagos, como integrante de la escuadra de la Confederación Argentina.
En esos días se produjo la traición del jefe de la escuadra de la Confederación Argentina John Halstead Coe, quien por una bolsa de monedas de oro, entrego a Buenos Aires que estaba separada del resto del país la escuadra nacional, se pretendió también comprar a Thorne a través de su hermana quien fue a bordo del Enigma acompañada de la esposa del ex rosista Lorenzo Torres. Ante esta situación el marino arrebatado por su indignación, puso sobre sus rodillas a su imprudente hermana y le propino una soberana paliza por haber abusado de la relación familiar.
Posteriormente fue borrado de la lista militar de Buenos Aires, por lo tanto debió realizar por razones de trabajo varios viajes a la India , además actúo como perito naval. Solo en 1868 fue reincorporado a la Armada , en la lista de guerreros de la Independencia y del Brasil.
Vivió con modestia de los recursos que le proporcionaba su pensión militar hasta la fecha de su fallecimiento que ocurrió el 1° de agosto de 1885, a los setenta y ocho años de edad. Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio de disidentes. Actualmente descansan en el Cementerio Británico de Buenos Aires. Su azarosa existencia fue resumida por el propio Thorne en breves y precisas palabras “llevo en mi cuerpo la severa impresión del plomo del Imperio, de Gran Bretaña, de Francia y de la guerra civil de mi patria de adopción".
Fuente: Juan Bautista Thorne – “El Sordo de Obligado” - Dr. Juan Santiago Gosa.
Luego recorrió los márgenes de África, hasta que un barco pirata lo condujo a las costas del Perú.
Hacia 1822 llego nuevamente a Buenos Aires, donde encontró un amigo el oficial de marina José María Pinedo, sin embargo luego se alejo hacia el Oriente donde recorrió los puertos de China y Japón, finalmente regreso a la Argentina en 1825 y su personalidad llamo la atención del gobierno interesado en formar la escuadra que debía combatir contra el imperio de Brasil, a las ordenes de Fournier formo parte de la oficialidad del Congreso. Poco tiempo después a principios de 1827, fue designado al bergantín Chacabuco que bajo el mando de Santiago Bynon se iba a destacar en lo que se denomino Gesta de Patagones, en dicha batalla ocupo un lugar destacado, al abordar el buque brasileño “Itaparica” donde arreo la bandera imperial brasileña e izó la bandera argentina.
La acción le mereció alcanzar el mando del bergantín Patagones, luego mostró su valentía en distintas acciones hasta que cayó prisionero y fue llevado hasta Río de Janeiro. Regreso al celebrase la paz y paso a comandar el Balcarce que había sido buque insignia del almirante Brown.
En 1833 emprendió la campaña del Rio Colorado al mando del bergantín Patagones con el fin de ayudar la expedición al Desierto de Rosas. Designado comandante de la goleta Sarandí, tuvo la misión de auxiliar la defensa de la isla Martín Garcia, donde mando la artillería de tierra de dicha isla, donde el 12 de octubre de 1838, las fuerzas argentinas mandadas por Gerónimo Costa lucharon heroicamente contra la escuadra francesa bloqueadora.
Destinado al servicio hizo la campaña de Entre Ríos con Pascual Echague en 1839 y cuando el 15 de abril de 1841, con el grado de teniente coronel, regresa a ponerse bajo los ordenes de Brown, debió anotarse en su foja de servicios, haber participado en las acciones de guerra de Cagancha, Pago Largo, Don Cristóbal, Caaguazú, Yerúa, Sauce Grande y Punta Diamante.
Sirvió más tarde a las órdenes del Almirante Brown, como comandante del bergantín General Belgrano, empeñado en luchar contra Garibaldi y siguió combatiendo a las dos más grandes potencias de la tierra.
Reconocida la soberanía argentina y desagraviado el pabellón, Thorne volvió a su hogar donde permaneció hasta que después de Caseros se enrolo al lado del General Hilario Lagos, como integrante de la escuadra de la Confederación Argentina.
En esos días se produjo la traición del jefe de la escuadra de la Confederación Argentina John Halstead Coe, quien por una bolsa de monedas de oro, entrego a Buenos Aires que estaba separada del resto del país la escuadra nacional, se pretendió también comprar a Thorne a través de su hermana quien fue a bordo del Enigma acompañada de la esposa del ex rosista Lorenzo Torres. Ante esta situación el marino arrebatado por su indignación, puso sobre sus rodillas a su imprudente hermana y le propino una soberana paliza por haber abusado de la relación familiar.
Posteriormente fue borrado de la lista militar de Buenos Aires, por lo tanto debió realizar por razones de trabajo varios viajes a la India , además actúo como perito naval. Solo en 1868 fue reincorporado a la Armada , en la lista de guerreros de la Independencia y del Brasil.
Vivió con modestia de los recursos que le proporcionaba su pensión militar hasta la fecha de su fallecimiento que ocurrió el 1° de agosto de 1885, a los setenta y ocho años de edad. Sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio de disidentes. Actualmente descansan en el Cementerio Británico de Buenos Aires. Su azarosa existencia fue resumida por el propio Thorne en breves y precisas palabras “llevo en mi cuerpo la severa impresión del plomo del Imperio, de Gran Bretaña, de Francia y de la guerra civil de mi patria de adopción".
Fuente: Juan Bautista Thorne – “El Sordo de Obligado” - Dr. Juan Santiago Gosa.
1º de Agosto de 1885 – Fallecimiento del Tcnl. Juan Bautista Thorne
Este batallador abnegado que prodigó su sangre en las lides por la independencia, por la integridad y por la libertad de la República Argentina, nació en Nueva York el 8 de marzo de 1807, de doña Margarita Breger y de don Enrique Thorne, ingeniero naval que había servido como capitán de fragata en la guerra de la independencia de los Estados Unidos.
Su padre lo colocó en una escuela de marinería, y por sus aptitudes lo tomó de ahí el comodoro Chelter trayéndolo en viaje de instrucción al Río de la Plata allá por el año de 1818. Con este jefe regresó a Estados Unidos, pasó enseguida a Francia, siguió por el Pacífico, bajó al Brasil, hasta que declarada la guerra entre este Imperio y las Provincias Unidas del Río de la Plata, Thorne entró a servir a éstas como guardiamarina o pilotín en la barca Congreso del mando del capitán Harris.
Sus conocimientos, su valor y sus condiciones singulares como hombre de guerra, le valieron pronto su ascenso, y a principios de 1826 entró en la Chacabuco en clase de teniente. En este barco concurrió (1827) a la toma de la escuadrilla brasilera, que se había internado en el río Negro del Carmen de Patagones. Thorne fue el primero que saltó a bordo de la corbeta brasilera Itaparica, hizo arriar la bandera imperial y enarbolar la argentina, lo cual se verificó en los demás barcos enemigos.
En diciembre del mismo año y comandando el bergantín goleta Patagones que sólo montaba dos cañones de a 12 y una coliza giratoria de a 18, Thorne se lanzó temerario contra el bergantín brasilero Pedro el Real de 16 cañones. En tal desigual combate Thorne recibió dos heridas graves y fue conducido prisionero a los calabozos de la fortaleza de Santa Cruz, de donde regresó a Buenos Aires cuando se hizo la paz con el Imperio.
Capitán en el año de 1830 y a bordo del Balcarce, comandante en 1832 de la goleta Martín García, hizo a fines de este año la campaña del Uruguay a bordo del bergantín Republicano. Siendo sargento mayor hizo la campaña a los desiertos del sur, y tócale remontar por la primera vez el río Colorado.
Desde entonces, puede decirse que su vida fue un continuo batallar, siempre al lado del cañón que era su arma favorita y con el cual parecía hubiese hecho el pacto de le recíproca fortaleza. Jefe de la artillería federal en casi todas las batallas de la guerra civil argentina, mereció ser encomiado por generales como Paz, quien no pudo menos que notar los estragos que Thorne hizo en sus filas. A Sauce Grande donde fue ascendido a coronel de artillería, Cagancha y Caaguazú, siguiéronse para el intrépido Thorne, Martín García, Vuelta de Obligado, Acevedo, Tonelero, San Lorenzo y el Quebracho; y en todas estas batallas su figura se destacó por los alientos poderosos con que imprimió heroísmo a la acción de los combatientes, y por los nobles entusiasmos con que ofrecía su vida a la bandera azul y blanca de los argentinos.
En su clase de coronel comandó la barca Julio en 1852; y en el año siguiente comandó en jefe la artillería del ejército del ejército con que el general Hilario Lagos asedió la ciudad de Buenos Aires.
Producidos los hechos que determinaron la separación de esta provincia de las demás argentinas, el coronel Thorne no quiso tomar armas en la lucha civil que se subsiguió.
Pobre, cubierto de cicatrices y de gloria, empezó a ganarse el sustento con su trabajo; que parece fuese esta la última prueba a que son sometidos los que en los mejores años de su vida no se dieron tiempo a pensar en sí mismos, porque vivieron del pensamiento en la patria a la cual vincularon su nombre.
La patria, o más propiamente, los gobiernos que siguieron, pagando tributo a los rencores tradicionales que tantas fuerzas malgastan y tantas injusticias perpetúan, fueron ingratos con el veterano inválido y casi indigente. Hasta su grado, conquistado en un campo de batalla, le desconocieron; y fue necesario que al correr del tiempo se sustituyeran a unos otros hombres para que le concedieran la mísera asignación correspondiente a teniente coronel de inválidos.
Thorne nunca se quejó. Su corazón de oro solía conmoverse cuando, por motivos militares o por informes que de él solicitaban, traía al recuerdo algunos hechos de armas que como Obligado, San Lorenzo y Quebracho lo llenaban de nobilísimo orgullo. Entonces, ya anciano, asomaban dos lágrimas a sus ojos. Eran lágrimas de un héroe empujadas por la sencillez de un niño.
La muerte le sobrevino el 1º de agosto de 1885. Murió como un justo, que sus hijos le cerraron piadosos los ojos, y tuvo amigos que lloraron sobre su tumba. En recompensa a sus méritos, el gobierno argentino dio el nombre de Thorne a una de las torpederas de la armada nacional.
Este batallador abnegado que prodigó su sangre en las lides por la independencia, por la integridad y por la libertad de la República Argentina, nació en Nueva York el 8 de marzo de 1807, de doña Margarita Breger y de don Enrique Thorne, ingeniero naval que había servido como capitán de fragata en la guerra de la independencia de los Estados Unidos.
Su padre lo colocó en una escuela de marinería, y por sus aptitudes lo tomó de ahí el comodoro Chelter trayéndolo en viaje de instrucción al Río de la Plata allá por el año de 1818. Con este jefe regresó a Estados Unidos, pasó enseguida a Francia, siguió por el Pacífico, bajó al Brasil, hasta que declarada la guerra entre este Imperio y las Provincias Unidas del Río de la Plata, Thorne entró a servir a éstas como guardiamarina o pilotín en la barca Congreso del mando del capitán Harris.
Sus conocimientos, su valor y sus condiciones singulares como hombre de guerra, le valieron pronto su ascenso, y a principios de 1826 entró en la Chacabuco en clase de teniente. En este barco concurrió (1827) a la toma de la escuadrilla brasilera, que se había internado en el río Negro del Carmen de Patagones. Thorne fue el primero que saltó a bordo de la corbeta brasilera Itaparica, hizo arriar la bandera imperial y enarbolar la argentina, lo cual se verificó en los demás barcos enemigos.
En diciembre del mismo año y comandando el bergantín goleta Patagones que sólo montaba dos cañones de a 12 y una coliza giratoria de a 18, Thorne se lanzó temerario contra el bergantín brasilero Pedro el Real de 16 cañones. En tal desigual combate Thorne recibió dos heridas graves y fue conducido prisionero a los calabozos de la fortaleza de Santa Cruz, de donde regresó a Buenos Aires cuando se hizo la paz con el Imperio.
Capitán en el año de 1830 y a bordo del Balcarce, comandante en 1832 de la goleta Martín García, hizo a fines de este año la campaña del Uruguay a bordo del bergantín Republicano. Siendo sargento mayor hizo la campaña a los desiertos del sur, y tócale remontar por la primera vez el río Colorado.
Desde entonces, puede decirse que su vida fue un continuo batallar, siempre al lado del cañón que era su arma favorita y con el cual parecía hubiese hecho el pacto de le recíproca fortaleza. Jefe de la artillería federal en casi todas las batallas de la guerra civil argentina, mereció ser encomiado por generales como Paz, quien no pudo menos que notar los estragos que Thorne hizo en sus filas. A Sauce Grande donde fue ascendido a coronel de artillería, Cagancha y Caaguazú, siguiéronse para el intrépido Thorne, Martín García, Vuelta de Obligado, Acevedo, Tonelero, San Lorenzo y el Quebracho; y en todas estas batallas su figura se destacó por los alientos poderosos con que imprimió heroísmo a la acción de los combatientes, y por los nobles entusiasmos con que ofrecía su vida a la bandera azul y blanca de los argentinos.
En su clase de coronel comandó la barca Julio en 1852; y en el año siguiente comandó en jefe la artillería del ejército del ejército con que el general Hilario Lagos asedió la ciudad de Buenos Aires.
Producidos los hechos que determinaron la separación de esta provincia de las demás argentinas, el coronel Thorne no quiso tomar armas en la lucha civil que se subsiguió.
Pobre, cubierto de cicatrices y de gloria, empezó a ganarse el sustento con su trabajo; que parece fuese esta la última prueba a que son sometidos los que en los mejores años de su vida no se dieron tiempo a pensar en sí mismos, porque vivieron del pensamiento en la patria a la cual vincularon su nombre.
La patria, o más propiamente, los gobiernos que siguieron, pagando tributo a los rencores tradicionales que tantas fuerzas malgastan y tantas injusticias perpetúan, fueron ingratos con el veterano inválido y casi indigente. Hasta su grado, conquistado en un campo de batalla, le desconocieron; y fue necesario que al correr del tiempo se sustituyeran a unos otros hombres para que le concedieran la mísera asignación correspondiente a teniente coronel de inválidos.
Thorne nunca se quejó. Su corazón de oro solía conmoverse cuando, por motivos militares o por informes que de él solicitaban, traía al recuerdo algunos hechos de armas que como Obligado, San Lorenzo y Quebracho lo llenaban de nobilísimo orgullo. Entonces, ya anciano, asomaban dos lágrimas a sus ojos. Eran lágrimas de un héroe empujadas por la sencillez de un niño.
La muerte le sobrevino el 1º de agosto de 1885. Murió como un justo, que sus hijos le cerraron piadosos los ojos, y tuvo amigos que lloraron sobre su tumba. En recompensa a sus méritos, el gobierno argentino dio el nombre de Thorne a una de las torpederas de la armada nacional.
Fuentes:
- Historia de la Confederación Argentina – Adolfo Saldías
- Obras citadas
Prof GB
- Historia de la Confederación Argentina – Adolfo Saldías
- Obras citadas
Prof GB