martes, 2 de octubre de 2012

RUCCI, OPINION.

LA MALA LECHE

    Rucci traidor / Rucci leal


    Martín Rodríguez
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    a MW
    La figura de Rucci en estos años sufrió de dos constantes: el silencio kirchnerista y el intento por convertir su crimen en delito de lesa humanidad. La foto que todos los septiembres florece en los barrios de la ciudad, cuyo epitafio dice “Argentino y peronista”, tiene algo de irrupción fantasmagórica y parece estar detrás de un vidrio astillado. Es imposible agarrarla y no cortarse.
    Rucci ya no es Rucci sino una edad del peronismo y la cumbre de la historia de los Montoneros, en esa dialéctica que aún produce efectos culturales, y no sólo en el dilema arrastrado de qué es el peronismo, sino su traducción en el cuerpo a cuerpo: quién es más peronista. La historia cabe en un tuit. El ciclo productivo de Montoneros podría resumirse así: entran a la historia (del peronismo) matando a Aramburu y salen de la historia matando a Rucci.
    Rucci es LA provocación de Montoneros a Perón. Es EL cuerpo que tiraron sobre la mesa de una negociación maldita con un padre que hacía la vista gorda frente a sus exigencias ideológicas. Que sólo les ofrecía el placebo del manejo del “bienestar social” como espacio de poder. Y fue tal la trasgresión de esa “operación” que resultó un crimen confesado a medias, porque mataron a Rucci dos días después de que Perón ganara las elecciones con el 61,85%. ¿Se entiende? Imaginemos la vocación democrática de esa época para que Montoneros (que pretendía dominar el sentido histórico del peronismo) matara al hijo simbólico del hombre que acababa de juntar esa pila de votos.
    Finalmente, en la historia reciente, desde 1983 hasta acá, Rucci es más el crimen de Rucci que Rucci mismo. Es el mártir que confirma para el Vaticano peronista que esos no eran peronistas. Y el crimen conforma una suerte de trauma culposo para la conciencia montonera que mata a un ícono peronista (con todas las oscuridades del ancho río de esa tradición) pero que señala la incompletud, ahí donde el círculo de la identidad peronista de izquierda no cierra. Porque el peronismo de izquierda nunca termina de cerrar su círculo, de afirmarse completamente, de perder incertidumbres, frente a un peronismo ortodoxo siempre dispuesto a cerrar las puertas del templo y echar a los “forasteros”.
    Lo cierto es que el programa de la tradición sindical se borroneó, se traspapeló en un país democrático donde quienes permanecen en condiciones (casi) ideales de escribir la historia son divulgadores, redactores y periodistas de la izquierda que colocaron el centro de gravedad en las violaciones a los derechos humanos cometidos por el Estado represor. La tradición sindical ortodoxa tuvo un programa de ideas, pactista y amigo del fifty-fifty, que también fue aniquilado junto con la “subversión” por el orden instalado en 1976. Pero esa ambigüedad que coloca a la estructura sindical burócrata como cómplice, autora o indiferente de la represión a la guerrilla y al sindicalismo clasista oculta el carácter también derrotado de ese sector, que en su propia presencia en la mesa de poder hacía sentir algunos “equilibrios sociales” que fueron intolerables para las huestes de Martínez de Hoz. Es innegable: cualquier discurso de Rucci está a la izquierda del promedio sindical peronista actual. En tal caso, Ubaldini y Moyano supieron por momentos dar cauce a ese signo ruccista que lo rescataba de la derecha testimonial arcaica.
    Pero hay algo en la sobreactuación de la reivindicación de Rucci desde muchos sectores que es insoslayable: sus expresiones (militares, gremiales, clericales, etc.) pudieron tramar y ejecutar las venganzas de sus muertos en connivencia o desde el Estado. Lo hicieron. No fue un quiebre, no marcó un límite. Recordemos la escena de El Padrino cuando matan a su hijo a balazos en el peaje: en la muerte del hijo el padre ve el límite, la pérdida de cualquier código. Por el contrario, esa muerte parece más la justificación, el punto de partida a partir del cual dentro de la guerra social todo estaba permitido. Montoneros sabía a quién estaba matando.
    Hay tres crímenes que hacen a una constelación trágica de los setentas: el de Vandor (cuyos autores fueron más brumosos y contaron con la aprobación tácita de Perón), el crimen de Aramburu (del que Perón diría apenas para celebrarlo que no alteraba sus “planes tácticos”) y el de Rucci, un golpe al corazón. Claudia Rucci tiene la legitimidad plena en un país con tanta preponderancia de discursos de la sangre. Más allá de ella y su dolor genuino, es la democracia la que indiscriminadamente da derechos: por ejemplo éste, el de mirar con escándalo cualquier crimen político.

    GB

    lunes, 1 de octubre de 2012

    MAS INFO SOBRE LOS CACELORAZOS NEOYORQUINOS

    A tener bien presente este estudio juridico PAGBAM (http://www.pagbam.com.ar/) entre su objetivos más recientes está una demanda contra los realizadores de Awka liwen por denunciar al abuelo genocida Martinez de HOZ en su "patriótica" gesta en la patagonia asesinando y usurpando millones de hectáreas bien repartidas entre lo mejorcito de la oligarquía de fines del SXIX. Una joya estos gorilas defensores de la "libertad".

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    "el organizador principal de la protesta contra la Presidenta en Estados Unidos fue el hijo de Pedro Pérez Alati, miembro de un estudio de abogados en sociedad con, Eugenio Aramburu (hijo del dictador Pedro Aramburu), José Alfredo Martínez de Hoz (hijo) y Mariano Grondona."

    DATOS DEL CACELORAZO ARMADO EN NUEVA YORK

    Este es el impulsor de la protesta, Tomás Pérez Alati.

    La manifestación contra la Presidenta en la “Gran Manzana” fue organizada por un personaje que no es un ejemplo de patriota, informó el Diario Crónica.

    El último martes, un centenar de personas protagonizaron un curioso cacerolazo contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Nueva York, frente al hotel Mandarin, donde se hospedó la mandataria. La mayoría de los manifestantes llevaron carteles en inglés con consignas parecidas a las que convocaron al último cacerolazo en Plaza de Mayo, hace dos jueves.

    Según pudo saber “Crónica”, el organizador principal de la protesta contra la Presidenta en Estados Unidos fue Tomás Pérez Alati, becario de derecho en la Universidad de Fordham e hijo de Pedro Pérez Alati, miembro de un estudio de abogados en el que comparte sociedad con, entre otros, Eugenio Aramburu (hijo del dictador Pedro Aramburu), José Alfredo Martínez de Hoz (hijo) y Mariano Grondona.

    Los caceroleros, liderados por el citado Tomás Pérez Alati, reclamaron por la compra de dólares y por “libertad de expresión”, al grito repetido de “Ar-gen-ti-na”. El propio Pérez Alati declaró para medios estadounidenses que no volvería al país mientras gobierne Cristina. La marcha también fue convocada a través de la red social Facebook, en un “grupo” bautizado como “Repudio a CFK en Nueva York”, y que fue creado diez días antes de la visita de la mandataria.

    Pero resulta que el patriotismo de los Pérez Alati es, por lo menos, dudoso: su buffet de abogados suele defender a capitales o naciones extranjeras que presentan denuncias contra nuestro país ante el CIADI. El CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones) es el organismo que arbitra en conflictos multinacionales de este tipo y depende del Banco Mundial.

    Por otra parte, el estudio de abogados tiene vinculación con el PRO de Mauricio Macri. Según publicó Página/12, uno de sus socios, Miguel Schmukler, conduce la Comisión de Jóvenes del Colegio de Abogados, que patrocinó a la agrupación macrista que se presentó a las elecciones en el Centro de Estudiantes en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

    El abuelo quiso matar a Perón

    El clan de los Pérez Alati no sólo se caracteriza por defender intereses extranjeros frente a nuestro país, sino que tiene en su árbol genealógico a Eduardo Pérez Alati, abuelo de Tomás, el hombre que pensó en matar a Juan Domingo Perón.

    El propio Pérez Alati, coronel retirado, lo cuenta en un video, que está publicado en Internet. En él, recuerda que Perón caminaba custodiado al salir de la embajada de Paraguay, donde estaba refugiado tras renunciar a la presidencia. “Me digo, ‘lo mato’. Pero pensé, ¿qué van a pensar, no de mí, de mis hijos en el mañana? Son esos pensamientos que te duran tres segundos. Mientras pensaba eso vuelvo para buscar el arma, pero Perón ya estaba en la esquina”.

    Fuente Crónica

    Gentileza de Urbano del Campo

    GB

    JULIO TROXLER, IN MEMORIAM, COMPAÑERO, COMBATIENTE, PERONISTA.

    “Si López Rega no mandaba a cuatro, a Julio no lo mataban”
    El 20 de septiembre de 1974 las bandas del "Brujo" lo secuestraron y acribillaron. Cómo sobrevivió Julio Troxler a los fusilamientos de José León Suárez y los tres años que vivió en la casa de Mabel.

    Por Daniel Enzetti

    Hola Coca, ¿cómo le va? ¿Se acuerda del ofrecimiento que me hizo hace 15 días? Mire, no necesito nada para mí, pero el que está jodido es mi hermano. ¿No se podría quedar acá un tiempo?" Una noche helada de junio de 1957, Bernardo Troxler tocó el timbre de Pedro Goyena 2646, en Olivos, y se animó a pedirle ayuda a Mabel Di Leo ni bien la chica de 17 años abrió la puerta. Los dos integraban la resistencia peronista, y conspiraban contra la Revolución Libertadora desde el derrocamiento de Juan Perón dos años antes. Bernardo venía de Bolivia, donde se había exiliado después del golpe de Estado del '55, y Mabel ya pesaba fuerte en la rama femenina del movimiento en Vicente López, un presagio de lo que le ocurriría en la década del '70, cuando ocupó ese cargo a nivel nacional. 

    "Claro compañero, ¿y dónde está su hermano?" Julio esperaba enfrente, envuelto en una manta y empapado por la transpiración que le daban la gripe y 40 grados de temperatura. Dormía en los yuyos del ferrocarril, y dentro de la juventud del partido, en la que Mabel y los hermanos Lizaso asomaban como cuadros destacados, era una especie de mito. Exactamente un año antes, en la madrugada del 10 de junio del '56, Troxler pudo simular su propia muerte tirado en los basurales de José León Suárez, haciéndose el finado con los ojos inmóviles, cuando una patota policial acribilló a militantes peronistas plegados a un intento encabezado por el general Juan Valle para retomar el poder y llamar a elecciones. "La Fusiladora", como diría después Rodolfo Walsh en Operación Masacre, no había podido ni con él ni con su amigo del alma Reynaldo Benavídez. Y tampoco la policía brava de Lanús, que más de una vez lo torturó para que hablara y se dio cuenta que perdía el tiempo. Pero ahora, una noche helada de junio de 1957, Bernardo creía realmente que a su hermano lo mataría la fiebre.

    Pablo Egidio Natalio Di Leo era policía. Subcomisario. El padre de Mabel y dueño de la casa, un chalecito construido con sus propias manos gracias a un crédito hipotecario que después del derrocamiento de Perón triplicó el valor de las cuotas. La malasangre lo hizo perder 15 kilos, y creer que tenía cáncer. Dentro del plan de Valle, al hombre le había tocado la tarea de tomar el Departamento Central junto con Pablo Vicente, algo que finalmente no pudieron hacer porque cuando llegaron, el edificio estaba plagado de canas que respondían a la dictadura. En esos tiempos sus mismos compañeros lo desaparecieron dos veces. Para colmo, Mabel no paraba de reunión en reunión. Cada vez que venían "comisiones" de la Bonaerense a buscarla para hacerle preguntas, Di Leo atendía y el agente se quedaba petrificado. "Disculpe jefe, pero entonces, ¿la chica que tenemos anotada es su hija? ¿Usted sabe que es peronista?" 

    El subcomisario conoció a los Troxler en el mismo momento en que entraron a su casa, y lo primero que hizo fue enojarse con Bernardo. "Pero escúcheme, hombre, ¿está loco? ¿Cómo que nos pide un lugar para su hermano? ¿Y usted qué piensa hacer? ¿Seguir durmiendo a la intemperie tirado en cualquier lado? Déjese de embromar y pasen, se pueden quedar todo el tiempo que quieran." Bernardo estuvo unos días. Julio, tres años.
    "El único que se levantaba temprano era mi papá –dice Mabel–, y nunca me voy a olvidar de lo que pasó al día siguiente. Fue a la salita donde habíamos puesto los dos colchones, pero Bernardo y Julio no estaban. Entró a la cocina, y los vio apoyados en esta misma mesa, sentados, a oscuras. Le dijeron que no armaban las camas para no desordenar, y que tampoco prendían la luz, por el gasto. En realidad, mi viejo no militaba mucho, pero siempre adhirió al movimiento, y fue un hombre extremadamente solidario y ético. En 1959, faltándole seis meses para cobrar el 100% de la jubilación por 25 años de servicio, agarró la valija y renunció a la policía. 'Esta no es la fuerza que yo conocí cuando entré', dijo, y se fue dando un portazo." 

    –A pesar de no militar, aquella responsabilidad que recibió de tomar el Departamento de Policía fue un reconocimiento.
    –Sí, claro. Pero en casa, la verdadera militante era mi madre, Delia Valente, peronista hasta los tuétanos. En esa pared, detrás tuyo, tenía colgados los cuadros de San Martín, Perón, Rosas y Rommel. ¿Te acordás cuando Perón se enojó con varios diputados, y les dijo que si a ellos no les gustaba cómo hacía las cosas, fundaran otro partido? Mamá se ofendió con el "Viejo", y cambió su foto por el dibujo de un gato. Era de familia conservadora, incluso tenía un carnet de afiliación que mi abuelo le había hecho en la época del gobernador Manuel Fresco. Pero la ganó el peronismo.

    –¿Cómo se conocen con Julio? 
    –Yo iba al Colegio Nº 6 con los Lizaso, y Jorge y Miguel vinieron a buscarme para formar la Junta del partido. A Carlitos ya lo habían matado en los basurales. Un día, en la casa de Raquel Fernández, me presentaron a Bernardo, y una de las cosas que le dije fue que mi casa estaba disponible para lo que quisiera. Hasta que apareció a las dos semanas, desesperado porque Julio no tenía dónde dormir, y estaba muy enfermo. "Vaya a buscarlo mientras preparamos algo de comer", le dije a Bernardo. Lo que no sabía era que Julio estaba enfrente, muerto de frío, y con una vergüenza terrible. No quería entrar, creía que molestaba. Cuando pienso en gente como esa, y veo algunos dirigentes de ahora, es para morirse. En casa hacíamos reuniones y fiestas de folklore, con varios primos, y había colchones de sobra. Ni bien pasaron le dijeron a mi papá que no querían dar gastos, y mi viejo se plantó. "Muchachos, acá es simple: cuando hay comida, comemos todos. Y cuando se termina, hacemos la raya y seguimos al día siguiente. Todas las mañanas empezamos de nuevo."
    El comunicado de la Triple A que anunció la muerte de Troxler. La lista de muertos y amenazados. Clic para ampliar.
    –Después de su vuelta de Bolivia, los Troxler eran seguidos de cerca. Esconderlos no debe haber resultado fácil.
    –Sobre todo a Julio, que estaba marcado por su escape del basural. En eso de confundir, se les ocurrió teñirse de pelirrojo, y una vez, la que se equivocó fue la mujer de Bernardo. Llamó a casa y preguntó, sin darse cuenta: "¿Están ahí los dulces de batata colorados?" Habían pinchado el teléfono y los vinieron a buscar, pero no los encontraron. Julio andaba todo el día con dos granadas vacías, y vueltas a llenar con gelignita. Me decía: "Si me agarran les tiro esto. Yo me muero, pero por lo menos me llevo uno o dos conmigo." 

    –¿Qué hizo la primera vez que entró?
    –Fue al patio, para ver las medianeras. En esa época, la mitad de la manzana era un terreno descampado, con árboles, y Julio estudiaba las vías de escape, por si tenía que salir corriendo. Era un hombre extremadamente gentil, callado, como dando sensación de no querer molestar. Con mi prima lo acompañábamos al centro, y le hacíamos de campana cuando se encontraba con otros compañeros en reuniones. En el barrio armamos un plan para protegerlo. Mamá le dijo a las vecinas que era un sobrino del interior que se quedaría un tiempo, y en la familia lo presentábamos como un primo más. Hablábamos del peronismo, y hablábamos de Perón. Julio tenía una postura que para él era innegociable, y yo, con los años, aprendí la lección.

    –¿Cuál?
    –Decía que muchos de la juventud teníamos la foto del Viejo pegada acá, en las narices, y que eso no nos dejaba ver el contexto. Que Perón era un hombre, pero no un superhombre. Que a veces se equivocaba, y que no era nada malo hacer notar eso. 

    –La derecha del movimiento, que terminó matándolo, fue una prueba.
    –Por supuesto. Lo que pasó fue que en ese momento no lo vimos. Mirá, te cuento una anécdota. En 1960, cuando Perón se casó con Isabel, yo misma le dije a Julio en esta misma mesa que el general podía tener las mujeres que quisiera, pero lo que no podía hacer era casarse. Porque significaba una locura dejarle el apellido a alguien. Yo lo decía por una cuestión de preservarlo, pero nunca sospeché de las barbaridades que esa mujer haría con el tiempo. Julio me cargaba: "No, si le va a pedir permiso a usted. Las mujeres, hablando, son como el vuelo del moscardón." En los setenta, con la Triple A dando vueltas, nos encontramos en un bar de La Plata. Y en medio de la charla, lo miré a los ojos: "¿Vio que Perón no se tendría que haber casado?" 

    –¿Cómo era la vida de Julio en esta casa?
    –Vino por algunos días, y se quedó tres años. Pero siempre regresaba. El día en que la Triple A lo asesinó, tenía las llaves en la ropa que llevaba puesta. Trabajaba en la cocina toda la noche con su maquinita de escribir, y le mandaba información a Perón. "¿No me haría un favor, Coca? ¿Me copia varias veces estos dibujitos en esas hojas?" Yo no entendía nada, pero lo hacía. Después me di cuenta: los dibujitos eran silenciadores para las armas, que Julio había diseñado y tenía que repartir para que fabricaran los matriceros. Era un tipo habilísimo, técnico en refrigeración, hacía de todo. El barrio era una boca de lobo, y un día se las ingenió para iluminar la esquina directamente desde la puerta de entrada. Practicaba yoga, y me enseñó a pararme de cabeza. "Coca, toda la vida nos la pasamos parados con los pies, pero esta parte, la de los pulmones y el estómago, está con la gravedad hacia abajo. Hay que darse vuelta para que la sangre fluya, le va a hacer bien." 

    –Reynaldo Benavídez, su amigo de la infancia en Florida, a quien Troxler invitó a aquella casa de donde los levantan para llevarlos al basural, me dijo que Julio minimizó totalmente las amenazas de muerte de la Triple A. ¿Fue así?
    –Es verdad, Reynaldo sintió lo que Julio me dijo a mí misma con palabras. Cuando le decíamos que estaba en una lista de gente a la que iban a asesinar, me contestaba: "No exagere, Coca, no somos tan importantes." El último intento por protegerlo fue después de la reunión que hubo en la Quinta de Olivos, el 8 de agosto de 1974, un mes y medio antes de su muerte. Todo el Gabinete, más Isabel, escuchó un informe de José López Rega, mientras proyectaba diapositivas de un centenar de dirigentes que había que matar "porque si no, no nos van a dejar gobernar tranquilos", dijo el "Brujo". Julio y Bernardo Alberte, que había sido edecán de Perón y su delegado personal, estaban en la lista, con varios más. Ni bien terminó la reunión, Taiana padre fue desesperado a la limpiería El Socorro, de Alberte, y le dijo que se cuidara. Y que debían avisarle a Julio urgente. Lo encontramos a los pocos días. "No sea cabeza dura, hombre, cuídese." Pero no hubo caso.

    –¿Se volvieron a ver?
    –Sí, hasta poco antes del 20 de septiembre del '74, fecha del asesinato. La semana previa estuvo acá, se quedó a almorzar, y mi madre le hizo panqueques, que a Julio le encantaban. Cuando se fue, Julio le dijo: "¿Ve ese Peugeot celeste metalizado de la esquina? No se preocupe, pero es el comisario Almirón Sena, que me sigue a todos lados."

    –¿Cómo se enteró de la muerte?
    –Por la radio. Después, la casa fue un caos, encuentros, llamadas, confusión. Aquel día tenía una reunión con los Lizaso, y después lo esperaban para un trámite en la facultad donde trabajaba, era profesor de Criminalística. Otra vez volvemos al tema de la manera en que minimizaba el peligro. Los Lizaso le decían que lo vigilaban, y él contestaba que no se hicieran problema, que no estaba haciendo nada malo. No sé que pasa con los militantes en un determinado momento de la vida, es como que no toman conciencia de la gravedad de las cosas. Con Bernardo Troxler ocurrió lo mismo.

    –¿Por qué?
    –A Julio lo velamos a propósito acá en Vicente López, justo enfrente de la Quinta de Olivos. Y a pesar de que estaba lleno de policías y servicios de inteligencia, Bernardo insistía en hablar y hacer un discurso. "Hombre, rájese, ¿no ve que están por todos lados y saben que usted es de la familia?" Tampoco tomaba conciencia de cómo venía la mano. Ahora que lo pienso, mi papá era un poco así, pero en su caso, las ganas de ayudar eran más fuertes que el miedo. En esta casa estuvo cada uno… Un día, dos compañeros del ERP lo hicieron reír: "Don Pablo, mire que fuimos a varios lados, pero nunca hubiéramos imaginado que íbamos a terminar escondidos en la casa de un cana."

    “Revisamos el cadáver, era impresionante”

    El 20 de septiembre de 1974 era feriado. Troxler, que trabajaba en el Gabinete de Criminología de la Facultad de Derecho, había organizado su día libre para encontrarse con amigos de militancia. Como Envar El Kadri, con el que siempre se citaba frente a la Catedral Metropolitana. Salió de su casa en la localidad de Florida a las 10, caminó tres cuadras, y hasta las 11:30 charló con un compañero en el bar Muky, de la Avenida Maipú y San Martín. Ese compañero lo alcanzó en auto hasta la esquina de Figueroa Alcorta y La Pampa, donde pensaba tomar el colectivo 130 en dirección a la Capital. 

    La investigación de su asesinato determinó que un Peugeot 504 negro, con cuatro matones de la Triple A, lo levantó en la facultad, y lo llevó atado en el piso hasta el pasaje Coronel Rico, del barrio de Barracas, poco después del mediodía. Antes de detenerse en el lugar -–desierto, laberíntico, suspendido en el tiempo–, el auto agarró por calles que todavía hoy parecen de pueblo: Brandsen, Lanín, Arcamendia, y finalmente Rico. Obligaron a que se bajara, y lo cruzaron sobre un paredón con una ráfaga de ametralladora y cuatro disparos a la cabeza, para rematarlo. En un comunicado que circuló a las pocas horas, la Triple A se atribuyó el crimen y escribió a mano: "La lista sigue… Murió Troxler. El próximo para rimar será… Sandler??? Mañana vence el plazo… Adjuntamos lista de ejecuciones. Troxler murió por bolche y mal argentino… Ya van cinco y seguirán cayendo los zurdos, estén donde estén." En un cuadro inferior, el listado lleva una cruz junto a los apellidos Ortega Peña, Curuchet, López, Varas y Troxler. "Sandler" tiene una cruz y un signo de interrogación.

    "Revisamos el cadáver –dice Mabel Di Leo–, y era impresionante. Acá (señala el pecho) lo habían cocido con hilo de chanchero. Los agujeros de los balazos eran del tamaño de una moneda de un peso. Le habían tirado con Itaka, parecían misiles. Era imposible que se salvara." "Porque te digo una cosa –finaliza–, algo que es seguro: si López Rega no manda a cuatro tipos, a Julio no lo matan. La cabeza tenía la señal de un golpe fuertísimo, para atontarlo. Y a pesar de eso, pudo salir corriendo del auto, con los brazos atados. Me acuerdo de Perón, cuando Julio decía que no era un superhombre. Había que ser superhombre para salir vivo de ese callejón."

    01/10/12 Tiempo Argentino

    GB

    MEMORIA



     
    Hace 39 años se convocaba a la "cacería de zurdos"
    Documento Reservado del Consejo Superior Peronista

    Conocido a los pocos días de la ejecución de José Ignacio Rucci, el 25/09/73, tan sólo dos días después del triunfo electoral de Perón con el 62% de los votos, el Documento Reservado del Consejo Superior Peronista convocaba a la "depuración ideológica" del movimiento, lo que en el contexto de la época, y sin lugar a dudas, debía entenderse como la aniquilación del enemigo.

    Tal como registra el diario La Opinión del 2 de octubre de 1973, luego de hacer referencia a la muerte de Rucci, el documento planteaba que: "Este estado de guerra que se nos impone no puede ser eludido y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino también a atacar al enemigo en todos los frentes... Los grupos que en cada lugar actúan invocando adhesión al peronismo y al Gral. Perón, deberán definirse públicamente en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha".

    Entre otras medidas operativas no legales, el documento propugnaba la creación de un “sistema de inteligencia” al servicio de esta lucha, que estaría “vinculado a un organismo central a crearse”, que como se vería muy pronto, no era otro que la Triple A. 

    Dos meses después, en declaraciones al diario La Opinión del 19 de diciembre de 1973, el propio Perón define estas medidas como creación de anticuerpos contra la violencia.

    La muerte de Perón es el momento justo en que las bandas armadas reunidas bajo la denominación de Triple A se lanzan sin tregua ni reparo a la liquidación del "enemigo subversivo".


    Texto íntegro del documento:

    I. Situación

    1. El asesinato de nuestro compañero José Ignacio Rucci y la forma alevosa de su realización marca el punto más alto de una escalada de agresiones al Movimiento Nacional Peronista, que han venido cumpliendo los grupos marxistas terroristas y subversivos en forma sistemática y que importa una verdadera guerra desencadenada contra nuestra organización y contra nuestros dirigentes. Esta guerra se ha manifestado de diversas maneras;
    por ejemplo:

    a. Campaña de desprestigio de los dirigentes del Movimiento buscando ridiculizarlos mediante slogans, estribillos o insultos, atribuyéndoles defectos personales e imputándoles "traición" al general Perón o a la doctrina.
    b. Infiltración de esos grupos marxistas en los cuadros del Movimiento con doble objetivo: desvirtuar los principios doctrinarios del justicialismo, presentando posiciones aparentemente más radicalizadas y llevar a la acción tumultuosa y agresiva a nuestros adherentes (especialmente sectores juveniles) colocándose así nuestros enemigos al frente del movimiento de masas que por sí solo no pueden concitar, tal que resulten orientando según sus conveniencias.
    c. Amenazas, atentados y agresiones destinadas a crear un clima de miedo o desconfianza en nuestros cuadros, y a intimidar a la población en general.
    d. Asesinato de dirigentes peronistas.

    2. El estado de guerra así planteado se dirige en el fondo contra el país, ya que si bien aparenta afectar a nuestro Movimiento, tiende a impedir la constitución y actuación del gobierno que presidirá el general Perón por decisión mayoritaria del pueblo argentino.

    El crimen cometido contra el compañero Rucci, particularmente por el modo y la oportunidad en que fue consumado, indica que se trata de destrozar al Movimiento Nacional Peronista y a sus dirigentes, creando al mismo tiempo una situación de caos social, que haga posible la frustración del gobierno del Pueblo.

    3. Ese estado de guerra que se nos impone, no puede ser eludido, y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino también a atacar el enemigo en todos los frentes y con la mayor decisión. En ello va la vida del Movimiento y sus posibilidades de futuro, además de que en ello va la vida de sus dirigentes.


    II. Directivas

    1. Movilización: El Movimiento Nacional Justicialista entra en estado de movilización de todos sus elementos humanos y materiales para afrontar esta guerra. Quien rehúya su colaboración para esta lucha, queda separado del Movimiento.

    2. Reafirmación doctrinaria: Debe realizarse una intensa campaña para difundir y reafirmar los principios doctrinarios del Movimiento, esclareciendo sus diferencias fundamentalmente con el marxismo. En esta campaña no se admitirá intromisión alguna de elementos promarxistas, con pretexto de polémica u otro similar, y se les excluirá de toda reunión y del acceso a todos los medios de difusión del Movimiento.

    3. Información: Se debe hacer saber a los dirigentes de todos los niveles y a la masa peronista la posición que toma el Movimiento en relación a los grupos marxistas, explicando las circunstancias determinantes y llevando a su convicción la necesidad de participar en forma activa en la lucha contra nuestros enemigos.

    4. Definiciones: Los grupos o sectores que en cada lugar actúan invocando adhesión al peronismo y al general Perón, deberán definirse públicamente en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha. Asimismo, deberán acatar estas directivas.

    5. Unidad: Para esta lucha es fundamental consolidar la unidad del Movimiento. Para ello:

    a. Las orientaciones y directivas que emanen del general Perón en el orden partidario o en función de gobierno, serán acatadas, difundidas y sostenidas sin vacilaciones ni discusiones de ninguna clase, y ello como auténtica expresión de la verticalidad que aceptamos los peronistas.
    b. Nadie podrá plantear cuestiones personales, o disensiones de grupos o sectores, que afecten o entorpezcan la lucha contra el marxismo.
    c. En cada rama del Movimiento se actuará con estricta disciplina, para cumplir los programas o planes de acción que se elaboren por las direcciones superiores correspondientes.
    d. No se admitirá comentario, estribillo, publicación o cualquier otro medio de difusión que afecte a cualquiera de nuestros dirigentes. Quien lo utilice o quien los reproduzca o tolere, será considerado enemigo del Movimiento y quedará expulsado del mismo. La defensa de todos comienza en la defensa de cada uno.
    e. No se admitirá que ningún grupo utilice expresiones destinadas a menoscabar a otros gru-pos peronistas, o a exaltar el propio grupo en desmedro de los demás.
    f. Las cuestiones que se susciten en el orden partidario se plantearán por vía reservada a la autoridad superior del Movimiento que corresponda en cada rama. Ninguna cuestión interna se considerará más importante que la lucha emprendida ahora.
    g. Las objeciones a actos de gobierno producidas por los peronistas que ejercen funciones públicas se harán también por vía reservada, al funcionario peronista de mayor jerarquía que corresponda, con comunicación a la autoridad superior del Movimiento en cada rama.
    h. Debe excluirse de los locales partidarios a todos aquellos que se manifiesten de cualquier modo vinculados al marxismo, a sus posiciones políticas o a sus actos.
    i. En las manifestaciones o actos públicos los peronistas impedirán por todos los medios que las fracciones vinculadas al marxismo tomen participación.
    j. Se prestará apoyo solidario a todo compañero o grupo que pueda ser afectado a raíz de actos de lucha cumplidos en razón de esta campaña que se inicia.

    6. Inteligencia: En todos los distritos se organizará un sistema de inteligencia, al servicio de esta lucha, el que estará vinculado con el organismo central que se creará.

    7. Propaganda: Se impedirá toda propaganda de los grupos marxistas máxime cuando se pre-senten como si fueran peronistas, para confundir. Se impedirá la difusión por todos los me-dios.

    8. Participación popular: Se esclarecerá ante la población de cada lugar cuál es la posición del Movimiento y las motivaciones y sentido de esta lucha; todo ello para suscitar el apoyo y la participación de todos en la misma.

    9. Medios de lucha: Se utilizará todos los que se consideren eficientes, en cada lugar y oportunidad. La necesidad de los medios que se propongan, será apreciada por los dirigentes de cada distrito.

    10. Acción de gobierno: La actuación de los compañeros peronistas en los gobiernos nacional o provinciales o municipales, sin perjuicio de sus funciones específicas, deben ajustarse a los propósitos y desenvolvimiento de esta lucha, ya que a ellos compete la principal responsabili-dad de resguardar la paz social. En tal sentido:

    a. Deberán impulsar de inmediato el cumplimiento de medidas tendientes a dar vigencia a los principios del justicialismo.
    b. Deberá actuar en permanente comunicación con los sectores populares y velando por la solución de los problemas.
    c. Deberán participar en la lucha iniciada, haciendo actuar todos los elementos de que dispone el Estado para impedir los planes del enemigo y para reprimirlo con todo rigor.
    d. Deberán prestar la mayor colaboración a los organismos del Movimiento movilizados en esta lucha.

    11. Sanciones: La defección de esta lucha, la falta de colaboración para la misma, la participación de cualquier clase en actos favorables al enemigo y aun la tolerancia con ellos, así como la falta de ejecución de estas directivas, se considerará falta gravísima, que dará lugar a la expulsión del Movimiento, con todas sus consecuencias.

    Buenos Aires, 1° de octubre de 1973

    FUENTE EL ORTIBA.ORG

    GB

    DEMOCRACIA

    CFK: "La oposición no nos puede pedir que expresemos sus ideas porque no son las nuestras"




    "Me siento responsable de seguir garantizando esa democracia para los 40 millones de argentinos", expresó la Presidenta sobre el final de su discurso.

    Luego de defender la política de administración cambiaria, la presidenta Cristina Kirchner criticó la figura del cepo cambiario esgrimida por quienes rechazan la política económica del Gobierno y reveló que "desde enero hasta la fecha el país ha girado al exterior casi 80 mil millones de dólares". Además, sostuvo que quienes piensan distinto "tienen que buscar un dirigente que represente sus ideas y se ponga al frente de sus reclamos", afirmó que "a la confrontación, responderemos con gestión" y recomendó a sus funcionarios que ante la violencia, recurran a la Justicia. Tras designar a Martín Sabbatella como presidente del organismo de aplicación de la ley de medios, CFK le advirtió que se enfrentará a "una dura y noble tarea" y que a partir de ese momento se convertiría en "sucio, feo y malo" inclusive para quienes hasta ahora lo elogiaban.

    En el comienzo de su discurso, Cristina anunció un crecimiento de la balanza comercial y exhortó a articular políticas entre los países desarrollados y los emergentes para "seguir sosteniendo la rueda de la economía global". "Al mes de agosto, llevamos 10 mil 31 millones de superávit de balanza comercial, lo que significa un 38 por ciento más de lo que llevábamos el año pasado a esta misma altura", informó.

    En ese marco, aseguró que antes de las medidas de administración del tipo de cambio dispuestas por el gobierno nacional había en el país "una suerte de jauja y timba cambiaria". "En ningún país del mundo alguien puede comprar dos millones de dólares sin decir para qué es", indicó CFK y afirmó que en Argentina regía "una suerte de jauja cambiaria" y de "timba" para que ésto no suceda".

    "Desde agosto del año pasado, en que se realizaron las internas por primera vez en el país, hasta el 23 de octubre, en que resulté electa con el 54 por ciento de los votos, se llevaron 4 mil 700 millones de dólares por efecto de la timba cambiaria y especulación financiera", dijo Cristina y agregó: "Esa timba especulativa que se dio con motivo de las elecciones, intentó presionar a esta Presidenta a una devaluación. Hicieron correr en el mercado el rumor de que luego de las elecciones iba a haber una gran devaluación".

    Por otra parte, cuestionó la "virulencia, la agresión y la violencia" de algunos sectores opositores al gobierno y los llamó a "buscar a algún dirigente que se ponga al frente de sus reclamos, para hacer una sociedad más democrática". "Que no se enojen con nosotros porque no expresamos sus ideas", sostuvo la mandataria, quien afirmó que el gobierno nacional responderá "con gestión a la confrontación, la agresión y los actos de violencia".

    Al dirigirse al nuevo titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabbatella, Cristina le advirtió que se enfrentará a "una dura y noble tarea. La de democratización de los medios y terminar la labor de la ley de servicios audiovisuales que el próximo 10 de octubre cumplirá 3 años de sancionada". "Desde ahora te convertiste en feo, sucio y malo, y van a tergiversar tus dichos, te van a descontextualizar frases como a mí", agregó.

    Además, la mandataria aseguró que los tiempos que vienen en el contexto de la crisis financiera global "van a exigir una férrea defensa de los intereses nacionales". "Pobres los países que tengan gobernantes que no antepongan los intereses de sus ciudadanos y quieran quedar bien con los de afuera antes de con los de adentro", afirmó.

    Allí, convocó a "todos los argentinos" a "la unidad nacional" por entender que se trata del "instrumento básico para poder seguir creciendo y poder hacerlo en paz", y subrayó la importancia de "defender con claridad y firmeza" las ideas, "sin violencia, ni agravios ni descalificaciones".

    Por último, sostuvo que la Argentina cuenta actualmente con la "democracia más plena de la que se ha gozado desde décadas y décadas en toda nuestra historia".

    "Somos un país diverso, plural, donde hay debate, hay política, pero por sobre todo hay la democracia más plena de la que se ha gozado desde décadas y décadas en toda nuestra historia", aseveró para finalizar: "Me siento responsable de seguir garantizando esa democracia para los 40 millones de argentinos".

    GB

    domingo, 30 de septiembre de 2012

    UNA POESIA DEL ' 73

    04 SEPTIEMBRE 2012

    Anoche


    Martín Rodríguez

    Agrandar fuente Achicar fuente
    El siguiente texto pertenece a una publicación a propósito del homenaje a los detenidos-desaparecidos de la Escuela de Bellas Artes “Manuel Belgrano” realizado el viernes 17 de agosto último. El homenaje consistió en la colocación de unas placas por cada uno de ellos en la dirección donde funcionó la escuela, en Wenceslao Villafañe 1492, del barrio de Barracas. Se trata de las siguientes víctimas: Carlos Mayor, Celia López, Estela Oesterheld, Raúl “el Vasco” Martola, Ernesto “Conejo” Rivero, Cecilia Minervini, Edith Zeitlin e Hilda Adriana Fernández. El autor del texto aquí reproducido es un poeta, artista plástico y militante peronista que pasó aquellos años por las aulas de dicha Escuela. Ofreció para la publicación de homenaje el fragmento de un sueño anotado en un cuaderno en agosto de 1973. Durante las mutaciones violentas de aquella primavera. Lejos del tono elegíaco o épico de un tiempo recordado siempre con tanto ardor, aparecen en este texto el temor, la duda y la locura como puntas de un iceberg para comprender la experiencia de un tiempo tan fuerte como aquel. Un hombre frente a la máquina de su tiempo. Y el breve lugar donde asentar su convicción íntima: el temor que, también en este caso, era una proyección colectiva. ¿Eran felices? ¿Cavaban sus propias fosas? ¿Valía tanto la pena? ¿Había lugar para decir lo que se soñaba de noche y solo? Preguntas ante tal intensidad expresiva. Pasen y lean.
    M.R.
    Por Marcos Cesarsky
    Anoche dormí mal. Me acosté pensando en las grandes dudas que me crea el camino que esta tomando el gobierno actual, el golpe del 13 de julio –es golpe, no es golpe- (…) Ezeiza, los compañeros muertos…
    Pensaba también en mis dudas de estudiante, en mi carrera de estudiante de arte que a tres meses de recibirme, ya quedó tan atrás; tan atrás mi necesidad de creación individual, de expresarme para mí solo.
    (…)
    Con todo eso me acosté muy aplastado, muy metido adentro de la campana de vidrio, esa campana de vidrio que guarda los sándwiches en el mostrador de los boliches. Y yo me sentía un sándwich, una pastafrola, o cualquier otra cosa que está aislada de toda la gente que toma, fuma, charla, y se divierte.
    Con todo eso me acosté, me dormí después de un buen rato de frío interior. A la mañana me desperté sobresaltado, fue una pesadilla terrible, un muchacho que creo que era yo, se disponía a hacer una pintada en un gran paredón blanco. Todo estaba bañado por una luz blanca. (…)
    Empezaba a pintar, aparecían las primeras letras del aerosol, se oía una frenada, una ráfaga de ametralladora y la sangre del joven –mi sangre- se mezcla con las letras rojas.
    El joven y yo caemos al piso, el coche se aleja y me despierto bañado en sudor frío.
    Con todo eso me levanto, me lavo apenas la cara, no me afeito, me visto y me voy a la escuela a encontrarme con mis compañeros.
    Llego, estoy solo, los demás todavía no llegaron. Me acerco a la escalera que da al primer piso, oigo unos ruidos que parecen voces humanas, gritos de bebé. Teóricamente el edificio está vacío, me aterro, me alejo y me acerco una y otra vez y no me animo a subir.
    El miedo crece.
    Recorro la escuela, de lado a lado, llego al patio, abro la puerta, y me río, comienzo a reírme como un loco, no puedo parar.
    Descubro palomas, muchas palomas que se arrullan y hacen ruido de voces humanas, de llantos de niños.
    Llegan mis compañeros, empezamos a hablar de las novedades. (…)
    Empezamos a trabajar, queremos hacer una escuela para los chicos del barrio, trabajo todo el día, me siento bien.
    Agosto de 1973

    GB

    sábado, 29 de septiembre de 2012

    WALSH

    Yo, Rodolfo

    Por Rodolfo Walsh
    Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados (1), y eso me gustó.

    Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.

    Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antig"uedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.

    Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
    Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
    Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.

    Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

    La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie.

    Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces. En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

    (1) Unidad métrica compuesta por una sílaba breve (sin acento) y una larga (acentuada).
    Así, habría que leer Rodólf Fowólsh.

    GB