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ANALISIS
Contradicciones y falacias en el discurso de Kicillof
- Por Ismael Bermudez
El viceministro de Economía, Axel Kicillof defendió la semana pasada los créditos de la ANSeS para viviendas y el auxilio a Daniel Scioli. Lo hizo con un argumento falaz: dijo que a diferencia de las AFJP en que los aportes jubilatorios eran “para una persona”, desde que se transfirieron al Estado pasaron a ser “de todos”. Al decir esto, Kicillof abandonó muchas de las posiciones que había pregonado hasta las vísperas de ser nombrado funcionario.
A comienzos de 2009, en un texto que publicó CENDA, el centro de estudios que dirigía Kicillof, recordaba que no se estaba cumpliendo con la movilidad ordenada por la Corte en el caso Badaro y que las leyes previsionales, ratificadas por la Justicia, marcaban que la jubilación debía ser de entre el 70 y el 82% móvil del salario actualizado de los últimos años. Y sostenía que había que “recuperar” la jubilación como el salario que le corresponde al trabajador después del cese laboral. CENDA no decía entonces que los fondos eran “de todos”, que era “reaccionario” y “privatista” defender la jubilación como un salario. Concluía que, al ignorar el Estado el carácter sustitutivo de las prestaciones previsionales y los fallos de la Corte, el Gobierno incurría en una “práctica característica de la política previsional de los 90 que desnaturaliza el carácter sustitutivo de los haberes previsionales”.
Kicillof embellece a las AFJP cuando dice que los aportes eran “para una persona”. Simplemente dejaron de tener relación con el salario y las jubilaciones pasaron a ser inciertas o una incógnita dependiente de las inversiones financieras, sin ninguna garantía de cobrar ni siquiera un haber mínimo, pero con la garantía para las AFJP de cobrar suculentas comisiones.
Los excedentes de la ANSeS deben servir para pagar las sentencias, alcanzar la meta del 70/82% móvil, y si sobran pueden ser invertidos evitando que se descapitalicen. Y las prestaciones no contributivas o la Asignación por Hijo deberían ser ampliadas, mejoradas y acrecentadas con fondos que provengan de la renta financiera y no a costa de los jubilados
A comienzos de 2009, en un texto que publicó CENDA, el centro de estudios que dirigía Kicillof, recordaba que no se estaba cumpliendo con la movilidad ordenada por la Corte en el caso Badaro y que las leyes previsionales, ratificadas por la Justicia, marcaban que la jubilación debía ser de entre el 70 y el 82% móvil del salario actualizado de los últimos años. Y sostenía que había que “recuperar” la jubilación como el salario que le corresponde al trabajador después del cese laboral. CENDA no decía entonces que los fondos eran “de todos”, que era “reaccionario” y “privatista” defender la jubilación como un salario. Concluía que, al ignorar el Estado el carácter sustitutivo de las prestaciones previsionales y los fallos de la Corte, el Gobierno incurría en una “práctica característica de la política previsional de los 90 que desnaturaliza el carácter sustitutivo de los haberes previsionales”.
Kicillof embellece a las AFJP cuando dice que los aportes eran “para una persona”. Simplemente dejaron de tener relación con el salario y las jubilaciones pasaron a ser inciertas o una incógnita dependiente de las inversiones financieras, sin ninguna garantía de cobrar ni siquiera un haber mínimo, pero con la garantía para las AFJP de cobrar suculentas comisiones.
Los excedentes de la ANSeS deben servir para pagar las sentencias, alcanzar la meta del 70/82% móvil, y si sobran pueden ser invertidos evitando que se descapitalicen. Y las prestaciones no contributivas o la Asignación por Hijo deberían ser ampliadas, mejoradas y acrecentadas con fondos que provengan de la renta financiera y no a costa de los jubilados
PD Ahora resulta que el Gran diario a través del hermano de Altamira, preclaro dirigente del PO, plantea avanzar sobre la renta financiera.
Bien ahí, por una Patria socialista !! Clarín.
Yo, en serio, estoy totalmente de acuerdo.
El prolema para el Gran diario son sus lectores clasemedieroscapaces de votar a Belcebú con tal que no les toquen un dólar.