viernes, 6 de abril de 2012

RIVADAVIA EL OLVIDADO

"La diplomacia inglesa no reconoce amigos ni la cohíben los agardecimientos anturales. Quien se apoye en ella para medrar pagará muy caro el apoyo. Bernardino Rivadavia fue un prócer que en nuestra tierra facilitó en mucho la tarea diplomática de Inglaterra. Cuando Rivadavia vio al final de su presidencia que la compulsión inglesa lo había arrastrado hasta la mas terrible impopularidad y se sintió precipitar al vacío irremediablemente, aprovechó las últimas energías para vengarse, e instruir al país en los peligros de la diplomacia inglesa. La diplomacia inglesa no lo perdonó nunca y fue implacable con él. El 15 de julio de 1827 lord Ponsonby escribía a Canning: "Los diarios propagados por el señor Rivadavia difamaban constantemente a la legación de S.M.,insinuando contra ella las peores sospechas y desccribiendo sus actos como dirigidos a acarrear deshonor y agravio a la República."

En realidad Rivadavia solo trataba de disculparse a sí mismo mostrando que la paz firmada con el Brasil, que el país consideraba deshonrosa, era impuesta por la diplomacia inglesa. Poco después, el 20 de julio de 1827, Ponsonby escibía a Canning: "Confío en que esta aparente prevención contra Inglaterra cesará cuando al influencia y el ejemplo del señor Rivadavia sean completamente extinguidos."

Cinco días después, Rivadavia renunciaba a la presidencia y se disolvía para siempre en el silencio histórico. No se conocen papeles posteriores a su presidencia. Vivió aislado en el anónimo. Cuando quiso actuar se lod desterró. Estuvo en la Isla de las Ratas frente a Montevideo. De allí lo exilaron a Santa Catalina, pequeña isla al sur del Brasil.
Mas tarde se refuió en Ró de Janeiro, después en Cádiz, donde murió olvidado a los 65 años de edad el 2 de setiembre de 1845. ¡Había sido aniquilado!"  

RAUL SCALABRINI ORTIZ.
POLITICA BRITANICA EN EL RIO DE LA PLATA.

Prof GB

Ingleses

"La diplomacia inglesa es el instrumeno ejecutivo que en sus relaciones con el extranjero, tiene la encesidad de expansión y voluntad de dominio del Imperio de la Garn Bretaña. Donde hay un pequeño interés presente o futuro, la diplomacia inglesa tiende sus redes invisibles de conocimeinto, de sondeo, de preparación o de incautación.
La acción de la diplomacia inglesa está generalmente imantada en un sentido favorable al lucro de las compañías inglesas, peor no soldada a sus minúsculos problemas de codicia o de sordidez ocacional. La diploacia inglesa no descuida lo pequeño y circunstancial, pero vela ante todo por al grandeza permanente del imperio en que todo lo británico halla amparo.
Mas influencia y territorios conquistó Inglaterra con su diplomacia que con sus tropas o sus flotas.Nosotros mismos, argentinos, somos un ejemplo irreutable y doloroso. Supimos rechazar sus regimientos invasores, pero no supimos resistir a la penetración económica y a su disgregación diplomática."

RAUL SCALABRINI ORTIZ
POLITICA BRITANICA EN EL RIO DE LA PLATA.

Prof GB

SOLOS

Soledad, aislamiento, castigos, para una Argentina a punto de ser expulsada del G-20.
Para un país que el FMI, se plantea reconvenir duramente porque ya se le acabó la paciencia con un gobierno que infringe las leyes internacionales en materia de pagos de deudas.
Obama está por tomar una actitud militante contra el Estado argentino y su presidenta.
Cansado de tanto desaguisados e incumplimientos económicos.
Ni el MERCOSUR ni la UNASUR nos apoyan en esta coyuntra.
España envía en estos días a funcionarios de Repsol con un ultimatum de su gobierno hacia el nuestro.
Con México y Brasil las relaciones están muy tensas.

Palabras mas palabras menos, firman Ana Barón, y Marcelo Bonelli en el multimedios de hoy estas definiciones económicas objetivas que posicionan a a nuestra Argentina de cara a un mundo que nos está empujando al espacio exterior.
Mientras Van der Kooy, afirma que se está destruyendo empleo y, el allanamiento a un departamento propiedad del vicepresidente es "un ehcho de una gravedad institucional tal que no tendría antecedentes desde elregresod e la democracia..."

Argentina Fin de época.
Portugal, España, Irlanda, Grecia, Italia, nos esperan.
El 2001, ya llegó.
GB

jueves, 5 de abril de 2012

AÑORANZAS DE CLARIN Y LA NACION.

"En Buenos Aires, boca que comienza a ser embudo, la tentación ultramarina se revela en el contrabando frenado por la metrópoli pero base de la futura expansión mercantil de la ciudad puerto. La necesidad de romper con el monopolio, es decir, con España, es mas fuerte en Buenos Aires.
Su papel monopólico está configurado por esta cualidad portuaria, y su función cultural, por ser núcleo neuronal donde confluyen las ideas europeas.
Pero el factor desicivo del estilo de vida oligárquico no está dado exclusivamente por esa cualidad portuaria del paisaje. Es la propidad de la tierra la fuerza modeladora de esa cultura de clase. Su mentalidad está limitada por al uniformidad de una economía sin variantes, hostil al cambio y la movilidad de las formas sociales.
Esta ubicación estática ha orientado todas las manifestaciones culturales de esa clase, y su vida urbana, arracimada en Buenos Aires, cabeza de la zona agarria y puerto de exportación, la ha convertido en un apéndice de Europa. De este modo el colonialismo cultural se ha desdibujado bajo el ropaje artificioso de un progresismo material que nunca superó el carácter monocorde y conservador de una concepción agraria del mundo.
La estancia es el punto inicial y terminal de la historia. El ritmo regular de las cosechas y la parición de los animales de los cuales depende su lujo en al ciudad, condiciona ele stilo de vida que proviene de la tierra, sin raíz en ella, sin amor.
Vida cultural apenas agitada por las fluctuaciones del mercado mundial.
Cada vez mas aislada del cuerpo que crece-inmigración, industria, proletariado- sin conexiones vitales con el proceso múltiple del país, adopta una actitud distante, fundada en el desprecio y crea la teoría de las minorías selectas y de la "alevosa encrucijada del cuarto oscuro".
Es por eso que de su propio seno surgen movimientos antiliberales, hispanistas, rosistas.
El liberalismo abstracto dio nacionalismos abstractos."

JUAN J. HERNANDEZ ARREGUI.
IMPERIALISMO Y CULTURA.

Prof GB

IMPERIALISMO Y CULTURA.

"A estos adversarios del nacionalismo hay que preguntarles: ¿No fueron acaso nacionalistaas Waashington, Jeffeson, Franklin, Madison? ¿Qué es el imperialismo sino el nacionalismo de las potencias poderosas? Hay dos nacionalismos. Uno, el del Estado fuerte que se anexiona al débil. Otro, el  nacionalismo de los pueblos débiles contra la prepotencia de los fuertes. Es una hipocresía radical, aunque se tiña de amor universal y apele a los féretros de Nuremberg, la identificación del fascismo con los nacioalismos de los países dependientes: "Entretanto-ha escrito Benjamín Farrington-, mientras sobreviva una sociedad de clases, tendremos nuestros idealistas: son sus productos a la vez que sus defensores."

El desarrollo de las estrategias productivas junto con la concentración del poder económico crea la necesidad del Estado Nacional. El Estado con programa nacional, no es una actitud teórica de determinados grupos nacionalistas, sino la consecuencia de la madurez de las relaciones económicas que alimentan la conciencia histórica de una comunidad. Pero en los países dependientes, la lucha por al liberación se relaciona, en el orden interno, con la lucha contra las clases feudatarias cuyo vasallaje interno las convierte en antinacionales.

"Dar a todos los hombres un espíritu inglés-ha escrito J.A.Cramb-tal ha sido la finalidad de nuestro imperio en el pasado. Quien habla de la grandeza de Inglaterra se refiere a esto. Pero la esperanza final consiste en que la Nación inglesa y la especie humana en su totalidad perciban gradualmente que si la organización interna ha de realizarse con tranquilidad y seguridad de espíritu necesaria para todas las tareas políticas, Inglaterra debe proponerse cumplir su destino confiando solo en sí misma para la realización de un destino que es "su" destino.
Es, pues, legítimo dar a los argentinos un "espíritu argentino". Programa mas modesto que el que cumplió Inglaterra y que si construyó su grandeza engarzó nuestra servidumbre a su corona imperial." 

JUAN JOSE HERNANDEZ ARREGUI.

Prof. GB

miércoles, 4 de abril de 2012

LA HISTORIA Y LOS HECHOS-MALVINAS LA CAUSA JUSTA

Por Horacio González *

La historia argentina ha ocurrido. Puede ser interpretada de diversas maneras pero los hechos, con su nombre establecido o vacilante, están allí como testigos. La guerra de Malvinas, en 1982, es un acontecimiento con fechas, principio y fin, un arco de tiempo que incluye nombres propios, vituperios y exaltaciones, muchos muertos, crónicas y novelas. Se conocen aquellas negociaciones diplomáticas y al calor del dramatismo de los días, cómo se desenvolvieron las acciones militares y se recuerda una u otra frase de Haig, el representante de State Department. Estos eventos se hallan todos dentro de la historia argentina, en ella implicados, fuertemente entrelazados con lo que reconocemos como los nombres familiares de un concepto sobre-historizado de la Nación. Lo digo así, sobre-historizado, porque el nombre Malvinas nos hace contemporáneos de una historia de larga duración, tantas veces fracturada, pero que atraviesa con una rara unicidad el período de Rosas, de Roca, de Yrigoyen, de Perón, de las juntas militares y de la democracia resurgida. Sin duda, no hay una sola historia de Malvinas, granítica, absoluta, ni las Malvinas hacen de la historia argentina un único macizo oprimido sin mediaciones, pero al decir Malvinas somos más contemporáneos de un pasado que parece remoto y en este caso no lo es: somos por eso más contemporáneos de los sucesos producidos por el colonialismo británico del siglo XIX, más contemporáneos de Rosas, más contemporáneos de Groussac, Palacios y Perón, más contemporáneos de los oscuros años de la dictadura de los años setenta.

Malvinas permite entonces un nuevo juzgamiento de un conjunto histórico nacional. Es una forma viva de la memoria. Pone en estado irresuelto muchos episodios inscriptos en evidentes saberes colectivos. Malvinas es un hecho sobredeterminado de la política mundial. Si fuera sólo un corte sincrónico, sin antes ni después, la tenemos allí con su base de la NATO, sus destructores de ultimísimas tecnologías en viajes intimidatorios, entumecidas respuestas a palabras de un diccionario que tampoco pueden ser congelados peñascos en nuestro lenguaje: Antártida, yacimientos petrolíferos, genéricas estructuras alimentarias de la globalización que permiten considerar los mares de un modo diferente de como se veían hace dos siglos, a la altura del mismo viaje de Darwin a las islas. Pero siendo Malvinas un hecho económico sobredeterminado de la mundialización, es también una literatura nacional. Y a la vez sus riquezas reales, potenciales o imaginadas le dan un sentido específico o singular a la vida planetaria. No puede ser que los hechos desencadenados desde que la fragata Clío entrara en esas bahías, coloquen a una continuidad anacrónica de la historia en capacidad de dominio sobre riquezas que reclaman otra administración social, otra visión alimentaria y energética del mundo. Malvinas es, por último pero principalmente, un hecho sobredeterminado interno a la vida histórica argentina, una categoría inherente a su propio desarrollo. Frente a ella, la clásica confrontación entre liberalismo y nacionalismo queda retrasada si sólo se propone motivos repetidos, tradicionales.
Del liberalismo, sin duda un remozado patriotismo constitucional podría esperarse como resolución de las vacilaciones con que un sector intelectual se ubica frente a las aprehensiones que suscita el recuerdo de la guerra y la dictadura militar. ¿Alcanza el patriotismo constitucional, pieza central del remozado pensamiento democrático-social desde los años ’80? No alcanza, pero permite proyectar los derechos argentinos en el plano de las normas, acuerdos internacionales, apoyos latinoamericanos, sin que se pierda el sentido de un destino común que –como utopía mayúscula– puede abarcar a los habitantes de las islas con los millones de habitantes que despliegan sus trabajos, imaginación y recuerdos en la costa más cercana. ¿Qué hay que agregarle? La Presidenta mencionó en su discurso de Ushuaia a Antígona. Es una mención extrema y delicada. Malvinas es entonces, también, el recuerdo de los muertos. La obligación que de ellos dimana es la de darles nombre y memoria en sepulcros ostensibles, conmemorados. Aquí el pensamiento reclama más atención para sus dificultades. Son muertos en una guerra pero vistos con ojos trágicos –ojos de paz–, y que se imponen enfrentar el trabajo con una espesa paradoja. No es la primera vez que en la Argentina se discute quiénes son los héroes, quiénes los mártires. Recordemos la discusión entre Echeverría y Pedro de Angelis en 1847, en pleno gobierno de Rosas. Sobre ese arduo tema precisamente versaba. Si el liberalismo puede disponerse a aceptar la paradoja de poner Malvinas dentro de la cuestión nacional, el nacionalismo puede ofrecer también su visita al patriotismo constitucional. Y decidir su noción de héroe descartando al represor, al estaqueador, al secuestrador. No puede haber patria –en este momento de una patria– que esté por encima de actos de lesa humanidad, que no pueden redimirse en ninguna otra entidad simbólica que le sea superior en valores. No, nunca hay valores superiores a la patria de la vida, al patriotismo del ser genérico del hombre. Una nación es un conjunto de hechos paradójicos. El liberalismo siempre estuvo por debajo de esa comprensión. El nacionalismo suprimió las paradojas haciendo predominar una continuidad maciza, sin fisuras, de una cultura que siempre vive tiempos aventurados e inciertos.
Si el nacionalismo, que aporta su publicística anticolonialista –criticando maduramente el giro vergonzante que dio Inglaterra, al considerar “colonialista” a la Argentina–, puede exponer su heráldica a la luz de un humanismo universalista que no le embargue, sino que le confirme a la Nación sus derechos, se encontrará un destino latinoamericano que no será sólo un legado ya fijado en el tiempo, sino redescubrimiento de una historia renovada en sus motivos y emblemas. La interesante consideración que escribe Carl Schmitt sobre la expansión del mercantilismo inglés en relación con el modo en que aparecen los conceptos de tierra y mar en el pensamiento espacial del imperio británico puede ser hoy recordada –él mismo pensó que ya estaba superada– como plena de una rara actualidad. Gran Bretaña surgió en la dialéctica tierra-mar acentuando este último término. Ordenó la espacialidad del mundo durante varios siglos a través de esta antropología política que hegemonizó los mares. La Argentina, que nació dificultosamente en los pliegues de este dominio crucial sobre el espacio, el tiempo y los conocimientos sobre la naturaleza, puede ahora encontrar las voces adecuadas para una nueva relación latinoamericana entre la tierra, el mar, la ciencia y sus nuevos escritos fundadores.
No puede evitarse la tierra en la relación Argentina-Malvinas. La fusión ocurrirá en la relación tierra-mar-valores universales. Deben rechazarse antiguas geopolíticas o pensamientos apenas economicistas, como bien se escuchó en el discurso proferido en Ushuaia por la Presidenta. Ciertamente, hay fundamentos geoeconómicos sustanciales. Pero nada son sin el núcleo de valores historizados que se abren a una nueva oportunidad de indagación colectiva. Sabemos que estamos enlazados en discusiones esenciales sobre y con los pobladores actuales de Malvinas. El viejo concepto filosófico de interés está en juego. Concepto fundamental, que atraviesa toda la filosofía universal y que se conjuga con el de conocimiento. Conocimiento e interés.

Somos un país que ofrece no una geopolítica descarnada, ni un patriotismo ciego, ni una continuidad displicente con su pasado. Somos un país en plena interrogación. Malvinas es una parte nueva, emergente y justa de esta interrogación. Respetar intereses es respetar conocimientos y también poseerlos.
No estamos de acuerdo con personas que respetamos, pero que se equivocan al escribir lo que ahora copiamos: “De derecha e izquierda, muchos sostienen hoy que al haberse regado el suelo del archipiélago con sangre de argentinos el cultivo de la causa Malvinas se hace obligatorio. Es, otra vez, el empleo del conocido mecanismo del mandato. En este caso, se trata de otra perla del nacionalismo territorial: al sacralizar la tierra regada con sangre perdemos la libertad de elegir, nos debemos a ella y no a nuestros valores y a nuestras preferencias, ya que es la tierra la que está cargada de valores”. No, no es así. Un liberalismo sin paradojas termina en un economicismo trivial, pero en el economicismo de los otros. La libertad de elegir es también con una interpretación de la tierra con su séquito sangriento, como dice Martí en su discurso sobre Bolívar. Es cierto que los únicos mandatos emergen de la sociedad democrática, pero las libertades colectivas no pueden surgir de la desvalorización de la sangre, pues lo que llamamos valores sólo pueden ser una sublimación libertaria de la memoria de los sacrificados, y dentro de ellos, lo incógnito de donde están enterrados. Los valores también son sobredeterminaciones de la autonomía espiritual de saber convertir a la sangre en razonamiento histórico, señalado por la libertad última de ser libres en naciones paradójicos. Una nación emancipada es la que conoce, trata y debate, como en un plebiscito cotidiano, todas sus paradojas.
Fuente Página12-3 de abril

Prof GB

“El País” trabaja para “Barcelona”

Por Alfredo Zaiat

España está padeciendo una crisis económica aguda. La desocupación es la más alta de una Europa en descalabro y su gobierno de derecha embistió contra los trabajadores para salir de la recesión, además de diseñar el ajuste más furioso del gasto público desde el fin del franquismo. Se sabe que el resultado será más recesión, más desocupación y más deterioro social. Todo para arrodillarse ante el altar del euro con el objetivo de evitar el default de la deuda pública, que se agiganta cada vez más en relación con un Producto que se achica y por el creciente déficit fiscal provocado por la política recesiva.

Los españoles no están en condiciones de aconsejar nada en temas económicos; más bien pueden aprender de la experiencia argentina, ya que han decidido transitar la de los noventa. El publicitado modelo económico español ha naufragado. Ha recibido un potente golpe a esa economía basada en boom de la construcción, turismo, consumo exacerbado por el crédito a tasas bajas y especulación financiera. La debacle de la economía española es notoria, y sus grupos económicos, que se expandieron al exterior, con preferencia hacia Latinoamérica, pueden mantenerse a flote gracias a las extraordinarias ganancias que le reporta una región pujante, en especial Brasil, Argentina y Venezuela.

España es una potencia de segundo nivel de la Zona Euro, que no pudo alcanzar un desarrollo autónomo dinámico pese a más de dos décadas de crecimiento y copiosos aportes financieros de la Unión Europea, y por eso no integra el G-20, siendo sólo un actor de reparto invitado a las cumbres. Cuando se construye la autopercepción de “nuevo rico”, el golpe de la realidad es bastante despiadado. Políticos y empresarios aún están en proceso de negación de su deprimente situación y se comportan como si nada hubiera cambiado.
El editorial del conservador diario El País de España de ayer es la manifestación de esa decadencia, que se expresa así patética: afirma que el gobierno de CFK está “intentando esconder el fracaso de su gestión económica detrás de una fachada de nacionalismo”; que la economía “está bajo amenaza y, en esta hora de frustración, la Presidenta ha optado por escudarse en las viejas consignas patrióticas”; que “Argentina corre el riesgo de una ruina a corto plazo”; que Cristina Fernández de Kirchner “ha sido incapaz de aplicar una política de moderación del consumo y tampoco ha gestionado bien su producción nacional de productos energéticos” y que “el resultado es una demanda creciente, una producción cada vez menor y unos precios disparados que pesan sobre los consumidores”.
Este editorial tiene el objetivo de defender los intereses de Repsol en la petrolera nacional YPF, compañía a la que “le están retirando arbitrariamente permisos de explotación en las provincias argentinas y sobre la que pende en los últimos meses un decreto de nacionalización”. “No hay ninguna razón para nacionalizar YPF”, supone, con la perspicacia de darse cuenta de que así “deterioran la cotización de YPF”.
El modelo económico español se reveló un fiasco, está en una debacle cuyo fondo no es fácil advertir y el diario El País de Madrid observando la economía argentina trabaja gratis para la revista Barcelona

Prof GB