“Venía a mi estudio, participaba de reuniones, incluso me sacaba fotos cuando hablaba por teléfono o con algún familiar. Se presentó como fotógrafo y a partir de ahí se me pegó como estampilla.” Quien afirma esto es José Iglesias, padre de uno de los jóvenes fallecidos en el incendio del boliche Cromañón en 2004, y se refiere a Diego Lagomarsino, el joven que le prestó al fiscal Alberto Nisman el arma encontrada junto a su cuerpo. Según relata Iglesias, Lagomarsino le pidió fotografiarlo en enero de 2005 y también estuvo en reuniones de familiares de víctimas del incendio del local de Once. De pronto, desapareció. Cuando unos siete meses más tarde volvió a verlo por la calle, Lagomarsino “salió corriendo”, contó Iglesias, cuya declaración abona la hipótesis de que el técnico informático podría ser un agente de Inteligencia.
El abogado Maximiliano Rusconi, defensor de Lagomarsino, dijo: “Por lo que hablé con Diego esto es falso, él nunca ha participado de ninguna” manifestación. Lo único que admitió fue que a su defendido le gusta la fotografía y tiene una máquina de fotos.
Es que, en principio, había trascendido que Lagomarsino había acudido a las marchas por justicia para las víctimas de Cromañón y que allí había tomado fotos. Eso fue lo que se le preguntó a Rusconi y él negó.
Pero ayer, Iglesias dio detalles de cómo fue su relación con el único imputado en la causa por la muerte de Nisman. Aclaró que nunca había hablado de “marchas”.
Contó que Lagomarsino “se presentó a fines de enero de 2005 en un contexto álgido, donde estábamos metidos en el corazón de la política, y aparecíamos a revolver responsabilidades”, porque el entonces jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, “estaba por ser sometido a la comisión investigadora en la Legislatura porteña, su hermana era la esposa del jefe de Gabinete de ese momento, Alberto Fernández”.
Por entonces, contó, Lagomarsino, que tenía unos 25 años, se presentó como fotógrafo y le preguntó a Iglesias si podía “fotografiar a los familiares”, por lo que asistió a las reuniones de los padres y madres de las víctimas de Cromañón. “Decía que quería documentar la lucha para una exposición fotográfica, en ese momento no tenía ningún tipo de prevenciones que ahora sí tengo. Le dije que sí, pero que lo tenían que aprobar los familiares, y así fue que se vino a una reunión en la Asociación Cristiana de Jóvenes. Lo presenté a los familiares y no tuvieron problema, participaba de las reuniones sacando fotos, una vez vino conmigo incluso a una reunión en el Ministerio de Interior, y así durante días”, describió Iglesias.
“Durante unas tres semanas vino a mi casa, le fui mostrando las cosas de mi hijo, con todo lo que significaba abrir ese cuarto, pero no sospeché, y le dije que se viniera un viernes a las 20, que era un horario tranquilo”, contó. Luego, mi amiga y socia Beatriz Campos, que es fotógrafa, me dijo “éste nos cameleó, no tenía filtro, con la poca luz que había en la habitación se necesitaba flash y él no lo usó. Además, con la camarita que tenía es muy difícil suponer que tenía una película de alta sensibilidad, y nos cayó como una ficha de que hizo como que sacaba fotos, fue una duda, y al día siguiente él desapareció”, explicó.
Iglesias agregó que pocos meses más tarde se lo cruzó en el centro, cerca de Tribunales. “A unos 50 metros lo veo venir por la misma vereda. Me decidí a abordarlo y, cuando me vio, cruzó corriendo la calle y desapareció. Y nunca más lo volví a ver”, contó.
En los últimos días, después de que la fotografía de Lagomarsino apareciera en los medios por la muerte del fiscal Nisman, Iglesias dijo sentirse “impactado”, ya que no tuvo dudas de que había sido él quien le había sacado las fotos años atrás. “Tenía guardada esa cara en mi inconsciente, porque es quien fotografió el cuarto de mi hijo. Y así decidí llamar a la Fiscalía, que es lo que hice el viernes pasado, y este lunes fui a prestar declaración”, apuntó. El hombre aclaró que para estar seguro había buscado en Internet otras imágenes de Lagomarsino. Además, dijo, se comunicó con Campos y ella tampoco tuvo dudas.
“En enero de ese año (2005) yo había hecho declaraciones fuertes, por eso hoy, visto a la distancia, no parece raro que nos espiaran, era comprensible aunque no justificable”, declaró el abogado.
Consultado sobre si el resto de los familiares de víctimas de Cromañón también lo identificó, Iglesias respondió que “habló con un par de ellos con quienes trabajo más codo a codo, dos de ellos me dijeron que sí, que les parecía. Pero todo indica que el objetivo era yo más que la agrupación”. Según agregó, “en 10 años pasó de todo, incluso que nos hayan espiado”.
Respecto de la causa sobre la muerte de Nisman, Iglesias no quiso opinar pero destacó que “como siempre ocurre hay una distancia abismal entre lo que sucede en la causa y lo que reflejan los medios, según mi criterio la fiscal está haciendo las cosas bien. Sobre Lagomarsino no hay demasiados datos en los comunicados, y es correcto porque se trata de una línea de investigación en curso”.