El presidente de la Conferencia Episcopal dice que es “absolutamente mentiroso” decir que el viaje a Chile fue un fracaso.
Para Ojea, “existe una decisión de escamotear su mensaje”.
De regreso de Chile, donde acompañó al Papa en su viaje pastoral, el obispo Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, se mostró molesto con la presentación que los medios de comunicación han hecho de la gira papal. “Todo lo que tiene que ver con presentar la visita como un fracaso por la falta de gente es absolutamente mentiroso” aseguró el obispo en diálogo con PáginaI12. A su juicio la estadía de Francisco en Chile fue “sumamente positiva, una verdadera fiesta, una fiesta popular”.
Respecto de la forma como se informó sobre la gira papal el obispo de San Isidro dijo tener la sensación de que “algo estaba armado” y “mi impresión es que existe una decisión de escamotear el mensaje del Papa”. Sensiblemente preocupado Ojea afirmó que “al Papa se le tiene miedo, se le tiene miedo a su liderazgo y a su capacidad de aglutinar a las personas en torno a sus ideas y a su figura”.
“Yo lo viví desde adentro” dijo el obispo, y “puedo dar testimonio de los alcances extraordinarios de la presencia de Francisco, de su vínculo con la gente, lo que se disfruta. Sin embargo, agregó, “hay personas que escamotean los temas como si hubiese un mandato de no ponderar demasiado al Papa. Siempre aparece un ‘pero’... es como si existiera la decisión de no dejarlo crecer”. Interpelado acerca de los motivos de esta situación Ojea insistió en el hecho de que el Papa reúne multitudes detrás de sí. “¿Quién junta tanta gente hoy en cualquier país de América Latina?”, se preguntó. “Yo vi multitudes no solamente en los actos, sino en las calles. Decir que hubo poca gente es una visión miope. Yo viví una fiesta, una fiesta popular”, subrayó.
Respecto de las críticas y las objeciones que se han formulado al Papa durante su reciente gira, el obispo Ojea aseguró que “no se deja pasar el mensaje de Francisco, se lo escamotea, se lo esconde y, mientras tanto, se pone el foco en si el Papa saludó o no al presidente electo Sebastián Piñera o si es pertinente o no que alguien tenga que esperar mucho tiempo en una calle para ver al Papa pasar”.
Ojea aceptó referirse también a las críticas que el Papa recibió de parte de algunos católicos que reclamaban la destitución del obispo de Osorno, Juan Barros, acusado de complicidad con abusos contra niños, niñas y jóvenes cometidos por el sacerdote Gustavo Karadima. Bergoglio pidió públicamente perdón por el tema, recibió a las víctimas, pero se mostró molesto con quienes acusan a Barros señalando que se trata de “una calumnia” y que no existen pruebas contra el obispo. Ojea dijo a este diario que “es cierto que en Santiago se reunió un grupo de unas cincuenta personas que se manifestaron con una pancarta pidiendo la destitución de Barros, pero este fue un tema que si bien tuvo gran presencia mediática no alcanzó ninguna repercusión popular”. Y razonó que “siendo esta una cuestión tan particular, con este sesgo informativo se pretende poner en jaque todo lo que ha trabajado Francisco y ha trabajado la Iglesia respecto de tolerancia cero en relación a los abusos. Es un tema doloroso, difícil, en el cual el Papa ha tenido posiciones muy claras. En el caso particular del obispo Barros no existen pruebas judiciales que lo incriminen”.
El obispo de San Isidro admitió que en ciertos sectores de la sociedad chilena existe malestar con la Iglesia, lo que llevó incluso al Papa a admitir en su reunión con los obispos que el solo hecho de presentarse con ropa eclesiástica puede hacerle pasar un mal momento a algunos sacerdotes en ciertas ocasiones. “Pero esta es la realidad” habría dicho Francisco en esa ocasión, pidiendo además a los obispos que “acepten esta realidad cultural y también la carga que significa para la Iglesia llevar sobre sus espaldas los errores cometidos en el pasado”.
Retomando su argumentación respecto del manejo que se hace del mensaje de Francisco, el obispo Ojea sostuvo que “siempre que hay algo importante en el mensaje papal, inmediatamente tiene que ser contrastado con algo malo, con algo negativo. No quieren dejarlo avanzar demasiado. Todo lo que tiene que ver con el mensaje a futuro, con la dignidad, se corre”. Según el Presidente de la Conferencia Episcopal “es verdad que es incómodo hablar de las explotaciones mineras en América Latina, es incómodo decir ante las mujeres detenidas que es preciso recuperar la dignidad, es incómodo defender los derechos de los pueblos originarios. Es incómodo pero el Papa lo hace y da un mensaje sobre estos temas que son incómodos para muchos”.
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