martes, 5 de noviembre de 2013

RIQUEZA OCULTA GEMOCIDIO ECONOMICO, EL CRONISTA.COM

Sería fantástico que un gobierno pudiera movilizar aunque sea parte de los casi u$s 200.000 millones que, según las últimas cifras oficiales, los argentinos han sacado del sistema y ocultan en algún lugar. Con la mitad de ese capital, por ejemplo, se podría reforzar en un 20% la inversión total del país a lo largo de un lustro, agregando 20.000 millones por año. O una quinta parte del dinero fugado alcanzaría a financiar los u$s 37.000 millones que requiere y que tanto le está costando juntar a Miguel Galuccio para el plan de inversión para YPF hasta el 2017. Para peor, la pérdida de crecimiento y de bienestar general que se escurre por ese agujero negro es mucho más grande, por la sencilla razón de que la riqueza oculta es considerablemente mayor. James Henry, un ex Mckinsey que ahora forma parte de la red Tax Justice Network (TJN) publicó hace muy poco una investigación titulada “The Price of Offshore Revisited”, que recalcula la riqueza oculta en más de cien países del mundo y ubica la astronómica cifra entre u$s 21 y 32 billones, de los cuales 399.100 millones corresponden a la Argentina, es decir el doble de lo que se creía. Si sirve como consuelo, Brasil tiene afuera del sistema 520.000 millones, México 417.500 millones, y Venezuela 406.000 millones. Henry aclara que su trabajo considera nada más que el capital financiero, es decir excluye la propiedad inmueble, los yates, aviones, obras de arte, joyas, etc. Una porción considerable de esos fondos (10% del total de la riqueza mundial que surge del último informe anual de Credit Suisse) está escondido en paraísos fiscales. El hallazgo de Henry inspiró un trabajo inmediato que elaboraron otros tres economistas de TJN: Nicholas Shaxson, John Christensen y Nick Mathiason. Titulado “Inequality: you don’t know the half of it (or why inequality is worse tan we thought)” (Desigualdad: usted sólo conoce la mitad de ella -o por qué la desigualdad es peor de lo que pensamos-) señala en las conclusiones la deducción obvia: si el grueso de la riqueza la ocultan los más ricos “la desigualdad económica es significativamente peor de lo que muestra cualquier medición que no considere ese elemento; y esa es una verdad válida probablemente para cualquier país y para el mundo en su conjunto”. El paper tiene algunos datos espeluznantes. Indica que mientras la mitad de la población mundial más pobre posee sólo el 1% de la riqueza total, el 10% top goza del 84%; y que en Estados Unidos la familia Walton (dueña de Walmart) tiene un patrimonio equivalente al 30% de la población más pobre. El trabajo incluye un capítulo sobre la Argentina, donde se demuestra cómo la subdeclaración de los individuos de más altos ingresos disimula los niveles de desigualdad. Cita un estudio de Facundo Alvaredo que encontró que mientras de las declaraciones impositivas surge que 698 personas tuvieron un ingreso anual superior a u$s 1 millón y 26 contribuyentes por encima de 5 millones, en la encuesta que mide la distribución del ingreso las 160 personas que más ganan declararon entre u$s 500.000 y 1 millón. En ese capítulo se hace mención a el estudio “Impacto del Presupuesto sobre la equidad” de los economistas Jorge Gaggero y Darío Rossignolo, del Centro de Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (Cefidar), que recalcularon el índice Gini tomando en cuenta el ocultamiento de los ingresos off shore, lo que elevó el índice (varía entre 0 y 1, extremos en que hay igualdad entre todos o uno sólo se lleva todo) de 0,46 a 048. Consultado para esta columna, Gaggero aclaró: “Ese cálculo se realizó sobre la base de que la riqueza off shore de residentes en Argentina es de u$s 173.000 millones, según los datos oficiales correspondientes a 2010, que se supone muy inferior a la real. Una hipótesis más certera acerca del nivel real de esa riqueza apoyada en el cálculo del componente financiero realizado por Henry del TJN de casi 400.000 millones, podría oscilar en un total de 500.000 millones. Si ese nivel de riqueza oculta de los argentinos más afortunados fuese confirmado por estudios más amplios que deberían realizarse para completar los hallazgos de TJN, no sería extraño que el coeficiente de Gini se elevase por encima del 0,52”. Gaggero adelantó que los expertos de TJN y el equipo que coordina en Cefidar acordaron realizar el año próximo un estudio conjunto para profundizar el tema tomando a la Argentina como caso piloto. Lo anterior obliga a corregir la columna de hace dos semanas sobre las mil familias top. Informaba que “Rocca, Pérez Companc, Bulgheroni, Eurnekian, Brito, Bagó, Werthein, Herrera de Noble, Elsztain, Costantini, De Narváez, Pescarmona, Eskenazi, Macri, Coto, Blaquier, Grobocopatel, López, Roemmers, Supervielle, Braun, Belocopitt, Sutton, Madanes, Sigman, Vila, Navajas Artaza, y otras 973 familias poseen el 2,49% del ingreso nacional. Equivalente a unos u$s 12.500 millones, con lo cual esas familias ganan por año un promedio de u$s 12,5 millones”. Los datos surgían de una monumental base de datos denominada The World Top Incomes Database, elaborada con la información de las declaraciones impositivas por cuatro expertos en distribución del ingreso, los franceses Thomas Piketty y Emmanuel Saez, el inglés Tony Atkinson y el argentino citado arriba Facundo Alvaredo. Le preguntaron a Piketty si los hallazgos de James Henry sobre la riqueza oculta de las familias top significaba que sus cálculos sobre la porción del ingreso que reciben estaban subestimados, y respondió “sí, definitivamente”. Es decir que el 0,01% que constituyen las mil familias top se lleva más del 2,49% del ingreso, y en promedio más de u$s 12,5 millones por año. En esa lista seguro está el alguna vez prófugo Raúl Juan Pedro Moneta. A Cristina no le alcanza.

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