viernes, 22 de noviembre de 2013
Oxigenación Por Hugo Presman
Una serie de circunstancias han concurrido para la renovación ministerial más importante de la década kirchnerista. Un desgaste profundo de un equipo, en varios de sus integrantes, carente de vuelo propio, más propenso a obedecer órdenes que a proponer iniciativas. Una sobreactuación de obediencia que transformaba a varios de los ministros desplazados en cadetes jerarquizados.
La confesión de la Presidenta en el reportaje con Jorge Rial que sólo confiaba en sus hijos, explica cierta forma de gobierno que a Néstor Kirchner lo llevó a la muerte y que ha terminado resintiendo la salud de Cristina. La biología en los últimos años ha jugado en contra de los nuevos aires latinoamericanos. Muertes que han dejado notables ausencias como la de Hugo Chávez y Néstor Kirchner, el cáncer que ha llevado a dar un paso al costado a Lula y la licencia por enfermedad de Cristina, han herido al proyecto de unidad latinoamericana, el plan revolucionario de los libertadores del siglo XIX y el imprescindible del siglo XXI.
El regreso a la actividad de Cristina Fernández tiene limitaciones en cuanto al tiempo e intensidad del ejercicio de la presidencia. Los médicos han recomendado evitar el stress lo que es un consejo imposible de cumplir en el ejercicio de cualquier cargo ejecutivo y mucho más si se trata de la presidencia de un país.
Ante esta situación, y demostrando nuevamente ser imaginativa cuando más complicada es la situación, Cristina Fernández ha decidido delegar una parte de su agotadora función en un jefe de ministros con personalidad y vocación de ser candidato presidencial y un ministro real de economía, más allá de su devenir posterior. Todo ello sin enterrar banderas, pero adaptándolas a un escenario que se ha tornado más complejo. En segundo lugar, la necesidad de responder a los pasivos que convirtieron una victoria electoral en una derrota política. Es posible, pero entra en el terreno de la historia contra fáctica, que de no haberse producido los problemas de salud, los cambios se hubieran producido, no necesariamente con los mismos actores, pero el posible grado de delegación hubiera sido menor. Todo esto no significa que la orientación general y la última palabra, no quede en las manos presidenciales. Sin la presencia de la Presidenta, Capitanich tiene pasivos semejantes a los que alejan a Daniel Scioli de ser el heredero elegido por el kirchnerismo. Son figuras políticas muy permeables al clima de época.
Los que quieren un cambio de rumbo con personeros directos del establishment deberán apostar a un presidente distinto, si es que consigue ganar en el 2015.
Jorge Capitanich, un político joven muy vinculado a la Iglesia, que ha pasado por todas las opciones de la tumultuosa política justicialista, con contradicciones ideológicas fuertes que van del menemismo a proponer, en un episodio al menos confuso, una base norteamericana en el Chaco, del duhaldismo a un kirchnerismo fuerte, es un puente tendido hacia los gobernadores y al Partido Justicialista.
Kiciloff es un promisorio economista que tendrá que abordar desde la inflación, la contención del drenaje de las reservas y la reducción de la brecha cambiaria; hasta mantener la actividad económica, la distribución del ingreso y el pleno empleo, con la restricción racional de las importaciones. Desde una discriminación progresiva de los subsidios al gas y la luz, al deterioro del tipo de cambio. Sólo algunos de los temas más acuciantes.
Kiciloff es acusado de marxista como si fuera un delito, pero el objetivo es erosionarlo prematuramente. Así puede observarse en el editorial de Joaquín Morales Solá en La Nación del 20 de noviembre: “Una novedad política e intelectual surge de ese relevo: Kiciloff le dio una vuelta de tuerca al intervencionismo nestorista que expresaba Moreno. Kicilof es directamente estatista”.
No habrá tiempo para ir contra materias pendientes como la sojización, la concentración y la extranjerización de la economía. Sí será necesario avanzar para resguardar el terreno conquistado, con una reforma impositiva, actuar sobre los formadores de precios, descentralizar al Mercado Central, por provincia, ciudades y barrios, una aplicación rigurosa de la Ley de Abastecimiento, un seguimiento a las cadenas de comercialización, donde los márgenes de ganancias operan inflacionariamente, mientras que uno de los ministros más operativos y eficientes de la actual gestión ministerial, Florencio Randazzo, contador público como Jorge Capitanich, resuelve una parte fundamental del problema ferroviario.
El enorme espacio que ocupaba Guillermo Moreno en materia de precios e importaciones, deberá ser ocupado por una estructura profesional, clara, racional y eficiente. Las normas a aplicar deben ser diáfanas, evitando que la oscuridad y el hermetismo alimenten la arbitrariedad.
Es posible intuir que tanto Jorge Milton Capitanich como Axel Kiciloff hayan condicionado la aceptación para el ejercicio pleno de sus cargos al retiro de Guillermo Moreno (con decisiva influencia en zonas sensibles que afectaban a otros ministerios). Los nuevos funcionarios se conocen desde hace muchos años, habiendo sido el economista, entonces referente de la agrupación estudiantil de Ciencias Económicas TNT (Tontos pero No Tanto), asesor del actual gobernador del Chaco, cuando se desempeñaba como subsecretario de la Secretaría de Desarrollo Social siendo el Ministro de Economía Domingo Felipe Cavallo y luego Roque Fernández.
Alguna interpretación sugiere que Cristina Fernández habría designado a Capitanich en un lugar tan significativo como un paso concreto para impulsarlo como su candidato. Acrecienta la hipótesis el hecho que deja la gobernación en manos de un vicegobernador con vocación superlativa de ser un émulo de Julio César Cleto Cobos. Pero conviene ser muy prudente: estamos a menos de un mes de las elecciones que significaron para el gobierno una victoria electoral y una derrota política, del pronunciamiento de la Corte Suprema sobre la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual , y todo ello parece tener una antigüedad de varios meses. La vorágine política envuelve y diluye hitos significativos. Así que pronosticar a casi dos años vista, es una tarea con muy alta probabilidad de error.
El desplazamiento de Guillermo Moreno, saludado con euforia por adversarios políticos, los medios dominantes y el establishment, aluden a sus modos pocos republicanos, pero están heridos por ser tratados con la misma vara que muchos de ellos utilizan con sus subordinados.
En las críticas a Moreno está encubierta la crítica a la intervención del Estado en la regulación de los mercados. Más allá de sus aspectos positivos, venía arrastrando una serie de variados fracasos, el desgaste de una década y fuertes enfrentamientos internos que hacían necesario, en la oxigenación buscada, su reemplazo.
Es posible también que la homogeneización de los cambios permita evitar internas que dificultaban la eficacia de las decisiones. El desvaído ministro de economía reemplazado, Hernán Lorenzino, irá a Francia intentando darle un punto final al acuerdo con el Club del París, procurando de esa forma acceder al mercado de capitales y evitar seguir pagando las amortizaciones de deuda con reservas.
El reemplazo de Mercedes Marcó del Pont, una profesional de buena formación, por un autodidacta como Juan Carlos Fábrega en el Banco Central, parece recorrer el camino del teórico al práctico.
En su educación formal precaria, el ex presidente del Banco Nación parece un émulo de José Beer Gelbard, el buen Ministro de Economía de Héctor Cámpora y Juan Perón, un exponente inusualmente lúcido de la burguesía nacional.
Completan los cambios el Ministro de Agricultura Carlos Casamiquela, un técnico del INTA, que reemplaza a Norberto Yahuar, un funcionario silencioso hasta parecer inexistente y derrotado en forma estruendosa por Mario Das Neves en Chubut. Lo mismo sucede con el Ministro de Salud Juan Luis Manzur, aún no reemplazado, al que lo aquejó a lo largo de su gestión la más absoluta intrascendencia. Sería interesante y altamente positivo, que el primer Ministro de Salud del Kirchnerismo, Ginés González García, volviera a hacerse cargo de la cartera.
Todas estas disquisiciones sobre el nuevo gabinete está sujeto a la prueba de consistencia del funcionamiento, recordando aquel sabio consejo que “al rengo sólo se lo conoce cuando camina”.
O aquel axioma burrero: “En la cancha se ven los pingos”.
A su vez, desde este lado del análisis, tengo presente la sabia apreciación de Samuel Goldwyn, el fundador de la Metro Goldwyn Mayer: “No conviene hacer pronósticos, sobre todo hacia el futuro”
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